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Labores propias de su sexo Género, politicas y trabajo en Chile urbano 1900-1930 ELIZABETH Q. HUTCHISON Traduccion de Jacqueline Garreaud Spencer We CENTRO I DE INVESTIGACIONES LO! DIEGO BARROS ARANA frruLo mn yrar como hombres y no llorar como mujeres»: El problema jas mujeres en oliticas obreras masculinas Ioilustra a controversiapiblica sobre Laur, ela virgen dela selva la precaria yn de las mujeres en la fuerza laboral urbana suscitaba inquietantes preguntas de la divisin sexual del trabajo, el control masculino sobre los miembros inos de la familia y sobre las relaciones de género en el lugar de trabajo, En la en que se formaban diversas organizaciones de trabajadoresa fnalesdel siglo Jos problemas relacionados con el trabajo pagado de las mujeres surgieron como ‘importante en los circulos politicos de la clase trabajadora. Ademis de los os lamados aquelas mujeres trabsjadoras seunieran en apoyo desusparientes nos, los ieressindicalesusaron imagenes de mujeres trabajando para invocar sativa masculina de protegery de proveer alos miembros femeninos de sus Sinembargo,paticularmente cuandoa presencia delasmujerestrabajadoras fuerza laboral manufaccurera se hizo una realidad, ls organizaciones obreras ron alas mujeresa organizarse por si mismas a presionar por salariosmasaltos mat lapresion a labaja dels salaros industiates masculinos causada por la ibilidad de una enorme y barata reserva laboral femenina, Con la importante ion de las feministas socialistas, examinadas a fondo en el capitulo siguiente, inizaciones obreras perpetuaron los estereotipos de las mujeres trabajadoras conservadoras y sexualmente vulnerables, apoyando figurativamente lo lazos Jaidentidad de casey losatributos demasculinidad dela clase rabajadora.** La icin paralos rabajadores de sobrar como homies no lloras como mujeres» es inte un ejemplo de cémo los organizadores laboralesse basaban en un lenguaje cia sexual para diagnosticary responder aos obstaculos de la movilizacién ase obrera. Este discurso se basaba completamente en la yuxtaposicin de lo ilino y lo femenino, asi como en las ideas sobre las conductas apropiadas para Ts ideninicacin de expacidad, fuerza y miltancia conto masclina en ciculs obreos ne, por puesto, un fendmeno excusivamente chilena,Veise Nicholas Stargari, Mate Bonding ct the (hss Strugle in imperial Germany, Historical journal 38:1, 1995:191 85 Irénicamente, mientras muchos dirigentes obreros estaban ocupados llamando ta atencién acerca de la pasividad «natural» de las mujeres —como obreras y como potenciales militantes— muchas trabajadoras se hacian participantes activas en Jos rangos y filas de la movilizacién de los obreros industriales, en donde ellas se tunieronalossindicatos comerciales mixtos, alas asociaciones auténomas de mujeres, Federaciones politicas, y a las huelgas locales. Las mujeres también representaron sus organizaciones en los congresos de trabajadores y llegaron a ocupar posiciones en las federaciones laborales nacionales hacia 1920. Este capitulo, aceptando por el momento la construccién cultural de «mujer trabajadora» como Ia de una mujer comprometida con alguna forma de trabajo industrial, reconstruye la narrativa de la participacién femenina en lapolitica y organizaci6n del trabajo urbano.Luego examin €l discurso de los movimientos obreros —tan definidos en términos de género—, argumentando que muchas expresiones de Ia identidad y dela conciencia dela clase trabajadora, y particularmente la masculinidad de la misma, fueron construidas eri bases a las suposiciones comunes sobre las relaciones de las mujeres con el trabajo, tanto pagado como doméstico. Mientras la prensa laboral denunciaba repetidamente ‘el verdadero acoso sexual, las pobres condiciones de trabajo y el bajo pago que lay ‘mujeres enfrentaban en la fuerza de trabajo manufacturera, esas representaciones de la vulnerabilidad femenina fueron también muy titiles en los lamados que log organizadores hicieron en respaldo de los trabajadores masculines, dado que ellat jincumbian a las demandas que los obreros —con trabajos que mantener y familia ‘que alimentar— hacfan como hombres. Este capitulo examina cuntas de esas voce ‘masculinas ofdas en las asociaciones de trabajadores y en los periédicos a comienzog del siglo veinte se dirigieron a los problemas relacionados con el trabajo de las mujer —desde su vulnerabilidad sexual a su potencial militancia—y cémo esas posiciones reflejaban preocupaciones mas extendidas de los activistas respectoa la masculinida de la clase obrera y a la familia laboral en su conjunto. juntiagoen 1853, miembros de otras oficios como trabsjadotes Ferroviarios, sastres intetos también formaron sociedades de socorros mutuos estables en la década s70. DeShazo destaca la diversidad de formas evidentes en el matualismo chileno: hus (sociedades de socorros mutuos] fueron establecidas simplemente sobre 1e88 de oficios, otros socorros mutuos admitieron trabajadores de diferentes ras, sirvieron a todos los empleados de un ‘nico establecimiento, 0 incluyeron, ene trabajadoras femeninas o trabajadores catdlicos»."* Después de 1880, en ida en que las ocupaciones industriales se subdividian y se volvian cada vez sespecializadas, las sociedadles mutualists endieron a reflejarlas subdivisiones de las ocupaciones, prefigurando las organizaciones sindicales de comienzos Jo XX. Aunque la sociedades de socorr0s mutuos eran oficialmente apoth propésitos y actividades, ells sirvieron de conductos para la diseminacién de ologia laboral mas radical, la cual leg6 a Chile especialmentea través de textos dos y publicados en Argentina.** {nucualismo se expandié répidamenteen Chile después de 1883, aumentandode Jiedades legalmente registradas en 1890 a 735 en 1922 (ver tabla 13)."" Como las mies de esas sociedades se expandieron y como otras clases de organizaciones ise formaron también a comienzos de siglo, se hace dificil aislar la trayectoria {tualismo, Las estadisticas recogidas por la Oficina del Trabajo en 1910, por lo, incluyeron grupos cuya declaracién de objetivos se ordenaba desde la del trabajador, planes de ahorro y fondos para mausoleos, ala resistencia Las figuras estadistcas del mutualismo, como las de otras organizaciones es de este periodo, son muy impresisas en cuanto ellas reflejan solamente ‘grupos que habian logrado obtener un titulo legal.®* Por otra pate, las jones laborales exageraban frecuentemente sus listas de afiliados reportados formes de Ia Oficina del Trabajo inclufan en sus estimaciones miembros de no registradas. Con eltiempo, las sociedades de socorros mutuos rendieron, is comprometidas en actividades politcas,planteando alos empleadores las 1s delos crabajadores para elaumento de salarios, la mejora de las condiciones jo y cambios en la administraci6n. EI mutualismo result6 ser una forma de icin particularmente tolerante,en parte porque la estructura se prestaba bien lizacién espontinea y local de os trabajadores que caracteriaé este periodo. Las mujeres en los movimientos obreros chilenos ‘Aproximadamente desde 1850, y durante la década de 1880, la forma més comin dl organizacién del trabajador fue la sociedad de socorros mutuos, laquegozaba de estat legal, abogaba por la reforma gradual de las condiciones de trabajo y mancomunabs li recursos de los trabajadores para las enfermedades, fallecimiento, educacién, y pa otras necesidades materiales inmediatas de susafiliados."® Después dela fundacién dl aprimera sociedad de socorros mutuosentre artesanos y tipégrafos no especializac hav0, 969: 6. fo Gez TOS, ea mutualté aux orignes du mouvement ouvter chien (1885-1890), La revue économie sociale 1982): 175-176. haso, 05838991, aro, La mutalidad en Chiles, BOT 1 (1921-25 1880, den unverso probable de 150 sociedades de socortos mutuos,sbloseregistaton 75. Gee, pak 78. ‘Marfa Angélica lanes ha argumentad que estas socedadessrvieron de modelo parala provi lems y protec lebrer por el Estado después de 1924, Vase Tae, (993):35-50.32 a6 87 Las sociedades de socorros mutuos también colaboraron con otros sindicatos através del Congreso Social Obrero (fundado en 1903), La Gran Federacién Obrera de Chile (fundada en 1905) y con la Asamblea de Alimentacién Nacional (1918). Después de 1900, mutualismo proporcionéelapuntalamiento sistemético para lasorganizaciones laborales mas radicales y permaneci6 de ahi en adelante como refugio las veces en, ue la represién del Estado o de los patrones hizo impracticable la movilizacién ant capitalista jor de Ia identidad ocupacional delas mujeres o de su empleo actual, sine mas su identidad comtin como respetables mujeres de la clase obrera: de abi la ia prohibicién de lavanderasy empleadas domésticas en su medio, Aunque del modo las mutuales masculinas excluian de sus organizaciones@ los peones no lizados, las sociedades de socorros mutuos de las mujeres después de algunos smenzaron a incluir a las empleadas domésticas."* de las primeras, y la més prominente de las sociedades de socorros mucuos , fue la Sociedad Proteccién de la Mujer, fundada en Santiago en 1888 como incipacién de la Mujer. Hacia 1910, la Sociedad Proteccién de la Mujer habia jaser una de lasasociaciones mas grandes en Santiago, con quinientas «hijas del registradas como socias.™ Significativamente, esas tempranas sociedades de Tabla3 Niimero de sociedades obreras y sus socios en Chile, 1870-1923 - TaaSicaiiaal ae 8 muutUos de Las mujeres gozaron del apoyo del Fstado, de as noticias laborales = DE dence Mess lanas de los periodistas, y de bidgrafos del movimiento, quienes nombraban a 1870 inizaciones de mujeres como «feministas».° Un diario de los trabajadores 1880 a la fundacidn de una sociedad de socorros mutuos pare las mujeres que 1850 gapatos, observando que «ellas deben determinar hasta donde son lejitimas ee iciones del feminismo, ellas deben fijar también el magnifico programa con ana idaran al hombre en la rejeneracion social a que tienden hoi las mas nobles A500, 3». Asi como otras sociedades de socorros mutuos, la mayoria de as acciones gaa jedad Proteccién de la Mujer consistieron en organizar el apoyo mutuo entre 1923 jas —como la escuela vespertina, fondos para salud y entierros, programas Ifo, y capacitaci6n ocupacional— sin desafiar directamente la prerrogativa templeadores de determinar los salarios, los beneficios y las condiciones de jeres trabajadoras. De acuerdo a un estudio de la Oficina del Trabajo en 1910, lismo femenino crecié, incluyendo 12 de las 66 sociedades de trabajadores iago, representando aproximadamente 2.000 mujeres miembros sobre una j6n de 12,000 asociados.** Aun cuando después de 1912 se vuelve mas dificil ar el ntimero de asociaciones de mujeres trabajadoras en Santiago, las cifras is Ciudadesimportantes indican que lasasociaciones de mujeres representaban | 20% de las organizaciones obreras: en 1917 habfa 8 asociaciones femeninas Puente Oscar Para, ta muita en Chiles, O23 (9201-25: Ofcina del Tab, adic dete Aca Ober Santiags:ImprentaLtogaia Saino, 0), 257; Asecacioes Overs en 923, BOT Ut 329308216 Al principio, las sociedades de socorros mutos se formaron exclusivamenté entre trabajadores hombres que compartian un mismo oficio o un lugar de trabajo.) historiador Sergio Grez comenta que la exclusi6n de las mujeres de esas orgenizaciones sno se trataba de una discriminacién explicita, sino més bien de una especie de convencién no escrita, implicita, que segregaba de facto a las trabajadoras»."* Luego, les formas mutualistas de organizaciOn se difundieton a las mujeres, comenzand con la Sociedad de Obreras N*, fundada en Valparaiso en 1887. En contraste con las ‘mutuales masculinas, ésta yas siguientes sociedades desocorrosmmutuos delasmujeres ‘organizaron a trabajadoras de diversas ocupaciones asalariadas, asi como a mujeres «sin profesién», en una ola organizacion. Elmutualismo femenino noestabacentrad it, 602y 604, n.2769:y Rebeca Conte Crvaln, La mutuaidadfemenina: Una vs socal de a jer chilena, 188-1930, Tesis, Universidad de Chil, 1987:169-173 190 piblica de Chile, Oficina del Trabajo, Estadivica de ia Asoeiacin Obrera, Santiago: Iaprenta fia Santiago, 91027 La Sociedad admit solamente a wobreras»exclayenco expictamente las cobradoras de ranvasyempleadas domésicas, arios dea capcl policaron regularmente anunciospara eventos solalesy cursos nocturnos la Sociedad, que adem recbi6 1500 pesos anuaes de ssid esata. Oreo fastrado, 35 juno, 1906. En este puntevésse a Gre, {1997 604, lociabilidad Femeninav, El Obrvoiustrado, 1 de agosto, 2006: 13. iblca de Chile, Oficina del Tessie, Estadsia.(9t0): 27-26. ‘Grezelabora que, aunque la probibiciin de membres femenina no fue expictada en los ests mutualistas, ebemosexplicar est fenémeno pola simple athesiéndelostabajadores miu alamoraly alas portmasdominantes en a sociedad chilena dea épocs, qe apartaban ales meres de numerosos dominios dela actividad social, Sergio Gre, (997) 598 88 89 ‘mujeres (particularmente del Partido Demécrata) a menudo comenzaron sus ispolticas allfy mantuvieron sus lazos con las sociedades de socorros mutuos a gute aumentaba su compromiso politico. importante sefialar quel fundadora identa de la Sociedad Proteccién de la Mujer, Juana Roldn de Alarcén, era la \delfundador del Partido Demécrata, Lindorfo Alarcén y una reconocida activista propio derecho." Las dirigentes laborales como Roldan de Alarcén fueron @ lo emparentadas con prominentes Ifderes activistas, un hecho que aseguraba a los dirigentes masculinos y confirmaba los estereotipos predominantes de las mujeres como «compafieras» en el movimiento obrero. E] activismo ta de Rolddn de Alarcén y a atencién puesta en la Sociedad por la prensa del Jo Demécrata muestra que —incluso antes de que se fundaran las sociedades tencia de las mujeres— la Sociedad Proteccién de la Mujer representé uno de jetos intentos en Santiago por organizar a las mujeres trabajadoras para fines larios y sindicalistas. desarrollos en el mutualismo femenino corresponden estrechamente a los sen las asociaciones obreras, generalmente hacia comienzos del siglo XX. Aun en el siglo XIX los trabajadores hombres y sus sociedacles habian participadoen ia esporidicasen contra de medidas proteccionistas y precios inflacionatios, los ientos basados en las demandas laborales de los trabajadores se aceleraron de significativa solamente afines de 1880. Estos fueron afios cruciales en términos jganizacién politica y la representacién de los trabajadores, los que culminaron jeventos claves: la fundacién del Partido Demécrata, en 1887, la huelga general 10." Estos dos episodios demostraron el potencial de la movilizacién obrera y jaron la Ilegada de un nuevo, aunque débil, actor politico con quien la Republica jentaria tendria que competi." ‘crecimiento de 1a movilizacién obrera a comienzos de siglo fue también tivo y completamente alarmante para las élites, porque demostraba que la e la ideologia revolucionaria que barria América Latina habia cruzado las fas chilenas. Fsta influencia legé més tarde y en forma mas debilitada queen la Argentina, en donde los movimientos revolucionarios habian sido apoyados por \deunagran cantidadde trabajadores desde el sur de Europa. Elconvencimiento 1ores de a élite se mantuvieron a pesar de que los trabajadores extranjeros no de trabajadoras en Iquique en un total de 47 grupos (1.001 mujeres); en Valparaiso, 7 de 89 (1.05 mujeres) en Concepeién, 4 de-27 (480 mujeres)" Hacia 1922, las mujeres constituian 80 de un total de 735 sociedades de socorros mutuos a través de Chile (18.000 mujeres) yen1926, 47d 359 sociedades de socorros mutuos eran femeninas. JUANA ON DE ALARCON > nee 9.juana Roldin de Alain, dea Sociedad Protein dela Mer. vente: Osvaldo Lope, Diccionario Bogrfico Corer (Santiag: Bellavista, 1912), Cores de Bibliotecs "Nacional de Chil colecisn genera Elcarécterno confrontacional del mutualismo femenino cambié ala vuelta de siglo enlamedida en quelasasociaciones de mujeres, como lasde los hombres, comenzaron amostrarla influencia dela retéricay las técticas anarquistas, volcindose cada vez mis a las huelgas y a las protestas en la calle para promover sus demandas. El mutualismo de las mujeres también sirvié como campo de entrenamiento para las trabajadoras en, politica sindical yalenté estrechos vinculoscon lasemergentes sociedades deresistencia, y con la prensa laboral. Aunque los debates politicos propiamente tales no fueron centrales para el funcionamiento de las sociedades de socorros mutuos, las activistas Roldan de Alarcon fgur6 entre as sete mujeres sigentes inclidas en el Diccionario Biogréfico Drerode 12, donde fe elogiada como esta ejemplar mujer obrera que desafiando aos stagues Me os de arriba y alas habladuriase ingratitdes de los de abajo ha sabidolucbar on denuedo, Jnzamente con suesposo, Osvaldo Lipez Diccionario Biogréfio Obrero Sango Bellavista, 912! Rs. ob Ia huelga de 1890, véase Grea, «La uelga general de 1890», Perspectvas 5, Dicembre 1990: Vag ‘Ghares Bergquist, Labor in Latin Ameria: Comparative Essay on Chil, Argentina, Venezuela, and Colom, stator Stanford University Press 1986, cap.2, "= ADGT, Némina de Sociedades Obroras, 1917, Volumen 37; Encuesta de sciedadesobrers, 1937 Oscar Para, La mucualidadl en Chil, Saago:Imprenta Rann Bras, 996: 15-25; Mosés Pode ‘Troneaso, La Orgunizacin sindial en Chile yocos estudio sociales, Santiago: Imprenta Ra Diaz 10267 90 st tuvieron mayor importancia en la direccién de las organizaciones laborales chilenay ‘Mas importantes en la propagacion de las ideas socialistas y anarquistas fueron lc ccontactos entre los activistas chilenos y extranjeros,”* y el crecimiento de la prenis ‘obrera chilena, la que frecuentemente publicaba a escritores europeos traducidos al espaol. Los diarios y periédicos laborales fueron un veh{culo determinante paral articulacién de las expresiones politicas locales, dada la tasa relativamente alta (i alfabetismo (72% en 1895) que se encontraba en la poblacién urbana chilena (ve tabla 14)" Esta prensa obrera nos da el acceso no solamente alas asambleas, li reunionesy grupos que componien el movimiento obrero, sino también testifica la al prioridad otorgada a la propaganda y ala educacién en las sociedades de trabajadore en este perfodo. Mas aun, las cambiantes redes de contribuyentes y editores de | prensa laboral, asi como sus intereambios con periédicos extranjeros, nos han deja luna extensa evidencia acerca de la discusién del «problema dela mujer» en os circulg politicos de la clase obrera. Tablas Nivel de alfabetizacién de la poblacién, departamento de Santiago, por sexo, 1885-1920 ‘96 Hombres al 96 Mujeres alfabetas 4 54 sé @ Puente: Censo 1895, Vlumen 1,17; Censo 1907, 428-29; Censo 1920, 304. Fueprincipalmentea través de esos periddicos—y en el reportaje de las actividades de las sociedades de trabajadores— por donde la ideologia libertaria hizo su may profunda impresién en las politicas de los obreros chilenos. En contraste con el flujo de inmigrantes que trajo el antarquismo italfano y espaiiol directamente a las costa, © Por ejemplo, la figura principal dela movilizcién obrera chilena y ms tarde fundador det Partido (Communist, Ls Emilio Recabarren,tvo de invita al anarqulstaPablo Gocien1901ylafeminsta antclerical Belén de Séragaen 193, entre otros. Durant su exilioen Argentina y Europa, en 907) 908, Recabarten seJunt6con Aledo Palacios, Jan Justo, Pablo esi, FranciscoLargu Cabalew Jean aut Maria Angi lanes, «Ausent,Seoritas:Btnino~ilon, aescuela-para-pobresy el au. hil 1890-199, Santiago junta Nacional de Axio Escolar Beas, 991 32, Bergquist, 1986 51-52 ina, el anarquismo chileno fue alentado principalmente a través de los arquistas que eran a menudo traducides y publicados primeroen Argentina Wy més tarde reimpresos en la prensa obrera chilena. Por ejemplo, junto culos y editoriales redactados por autores chilenos, ls textos anarquistas jos se esparcian e incluso algunas veces dominaban las péginas de las mes anarquistas.Textos de Bakunin, Kropotkin, Thackeray, Proudhon, ToIsoy arecian regularmente, como los de los anarquistas espafioles e italianos, \0 Mir i Mir y Pietro Gori. Este flujo de ideologia y de noticias anarquistas itado por la vasta red de intercambios que floreci6 entre la prensa doméstica injera, la cual enviaba noticias a Chile desde capitales tan distantes como [La Habana, Tampa, Montevideo, Buenos Aires y Paris. Esta atencién a las iy movimientos laborales extranjerostestfica no solamentela disponibilidad letos europeos, sino también, de modo mas general, la naturaleza receptiva ade la politica obrera en Chile." Si bien es posible una cotegorizacién a de los periddicos con tendencias anarquistas, socalistas, demécratas ¥ , su contenido heterogéneo y cambiante proporciona una mayorevidencia ilidad y flexibilidad del temprano radicalismo obrero en Chile. cimiento de la prensa obrera reflejaba la crectente radicalizacién de las es de trabajadores en la década de 1890, apesar dela constante oposicién de jeadores yas periéicas oleadasde represion por parte del Estado. Los grupos istas precipitaron la huelga de los lancheros en Tarapacé en 1890, la cual creci6 yente escala nacional, Usandola estrategia de «aburrido desde dentro» delas es de socorros mutuos existentes, los anarquistas urgieron alos trabajadores itis ilegales de accién directa en contra de sus patrones. En conformidad, el dle «sociedades de resistencia» y las huelgas aumentaron en forma dramética {de 1900, en lamedida en que las sociedades anarquistas conducian pequetias. jes manifestaciones y protestas,informando de sus campatias en una amplia de periddicos obreros."* A causa del éxito generalizado de los huelguistas nner concesiones —o una victoria total— de sus patrones a través de las 1a influencia anarquista se extendié desde su enclave entre los fleteros y \lores portuarios hasta incluir @ otros trabajadores como los del transporte, cconstrucciényy cueros, asi también comoalos mecanégrafosy orosartesanos."” lo Ramos sea a frequencia con que los anarqustas puertoriquefios parafrasearon| 3 textos frineos, a menudo taducidos y leios en vor alta alos obreros, mucho antes de que animpresosyestuviean disponibles al pablce general, ullo Ramos, e, Amory Anarqua: Les fecrtos de asa Capri, Rio Pedra, PR Ediciones Huracin, 1992: Ts sociedades de resistencia patcparon en el 67% de las huegasreitradas,eomparado con Incas de 25 y 10% de participain ragstado por las mancomunales y socedades de socorros Inutuos, espectivamente DeShizo,(983):270, Deshazo,(983):260-26 La difusi6n de la ideologia anarquista a través del movimiento laboral particularmente en los sectores urbanos, cambi6 también las formas de movilizacién de las mujeres trabajadoras, Con su énfasis en la transformacién social radical, ls sociedades de resistencia fundadas en la primera década del siglo alentaron a lis ‘mujeres a tomar una acticud mas combativa hacia sus empleadores. La evidencia mis temprana de una organizacién de trabajadoras explicitamente no mutualista data de 1902 en la carta de «una sombrerera revolucionaria» a sus compafieras, urgiéndolas afliarse a a recién formada sociedad de resistencia desu ocupacién laboral. La carta publicada en el periédico anarouista La Luz, instaba a las sombrereras a dejar de lado ta competencia de mostrar quién era la mejor calificada, en virtud del beneticio del sindicato: «Abrid los ojos a la luz de la razon i date cuenta que las condiciones fen que trabajais son demasiado malas, sueldos ilusotios, que solo aleanzan para no morimos de hambre, trato degradante para nuestra dignidad de mujeres libres, i que si pretendemos hacer de ver nuestras razones a nuestras esplotadoras nos lanzan @ la calle».** Otra de las primeras sociedades de resistencia femenina fue la Federacién Cosmopolita de Obreras en Resistencia, fandada en 1903en Valparaiso. Aqui,lamezc\a de los fundamentos de clase y género de las demandas fue claramente patente en los estatutos del grupo: «Nos ha llegado el momento de formarnos con las bases s6lidas de la “emancipacién de obreras” para hacer desaparecer el foco de miseria por que atraviesa nuestro sexo, pues hoy nos consideran unos seres initiles a la sociedad) (0 como una maquina productora por esos tiranos que hoy llamamos patrones (..| Los fines que perseguimes, no solo son la unién, el ahorro, el mejor y justo salario, sino también la emancipacién y el engrandecimiento de nuestro sexo (..)».! Las ‘costureras y aparadoras incorporadas a la federacién agregaban en los estatutos que sperseguimos también que la mujer salga de la esfera estrecha del hogar y que pase ‘a ocupat, mediante su inteligencia, el puesto que verdaderamente le corresponde, la comprensién precisa de sus fueros y derechos».”” Este lenguaje de la reivindicacion femenina, asi como la expresién institucional de Ios intereses comunes de las mujeres a través de las sociedades de resistencia, incorpora las quejas emancipadoras de las ‘tempranas asociaciones de mujeres trabajadoras, las que lorecieron en el movimiento feminista obrero que se discutiré en el capitulo cuarto. La cteciente militancia de las mujeres trabajadoras después de 1900 fue muy cevidente cuando ellas comenzaron a participar en las acciones de huelgas, Io cual horrorizaralos empleadores cuanto mésagradaba los organizadoreslaborales. idencia del activismo en esta érea es amplia, arrojando luz sobre la capacidad mujeres trabajadoras para la expresin piblica de organizacién y radicaismo DeShazo encontré que las mujeres partciparonen cerca del 23% dellashuelgas \das entre 1902 1908. Aun cuando las trabajadoras pudieron haber seguidoe! masculino en lashuelgas industriales mixtas, as mujeres también condujeron 0s paros en solidaridad con los huelguistas masculinos de otras fabricas. Las elas mujeres en esas huelgas fueron esencialmente las mismas que as de bres:larecontratacién de obretos despeditos, la expulsién de administradores 3s, aumento de salaros,limitar las horas de trabajo, pagar las horas extras, y \cimiento del sindicato.” Al igual que us contrapartes varones, las mujeres Se jiaron de las tcticas de accidn directa abogadas pot los anarquistas,forzando, snplo, una exitosa neyociacton con los patrones de la fabrica de Corradi | Ci de 1907. Aunque ellos lograron un aumento de salaries de solo el 10% en 1 30% que habian pensado, después de la huelga el trabajo del dia domingo ido doble y las multas fueron abolidas completamente. Las noticias en el sno La Reforma del Partido Demécrata expresaban satistaccién con este ejemplo itancia elas mujeresy con|asolidaridad masculina conellas: «Nos felictamos de cl gremio de las obreras en tejido haya surjido na Federacion que representa reses de las trabajadoras. Se nos ruega agradecer altamente a los gremios de res, Mecnicos 22 «Yungai» i Panaderos, por su pronta actiud en favor dela idad de las hermanas del trabajon también durante este periodo de acelerada actividad huelguistica que la ia anarquista y las formas de organizacién eJercieron una influencia decisiva los lideres prominentes del Partido Demécrata, el cual habia sido fundado con el fin de usar el movimiento de los trabajadores para romper el bastién 0 de la Repiiblica Parlamentaria.” La figura central del socalismo chileno, lio Recabarren, comenz6 su carrera politica en el Partido Demécrata, primero Secretario (1899) y Iuego como director (1900.) TipSgrafo y periodista por Recabarren crey6 fervientemente en la prensa obrera como una herramienta unto de'7: helgas entre 1902 1927 estas por Deshazo, as ayjeesasumieona hues sisoas 16 veces aunque hubo participacnfemeninaenporlo menos135instancias mas (40% ota. VéaseDeshazo, [198 table 6,268. De estas ira, DeShazo conchuyé que elas abcess mostraron dspuests a paticipar una vez quesus cmpatterosoptaron por laacelGne,unainter- acién no sostenida por ls Fuentes contemnporneas, que contaron muchas veces de inciatva nina enla propesicién de huclgas. DeShazo, (1989) 15 Masado en larevisén de a autora de demandas de cbreosy obrera en hus, ADCT 1906-1990. Carta de Cote Ihceta a a mancemnal ce Tocopl, # Trabajo Tocopll 14 de Febrero, 1904 9s obrerasentejdos Hermose movimiento desoliaridad emeninay, La Reforma, 4deabril 907. ‘itedoen Cecilia Salinas, «Antecedentes el movimiento femenino es Chile tes precursors (1900 sva de a ators, $907), Cuadernos del institto de Cieclas Alejandro Linchutz «de marzo, 1986:10, Desharo, (1983) 91 “Una sombrerer revoluconaras, La Luz 1 febrero, 1902. ‘Carta publeada en Trabajo Tocopila, 6 de diciembre, 1903, citado en Salinas Alvar, (19) 3435 95 revoluciona ‘contribuciones en los varios peridicos que él funds y dirigi6 a través de todo Chile. En la década de 1890, en donde los organizadores socialistas previamente habfari fracasado, los demécratas tuvieron éxito al unir sus esfuerzos electorales con |i organizacién de las mancomunales entre los obreros mineros del salitre en el norie de Chile. Las mancomunales, las cuales tipicamente federaban las asociaciones de trabajadores en tna sola ciudad con el propésito de controlar acciones laborales ‘coordinadas en contra los empleadores, ripidamente llegaron aserel centro reconocid de las actividades culvurales y politicas de esas comunidades mineras.”” Gone ‘organizaciones predominantemente masculinas, las mancomunales prescribieron a lay ‘mujeres un rol subordinade y de apoyoen el movimiento laboral. En un llamado de esta naturaleza escrito por Recabarren sc lee: «Nosotros llamamos a la mujera nuestro lado educandola en las ideas de reivindicaciones sociales, contribuyamos a que ella sea lt ‘macre ilustrada que haga de nuestros hijos hombres que sepan labrar la felicidad de lay ‘generacionesdelporvenit».”" La ideologia marcada por el género de esashermandaces, particularmente en las éreas mineras del norte, reflejaba la divisién sexual del trabajo en estas comunidades y la falta de empleo industrial para las mujeres; la idealizaci delroldoméstico delas mujeres y la familia obrera patriarcal evidente en el movimienta ‘mancomunal presagiaron las subsiguientes posiciones socialistas sobre el trabajo de las mujeres, aun cuando en afios posteriores los demécratas trasladaron su atenci6it hhacia la sindicalizacién de las mujeres en las éreas urbanas. “Aunque los lideres demécratas eran unénimes en su resolucién de penetrar ei Ja arena politica yen usar los mecanismos legales para mejorar el destino de la clas obrera, las diferencias en cémo se podria lograr este objetivo dividieron al partido eit dos fracciones en 1906, dejando al mas nuevo, el Partido Doctrinario Democratico, ba} ladireccién de Recabarren y el hojalatero Bonifacio Veas. Uno delos resultados de est divisién fue que liber6 alas asociaciones demécratas para colaborar mésestrechamentt con los grtipos anarquistas en el fmpetu asambleista de la protesta urbana anteriof y contribuyé extensamente al registro historico gracias a sus Particularmente, durante este periodo de cisma, las organizaciones y los licos asociados a Recabarren mostraron una clara afinidad con las enseftanzas istas, aun cuando algunos lideres socialistas ocasionalmente denunciaron las antielectorales de los anarquistas.” Esta divisi6n temporal en el Partido rata, asi como la fluida apropiacién de perspectivas ideolégicas discordantes jel anarquismo comunista hasta el nacionalismo patriético—, encontraba su ro enla inestabilidad delasalianzas ydivisiones formadas entre lasasociaciones adores chilenos en general. Por ejemplo, las claras y consistentes divisiones arquistasy socialistas no van a emerger hasta la polatizacién politica producida msolidacién de las fuerzas politicas marxistasen el Partido Comunista de 1922. precisamente durante este perfodo dela afinidad demécrata por elanarquismo, i208 de siglo, cuando los organizadores demécratas enarbolaron la bandera de ipacién femenina y entregaron por primera vez el apoyo tet6rico y material ‘causa a través de la sindicalizacién. Este movimiento por un «feminismo , que discutiremos extensamente en el capitulo cuarto, fue nutrido por la ie marea de periodismo ofensivo contra la explotacién econémica de las sy fue de la mano con el aumento dela evidencia de la militancia femeninaen 'y Valparaiso después de 1902. Hacia 1908, la sociedad obrera informa, en la laboral registrada, la existencia estable de a lo menos veintidés asociaciones inas y mixtas en Santiago, muchas de las cuales funcionaron como sociedades istencia durante este periodo (ver tabla 15), Mientras las mujeres activistas waron formando sociedades de resistencia en aquellos oficios en donde jente predominaban mujeres (costureras, sombrereras, et), su presencia en mixtas condujo también a su incorporacién en las uniones existentes de ibn de vestuario,calzado y tabaco, En algunos casos, lasindicalizacion mixta alas trabajadoras de las otras asociaciones exclusivamente femeninas. En julio 1, mis de 100 mujeres aparadoras —algunas de las cuales ya pertenecian a la jvamente femenina Asociacién de Costureras— respondieron a la invitacién ‘apateros a reunirse en su sede para «oir amplias esposiciones de algunas eras con respecto a la angustiosa situacién por que atraviesan las obreras _gremio».”” Las mujeres aparadoras formaron entonces su propia unin (mas Aafiliindose a los zapateros masculinos en una federacién de resistencia mixta) bre as objeciones de la dirigente de la unién de las costureras, Esther Valdés . La dirigente argumentaba que «somos todas hermanas, tenemos las mismas lades, los mismos derechos que defender, los mismos intereses que amparar>,** "> VéaseimenaGruzaty Eduardo Devs, Reeabarren:scritsde Prensa 198-1924, Santago: Tena ‘itores, 1987, Cuatro Vol, © Enasactvidadescultaralesnchyeron clases de costura por falas femeninasdeles mancom uudos. Charles Berg, (98); 49, Sobre a movilizacin de obreros en el salt. véase Berga 1986 cap. 2 Brian Loveran, 79)reap 6; Has Lafere Gavin, Via de un comunist: gins a toblogrdfies, Santiago: Austral 1973 Miguel Monteon, Chien the Nerae Er, Madison: Universi DF Wisconsin Press, 982; julio Pinto (1998) Hemén Rernirez Necoches, (1956); Flio César Jobe, ul Emilio Reeabarren. Los oigenes del movimiento obreroy dl socialism Chien, Santiago ait Prensa Latinamertcans, 1955; Las Vitale, (1962). ‘Radi Caneberis Luis Emiko Recabarrenl, Un feliz acuerdo», 8! Trabajo Tocopilla), 22 de ni iembre, 1903, Clotilde Ibacets gu entre las poces mujeres reconacias como mers de ‘manconunal de Tocopil 0 por ejemplo la onencia de Recabaren als anarouita argentino en marze de 1907 ctado David Vis, Anarquistas en América Latina, Mésico: jorma,7 de agosto, 1906, jorma, 3 de agosto, 19082 96 on Jo cual un obrero del calzado catalogé como una «contra propaganda» en contra de loy esfuerzos de la asociacién mixta." Este conflicto ilustra la tensién entre los modelo cexclusivamente femeninos y los gremiales para organizar a las mujeres trabajadoras eran mejor definidos los intereses comunes de las mujeres por su identidad femenina ‘ aplicaba también a las mujeres trabajadoras la acostumbrada distincidn esteuctural ‘entre los oficios, requiriendo organizaciones basadlas en ocupaciones? En este caso, |i divisién que resulta entre aparadoras y costureras muestra que las mujeres aparadoras ‘optaron por ésta tilkima, un modelo gremial de organizaci6n obrera."™ a societad mixta de resistencia de obreros del calzado que se formé més tarde ‘demuestra el apoyo efectivo que las obreras prestaron a los trabajadores masculinos través de la solidaridad de clase. En febrero de 1907, los obreros del calzado lanzaton wi amado alas mujeres aparadoras para apoyarlos en la huelga en San Agustin Ancih;, ‘pesar de que huibo quejas de que algunas mujeres rompian la huelga,™ la mayoria de los reportajes celebraron la solidaridad mostrada por las aparadoras: «Ante de termina’, debemos consignar el entusiasmo i abnegacion de las aparadoras, las cuales, cot) esta significativa actitud han demostrado fehacientemente el valor de la cooperacio' femeninaen los movimentos obreros».™ Sin embargo, en su primer aniversariola uni) delas aparadoras estaba teniendo problemas para mantener su membresias. Una soci escribié: «Compafieras: no hai que dormirse, hai sacudir esa inercia i preocuparnos tun poco de fortificar nuestra arma de combate que es la union; dejemos un poco de tiempo para asistir a estas reuniones que son de sumo interes para el adelanto dle nosotras mismas».° ‘Tablas siedades obreras de mujeres y de ambos sexos en Santiago, 1906-1908 lacion de Costureras Proteccién, Ahorro y Defensa de Obreras Ilustrativo Ambos Sexos Eusebio Lillo Social Obrero de Ambos Sexos el Arte jo Federal Femenino de Empleados de Cocina ion de Resistencia de Zapateros I Aparadoras lio de Sombreras “Resistencia de Sombreras lad Proteccion de la Mujer Jad de Abstinencia i Proteccién Mutua de Ambos Sexos por la Humanidad lad ce Ambos Sexos la Fraternidad ‘de Ambos Sexos la Patria ‘Cosmopalita de Resistencia de Obreras en Tefidos i Ramos Similares lad Estrella Chitena lad Periodistica La Alborada de Resistencia Daniel Pinilla de Cigarreros y Cigarreras lad de Resistencia de Lavanderas i Aplanchadoras lad cle Resistencia Obreros de Fbricas de Ambos Sexos La Ideal lad ce Resistencia de Obreras Sastres lad de Resistencia de Operarias de fa Camiserta Matas lad de Resistencia Traccién Eléetrica ‘Socorros Mutuos La Aurora de Resistencia de Aparadoras (Oticina del Trabajo, Estadstica deta Asciact6n Obrer: La Reforma (906-1908; La Alborada La Palanca 908 1 Scialsa (Vsiparaso, 1915-191); Lt Federacin Obra (82124). La Reforma, 4d agosto, 1906:2. 1 forma, 29 dejunio, 1907 1a Reforma, de marzo 1907 lmismoartculo seal lasolidaridad huclguistica dea Sociedad Casmopotitade Obrerasen Teds 4a Reforma, x7 de marzo, 1907. Dias despucs, ocr articulosealé que wen esta ocsion han dat ‘muestras del mis grande entusasmo las mujeres. Su acttud he dado bios alos huelgulstas, que desmayan en us justas petiiones. La Reforma, 19 de mar20, 1907 % La Reforma, 29 de junio, 1907 98 99, GALERIA DE PRESIDENTES DE SOGIEDADES OBRERAS 10, Galeria de presientas de sociedad obrerss, fl Obrer ustrado, 1906, Fuente: EI Obrero fusrado, nos junio 1906: I, Crtsia de Bbloreca Nacional de Chile, peribdicos ymicroormates. La creciente movilizacin de las mujeres trabajadoras también produjo lideres ‘emeninas que participaron en eventos politicos locales y nacionales. Por ejemplo, en Ja Cuarta Convencién Obrera sostenida en Chillén en 1905, un grupo de distinguidas delegadas femeninas habl6 claramente en los debates, expresando la solidarida de las mujeres con los obreros y presionandlo para lograr una legislacién protector para las mujeres (regulacién del trabajo a domicilio, la jornada laboral de ocho horas, salario minimo, ete). Representantes de la Sociedad Proteccién de la Mujer también participaron, reclamando fondos gubernamentales para las organizaciones dde mujeres y para aumentar la atenci6n a la educacién de los trabajadores en las organizaciones obreras." Las mujeres asistieron y hablaron en los congresos obreros ‘masculinos sobre temas de interés comtin y la periodista socialista Carmela feria, 0 particular, fuena oradora favorecida." Al final, la Convencién Obrera hizo una lista ‘= Silvana, La Alborada 1, 10 de septiembre, 1905:5-4 ‘Agustin Bravo Zsternas(sic «La Mujer, La Alborada 6,1 e diciembre, 1905:1-2; «nel Ateneo Ta Reforma, de julio, 1906: 100 oluciones, algunas de las cuales, si hubiesen sido ejecutadas, habrian tenido jpacto significativo en las mujeres trabajadoras. Desde esta perspectiva, la més {ante fue una resolucién para regular el trabajo por piezas de manufacturas con. de asegurar una remuneracién estable para las trabajadoras a domicilio y para rar una distribucién de trabajo mas equitativa."* Estas medidas proteccionistas sn consistentes con las iniciativas demécratas en el Parlamento para decretar la j6n social, y reflejaban la creciente importancia de la cuestién de la mujer en lticas socialistas en la primera década de! si embargo, por mayo de 1907 el movimiento obrero habia llegado a su cima mnzaba a perder sti momento, una tregua periédica entre muchas otras en la izaci6n de la clase obrera en Chile. Una combinacién de factores, incluyendo is fiscal de ese aft el fracaso de la huelga nacional en junio, y la masacre de ineros del salitre y sus familias en huelga en la Escuela Santa Maria de Iquique, 106 que muchos trabajadores reconsideraran sus opciones politicas. En tanto iiones aplastaban el movimiento de las sociedades de resistencia expulsando y do en la lista negra a los lideres sindicales, los acontecimientos de la Escuela Maria simbolizaron la brutal vietoria de la Rep(blica Parlamentaria sobre el ante movimiento obrero, desalentando por casi una década la formacién de ‘organizaciones de importancia.™ Por ejemplo, después de aproximadamente gas en todo Chile en 1907, el afio siguiente daria testimonio de 15 huelgas ante; los trabajadores chilenos ni siquiera se acercarfan a los niveles previos de jn huelguistica hasta el reinicio de la agitacién de la actividad politica después 19° En lugar de tomarse las calles para defender sus demandas, después de 1907 108 trabajadores se volvieron hacia tacticas menos confrontacionales y hacia las, jones de socorros mutuos, afiliéndose a los esfuerzos mutualistas como la /Federacién Obrera de Chile (GFOCh). Fundada originalmente en 1909 como una xd de socorros mutuos para los obreros ferroviarios —y bastante criticada por jalistas por ser un instrumento dela iglesia y de Ta manipulacién burguesa—; la fh podia reclamar hacia 1916 una afiliacién de 4.500 socios, haciéndola la tinica jon obrera viable en el pais. resurgimiento de a organizacién laboral marxista comenzé cuando Recabarren, \és de dos afios de exilio en Argentina y Europa, volvié a Chile a fundar el Partido Socialista (POS) en 1912. En a convencién de Tarapacé para constituir el partido, wsiones sobre el rol de las mujeres en las politicas de la clase obrera legaron a ser sntes:solamente una mujer (laactivista nortina Teresa Flores) particip6 activamente a Reforma, 28 de mar20, 1907-1 Deshazo, 1989) 16-n7. Ibid, 103,136,165. 101 enla creacién del partido y las mujeres trabajadoras presentes en a asamblea objetaron el nombre de «Partido Obrero Socialista» sobre los fundamentos de que aquellos gue ‘no eran obreros —particularmente las cdnytuges— serian excluidas de ahi en adelante su contrapropuesta fue derrotada.®: Aunque la organizacién en el norte permanecié Aébil debido a la depresién econémica y ala continua intervencién de la policia, ln permanencia de Recabarren en Valparaiso reforzé la tecuperacion de las sociedades breras socialistas en esa ciudad. En 1916, los consejos obreros socialistas lograron ‘una importante influencia dentro de la mutualista GFOCh, lacual Recabarren y ottos socialistas comenzaron a alabar como un ejemplo de «sindicalismo moderno.”* crecimiento de la afliaciOn socialista después de 1917, particularmente a través dle Jos consejos obreros que representaban a Valparaiso y Concepcién, fue aumentando la radicalizacién de la federacién, la que en 1919 lleg6 a elegit a Recabarren como si presidenteya anunciarsualianzaconelPOS. Deahfen adelante, laahora llamada FOCh lleg6a ser el principal vehiculo para la organizacién laboral marxista en Chile. Aunque hayan sido exageradas las pretensiones de que la federacién representaba a la mayoria delos obreros organizados en Chile la FOCh situvo éxito en movilizara grandes grupos de trabajadores en las industrias textiles y de procesamiento de alimentos.”* El otro foco de continua agitacién laboral en el Chile urbano de finales de 1910, fue el de las uniones anarco-sindicalistas de zapateros, tipégrafos y carpinteros, activas entre Santiago y Valparaiso, Estas asociaciones condujeron huelgas, apoyaron periddicos y congregaron a trabajadores de varias fébricas —manteniendo viva, Ja organizacién laboral en esos aflos—, sufriendo, como la mayoria de los otros sindicatos, ls aficciones por el cierte de fabricas por sus duos, las lstas negras yladepresién econ6mica. Aun cuando las uniones anarco-sindicalistas en las éreas {ela construccién y el calzado colaboraban frecuentemente tanto con la FOCh como con la recién fundada Trabajadores Industriales del Mundo (IWW, 1917), los anarco~ sindicalistas resisteron incorporarse a estas dos grandes federaciones y lucharon por ‘swautonomfa basada en las fabricas.Incluso después de 1917, cuando la FOCh obtuvo seriasventajasen la movilizacién de los trabajadores manufactureros, las federaciones anarco-sindicalistas, tales como la Federacién de Zapateros y Aparadoras (FZA), ‘mantuvieronun destacado perfil como ejemplos efectivos del sindicalismomixto™ io dela movilizacién de federaciones de 1917 11920 result6 en elfortalecimiento jeativo del trabajo organizado en Chile y también llevé a la friccién ideolégica marxistasy anarquistas, a cual culmin6en a vital divisién de 1921, para perjuicio fuerzas anarquistas. {términos del activism politico femenino, la creciente competencia entre las izaciones anarquistas y socialists arrastr6 a muchas mujeres trabajadoras, que activas en asuniones exclusivamente femeninas omixtas, ala congregacién de ICh, Aunque a ltamente centralizada IWW unié exitosamente a los trabajadores, mayoria hombres) del transporte yla construccién para lashuelgas industriales les, la estructura federativa de la FOCh era més popular entre los obreros de sy vestuario (los que eran predominantemente femeninos), probablemente le preservaba la autonomia local de sus uniones afiliadas y permitia huelgas icas independientes a nivel industrial Y aunque la IWW era mas débilen las ias mds ferninizadas, la organizacién no fue indiferente al activismo femenino: fentantes de a uni6n participaron en la segunda convencién de la IWW en 1921 resoluciones cel congreso apoyaron la sindicalizacién femenina y las peticiones fgualdad de salarios.™ Je modo similar, los mutualistas y més tarde a direccién marxista de la FOCh traté aciény la movilizacién de las mujeres trabajadoras como fines secundarios en dle centrales—en los objetivos de la organizacién. Mientras la GFOCh no habia referencia alas mujeres en sus estatutos originales (incluyendo las mujeres ares existentes en la organizacin), Ios estatutos de 1917 de la FOCh abogaron spender eficazmente al desarollo de la organizacién obrera femenina como ide concurrirala felicidad del hogar obrero».*” Sin embargo, no fue sino hastael 50 de Tocopilla en 1919 que alguna mencién de la emancipacién de las mujeres {6como uno de los fines dela revolucién socialist, un progreso que puede haber 1a participacién de as organizaciones de mujeresy de sustepresentantes en el 50. Maria Ester Barrera del Consejo Femenino Santiago, fue elegida secretaria de yylaresolucién sobre las mujeres aparecié en una formalevemente modificada i estatutos: «Luchar por el desarrollo de las organizaciones femeninas como de contribuir ala emancipacién integral de la clase asalariada».™ Ademés de los empleadostratarian con més rspeto ala obras. ADGI, Formularioshuegas, 117, 6 de jlo, 1917 Vol 34,y ormularoshuelgas, 938, enero-ebrero, 618 Vo. 45, Sindicatosmixos de tipdgeafosy zapateros fern excepcionals, dado gue seguin sesgados por et ‘narguismo.DeShezo, {1983 159355 Jorge Barra Serén, Los movimiento scales en Gil, 1910-1926, Santiago: BA, Universitaria, 1960: statutes de la If Convencién Nacional de a GFOCh Valparaiso), 1 de septiembre, 17, ctado en aria Se:6n, (960): 15. ‘Acuesdos del Il Convencn de Ia FOGH, Adelane(Talcahwano), enero, 1920, tado en Barta —eplsodioexaminadomas en detalleen Salinas Alvarez, (19871:86-87. = RemdnSepiveda «La Gran Federacién Obreras, El SociastaValpsraiso),2 de septembre, 1 = Paraunallecturaentica de las ciftas de membreca dela FOCh, vease DeShazo, (1083183456, 1), 245, La membroca de la FZA erecé de 500 «800 hombres y mujeres durante I huega prolongads [a fibres Ferrer en Febrero ign, en la cual participaronactivamente las obtere. DeSha20, (98) 150. Una huelga subsiguiente de la misma fabric involuer6 a 180 mujeces ¥ 70 hombres, qulenes protestaronpareldesido de dosobrerasporinsubordinaién. A causa dela huelga de 3 dis Fever ‘erdié $35.000 los obrerosobuwvieron a mayoria de susdemanadas,incluyende la provision de. 102 103 una variedad de otros articulos sobre legistacién social, la convencién de la FOCh le 1919 recomendaba establecer la jornada de 8 horas ye saasio minimo de Sa para las ‘mujeres. Los delegados de la convencién apoyaron también prohibir que las mujeres twabajaranen avanzado estado de prefier y la institucin por parte de los empleadores de salas-cunas para madres trabajadoras.” tras que en 1919, la creciente y evidente atencién de la FOCh sobre temas relacionados con las mujeres trabajadoras puede haber reflejado el aumento de la representacién de las mujeres en la federacion, la FOCh también se movi6 a canalizar Ja movilizacién femenina creando los consejos femeninos locales, que oftecfan una estructura indiferenciada para a participacién de las mujeres. Los consejos femenino dela EOCh aparentemente se pensaron para organizar grandes némeros de mujeres de Ja clase obrera desarrollando una infraestructura que puiera incorporar el activismo ylas demandas de las esposas. Por ejemplo, un grupo de mujeres formado en el bariio Mapocho por Isabel Diaz en 1922 hacia el siguiente llamado alas mujeres de la clase ‘brera: «Todas ls femeninas que sufren hoy dial punalada de los abusosy ven cernirse sobre sus hogares a silueta del Hambre y la miseria, contemplan sus hijos descalzos ¢ ignorantes, deben acudir al lamado que le hacen sus companeras de dolor, para que todas unidas, conquisten mejores dias para sus hogares».* Junto con continuar Jas actividades femeninas en agrupaciones de oficios, las mujeres en la FOCh fueron organizadas sobre las bases de una estructura auxiliar, sin importar su ocupacién 9 sus actividades econémicas™ Este desarrollo de organizacién corporativa para la mujeres dentro de una federacién de sindicatos ocupacionales refejaba la creciente preocupacién delos drigentes marxistaspor incorporara lasesposas—y ss familias— enla politica revolucionaria de los afios de 1920. La subsiguiente partcipacién de ls obreras textiles del tabaco en importanteshuelgas en 1923 elev6 el perl delas mujeres twabajadoras dentro de a FOCh, provocando elaumento frecuente de representacioney sgréficas cle mujeres trabajadoras como modelos de militancia de la clase obrera, ‘Aunque ¢s escasa la evidencia de liderazgo femenino a nivel de la Federaci6n, Micaela Troncoso e Isabel Soto fueron elegidas paral directorio dela convencién de FOChen 1921 a Teresa Floresse lacligié como representante de Santiago enelconscjo ejecutivo en 1922, A pesar de que casi 800 de os mil afliados que la FOCh declaraba por Santiago en ese aft eran de las ocupaciones de vestuato, las agrupaciones ile es por oficios y los consejos de mujeres de la FOCh comprendiian solo un quinto grupos representados en las convenciones nacionales. En 1925, estos consejos iujeres fueron tenombrados «consejos femeninos de propaganda» en respuesta a jocién para promover «mayor propaganda ala organizacién femenina» aprobada fa convencién.”" Esta iniciativa resulté en la organizacién de una «semana ina planificada para abril del afio siguiente. Los organizadores pensaban hacer sel elemento femenino se interese por su propio bienestar, que ese interes se materializar en una semana de intensa agitacion; como preludio del despertar mujer chilena, hoy en dia la mas esclava talvez de todos los paises civilizados jundo». La lista de mujeres organizadoras comprometidas en esta inciativa era jonante einclufa mujeres que habian estado activas en la politica socialista por 108 afios, tales como ‘Teresa Flores, Isabel Diaz y Virginia Carvajal." resurgimiento delas organizaciones obreras después de 1917 que habia sustentado jodo de huelgas, demostraciones y un fermento ideol6gico en el movimiento , estimulé tuna renovada organizacién patronal e intervencién del Estado a 120s de la década de 1920. Ademés, la profunda polarizacién ideolégica entre juistas y socialists habia dividido aun més el movimiento hacia 1923, mientras, ia FOCh sufria Ia pérdida de Recabarren (se suicida en 1924) y la amenaza del inamiento estatal através del Cédigo Laboral de 1924. El Presidente Alessandri habia sido elegido con el apoyo de los trabajadores— administré un brutal {la organizacién obrera en 1925 que rivaliz6 con la masacre de Santa Maria en jlastante efecto sobre la organizacién laboral. Finalmente, el clima de recesién, ca, ladivision interna, yl fracaso de las huelgas generales durante este periodo ibinaron con la sistemética y brutal represién de los sindicatos anarquistas y stas, una embestida ordenada por el General Ibétiez, primero como ministro ierior de Alessandri y luego como presidente. En el tiempo en que Ibfiez tomé fer con un golpe militar, en febrero de 1927, declarando la guerra al comunismo y rquismo, el movimiento obrero colaps6 répidamente.** Con ello lalucha porla i de género en et gar derabajo-y en el movimiento laboral se pospuso por otra mas, cuandoel resurgimiento detuna agenciafeminista dentro de lospartidos del Popular traeria una vez masal primer plano los objetivos del feminismo obrero Seri, 1960} 133,190, ‘= Bni9at.lsalariofemenino promediopor daenel sectorindustialfuede84t,mientaselpromeiy ‘masculine fue $e demande sefialada de 8 fue entonces muy poco. o» tacuerdos de all Convencidn de la FOCH, Adelante Taleshuan), enero, 990, cado en Bara Sexi, 960 128. xUnaorpanizaciénfemenina», La Feeracin Obrera, 2 de diclmbre, 922. = xasoclalén ObreraFemeninae, BOT 8:21, 1025 184-102. ‘Acuerdos dela VI Convencin dela FOCHS, Justicia, diciembre, 19a5:25 3, ctado en Barcaserén, Lisco} 39. ‘la Semana femeninay, La Justicia, 28 de marzo, 1926, Deshazo, (963! 241-a2;Jorge Rojas lores, La dictadur de zy assindata (27-19), Sango: Dinan, 2995, 104 105 Defender a las ehermanitas proletarias» a la importancia de la diferencia sexual para la definicién de la identidad de ¥y de la organizaci6n laboral a comienzos del siglo XX en Chile. ailustracién dramética decuan fundamental fue el géneroen la comprensién dle de los activists laborales es ver o6mo los organizadores laborales describieron juraleza del problema planteado por la presencia de las mujeres en la mano de asalatiada, Aproximadamente desde 1900 en adelante, los escritores obreros zaron la profunda crisis social en Chile a través del ejemplo de la creciente cién de las mujeres en la sociedad industrial moderna, No solo las mujeres aban en las fabricas, argumentaban, sino también ellas recibian miserables 3s por sus esfuerzos, levaban las piezas de manufacturas al hogar, se esclavizaban Ja noche para completar tareas domésticas y arriesgaban el acoso sexual eit bajo. Virtualmente todos los cronistas que encararon la cuestién de la mujer, ibieron el problema en sus inalcanzables implicaciones tanto para la esfert stica como para el espacio, hasta entonces masculino, dela fébrica. Aun cuando resiones dealarma pueden de hecho haber reflejadola sincera preocupacion de riodistas obreros porelestado lamentable de astrabajadoras, también incitaron letras de explotacién sexual como paradigma para la desigualdad de clase, lo a.comtin en las ideologias laborales radicales que citculaban por el mundo ent eriodo.™* acuerdo ala prensa obrera, qué clase de mujeres ibaa trabajar en las Fébricas qué? La explicacién mas comiin para la creciente mano de obra femenina era inita biisqueda de los empleadores por las fuentes de trabajo més baratas. Los riales capitalistas eran acusados de planes draconianos para aumentar sits \cias y saciar sus apetitos sexuales explotando la baja expectativa salarial de las 5, sus mas asiduos habitos de trabajo, y su vulnerabilidad moral. Usando una Ja dramética, similar pero més vivida que la que se aplicaba a los trabajadores, es, los periodistas obreros apuntaron al capitalismo a través de Ta mira de la manufacturera, Al hacer esto, ellos también afirmaron la inmutabilidad de Ia como un lugar sexual peligroso, en donde las mujeres trabajadoras enfrentabant sexual ademas dela sobrecarga de trabajoy delabuso psicolbgico que tipicamente igiaa los hombres. 10 de los modos en que los periodistas obreros modelaron imégenes de mujeres jadoras que sirvieran para los fines polémicos més amplios del movimiento. fue enfatizar las inevitables y desesperadas citcunstancias econdmicas de Fue quizis inevitable quelos organizadores laborales —en medio de las fluctuantes y ocasionalmente masivas movilizaciones de la clase obrera a comienzos del siglo XX—empezaran a encarar los problemas surgidos por la presencia de las mujeres en las fabricas en Santiago y Valparaiso. La visibilidad de las obreras manufactureras, a ‘como el conocimiento de las controversiasagitandose en casa y aera por sla cuestion de la mujer», provocé expresiones de inguietud alo largo del espectro politico. Estos escritores, que proventan prioritariamente de las asociaciones obreras masculinay de Santiago, incorporaban descripciones grificas de mujeres trabajadoras en sus analisis sobre capital, industrializacidn yrelaciones laborales, revelando lastensione subyacentes en fos movimientos obreros sobre Ios cambios de roles de las mujeres dela clase trabajadora, Mientras, por una parte, esos relatos reficjaban de modomuy realist laexplotacién que las mujeres trabajadoras enfrentaban en lamano de obraindustral, sos extostambién contribuyeron ala construccién de ficciones sobre la vietimizaciéin femenina que sirvieron a las polémicas estrategias discursivas de los organizadores de forma mucho mésefectiva quelo que ellas exponian o abogaban afavordelosintereses elas mujeresen el lugar de trabajo. Este discurso fue indiscutiblemente patriarcal en perspectiva y estrategia, por cuanto exhortaba a lo trabajadores hombres a protegey y proveer alas mujeres de su clase y,a su vez, las mujeres trabajadoras eran instruidas (cnel mejor de los casos) a seguir el ejemplo de sus camaradas militantes masculinos, Laevidencia de este discurso emergente —el cual contradecia de muchas maneras la realidad de la continua accién de las mujeres trabaiadoras en la politica laboral— se puede encontrar entre los textos de los congresos obreros, la prensa obrera y en la literatura panfletaria producida después decomienzos desiglo. A pesardelas disputas cestratégicas cidcolégicas entre ellos, la mayoria de os escritores socialistas, mutuality yy anarquistas pulsaban la misma cuerda de alarma cuando se llegaba al anlisis dle las causas y efectos del empleo industrial femenino: desde esta perspectiva ant| capitalista, las mujeres ylos niios eran el forraje inocente de voraces ¢ inescrupulosos ‘empleadores, los cuales no podian manipular ya ms alos obretos sindicalizados. La miserable existencia y las condiciones de trabajo de la costucera fabril, en particular, se volvié la imagen ejemplar de aquellos textos: su lastimoso estado dramatizab | proyecto capitalista de extraer més ganancias, castrar la organizacién laboraly destruir alas familias dela clase proletatia. Es significative que este paradigma generalizado le la explotacién de clase atrajo un amplio consenso social —compartido por cat6licos reformistas, politicos liberales, y por el Ministerio del Trabajo estatal— sobre la {ncompatibitidad fundamental de las mujeres para el trabajo industrial. A la vista de lacreciente evidencia dela acci6n de las mujeres trabajadoras como proveedorasde li familia ycomo militantes, el persistente paternalismo de los lideres de la clase obrera Dora Barencos, Anarquisina,edweaclény costumes ona Argentina de prinepios desgl, Buenos Aes: Eatorial Contrapunto 2990; Michelle Perot, «Elelogio dalam de casa en el dscurs de lo ‘objets ances dl siglo XIX, en James. Amelang y Mary Nash (comp) flistriaygéner: Las mujeres ena Europa modernay contemporinea, Estudios Universvarios 3, Vlenca:Edicions Allon el Magranim, 1902 241-25, 107 las mujeres. Contrariamente al retrato que los empresarios hacian de Ia joven obrer ‘como de alguien que trabajaba solamente para colaborar al ingreso familiar 0 para llegar ser més independiente, la prensa laboral ofrecia una visién més desesperada dela motivacién femenina. Una de éstas contribuciones,firmada «Un panificador por amor», vinculaba la necesidad de las mujeres de trabajar con el lamentable descenso de matrimonios entre las clases trabajadoras: «Hay que tomar en cuenta que la ‘generalidad de las obreras no se forma de hijas de familia 0 de esposas, De aqui que Ja mujer deba aprender a ganarse a vide» *” Otros relatos describen nifias huérfancas 0 mujeres viudas, quienes eran el nico sostén de otros parientes aun mas débiles, lo cual de inmediato realzaba la necesidad y la ridiculer de la independencia econémici, femenina, Cuando Juana Olivares murié de neumonia durante una huelga de la fabric de camisas, ella fue elogiada en la prensa obrera por su sacrificio: «Nuestra heroina se habia calado hasta los huesos. De vuelta de la jornada, en su hogar helado en donde habia dos inocentes que la aguardaban —era viuda— empez6 a sentir los sintomas reveladores de una pulmonia fulminante que la devoré en pocos dias, después dle haber devorado sus mejores afios la fabrica tragadora de vidas».** Los cuentos dle estas mujeres, despojadas de apoyo familiar y de proteccién mascutina, generalmente terminaban cuando las mujeres sucumbian a las enfermedades, mientras luchabat contra las fuerzas superiores de los bajos salarios y de las condiciones insalubres pat proveer a otros aun mas débiles que ellas mismas. Peor auin, el capitalismo estab arrastrando a la fuerza de trabajo incluso a aquellas mujeres que podrfan haber sido ‘apaces de contar con el apoyo material por parte de sus compafieros. Por ejemplo, en el relato de 1906 del anarquista Luis Sanz, las parientes femeninas literalmente snvaden fabricas, talleres, recorren las calles de nuestra urbe» para tract el pan a log hhogares de sus compafieros cesantes: «El hambre tiene exijencias de adaptacion». Sin embargo, al describir el empleo femenino como un problema de sobrevivencit absoluta, a mayorfa de los organizadores laborales desestimé la accibn de las mujeres ‘en su biisqueda para lograr, a través del trabajo, mejores condiciones de vida par sus familias y una mayor independencia para sf mismas, enfatizando en cambio It necesidad econémica que induciaa las mujeres a trabajar.** acuerdo a la prensa obrera, la demoledora pobreza que sacé a las mujeres de res y las introdujo ala mano de obra fue exacerbada principalmente por los salarios que ellas ganaban ali, una realidad que los organizadores laborales jentemente denunciaban. Los capitalistas pagaban menos a la trabajadora ina «por el simple hecho que es mujer y su labor por este motivo vale menos.” rganizadores laborales objetaban esta forma de discriminacién sexual porquelos \dores hacian sus ganancias empleando mujeresen lugar de hombres, peroellos iban estos hechos para describirla inhumanidad bisica de los patrones de fabricas: fe§ mas cristiano i hummanitario darle su merecida recompensa, maxima cuando ire ala faena, angustiada por la miseria?». Por lo tanto, para los propésitos indistios y dramaticos, la mujer fue a perfecta victima delcapitalismo: idad econdmica y luego por la debilidad fisica e intelectual que la llevé al irologio femnenino, tanto mas abominable cuanto debiles la victiman2° jemés delas perniciosas estrategias de los patrones manufacturers, la principal iud laboral con la ocupacién de las mujeres en las fabricas fue con el lugar i de trabajo, Yuxtapuesta contra las idealizadas descripciones del hogar obrero >, a tabrica aparecia como el lugar de una serie de amenazas ala salud fisicay dela mujer, loque, através de ella, amenazaba la salud elbienestar de toda su Los peligrosfisicos eran constantes (quimicos, enfermedades, horas agoradoras winaria peligrosa) y sus efectos negativos se extendian a través de las mujeres, i @ toda la comunidad de la clase obrera.*" Recabarren resume estos peligros fico discurso a las obreras del tabaco en 1915: «Si todo esto podeis saberlo, y 1cernos facilmente, que aparte de que el trabajo excesivo y antihigenico dana jentealas mujeres, hay que agregar que la mala habitacion, la malaalimentacion para explicar su trabajo fuera del hogar. MirtaZadaLobato, «Women Workers in the “Cathedrals ff Cored Bet" Structure and Subjectivity inthe Argentine Meatpeckng Industry en French y Tames, ds The Gendered Worlds 8; Theresa Vecria, «My Duty asa Wom Gender Weotoy, ‘Wor, and Working-Class Women’s Lives in S20 Paulo, rz, 1900-950», en Frenchy fames, es The Gendered Worlds, 100-146 Una obrera, x2 esplotacin del trabajo dela murs, £1 Trabajo, 25 de noviembre, 19053. Vase ambién sa Is empresa de ferrcari urban, £! Marille6de abril 3908;y «A los ablacetos del onecio N° 2c, La Federacén Obrera, side abi, 19223, TisR. Bos, xPorls mujeres del puchlo, La imprenta 26 de aril 1902:4-5, Véaetambién Agustin Bravo Zisternas, a Mujer, a Alborad 6, 1de diciembre, 905:1-2, bid Después de haberaceptado el hechodequesu hia rabajara. una madre seal recbirlasnotilasdet Incident sufrdoporellacon méquinas dels ibrica.E Muar, «Mihi, BAlba, 19 diciembre, 906: 3. Otro autor especul6 que trabajo abel en que la maer permaneci sentada es injuroeo parasusgenitales:eporlo cual, efeceo dela continuada permanencia en laposicionsenada, adguere Tesiones del aparatjrital.qus] seaummentan por elempleo de a maguina movida pe» «iene, Mijienedetos diferentes oficios, EI Obrerolustrado, 15 de agosto, 1907: 123-124 autor concluye as: «El derecho al trabajo es para la mujer una preciosa ventas, prenda de femancipacion fuuraw Un panifcador por amor, «Lo que deben hacer les mujeres, E Pini Adeagosto, 1918:23 »#sUnahecoina, Numan, xe octubre, 291910. © ais. Sao Costurera, EL Aba 5 de mar20,1506:8, Aunque la valoracign del absjofeenine fe idealizado por as feminisas dete como wnat ‘vida honada yensiquecedor, tarmbicn a prensa obra ofrecé ejemplos de os efectos posal {el trabajo aselriad dela mujer, como por ejemplo el ostenimiento dela fmiliay une lterntiy ‘aun matrimonio opesor. Mista Lobatoy Theresa Vectia han analzadodiscursos precios en A ‘enting y Bras mostando cOmo lis mujeres qu rabalaronutlaron un lengua de wnecesk 108 109 ‘ys vicios, completan la obra destructora del trabajo enel cuerpo delas mujeres, bien faciimente podemos convencernos que si siempre vais trabajar en esas condiciones, ‘vuestro destino sera tener hijos raquiticos, idiotas, que en vez de set la esperanza ie ayuda para vuestra vejez, solo seran lo que son hoy la mayoria delos obreros:vicios0s y ‘esclavos, malos hijosy peores esposos».”* Enos textos como éste, el cuerpofemening se vuelve el sitio de los asaltos capitalistas sobre latotalidad de la clase obtera y lag mujeres que sufan pasivamente este abuso estaban igualmenteimplicadas. Aunque la prensa socialista elogiaba a varias fabricas por ofrecer excelentes condiciones de trabajo, la fabrica era considerada en general un lugar inclusive mis peligroso pani las mujeres que para los hombres, por la responsabilidad de Tas mujeres de gestary ‘educat nifios. Mis aun, el trabajo manufacturero y las vocaciones industriales erat ‘menudo descritas como fundamentalmente incompatibles con las capacidadesfsicas yy mentales de las mujeres. Las caracterfsticas necesarias para cjetcet tina vocacton aunque los hombres las adquirian mis bien por el entomno que por nacimiento~ eran inaccesibles, y ciertamente indeseables, para las mujeres: «Es innegable que lt constitucion isica de la mujer es menos resistente que la del hombre, por cuanto ell esta escent del eerciciojimnastio ide la debida libertad para su desarrollo paulatin, mientras queel varon se desarvollaen el medio ambiente del trabajo forzado,educando asiel musculo para la dolorosa odisea dela lucha por el par».*” Lo que era peor aun, c4 que el proceso de industrializacién y mecanizacién habla pervertido incluso aquelloy oficios considerados apropiados para las mujeres. La méquina de coser, que fue unt ver promocionada como la tecnologia que aliviaria la carga de trabajo de las mujeres yes daria una fuente de ingreso independiente, haba legado a ser el instrumento de su propia esclavitud enla fabric yen cl taller: «Los bardos que hasta yer cantaban i Virtud del trabajo de sus duefias;los que entonaban al diapasén de hermosa miisica, el poema de la agua, para las reinas del hogar; hoi enmuclecen ante la triste modistlla, ante a infeliz obrera que se aniguilaasimisma en susts horas de labor, haciendo jira ‘zumbar la maquina, la misma que el mefistofélico del progreso ha puestoen sus marioy (.JOh! Maquina, que urjda en amentedel sabio mecénico para aliviaraasinelics obreris te transformas de redentora, por un misero jornl, en el mas terrible potra inquisitorial! Yoce maldigo, por tu sarcasmo de civlizaciony humanidad».** Al misma tiempo que los escritores describjan el ambiente industrial como inherentemente ddestructivo para as mujeres por los limites de su naturaleza femenina, ellos objetaban trabajo industrial redujera alas mujeres a maquinas asexuadas (por ejemplo, a obretos), violando fundamentalmente las vircudes del sexo femenino. fis que estos peligros fisicos, Ios periodistas laborales hacfan hincapié sobre :05 moralmente degenerativos del trabajo industrial femenino, tanto para jeres como para sus familias. Las ramificaciones del trabajo de las mujeres as familias de la clase obrera eran graves, dado que las fébricas agotaban a las, las hacian descuidar sus deberes domésticos, De acuerdo aun observador, lia moderna» podria ser caracterizada por la competencia y la falta de afecto sus miembros, lo cual era causado principalmente por el empleo femenino y el nifios: «{Que familia es esta en la que el hombre, la mujer il hifo, trabajando ‘mercenarios en una fébrica para no moritse de hambre, se hacen una mutua jencia i han de encontrarse a la noche, despues de diez 0 doce horas de jon...?». La competencia entre los miembros de la familia socavaba tanto la xd de los salarios masculinos como la armonia natural del hogar de la clase dora, haciendo masinaccesibe la separacién idealizada, en términosde género, os mundos del trabajo y del hogar. jembargo, la preocupacién mas urgente de los periodistas laborales con respecto i del trabajo de las mujeres era la sexualidad femenina; la atenci6n periodistica ujeres trabajadoras, asi como a la mayoria de las mujeres descritas mas alla le ra dela proteccién familiar, estaba atestada de referencias al peligro sexual. Los jes de relatos y noticias sobre el acoso sexual avergonzaban a los hombres de Cobrera, quienes no podian mantener a sus mujeres fuera de la fabrica como co protegerlas del hostigamiento que ellas recibfan de manos de capataces nes. Por lo tanto, el acoso sexual fue construido exclusivamente como un 10 de explotacién de clase y muy rara vez implicaba a hombres obreros en las iantes descripciones de la vulnerabilidad sexual de las mujeres trabajadoras. m, cualquier mujer que vendia su trabajo caminaba por fa fina Yinea entre la ivencia honorable y a caida irreversible en la prostitucién.”” Los periodistas les infundian cualquier situacién en la que una mujer era arrastrada a vender jo con la sugerencia de que ella también podria vender su cuerpo. Las queias de las condiciones de trabajo de las mujeres revelaban también las ansiedades i¢6mo laparticipacién femenina en la mano de obra amenazaba la fncionalidad jarcado en la familia obrera, particularmente en términos éel control de los, 3s sobre la sexualidad femenina, = uisB: Recabaren, «A todas las Mujeres El Socialist, de agosto, 15:2 ena industria nacional que progres: The New England Fbria de camisas a vapor, manta ‘estilo europeae, La Reforma, 3 de septembre, 1907-2; La Reforma, 17 de noviembre, 06:3, = nls. 8o2, Por ls mujeres del pueblos, La Imprent, 26 dead, 1902: 43. = Elec Daro, «Agu, maquinay tidose, Luz al Ober, agoso, 191: 3-8. {Malet «La Fai moderna Alba, 1de mayo, 1906:2, Hlzabeth Quay Hutchison, «°Bl Fru envenenado del arb capitals’ Wornen Workers and the Prosinuion of Labor in Urban Chile, 1896-1525, journal of Women’s History 94 inven, 1998 15451 110 am ‘con un relato de cémo el capitalismo destruyé primero alos hombres trabajadores—9 través de enfermedades, por accidentes en el trabajo y por la represin— y entonces hhabfa dejado alas mujeres luchando por si mismas, econémica y sexualmente. Loy relatos en las noticias y editoriales acerca de mujeres trabajando, particularmente eit las fabricas, ofrecfan cuentos moralizantes del ugar de trabajo como unaamenaza.il virtud femenina porque exponta alas mujeres ala tentaci6n sexual, ala seduccién y 4 lacoercién.” Por ejemplo, mésde una vez la prensa obrera chilena imprimié extractoy, dela historia della costurera anarquista argentina, Juana Rouco, en la que se describia latrdgica victimizacién de una costurera virginal por las manos de su lascivo patrén. Enotros relatos, esta costurera era meramente seducida por un empleador, un vecing (un joven de la élite; en todo caso, el resultado final era una vida de prostitucidy miserable. Muchas de estas historietas y poemas se asemejan al poema argentino (\ Ja 6poca, «La costurerita que dio aquel mal paso», en el cual la hija costurera de ung. respetable familia obrera es deshonrada y abandona el hogar, presumiblemente pat llevar una vida en la prostitucién.” Pero cuando las mujeres évenes cruzaban la line) centre las aventuras amorosas y la prostitucién, la responsabilidad yacia una vez mig ena puerta de los patrones, cuyas Codiciosas estrategias hacfan que esas actividades fues a las inocentes costureras responsabilidad de la mujer por vender su cuerpo. Aunquela prostitucién se presentab como un recurso tltimo para las mujeres y que invariablemente era producido por el ambiente fabril las aseveraciones ce por qué y cmo las mujeres cedian a esta presi) variaron ampliamente, revelando la ambivalencia de los trabajadores hombres acer det Olea, una mujer joven obligada por la necesicad econémica a trabajar en un taller d sastreria, fue alli seducida porsu patron y habia tratado de matarse cuando él se hab negado a continuar con su romance: «Asi fue como conocié al que det corazon sensible i afecto a las grandes pasiones».™ La triste condicién de Lucily, na lamentable, resultaba de su naturaleza emocional ¢ inestable, demostrando mnera inequivoca que el lugar de trabajo era una fuente inevitable de peligro [para as mujeres. En el peor caso, las obreras que se volvian prostitutas eran «el ito femenino maleante ..) esas Ovenes que visten con descaro y queno trabajan \dav.*® Estos tipos de historias consotidaron la visién ut6pica de los lideres de fe obrera de un futuro en el cual las mujeres no venderian ni su trabajo ni sus para la sobrevivencia econémica. juso més que a honorable costurera explotada, la obrera-prostiutasimbolizaba idera inhumanidad de la explotacién capitalista. Aunque muchas de estas, jas implicaban la vulnerabilidad de la virtud femenina afuera de su hogar, los es y sus fabricas eran consideradas al fin y al cabo como responsables por mma de degradacién femenina. El capitalismo reducfa a la mujer a «un objeto que se puede comprar a la mejor oferta», y los patrones eran «los que explotar tus fuerzas en el trabajo tuuventud, hetmosuray virginidad con felso >» Curiosamente, estos relatos también pensaban sonsacar la simpatia de los sobre las necesidades econdmicas y/o roménticas que podrian conducira una ‘trabajadora atener sexo fuera del matrimonio: «gComo esposible, el bello sexo, de las jeneracions, no obstante prostituitle considerandola carne de placer, se ta vilmente, isi por ventura se entrega a un hombre sea por amoro necesidad quel le ayude amejorar su situacién, la cargan con desprecio denominandola ’A?» 2 Esta posicion enfatizaba lahipacresia de losempleadores, quienes eran primerode abusar sexualmente de las mujeres trabajadorasy luego de usar su rapara socavar el estatus de las mujeres como obreras. Una queja prevaleciente recia en la prensa obrera se refiere al lenguaje abusivo de los patrones hacia ijeres trabajadoras, incluyendo insinuaciones de que las obreras también eran, inici6n, prostivutas.™” ido suelo de esta defensa de la virtud de la mujer envolvia una justificacién smpleja de por queé las mujeres trabajadoras podrian entrar la prostitucién. Los jcos urbanos entregan una amplia evidencia de que el acoso sexual presionaba jeres a rendir sus cuerpos al igual que su trabajo alos patrones y los capataces: ;no lo saben esos periodistas [que escriben sobrela trata de blancas} que muchos I casi inevitable deslizamiento hacia la prostitucién comenzaba generalment sen necesarias para la sobrevivencia econémica femenina. ‘A pesar del consenso periodistico acerca del rol de los patrones en corrompey surgié una variedad de interpretaciones para sefialar Ij lapresencia delas mujeres en los lugares de trabajo, Un relato mostraba c6mo Lucilt Seqin un arcu de a FOC, una tienda quesiti6 de taller de costar de ase conviri6en sai ddemiagetailes de noche ya las costurerns as prescnaron para quedarsey abalapcytos client fel age. etn Tipo especialy corn de Academias-Fiharmonicas. Ve cayendo gene al bales, Feeracién Obrera, 8 de septiembre, 3923: "ntractos del texto Mis proclamaspor jana Rouco(.p: Lux. na) apareceronen una varied perce eilenos, inelayendo Juana Rouco, «La Costureitas, La Agua, ade diciembre, 9246 ‘Manuel Ries, «La nifie aber, Chile Obreo 9, de diciembre, 90 Bvarsto Carrego, La casturerta que di aquel mapas y otras poeras Buenos Aies: Toes Agel aor 197 «Drama pasionale, La Reforma, 2 de unio, 1906: 2 Tis critics en contra de as mujeres que strabajprons en cenros de ball apreci en un ariclo Tango de La Rederacion Obveraenel cual ls duenos de estos centos, sus cletes masculios las Pprostitutas fueron condenadosigualmente por su ric a a virtud de la clase crea. «Quienes Ivnstinayen concurencahabital delae Academie cabarets Chm mujeres ee van despehando Taciaelebamos, La Federacin Obrera, a7 de septiembre, 1923: Tis Morales Morales, sDespertad, mujeres! La Luz, 5 de marzo, 902: 3. Ube, «Compares, fl rer en Calzado, t de mayo, 1923°3 Tis Morales Morales, Despertad, mujeres, Laluz 15 de marzo, 29023 Sel Lis Emilio Recabarrer, oa Vida ena rics el enguale, Soil, 25 de marzo, 196: 43, amos de fabricas levan en perspectiva dos propésitos: de esas fabrican la sangre de suis pulmones y prostituirlas con sus miserables acechanzas».*” La evidencia de esta realidad en este periodo se encuentra repartida a través de las fuentes de periédicos y archivos: en las temporadas de reduccién de empleos femeninos en la fabricas 0 en el trabajo a domicitio, las mujeres recurtfan a ta prostitucién para sobrevivir.* Fi defensa de las mujeres, los observadores argumentaban que la fabrica el conventillo condicionabanalasmujeres (y alos hombres) al perverso vicio de la prostitucién.* Pat este concepto,laprostitucién era oto un ejemplo mas deTosesfuerzos capitalistas pata socavar y explotar aun mésalas clases trabajadoras ylaprostituta misma representab ‘esa rendicién desesperada de la comunidad en la ausencia de la organizacién de ly clase obrera Por esta razén, las mujeres trabajadoras que recurrfan a la prostitucién pars lt sobrevivencia econémica eran mésa menudo compadecidas que despreciadas por lo periodistas laborales. Aungue estos autores aparentemente estaban profundamente preocupados por la virtud de las mujeres obreras, el enfoque periodistico obrer) fue realmente sobre los patrones y las fabrieas como instigadores del vicio, més que cn la personalidad de las mujeres envueltas en la prostitucién. El andnimo «).R» argumentaba en 1902 que la insuficiencia de los salarios de las mujeres habia sid histGricamente la causa principal de Ia prostitucién: «Contemplando la faz de este caso concreto, veremos que la mujer —costurera, aplanchadora, ete—, esa mu y obediente maquina de trabajo, a la par que deja su savia y perfora sus pulmoney en las labores de su ramo, enriqueciendo al capitalista y obteniendo una irtisoria, recompensa, se entrege, en un comercio ilicito, hastiada, aburrida de lo exiguo y cas initl producto con que se premia sus honrados quehaceres (..) la prostitucién, es necesaria?(..) si los capitalistas eumentaran el jornal miserable de que disfruta It pobre mujer (.) disminuiria enormemente este gravisimo y funesto elemento (.)s, *: Constantemente los observadores apuntaban ala fabrica yal capitalismo como lag principales causas del aumento de la poblacién de prostitutas en la capital. Desde It perspectiva de los movimientos obreros, la prostitucién era una realidad y un ejemplo. Grtkel «La prostitueténilasociedad modernan Lo ue, 5 de uni, 190:228-40, vase tii capitulo anterior. = Varlosartcuias en serie de ta Feteracion Obreraindcaron la preocupacién pore problema de protic, agregando ala bic os conventillos agosto 19) ylscantnas (marzo 1929) com Sitios primarios de degradacién dela clase obrers 2 Jota Bre «Prostiucion 1, 1 Marlo 6 de abril 903, m4 5 y el capitalismo mismo explotaron esta vulnerabilidad femenina para placer y ganancia. En un nivel simbélico, la prostitucién femenina fue una metéfora cental para la explotacién degradante y deshonrosa que el trabajo industrial imponia sobre Jas familias de la clase obrera. Bs as{ como loexclamaba una huérfanaen un dramatico ‘mondlogo: «Cuantas huérfanas, como yo, habriin recibide oftecimientos inicuos,y que sin valor para rechazarlos, han aceptado estas bajazas y han enlodado la honraque sus padres les han legado!».® En consecuencia, la mujer excepcional que habia escogid Ja muerte sobre la vergiienza de la prostitucién fue descrita como revolucionaria y «ejemplar para las otras mujeres trabajadoras. Por ejemplo, en la historia «La rebeldiey tuna mujer pobre cuyo amante habia sido asesinado se vio forzada a buscar trabajo cit la fébrica y como empleada doméstica; en ambos casos ella fue despedida del trabajo porque ella se negé a dormir con sus patrones. Sin hogar y destituida pero con sil ‘virtud intacta, ella proclamaba a su audiencia: «Soy la extenuada, mutilada, acribillody (..) muerta! Pero, vencida? (.) amés!».** Sin un estatus como obrera en el cual basa su lucha contra el capital, una mujer sola parecia estar forzada a escoger entre Ii degradacién (trabajo asalariado o prostituci6n) y lamuerte. En esta brecha anduviero los organizadores socialistas y anarquistas, quienes emplearian el lenguaje de li ‘emaneipacién femenina para incorporar alas mujeres a las sociedades de resistenclt de comienzos del siglo XX en Santiago y Valparaiso. Sin embargo, antes de acercarnoy ‘a es08 movimientos, debemos examinar los obstéculos advertidos para el activism femenino que moldearon las ticticas y la ret6rica de los lideres laborales a través del cespectro ideolgico. 8 opiniones expresadas en la prensa laboral acerca de la militancia femenina ban significativamente a través del tiempo y de acuerdo a las perspectivas légicas de los autores, aunque las propuestas resultantes casi universalmente ron la percepcién de que, tanto la naturaleza como el ambiente, habian irado para dejar a la mayoria de las mujeres completamente desprevenidas Ja militancia laboral. De este modo, la misma pasividad o vulnerabilidad a la uulacin sexual y emocional que habia hecho de las mujeres la fuerza laboral para los patrones inescrupulosos, también les impedia ver la luz de la sabiduria jcionaria y tomar accién en defensa de sus propios intereses. Algunos lideres es evidentemente se desesperaban, lanzandlo invectivas de frustracién ante ransigencia femenina; otros proclamaban con gran optimismo el inminente cer de la toma de conciencia femenina. Los argumentos sobre la participacién fina se ubicaban entre dos extremos:cesde las alabanzas por la fuerza yl virtud ina alas denuncias por su debilidad y corrupta esencia, y algunas veces las dos ctivas aparecfan en el mismo argumento. Para la mayoria de los escritores, sin go, la naturaleza esencial de la mujer la predisponfa a la solidaridad de clase in impulso afectivo natural hacia su compaftero masculino), pero la falta de in (o aun peor, sus creencias religiosas) le impedian asumir su puesto en las, proletariado. reocupacién adicionalrelacionada conta cuestion de amilitancia femenina fue speifn generalizada de que las mujeresinibian la moviizacién dela clase obrera jen los lugares de trabajo como en el hogar. Los contribuidores ala prensa obrera ente se uejaban ce que las mujeres, incluso aquellas que trabajaban fueradela ban suinfluencia sobresus parientes masculinosy sobrelosnifospara debilitar laridad de la clase obrera. Ya que la mujer era considerada el centro de a vida y de Ia educacién —to que la hacfa «la impulsadora del carro del progresoy— ignorante podia también inhibir la militancia masculina en el hogar: «Como mujeres son en sugran mayoria incultas(,) con un concepto rdiculo dela vida ‘aun hombre, no para sera compaitera deél, sino elenemigomas encamnizado en ‘dehogar».2® Algunas veces se tuvoalas mujeres por responsables en el fracaso lelgas, ya fuera por oponerse ala participacién masculina o por no apoyarlas stnas: «Entonces imaginense a una compaiera en esta situacién:si el hombre jue ira una huelga por ejemplo, esta loalentara, porque ve que sitriunfahabra un sen el hogar, pero en cambio, una mujer que no tenga esta preparacion en lugar arlolo desanimara hasta obligarioatraicionar asus companeros». Se culpaba Género y Movilizacién en el Discurso Laboral Cuando no estaban lamentando los peligros sexuales del lugar de trabajo, muchog periodistas laborates al inicio del siglo XX en Santiago y Valparaiso, encararoj el problema del trabajo de las mujeres principalmente en términos de estrateyid ‘evoluicionaria, porque el trabajo fabril femenino fue percibido como desmoralizadot dela estructura de trabajo y dela movilizacién de loshombres. Desde el punto de vist de los dirigentes obreros, el empleo de mujeres —y de nfios— en las fabricas baja los salarios, aumentaba la poblacién de potenciales esquiroles y promovia la faltt de especializacién del trabajo industrial, Aunque eran raras las expresiones de wit abierta hostilidad hacia las mujeres, el problema de cémo educar, movilizary guia # estas mujeres en defensa de ela familia proletaria», confundia y a veces exasperaba i los lideres de la clase obrera, el Valle, La edvcacién da mujer, La Foderacin Obra, 2a de agate, 1924 Caso A, Eduquemosa a mujer, ESodala, de septembre, 96:2 ase ambign «Algeria igareros,cgarera y ramos smiles. Salud, La Feri Obert 14 de ene, 1922: Las. eB, Llamado alas compaitcrastbacalerass, La Feceracn Ober, de nara, 1922'3 © Lule, Alvaado, Sin Madrel, La Alhorada 2:24, 16d diciembre, 1906:5-4 ‘Parco Tov, «La Rebelde, La Proesta, de julie 1908-3 6 uy sgeneralmente a la ignorancia femenina por este problema, pero las mujeres también eran descrites como victimas de la manipulaci6n clerical. Aunque los movimiento laborales chilenos fueron menos firmemente marcados por clanticlericalismo radical ‘quesuscontrapartesen otros lugares del Cono Sur, los lideres obreros frecuentemenito implicaban sus eriticas sobre la conciencia femenina en términos de «la esclavitucly de las mujeres a la Iglesia: «La mujer, esclava del capital i fanatizada por la clereciay principia ya ha despertar del letargo en que yacta, ila prueba la di6 el 1.0 de este mes, acompaiiando a sus hermanos de miseria i protestando contra la inicua explotacion) deque es victima dentro dela ignorancia en que se le mantiene»® Siguiendo el cicla de conferencias de la ibre pensadora espaftola Belén de Sérraga en 1915, Recabarret publicé un discurso sabre los perniciosos efectos de la Iglesia sobre la mente femenina) ‘Ast ha vivido la mujer en la historia: cortesana de Ta iglesia, aliada en todos sus crimenes contra la humsanidad, contra sus mismos hijos. Mantenida en la ignorancia despues del salvafismo y la barbarie, durante veinte siglos, ha sido la mujer, madre a humanidad, la propia asesina de sus hijos, debido a la ignorancia y al error a que Ia iglesia la someti6». En el mismo discurso, Recabarren continuaba argumentand, ‘con mucho optimismo, que la educecién emancipariaa las mujeres de su servidumbig de la iglesia, y «emtonces la mujer ser libre, dard hijos libres, capaces de vivir libres respetando la libertad de todos». Por otra parte, varios anarquistas chilenos de la

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