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Se conoce como españoles a los colonizadores españoles que actuaron en América, durante
la llamada era de los descubrimientos, la cual siguió a la llegada de Cristóbal Colón en
1492 y no alcanzó a superar el siglo de duración.
La conquista fue abolida oficialmente en 1573 mediante un decreto del rey Felipe II, el cual
prohibía los actos de conquista, denominándose a partir de entonces los actos llevados
adelante por los españoles con la palabra pacificación.
Hace ya un siglo que los sabios empezaron a advertir que la palabra "español" es ajena al genio del
idioma castellano. En 1904 don Ramón Menéndez Pidal escribía que «esa terminación «-ol» no se
usa en nuestra lengua para significar naciones». Es, añade, el resultado de una «disimilación» para
evitar la acumulación de las dos consonantes nasales de un antiguo «españón», que es voz
construida con el mismo sufijo que bretón, sajón, frisón, lapón, borgoñón, etc. Tenía razón el
maestro. Lo castizo en nuestra lengua era «españón».
Así se lee, hacia 1240, en el poema de Fernán González. «Desque los españones a Jesucristo
conocieron, / desque en la su ley bautismo recibieron, / nunca en otra ley tornar quisieron, / mas
por guarda de aquesta muchos males sufrieron». Unas estrofas más adelante el poeta llama a San
Eugenio, el obispo godo de Toledo, «de españones pastor».
Por contra, Gonzalo de Berceo, el poeta riojano también del XIII, al contar maravillas de dos santos
abades muy milagreros -Domingo de Silos y Millán de la Cogolla-, dice del primero que era un
«confesor honrado» en buena hora nacido «para españoles». Y de San Millán, que era el «padrón
de españoles», o sea su patrono, detrás de Santiago. En la Crónica General del Rey Sabio, del
mismo siglo, se menciona a los «españoles». (Hace unos años el maestro Lapesa reunió estos y
otros textos semejantes).
La idea de que las terminaciones -ol, -oles habrían venido a resolver una posible cacofonía,
provenía de una escuela lingüística mecanicista que estuvo en boga a fines del XIX, y con la que el
propio don Ramón en sus estudios más personales y permanentes casi nunca coincidió. Por otra
parte, bastaría repasar mentalmente el léxico común castellano para encontrarlo salpicado de
«pares y nones», cañones, garañones, riñones, borgoñones, etc.
Estudios más recientes apuntan a que «español» es un préstamo del provenzal, la lengua
vernácula del sudeste de Francia, cuya obra literaria más conocida es la Mireya de Mistral, el
Nobel de 1905. Algo de eso hay. Es voz que viene de fuera, pero a mi entender de otra manera. En
documentos del siglo XI se encuentra la voz «español» para designar a personas, comunidades o
pueblos en un momento histórico en que las lenguas derivadas del latín -como serían poco
después el provenzal, el catalán o el castellano- no estaban todavía definitivamente formadas.
El que fue ilustre historiador y político catalán, «catalanista» de Uniò, Miquel Coll i Alentorn,
encontraba la palabra «español» en documentos de la marca carolingia de 1095. En ese momento
las gentes corrientes de allí empleaban ya sin duda unos dialectos que no tardarían en dar lugar a
las lenguas de cultura, romances o románicas, de regiones en las que durante un milenio se había
hablado latín, y el catalán era uno de ellos.
La invasión árabe y bereber de la península, que comenzó en el Guadalete, llegó a cubrir en pocos
años la mayor parte de la península. Pero la presión militar y social de los guerreros islámicos fue
mucho mayor en el sur, centro y oeste que en las comarcas subpirenaicas orientales. El reino godo
se desplomó y las ciudades y poblaciones menores abrieron sus puertas a los musulmanes. Sin
embargo, en el nordeste el empuje sarraceno fue menor y más tardío. Las posibilidades de
desplazamiento de poblaciones y gente a la Galia narbonense, que durante varios siglos fue
provincia visigoda, estuvieron al alcance de «hispanos» que acudieron a refugiarse en lo que hoy
es el sur de Francia. Había caminos para aquella época andaderos y para comerciantes,
funcionarios y otros viajeros no sólo conocidos, sino habituales. La tarraconense y la narbonense
de los godos habían pertenecido al mismo reino.
Numerosos cristianos de la región emigraron al norte. Allí se les conocía como los «hispani» o
«hispanos». Los sucesores de Carlomagno, en general, los acogieron favorablemente. Hubo
disposiciones de los reyes francos que facilitaban su asentamiento. Esas leyes se llamaban en latín
«preceptos». Algunos de esos "preceptos de Hispanis" se pueden leer todavía en cartularios y
colecciones diplomáticas. Los hispanos eran una población diferenciada de la aquitana y de la que
luego sería la provenzal. En aquellas tierras se identificaba claramente a estos forasteros llegados
del sur.
El progreso de la reconquista peninsular, lento al principio en esta zona de la península, dio lugar a
una repoblación de los espacios que iban siendo cobrados por los primeros condes catalanes. Al
irse disolviendo la marca carolingia, vinieron de la Galia con pretensiones señoriales, personajes
que se consideraban godos o hijos de godos, y otros francos, latinizados pero de origen germánico.
Fueron famosos ya en Hispania, el godo conde Bera y el franco Vifredo. Pero el común de los
repobladores pertenecían, sin duda, a esas comunidades de ascendencia «hispana» cuyos
mayores se habían trasladado cien años antes a las Galias. Los franco-galos les daban a ellos y a
sus hijos el nombre de «hispanos, hispani» y con una palabra de más sílabas, conforme al uso del
latín de la época, «hispaniolos, hispanioli». (También a los francos («franci») se les llamaba
«françois» o «françoises»). Ese «hispanioli» es la voz latina sobre la que se forma primero en
catalán y luego en castellano el actual «español».
No es preciso suponer que esa palabra en su camino del latín al romance haya tenido que pasar
por el trámite del provenzal. El catalán viene del latín, no del provenzal, aunque se parezca a éste.
La palabra «español» nace directamente en el catalán -o «protocatalán»- que en esos tiempos
estaba tomando cuerpo y forma. No es un «provenzalismo», sino un catalanismo.
Fueron los retornados que poblaron los condados catalanes y enriquecieron su demografía, los
que, junto con sus personas, oficios, hábitos y familias, trajeron consigo el apellido de «hispanioli»,
sobre el que la lengua catalana acuña la voz «español» y, a través del castellano, se la regala al
mundo. Los primeros «españoles» que se llamaron así fueron los abuelos de los catalanes de
ahora.
Los minerales de baja ley (cobre, estaño, plomo, etc.) fueron explotados muy
escasamente. De hecho resultaba más barato importar los metales de baja
ley (por ejemplo el hierro), antes que producirlos en América.
Además se descubrió una zona rica en perlas alrededor de la isla Margarita, pero
se agotó en el siglo XVI.
Oro y plata fueron los incentivos principales para la mayoría de los europeos que
marcharon al Nuevo Mundo.
Casi a mediados del siglo XVI, apareció la plata en Potosí (1545), Zacatecas
(1546), Guanajuato (1550), Pachuca (1552), Castrovirreina (1555), Sombrerete
(1558), Santa Bárbara (1567), etc. y el oro neogranadino (Antioquia), quiteño
(Zaruma y Tomebamba), peruano (Carabaya) y chileno (Confines, Quilacoya,
Choapa, Maipo)
Estos lugares insalubres solían estar habitados por indios insumisos o rebeldes,
con los que no pudo contarse para las labores de extracción, recurriéndose por
ello a los esclavos.
Para poner en producción aquel norte minero fue preciso organizar un puente
terrestre desde México (cubierto de presidios y de misioneros que trataban de
evangelizar a los paganos) por el que se trasvasaron mineros, trabajadores,
comerciantes, alimentos, vestidos, herramientas y materias primas.
En Zacatecas vivían, en 1570, unos 300 españoles y 500 indios traídos del centro
de México, rodeados de Chichimecas
Alrededores de Guanajuato (México) donde se explotan yacimientos mineros de plata, lo que
generó un importante desarrollo agrícola en las zonas circundantes.
La gran mina del Potosí, descubierta en 1545, estaba a 4.700 metros de altura,
en pleno altiplano andino, donde no había animales, ni casi vegetales.
Todo ello hizo que en la Villa Imperial de Potosí, próxima a la mina, vivieran a
comienzos del siglo XVII 160.000 habitantes, de los cuales la mitad eran indios.
Cerro Rico de Potosí, la fabulosa mina-montaña de plata
Pintura del s.XVIII que refleja la estructura urbanística que se desarrolló en Potosí a partir de la
explotación minera de la plata
Años Oro (kilos) Plata (kilos)
1503-1510 4.965 0
1511-1520 9.153 0
1521-1530 4.889 148
1531-1540 14.466 86.193
1541-1550 24.957 177.573
1551-1560 42.620 303.121
1561-1570 11.530 942.858
1571-1580 9.429 1.118.592
1581-1590 12.101 2.103.027
1591-1600 19.451 2.707.626
Comparativo de exportaciones americanas 1503-1660 (Productos Coloniales vs. Metales Preciosos
Las dos edades de plata americana: 1550-1800
1. "Tierra de Nadie" (res nullius), principio que supuso de hecho y derecho el reparto en
ocasiones del territorio entre estados europeos a través de la ocupación, por
desconocimiento de la propiedad indígena cuando la hubiese.
2. "Tierras para la cristianidad", principio que llevó a su vez a la decisión de difundir el
cristianismo a los habitantes de América, habilitando su conversión forzosa en caso de
negarse a aceptar esa religión, por el contrario algunos europeos sostuvieron que "los
indios no tenían alma"[10] negando la condición humana de los pueblos originarios.
3. "Derechos de conquista" de los estados europeos sobre las civilizaciones o sociedades
nativas que se habían impuesto unas sobre otras, de las riquezas naturales y acumuladas
de unos indígenas sobre otros, así como en su caso la imposición de utilizar a los
habitantes como mano de obra forzada, y que correspondía a quien dominase el territorio.
La obsesión por el oro, simbolizada en la búsqueda de El Dorado, caracterizó una forma de
Conquista de América basada en el Condotiero acaudillando al soldado mercenario, y de
uso entonces en los hechos de armas entre europeos.
En 1493 el papa Alejandro VI, le entregó esos territorios descubiertos por Colón y por
descubrir, al reino de Castilla, imponiendo la excomunión a cualquier cristiano que viajara
a los dominios de Las Indias sin autorización del rey de Castilla (Bulas Alejandrinas),
orden que siglos más tarde no fue acatada por británicos, holandeses, franceses, belgas,
suecos, rusos. Una década después, el navegante al servicio de la monarquía española,
Américo Vespucio describiría que las tierras que descubriría Colón no se encontraban en
Asia, sino que era un continente desconocido por los europeos del siglo XV. En honor a ese
descubrimiento, los europeos llamarían "América" a lo descubierto hasta entonces, y que
más tarde se impuso para la globalidad del continente.
[editar] Conquista y colonización
Los gobiernos coloniales, organizaron las economías de las sociedades americanas bajo su
dominio dentro de un sistema de comercio mundial, con el fin de que proveyeran metales
preciosos y materias primas a las economías de Europa, hasta conformar el mercantilismo,
como política para el desarrollo de las naciones europeas. La conquista de América impuso
sistemas de trabajo servil para los indígenas,[11] y un extendido régimen esclavista (propio
de las civilizaciones americanas, asiáticas, europeas y africanas), que se alimentó del
secuestro de personas en África y su traslado forzoso a América.[12] En las colonias de
España, se estableció un sistema de castas que imponía un rol social. Luego de la Conquista
de América, algunas de las constituciones de las naciones que se independizaron abolieron
la esclavitud, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos y Francia[cita requerida]; otras
constituciones como la de Argentina promovían la ocupación de europeos en los territorios
poblados por indígenas. En otros países americanos, como el Reino de Brasil y Estados
Unidos, la esclavitud continuó hasta la segunda mitad del siglo XIX.
Algunos pueblos indígenas, llamados en el siglo XIX salvajes por los gobiernos nacionales
de algunos países como Argentina, Brasil, Estados Unidos, Uruguay, Chile, y también
llamados indios por algunas personas en algunos países Argentina o Brasil padecieron
acciones de guerra por parte de esos estados nacionales independientes de América y sus
fuerzas armadas a lo largo del siglo XIX y XX, lo que ha sido denunciado como genocidio,
en tanto sus gobiernos lo han considerado como "acción civilizatoria" o "pacificadora". En
la Conquista de América, algunos estados independientes americanos, como Argentina,
Chile y Estados Unidos, también llevaron adelante acciones tendientes a ocupar territorios
de indígenas en variados estadios de desarrollo; algunas personas y estudiosos sostienen
que en dichas acciones estos países llevaron adelante políticas de limpieza étnica y de
genocidio,[14] [15] pero otras personas y estudiosos lo niegan.[16]
Fotografía de la Masacre de Wounded Knee, durante la Conquista de América en el siglo XIX por
estados americanos independientes contra la nación Siux
En la Conquista, en el siglo XIX y siglo XX, algunos estados americanos, como Argentina,
Chile y Estados Unidos, también realizaron acciones de exploración, apropiación y
conquista que implicaron la ocupación del territorio de algunos pueblos indígenas de
desigual desarrollo cultural. También en el siglo XX, otras naciones americanas impulsaron
políticas racistas contra indígenas, afroamericanos y sus descendientes como reflejo de la
doctrina racista biológica pseudocientífica europea. Algunas personas y estudiosos
sostienen que en dichas acciones estos países llevaron adelante políticas de limpieza étnica
y de genocidio,[14] [17] pero otras personas y estudiosos lo niegan.[16]
Pese a ello los proceso de conquista de pueblos originarios continuaron en los países ya
independizados de Europa. Ejemplos de ello son la llamada Conquista del Oeste por parte
de los Estados Unidos, y las denominadas Conquista del Desierto y Pacificación de la
Araucanía en Argentina y Chile, mediante las cuales se conquistaron las tierras y se
sometió al pueblo Mapuche. Incluso hacia finales del siglo XX en países como Colombia,
Venezuela, Brasil y Perú se registraban casos de colonos blancos que desposeían a los
pueblos aborígenes de sus territorios de manera violenta o por medio de negocios no claros.
La organización continental de los pueblos indoamericanos continúa a denunciar hechos en
contra de los derechos humanos en ese sentido. La elección de Evo Morales como
presidente de Bolivia en 2006, primer presidente de un país americano perteneciente a un
movimiento indígena, ha sido presentado por sus seguidores como la primera oportunidad
para desmontar la matriz étnica-colonial subsistente de los Estados americanos.[18
Quinto Real, o Quinto del Rey, fue un impuesto de 20% establecido por el rey de España en
1504 sobre oro, plata y joyas de las minas en las colonias de América. Aunque el Quinto
fue establecido por solo 10 años, permaneció hasta 1723 cuando fue reducido al diezmo
(10%).
Quinto Real, el nombre perfecto para una tienda llena de los tesoros de México y ubicada
en el centro de la hermosa ciudad colonial de Querétaro.