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CapituLo 12 ROBERTO RODRIGUEZ LOPEZ La psicologia en el proyecto cultural neoliberal literatura de autoayuda y gestién de subjetividades La entrada en las iltimas décadas en un nuevo panorama politico-eco- némico global ha obligado a un replanteamiento sobre la inserci6n de la psicologia (disciphinas psi) en las dindmicas amplias de control o gestién social. Los formatos clésicos de encierro y disciplina institucionaliza- 4a, i bien no han dejado-de fancionar, deben vincularse hoy a modos de insercién politica psi que han permitido ampliar a su vez de forma relevante las redes y alcances de la préctica disciplinar. En aras de esta labor de renovacién de los planteamientos criticos, defenderemos aqui la valiosa aportacién y actualizacin de los trabajos del flésofo francés Michel Foucault levada a cabo por una serie de autores, en especial los lamados “anglofoucaultianos” (Graham Burchell, Mitchell Dean, Colin Gordon, Nikolas Rose, Barbara Cruikshank...) pero también por autores como Francisco Vizquer.en el contexto espatiol. Estos autores nos ofre- cen una perspectiva particularmente relevante y distintiva en torno al ‘nuevo marco neoliberal. De forma sucinta, el neoliberalismo no se con- sideraré aqui desde la éptica de un espacio ideolégico 0 doctrinal sino antes més bien como una préctica diferenciada de gobierno, el cual leva en iitimo caso a revelar un “proyecto” socio-cultural clave para trans- formaciones de carécter econémico o politico, sin el cual éstas tienen dificil sustento. Un renovado individualismo psicol6gico aparece de este modo en la base de cambios estructurales de largo alcance y perfilan un campo normativo de por si progresivamente psicologizado. En un contextojasi perflado la psicologia, considerada desde su reali- dad sociocultural, encuentra un terreno especialmente provechoso para su despliegue, offeciendo por otro lado a la nueva gubernamentalidad dominante campos ampliados de acceso, categorias aparentemente des- politizadas y mecanismos tecnolégicos autosuministrados para la forma- 351 a 0 reproduccién de subjetividades sociopoliticamente viables cess Laelia aca de una creciet pssogacin de ard : 108 y practicas sociales encontrard finalmente aqui en el discurso de satay el neha enn eis toa ces destacado, interés se centrara aqui lit rari aqui en un andlisis de la literatura d . u atura de au- Poaad “mee editorial espafiol. Partiremos asi de la imbricacién ie meee misma como un fenémeno cultural inseparable de la P jaacién contempordnea de la cultura, ya ésta com Ene st see er No ineren en todo ell, fe forma destacada, las te i is scnicas especificas de subjetivizacién que sp i i es as is dando y de ‘vanguardia”, Las caracteristicas de las mismas no sélo se wvelado como detalladamente complejas, innovadoras y coherentes ‘con wna determinada linea historica de despliegues “psi” sino que apor- ta demi plied evidentes al marco politico-econémico actual, sro gen comentado “proyecto” cultural neoliberal. Un marco parcel que custo como la subjetivizacion y sanitarizacién de la rea- dd I astoesponebiinién individual de le salud/vida o la gestién ; {vo-emocional (cotidiana y/o laboral) son cada vez.con més fuerza elementos nucleares de su propia expansién y consolidacién so« logizacién yriedliberalismo j La psicologizacién es un fend: es un fendmeno que ha sido consideradi cits ati ores moment = interpretado ala luz de nociones como el “complejo-ps" el “éispo- stops 0 las “redes de la psicologia” (Ingleby, 1985; Rose, 1985; Vare- y Alvarea-Usta, 1986). Mis recientemente, el campo de estudios psico 4 ssinertics qué lohan trabajado de forma destacada ha desarrolla- Beare las ideas de Ia “psicologizacién” o la “cultura psicolégica” para complements ‘en muchos casos aquellos estudios 0 para aplicarlos en sentidos més restringidos o especificos (Alvaren-Uria, 2005; 2008; De Vos, 2010; Gordo y De Vos, 2011), Hiren aa 1a psicologizacién, planteada en términ . términos genéricos, vendria a des- 7 el incremento progresivo del recurso a ls atribucion o sobreinter- pretacién psicolégica sobre un numero relevante y ereciente de fend- 382 snenos y problemétias sociales, asf como la proliferacin de précis Y MFenieas de intervencion psi apicadas de forma complementaria Fon! vevucign las mismas, os ejemplos son agulingentesyvasiados. die yen las relaciones escolares o de crianza (Rendueles, 2007), la “inteli- gencia emocional” pretende dimensionar la capacidad de adquirir un trabajo o de ser productivo en el mismo (Ilouz, 2010). Son todos ellos -tjemplos-propioe de-espacinsy tiempos diferenciados pero tienen any denominador comin la base fundamental de categories explicati= ‘as eargadas con contenido psicolgico apicadas sobre fenomenos con ‘Jestacables raices sociales o politicas. Dicha carga implica a su Ye. patrén asociado mediante el cul, directa o Indiretamentts el individuo {y sus interoridades) es hecho responsable principal 0 ‘inico de su pro- pia stuacin, desocializando o despolitizando al mismo tiempo el marco de engarce ineludible de la problematica particular. ‘De forma general se ha sintetizado Ta extension de I racionalidad psicolbgica sobre tres mbitos diferenciados: cencia, cultura y politica (Gordo y De Vos, 2011). in el primero de ellos, se destaaria el modo en que la psicoogia ha extends su diseuso sobre fendmenos asociados en principio a D108 ere aadémiosinsitucionalizados como las cienias médicas, la 0” Siologiao la antropologia. A partic de ests afirmacion se ha desarrolla- sean ten antipsicolgica desde esas otras dscplinas centicas las cuales plantean la psicologizcién como el desborde jutisdiccional de los tspacios de conocimiento que elas consderan legitimamenie reservados 4 lapsicologia (Kush, 2011), Estos planteamientos se muy sin embar- go ain en un terreno prinipalmente epistemol6gic, a4 tiende aremitir srs categoria eritca al papel de un agente dele vabilidad (istérica) ddelconocimiento, regulando en forma aparente su corsect implantacion radémice sobre la presuncién de determinados limites adseritos & la 353 parcelacién del mismo. Para subvertir dicha interpretacién, es necesario ‘engarzar estos debates en el despliegue de la racionalidad psicolégica sobre el terreno més atnplio socio-cultural, teniendo en cuenta aqui la propia practica profesional, pero no s6lo ella. En este sentido planteainos (psicologia cultural) que es posible distinguit en lugares alejados de la academia, pero también de espacios como la consulta clinica, cédigos semi6tico-précticos cargados con categorias comunes con la psicologia institucional. Cédigos que estan en circulacién y que remiten la psico- logia a una posicién especifica en una matriz cultural significante con ‘esquemas narrativos, marcos explicativos, tematicas privilegiadas, meta foras u oposiciones categoriales que pueden ser reconocibles y aislables. Todo un sistema de significados y simbelos con importantes efectos a su ‘vez sobre la conducta y ¢l entendimiento, ofreciendo asi guiones tanto ‘para la dispasicién préctica general como para la comprensién de Je-eon-— ducta propia y de los otros. Definirla asi es posicionar a la psicologia mas allé del conjunto de textos y teorias elaborados en contextos formales por ‘expertos certificados para su produccién y uso, pasando a considerarla a ‘su vez como un cuerpo de conocimientos extendido a lo largo del espacio social. Hacer esto nos previene ya de entrada de posicionamientos basa- dos en la escisifn entre espacios limitrofes 0 directamente enfrentados entre la psicologia institucional (considerada por ello como cientifica) y segiin qué fenémenos culturales, la literatura de autoayuda sin ir més lejos. La psicologfa, como discurso y practica, seria aqui también su pro- pia torsién cultural, al punto de que las transformaciones y despliegues institucionales de la misma vienen fuertemente marcades por ese campo amplio en el que oftece sus servicios y conocimientos y en el que éstos ‘son, 0 no son, demandados 0 utilizados. Esta comprensién extensa de la psicologia debe sin embargo a su ver asentar de forma necesaria los planteamientos “culturalistas” sobre transformaciones materiales especificas. La psicologia en su dimensién cultural se resiste asi a ser considerada en los términos de un simple proceso de difusién, "vulgarizacién” o colonizacion de significantes ex- pertos (académicos 0 profesionales) hacia el conjunto de la poblacién. ‘De tal manera, se hace necesario rescatar la dimensién “tecnolégica” de dicho engarce cultural, destacando con ello el campo de soluciones précticas ofrecidas a determinadas configuraciones sociopoliticas a la 354 aol hora de considerar los procesos de extensién e implantacién psi. En el terreno actual que nos ocupa, queremos destacar de este modo el despliegue progresivo de ciertas tecnologias psi novedosas en el cam- po de la gestién social. Tecnologias no reducibles a su implementacién en instituciones “cldsicas" de control o totalitarias (Goffiman, 1972) sino articuladas sobre un espacio “subjetivo” con posibilidades reguladoras especificamente autosuministradas. Defenderemos con todo ello que la psicologia conforma hoy una entidad cultural y politica, cuya relevancia Ultima dependerd en forma destacada de su capacidad para manejar e introducir en la sociedad criterios de gestién de la subjetividad cultu- ralmente viables, del mismo modo que las disciplinas ps! tendrén a su ‘vez un papel fundamental en el aquilatamiento y definitiva objetivacién de un concepto espectfico de self sociopoliticamente interesado (Blanco, 2002}. Posicionamos pues-aqut fx psicologia en fos modernos terrenos— politicos de la tecnologizacién de la subjetividad o del “yo", esto es, en 1 espacio de las racionalidades précticas que los seres,humanos se apli- can a si mismos en base a objetivos diversos, asociadas por lo general a cuestiones relativas al autoconocimiento o la autodisciplina. En pala- bras de Michel Foucault, “téenicas que permiten a los individuos llevar 1 cabo, por sus propios medios, un cierto mimero de operaciones en sus propios cuerpos, en sus propias almas, sus propios pensamientos 0 su propia conducta, y de este modo transformarse a si mismos, alcanzando determinado estado de perfeccién, alegria, pureza o poder” (1994: 177). Los miarcos actuales de insercién cultural y politica de la psicologia ppasan en este sentido, a nuestro modo de ver y de forma destacada, por la consideracién de la naturaleza tecnolégica de la misma en los espacios de la (auto)gestién de las subjetividades. Y para ello consideramos espe- cialmentettiles, como deciamos, los trabajos que han abordado la nueva configuracién neoliberal desde la actualizacién de los trabajos de Michel Foucault sobre estos espacios “tecnolégicos" (Burchell et al, 1991; Fou- cault, 1991, 1996, 2004, 2007; Gordon, 1991; Barry et al, 1996; Burchell, 1996; Cruikshank, 1996; Rose, 19%6a, 1999; Dean, 1999; Vézquez, 2005a, 2005b), De entre las humerosas caracteristicas destacadas por estos es- tudios respecto de la nueva “forma de gobierno” neoliberal nos interesa aqui rescatar algunas especialmente itles en lo que a las cuestiones de Ja gestion de subjetividades se refiere. 355 Por un lado, la famosa aspiracién neoliberal al “Estado minimo” no debe considerarse como una merma de los espacios de gobierno (guber- ‘namentalidad) sinorque, més bien, las técnicas y formas expertas aso- ciadas al nuevo formato (gestin, auditoria, evaluacién...) se reinscriben socialmente, permitiendo la generacién de mecanismos de regulacién diferenciados de un control central (Barry et al., 1996). Dichas tecnolo- fas no tenderian asi a emanar en forma directa del Estado sino de agen- Cias relativamente aut6nomas que pueden actuar a partir de relaciones =.“ de mayor o menor grado de colaboracién con instituciones estatales 9 locales. En este sentido, la retraccién neoliberal del Estado favorece mis bien el despliegue de nuevas formas de gobierno (outsourcing de funcio- nes de gobemnancia) en niveles supraestatales, paraestatales, o infraes- tatales, esto es, en este iltimo caso, personales y/o familiares, referentes Gltimos asi de la nueva gestién privatizada de los ries les? La ‘onfluencia de estos diferentes niveles remite asi a un modelo de gobier- ‘no ampliamente descentralizado pero con horizontes tecnolégicos en iltimo caso comunes,? Por otro lado, se ha destacado también la importancia en la nueva regulacién neoliberal de la extensién de la forma-empresa, apelando con ello ala nedesidad de que todos los aspectos de la vida sean reformados acordes a un ethos empresarial (Gordon, 1991). En este caso, el nuevo ‘modelo politico asi considerado no aspiraria tanto a actuar sobre los efectos del mercado o a corregir los modos en que aque altera el orden sosial (como pudo ser en Estados “sociales” previos) como més bien a intervenir en la propia sociedad para “conjurar (..) las consecuencias anticompetitivas de la estructura social” (Foucault, 2007: 179). La fina- lidad de dicho modelo de gobierno es insertar la sociedad en una regu- lacién general acorde a la dindmica competitiva, considerada como un mecanismo basico para el progreso de la misma, si bien teniendo en ‘cuenta la relevancia y necesidad de la diferenciacién en clave “empre- sa” frente @ la presupuesta uniformidad de la forma-mercancia. En este Punto el anclaje cultural es bésico, en tanto que dicha forma-empresa as- Piraria a inundar también espacios aparentemente alejados del contexto €conémico-laboral tradicional. De tal forma, diversos autores destacan ‘aqui que el principal objetivo del neoliberalismo, antes incluso que un cambio econ6mico, politico o social determinddo, sea una auténtica re- 356 volucién cultural (Laval y Dardot, 2013). Una revolucién cultural que recupere, en tiltimo término, la autonomia responsable de la ciudadania en toda su extensién (Dean, 1999; 162). Lo cual nos leva al otro elemen- to fundamental del régimen neoliberal asi perfilado; de especial interés aqui, la centralidad del lamado “capital humano”. Se parte en este caso de las teorias de autores como Theodore Schultz 0 Gary Becker, quienes reformulaban la nocién de “trabajo” desligindo- la de los principios de la produccién y el intercambio e inscribiéndola en el marco de las decisiones de un sujeto econémico activo (Lépez, 2010). En tltimo término el sujeto neoliberal debe considerar su accién reflexiva en base a la constitucin de si mismo como su propio capital De esta forma, cuestiones como el salario recibido se valorarian en base a la capacidad de gestionarse uno mismo su propio stock de “capital hamano! ante torque’ inet “empresario de st mismo” (Foucault, 2007: 264). La propia idea de trabajo apelaria asi de igual modo a las capacidades, aptitudes y competencias para obtener las rentas de ese capital, ampliando de tal forma la categoria al conjunto de actividades del individuo, incluyendo sus relaciones personales, sus decisiones de compra, su ocio, sus actitudes y afectos, en definitiva, su vvida misma, précticas todas ellas que podrian (0 no) revalorizarlo en el ‘mercado (Gordon, 1991). Bsto implicaria, por ejemplo, que aunque uno esté desempleado, debe permanecer al menos siempre trabajando en esa empresa que es él mismo (el negocio continuo de vivir): provision, pre- servation, reproduecién y reconstruccién del propio capital humano.t Cuidado de uno mismo (care of the sel) orientado y protegido por el derecho a su reentrenamiento permanente, a la formacién continua, a 1a autorrealizacién aumentada y constante. Los sujetos son apelados a asumir un estatus de sujetos responsables de sus propias vidas (autocon- trolados), desarrollando précticas de self diferenciadas para dicha labor (Burchell, 1996; Foucault, 1996) El ciudadano neoliberal debe ser en este sentido un ciudadano activo, autovigilante de su propia realidad y pe- ligros (desempleo, enfermedades, recursos, educacién de hijos, etc,), en donde el célculo de riesgos no es ya en defintiva tanto una tecnologia (sélo) “desde arriba’, como podria ser de forma preferente en los mode- los mas claramente asociados al Estado social o al Estado de Bienestar, como también, 0 sobre todo, “desde abajo”. 357 En este punto, diversos autores apuntan a la importancia que todo este conjunto renovado de practicas de ‘ef tenen las ecologies psi(Véaquer, 2005b), Aimmismo tiempo, aluden también a una torsin e5- pecfica en dichas tecnologias (0 discursos) que implicarian por ejeniplo ‘modificaciones en los marcos expertos asociados, en defintiva, frente a las vinculaciones previas con las ocupaciones vinculadas al “cuidado social”, una mayor tendencia hoy al recurso “al consejero privado, al manual de autoayuda, al teléfono de la esperanza, en suma, a pricticas que ligan a cada individuo con el consejo de los expertos al tiempo que | adoptan la apariencia de ser el resultado de una eleccién individual li- bre” (Rose, 1996a: 58) En el mismo sentido, se advierte que “cierto dis- curso de corte psicoldgico, muy cercano al discurso de la autoayuds constituye un elemento importante en la formacién de la nueva subjet + ——vidad" (Crespo et af, 200913} — ~ En definitiva, no se apela sencillamente a un espacio més 0 menos clasico de practicas psicolégicas de modificacién de conducta, sino a la proximidad en el nuevo modelo respecto de claves técnicaso discursivas {que apuntan @ la psicologia cultural, yen especial al mundo de la “au- toayuda’, Pues bien, en base a esta distincién a la que aluden numerosos autores, quisimios preguntarnos aqui cuales eran, de forma concreta, las tecnologias especificas que de facto se estaban empleando en este cam- po de la autoayuda actual. ;Hasta qué punto podria dirigimnos dicha constatacion a técnicas de self sino presentes, acaso “esperables” en el mareo de gobernabilidad més amplio? Por otro lado, jhasta qué punto estas téenicas deben ser consideradas o no desde una perspectiva psi? Cuanto menos, levar a cabo dicho andlisis nos iba a permitir dlimitar \éenicas muy concretas, avanzadas, y apenas esbozadas en su mecénica i especifica por la globalidad de estos estudios sobre la nueva subjetividad neoliberal. Para ello, queremos en primer lugar mostrar algunas cues- tiones clave sobre el propio proceso histérico de confluencias entre la psicologia cultural y esta literatura de autoayuda, 2. La insei in cultural psiy la literatura de autoayuda 1 La extensidn de la psicologia cultural y su engarce con la literatura de | autoayuda tiene lugar de forma previa a la implantacién global del neo- | 358 liberalismo, Los afios sesenta y setenta del siglo xx son en este sentido tun marco fundamental. En un momento histérico con un clima social de intensa politizacién (seran los afios de las movilizaciones globales asociadas al “Mayo del 68° asi como de la aparicién de-la New Left) se asistiré a una mutacin relevante en los espacios de la lucha social, en concreto el, papel cada,vez mayor de cuestiones que involucran en lo politico, y de forma ineludible, lo personal. La llamada inner revolution se articulard en muchos casos sobre la critica al radicalismo politico de los afios previos, en la denuncia de la ausencia en las demandas y ac- ciones de aquellos de una orientacién mayor hacia la vida personal 0 a cuestiones de tipo cultural (Lasch, 1999). Las nuevas modalidades de resistencia multiplican de este modo sus espacios de articulacién y una serie de instituciones (familia, sexualidad, psiquidtricos..) se convierten ‘en un foco privilegiado de nuevos 0 renovados conflictos. Las contra= dicciones inherentes por la interconexién entre lo piblico y lo privado

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