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Newton

En sus Discursos y demostraciones matemáticas en torno a dos nuevas


ciencias (1638), Galileo había logrado explicar el movimiento de caída
de los cuerpos y la trayectoria de los proyectiles utilizando métodos
matemáticos. Invalidando las meras especulaciones aristotélicas sobre el
movimiento, Galileo acababa de fundar sobre bases científicas y
experimentales la moderna cinemática, es decir, la parte de la mecánica
que describe el movimiento de los cuerpos independientemente de las
fuerzas que lo producen.

Isaac Newton

Partiendo de sus estudios, Newton desarrolló la dinámica, ciencia que


trata de las relaciones entre las fuerzas y los movimientos que éstas
originan. En la segunda sección de los Principios matemáticos de la
filosofía natural (1687), publicados por la insistencia (y con la
financiación) de su gran amigo y astrónomo Edmond Halley, Newton
estableció, tras una serie de definiciones, los tres «axiomas o leyes del
movimiento».

La primera es la Ley de la inercia: un cuerpo se mantiene en reposo o en


movimiento rectilíneo y uniforme de forma indefinida si sobre él no actúa
ninguna fuerza. La segunda es conocida como la Ley fundamental de la
dinámica: la aceleración que produce una fuerza en un cuerpo es
directamente proporcional a la magnitud de la fuerza e inversamente
proporcional a su masa; la expresión F = m·a es la formulación
matemática de esta ley. Por último, la Ley de acción y reacción establece
que si un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro (acción), el otro ejerce
exactamente la misma fuerza, pero en sentido contrario, sobre el
primero (reacción).

Las leyes de Newton expresan la relación entre movimientos y fuerzas.


Una manera de definir la idea de fuerza es como empuje o atracción; si
se empuja una pieza de madera sobre la superficie de una mesa, se
ejerce una fuerza sobre la pieza; sin embargo, la formulación de Newton
posee la ventaja de ofrecer una definición más precisa del concepto de
fuerza.

Primera ley de Newton o Ley de la inercia


En los Principios matemáticos de la filosofía natural, Newton
simplemente numeró sus leyes; los nombres con que son habitualmente
conocidas son designaciones posteriores. De este modo, la primera ley
es llamada Ley de la inercia: «Todos los cuerpos perseveran en su
estado de reposo o de movimiento uniforme en línea recta, salvo que se
vean forzados a cambiar ese estado por fuerzas impresas».

Conforme a esta ley, un cuerpo móvil mantiene su movimiento rectilíneo


uniforme (o sea, a velocidad constante) mientras ninguna fuerza externa
actúe sobre él. Así, una flecha se moverá en la dirección del disparo con
su velocidad original mientras ninguna fuerza externa actúe sobre ella.
En la superficie de la Tierra, sin embargo, hay dos fuerzas que actúan
sobre la flecha: el rozamiento del aire y la gravedad. Por ello, a medida
que se mueva, la flecha irá más despacio; el roce con las moléculas del
aire que atraviesa le harán perder rapidez. Además, a causa de la fuerza
gravitatoria, la trayectoria seguida por la flecha se irá inclinando hacia el
suelo. Si el disparo se hubiese realizado en el vacío casi perfecto del
espacio exterior, la flecha habría seguido moviéndose siempre en la
misma dirección y a igual velocidad. Sin la presencia del aire y fuera del
alcance de la atracción gravitatoria terrestre, el movimiento de la flecha
no habría experimentado variación.

Naturalmente, la Ley de la inercia también se aplica a los cuerpos en


reposo. Un cuerpo en reposo no es otra cosa que un objeto cuya
velocidad es nula; dicho objeto continuará en reposo mientras ninguna
fuerza actúe sobre él. La primera ley es llamada Ley de la inercia porque
no hace sino describir la propiedad de los cuerpos que se conoce
como inercia. Los cuerpos son inertes (inactivos), y en virtud de esta
propiedad que los caracteriza, permanecen en el estado de movimiento
en que se hallan (en reposo o en movimiento rectilíneo uniforme)
mientras ninguna fuerza externa actúe sobre ellos: si se mueven,
seguirán haciéndolo de la misma manera, y si están en reposo,
permanecerán en reposo.
Segunda ley de Newton o Ley fundamental de la dinámica

La dinámica es la parte de la mecánica que estudia las relaciones entre


las fuerzas y los movimientos; la segunda ley de Newton establece de
manera definida la proporcionalidad de la relación entre fuerza y
aceleración del movimiento, y por esta razón es llamada Ley o Principio
fundamental de la dinámica: «El cambio de movimiento [la aceleración]
es proporcional a la fuerza motriz impresa, y se hace en la dirección de
la línea recta en la que se imprime esa fuerza».

La expresión matemática de esta ley es F = m·a, donde F representa la


fuerza ejercida sobre un cuerpo, m es la masa del cuerpo y a es la
aceleración que se le imprime. Es decir, la aceleración que produce una
fuerza en un cuerpo es directamente proporcional a la magnitud de la
fuerza e inversamente proporcional a su masa. Al golpear un balón con
una fuerza determinada, éste adquiere cierta aceleración; si la fuerza del
golpe se duplica, la aceleración adquirida por el balón también se
multiplica por dos. Si se aplica la misma fuerza sobre un balón muy
liviano y sobre otro mucho más pesado, el primero adquirirá mayor
aceleración que el segundo.

Página de la primera edición de los Principia


Hay que subrayar que «aceleración» no significa velocidad, sino
alteración de la velocidad. Una fuerza puede aplicarse sobre un objeto
en reposo (que dejará de tener una velocidad cero para adquirir cierta
velocidad) o también sobre un objeto en movimiento, cuya velocidad se
verá alterada por efecto de la fuerza; tal modificación es lo que
llamamos «aceleración». En la expresión matemática antes citada, el
término aceleración (a) designa la tasa con que varía la velocidad de un
cuerpo, es decir, la relación entre la variación de la velocidad (v) y el
tiempo (t) en que su produce esta variación: a = v/t. Normalmente se
expresa en metros por segundo por cada segundo (m/s2).
Por ejemplo, la fuerza de la gravedad terrestre imprime a los cuerpos en
caída libre una aceleración constante de 9,8 m/s por cada segundo. Un
segundo después de saltar del avión, el paracaidista está cayendo a una
velocidad de 9,8 m/s. Trascurridos diez segundos, su velocidad habría
alcanzado los 98 m/s de no existir la resistencia del aire. Cuando con
cierto automóvil somos capaces de alcanzar los 100 km/h (27,7 m/s) en
cinco segundos, su motor desarrolla la fuerza necesaria para
incrementar su velocidad a razón de 20 km/h (5,5 m/s) en cada
segundo, es decir, el motor imprime al automóvil una aceleración de 5,5
m/s2.
La segunda ley permite dar una definición más precisa del concepto de
fuerza: una fuerza es cualquier causa capaz de alterar la rapidez con que
un cuerpo se mueve o la dirección de su movimiento. La unidad de
fuerza en el Sistema Internacional de Medidas es el newton, que se
define como la fuerza necesaria para generar una aceleración de 1 m/s
por cada segundo en un cuerpo de 1 kilogramo de masa.
Tercera ley de Newton o Ley de acción y reacción

La tercera ley de Newton es también llamada Ley o Principio de acción y


reacción: «Para toda acción hay siempre una reacción opuesta e igual.
Las acciones recíprocas de dos cuerpos entre sí son siempre iguales y
dirigidas en sentido opuesto». Dicho de otro modo, cuando un cuerpo
ejerce una fuerza sobre otro (acción), el segundo ejerce una fuerza de
igual intensidad y dirección, pero de sentido contrario, sobre el primero
(reacción). Un camión arrastra un remolque con una fuerza de la misma
intensidad con la que el remolque tira hacia atrás de él; al soltar el
remolque, el camión se acelera. Un cañón o una escopeta retroceden
bruscamente al ser disparados. Sentimos ese mismo «retroceso»
cuando, dentro de una piscina, empujamos a alguien, aunque esa
persona no se resista ni nos empuje a nosotros.

El funcionamiento de un cohete ilustra de manera sencilla el significado


de esta ley. Un cohete consiste simplemente en un cilindro, abierto por
un extremo y cerrado por el otro, en cuyo interior arde un combustible;
los gases calientes, formados como consecuencia de la combustión,
escapan por el extremo abierto. La salida de los gases en una dirección
puede considerarse la acción; la tercera ley establece que esta acción ha
de ser contrarrestada por una reacción, de igual magnitud y de dirección
opuesta. La reacción es la responsable del movimiento del cohete en
dirección opuesta a la dirección de escape de los gases; es decir,
mientras los gases escapan del cohete dirigidos hacia atrás (acción), el
cohete se mueve hacia adelante (reacción).

Ley de gravitación universal


Partiendo de la segunda ley o principio fundamental de la dinámica (e
intuyendo que los cálculos dinámicos se simplificarían si suponía como
equivalente el que toda la masa se concentrara en el centro geométrico
de los cuerpos, equivalencia que demostró) y de las leyes del astrónomo
alemán Johannes Kepler sobre las órbitas de los planetas, Newton
dedujo la Ley de gravitación universal, cuyo enunciado afirma que dos
cuerpos cualesquiera se atraen recíprocamente con una fuerza
directamente proporcional al producto de sus masas e inversamente
proporcional al cuadrado de la distancia que los separa.
Matemáticamente se expresa así: F = G (m 1 · m2 / d2). En esta
formulación, F es la fuerza de la gravedad, m1 y m2 son las respectivas
masas de los cuerpos y d la distancia entre ellos. La magnitud obtenida
debe multiplicarse por G, constante gravitatoria que tiene un valor muy
pequeño (6,67 × 10-11). De ahí que la atracción no sea perceptible entre
los objetos de la vida cotidiana; es preciso que al menos uno de los
cuerpos tenga una masa ingente, como es el caso del nuestro planeta
(5,974 × 1024 kg).

La gravedad, por consiguiente, es una atracción recíproca o una vía de


dos sentidos entre dos cuerpos. Una piedra cae al suelo porque la fuerza
de la gravedad terrestre la atrae hacia abajo (la masa de la Tierra es
muchísimo mayor que la masa de la piedra). La piedra también ejerce
una atracción sobre la Tierra, pero tan pequeña que carece de efecto.
Sin embargo, cuando dos cuerpos de gran masa tienen tamaños más
semejantes, esta doble atracción resulta más notoria.

Es lo que se observa, por ejemplo, en el caso de la Tierra y la Luna. La


fuerza de la gravedad de la Tierra mantiene a la Luna en una órbita
alrededor de ella. Si la Luna no estuviese sometida a ninguna fuerza,
seguiría un movimiento rectilíneo uniforme o estaría en reposo; la
combinación del movimiento en línea recta y de la fuerza de atracción
explica la órbita de la Luna. Pero, así como la Tierra ejerce una fuerza de
atracción sobre la Luna, ésta ejerce una fuerza de atracción sobre la
Tierra. Ello explica el movimiento del agua que fluye libremente en los
océanos: el agua es atraída hacia el lado de la Tierra que queda frente a
la Luna; es lo que se llama marea alta o pleamar.
Isaac Newton (retrato de Godfrey Kneller, 1702)

Las leyes de Newton permiten describir y predecir con exactitud los


movimientos orbitales de cualquier cuerpo celeste, ya sea un planeta, un
cometa, un asteroide, un satélite artificial o una nave espacial. Sin
embargo, la solución aportada por Newton funciona de manera ideal
cuando sólo hay dos cuerpos involucrados (como la Tierra y la Luna). La
situación se hace increíblemente compleja cuando hay tres o más
fuerzas separadas actuando entre sí al mismo tiempo y todos los astros
se mueven a la vez. En tal caso, cada astro se encuentra sometido a
pequeños cambios que se conocen como perturbaciones.

Con la Ley de gravitación universal, Newton mostró que todos los


cuerpos, próximos o lejanos, están sujetos a las mismas leyes, y que
tales leyes pueden demostrarse en términos matemáticos con una única
teoría que permite explicar y predecir tanto los movimientos en la
superficie de nuestro planeta como las órbitas de los astros; la grandeza
de su genio reside precisamente en este admirable logro: la unificación
de la física terrestre y la mecánica celeste.

Dentro de la física newtoniana es preciso destacar también un aspecto


que ocupó una parte importante de sus discusiones con Leibniz: el
espacio y el tiempo se definen como entidades absolutas, sin relación
con ningún objeto externo. La dinámica de Newton define un único
sistema de referencia para el reposo y el movimiento que no está en
relación con ningún cuerpo, y el tiempo no se define por ningún proceso
físico. Esta concepción imperó en el pensamiento científico moderno
hasta que, a principios del siglo XX, Einstein formuló la teoría de la
relatividad.
Óptica y observación astronómica
Con respecto a la óptica, Newton intentó primero reducir la aberración
cromática de las lentes de los telescopios. Su tentativa fracasó, pero no
obstante le permitió descubrir que la luz blanca era una mezcla de
colores puros, lo que llamó el spectrum. Explicó que aparecían debido a
que cada uno de ellos estaba caracterizado por un índice de refracción
distinto con el vidrio. Descubrió asimismo los anillos de Newton, figuras
de interferencia que aparecen cuando se ponen en contacto un vidrio
con superficie plana y otro convexo.

Todos estos fenómenos, y algunos de naturaleza ondulatoria como el


fenómeno de difracción, fueron explicados con mayor o menor fortuna
en una teoría corpuscular, según la cual las partículas de luz viajan en
rayos en líneas rectas determinadas por fuerzas que actúan a distancia,
y al encontrarse con un sólido ocasionan una especie de vibración
interna.

También la observación astronómica debe mucho a Newton, ya que al


considerar que la aberración cromática de las lentes no podía ser
eliminada, tuvo la idea de sustituir con un espejo el objetivo de los
telescopios. Construyó así el telescopio de reflexión, uno de los
instrumentos astronómicos más importantes. Los trabajos de óptica,
publicados con el título de Óptica en 1704, gozaron de más de treinta
años de autoridad incontestada, incluso a pesar de los errores que
contenían (por ejemplo, el relativo a la pretendida imposibilidad de
corregir las aberraciones cromáticas de las lentes).
Otras aportaciones
En matemáticas, Newton y Leibniz crearon, de forma independiente y
simultánea, el cálculo infinitesimal. En este ámbito merecen ser citadas
las obras Arithmethica Universalis (1707) y Tractatus de quadratura
curvarum, en la que el genio inglés expuso las reglas del método de las
fluxiones, donde hace su aparición el concepto de infinitésimo, del que
derivan el cálculo diferencial e integral. La notación de Newton era
considerablemente más complicada que la de Leibniz, que es la que
terminó por imponerse.
En hidrodinámica desarrolló una teoría del flujo, y descubrió que la
sección transversal mínima de una corriente que fluye por un agujero
practicado en un depósito se alcanza en el lado exterior. Se conocen en
su honor como fluidos newtonianos aquellos cuya viscosidad es
independiente del gradiente de velocidad.

Más desconocida es su pasión por la alquimia, a la cual dedicó casi


treinta años de su vida, y cuyos trabajos permanecieron ocultos durante
mucho tiempo. Newton, que conocía perfectamente la diferencia entre
alquimia y química, consideraba secretos estos trabajos "esotéricos" y
los ocultó a sus coetáneos, al igual que su pensamiento arriano, ya que
de haberse sabido le hubiese costado su cátedra en Cambridge. Con
posterioridad a su muerte, el conde de Portsmouth, heredero de sus
escritos, se negó igualmente a su publicación.

Isaac Newton ejerció una influencia trascendental en el desarrollo del


pensamiento científico de Occidente. Se le considera el padre de la física
clásica, y no en vano sus dos principales obras, Principios matemáticos
de la filosofía natural (1687) y Óptica (1704), son tenidas por Thomas S.
Kuhn como ejemplos de paradigmas científicos, pues constituyeron
modelos acabados y plenamente asumidos por las siguientes
generaciones de investigadores, manteniendo su vigencia durante más
de dos siglos.

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