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El

Beso Maldito:
Confesiones gay de un enamorado
postmoderno

Por

Kinjote


I. Masturbación - 25 V 2015

No termina de parárseme. Pienso que debe ser por la cantidad de cigarros


que he fumado esta semana desde que Alejandro me bloqueó en el Whatsapp y
me dejó de seguir en Twitter y Facebook.
Estoy en la poceta tratando de no hacer ruido. A unos metros duerme
Fernando, mi pareja desde el 23 de diciembre de 2009 –día en que murió el ex
presidente venezolano Rafael Caldera y comenzamos a flirtear por chat.
Pienso en Alejandro. Me veo en su casa –la que he visitado sólo una vez y
creo no volver a hacerlo-. Estoy en su cama, en el sofá de la sala, sobre la
mesa,… con el pantalón bajado y tocándonos. Aún no se me para, malditos
cigarros.
Entonces recuerdo que Alejandro no usa ascensores, tiene una fobia
terrible a viajar acompañado en ellos –aunque asegura poder hacerlo solo-. No
sé qué tendrán los ascensores que me excitan: puta 50 sombras de Grey, tienes
razón otra vez.
Alejandro es el jefe del condominio de su edificio, lo cual es una paradoja
al ser un misántropo confeso. Para explicarles el odio que le tiene a la
humanidad los invito a ver la película Melancholia de Lars Von Trier, es la
mejor metáfora que podría usar para describirlo.
Nada, es mi paja y puedo hace lo que quiera para lograrla. Mezclo mi
calentura con mi complejo de salvador y lo monto en el ascensor. Toco el
botón de stop, me bajo los pantalones y ahora sí responde: una erección
perfecta. Alejandro me coge y yo lo beso. Termino eyaculando en la poceta,
sin hacer ruido para no despertar a Fernando. En mi fantasía Fernando era la
junta de vecinos del edificio de Alejandro.
Siempre he sentido luego del orgasmo un momento de claridad mental que
no logro en ningún otro momento. Estoy convencido que es el mismo estado
que alcanzan los budistas luego de horas de meditación, aunque yo lo logre
con un pajazo.
“Escribe”, es el mensaje que recibo. Y vualá… noto como la lucecita azul
que había perdido hacía tiempo vuelve a mi pecho, se agita levemente pero no
se apaga. Respiro profundo y sé que no es solamente por el orgasmo. Es el
poder interno, vuelvo a sentirlo.
Voy a creer que verdaderamente para lo único que sirvo es para escribir. En
este oficio encuentro las respuestas que no consigo de ninguna otra forma.
Toda la mierda que me rodea y que no puedo contar a nadie so pena de ser
convertido en paria puedo transfórmala en relato.
Gracias Alejandro, tu bloqueo hizo que volviera a escribir.

II. Exposición – 24 V 2015


Antes de querer tirar con mis estudiantes -como ahora con Alejandro- lo
mío era enamorarme de mis profesores. Me pasó dos veces en la escuela de
fotografía en la que estudié.
No creo que mi radar de loca se haya dañado en esas dos ocasiones, lo que
sospecho es que eran gays socialmente bien adaptados. Ya los veré dentro de
unos años saliendo del closet o pagando por uno ocasional y discreto...
Sí, me enamoré en primer lugar de Carlos, mi profesor de fotografía nivel
1 dictado in company en el diario en el que yo trabajaba, El Mundo.
Luego me enamoré del mismísimo dueño del circo, el director de la
escuela. Durante un viaje fotográfico de 15 días por Venezuela quedé prendido
de Ernesto. El despecho me dura todavía, 6 años después, pese a estar
empatado y en convivencia con Fernando.
Así que una mañana de domingo revisando Twitter vi la noticia de una
exposición de Ernesto y decidí cerrar dos despechos mal curados de un solo
tiro... mientras comienzo el despecho por Alejandro.
Tanto Carlos como Ernesto sabían de mi atracción por ellos dado mi
sincericidio. Creo que no hay peor espantador de personas que la frase "te
quiero". Y como aún no escarmiento otra vez sufro su efecto ahora con
Alejandro... aunque en este caso sí pude llegar a segunda base cuando le di un
beso en la boca -pero esto se los cuento en un capítulo aparte.
Llegué temprano a la expo junto a Fernando, pero no crean que lo usé
como bofetada virtual: miren reprimidos como yo sí tiro con un hombre... No.
Sólo aproveché que mi pareja tiene carro para acercarme a la galería.
Por orden de despecho, comencé por el más antiguo. Carlos lucía una
barba descuidada que le quitaba un poco el look de niño prematuro que me
sedujo cuando lo conocí. Seguía conduciendo moto, lo que en su momento
generó en mí un gusto erótico por los mototaxistas.
- ¿Estás bien? -me preguntó como si hubiera debido morirme de despecho
por él.
- Estoy bien -respondí.
Luego vino el turno de Ernesto. Noté su inquietud al verme. Su mirada
traslucía su pensamiento, mezcla de "aquí está el loquito ese" y "te extrañé".
- ¿Estás contento? -fue lo que atiné a decirle porque no fue en realidad una
pregunta sino una forma menos burda de balbuceo.
Ernesto dijo algo que no entendí y siguió saltando de saludo en saludo
entre los asistentes.
Debo confesarlo, Ernesto será mi eterno despecho. Si a los 60 años decide
meterse a gay yo estaré con gusto de primero en la fila para follármelo.
El encanto se rompió cuando llegó su esposa y su hijo de 7 años. Qué
vaina enamorarse de un hombre casado. Compadezco a Alejandro por ser el
amante de uno desde hace 13 años.
Entre la variada fauna que asistió a la expo estaba Ray, un ex de Fernando:
¿acaso mi pareja habrá también cerrado un despecho mal curado este
domingo?

III. The bear - 20 V 2015


"Me gustan los osos", me dijo Alejandro el día en que lo besé en su casa.
No fue una confesión sobre una tendencia ecológica pues hizo el comentario al
verme ojear un libro de cómic gay sobre hombres fornidos y velludos.
Días después estaba caminando por el centro comercial Concresa cuando
me topo con uno de los "osos" de Alejandro, específicamente su número-2.
Estaba sentado frente a una farmacia atacada por bachaqueros, esos infames
venezolanos que medran en su miseria comprando productos regulados para
luego revenderlos en sus barriadas.
El oso se llama Adolfo. Luego supe que era popular entre los de su tipo en
Facebook.
Como es canoso en primer momento se me pareció a la pareja de una
amiga de mi Fernando. Luego al acercarme recordé verlo en compañía de
Alejandro uno de los sábados del taller de escritura, el día de la presentación
de la primera novela publicada de mi alumno Rafael.
Cuando caí en el error ya era tarde.
-Cómo está Alejandro - pregunté.
-No quiere saber nada de ti. Me dijo lo que le hiciste. La embarraste...
-Pero qué hice... ¿Alejandro está aquí? -Miré alrededor esperanzado.
El oso-2 se levantó de la mesa, recogió el producto se su ”bachaquerismo”
y partió en medio de sus congéneres –me va a perdonar el colega periodista
Manuel Sánchez que dice que esa palabra no existe, pero es que la veo a diario
en Venezuela. ¿Será que el único oficio posible del amante de un hombre que
a su vez es amante de un hombre casado es bachaquear?
- Sigue tu camino -fue lo último que me dijo el oso antes de huir.
Yo me sentía en medio de una película trágica gay. Según el guion debía ir
a un baño y cogerme al vigilante de turno. No lo hice.
Llamé a Rafael -también gay obvio- quien es amigo de Alejandro y lo trajo
al taller. Le conté toda la vaina y luego me puse a fumar como una puta.
¿Qué coño fue lo que supuestamente le hice a Alejandro?

IV. Qué edad tienes... - 24 V 2015


No sé por qué tiendo a enredar las cosas cuando estas ya están


complicadas. Debo agregar que mientras vivo todo este drama con Alejandro
he recibido la noticia de que mi padre -que nunca vivió conmigo- tiene cáncer.
He tenido que unir a dos hermanas que nunca habían hablado para tratar el
caso.
Nada, que debe ser alguna cuadratura extraña en mi carta astral.
Pero a lo que voy. Rumiando el alejamiento de Alejandro recibo una
solicitud de amistad en Facebook de un hombre canoso llamado Ignacio,
gerente de una agencia de publicidad.
Le sigo la corriente en el chat pensando que era el amante-1 de Alejandro
stalkeándome -averiguando detalles de mi vida en la red.
Debo poner en contexto que el viernes en que le di el beso-maldito a
Alejandro, éste me escribió contándome que su amante-1 estaba recluido en
una clínica por un “infarto” en el ojo producto de su diabetes. No podía
acercarse a verlo por ser el otro de un hombre casado.
Nada, a lo que iba. Le sigo la corriente al tipo en el chat y le cuento que
doy clases de novela a ver si se revela como el amante-1. No, no era... Y yo ya
enredado en una de "estoy en Bogotá pero voy a Caracas en un mes... quisiera
verte". Mientras tanto mi Fernando veía en la tele el capítulo estreno de Game
of Thrones.
Yo insistía en el tema de asesoría literaria a ver si por lo menos sacaba un
cliente de este chateo gay. Y llegó la frase putera: "Qué edad tienes...". El tipo
lo que quería era coger. Y yo en la frontera entre asesor literario y gigoló fui
cerrando la conversación diciéndome qué carajo hago sumándole cerdo a un
caldo ya espeso.
Recuérdenme que les hable de los códigos de flirteo gay en la red:
"Tomamos un café" por ejemplo es sinónimo de “vamos a tirar”.

V. Mi primer beso - 2009
Para los que sigan estas líneas pensarán que siempre he sido un marica
desatado y hasta votador de pluma. Muy lejos de la realidad.
Aunque ser gay no ha significado ningún conflicto interno, por lo que no
he caído en la proyección negativa cayéndole a bulling a los homosexuales, la
experiencia fáctica de mi condición no se hizo efectiva hasta que cumplí los
30.
Hasta ese momento estudiar significaba todo mi mundo. Es decir, era un
nerd.
Más que tener sexo mi mayor necesidad consistía en besar. Ahora entiendo
por qué en mis actuales relaciones sexuales pongo tanto énfasis en los besos;
aunque me he conseguido cada tío que besa tan mal que voy a tener que abrir
un curso especial para enseñarlo.
Y precisamente mi primer beso en la boca se lo di a uno de mis primeros
alumnos que hizo el Taller de Escritura Creativa que creé en 2009.
El chico era Daniel, que luego se convertiría en un activista reconocido de
la defensa de los derechos de los homosexuales, tanto nacional como
internacionalmente.
Con un beso comencé el taller y con uno lo culmino: el beso de Alejandro
coincide con mi intención de dejar de dictar cursos de escritura.
Pero les hablaba de mi primer beso. Tuve que planificar bien el lugar
donde iba a ocurrir pues para ese entonces vivía en la casa materna, por lo que
no tenía un apartaco privado.
Decidí que fuera en El Ávila, el cerro que oxigena Caracas. Era el lugar
ideal para alejarme de los mirones. Así fue como en un atajo del camino nos
detuvimos y nos besamos. Me hubiera gustado follármelo allí mismo pero la
presencia intermitente de otros caminantes me previno de hacerlo.
Para ese entonces Daniel estaba atravesando la ruptura tormentosa de su
pareja por haberlo pillado mamándole el pene a otro tipo en un sauna. Yo más
romántico estaba en pleno enamoramiento platónico de –no con- Ernesto, por
lo cual la relación no pasó de alguno que otro beso fugaz en una esquina. Yo
seguí -sigo- con mi despecho y él sigue defendiendo a las minorías sexuales
alternativas. Bien por él.

VI. La búsqueda de sentido - 28 V 2015


Voy al quiosco y pido un cigarro detallado. Pago 20 bolívares y lo


enciendo. Lo fumo mientras pienso en Alejandro: saber que había ganado su
confianza y que ahora me bloquea es algo que sólo soporto con nicotina.
No me hayo en la nada, sin trascendencia, sin su cuello al hablarle al oído
en una presentación de poesía...
Lo que busco en realidad no es a Alejandro, es más bien los que sentía
cuando estaba con él: la búsqueda de sentido.
A su lado me sentía sexy, inteligente, realizado. Sin él... la aterradora nada.
Siento que es similar a poner una foto en Instagram. Mientras la tengo en
el disco duro no existe pero cuando la monto "en línea" cobra vida.
Después de conocer a Alejandro no soporto ver programas basura de
televisión, hablar de política o comer lo mismo de siempre en la feria del
centro comercial. Sólo recuerdo el bulto de su entrepierna marcado entre sus
pantalones y las ganas que tengo de tomarlo entre mis manos y meterlo en mi
boca: la búsqueda de sentido.

VII. El beso maldito - 15 V 2015


Y ya viene siendo hora de que les cuente del dichoso beso maldito.
Ese viernes no pensaba alejarme de casa. Cuando Fernando estaba a punto
de salir me llegó un mensaje de Whatsapp de Alejandro.
Me decía que estaba devastado porque su amante-1 estaba hospitalizado y
no podía averiguar cómo estaba dado su condición de tercero en la relación.
Hasta ese momento no sabía nada de las relaciones amorosas de Alejandro.
Estaba procesando su confesión cuando me dice que seguía la invitación a ver
películas en su apartamento en la noche. Luego pensando bien la vaina me
preguntaría cómo coño se puede estar devastado y planear una velada con
amigos al mismo tiempo.
En un microsegundo tomé la decisión: le dije a Alejandro que sí por
Whatsapp y le informé a Fernando que iba a ver una película con los alumnos
del taller.
Ustedes pensarán: qué liberales son estos que salen a sus anchas sin
sospechar posibles flirteos extra pareja.
Nada de eso. Para ser preciso yo tenía años sin salir con amigos, más o
menos los que tengo con Fernando.
Sí, eso debió encender las alarmas de mi pareja, que no entendía muy bien
mi sofocón por salir... Y qué clase de sofocón.
Nada, como he sido todo este tiempo más fiel que fanático de los
Tiburones de la Guaira - que tienen más de 25 años sin ganar una campaña en
el béisbol nacional-, creo que tomó la vaina entre confundido y preocupado
pero no me armó un show de celos... quizá por culpa, pero de esto les hablaré
en otro capítulo.
Estuve todo enrollado en el trayecto a la oficina de Alejandro por lo de ser
infiel por primera vez. Al final iba a ser sólo una película, pensaba en ese
momento.
Llegué a las 5pm a su oficina. Alejandro me había dicho a las 5:30pm.
Como me estaba quedando sin pila en el celular le escribí para cargar en su
despacho. Me dijo que estaba reunido así que me salió ir al centro comercial
Sambil en donde instalaron unos puntos de recarga tipo aeropuerto.
Mientras cargaba el celular me llamó mi hermana Melisa contándome su
conversación con nuestra media hermana Rosa -con la que nunca habíamos
tenido contacto- sobre el estado de mi papá dado el diagnóstico de cáncer que
le hicieron.
Debo decirles que paradójicamente tener dos problemas en que pensar te
libera de ambos: hablando sobre mi padre pensaba en Alejandro y cuando
estaba con él pensaba en mi padre. La vida te presiona pero no permite que
colapses.
Cuando se hizo la hora me acerque al edificio del bufete de Alejandro,
ubicado cerca de la plaza Altamira. Este detalle aparentemente trivial -la
buena y costosa ubicación se su oficina- tendría un importante significado que
me ayudaría a completar el rompecabezas en que se me convirtió Alejandro.
-Profesor... -me saluda al verme con esa barba a medio hacer que me mata
y vistiendo un saco gris también velludo.
Fuimos a su carro y lo primero que le pregunté fue por el estado de salud
de su amante -al rato me enteraría que tenía dos pero en ese momento sólo
conocía parte de la historia.
En el trayecto para su casa me dijo que tenía 13 años como amante de un
hombre casado -el hospitalizado- y 5 años con una relación adicional -el oso
bachaquero de quién ya les conté.
- Con el primero yo soy el que da emocionalmente y del segundo soy el
que recibo - me trató de explicar.
Traté de mostrarle mi sincera actitud de no juzgarlo. Aunque debo confesar
que molesta escuchar al tío que te quieres tirar hablar de su amante casado y
su oso Teddy.
¿Sabían que el nombre inglés "Teddy bear" (oso Teddy) proviene de
Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos entre 1901 y 1909, quien
rehusó disparar a un oso en una cacería preparada por sus ayudantes con fines
promocionales?. Amo Wikipedia.
Ya Alejandro me había contado en un almuerzo previo -que les detallaré en
otro capítulo- sobre la muerte de su padre con cáncer, la de un hermano por
vicios y sobre la "locura" de su madre.
Nada, que al llegar a su apartaco ya entendía un poco el porqué de ese
enigmático "no voy a estar bien" que me lanzó en el trayecto.
Pensé que íbamos a subir varios pisos pero por la forma se construcción de
su edificio tuvimos que bajar dos. Lo hicimos por la escalera por la fobia de
Alejandro a los ascensores, como les conté al describirles aquel pajazo conque
comencé esta historia.
Mientras escribo esto en la cama gracias a la aplicación de Word del
celular debo ir al balcón a fumarme un cigarro a escondidas de Fernando -otra
infidelidad-. Había dejado el vicio desde que superé otro despecho que tuve y
del que les contaré en otro capítulo: el protagonista en este caso era Antonio
Barrios, un colega periodista del que me enamoré cuando trabajaba para una
agencia de noticias.
También debo decirles que esto de tener un celular "inteligente" en pleno
despecho es un peligro. Ya les contaré más adelante el peligro del stalkeo:
mientras escribo ya me he detenido a colocar algunos likes en fotos que sube
Alejandro a Instagram.
Pero bueno... volvamos al beso maldito. Al entrar en el apartamento me
pareció más bien un cuarto de hotel lujoso. Para los que saben de Feng Shui
les diré que la energía que prevalecía era la Yang, es decir, fría y metálica.
Esto me daría una pista más para armar el rompecabezas que era Alejandro.
Pasando al salón descubrí desde dónde él toma esas estupendas
panorámicas de los atardeceres. Un ventanal corredizo nos mostraba una
espectacular vista de Caracas. Me recordó la puerta de la luna de Game of
Thrones por donde lanzaron a varios de sus personajes.
En una esquina había un diván de cuero negro y no pude evitar caer en la
tentación -otra- de acostarme en él. Pasé de ser el psicólogo de Alejandro a ser
el paciente.
Mientras llegaba el amigo de Alejandro que nos acompañaría a ver la
película, me puse a ojear la biblioteca. Me llamó la atención dos temas
repetidos: Hemingway y los gays velludos, la escritura y el sexo, las dos
pasiones ocultas de Alejandro.
Aclaremos lo de ocultas: El amor por la escritura, que es su principal
vocación, fue en cierta forma truncado por su padre al obligarlo a estudiar
derecho y no letras como quería. En cuanto al sexo, además de tener que
ocultar su condición de amante de un hombre casado, Alejandro sufre de lo
que él llama ”distopía de ego”, rechazo a su condición de gay que lo hace
burlarse públicamente de los homosexuales. En una ocasión, específicamente
el día de mi cumpleaños, colgó un vídeo en el grupo de Whatsapp del taller de
escritura que mostraba a un joven amanerado que se confesaba gay el día que
cumplía su mayoría de edad.
No se en realidad cómo se me ocurrió hacerlo. Quizá era demasiado
"queso" acumulado. Pero juro que mi intención era buena.
Le pregunté si confiaba en mí para hacer algo "controlado", que necesitaba
cerrar un proceso personal. No pueden decir que no le avisé.
Me acerque a él y le di un beso en la boca. No seque tienen ciertos
hombres en no abrir la boca cuando sonríen o besan: éste fue el caso de
Alejandro -debe ser algún complejo con su dentadura.
Me preguntó si el beso era para probarme que no era gay. Le respondí que
ese no era el problema porque yo era transparentemente, era sólo que él me
gustaba y quería matar eso allí.
No sé por qué para un gay es un alago que le digan que no se le nota, es
decir, que no bota pluma. Eso fue lo que me dijo Alejandro además de
preguntarme si no era peor para mi enamoramiento el haberlo besado.
Nada. La cosa quedó allí porque el amigo de Alejandro llegó. Que si no
fuera por eso y si él hubiera querido hubiéramos follado varias veces y en
varias posiciones.
El amigo resultó ser Marcel, yo lo conocía de la escuela de fotografía de
Ernesto. Siempre me había parecido un troll pero no es así en realidad, más
bien es un gay Susanita, léase aquel que sería un estupendo novio pero sigue
soltero.
La velada transcurrió de forma agradable aunque yo me moría por repetir
el beso. Vimos la película Melancholía deLars von Trier, comimos pizza y
torta de chocolate y bebimos coca cola.
Alejandro y yo captamos la esencia de la película mientras Marcel no
entendió nada pendiente de que un extraterrestre le arreglara la trama a la
historia.
Es por esto -incluyendo el compartir de pizza y el punto de vista común-
que no entiendo por qué Alejandro me bloquearía días más tarde. Una opción
puede ser que le moví el piso y que su obsesión de control lo hizo aislarse.
Otra puede ser que lo frikeó mi insistencia por hablar con él pero de esto les
hablaré más adelante.
Así fue como ocurrió el beso maldito, y lo llamo así porque fue la última
vez que vi a Alejandro por lo menos hasta el momento de escribir estas líneas.
Espero que en los próximos capítulos cambie la situación y Alejandro salga de
su período de hibernación con todo y sus osos amantes.

VIII. La hermandad - 15 V 2015


Y ustedes se preguntarán cómo me presenté ante Fernando luego del beso


maldito a Alejandro.
Les debo confesar que el beso en sí no constituyo infidelidad pues por lo
menos esa noche lo sentí como una caricia amistosa que pretendía cerrar un
queso mal procesado -léase queso como una fantasía erótica.
Si le fui infiel a Fernando fue antes, cuando me masturbaba en la ducha
pensando en Alejandro; allí no había nada de amistad, era toda entrega sexual
al mayor grado. Para que me entiendan más los hombres que leen esto: cuando
me masturbaba pensando en Alejandro el semen presentaba esas larvas
pequeñas que parecen caraoticas; todos sabemos que esto ocurre sólo en
excitaciones fuentes si no el semen es más espeso e indiferenciado.
Nada, que llegué a la casa y Fernando no notó nada raro... o eso creí en ese
momento.
Pero lo que quería tratar en este capítulo no era la infidelidad o las
caraoticas en el semen. Lo que quería comentarles es como los gays se llaman
entre ellos: la hermandad.
Nunca he sido de los homosexuales que se creen parte de una cofradía
secreta, se llaman "primos" o forman sub grupos según gustos específicos -
sados, osos, drags,...
En la noche del beso maldito me topé otra vez con esta particularidad de
los gay. Resulta que Marcel, el amigo de Alejandro con quien vimos la
película, vivía cerca de la casa que comparto con Fernando y me ofreció la
cola.
Durante el trayecto inició la conversación repitiendo eso de que él y
Alejandro eran de la hermandad. No sé si los tíos se hacen los pendejos o es
que en verdad no parezco gay pero en definitiva tuve que decirle que yo
también lo era -aunque por dentro me decía que me valía mierda cualquier
asociación gremial de índole sexual.
Nada, aclarado el punto pasó a relatarme preocupado como le ha costado
conseguir una pareja gay que no esté media loca.
Marcel se autodefine como un gay Susanita -como el personaje del cómic
Madalda obsesionado con casarse, tener una casa ordenada y muchos hijitos-.
Dice que sus amigos lo consideran el novio perfecto. Pero como a uno parece
que le termina gustando los aspectos contrarios a los nuestros, Marcel ha caído
varias veces en relaciones con tipos medio frikis.
Su última pareja era una especie de hongo repelente en cuanto al roce
social. Cuando estaban en grupo con amigos el tipo se quedaba en una
esquina, callado y como muerto.
Los amigos de Marcel le decían que tenía que ser buena cama para
soportarlo. Y efectivamente lo era según Marcel, follaba como los dioses.
Nada, lo de siempre: las presiones de los amigos valió más que los polvos
y terminaron.
Luego de pasar la cuarentena nuestra Susanita salió nuevamente de su
crisálida cual mariposa para posarse en un nuevo pene. Esta vez más friki que
el anterior. Como dicen en Venezuela: salió de Guatemala a Guatepeor.
Se empató en Navidad y cogió como loco pero tuvo que viajar para Fin de
Año porque ya había comprado el pasaje antes de conocer a su nuevo Adonis.
El destino fue Río de Janeiro y a nuestra Susanita le pareció de lo más
normal ir a discos gay. Qué pensaba el nuevo novio friki que iba a hacer,
¿acaso ir a la sede principal de la secta Pare de Sufrir o a un comité de
opositores políticos de Dilma Rousseff? No, Marcel se fue a llenar de espuma
entre hombres semidesnudos para celebrar el año nuevo.
Pues sí, al enviarle las fotos de la rumba -cual Susanita sincera- a su
noviecito le entró la crisis tildándolo casi de puto. Como verán el noviecito no
entró al nuevo año de Marcel y más nunca a su culo, aunque en la hermandad
no se sabe, más de un caso de reincidencia a ocurrido.
Luego de esta historia Marcel pasó a comentarme su experiencia en los
portales de búsqueda de citas gay. Susanita ataca de nuevo y coloca su rostro
en su perfil mientras los demás ponen su verga o el manido pecho desnudo.
No les cuento los tíos frikis que se ha conseguido la Marcel en sus
incursiones cibernéticas. Nada, que sigue más solo que la una esperando el
novio perfecto que lo ayude a cuidar sus dos docenas de gatos. Sí, Marcel
tiene muchos gatos como yo y Fernando. ¿Debemos formar un subgrupo de la
hermandad amante de los gatos y esperanzado en encontrar un príncipe azul?
Ya los portales gay deben tener una subrutina programada para reunirnos.

IX. Los panas cogibles – 29 V 2015


Si de categorías se trata necesito hablarles de una que yo creé para


organizar algunas de mis relaciones sentimentales. Les hablo de los “panitas
cogibles”.
Se trata de esos tíos guapos y súper buena vibra que nos gustaría tener
como pareja en un universo paralelo y que en éste me permitiría tener con
ellos al menos una estupenda única cogida deliciosa para luego pasar a ser
amigos inseparables. Una característica que poseen es que son súper talentosos
y exitosos; que le voy a hacer, así me gustan.
Es curioso que los más recientes ingresos a mi categoría de panitas
cogibles se llamen ambos Luis Enrique y vivan en el extranjero.
El primero es el periodista de espectáculos de CNN Luis Enrique, que vive
en los Ángeles Estados Unidos; y el segundo es el diseñador de modas Luis
Enrique, que vive en Tenerife España. En espectáculos y moda, allí se
encuentran mis panitas cogibles.
Y no crean que son amores platónicos, que los he tenido y de los que les
contaré en un capítulo aparte. Estos individuos son buenos amigos producto de
la interacción en las redes sociales. Gracias a twitter logré colaborar con el
programa de espectáculos de CNN haciendo preguntas con lo que cautivé al
periodista, y gracias a Instagram seduje al modista. Juro que ambos no
dudarán en tirar conmigo cuando nos veamos personalmente. Por ahora la
geografía me salva de serle infiel carnalmente a Fernando.
Como verán ser fiel no es un concepto muy fácil de establecer. Además
hay que considerar ser fiel a uno mismo. Supongo que no soportaría tirar con
alguien sin confesárselo a Fernando. En cuanto a masturbarme en la ducha es
otra cosa y más cuando creo que Fernando también lo ha hecho por su lado
como les contaré más adelante.
Ustedes dirán que quiero ser un puto: sí y no. Como escritor quisiera hacer
trabajo de campo gonzo y tirar con media humanidad. Pero no me veo lidiando
con la verdad en un grupo variado de relaciones, a menos que quede claro con
todas que sólo lo que quiero es coger.
Como podrán intuir si han seguido estas líneas, el brote erógeno que sufro
y que me hace flirtear con panas cogibles es para compensar el vacío que me
ha dejado la ausencia de Alejandro: no quiero sentirme como un loco
enamorado acosador sino como alguien libre y atractivo.
Creo que una de las razones que tengo para escribir estas confesiones es
para analizar con perspectiva cómo coño llegue a esta posición en mi vida
sentimental y sexual para luego tomar decisiones que me den paz. Mandar a
todos a la mierda es una de las opciones que manejo, incluyendo a los panitas
cogibles.

X. De pareja - 23 XII 2009


Ustedes se preguntarán qué pito toca Fernando en esta historia bizarra de


amoríos y despechos.
No sé si fue por ser Navidad y no tener nada qué hacer en casa, un día
antes de la Nochebuena de 2009 comencé a chatear con Fernando. Yo estaba
en Venezuela con mi madre y él en España pasando vacaciones con su
hermano y sobrinas.
Para los que creen en el destino debo contarles que Fernando y yo
cumplimos el mismo día –el 7 de mayo-, y para mayor “causalidad” como
dirían los newagestambién su cuñada cumple el mismo día que nosotros: culpa
de la numerología que terminamos cogiendo he pensado algunas veces.
Pasamos varios días chateando y quedamos en vernos cuando regresara de
España en enero, para tomarnos el café respectivo, es decir, en el argot gay
"tirar como locos".
Yo estaba todavía digiriendo mi despecho con respecto a Ernesto. Pero
como buen tío romántico luego de tirar se me dio por jugar a la casita -con
gatos y todo- y terminé conviviendo con Fernando varios años en vez de
asumir que la vaina sólo era un polvo pasajero. Nada, todo por no tener
muchos revolcones a cuestas que me salvarán y pusieran todo en perspectiva.
Claro que he querido a Fernando, no crean lo contrario. Lo que sucede es
que conviviendo con él descubrí que estaba mal pegado con una relación
anterior -aún lo está-, lo que hizo que terminara enfriando el amor que le tenía.
Sigo con él en parte porque no tengo a dónde ir y porque temo el destino de
los gatos si me voy.
Si Fernando estuviera enamorado de mí de seguro hubiera apostado por la
relación y ahora estuviéramos hasta pensando en adoptar un hijo. Pero no,
nunca me ha querido realmente, aunque reconozco que ha hecho un esfuerzo,
sobre todo cuando caí en depresión cuando murieron dos de nuestras gatas.
Y así es como en este momento escribo estas líneas en casa de Fernando,
sufriendo por el alejamiento de Alejandro, retomando el contacto con Ernesto
y su escuela -me voy de viaje fotográfico con ellos en dos días-, whatsapeando
con el pana cogible de Tenerife, cuidando a mis gatos que se reproducen
como conejos y esperando alguna iluminación espiritual que me aclare el
horizonte. Mientras tanto escribo, que en si es una gran bendición.

XI. Mi primera declaración gay – 2003


Ya sé lo que estarán diciendo de mí, cómo es posible que un tipo tan


cachondo no haya arrasado con los antros caraqueños desvirgando culitos a
diestra y siniestra mientras estaba en sus veintes.
Ya se los dije, desde niño y hasta los 30 mi única pasión eran los estudios.
Si a eso le suman mi deseo de ser cura y la falta de dinero en casa
comprenderán que mi roce social se viera limitado.
Además hay que señalar que en mi casa materna el sexo era como los
cumpleaños, no se celebraban ni se hablaba de ello -gay y extraterrestre
entraban en una misma categoría lejana e imposible.
Así fue que fui un virgen feliz hasta pasado los 30, como titula un libro
pavosísimo de una venezolana que asegura haberlo logrado pese a haber sido
novia de peloteros que tenían su bate bien grande: debe ser que para ella
mamar no desvirga.
Pero de lo que quería hablarles era de la primera vez que me le declaré a
un hombre. Se van a reír cuando sepan el nombre y la profesión del susodicho:
Luis Enrique, profesor.
Sí, mi profesor de metodología en la escuela de comunicación de la UCV,
Luis Enrique, fue el primer tipo al que le dije que me gustaba.
Con sólo pensar en él se me para, se los juro. El tío estaba buenísimo. No
sé si era por los trajes que utilizaba o por lo estricto en clase: algo
sadomasoquista debo tener.
Aunque pensándolo bien y notando por qué estoy ahora como loco por
Alejandro concluyo que en realidad lo que soy es sapiens-sexual, como me
pone en vena un cerebro bien amueblado -como escuché decir al escritor
venezolano Oscar Marcano al referirse a mi tallerista Rafael durante la
presentación de su primera novela.
Pero no crean, era virgen pero no lerdo. En la primera ocasión que fuimos
a beber cerveza los estudiantes del curso con Luis Enrique hice que me
invitara a su casa argumentando lo tarde que era.
Nada pasó. Yo dormí en el cuarto de huéspedes mientras tenía al objeto de
mi deseo a unos metros roncando. Lo que pasa es que Luis Enrique no
aceptaba ser homosexual pese a que botaba más pluma que un pollo en un
gallinero.
Al día siguiente fui a la biblioteca y le escribí una carta declarándomele.
La comencé con la enigmática frase: "Yo seque no serás tú pero eres lo más
cercano al hombre de mi vida" o algo más o menos así de cursi tipo Arjona.
Me acuerdo que en esa época pasaban la novela brasilera El Clon en la
televisión y yo cantaba todo el día la banda sonora pensando en Luis Enrique.
Nada, el tipo se fue a México a hacer otro postgrado y yo me quedé con el
título de poeta -virgen- en Caracas. De seguro algún mexicano desfloró el
culito de Luis Enrique después de unos buenos tequilazos.
Yo aprovechando que escribo este inventario de mis escarceos amorosos
voy a ingresar a Luis Enrique Centeno -otro Luis Enrique- a mi base de datos
de panitas cogíbles. Quién quita que vaya a México y me lo consiga. Si eso
ocurre juro que esta vez no me lo pelo y me lo raspo escuchando La
Cucaracha o La Bamba en el baño de algún antro luego de caernos a tequilas.
Nota al pie: mientras escribo este capítulo en mi celular -son las 2am y
Fernando ronca a mi lado -envió una foto de un atardecer por Whatsapp al
panita cogible de Tenerife y pienso en Alejandro. Que vaina...

XII. Sexting desde el cine – 3 VI 2015


Desde que tuve el encuentro con el oso-2 de Alejandro tengo la costumbre


de ir cada miércoles al mismo lugar donde me dijo "la embarraste... sigue tu
camino". No lo he vuelto a ver.
En una de estas ocasiones terminé entrando al cine para ver la película
Chappie.
Estaba solo en la sala cuando recibo un mensaje por Whatsapp del panita
cogíble de Tenerife, el modista Luis Enrique. En España serían como las 12 de
la noche mientras que en Caracas eran las 7.
No sé si sería porque él insistió o porque la oscuridad del recinto me dio
confianza, la conversación terminó desbocándose en sexting: yo le escribía
mensajes eróticos cual línea caliente barata y él me enviaba fotos de sus nalgas
y de su pene.
Debo decir que el tamaño y forma de su instrumento eran satisfactorios por
si alguna vez nos vemos personalmente y me invita a probarlo.
Mientras el robot de la película descubría que tenía conciencia y quizá
alma yo perdía las mías gracias al teléfono inteligente.
Al terminar la película -cuya mitad perdí en absoluto-, tuve que ir al baño a
masturbarme por lo cachondo que estaba.
No sé cómo va a ser ahora la relación con el modista de Tenerife, si va a
insistir en hacerse la paja por Whatsapp o pasaré al olvido por puto barato. Lo
bueno es que no tomé ninguna foto de mi pene: no quiero terminar
extorsionado por estar mostrando mis partes en la red.
Debo confesar que el ratón moral luego del sexting con Luis Enrique me
hizo sentir igual que cuando fumo: me encanta hacerlo pero luego tengo un
mal sabor de boca y hasta malestar general.
Me siento sucio por haberlo hecho y molesto por traicionar a Fernando. Lo
único que me hace sentir mejor es tener material cachondo para estas crónicas.
Provocarle la paja vía Whatsapp a un tipo mientras pienso en otro para
luego volver a casa de mi pareja es mucho para mi paz de espíritu. A esto hay
que sumarle a la escena bizarra el recibir por Whatsapp de una hermana una
foto de mi padre que no veo en años. El Whatsapp que usé para una paja me
trae la foto de un padre cuyo abandono quizá me hizo gay: paradojas de la
Providencia. Debería preguntarle a Chappie qué opina de ello, de seguro
tendría más conciencia que yo.

XIII. Un email tuyo bastó para sanarme - 1 VI 2015


Pero unas son de cal y otras son de arena, dice el lugar común. No sólo de
traspiés y despecho vive el hombre. Algunas veces le toca su sábado, y a lo
judío para descansar -que no de palo cochinero.
¿Y de qué habla éste dirán? Les habló de Ernesto.
Mientras escribo estas notas para drenar mi rollo por Alejandro, se me
ocurrió escribirle a Ernesto para felicitarlo por su exposición y para decirle
que "mientras todos te ven como fotógrafo o profesor yo te veo como un
amoroso escritor".
Le dije que estaba feliz de verlo "luminoso y creativo" dándole vuelo a la
escritura y que esperaba en un futuro leer una obra larga de ficción suya.
Debo comentarles que la expo de Ernesto no sólo era de fotografía sino
que incluía un pequeño relato de cada personaje retratado.
Total que envié el email y oh sorpresa: Ernesto que me escribe y el mar se
separa en dos, logro atravesarlo y recibo el maná del cielo después de años de
sequía y éxodo... Que eso fue lo que sentí coño: el tipo por el que he estado
más enamorado en la vida me contesto llamándome "My Friend".
Me agradeció el comentario y el haber ido a la expo. Me mandó un abrazo
que para otros podría sonar común y hasta automático pero para mí significó
la gloria, la paz, la esperanza.
Un email de Ernesto bastó para sanarme. Sé que nunca prosperará un
romance entre ambos. Pero saber que puedo retomar su amistad es algo muy
valioso para mí. Sí logró asistir a los viajes fotográficos que organiza Ernesto
y compartir con él me doy por satisfecho: la versión romántica de tirar con él
simbólicamente.
Lo que quiero decir es que en los viajes sería metafóricamente mío, para
luego dejarlo ir con sus alumnos, su familia y su fama.
Ubicar el amor en un espacio productivo es lo que me ha enseñado mi
despecho por Ernesto. Mientras tanto el de Alejandro me está envenenando
con nicotina: compré una cajetilla de cigarros y un yesquero y a escondidas de
Fernando he retomado el vicio.
Nada, que no todo es coger. Uno tiene su corazoncito y unas pocas
palabras bastan para sanarlo.

XIV. Mi papá tiene cáncer - 6 VI 2015


Son las 6 de la tarde y para esperar a Fernando camino por mi ruta de trote
habitual en la urbanización La Lagunita.
Pienso que hace 3 semanas -qué rápido pasa el tiempo- Alejandro dejó el
taller.
Sé que caminar por esa zona a esas horas es exponerse a un secuestro pero
no me importa. Fumo un cigarrillo, el décimo del día.
"Sigue tu camino" todavía retumba en mi cabeza y decido: Coño, debo
hacer algo significativo -a lo Jodorowsky- para cerrar el capítulo de Alejandro.
Recuerdo que él cumple años el 28 de septiembre y me fijo como meta
escribir mi novela El Enigma Pessoa para esa fecha. Se la voy a hacer llegar
como regalo de cumpleaños dedicada: A Alejandro, por quién quisiera huir a
Barcelona a escribir juntos.
Entonces recibo la llamada: mi hermana Melisa me dice que mi papá tiene
cáncer de próstata, que lo tiene regado en varias partes del cuerpo, que sufre
arritmia de corazón y que no puede ser operado, que sangra, que está asustado,
que se quiere curar,...
Decidimos viajar a Valencia el sábado próximo para verlo y de carambola
a mi media hermana Rosa, a quien nunca he visto.
Cuelgo y en quién pienso: en Alejandro.
En una sesión de intervención del taller tuvimos un almuerzo antes del
beso maldito y en dicha ocasión me contó que vio morir a su padre de cáncer,
lo vio partir de su cuerpo poco a poco como un suspiro. El momento más
hermoso y doloroso de su vida.
Y qué hago: lo que temía hacer, le escribo un email contándole la situación
de mi padre.
Aún no recibo respuesta. Al shock por el estado de mi padre le sumo la
tortura de pensar que Alejandro me desprecia tanto que hasta un email como
ese no contesta.
¿Quiero aprovechar el cáncer de mi padre para manipular a Alejandro? No.
No soy él, soy Sebastián Ferreira. Sólo quiero sanar la relación para dormir en
paz.
Voy al centro comercial para cenar con Fernando. Chequeo el celular y veo
que Alejandro posteó una nueva foto en Instagram: Cloud Light la llamó. No
responde a mi email.
A la mierda todos: mi padre, Fernando, la china que nos sirve la comida, el
cáncer, el cigarro, Alejandro,...
Soy escritor. Eso es lo único que puedo controlar y que me da paz... lo
único que me hace salir de la cinta transportadora de este gallinero que es la
vida que te lleva del huevo a la muerte como otro pollo más. No. No soy un
pollo y no soy Alejandro: no bloqueo a una persona amorosa como Sebastián.
Así que decido saltar de la cinta transportadora y ante todo pronóstico decido
amar a Alejandro.
El 28 de septiembre recibirá el manuscrito de mi novela dedicado. Soy
escritor.
Nota al pie: amanece el domingo y al revisar Instagram Alejandro borró la
foto que posteo ayer sobre una nube en el ocaso.

XV. Tirar es como fumar – 2007


Lo buscas desesperadamente, lo metes en tu boca, lo enciendes, lo


disfrutas en profundidad, no quieres que acabe, quieres tragarlo completo... y
acaba dejándote un mal sabor de boca y un ratón moral. El cigarro.
Pero como podrán haber pensado los más listillos y zorros de ustedes esa
descripción es la misma que cuando le mamas la verga a un tío que te gusta
pero que luego de tirar ya no quieres saber de él. Terminan siendo una colilla
más -tú y él-, dejándote un vacío que no te deja respirar. Y a por el otro, dirán
los tiradores -fumadores quise decir.
Tengo que contarles que esta asociación malsana entre el despecho, el sexo
y los cigarrillos la agarré cuando me enamoré -sí, otra vez- de un colega
periodista en una agencia de noticias para la que trabajé. Antonio se llama y
baila salsa como los dioses.
Nuevamente en su caso sentí la sensación de que él me quería pero todo
este rollo social en contra de los maricos lo hizo buscar chochas a juró aunque
en el fondo le hubiera gustado mamar vergas.
El despecho de Antonio ha sido el más fuerte que recuerde hasta ahora con
Alejandro.
Dé ese proceso me viene el vicio del cigarro en cada crisis amorosa y el
haber aprendido a bailar salsa. Nada, que como fuerza de gravedad uno busca
parecerse al ser amado, en lo bueno y en lo malo, en el baile y en el vicio.

XVI. Amor deconstruido


No crean por lo que han leído que me gusta estar enrollado todo el tiempo.
Por lo general intento buscar nuevamente mi centro. Lo que pasa es que con
Mercurio retrógrado todas mis relaciones del pasado vuelven buscando
resolución. En esta oportunidad las resuelvo escribiendo estas notas.
Aún tengo mucho por confesar en esta especie de pajaso colectivo que
vengo desarrollando.
Quisiera hacer ahora un alto en el camino para tratar de establecer unas
conclusiones preliminares pendientes de revisión.
Cómo puedo llamar el admirar a Ernesto mientras comparto casa y gatos
con Fernando y sufro el alejamiento de Alejandro además de provocar la
erección a distancia vía Whatsapp de Luis Enrique: Amor deconstruido es una
primera aproximación de definición.
Me explico con una metáfora. La laptop que utilizo para trabajar la compré
en mi más reciente viaje a Madeira. En una lluvia, una gotera hizo que el
teclado dejara de funcionar por lo que tuve que comprar por eBay un teclado
portátil desde Nueva York. Una de mis gatas se puso a dormir sobre el equipo
y dañó su alfombra mouse, por lo que tuve que pedir prestado un mouse
adicional.
Así veo mi mundo sentimental erótico actual: con un hombre comparto una
pizza viendo Game of Thrones, con otro hago un viaje fotográfico, con otro
discuto de literatura mientras me masturbo pensando en otro.
Algunos lo llamarán infidelidad o relajo. Yo lo llamo Amor deconstruido,
y eso me está funcionando actualmente.

XVII. Mujeres – 1990


Sí, tuve una etapa heterosexual o más bien pre-homosexual. Hoy lo recordé
mientras hacia un trabajo de fotografía documental de una tradición religiosa
de mi pueblo: Los Diablos Danzantes de El Hatillo -primos de los de Yare.
En la iglesia me topé con Rosa, una compañera de bachillerato que me
traía de cabeza en la adolescencia. Quién diría que 20 años después yo le daría
clase a su hijo en mi Taller de Escritura y me gustaría mamar vergas -no la de
su chamo claro pues pedófilo no soy.
Pero Rosa no fue la única mujer que me gustó. Luego vino Fanny que
aunque tenía nombre de puta terminó casadísima ejerciendo de ama de casa -
de lo que me libré.
Lo más cerca de una chocha que estuve fue una cita para comer helados.
Dios sabe lo que hace y recondujo mis caminos a áreas más musculosas y
velludas: con los hombres me pongo a mil como ya se han dado cuenta.
Sé que mis múltiples tíos y primos estarían felices viéndome criando
muchachos cual toro semental pero ya deben estar enterados vía Facebook de
mi afición por los arcoíris y los tipos con el pecho desnudo.
Pero ya que estoy haciendo un registro de mis devaneos eróticos que quede
asentado en acta que alguna vez lo intenté con las tetas pero no funcionó: no
se me para con las tías.

XVIII. El amor de mi novio - 23 I 2010


No es que me sienta culpable por vivir con mi pareja mientras me


masturbó en su baño pensando en Alejandro o hago sexting con el pana
cogible de Tenerife. Si les voy a contar del verdadero amor de Fernando es
para que tengan la perspectiva completa y puedan comprender por qué pienso
en otros tíos en vez de tirar feliz cada jueves con mi novio luego de ver otro
capítulo de Máster Chef en la tele.
José. Ese es el nombre del gran y único amor de Fernando. Es director de
coros aunque ahora vive ilegal en España haciendo ramos de flores con su
esposo y bueno... es VIH positivo -aunque de este tema les hablaré en un
capítulo aparte.
Tengo entendido que alguna vez intentaron ser pareja pero no funcionó.
Creo que fue por el tamaño del pene de Fernando, que más bien es pequeño. Y
por lo que sé la José le gusta que le den duro por el culo.
En una oportunidad se empató con un actor porno y casi se casa con él. De
hecho serví de testigo para sacar sus papeles para el casorio.
Iba a mudarse a sudafricana con su maridito pero la vaina se cayó cuando
lo descubrió en un chat de sexo: malas mañas no se pierden.
Mientras tanto tuve que calarme la llorantina de Fernando que veía perder
a su único amor. La esperanza de retenerlo duró poco pues la Mena cambió un
pene africano por uno europeo en donde ahorcarse.
Ahora que estoy mal pegado con Alejandro entiendo a mi Fernando. Uno
intenta hacer que el rutinario café de la mañana te sepa bien pero lo que uno en
verdad desea es un revolcón que dure toda la noche en brazos de quien te
calienta más los motores.
¿Será que nos enamoramos de lo que no podemos alcanzar y despreciamos
lo que tenemos fácil en casa?
Nada, que a golpes he terminado por entender a esos gays que le huyen al
compromiso y buscan continuamente una diferente cogida. Quizás sean más
conscientes de lo corta que es la vida y lo destructivo de la rutina.
Mientras dormimos otra noche juntos sin deseos de tirar cada quien sueña
con su amado para preparar la siguiente paja en la ducha. Fernando pensando
en José y yo pensando en Alejandro. Lo que es igual no es trampa.

XIX. Mejor que el sexo – 11 VI 2015


Definitivamente hay cosas mejores que el sexo. Algunas veces viene en


forma de la respuesta a un email diciéndote “Myfriend” –como el de Ernesto-.
Otras veces viene en forma de una foto posteada en Instagram. Me explico:
Luego de que Alejandro me bloqueara en Whatsapp, me dejara de seguir
en Twitter y desactivara su cuenta en Facebook, uno de los pocos medios que
me queda para comunicarme con él es Instagram. Hace poco le escribí en uno
de los acostumbrados atardeceres que fotografía desde el ventanal de su
apartamento: “Me gustaría verlas expuestas en una galería”. No me respondió
pero no me bloqueó, es un avance.
Pero la foto a que hago referencia y que me iluminó el día fue una que
puso ayer de un castillo de Sintra en Portugal. Él sabe que en ese lugar ocurren
escenas importantes de una novela que estoy redactando. Como mensaje
escribió: “The place wherefairly tales come true” –El lugar donde muchos
cuentos se hacen realidad-. Yo le hice like y le escribí: “…spinning spiral/ …
girando em espiral”, haciendo referencia al leitmotiv de mi novela, el espiral.
Hoy Mercurio causalmente sale de su retrogradación: las comunicaciones
se vuelven más claras. Es como si Alejandro y yo nos comunicáramos en un
código secreto y si es así no les cuento el grado de enamoramiento que
alcanzaré. De hecho estaba pensando desde hace días terminar mi novela antes
del cumpleaños de Alejandro para regalársela con una dedicatoria: “Para
Alejandro con quien me gustaría huir a Barcelona a escribir juntos”.
Me siento como el buscador de Ovnis que capta una pequeña señal de vida
inteligente proveniente del espacio. Como me gustaría un contacto del 3er tipo
con Alejandro y cogérmelo por 8 horas seguidas para luego pasar a que me
coja otras 8 horas.
Me recuerdo ahora de la foto del pene de Luis Enrique durante esa sesión
de sexting mientras estaba en el cine. Esa foto me deprime y me hace sentir
vacío. En cambio la foto de un castillo me devuelve la esperanza en los
cuentos de hadas, en el amor verdadero. Definitivamente hay cosas más
excitantes que el sexo.


XX. Libre - 21 VI 2015

Sí Alejandro, me gustaría tirar contigo. Me gustaría ayudarte a sanar tu


fobia a los ascensores.
Quisiera verte encendido de alegría, entusiasmado por la vida. Quisiera
verte escribiendo mientras te sirvo un café una mañana de domingo los dos
desnudos en un apartamento en Barcelona. Quisiera que me amaras tanto
como yo pero...
¿Ser como una de esas parejas que duerme juntas por costumbre sin
desearse? ¿Ver juntos por enésima vez otra temporada de Máster Chef o
Project Runway? ¿Odiarnos en silencio? ¿Pedirte que cambies por mí?
No. Te amo demasiado para verte preso. Prefiero que me odies si así eres
más libre. Prefiero que no quieras hablarme que verte bostezar cuando te
hablo.
Libre. Quiero verte libre.
Ser abogado cuando odias esa profesión. Ser el amante de un hombre
casado y tener otro amante del cual recibes afecto pero que no lo retribuyes no
es precisamente ser libre. Actualmente no lo eres.
En lo único que te veo feliz es escribiendo. Así que por allí voy a seducirte.
Quiero coger con tu cerebro. Quiero que me admires intelectualmente. Quiero
que me leas y leerte como si estuviéramos haciendo el amor.
Para esto debo dejarme de pendejadas: no voy a pedirte hablar sobre lo que
sucedió luego del beso maldito y menos suplicarte que seamos amigos.
Suplicar no es sexy... uno no tira por lástima.
Te conocí. Vi una película en tu casa: Melancholía. Comimos pizza y torta
de chocolate... Te bese. Y nos separamos.
Has sigo la relación más intensa y fugaz que he tenido y paradójicamente
la más profunda y permanente.
No quiero querer a ningún otro hombre nunca más. Eres tú. Punto.
Pero libre. Te quiero tan misántropo como siempre... tan lúcido como
ahora.
Te amo Alejandro. Por eso no te buscaré. Voy a crecer por ti y para ti. Voy
a atraerte, seducirte... inspírate.
Voy a hacer que tu libro esté en todas las librerías del mundo como si
hubieras eyaculado tu obra en un orgasmo intenso que salpique a toda la
humanidad.
Libre Alejandro. Te quiero libre.

XXI. Eureka – 24 VI 2015


Ya no me escondo para fumar, ya no se lo oculto a Fernando. Estoy en la


terraza fumando mientras que una fuerte lluvia me moja. Quien me viera no se
daría cuenta que lloro: lo hago por el cáncer de mi padre y por el silencio
mercúrico de Alejandro.
Y de repente surge el rayo, la idea que rompe con la tortura que me
carcome el alma desde aquel 15 de mayo en que le di el beso maldito a
Alejandro: Amo a tres personas. Eureka.
Estaba luchando por encajar en mi viejo cuerpo: el bueno de la historia, el
temeroso de su sexualidad, el fiel,… Pero soy otro, un nuevo Sebastián, ¿o
quizá el auténtico? Y se me iluminó la mirada. ¿Si he aceptado que soy gay y
eso choca con las pequeñas mentes de la sociedad por qué no aceptar que
puedo amar de la forma que me dé la gana? Lo dicho, eureka.
Acepto que amo a Alejandro, a Ernesto y a Fernando al mismo tiempo y de
manera diferente a cada uno. Mi amor no cabe en esa pequeña caja rotulada
con la palabra “pareja”. Soy libre de amar no tan sólo como deseo sino como
inevitablemente siento.
Los amo a los tres. Me acepto. El dolor suelta sus garras de mis pulmones
y me deja respirar. Fumo tranquilo. Eureka.

XXII. 69 días - 28 VI 2015


¿No me pude enamorar de alguien más sencillo? Alejandro tiene dos


amantes y no responde a mis mensajes, ni siquiera el email donde le
mencionaba la situación de enfermedad de mi padre.
Como enamorar a un misántropo hiper inteligente como Alejandro. Hasta
el nombre perfecto tiene... el nombre de hombre que más me gusta.
Por ahora sólo puedo dejarle comentarios en Instagram y tuits con datos
interesantes que pueda ver en sus notificaciones de Twitter.
El feedback que recibo es indirecto por medio de los participantes del taller
de novela que dejó para cuidar a su amante diabético: que está bien y escribe
es lo que me dicen.
No quiero botar la toalla y en mi delirio de enamorado se me ha ocurrido
dedicarle la novela que escribo. Me he puesto como límite para escribirla 69
días a partir de hoy.
Con ese margen de tiempo tendría 21 días más de revisión del manuscrito
antes de su cumpleaños el 28 de septiembre.
De hecho me he propuesto escribir una novela al año para regalársela en
cada cumpleaños.
¿Estúpido? ¿Romántico? Es lo único que se me ocurre ahora. La novela
tendrá una dedicatoria:
"Para Alejandro por quien huiría a Barcelona a escribir juntos...".

XXIII. Los barbudos de Fernando - 5 VII 2015


No es que quiera justificar mis acciones y mi búsqueda de otros hombres


mientras tengo una pareja en casa. No quiero caer en el juego perverso de la
culpa. Como he aprendido leyendo Un curso de milagros: la culpa es una casa
estrecha, mejor son las azucenas... el perdón.
Pero como la razón de este texto es contarles toda la verdad, debo decirles
que acabo de pillar a Fernando flirteando con un ex. El tipo está más bueno
que comer con los dedos y tiene una barba de vikingo que tanto le gusta a mi
pareja.
Como le pedí prestada la computadora a Fernando para poder realizar las
correcciones de mi taller más ágilmente, conseguí su Facebook abierto y voilà
descubrí al barbudo gozón.
También leí una conversación entre Fernando y José -su gran y único
amor- donde hablaban del barbudo. La muy zorra de la José le sugería
estrechar lazos con este ex para ver que ocurría. Desgraciá... ojalá que una
migo de su esposo esté en este momento haciendo lo mismo, sugiriéndole que
le monte cachos a la José.
Nada... pero como en lo que estoy es despertando mi visión espiritual y ya
me aburre eso de los celos y los flirteos baratos, he concluido que lo del
barbudo es un regalo que me da la vida. Veo a Fernando libre y eso es lo
importante. Y con su libertad yo me libero: me siento más en paz por mi amor
hacia Alejandro.
No sé qué va a ocurrir: si Fernando tirará con su barbudo, si Alejandro me
volverá a hablar algún día, o si la loca de José le pondrá definitivamente un
candado a su culo y se irá a un monasterio Zen...
Por lo pronto veo como el amor no le gusta habitar en un solo cuerpo, le
gusta el aire y va sacando chispas en cada encuentro: real y virtual...
El amor es así, le gusta la verdad. Pero hay dos tipos de verdad: el revolcón
de una hora y luego si te he visto no me acuerdo -aunque Alejandro asegura
que son dos horas grrrr-, y el enamoramiento, ese que estoy sintiendo por ese
puto cabrón misántropo que se metió en mi camino y no logro sacarlo de mi
cabeza.
Que vivan los barbudos de la vía. Que viva el sexo y el amor. Que viva la
verdad. Y olé.

XXIV. Gracias Ernest Hemingway - 7 VII 2015


Dado el silencio implacable de Alejandro desde que le di el beso maldito y


su amante 1 le dio el infarto en el ojo, he tenido que ingeniármelas para
hacerle saber que no lo he olvidado.
Una de ellas es ponerle un comentario diario en una de sus fotos de
Instagram. Sé que suena friki-spamoso pero no lo crean, más bien es la vaina
más romántica que he hecho en mi vida.
Mientras estábamos de buenas y él seguía en el grupo de Whatsapp del
taller de escritura, yo acostumbraba escribir buenos días en un idioma distinto
cada mañana.
Una relaté una historia de un amante que le prometió a su amada hacer eso
el resto de sus días: Alejandro saltó a decir que no había tantos idiomas
diferentes; yo le dije que precisamente allí estaba lo romántico, que el amante
terminaría creando idiomas nuevos para su amada. Él dijo que eso sucedería
hasta que el objeto del deseo se siguiera manteniendo.
Como sé que Alejandro recordaría ese cuento, yo decidí escribir un
mensaje diario en su Instagram en un idioma distinto, pero el mensaje no era
de cualquier tipo, decidí utilizar citas de Ernest Hemingway, su escritor
favorito.
Súper de su predilección por Hemingway -y por los osos- cuando revisé su
biblioteca mientras llegaba el amigo con que veríamos la película Melancolía.
Y hoy ocurrió el milagro. Aunque no me escribió a mi directamente,
Alejandro posteó una foto de Hemingway en su Instagram con la siguiente cita
del autor: “There is nothing noble in being superior to your fellow man; true
nobility is being superior to your former self.”
No sé si fue una indirecta a mi persona pero lo que sí es que desde que vi
el post estoy saltando y riendo como si fuera una quinceañera gay que recibió
un giño del capitán del equipo de fútbol.
Así es como además del inglés, el portugués o el italiano he tenido que
aprender el idioma Hemingway para comunicarme con el cabeza de piedra de
Alejandro.
Si logro seducirlo juro que me cobraré estas semanas de despecho
dejándole el culo más rojo que traje de los Diablos de Yare, o para seguir en la
nota de su escritor favorito como los pañuelos usados en los sanfermines en
España. Y olé.

XXV. Soledad compartida -- 8 VII 2015


Hoy fui a charlar con el director adjunto de coro de El Hatillo Jorge. El


tenía un paquete de café que le quería hacerle llegar a Fernando en
agradecimiento por unos arreglos que le vendió.
Como siempre se me da la manía de hacer de psicólogo le pregunté por sus
padres y luego indagué sobre su condición de gay.
Nada. Que quien menos tira jala un camión. El tipo se ha cogido a medio
mundo con esa cara de pánfilo y pa colmo gordito.
Me contó que fue amante de un hombre casado por mucho tiempo. Luego
estuvo con un taxista también casado y que para más ñapa tenía también otra
amante mujer.
Me contó de un amigo psicólogo que traía continuamente amantes a su
casa y un día amaneció con 40 puñaladas propinadas por uno de sus pacientes,
un menor de edad.
Para resumir, Jorge me vuelve a mostrar la cara oculta de la
homosexualidad: una soledad compartida provocada por el rechazo social.
Me llamó la atención lo simbólico que es un beso. Su amante taxista tiraba
por todos lados pero no daba besos en la boca porque no aceptaba ser gay, cual
Mujer Bonita pues...
Cuando en la noche me acosté con Fernando intenté besarlo y hasta me
desnude. El muy cabrón cual cadáver no hizo nada. Se volteó y se durmió.
Bien merecido lo tengo por puto.
Fernando está enamorado de José y flirtea con un barbudo por Whatsapp.
Yo como ya saben estoy malpegado de Alejandro y aunque aburrido le he
seguido la corriente a buscadores de sexo por chat.
Ustedes dirán que deje a Fernando y me vaya a tirar a gusto con toda la
hermandad gay. No lo hago por el temor de quedarme sin casa sino por
nuestros gatos. Me da dolor que ellos se afecten por una ruptura con Fernando.
Así que también vivo una soledad compartida pero rodeado de gatos
esperando al príncipe azul que me despierte con un beso.

XXVI. En el nombre del padre... -- 12 VII 2015


Algunas veces pienso que este enamoramiento terrible por Alejandro me


ocurrió para no colapsar ante la noticia de la enfermedad grave de Manuel -mi
progenitor-. El domingo 12 de julio por fin pude ir a visitarlo a Guacara, cerca
de Valencia, estado Carabobo, con mi hermana mayor Melisa y con mi sobrino
Diego.
Llevé la cámara fotográfica para registrar el momento y en parte para
defenderme detrás del lente. Nos recibió el esposo de mi media hermana Rosa
- que nació el mismo año que yo pero meses después-, con sus hijos: uno de él,
otro de ella y una de los dos; una escena de los tuyos, los míos y los nuestros.
Manuel tiene cáncer de próstata y otras tumoraciones en varias partes del
cuerpo. Vivía casi en la indigencia cuando Rosa lo buscó porque estaba muy
mal. Ahora está compensado pero los médicos no dan esperanzas... como
siempre.
Es gracioso pero el tipo no se dejó hacer el tacto rectar para diagnosticar el
estado de su próstata y tuvieron que hacerle un eco: mamaguebo se va a poner
con guevonadas de macho cuando está cundido de cáncer por dentro y ha
dejado en el mundo regado hijos que nunca cuidó; yo fuera el médico lo
amarro y le meto un palo de escoba por el culo pa´que sea serio.
En cambio Marco, el segundo esposo de Rosa es un milagro encarnado, el
tipo más trabajador y amable del territorio. Dios compensa las cargas: el
primer esposo murió en un accidente cuando una llanta gigante de un camión
aplastó el carro donde viajaban; ella y su hijo sobrevivieron.
Ahora este hijo está grande y estudia arquitectura. Por cierto está más
bueno que comer con los dedos, al igual que el primer hijo de Marco. ¿Si
carne de primo se come, entre tío y sobrino que nunca se conocieron podría
haber una bala fría? Es jugando... soy un tío cabal y a mis sobrinos ni con el
pétalo de una rosa.
Cuando llegó Rosa del trabajo conversamos sobre estos 42 años de
ausencias. Ella cuenta que Manuel también dejó a su madre entendiendo. Nos
contó de las penurias económicas que atravesó y del desprecio que recibió de
mi tío Sebastián y de mi hermana Inés. Aún así nos cuenta que de su padre era
un héroe para ella en la infancia: cuenta que cada año cuando él llegaba al
pueblo ella lo sentía aunque estuviera muy lejos; salía corriendo al pueblo y
efectivamente había llegado.
No pude contenerme y tuve que salir a fumar y al llorar como una diva de
película mexicana. Gracias que mi cuñado tenía cigarros.
Saben que fue los que más me molestó del encuentro, que siempre me
confundieran con mi hermano. Sentí que para Manuel yo nunca existí. ¿Será
por eso que en mis relaciones siento que hago un millón de cosas para agradar
y no recibo la atención que necesito? A la mierda, una de las razones por la
que abogué por esta visita fue para forzar una sanación en mi psique y poder
avanzar en mi vida sin tanto trauma mal curado.
No papá, no tengo hijos. No papá no me he casado. De hecho soy más gay
que la bandera de arcoíris y vivo con un tipo mientras sueño con cogerme a
otro. Soy una persona maravillosa y que hayas donado un espermatozoide para
mi concepción no significa que te me conviertas en un techo bajo que me
asfixie. Vive los últimos días que te quedan en paz cabrón. Yo sigo mi camino,
en el que decido que esté Alejandro, no como me sugirió el pendejo de su
amante dos, el oso bachaquero.
Espero que esta visita a mi padre y a mi media hermana sirva para que su
cáncer remita al sentirse perdonado y que mi vida se destranque al cerrar un
capítulo abierto que me pesaba desde la infancia. El dolor lo volvió hacer:
logra solucionar entuertos que de otra manera no se resolverían. 

XXVII. Stalker -- 15 VII 2015


Soy una mezcla explosiva: hijo de una madre sobreprotectora y de un


padre hiperausente, por lo que no entiendo de términos medios; soy periodista,
así que amante de la investigación, no suelto un hueso cuando deseo saber la
verdad; una vez fui poeta por encargo, le averiguaba la vida a un cliente y le
escribía un poema por petición de un cliente; soy hijo de portugueses y como
buen europeo pasional y exagerado; inocentón y enamoradizo; estudiante de
Un curso de milagros que busca la unión y la comunicación...
Todo esto en una sociedad fría y materialista se traduce en acosador. Sí.
Cualquier cosa que haga para retomar la amistad con Alejandro es considerado
acoso.
Confieso que he stalkeado a Alejandro en sus redes sociales y he
sobrepasado un poco la línea de lo adecuado. Se me ocurrió asociar mi nombre
a lo que él más ama: Ernest Hemingway y los atardeceres. Por varios días
estuve posteando citas del escritor en sus fotos de atardeceres en Instagram.
En una oportunidad relaté un cuento romántico a los talleristas: un amante
prometió dar los buenos días en idiomas diferentes a su amada por el resto de
su vida; el malandro de Alejandro dijo "imposible", así que de ahí me inspiré
para los mensajes de Ernest Hemingway, uno al día.
Hasta que hoy, a dos meses exactos del beso maldito, Alejandro me
bloqueó en Instagram y Twitter: el mensaje es claro, me mandó a la mierda.
Cualquier tipo de acercamiento es considerado legalmente acoso físico. Ahora
ser romántico es ser acosador.
Nada. Me queda dos cosas: o lo olvido y sigo mi camino como me sugirió
el amante dos de Alejandro o busco una forma no acosadora de enamorarlo.
Mi última carta como acosador será enviarle un regalo de cumpleaños: mi
libro El enigma Pessoa dedicado. Por otra parte dejaré de enviarle los emails
del Taller de Novela pues como leí en Wikipedia seguir enviando mensajes de
un grupo a alguien que se salió es considerado acoso.
La decisión que he tomado es seguir amándolo pero sin acoso: me
convertiré en el escritor más sexy y famoso de la historia y sumado a lo que
me aconseja el Curso de milagros lo perdonaré por su ausencia. Espero volver
a verlo y retomar la amistad.
Coño, porque no soy más normalito. No solo gay sino enamorado
romántico. Acosador jamás, la pinga. Paro con los mensajes hacia Alejandro y
espero algún día reencontrarme con él.

XXVIII. Juan Corazón -- 24 VII 2015


Ustedes se preguntarán por qué no mandé a la mierda a Alejandro cuando


me dejó de hablar y me bloqueó en sus redes.
Lo que sucede es que me niego a pasar por la vida como un cobarde que
pasa de sus sentimientos como si fueran una comida rápida. Sí, mi
romanticismo raya lo patético y el acoso, pero prefiero eso y dormir tranquilo
al decirme que lo intenté a vivir con la pena de nunca haberme enamorado.
Y es que no soy de los que esperan estar preparado completamente para
subirme al escenario de la vida. No soy un televidente pasivo que sueña en que
se ganará el Kino mientras rumea sus frustraciones.
Prueba de ello fue una audición de canto en la que participé. No me sabía
bien la letra pero me subí al escenario y canté. Lo hice terrible pues de hecho
olvidé parte de la letra.
El presentador del evento era un actor que veía en la Tv en mi infancia:
Juan Corazón era su nombre artístico entonces.
En pleno pelón me dice "sigue" y fue el impulso que necesitaba para seguir
cantando.
Cuando bajé del escenario me sentía feliz y completo. Juan me guiñó el ojo
diciéndome "valiente", ese mismo ojo que se pintaba con un corazón de
lentejuelas.
Gracias Juan. Gracias por apoyarme en mi decisión de no huir, de nunca
botar la toalla. Como con mi amor por Alejandro, lo honro no olvidando a ese
cabrón. Lo amo y eso no podrá bloquearlo... a menos que me insulte, ese día lo
mando a la mierda con todos los osos con que tira y a los cuales no ama.

XXIX. Por un muerto y dos gatos -- 23 I 2013


Hasta mi próximo cumpleaños, el 7 de mayo de 2016, voy a escribir un tuit


diario con una cita de Ernest Hemingway en una de mis cuentas de twitter
como prueba de mi sentimiento por Alejandro. No voy a etiquetarlo porque
esa es la única cuenta que no me ha bloqueado, quizá porque no sabe que
existe.
Ustedes dirán que es lo más patético que han leído, pero si lo piensan bien
más patético es tener sexo con sus parejas sin desearlo o pensando en su
compañero de trabajo mientras lo hacen. Más patético es tener dos amantes -
como Alejandro- y terminar diciendo a todos que de uno sólo recibe y no da y
del otro da pero no recibe... en conclusión que odia al mundo.
Lo de escribir un tuit diario por un año no es nada con lo que he hecho
cuando me enamoro. En una ocasión escuché la noticia de un asesinato de un
guapo narrador de noticias en República Dominicana. Su nombre era Claudio
Nasco y aparentemente acostumbraba a contratar putos para tener sexo. En
una ocasión, era diciembre y el día anterior había sido padrino de bautizo de
su sobrino, se fue a coger con dos pelados y estos lo ataron y acuchillaron
hasta matarlo.
El tema en las redes más que su muerte era su condición de gay. Me
indigné tanto que decidí escribir un tuit cada viernes -Claudio tenía una frase
que escribía cada semana en twitter: ¡Al fin es viernes!- para recordarlo con un
link a un texto que escribí sobre él.
Varias personas le llamó la atención esto y hasta pensaron que quizá yo era
una enamorado secreto de Nasco que estaba sufriendo por él luego de su
muerte. Nunca lo conocí en persona, pero juro que después de su muerte me
enamoré de él.
Cuando se cumplió un año de su muerte dejé de escribir los tuits como una
forma simbólica de dejarlo partir en paz.
Y no crean que esto me pasa sólo con muertos. También con gatos:
Miguelito y Tomás. Unos hermanos peluditos que se colaron por la puerta una
noche y los adopté. Cuando crecieron empezaron a pasear por los alrededores
de la casa. Miguelito decidió mudarse a unas casas más arriba buscando una
gata y en el desespero por no encontrarlo emprendí una búsqueda frenética. Al
ubicarlo me sentí mejor pero terminé poniéndole comida a diario cerca de
donde se mudó.
Peor fue con Tomás. Tenía unas heridas detrás de las orejas y una noche no
volvió más. Corté el monte alrededor de la casa, emprendí la misma búsqueda
que con Miguelito pero esta vez no obtuve rastro. Creo que algo malo le pasó
y no sé dónde quedó su cuerpo.
Si como ven paso meses y hasta años buscando y esperando a los que amo,
que no voy a hacer por Alejandro. Me pudo haber bloqueado pero no puede
evitar que lo ame. Por lo pronto sé que con cada atardecer que fotografíe para
Instagram y con cada frase que lea de Ernest Hemingway me recordará. Eso
me hace estar mucho más cerca de él que muchas parejas que duermen juntas
y se detestan.


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