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Revista Dossier nº 35
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Entrevista
No fue su alumna ni su amiga ni su discípula. No de mí, que inauguró en 2011, transcribió frag-
intercambió cartas ni lo escuchó en alguna char- mento a fragmento y reconfiguró, con distintas
la ni lo vio por casualidad en la calle. Tampoco estrategias visuales, la novela Pedro Páramo. Una
conoció a su familia. La relación de la escritora reescritura personalísima y acaso el embrión de
mexicana Cristina Rivera Garza con Juan Rulfo este nuevo libro que, en su proceso, la condujo a
fue y sigue siendo así: mediada única y exclusiva- indagar en archivos, bibliotecas y hemerotecas, a
mente por la lectura. Un vínculo devoto y crítico recorrer los pueblos y los rincones apartados que
al mismo tiempo. Por eso donde dice «lectura» alguna vez visitó el escritor, a caminar junto a él
no debe entenderse verticalidad y menos pasi- en un cruce temporal, a subir el Zempoaltépetl
vidad. «La lectura es imaginación, ciertamente, (el cerro sagrado de los mixes), tal como lo hizo
o no es», advierte la novelista, viajera, poeta, el Rulfo alpinista, y a seguir, con los ojos muy
historiadora, ensayista y activa bloguera en las abiertos, los rastros de un fantasma demasiado
primeras páginas de Había mucho humo o niebla vivo como para no dejarse guiar por sus pasos.
o no sé qué (Penguin Random House, 2016). Y «Como suele ser el caso, hay más de un ini-
luego zanja: «Éste es, luego entonces y sin duda, cio. Todo depende del angular. Tal vez un inicio
un Rulfo mío de mí». Porque este libro, que va sea esa primera lectura de Rulfo asignada en
del diario de viaje a la ficción, pasando por el una escuela pública del norte de México –dice
ensayo, la poesía, la crónica y una particular et- la escritora, nacida en el estado de Tamaulipas–.
nografía, es sin duda sobre Juan Rulfo y su obra, Tal vez los regresos constantes, continuos,
pero también sobre quien escribe estas doscien- avorazados a lo largo de los años, hasta ese
tas cuarenta y cinco páginas. Y sobre el México puñado de páginas. O tal vez los recorridos go-
de mediados del siglo xx y el México de hoy. zosos, extenuantes, por las sierras de Oaxaca.
Y sobre el progreso asociado al despojo. Y, en Y, en definitiva, también ese esfuerzo lúdico
definitiva, sobre las relampagueantes huellas del de reescritura de Pedro Páramo —palabra por
tiempo en el presente. palabra, signo de puntuación por signo de pun-
Rivera Garza, quien reside en Estados Uni- tuación, en una especie de traducción alucinada
dos desde 1989 y ha sido distinguida con un del párrafo a la línea corta en distintas métricas.
doctorado honoris causa en la Universidad de Hay, en todos estos proyectos o exploraciones, la
Houston, lleva años escarbando en la obra del necesidad y el gusto de estar lo más cerca posi-
escritor jalisciense. En su blog Mi Rulfo mío ble de una escritura admirada y querida (no por
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Rulfo aparece en tus páginas como artista in- sus tradiciones en inglés (el trabajo de Muriel
terdisciplinario, como alpinista, como editor, Rukeyser, por ejemplo, o más recientemente
como proveedor de familia, como trashumante, el de Maggie Nelson) como en español. Me
como «coleccionista de carreteras», como tra- ha interesado mucho esta forma de escritura
bajador a sueldo, como oficial de inmigración, que en su esfuerzo de «dar cuenta» de algo (el
como fiscal de obreros, como policía, como término es de Butler en To Give an Account of
publicista, como el gran experimentalista de Oneself) no se restringe a fuentes literarias y, sí,
las letras mexicanas, como autor queer. En en cambio, recurre a una relación más compleja
este viaje hacia el Rulfo tuyo de ti, como dices, entre el yo y el tú y sus múltiples relaciones de
¿cuánta distancia hubo entre tu afecto lector y dependencia, y a una documentación más di-
el material que fue surgiendo? ¿Qué fue lo que versa dentro de la que se cuenta, sin duda, el
más te sorprendió? cuerpo. Ya había leído mucho a Rulfo (y algu-
¿Era Marguerite Yourcenar la que decía que nos críticos de Rulfo) cuando empecé a escribir,
había que amar con los ojos abiertos? Vivir, por ahí del 2006, una serie de pequeños ensayos
se entiende, pero también amar. Vivimos en sobre aspectos de esta obra que me resultaban
sociedades profundamente desiguales, donde especialmente perturbadores y, luego entonces,
tanto el Estado como la Iniciativa Privada se inescapables. Todo dio un vuelco cuando me
las arreglan para transformarnos a todos los de- topé con la famosa frase de Piglia: «La verda-
más en cuerpos desechables. Esto no es nada dera historia de la literatura se encuentra en los
nuevo, aunque sí cada vez más atroz. Estos reportes de trabajo de sus escritores». Me di
contextos dentro de los cuales vivimos y escri- cuenta de que, en definitiva, me alejaba de esa
bimos marcan las decisiones estéticas y éticas crítica conservadora que percibe al texto como
que tomamos tanto en nuestra vida cotidiana un ente autónomo, sin relación alguna con las
como en nuestros libros. La información que materialidades de su contexto. También me di
fui encontrando acerca de la vida laboral de cuenta de que no necesitaba caer en el ana-
Rulfo me permitió verlo como a un ser más cronismo de la biografía para conectar en esta
complejo, es decir, más humano. La mía no es historia elementos del contexto vital, económi-
la historia del genio que nace y se ejecuta a sí co, político y la obra misma. Que quede claro,
mismo sin relación alguna con su entorno. No leí fantásticas biografías de Rulfo para escribir
creo que haya ser humano así, vamos. La histo- mi libro, pero el mío no es ni desea ser ni se
ria que fui fraguando tiene que ver con la serie presenta como una biografía. En todo caso, una
de dilemas –estéticos, éticos– a los que llevan autoetnografía. De lo que se trataba, me daba
ciertas decisiones prácticas y materiales den- cuenta al ir avanzando, era de crear una serie de
tro de contextos que uno no decide o controla. yuxtaposiciones que, ya juntas, pudieran con-
Mi apuesta es que son estos dilemas –abiertos, vertirse en una estructura porosa, abierta, veloz.
irresueltos, graves– los que se trasminan en las Yuxtaposición es la clave aquí.
obras tan sólidas de Juan Rulfo.
Amar no es obedecer ni subsumirse. Amar no Al inicio dices que te diste cuenta temprana-
es, sobre todo, cerrar los ojos. Justo como cuando mente de que investigabas no sólo la vida de
aceptamos a alguien en nuestras vidas con todo Rulfo sino también la tuya. Y no sólo la tuya y
lo que trae encima –lo que nos gusta y lo que nos la de Rulfo, sino la de México entero. Y haces
gusta menos, los más admirable y lo más difícil–, propia la tesis benjaminiana de la historia,
así es mi relación con mis textos favoritos. No cuando dejas ver que no vienes a escarbar
veo necesidad alguna de edulcorar a alguien para en el pasado como verdaderamente ha sido,
poder admirarla/lo. sino más bien a escudriñar ese fulgor en el
presente: en este instante de peligro. ¿Qué
El libro es una mixtura de registros y herra- precauciones tomaste para que ese pasado no
mientas. ¿Cómo lo fuiste elaborando? ¿Y cómo quedara fijo y estancado?
se fue modificando a medida que avanzaba? Es necesario poner el cuerpo donde el cuerpo
He estado trabajando muy de cerca con distin- importa. Hay que dejar el teclado y la pantalla
tas formas de escritura documental (a la que, atrás. Hay que poner un pie adelante del otro, y
por cierto, ahora llamo indocumental), tanto en luego hay que hacerlo otra vez. Acaso la mejor
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