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Una de las sensaciones más recurrentes que he tenido últimamente es

la de no estar presente. O más bien, la de estar presente como un


espectador. De repente siento como si se interpusiera un velo entre mi y
la realidad. Las cosas de un momento dejan de ser lo que son, el sonido
se enrarece, y ahí estoy yo atrapado dentro de mi mismo, al mismo
tiempo que soy espectador de ese malestar. Digo espectador porque ese
es tal vez mi lado racional que observa la dislocación que está
sucediendo. Y sin embargo, todo sigue igual, sigo estando en la calle con
la gente de siempre.

El otro día tuve una idea que me quedó sonando: la gente cuando maneja
y se pone brava con la otra gente, y le grita está sacando todos los
traumas que tiene guardados por dentro. Toda la rabia y la frustración
que pueda tener en su vida por un momento está dedicada a un completo
extraño. Yo lo he hecho también, he maldecido personas que
seguramente en otros contextos me caerían bien.

También estuve pensando que estos textos tienen un tono escatológico.


La idea es simplemente sentarse y escribir, tratando de que no haya un
filtro que filtre las ideas.

Y sin embargo, acá hice trampa porque tuve que ir a buscar una cita que
me había gustado: “La exterioridad y la alteridad del cuerpo llegan hasta
lo insoportable: la deyección, el desperdicio, el innoble deshecho que
todavía forma parte de él, que todavía es de su sustancia y sobre todo de
su actividad; es necesario que lo expulse y este no es uno de sus
menores oficios. Desde el excremento hasta la excrecencia de las uñas,
de los pelos, de toda especie de verrugas o de malignidades purulentas,
es necesario que el cuerpo saque afuera y separe de él el residuo o el
exceso de sus procesos de asimilación, el exceso de su propia vida”.

Leer eso me hizo pensar que quizás yo esté sufriendo de una variedad de
estreñimiento emocional. Cuando he sufrido de estreñimiento he comido
papaya, es un remedio infalible. En Cuba la papaya era escasa, era como
un tesoro. Pero el estreñimiento colectivo se convirtió en un tema de
conversación que nos unió como grupo.

Tal vez estos textos escatológicos sean como una suerte de papaya
emocional.

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