Está en la página 1de 12

APARATO DIGESTIVO: GLÁNDULAS

Glándulas salivales mayores Las glándulas salivales mayores son las glándulas pares
parótidas, submaxilares y sublinguales. Son glándulas tubuloacinares ramificadas cuya
cápsula de tejido conectivo ofrece tabiques que las subdividen en lóbulos y lobulillos. Los
ácinos individuales están también revestidos por elementos de tejido conectivo delgado.
Los componentes vasculares nerviosos de las glándulas llegan a las unidades secretorias por
la red de tejido conectivo.
Anatomía de las glándulas salivales Cada una de las glándulas salivales mayores tiene
una porción secretora y una porción ductal.
Partes secretoras Las porciones secretoras, distribuidas en túbulos y ácinos, están
compuestas por tres tipos de células: serosas, mucosas y mioepiteliales.
Las células serosas son, en realidad, células seromucosas porque secretan tanto proteínas
como una cantidad considerable de polisacáridos. Estas células se parecen a las pirámides
truncadas y tienen núcleos únicos, redondos y de localización basal. Las superficies basales
de las membranas celulares laterales forman uniones estrechas o apretadas entre sí. Las
células mucosas son de forma semejante a la de las células serosas. Sus núcleos están
localizados en la base, pero están aplanados en vez de ser redondos. La región apical del
citoplasma está ocupada por gránulos de secreción en abundancia. Los canalículos
intercelulares y las proyecciones en membranas de las células basales son mucho menos
extensos que los de las células serosas.
Las células mioepiteliales (células en canasta o cesta) comparten las láminas basales de las
células acinares. Cuentan con riego sanguíneo, y albergan al núcleo y a varias proyecciones
largas que envuelven al ácino secretorio y a los conductos intercalares. El cuerpo celular
alberga a un complemento pequeño de organitos además del núcleo, y establece inserciones
hemidesmosómicas con la lámina basal. Las proyecciones citoplásmicas, que forman
contactos desmosómicos con las células acinares y ductales, son ricos en actina y miosina;
en las micrografías electrónicas estas proyecciones parecen células de músculo liso. Se ha
demostrado que, conforme hacen contacto las proyecciones de las células mioepiteliales,
ejercen presión sobre el ácino y facilitan la descarga de producto secretorio hacia el
conducto glandular.
Partes del conducto Las porciones de los conductos de las glándulas salivales mayores son
estructuras muy ramificadas. Las ramas más pequeñas del sistema de conductos son los
conductos intercalares, a los cuales están unidos los ácinos secretorios. Estos pequeños
conductos están compuestos por una capa única de células cuboides pequeñas. Se fusionan
varios conductos intercalares entre sí para formar conductos estriados, compuestos por una
sola capa de células cuboides a cilíndricas bajas. Las membranas basolaterales de estas
células están muy plegadas entre sí, y subdividen al citoplasma en compartimentos
longitudinales que están ocupados por mitocondrias aumentadas de tamaño.
Los conductos estriados se unen entre sí, y forman conductos intralobulillares de calibre
creciente, que están rodeados por elementos de tejido conectivo más abundantes. Los
conductos que se originan de los lobulillos se unen para formar los
conductos interlobulillares, que a su vez forman los conductos interlobares. El
conducto terminal (principal) de la glándula descarga la saliva hacia la cavidad oral.
Histofisiología de las glándulas salivales Las glándulas salivales mayores producen 700 a
1,100 ml de saliva al día. Por añadidura, hay glándulas salivales menores localizadas en la
mucosa y en la submucosa de la cavidad oral, pero contribuyen sólo con 5% de la excreción
salival diaria total.
La saliva tiene numerosas funciones: lubricar y limpiar la cavidad oral, ejercer acción
antibacteriana, participar en la percepción de los sabores al disolver el material de los
alimentos, iniciar la digestión por acción de la ptialina (amilasa salival) y de la lipasa
salival, ayuda a la deglución al humedecer los alimentos y permitir la formación del bolo, y
participar en el proceso de la coagulación y en la cicatrización de las heridas por lo factores
de la coagulación y epidérmico del crecimiento que contiene.
Las células de los conductos estriados modifican a la saliva elaborada por las células
acinares, que se llama saliva primaria. Estos conductos retiran los iones de sodio y cloruro
de la saliva primaria y los sustituyen con iones de potasio y bicarbonato. Por lo tanto, la
secreción cambiada se denomina saliva secundaria.
El componente secretorio requerido para transferir a la IgA desde el tejido conectivo hacia
la luz del ácino secretorio se elabora en las células acinares y en las células ductales. La
IgA secretora establece complejos con los antígenos de la saliva, con lo que debilita los
efectos dañinos de éstos. La saliva contiene también lactoferrina, lisozima e iones de
tiocianato. La lactoferrina fija al hierro, elemento esencial para el metabolismo bacteriano;
la lisozima desdobla a las cápsulas bacterianas y permite la entrada de iones de tiocianato,
agente bactericida, hacia el interior de las bacterias.
Las glándulas salivales mayores no secretan de manera continua. La inervación
parasimpática es la encargada de estimular la actividad secretora. La inervación puede ser
intraepitelial o subepitelial. En la inervación subepitelial, los pedículos o pies terminales de
los axones no establecen contacto sináptico con las células acinares; más bien descargan su
acetilcolina hacia la vecindad de la célula secretora, a una distancia de 100 a 200 nm desde
su plasmalema basal. La célula activada de esta manera estimula a las células vecinas
mediante uniones comunicantes o de intersticio para descargar sus productos secretorios y
su líquido seroso hacia la luz del ácino. La inervación simpática es la causante de la
descarga del componente mucoso de la saliva. Este componente es el encargado de la
adhesión de las partículas alimenticias en el bolo formado, al igual que en la creación de
una superficie resbalosa que facilita la deglución.
Propiedades de las glándulas salivales individuales
Glándula parótida La glándula parótida, la más grande de las glándulas salivales, pesa 20
a 30 gr pero produce sólo cerca de 30% de la saliva en total. Aunque se dice que esta
glándula produce una secreción puramente serosa, el producto secretorio tiene ciertos
componentes mucosos. La saliva producida por esta glándula tiene concentraciones
elevadas de la enzima ptialina y de IgA secretora. La micrografía electrónica de las
regiones apicales de las células serosas pone de manifiesto numerosos gránulos de
secreción llenos de un producto electro-denso que tiene un centro más electrodenso aún, de
composición no identificada.
La cápsula de tejido conectivo de la glándula parótida está bien desarrollada y forma
numerosos tabiques, que subdividen a la glándula en lóbulos y lobulillos. El sistema de
conductos sigue la distribución que se detalló con anterioridad. Cuando el individuo se
acerca a los 40 años de edad la glándula empieza a experimentar invasión por tejido
adiposo, que se extiende desde el tejido conectivo hacia el parénquima glandular.
Glándula submandibular Produce cerca de 60% de la saliva total. Cerca de 90% de los
ácinos son productores de líquido seroso; los restantes elaboran saliva mucosa. Las
micrografías electrónicas de las superficies apicales de las células serosas ponen de
manifiesto productos de secreción electrondensos, con un centro más denso aún, dentro de
gránulos de secreción encerrados por membranas. El número de semilunas serosas es
limitado. Los conductos estriados de la glándula submaxilar son mucho más largos que los
de las glándulas parótida o sublingual; por tanto, las secreciones histológicas de esta
glándula ponen de manifiesto muchos perfiles de corte transverso de estos conductos,
aspecto característico de las glándulas submaxilares.
La cápsula de tejido conectivo de la glándula submaxilar es extensa y forma tabiques
abundantes, que subdividen a la glándula en lóbulos y lobulillos. Durante la edad madura es
manifiesta la infiltración grasa de los elementos del tejido conectivo en el parénquima.
Glándula Sublingual La glándula sublingual, la más pequeña de las tres glándulas
salivales principales, tienen forma de almendra, pesa sólo 2 a 3 gr, y produce cerca de 5%
de la saliva total. La glándula está compuesta por unidades secretoras
tubulares mucosas cubiertas por semilunas serosas. La glándula sublingual produce saliva
mixta, pero principalmente mucosa. Los canalículos intercelulares están bien desarrollados
entre las células mucosas de las unidades secretoras. Las micrografías electrónicas de las
células de las semilunas serosas ponen de manifiesto acumulaciones apicales de vesículas
secretoras; sin embargo, a diferencia de las células de las glándulas parótida y submaxilar,
estás vesículas carecen de centro electrodenso.
La glándula sublingual tiene una cápsula de tejido conectivo escaso, y su sistema de
conductos no forma un conducto terminal. Más bien se abren varios conductos en el suelo
de la boca y hacia el conducto de la glándula submaxilar. A causa de la organización de los
conductos, algunos autores consideran a la glándula sublingual compuesta por varias
subunidades glandulares más pequeñas.
Páncreas El páncreas, situado en la pared corporal posterior en la profundidad en relación
con el peritoneo, tiene cuatro regiones: el gancho, la cabeza, el cuerpo y la cola. Mide unos
25 cm de largo, 5 cm de ancho y 1 a 2 cm de grueso, y pesa cerca de 150 gramos. Su frágil
cápsula de tejido conectivo forma tabiques, que subdividen a la glándula en lobulillos.
Vasos y nervios del páncreas, lo mismo que su sistema de conductos, viajan por estos
compartimentos del tejido conectivo. El páncreas produce secreciones exocrinas y
endocrinas. Los componentes endocrinos del páncreas, islotes de Langerhans, se
encuentran diseminados por entre todos los ácinos secretores exocrinos.
Páncreas exocrino El páncreas exocrino es una glándula tubuloacinar compuesta que
produce todos los días unos 1,200 ml de líquido rico en bicarbonato y que contiene,
además, proenzimas digestivas. Entre 40 y 50 células acinares constituyen
un ácino redondo u oval cuya luz está ocupada por tres o cuatro células centroacinares, que
son el principio del sistema de conductos del páncreas. La presencia de células
centroacinares en el centro del ácino es una característica distintiva de esta glándula.
Partes secretora y del conducto Cada célula acinar tiene la forma de una pirámide
truncada, con la base colocada sobre la lámina basal que separa a las células acinares del
compartimiento del tejido conectivo. El núcleo redondo de la célula se encuentra situado
cerca de la base de ésta y lo rodea citoplasma basofílico. El ápice de la célula, que mira
hacia la luz del ácino, está lleno de gránulos de secreción que contienen proenzimas, y cuyo
número disminuye después de la ingestión de una comida. La región de Golgi, localizada
entre el núcleo y los gránulos de cimógeno, varía de tamaño en relación inversa con la
concentración de estos gránulos.
Las membranas celulares básales de las células acinares tienen receptores para la
hormona colecistocinina.
Los gránulos de cimógeno pueden descargar su contenido de manera individual, y pueden
fusionarse varias vesículas de secreción entre sí, con formación de un conducto hasta la luz
del ácino desde el citoplasma apical.
El sistema de conductos del páncreas se inicia en el centro del ácino, con la terminación de
los conductos intercalares compuestos por células centroacinares cuboides bajas y pálidas.
Las células centroacinares y los conductos intercalares cuentan con receptores en su
plasmalema basal para la hormona secretina. Los conductos intercalares se unen entre sí
para formar conductos intralobulillares de mayor tamaño, que hacen convergencia entre sí
para formar conductos interlobulares. Estos conductos descargan su contenido en
el conducto pancreático principal, que se une con el colédoco antes de abrirse en el
duodeno a nivel de la papila de Vater.
Histofisiología del páncreas exocrino Las células acinares del páncreas exocrino fabrican,
almacenan y descargan gran número de
enzimas: amilasa pancreática, lipasa pancreática, ribonucleasa, DNAsa y las
proenzimas tripsinógeno, quimotripsinógeno, procarboxipeptidasa y elastasa. Las células
elaboran además inhibidor de la tripsina, proteína que protege a la célula contra la
activación intracelular accidental de la tripsina.
La descarga de las enzimas pancreáticas se debe a la activación de la hormona
colecistocinina elaborada por las células enteroendócrinas del intestino delgado,
especialmente del duodeno.
Las células centroacinares y los conductos intercalares elaboran un líquido alcalino seroso
rico en bicarbonato, que neutraliza y amortigua al quimo ácido que entra en el duodeno.
Este líquido contiene pocas enzimas, y su descarga sobreviene por acción de la
hormona secretina, producida por las células enteroendocrinas del intestino delgado. Por
tanto, las secreciones ricas en enzimas y deficientes en ésta se regulan por separado, y
ambas secreciones pueden descargarse en momentos diferentes o de manera concomitante.
Páncreas Endocrino Cada islote de Langerhans es un conglomerado esférico ricamente
vascularizado que contienen unas 3,000 células. Los cerca de un millón de
islotes distribuidos por todo el páncreas humano constituyen el páncreas endocrino. Se
encuentra un número un poco mayor de islotes en la cola que en las regiones restantes.
Cada islote está rodeado por fibras reticulares, que también entran en la sustancia del islote
para encerrar a la red de capilares que lo riegan.
Células que componen los islotes de Langerhans. Son cinco los tipos de células que
componen el parénquima de cada islote de Langerhans: células alfa, células beta, células
delta, células G y células PP. Sin embargo, estas células no pueden distinguirse entre sí
mediante examen histológico sistemático, pero se dispone de procedimientos
inmunocitoquímicos que permiten su reconocimiento.
Histofisiología del páncreas endocrino Las dos hormonas producidas en mayor cantidad
por el páncreas endocrino, insulina y glucagón, tienen como finalidad disminuir e
incrementar las concentraciones sanguíneas de glucosa, respectivamente.
La producción de insulina se inicia con la síntesis de una sola cadena polipeptídica,
llamada preproinsulina, en el RER de las células beta. Dentro de las cisternas del RER este
producto inicial se convierte en proinsulina por segmentación enzimática de un fragmento
polipeptídico. Dentro de la cara trans de Golgi la insulina se empaca en vesículas cubiertas
por clatrina, que pierde su cubierta conforme viajan hacia el plasmalema. Se retira un
segmento de la molécula de proinsulina cerca de su centro por autoeliminación, con lo que
se forma insulina, que está compuesta por dos cadenas polipeptídicas cortas unidas entre sí
por enlaces disulfúricos. La insulina se descarga hacia el espacio intercelular como reacción
al aumento de las concentraciones sanguíneas de glucosa, como sucede después del
consumo de una comida rica en carbohidratos.
1. La insulina descargada se fija a sus receptores sobre la superficie celular de muchas
células, en especial las de músculo esquelético, hígado y adiposas. Las membranas
plasmáticas de estas células tiene también proteínas de transporte de
glucosa, permeasa de la glucosa (unidades de transporte de la glucosa), que se
activan para captar a ese azúcar, con lo que disminuye las concentraciones del
mismo en la sangre. Tiene interés observar que se añaden vesículas
subplasmalémicas, ricas en permeasa de la glucosa, a la membrana celular durante
la estimulación con insulina, y que vuelve a su posición intracelular cuando se
reducen las concentraciones de esta hormona.
2. El glucagon, hormona peptídica producida por las células alfa, se descarga como
reacción a las concentraciones sanguíneas bajas de glucosa. Como sucede con la
producción de insulina, primero se elabora una prohormona; ésta experimenta
segmentación proteolítica para que se libere la hormona activa. El glucagon actúa
principalmente sobre los hepatocitos, y hacen que estas células activen a las
enzimas glucogenolíticas. Estas enzimas desdoblan al glucógeno hepático hasta
glucosa, que se descarga hacia la sangre, con lo que incrementa sus concentraciones
sanguíneas. El glucagon activa también a las enzimas hepáticas encargadas de
la gluconeogénesis si se agota el depósito intracelular de glucógeno de los
hepatocitos.
3. La somatostatina, elaborada por las células gamma, tiene efectos tanto paracrinos
como endocrinos. Los efectos paracrinos de la hormona consisten en inhibir la
descarga de hormonas endocrinas por las células alfa y beta cercanas. Sus
efectos endocrinos se producen sobre las células de músculo liso del tubo digestivo
y la vesícula biliar, y consisten en reducir la motilidad de estos órganos. La
somatostatina se descarga como reacción a las concentraciones sanguíneas
incrementadas de glucosa, aminoácidos o quilomicrones que se producen después
de tomar una comida.
4. La gastrina, descargada por las células G, estimula la descarga gástrica de HCL,
la motilidad y el vaciamiento gástrico y la tasa de división celular en las células
regenerativas del estómago.
5. Las células PP producen polipéptido pancreático, hormona cuya función no ha
podido dilucidarse.
Hígado Se subdivide en cuatro lóbulos; derecho, izquierdo, cuadrado y caudado, de los
cuales los dos primeros constituyen la parte principal.
De manera similar al páncreas, el hígado cuenta con funciones tanto endocrina como
exocrina. Pero a diferencia del páncreas, la misma célula, el hepatocito, es la encargada de
producir la secreción exocrina del hígado, la bilis y sus numerosos productos endocrinos.
Por añadidura, los hepatocitos convierten a las sustancias nocivas en materiales no tóxicos
que se excretan por la bilis.
Estructura general e irrigación vascular del hígado Con excepción de la zona desnuda,
el hígado está completamente envuelto por peritoneo, que forma una cubierta de epitelio
escamoso simple sobre el de la cápsula de Glisson, que es de tejido conectivo denso de
distribución irregular. La cápsula de Glisson está unida laxamente sobre toda la
circunferencia del hígado, salvo a nivel del hilio o porta hepatis, sitio en el que se introduce
en el hígado y forma un conducto para los vasos sanguíneos, vasos linfáticos y los
conductos biliares. El hígado es un órgano extraordinario, porque sus elementos de
tejido conectivo son escasos, de modo que la mayor parte del órgano consiste en células
parenquimatosas uniformes llamadas hepatocitos.
Como el hígado ocupa una posición central en el metabolismo, todos los nutrientes que se
absorben por el tubo digestivo se transportan directamente hacia este órgano por la vena
porta. De manera adicional, la sangre rica en hierro proveniente del bazo se dirige, por
medio de la vena porta, directamente hacia el hígado para su procesamiento.
Los hepatocitos convierten a gran parte de los materiales nutritivos que les llegan en
productos de almacenamiento, como glucógeno, que se descargará en este caso como
glucosa cuando lo requiera el cuerpo. Los hepatocitos están distribuidos en lobulillos de
forma hexagonal de unos 2 mm de longitud y 700 µm de diámetro. Estos lobulillos se
encuentran limitados con claridad por elementos de tejido conectivo delgado en los
animales como el cerdo y el camello. Sin embargo, en el ser humano sólo es posible
aproximar sus límites a causa de la escasez de tejido conectivo y de la distribución
estrechamente apretada de los lobulillos.
En el sitio en que tres lobulillos clásicos hacen contacto entre sí se incrementan los
elementos del tejido conectivo, y estas regiones se conocen como áreas portales (tríadas).
Las áreas portales albergan ramas más delgadas de la arteria hepática, tributarias de la
relativamente grande vena porta, conductos biliares interlobulillares (reconocidos por su
epitelio cuboideo simple) y vasos linfáticos. Estos vasos y los conductos siguen el eje
longitudinal de cada lobulillo. Las áreas portales están aisladas del parénquima hepático por
la placa limitante, que es un manguito de hepatocitos modificados. Hay un espacio
estrecho, el espacio de Möll, que separa a la placa limitante del tejido conectivo del área
portal.
Aunque cabría esperar seis áreas portales alrededor de cada lobulillo clásico, se encuentran
sólo en un corte al azar tres áreas portales igualmente distribuidas. A toda la longitud de
cada base y de cada conductillo biliar dentro del área portal surgen ramas finas, conocidas
como arteriolas distributivas; al igual que los brazos estirados, alcanzan a sus contrapartes
en las áreas portales vecinas. Se ramifican vasos más pequeños, conocidos como arteriolas
de entrada, desde las arteriolas distributivas. Por añadidura, los conductos biliares
interlobulillares se encuentran vascularizados por el plexo capilar peribiliar. Las vénulas
son también de dos tamaños: venas distributivas, más grandes, y vénulas de entrada, más
pequeñas.
El eje longitudinal de cada lobulillo clásico está ocupado por la vena central, rama inicial
de la vena hepática. Los hepatocitos se proyectan, al igual que los rayos de una rueda,
desde la vena central, y forman placas fenestradas anastomosantes de células hepáticas
separadas entre sí por grandes espacios vasculares, que se conocen como sinusoides
hepáticos.
Arteriolas de entrada, vénulas de entrada y ramas del plexo capilar peribiliar perforan la
placa limitante para unirse a los sinusoides hepáticos. Conforme entra sangre en las
sinusoides su flujo se vuelve lento en grado considerable, y pasa con esta lentitud hacia la
vena central.
Como hay sólo una vena central en cada lobulillo, recibe sangre de cada sinusoide de dicho
lobulillo y su diámetro se incrementa conforme progresa hacia esa estructura. Al dejar la
vena central, el lobulillo termina en la vena sublobulillar. Son numerosas las venas
centrales que descargan su sangre en una sola vena sublobulillar; las venas sublobulillares
se unen entre sí para formar las venas colectoras, que a su vez forman las venas hepáticas
derecha e izquierda.
Tres conceptos sobre los lobulillos hepáticos son tres las conceptualizaciones básicas de
los lobulillos hepáticos. el lobulillo hepático clásico fue el primero en definirse desde el
punto de vista histológico, porque la distribución del tejido conectivo en el hígado del cerdo
proporcionó un raciocinio manifiesto.
En este concepto la sangre fluye desde la periferia hacia el centro del lobulillo en la vena
central. La bilis elaborada por las células hepáticas, entra en los espacios intercelulares
pequeños, los canaliculos biliares, localizados entre los hepatocitos, y fluye hacia
la periferia del lobulillo en dirección de los conductos biliares interlobulillares de las areas
portales.
El concepto de una secreción exocrina que fluye hacia la periferia del lobulillo no resulto
compatible con la situación en la mayor parte de las glándulas, en las que la secreción entra
en una luz central. Por tanto, los histólogos sugirieron que todos los hepatocitos
que descargan su bilis hacia un conducto biliar interlobulillar en particular constituyen un
lobulillo, llamado lobulillo portal. En los cortes histológicos, el lobulillo portal se define
como la región triangular cuyo centro es el área portal y cuya periferia está limitada por
líneas rectas imaginarias que conectan a las tres venas centrales circundantes que forman
los tres vértices del triángulo.
Una tercera conceptualización de los lobulillos hepáticos se basa en el
flujo sanguíneo desde la arteriola distributiva y, en consecuencia, en el orden en el cual los
hepatocitos se degeneran después de las lecciones tóxicas o hipóxicas. Este lobulillo ovoide
a romboideo se conoce como ácino hepático de Rappaport. Este se considera como tres
regiones concéntricas mal definidas de parénquima hepático que rodean a una arteria
distributiva en el centro. La capa más externa, la zona 3, es, de las tres zonas, la más
deficiente en oxígeno. La región restante se divide por igual en dos zonas, de las cuales la
zona 1 es la que cuenta con más abundancia de oxígeno.
Sinusoides hepáticos y cordones de hepatocitos Los cordones anastomosantes de
hepatocitos, que no tienen un espesor mayor de dos células, salen a una manera de rayos de
la vena central hacia la periferia del lobulillo clásico. Los espacios entre las placas de
hepatocitos están ocupados por sinusoides hepáticos, y la sangre que fluye por estos
amplios vasos no puede hacer contacto con los hepatocitos por la presencia de una túnica
endotelial compuesta por células de revestimiento de los sinusoides. A menudo las células
de esta túnica endotelial no hacen contacto entre sí, y dejan espacios de hasta 0.5 µm entre
ellas. Las células de revestimiento sinusoidal tienen también fenestras que se encuentran en
acúmulos, y se conocen como placas de tamiz o colador. Por tanto puede dejar la luz del
sinusoide con facilidad relativa cualquier partícula que mida menos de 0.5 µm de diámetro.
Espacio perisinusoidal de Disse las células de revestimiento sinusoidal están separadas de
los hepatocitos por el espacio de Disse, y el plasma que escapa de los sinusoides tiene
acceso libre a este espacio.
Las microvellosidades de los hepatocitos ocupan gran parte del espacio de Disse; el área de
superficie extensa de las microvellosidades facilita el intercambio de materiales entre la
sangre y los hepatocitos. Es importante percatarse que los hepatocitos no entran en contacto
con la sangre; más bien el espacio de Disse actúa como compartimento intermediario entre
ellos.
Aunque el espacio perisinusoidal contiene fibras de colágena del tipo III que brindan sostén
a los sinusoides, no se encuentra lámina basal. En ocasiones se observan en este espacio
fibras nerviosas amielínicas y células de Ito. Se cree que las células de Ito almacenan
vitamina A. Por añadidura, se han observado en el espacio perisinusoidal del ratón y de la
rata células foveolares que manifiestan seudópodos cortos y gránulos citoplasmáticos. Se
cree que estas células, consideradas células asesinas naturales, se encuentran también en el
hígado humano.
Conductos hepáticos Los canalículos biliares se anastomosan entre si y forman túneles
laberínticos entre los hepatocitos. Conforme estos canalículos biliares llegan a la periferia
de los lobulillos clásicos, se fusionan con los colangiolos, que son túbulos cortos
compuestos por una combinación de hepatocitos y células cuboideas bajas. La bilis de los
colangiolos entra en los conductos de Herring, ramas delgadas de los conductos biliares
interlobulillares que salen paralelos a las arteriolas y a las vénulas de entrada. Los
conductos biliares interlobulillares se fusionan para formar conductos cada vez más
grandes, que por último se unen con los conductos hepáticos derecho e izquierdo. Más
adelante se describirá el sistema extrahepático de conductos biliares.
Las células epiteliales de los colangiolos, los conductos de Herring y los conductos biliares
interlobulillares secretan un líquido rico en bicarbonato semejante al producido por el
sistema de conductos del páncreas. La formación y la descarga de este amortiguador
alcalino se encuentran bajo el control de la hormona secretina, producida por las células
enteroendocrinas del duodeno. Este líquido actúa, con el líquido proveniente del páncreas,
en la neutralización del quimo ácido que entra en el duodeno.
Hepatocitos Los hepatocitos son células poligonales, de 20 a 30 µm de diámetro, que están
muy empacadas entre si para formar placas anastomosantes de células hepáticas, de una a
dos células de espesor. Manifiestan variaciones en sus propiedades estructurales,
histoquímicas y bioquímicas, según su localización dentro de los lobulillos hepáticos.
Dominios del plasmalema del hepatocito Los hepatocitos están distribuidos de manera
que cada célula no sólo hace contacto con otras células, sino que además bordean a un
espacio de Disse. Por tanto, se dice que el plasmalema de los hepatocitos tiene dominios
laterales y dominios sinusoidales.
Dominios laterales. Los dominios laterales de la membrana del hepatocito forman espacios
intercelulares laberínticos de 1 a 2 µm de diámetro que se llaman canalículos biliares, que
conducen a la bilis entre los hepatocitos hacia la periferia de los lobulillos clásicos. Se
previene la fuga al formarse fascias ocluyentes entre células hepáticas vecinas, lo que aisla
a los canalículos biliares del espacio extracelular restante.
Se proyectan microvellosidades cortas y ciegas desde el plasmalema del hepatocito hacia
los canalículos biliares, lo que incrementa las áreas de superficie por las que se secreta la
bilis. Los centros de actina de estas microvellosidades se entrelazan con la red engrosada de
filamentos de actina e intermedios que refuerzan la región del plasmalema del hepatocito, y
que participan en la formación de los canalículos biliares.
Las membranas celulares que forman las paredes de los canalículos biliares ponen de
manifiesto concentraciones elevadas de ATPasa de Na y K y adenilatociclasa. Los
dominios laterales tienen también uniones comunicantes o de intersticio aisladas, por medio
de los cuales los hepatocitos se comunican entre sí.
Dominios sinusoidales. Los dominios sinusoidales de las membranas plasmáticas del
hepatocito tiene también microvellosidades que se proyectan hacia el espacio de Disse. Se
ha calculado que estas microvellosidades incrementan el área de superficie del dominio
sinusoidal, por un factor de 6, lo que facilita el intercambio de materiales entre el
hepatocito y el plasma en el espacio perisinusoidal. Esta membrana plasmatica es rica
en receptores de manosa-6-fosfato, ATPasa y de Na y K, y adenilatociclasa, por que es aquí
en donde se descargan las secreciones endocrinas del hepatocito que entran en la sangre
sinusoidal, y el material que se encuentra en la sangre se transporta hacia el citoplasma del
hepatocito.
Orgánulos e inclusiones de los hepatocitos Cerca de 75% de los hepatocitos tienen un
solo núcleo, y los restantes tienen dos. Los núcleos varían de tamaño, pues los más
pequeños son diploides, y los de mayor tamaño son poliploides; estos últimos núcleos
llegan a alcanzar una poliploidia de 64 N.
Los hepatocitos sintetizan activamente proteínas para su propio consumo lo mismo que
para exportación. Por tanto tienen ribosomas, RER y aparato de Golgi abundantes. Cada
célula alberga varios juegos de aparatos de Golgi, localizados preferentemente en la
vecindad de los canalículos biliares.
A causa de las grandes necesidades energéticas de los hepatocitos, cada célula contiene
hasta 2,000 mitocondrias. Las células cercanas a la vena central tiene casi el doble de
mitocondrias, aunque considerablemente más pequeñas, que los hepatocitos del área
periportal. Las células hepáticas tiene también un complemento rico de endosomas,
lisosomas, y peroxisomas.
El complemento de retículo endoplásmico liso de los hepatocitos varía no sólo según la
región, sino también la función. Mas aun, la presencia de ciertos fármacos y toxinas en la
sangre induce e incrementa el contenido de REL de las células hepáticas, porque ocurre
destoxicación de las cisternas de este orgánulo.
Los hepatocitos contienen cantidades variables de inclusiones en forma de gotitas de lípidos
y glucógeno. Las gotitas de lípidos son principalmente de lipoproteínas de muy baja
densidad, y son especialmente prominentes después del consumo de una comida grasosa.
Histofisiología del hígado El hígado puede tener hasta 100 diferentes funciones,
efectuadas en su mayor parte por los hepatocitos. Cada una de estas células hepáticas
produce no sólo la secreción exocrina llamada bilis, sino también diversas
secreciones endocrinas. Los hepatocitos metabolizan a los productos terminales de la
absorción por tubo digestivo, los almacenan en productos de inclusión, y
los descargan como reacción a las señales hormonales y nerviosas. Por añadidura, estas
células destoxican a los fármacos y a las toxinas y transfieren a la IgA secretora desde el
espacio de Disse hacia la bilis. Por añadidura, las células de Kupffer fagocitan a las
partículas extrañas transportadas por la sangre y a los eritrocitos muertos o envejecidos.
Elaboración de la bilis El hígado produce entre 600 y 1200 ml de bilis al día. Este líquido
constituido principalmente por agua, contiene sales biliares, glucuronato de bilirrubina,
fosfolípidos, lecitina, colesterol, electrolitos plasmáticos, e IgA. Absorbe grasa, elimina
cerca de 80% del colesterol, lo sintetiza y excretan los productos de desecho transportados
por la sangre, como la bilirrubina.
La mayor parte de las sales biliares se resorben desde la luz del intestino delgado, entran en
el hígado por la vena porta y se someten a endocitosis por los hepatocitos, tras lo cual se
transportan hacia los canalículos biliares para la descarga repetida de nuevo hacia el
duodeno. La proporción restante de 10% de las sales biliares se elabora como material
nuevo en el REL de los hepatocitos mediante conjugación de ácido cólico, producto del
metabolismo del colesterol, con taurina o glicina
La bilirrubina, pigmento de color verde amarillento insoluble en agua, es el producto tóxico
de la degradación de la hemoglobina. Parte del glucuranato de bilirrubina se descarga hacia
la sangre, pero en su mayor parte se excreta hacia los canaliculos biliares a fin de que se
descargue en el tubo digestivo para su eliminación subsecuente en el excremento.
Metabolismo de los lípidos Los quilomicrones descargados por las células superficiales de
absorción del intestino delgado entran en el sistema linfático y llegan al hígado a través de
la arteria hepática. Dentro de los hepatocitos se degradan en ácidos grasos y glicerol. Los
ácidos grasos se des saturan de manera subsecuente y se emplean para
sintetizar fosfolípidos y colesterol, o se degradan hasta acetil-CoA. Se combinan dos
moléculas de acetil CoA para formar ácido acetoacético. Gran parte del ácido acetoacético
se convierte en ácido B-hidroxibutírico, y algo mas en acetona. Estos compuestos se
conocen como cuerpos cetónicos. Fosfolípidos, colesterol, y cuerpos cetónicos se
almacenan en los hepatocitos hasta que estos los descargan en el espacio de Diese. Por
añadidura, el hígado elabora VLDL, que se descargan también en el espacio de Disse en
gotitas de 30 a 10 µm de diámetro.
Metabolismo de carbohidratos y proteínas El hígado conserva concentraciones normales
de glucosa en la sangre. Efectúa esta función al transportar glucosa desde la sangre hacia
los hepatocitos y almacenarla en forma de glucógeno. Si las concentraciones sanguíneas de
glucosa disminuyen por debajo de lo normal, los hepatocitos hidrolizan al glucógeno hasta
glucosa y transportan a esta hacia el espacio de Disse. Los hepatocitos pueden sintetizar
también glucosa a partir de otros azúcares o a partir de otras fuentes que no son
carbohidratos, proceso que se denomina gluconeogénesis.
Una de las funciones más esenciales del hígado es la eliminación del amoniaco contenida
en la sangre al convertirlo en urea. Existen dos fuentes principales de amoniaco en el
cuerpo, la desaminación de los aminoácidos por los hepatocitos y la síntesis de amoniaco
por la acción bacteriana en el tubo digestivo.
El hígado elabora cerca del 90% de las proteínas sanguíneas. El hígado sintetiza también
todas las globulinas gamma. Por añadidura, los hepatocitos pueden sintetizar todos los
aminoácidos no esenciales que requiere el cuerpo.
Almacenamiento de vitaminas La mayor cantidad de vitamina A se almacena en el
hígado, pero también se encuentra en las mismas cantidades importantes de vitaminas D y
B12. Se ha estimado que el hígado contiene reservas vitamínicas suficientes para prevenir
la deficiencia de vitamina A durante 10 meses, la de vitamina D durante cuatro meses, y la
de vitamina B12 durante cerca de 12 meses.
Degradación de las hormonas y destoxicación de fármacos y toxinas El hígado somete a
endocitosis y degradación a hormonas de las glándulas endocrinas. Las hormonas que se
han sometido a endocitosis se transportan hacia los canalículos biliares en su forma nativa
para que se digieran en la luz del tubo digestivo, o se descargan en endosomas tardíos para
su degradación por las enzimas lisosómicas.
Función inmunitaria La mayor parte de los anticuerpos IgA formados por las células
plasmáticas en la mucosa del tubo digestivo entran en el sistema circulatorio y se
transportan hacia el hígado. Los hepatocitos elaboran complejos de IgA y componente
secretorio, y descargan al complejo formado en la bilis, que a continuación entra en la luz
del duodeno. Por tanto, gran parte de la IgA luminal entra en el intestino por el colédoco
como acompañante de la bilis. Las células superficiales de absorción transportan al resto de
la IgA luminal desde la mucosa intestinal hacia la luz.
Las células de Kupffer reconocen y someten a endocitosis a por lo menos 99% de estos
microorganismos. Las células de Kupffer retiran también los desechos celulares y los

También podría gustarte