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Sobre la intimidad
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All content following this page was uploaded by Esperanza Ferrer Ferrandiz on 22 March 2015.
El
término
intimidad
procede
del
latín
“intra”,
“interior”
e
“intimus”
y
constituyen
un
grupo
de
palabras
a
partir
de
las
cuáles
se
ha
elaborado
el
concepto
intimidad,
que
se
refiere,
según
autores,
al
conjunto
de
pensamientos
y
sentimientos
que
guardan
los
seres
humanos
en
su
interior.
Según
el
diccionario
de
la
Real
Academia
Española
de
la
Lengua
es
la
parte
más
reservada
de
los
pensamientos
y
afectos
y
también
hace
referencia
a
la
cualidad
de
íntimo,
como
lo
más
interno
de
cualquier
cosa.
La
profesora
Marta
Durán,
en
un
artículo
publicado
sobre
este
tema,
se
refiere
a
lo
privado,
la
confianza
y
al
fuero
interno
y
considera
que
la
intimidad
es
un
valor
oculto,
que
no
se
ve,
no
es
tangible
para
los
demás.
La
intimidad
es
considerada
y
proclamada
como
tal
en
diferentes
códigos,
por
ejemplo,
desde
la
Declaración
de
los
Derechos
Humanos
en
1948,
que
en
su
artículo
12
dice
textualmente
que
“nadie
será
objeto
de
ingerencias
arbitrarias
en
su
vida
privada,
su
familia,
su
domicilio,
su
correspondencia”.
La
Constitución
Española,
en
su
artículo
18,
garantiza
el
derecho
al
honor,
a
la
intimidad
personal
y
familiar
y
a
la
propia
imagen,
etc.
La
Ley
de
Autonomía
del
paciente
dice
que
“el
Sistema
Nacional
de
Salud
debe
asegurar
las
condiciones
de
escrupuloso
respeto
a
la
intimidad
personal
(…)”.
Y
por
último,
por
citar
los
más
importantes,
para
los
profesionales
enfermeros,
el
Código
Deontológico
de
las
enfermeras
propone
que
“la
enfermera
guardará
en
secreto
toda
información
sobre
el
paciente,
que
haya
llegado
a
su
conocimiento
en
el
ejercicio
de
su
trabajo
(…)”.
El
significado
del
concepto
intimidad
está
siendo
devaluado
en
estos
momentos;
en
la
sociedad
actual,
definida
como
de
la
información,
lo
íntimo
lo
es
cada
vez
menos.
Se
tiende
a
utilizar
este
término
referido
sólo
a
uno
de
los
aspectos
desde
los
que
puede
ser
considerado:
el
de
la
preservación
y
protección
de
datos.
Con
los
avances
tecnológicos
producidos
en
cuanto
a
la
gestión
informatizada
de
los
datos
de
toda
índole
es
lógica
la
preocupación
por
asegurar
de
una
manera
especial
los
datos
de
los
usuarios
del
Sistema
Sanitario,
pero
no
podemos
olvidar,
centrados
en
este
aspecto,
los
demás
significados
del
concepto
intimidad.
En
la
vida
cotidiana
los
seres
humanos
hablan
de:
amistades
íntimas,
relaciones
íntimas,
lugares
íntimos,
el
espacio
íntimo
y
hasta
de
partes
íntimas,
términos
todos
que
dan
idea
de
privacidad,
de
acotar
y
preservar
en
relación
a
quien
la
persona
permite
o
no
el
acceso.
Algunos
se
refieren
a
lugares
físicos
y
otros
a
pensamientos,
sentimientos
y
emociones.
Las
enfermeras,
en
el
desarrollo
de
su
trabajo,
al
proporcionar
cuidados,
si
lo
hacen
bajo
la
perspectiva
del
paradigma
humanista,
teniendo
en
cuenta
de
un
modo
holístico
la
globalidad
de
las
personas
para
que
no
pierdan
su
identidad
como
sujetos
y
no
se
conviertan
en
objetos
de
cuidados,
tienen
irremediablemente
que
conjugar
y
mantener
un
equilibrio
entre
las
acciones
necesarias
para
contribuir
al
restablecimiento
de
la
salud
de
los
usuarios
(para
lo
que
es
preciso
en
la
mayor
parte
de
las
ocasiones
el
uso
de
cada
vez
más
alta
tecnología)
y
su
obligación
de
preservar
lo
que
constituye
el
fenómeno
de
lo
íntimo,
aquello
que
le
es
más
propio
a
cada
usuario.
Según
H.
Peplau,
las
enfermeras
en
sí
mismas
son
un
recurso
terapéutico
para
las
personas
a
las
que
cuidan.
Asegura
que
los
beneficios
que
los
usuarios
pueden
obtener
de
la
relación
de
ayuda
que
se
establece
entre
ellos
y
la
enfermera
depende
de
la
“calidad”
de
la
profesional.
No
existe
cuidado
sin
que
se
establezca
una
relación
entre
el
profesional
enfermero
y
la
persona
a
cuidar.
Para
que
esta
relación
sea
terapéutica
tiene
que
sustentarse
en
la
confianza
que
las
personas
depositan
en
quien
les
cuida
y
esta
confianza
se
basa
en
la
valoración
positiva
que
hacen
del
profesional.
Los
usuarios
se
ven
en
la
necesidad
de
“desnudarse”
por
dentro
y
por
fuera
y
mostrar
sus
aspectos
más
íntimos,
lo
que
requiere
de
profesionales
con
grandes
dosis
de
respeto,
tanto
a
lo
que
queda
al
descubierto,
como
por
aquellos
que
la
persona
quiera
reservarse
para
sí
misma.
Nada
tiene
que
suceder
sin
su
consentimiento,
no
podremos
entrar
en
su
intimidad
pero,
sabiendo
que
existe,
la
tendremos
en
cuenta.
La
delicadeza
y
la
discreción
son
cualidades
a
valorar
en
la
persona
que
cuida.
Para
terminar
y
a
modo
de
resumen:
•
El
derecho
a
la
intimidad
no
se
refiere
sólo
a
la
protección
de
datos
a
la
que
nos
obliga
el
secreto
profesional.
•
Tiene
también
que
ver
con
proporcionar
a
las
personas
a
las
que
cuidamos
espacios
privados,
para
que
puedan
manifestar
sus
sentimientos
y
emociones.
•
Tiene
que
ver
con
la
delicadeza
de
pedir
permiso
cuando
sea
necesario
invadir
su
espacio
íntimo,
en
algunas
situaciones
de
cuidados.
•
Tiene
que
ver
con
el
respeto,
cuando
el
usuario
prefiera
reservarse
para
sí
mismo
sus
sentimientos,
sabiendo
que
no
podemos
penetrar
en
su
interior,
pero
que
éste
existe
y
es
importante.
Esperanza
Ferrer
Ferrandiz
Directora
Educare21