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Colombia
Este caso es muy importante que nosotros los estudiantes de derecho lo conozcamos y
sepamos los verdaderos conceptos que llevaron a la Corte a fallar en contra de Colombia,
no solo por incumplimiento sino también por omisión en los lineamientos al debido
proceso, de las víctimas de la Masacre del Mapiripan Meta.
Para dar inicio a este análisis voy hacer un recuento de porque la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, interviene no en la sanción del Estado por esta masacre ocurrida en
1999, sino también por el mal proceder del mismo en cuanto a las garantías judiciales
generadas de esa época.
Para el 2002, se presentó un riesgo inminente dirigido a los testigos del caso, por lo que la
Comisión dictó medidas cautelares a favor de Marco Tulio Bustos Ortiz, Jairo Javier Bustos
Acuña y María Esneda Bustos, y también a favor del Teniente Coronel Hernán Orozco
Castro, quien para ese tiempo se desempeñaba como comandante interino del Batallón
“Joaquín París” cuando se presentó la masacre.
Para logar un análisis completo de este caso voy hablar de los hechos ocurridos el 12 de
julio de 1997 varios miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) aterrizaron
en el aeropuerto de San José de Guaviare y fueron recogidos por miembros del Ejército sin
exigirles ningún tipo de control. El Ejército colombiano fue quien facilitó el transporte de
los paramilitares hasta Mapiripán.
Porque eligieron este municipio para llevar a cabo la matanza es por su privilegiada y
estratégica situación geográfica: está sobre el Río Guaviare y tiene salida al Orinoco.
Además, para esa época, las Farc se lucraban allí con la bonanza del cultivo y la raspa de
coca.
El día 15 de julio de 1997, más de cien hombres armados empiezan a rodear a Mapiripán
por vía terrestre y fluvial. Cuando llegan a Mapiripán, los paramilitares comienzan a tomar
el control del pueblo, proceden a intimidar a sus habitantes medios de comunicaciones y
oficinas públicas. Torturan y asesinan a un grupo de habitantes.
Hasta la fecha se sabe que el Estado reconoce la participación de sus agentes en los actos
preparatorios y ejecución del violento crimen, como lo afirmo ante la Corte que, estos
hechos de ninguna manera, podrieron haber tenido lugar sin su colaboración, como la
ausencia de los esfuerzos necesarios para auxiliar a las víctimas de la violencia, el
desplazamiento y la ausencia de esfuerzos destinados a esclarecer los hechos y
determinar la responsabilidad penal de los implicados.
La Corte declaró también que el Estado violó en perjuicio de quienes fueron niños y niñas
desplazados de Mapiripán los derechos de los niños consagrados en dicha disposición de
la Convención, en relación con los artículos 4, 22 y 1.1 de la misma, y en perjuicio de varias
víctimas de desplazamiento el derecho de circulación y residencia consagrado en el
artículo 22.1 de la Convención.
Por último, la Corte declaró que el Estado violó en perjuicio de los familiares de las
víctimas los derechos a las garantías judiciales y a la protección judicial consagrados en los
artículos 8 y 25 de la Convención, en relación con el artículo 1.1 de la misma.
Por todo esto es la obligación del Estado de investigar los hechos del caso, identificar,
juzgar y sancionar a los responsables, el Estado debe realizar inmediatamente las debidas
diligencias para investigar y para determinar la responsabilidad intelectual y material de
los autores de la masacre, así como de las personas cuya colaboración hicieron posible la
comisión de la misma. El Estado debe llevar a término el proceso penal sobre la masacre
de Mapiripán, de forma que permita el esclarecimiento de todos los hechos y la sanción
de los responsables. Todos estos procesos deberán ser públicamente divulgados por el
Estado, de manera que la sociedad colombiana pueda conocer la verdad acerca de los
hechos del presente caso. Para cumplir la obligación de investigar y sancionar a los
responsables en el presente caso.
En los hechos de Mapiripán no solo participaron los dos oficiales condenados por la Corte
Suprema de Justicia, sino también otros funcionarios del Ejército Nacional de diferentes
rangos que, en conjunto con su acción y omisión, dieron lugar a una estructura de poder
organizado dentro del Ejército.
Pero la existencia de una estructura de poder organizado dentro del Ejército, razón por la
cual estos dos altos funcionarios debieron ser condenados a título de autores mediatos.
les es atribuible responsabilidad debido a su posición de garantes y, en consecuencia,
debían responder por sus omisiones.
Al revisar los hechos, para llegar a la masacre de Mapiripán, más que una “simple
omisión” de parte de los funcionarios mencionados, existió una estructura antijurídica de
poder organizado dentro del Ejército; esta se integró con acciones y omisiones
armonizadas en una serie de cadenas de mando, por esto no debe ser atada a los delitos
de comisión por omisión, sino al conjunto de acciones y omisiones que se ejecutan dentro
de una estructura de poder organizado para cometer crímenes internacionales en esas
unidades del Ejército que permitieron tales acciones y omisiones en favor de los
paramilitares y en perjuicio de la población de Mapiripán actuaron al margen del
ordenamiento jurídico, ya que los órganos directivos y ejecutivos se movieron por esa vía.
Sin embargo, para la Corte siguiendo la réplica de los representantes de las víctimas y lo
sostenido por la Comisión, aún luego de vincular a siete paramilitares a las
investigaciones, la averiguación sobre los altos mandos militares resta desierta, además de
ausencia de ejecución de órdenes de capturas que estaban vigentes aún antes de ser
dictada la sentencia contra Colombia.
La victimas que fueron citadas a testificar ante la Corte Interamericana en una audiencia
fueron amenazadas, y solicitaron a la Corte la adopción de medidas de protección El
Presidente de la Corte adoptó medidas urgentes de protección el 4 de febrero de 2005, y
la Corte en pleno adoptó medidas provisionales el 27 de junio de 2005, para la protección
de los testigos amenazados, sobre la base de las atribuciones que le confiere el Artículo 63
de la Convención Americana.
El Estado, con una aplicación del principio de colaboración armónica puede lograr que la
autoridad mantenga la prevalencia del poder civil sobre la fuerza pública y garantice el
Estado Democrático y Constitucional de Derecho en los términos de la Carta de la
Organización de Estados Americanos.
La corte manifiesta que el Estado deberá construir un monumento apropiado y digno para
recordar los hechos de la masacre de Mapiripán, como medida para prevenir que hechos
tan graves ocurran en el futuro. Dicho monumento deberá ser instalado en un lugar
público apropiado en Mapiripán, dentro del año siguiente a la notificación de la presente
Sentencia. Tambien, propone que exista educación en derechos humanos, esto quiere
decir que en consideración de que la masacre de Mapiripán fue perpetrada por
paramilitares que actuaron con la colaboración, de agentes estatales, en violación de
normas imperativas de Derecho Internacional, el Estado deberá adoptar medidas
tendientes a formar y capacitar a los miembros de sus cuerpos armados y de sus
organismos de seguridad sobre los principios y normas de protección de los derechos
humanos y del derecho internacional humanitario y sobre los límites a los que debe estar
sometido. Para ello, el Estado deberá implementar, en un plazo razonable, programas de
educación en derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario permanentes
dentro de las fuerzas armadas colombianas, en todos los niveles jerárquicos.
Teniendo en cuenta todo lo anterior y con base a lo investigado Colombia debe proteger
la vida la honra de los bienes de los ciudadanos y no como ocurrió en este caso, en el que
la vida no tuvo el valor suficiente ante estas fuerzas y se convirtió en un trofeo para ellos,
la muerte de los pobladores de Mapiripán. Además de que se generó en otras poblaciones
vecinas el terror y el miedo de la organización político social que debió haber
salvaguardado los preceptos del estado colombiano de libertad, orden y justicia para
todos.
Ninguno de los elementos de juicio presentados por las autoridades públicas desvirtúa la
existencia de la masacre de Mapiripán, su crueldad y la responsabilidad del Estado en
estos gravísimos hechos. La reacción de las autoridades públicas ante los supuestos
nuevos hechos revelados por la Fiscalía ha sido desproporcionada y ha desconocido la
obligación de garantizar los derechos a la integridad y a la seguridad personal de los
integrantes de las organizaciones de derechos humanos.