Está en la página 1de 1

Recorrió las solitarias calles de la barriada hasta llegar a la cancha.

Se
detuvo en una esquina, junto a la gradería, encendió un pitillo y dejó
que el humo inundara sus pulmones, lo tranquilizaba aquella sensación.
Soltó una bocanada y regresó el cigarrillo a su boca. Lo consumió hasta
el filtro, mecánicamente, sin apartar la vista de la mancha vinotinto
sobre el pavimento, justo debajo de la arquería.

Recordó el ruido de las llantas al frenar, los estallidos de revolver y la


motocicleta alejándose del lugar. Imaginó el cuerpo baleado de su
amigo tirado sobre lo que ahora es solo una mancha oscura en el
cemento. Encendió otro cigarrillo.

Recorrió las polvorientas calles de la barriada hasta llegar a la cancha.

Después de salir del colegio, recorrió las solitarias calles de la barriada


hasta llegar a la cancha.

También podría gustarte