Amar es jugarnos completos por el otro desconocido. Es un gran
riesgo. El extraño no puede corresponder a nuestro amor, si lo hace estaremos en la obligación de mantener un vínculo recíproco, si no tendremos que recuperar los trozos de nuestra alma que quedan esparcidos en el terreno del juego amoroso. Cuando amamos de verdad debemos asumir que la amada tiene derecho a querernos o no querernos, se trata de su responsabilidad, no de la nuestra. Si nos ama, bien, sino debemos dejar marchar. Amar es desear la felicidad del otro a pesar de nosotros, de ahí que, si el amante no es feliz al lado nuestro, porque lo amamos, lo dejamos partir.
Argumentos a utilizar:
Situación psicológica y fisiológica de las personas involucradas
Situación social
Contexto social e histórico
Relaciones amorosas vistas de un punto antropológico