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El "conductismo subjetivista" de Miller, Galanter y Pribram

Article · January 1998

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José Luis Martorell


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Nuevo visito o los clásicos

El «conductismo subjetivisto» de
Miller, Golonter y Pribrom

JOSÉLUISMARTORELL

La obra de George MiIler, Eugene Galanter y Karl Pribram, Planes y estructura de la conducta,
fue desde su aparición en 1960 una de esas obras "inevitables" a las que no se puede dejar de hacer
referencia y que marcan un punto de inflexión en una determinada línea de pensamiento. De hecho,
esta obra es considerada una de las que abrieron el paso a la psicología cognitiva. La importancia del
trabajo de MiIler, Galanter y Pribram proviene tanto del contenido de sus propuestas como de la actitud
con que se sitúan dentro del campo de la psicología. Antes de entrar en el contenido nos detendremos
un momento en esta actitud.
Esta actitud a la que hacíamos referencia consiste en tratar primordialmente de aportar algún co-
nocimiento, alguna idea, de interés y, sólo después, contemplar el encaje de su aportación en los modos
de pensar existentes en un determinado campo. Su autocaracterización como "conductistas subjetivos"
es el resultado de esta actitud. Los autores, dado que no se consideran conductistas en el sentido de
Watson, ni psicólogos introspectivos en el sentido de Wundt comentan esta cuestión, sin renunciar al
buen humor, del siguiente modo:
"¿Cómo podría caracterizarse una postura que aparentemente es una mezcolanza de elementos
considerados normalmente incompatibles? En medio de este dilema se nos ocurrió de repente que po-
dríamos ser conductistas subjetivos. Cuando dejamos de reír, comenzamos a preguntamos seriamente
si no era exactamente esa la postura en la que nos habÚunosmantenido. Por lo menos el nombre sugería
la chocante incoherencia de nuestra postura" (p.231, ed. española)
El no retroceder ante lo que aparece en un principio como incoherente o irreconciliable, la asunción
de que el progreso de una disciplina cae más del lado de la síntesis que de la exclusión, son expresamente
las ideas impulsoras de esta sección. Que los autores de una obra de una talla e influencia como la que
aquí se comenta asuman estas ideas abiertamente, hace que su lectura sea, en nuestra opinión, doble-
mente recomendable. Los autores describen del siguiente modo su posición con respecto a este asunto:
"Señalemos otra vez de qué asunto se trata: cómo llevar adelante dos concepciones que son, las
dos, necesarias, aunque aparentemente incompatibles. Nuestro propósito sigue siendo todavía el desa-
rrollo de una teoría sintética. Pero ahora creemos que una descripción clara del papel que desempeñan
los planes ha de constituir el vínculo que puede mantener unidas las dos orientaciones, el vínculo que
hará posible el conductismo subjetivo" (p. 233).
Pasando ya al contenido de Planes..., los autores parten de una rápida revisión de la obra algunos
psicólogos a los que califican de teóricos cognitivos, como Barlett (1932), Tolman (1948) o Kohler
(1927) para a partir de dicha revisión denunciar el vacío teórico que hay entre cognición y acción. Sus
propuestas serán, explícitamente, un intento de llenar este vacío. Concretamente, los dos conceptos bá-
sicos en su teorización serán los de imagen y plan. Imagen sería todo el conocimiento acumulado y
organizado que el organismo tiene acerca de sí mismo y de su mundo. Un plan, por su parte, sería cual-

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quier proceso jerárquico del organismo que puede controlar el orden en el que tiene que realizarse una
secuencia de operaciones. Tal como los autores señalan, su objetivo principal será el de explorar la re-
lación que se da entre la imagen y el plan, es decir, tratar de llenar el vacío teórico entre cognición y
acción. En este sentido, es útil reseñar que según esto autores el plan es para el organismo esencialmente
lo mismo que lo que un programa es para un ordenador, refiriéndose en este punto a los trabajos de
Newell, Shaw y Simon (1958).
Un punto de gran interés es el énfasis que ponen los autores en evitar la dicotomía entre los dos
conceptos, imágenes y planes, sosteniendo lo estéril que sería verlos como categorías excluyentes. Las
consideraciones que hacen al respecto (p.29) tocan un tema que, en nuestra opinión, afecta a las apli-
caciones de la psicología orientadas al cambio, a la terapia, y, además lo hacen con un lenguaje lo su-
ficientemente preciso como para permitir su aplicación, y lo suficientemente abierto como para permitir
su encaje en diferentes orientaciones terapéuticas. Sugerimos al lector, al que suponemos interesado
en la terapia dada la naturaleza de la publicación donde aparece el presente texto, que analice los si-
guientes puntos a la luz de su propia práctica o conocimientos de terapia:
Un plan puede aprenderse, y convertirse así en parte de la imagen.
Los nombres que tienen los planes deben comprender una parte de la imagen de los seres hu-
manos, ya que el hecho de ser capaz de ejecutar tales o cuales planes debe formar parte de
la imagen que una persona tiene de sí misma.
Las imágenes pueden formar parte de un plan. El conocimiento debe incorporarse al plan, pues-
to que de otra forma no podría proporcionar una base para guiar la conducta.
Sólo se pueden hacer cambios en las imágenes ejecutando planes para recoger, almacenar o
transformar información.
Sólo pueden efectuarse cambios en los planes mediante información extraída de las imágenes.
Volveremos sobre lo que la obra de Miller, Galanter y Pribram puede aportar a los planteamientos
de terapia, pero antes veamos cuál es la unidad de análisis que en el estudio de los planes propusieron
estos autores. La unidad de análisis del campo del que procedían era el reflejo; ellos sugieren, a partir
de las aportaciones de la cibernética (Sluckin, 1954), que la unidad de análisis tendría que incorporar
el mecanismo de retroacción o retroalimentación, y así proponen como unidad de análisis la unidad TO-
TE: un primer momento de evaluación (Test) entre las condiciones requeridas por la personal y los ras-
gos de la situación; en caso de una desviación, se produce una operación (O); los resultados de esta
operación se evalúan de nuevo (T), hasta que al eliminarse o reducirse la desviación se pasa al elemento
siguiente (Exit, salida). Los autores señalan que la idea de que los componentes de una unidad TOTE
puedan ser, a su vez, unidades TOTE es una noción central de su planteamiento. Esto supone que la
acción está permanentemente guiada por los resultados obtenidos anteriormente y por los datos de la
situación.
Es imposible en este breve espacio trasladar la riqueza y complejidad de los análisis que los autores
hacen de los diferentes aspectos e implicaciones del concepto de plan, sin embargo, aun a riesgo de
simplificar, vamos a comentar algunas de las propuestas de estos autores que tocan el interés del clínico.
Para estos autores, cuando una persona contrae una enfermedad mental aguda presenta casi siempre
uno de los siguientes dos tipos de perturbaciones: 1) dos o más planes están en conflicto o requieren
acciones incompatibles. Los autores describen esta posibilidad y la ejemplifican con el individuo que
ha aceptado dos planes de vida (la denominación es de los autores, p. 107) uno que procede de su madre
y otro de su padre. Cuando ambos entran en conflicto "(el sujeto) no puede descubrir ningún acto que
haga avanzar los dos planes al mismo tiempo" (p. lO?). El sujeto, según los autores, puede decidirse
por la inacción o puede tratar de librarse de uno de ellos apareciendo la culpabilidad. Encuentran que
esta situación es común en paciente neuróticos. 2) Los planes que hasta un momento dado han guiado

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las acciones de la persona ya no son relevantes o factibles. Algún aspecto de su vida se ha quedado
sin planes. En este segundo caso aparecen cambios bruscos de humor y, en general, "fuertes emociones".
Miller, Galanter y Pribram proponen tres posibles estrategias así como las patologías a ellas vinculadas
que utilizarían las personas que han quedado desprovistas de planes:
1) Tratar de rehabilitar el plan antiguo. Ejecutarlo sin tener en cuenta su falta de adecuación. En
su forma extrema, ésta sería la reacción paranoide.
2) Seguir recurriendo a la mayor parte posible de la estrategia general y revisar solamente las ra-
mificaciones tácticas del plan. La ejemplificación de esta posibilidad que hacen los autores es la siguien-
te: "una persona puede intentar -actualizar- alguna situación anterior haciendo que las personas pre-
sentes simbolicen a las anteriores, intentando imponerles la misma estrategia que utilizó anteriormente,
excepto en el caso de las necesarias modificaciones tácticas" (p.128). En el extremo, califican este pro-
ceso de esquizofrénico, y en el caso del abandono repentino y amplio de las tá,;ticas sostienen que se
experimentaría como una depresión.
3) Renunciar a la estrategia pero mantener las tácticas. Al suprimir un plan manteniendo fragmen-
tos de él, puede que estos no resulten apropiados. En el extremo estos fragmentos constituirían la materia
prima de las compulsiones y las obsesiones. Por otro lado, sostienen que la supervivencia de "islotes"
de planes puede formar parte del cuadro clínico de la histeria y de la catatonia, al caracterizarse estas
patologías por los patrones de conducta reiterativos y rituales, patrones que sustituirían al desarrollo
de planes nuevos.
Quizá a modo de resumen de la dimensión clínica de la teoría de estos autores sirva la siguiente
cita: "Es posible que en ese caso (la imposibilidad de mantener un antiguo plan) el paciente desarrolle
planes para habérselas con la ansiedad (mecanismos de defensa), en lugar de desarrollar nuevos planes
para habérselas con la realidad" (p.129).
Como tal vez hayamos podido reflejar, el interés de esta obra es grande, no sólo desde un punto
de vista histórico, lo cual ya sería motivo suficiente para recomendar su lectura o relectura, sino también
por la riqueza de sus implicaciones, la claridad y elegancia con que está escrito y, como señalábamos
al principio del texto, por su actitud integradora. Dado el estado de la cuestión en el campo de la TF,
donde con excesiva frecuencia se quiere hacer pasar el desarrollo de una técnica particular por una es-
cuela de terapia original e independiente, quizá estemos necesitados de la aportación no sólo de estos
"conductistas subjetivos" sino también de algún "constructivista objetivo" o algún "sistémico intrap-
síquico", que nos ayude a salir de una cierta estrechez de miras que nos limita.

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OBRA COMENTADA:

MILLER,G.A., GALANTER,E. Y PRIBRAM,K.H. Traducción española: Planes y estructura de conducta.


(1960).Plansand the structureof behavior.New Madrid, Debate, 1983.
York,Holt, 1960.

REFERENCIAS:

BARTLEIT, EC. (1932). Remembering, A Study in Ex- ments of a theory of human problem solving".
perimental and Social Psychology, Cambridge, Psycholo~ical Review, 65, 151-166.
Cambridge University Press.
TOLMAN, E. (1948). "Cognitive maps in rats and men".
KOHLER, W. (1927). The mentality of Apes. Londres, Psycholo~ical Review, 55, 189-208.
Routledge.
SLUCKlN, W. (1954). Minds and Machines. Londres,
NEWELL, A., SHAW, 1. y SIMON, H.. (1958). "Ele- Penguin.

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