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Tema 5
EL ARTE PRERROMÁNICO ASTURIANO
1. EL CONTEXTO HISTÓRICO
2. LA ARQUITECTURA
2.1 Características generales
2.2 Alfonso II. Etapa prerramirense
2.3 Ramiro I. Etapa ramirense
2.4 Alfonso III. Etapa postramirense
3. LA ORFEBRERÍA
1. CONTEXTO HISTÓRICO
Desaparecido el reino visigodo de Toledo y con la presencia islámica en gran parte del
territorio peninsular, el núcleo de resistencia astur iniciará la creación de un Estado que tendrá su época
de mayor esplendor con Alfonso II (791-842), Ramiro I (842-850) y Alfonso III (866-910). El reino
asturiano se regirá por un principio básico, la recuperación de la desaparecida monarquía
hispanovisigoda, de la que se van a considerar herederos directos. Intentarán restablecer en sus sedes
regias el boato de la corte toledana emulando sus edificios y costumbres. En el arte, serán los
continuadores de las formas y técnicas antiguas, de sustrato tardorromano.
Tras una primera etapa de formación, entre los años 791-910, el reino astur conseguirá su consolidación
a medida que amplía sus fronteras, perdiendo importancia el núcleo territorial asturiano cuando, en el
siglo X, Ordoño II traslade la capital a León.
El apogeo del Reino de Asturias se iniciará con el reinado de Alfonso II el Casto, que dará
impulso a la monarquía no sólo por medio de la expansión territorial sino también por su ideal de
restauración de orden gótico (de los godos) que le llevaron a establecer relaciones con la corte de
Carlomagno y el imperio Carolingio. En íntima relación con esto, el monarca trasladará la capital a
Oviedo y, en torno a ella, desarrollará una fuerte actividad constructiva que la convierte en sede regia y
emblema del nuevo reino. Oviedo será, en definitiva, la nueva Toledo.
El Arte Asturiano presenta un carácter unitario debido a que estuvo en todo momento
impulsado por los monarcas. Es por tanto un arte áulico, vinculado a la monarquía. La concentración
de poder frente a la fragmentación del feudalismo europeo, el fervor religioso de los monarcas y el
deseo de éstos de prestigiar a una monarquía que desea ser heredera de la visigoda, hicieron posible una
intensa actividad artística en un espacio geográficamente reducido y durante un período de tiempo
corto. El afán constructor de los monarcas asturianos fue comprendido y apreciado en la época, como
muestra el hecho de que las crónicas nos hablen de Alfonso II, Ramiro I y Alfonso III como
promotores del arte. Los artistas fueron personajes anónimos que estuvieron al servicio de la ideología y
los proyectos de los reyes, habiendo llegado hasta nosotros solamente el nombre de Tioda, arquitecto
de Alfonso II. Por otra parte, el dominio de la monarquía sobre la iglesia supuso que estuviesen ligadas
a ella todas las manifestaciones artísticas, tanto civiles como religiosas.
Materiales: sillarejo y mampostería, sólo aparecen sillares de piedra en los ángulos de las
esquinas o en los contrafuertes.
Soportes:
muros de bastante espesor que acostumbran a estar reforzados
por contrafuertes y arquerías ciegas.
pilares sencillos de sección cuadrada o rectangular, sobre los que
descansan arcos.
columnas que durante el reinado de Ramiro I se usan más con
una función decorativa que con funciones de sostén, los fustes
pueden ser lisos pero predominan los sogueados y los capiteles
son de tipo corintio muy tosco, o bien de forma troncopiramidal
invertido y decorados con sogueado o relieves.
Vanos: son escasos y pequeños, las ventanas están decoradas
con celosías de piedra o yeso que provocan a través de su calado
una luz tamizada y suave.
Arcos: durante el reinado de Alfonso II se usa el arco de medio
punto de influencia romana; en la etapa de Ramiro I el más usado (aunque también se
utiliza el anterior) es el de medio punto peraltado (arco de medio punto que se eleva en
altura al incluir más dovelas sobre las impostas); durante el reinado de Alfonso III, se usa
principalmente el arco de herradura tanto de origen visigodo como musulmán, junto con
los dos anteriores.
Cubiertas: generalmente son planas y de madera, únicamente los tres ábsides de la
cabecera se cubren con bóvedas de cañón. Las bóvedas de cañón están sustentadas por
arcos fajones.
Planta: es en general basilical con tres naves longitudinales,
en algunos casos se tiende a marcar la nave transversal o
transepto, o bien a separar las naves del altar por medio del
iconostasio.
Cabecera: es tripartita, los ábsides siguiendo la tradición
visigoda son rectangulares, totalmente abovedados y
destacando el central. A menudo sobre el ábside central se
encuentra una pequeña cámara cuya única salida es una
ventana exterior enmarcada por tres arquillos y cuya función
no está muy clara.
Decoración: puede ser de creación propia o influida por
otros estilos artísticos:
de influencia romana: en concreto de la pintura pompeyana (en San Julián de los Prados).
La pintura decoraba fundamentalmente las paredes del interior y exterior de los edificios,
tanto para enmascarar la pobreza de los materiales como para mostrar un programa áulico.
La técnica es la del fresco.
de influencia bizantina: en San Miguel de Lillo hay unas jambas que reproducen un díptico
de circo bizantino.
temática propia: ya que tanto en los fustes de las columnas como en los relieves
predomina la decoración de soga o cuerda y los discos clípeos localizados en las enjutas.
Del reinado de Alfonso II destacan: la iglesia de San Julián de los Prados (Santullano),
considerada como una de las más amplias del prerrománico de la Península y cuyo interior estaba
totalmente cubierto de pinturas murales; y la Cámara Santa de Oviedo, en origen capilla palatina del
monarca, dedicada a San Miguel, un espacio rectangular de dos pisos cubiertos por bóveda de cañón y
con contrafuertes exteriores.
En el transepto, debido a su mayor altura, las arquitecturas se disponen en niveles que no coinciden en
línea con los de la nave central aunque repiten el mismo modelo decorativo.
En las naves laterales aparece un zócalo y sobre él motivos vegetales geometrizados imitando casetones.
Las bóvedas de de las capillas siguen el mismo esquema. En la central, la arquería ciega se decora
CÁMARA SANTA
La cámara santa es un edificio de doble planta, siguiendo un diseño que proviene del mundo
romano, en el que la parte inferior se dedica a enterramientos y la superior al culto. Este modelo llegará
a su máxima expresión, dentro del arte altomedieval, en el palacio de Santa María del Naranco,
construido también en Oviedo unos cincuenta años después.
Aunque las crónicas de la época no la mencionan, tanto su estructura y su aparejo (sillarejo), como los
de la torre de San Miguel, a la que está adosada, sitúan su construcción en el reinado de Alfonso II, a
principios del S. IX, posiblemente como capilla palatina.
La planta superior fue modificada en el S. XII, en que
se incrementó la altura de la nave, sustituyendo el tejado plano
original por una bóveda de cañón, soportada por arcos fajones
que se apoyan en seis columnas dobles, decoradas con los
Apóstoles, uno de los conjuntos escultóricos más interesantes
del románico español.
La planta inferior, dedicada a Santa Leocadia, cuyos
restos, junto a los de San Eulogio, fueron traídos
posteriormente desde Córdoba por Alfonso III, es una nave
rectangular de 10 metros de largo por 3 metros de ancho,
cubierta por una bóveda de cañón en ladrillo que se apoya sobre
un zócalo de piedra adosado a tres de sus lados. En cada
costado se abren dos ventanas y una puerta adintelada al
exterior. Además hay una pequeña ventana en la cabecera,
dentro de un arco de medio punto sobre columnas y capiteles que también enmarcan un pequeño
tabernáculo. Se conservan restos de soportes de canceles, situados en el suelo, por delante de la zona
que estaría dedicada al altar, y algunas laudas sepulcrales, entre ellas la tapa del sepulcro visigodo de
Itacio, una de los más interesantes que nos han llegado de ese periodo. Es evidente que esta nave
inferior estaba situada al nivel del suelo, con acceso directo por las puertas existentes en cada costado y
Este monarca continuó dando estabilidad al Estado creado por Alfonso II, pese a que su
reinado fue muy breve. Las crónicas insisten en su carácter fuerte contra todo aquello que supusiera una
amenaza a las normas establecidas.
También a partir de los textos de la época sabemos que hizo levantar en el Naranco un conjunto de
edificaciones palatinas, de las que se han conservado las que hoy conocemos como Santa María del
Naranco y San Miguel de Lillo.
El sobredicho rey fundó, en la ladera del monte Naranco, distante de Oviedo dos mil pasos, una iglesia en memoria de Santa María,
de admirable belleza y perfecto ornato; la cual, aparte de otras particularidades que omito, se compone de varios tramos abovedados y
está construida solamente con cal y piedra; de modo que no encontrará edificio semejante en España quien quisiera buscarlo. No lejos
de esta sobredicha iglesia construyó también numerosos palacios y balnearios hermosos y decorados.
Crónica de Alfonso III.
La genialidad del arquitecto del Naranco queda patente en sus originales aportaciones dentro
del contexto prerrománico, que dejan entrever su formación y conocimiento de la tradición clásica.
Entre ellas destaca la utilización de un material ligero en las cubiertas, la toba sustituye al ladrillo; la
recuperación del arco de medio punto peraltado; el empleo de nichos en el interior para romper con la
pesadez de los muros; un vano exterior que simula un tercer piso haciendo el edificio más armónico; un
remate triangular que evoca un frontón y sobre todo ello, el abovedamiento y su sistema de
contrarrestos que anticipan el románico. El conjunto también resulta innovador por su armonía de
estructuras, por la elegancia de sus líneas y por el claro sentido ascensional de su verticalidad. Teniendo
en cuenta todo esto, se puede afirmar que un edificio como Santa María del Naranco resulta
excepcional dentro del conjunto del Arte Prerrománico europeo.
La iglesia palatina de San Miguel de Lillo fue consagrada por Ramiro I en el año 848, de
acuerdo con la inscripción grabada por el propio rey y su esposa, en el ara conservada en el Palacio del
Naranco.
... en el lugar de Lillo construyó una iglesia y palacios, con admirable obra de bóveda
Crónica Albeldense
Entretanto el dicho rey fundó una iglesia en memoria de Santa María (la actual iglesia de San Miguel de Lillo) en
la falda del monte Naranco, distante de Oviedo dos millas, de admirable belleza y hermosura perfecta y, para referirme a
otras de sus hermosuras, tiene una bóveda apoyada en varios arcos, y está construida solamente con cal y piedra; si alguien
quisiera ver un edificio similar a ése, no lo hallará en España.
Crónica ad Sebastianum
Las cubiertas de las naves que han llegado hasta nosotros adoptan una
configuración peculiar. La bóveda que recubre la nave central sigue un eje
oeste-este mientras que las laterales se colocan perpendiculares al mismo,
es decir, de norte a sur. La gran altura a las que están dispuestas
condiciona el uso de un material ligero para su construcción. Se recurre por ello a la piedra toba como
ya se hizo en Santa María del Naranco.
Exteriormente los muros son recorridos por contrafuertes y en ellos se abren huecos que se adornan
con celosías de piedra completamente trabajadas.
Santa Cristina de Lena está considerada la última construcción del periodo ramirense. No se ha
encontrado documentación escrita de esta iglesia hasta bien entrado el siglo XVII, por lo que su
datación correcta siempre ha sido muy dificultosa. Por sus características constructivas se considera
como un edificio posterior a Santa María del Naranco. Tal vez su constructor fuera el mismo arquitecto
que el de Santa María o un arquitecto ligado a la corte del rey Ramiro, conocedor de las técnicas
constructivas.
Conformada por una nave única, rectangular, está rodeada de estancias (nártex, dos capillas laterales y
presbiterio) que parecen configurar una planta de cruz griega.
El presbiterio, al que se accede a través de escalones, se separa de la nave central mediante una triple
arcada peraltada y un iconostasio decorado con relieves geométricos. Uno de los elementos que más
destaca de la iglesia es precisamente el iconostasio de piedra que separa dos espacios, uno de ellos la
nave central donde se congregaban los fieles y por otra parte el presbiterio o altar mayor donde se
situaba el oficiante de la misa según el ritual visigótico. El iconostasio se compone de tres arcos
peraltados que apoyan en cuatro columnas de mármol de fustes
lisos y capiteles de hojas de acanto, las dos centrales exentas y
las dos extremas pegadas a los muros. Sobre ellos tres arcos mas
pequeños cierran el conjunto. A este segundo cuerpo alto se
abren cinco celosías algunas reconstruidas. Tres de ellas en el
centro de los arcos y dos mas en las enjutas que forman los
mismos.
Como los demás edificios ramirenses, el exterior tiene
contrafuertes, que en este caso son voluntariamente
desproporcionados con respecto a la carga que soportan y
tienen una función estética.
Durante su reinado, asentadas ya las bases del nuevo Estado, se inició el proceso de
repoblación del Valle del Duero. A medida que avanzaban las fronteras, los repobladores iban
conociendo directamente los edificios de época hispanovisigoda que, aunque abandonados y
semidestruidos, todavía se conservaban. Este hecho les permitió asimilar formas y técnicas que se
fusionarán a las ya experimentadas por ellos durante reinados anteriores y aunque ambos partían del
mismo sustrato, fueron dando lugar a resultados algo diferentes a las de Alfonso II y Ramiro I. Las
crónicas nos hablan de la gran actividad constructora de Alfonso III. Sin embargo, sólo conservamos la
Foncalada, una fuente en piedra abovedada y cubierta a doble vertiente que es el único resto en el
recinto de Oviedo, y las iglesias de San Salvador de Valdediós y Santo Adriano de Tuñón. Sabemos
también, que el monarca reedificó en la capital gallega el templo dedicado a Santiago que había
levantado Alfonso II.
Existen otros detalles que asocian a la iglesia de Valdediós, profundamente asturiana, con
constructores mozárabes, como el hecho de que la espadaña que existe sobre la fachada
principal y la línea de corte del tejado a dos aguas estén rematadas con almenas de tipo
califal.
FONCALADA
La fuente de Foncalada es una fuente de agua potable
construida por orden del rey Alfonso III en la ciudad de Oviedo.
Dentro del arte prerrománico asturiano es el único ejemplo de su
clase conservado hasta nuestros días, además del único vestigio o
resto de construcción con fin de utilidad pública de la Alta Edad
Media dentro de la ciudad.
Arquitectónicamente la fuente es de planta rectangular de
aproximadamente cuatro metros de ancho y cubierta a dos aguas.
Tiene un vano central a modo de puerta, formado por un arco
de medio punto. Este espacio con bóveda de cañón aloja la
fuente por la que fluye el manantial. Todo ello está construido en
piedra de sillería con un frontón triangular.
El arte asturiano conserva la tradición visigoda de los trabajos de orfebrería, de los que son
claro ejemplo las cruces de los Ángeles y de la Victoria, así como la caja relicario de las ágatas.
CRUZ DE LA VICTORIA
Regalo del rey Alfonso III a la Catedral de Oviedo. Fue
realizada en el 908 en el castillo de Gauzón. La cruz en su interior
es de madera de roble y al exterior chapada en oro. Tiene forma de
cruz latina con los brazos rematados en forma trilobulada y disco
central con caja relicario. Mide 92 x 72 x 2,5 cm. de alto. Decorada
ricamente con esmaltes y cabujones en su parte frontal y lisa por
su parte posterior. Se compone de dos piezas de madera
ensambladas.
En sus brazos figura la siguiente inscripción: "Permanezca esto
recibido benignamente para honra de Dios, lo cual ofrecen el siervo de Dios
principe Alfonso y la reina Ximena. Cualquiera que se atreviere a tomar estos
nuestros dones perezca con rayo del cielo. Esta obra, siendo acabada, fue
ofrecida a la iglesia Catedral de San Salvador de Oviedo. Con esta señal se
defiende el cristiano y con ella se vence al enemigo y fue labrada esta cruz en el
castillo de Gauzón el año 42 de nuestro reino, andando la era de 946"
Según cuenta la leyenda esta cruz es la que llevaba Pelayo en la
Batalla de Covadonga, hasta que Alfonso III decidió revestirla de oro y piedras preciosas. En la
actualidad se custodia en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo. La cruz además forma parte de la
bandera del Principado de Asturias. Según se dice estuvo depositada en la Iglesia de la Santa Cruz de
Cangas de Onís, hasta que el rey Alfonso III la llevó a Oviedo. Fue robada en el año 1977 y una vez
recuperada vuelta a reconstruir.
NOTA:
Para ampliar información sobre el tema y ver todas las obras del prerrománico asturiano es
recomendable consultar la página: http://www.prerromanicoasturiano.com/