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Cuando un ser vivo realiza cualquier actividad física, por mínima que sea, necesita de un aporte

energético, no solo para el momento sino una reserva de energía constante y controlada para
funcionar correctamente y pasar de una actividad a la siguiente con total normalidad.

La energía es necesaria porque significa el origen de la posibilidad de realizar cualquier proceso


que animales, plantas y nosotros debemos llevar a cabo según nuestra biología.

Es necesaria la existencia de dicha energía para completar un entrenamiento, para realizar las
tareas diarias e inclusive para que el cuerpo humano cumpla sus funciones como están diseñadas
originalmente, una de estas importantes actividades, forma parte de las personas durante toda su
vida, es el proceso metabólico producto de las células del cuerpo; es esencial tener conocimiento
acerca de las amplias áreas que se mantienen en constante funcionamiento debido a estas reacciones
químicas.

Tanto la energía como el metabolismo, están unidas directa e indirectamente con otros sistemas
que el ser humano atraviesa diariamente, muchos de ellos están interconectados por medio de
sustancias, descomposición o incluso, otros procesos muy importantes en la vida de toda persona.

Además, es una prioridad conocer y entender todos estos sistemas que componen nuestra
existencia, ya que, de ellos dependen el correcto desenvolvimiento de nuestras vidas cotidianas y
nuestra resistencia en las actividades que realizamos.
Para empezar, hay que destacar que cuando realizamos alguna actividad física nuestro cuerpo
necesita de un aporte energético continuo que mantenga nuestras funciones vitales en correcto
equilibrio. La Energía es el origen de toda actividad física, por lo que antes de nada debemos
entender…

Se define como “La Capacidad para realizar un trabajo”

Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.a ed)

Sin embargo, para entender correctamente este concepto, tenemos que adentrarnos más a cómo
funciona la energía en una actividad física. Cuando nosotros entrenamos, necesitamos de energía
mecánica para producir movimiento. Esa energía sólo es posible que se genere con una energía
química previa. Aquí nos damos cuenta que la energía, aquella capacidad que nos sirve a todos de
impulso para realizar un correcto entrenamiento y actividad física, es capaz de dividirse en una
serie de tipos donde la Energía Química se destaca del resto, pero ¿Por qué?

La principal forma de energía utilizada por el cuerpo humano es la energía química, acumulada
dentro de los enlaces de los carbohidratos, proteínas y grasas obtenida a través de reacciones
bastante complejas. Ahora bien, esta energía no se transfiere directamente a las células para que
realicen su trabajo, sino que es almacenada en forma de adenosintrifosfato (ATP).

Dentro de este orden de ideas, la única conexión rica en energía que nuestro músculo puede
aprovechar de forma inmediata para una contracción es una substancia
denominada adenosintrifosfato (ATP)

Cada célula de nuestro organismo dispone de su propia pila que le suministra la energía
necesaria para realizar sus actividades. En el caso de la fibra muscular, la pila de ATP le suministra
la energía para contraerse y relajarse. Entendiendo al ATP como “La pila biológica que almacena
energía para nuestras células” podríamos tener una duda y es ¿Cómo recargan las células su pila
de ATP?
Pues bien, estas se recargan utilizando diferentes combustibles que básicamente son de tres
tipos: glucosa, ácidos grasos libres y aminoácidos. Los cuales provienen de la alimentación diaria.
Por ejemplo, cuando comemos pan o papas estamos comiendo mucha glucosa; cuando comemos
una carne estamos tomando principalmente proteínas y grasa.

En este sentido se comprende que la Energía es el primer ingrediente necesario para que nuestro
cuerpo realice una actividad física y a su vez, como para que esta se dé correctamente es necesario
de aquella unidad de almacenamiento de energía como es el ATP, sin embargo ¿Cómo llega esta
energía en primera instancia?

Cada vez que das un mordisco a un bocadillo o un sorbo a un batido de frutas, tu cuerpo tiene
que trabajar duro para procesar los nutrientes que has ingerido.

Mucho después de que dejes el plato limpio y digieras los alimentos, los nutrientes que habrás
ingerido se convertirán en los componentes básicos y combustible que necesita tu cuerpo para
funcionar y crecer. Tu cuerpo obtiene la energía que necesita de los alimentos a través de un
proceso denominado metabolismo.

Es un conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en las células del cuerpo. El
metabolismo transforma la energía que contienen los alimentos que ingerimos en el combustible
que necesitamos para todo lo que hacemos, desde movernos hasta pensar o crecer. Proteínas
específicas del cuerpo controlan las reacciones químicas del metabolismo, y todas esas reacciones
químicas están coordinadas con otras funciones corporales. De hecho, en nuestros cuerpos tienen
lugar miles de reacciones metabólicas simultáneamente, todas ellas reguladas por el organismo,
que hacen posible que nuestras células estén sanas y funcionen correctamente.

El metabolismo es un proceso constante que empieza en el momento de la concepción y termina


cuando morimos. Es un proceso vital para todas las formas de vida -no solo para los seres humanos.
Si se detiene el metabolismo en un ser vivo, a este le sobreviene la muerte.

He aquí un ejemplo de cómo funciona el proceso del metabolismo en los seres humanos -y
empieza con las plantas. En primer lugar, las plantas verdes obtienen energía a partir de la luz solar.
Las plantas utilizan esa energía y una molécula denominada clorofila para fabricar azúcares
mediante el agua y el dióxido de carbono.

Cuando las personas y los animales ingieren plantas (o, si son carnívoros, ingieren carne de
animales que se alimentan de plantas), incorporan esa energía, junto con otras sustancias químicas
fundamentales para fabricar células. El siguiente paso consiste en descomponer el azúcar a fin de
que la energía producida pueda ser distribuida a todas las células del cuerpo, las cuales la utilizarán
como combustible.

Estos compuestos son absorbidos por la sangre, que es la encargada de transportarlos a las
células. Durante este proceso, la energía procedente de los compuestos se puede liberar para que la
utilice el cuerpo o bien almacenar en los tejidos, sobre todo en el hígado, los músculos y la grasa
corporal.

De este modo, el metabolismo es una especie de malabarismo en el que intervienen


simultáneamente dos tipos de actividades: la fabricación de tejidos corporales y la creación de
reservas de energía, por un lado, y la descomposición de tejidos corporales y de reservas de energía
para generar el combustible necesario para las funciones corporales, por el otro:

El anabolismo, o metabolismo constructivo, consiste en fabricar y almacenar, este es la base del


crecimiento de nuevas células, el mantenimiento de los tejidos y la creación de reservas de energía
para uso futuro. Durante el anabolismo, moléculas simples y de tamaño reducido se modifican para
construir moléculas de hidratos de carbono, proteínas y grasas más complejas y de mayor tamaño.

El catabolismo, o metabolismo destructivo, es el proceso mediante el cual se produce la energía


necesaria para todas las actividades. En este proceso, las células descomponen moléculas de gran
tamaño para obtener energía. Esa producción, aparte de ser el combustible necesario para los
procesos anabólicos, permite calentar el cuerpo, moverlo y contraer los músculos. Cuando
descomponen compuestos químicos en sustancias más simples, los productos de desecho liberados
en el proceso son eliminados al exterior a través de la piel, los riñones, los pulmones y los intestinos.
Esto hace muy claro para todos nosotros que...

El metabolismo es la garantía de la vida. Los seres vivos estamos intercambiando materia y


energía en el medio ambiente durante toda la vida, por lo que el metabolismo nos acompaña desde
el nacimiento a la muerte, actuando sin interrupción alguna.

Si el metabolismo se detuviera, ese sería el fin de la vida, pues sería imposible seguir obteniendo
la energía química para sostener la actividad vital, mucho menos para crecer o para reproducirse o
reponer tejidos dañados.

Siendo las cosas así, el metabolismo también interviene cuando realizamos actividad física,
durante estas actividades nuestro organismo activa diferentes vías metabólicas para la obtención
de energía en los entrenamientos. Estas vías actúan de forma perfectamente coordinada en función
de la actividad que realicemos. Es entonces cuando debemos exponer…

Existen 3 vías para obtener energía para así a su vez realizar actividades físicas, la cuales en
función al tipo de actividad de realizar y su nivel de intensidad se usará una vía en mayor o menor
medida. Es decir, que dependiendo de la actividad física realizada habrá más predominio de unas
vías energéticas sobre otras. Con el entrenamiento mejoraremos los enzimas en cantidad y calidad
de trabajo, ya que se almacena más energía y la velocidad de las reacciones aumenta.
En relación a esto, veamos cada vía metabólica como una escalera con 3 niveles clasificados
según su disponibilidad, su capacidad y su importancia.

En el primer escalón tenemos la vía anaeróbica aláctica, esta es usada para esfuerzos de muy
alta intensidad y de pocos segundos; sin entrar en una definición específica, la vía anaeróbica
aláctica utiliza reservas de energía de ATP a través del ciclo de la ¿Fosfocreatina? ¿Qué son
exactamente estas reservas de energía?
Uno de los ejemplos más comunes usados para entender a la fosfocreatina, y que usaremos
durante los demás escalones, es entenderla como “un recurso económico” donde en este caso la
fosfocreatina, se pueden entender como billetes en una cartera, todos sabemos las grandes ventajas
que nos da tener efectivo con tan rápido acceso como es sacarlo de nuestra billetera, pero a su vez,
todos conocemos lo rápido que se acaba.
En otras palabras, la fosfocreatina es capaz de estar disponible de manera rápida, pero su
capacidad energética está limitada, siendo de rápido agotamiento, desde los 2-3 hasta los 10
segundos.

En el segundo escalón tenemos la vía anaeróbica láctica, esta se dice que está en un segundo escalón,
porque a pesar de que se sigue usando para ejercicios de alta intensidad, estos son de mayor duración.
Es una vía que funciona tomando los hidratos de carbono en forma de glucógeno y a través de la
glucólisis es capaz de producir la energía necesaria para continuar realizando una actividad física.
Si continuamos entiendo esto como el ejemplo que dimos en la vía metabólica anterior, es decir,
entendiendo esta reserva de energía como “un recurso económico”, imaginemos que la glucólisis
anaeróbica es un cheque bancario, lo podemos utilizar con menos inmediatez que un billete y su
capacidad de enérgica es relativa, pero aún seguimos teniéndolo a la mano y nos proporciona la
energética necesaria para ejercicios como sprints o ejercicios de velocidad.
En efecto, nos permite generar ATP, sin necesidad de emplear oxígeno, ya que el aprovechamiento
anaeróbico de la glucosa es 18 veces más efectivo que el aeróbico. Esto permite, que mientras
entrenamos seamos capaces de desarrollar mayor velocidad que con la energía aeróbica, al poner mayor
disposición de energía en menos tiempo.
En el tercer y último escalón tenemos la vía aeróbica; una vez agotadas las dos vías anteriores, entra
en funcionamiento una vía de oxidación mucho más compleja, por lo que el ritmo al que producen el
ATP es inferior, lo que obliga a reducir la intensidad del ejercicio, es decir, esta vía es usada para
ejercicios o esfuerzos de media o baja intensidad y de larga duración.
Si queremos terminar de explicar el funcionamiento de estas vías metabólicas como “un recurso
económico”, ahora veamos la vía aeróbica como la solicitud de un crédito personal, ya que ahora
queremos disponer de una gran suma de dinero, un proceso largo y complejo donde tendremos que
presentar varios documentos y garantías que respalden el retorno de crédito. Sin embargo ¡las reservas
son enormes! prácticamente inagotables, tal y como pasa con la cantidad de lípidos almacenados en
nuestro organismo.
Ya conocemos los 3 escalones que se siguen a la hora de obtener energía, las 3 vías metabólicas
que constantemente usamos en menor o mayor cantidad.

Es conveniente recalcar que, aunque se suele hablar de vía aeróbica y anaeróbica como dos
formas independientes para obtener energía en actividades físicas, siempre existe una mezcla entre
estas vías y sus respectivos sistemas, ya que trabajan de forma coordinada, predominando uno
respecto al otro de acuerdo a los factores ya expuestos.

En fin, ahora que las conocemos a fondo, sabemos que todos estos procesos
proporcionan energía en los entrenamientos y sirven para resintetizar ese ATP del que antes se ha
hablado. No obstante, en estas vías energéticas intervienen 2 conceptos, la potencia y la capacidad.
Ambos conceptos son necesarios entenderlos si queremos aprender a desarrollar y
mejorarlos en base al entrenamiento, es indudable no decir que tanto la potencia como la capacidad
de un sistema son variables, están en constante crecimiento y desarrollo y se fundamentan tanto de
la frecuencia e intensidad de nuestras actividades como también de los nutrientes que consumamos.
Bajo conceptos más claros ¿Cómo podemos definir a la Capacidad y la Potencia?

La Capacidad es “la cantidad de energía que fluye con márgenes de potencia medios o bajos”

Mientras, la Potencia es “la cantidad de energía que fluye con márgenes de intensidad
próximos al nivel máximo”

Para ejemplificar, imaginemos ambos términos como un deposito de energía, un grifo de agua
que podemos abrir y cerrar por determinado tiempo, hasta que lo que esté en el tanque se acabe.
Mientras la capacidad seria la cantidad de agua disponible, la potencia sería la intensidad con la
que esta sale al exterior. Mayor potencia, menor será el tiempo en el que el agua durará antes de
acabarse, menor potencia, mayor será el tiempo con la que esta podrá usarse.
Una vez comprendidos ambos términos ¿Cómo podemos relacionarlos a las vías metabólicas?

Pues bien, cada una de las 3 vías mencionadas poseen tanto su capacidad como su potencia
respectivamente, y a su vez determinan ciertas características de cada una. Se pueden definir de la
siguiente forma:

La zona de esfuerzos realizados de manera continua con el 100% de posibilidades de la persona


o atleta, cuyo tiempo como en cualquiera de los ejercicios dependerá de las capacidades del mismo,
pero ronda de 1 a 3, o incluso llegando a 10-15-20 segundos. Su factor limitante, para el buen
rendimiento, puede ser la imposibilidad de aportar energía con la rapidez necesaria.

La franja de los trabajos realizados, de forma continua, al 97% - 98% de posibilidades


absolutas, cuyo tiempo como en cualquiera de los ejercicios dependerá de las capacidades del
mismo, pero ronda entre los 15-25-30 segundos. Su factor limitante puede ser la limitación o
agotamiento del depósito específico.
La zona de esfuerzos realizados de manera continua con el máximo de posibilidades que
permitan concluir el ejercicio, que ronda el 96% de las máximas posibilidades absolutas del atleta,
cuyo tiempo ronda los 30-90 segundos. Como factores limitantes se consideran, la imposibilidad
de aportar energía con la rapidez requerida y, sobre todo, la intoxicación muscular por ácido láctico,
que como sabemos, entorpece la eficacia de la contracción muscular.

La zona de esfuerzos continuos al máximo de sus posibilidades relativas, que rondan una
intensidad del 90% de las posibilidades absolutas, cuyo tiempo va desde los 90-120seg a los 3min.
Su factor decisivo está en la capacidad del atleta de absorber y soportar en pleno ejercicios, el ácido
láctico. Como factor limitante se considera, además de la condicionante intoxicación láctica, el
agotamiento del glucógeno muscular.

Para estos momentos hay que recordar que nos acercamos a los 2-3min de esfuerzo continuo,
para estos momentos de la actividad física, es necesaria la participación de la vía aeróbica, sin
embargo, como se ha venido explicando, el tiempo depende estrechamiento del acondicionamiento
físico previo del atleta. No obstante, mientras muchos entrenadores señalan los 3 minutos como el
inicio de la siguiente franja, otros pueden decir con certeza ue aún es posible ampliar más dicha
franja.

Es la zona de esfuerzos continuos, realizados al máximo de posibilidades relativas, con una


intensidad aproximada del 80% de las posibilidades absolutas y durante un tiempo que puede
fluctuar entre 6-10min hasta llegar incluso a los 30-35min. Su factor más limitante es la
imposibilidad de conseguir el suficiente flujo de energía, sin tener que recurrir en demasía a la vía
anaeróbica. Algún autor distingue dos sub-franjas: la de Potencia aeróbica alta para los esfuerzos
más próximos a los 6-10 minutos, y la Potencia aeróbica baja, cuando los esfuerzos se van
acercando a los 30 minutos.

Esta es la franja que agrupa todos los esfuerzos continuos que se mantienen después de los
30min de actividad y que por razones más que evidentes son realizados con una intensidad que
puede rondar entre los 50% y el 75% de las máximas posibilidades absolutas.

Estas dos últimas franjas, también se suelen dividir en función del tiempo de esfuerzo en sub-
franjas:

C.A Alta: entre 30 y 90min

C.A Baja: 90min a 5-6hrs

También, incluso sobrepasando este umbral, donde los factores limitantes pueden ser la
sobrecarga muscular, ligamentosa y tendinosa, la deshidratación y la pérdida de electrolitos.
Pero, como se había expuesto anteriormente, cada uno de estos tiempos, son solo estimados, puesto
que como se ha mencionado varias veces, la calidad del atleta, así como su nivel de entrenamiento
es lo que poco a poco lo ira desarrollando en esta doctrina.

Se tiende a saber que a medida que se realizan entrenamientos, no solo la capacidad y potencia
física se ven mejoradas, sino otros sistemas del organismo, tanto interna como externamente, uno
de los más importantes son nuestras fibras musculares.

Nuestros músculos generan fuerza y resistencia que nuestro cuerpo necesitará inevitablemente
a la hora de realizar cualquier actividad física. Bajo conceptos generales, los músculos son los
encargados de mover los huesos y con ello todo nuestro cuerpo, los cuales a su vez están formados
por las llamadas fibras musculares.

Estaría compuesto por dos importantes tipos: que serían las fibras de concentración lenta y las
fibras de concentración rápida, que cada persona posee en diferente proporción.
En tal sentido, todos los músculos del cuerpo contienen ambos tipos de fibras, y la proporción
de estás en cada uno no es siempre igual, por lo que tenemos más facilidad de trabajar con un
músculo que con otro o de realizar un tipo de acción o ejercicio que otro.

Dentro de este orden de ideas, expliquemos brevemente la clasificación de los diferentes tipos
de fibras musculares.

Son aquellas que tienen una gran resistencia aeróbica. Como se ha venido diciendo, no se tratan
de fibras preparadas para explosionar a la hora de vencer una carga o un peso, sino que están
preparadas para optimizar la energía y aprovecharla al máximo, haciendo que resistamos más frente
a una determinada actividad.

Por lo mismo, estas fibras se utilizarán a la hora de realizar actividades de baja intensidad en
las que la resistencia es esencial. Imaginemos que corremos para la prueba de un maratón, aquí
sería necesario hacer acopio de la resistencia corporal.

Un claro ejemplo son las pruebas de maratón, en la que es necesario hacer acopio de la
resistencia corporal.

Son conocidas también como fibras rojas o tipo 1, ya que, poseen un alto contenido en oxígeno.
Acorde a lo expuesto, las fibras musculares rojas se utilizan casi siempre. Sin ellas no podríamos
realizar movimientos básicos como sentarnos, ponernos de pie o caminar. Y producen la energía
necesaria para la contracción y relajación muscular mientras dura la oxidación.

Existe un tercer tipo y son las intermedias, en el cual esta se centra en una combinación de
subtipos según el aspecto en el que nos centremos (suministro de energía, color, potencial y
velocidad de contracción). Son muy versátiles, tanto a lo largo como a corto plazo.
Encontramos fibras de todos los tipos en cada músculo. Su composición y la suavidad con la
que se le aplique, haciendo un trabajo en conjunto o conversión de las fibras blancas y rojas para
la actividad que se realiza o el tipo de entrenamiento que se quiera someter, donde pueden verse
influidas y manipularse o trabajar bien en cualquier dirección con respecto al metabolismo.

Nos referimos a tejidos que no están preparados para resistir, sino para producir energía rápida
de manera anaeróbica. La fuerzan que generan es elevada y rápida, pero su nivel de resistencia es
bajo, por lo que enseguida se fatiga. Por ello que se utilicen a la hora de llevar a cabo pruebas
breves en las que el requerimiento de energía rápida de explosión es máximo. Estas fibras son las
que movilizan a la hora de una carga o cuando corremos distancias cortas en poco tiempo para
obtener los mejores resultados.

Las fibras de contracción rápida tienen menos mioglobina y, por lo tanto, menor contenido de
oxígeno, por lo que no son rojizas sino, por el contrario, claras. Así que las conocen también como
fibras musculares blancas o tipo 2.
En comparación con las fibras rojas, ganan energía de forma anaeróbica, es decir sin oxígeno y,
sobre todo, del azúcar glucógeno.
Por lo tanto, aunque realizar movimientos rápidos y potentes en el entrenamiento no cambia la
cantidad de fibras musculares blancas, sí cambia su tamaño y, por consiguiente, su parte de masa
en el músculo, lo cual permite que el músculo crezca y son capaces de producir más fuerza que las
lentas, pero su umbral de fatiga es menor, por presentar peores características hacia la resistencia
en ejercicio físico.
Toda actividad física requiere de forma imprescindible que el organismo obtenga la energía
necesaria para su realización, los alimentos que ingerimos en nuestra dieta diaria contienen los
nutrientes básicos (Hidratos de Carbono, Grasas y Proteínas) y debido a ello siempre estará
trabajando en conjunto con el metabolismo energético, para que ocurra la actividad química que
segregue las hormonas a nuestro cuerpo.
Por lo tanto, esta energía, mediante los diferentes procesos metabólicos se dedicará a mantener
los procesos fisiológicos básicos del organismo, aparte de responder a las demandas generadas por
actividades cotidianas del individuo.
Es por ello, que el entrenamiento físico puede ejercer una enorme influencia en la modificación
de ciertos patrones estructurales y funcionales, relativos al metabolismo energético, ya sea desde
las diferentes vías metabólicas o músculos para ejercer la actividad que queramos realizar.
Por lo que podemos concluir que, al desarrollar un buen trabajo en todos los procesos
metabólicos por medio de la actividad física, se podrá ayudar también a controlar el peso, a mejorar
el estrés, ansiedad o depresión, todo dependerá del esfuerzo aplicado para mantener nuestro cuerpo
sano y para generar suficiente energía.
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