Está en la página 1de 124
} presente Jean Paul Sartre: LUMUMBA Y EL NEOCOLONIA- LISMO; Arthur Giannotti: MARXISMO, TECNICA Y ALIENACION; Enrique L. Revol: FAUSTO Y HAMLET, PROTOTIPOS DE LA CONCIENCIA MO- DERNA; José M. Aricé: PROBLEMAS DE LA PLA- NIFICACION ECONOMICA EN CUBA; Charles Bet- telheim - Ernesto Guevara: POLEMICA SOBRE LA ECONOMIA CUBANA; F. Delich: “GOLISMO” FRANCES Y ARGENTINO; Héctor Schmucler: HACIA UNA NUEVA ESTETICA; J. C. Portantiero: UN ANALISIS “MARXIST A” DE LA ARGENTINA; Emilio de Ipola: ADAM SCHAFF; Emilio Terzaga: “VALORACION DE LA FENOMENOLOGIA DEL ESPIRITU ; Néstor Braunstein: LA REFLEXOLOGIA VUELVE A PAVLOV; F. Jorge: LA PRIMERA IN- TERNACIONAL EN LA ARGENTINA; P. Togliatti: TESTAMENTO. (Sumario completo al dorso) pasado y 2-6 cérdoba - aio 2 abril - setiem. 1964 PASADO Y PRESENTE REVISTA TRIMESTRAL DE IDEOLOGIA Y CULTURA Afo 2— NP 5-6 Abril -Setiembre de 1964 SUMARIO Jean Paul Sartre: LUMUMBA Y EL NEOCOLONIALISMO 1 Arthur Giannotti:. MARXISMO, TECNICA Y ALIENACION 7 Enrique L. Revol: FAUSTO Y' HAMLET, PROTOTIPOS DE LA CONGIENGIA MODERNA 35, MUNDO CONTEMPORANEO. José M. Aricé: PROBLEMAS DE LA PLANIFICACION ECONOMICA EN CUBA 49 Charles Bettelheim: FORMAS Y METODOS DE LA PLANIFICACION SOCIALIS- TA Y NIVEL DE DESARROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS .. ot Ernesto Guevara: LA PLANIFICACION SOCIALISTA. SU SIGNIFICADO 70 NOTAS F. Delich: “GAULLISME FRANGAIS” Y “GOLISMO” ARGENTINO. 7 CRITICA, J. G. Portanticro: UN ANALISIS “MARXISTA” DE LA ARGENTINA : Emilio Terzaga: VALORACION DE LA FENOMENOLOGIA DEL ESPIRITU "| 87 Héctor N. Schmucler: HACIA UNA NUEVA ESTETICA ...... 89 tmilio de Ipola: ADAM SCHAFF Y LA FILOSOFIA DEL HOMBRE, DESPUES cn csi sind snd ctascncos aviree 95 Néstor Braunstein: LA REFLEXOLOGIA VUELVE A PAVLOV 100 DOCUMENTOS Jorge: LA ASOSIAGION INTERNACIONAL DE TRABAJADORES EN LA ARGENTINA 108 P. Togliatti: MEMORANDUM SOBRE EL MOVIMIENTO OBRERO INTERNA: CIONAL Y SU UNIDAD 2 PASADO Y PRESENTE - Revista trimestral CONSEJO DE REDACCION: Oscar del Barco, José M. Aricé, Samuel Kieczkovsky, Juan Carlos Torre, Héctor N. Schmucler, Anibal Arcondo, César U. Guifiazi, Carlos Assadourian, Francisco Delich SECRETARIO DE REDACCION: Héctor N. Schmucler ADMINISTRADOR: Oswaldo Tamain Direcci6n Postal: Casilla de Correo 80 - Cérdoba - Repiblica Argentina Registro de la Propiedad Intelectual N* 806.926 Precio por ejemplar: $ 120.— moneda nacional. En el exterior: 1 délar TARIFA DE SUSCRIPCION: Un aiio (cuatro nimeros) $ 400.— ‘Suscripcién Solidaria » 1.000— En el extranjero ... 4 délares PASADO Y PRESENTE Aso II - CORDOBA ABRIL-SETIEMBRE DE 1964 LUMUMBA y el neocolonialismo La empresa Lumumba, Fanon: dos grandes muertos que representan el Africa. No sélo sus res- pectivas naciones: todo el continente. Al leer sus escritos, al descifrar sus vidas, se los po- dela tomar por dos rivales encamizados. Fa- non, martiniqués, biznieto de esclavos, aban- dona un pals que en esa época ain no ha tomado coneiencia de la personalidad antillesa ¥ Sus exigencias. Adhiere a la rebelién arge- lina_y combate, negro, entre musulmanes Dlancos: arrastrado junto a ellos a una guerra atroz y necesaria, adopta el radicalismo de sus Hermanos, deviene el tedrico de la vio- Iencia revolucionaria y subraya en sus libros la vocacién socialista del Africa: agraria y sin nacionalizacién de empresas co- Joniales, la independencia es una palabra Lumumba, vietima del _paternalismo belga —ninguna élite, ningyin fastidio-, no pose, a pesar de su vasta inteligencia, la cultura de Fanon; mas parece, en cambio, te- ner sobre éste In ventaja de tral su. propio suelo en Ia emancipacién de sus hermanos de color y de su pais natal. Mil ve- ces ha dicho que el movimiento por él orga nizado, y cuyo jefe incontestado Megard a ser, tendria el cardcter de no violento y, despecho de las provecaciones 0 de algunas iniciativas locales que siempre desaprobé, fue por la no violencia que el M. N. C. se sobre impuso. En cuanto a los problemas de estruc- tura, Lumumba definié claramente su posi- cién en ocasién de sus conferencias para Presencia Africana: “Nosotros no tenemos op- cién econémica”. Queria significar que las politicas —independientes, centralismo— tenfan la prioridad, que era necesario lograr Ia descolonizacién politica para crear los ins- trumentos de Ia descolonizacién econémica y social. Ahora bien, estos dos hombres, lejos de combatirse, se conocia y se amaban, Fanon me ha hablado a menudo de Lumumba y, tan prontamente en guardia cuando un par- tido africano se _mostraba vago 0 reticente sobre los cambios de estructura, jamais repro- ché a su amigo congolés trocarse, incluso in- voluntariamente, en el hombre de paja del Neo-colonialismo. Por el contrario, veia en Lumumba el adversario intransigente de todas las restauraciones de un imperialismo embo- Sélo le reprochaba -y se adivina con cuinta ternura— esa inalterable confianza en cl hombre que fue su pérdida y su grandeza. "Se le daban, me ha dicho Fanon, pruebas de que uno de sus ministros lo traicionaba. Tha a buscarlo, le mostraba los documentos, los informes y le preguntaba: “gBres un trai dor? Mirame en los ojos y responde”. Si el otro negaba sin bajar la vista, Lumumba con- cli: Pero esta inmensa bondad que los europeos lamaban ingenui- dad, Fanon Ia consideraba nofasta en Ia oca- 4 bien, te creo”, sién: considerdndola en si misma, Fanon esta- ba orgulloso de ella, veia alli un xasgo funda- mental del hombre africano, Muchas veces me ha dicho este tedrico de la violencia: “Los negros somos bondadosos; tenemos horror a Ja crueldad. Mucho tiempo he creido que los africanos no combatirian entre si. jY bien!, Ta sangre negra corre, los negros Ia hacen correr, manard atin mucho tiempo: los blan- cos se van pero sus cémplices, armados por ellos, estén entre nosotros; Ia sltima batalla de los colonizados contra el colono sera a menudo la batalla de los colonizados entre SI". Lo sé: el doctrinario veia en la vio- Tencia cl destino incluctable de un mundo que se libera; pero el hombre, en profun- didad, la odiaba. Las divergencias y la amis- tad indican, a un tiempo, las contradi que asuelan el Africa y la necesidad comin de superarlas en la unidad panafricana. Y cada uno de ellos reencuentra en si mismo estos problemas desgarrantes y la voluntad de resolverlos. Sobre Fanon, todo esti por decirse. Lu- mumba, més conocido, guarda, a pesar de todo, diversos secretos. Nadie ha intentado de verdad descubrir las causas de su fracaso! ni por qué el gran capital y la banca se han encamizado contra un gobierno que nunca dejé de repetir que no tocarfa los capitales invertidos, que nunca dej6 de solicitar nuevas inversiones. Para eso servirin los discursos permitirin comprender por qué, a pesar de la moderacién de su programa cco- némico, el Iider del M.N.C. era considerado ‘un compaiicro de armas por el revolucionario Fanon y un enemigo mortal por la Société Générale. Se le ha reprochado hacer doble, triple juego. golés, se desencadenaba; sabia calmarse si descubria blancos en el auditorio, hibilmente altermaba el calor y el frio; en Bruselas, ante auditorios belgas, se tornaba prudente, en- Ante un piblico exclusivamente con 1 Sefialo sin embario la muy notable obra de Mic hel Merlicr, Le Congo, editadn por Maspero. 2 Exte trabajo fue publieado por primes 1 titulo Je néo-colonialisme”, co- mo pret s de Lumumba, od. ‘Pré ‘tence Afrieaine: ha sido recogido por au autor en V con el titulo de “La pensée politique de Patrice Lumumba", (Note del T.) PASADO Y PRESENTE cantador, y su primer cuidado era asegurar, tranquilizar. Nada de esto es falso, pero puede decirse otro tanto de todos los grandes oradores: juzgan répidamente a su piblico y saben hasta dénde pueden Hegar. El lector, por otra parte, veré que si de un discurso a otro la forma cambia, el fondo no. Sin duda, Lumumba evolueioné: el pensamiento pol co del joven autor de Le Congo, terre d'ave- nir, est-il menacé? —escrito en 1956-, no es el del hombre joven y maduro que funda el M.N.C. Pudo sofiar un momento —ya dire- mos por qué~ con una comunidad belgo-con- golesa; a partir del 10 de octubre de 1958, su opinién est formada y declarada, y ya no cambiara; la independencia se convierte en su tinico objetivo. Lo que més varia —en funcién del pibli- isn de la colonizacién bel- ga. ste en sus aspectos posi- tivos —con tanta complacencia, a veces, que se crcerfa escuchar a un colono~ cién del suelo y del subsuelo, obra educa- cional de las misiones, asistencia médica, hi- giene, ete. gNo llega incluso, una vez, a agra- decer a los soldados de Leopoldo II haber valoriza- Hbrado al Congo de los “salvajes frabes” que practicaban la trata de negros? En esos casos se desliza por encima de In sobreexplotacién, el trabajo forzado, las expropiaciones de la propiedad de la tierra, los cultivos obligato- rios, el analfabetismo de iberadamente mante- nido, las represiones. sangrientas, el facismo de los colonos: se contenta con: deplorar los abusos de ciertos administradores. Otras ve- ces el tono cambia, como en el discurso gra- ado el 28 de octubre de 1959 y, sobre todo, el 30 de junio de 1960, la famosa respuesta al Rey Baudoin: “Nuestras heridas son dema- siado freseas y demasiado dolorosas ain para que podamos expulsar de nuestra memoria lo que fue nuestra suerte durante ochenta afios de régimen colonialista’, etc. gHabla el mis- mo hombre? Por cierto. ¢Miente? Segura- mente no. Pero de esas dos concepciones opuestas de la obra “civilizadora” de Bélgica, hay que decir que si nos descubre ora una, ora la otra, es porque ambas coexisten en él y traducen la contradiceién profunda de lo que es necesario denominar: su clase, La explotacién colonial, a pesar suyo, ha dotado LUMUMBA Y EL NEOCOLONIALISMO 3 al Congo de estructuras nuevas. Para usar palabras admitidas, se cuenta, en la década del 50, un 78 % de “consuetudinarios”, paisanos sometidos a las jefaturas y a las luchas tri- bales, contra un 22 % de extra-consuetudi- narios, habita en las cinda- des. La administracién puede ya poner to- do su celo en mantener a la poblaciin en Ia ignorancia, que lo mismo es imposible im- pedir el éxodo rural, la proliferacién urbana, la proletarizacién y, en el seno de los extra consuetudinarios, diferenciacién nacida de las necesidades de la econo1 colonial: una pequefia burguesta congolefia de empleados, funcionarios y comerciantes esta en vias de formacién, Esta magra “lite” =ciento cincuenta mil personas sobre cator- ce millones se opone a los campesinos obs- tinados en sus rivalidades y tradiciones, diri- gidos por “jefes” vendidos a la administra- cién, y también a los obreros, a veces. vio- Tentos pero qu ndo de verdadera or ganizacién revolu una coneiencia de clase muy embrionaria, La posicién de In “pequeiia burguesia” negra es altamente ambigua, desde un comienzo, por- ‘cuya_ mayoria una cierta careci ynaria, no tienen atin sino que cree extraer _provecho de la coloniza- cién y este mismo pro diciones de medir la iniquidad del sistema. En verdad sus miembros —Ia_mayorfa muy ho la pone en con= foven, puesto que es un producto reciente de Ia evolucién colonial— son reclutados por las grandes sociedades 0 por Ia administra ain personas de treinta aiios burguesay de_nacimiento. no existen que sean pequ EI padre de Lumumba fue un campesino ca- télico; a los seis afios lo Nevé a los campos, y fueron los misioncros pasionistas quienes decidieron que el nifio infa a Ta escuela; mis tarde, a los trece aiios, serin los. misioneros protestantes quienes se harin cargo de él En todo esto el papel del padre y del nifio parece nulo. Emile Lumumba desaprobé a su hijo cuando, a los trece aiios, éste se pass a la misién succa, més gqué podia hacer? Todo ha sido decidido al margen de ellos; los padres catélicos querfan hacer del nifio un catequista, los suecos, mis practicos, qui ren darle un oficio que le permita cambiar su condicién de campesino por Ia de asala- riado y vivir en sw propio pais, en una de Tas aglomeraciones urbanas que los blancos han creado, como auxiliar de los colonos. La infancia de Patricio ha sido rural: es cono- cida la abominable miseria del campesino negro; sin las organizaciones religiosas que Jo tomaron a su cargo, esa miseria seria su lote, su tinico horizonte. gComprendié en seguida que las misiones son los agentes re- dlutadores del colonato? No, sin duda. ¢Vio que la condicién de vida rural es, directa o indirectamente, el producto de la explotacién colonial? Tampoco: hacia la época de su nacimiento, la administracién ha medido las desventajas de la coaccién demasiado descu- bierta y del trabajo forzado. Intenta interesar al campesino en la produccién, estimula la propiedad individual. Patricio toma la mise- rable independencia de su padre en la sole dad del paisaje congolés por un estado natu- ral: lejos de ser sus responsables, los blancos aparecen como los buenos sefiores que lo Debié recibir Pa- tricio, en esa época, extrafias Ices sobre su situacién: Ia fe cristiana es el tributo que los jévenes congoleses pagan a las Iglesias que les ensefian a kk tuna feroz ambicién de conocer su miseria por wultineamente, el deseo de arrancarin de ese estado. cer. Los sacerdotes le dieron sus causas yy resignarse a ella, En un poema ha expresa- do, més tarde, esa contradiccién: “Pour te faire oublier que tu étais un homme / On Vapprit 4 chanter les louanges de Dieu / Et ces divers cantiques, en rythmant ton calv re / Te donnaient Vespoir en un monde mei- leur | Mais en ton cocur de créature humai- ne, tu ne demandais guére / Que ton droit a je et ta part de bonheur” # religién prostema al tiempo que eman- cipa, Y luego ofrece la salvacién: el mundo mejor no es nada més que una coartada, pero al menos se esté obligado a ensefiar que se entrar en A por el mérito y no en funcién del color de Ia piel. Sea el que fuere el es- fuerzo de numerosos sacerdotes por enmas- cararlo, el igualitarismo del Evangelio con serva en las colonias su valor disolvente. No “Par hacerte olvidar que eras un hombre / ‘Te ensefiaron m cantar las loas de Dios / Y esos cinticos diversos, al ritmar tu ealvarlo / Te comu- nnicaban In esperanza en un mundo mejor / Pero en ain de criatura humana reelamabas apenas / Tu derecho a la vida y ty parte de dicho.” 4 PASADO Y PRESENTE s6lo obra sobre los catectimenos sino, a veces, sobre el misionero mismo: sea que hayan de- seado prevenir un Congreso del Partido So- cialista de la metrépoli, sea por conviccién, sea por ambas razones a la vez, los misione- ros de Scheut aprobaron en 1956 el mani- fiesto de Tleo, un “evolucionado” de treinta y siete afios que reclamaba la indepen- deneia —a largo plazo— del Congo. Cuando Patricio, a los dieciocho aiios, deja las malezas por Ia Iocalidad de Kindu, como empleado de Ja compaiia Symaf, se trata al mismo tiempo de un caso muy general del éxodo rural y de Ja etapa capital de una “toma de con- ciencia”. El joven campesino que ha lefdo a Rousseau y a Victor Hugo descubre sitbita- mente la ciudad; su nivel de vida se trans- forma radicalmente; iba a la escuela con rudi- mentarios atavios indigenas, un simple tapa- rrabos, ahora va al trabajo con traje europco: vivia en una choza, un tugurio, ahora vive en una casa y gana suficiente dinero como para traer a su novia Paulina, que luego seré su mujer. Trabaja frenéticamente. Los blan- 0s fingen sorprenderse de su cclo: los congo- leses, dicen de ordinario, son perezosos. Estos eolonos obtusos no comprenden que la famo- sa “pereza ind{gena”, mito cultivado en todas las colonias, es un forma de resistencia pasiva, el sabotaje de un jomalero sobreexplotado, El frenes{ de Patricio, por el contratio, lo coloca por un tiempo en la categorfa de los que més tarde serian Hamados “colaboracio- nistas”. Este hijo de campesino es, ahora, un “evolucionado”; pretende una “tarjeta de ma- triculacién” y la obtiene dificilmente —sélo hay ciento cincuenta matriculados en todo el territorio— gracias a la intervencién de los lancos: esto quiere decir que apuesta por ellos; ha tomado conciencia de su propia im- portancia y de la importancia de la joven “éli- te” que se forma en todas partes. Los “evolu cionados” forman una capa social que engorda entamente y que es auxiliar indispensable de las grandes compaiifas y de la Administracién, Negro, Patricio Lumumba extrae su potente orgullo de sus funciones, de Ia instruccién recibida, de los libros leidos, de la descon- fianza vagamente tefiida de deferencia con la que los blancos Jo rodean. En esta extraordi- naria y comtin metamorfosis piensa cuando expone, mis tarde, los beneficios de Ia colo- nizacién. Pero su toma de conciencia es doble y contradictoria: al mismo tiempo que goza de su ascenso, de Ia benevolente estima de sus jefes, sabe que ya, desde los veitite affos, ha aleanzado su cenit. Por encima de todos los nnegros, permaneceré para siempre por debajo de todos los blancos. Puede, seguramente, ganar més, Iegar a ser, después de un apren- dizaje, empleado de correos de tercera clase, en Stanleyville. Pero qué? Con el mismo valor y por el mismo trabajo, un empleado belga ganaré el doble; ademés Lumumba sa- be, después de sus vertiginosa partida, que Ja Tiebre se ha convertido sibitamente en tortuga: necesitaré ochenta afios para alcan- zar la primera clase, en la cual permanecerd hasta Ia jubilacién, Ahora bien, este rango subalterno es ocupado normalmente por el europeo, que puede esperar elevarse a los mas altos empleos. En la fuerza publica ocu- re lo mismo: el grado mis alto que puede aleanzar un negro es el de sargento. También ocurre lo mismo en el sector privado. Los Blancos Jo han elevado hasta el punto que desearon y Tuego lo mantienen alli: su destino esta en manos ajenas. Experimenta su con- dicién en el orgullo y en Ia alienacién, Vis- lumbra, mis allé de su situacién personal, la lucha de clases desnuda; escribiré a los 31 aiios: “existe un verdadero duelo entre los empleadores y los empleados respecto a los salarios”. Pero el asalariado de los “evolu- cionados” no es el proletariado: las reivin- dicaciones de Lumumba se fundan en la con- ciencia de su valor profesional —como las de los anarco-sindicalistas europeos del fin de si- glo~ y no sobre la necesidad, que funda en todas partes las exigencias de los proletarios y del subproletariado, En la misma época, descubre —sobre todo en Leopoldville— que ha sido mistificado: su “matriculacién”, tan penosamente obtenida, lo separa de los negros sin asimilarlo a los blancos. El matriculado, exactamente como los “no evolucionados”, no tiene derecho a entrar en la ciudad europea, @ menos que trabaje en ella; tampoco escapa al toque de queda; reencuentra a los “no evo- lucionados” cuando hace sus compras en la ventanilla especial reservada a los negros; ¢s LUMUMBA Y EL NEOCOLONIALISMO 5 igualmente victima, en toda ocasién, en todo lugar, de las pricticas segregacionistas. Aho- ra bien, cabe destacarlo, el racismo y la segre- gacién son para Patricio una experiencia nue- va: hizo en la jungla la de la desdicha y la subalimentacién, pudo adivinar que la verdad de las colonias es la sobreexplotacién; pero ef racismo no aparecié demasiado, por falta de contacto entre negros y blancos: el paternalis- mo dulzén de los misioneros pudo ilusionarl descubrié las pricticas de discriminacién en la ciudad, alli son ellas las que constituyen la vida cotidiana del colonizado. Entendimo- nos: el proletariado abrumado, subpagado, su- fre mucho mis la sobreexplotacién que la dis- criminacién racista, pura consecuencia, Lu- mumba habla en nombre de todos cuando denuncia, el 30 de junio de 1960: “el trabajo abrumador exigido por salarios que mo nos permitian comer segin nuestro hambre ni ves- timos 0 alojamos decentemente ni educar a nuestros hijos...” Pero es la clase de los evolucionados la que se expresa por su vor cuando afiade: “Supimos que habia en las ciudades magnificas mansiones para los blan- cos y tugurios semiderruidos para los negros; que un negro jams era admitido en los cines, restaurantes y negocios europeos; que un ne~ gro viajaba en las cubiertas de las pinazas, a los pies del blanco metido en su cabina de Tujo”. Y cuando escribe, en 1956, que “la matriculacién deberla ser considerada como Ja dltima etapa de integracién”, defiende los intereses de un puiiado de hombres y contri- buye, precisamente por ello, a separarlos de la masa, De hecho, los intereses de esta “A te” creada por los belgas en todas sus piezas exigen una asimilacién cada dia mis comple- ta: igualdad de los blancos y los negros en el mercado del trabajo, acceso de los aftica- nos a todos los puestos en la medida en que posean las capacidades requeridas. No es, como puede verse, la africanizacién de los ccuadros lo que Patricio reinvindica, sino su se- miafricanizacion, gNo hay que temer, en e:- te caso, que los negros admitidos en los pues- tos superiores sean cémplices de la opresién colonial o por lo menos sus rehenes? Lu- mumba no es todavia conciente del problema De hecho, el mismo aiio en que Ileo exige en su manifiesto la independencia a plazo fijo, Patricio esta trazando el esbozo de una “co- munidad belgo-congolesa”. Reclama la igual dad de los ciudadanos en el interior de esa co- munidad, Pero tal igualdad, durante mucho tiempo sélo favoreceré a los evolucionados: “Creemos que seria posible acordar en un fu- turo relativamente préximo, derechos politicos a las élites congolesas y a los belgas del Congo, siguiendo ciertos criterios que serian establecides por el gobierno” Sin embargo, ya desde esta época Lumum- ba es lo contrario de aquellos a quienes se Hamar més tardes “colaboracionistas”. Ocu- rre que experimenta hasta el fondo la contra- diccién de su clase: creada en todas sus pie- zas por las necesidades de la colonizacién, él sabe que las empresas del capitalismo belga la han separado de las masas y que su clase no tiene porvenir sino en el sistema colonial; pero en el mismo momento su experiencia urbana Ie muestra que este porvenir le est definitivamente rehusado por los colonos y la Administracién, En el preciso instante en que propone la “comunidad belgo-congolesa”, ya no cree en ella: ha descubierto al fin la rigi- dez del sistema que la suscita; ninguna refor- ma es concebible por la simple razén de que 1 colonialismo se mantiene por la violencia y desaparece cuando hace concesiones. La ‘inica solucién seré revolucionaria: la ruptura, Ja independencia. Teo, ya lo vimos, la habia reclamado antes que él. Y Kasavubu, jefe de la poderosa Aba- ko. Lumumba no ha “inventado” la indepen- dencia; fueron otros quienes le descubrieron esa necesidad. Si él fue, no obstante, su pro- motor y su. mértir, es porque la deseaba completa y plena, sin que los acontecimien- tos le dieran la posibilidad de realizarla. La mayor parte de las organizaciones nacionalis- tas se forman necesariamente en un cuadro regional; el P.S.A. se establece en Kwango Kwilu, el CE.R.E.A. en Kivu: logran diffcil- mente conciliar las razas, pero por esa misma raz6n les cuesta extenderse fuera de las pro- vincias. El nacionalismo de estas organizacio- nes, cuando existe, es en los hechos un fede- ralismo: suefian con un poder central muy limitado cuya funcién principal seria unir provineias auténomas. En Leopoldville, las cosas van més lejos ain: 1a superioridad nu- 6 PASADO Y mérica de los Bakongos permite al Abako sor a Ia vez un partido regional y étnico. Para considerar sélo este il una doble consecuencia: el Abako es un mo- vimiento potente pero arcaico; sociedad secre. ta y partido de masas, todo junto, sus prin- cipales jefes son “evolucionados”: pero no es- tin separados del pueblo porque han recogide su reivindicacién fundamental: independencia ediata para cl Bajo Congo. cl primero entre ellos, es un personaje ambiguo. secreto, del cual podria decirse que ha sabido, aunque reclutado por Ia Administraciéi manecer en contacto directo con su base étni ca y que jamas ha tenido ni los medios ni la ocasién ni ta voluntad de. elevarse hasta la 10 caso, vemos clara Kasavuby conciencia clara de su propia clase. rista sin fe y después maestro, esté unido a los bakongos por un lazo oscuro, mesiénico; es su jefe religioso, su rey, la prucha viviente de que son el pueblo elegido. Una vez ele do presidente del Congo independiente, vivir de pronto en la contradiccién més completa: su oficio le exige preservar Ia unidad nacional —en particular contra Ia secesién katanguesa que arriesga arruinar al Congo— y su pueblo reclama de él que sea secesionista y restaure =retomando al Congo francés algunos terri- torios— el antiguo reinado Kongo. Incapaz de dominar la situacién, oscilard desde un fede- smo andrquico a un centralismo dictato- rial que se apoya en la fuerza militar. Y, sobre todo, hari el juego del imper inconcientemente al principio y después muy concientemente: no se trata aqui de psicologia sino de determinacién objetiva: separatista en su esencia, después de la independencia el Abako debfa arruinar la obra de los naciona- listas en provecho de las potencias extranje- ras, Por el contrario, en el momento en que Lumumba despierta. a la concienci nal, antes de la independencia, este mo to confuso a la vez oscurantista y revolucio- nario, ha hecho més que ningiin partido por a Hiberacién del Congo. Desde 1956, respon- dia al manifiesto de Heo y a las reflexiones de Lumumba sobre la “comunidad”, recla- mando la independencia inmediata y la na cionalizacién de las grandes empresas. Se hu- iera podido creer que tenia un programa revolucionario y socialista 0, por lo menos, nacio- PRESENTE ie lay reivindicaciones de ta base Hegaban 4 la cumbre: pero_no, el desarroilo de los acontecimientos lo ha probado sobradamente. Se trataba de una puja sobre otra puja, como en las subastas: era necesario que el Abako fuese el mis radical de los partidos; lo era, en verdad: en el sentido de que los bakongos representaban el 50% de la poblacién negra en Leopoldville, y que proveian a la ciudad de mano de obra no calificada. Disciplinados, podia movilizérselos a cada instante con voces de orden clandestinas: son ellos quienes hacen las huelgas, las campaiias de desobedienc si sus jefes prohiben votar, ninguno se apro- Son ellos también —zbajo Srdlenes precisas 0 a pesar de prohibiciones rigurosas?: Ia pregunta queda sin respuesta— quienes realizan los motines de enero de 1959. Los “evolucionados” no tenian ningéim poder sobre las masas, salvo en el Bajo Congo, y su méimero y modo de vida los volvian inca- paces de pasar a I sario reconocer que tuvieron poco peso en los acontecimientos de enero de 1959. En verdad, es la crisis econémica, esa recesién colonial que golpea duramente a la Metré- poli, es la agitacién de las masas proletariza- das cuyo nivel de vida se deteriora sensible- mente, es esto unido a las torpezas de la Administracién lo que decidié al gobierno me- tropolitan a otorgar bruscamente al Congo su independencia; es decir, a reemplazar, con Ja aprobacién de las grandes compaiiias, el régimen colonial por un neo-colonialismo. Lumumba no ha hecho la revolucién con- golesa; su situacién de “evolucionado” sepa- rado del proletariado urbano y ain més de los campesinos le impedian recurrir a la vi su resolucién de ser un “no violento’ que mantuvo hasta la muerte, mas que un principio o que un rasgo de caricter, tiene por origen un Vicido reconocimiento de sus poderes. Desde 1956 es en Stanleyville el fdolo de las multitudes. Pero un idolo no es un Tider a Ia manera de ese N’Krumah que admira y menos todavia un brujo como ese Kasabuvu que lo inquieta. Sabe que puede convencer a un avditorio con su don de ha- blar en cualquier parte y a cualquiera y con esa cultura que ha recibido de los belgas y que vuelve contra ellos; pero hacen falta xima a lay urnas. ceién directa, Es nece- LUMUMBA Y EL NEOCOLONIALISMO 1 otros dones ademis de la palabra para tener el poder de lanzar a hombres con las manos desnudas contra las ametralladoras. Sin em- bargo, es él quien captaré la revolucién al paso, la marcaré con su sello, la orientaré. aor qué? Porque su condicién de asimilado y la naturaleza de su trabajo le permiten elevarse a a universalidad, Ha conocido la jungla, las pequefias aglomeraciones urbanas, las grandes ciudades de provincia y la capi- tal: desde los 18 aiios, escapé al provincia- nismo. Sus lecturas y la instruccién cristiana le dieron una imagen del hombre todavia abs- tracta pero libre de racismo: es notable como en sus discursos explica la situacién del Congo con referencias constantes a la Revolucién Francesa y a la lucha de los Paises Bajos contra los espafioles. Y, por supuesto, hay en estas alusiones algo asi como un argumento ad hominen: gCémo podrian ustedes, blan- cos, impedir que los negros hagamos lo que ustedes han hecho? Pero mis alld de estas intenciones polémicas se refiere a un huma- nismo de principio que no puede dejar de ser la ideologia de los “evolucionados”: es en nom- bre del homo faber, en efecto, que éstos re- claman la igualdad de los belgas y de los congoleses en el mercado del trabajo. Desde tun comienzo este concepto universal coloca a Lumumba por encima de las diferencias &tnicas y del tribalismo: permite a este erré- tico aprovechar sus viajes y descifrar los pro- blemas locales en funcién de lo universal. Es desde este Angulo que aprehende, mas alla de las diversidades de costumbres, de las ri- validades y discordias, Ia unidad de las ne- cesidades, de los intereses y los sufrimientos. La Administracién lo ha elevado por encima del nivel comin: esto es aislarlo, sin ninguna duda, pero también es permitirle comprender Ja condicién del congolés en su generalidad. Desde ese momento en adelante, no cesa de afirmar, sea cual fuere su auditorio, Ia unidad de Ia Patria: lo que divide a los hombres son los vestigios de un pasado precolonial, cuida- dosamente alimentados por la Administracién; Jo que los une —hoy negativamente— es una cierta desdicha comiin, mis profunda que las tradiciones y las costumbres puesto que los atacaen las fuentes mismas de la vida con el trabajo excesivo y 1a subalimentacién; en pocas palabras; es la colonizacién belga la que da nacimiento a la nacién congolesa mediante su agresién perpetua y omnipresente. Es verdad y es falso, La color fica pero divide al menos en igual medida: ho solo por cilculo y maquiavelismo, eso no seria nada, sino por Ia divisién del trabajo que introduce y las capas sociales que crea y es- tratifica. Los lazos socio-profesionales tien- den a primar, en las ciudades, sobre los lazos tribales, pero las divisiones segiin cl empleo, el nivel de vida y la instruceién se sobreaiia- den a las divisiones étnicas en el interior de los barrios negros. A lo cual hay que sumar los conflictos que oponen a los que se han urbanizado primero con los tiltimos que lo han hecho. El proletariado rural no es el ur- bano y, sobre todo, los “consuetudinarios” ru- rales dirigidos por una jefatura conservadora y por lo comin vendida a los europeos no en- tran en las perspectivas de los citadinos “evo- lucionados”. Pero la pequefia burguesia que nace debe cometer necesariamente el error de la burguesfa francesa en la época de la Re- volucién: frente a un proletariado desorgani- zado y con reivindicaciones confusas, frente a ‘un campesinado del cual ha surgido y cuyas as- pitacfones cree conocer, Ia pequefia burguesia se concibe como la clase universal; Ja vnica diferenciacién de la que quiere caer en cuenta no brota de la economia: los evolucionados se autedefinen, segiin los mis caros votos de Ia Administracién, por su grado de instruceién; la cultura que han recibido es su orgullo y su substancia mis intima: los mejores piensan que les impone el riguroso deber de conduit a sus hermanos analfabetos de los campos y de la jungla hacia la autonomia o la indepen- dencia, Digo que esta ilusién es inevitable: gcémo Lumumba ~que iba a la escuela de los misioneros en taparrabos y que hasta la muer- te conservari sus rafces campesinas— podria realmente considerarse el representante de una clase nueva? Si vio la realidad con més claridad, fue por su mérito, simplemente. La palabra abyecta y muy hibilmente escogida de evolucionado enmascara Ia verdad: una pe- quefia capa de privilegiados se toma por el ala de vanguardia de los colonizados. Todo conspira para engaiiar a Lumumba: en agosto 8 PASADO Y¥ de 1956 las reivindicaciones de los “evolucio- nados” fueron sostenidas, en ocasién de la Asamblea General de Ia $.P.C,,4 por la una- nimidad de los delegados. En este acuerdo de las masas y de la dlite ve unidad profunda de los congoleses. A la luz de los acontecimientos comprendemos hoy que se trataba de un entendimicnto abstracto: las masas indigenas estin orgullosas de sus “evolucionados”, que pruchan para todos «jue un negro, con tal de que se le ofrezca la oca- sin, puede igualar o superar a un blanco; apoyan las exigencias de Ia élite privilegiada =sobre todo con palabras y aplausos— por- que en ellas ven una toma de posicién radical del explotado frente al empleador: es un ejemplo y un simbolo; a partir de alli, los delegados pueden encarar una radicalizacién do las reivindicaciones obreras. dicalizacién, cuando las circunstancias la. pro- duzean, tendré por efecto quebrar netamente a alianza de las masas y de la pequefia bur- gues! Lumumba se equivocé al respecto, pero este error inevitable tuvo consecuencias positivas; para decirlo todo, tuvo razén, histéricamente, al cometerlo, Este error le permitié afirmar con mucha fuerza que sélo la unidad permi- tirla al Congo obtener Ia independencia. Esta férmula tan a menudo repetida es por otra parte perfectamente justa con la condicién de afiadir que el movimiento unitario debe brotar de la base y como una marea inundar cl pals Para desdicha del Congo, las divisiones so- ciales, la timidez de las reivindicaciones, Ia ausencia de un aparato revolucionario sur- gido de las masas y controlado por ellas, han vuelto y vuelven todavia esta invasién impo- sible: ser& la historia del préximo decenio, Lumumba, escuchado en todas partes con en- tusiasmo, podia creer que las masas seguirfan a los “evolucionados” hasta el fin. Esta uni- dad que él consideraba, a la vez, como ya ealizada y todavia por hacer, a medias un medio, fin supremo a medias, era a sus ojos la Nacién misma. La Nacidn: el Congo uni- ficindose mediante la lucha que libraria por su independencia, Pero el futuro primer mi- nistro no eva la ingenuidad hasta el punto un signo de la Pero tal ra- Asocisei6n del Personal Indigena de PRESENTE de creer que tal agrupamiento se realizaria espontineamente, Plantea simplemente este Principio negativo: la Administracién divide para reinar, el vinico medio de hacerle perder su poder es suprimir en todas partes las di- visiones que ella ha creado. Es necesario aca- bar con el tribalismo, el provineianismo, los conflictos artificiales y los compartimentos estaneos que ella mantiene. La democracia, si, Pero que no se vaya a confundirla, como Heo, con un federalismo. Sea cual fuere la intencién, por minima que sea la autonomia regional que un partido reclame, es el gusano en el fruto y lo estropearé todo: el imperia- lismo Ja explotaré inmediatamente. Lumumba comprende que el Abako seré durante cierto tiempo un notable instrumento para derribar €l colonialismo, pero que podré més tarde convertirse en el mejor instrumento para res- taurarlo. Empleado de correos, su trabajo lo integra a la Administracién colonial y le permite descubrir su principal cardeter: la centralizacién. Este descubrimiento le es tan- to més féeil cuanto que el azar ha hecho de €1 un engranaje del sistema centralizado de comunicaciones. El correo extiende su red a todas las provincias, a la jungla misma; por 1, las érdenes del gobernador son trasmitidas fa las gendarmerias locales, a la Fuerza Pi- La Nacién congolesa, si debe un dia existir, deberé su cohesién a un centralismo semejante: Patricio sueiia con un poder si tético de agrupamiento que obre en todas par- tes, imponga en todas la concordia, la comu- nidad de accién, que reciba las informaciones de las poblaciones més lejanas, las concentre, que base sobre ellas Ia orientacién de su po- Iitiea y reenvie por el mismo camino, hasta las aldeas, las informaciones y las érdenes a sus representantes. El gobierno atomiza a los colonizados y Ios unifica desde el exterior, en tanto que stibditos del rey. La independencia sélo seri una palabra, sino se sustituye esa cohesion desde el exterior por una totaliza- cién desde el interior. La Administracién belga no puede ser reemplazada sino por un partido de masas, omnipresente como lla, democritico esto quiere decir: surgido del pueblo y controlado por él. Pero mucho més autoritario, al menos tanto tiempo como el Congo libre emplee en darse sus. institucio- LUMUMBA Y EL NEOCOLONIALISMO 9 nes, pues sélo él tendri In carga de defender la Nacién contra los efectos atin virulentos de una atomizacién practicada durante ochenta aiios. Lumumba es tan conciente de estos peligros que desea reemplazar la multiplici- dad initil de los-mo un partido ‘inico. entos nacionales por obre este proyecto tene- mos poca informacién. Sabemos sin embargo que se trataba de un partido a la africana: no, como el PC. de la URSS., un drgano restringido que selecciona a sus nuevos miem- bros, sino la poblacién entera, hombres y mujeres, Megando a ser cada uno al mismo tiempo ciudadano y militante, Temia que la oposicién, si debia quedar exterior al. partido, condujese a algiin separatismo, luego a la muerte del Congo. rehusada, A menuido repitid que las discusio- nes serian francas y libres. Lo que no dijo pero va de snyo, como en todos los casos de extrema urgencia, es que las minorias estarian obligadas a adoptar el punto de vista de las mayorias y que la oposicién, cada vez disuelta para renacer en otra parte, a propésito de otros problemas, no representaria, en. suma, sino el libre ejercicio del juicio de cada uno en la circunstancia presente, y estaria privada de los medios de fabricarse una memoria, es decir, de estructurarse como un partido den- tuo del partido En el interior, no seria Adjudicaba menos importancia ~en todo caso en los primeros tiempos de la independen- cia— a la elaboracién de un programa eco- némico y social que a esta funcién primordial del partido: puio que estreche el Congo en lugar de Ja vieja garra colonial e impida a cualquier precio el desmoronamiento del pais. Pero incluso esta preocupacién tenia motivos econémicos: no ignoraba nada de las manio- bras de Ia Conakat y no tenfa ninguna duda de lo que resultaria de Ia secesién katangue- sa, Asi este jacobinismo politico se inspiraba en el fondo en un conocimiento prictico de las realidades congolesas. Sus discursos prue- ban que prevela todo lo que sucedié des- pués: su tinico error fue creer que podia con- jurar el desastre por la creacién de un gran partido moderno que reemplazase en el mo- mento deseado Ia fuerza coercitiva del ocu- pante, Se sabe que la Metrépoli sirvié, a pe- sar suyo, de lugar de encuentro de congoleses étnicamente diferentes. Fue en ocasién de la Exposiciin Universal de Bruselas. La unidad de sus opresores blancos hizo descubrir m gativamente a esos negros aislados en Ia ci dad europea su unidad de oprimidos, mis fuerte, cxeian ellos, que sus divisiones. De hecho, en Bélgica, los congoleses s6lo tienen conciencia de lo que los une. De regreso, conservan la abstracta esperanza de soldar a los colonizados, vengan de donde vinieren, en ‘un partido supra-étnico. Sélo Lumumba ¢s- taba calificado para fundar ese partido. Ser el M.N.C. Pero la composicién del mor miento pronto revela su naturaleza: es. uni versalista, por encima de los grupos étnicos y as fronteras, porque sus militantes son gen- tes universalizadas: en una palabra, es el mo- vimiento de los “evolucionados”s hallaré. mi- Titantes un poco en todas partes y sin mayor trabajo —al menos en las cindades— porque Ja Administracién y las grandes compaiias han repartido un poco en todas partes los funcionarios y empleados que forjaron. Pero se hunde el suefio de crear un partido de ‘masas: es, cuanto mas, un partido de cuadros y de agitadores. Nadie tiene Ia culpa: no po- dia ser de otro modo; el M.N.C. es la pequefia burguesia congolesa en momentos de descu- brir su ideologia de clase. Lumumba es el mis radical: Kicido y ciego, todo, junto, si no ve el condicionamiento cial y la imposibilidad presente de su unita~ rismo, comprende muy bien por el contrario que los problemas del Congo son los del Africa entera; atin mis; su pais no encontraré la fuerza de sobrevivir a la independencia sino en el marco de un Africa libre. Como representante del M.N.C. asiste a la confe- rencia de Accra. Toma la palabra y comenta la necesidad unitaria que nace en todo el con- tinente, y euyo efecto directo es la reunién de Acra, en estos : “Esta conferencia. nos revela una cosa: a pesar de las fronteras que nos separan, a pesar de nuestras diferen- cias étnicas, tenemos la misma conciencia, la misma alma ocupada dia y noche por la an- gustia, las mismas preocupaciones de hacer de este continente africano un continente li- bre, feliz, desembarazado de la inquietud, del miedo y de toda dominacién colonialista.” Reemplazad Africa por Congo, continente por 10 PASADO Y nacién, y reencontraréis las frases que repite todos los dias ew todas las provineias de su pats: el Congo le parece una sintesis de todae las diferencias que perpetiian loc cluso se ha convertido, al partir, ebrio de se joven saber, en el portavaz de In élite, y ha reclamado para ésta la integracién completa. Pero el universalismo ha concluide por tener primacia en él. Siu duda es éste un principio ideoldgico de su clase. Y, ya lo hemos visto, nna ilusién éptica. Pero este humanismo que con los demés onmascara la particularidad de sus intereses de clase, es su pasién personal; se entiega a ella todo entero, quiere devol- ver a los subhombres de 1a sobreexplotacién colonialista su humanidad natal. Por cierto quo esto no so Jogra sin un reacomol de todas las estrucluras, sit reforma agraria y sin nacionalizacién: formacién de demé- rata burgués le impide discernir la necesidad do esa reestructuracién fundamental. No es tan grave: geémo hubiera podido dexeubritla en ausencla de organizaciones proletarias que canalicen y clarifiquen las reivindicactones politicas? St hubleco conservado por mis tiempo cl poder, los hombres y les circus tencias lo hubiesew puesto entre la espada y d: neo colonialismo o socialismo afri- cnn. No tengamos dudas sobre la cleecién Inbicra hecho. Desgraciadamente, al fundar el M.N.C., al tomar contacto con los lideres de los otros partidos —es de otros “evolucion in la me iados"” , establecta, nor sospeeha, los elementos mis actives de stu propia clase, es decir, a hombres cuyos inte- reses comunes y partienlares las inst desde hacia mucho tiempo a quienes, desde los primeros dias de julio de 1960, consideraron que él los Inibia trivio- nadu. De hecho, el conflieto que lo opusa a sus mi no tuvo otto origen: esos pequetios burgue- sex querian conv stro, a In minaria del parkamente, ir ala pequesia burguesia en clase dirigente, lo que objetivan te siv: « Tas potenclas imperia- Listas: se concebia como gui tenveer a ninguna clase, rehusaba, en sn celo diferene nificaba aproxiniaase cconsmica mi mds vi neues que las divisioues tribes: el partido Gnico hari saltar esas barreras_y las otras y cane ciliaria todos lac otra parte que, 1 tenido el proyecto de rcorganizar Ia ceau- mia por etapas y que, por prudencia, hava manitentdo seeretas esas intencianes. Se sas- pechaha exo en toda caso: no os sélo por Ia cones de origy atereses, és posible por iis 0 menos claramente, haya cuestion de los aviones rusos que ce lo con’ sidera, bruscamente, com Los parla- mentarios y ministres my avispados temfan, por cierto, que su jacobinismo acabase en sa- Gialismo en virtud de su hémanismo unitario. Lo que importa, en todo cato, os que colocé a su clase en el poder y que se disponia a gobemar contra ella, ¢Pudia ocurtir de otro modo? No: el proletariado, durante los silti- mos atios dela colonizacién, no habia reali- zado un solo acto que pudiese hacerlo apa- recer ante los ojos de la pequeiia burguesta como un interlocutor valedlero 1 LAS RAZONES DEL FRACASO A eu retome de Accra el lider del futuro partido ‘nico Mega a ser en los hechos el hombre de la coneiliacién: bajo su influencta el M.N.C. intent6 aliarse con los. principales 2 PASADO Y movimientos nacionslistas EL frente comdn creado por él ganaré las clecciones de 1900. Poro In victoria leg: el” no debe ocultannos sw fragilidad: mient traté de una simple propaganda comin, do un acuerdo himitadlo a esta sola vor de orden, In independencia, so dejaron de lado, por uit instante, los particularismos; pero si los ven= ccdores gobieinan —ay Frente estallari por las dos ravones ya. sefia- ladas: 1a have reat de tos partidos aliados es incluso el MN.C- Lumumba osté sostenido por lus extracon- suctudinarios de Stasleyville-. ye univer- salismo cultural esconde mal cl deseo de tos lideres de constitmr con sus teopas Ja nueva A partir de ese momento, Jamumba ostaba condenado por su propia pureza e integridad: Ia Historia no se hacia por él, sinv contra él. Lider inisentide del centralismo, sus enemigas se decombozan ape nas ha matrado su poder de orador y su ca pacidad do negociador. Primero, sexé Chombe y los micmbros de la Gonakat; estos. kntan- xueres pretenden que sn_provinei menta a toclos los congoleses; si se cortasen Jos lazos que la unen con regiones ingratas y necesitadas, gozaria sola de su riqueza. Tendié lugar la inevitable escisién del partido centralizador: Kalonji fundaré el “M.N.C.- Kalonji” quo se implantaré en Sud-Kaval; aqui, al revés de lo que pasa en los otros grupos, serin las rivalidades politicas las que determinen el saparatismo étnico, El Abako, en fin, permanece irreductible: Lumumba muttiplica los edelantos a un Kasavubu que no responder Cuando la independencia ha sido obtenida y hay que constituir un go- Dierno, das grandes fuerzas co encuentran frente a frente: el Abako, siempre intransi- gente, y cl bloque nacionalista (M.N.G. y partidos aliados), flexible y decidido a encon. ar un compromiso duradero. La Conakat, que se considera federalista, acepta antes que nadie participar, bajo condiciones, de un go- biemno central: es sélo una inantobra, cuyo sentido no dejacé de set comprendio. entre Jos dos movimientos, el ministro belga Cran- shof hesita: Lumumba Ha contribuido, en oeasién de los recientes motines, a mantener el orden pablico. Sus declaraciones son mo- a de ese quitnes sina? el en cada ¢as0 provineial clase dirigente, sola a PRESENTE deradas, earece de programa econémico, cfen wees ha repetido que garantizaba las pro- pledades de los colonos. Y luego —conside= racién de detalle— su grupo ha obtenido en fas cleceiones La mayurie de los votas. Pero ste centraliseny espanta. Las colenes estin contea él. Kasabnyn es quiz inde peligroso, es el hambre de Ia violencia: pero es tain hién cl hombre de la discordia; su federa- lixmo reeubre el sepirutismo apasionada do su grupo éluicy. El ministeo empieza por ewcargat a Lumumba una “misién de infor macién en vita a la comtitucién de un gor Iierno cong La longitud y la pesader de esta frase traicionan bastante ¢l embaraza de sw autor. Lumumba da pmieha de un peifects realismo simplificindola como sis gue: “Estoy eneargado do constituir el go bierno.” Pero ol 17, Carnhof declara que le retira su misin de informador para confidr- sela a Kasavubu. Nuevas consultas, vanas F121, la Cémara designa su buré: Ja mayoria pertenece al bloqne nacionalista, Inmediatar monte, el pobre Canshof retita a Kasavubt su misién y vuelve a designar a Lumumba Las negociaciones se reanudan pero Kasa- vubu no ha cedida mada en intransigenci ¢1 22 de junio, ol Abako todavia reclama “Ia constitucién de una provincia Bakongo auté- nome, soberana en una confederacién de un Congo unfdo”, Conocemos ef compromiso final: 1 Abako proveors ol jefe de Estado y ministros; el bloque nacionalista provee el Primer Ministro y el resto del equipo guber- namental, con excepcién de las sitiales que se reservan a Ia Conakat. Este parto penoso ilumina dos hechos de gran importancia: ol primero, que las negociaciones tuvieron lugar Yajo Ia amenaza de una sublevacién bakonga. La fuerza de Lumumba era parlamentaria, la de Kasavubu realmonto masiva. Mientras Belgica estuviese presente en el Congo, Gan- shof co veta obligado a tomar en considera- in la mayoria elegida: lo menos que Bélgioa podia hacer era instalar en su antigua colo- nia una caricatura de la democracia burguesa. Después do Ia partida de los belyus, los yotos perdieron su importancia: Lumumba fue de puesto y arrestado sin. haberse hallado jambs en minoria. En otros términos, la democra- cia fue, simplemnte, rechazada: se mantenia

También podría gustarte