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Catedrales
La catedral (sede del obispo) representa un importante hito dentro de la historia de las
ciudades novohispanas. A nivel del paisaje urbano, por la preeminencia de su volumetría
en medio del contexto edificado, y simbólicamente porque además de representar a los
poderes religiosos real y civil acompaña prácticamente a lo largo de su edificación a la
historia del desenvolvimiento de la ciudad.
En la mitad del siglo XVII, el desarrollo de una técnica decorativa que incide directamente
a favor de los propósitos que configuraron la sensibilidad del barroco: Las yeserías. A
partir de modelos copiados tanto de las ilustraciones de libros (grutescos y tarjas
fundamentalmente) como de los artesanos renacentistas europeos, los primeros grupos de
yeseros provenientes de España se establecieron en Puebla a partir de la cuarta década
del siglo XVII, extendiendo la influencia de su trabajo a la vecina Tlaxcala; el trabajo de
argamasa (mezcla de cal y arena) aplicado generalmente en los marcos de las portadas,
como el de los yesos que vistieron los interiores de los recintos religiosos, consistió en
modelar estos materiales plásticos apoyándose en la estructura de barroco o piedra de
muros y bóvedas, e ir creando revestimientos que paulatinamente se apoderan no solo de
la totalidad de las superficies, sino de la calidad particular de los espacios, al establecer
una sintonía plástico-expresiva cuya resonancia ambiental aniquila la homogeneidad
geométrica de la arquitectura creando un discurso de frenética movilidad aparente.
Iglesias
Fachada de Il Gesù, considerada la primera iglesia con elementos del Barroco.
Palacios
En la arquitectura civil del momento se puede distinguir entre dos tipos de construcciones
nobles: el palacio, situado generalmente en el interior de la ciudad, y la villa del campo.
El palacio italiano y sus derivados europeos permanecieron fieles a la tipología residencial
desarrollada durante el Renacimiento, con un cuerpo edificado cerrado en torno a un patio
interno. Se dotó a las fachadas principales de cuerpos centrales resaltados y decorados
mediante el uso de órdenes gigantes, que ya habían sido anticipados por Palladio. Se
extendieron los ejes de simetría al interior del edificio, donde se abrían el vestíbulo y el
patio interno; por ejemplo, el eje longitudinal introducido en el Palacio
Barberini de Roma contribuía a la definición de la planta y subrayaba la conexión con el
exterior del edificio. Por otro lado, este palacio constituyó un punto importante del
desarrollo de la tipología residencial palaciega italiana: la planta se constituía en forma de
H, y la entrada se producía mediante un profundo atrio que iba haciéndose más estrecho
sucesivamente, hasta llegar a una sala elíptica que servía de centro nodal al palacio entero
España
I.- Periodo purista o postherreriano (abarca los dos primeros tercios del siglo XVII).
La penetración del barroco -en sus formas arquitectónicas italianas (plantas complicadas,
movimiento de fachadas, decoración abundante y creadora de contrastes de luz)- va a ser
lenta. La presencia de la ideología religiosa de la Contrarreforma y el prestigio de la
monarquía de Felipe II pesan sobre el arte de la época: se prefiere la sobriedad, la
sencillez y la uniformidad. Hay una evidente pobreza de materiales –ladrillo, tapial y yeso-
junto a una depuración de líneas -al estilo del Escorial-. Así como un escaso desarrollo del
movimiento en plantas y alzados; se prefiere la línea recta a la curva; hay un predominio
de la Iglesia de nave única con capillas entre contrafuertes -tipo de la iglesia del Gesù de
los Jesuitas. Las fachadas expresan la misma sencillez de planos: "De un espíritu
abstracto, los palacios, las Iglesias y conventos son con fachadas de paramentos lisos a
base de grandes rectángulos ligeramente resaltados e interiores de diáfana blancura en la
que solamente se recortan de manera neta las decoraciones de cuadrados y triángulos
geométricos de las bóvedas, resultando conjuntos graves y apaciguados para aquellos que
los contemplan al exterior o penetran al interior". 4
Ejemplos de este tipo de arquitectura lo tenemos en la Colegiata de San
Isidro de Madrid (construida por un jesuita: es de planta de cruz latina similar a la del
Gesù, o a San Andrés de Mantua de Alberti); la iglesia de la Encarnación (Madrid);
la Cárcel de Madrid (hoy ministerio de Asuntos Exteriores), la Casa de la Villa de Madrid,
la Plaza Mayor de Madrid, la ciudad de Lerma (Burgos); el palacio del Buen Retiro. Estos
cinco últimos edificios siguen la línea llamada "estilo escurialense, caracterizado por la
sobriedad de líneas, los volúmenes compactos y torres cuadrangulares en las esquinas,
techumbres apiramidadas, agujas en los vértices torres, tejas de pizarra negra. En esta
época destacan unas especiales concepciones urbanísticas españolas: las plazas
mayores, organizaciones casi cerradas, centro de los espectáculos religioso-políticos
(procesiones, autos de fe de la Inquisición, predicaciones, recepciones de reyes),
formados por distintos bloques de edificios que se unen dejando, bajo ciertas arcadas,
paso a las calles periféricas. La más famosa es la Plaza Mayor de Madrid.
Plaza Mayor de Salamanca
Por otro lado, la arquitectura del siglo XVIII aumenta la tendencia ornamental hasta límites
nunca conseguidos; a este estilo se le llama Churrigueresco: por el nombre de la familia
con este apellido que produjo mayores obras. Es una decoración de amontonamiento de
formas en ciertos lugares del edificio –puertas, fachada, etc; sobresalen por su
monumentalidad y aparatosidad. frente al resto del edificio de líneas más sóbrias-.
Destacan: colegios de Anava y Calatrava en Valladolid, plaza Mayor de la ciudad de
Salamanca. De Pedro Ribera son el puente de Toledo en Madrid, y el Hospicio de Madrid.
Otros edificios de este estilo son: San Telmo en Sevilla. La fachada del Obradoiro en
Santiago, etc. Esta fachada de Casas y Novoa sustituye a la románica construida delante
del Pórtico de la Gloria; es una monumental fachada estructurada como un grandioso arco
de triunfo en diversos planos de profundidad (hasta tres) y de una gran verticalidad.
Otra complicación del barroco español se encuentra en los espacios creados para dar
cabida a las imágenes religiosas como: reliquias, sagrario , sacristías e imágenes de gran
devoción : vienen a combinarse teatrales efectos en la utilización del espacio,, la luz
indirecta y de procedencia extraña, la pintura, escultura, etc. Son pequeños lugares en los
que el barroquismo estalla en su mayor grado de complicación y teatralidad. Destacan
el Transparente de la catedral de Toledo (de Narciso Tomé), el camarín y tabernáculo de
la Cartuja del Paular, o el Sagrario de la Cartuja de Granada (Francisco Hurtado
Izquierdo). Otra de las grandes escuelas del barroco español, es la fundada a inicios del
siglo XVIII por Francisco Hurtado Izquierdo, en Priego de Córdoba. En la que intervinieron,
sucesivamente, los hermanos Sánchez de Rueda, Juan de Dios Santaella, Francisco
Javier Pedraxas, Remigio del Mármol y José Álvarez Cubero.
Palacio de Versalles
Palacio de Vaux-le-Vicomte