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Arquitectura del Barroco

Cúpula de la Basílica de San Pedro de la Ciudad del Vaticano.

La arquitectura barroca es un período de la historia de la arquitectura que vino precedida


del Renacimiento y del manierismo; se generó en Roma durante el siglo XVII y se extendió
hasta mediados del siglo XVIII por los estados absolutistas europeos.
El término barroco, derivado del portugués barocco, 'perla de forma diferente o irregular',
se utilizó en un primer momento de forma despectiva para indicar la falta de regularidad y
orden del nuevo estilo. La característica principal de la arquitectura barroca fue la
utilización de composiciones basadas en puntos, curvas, elipses y espirales, así como
figuras policéntricas complejas compuestas de motivos que se intersecaban unos con
otros. La arquitectura se valió de la pintura, la escultura y los estucados para crear
conjuntos artísticos teatrales y exuberantes que sirviesen para ensalzar a los monarcas
que los habían encargado.
En algunos países europeos como Francia e Inglaterra y en otras regiones de la Europa
septentrional se produjo un movimiento más racionalista derivado directamente del
Renacimiento que se denominó clasicismo barroco. A lo largo del siglo XVIII se fue
desarrollando en Francia un movimiento derivado del Barroco que multiplicaba su
exuberancia y se basaba fundamentalmente en las artes decorativas que se
denominó rococó y se acabó exportando a buena parte de Europa.
Contrariamente a las teorías según las cuales el movimiento barroco surgió a partir del
manierismo, fue el renacimiento tardío el movimiento que acabó desencadenando en
último término el Barroco. De hecho, la arquitectura manierista no fue suficientemente
revolucionaria para evolucionar radicalmente, en un sentido espacial y no sólo superficial,
a partir de los estilos de la antigüedad a los nuevos fines populares y retóricos de la época
del contrarreformismo.
Ya en el siglo XVI, Miguel Ángel Buonarroti había anunciado el Barroco de una forma
colosal y masiva en la cúpula de la basílica de San Pedro de Roma, así como las
alteraciones en las proporciones y las tensiones de los órdenes clásicos expresados en la
escalera de acceso a la Biblioteca Laurenciana de roma, del mismo autor, y la enorme
cornisa añadida al Palacio Farnese. Estas intervenciones habían suscitado diversos
comentarios en su época por su brusca alteración de las proporciones clásicas canónicas.
No obstante, en otras obras Miguel Ángel había cedido a la influencia manierista, por lo
que fue sólo tras el fin del manierismo cuando se redescubrió a Miguel Ángel como el
padre del Barroco.
El nuevo estilo se desarrolló en Roma, y alcanzó su momento álgido entre 1630 y 1670; a
partir de entonces el Barroco se extendió por el resto de Italia y de Europa.
La influencia del Barroco no se limitó al siglo XVII; a principios del siglo XVIII se desarrolló
el estilo denominado rococó, que no siendo una pura continuación del primero podría ser
considerado como la última fase del Barroco.

Temas de la arquitectura barroca


Urbanismo

Plaza de San Pedro de Roma, ejemplo de plaza barroca.

En 1585 el Papa Sixto V inició las obras para la transformación urbana de Roma,


encargando a Domenico Fontana la conexión entre los principales edificios religiosos de la
ciudad por medio de grandes ejes viarios rectilíneos. El proyecto, que se basaba en la
ratificación de Roma como ciudad santa, estableció el precedente para las intervenciones
que se habrían de llevar a cabo en diversas ciudades europeas.
A la planificación centralizada de la ciudad ideal renacentista se contrapone la visión de
la ciudad capital barroca, más dinámica y abierta a sus propios límites, y al mismo tiempo
punto de referencia para todo el territorio. En Roma, los centros focales del panorama
urbano se subrayaron mediante la colocación de antiguos obeliscos egipcios y
altas cúpulas, mientras que en París los nodos del sistema viario se definieron por medio
de plazas simétricas, en cuyo centro se colocaba la estatua del soberano.
En líneas generales, la plaza barroca cedió su función tradicional cívica y pública para
convertirse en un medio de exaltación de la ideología religiosa o política, como en el caso
de las plazas reales francesas (la Plaza de los Vosgos o la Plaza Vendôme, por ejemplo) o
de la Plaza de San Pedro de Roma.
Durante el Renacimiento, la ciudad se encontraba encerrada en sí misma, de manera
física y sensible, ya que el habitar se limitaba casi exclusivamente a lo que sucedía dentro
de las murallas. En una escala menor, los espacios públicos eran poco comunes y los
espacios privados muy frecuentes. El proceso de urbanización del Barroco fue el motor del
de la configuración de la ciudad como un todo.
Así, la ciudad comienza a formar parte del paisaje y se adueña del mismo. El exterior se
integra al interior como un integrante más del espacio. Lo que antes era una planta cerrada
ahora se “abre” para producir una vinculación entre lo artificial y lo natural, provocando
puntos de encuentro entre el mundo de la ciudad y el mundo natural del jardín y del
paisaje.

Catedrales

La ostentación formal de los espacios del Barroco y del Rococó

La catedral (sede del obispo) representa un importante hito dentro de la historia de las
ciudades novohispanas. A nivel del paisaje urbano, por la preeminencia de su volumetría
en medio del contexto edificado, y simbólicamente porque además de representar a los
poderes religiosos real y civil acompaña prácticamente a lo largo de su edificación a la
historia del desenvolvimiento de la ciudad.
En la mitad del siglo XVII, el desarrollo de una técnica decorativa que incide directamente
a favor de los propósitos que configuraron la sensibilidad del barroco: Las yeserías. A
partir de modelos copiados tanto de las ilustraciones de libros (grutescos y tarjas
fundamentalmente) como de los artesanos renacentistas europeos, los primeros grupos de
yeseros provenientes de España se establecieron  en Puebla a partir de la cuarta década
del siglo XVII, extendiendo la influencia de su trabajo a la vecina Tlaxcala; el trabajo de
argamasa  (mezcla de cal y arena) aplicado generalmente en los marcos de las portadas,
como el de los yesos  que vistieron los interiores  de los recintos religiosos, consistió en
modelar estos materiales plásticos apoyándose en la estructura de barroco o piedra de
muros y bóvedas, e ir creando revestimientos que paulatinamente se apoderan no solo de
la totalidad de las superficies,  sino de la calidad particular de los espacios, al establecer
una sintonía plástico-expresiva cuya resonancia ambiental aniquila la homogeneidad
geométrica de la arquitectura creando un discurso de frenética movilidad aparente.

Iglesias
Fachada de Il Gesù, considerada la primera iglesia con elementos del Barroco.

Entre las iglesias, el punto de partida de la arquitectura barroco puede considerarse


la Iglesia del Gesù de Roma, construida a partir de 1568 según el proyecto de Jacopo
Vignola. El edificio, que representa una síntesis entre la arquitectura
renacentista, manierista y barroca, satisfacía plenamente las nuevas exigencias surgidas
tras la Contrarreforma: la disposición longitudinal de la planta permitía acoger al mayor
número de fieles, mientras que la planta de cruz latina con numerosas capillas laterales
suponía un retorno a la tradición del Concilio de Trento. Así de hecho lo hará constar una
figura tan importante como el cardenal Borromeo:
Una chies dovrà essere riguardo alla pianta in forma di croce, in accordo con la tradizione; le piante
circolari si usavano ai tempi degli idoli pagani e raramente per le chiese cristiane.
Una iglesia ha de tener una planta en forma de cruz, de acuerdo con la tradición; las plantas
circulares se usaban en tiempos del paganismo y raramente en iglesias cristianas
Milicua 1989:28

Por otro lado, la presencia de una cúpula subrayaba la centralidad del espacio hacia el


fondo de la nave, y presagiaba la búsqueda de una integración entre el esquema
longitudinal y el centralizado. También la fachada, construida según el proyecto
de Giacomo della Porta, anticipaba los elementos más marcadamente barrocos,
comparables a los de los alzados de Santa Susana y San Andrés del Valle.
De este modelo derivaron una serie de iglesias de planta longitudinal centralizada o planta
central alargada, caracterizadas por el eje longitudinal y por la presencia de un elemento
catalizador de la composición, generalmente una cúpula.se construyó en los años 1985

Si los arquitectos manieristas alteraban la composición rigurosa de las fachadas


renacentistas añadiéndoles temas y decoraciones caracterizadas por un intelectualismo
refinado, pero sin modificar la lógica planimétrica y estructural de la fachada de los
edificios, los arquitectos barrocos modificaron tanto la composición en planta como en
fachada, generando una concepción nueva del espacio. Las fachadas de las iglesias
dejaron de ser la continuación lógica de la sección interna, para convertirse en organismos
plásticos que marcaban la transición entre el espacio exterior y el interior. El espacio
interior, por tanto, estaba compuesto a partir de figuras complejas basadas en elipses y
líneas curvas, y se definía a través del movimiento de los elementos espaciales,
diferenciándose radicalmente de la concepción renacentista que generaba una sucesión
uniforme de elementos dispuestos de forma simétrica entre ellos.

Palacios
En la arquitectura civil del momento se puede distinguir entre dos tipos de construcciones
nobles: el palacio, situado generalmente en el interior de la ciudad, y la villa del campo.
El palacio italiano y sus derivados europeos permanecieron fieles a la tipología residencial
desarrollada durante el Renacimiento, con un cuerpo edificado cerrado en torno a un patio
interno. Se dotó a las fachadas principales de cuerpos centrales resaltados y decorados
mediante el uso de órdenes gigantes, que ya habían sido anticipados por Palladio. Se
extendieron los ejes de simetría al interior del edificio, donde se abrían el vestíbulo y el
patio interno; por ejemplo, el eje longitudinal introducido en el Palacio
Barberini de Roma contribuía a la definición de la planta y subrayaba la conexión con el
exterior del edificio. Por otro lado, este palacio constituyó un punto importante del
desarrollo de la tipología residencial palaciega italiana: la planta se constituía en forma de
H, y la entrada se producía mediante un profundo atrio que iba haciéndose más estrecho
sucesivamente, hasta llegar a una sala elíptica que servía de centro nodal al palacio entero

Palacio del Luxemburgo en París.

En Francia, no obstante, el palacio urbano de la nobleza, denominado hôtel, recuperó para


sí el esquema de los castillos medievales. El clima más duro reclamaba una optimización
del soleamiento en las principales estancias, lo que generó fachadas escalonadas y
grandes alas laterales. El cuerpo principal se encontraba retrasado respecto a la calle y
precedido de la cour d'honneur, un espacio de transición abierto al exterior que al mismo
tiempo separaba el palacio de la ciudad. Un ejemplo de este esquema es
el parisino Palacio del Luxemburgo, construido a partir de 1615 por Salomon de Brosse.
Aquí, a diferencia de otros edificios del mismo estilo y época, los pabellones angulares no
fueron destinados a locales de servicio, sino que contenían estancias principales en cada
planta.
Fue notable el desarrollo francés de residencias en el campo, los denominados châteaux,
que llevaron a la realización de extensos complejos de los que partían los ejes viarios
principales que ordenaban el entorno. Entre ellos cabe destacar el Palacio de Vaux-le-
Vicomte (1656-1659), proyectado por Louis Le Vau, y el Palacio de Versalles, máximo
símbolo del absolutismo francés y cuyas labores de reconstrucción fueron iniciadas por el
mismo Le Vau por encargo de Luis XIV.

España

En la España, la afirmación del Barroco se encontró con las dificultades debidas a la


decadencia económica del reinado de Felipe III. En la segunda mitad del siglo XVI, Felipe
II había mandado construir el importante complejo del Monasterio de El Escorial,
construido en su mayor parte según el proyecto de Juan de Herrera (1530-1597). A
Herrera se debe también el proyecto de la Catedral de Valladolid, en el que se refuerza el
concepto del eje central y que sirvió de modelo para la Catedral de México.
Progresivamente, la arquitectura española del siglo XVII fue evolucionando hacia el estilo
barroco, aunque no dejó grandes ejemplos significativos. La mayor parte de las influencias
barrocas fueron recogidas de forma exclusivamente decorativa, especialmente en las
iglesias. Este lenguaje, que resultaba rápidamente comprensible incluso para el segmento
de la población menos instruido, fue exportado con éxito a las colonias americanas.
Entre los edificios religiosos más importantes del siglo XVII en España puede destacarse
la Colegiata de San Isidro en Madrid, iniciada en 1629, la iglesia de Santa María
Magdalena de Granada (iniciada en 1677 con planta longitudinal derivada de los edificios
con esta disposición de la Antigua Roma) y la Basílica de la Virgen de los
Desamparados en Valencia, de planta elíptica.
Etapas y evolución de la arquitectura española

Palacio de Santa Cruz (Madrid)

I.- Periodo purista o postherreriano (abarca los dos primeros tercios del siglo XVII).
La penetración del barroco -en sus formas arquitectónicas italianas (plantas complicadas,
movimiento de fachadas, decoración abundante y creadora de contrastes de luz)- va a ser
lenta. La presencia de la ideología religiosa de la Contrarreforma y el prestigio de la
monarquía de Felipe II pesan sobre el arte de la época: se prefiere la sobriedad, la
sencillez y la uniformidad. Hay una evidente pobreza de materiales –ladrillo, tapial y yeso-
junto a una depuración de líneas -al estilo del Escorial-. Así como un escaso desarrollo del
movimiento en plantas y alzados; se prefiere la línea recta a la curva; hay un predominio
de la Iglesia de nave única con capillas entre contrafuertes -tipo de la iglesia del Gesù de
los Jesuitas. Las fachadas expresan la misma sencillez de planos: "De un espíritu
abstracto, los palacios, las Iglesias y conventos son con fachadas de paramentos lisos a
base de grandes rectángulos ligeramente resaltados e interiores de diáfana blancura en la
que solamente se recortan de manera neta las decoraciones de cuadrados y triángulos
geométricos de las bóvedas, resultando conjuntos graves y apaciguados para aquellos que
los contemplan al exterior o penetran al interior". 4
Ejemplos de este tipo de arquitectura lo tenemos en la Colegiata de San
Isidro de Madrid (construida por un jesuita: es de planta de cruz latina similar a la del
Gesù, o a San Andrés de Mantua de Alberti); la iglesia de la Encarnación (Madrid);
la Cárcel de Madrid (hoy ministerio de Asuntos Exteriores), la Casa de la Villa de Madrid,
la Plaza Mayor de Madrid, la ciudad de Lerma (Burgos); el palacio del Buen Retiro. Estos
cinco últimos edificios siguen la línea llamada "estilo escurialense, caracterizado por la
sobriedad de líneas, los volúmenes compactos y torres cuadrangulares en las esquinas,
techumbres apiramidadas, agujas en los vértices torres, tejas de pizarra negra. En esta
época destacan unas especiales concepciones urbanísticas españolas: las plazas
mayores, organizaciones casi cerradas, centro de los espectáculos religioso-políticos
(procesiones, autos de fe de la Inquisición, predicaciones, recepciones de reyes),
formados por distintos bloques de edificios que se unen dejando, bajo ciertas arcadas,
paso a las calles periféricas. La más famosa es la Plaza Mayor de Madrid.
Plaza Mayor de Salamanca

II.- Finales del siglo XVII. Se comienza a complicar la arquitectura; primero penetran las


formas decorativas del barroco italiano (columnas de orden gigante y salomónicas,
movilidad de planos en las fachadas, etc.), y luego las formas espaciales (plantas
ovaladas, o cóncavo-convexas, llenas de movimiento).Destacan: fachada de la Catedral de
Granada -de Alonso Cano-, dispuesta a manera de arco de triunfo de tres calles, cubiertas
de arcos de medio punto; el Pilar de Zaragoza; la torre de las campanas y la del Reloj
(Domingo de Andrade) de Santiago de Compostela. Durante el siglo XVII son escasas las
construcciones; ya a finales de siglo se construyen: el presbiterio de la Catedral
de Valencia. Las obras más barrocas son la fachada de la Catedral- claro ejemplo de los
movimientos de fachadas al estilo de Borromini- : entre el escaso espacio que quedaba
entre capilla del santo cáliz y Miguelete, se despliega una fachada a modo de biombo con
tres calles plegadas en movimientos sinuosos cóncavo convexo, recargada de decoración
en relieve y esculturas. La capilla de la Virgen de los desamparados: de planta ovalada,
con espacios de entrada o capillas; destacando el camarín de la Virgen. Otros ejemplos
son el museo de Bellas Artes, San Pío V y la torre de Santa Catalina, Palacio del Marques
de Dos Aguas.
III.- Corriente nacional: Churrigueresco. Durante el siglo XVIII se acelera la construcción
de edificios; resalta la plena asimilación de las formas espaciales de Italia (De Borromini y
Bernini) en edificios como: San Marcos de Madrid, las Salesas Reales de Madrid, San
Francisco El Grande -Madrid-, Palacio Real de Aranjuez -capilla. Son todos ellos edificios
en los que destaca su compleja planta con juegos de curvas y contracurvas, cambitación
de formas ovaladas, tangentes y secantes; con alzados en los que las cúpulas, bóvedas,
etc. son de gran complejidad (destacan las cúpulas encamonada creadas por Francisco
Bautista en e1 siglo XVIII: son un sistema de doble cúpula en el que el intradós es de
madera y yeso, mientras que el exterior se despega y separa quedando un espacio hueco
para lograr mayor efecto de altura y monumentalidad. Al ser de menor peso permite la
constitución de espacios más desahogados).

Palacio de San Telmo (Sevilla)

Por otro lado, la arquitectura del siglo XVIII aumenta la tendencia ornamental hasta límites
nunca conseguidos; a este estilo se le llama Churrigueresco: por el nombre de la familia
con este apellido que produjo mayores obras. Es una decoración de amontonamiento de
formas en ciertos lugares del edificio –puertas, fachada, etc; sobresalen por su
monumentalidad y aparatosidad. frente al resto del edificio de líneas más sóbrias-.
Destacan: colegios de Anava y Calatrava en Valladolid, plaza Mayor de la ciudad de
Salamanca. De Pedro Ribera son el puente de Toledo en Madrid, y el Hospicio de Madrid.
Otros edificios de este estilo son: San Telmo en Sevilla. La fachada del Obradoiro en
Santiago, etc. Esta fachada de Casas y Novoa sustituye a la románica construida delante
del Pórtico de la Gloria; es una monumental fachada estructurada como un grandioso arco
de triunfo en diversos planos de profundidad (hasta tres) y de una gran verticalidad.
Otra complicación del barroco español se encuentra en los espacios creados para dar
cabida a las imágenes religiosas como: reliquias, sagrario , sacristías e imágenes de gran
devoción : vienen a combinarse teatrales efectos en la utilización del espacio,, la luz
indirecta y de procedencia extraña, la pintura, escultura, etc. Son pequeños lugares en los
que el barroquismo estalla en su mayor grado de complicación y teatralidad. Destacan
el Transparente de la catedral de Toledo (de Narciso Tomé), el camarín y tabernáculo de
la Cartuja del Paular, o el Sagrario de la Cartuja de Granada (Francisco Hurtado
Izquierdo). Otra de las grandes escuelas del barroco español, es la fundada a inicios del
siglo XVIII por Francisco Hurtado Izquierdo, en Priego de Córdoba. En la que intervinieron,
sucesivamente, los hermanos Sánchez de Rueda, Juan de Dios Santaella, Francisco
Javier Pedraxas, Remigio del Mármol y José Álvarez Cubero.

Italia Arquitectura barroca en Italia

Iglesia de Sant'Ivo alla Sapienza (1643-1662), Roma

Palazzo Ducezio, Noto (Sicilia)

El estilo barroco, un estilo altamente decorativo y teatral vinculado a la Contrarreforma, fue


introducido por la iglesia católica, particularmente por los jesuitas, como un medio para
combatir la Reforma y la iglesia protestante con una nueva arquitectura que inspirase
sorpresa y asombro. Se inició en Roma a principios del siglo XVII y ejerció su influencia en
todo el mundo católico. Los arquitectos barrocos tomaron los elementos básicos de
la arquitectura renacentista, incluidas las cúpulas y las columnatas, y los hicieron más
altos, más grandiosos, más decorados y más teatrales. Los efectos interiores a menudo se
lograron con el uso de Quadratura, o pintura trompe-l'oeil, combinada con escultura; el ojo
es dirigido hacia arriba, dando la ilusión de que se está mirando al cielo. Grupos de
ángeles esculpidos y figuras pintadas se amontonan en el techo. La luz también se usó
para un efecto escénico; fluía desde las cúpulas y se reflejaba en una abundancia de
dorados. Las columnas retorcidas también se usaban a menudo para dar una ilusión de
movimiento hacia arriba, y los cartouches y otros elementos decorativos ocupaban cada
espacio disponible. En los palacios barrocos, las grandes escaleras se convirtieron en un
elemento central.1Los primeros ejemplos en los que este estilo es plenamente reconocible
se pueden encontrar en algunas obras de Carlo Maderno (fachada de Santa
Susanna (1585-1603), fachada y nave de San Pedro del Vaticano (1603-1626) y la basílica
de Sant'Andrea della Valle (1608-1625), cuya fachada fue completada en 1655-1665
por Carlo Rainaldi), de Martino Longhi, el Joven (fachada de la iglesia de los Santos
Vicente y Anastasio (1644-1650) en Trevi) y de otros, en los que destaca el intento de
reforzar el eje central de las fachadas mediante el uso gradual de pilastras, semicolumnas
y columnas.
Alcanzó su apogeo en el alto barroco (1625-1675), cuando Gian Lorenzo
Bernini, Francesco Borromini y Pietro da Cortona contribuyeron a desarrollar aún más el
lenguaje barroco, ya no solo en la aplicación de elementos decorativos, sino en la misma
concepción del espacio basándose en la elaboración de nuevas formas como elipses,
espirales y curvas policéntricas. La mayoría de sus contribuciones están relacionadas con
edificios religiosos: iglesias de Sant'Andrea al Quirinale (1658-1670) y de la Asunción,
en Ariccia, de Bernini; Sant'Agnese en Agone, San Carlo alle Quattro Fontane (1634-
1646), Sant'Ivo alla Sapienza (1643-1662) y nave central de San Giovanni in
Laterano (1646-1650), de Borromini; San Lucas y Santa Martina (1634-1650), Santa Maria
della Pace (1656-1667) y fachada de Santa Maria en Via Lata, de Cortona. Aunque no
faltaron fábricas civiles (como el palacio Barberini, de Bernini y Borromini, el palacio
Montecitorio, de Bernini y Carlo Fontana, el palacio Chigi-Odescalchi, también de Bernini, y
el palacio de Propaganda Fide y la galería en perspectiva del palacio Spada, de
Borromini).
Cabe destacar también las transformaciones urbanas, principalmente debido a la actividad
del papa Sixto V que, con el apoyo técnico de Domenico Fontana, promovió el primer
proyecto moderno de planificación urbana de la ciudad de la Roma. Se trazaron nuevas
vías en grandes ejes rectos que conectaban las áreas más importantes de la ciudad y los
principales edificios religiosos y administrativos, y se construyeron o reorganizaron
grandes plazas (plazas del Popolo, Navona y San Pedro) y edificios importantes.
El estilo barroco pronto se extendió más allá de los confines de la ciudad, llegando
a Turín —expansión de la ciudad de Carlo y Amedeo di Castellamonte, capilla de la
Sábana Santa, iglesia de San Lorenzo y palazzo Carignano, de Guarino Guarini—,
a Milán —iglesia de San Giuseppe, de Francesco Maria Richini—, a Venecia —basílica de
Santa Maria della Salute, de Baldassare Longhena, con una planta octogonal unida a un
santuario bordeado por dos ábsides—, a Nápoles —donde Francesco Grimaldi, Cosimo
Fanzago, Ferdinando Sanfelice estaban activos, de los que se recuerdan respectivamente
la capilla real del Tesoro de San Gennaro, la iglesia de Santa Maria
Egiziaca en Pizzofalcone y el palazzo dello Spagnolo—, a la región de Apulia —basílica de
Santa Croce en Lecce, con decoraciones derivadas del plateresco español— y a Sicilia —
especialmente después del terremoto de 1693 (catedral de
Sant'Agata en Catania, catedral de San Giorgio en Ragusa, iglesia de San
Domenico en Noto, etc.)—. La Toscana, por otro lado, permaneció vinculada a los
gustos tardomanieristas (capilla de los Príncipes, con una planta octogonal, adornada con
ricas incrustaciones creadas con piedras semipreciosas) y la producción más propiamente
barroca puede datarse a principios del siglo XVIII.
Véanse también: Arquitectura barroca,  Barroco napolitano,  Barroco leccese,  Barroco
siciliano  y Barroco milanés.
En el período barroco tardío (1675-1750), llegó hasta Rusia y las colonias españolas y
portuguesas en América Latina, a partir de aproximadamente 1730, una variante aún más
elaboradamente decorativa llamada Rococó apareció y floreció en Europa Central
Francia
La arquitectura barroca francesa es sobre todo palaciega, y en cuanto a su exterior, de
composición en general muy clásica. Asimismo, las tres claves de la arquitectura barroca
francesa serán la sobriedad, la armonía y la claridad.

Palacio de Versalles

Es una arquitectura principalmente al servicio de la monarquía absoluta, especialmente a


la persona de Luis XIV, el “Rey Sol”, quien tomó el palacio de Versalles como expresión de
su poder y de su propia persona, convirtiéndose así en el prototipo de residencia áulica del
príncipe absoluto. El monarca es el astro rey, de quien emana toda la sabiduría, toda la
luz, y con su gloria ilumina a toda Francia. Este mensaje está claramente presente en la
disposición de salones (el dormitorio de Luis XIV ocupa el centro del palacio y está
dispuesto exactamente sobre el eje este-oeste, los salones de estado están dedicados
cada uno a una divinidad romana, o lo que es lo mismo a un planeta, etc), así como en la
fuente de Apolo; cuyo carro tira del sol, el cual, al estar la fuente mirando hacia el este,
parece que va a emerger del agua. Muy pronto, el palacio y la ciudad que surgirán en
Versalles se convertirán en un suntuoso signo de propaganda política y escenario de un
sinfín de extravagancias y derroches.
Inicialmente, Versalles había sido un pequeño pabellón de caza construido por Philibert Le
Roy por mandato de Luis XIII, quien quedó prendado de la belleza de aquel paisaje. Su
transformación barroca va a seguir un proceso escalonado que coincide con el
año 1661 en que empezaron los nuevos trabajos de ampliación acometidos por el
arquitecto Louis le Vau, quien había maravillado al monarca demostrando su maestría en
la construcción del Chateau de Vaux Le Vicomte. Hasta el momento Luis XIV convirtió
Versalles en escenario de sus fastuosas fiestas, las cuales conllevaban también grandes
inconvenientes, dado que se habían de desplazar miles de personas y además no había
espacio suficiente para alojar a toda la corte. Sin embargo, en 1668, Versalles es aún una
mansión en el campo a la que Luis XIV se retira frecuentemente en compañías femeninas
y con sus más allegados. Este año Le Vau inicia una segunda ampliación en la que el
palacio es literalmente envuelto por un edificio de influencia barroca italiana, orientado
hacia los jardines. Inicialmente este "envoltorio" que rodea el palacio primitivo se encuentra
en su punto central unido por una gran terraza. Sin embargo, el incierto clima del Île-de-
France hace ver lo poco práctico que resulta este gran espacio abierto, por lo que en su
lugar se construye la suntuosa Galería de los Espejos. En 1682 Luis XIV expresa su deseo
a su superintendente de finanzas Jean Baptiste Colbert, de trasladar la corte a Versalles,
es decir, unas 4000 personas entre príncipes, sirvientes, ministros y demás cortesanos.
Ello requerirá una obra colosal.
La tercera y última gran ampliación se alarga hasta el año 1692 y es llevada a cabo por el
nuevo arquitecto real Jules Hardouin Mansart, quien quintuplicará la superficie de la
residencia, añadiendo dos gigantescas alas laterales al núcleo central que se desarrolla
alrededor del patio de mármol. Versalles se transforma así en capital de una gran nación;
una ciudad con mansiones para los cortesanos, imponentes jardines llenos de esculturas y
fuentes, ministerios para la administración, cuarteles para la guardia y las viviendas de los
criados. Todo ello simétricamente articulado en torno al palacio que a su vez tiene como
eje central la cámara del rey. Después, Mansart añadió dos alas en escuadra y nuevas
dependencias: L’Orangerie, un invernadero de plantas exóticas, le Grand Trianon, un
pequeño palacete emboscado en los jardines destinado a la intimidad del rey; y las
Grandes y Petites Écuries, las caballerizas.
Por su parte, André Le Nôtre diseñó las 3 avenidas de jardines que confluyen en el palacio
y los espacios alrededor del gran canal, disponiendo glorietas, fuentes, etc. Estas tres
avenidas constituyen todavía hoy las tres principales vías de la ciudad de Versalles.

Palacio de Vaux-le-Vicomte

En la decoración interior del palacio intervino Charles Le Brun, quien se encargó también


de la del Chateau de Vaux le Vicomte. De hecho, se dice que este último es el precursor
del futuro palacio de Versalles, dado que tomaron parte en su construcción los mismos
artistas (Le nôtre, Le Vau, Le brun...). Es por ello por lo que Vaux le Vicomte posee un
valor artístico-arquitectónico incalculable.
A partir de Versalles, tanto el palacio como el modelo de jardín francés se extendieron por
las cortes europeas. Entre otras obras a destacar de la arquitectura francesa de esta
época encontramos el palacio del Louvre, el ahora inexistente Chateau de Marly, ciertas
alas del inmenso chateau de Fontainebleau e innumerables creaciones más. Sin embargo,
no se puede atribuir el desarrollo de la arquitectura barroca únicamente a las propiedades
de la corona, ya que fue en esta época cuando proliferaron también muchas obras de
dominio noble y burgués como los chateaux en las zonas rurales y los "hoteles" en las
zonas urbanas; por ejemplo el Hotel de Toulouse, actual sede del Banque de France, o el
Hotel de Soubise, el cual fue posteriormente remodelado para convertirse en claro ejemplo
del estilo rococó.
Entre los chateaux más destacables, además de los ya mencionados, se encuentran otras
obras de François Mansart y su ya mencionado hijo Jules Hardouin, varios de los
arquitectos barrocos más prolíficos de la época. Entre sus creaciones destacan el chateau
de Dampier construido para el duque de Chevreuse, el ala barroca del Castillo de Blois, el
Chateau de Maisons Laffitte (cuya realización marcará un antes y un después en la
arquitectura de Francia) y la Iglesia parisina de Los Inválidos (que alberga actualmente los
restos de Napoleón Bonaparte) junto con el conjunto adyacente del Hotel des Invalides.
Por lo general, Francia fue uno de los países con mayor número de arquitectos de esta
época, no sólo por coincidir con un periodo de bonanza económica, sino por contar con
una amplia nobleza y burguesía pudiente, capaz de permitirse los excesos y las costosas
representaciones arquitectónicas barrocas de estilo teatral.

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