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Esta investigación tiene por finalidad realizar un análisis descriptivo del marco regulatorio
de internet en Venezuela que caracteriza las tendencias normativas a lo largo de las últimas
dos décadas, así como las restricciones en materia de derechos digitales que han surgido
como consecuencia del marco legal, y su implicación para las libertades ciudadanas en la
red, teniendo como foco principal libertad de expresión. A través de la narrativa
cronológica de las normativas legales que han tenido vigencia en el territorio venezolano,
analizaremos temas relacionados al acceso, la regulación de contenidos, la vigilancia, la
privacidad y el manejo de datos personales, el anonimato y otros aspectos que afectan
asuntos relativos a los derechos digitales.
En una primera fase, la regulación del acceso a internet estuvo enfocada fundamentalmente
en los aspectos relativos a la infraestructura, la expansión del acceso y la regulación de la
industria, teniendo en cuenta entre muy poco y nada lo concerniente a los contenidos, quizá
con la única excepción de lo relacionado con la alfabetización digital. En un país con una
bajísima tasa de penetración de internet (inferior al 4%), se hacía prioridad incrementar el
acceso e incorporar a más ciudadanos a la utilización de tecnologías de la información. Esto
significó una serie de medidas orientadas a llevar el acceso a internet a poblaciones
desconectadas, como los Infocentros, y también tuvo como consecuencia la incorporación
progresiva de medidas de gobierno digital, que repercutieron en algunos trámites, como la
obtención y renovación de pasaportes, dejando otros, como los relativos al registro civil y la
cedulación, completamente atrás en materia tecnológica durante muchos años.
Sin embargo, a partir del año 2006 la tendencia del gobierno venezolano a pretender
controlar el flujo del contenido en la red comienza a ponerse de manifiesto tras la adopción
de la Ley para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en Salas de Uso de Internet,
Videojuegos y otros Multimedias, que es aprobada sin una excesiva resistencia por cuanto
afectaba únicamente a menores de edad en el uso de salas de internet o “cibercafés”,
populares en el país durante la época. La ley restringía el acceso de niños y adolescentes a
contenidos prohibidos, en una larga lista que abarcaba desde la incitación a la violencia
hasta el consumo de bebidas alcohólicas.
Bajo este marco legislativo, el Poder Público Nacional asume la responsabilidad de las
telecomunicaciones, al igual que del régimen y administración del espectro
electromagnético (CRBV, Art. 156, numeral 28).
Este mismo año se promulga también el Decreto Presidencial N° 825, cuya finalidad
consiste en declarar “el acceso y uso de Internet como política prioritaria para el desarrollo
cultural, económico, social y político de la República Bolivariana de Venezuela” (art. 1°).
El año 2001 ve la promulgación de tres leyes que afectan de manera más o menos directa el
ecosistema de internet en el país. Por una parte, tanto la Ley de Mensajes de Datos y Firmas
Electrónicas como la Ley Especial contra los Delitos Informáticos apuntan a crear un
marco legislativo para proteger y fortalecer la creciente actividad comercial, empresarial,
burocrática y de comunicaciones que se lleva a cabo en el ámbito digital. Tal como señala
la exposición de motivos de la Ley de Mensajes de Datos y Firmas Electrónicas, se
hacía “necesaria e inminente la regulación de las modalidades básicas de intercambio de
información por medios electrónicos, a partir de las cuales han de desarrollarse las nuevas
modalidades de transmisión y recepción de información, conocidas y por conocerse, a los
fines de garantizar un marco jurídico mínimo indispensable que permita a los diversos
agentes involucrados, desarrollarse y contribuir con el avance de las nuevas tecnologías en
Venezuela”.
Así, esta ley apuntaba a ofrecer un marco legal que sirviera como base a la valoración
jurídica de los mensajes y firmas electrónicas, a través de la creación, entre otras cosas, de
mecanismos que permitieran dotar a estos instrumentos de valor probatorio en procesos
judiciales y administrativos. Se crea así la Superintendencia de Servicios de Certificación
Electrónica, ente destinado a regir los procedimientos de certificación, y se sientan las
bases de lo que pretendía ser la consolidación del gobierno electrónico, un proceso de
automatización de las gestiones administrativas y burocráticas que vería ciertos avances en
otras normativas posteriores, pero que iniciaría con el llamado Plan Estratégico de
Gobierno Electrónico (2001-2006), destinado a profundizar el uso intensivo de las
tecnologías de información y comunicación en todos los aspectos de la actividad estatal.
Conjuntamente, la Ley Especial contra los Delitos Informáticos aborda la protección de los
sistemas de tecnologías de la información, protegiendo no solo los sistemas mismos ante
actos de sabotaje o daño, sino las comunicaciones y mensajes ante posibles actos de
espionaje, fraude o falsificación, violación de la privacidad o revelación indebida de
información. Como vemos, estas dos herramientas legales interactúan con la finalidad de
otorgar una mayor confianza, validez y protección a los mensajes y comunicaciones
transmitidos a través de sistemas informáticos, con miras al fortalecimiento del uso de estos
sistemas no solo ya para comunicaciones privadas informales, sino para transacciones
bancarias, comerciales y procedimientos relativos a las relaciones entre los ciudadanos y la
administración pública.
Por último, y con mayor importancia, se dicta también en 2001 el Decreto 3.390 con rango
y fuerza de Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación. En el mismo sentido
mencionado, esta ley busca fomentar “la transferencia e innovación tecnológica”,
declarando las actividades científicas, tecnológicas e innovación como actividades de
interés público y general. Esta ley establece lineamientos destinados a impulsar el
crecimiento del país en materia tecnológica, y adscribe la responsabilidad de la materia al
Ministerio de Ciencia y Tecnología. Entre otras cosas, la ley establece mecanismos de
articulación de inversión pública, privada y mixta para el financiamiento de actividades de
investigación, desarrollo y educación en materia científica y tecnológica.
Esta etapa, que podríamos llamar de crecimiento, subsiste hasta el año 2007,
aproximadamente, si bien son estos primeros años (entre 2000 y 2005) los que sientan las
bases de la apertura, que se afianza en otras medidas como la preferencia de uso de
software libre (Decreto 1.423 de 2004) y en el crecimiento de los infocentros (5263, 2007).
Sin embargo, e incluso de manera simultánea al crecimiento en materia de infraestructura y
acceso, ya desde 2006 comienzan a verse las primeras señales de una tendencia a la
restricción de libertades y contenidos, en la promulgación de la Ley para la Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes en Salas de Uso de Internet, Videojuegos y otros Multimedias
(2006), que prohíbe a los menores de edad el acceso a información y contenidos que
promuevan, hagan apología o inciten a la violencia, a la guerra, a la comisión de hechos
punibles, al racismo, a la desigualdad entre el hombre y la mujer, a la xenofobia, a la
intolerancia religiosa y cualquier otro tipo de discriminación, a la esclavitud, a la
servidumbre, a la explotación económica o social de las personas, al uso y consumo de
cigarrillos y derivados del tabaco, de bebidas alcohólicas y demás especies previstas en la
legislación sobre la materia y de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, así como
aquellos de carácter pornográfico, que atenten contra la seguridad de la Nación o que sean
contrarios a los principios de una sociedad de democracia revolucionaria. (Artículo 8).
El año 2009 marca un viraje sustantivo en las políticas del Estado venezolano con respecto
a internet, en particular a partir del decreto 6.649, que califica el uso de internet en el sector
público como un gasto suntuario, requiriendo la autorización expresa del Vicepresidente
Ejecutivo para aprobar su adquisición. Esta medida fue vista no solo como un retroceso
frente a la política de priorizar el acceso y uso de internet, sino como una medida
incongruente e inconsistente con el marco general legislativo, incluso constitucional, que
protegía el fomento de la ciencia y la tecnología en el país (Urribarrí, 2009).
De esta manera, la norma incumple con las garantías básicas que debe contener cualquier
restricción a la libertad de expresión según los parámetros interamericanos e
internacionales. Su ambigua redacción y la ausencia de definiciones con respecto a lo que
puede ser considerado “zozobra”, “desconocimiento a las autoridades” o “incitación al
odio”, por ejemplo, deja abierta la puerta a una amplia libertad de interpretación por parte
de las autoridades, que puede ser, y de hecho ha sido, usada para suprimir el discurso
disidente y silenciar las libertades políticas. Igualmente, se establecen responsabilidades
directas a los intermediarios a través de sanciones desproporcionadas y de la obligación de
restringir los mensajes que incurran en las categorías ya mencionadas, una circunstancia
que, en combinación con la vaguedad de la descripción de tales categorías, ha terminado
acarreando la consecuencia inevitable de que los proveedores de servicios de internet
incurran en un exceso de celo en su oficio de intermediarios de la censura, ante el temor de
ser sancionados con multas, incautación de bienes o incluso la revocación de sus
autorizaciones para operar el servicio.
Esta polémica ley marca un claro punto de inflexión en las políticas públicas del Estado
venezolano con respecto al control de contenidos en internet, al prohibir directamente todos
los mensajes que:
Ya en 2010 dos personas habían sido arrestadas por tweets que hacían eco de rumores de
una corrida bancaria, incluso antes de la promulgación de leyes específicas sobre
contenidos de internet, utilizando el artículo 448 de la Ley General de Bancos, que señala:
Artículo 448.Las personas naturales o jurídicas que difundan noticias falsas o empleen
otros medios fraudulentos capaces de causar distorsiones al sistema bancario nacional que
afecten las condiciones económicas del país, serán penados con prisión de nueve (9) a once
(11) años.
Por otra parte, y de un modo que revela el expansivo interés del gobierno venezolano en la
incorporación de la tecnología a las actividades estatales, entre 2012 y 2014 se aprobaron
tres leyes consecutivas que afectan de manera directa la implementación de mecanismos de
gobierno electrónico: la Ley sobre Acceso e Intercambio Electrónico de Datos, Información
y Documentos entre los Órganos y Entes del Estado (2012), la Ley de Infogobierno (de
2013, y que deroga la anterior), y el Decreto con rango y fuerza de Ley sobre
Simplificación de Trámites Administrativos (de 2014, y que deroga el Decreto de 2008
sobre el mismo tema). El principal objetivo de estas iniciativas es el mismo, y consiste en
propulsar la utilización de medios y plataformas digitales para las actividades estatales, el
intercambio de información entre distintos entes, y las comunicaciones entre el Estado y los
ciudadanos.
La Ley contra el Odio establece una serie de medidas orientadas a controlar el discurso
tanto online como offline, estableciendo penas de prisión (hasta por veinte años) a quienes
cometan acciones que sean calificadas como incitación al odio, al mismo tiempo que
amenaza a los prestadores de servicios de radio y televisión con sanciones de revocatoria de
la concesión, y a las plataformas de redes sociales con multas y bloqueos a sus sitios web
(Avendaño, 2017). La normativa, como señalaron las organizaciones de derechos humanos
(Espacio Público, 2017) vulnera los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad,
al establecer tipificaciones ambiguas que dejan lugar a una excesiva amplitud de
interpretación al ente ejecutor de la ley:
La ambigüedad del texto de la ley pone en riesgo los discursos minoritarios, impopulares,
disidentes o incómodos, discursos que no solo no constituyen mensajes de odio, sino que se
encuentran especialmente protegidos por la libertad de expresión por cuanto son
indispensables en el desarrollo de una sociedad democrática.
Por último, y a manera de corolario, es importante mencionar que también en el año 2017
CONATEL publicó la Providencia 171 sobre retención de datos personales, que deroga la
Providencia N° 572 de 2005 y que extiende la larga lista de datos que los proveedores de
servicios de telefonía están requeridos de exigir a sus clientes, además de incrementar el
período de retención de dichos datos de dos años desde la fecha de obtención de los datos
(para el respaldo físico) y tres meses luego de la extinción del contrato (para el respaldo en
digital), al actual y completamente desproporcionado plazo de cinco años después de
finalizado el contrato de prestación de servicio (Díaz, 2018). Así, la Providencia 171 ubica
a Venezuela entre los países con períodos de retención de datos más largos de
Latinoamérica, además de hacerlo mediante una normativa que no cumple con los
requisitos mínimos de legalidad, al haber sido dictada por un órgano administrativo,
omitiendo el proceso mínimo de formación legislativa y situando una mera providencia en
el rango que debería estar restringido a una ley orgánica.
Documentos legales
Bibliografía
Las condiciones con las que cuentan los ciudadanos en Venezuela son
precarias, pues ejercen sus libertades en línea en el peor ecosistema digital
de América Latina, en cuanto a calidad de acceso a internet
IPYS Venezuela y el laboratorio de datos de internet MLAB recogieron
más de 6 mil pruebas de velocidad en internet en los 23 estados del país,
que determinaron que los venezolanos navegan a un promedio de 1,61
Mbps en la Banda Ancha fija (BAF), la cifra más baja de América Latina
Ilustración Camila Agelvis Pons
1. Un problema ciudadano
En medio de la crisis política, económica y social que atraviesa Venezuela los ciudadanos
deben ocuparse de atender asuntos urgentes como buscar medicamentos, resolver la
merienda de los hijos para ir a la escuela, pensar cuántos kilómetros deben caminar ante la
escasez del transporte público, recorrer varios bancos para buscar así sea el billete de más
baja denominación en efectivo, u organizarse para protestar por las fallas de algún servicio
público. También, piensan en las decisiones políticas frente a la incertidumbre y la
desigualdad de condiciones de los comicios presidenciales que aparecen en la agenda para
los próximos meses.
Estos son solo algunos de los problemas cotidianos que se repiten en los reportes de los
periódicos y medios digitales, en las redes sociales y los comentarios de calle que muestran
las dificultades que tienen los ciudadanos frente a la crisis de derechos humanos que
enfrenta el país.
A estas preocupaciones se suman las dificultades que tienen los ciudadanos, vinculadas a
las precariedades del servicio de internet, que afecta sus actividades cotidianas como
informarse, realizar transacciones bancarias, trabajar o comunicarse con sus redes cercanas.
Las condiciones con las que cuentan los ciudadanos en Venezuela son precarias, pues
ejercen sus libertades en línea en el peor ecosistema digital de América Latina, en cuanto a
calidad de acceso a internet se refiere, según los datos de la Comisión Económica para
América Latina y El Caribe (Cepal). Este servicio que se considera primordial ha ido en
deterioro en los últimos dos años. Y es que la calidad de la navegación en Venezuela ha
caído 0,3 Mbps en los últimos dos años. El promedio de navegación entre enero y febrero
de 2018 se ubicó en 1,6 megabits por segundo (Mbps). Este dato refleja un empeoramiento
de las condiciones si se compara con 2016, cuando los ciudadanos rodaban en internet a
una velocidad de 1,9 Mbps.
Infogram
Así lo reflejan los datos que levantó IPYS Venezuela en su intención de evaluar la calidad
de la conectividad en el país, en una jornada especial que se desarrolló del 23 de enero
hasta el 6 de febrero de 2018. La obtención de estos datos se llevó a cabo a través de un
test de velocidad desarrollado de manera conjunta con la metodología de Measurement Lab
(MLAB), un laboratorio de medición de internet abierto, asociada al New America’s Open
Technology Institute, Google Open Source Research y Princeton University’s Planet Lab,
que fue alojado en nuestro sitio web www.ipysvenezuela.org y que los ciudadanos podían
libremente tomar desde cualquier computador, tablet o smartphone.
De total evaluado se obtuvo que 10,5% presentó buena conexión, 67,64% presentó una
conexión media, mientras que 21,86 % limitada/baja conexión.
Niveles de precariedad
Las pruebas efectuadas tanto en Banda Ancha Móvil (BAM) como en fija (BAF) reflejaron
que el operador con mejor velocidad fue Wifisolution una compañía de telecomunicaciones
de servicio dedicado de internet con sede en Caracas, que reportó 9,6 Mbps descarga
(download) promedio y 2,8 Mbps de carga (upload), seguido por NetLink América con 8,8
Mbps de descarga y 9,6 Mbps de carga. Ambas mediciones representan registros inusuales
en comparación con el promedio de las conexiones registradas.
Los puntos más débiles de conexión móvil se reportaron desde las conexiones de Digitel,
que es uno de los proveedores privados. Este ISP tuvo un promedio de 0,2 Mbps de
descarga y 1,01 Mbps de carga, lo cual lo ubica en las conexiones limitadas. Esto ocurre,
pese a que esta red móvil cuenta con tecnología de cuarta generación, conocida como LTE,
disponible en 19 ciudades del país. Movilnet, que es una teleoperadora estatal, registró una
conexión deficiente con un registro de 0,8 Kbps de descarga y 13,6 Kbps de carga. Entre
tanto, Movistar obtuvo un registro superior con 2,8 mbps de descarga y 5,7 Mbps de carga,
lo cual lo pondera como una mediana conectividad, a pesar que tiene un alcance de
tecnología de cuarta generación en tres ciudades del país, de acuerdo de los datos de IPYS
Venezuela.
Conexión centralizada
Además de ello, aún persiste una brecha en el acceso a internet por regiones, de acuerdo a
los datos oficiales. Durante el periodo de medición se observó que el sector con mayores
deficiencias de conectividad se ubicó en las zonas rurales de los estados Trujillo, Lara y
Zulia. En este último estado, Digitel obtuvo el peor registro de toda la medición con 0,09
Mbps de descarga y 0,05 Mbps de carga. Además de la infraestructura en estas zonas
existen limitaciones en la tecnología de los móviles que usan los ciudadanos.
Las conexiones desde la estatal Cantv en zonas rurales se situaron por debajo del promedio
nacional y obtuvieron 54% de las conexiones más bajas reportadas, todas con cifras
inferiores a 1 Mbps, lo cual muestra la precariedad del servicio.
Mientras tanto las conexiones consideradas óptimas que oscilaron entre más de 5 y 15
megabits por segundo, fueron selectivas y se reportaron en el Área Metropolitana de
Caracas, Diego Ibarra (Carabobo), Maracaibo (Zulia), Maturín (Monagas), Ciudad Bolívar
(Bolívar), Mérida (Mérida) Municipio Girardot (Aragua) y Municipio Jáauregui (Táchira) .
De estas pruebas, la mayoría corrieron bajo el servicio de la redes fijas de Inter, Netuno; el
servicio móvil de Movistar, así como de CIX, una empresa de internet dedicado ubicada en
el estado Monagas, al oriente del país.
La velocidad pico máxima de descarga encontrada durante los 15 días de jornada alcanzó
32,1 Mbps de descarga y se reportó en el servicio CANTV en el estado Carabobo.
El último de la región
Los datos obtenidos por el Measurement Lab (MLAB), entre enero y febrero de 2018,
también reflejan el letargo de Venezuela en materia de conectividad. Los registros ubican a
Venezuela último lugar en el análisis de 10 países a los que le hace seguimiento este
laboratorio de internet. Este país, incluso, tiene promedios de conexión justo debajo de
Bolivia (1,78 mbps) y Surinam (2,42mbps).
Estos datos comprobaron que la navegación en Venezuela fue diez veces menor que la de
Costa Rica, y estuvo por debajo a la calidad del servicio que ofrecen países como Panamá,
Perú, Guyana, Colombia y Ecuador.
Esta misma realidad la refleja la Cepal en su informe Estado de la banda ancha en América
Latina y el Caribe 2016, en el que refería que, para ese momento, Venezuela mostraba
síntomas de precariedad en la calidad de la navegación, pues para 2012 el resto de América
Latina corría a una velocidad de internet con un promedio de 4,13 Mbps.
Esto posicionó a Venezuela como la sexta velocidad en Suramérica en 2012. Esta situación
fue en declive y para el cierre de 2015, el país se apoderó del último lugar del ranking, con
una velocidad promedio de 2,31 Mbps, frente a 7,26 Mbps del resto de la región.
2.- Puerto de partida
Durante la jornada electoral del 15 de octubre IPYS Venezuela obtuvo 208 pruebas de 17
estados del país, registrando un promedio de navegación de 1,38 Mbps. Los resultados
arrojaron que únicamente 3,85%, presentaron buena conexión (por encima de 4 Mbps), un
31,73% presentó conexión media de (1 Mbps hasta 4 Mbps) y 64,42% limitada/baja
conexión” (por debajo de 1 Mbps).
En la más reciente jornada la variación con respecto a las mediciones efectuadas en los
contextos electorales de 2017 fue mínima al pasar de 1,38 Mbps y 1,5 Mbps,
respectivamente al ubicarse en 1,61 Mbps durante los días de monitoreo de enero y febrero
de 2018. Este dato da cuenta que no existe una discrepancia de las condiciones del servicio
en jornadas de gran saturación, como los procesos electorales, a las consideradas normales
que han tenido seguimiento en días continuos.
La crisis en la red
Las cifras de penetración de la banda ancha móvil durante los últimos años en el país han
presentado una disminución según las estimaciones de Akamai en su informe “State of the
Internet – Connectivity Report, Q1 2017,” que fue de 102% en el año 2012, a 87% en 2016.
Los suscriptores totales de telefonía móvil para el año 2017 se situaron en 28.451.182, unos
529.594 usuarios menos que para 2016, cuando la cifra cerró en 28.980.776 suscriptores.
Alerta máxima
La Cámara de Empresas de Servicios de Telecomunicaciones (Casetel) desde el año 2013
alerta sobre un inminente colapso del sector, debido a la poca inversión para renovar la
plataforma tecnológica, la imposibilidad de acceder a divisas, en un mercado en el que el
mantenimiento de gran parte de esta área se realiza en dólares, esto unido a la fuerte
distorsión entre los costos reales del servicio y la facturación que cancela el usuario.
Para 2016, se estimaba que la liquidación anual de divisas para mantener las operaciones en
un nivel óptimo debía rondar entre 1 millardo y 1,5 millardos de dólares debido a la gran
dependencia de componentes importados y servicios de mantenimientos internacionales.
Sin embargo, según información de los voceros oficiales del sector, desde 2013 las
empresas no recibían liquidaciones en moneda extranjera por parte del órgano encargado de
las asignaciones para aquel entonces Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex).
Durante 2017 e inicios del 2018 usuarios en más de 19 estados del país han reportado
fallas de distintas envergaduras debido al vandalismo, que sustrae cables de fibra óptica,
tuberías, cables de cobre, baterías, motogeneradores, brequeras y sistemas de alarma para
comercializarlo en el mercado negro.
Otro factor, de acuerdo a Martínez, está relacionado con las tarifas, debido al rezago de los
costos con respecto a la acelerado movimiento de la economía venezolana.
En el mes de noviembre de 2017 luego de más de dos años de tarifas congeladas, la Cantv
junto las tres operadoras de telefonía celular que trabajan en el país, Movistar, Digitel y
Movilnet concretaron el incremento de sus planes de Internet, paquetes de telefonía móvil y
datos.
La información será obtenida por las operadoras telefónicas de forma digitalizada a través
de lectores biométricos o captahuellas, tales como los implementados en sistemas
electorales y alimentarios.
Entra en juego también la neutralidad en la red que se completa los principios de la libertad
de expresión en internet como una condición para preservar la libertad de acceso y la
elección a enviar, recibir u ofrecer contenido sin ser direccionados o restringidos, por
medio de bloqueo, filtración, o interferencias.
Fallas en la infraestructura
Inicialmente según una nota de prensa del año 2009 consultada por IPYS Venezuela en la
página web de Cantv la obra fue asignada por Conatel al operador estatal Cantv, Huawei,
Alcatel-Lucent y la portuguesa Teixeira Duarte y Asociados, quienes debían concluirla en
2012. Sin embargo, en diciembre del año 2013, Conatel informó en un comunicado en su
página web que había alcanzado 70,2 %, desde entonces no se ofreció más información
actualizada del proyecto.
La red venezolana
IPYS Venezuela consultó la información pública que ofrecen los operadores de Banda
Ancha Móvil nacional en sus páginas web y constató que la operadora Movistar solo ofrece
servicio de 4G en tres ciudades del país: Distrito Capital (Caracas), Anzoátegui (Barcelona
y Puerto la Cruz).
Estos proveedores de forma conjunta estarían llegando actualmente con la tecnología del
4G LTE a 8 estados del país, lo representa únicamente 34,7% de todo el territorio nacional.
Al día de hoy Cantv se mantiene como el mayor proveedor del mercado de internet
tradicional en el país con el 69,5% de los suscriptores totales, seguido de Inter con 8,8%,
Digitel 8,7%, Movistar 6,8%, Movilnet 4,6% y otros 1,7%:
La empresa Cantv fue nacionalizada en el año 2007, y dos años después iniciaría el declive
del Índice de Desarrollo de Ecosistemas Digitales de Venezuela, según el estudio divulgado
en 2017 por la Corporación Andina de Fomento (CAF).
Esta fecha coincidiría con la promulgación en marzo de 2009 del Decreto 6.649 impulsado
por el presidente Hugo Chávez, donde se detallaba el Instructivo Presidencial para la
Eliminación del gasto suntuario o superfluo en el sector público nacional, y se incluía la
imposibilidad de adquisición sin previa autorización del Vicepresidente Ejecutivo y
exposición de motivos de servicios de telefonía celular, y de discado directo internacional,
de equipos y plataformas tecnológicas, así como del uso de internet en el sector público.
6.- Carta náutica: metodología de investigación
En el marco de este sistema, IPYS Venezuela emprendió esta investigación para analizar
las condiciones de la calidad de la navegación en internet en Venezuela, con una cobertura
nacional, en la modalidad de banda ancha fija (BAF) y banda ancha móvil (BAM).
Esta investigación muestra nueve desafíos que tiene Venezuela para asegurar una mayor
calidad de la navegación en Venezuela:
La capacidad de la banda ancha para impulsar el desarrollo económico y social, así como
para estimular transformaciones políticas es un hecho asimilado por muchos países. La
Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha reconocido el acceso universal y asequible
a Internet en los países menos adelantados entre sus Objetivos de Desarrollo Sostenible
(ODS) 2015-2030.
Venezuela se enfrenta hoy a una desaceleración económica, y atraviesa una compleja crisis
política y social. Desde IPYS Venezuela apostamos por trabajar en consolidar el
diagnóstico de los problemas públicos que enfrenta el país en materia de conexión a
internet, así como a la construcción de alternativas y búsqueda de soluciones que se
traduzcan en amplias garantías de derechos digitales para los ciudadanos.
Urge en el país un plan articulado de políticas públicas para la promoción del acceso a un
internet de calidad de amplia cobertura nacional. La Cepal en su Estado de la banda ancha
en América Latina y el Caribe 2016 incluye una lista de las Agendas digitales en América
Latina y el Caribe que da cuenta de las propuestas de largo aliento de los países de la
región. Los cinco temas tratados mayormente por estos países son: infraestructura,
gobierno electrónico y difusión de TIC, innovación digital, acceso universal y conectividad
de calidad. Sin embargo, Venezuela no figura dentro del listado por no poseer un plan
definido de política pública en la materia.
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