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PAPERS 2

Sueño, deseo, despertar


(Español)
Comité de Acción de la Escuela Una
2018-2020
Lucíola Macêdo (EBP)
Valeria Sommer-Dupont (ECF)
Laura Canedo (ELP)
Manuel Zlotnik (EOL)
María Cristina Aguirre (NLS)
Paola Bolgiani (SLP)
Coordinadora: Clara María Holguín (NEL)

Equipo de Traducciones
Coordinadora: Valeria Sommer-Dupont
Responsable Traducción: Silvana Belmudes
Responsable Revisión: Melina Cothros
Traductores Papers 2:
Ana Ibanez
Melina Cothros
Valeria Sommer
Martha Carolina Forero
Silvana Belmudes
Carolina Vignoli
Revisión:
Luis Alba. Laura Canedo.

Edición y diseño
Secretaría: Eugenia Serrano / Colaboradores:
Daniela Teggi y M. Eugenia Cora
SUMARIO

EDITORIAL, Paola BOLGIANI. 03

1- Gian Francesco ARZENTE (A.E.) / De la pesadilla que adormece al

sueño que despierta 07

2- Anna AROMÍ (A.M.E.) / El hilo del sueño 09

3-Paola CORNU –NEL / ¿Despertar de un real, será una nueva función del sueño? 11

4- Hervé CASTANET –ECF / El cifrado y lo real que despierta 14

5- Alberto Rudy JUSTO –EOL / Un mínimo esfuerzo…

hipnosis, sueño y sonambulismo 17

6- David WESTCOMBE -NLS / Tal vez para despertar... 21

7- Sandra Arruda GROSTEIN -EBP / Es solo un sueño.

Soñemos entonces, y sigamos durmiendo 25

8- Anna CASTALLO –SLP / ¿El deseo del analista, el deseo de despertar? 30

9- Félix RUEDA –ELP / Despertar del sueño 34

2
Editorial
Paola Bolgiani

¿Qué relación entre sueño, deseo y despertar? Este es el argumento


que anima Papers 2.

Freud comienza su trabajo sobre el sueño afirmando que "El sueño es


el cumplimiento de un deseo".1 Pero como “La interpretación de los
sueños” introduce, el hecho es que, principalmente, el deseo que
satisface el sueño es el de dormir: “El sueño puede describirse como
un fragmento de fantaseo al servicio de la conservación del dormir".2
Será Lacan quien empuje esta posición freudiana a sus
consecuencias, mostrando que no hay más realidad en la vida de
vigilia que en el sueño. Lo que podría despertar, destaca Lacan, no
tiene una representación posible, por lo que el sueño y la función del
deseo en el sueño pueden considerarse el despertar (fallido) frente a
lo real de la pulsión.

En 1974 dirá: "Nunca nos despertamos: los deseos mantienen,


entretienen, curan los sueños",3 ya que "el despertar es lo real en su
aspecto de imposible". 4 Por la vía de la interpretación significante, por
lo tanto, uno no encuentra el despertar, sino más bien, se continúa
soñando: estamos en la dimensión de la cadena-significante-
inconsciente, la mortificación del viviente, una dimensión que, sin
embargo, es necesaria para que tenga lugar un análisis.

1Freud, S., “La interpretación de los sueños” (1899), Obras completas vol. IV, Amorrortu,
Buenos Aires, 2008, p. 142.
2Freud, S., “Algunas notas adicionales a la interpretación de los sueños” (1925), Obras
completas vol. 19, Amorrortu, Buenos Aires, 2008, p. 129.
3Lacan, J., “Respuesta de Lacan a una pregunta de Catherine Millot. Improvisación: désir de
mort, rêve et réveil, L’Ane, 3, 1981 (traducción nuestra).
4Lacan, J., L’insu que sait de l'une-bévue s’aille à mourre (1976-1977), inédito, 19 de abril
de 1977.
PAPERS 2 / Editorial

Si existe una posibilidad de despertar, esto se da solo en la


contingencia del uno por uno, como un destello, como algo que no
dura, y esto pone en causa al deseo del analista que señala el más
allá de la realidad significante, en la que seguimos durmiendo.

De esto nos testimonia a partir de su análisis, Gian Francesco


Arzente, AE del SLP, que nos ofrece el primer texto que abre este
número de Papers. Dos sueños que marcan la entrada al inconsciente
transferencial: el primero, una "pesadilla dormida", donde se delinea
la estructura del fantasma; el segundo que muestra, el más allá del
fantasma, el destello del inconsciente real: un sueño que, en lugar de
ser traumático, despierta. Pero también dos sueños que muestran la
relación diferente con el Otro y con el objeto, al principio y al final del
análisis y gracias a la posición del analista.

Si el texto que abre la serie muestra con precisión la perspectiva en


la que nos ubicamos con respecto al uso del sueño en la cura, al
mismo tiempo debemos subrayar la prudencia necesaria para este
uso, donde el analista debe tener en cuenta el tiempo del sujeto, de
la incertidumbre diagnóstica, de la delicadeza en el manejo de la
interpretación en la transferencia. De esto nos da testimonio el texto
de Anna Aromí solicitada en este número de Papers para testimoniar
sobre su práctica como AME. A través de un ejemplo clínico y dos
buenos destellos sobre su análisis, la autora abre la pregunta de si
los sueños - y cuáles- tienen un término.

Siguiendo en la misma línea está el texto de Paola Cornu (NEL), que


destaca la dimensión del tiempo lógico del análisis en relación con la
función que el sueño juega en la cura, subrayando las diferentes
articulaciones entre sueño, deseo y pulsión en los diferentes tiempos
en los que se despliega un análisis.

Con el texto de Hervé Castanet (ECF), abrimos una segunda línea


de lectura de este número de Papers, que se refiere al lugar de lo real
en el sueño articulado al tema del deseo y el despertar. Relaciona la
cuestión del sueño con la tesis del inconsciente intérprete: el sueño
interpreta el deseo, el análisis descifra esta interpretación. Pero el
análisis, como la elaboración de Lacan, no se detiene en este punto:

4
PAPERS 2 / Editorial

el autor encuentra en la elaboración de Lacan el punto en el que se


enfatiza que hay un inconsciente que nunca podrá alcanzar la
conciencia, que no puede ser interpretado, y que luego devendrá
sucesivamente un "real sin ley", proponiéndonos así una articulación
entre inconsciente transferencial e inconsciente real.

Continuando con la lectura nos encontramos con el texto de Alberto


Rudy Justo (EOL), que propone una interesante articulación entre la
hipnosis, con sus efectos sugestivos, y el inconsciente transferencial,
a partir del hecho de que el significante siempre tiene efectos
sugestivos y el discurso es siempre hipnótico. Es en la dimensión del
acto que puede ocurrir un despertar, un acto que, con Miller, él
propone abordar la identificación con el sinthome.

En el texto que sigue, de David Westcombe (NLS), volvemos a


encontrar el tema del despertar como un destello, y también, en la
yuxtaposición que el autor hace entre el momento del despertar y el
momento en que el esp de un lap ha perdido cada alcance del
sentido, como certeza. Lo que parece interesante subrayar en este
texto es la dimensión de satisfacción que el autor destaca y que
marca este momento fugaz y contingente. Con este texto también
podemos abrir una pregunta, que puede abordarse en los debates
posteriores, si se puede afirmar que, en la experiencia del soñar, se
encuentra lo real.

Los dos textos que siguen destacan una tercera línea de lectura, que
toca la cuestión del deseo del analista. En el texto de Sandra Arruda
Grostein (EBP) subrayamos el punto en el que la autora pone en
tensión una orientación de la cura que parte desde el fantasma, y una
orientación que parte desde el síntoma, subrayando cómo esto
conduce a un más allá del discurso. Otro punto de interés en este
texto es el trabajo que nos trae en torno al pensamiento como
sustituto del deseo alucinatorio.

El siguiente texto, Anna Castallo (SLP) trabaja en torno al tema del


deseo de despertar como un nombre del deseo del analista, revisando
las diversas formulaciones de Lacan en torno a ello, y mostrándonos

5
PAPERS 2 / Editorial

cómo pueden convertirse en tantas indicaciones sobre el uso del


sueño en la cura.

Finalmente, este número de Papers concluye con el texto de Félix


Rueda (ELP), quien propone una tesis original que ponemos de
relieve de modo que pueda ser ulteriormente elaborada y discutida.
El autor propone que podemos considerar una dimensión del
despertar dentro del sueño, de cada sueño, hipótesis que propone al
poner el sueño que adormece, que está situado en la lógica del
inconsciente transferencial, y el despertar, más bien del lado
inconsciente real, como dos lados de una banda de Moebius. ¿Cuál
sería el punto de torsión entre estas ambas caras?

El número 2 de Papers termina aquí, pero ciertamente el eco que


dejarán estos textos y las preguntas que abrirán no concluyen.
¡Buena lectura!

Traducción: Carolina Vignoli

6
De la pesadilla que adormece
al sueño que despierta
Gian Francesco ARZENTE - A.E.

En el libro de los sueños,1 Jorge Luis Borges presenta un capítulo,


titulado “Conviene distinguir”, una breve cita del “Cuarto cuaderno en
octavo” de Franz Kafka: “¿Por qué comparas tu mandamiento interior
con un sueño? ¿Te parece acaso absurdo, incoherente, inevitable,
irrepetible, origen de alegrías o terrores infundados, incomunicable
en su totalidad, pero ansioso de ser comunicado, como son
precisamente los sueños?” 2

De esta lectura resurgieron de mi memoria dos sueños, que se


produjeron uno al inicio y el otro al final del análisis y que significaron
la entrada en el inconsciente significante y la entrada en el
inconsciente real, respectivamente.

Dos umbrales que, traspasados, produjeron dos diferentes efectos de


vértigo en mi cuerpo: el vértigo de quien desde lo alto de un
acantilado, sin protección, se asoma al vacío temiendo caer, caer en
depresión; y el vértigo de quien se lanza en una excitante cabalgata
y, sin temor de caer, desea comunicar con entusiasmo al mundo el
inédito descubrimiento del inconsciente. El primero una pesadilla de
la que no lograba despertarme, que me dormía, el segundo un sueño
de apertura, de salida de la pesadilla del sentido, gracias a la cual
pude afrontar lo real, despertándome a la contingencia de inventar un
nuevo significante, un sentido inédito.

Uno.

1 Borges, J. L., Libro de sueños, Siruela, Madrid, 1987.


2 Ibid., p. 70.
PAPERS 2 / De la pesadilla que adormece al sueño que despierta

Me encuentro en el séptimo y último piso de la casa en la que nací.


La casa comienza a temblar a causa del terremoto, pero omito
ponerme rápidamente a salvo para luego darme cuenta que ya todos
se han ido. Nadie me ha esperado. Busco una vía de escape, pero las
escaleras se han derrumbado. Encuentro refugio en el umbral de la
puerta-ventana que desde la cocina lleva al balcón. Haciendo
equilibrio, corriendo el riesgo de caer al vacío, el terremoto cesa y
observo cómo han caído todas las paredes de las casas, pero no sus
pilares, sobre los cuales se apoya con sus hilos de telaraña el hombre
araña, que viene a buscarme para ponerme a salvo. A salvo, pero de
un modo gris, sin colores.

Dos.

En una luminosa y fresca jornada de sol, paso frente a las casas de


una ciudad marítima, construidas en semicírculo, definiendo el litoral.
En un tramo me encuentro con una calle ciega y alzo la mirada, sobre
mí, en lo alto, en un balcón, se agita un joven. Me recuerda a
Salvador, un muchacho con quien jugaba de niño y que tenía
evidentes trastornos físicos y mentales. Decían que era un retardado,
pienso ¿Cómo hace para vivir sin que nadie esté con él? Me doy
vuelta para seguir mi camino y el retardado se lanza del balcón.
Escucho el golpe seco de la caída, enseguida pienso que alguien lo
habría mirado demasiado fijamente y con intensidad y digo con tono
de reproche a las personas presentes: No hay que detenerse
demasiado con la mirada sobre estas personas, ellos se nos aferran y
se dejan caer.

Dicho esto, me despierto.

Traducción: Martha Carolina Forero

Revisión: Silvana Belmudes

8
El hilo del sueño
Anna AROMÍ - A.M.E.

Un sueño ¿cuándo se termina?... ¿al despertar?, ¿al contarlo?,


¿nunca?

Un ejecutivo viene a verme porque el trabajo se le ha vuelto


insoportable. De su país vino formado en una cultura de empresa de
responsabilidad y aquí se encuentra con una informalidad que lo
enfurece…

Con su pareja las cosas no van bien. El amor circulaba en el aire


mientras vivían en países distintos, pero ahora la convivencia ha
enrarecido el lazo y él se siente perturbado por impulsos violentos…

Una mirada directa, un hablar aseverativo sin espacio para


preguntas; un reclamar para sí el mayor respeto, cosa que solo
concede al otro en las formas pues parece estar convencido de que lo
quieren mal…

Son unas pocas entrevistas y no hay apuro para un diagnóstico de


neurosis obsesiva, sobre todo con ese Otro que lo querría mal. Un día
se queja de sus aftas, eritemas y picores… “Un problema de piel
irritable”, le digo. “Ya sé que Freud lo diría así -responde- pero para
mí es algo esotérico”. Entonces cuenta un sueño.

“Está en una clase de cirugía con un bisturí en la mano. Es un sueño


extraño, no sabe cómo puede acontecer porque se trata de abrirse
uno mismo el tórax. Lo hace, siguiendo las instrucciones del profesor,
se disecciona y encuentra una serie de piezas, como de silicona,
conectadas con cables. A su lado una compañera está haciendo lo
mismo, pero con la diferencia de que las piezas de ella están limpias,
mientras que las suyas no. Entonces se da cuenta de que las suyas
están sucias de mierda; algo ha reventado y ve que hay hilos que
PAPERS 2 / El hilo del sueño

conectan el ano con el pene. No sabe cómo limpiarlo y llama al


profesor”.

Lo mínimo que podemos decir de este sueño es que es un bisturí de


auto-disección que viene como respuesta a una interpretación, tan
fallida como oportuna. El sueño ha cumplido su misión en la
transferencia: advertir al partenaire analista del rechazo de lo
“esotérico” (habrá que ver qué quiere decir eso) y dar su propia
versión del cuerpo hablante (un poco inquietante).

Este sueño promete no cerrarse fácilmente. ¿Por qué? Porque son los
hilos, los cables que unen las piezas, los elementos que más llamaron
la atención del soñante junto con el hecho de poder diseccionarse uno
mismo.

Entonces, ¿habría sueños que se cerrarían? Los sueños, ¿se


terminan?

Durante mi ejercicio como AE hubo un sueño de la época del final del


análisis, el sueño del Lacoste, que recabó numerosos comentarios:
cada vez que hablaba de él alguien añadía algo, como si no estuviera
del todo terminado. Sin embargo, hubo otros sueños que solo podía
transmitir como acabados, sueños que no pedían nada más. Uno de
ellos era el sueño del dedo gordo del pie.

En la época en que entreveía un final de análisis soñé que del dedo


gordo del pie extraía una sustancia blanda sin encontrar ninguna
resistencia; el dedo mismo era blando, no había hueso. Al fondo,
había un hilo blanco que daba ganas de estirarlo. Era el cabo del
análisis.

Algunos sueños son como los buenos chistes, se trata de que rulen.1

1 Que circulen, en lenguaje coloquial.

10
¿Despertar de un real,
será una nueva función del sueño?
Paola CORNU - NEL

Freud ubica al sueño como una formación del inconsciente, como una
operación psíquica, de “cumplimiento de deseo”, al plantear que “se
sueña para no tener que despertar porque se quiere dormir.”1 La
interpretación del sueño se encontrará con un límite: el “ombligo del
sueño”, aquello no reconocido, sin sentido, encuentro con lo
innombrable y punto límite en el que el deseo no puede hacerse
representar. Podemos plantear que Freud va a modificar su posición
al decir que el sueño sería un intento de cumplimiento de deseo.2
Intento que muestra la relación del sueño con la pulsión y por
consiguiente, al sueño como interpretación del deseo —en su raíz
pulsional.

A partir de los años 20 Freud vuelve sobre los sueños de angustia


planteando que ya no podrían pensarse como cumplimiento de deseo,
sino que más bien obedecerían —leyéndolo con Lacan— a lo que itera
en el sueño, provocando el despertar de Un real. Es un giro
epistémico en la forma de pensar el sueño: pasar del intento de
realización de deseo, al despertar de Un real como función del sueño.

A partir de la última enseñanza de Lacan la práctica se orienta por lo


real y los conceptos toman un giro definiendo el inconsciente como
real. En “El Ser y el Uno” leemos con Miller que, “no hay sentido sin
goce y, entonces, que no hay significante en el que el deseo no esté

1 Cf. Freud, S., Cartas a Wilhelm Fliess (1887-1904), Buenos Aires, Amorrortu, 1994, p. 388.
2Freud, S., “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. 29ª conferencia. Revisión
de la doctrina de los sueños”, Obras completas, Vol XXII, Buenos Aires, Amorrortu Editores,
p. 27.
PAPERS 2 / ¿Despertar de un real, será una nueva función del sueño?

conectado con la pulsión, etc. La raíz del Otro es el Uno.”3 La


interrogación que surge es ¿cuál sería la vía de acceso al inconsciente
real?, pregunta que llama a tomar en cuenta por un lado, la relación
entre sueño - pulsión, y por otro, el encuentro con el ombligo del
sueño y el despertar, en tanto que el despertar podrá ser en el sueño
una nueva función más allá del dormir.4 Esto permite interrogarnos si
hay un despertar posible o imposible no-todo a lo real. ¿Será lo que
despierta del sueño una vía de acceso al inconsciente real, una
ventana al Uno del goce?

Lo que despierta en el sueño es traído por el parlêtre a sesión en un


texto hablado por Un cuerpo en sus múltiples formas: por un lado,
como pregunta, equívoco, sorpresa, fracaso, fallido, modos de
constatar el enigma de Un goce desconocido. ¿Escuchamos allí, un
modo de eternizar el deseo de dormir en el desciframiento? Por otro,
la pesadilla, que leemos como producto de un real contingente, como
cifra en tanto marca de goce, huella de ese encuentro fallido que
porta una escritura en la que el despertar será una huida al
encuentro con lo insoportable y lo real, sin embargo, no-todos los
sueños pueden dar cuenta de Un real,5 ¿dependerá del tiempo lógico
del análisis?

El inicio de un análisis tendría la marca de un encuentro con un real


contingente, con aquello que ha despertado —fugazmente— al
parlêtre, implicándolo en el desorden del goce del cual se queja, pero
que seguirá durmiendo vía la vertiente del inconsciente
transferencial. Será el trayecto del recorrido analítico orientado por lo
real que le permitirá despertar-es. Podemos preguntarnos ¿el
parlêtre, despierta del fantasma y como efecto de ello su
atravesamiento, a modo de despertar advertido de Un real, como
modo de arreglo con aquella satisfacción del programa de goce, que
en esa economía libidinal le hacía mantenerse soñando? Al final del

3Miller, J.-A., “Ultrapase”. Freudiana 66, ELP, Barcelona, 2012, p, 18, (Clase del “El ser y el
Uno”, 25 de mayo de 2011).
4 Mandil, R., “Sueño e inconsciente real”, disponible en Internet
5 Salman, S., “El escándalo del cuerpo hablante”, disponible en Internet

12
PAPERS 2 / ¿Despertar de un real, será una nueva función del sueño?

análisis, ¿qué es lo que no-todo despierta?, ¿los restos sintomáticos?,


¿lo incurable?, ¿los fundamentos neuróticos del deseo del analista?
Así mismo ¿seguirán más de esos sueños que despiertan? En tanto
que, un sueño al final del análisis, no llama ya a la interpretación,
marca un fuera de sentido, desagregado de la cadena, constatación
de un real.

Lacan nos orienta cuando plantea que en el texto del sueño “lo real
hay que buscarlo más allá del sueño, en lo que este ha envuelto,
escondido, ocultado”6 es decir, en el cifrado: lo que porta la cifra es la
satisfacción de un real pulsional. Miller, al proponer que el “deseo del
analista es el deseo de despertar (…) que testimonia con su
presencia, el encuentro con lo real”7 permite pensar el analista como
pesadilla y preguntarse si el deseo de despertar permite el supuesto
saber maniobrar del analista como acto que constata un punto de
goce inamovible y opaco por medio de la “interpretación pesadilla”,8
de la que no se puede huir como en el sueño.

Entonces, ¿de qué función nueva estaría dando cuenta el sueño en la


última enseñanza de Lacan? El uso del sueño en la experiencia
analítica permitiría pensar la realización de un despertar en la función
del analista en la que opera cernir y constatar un real, al leer y dejar
el Uno del goce que itera en el relato del texto-letra del sueño —Hay
de lo Uno. De esta forma cada sesión analítica tendría por función
encarnar el encuentro, siempre fallido con lo real. 


6 Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
(1964), Paidós, Buenos Aires, 1997, p. 68.
7 Miller, J.-A., “Despertar”, Matemas I, Manantial, Buenos Aires, 2014, p. 120.
8Cf. Koretzky, C., Sueños y despertares. Últimas tesis sobre el despertar, Grama, Buenos
Aires, 2019, p. 211.

13
El cifrado y lo real que despierta
Hervé CASTANET - ECF

Abordar el sueño, vía regia de acceso al inconsciente, implica saber


cómo se define este último. La tesis del inconsciente intérprete, cuya
pertinencia fue mostrada por Jaques-Alain Miller, postula al sueño
como un cifrado en el cual el inconsciente es trabajador, activo,
jugando con los recursos de la retórica, haciendo de la lengua, de sus
retruécanos y otras ocurrencias (fulgurances), un sentido
desmantelado. El inconsciente intérprete postula los juegos
significantes contra el sentido. El trabajo analítico es desciframiento
metódico del cifrado, igualmente metódico del sueño. El famoso
sueño de la inyección de Irma que Lacan comenta en el Seminario 2
(1954-55) lo ilustra: "El sueño inicial, el sueño de los sueños, el
sueño inicialmente descifrado, es, para Freud, el de la inyección de
Irma",1 dice Lacan. ¿Pero qué demuestra el análisis de ese sueño? La
respuesta es conocida: el sueño es la realización de un deseo;
interpreta ese deseo y, dándole forma, se descubre. El desciframiento
de los jeroglíficos del sueño arroja el deseo inconsciente que está
operando. Lo que nos importa no es saber cómo se interpreta este
sueño de la inyección sino por qué Lacan lo presenta como el sueño
de los sueños. Este sueño se termina con una imagen: la fórmula
química de la trimetilamina, que es una descomposición del esperma.
Sin embargo, esta fórmula no tiene ningún sentido. "No da ninguna
respuesta a nada", y, sin embargo, "sí es la respuesta a la pregunta
sobre el sentido del sueño". ¿Por qué? "No hay otra palabra, otra
solución a su problema, que la palabra".2

1Lacan, J., El Seminario, Libro 2, El yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica,


Buenos Aires, Paidós, 1986, p, 224.
2 Ibid, p. 240.
PAPERS 2 / El cifrado y lo real que despierta

Esta demostración concierne cada sueño: "La única palabra clave del
sueño es la naturaleza misma de lo simbólico".3 Es la afirmación de la
lógica significante que lleva la fórmula cifrada, en la que el
significante se transforma en letra, hasta el sinsentido.

¿Esto es todo en Freud y en la lectura de Lacan? De ninguna manera.

Diez años más tarde, Lacan, en el Seminario 11, retoma otro sueño
de Freud. La tesis ya no es la misma. Si la vida psíquica todavía es
abordada a partir de lo simbólico, Lacan interroga lo que del sueño no
puede reducirse al significante: el lugar de lo real se devela. Así, ¿qué
arroja el sueño Padre, ¿no ves que ardo? "El fuego alcanza lo
Unterlegt, lo Untertragen, lo real". 4 ¿Cómo entender esto? El sueño
gira en torno al "punto más cruel" del objeto,5 es decir, la muerte de
un niño. Podríamos creer que el sueño interpreta lo que para un
padre constituye el punto más cruel que agujerea la elaboración
psíquica: la muerte del niño. Pero Lacan no dice eso: indica que el
sueño trata de lo real, en cuanto "el padre en tanto padre" es "ningún
ser consciente". 6 El padre que ordena lo simbólico devino
inanalizable: es inconsciente y lo seguirá siendo. "Porque la
verdadera fórmula del ateísmo no es Dios ha muerto [...], es Dios es
inconsciente".7 En el inconsciente no todo es interpretable y el padre
es este ombligo que se mantendrá inconsciente. Lacan llega a una
conclusión que se aleja de la de 1954-55: "Lo real hay que buscarlo
más allá del sueño [...] Ese real, más que cualquier otro, gobierna
nuestras actividades".8

La segunda tesis que Lacan esboza en 1964 y que nunca abandonará


es la del inconsciente real. En el momento del Seminario 11 no
emplea esta fórmula, pero ella no impide la elaboración futura. Así,

3 Ibid, p. 242.
4Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Paidós, Bs. As., 1987, p. 67.
5 Ibid.
6 Ibid.
7 Ibid.
8 Ibid, p. 68.

15
PAPERS 2 / El cifrado y lo real que despierta

Lacan saca el inconsciente del discurso del Otro para definirlo a partir
de las fallas de ese mismo discurso: tropiezo, falla, fisura.9 El
inconsciente es pre-ontológico, "no es ni ser, ni no-ser, es no-
realizado [...] es lo evasivo".10

Este juego entre el inconsciente que interpreta, (= inconsciente


transferencial) y el inconsciente real, abre al uso regulado de cada
sueño traído a la sesión, uso que determina la lógica del acto del
psicoanalista. A partir de 1964 Lacan no dejará de intentar dar un
estatuto a este "evasivo", hasta postular, in fine, en su Seminario 23,
que lo real es sin ley.11

Traducción: Melina Cothros

Revisión: Valeria Sommer


9 Ibid, p. 32.
10 Ibid; pp. 38-40.
11 Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El Sinthome, Paidós, Bs. As., 2006, p. 135.

16
Un mínimo esfuerzo…
hipnosis, sueño y sonambulismo
Alberto Rudy JUSTO - EOL

“Tengo el derecho, tal como Freud, a compartir mis sueños con


ustedes (…) Lo que me mueve, más bien, es el deseo de despertar”.1

Encontramos un punto de partida en la cita de Lacan de “La tercera”,


en la que el deseo en el sueño y el despertar van de la mano. Es
notable cómo, a lo largo de toda su enseñanza, retoma el despertar
como partenaire del deseo de dormir.

Sabemos que la relación entre el sueño, la realidad y el despertar fue


estudiada por Freud desde el comienzo mismo del psicoanálisis.
Inicialmente, el sueño fue definido como el cumplimiento de un
deseo, “una forma particular de nuestro pensamiento, posibilitada por
la condición del estado de dormir”.2 Freud subrayó esta condición del
dormir en la formación del sueño, para luego despejar su función,
definida en “el sueño, es el guardián del dormir”.3

Resulta oportuno recordar que, previo al estudio de los sueños, Freud


propuso el uso de la hipnosis como método de intervención clínica, a
través de la sugestión. En este forzamiento del dormir despierto,
pudo hacer uso de los poderes del lenguaje, articulados al saber y al
ideal.

Estos primeros pasos del par hipnosis-sugestión fueron cortos, pero


el camino comenzó a trazarse en dirección al sueño, inaugurando un

1Lacan, J., “La Tercera”, Revista Lacaniana de Psicoanálisis, 18, Grama, Buenos Aires, 2015,
pp. 22-23.
2Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras Completas vol. V, Amorrortu, Buenos
Aires, 1978, p. 502.
3Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras Completas vol. IV, Amorrortu, Buenos
Aires, 1978, p. 245.
PAPERS 2 / Un mínimo esfuerzo…

nuevo par, deseo e interpretación. Así Freud estableció la hipótesis


que fundamentó el nacimiento del Psicoanálisis.

Recordemos que el estudio del sueño también lo llevó a encontrar


ciertos límites en su elaboración, primero con los sueños de angustia
y luego con el encuentro traumático en el retorno de lo mismo, o en
el ombligo del sueño como lo no reconocido. Estos planteos
introdujeron el problema en la teoría general del sueño, según la cual
“El sueño es el cumplimiento… de un deseo reprimido”.4 En segundo
lugar, la paradoja de que es el mismo sueño el que provoca el
despertar.

En este punto, podemos decir que Freud se enfrentó al problema del


despertar a partir de su práctica, en tanto lo condujo a tener que
interrogar y reformular su hipótesis sobre el sueño como vía de
acceso al inconsciente.

En Lacan, encontramos el particular uso del deseo de despertar,


enmarcado en sus dos hipótesis fundamentales: “(...) nos
despertamos sólo para seguir soñando, en la realidad”5 y, al final de
su enseñanza, “en ningún caso hay despertar”.6 Esta paradoja es
ahora localizada entre el deseo de despertar y el despertar como uno
de los nombres de lo imposible.

En el Seminario sobre La transferencia, Lacan tomó la pendiente


entre la demanda y el deseo, 7 y explicitó cómo el objeto se constituye
a partir de una objeción a la satisfacción. Es decir, cuando soñamos y
nos despertamos es porque la demanda ha encontrado su
satisfacción. El despertar se produce, entonces, para conservar el
deseo, allí donde se realiza el peligro de ser hundido por la
satisfacción de la demanda.

4 Ibid., p. 177.
5Lacan, J., El Seminario, Libro 17, El reverso del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2010,
p. 60.
6 Lacan, J., El Seminario, Libro 24, L’insu qui sait de l’une-bévue s`aile a mourre
(1976-1977), lección del 17 de mayo de 1977. Inédito. [Versión en español: Hacia un
significante nuevo. Revista Colofón 25, p. 39]
7 Lacan, J., El Seminario, Libro 8, La transferencia, Paidós, Buenos Aires, 2010, p. 418.

18
PAPERS 2 / Un mínimo esfuerzo…

Respecto de la primera hipótesis, en el Seminario 11, retomó la frase


del sueño “Padre, ¿Acaso no ves que ardo?”8 Lejos de compartir la
interpretación freudiana que acentuaba el deseo de ver a su hijo vivo,
Lacan puso el acento en la frase que precipita el despertar, que se
presenta como el llamado de un hijo a un padre, en una relación que
apunta a un no hay, que se impone en los límites del horror, donde ni
siquiera opera el consuelo de la pesadilla. “El deseo se presentifica en
la pérdida del objeto, ilustrada en su punto más cruel”,9 dice Lacan,
subrayando este punto de despertar como un pasaje, un momento
fugaz que separa dos escenas, un relámpago, al cual sólo se accede a
través de un relato, el del sueño. “El sujeto se reduce, entonces, a su
puro acto de enunciación”.10

En la segunda hipótesis, ¿cómo entender la rigidez de la frase: “No


nos despertamos nunca” que condensa la manera en que Lacan
abordó el tema del despertar y que contiene este fondo de
imposibilidad?

J.-A. Miller, en Piezas Sueltas, también trató el tema del despertar,


distinguiendo dos despertares. El primero, es el que suena por la
mañana. “Cuando ustedes van a despertarse, el sueño les permite
seguir durmiendo proyectándolos a la vigilia, esa vigilia en la que
errarán como zombis”11. Pero la búsqueda del psicoanálisis es
producir un segundo despertar, en el cual nuestra vía de vigilia
aparece con los ojos bien cerrados. Nuevamente, este forzamiento,
ya no del dormir sino del despertar, se inscribe en un contexto donde
el inconsciente no queda del lado del saber no sabido ni del sentido,
sino de un saber hacer allí con lo real. Une Bévue, como lo definió
Lacan en el Seminario 24, donde el término de uso apunta a algo
distinto a la interpretación que sólo es un efecto de sugestión.

8Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Paidós, Buenos Aires, 1987, p. 66.
9 Ibid., p. 67.
10 Koretzky, C., Sueños y Despertares, Grama, Buenos Aires, 2019, p. 89.
11 Miller, J.-A., Piezas Sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2013, p.141.

19
PAPERS 2 / Un mínimo esfuerzo…

La sugestión es, entonces, lo que queda en el fondo, el mínimo efecto


del significante sobre el otro, el imperativo. Así, todo discurso es
hipnótico, donde la vía de comunicación queda conectada a la
sugestión como efecto natural del significante, entendiendo, como
dice Lacan, “hay contaminación del discurso por el sueño”.12

En este contexto, Lacan reclamó la invención de un significante


nuevo, ya no contaminado por el sueño, un acto que desencadene Un
despertar. “¿Acaso el Uno está condenado al sonambulismo, al
sonambulismo del sinthome, al azar de las bévues? Pero también dice
algo más, algo que hay que escuchar, a saber, que el inconsciente no
se despierta. (…) Quizás sea... mediante la identificación con el
sinthome, donde el despertar podría, por así decir, cesar de no
escribirse”.13 Una manera en que el deseo de despertar se imponga al
deseo de dormir, no en el vértigo de la cornisa, sino tal vez, el que
de un final, al soñar despierto.

12 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p.145.


13 Ibid., p. 145.

20
Tal vez para despertar...1

David WESTCOMBE - NLS

En el Traumdeutung, Freud presenta un análisis del sueño de la


inyección de Irma con la conclusión triunfante de que: “Después de
un trabajo de interpretación completo el sueño se da a conocer como
un cumplimiento de un deseo”.2

A pesar de los importantes desafíos frente a la formulación inicial de


Freud —sobre todo los relacionados con el trauma psíquico— en las
últimas palabras sobre la interpretación de los sueños en el “Esquema
del psicoanálisis”, afirma: “...el sueño es siempre un intento de
eliminar la perturbación del dormir por medio del cumplimiento de
deseo; que es, por tanto, el guardián del dormir”.3

La palabra Wish es la traducción al inglés del alemán Wunsch que se


ha traducido al francés como désir. De hecho, cuando nos referimos
al “cumplimiento de deseo” pensamos en la fantasía y la pulsión, pero
también en el deseo. Freud mismo retoma este tema en la
Traumdeutung con el sueño de la Bella carnicera. Aquí, el “deseo” se
revela en el análisis como que uno de sus propios deseos no se
cumpla, o como Lacan lo reformularía más tarde, el deseo de un
deseo insatisfecho, formulación clásica de la posición histérica.

Por supuesto, el concepto “deseo” adquiere gran importancia en el


primer Lacan. Una vez se dijo que el objetivo del análisis para el
analizante era conocer la verdad de sus deseos y que pudiera hablar
de ello.

1Cf. Shakespeare, W., The tragedy of Hamlet, Prince of Denmark in The new Oxford
Shakespeare, Oxford, Oxford, 2016. (Traducción nuestra).
2Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras completas, vol. IV, Amorrortu, Buenos
Aires, 1976, p. 141.
3Freud, S., “Esquema de Psicoanálisis”, Obras completas, vol. XXIII, Amorrortu, Buenos
Aires, 1976, p. 169.
PAPERS 2 / Tal vez para despertar...

Por otra parte, “el deseo es su propia interpretación”, alejándose de la


visión freudiana, presagia los pasajes del último Lacan con respecto
al sueño como un despertar.

Ya en el primer Lacan encontramos el siguiente pasaje que apunta en


la dirección del “despertar” como en el último Lacan: “Freud nos dice
a veces que en la formaciones del inconsciente aparece algo que se
llama sorpresa… El fenómeno de la sorpresa tiene algo de originario
—ya sea cuando se produce en el interior de una formación del
inconsciente, en la media en que en sí misma le choca al sujeto por
su carácter sorprendente, o bien si, cuando tú te encargas de
descubrírsela al sujeto, provocas en él el sentimiento de sorpresa”.4

Lo real, por supuesto, está presente en la Traumdeutung, como lo


atestiguan los famosos pasajes sobre el “ombligo” del sueño. Para
Lacan el deseo no puede articularse completamente en el discurso:
siempre queda algo, un remanente, un resto en lo real.

Despertar del sueño

En el Seminario 22, Lacan habla de una oposición entre el despertar y


el sueño:

“Un despertar es un rayo. Cuando eso me sucede, no con frecuencia,


—(se ubica a sí mismo) esto no quiere decir que sea así para todos—
en el momento en que salgo del sueño. Entonces tengo un breve
destello de lucidez. Sin duda, no dura mucho: regreso como todos los
demás a este sueño llamado realidad, en los discursos en los que
participo, y entre los cuales me esfuerzo dolorosamente por despejar
el camino para el discurso analítico”.5

En el momento de soñar, estamos inmersos en una experiencia de


encuentro con lo real, el inconsciente real. Al salir del sueño, puede
haber un momento de conciencia de que uno está en el inconsciente

4Lacan, J., El Seminario, libro 5, Las Formaciones del inconsciente, Paidós, Buenos Aires,
1999, p. 96.
5 Lacan, J., El seminario, libro 22, RSI, clase del 11 de febrero de 1975, inédito.

22
PAPERS 2 / Tal vez para despertar...

real —“uno mismo lo sabe”6— antes de que haya alguna reflexión. Es


una experiencia solitaria que precede a cualquier enunciado, a
cualquier discurso. El sujeto, como lo que está representado por un
significante para otro significante, aún no ha despertado.

En el análisis, el sueño se habla, por lo tanto, “se refleja” y se


conceptualiza. Uno por uno estos elementos desconectados, estos
fragmentos se pueden asociar y analizar. Las asociaciones se juntan,
pieza por pieza y finalmente se anudan con lo simbólico y lo
imaginario como consecuencia.

En su texto final, “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”,


Lacan escribe que está “seguro de estar en el inconsciente. Uno lo
sabe, uno mismo. Pero basta con que se le preste atención para salir
de él”.7 Por el contrario, cuando se sueña, el sujeto está igualmente
“en el inconsciente”. Sin embargo, al despertar puede haber estos
momentos de lucidez antes de salir de él. Es solo con más palabras,
con más análisis en presencia de un “sujeto supuesto saber” que se
produce un nudo.

Como deja claro este texto, este es el inconsciente como real.


Cuando sueña, el sujeto está verdaderamente solo al encontrarse con
lo real: “no hay amistad para apoyar este inconsciente”.8

El soñador encuentra lo real sin invitación previa, no tiene elección, y


particularmente en el caso de una pesadilla, no hay nada parecido a
la “satisfacción que marca el final del análisis”. Hay, sin embargo,
ocasionalmente, como lo menciona Lacan en el Seminario 22, un
momento de “lucidez” al despertar, a la salida del dormir y del sueño
donde el “yo” puede permanecer por un breve momento en el
inconsciente real, antes de que “la atención se centre en esto” —y
que el momento se pierda. Entonces, el sujeto dividido vuelve a
emerger perdiéndose en el día, hasta que la noche y el dormir
reanude su ronda diurna hasta la muerte.

6Lacan, J., “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros Escritos, Paidós, Buenos
Aires, 2012, p. 599.
7 Ibid.
8 Ibid.

23
PAPERS 2 / Tal vez para despertar...

Es en este contexto que un análisis, llevado a cabo hasta su


conclusión, puede permitir que el sujeto experimente esta
satisfacción marcada de lucidez, el despertar del final del análisis, la
satisfacción de ser Uno solo frente al analista que ya no es el “sujeto
supuesto saber”.

Traducción: Carolina Vignoli.

24
Es solo un sueño. Soñemos, entonces,
y sigamos durmiendo1
Sandra Arruda GROSTEIN - EBP

¿Cuál es el uso del sueño en el tratamiento lacaniano? Se trata de


una cuestión muy precisa que exige una respuesta que esté a la
altura. Esto implica una investigación profunda en nuestros textos
orientadores. Tanto en la obra de Freud, como en la de Lacan,
encontramos argumentos que permiten articular sueño, deseo y
despertar, que pretendemos desarrollar en este texto.

Volviendo a revisar los sueños, encontramos que la novedad


introducida por Freud, según Lacan en el Seminario 6, es que “la
realidad humana se construye sobre un fondo previo de alucinación
que es el universo del placer, en su esencia ilusoria.”2 Hay, por lo
tanto, un proceso primario gobernado por el principio de placer y otro
secundario, que atiende a la realidad. El proceso secundario es
secundario en relación al primario, necesariamente; luego, lo que
acontece en términos de proceso primario implica un movimiento
regresivo 3 cuando se trata de analizarlo. ¿Cómo incluir la
investigación sobre los sueños en este contexto?

Lacan en “El sueño de Aristóteles” considera que el analista solo tiene


que intervenir en la medida en que el analizante sueña 4, y, al soñar,

1Freud, S., “Conferencias de introducción al psicoanálisis” Obras completas, vol. XV,


Amorrortu, Buenos Aires, 1991, p. 200. (Literalmente la frase dice así: Es solo un sueño. Por
eso le damos permiso y seguimos durmiendo).
2Lacan, J., Seminario, libro 6, El deseo y su interpretación, Buenos Aires, Paidós, 2014, p.
79.
3 Ibid., p.77.
4Lacan, J., Le rêve d’Aristote, La Cause Freudienne, n°97, p. 9 (Traducción nuestra).
PAPERS 2 / Es solo un sueño. Soñemos, entonces, y sigamos durmiendo

intenta realizar un deseo5, lo que lo lleva a decir que el “sueño tiene


la misma estructura que el deseo”6.

Es, por tanto, a partir de los sueños infantiles, que consecuentemente


están asociados a los deseos infantiles, que Freud dijo que “sabemos
que el trabajo del sueño pretende, mediante la realización de un
deseo, eliminar un estímulo psíquico perturbador del sueño”7 y que
cada sueño tiene un sentido y un valor psíquico8. Propone, entonces,
en esta articulación, que el sueño funciona “como guardián que
protege nuestro sueño de las perturbaciones”. 9 No confundir,
entonces, el sueño con los pensamientos oníricos latentes, cuya
elaboración se da a través del acto de transformar pensamientos
abstractos en imágenes visuales. 10 Freud define con precisión lo que
él entiende por deseo en esta proposición de que el sueño es una
realización de un deseo. “Un componente esencial de esta vivencia es
la aparición de una cierta percepción cuya imagen mnémica queda,
de ahí en adelante, asociada a la huella que dejó en la memoria la
excitación producida por la necesidad. La próxima vez que esta última
sobrevenga, mercede al enlace así establecido se suscitará una
moción psíquica que querrá investir de nuevo la imagen mnémica de
aquella percepción y producir otra vez la precepción misma, vale
decir en verdad, restablecer la situación de la satisfacción primera.
Una moción de esa índile s lo que llamamos deseo.”11

5Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras completas, vol. XXII, Amorrortu, Buenos
Aires, 1991, p. 26.
6Lacan, J., Seminario, libro 8, La Transferencia (1960-1961), Buenos Aires, Paidós, 2015, p.
418.
7Freud, S., “El cumplimiento del deseo” 14 conferencia. Obras Completas, vol. XV, Buenos
Aires, Amorrortu, 1991, p. 195.
8Freud, S., “El sueño es un cumplimiento de deseo”. (1900) Obras completas, vol IV, Buenos
Aires, Amorrortu, 1991, p.142.
9Freud,S., “Esquema del Psicoanálisis”, Obras completas, vol. XXIII, Buenos Aires,
Amorrortu, 1991, p. 169.
10Freud.S., “Revisión de la doctrina de los sueños. 29 conferencias. Obras completas, Vol
XXII, Buenos Aires, Amorrortu, 1991, p. 18.
11Freud,S., “La Interpretación de los sueños”, Obras completas, vol. V, Buenos Aires,
Amorrortu, 1991, p, 557.

26
PAPERS 2 / Es solo un sueño. Soñemos, entonces, y sigamos durmiendo

La observación analítica, dijo Freud, muestra que el trabajo del sueño


no se limita a traducir los pensamientos bajo la forma de expresión
arcaica o regresiva; sino que, “el pensar no es otra cosa sino el
sustituto del deseo alucinatorio, y en acto se vuelve evidente que el
sueño es un cumplimiento de deseo, puesto que solamente un deseo
puede impulsar a trabajar a nuestro aparato anímico” 12

Podemos decir que un sueño es, entonces, una intención traducida a


un modo de expresión arcaico que, con el auxilio de un deseo
inconsciente, oculto para el sujeto, reconfigura esta intención a través
de las imágenes, para realizar este deseo, produciendo
invariablemente una satisfacción alucinatoria del deseo. 13

Retomando a Lacan en “El sueño de Aristóteles”, él resalta que el


analista tiene donde intervenir, puesto que el analizante sueña, y se
pregunta: “¿Se trataría de despertar al analizante?” 14 No
exactamente, pues, ¿qué sería el despertar de un sueño? ¿Reconocer
un deseo realizado o por el contrario, la imposibilidad de satisfacción?
En el Seminario 17, Lacan retoma a Freud al decir que “un sueño
despierta justamente en el momento en que podría dejar escapar la
verdad, por suerte que solo nos despertamos para continuar
soñando.”15

Si el deseo del sueño es el deseo de continuar durmiendo, situar el


despertar en el contexto analítico aproxima necesariamente sueño y
real, cuando incluimos en esta reflexión las consideraciones hechas
por Lacan en el Seminario 8, donde dice: “si el primer paso hacia la
realidad se produce en el plano del sueño y en el sueño, que yo
alcance la realidad supone, sin duda, que me despierte”.16 O incluso
cuando se articula con la demanda donde dice, claramente, que “el

12Ibid., p. 558-559
13Freud, S., “Complemento Metapsicológico de la doctrina de los sueños”, Obras completas,
vol. XIV, Buenos Aires, Amorrortu, 1991, p. 226.
14Lacan, J., Le rêve d’Aristote, La Cause Freudienne, n°97, p. 9 (La traducción nuestra).
15Lacan, J., Seminario, libro17, El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1992, p.
60.
16Lacan, J., Seminario, libro 8, La Transferencia (1960-1961), Buenos Aires, Paidós, 2015, p.
418.

27
PAPERS 2 / Es solo un sueño. Soñemos, entonces, y sigamos durmiendo

despertar se produce, de hecho, cuando aparece en el sueño la


satisfacción de la demanda”.17

“¿Se trataría de despertar al analizante? No, ya que él no quiere eso


de ninguna manera – el sueña ósea, le importa la particularidad de su
síntoma”.18

Este pasaje nos ayuda a diferenciar dos modos de orientación en la


dirección del tratamiento lacaniano. Orientarse por el síntoma, de un
lado, y por el fantasma de otro. Miller, en su texto “El ultrapase” 19
desarrolla estos dos puntos articulándolos a partir de la diferencia
entre el ser y el existir, diciendo que orientarse en un análisis por el
fantasma coloca en cuestión el ser y, por otro lado, cuando un
analista dirige un tratamiento referido a la clínica del síntoma, lo que
está puesto en cuestión es la existencia.

Además de esto, cabe esclarecer que el “síntoma no es una formación


de discurso, y sí algo relacionado con una inscripción que es
permanente y se distingue del sueño, de los lapsus y del chiste”.20 En
este sentido, el síntoma exige ir más allá del discurso21, lo que
provoca un cuestionamiento: ¿cómo avanzar en el análisis en la
dirección de más allá del discurso? Si el síntoma se distingue de los
sueños, ¿cuál es el uso que todavía podemos hacer de estos en esta
clínica?

Es en la perspectiva de este cuestionamiento que se pretende


avanzar en las investigaciones previas al XII Congreso para que
cuando este se realice, podamos extraer las consecuencias en la
actualización del trabajo clínico. La bibliografía investigada orienta la
lectura en la dirección necesaria de la relación del deseo con su

17 Ibid; p. 418.
18Lacan, J., Le rêve d’Aristote. La Cause Freudienne, n°97, p. 9 (La traducción nuestra).
19Miller,
J.-A., “Más allá del pase”, Freudiana, nº 69, p.p. 7-24, Barcelona, septiembre/
diciembre, 2012. (Clase del curso de la Orientación Lacaniana “El ser y el Uno” del 4 de
mayo de 2011).
20Ibid.

21Ibid.

28
PAPERS 2 / Es solo un sueño. Soñemos, entonces, y sigamos durmiendo

satisfacción, pero, además, apunta también para otra satisfacción22 ,


propia del síntoma que se articula a la imposibilidad del despertar.

Traducción: Ana Ibanez


22Lacan, J., Seminario, libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 1992, p. 65.

29
¿El deseo del analista, el deseo de despertar?
Anna CASTALLO - SLP

Habiendo sostenido la tesis de que el sueño es la realización del


deseo, 1 Freud plantea que el problema de los sueños es que el
contenido soñado está en total contradicción con el cumplimiento del
deseo y se observa el deseo de seguir durmiendo.

Este es un punto importante de la tesis freudiana, porque conduce a


un plano que prescinde del contenido del sueño, ya sea en términos
de significados o significantes. Inmediatamente después, Freud
explica los sueños que causan la interrupción del sueño como una
forma de protegerse de un exceso de estimulación; de modo que ya
en “La interpretación de los sueños”,2 evitar lo real se vuelve
preeminente con respecto a la necesidad de dormir. Esto es lo que
encontramos en la enseñanza de Lacan.

Pero si el deseo de dormir prevalece para el parlêtre, ya sea en el


sueño o en la vigilia, ¿puede haber un auténtico deseo de despertar?

En el Seminario 24,3 Lacan llega a plantear no solo la imposibilidad


de un despertar absoluto, sino que también percibe en el deseo de tal
despertar otra forma de evadir lo real, soñando que podemos
despertar a la “contemplación de lo verdadero para siempre”.4
Además, Freud ya había advertido los sueños de despertar, como
aquellos en los que es más fácil reconocer la efectividad del deseo de
seguir durmiendo.

Sin embargo, encontramos sueños en Freud y Lacan que nos


permiten hipotetizar la posibilidad de un efectivo deseo de despertar,

1Cf. Freud, S., “La interpretación de los sueños” (1899), Obras Completas vol. IV,
Amorrortu, Buenos Aires, 2008.
2 Op. cit.
3Lacan, J., El seminario, Libro 24, Le moment de conclure (1977-1978), lección del 15 de
noviembre de 1977, inédito.
4 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 263.
PAPERS 2 / ¿El deseo del analista, el deseo de despertar?

y estos son puntos en donde, en mi opinión, se puede colocar


también el deseo del analista.

Lacan en el Seminario 25 pone el foco en dos puntos culminantes del


sueño de Irma en el que se figura un encuentro con lo real: cuando
Freud se encuentra con lo irrepresentable de la garganta abierta y la
escritura de una fórmula.

Lacan, retomando una expresión de Erikson, dice que Freud no se


despierta allí porque "él es un tipo duro" 6 y "está tomado por esta
pasión de saber que va más allá", 7 pero podríamos decir que Freud
no se despierta porque es un analista y quiere llegar a encontrar la
causa de su horror de saber.

También tenemos un sueño con Lacan, que nos lleva en esta


dirección. En '78 Lacan escribe: “Que alucine en mi sueño que el
despertador suena, lo considero como una buena señal, ya que,
contrariamente a lo que dice Freud, en mi caso yo me despierto. Al
menos eso fue lo que me sucedió”. 8

Lacan alucina en el sueño el sonido de la alarma y esto le provoca la


interrupción del sueño.

Para sostener la tesis de que estos sueños de Freud y Lacan


testimonian del deseo del analista como un deseo de despertar nos
referimos a dos aspectos del deseo del analista.

• Miller define el deseo del analista, como “deseo de llegar a lo


real, de reducir al Otro a su real y de liberarlo del sentido".9 Al
final de su enseñanza, Lacan dice: "Un discurso adormece

5 Lacan J., El Seminario, Libro 2, El Yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica


(1954-1955), Paidós, Buenos Aires, 2010.
6 Cf. Ibid., p. 236. Textualmente dice: “¿Porqué no despierta Freud? Porque tiene agallas”.
7Cf. Ibid., p. 242. (traducción nuestra). Textualmente dice: “Si Freud sigue adelante es
porque lo domina una enorme pasión de saber”.
8Lacan, J., «Le rêve d’Aristote. Conférence à l’UNESCO», La Cause Freudienne, n°97, p. 9
(traducción nuestra).
9Miller, J.-A., “Un real para el siglo XXI”, Scilicet Un real para el siglo XXI, Buenos Aires,
2014, p 27.

31
PAPERS 2 / ¿El deseo del analista, el deseo de despertar?

siempre, salvo cuando no se lo comprende, luego despierta".10


Miller retoma este punto y agrega: "La enfermedad mental que
es el inconsciente [que] no se despierta. Y para ubicarla, hay
que ubicarla en el lugar adecuado, es decir en el nivel 2. En
este nivel, no hay despertar, ya que se anda de sentido en
sentido".11

Lacan y Miller dicen que el sentido es adormecimiento y el


deseo del analista es liberar el Otro del sentido. Esto coloca no
solo el deseo del analista12 en el lado del despertar, sino
también la operación que está en el corazón del discurso del
analista: se trata de hecho, del único de los cuatro discursos
que no se comprende en tanto debajo de la barra encontramos
S1 y S2 separados por una barrera, por lo que el vínculo entre
ellos se rompe y cada significante adquiere un valor propio. En
consecuencia, ya no hay S 2 (allí donde el nivel 2 es
adormecimiento) y todos los significantes son solo S1; por lo
tanto, los significantes no son relevantes por su función de
representar a otro significante, sino por su lado fonético y
literal, puro sonido y escritura, y por sus efectos de goce.

• Lacan ya en el 64 había dicho: "el deseo del analista (...) es el


deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene
cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede
por primera vez a la posición de sujeción a él" 13. Miller,
comentando el último Lacan, dice: "Quizás sea a nivel del Uno,
a través de la identificación con el sinthome, donde el despertar
podría, por así decir, cesar de no escribirse”14. Miller propone
aquí como despertar, el aislamiento del S1 (aislamiento que
conlleva el desvanecimiento de su función de representación

10Lacan, J., El seminario, Libro 24, L’insu que sait de l'une-bévue s’aile à mourre, lección del
19 de abril de 1977, inédita.
11 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, op. cit, p. 145.
12 Miller, J.-A., “Despertar”, Matemas I, Buenos Aires, Manantial, 1987, p. 120.
13Lacan, J., El Seminario, Libro 11, Los cuatro Conceptos fundamentales del Psicoanálisis,
Paidós, Buenos Aires, 1995, p. 284.
14 Miller, J.-A., El ultimísimo Lacan, op. cit, p. 145.

32
PAPERS 2 / ¿El deseo del analista, el deseo de despertar?

ligándose a otros significantes, y, en consecuencia, su


literalización) y la suposición de sus efectos de goce, para que
el parlêtre pueda llegar a un tu eres esto, elementos ya
presentes en el deseo del analista como lo define Lacan en el
'64.

Volviendo a los sueños de Freud y Lacan, en el sueño de la inyección


de Irma, ¿cuál es la fórmula, si no la escritura, que drena cada
posible efecto de sentido y manifiesta lo real de la letra que yace
detrás del significante? ¿Y cuál es el encuentro de la carne viva, si no
un más allá de lo representable que conduce a lo que el mismo Lacan
llama "la última revelación del eres esto"?15

En cuanto al sueño que provoca el despertar de Lacan, no tiene nada


de la aspiración a un absoluto de eternidad o de muerte, nada del
sueño de despertar, porque Lacan, él, se despierta. Es la alucinación
de un sonido que despierta, una presentificación de la sonoridad y del
real pulsional del significante, más allá de la función de
representación. Este sueño sería entonces, como sostuvo Freud, la
realización de un deseo: el deseo de reducir al Otro a su real, el
deseo de despertar a lo real, el deseo del analista.

Traducción: Carolina Vignoli

15 Lacan, J., El seminario, Libro 2, op. cit., p. 235.

33
Despertar del sueño
Félix RUEDA - ELP
Despertar

Miller propone el “despertar” como un hilo a seguir tanto en los


escritos freudianos como en los de Lacan, ya que este término es uno
de los nombres de lo real en tanto que imposible.1

Encontramos el primer cabo de este hilo al inicio del descubrimiento


freudiano. Para Freud “todos los sueños (…) sirven al propósito de
seguir durmiendo en lugar de despertarse. El sueño es el guardián
del dormir, no su perturbador”.2 De ahí que su mayor interés teórico
recaiga sobre los sueños que tienen la capacidad de producir el
despertar desde el propio sueño, porque estos, y por tanto el deseo
inconsciente, tienen el poder de perturbar el dormir, contradiciendo
su tesis del sueño como guardián del dormir.

Freud los explica así: un cumplimiento de deseo tendría que brindar


placer; sin embargo, la relación que el soñante mantiene con sus
deseos es particular. Los desestima, un cumplimiento de ellos no
puede brindarle placer ninguno, sino lo contrario. Lo contrario que
entra en escena, porque el deseo ha evitado la censura, es la
angustia.

Se despierta paradójicamente entonces, siguiendo la concepción


freudiana, para evitar la realización del deseo del sueño. Lacan
demostrará que, allí donde Freud afirma que se sueña para dormir, el
despertar persigue el mismo fin. Se despierta a la realidad, que no se
opone al principio de placer, sino que lo prosigue, para huir del horror
que surge del sueño.

1 Cf. Miller, J.-A. “Despertar”, Matemas I, Manantial, Buenos Aires, 1987, p. 117.
2Freud, S., “La interpretación de los sueños”, Obras Completas, vo. IV, Amorrortu, Buenos
Aires, 1979, p. 245.
PAPERS 2 / Despertar del sueño

Esta torsión topológica -despertarse en el sueño- es la que permite


poner en relación el sueño y lo real.3 Lacan propone que lo real es lo
que el sueño ha “envuelto, escondido, tras la falta de representación,
de la cual sólo hay en él lo que hace sus veces, un lugarteniente.”4

Vamos a encontrar este lugarteniente en la respuesta que Lacan da a


Ritter5 donde va a situar esta marca de la ausencia de representación
como lo no reconocido, identificándolo con lo reprimido primordial;
eso que no puede ser dicho, la raíz del lenguaje. Y que Lacan
identifica con el ombligo del sueño, un agujero, un límite del análisis
relacionado con lo real.

Propondrá que es por haber nacido de un ser que lo ha deseado o no


por lo que un parlêtre se sitúa de una manera en el lenguaje y se
encuentra excluido de su propio origen. La “marca” de esta exclusión
irremediable se encuentra en algún lugar del sueño. Esta manera en
la que le fue instilado un modo de hablar es la lalengua, de la que
alguien recibió una primera impronta, y en la cual una palabra es
equívoca. 6

Algo de esta marca vuelve a surgir en el sueño. Y ya que este bordea,


recubre, tras lo que no puede ser dicho, una realización de deseo que
no puede realizarse, “cada sueño es una pesadilla moderada.”7

Una parte del sueño es sueño de despertar

Pero si Lacan ha planteado desde pronto en su enseñanza que se


despierta para seguir soñando, en su ultimísima enseñanza

3Cf. Cottet, S., “Prefacio”. C. Koretzky, Sueños y despertares. Grama, Buenos Aires, 2019, p.
12.
4Lacan, J., El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis,
Paidós, Buenos Aires, 1987, p. 68.
5Cf. Lacan, J., “Respuesta de Lacan a una pregunta de Marcel Ritter”, Estudios de
Psicosomática, Vol. 2, Atuel, Buenos Aires, 1994.
6Cf. Lacan, J., “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, Intervenciones y Textos 2,
Manantial, Buenos Aires, 1988. p. 124.
7 Lacan, J., El Seminario, libro 23: El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 123.

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PAPERS 2 / Despertar del sueño

radicalizará y generalizará su tesis aseverando que “el hombre pasa


el tiempo soñando, que nunca despierta.”8

Si para Freud se despierta del soñar y del dormir, para Lacan se


despierta del dormir, pero no del soñar. Lacan dice que el hombre
sueña, no que duerma, separando el deseo de dormir del acto de
soñar. “El deseo de dormir corresponde a una acción fisiológica
inhibitoria. El sueño es una inhibición activa.” 9 Y es a través de este
punto inhibitorio del sueño donde Lacan sitúa el empalme del cuerpo
con lo simbólico. Planteando que gracias a lo simbólico “uno no se
despierta nunca, (…) el despertar total es la muerte.”10

Sin embargo, afirma que “incluso en el despertar absoluto hay una


parte del sueño que es sueño de despertar.”11 Es decir, incluso en la
separación radical del sujeto de lo simbólico, que sería la muerte,
habría sueño de despertar. Por tanto, incluso si el despertar es
imposible, esto no impide considerar una dimensión del despertar
dentro del sueño mismo, que aparece entonces como “instrumento
del despertar”, que Lacan también generalizará en esta época de su
enseñanza.12

De hecho, hay al menos dos ocasiones en las que menciona que para
él hay despertar. Una primera, que sitúa “en el momento en el que
efectivamente salgo del dormir. En ese momento, yo tengo un breve
destello de lucidez, un relámpago, que no dura mucho, tras el cual
vuelvo a entrar como todo el mundo, en ese sueño que llamamos la
realidad.”13 Y una segunda en la que dice: “He hablado del despertar.
Justamente hace poco soñé que el despertador sonaba. Freud dice
que se sueña con el despertador cuando uno no quiere de ningún
modo despertarse (…) Que alucine en mi sueño que el despertador

8 Lacan, J., Consideraciones sobre la histeria, U. Granada, 2013, p. 36.


9 Lacan, J., “Improvisation: désir de mort, rêve et réveil”, L’Âne, 3, 1981.
10 Ibid. p. 3
11 Ibid. p. 3
12 Laurent, E, “El despertar del sueño o el esp de un sue”, disponible en internet
13 Lacan, J., Le Séminaire, livre XXII, RSI, Leçon du 11 février 1975, Ornicar? 4, París, 1975,
p. 92-100.

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PAPERS 2 / Despertar del sueño

suena, lo considero una buena señal, ya que contrariamente a lo que


dice Freud, en mi caso yo me despierto. Al menos fue lo que me
sucedió.”14 Destello que ocurre entre sueño y despertar.

Para Lacan en ningún caso despertar es lo que el analizante desea, ya


que soñando preserva su síntoma.15 Síntoma y sueño son
formaciones del inconsciente que forman parte del discurso del Otro
del que no se despierta: “de la enfermedad mental que es el
inconsciente no se despierta nunca.”16

Así, el sueño muestra de nuevo su torsión topológica, ya que


despertar es hacerlo del inconsciente (transferencial) y de este no se
despierta, y sin embargo incluye la dimensión de lo real que puede
ser instrumento de despertar.

Esta es su concepción al final de su enseñanza: para que el


psicoanálisis opere, este debe salir del efecto de sentido articulado al
Otro. “El efecto de sentido exigible (a la operación analítica) es
real.”17 Sentido real que se transformará en el Seminario 24 en el
significante nuevo. Significante fuera de sentido, pieza de real, que
en vez de estar contaminado por el sueño, desencadenaría un
despertar que podría cesar de no escribirse.

14 Lacan, J., “El sueño de Aristóteles”, Locura: Clínica y suplencia, Eolia, Madrid, 1994, p.17.
15 Cf. Ibid. p.17.
16Lacan, J., El Seminario, libro 24, L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre, Colofón
25, Granada, 2005, p. 39.
17 Lacan, J., Le Séminaire, livre XXII, RSI, op. cit.

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