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Bobyk Javier L.E.O.

¿la ciencia es culpable de los males de nuestro tiempo?

A lo largo del presente informe de lectura seleccionamos dos textos para analizar: seudociencia e
ideología (Bunge, 1985) y, el texto La producción de los conceptos científicos (Díaz, 1994). Los
presentes textos abordan el nivel de responsabilidad de la ciencia y la tecnología en los aspectos
negativos en las que se emplean su producción teórica o aplicada respectivamente, y por lo tanto
surge el siguiente cuestionamiento: ¿existe la neutralidad (u objetividad) científica?

Por un lado, Bunge plantea que es injusto responsabilizar a la ciencia y a la tecnología por los
efectos sociales y naturales que producen, y para defender este planteo desarrolla los siguientes
argumentos: En primer lugar, la ciencia y la tecnología no son responsables porque “solo las
personas pueden ser responsables de lo que hacen o dejan de hacer” (párr. 2) y son los científicos y
los tecnólogos únicamente los que pueden asumir responsabilidades. En segundo lugar, dice Bunge
que los investigadores en ciencias básicas son inocentes ya que su responsabilidad primaria es de
investigar y enseñar, pero no son responsables por las aplicaciones de sus conocimientos. En tercer
lugar, declara Bunge que los tecnólogos son responsables ya que ellos deciden que investigar siendo
conscientes de los posibles resultados y aplicaciones de sus conocimientos, y añade que “quien
compra esta pericia con fines malvados es el principal culpable” (párr. 6). Y así concluye Bunge
planteando que “la responsabilidad y la culpa de los males sociales de nuestro tiempo la tienen os
decisores políticos y económicos” (párr. 7).

En cambio, Díaz plantea que no existe la neutralidad científica puesto que hay una relación entre
ciencia y ética, lo cual aborda en los siguientes argumentos: En primer lugar, la ciencia (básica o
aplicada) forma parte del dispositivo de poder social y requiere capital para desarrollarse, en sus
palabras “la ciencia, como cualquier actividad humana, forma parte, evidentemente, del dispositivo
de poder social” (párr. 2). En segundo lugar, declara que la ciencia, la tecnología, la política y la
economía no funcionan como aparatos independientes, y por lo tanto están relacionados entre sí. Y
determina así que la responsabilidad por las políticas científicas y las políticas tecnológicas es culpa
de toda la sociedad.

Comparando lo expuesto por ambos autores concluimos que a diferencia de Bunge que plantea una
distribución de la responsabilidad en distintos grados para las ciencias básicas, las aplicadas y para
los decisores políticos y económicos, Díaz plantea una responsabilidad colectiva para todos los
actores que intervienen y además añade a su desarrollo a los ciudadanos como responsables de los
males generados por la ciencia.

Bibliografía

 Bunge, Mario (1985) seudociencia e ideología, Madrid: Alianza.


 Díaz, Esther (1994) la producción de los conceptos científicos, Buenos Aires: Biblos,

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