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La detención del pensamiento (inventada por Bain en la década de 1920 y adaptada por
Wolpe a finales de la década de 1950) es una técnica de autocontrol efectiva para evitar los
pensamientos rumiativos, esto es, aquellos pensamientos no deseados que se repiten
continuamente en ciertas ocasiones y que llevan a sensaciones desagradables, llegando a
afectar a nuestro estado de ánimo.
Dos características importantes de este tipo de pensamientos es que son improductivos (es
decir, no llevan a tomar acciones para resolver lo que preocupa) y no se adaptan a la
realidad. Aunque la mayoría de las personas tenemos algún pensamiento de este tipo en
algunos momentos, en ciertos casos dichos pensamientos se manifiestan en forma de
obsesiones o pensamientos fóbicos, como los presentes en trastornos como la hipocondría o
las fobias, por ejemplo.
Algunos de los pensamientos rumiativos más comunes en personas que no padecen un
trastorno psicológico identificado se refieren a las dudas sobre sí mismo (no soy capaz de
hacer las cosas bien, soy un desastre, siempre me equivoco, etc.), sobre los demás (nadie me
quiere, mi pareja/familia/amigos me engañan, todo el mundo me abandona, etc.).
Tal y como comentamos anteriormente con respecto a las ideas irracionales, conducta,
pensamiento y emociones se influyen mutuamente, por lo que controlar los pensamientos
rumiativos nos permite reducir los niveles de ansiedad y otros estados emocionales
perturbadores que nos impiden o dificultan dar lo mejor de nosotros mismos y el sentirnos
satisfechos, felices. La técnica de detención del pensamiento consiste, precisamente, en
focalizar la atención en esos pensamientos no deseados, vivirlos durante un breve período de
tiempo y luego detenerlos (mediante alguna orden como ¡BASTA!, algún ruido, tirar de un
elástico colocado en la muñeca, etc.) y vaciar la mente.
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Por ello podemos utilizar la técnica de detención del pensamiento que consiste en
concentrarse en los pensamientos no deseados y después de experimentarlos durante un
breve periodo de tiempo, detener y “vaciar” la mente. Se utilizan varios procedimientos para
interrumpir los pensamientos desagradables: la orden de “stop”, algún ruido fuerte, tirar de
una goma elástica puesta en la muñeca, pellizcarse, etc.
El fundamento psicológico de la técnica se refiere a la utilización de los programas de
condicionamiento, ya que:
La orden de detención sirve de castigo y, por tanto, según los principios básicos del
condicionamiento, la conducta que es castigada sistemáticamente tiende a desaparecer.
La orden de detención también ejerce de distractor, de forma que resulta
incompatible la orden con el mantenimiento de los pensamientos inadecuados.
Los pensamientos de relajación y tranquilidad posteriores sirven de recompensas, y
las respuestas que son sistemáticamente recompensadas tienden a mantenerse, según
los principios básicos de condicionamiento.
Aprender a detener los pensamientos lleva tiempo, puesto que normalmente los llevamos
teniendo desde hace mucho tiempo y estamos totalmente acostumbrados a ellos. Conforme
vayamos avanzando en la práctica de la detención del pensamiento, éstos deberían ir
apareciendo cada vez menos y con menor intensidad hasta dejar de constituir un problema.
Desarrollo de la técnica
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Esta técnica se desarrolla en una serie de cinco pasos, que se desarrollan a continuación:
Determinar cuáles son los pensamientos rumiativos
En primer lugar, debemos detectar cuáles son los pensamientos que repetimos más
comúnmente y que nos proporcionan mayor malestar.
Focalizar la atención en el pensamiento perturbador
Ahora, es necesario buscar un lugar tranquilo en el cual estar relajado/a. Imagina una
situación en la que suela aparecer el pensamiento perturbador; imagínalo con tantos detalles
como puedas y luego pasa a pensamientos normales. Ve alternando entre pensamientos
perturbadores y pensamientos no perturbadores.
Interrupción del pensamiento con ayuda
Para practicar, ayúdate de un despertador, la alarma del móvil o algo similar. Colócala para
que suene en dos minutos. Ponte cómodo/a y cierra los ojos. Trae a tu mente el pensamiento
al que nos referimos en el punto anterior.
Cuando oigas la alarma, di en voz alta “¡BASTA!” y deja la mente libre del pensamiento
perturbador, concentrándote únicamente en un pensamiento alternativo a éste y que sea
saludable. Intenta mantener la mente en blanco treinta segundos; si el pensamiento
perturbador vuelve a aparecer, di de nuevo “¡BASTA!”.
Si no logras detener el pensamiento perturbador, elige uno menos angustiante y practícalo
antes de pasar a pensamientos que generen mayor bienestar.
Si tienes una grabadora, grabe la orden “¡BASTA!” a intervalos intermitentes, intercalando
períodos de dos minutos y de treinta segundos. Ata a tu muñeca un elástico y ponte la
grabación resultante y practica con ella tal y como lo hacías cuando la orden la decías en voz
alta tú mismo/a; ahora, cuando oigas “¡BASTA!”, tira del elástico y suéltalo. Esto te permitirá
realizar la detención de pensamiento incluso en situaciones en las que hay otras personas
alrededor.
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