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Todo derecho fundamental de la persona tiene que verse de manera muy directa con la dignidad de la persona;

asimismo, garantizando otros derechos que deriven de este; entendiéndose que la muerte digna, es un derecho
fundamental, precisamente porque ampara y preserva la dignidad de la persona en un momento postrero; esto se
desprende el artículo 1° de la Constitución, que no se inicia con el derecho a la vida; sino, con la defensa de la persona,
haciendo énfasis en su dignidad; siendo esta justamente la clave para desarrollar y aplicar todo el ordenamiento legal en
la defensa de la dignidad de la persona. La constitución Política del Perú, es garantista de la vida humana; es decir,
afirma que nadie puede atentar contra la vida de la persona humana; pero es importante, precisar que el derecho a la
vida, tiene que desenvolverse en un contexto compatible con la dignidad; quedando claro que la dignidad es
fundamental en todos los derechos, incluyendo en este contexto el derecho a la vida. Hoy en día, la Eutanasia está muy
lejos de equipararse al suicidio, en la eutanasia es el propio enfermo quien dispone de su vida, pero cada vez son más los
casos de Eutanasia no voluntaria en los que otra persona, médico o familiar, dispone de la vida del que sufre, muchas
veces sin consultarle al respecto. En este caso, no puede argumentarse el derecho a disponer libremente de su vida que
pudiera reconocérsele al enfermo. Solo puede emplearse este argumento en caso de suicidio, no de Eutanasia. La
eutanasia tiene, por tanto, características propias que la tipifican, como son el ser ejecutada por un personal médico,
paramédico o por un familiar o amigo cercano; poder ser conformada de forma activa o pasiva; y que la finalidad
confesa sea evitar sufrimientos a alguien que es portador de una enfermedad incurable y anteriormente se planteaba
que debía encontrarse en etapa terminal de una enfermedad mortal, pero que los defensores actuales de la Eutanasia
aceptan que la enfermedad sea incurable y conlleve sufrimientos “insoportables” para aceptar la aplicación de la acción
u omisión. Finalmente, morir con dignidad, significa morir con la atención médica requerida, con los recursos necesarios
para aliviar los síntomas, morir en condiciones que permitan hacerlo en forma privada, no donde la curiosidad pública
convierta la muerte en un acto de feria y morir rodeado de los que nos quieren y a los que queremos. Eso es morir con
dignidad, no acelerar el proceso normal de la muerte.
El Concytec es la institución rectora del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología

La eutanasia es el procedimiento que, aplicado por personal médico a pacientes, anticipa o provoca su muerte para
evitarles mayores sufrimientos. Se trata de una muerte asistida para evitar el sufrimiento de quienes reciben el
tratamiento, usualmente, enfermos terminales que están sintiendo mucho dolor físico. Sin embargo, ¿qué hay de
aquellos que están sintiendo dolor emocional?

El trámite legal para aplicar la eutanasia debería fijar plazos breves, y estipular monitoreo médico durante todo el
proceso, garantizando así que el suicidio asistido será en personas que están realmente convencidas y que padecen de
dolores físicos y/o sicológicos.

Estoy de acuerdo con aquellas personas que creen que sólo Dios tiene derecho a dar o quitar la vida, pero también creo
que como sociedad debemos ser capaces de respetar las creencias de otros miembros de nuestra comunidad. Si alguien
es agnóstico, ¿por qué debería imponerle padecer dolores, esperando una recompensa en el cielo, si esa persona
simplemente no cree en ello? Si esa persona prefiere detener su dolor de la forma más humana posible, teniendo la
oportunidad de despedirse con tiempo de sus seres queridos, preparando a su familia para recibir su pérdida de manera
menos traumática, me pregunto ¿quién soy yo para imponerle mi visión cristiana de la vida? ¿No sería más cristiano
dejar a esta persona decidir libremente? Después de todo, Dios nos ha dado el libre albedrío.
En mi opinión, se debe legalizar la eutanasia. Revisar casos internacionales y regular el proceso para las condiciones que
existen en Chile. Se debería establecer una serie de requisitos para poder aplicar esta práctica médica a quienes la
soliciten. Cuando uno está sano, es fácil decir “estoy en contra de la eutanasia”, pero si se estuviera enfermo
padeciendo grandes dolores, sabiendo que la enfermedad es terminal, ya no sería tan sencillo expresar opiniones
categóricas.

El trámite legal para aplicar la eutanasia debería fijar plazos breves, y estipular monitoreo médico durante todo el
proceso, garantizando así que el suicidio asistido será en personas que están realmente convencidas y que padecen de
dolores físicos y/o sicológicos.

Quisiera mencionar el caso de Terry Pratchett un novelista inglés que fue informado de que padecía la enfermedad de
Alzheimer, y también de otro caso que apareció en diarios de Australia, de un hombre de la tercera diagnosticado con la
misma enfermedad y rogaba que se le aplicara la Eutanasia. Creo que estas personas tienen todo el derecho de recibir el
tratamiento médico que solicitan.

Conozco la enfermedad de Alzheimer de muy cerca. Un enfermo de Alzheimer pierde sus recuerdos, primero inventa
realidades. Luego, comienza el “olvido”, la etapa más dolorosa para quienes lo vivimos con ellos. Simplemente, no nos
recuerdan o nos confunden con otras personas. Hay breves períodos de lucidez que hacen recobrar la esperanza, para
sólo decepcionarte después y entristecerte aún más. Después del olvido comienza “la vuelta a la niñez”; no saben ir al
baño y se les debe dar la comida picada primero, molida después. Finalmente, está lo que nombraría como “la muerte
en vida”, cuando el enfermo ya no habla, ni siquiera sonríe. Cuesta darle la comida, y en los casos más extremos les
deben inyectar suero para que siga recibiendo los nutrientes esenciales. Mientras sucede todo esto, la familia queda
destruida sicológicamente y, en muchos casos, económicamente muy mal. ¿Habría querido la persona con Alzheimer ver
tantos sacrificios de su familia? Probablemente no, y es por eso, que creo que la eutanasia debe ser legal y un derecho
para todo aquel que desee recibir este tratamiento y que presente ante un consejo médico pluralista (con católicos,
ateos, evangélicos, masones y otros) buenas razones para ello.
Amor y libertad, la combinación perfecta para el progreso.

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