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El discípulo de Cristo. Viviendo el discipulado cristiano.

1. LAS DOS ÁREAS DEL DISCIPULADO CRISTIANO


Hay dos enfoques importantes que hemos de considerar a la hora de abordar el tema del discipulado cristiano:
EL DISCIPULADO CELESTIAL Y EL DISCIPULADO ECLESIAL.
EL DISCIPULADO CELESTIAL «Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir»
(Is. 48:17).
Este discipulado, o proceso de crecimiento espiritual, depende de la buena relación diaria con Dios y con
su Palabra, e indudablemente dura toda la vida. «Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios» (Jn. 6:45). Dios
nos enseña y nosotros aprendemos, de manera que la vida constituye una escuela en manos del Maestro
supremo.
El desarrollo espiritual en el discípulo, así como el proceso de madurez, es de carácter permanente, y no
tiene fin en esta vida. Al tiempo, la rapidez y calidad de este crecimiento, como es de suponer, dependerá en
buena medida del discípulo: la comunión que mantenga con Dios, disposición del corazón, grado de entrega,
dedicación, disciplina, etc. Por lo demás, la finalidad de todo cristiano consiste en llegar a ser como Jesús,
reproduciendo su carácter virtuoso y calidad de vida humana. Así es, para imprimir los valores de Cristo en
nuestro corazón, nos interesa conocer, aparte de sus enseñanzas, también su forma de proceder. Esto se
consigue meditando en los evangelios acerca de la vida y ejemplo del Maestro, y conociendo su manera de hablar
y de conducirse, así como sus reacciones, conducta, integridad, y demás cualidades... (1 P. 2:21). «Porque uno es
vuestro Maestro, el Cristo» (Mateo 23:8)
EL DISCIPULADO ECLESIAL: «La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros»
(Colosenses 3:16).
Aunque es cierto que el Espíritu Santo nos enseña directamente por medio de su Palabra, principalmente,
no perdamos de vista que también utiliza los dones que Él mismo ha determinado para la edificación de su Iglesia.
En este sentido disciplinario, el recién convertido ha de obtener herramientas suficientes, que recibirá de parte
de otro hermano maduro (en el discipulado), para una vez terminado, pueda proseguir con cierta autonomía;
dependiendo siempre de la gracia divina, claro está. Este discipulado al que nos referimos dura uno o dos años,
donde en tal periodo el cristiano iniciado formará las bases doctrinales y éticas, para poder conocer y servir mejor
a su Salvador, como también servir con sus dones a los demás. Todo este proceso ha de estar motivado por un
espíritu de amor y obediencia a Dios, en libertad y buena disposición; atendiendo siempre a la única autoridad
suprema, que es la Santa Biblia.

Tal discipulado realizado, en el entorno eclesial, posee un orden de elevada importancia para todo recién
convertido, ya que el provechoso resultado marcará las huellas de su carácter moral y posterior modelo de vida.
Este periodo de disciplina, definitivamente, formará el soporte donde seguidamente el discípulo de Cristo
construirá el edificio de su madurez espiritual y estabilidad cristiana. Para realizar el discipulado referido, se puede
utilizar como herramienta de guía un material didáctico adecuado, que nos explique en forma detallada la nueva
vida en Cristo que hemos recibido. Éste se puede hallar en cualquier librería cristiana, o en Internet de forma
gratuita. El discipulado ha de abordar temas como: la salvación; la nueva posición en Cristo; la seguridad de dicha
salvación; nuestra relación con la Palabra; la importancia de la oración; la comunión diaria con Dios; el señorío de
Cristo sobre nuestras vidas; la labor del Espíritu Santo; el significado del Evangelio y nuestro gran privilegio en
compartirlo con los demás; el servicio a Dios y a los demás; el desarrollo de nuestros dones; las ordenanzas de
Jesucristo para con su iglesia; el modelo de Cristo; la santidad; nuestra relación con la iglesia; la administración
como mayordomos de nuestra vida y economía; el regreso de Jesucristo; la eternidad; entre otros temas de orden
básico, que guarden relación con la nueva vida en Cristo que recibimos...

2. LOS CUATRO COMETIDOS QUE EL DISCÍPULO HA DE RECORDAR


El peligro es permanente y hemos de ser conscientes de él: Olvidarse de Dios y de su obra, fue el grave pecado
del antiguo pueblo de Israel. «Porque te olvidaste del Dios de tu salvación, y no te acordaste de la roca de tu refugio» (Is.
17:10). Comprendemos que el hombre es olvidadizo por naturaleza, y por ello hacemos bien si mantenemos en
nuestra mente los contenidos básicos de nuestra salvación, de nuestra posición en Cristo, y de cuales sean las
instrucciones esenciales de la voluntad de Dios para el cristiano (voluntad de Dios general y especial). «Hijo mío, no
te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos» (Pr. 3:1).

CONOCER Y COMUNICAR EL PLAN DE LA SALVACIÓN


El plan de la Salvación contiene los siguientes apartados, que todo discípulo de Cristo habrá de conocer bien.
1. Dios y su Revelación: La Biblia. La existencia de Dios. Para conocer la verdad absoluta, el hombre habrá de
conocer a Dios y su voluntad. Génesis 1 comienza con Dios mismo: su existencia y revelación. La Biblia (2
Timoteo 3:16) es la Revelación de Dios escrita, donde precisamente se halla su voluntad.
2. El pecado y destino de la humanidad: Todos hemos pecado, Salmo 51:5. Isaías 53:6. Isaías 64:6. Marcos
7:21. Santiago 2:10, 5:12. Juan 1:8. «No hay justo ni aun uno… por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios»
(Romanos 10:1, 3:23). Nuestro destino, Marcos 9:43,44/ Marcos 16:16/ Mateo 25:41/ Lucas 3:17/ Lucas 12:15/ 2
Tesalonicenses 1:8/ Judas 7/ Hebreos 10:27/ Apocalipsis 20:10,15; 21:8/ Hebreos 9:27.
«Porque la paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23).
3. La solución de Dios (Jesucristo): Cristo murió por nosotros 1 Corintios 15:3/ Gálatas 1:4/ Lucas 24:46,47/
Hebreos 9:26,28; 10:12/ 1 Pedro 2:24; 3:18/ 1 Jn. 2:2. «Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). Sólo cristo Salva, 1 Timoteo 2:4/ Hechos 4:12; 10:43/ Juan 3:16/
Hechos 14:15/ Romanos 5:1/ 1 Timoteo 2:5 «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido»
(Lucas 19:10).
4. Lo que Dios pide del hombre: Arrepentimiento: Hechos 3:19/ Lucas 5:32/ 2 Pedro 3:9.
«Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan»
(Hechos 17:30). Confesión de pecado 1 Juan 1:9/ Jeremías 29:13/ Juan.5:24. «Mi pecado te declaré, y no encubrí mi
iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (Salmo 32:5). Confianza en la obra
de Dios hecha en Cristo Marcos 1:15/ Juan 3:36/ Juan 6:47. «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan. 3:16). Acudir a Dios, pues Cristo le
invita
Isaías 1:18/ Juan 1:12/ Mateo 11:28. «Al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37).
5 La seguridad de la salvación: Adquirir seguridad de su salvación, 1 Juan 5:13/ Romanos 8:38,39/ Juan 5:24.
«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi
mano» (Juan 10:27,28).

El discípulo ha de memorizar los textos bíblicos claves del plan de la Salvación, con el objeto de estar preparado y
así presentarlos con sencillez y precisión ante cualquier oportunidad que se le presente.

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