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“Diles que no nos vuelvan a matar”: reconstrucción del discurso mortuorio en

Ayotzinapa

Hamid Raúl Hernández Lino

1. Introducción

Diles que no nos vuelvan a matar: “que no somos malos”. Hoy la garganta me duele por
alzar la voz, me duele porque cada nombre se me astilla; y, sin embargo, las palabras
furtivas no logran penetrar el silencio que dejaron y perpetua desde el 2014. 43 Una vida
detrás de cada nombre es un libro coeditado por la Universidad Veracruzana, que como el
título evoca, parte de que cada individuo no es un número. ¡Magdaleno Rubén Lauro
Villegas, presente! He decidido tomar un nombre y no escribir de él; sino, analizar el texto
creado por Alfonso Valencia.1 Sin más, empezaré con el análisis.

2. Análisis

“36. Magdaleno Rubén Lauro Villegas” es el título del texto que analizaremos; pertenece al
género literario “crónica”. Dicho género se establece entre las líneas difusas de lo
periodístico —caracterizado por ser informativo y objetivo— y lo literario que busca la
creación —invención con base, o no, en los hechos—. Por lo anterior, la crónica que
elaboró Valencia apunta hacia la ficción, pues hay poca narración acerca del evento.
Retrata el perfil de Magdaleno, desde una perspectiva subjetiva —emocional—. Por último,
el narrador asegura no saber nada, como los demás; pues ¿quién sabe la verdad absoluta?
No, son más bien perspectivas de un mismo hecho.

1
Maestro en Literatura Mexicana por parte de la Universidad Veracruzana; becado en diferentes ocasiones
por su contribución a las letras jóvenes del país.
Cua
dro 1

El Cuadro 1 representa los tres ejes principales del enunciador de un discurso: autor,
que es el sujeto de la realidad —Alfonso Valencia—; narrador, es decir la voz (yo,
nosotros) que va construyendo la crónica —no es precisamente el autor, sino una entidad
metatextual—; y la focalización, la cual hace referencia a los discursos prestados de otras
voces que el narrador recupera —el carácter literario difumina estas participaciones a través
del estilo indirecto—.2 Analizar esta crónica significa saber quién lo dice y por qué; pero,
asumimos ciegamente que todos los mencionados son entes reales. Sin embargo, al final del
texto Magdaleno recupera su voz y decide hablar; es un recurso, sólo la voz de un
personaje apenas esbozado en la crónica.

La crónica consta de cinco páginas, incluyendo un elemento para textual —el retrato
de Magdaleno—; además de estar distribuida en ocho segmentos —clasificados con
números romanos—. En este caso, el tema principal es la muerte; a pesar de seguir en un
estado de “desaparición”, el autor asume que el estudiante ha fallecido; cabe destacar que la
aparición de este personaje es secundaria, contrastada con la figura de los padres —
Clemente y Anayeli— cuyo papel es más protagónico. En la Figura 1 pretendemos hacer
visible la macroestructura del texto; es necesario advertir que no hay una relación directa
entre algunos párrafos del texto, carecen de coherencia. A partir de los subtemas del texto
podemos encontrar cuatro grupos: a) muerte; b) monólogo; c) valores; y d) descripción. No
hemos considerado el apartado V, debido a su poca ilación con el texto, incluyendo su falta
de contexto; en términos narrativos, es poco funcional —propositivo—.

2
Sujeto, locutor y enunciador respectivamente; que son términos de Casamiglia.
La muerte está inmersa en la cultura mexicana, es parte de la superestructura del
mexicano. El culto, más allá del folklor, es parte de la preservación de la memoria del
difunto; veneramos a los muertos para tenerlos presentes en nuestra realidad. En este
sentido, el narrador concibe a la muerte como la esperanza, vislumbrando el fatalismo en
sus palabras. Paul Westheim en su libro La calavera nos dice: “[…] la angustia ante la vida,
la conciencia de estar expuesto, y con insuficientes medios de defensa, a una vida llena de
peligros […]”. (2005, p. 10) La vida, tanto para el narrador como dicho antropólogo es
considerada un estado de trance hacia la seguridad; sin embargo, la muerte deja de ser
esperanzadora cuando el rito funerario se ve truncado. En México tenemos la tradición de
enterrar a los muertos, con sus pertenencias —experiencias de vida— y su imagen —retrato
—; y claro, el más importante, el cuerpo.

¿Cómo encontrar restos sin rastros? La descripción del suceso, aparte de ser
especulativa, es mínima y sin rigor de objetividad; debemos retomar lo expuesto
anteriormente, la voz del estudiante aparece en un mini monologo, y dice: “Soy Magdaleno
Rubén Lauro Villegas […] y no soy estos huesos, no soy esta ceniza.” (2015, p.146) Sin
embargo, esta información no viene tan sólo del imaginario del autor; sino que es
sustentada por las voces de los padres y conocidos de los estudiantes… “Aunque, en
realidad, saben tanto o tan poco como nosotros” dice el narrador; admitiendo así la
ignorancia del evento, del cual no puede informar, sino más bien crear un espacio y tiempo
donde Magdaleno existe —recupera su voz, aunque no sea suya—.

3. Conclusiones
La crónica tiene como función principal narra un evento, sin importar su naturaleza; sin
embargo, debe ser vigente y con impacto en la sociedad. El texto creado por Alfonso
Valencia a primera vista cumple con los requisitos; pero a detalle carece de información
para el lector. La función entonces se ve desplazada, en parte por el sentido global del libro,
pues resulta en el registro de la muerte; el último derecho de los humanos, ser enterrados
como individuos, con sus pertenencias, nombre, rostro y cuerpo. La conclusión es que la
crónica decide terminar el lapso de limbo, recuperando parte del rito funerario; cuando
alguien muere es preservado en la memoria, aquí está textualizado Magdaleno; él no estará
más ausente para sus familiares. Hay un registro de que no son sólo números, ni cuerpos sin
rostro o rostros sin un cuerpo. Están inmortalizados.

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