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ß Tauris Book's

Constellation
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Aviso

 Esta traducción ha sido realizada de manera altruista y sin ningún


ánimo de lucro. 

Solo se traducen y diseñan libros ya escritos por fantásticos escritores.


Se intenta darlos a conocer, animando siempre a los lectores a comprar
los libros en físico para apoyar a sus autores favoritos.

 El siguiente material no pertenece a ninguna editorial y, al estar


realizado por diversión y amor a la literatura, puede contener errores. 

Queda totalmente prohibida la comercialización del presente


documento.
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Staff

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Correctora

Shields Michaelis Gwer

Traductora Traductora
Diseñadora
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Índice
~ Sinopsis
~ Capítulo 1
~ Capítulo 2
~ Capítulo 3
~ Capítulo 4
~ Capítulo 5
~ Capítulo 6
~ Capítulo 7
~ Capítulo 8
~ Capítulo 9
~ Capítulo 10
~ Capítulo 11
~ Capítulo 12
~ Capítulo 13
~ Capítulo 14
~ Epilogo 1
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Constellation

Sinopsis
Hace cinco años, Wolfe Montgomery cometió un error.  Su joven esposa
aprendió la verdad de cómo la había mentido y manipulado para obtener lo
que quería.  Ella lo dejó, y él no la persiguió.  Ahora ella está de vuelta,
exigiendo el divorcio. Se ha ido su dulce y plácida esposa, y en su lugar está
una mujer que lucha por liberarse de su nombre.

Él no se lo dará. Ella seguirá siendo su esposa.

Rachel se enamoró mucho, pero al enterarse de que el Wolfe que conocía


era una mentira la rompió.  Comparten un hijo, pero ella no ha visto a su
esposo desde esa fatídica noche.  Solo ahora, para finalmente liberarse, ella
tiene que enfrentarlo.

Wolfe no aceptará un no por respuesta. Está decidido a recuperarla.

Cinco años es mucho tiempo para estar separados. Rachel había esperado


que ya no lo amara. Ella debería odiarlo. Él le mintió. Ella se enamoró de él, y
ahora con él de vuelta en su vida, es casi imposible negarlo, especialmente
cuando también es lo que ella quiere.
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Prólogo
Rachel Parker, no, Rachel Montgomery sonrió mientras miraba el anillo. No podía creer
que estaba casada. Ayer había sido el mejor día de su vida. Uno que ella nunca olvidaría.
Su esposo, Wolfe Montgomery, era diez años mayor que ella, pero había sido muy amable,
gentil, dulce y tierno.

Por lo muy extraño que le parecía, era una mujer casada. Anoche, le había entregado su
virginidad, y ahora, ella era ... su mujer.

Todavía no era ni media mañana, pero la cama, a su lado, estaba vacía. Extendió la
mano para tocar donde Wolfe debería haber estado, pero las sábanas estaban frías. Debió
haber salido de la habitación muy temprano, pero estaba tan agotada que ni siquiera lo
sintió irse.

Poniéndose de pie, se envolvió con la manta, hasta que vio una bata. Se la puso atando
el cinturón, cubriendo su cuerpo desnudo y quitándose el cabello de la parte posterior de
la bata. Abrió la puerta del dormitorio y comenzó a bajar las escaleras hacia la cocina.

Wolfe había insistido mucho en que la recepción se celebraba en su casa. Era una
mansión grande y lujosa, más que una casa, pero a ella no le importaba. Sus padres
poseían la riqueza que habían heredados de sus abuelos. Había crecido con todo lo que una
joven podía pedir, pero lo único que siempre había querido era amar y ser amada.

Era una idea bastante tonta e ingenua pero siempre fue su mayor deseo. Sus hermanas
a menudo se burlaban de ella sobre lo que quería de la vida y lo ridículo e infantil que
sonaba. Ellas se casaron por dinero y poder. El amor no tenia un lugar en sus vidas.

Ella había desafiado las probabilidades y se había casado por amor. Y Wolfe era su
mundo, lo era todo. Ella no podía esperar para comenzar una familia con él, y habían
hablado de hacerlo inmediatamente, así que no había estado tomando la píldora, ni
habían usado un condón la noche anterior.

Pensar en su noche de boda la hizo sonrojar mientras su cuerpo se calentaba. Ella lo


quería de nuevo. Bajando las escaleras, se maravilló de lo tranquila que era su casa. Ella
vivía en una casa mucho más antigua con escaleras que crujían haciendo imposible ir a
cualquier parte sin que alguien se diera cuenta.
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Vio una luz que venía de la oficina de Wolfe. Un par de semanas antes, cuando le invito
a visitar su casa, le había pedido que si estaba en su despacho, siempre llamara y
esperara, ya que a menudo se ocupaba de llamadas de negocios importantes y no deseaba
distraerse.

Al acercarse a la habitación, estaba a punto de picar a la puerta, a pesar de que esta


estaba entreabierta, cuando no escuchó la voz de su esposo, sino, la de otro hombre.

-Entonces, tienes la fortuna que has estado buscando y una esposa como premio. ¿Qué
sigue? -preguntó el hombre.

-Voy a mantener a Rachel feliz. Esto no sera difícil de hacer. Ella es como un jodido
cachorro que solo se alimenta de amor y cariño. Y haré que coma de mi mano. 

Rachel se tensó. Wolfe sonaba tan ... severo, enojado, agresivo. En los últimos seis
meses nunca lo había escuchado hablar así antes y no le gustaba.

-Wow, dime, Wolfe, ¿amas a tu esposa o todo fue por el dinero? 

La puerta estaba lo suficientemente abierta como para permitirle ver a Wolfe. Vestía
un traje, y estaba apoyado contra su escritorio. Sus mangas de camisa estaban enrolladas
mientras agarraba el borde del escritorio.

-Parker es un imbécil que no debió meterse conmigo. Le dije que la mejor manera de
asegurar su negocio era darme un lugar en su junta y un porcentaje de su empresa. A
negarme lo que pedía, debería haber sabido que encontraría otros métodos. Casarme con
su hija, bueno, me acercó más a lo que necesito. -Rachel no podía creer lo que estaba
escuchando.

-La hija mayor es una puta. La del medio, también, además de ser ... rebelde. Rachel, la
más joven, bueno, ella era el blanco más fácil. Todo lo que tenía que hacer era decir
algunas cosas bonitas y la tenía. Incluso pensó que nuestro primer encuentro eran cosa del
destino, no cuidadosamente diseñado por mí solo para que pudiera enamorarse de mí. -

-Tengo que decir, Wolfe, que sabía que eras un monstruo en la sala de juntas, pero
casarte para obtener lo que quieres, me sorprendió. 

-Por favor, me conoces desde hace años. Los negocios ocupan buena parte de mi
tiempo, entonces, con ella me divertiré un poco, en mis ratos libres. Era una virgen tan
sensible y jodida -Wolfe gimió. -De todos modos, ella hará lo que quiero, y todos
estaremos felices. 

-¿La amas? -preguntó el hombre.

-No. ¿Por qué la amaría? Es un medio para un fin. 

Rachel ya había escuchado suficiente. Alejándose de la puerta, corrió de regreso a su


habitación.
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Cerrando la puerta, se apoyó contra ella, con el corazón acelerado. ¿Que demonios? ¿No
la amaba? El hombre que había conocido durante los últimos seis meses nunca la trataría
así. Ella no lo podía creer. Nunca había dicho una maldición delante de ella, pero por la
forma en que hablaba ahora, ese no era el hombre que ella conocía.

Todo esto fue una mentira? Agarrando su teléfono y rápidamente marcó a su hermana,
Mary.

-Hola -dijo Mary, aturdida.

-Todo fue una mentira, ¿no? ¿De eso trataste de advertirme? 

-¿Rachel? 

-No trates de ser amable para no herir mis sentimientos. Lo escuché. Escuché a Wolfe. 

Las lágrimas caían ahora, y ella las secó, deseando no llorar, para parecer fuerte, a
pesar de todo.

-Oh, cariño. 

-No hagas eso. Tengo veinte años. No necesitas tratarme como si era una niña pequeña.
Solo dime la verdad -dijo ella. -¿Sabías? -Mary suspiró al otro lado.

-Sabía que no era todo lo que parecía. Lo conocí por primera vez en una fiesta. No era
un buen tipo entonces, y no lo es ahora. Intenté advertirte. 

-Pero no escuché. ¿Alguna vez has dormido con él? 

-No. Como dije, me gusta que mis hombres sean menos malos. Wolfe, no es un buen
tipo, pero parecía hacerte feliz y no me escuchabas. No iba a quitarte eso. 

Rachel sollozo.

-Cometí un gran error.

-¿Te cogió?

-¡Mary!

-Vamos, fuiste una mojigata durante mucho tiempo, y no te a llevado a ninguna parte.
Debes despertarte y darte cuenta de que el mundo se trata de sexo y poder. Estás siendo
una ilusa si crees que es otra cosa. Estoy tratando de ayudarte -dijo Mary.

-Sí.

-Entonces una anulación está fuera de discusión. Tendrás que divorciarte de él. 

Rachel se llevó una mano al pecho. Odiaba la palabra, ella no quería obtener una
anulación o terminar su matrimonio, no después de menos de veinticuatro horas. Incluso
después de escuchar porque Wolfe se había casado con ella, todavía lo amaba. Él podría
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haber mentido sobre sus sentimientos, pero ella no. Los suyos eran reales, lo que
empeoraba aún más el dolor sentía por su traición. Ella sollozo.

-Tengo que irme. Está con alguien en su oficina. ¿Puedes venir a recogerme? ¿Por favor?
Lamento no haberte escuchado. 

-Eres mi hermana. te quiero. Por supuesto que vendré a recogerte. Prepárate en media
hora. Estaré allí. 

Colgando el teléfono, Rachel corrió hacia el armario, donde encontró su bolso. Toda su
ropa ya se había colocado, y recordó sentirse tan feliz de ver su ropa junto a la de él. Ella
no podía creer lo estúpida que había sido.

Se quitó la bata y se puso unos jeans y una camisa. Sus padres habían sido ricos, pero
ella siempre había sido la hermana con los pies en la tierra que no había sido atraída por
las últimas tendencias de la moda. Para diversión de sus padres, le encantaba coser y
crear. Ella no era diseñadora, pero sí hacía su propia ropa.

Wolfe le había dicho que era un pasatiempo encantador. Ahora, le era imposible creer
en ninguna de sus palabras. Le había dicho que la amaba, que quería pasar el resto de su
vida con ella. Los tres hijos que quería? Todo habían sido mentiras. Manipulaciones para
lograr que ella esté con él, no porque la amaba, sino para apropiarse de su herencia y de
todo que vinía con su pequeña fortuna.

Tirando la bolsa a la cama, agarró la mayor parte de su ropa y, mientras estaba


empaquetando los últimos artículos, Wolfe entró en la habitación. Se había bajado las
mangas, escondiendo los tatuajes que, supuestamente, se había echo en la universidad.
Probablemente otra de sus mentiras. El hombre que había conocido no era el verdadero
Wolfe, y nunca lo sería.

-¿Que esta pasando? ¿Ya estás entusiasmada con nuestra luna de miel? -preguntó. Dio
un paso hacia ella y ella retrocedió. Wolfe hizo una pausa.

-Rachel, ¿qué está pasando? No entiendo. Estaba todo bien cuando te dejépara tomar
un café. 

Ella lo miró fijamente. Su voz era dulce, y hablaba con suavidad.

-¿Pensaba que era tan estúpida que no me daría cuenta? 

-¿Disculpa?-dijo. -Deja lo que estas haciendo. 

-Yo era la hermana más fácil. No la zorra, o la que cuestionaba tus motivos. Fui el
blanco fácil para que obtuvieras lo que quieres. 

Ella lo miró fijamente y vio el momento en que él se dio cuenta de que lo sabía. Dio
otro paso hacia ella.

-No te precipites. Rachel, lo que escuchaste fue mentira. No sabes la verdad. 

-No, esto en este momento, esta es la mentira.

-Estas sacando conclusiones equivocadas. Dejalo.


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-No me quieres Nunca lo has hecho -ella sacudió la cabeza. -Sabes, mis padres me
advirtieron sobre hombres como tú que querrán usarme para lo que tengo. Nunca pensé
que me pasaría a mí. Yo soy ... yo. No me destaco en una multitud. Yo no ... -ella sacudió
la cabeza y fue a su bolso.

-No entiendes lo que estaba pasando. Tenía que decir esas cosas porque no quiero que
nadie sepa la verdad. ¿A dónde coño crees que vas? -preguntó Wolfe.

Rachel se levantó y lo miró. Había dado un paso más hacia ella.

-Me voy. Mary viene a recogerme. 

-Eres mi esposa. No te vas a ir. 

-Me da igual. Me voy. Todo esto fue un error. Un estúpido ... error. -Ella no quería
rebajarse, lanzándole insultos.

Él la agarró por los brazos y ella jadeó cuando la presionó contra la pared.

-Vale, digamos que sabes la verdad, lo que realmente quiero de ti, pero no significa que
no pueda darte una buena vida. No necesitaba tu dinero, Rachel. Necesitaba tu posición. 

-Y yo solo quería lo que me prometiste. Quiero al hombre que fingiste ser, pero no
existe. Tú eres otra persona y no quiero estar cerca de ti. 

-No voy a dejarte ir. 

-Sí, lo vas hacer porque sino, me aseguraré de que cada periódico sepa lo que pasó esta
noche, y cómo mentiste y manipulaste para casarte conmigo. 

-Me confundes con un hombre al que le importa los de más, Rachel. Si quieres jugar a
este juego, lo haremos. Voy a contar esa historia a mi manera, cambiarla para que parezca
que estaba tan desesperado por ti, que no tuve más remedio que hacerte mi mujer. 

En ese momento, ella lo odiaba y lo amaba al mismo tiempo, nunca había estado tan
confundida y herida en toda su vida.

-Te amé -dijo, dejando que las lágrimas volvieran.

-Rachel,no llores. 

-Y prometiste amarme también, pero todo fue una mentira. Me advirtieron que no
confiara en ti, y no quiero estar cerca de ti. 

-No voy a dejarte ir. 

-Sí, lo vas hacer porque sino, me aseguraré de que cada periódico sepa lo que pasó esta
noche, y cómo mentiste y manipulaste para casarte conmigo. 

-Me confundes con un hombre al que le importa los de más, Rachel. Si quieres jugar a
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este juego, lo haremos. Voy a contar esa historia a mi manera, cambiarla para que parezca
que estaba tan desesperado por ti, que no tuve más remedio que hacerte mi mujer. 

En ese momento, ella lo odiaba y lo amaba al mismo tiempo, nunca había estado tan
confundida y herida en toda su vida.

-Te amé -dijo, dejando que las lágrimas volvieran.

-Rachel, no llores.

-Y prometiste amarme también, pero todo fue una mentira. Me advirtieron que no
confiara en ti, y les dije a todos que estaban equivocados. Me hiciste parecer un tonta. -
Ella sollozó. Él todavía sostenía sus manos sobre su cabeza. -No quieres estar conmigo, y
yo no quiero estar contigo. Déjame ir.

-No. No me divorciaré de ti -dijo.

-Seguiremos casado y tú podrás vivir tu propia vida. Podemos estar completamente


separados y hacer las cosas, cada uno por su lado. No tengo que estar contigo. Puedes
tener tu lugar en la junta, y yo puedo vivir sola, sin ti. -Estaba dispuesta a aceptar
cualquier cosa para estar fuera de la casa y lejos de él.

-¿Qué pasa si estás embarazada? -preguntó.

Ella sintió una chispa de esperanza mientras él consideraba la posibilidad de un


embrazo. Una razón más para hacer las cosas bien ahora.

-Dudo que lo este. 

-¿Y si es así?

-Me haré cargo de el. Amaré a nuestro hijo pase lo que pase. Nunca tendrás que
preocuparte por ella o por él. -Ella no sabía si estaba embarazada, pero estaba preparada,
no tenía miedo. -Solo déjame ir. No me quieres, eso es la realidad. Déjame ir. -

Los segundos pasaron, y finalmente la dejó ir, alejándose de ella. No se demoró mientras
agarraba sus cosas y bajaba corriendo las escaleras. Al salir de la casa, tiró su bolso en el
asiento trasero del coche de Mary, que la estaba esperando, y se subió al asiento del
pasajero.

-Sácame de aquí. 

Cuando estuvieron fuera de la propriedad, Rachel se permitió llorar. Presionándose las


manos contra la cara, sollozó por todo lo que pudo ser, por sus sueños rotos. Esto era el
final de su cuento de hadas.
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~1~
Cinco años después

Wolfe miró las innumerables fotografías que había tomado su detective privado.
Durante los últimos cinco años, así fue como vio a su esposa y a su hijo, aparte de los fines
de semana, cuando una de las hermanas de Rachel le llevaba a su pequeño.

Estuvieron una vez juntos, una sola noche, y ella se quedó embarazada de su hijo. Él
todavía tenía las fotografías de sus ultrasonidos y de los meses previos a su parto. Al
principio exigió verla, queriendo estar con ella durante las revisiones prenatales, pero ella
lo había rechazado cada vez que intentaba acercarse. Solo accedió a complacerle cuando le
pidió que viera a un médico de su elección.

Melanie, una vieja amiga de la universidad, había aceptado ayudar a su esposa durante
su embarazo. Ella era la mejor en su campo e, independientemente de que su matrimonio
fuera un fracaso, él quería lo mejor para Rachel. Fue Melanie quien le explicó lo peligroso
que podía ser intentar imponerse a su esposa. Su mujer estaba sufriendo mucho estrés y,
si él la forzaba a aceptar su presencia, su estado empeoraría, afectando peligrosamente el
embarazo.

Había mantenido la distancia, pero estaba allí durante las ecografías. Sin que Rachel lo
supiera, Melanie le había ayudado a asegurarse de que pudiera estar presente, instalando
una cámara, permitiéndole ver como estaba su mujer y escuchar sus latidos de su
pequeño.

Sabía que era una invasión de la privacidad de Rachel, y que iba en contra de sus deseos,
pero no le importó. Su hijo conocería a su padre.

Cinco años después, las posibilidades de reconciliarse eran inexistentes, hasta su padre
había intentado que lo echaran de la junta. A pesar de querer volver a verla, Wolfe se
había quedado al margen, incluso cuando tenía que escuchar a Benjamin hablar sobre su
madre todo el tiempo.

Pasándose una mano por la cara, se detuvo cuando unas imágenes le llamaron la
atención.
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Eran de Rachel en el parque, cogida de la mano de Benjamin, pero había otra persona,
una tercera persona. Un hombre.

No le gustó eso. Marcó rápidamente el numero de su detective privado, Marcus, para


saber quien era y obtener respuestas.

-¿Quién es el hijo de puta que está con mi esposa? -preguntó Wolfe.

-Es un padre soltero. Se llama Ryan. Es un buen chico. Sus hijos juegan juntos.

-Benjamin es mi hijo.

-Solo conozco los hechos, Wolfe.

-Quiero un archivo detallado sobre ese Ryan para el final del día.

-Para ser un esposo a quien no le importa su mujer, me parece que te preocupas


demasiado.

-Solo hazlo -dijo, golpeando su teléfono.

Dejando caer las fotografías en su escritorio, se puso de pie enojado. Con las manos en
las caderas miró hacia la ciudad. Él era Wolfe Montgomery. Nunca en su vida había estado
celoso y, sin embargo, mirando esas malditas fotos, estaba listo para lastimar a alguien o
algo. Rachel ni siquiera hablaba con él, y allí estaba ella, saliendo con un hombre soltero
que ya tenía un hijo.

Ella siempre había enviado a sus hermanas, padre o abogado para tratar con él. El
acuerdo que tenían no era legalmente vinculante. Debido a su peculiar situación
matrimonial, establecieron un contrato privado que estipulaba que no podía obligarla a
vivir con él o hacer las otras cosas que haría normalmente una esposa.

No la había tocado desde su noche de bodas. Esa mañana no debería haber dejado su
cama para ir a hablar con Mike, su abogado. Era un buen amigo, y le ayudó mucho a lo
largo de los años, pero si se hubiera quedado en la habitación con su mujer, todavía
estarían juntos y felices. Ahora, mientras miraba alrededor de su oficina, tuvo que
preguntarse si dejarla ir sin luchar valió la pena.

>>Por supuesto que sí.

Cuando recibió esas fotos semanales, comenzó a dudar de lo que había hecho en los
últimos cinco años. Cómo había vivido su vida. Se había especulado en los periódicos
pero, con su poder y su capacidad para manipular los titulares, había podido evitar
cualquier habladuría sobre su matrimonio. Su familia también ayudó, asegurándose de
que parecía que todavía estaban juntos, cuando en realidad no la había visto desde esa
noche.

No olía su aroma a limón, ni siquiera tenía la oportunidad de abrazarla. Obtuvo


fotografías impersonales, y ahora le sonreía a un hombre que no era él.
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Recogió las fotos y las colocó en el archivo, golpeando su palma contra la carpeta. Este
fin de semana le tocaba estar con Benjamin. ¿Sería realmente malo para él ir a recoger a
su hijo a la casa de su madre? Él sabía dónde vivía ella.

Wolfe había estado al tanto de cada pequeño detalle de su vida. Había escapado de la
ciudad y se había trasladado a una casa, en un pequeño pueblo donde trabajaba en una
mercería. Ella, además, diseñaba y confeccionaba vestidos para bodas y eventos sociales,
pero nunca se atribuyó ningún crédito. Rachel se había alejado por completo de su antigua
vida. Puso dinero en su cuenta bancaria conjunta, pero
nunca había retirado ningún centavo, dejando los fondos acumularse con los años.

Cuando alguien golpeó la puerta, puso el archivo en su escritorio, asegurándose que no


había fotografías a la vista. Respiró profundamente, intentando calmarse.

>>Adelante -dijo.

Denise, su asistente, abrió la puerta.

-Lamento molestarlo, señor, pero hay una mujer joven aquí afuera. A ella le gustaría
reunirse con usted, pero no tiene cita.

-Entonces dile que coja una.

-Señor, ella dice ser su esposa.

Wolfe hizo una pausa.

-¿Rachel? -Miró hacia la puerta cuando Denise se hizo a un lado, y allí estaba su esposa.
La misma mujer con la que había estado enojado hacía unos momentos.

Para él, cinco años no era tanto tiempo, pero cuando miró a la mujer con la que se había
casado, se dio cuenta de lo equivocado que estaba, y que ella era una persona diferente
ahora.

Ella todavía era hermosa. Su largo cabello rubio natural, caía a su alrededor en ondas.
Era más largo de lo que recordaba, bajando por debajo de sus tetas, asentándose
alrededor de su cintura. Llevaba un par de gafas con montura negra. Había notado en sus
fotos que a menudo las usaba. Cuando ella estaba con él, usaba lentillas. La chaqueta que
llevaba ocultaba las curvas, pero él sabía lo que había escondido debajo de la tela. Tetas
grandes, caderas y muslos diseñados para envolverse alrededor de un hombre mientras la
follaba con fuerza.

-Le pedí que esperara afuera, señorita -dijo Denise. Su asistenta tenía unos cincuenta
años y solo había estado trabajando para él durante un año, así que no estaba al tanto de
su situación matrimonial.

-Está bien, Denise. Ella es mi esposa, y Rachel es libre de verme cuando quiera.

****
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Después de todo esto, debería haber sido fácil para ella, pero los nervios le retorcía el
estómago. Rachel se puso el pelo detrás de la oreja y entró en la oficina que no había visto
en cinco años.

-Lo siento mucho -dijo Denise.

-Está bien. Nadie sabe realmente quién soy.

-¿Puedo traerle algo? ¿Té, café, agua?

-Nada, gracias. Estoy bien.

-Denise, no me pases ninguna llamada -dijo Wolfe.

-Por supuesto.

La puerta se cerró, y Rachel sintió que su corazón se aceleraba. Había estado


posponiendo ese momento durante un par de meses, y ahora se aferraba a la correa de su
bolso, esperando tener la fuerza para hacer esto. Había hablado con Mary unas cuantas
semanas atrás, y ambas acordaron que la mejor manera para que ella obtuviera lo que
quería era confrontar a Wolfe y terminar de una vez por todas con esta situación.

Habían estado en un punto muerto durante cinco años. Lo único que compartían era su
hijo, Benjamin. El tiempo había sido amable con Wolfe. Tenía treinta y cinco años ahora, y
algunas canas en las sienes pero, como con todos los hombres, solo lo hacía parecer aún
más sexy.

No podía recordar cuanto tiempo había pasado, a lo largo de los años, tratando de
superarlo. El dolor de sus mentiras la había lastimado profundamente. Ella lo había sacado
de su vida, y solo sabía de él por Benjamin. Su familia trató de hablar con ella sobre lo que
sucedió, pero no quiso dar ninguna explicación, recordar era demasiado doloroso.

Todos sus cuentos de hadas se hicieron añicos y dejó de creer en el amor y en los finales
felices.

Algunos pensarían que ella fue dramática. Una mala experiencia y se había alejado de
todo lo que quería, pero no fue así. Wolfe fue su mundo, su todo. Él sabía lo que ella
quería, lo que más ansiaba. Lo había usado contra ella para satisfacer sus propios deseos,
la había lastimado mucho, y ella no podía perdonar eso, ni olvidarlo.

Al menos, ahora podía mirarlo y saber que su decisión fue la correcta. Sin embargo, se
quedó perfectamente quieta, intentando parecer tranquila y segura de si misma.

-Tu oficina no ha cambiado -dijo. Todavía tenía el mismo escritorio de roble oscuro y en
la pared seguía colgado ese cuadro que no tenía un significado real, pero fue comprado
para impresionar a las personas con las que tenía que reunirse.

-Algunas cosas no necesitan cambios -dijo.


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-Cierto.

-¿Dónde está Benjamin? -preguntó.

-Con Mary y Alice. Está emocionado y con muchas ganas de verte. Está empezando un
proyecto en la escuela, y quiere hablar contigo -era muy extraño hablar con él sobre su
hijo, cuando ni si quiera había visto a Wolfe abrazar a su hijo, ni una sola vez. Apartando
esos pensamientos y sentimientos a un lado, respiró hondo.

-¿A qué debo el placer de tu presencia? -preguntó Wolfe. -Esto es una sorpresa, me
estás visitando.

-Quería verte en persona.

-¿Puedes venir a verme pero yo no puedo verte? -se apoyó contra el escritorio mientras
cruzaba los brazos sobre su pecho.

Su presencia llenaba la habitación. Era alto y musculoso. No había perdido ninguno de


sus encantos. Al menos no estaba tratando de engañarla con palabras suavemente
pronunciadas. Ella podía manejar eso, ver el verdadero Wolfe, y no el hombre del que se
había enamorado, ese hombre que no existía. Es lo que había tenido que recordarse tantas
veces a lo largo de los años. El simpático y amable Wolfe era falso.

-No estipulaste en tus condiciones que no querías que te visitara. Antes de venir, revisé
tus reglas. No quería romper ninguna de ellas.

-No tenía ninguna regla, Rachel.

-Lo sé.

-A diferencia de ti. No puedo venir a visitarte. No puedo intentar reconciliarme. Tengo


que mantener mi distancia, nunca llamar y tampoco enviar mensajes de texto o correos
electrónicos. He cumplido con cada una de ellas.

-¿Cómo está Marcus? -preguntó ella. Ella lo había sorprendido, se le notaba.

-¿Disculpa?

-El hombre que durante los últimos cinco años me siguió con una cámara. ¿Crees que
no iba a comprobar quien era? Has mantenido tu distancia pero, una vez más, encontraste
una manera de salirte con la tuya. No le he impedido hacer su trabajo. No intentes
hacerme sentir culpable porque no quería verte -dijo.

La verdad es que no quería verlo porque su presencia le dolía demasiado. Incluso ahora,
mirándolo, recordó las veces que la había hecho reír. El amor y la bondad que había
experimentado con él. Todo era mentira. Todo lo que ofreció. Todo lo que prometió. Nada
de eso era real. Tenía que recordarlo.

El verdadero Wolfe era el hombre al que se enfrentaba ahora. El que enviaba un


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detective privado para tomar fotos e informarle. Metió la mano en su bolso.

>>Estoy cansada de todo esto, y espero que tú también lo estés. He ido a ver a mi
abogado, sé lo que quieres y lo tengo todo listo para que lo tengas. Tu lugar en la junta,
un porcentaje de la compañía, está todo en blanco y negro. Todo lo que quiero es el
divorcio.
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~2~
-No voy a concederte el divorcio -Wolfe no cedería en eso. Ni ahora, ni nunca.

-Sabía que no te iba a gustar la idea, y lo entiendo. Por eso decidí traerte esto -Rachel
entró en la habitación y le extendió un archivo esperando que él lo tomara.

No había ninguna posibilidad de que él se divorciara de ella. Era su mujer, ahora, y para
siempre, pase lo que pase.

Se quedó completamente quieto mientras ella se acercaba. El aroma a limón que no


había olido desde hacía tanto tiempo, lo envolvió como una manta suave. Aún que no
entendía muy bien las emociones que lo atravesaban, se dio cuenta que era algo que había
ansiado durante los últimos cinco años.

>>Mira, aquí tienes lo que quieres. Un sitio en la junta, las acciones y la herencia. Te lo
estoy dando todo.

-Pero dejaras de ser mi esposa -dijo.

-Maldita sea, Wolfe, no te preocupas por mí. Tu nunca me quisiste. El hombre que conocí
no era real. Nuestro matrimonio no fue real. Todo fue una mentira. No tiene sentido
sentarme aquí viéndote actuar como un niño caprichoso a quien se le quita un juguete. Lo
digo en serio. Quiero el divorcio, y el abogado de mi familia ha dicho que llevamos
suficiente tiempo separados para demostrar que no somos compatibles -extendió el
archivo. -Por favor, solo léelo y considéralo.

Tomó el archivo y mirándola a los ojos, lo rompió.

>>¿Por qué eres tan infantil?

-Eres mi esposa. Eso no es negociable, Rachel. Vas a seguir siendo mi mujer. No me


importa una mierda lo que esta escrito en ese documento. Ni quiero saberlo. Eres mía, y
así es como se mantendrá.

-Estás siendo irracional. Te casaste conmigo para estar en la junta y ser uno de los
principales accionistas en la empresa de mi familia. Solo firma y lo conseguirás todo.
Puedes dejarme ir.
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-¿Así podrías estar con él?

-¿Qué?

-Ya que sabes que mi detective privado te sigue, ¿por que no hablamos del bastardo
que dejas estar cerca de ti y de mi hijo?

Él cruzó los brazos, mirando el archivo roto en su escritorio. No podía creer que ella le
estaba pidiendo el divorcio. Le molestaba mucho, pero lo que realmente le ponía nervioso
era el pequeño imbécil que pensaba que podía jugar a la familia feliz con su mujer y su
hijo. Rachel, aunque estaba decidida a seguir negando los hechos, le pertenecía.

No la iba a dejar ir nunca. Él no compartía lo que le pertenecía. En el momento en que


tomó su nombre y dejó que le pusiera un anillo en el dedo, se convirtió en su esposa. Muy
pronto se daría cuenta que no había razón para discutir el hecho de que ella era suya.

-¿Me estás tomando el pelo? ¿Estás enojado porque tengo un amigo? -ella se aferró a
su bolso, apretándolo fuertemente mientras lo miraba.

Se sorprendió, era un lado de su esposa que Wolfe nunca había visto. Ni siquiera cuando
su familia trató de disuadirla de casarse con él. Ella siempre fue tranquila, siempre evitaba
los enfrentamientos. En cierto modo, su inocencia e ingenuidad habían hecho que
enamorarla fuera aún más fácil. Ella estaba buscando amor y aceptación, su cuento de
hadas perfecto, y él se había esforzado por proporcionárselo.

Esa mujer que lo estaba retando con la mirada, no se aferraba a la esperanza de un


final feliz. No, esa mujer quería deshacerse de él, y en lugar de encontrarlo irritante, en
realidad lo encontró excitante. Ambos tenían una parte de sí mismos que habían
mantenido escondidos. Había creído durante mucho tiempo que Rachel no podría manejar
el verdadero Wolfe. Ella había querido un cuento de hadas y había trabajado duro para
intentar hacer sus sueños realidad.

Era sexy, con su cabello rubio salvaje y sus agudos ojos azules. No había esperanza ni
amor en su mirada, estaba preparada para luchar y no trataba de esconderlo. En ese
momento, la quería debajo de él, su polla profundamente clavada en su coño mientras la
hacía gritar su nombre. Incluso cuando reclamó su virginidad en su noche de bodas, ella se
contuvo, siendo reservada. Las lágrimas silenciosas que había derramado, junto con su
sangre virgen, fueron solo para él y, le complació tanto que, en ese momento supo que
nunca la dejaría ir.

-¿Un amigo? Por favor, he visto la forma en que te mira. Ningún hombre pasa tiempo
con una mujer soltera sin esperar follar.

-Eres asqueroso -ella giró sobre sus talones, alejándose.

-¿Estás tentada? -llegó a la puerta y se dio la vuelta.

-¿Disculpa?
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-Me escuchaste, Rachel. No te hagas la tonta. Ya no eres una niña. ¿Quieres follar con
él?

-¿Cómo pude haber estado tan equivocada sobre ti? Eres repugnante.

-Viste solo lo que querías ver.

-No, vi lo que tú querías que viera y nada más. Todo era mentira, y no eres un buen
hombre.

-¿Vamos a empezar a llorar porque soy un hombre que consigue lo que quiere? -
preguntó, haciendo un puchero falso. Ella sacudió su cabeza.

-Siempre logras salirte con la tuya, y nunca te importó a quién perjudicabas en el


proceso. Te dio igual lastimarme y manipularme por conseguir lo que querías.

-No tuve más remedio que hacerlo, pero si vienes a mi escritorio y extiendes esos
hermosos muslos, puedo compensarte y convertir el dolor en placer.

Ella se sonrojó, incluso ahora, de un cierto modo seguía un poco ingenua. Sabía que ella
no había estado con otro hombre. Habría estado atento, preparado para poner fin a
cualquier tipo de relación amorosa que podría iniciar su mujer. Rachel era suya, el anillo
que le había regalado lo demostraba. Pero cuando miró su mano y vio que no lo llevaba...

>>¿Dónde está mi anillo? -ella extendió la mano.

-Nunca me lo pongo. No lo he usado en mucho tiempo.

Sus manos se apretaron en puños. A pesar de haber mirado una y otra vez con
determinación cada una de las fotos que le enviaba su detective privado, había omitido ese
detalle. Había estado tan obnubilado observándola, que no se había dado cuanta que no
llevaba su anillo.

>>Quiero el divorcio.

-No.

-Esto no tiene sentido. Ninguno de nosotros quiere seguir con este matrimonio. Quiero
tener la oportunidad de encontrar una persona que me quiera por mi misma, sin engaños
ni mentiras.

-Oh, por favor, no existe un hombre así. Deja de ser tan jodidamente estúpida, y se un
poco realista.

-¡Vale! Quiero divorciarme de ti para poder encontrar un hombre que me folle. ¿Es eso
lo que quieres oír? -preguntó ella, gritando las palabras. 

El fuego en sus ojos endureció aún más su polla. Levantándose del escritorio, se acercó
a Rachel, mientras ella retrocedía con cada paso que daba. Pero no iba a darse por
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vencido. Se paró frente a ella, empujándola contra la pared, las manos apoyadas a cada
lado de su cabeza, y la miro a los ojos con una sonrisa traviesa.

-Si quieres una buena cogida, lo único que tienes que hacer es pedirme que te coja.

-No me toques -ella puso sus manos sobre su pecho y lo empujó con fuerza. -No
quiero acostarme contigo. Ni ahora, ni nunca.

-Nunca es mucho tiempo.

-Wolfe. ¿Crees que estoy ciega, que no veo tus fotos en los periódicos? ¿Las modelos o
actrices con quienes sales y te acuestas? Mi abogado dijo que con esas evidencias, el
divorcio será rápido. Le pediré que te envié los documentos que rompiste, solo tienes que
firmarlos -ella se agachó, pasado por de bajo su brazo, y caminó hacia la puerta. Él la dejó
escapar, pero no se rindió, le quedaba una última carta para jugar.

-Me envías esos papeles, y te quitaré a Benjamin -dijo Wolfe. Rachel hizo una pausa y
se volvió hacia él.

-Estás loco si crees que un juez te permitirá tener la custodia exclusiva de mi hijo.

-Es nuestro hijo, y te puedo asegurar que pasará. ¿Crees que tu familia tiene más poder
que yo? Soy Wolfe Montgomery. Yo también tengo poder y riqueza, puedo llevarme a
nuestro hijo. Y lo haré, nunca más sabrás de él, y encontraré una madrastra para ocupar tu
lugar. Pruébame, Rachel, ve en contra de mí, y no te gustará mi forma de jugar -tenía
lágrimas en los ojos.

-¿Por qué? -

-Te lo dije, Rachel, no nos vamos a divorciar, pero si quieres ir por ese camino, puedo
hacer de tu vida una desgracia. Realmente haces que sea tan fácil obtener lo que quiero.
Sé que amas a nuestro hijo y, bueno, no me importa hacer lo que sea necesario para
mantener lo que es mío -él observó las lágrimas caer por sus mejillas mientras ella se las
secaba con rabia.

Wolfe esperaba que suplicara o, al menos, que intentara usar las lágrimas para su
ventaja, pero no lo hizo, solo negó con la cabeza, derrotada.

-Sabes, él siempre viene a casa diciéndome lo increíble que eres. Cómo lo haces reír. Él
dice que no sabes cocinar, pero que no pasa nada porque cuando juegas con él eres el
mejor padre del mundo. Creía que podrías ser razonable. Nunca te he hecho nada y, sin
embargo, esta es la forma en que me tratas -ella apretó los labios.

Él esperó, decidido a no ceder. Ella era su mujer, y su hijo era lo mejor que le había
pasado en la vida. Ningún hombre iba a ocupar su lugar. Rachel no dijo ni una sola palabra
mientras salía de su oficina, pero él sabía que había ganado.

****
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-¿Lo vas a dejar ganar, otra vez? -preguntó Mary.

-No tengo otra opción -dijo Rachel vertiendo un poco de agua caliente en tres tazas.
Benjamin estaba dormido arriba en su habitación y, ahora mismo, estaba exhausta. Ir a
ver a Wolfe hoy había sido difícil. Era la primera vez que lo veía desde su desastrosa noche
de bodas, cuando ella supo la verdad, y estar casado con él no había sido fácil, incluso
cuando ella no tenía que verlo.

Su cortejo había sido asombroso. Pasase lo que pasase, ella siempre recordaría con
cariño los momentos que pasaron juntos antes de la boda, cuando se había enamorado
fuerte y rápido. Tuvo que obligarse a olvidar esos maravillosos momentos para poder ver
que el hombre que la enamoró no existía.

Hoy, Wolfe se había mostrado tal como era de verdad. No quería divorciarse para estar
con Ryan, como él pensaba, porque lo consideraba realmente como un amigo. Él mismo
había superado un divorcio desordenado donde obtuvo la custodia exclusiva de su hijo y,
verlo luchar, la había hecho reconsiderar su situación matrimonial y pensar en su futuro.
Todo lo que ella quería era que la dejara seguir con su vida.

Durante os últimos cinco años, ella había estado sola, con Benjamin y su dolor. Quería
pasar pagina y encontrar a alguien o, al menos divertirse, sin tener que mencionar que
todavía estaba casada.

Ella no quería que los demás pensaran que era una mujer horrible que abandonaba su
matrimonio. ¿Los hombres la verían así si comenzaba a salir? Sin duda, en sus mentes, ella
sería una persona espantosa.

Todavía llevaba el apellido de Wolfe, y estaban legalmente casados. Una anulación no


era una opción debido a Benjamin y, ahora, parecía que el divorcio tampoco. La única
forma de que ella podía conseguir su libertad era a costa de su hijo. Y ella nunca no lo
permitiría.

-Podríamos matarlo -dijo Alice. -Estoy segura de que papá conoce algunos tipos a los
que podría llamar -Rachel se echó a reír agitando los sobres de té en las tazas.

-No lo dudo, sabiendo qué tipo de persona es nuestro padre. Pero no voy a matar a
Wolfe. Además, si él muriera ahora, en circunstancias estañas, sería la principal
sospechosa. Lo importante es que me quede cerca de Benjamin, que no me arrojen a la
cárcel.

-Tienes razón -dijo Alice. -Sabes que, de todas nosotras, siempre pensé que Mary
terminaría con un imbécil de clase A, pero me sorprende que hayas resultado ser tú,
hermana.

-Oye, todavía llevo a casa a un montón de imbéciles, lo sabes -dijo Mary, con un guiño.

-Por supuesto. Pero no estás casada con uno de ellos. Mira en que lío se ha metida
Rachel.
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-No quiero hablar de esto.

-¿Cómo consiguió que te casaras con él? -preguntó Mary. -Todavía no veo cómo mi
dulce hermanita se dejó seducir, y hasta se enamoró de ese... imbécil.

Ella sorbió su té mientras sus hermanas se burlaban.

-¿A que vienen tantas preguntas?

-Las dos somos muy curiosas -dijo Alice.

-No saben cómo era él. Era dulce, encantador, amable, cariñoso, él lo era todo para mí
-ella sonrió, recordando el momento en que él llegó a su apartamento solo para darle una
rosa. No quería invitarla a salir, solo había visto una rosa blanca, casi de color crema y,
como le recordaba a su cabello, pensó en ella y vino a regalársela. Para ella esos
momentos fueron especiales, aunque eran mentiras.

-Era un imbécil -dijo Mary. -No supiste ver al verdadero Wolf. Yo sí. Vi a través de él.
Te dije que anduvieras con cuidado -Alice se encogió de hombros. -Y ahora te está
chantajeando.

-Sí -dijo Rachel. -¿Realmente se puede llamar a eso chantaje? Suena como una palabra
muy sucia.

-Es un chantajista -dijo Mary. -Es una pena que no pudieras poner a Benjamin en
contra de él. Podrías hacer su vida miserable.

-No podría hacer eso.

-¿Por qué no? -

-Porque... Benjamin es su hijo, y yo sería incapaz de actuar así.

-Eres demasiado amable con él -dijo Alice.

Tomó otro sorbo de su té y pensó en Wolfe y Benjamin. No había forma de que ella
manipulara a su hijo para que odiara a su padre. Era horrible, malvado, y no era algo que
ella iba a hacer.

-¿Aún lo amas? -preguntó Mary.

-No, por supuesto que no -ella arrugó la nariz.

-Sí, lo hace -dijeron Mary y Alice al unísono. Las mejillas de Rachel se calentaron.

-No, no lo hago.

Todavía se sentía atraída por Wolfe, pero después de esta tarde, nunca le diría eso a sus
hermanas. Ni en un millón de años. La forma en que la acorraló, golpeando sus manos
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contra la pared junto a ella, atrapándola. Había sentido el magnetismo de él rodeándola,


dejándola muy caliente y necesitada.

En cinco años, nunca había sentido este nivel de excitación. Había leído libros eróticos
llenos de sexo obsceno y romance ardiente, pero nada comparable a esta atracción
instantánea que experimento esa misma tarde con su esposo.

No había engañado a Wolfe, ni siquiera había sido tentada. Ryan, para ella, era solo un
amigo. Rachel no sabía si él sentía algo diferente por ella, pero nunca no lo alentó. Como
les había dicho a sus hermanas, no quería comenzar a salir o hacer nada hasta que volviera
a ser soltera. Un golpe repentino en la puerta, la sacó de sus pensamientos.

-Son más de las ocho. ¿Quién diablos podría ser? -preguntó Mary.

-No tengo idea -respondió Rachel, dejando de lado su taza para levantarse.

Ella vivía en una pequeña ciudad, en una pintoresca casa con muchos bosques y espacio
para que Benjamin creciera a sus anchas. Su cuento de hadas había terminado con Wolfe,
pero siguió con sus planes de tener una familia y mudarse a un pequeño pueblo. Encontró,
aquí, un lugar donde podía vivir, ganarse la vida y disfrutar de su hijo.

Al abrir la puerta, se sorprendió al ver a Wolfe. Su esposo llevaba un par de jeans y una
camisa blanca lisa con algunos botones desabrochados. Siempre lo había visto vestido con
trajes, y su nuevo aspecto la deja pasmada

-¿Qué haces aquí? -preguntó ella, intentando no mostrar cuanto le afectaba su


presencia.

-Bueno, ya que mi esposa vino hoy a mi oficina y exigió el divorcio, pensé que sería
mejor asegurarme que no obtenga lo que ella quiere, especialmente si es algo que no
deseo darle.

Cuando entró en su casa, ni siquiera peleó. Estaba demasiado ocupada intentando


recobrar el aliento. Rápidamente puso su mano sobre su pecho, desesperada para calmar
su respiración, odiando lo cálido, agradable e incluso firme que él se sentía.

-No puedes entrar aquí.

-¿Por que no? Si tengo buena memoria, la última vez que lo comprobé, cariño, mi
nombre estaba en la escritura de este lugar.

-Eso es imposible. Soy dueña de esta casa. Es mía. Puedo llamar a la policía y hacer que
te arresten -dijo.

-Oh, cariño, realmente necesitas comenzar a revisar los contratos y los hechos. ¿De
verdad crees que te dejaría poseer algo sin mí? También soy propietario de la mitad de tu
automóvil, y dueño de la pequeña mercería en la que trabajas en la ciudad -tomó la
puerta y la cerró. -Tu vida, no importa lo que pienses, está vinculada a la mía, y lo será
por mucho tiempo. Compartimos un hijo, después de todo -dijo con un guiño.
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-Bueno, bueno, bueno, mira lo que trajo el infierno -dijo Mary, cruzando los brazos y
hablando con Alice, que estaba a su lado. Sus dos hermanas no escondieron su desprecio
mientras miraban a Wolfe.

-Es hora de que ustedes dos también se vayan -dijo Wolfe.

-No tomamos órdenes de ti -dijo Alice. -Nunca lo hemos hecho, y nunca lo haremos.

-¿Están seguras de eso? Les voy a explicar la forma en que veo las cosas. Hacen lo que
les digo, o hago de la vida de su hermana una miseria. No tengo que amenazarlas a
ustedes dos, solo a su hermana. Puedo hacer que su vida sea un infierno en la tierra,
creedme -dijo Wolfe. Puso sus manos sobre los hombros de Rachel. -Sólo probarme. Sois
unas zorras que piensan saberlo todo y que se creen superior a los demás, pero tienen una
debilidad: vuestra dulce, pequeña, no tan inocente hermana. Y si no quieren que le haga la
vida imposible, os aconsejo de largaros ahora.

Mary y Alice se pararon por varios segundos mientras Rachel se apartaba de su toque,
forzando una sonrisa.

-Está bien. Podemos vernos mañana. No me hará daño -ella no sabía si eso era cierto.

El Wolfe que conoció no la lastimaría, pero tenía que recordar que no era el hombre que
una vez había amado, era un desconocido que no le transmitía ningún sentimiento
reconfortante en este momento.

Ella metió su cabello detrás de su oreja, deseando poder encontrar una manera de hacer
que Wolfe no siguiera con sus amenazas.

-Un día, Wolfe, vas a querer algo que no puedas tener, y cuando eso pase, me reiré en
tu cara -dijo Mary, cerrando la puerta.

Mirando por la escalera, Rachel agradeció mentalmente a su hermana por cerrar la


puerta del dormitorio de su hijo antes de irse. Ella no quería que Benjamin estuviera
despierto en este momento.

-Has hecho que mi familia se vaya. Ahora dime. ¿Qué quieres? -preguntó Rachel.

-Simple, solo quiero darte lo que anhelas –él se acercó a ella y le puso una mano en la
mejilla. -Voy a follar a mi esposa.
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~3~
En el preciso momento que Rachel salió de su oficina, Wolfe llamó a su abogado para
saber qué tan sólidas eran las pruebas en su contra si ella presentaba el divorcio. Su
enfado se duplicó cuando se dio cuenta de que ella tenía muchas posibilidades de
conseguir lo que quería. Nunca salían juntos a cenar, nadie había visto el rostro de su
esposa en años, ni siquiera lo acompañaba en los eventos importantes. Solo veía a su hijo
los fines de semana. Para el mundo exterior, vivían vidas separadas y, la única forma de
impedir que un juez abdicara en favor de su mujer, era arrojar una semilla de duda
demostrando que todavía estaban juntos.

Así que se había vestido con unos jeans y una camisa, dejando de lado su traje, listo
para jugar el papel del marido perfecto, y había conducido hasta la pequeña y pintoresca
casa de su esposa.

Su ático en la ciudad era mucho más grande. Había comprado esa propriedad después
de hablar con ella, sabiendo que deseaba una gran familia. Su detective privado le había
informado cuando su mujer inició la compra de esa casa y, sin que ella se diera cuenta,
trabajó cuidadosamente detrás de escena cuando Rachel decidió apartarlo de su vida. Era
dueño de la mitad de su hogar, su auto, y era el proprietario de la totalidad de la mercería,
donde trabajaba.

No pasaron mucho tiempo juntos antes de que se casaran, pero él escuchó cada una de
sus palabras cuando ella le habló.

Había disfrutado escucharla hablar de sus planes de futuro y de sus sueños. Nunca fue
falsa con él, y no quiso ignorarla. Había sido refrescante estar con ella.

Sabía que la vida que tenía ahora era la que ella quería y, durante las próximas semanas
o incluso meses, también iba a ser la suya. Transformaría esa casa en su hogar.

Pasándose los dedos por el pelo, miró a su alrededor y pudo apreciar que las paredes
estaban repletas de fotos. Aquí, en lugar de obras de arte como en su ático, había retratos
de Benjamin, Rachel y sus hermanas.

-Estás loco, eso no va a pasar -dijo Rachel, dándose la vuelta, alejándose.

La siguió. Tendría que acostumbrarse a tenerlo cerca a partir de ahora.


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-Crees que no vi el interés en tus ojos -dijo. Su cocina era pequeña pero hogareña. La
miró recoger las tazas de sus hermanas y arrojar su contenido en el fregadero antes de
lavarlas. Algo extraño para él, ya que no limpiaba nada. Tenía contratada a una limpiadora
y un cocinero que se ocupaban de las tareas de su hogar. Ella se echó a
reír.

-Oh, por Dios, realmente tienes un gran ego, ¿no? No quiero dormir contigo.

-Dormir es lo más alejado de mi mente.

-Sabes que no te quiero aquí. No quiero confundir a Benjamin con tu presencia.

-Él es nuestro hijo. Soy su papá. No veo donde puede haber confusión.

-Nunca has pisado nuestra casa antes, Wolfe. Nunca te ha visto aquí.

-No entiendo cual es el problema, a menos que le hayas dicho una mentira extravagante
como que soy alérgico a la casa.

-Por supuesto que no. No miento.

-Entonces responde a esto, ¿me deseas? -dijo, con la intención de ganar este argumento
de una forma u otra.

-No me lo puedo creer. Voy a verte, te pido el divorcio, te niegas a darmelo y, ¿qué
pasa? Te presentas a mi casa con ganas de tener sexo.

-No puedes decirme que no estás un poco tentada. Han pasado cinco años y sé que no
has estado con nadie -ella sacudió su cabeza.

-¿Sabes qué?, no quiero hablar contigo, ni estar cerca de ti ahora mismo.

-No me respondiste con una negativa, así que supongo que me quieres -dio la vuelta al
mostrador, acercándose, y se sorprendió cuando Rachel no retrocedió y solo cruzo los
brazos. -Si quieres, puedo ser el hombre que te enamoró. Recuerdo perfectamente lo que
amabas -cambió su tono de voz por uno suave y seductor. -Sigo siendo el mismo, Rachel.
Solo admítelo, sé que soy un bruto a veces, pero te prometo que lo disfrutarás.

-Cuando no creo que puedas humillarme más, apareces y haces eso. No te quiero aquí,
pero parece que no importa que te lo repita una y otra vez. Vas a hacer lo que quieras, de
todas maneras. No quiero acostarme contigo, y usar al chico del que me enamoré es
insultante. No era real porque todo fue una mentira. Tú eres el verdadero Wolfe, y este
hombre no me gusta, no quiero tener nada que ver con él -ella intentó alejarse, pero la
atrapó.

-¿De verdad? ¿No sientes nada por mí? -preguntó Wolfe.

-¿Crees que alguna vez podría amarte? Me amenazaste, quieres llevarte a mi hijo.
Nunca podría enamorarme de una persona como tú -él sonrió de lado.
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-Bebé, no estoy hablando de amor. Ya hemos superado ese punto. Quiero saber si
quieres esto -él agarró la parte posterior de su cabeza y golpeó sus labios sobre los de
ella, tomando el beso que había estado esperando desde que ella había entrado en su
oficina esa tarde.

Si su detective privado estuviera cerca para ver este beso y tomar algunas fotos, podría
obtener las pruebas que necesitaba, pero ya no le importaban esas fotos. Quería convencer
a Rachel de quedarse con él.

Cuando deslizó su lengua por el borde de sus labios, ella dejó escapar un pequeño jadeo,
exactamente lo que había estado esperando, para profundizar el beso y tomar posesión de
su boca. Las pequeñas manos en su pecho dejaron de tratar de alejarlo para agarrar su
camisa en un puño, rogándole por más. Mientras la empujaba contra la pared, tomó sus
manos, levantándolas con fuerza y determinación, sosteniéndola en su lugar.

Nunca la había besado así, y tampoco la había sentido responder así. Con una mano
inmovilizando las suyas por encima de su cabeza, uso la otra para acariciarla lentamente,
haciéndola temblar. No interrumpió el beso mientras acunaba su pecho, sintiendo lo duro
que estaba su pezón contra su palma. Ella dejó escapar un pequeño gemido, que capturó
con su boca, deseando que ella gritara su nombre, llorara, pero no quería apartarse de sus
labios y darle la oportunidad de pensar.

Apartó la mano de su pecho y la acunó entre sus muslos. Los jeans que llevaba le
impedían sentir lo mojada que estaba, llevaba demasiada ropa, pero sabía que estaba
excitada y quería volverla completamente loca de deseo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde su último orgasmo? ¿Había esperado ese momento
durante cinco años o se había tocado pensando en él? Había sido el primero en darle un
orgasmo, y le había prometido que él iba a ser el único. ¿Tomó el asunto en sus propias
manos? Si así era, quería verla tocándose a sí misma y haciéndose venir, eso sería
jodidamente excitante.

-¿Papá?

Wolfe no tuvo la oportunidad de controlar la situación y, cuando su hijo interrumpió el


momento, Rachel se apresuró a salir de sus brazos. Sus labios estaban hinchados y
temblaba un poco, pero en seguida recobró el control para ejercer de madre.

-Hola cariño, ¿tuviste un mal sueño?

-Soñé que los tiburones me perseguían otra vez -dijo Benjamin.

Wolfe estaba agradecido de que el mostrador estuviera entre ellos, ya que su polla
estaba dura, dolorida, y el juego solo acababa de empezar.

Cuando Rachel se agachó recogiendo a Benjamin, Wolfe fue golpeado por una ola de
posesión aguda al verla cuidar de su hijo. Sabía que era una madre excepcional, pero
nunca la había visto con sus propios ojos, solo a través del lente de una cámara.

-Voy a acostarlo.
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-Mami, quiero que los dos lo hagáis -dijo Benjamin.

-Bueno... vale. Si tu padre quiere -dijo Rachel. Ella lo miró y supo que se esperaba una
negativa de su parte.

-Me encantaría.

-Genial -dijo Rachel. Necesitaba hacerla entender que estaba aquí para quedarse.
Siguiendo a Rachel arriba, admiró su trasero mientras ella llevaba a su hijo.

Caminó por el pasillo más corto conocido por el hombre y entró en la habitación de su
hijo. Benjamin le había contado todo acerca de la decoración de su habitación, y ahora
sabía quién era el Ryan que les había ayudado.

No era un decorador, como pensó originalmente. Ryan era el pequeño imbécil que
pensaba que podía llevarse a su esposa e hijo. Bueno le tenía preparada una par de
pequeñas sorpresas porque, uno, no iba a mover de aquí y, dos, ahora tenía otro plan,
dejar a Rachel embarazada. Eso sin duda iba a hacer el divorcio imposible, y también
impediría a cualquiera intentar tomar su lugar.

Rachel era suya, y nadie más la iba a tener.

****

Rachel nunca había visto a Wolfe interactuar con su hijo. Ella había escuchado
atentamente a Benjamin mientras le hablaba de su padre, y estaba al corriente de su
rutina nocturna cuando él le leía un cuento o le cantaba, pero nunca pudo presenciar esas
escenas.

Ver como actuaba Wolfe, le hacía más difícil odiarlo. En el momento enque entraron en
la habitación de Benjamin, ella pudo ver el hombre que él le mostró cuando se enamoró, y
ella empezó a odiarle tanto que la abrumó.

-Papi, ¿te vas a quedar? -preguntó Benjamin.

-Sí, hijo. Viviré contigo y con mamá por algún tiempo. ¿Te parece bien? Podemos pasar
el rato e incluso puedo llevarte a la escuela. Hablamos de eso muchas veces, ¿recuerdas?.

-Sí. Voy a poder demostrar a todos mis amigos que tengo un padre -su corazón se
rompió, pero su ira era tan fuerte que decidió salir para no empezar una pelea frente a su
hijo.

Una vez fuera de la habitación, bajó las escaleras y se dirigió a la cocina. Ella no bebía
ni fumaba, pero esta noche era un buen momento para empezar a tener malos hábitos.

Apartó la tetera y se decidió por un chocolate caliente. Qué rebelde de ella, ni siquiera
era sábado, el día en que generalmente tomaba chocolate caliente con su hijo. Esta noche
haría una excepción. 
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-Te perdiste la historia -dijo Wolfe.

-Escuché suficiente, gracias -sus manos temblaban.

-No te entiendo. Realmente me desconciertas.

-¿Por que actuás así? Debería haber entrado en tu oficina vestida como una stripper o
completamente desnuda, rogándote que te acostases conmigo. Debería haber derramado
mi amor eterno por ti. Tal vez entonces, me hubieras dado el divorcio.

-Hubiéramos tenido sexo en mi escritorio. Hubiera destruido mi computadora, tirándola


al suelo para poder follar contigo sin que nos molestara.

-Esto no es gracioso -dijo.

-No me estoy riendo -ella apretó los dientes.

-No quiero que te quedes aquí.

-No me dejaste otra opción.

-¿No lo ves? No eres bienvenido aquí. No quiero estar contigo. Quiero estar lo más lejos
posible de ti. Nuestro matrimonio fue un error, y tengo que vivir sabiendo lo estúpida que
fui. Lo único bueno que salió de esto fue Benjamin. Estoy dispuesta a mantener nuestro
acuerdo. Todo está en los papeles del divorcio. La única diferencia es que los dos podremos
estar con otras personas, porque hasta la fecha, que yo sepa, nuestro matrimonio no te
impidió seguir con tu vida -se pasó los dedos por el pelo, sintiéndose tan... frustrada. Eso
era agotador. -¿Por qué tienes que hacer esto tan difícil para nosotros?

-No lo estoy haciendo difícil. ¿Crees que me gusta el acuerdo que tenemos? -preguntó.

-¿Lo dices en serio? Tienes la oportunidad de ver a tu hijo. Tienes lo que querías desde
el principio, un lugar en la maldita junta. Me pone enferma y me cansa saber que puedes
tener todas esas otras mujeres. Yo, simplemente, no pienso actuar como tú. No me
apetece salir y acostarme con hombres al azar. Quiero encontrar un compañero para
compartir mi vida, y no puedo hacerlo mientras seguimos casados.

-¿Dónde está mi anillo? -preguntó.

-¿Qué?

-El anillo que te di. ¿Crees que no me di cuenta de que no lo llevas? -ella se miró la
mano.

-No lo he usado en mucho tiempo. Está en mi joyero.

-Entonces te sugiero que empieces a usarlo. Eres mi esposa y seguirás siendolo. Ningún
otro hombre será lo suficientemente bueno para ti. ¿Quieres follar?, me tienes. ¿Quieres
que alguien te toque el coño?, aquí estoy, pero no habrá nadie más. Soy la única persona
que tienes y la única que vas a tener.
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-No quiero que me toques. Ni siquiera puedo entender porque estas aquí ahora mismo.

-¿Que te imaginabas, que ibas a traer esos malditos papeles, pedirme el divorcio y que
no iba a mover ningún dedo? ¿Quién crees que soy? -preguntó.

Se llevó las manos a la cara, estaba agotada y solo quería que desapareciera. No quería
eso, nunca quiso que la noche acabara así, pero estaba tan enojada por su
comportamiento y su testarudez, que seguía insistiendo, una y otra vez.

-¿Por qué estas aquí? ¿Por qué quieres seguir casado conmigo? No somos compatibles
Nunca seremos... una buena pareja. No después de todo lo que sé. ¿Por qué no puedes
firmar los papeles de divorcio?

-Aceptaste ser mi esposa, y vas a seguir siéndolo. No voy a firmar nada y, como te dije
antes, sigues con esto, y nunca volverás a ver a Benjamin -ella lo fulminó con la mirada.

¿Qué más había para decir? Ella no sabía como plantar cara a Wolfe, pero tampoco
quería intentarlo, no estaba segura de poder manejar un enfrentamiento con él.

-¿Sabes qué?, está bien. Si es lo que quieres, no firmes los papeles. Voy a mostrarte lo
que es vivir una vida de casado. Vamos. Sígueme.

Si pensó por un segundo que ella se acostaría con él, estaba muy equivocado. Ella no
quería tener nada con él, y nunca permitiría que la tocara otra vez. Tenía que admitir que
lo deseaba, pero era un hombre vil que estaba acostumbrado a salirse con la suya, y ella
se negaba a ser su juguete. No era su hombre, nunca sería su hombre, y no estaba
dispuesta a soportar sus caprichos.

Pasó por adelante de la habitación de Benjamin y abrió la puerta situada justo al lado
de la de su hijo. Encendió la luz y se esforzó para sonreír a su todavía marido. Le supo raro
pensar en Wolfe de esa manera, pero era la cruda realidad.

-Aquí tienes. Una bonita habitación y una cama. Hay un armario allí, y un baño
compartido. Disfruta.

-Espera un minuto -dijo. -¿Qué pasa con tu habitación?

-No vamos a compartir habitación. Si quieres quedarte en la mía, me cambiaré a esta.


Sino, aquí es donde te quedarás.

-¿Qué hay de no confundir a Benjamin? -preguntó, con aire de suficiencia como si


tuviera la ventaja.

-Estoy segura de que puede lidiar con que el echo que no estamos durmiendo en la
misma cama. Quiero decir, no has estado nunca en casa, así que este pequeño detalle no le
afectará. Lo prometo -ella le guiñó un ojo. -Ahora, si me disculpas.

Salió de la habitación de invitados y fue directamente a la suya, cerrando rápidamente


la puerta. La mayoría de las veces la mantenía abierta por si Benjamin tenía una pesadilla,
pero tenía que cambiarse para irse a dormir.
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Se desnudó rápidamente y se puso una camiseta y un par de pantalones cortos.


Pasándose un cepillo por el pelo, fue hasta la puerta y la abrió un poco para poder oír a su
hijo, si la necesitaba. Estaba volviendo a su cama cuando Wolfe abrió la puerta.

-Estás hablando en serio. ¿No vas a dormir conmigo? -preguntó.

-No quiero acostarme contigo. ¿Quieres venir a vivir conmigo y con Benjamin?, está
bien. Puedo lidiar con eso. Pero estar en la misma cama que tú, no, gracias. La última vez
que estuvimos juntos, no terminó bien.

-Porque estabas escuchando mierda que no se suponía que debías saber -dijo Wolfe.

-¿Cómo has podido mantener una empresa próspera con la boca que tienes? Será mejor
que hables mejor. Benjamin está en edad de copiar, y no quiero que se meta en problemas
en la escuela. Le está yendo muy bien, y agradecería que hicieras el esfuerzo de no decir
malas palabras.

-Por nuestro hijo, haré cualquier cosa. ¿Has oído?, nuestro hijo, y de nadie más.

-Ufff, sé que es nuestro hijo, Wolfe. No tienes que recalcarlo cada cinco minutos. Yo
estuve ahí.

-Sí, mis muchachos son realmente buenos. Lo lograron a la primera -él sonrió mientras
cruzaba los brazos sobre su pecho.

-Sal de mi habitación.

-¿Por qué estás tan enojada conmigo? Pensé que te gustaría verme aquí, tratando de
jugar a la familia feliz.

-No quiero que juegues ningún papel -ella sacudió la cabeza. -¿Sabes qué?, olvídalo.
No quiero pensar o lidiar con esto ahora. Solo quiero que me dejes sola. ¿Crees que puedes
hacer eso? Quiero el divorcio, Wolfe. No puedes hacer nada para cambiar eso. Ya no te
quiero, y no quiero seguir siendo tu esposa por el resto de mi vida.

-Entonces dime lo que quieres. Podemos llegar a un acuerdo.

-No voy a hacer otro trato contigo.

-Solo háblame. Vamos, sabes que puedo darte todo lo que tu quieres, ¿por qué no? -
preguntó.

-Está bien, te lo voy a decir, al final, ¿que más da?. Quiero tener más hijos. No creo en
los cuentos de hadas como antes, pero todavía quiero tener una familia. Una grande.
Todavía quiero cumplir mis sueños. Ahora sé que no van a hacerse realidad contigo. Estoy
avanzando, y realmente deseo que algún día te des cuenta de que no somos compatibles.
Ambos necesitamos seguir adelante, y la única forma de hacerlo es poner final a nuestro
matrimonio -estaba dispuesta a darle todo lo que él quisiera, siempre y cuando tuviera
libertad para hacer lo que siempre soñó.

Hace cinco años pensaba que Wolfe era su sueño echo realidad, y quiso compartir y
construir un futuro con él, pero ya no.
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~4~
A la mañana siguiente, después de que el aroma a café y a desayuno recién hecho lo
despertara, Wolfe se dio cuenta de que no sabía realmente qué hacer o cómo comportarse.
Optó por quedarse quieto y observar a Benjamin hablando de algo, mientras Rachel
sonreía
felizmente.

No quería pensar en la discusión de anoche, ni en la cama en la que había dormido.


Esta era incómoda y mucho más pequeña de lo que estaba acostumbrado pero, estos
pequeños detalles, no iban a ser un problema, ya que había pedido una cama y algunos
muebles nuevos para la habitación.

Tenía las ganas y los medios suficientes para hacer que su matrimonio funcionara y, si
Rachel pensaba lo contrario, estaba muy equivocada. No tenía intención de dejarla ir, de
hecho, ella iba a recibir una sorpresa. Él le iba a dar exactamente lo que deseaba, y
no podía esperar para entrar en acción.

Primero, tenía que lograr gustarle de nuevo. No podía ser tan difícil, lo había hecho una
vez, no debería ser complicado hacerlo otra vez. Después de conseguirlo, la enamoraría de
nuevo, podía ser un chico encantador cuando quería. Luego, la parte final de su plan,
acostarse con ella, dejarla embarazada y comenzar la gran familia que anhelaba. Mudarse
de esta casa iba a ser necesario, pero cada cosa a su debido tiempo.

Rachel quería una gran familia, y él estaba más que feliz de cumplir su sueño. Ningún
hombre iba a usurpar su lugar, no bajo su vigilancia.

Terminó su café instantáneo. No tenía nada que ver con el café recién molido que
tomaba cada día, pero serviría por hoy. Mañana seguiría comprando todo lo que
necesitaba para vivir más cómodo en esa casa. En internet se podía conseguir cualquier
cosa. Lavó su taza y sonrió, no podía creer que estaba limpiando sus propios platos,
normalmente tenía una criada para esa tarea.

Asegurándose que no se dejaba nada, miró alrededor de la cocina, Rachel ya había


limpiado y estaba aprontando a su hijo. Justo cuando estaba a punto de ir a buscarlos,
sonó el timbre.

¿Quién podría ser a esta ahora? Esa también era su casa, y no dudó ni un momento a
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abrir la puerta, encontrándose cara a cara con su problema número uno, Ryan, el padre
soltero que estaba parado en su maldito umbral con una sonrisa demasiado confiada para
su gusto.

-Hola -dijo Wolfe. Tenía que ser amable con ese hijo de puta, pero todo lo que quería
era hacerle saber a ese imbécil que no tenía ninguna posibilidad con su mujer.

-Perdón, ¿eh, Rachel está en casa?

-Sí, lo está. ¿Quién eres? -preguntó Wolfe, jugando.

-Ryan Ward, ¿y tú?

-Soy su marido.

-¿Su marido?

-Sabes que Rachel está casada, ¿verdad? Estoy seguro que te ha mencionado ese
pequeño detalle alguna vez.

-Dijo que estaba casada, pero que era un poco complicado.

-Bueno complicado, acabo de regresar.

-Ryan, estás aquí. Maldición, pensé que estaría lista a tiempo -dijo Rachel, acercándose
detrás de él.

-Wolfe, este es Ryan. Ryan, este es Wolfe, mi esposo. Te he hablado de él antes. Bueno,
él vino a visitarnos y pasó aquí la anoche. ¿Dónde está Billy?

-Está en el auto, esperando. Pero, si no puedes venir, lo dejamos para otro día.

-Por supuesto que vamos a ir, no voy a cambiar nuestros planes. Benjamin está muy
emocionado. Ha estado hablando del museo toda la mañana. Además, he preparado el
almuerzo.

-Espera, espera, ¿de qué están hablando? -preguntó Wolfe. No entendía nada de lo que
estaba pasando, se sentía excluido, y no le gustaba ni un pelo.

-Benjamin te lo dijo. Billy y su padre nos acompañan al museo de ciencias. Tengo el día
libre y, Ryan reorganizó su agenda para venir con nosotros. Te lo explique está mañana -
ella estaba mintiendo y se le notaba.

-¿Hay sitio para uno más? -preguntó. Wolfe no iba a permitir que su esposa o su hijo se
pasaran el día entero con este hombre. Antes muerto.

Ryan estaba sonriendo, pero Wolfe sabía que no estaba emocionado por la idea. Sus
suposiciones sobre este hombre eran acertadas. Ryan quería a Rachel, y no iba a tenerla,
se iba a asegurar de eso. Más tarde se ocuparía de ese pequeño... problema. Rachel
siempre fue suya. Los últimos cinco años que habían pasados separados, crearon
unapequeña brecha entre ellos, pero nada que no se pudiera superar.
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-Claro, no veo por qué no -dijo Ryan.

-Perfecto -dijo encantado de trucar los planes de ese imbécil con su mujer.

Ya que había puesto su chaqueta junto a la de Rachel, aprovechó para abrazarla,


envolviendo su brazo alrededor de su cintura y, suavemente, la besó en la mejilla.

-¿Dónde dejaste el picnic?, lo cogeré -preguntó.

-En la sala de estar -dijo. -Déjame ayudarte.

-Entonces, llevaré a Benjamin en el auto -dijo Ryan.

Entraron en la sala de estar, pero a Wolfe no le gustó en absoluto ver a ese hombre
acomodar a Benjamin en el auto y atarle el cinturón de seguridad como si fuera su padre.

-¿Qué demonios estás haciendo? -preguntó Rachel.

-¿Realmente crees que te voy a dejar ir sola con él por un día entero, sabiendo que
quieres el divorcio? No nací ayer. -

-Tienes la mente retorcida, y estás siendo completamente irracional.

-Mi mente está perfectamente. Sigues siendo mi esposa, y no hay forma de que deje a
ese hombre criar a mi hijo -levantó el picnic. -Será mejor que aceptes que estoy aquí para
quedarme, cariño.

-Te aburrirás, como lo haces con todo lo demás. ¿Crees que no leo los periódicos, que
no te he visto con todas esas modelos y actrices? Pasas de una a otra sin mirar atrás, y
haces lo mismo con tus negocios. Nunca te quedas con nada. Me sorprende que estés
todavía interesado en la empresa de mi padre y que sigas en la junta. Un día de estos,
cuando hayas terminado de jugar, la venderás y seguirás adelante.

-Disculpa, pero si no me equivoco, yo no te dejé. Tú me dejaste.

-Podrías haber usado cualquier estrategia para que me quedara. Seamos realistas,
Wolfe, eres un maldito profesional cuando hablamos de manipular a le gente. Todo lo que
necesitabas decir eran unas cuantas palabras bonitas y hubiera sido tuya, pero no me
querías. Obtuvistelo que deseabas, y me convertí en una vieja noticia. No arruines este día
para Benjamin. Lo ha estado esperando con ansias. No hay nada entre Ryan y yo, nunca
pasará nada entre nosotros. Pero no quiero hablar de eso ahora. Solo intenta no ser un
imbécil.

No estaba tratando de ser un imbécil, era algo normal en él. Era posesivo por
naturaleza. 

Rachel cogió su mochila y salió de la habitación, dejándole sin otra alternativa que
agarrar el picnic, cerrar las puertas y seguirla hasta el auto. Su mujer se sentó al lado del
idiota, así que se deslizó atrás, al lado de su hijo, y pudo observar a Ryan mirar
detenidamente a su esposa antes de cruzar su mirada con la suya en el retrovisor.
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Sí, gilipollas, te estoy viendo. No iba a dejar que este hombre ganara. Incluso si era un
padre soltero, sabía lo que estaba haciendo, y a Rachel parecía gustarle.

¿Era ese el hombre por el que quería el divorcio o con quien pensaba tener relaciones
sexuales? No le gustaba el camino que tomaban sus pensamientos, no le hacía ninguna
gracia, y era un poco desconcertante. Él la recuperaría. No había forma de que pudiera
perder o fracasar. Le había dado todo el espacio que ella creía que necesitaba. Tal vez
cinco años habían sido demasiado tiempo, pero ella, hasta hace poco, no quería tener nada
que ver con él. No quiso presionarla, pero ahora no podía evitar preguntarse si se había
equivocado. Puede que dejarla alejarse empeorara las cosas y, al final, ella lo superó y
decidió apartarlo definitivamente de su vida.

No había forma de que la perdiera. Nunca había perdido nada en su vida, y no iba a
pasar ahora.

****

-Tu esposo, ¿eh?, no sabía que estaba de vuelta en la ciudad -dijo Ryan.

Rachel observó a Wolfe mientras jugaba con Benjamin y Billy en el parque fuera del
museo. Tenía que reconocer que sorprendentemente, Wolfe había tenido un
comportamiento ejemplar y, en todo caso, rivalizó con Ryan solo por sus conocimientos. Él
fue quien guio a los dos niños por el museo, explicándoles cada exhibición, y los niños
simplemente lo adoraban.

La ciencia era el tema favorito de Benjamin y Billy. La mayoría de las veces, no tenía ni
idea de lo que hablaban, pero quería alentar a su hijo a ser curioso y encontrar algo que lo
apasionara.

-Fue una sorpresa. No sé cuánto tiempo se va a quedar, pero Benjamin está feliz por
tener a su padre cerca.

No pudo ignorar la gran sonrisa de su hijo mientras caminaban junto a Wolfe en busca
del desayuno o cuando su padre se acercó para besarle la mejilla. En cambio, ella se había
quedado al margen, esquivado cualquier tipo de contacto físico.

Anoche, por culpa de sus sueños, no había dormido muy bien. No eran pesadillas, sino
más bien sueños eróticos. Rara vez tenía esas fantasías, y le resultó difícil lidiar con
aquello, especialmente porque Wolfe era el protagonista.

¿Cómo podía pensar en seguir adelante con el divorcio cuando el mismo hombre del que
estaba tratando de escapar era el único que ansiaba y quería? Nada de eso tenía sentido
para ella.

-Es bueno con los niños -dijo Ryan.

-Sí. A Benjamin le encanta pasar tiempo con él. Es bueno verlos pasar tiempo juntos.

Ella cruzó los brazos sobre su pecho, observando a Billy bajar por el tobogán, seguido
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de Benjamin y Wolfe a sus espaldas. Parecía un niño grande, pero ella sabía, por
experiencia, que no podía ser demasiada confiada. Su comportamiento parecía autentico
pero, ¿quién sabe?, a lo mejor estaba actuando.

-¿Estás bien? -preguntó. –Has estado tensa todo el día.

Ryan puso su mano sobre su brazo y ella forzó una sonrisa en sus labios. Lo último que
quería era que Wolfe reaccionara, de forma desmesurada al toque de Ryan.

-Sí, estoy bien. Solo un poco agotada, ya sabes.

Tenía que tener cuidado con lo que decía. Nunca le había dicho a Ryan que ella y Wolfe
no estaban juntos. Uno de los requisitos de Wolfe para permitirle dejarlo era que nadie
podía saber la verdad.

Para los demás, su marido trabajaba mucho en la ciudad y la veía los fines de semana.
Durante esos días, con la excusa de estar con Wolfe, no se relacionaba con nadie para
preservar su secreto, cuando en realidad estaba en casa de Mary o Alice. Sus hermanas la
ayudaron, no querían complicarle la vida o hundirla todavía más en su miseria.

Se inclinó y empezó a descargar el picnic. Había empaquetado comida suficiente para


alimentar a un ejército, por lo que la presencia de Wolfe no iba a ser un problema. Su
estómago estaba tan tenso que ni siquiera tenía hambre. Wolfe a veces le recordaba a una
bomba de relojería, y ella estaba esperando a que explotara. Sin embargo, ella quería ser
positiva y creer que todo iba a estar bien.

Justo cuando se puso de pie, Wolfe se acercó, envolviendo sus brazos alrededor de su
cintura y presionando sus labios contra los suyos.

-Lamento mucho haberte abandonado –le dijo.

Ella era muy consciente de la mirada de Ryan sobre ellos. Así que cerró los ojos y trató
de fingir que esto era un hecho cotidiano y natural entre ellos. No la había tocado en cinco
años, ella se aseguró de aquello.

-Está bien, cariño. No pasa nada.

Se puso un mechón de pelo detrás de la oreja y se sentó en la manta. Wolfe tomó


posición detrás de ella, y le recordó a un picnic en el lago de una casa señorial en
Inglaterra. Durante su cortejo, la había llevado ahí para visitar casas, museos y pasar
tiempo juntos. Le había encantado, y la sorprendió organizando un picnic mientras veían
unos patos nadar. Ese día, por primera vez, la besó profundamente, dejándola
deslumbrada. Apartó esos pensamientos para mirar a su hijo.

-Deberíamos llamarlos -dijo.

-No, que disfruten un poco más. Créeme, con suerte, más tarde se quedarán dormidos
y tendremos un poco de paz -dijo Wolfe. -Todo lo que trajiste es comida fría. No pasa
nada si comen más tarde.

-Tienes razón. Realmente piensas en todo -dijo Rachel.


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-Por supuesto.

Él le guiñó un ojo antes de empezar a devorar su sándwich. Había hecho unos de queso
y pepinillos, que recordaba vagamente que eran sus favoritos.

-Ryan, háblame de ti.

-¿Qué quieres que te cuente? -preguntó Ryan.

-Eres un padre soltero. Tiene que haber una historia allí.

-Mi esposa me engañó con varios hombres, puso en peligro la vida de Billy y obtuve la
custodia exclusiva.

-Wow, lo lamento mucho. No puedo imaginar por lo que has pasado -dijo Wolfe.
¿Estaba mintiendo o realmente estaba apenado? No sabía qué pensar.

-Tengo que confesar que me sorprende verte aquí -dijo Ryan. -Rachel dice que siempre
estás muy ocupado con el trabajo.

-Eso es lo que pasa cuando tienes una empresa en la ciudad.

-¿Qué haces?

Ella siempre había cambiado de tema cuando alguien le preguntaba lo que hacía su
marido para ganarse la vida. Así que nadie a su alrededor sabía cuál era el oficio de Wolfe.

Su trabajo era ayudar a las pequeñas empresas a prosperar, a expandir sus negocios a
cambió de un porcentaje de sus ganancias. Su empresa estaba compuesta de diferentes
departamentos: publicidad, gestión, asesoramiento, y otras muchas más cosas.

Ella no sabía por qué él quería pertenecer a la junta de su padre. Se había ocupado de
los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, ampliando la pequeña compañía
que su abuelo había construido. Ni ella, ni Mary, ni Alice tenían una habilidad especial
para ese tipo de trabajo. Cada una de ellas, a la edad de dieciocho años, había trabajado
por un año en el negocio familiar, para ver si algo las atraía, pero ninguna de ellas tuvo
suerte, y lo dejaron. Sabía que su padre estaba preocupado por el futuro de la compañía si
un día faltaba, pero era un pensamiento demasiado oscuro para que ella lo considerara en
este momento. Tenía que ser positiva. Nada más que la felicidad de Benjamin importaba
en este momento.

-Vamos a tener otro bebé -entonces volvió a sintonizar.

-¿Qué? -Wolfe le sonrió.

-Ryan preguntó por qué no teníamos más hijos. Al parecer, Benjamin le ha estado
diciendo que le encantaría tener un hermano o una hermana, y no me gustaría decepcionar
a nuestro hijo. Con mi trabajo y los pocos momentos que pasamos juntos, tuvimos suerte
de que te quedaras embrazada durante nuestra noche de bodas. Pero soy un
tradicionalista y, ahora mismo, estamos en un momento de nuestra vida donde podemos
pensar en un futuro. Tener una gran familia.
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Antes de que ella pudiera detenerlo, la besó repentinamente, y no fue un beso lento,
dulce y gentil. Se aseguró de que Ryan supiera a quién pertenecía, y no había manera de
que ella lo alejara o lo detuviera. Y si quería ser honesta consigo misma, no deseaba
hacerlo. 
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~5~
Rachel no tenía absolutamente nada en su refrigerador que pudiera ayudarle a que su
noche fuera un poco más llevadera. Wolfe tomó nota de comprar cerveza y vino para
poder, al menos, manejar noches como esa un poco mejor.

Ryan había captado la indirecta con bastante rapidez. Cuando Rachel estaba ocupada
descargando el baúl, lo había dejado solo y Wolfe le hizo saber, sin miramientos, que no
tenía ninguna posibilidad con su mujer. Que ella era suya, y que él no iba a compartir. Le
hizo entender que no estaba bromeando, y que era mejor para él no interferir en sus
planes porque tenía la intención de ponerlos en práctica, de una manera u otra.

Cerrando la nevera, miró la cocina. La había visto prepararse un chocolate caliente la


noche anterior, pero no estaba muy seguro de poder hacerlo él también.

-¿No puede ser tan difícil, no? -vertió un montón de leche en una cacerola y encontró
un poco de chocolate en el armario. Era chocolate en polvo, lo olisqueó y se alejó de la
estufa para poder estornudar.

Al leer las instrucciones en el paquete, no pudo calcular cuánta leche se necesitaba.


Agarró un batidor de metal y comenzó a rociar mientras removía.

>>¿Cómo demonios se supone que debo saber cuándo está hecho? -volvió a mirar la
cacerola y decidió añadir un poco más de polvo. -Va a salir bien, no te vuelvas loco.

-¿Estás hablando solo?, definitivamente estás muy cerca de estarlo -dijo Rachel. -¿Qué
demonios estás haciendo?

-Chocolate caliente.

-Estás usando un batidor de metal en una cacerola antiadherente.

Ella se apresuró hacia él y, rápidamente, retiró la cacerola del fuego, derramando leche
por todos los lados. Apagó el gas y se quedó mirando el chocolate.

-Usaste la mitad del paquete.

-Puse mucha leche.

-Por Dios. Esto... es horrible ¿Qué hiciste?


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-Intentar ser agradable y prepararte algo que te apetecería.

-Ese desastre no es nada agradable, ni apetecible -respiró hondo. -¿Qué demonios te


pasa hoy? -Wolfe sonrió de lado.

-Te estoy haciendo un chocolate caliente porque has estado estresada, y pensé que eso
te ayudaría a relajarte.

-No estoy hablando del chocolate, Wolfe. Estoy hablando del picnic con Ryan, y de
"estamos intentando tener otro bebé". ¿Porque le dijiste eso?

-¿Qué pasa, uno no puede decir la verdad?

-No vamos a tener más hijos. Eso no va a pasar. Quiero el divorcio, te lo he dicho mil
veces estos últimos días. Pero, al parecer, ha servido de nada. Tú y yo no vamos a volver
juntos. Nunca jamás. Debes entender eso de una vez por todas -ella cruzó los brazos sobre
su pecho. -¿Por qué quieres arruinar mi vida?

-No estoy tratando de arruinar tu vida. Simplemente estoy confirmando un hecho.


Crees que Ryan viene por aquí porque ambos tienen hijos que se llevan bien. Piensas que
no se imagina jugando a la familia feliz contigo, que se va a conformar con que seáis solo
amigos. Por favor, ese imbécil quiere otra cosa.

-¿Estás bromeando? Ryan no es así. Estas equivocado. No eres el mejor juzgando a la


gente.

-¿Y tú lo eres? Te casaste conmigo, Rachel. Te hice creer lo que quería. ¿Crees que soy
el único que pueda actuar así? No seas tan estúpida. Quiere follarte. Eso es lo que él
quiere. Por lo que vi hoy, le gustaría mucho tener un cuerpo cálido para calentar su cama y
una mujer cariñosa para mantener feliz a su hijo. Él quiere una esposa y una mami y,
¿adivina qué?, tú encajas perfectamente. 

-¿Crees que nadie quiere estar conmigo solo por lo que soy? ¿Piensas que una persona
como yo no puede satisfacer a un hombre, es eso lo que estás diciendo? -preguntó ella,
cruzando los brazos sobre el pecho.

-No, lo que estoy diciendo es que confías demasiado en los demás, principalmente en
algunos hombres. No creo que exista un ser humano en este mundo que no le gustaría
salir contigo. Estarían locos si no quisieran. Créeme, lo sé muy bien. No quiero que te
enfades, pero estoy intentando hacerte ver lo que realmente quiere Ryan.

Ella cerró los ojos y él se acercó a ella pero, cuando quiso tocarla, ella se alejó, casi
asustada.

>>No voy a hacerte daño.

-No quiero volver a pasar por lo mismo otra vez. ¿Crees que es fácil para mí tenerte
aquí?

Ella cerró los ojos y él se acercó a ella pero, cuando quiso tocarla, ella se alejó, casi
asustada.
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>>No voy a hacerte daño.

-No quiero volver a pasar por lo mismo otra vez. ¿Crees que es fácil para mí tenerte
aquí?

Ella abrió los ojos y pudo ver como las lágrimas los llenaban. No quería que ella llorara.
Ese no era su objetivo y, sin embargo, allí estaba ella, a punto de romperse, y él se sentía
como un maldito monstruo.

-No llores.

-No puedo evitarlo, no quiero hacerlo pero... nunca me quisiste, Wolfe. Todo lo nuestro
fue una estrategia para que obtuvieras lo que querías. Me alejé y no te importo, no tuvo
ningún efecto en ti. No significó nada para ti. Y eso me dolió porque yo te amaba. No fue
un estúpido enamoramiento, realmente te amaba Me enamoré de ti y, cuando tuve que
alejarme, me sentí rota por dentro. No tienes idea de cuánto tiempo necesité para
superarte. Para poder pensar en ti y no llorar. Para no estallar en lágrimas por un maldito
periódico. Finalmente lo superé, lo logré, pero tenerte aquí, diciendo las cosas que siempre
quise, es difícil. No quiero que me rompas otra vez. Te lo pido amablemente, dame el
divorcio porque no sé cuánto más puedo soportar.

Ella dio un paso atrás para irse pero, antes de salir por la puerta, se detuvo.

>>Tira la cacerola. Nunca puedes usar metal en algo que tiene un revestimiento
antiadherente. Se raya la superficie.

Cuando lo dejó solo, él se quedó varios minutos pensativo antes de verter la leche
oscura por el desagüe. Había puesto demasiado chocolate y, bueno, ella no estaba
equivocada, había rasguños en el fondo de la cacerola. La arrojó a la basura y subió las
escaleras después de asegurarse de que todas las puertas y ventanas estuvieran cerradas.

Se dio una ducha rápida, regresó a su habitación para cambiarse, y luego revisó a
Benjamin. Su hijo estaba profundamente dormido. Tenía una luz nocturna para combatir
su miedo a la oscuridad y, mirando a su hijo dormir, Wolfe se apoyó contra el marco de la
puerta. Se veía tan tranquilo. Cuando pasaba con él los fines de semana, a menudo se
sentaba durante horas en el sillón al lado de su cama para observarlo dormir. Extrañaba
mucho a este chico durante toda la semana.

Después de tirar un poco de la puerta, pero no completamente, de manera que se


quedara entreabierta, se detuvo en la de Rachel. Estaba cerrada, y eso no era bueno señal,
ya que a ella le gustaba poder escuchar a Benjamin por si la necesitaba.

Esperó y supo que no podía volver a su propia habitación. No quiso lastimarla, muy
lejos de eso. Al abrir la puerta, vio que ella no estaba dormida. Todas las luces estaban
apagadas y estaba acostada, acurrucada frente a la pared.

Había una bonita cama grande abierta, solo para él. Bueno, no era para él, pero iba a
olvidarse de ese pequeño detalle.

Cuando él se metió en la cama, ella dejó escapar un jadeo.


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>>Wolfe, ¿qué demonios? -dijo. Envolvió un brazo alrededor de su cintura y la atrajo


hacia su pecho.

-Sal -dijo ella.

-Saldré cuando sepa que estás bien -la escuchó sollozar y supo, sin ver su rostro, que
había estado llorando.

-No quiero hablar contigo ahora.

-Ya lo sé, nunca quieres hablar conmigo. Está bien. Puedo lidiar con eso, de verdad
puedo -él la abrazó. -Pero no quiero ir a la cama sabiendo que estás aquí llorando. Soy un
bastardo, pero no voy a hacer eso.

-Wolfe, por favor, vuelve a la ciudad y dame el divorcio.

-No.

-¿Por qué estás haciendo esto tan difícil? -preguntó. -Obtuviste lo que querías y ahora
no me dejarás en paz.

-Ryan no es el hombre para ti.

-Esto no se trata de él. Tienes que dejar de pensar que todo lo que hago es porque
quiero estar con él. Esto se trata de mí y de lo que quiero. Además, podrás tener a todas
las mujeres que se te antojen. Igualmente, ninguna de ellas se queda el tiempo suficiente
para saber cómo eres de verdad y, sino, seguro que tienes todo el dinero del mundo para
comprar su silencio. No me importa. Ya no. Pero no puedo pensar en tener una vida
mientras todavía tengo tu anillo de bodas.

-Todavía no lo llevas puesto -se dio cuenta de que ella había desafiado su petición. No
podía hacer nada al respecto, incluso si eso lo molestaba.

Rachel era una mujer sexy. Sus curvas atraían la mirada, y él tuvo que mirar, de mala
manera, a un par de padres hoy que le echaron una segunda mirada. Sin mencionar lo
jodidamente feliz que parecía Ryan caminando a su lado.

Hoy, ser el centro de la atención, no fue difícil. Le encantaba la ciencia, amaba a su hijo
y, bueno, le gustó pasar el día fuera del trabajo para pasar un tiempo en familia. No había
fingido nada, el hombre que Rachel había visto hoy era real. No es que ella se lo creyera,
todavía no pero, de todos modos, él no iba a rendirse.

-¿En serio te molesta que no lo use? -preguntó.

-Muchas cosas me molestan, pero soy una persona que se ocupa de un problema a la
vez. Por ahora, el anillo es un problema. Quiero que te lo pongas.

-¿Qué más da?

-Me tomó tres días elegirlo.


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-Por favor, apuesto a que le pediste a tu asistente, Denise, que lo escogiera.

-No hay necesidad de ponerte celosa de Denise. Es una mujer felizmente casada con
tres nietos. No voy a romper una familia como esa. Escogí el anillo. No confiaba en nadie
más que en mí para darle a mi futura esposa una joya que demostraría que era mía y que
íbamos a pasar el resto de nuestras vidas juntos -dijo.

-Oh. No tenía ni idea. Siempre supuse que alguien más lo había comprado.

-Puedes suponer todo lo que quieras, no cambia el hecho de que no es cierto. Lo elegí
para ti.

****

Después de que Wolfe confesara que el anillo era el que él escogió, a Rachel le fue casi
imposible dormir esa noche. Lo que tampoco ayudó mucho era que ella ni siquiera tenía
que ir el día siguiente al trabajo, porque había conseguido el fin de semana libre gracias a
la ayuda de varias mujeres que trabajaban con ella debido a que Benjamin estaba invitado
a una pijamada el sábado y el domingo. Lo había organizado durante todo un mes. Le
gustaba asegurarse de estar lista antes de dejar que su hijo se fuera a la casa de otra
persona. No era que ella no confiara en nadie. Era simplemente que... extrañaba mucho a
su hijo.

Sin embargo, a pesar de todo, le permitía pasar tiempo con sus amigos porque le
encantaba verlo feliz y escuchar las aventuras que él le contaba cuando volvía a casa. Su
hijo tenía una imaginación desbordante y, a menudo, se preguntaba si algún día se
convertiría en escritor. Sería tan increíble si lo hiciera. No es que ella lo empujara a una
carrera que vio para él. No, solo lo guiaba para encontrar algo que lo apasionara. No había
dudas, se estaba convirtiendo en una madre loca.

-¿Tienes toda tu ropa guardada en la mochila?

-Sí, mamá.

-¿Tu cepillo de dientes? ¿Jabón? ¿Todo?

-Mamá, no iremos al bosque. Vamos a la casa de Blake. Él tiene una piscina.

-¿Has cogido tu bañador? -preguntó ella.

-Sí.

-No te preocupes, Rachel. Cuidaremos bien de él, y tenemos jabón -dijo Lindsey, la
madre que lo iba a cuidar.

-Lo siento mucho. No pretendo ser insultante.

-Nos pasa esto cada vez. Al principio me sentí un poco insultada, pero ahora sé que es
porque eres una madre primeriza.
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-Sí, realmente hoy creía poder controlar mis nervios. Cada vez que organizamos esto,
me lo prometo a mí misma. Te pudo asegurar que lo hago y luego, cuando llega el
momento, estoy aquí y, bueno, mi boca no se calla -Lindsey se echó a reír.

-Entonces, dime. Se rumorea que el padre de Benjamin ha regresado -ahora ella no


sabía qué decir o cómo actuar.

-¿Alguien te lo dijo?

-Ciertamente -dijo Wolfe, acercándose a la puerta.

En un verdadero estilo posesivo, él envolvió su brazo alrededor de su cintura como si


tuviera todo el derecho de tocarla. ¿Lo tenía? Estaban casados y, bueno, tampoco era como
si hubiera estado viviendo una vida de soltera, tampoco.

-Wolfe Montgomery. Un placer. Espero que cuides bien de nuestro chico. Es la primera
vez para mí que él tiene una pijamada. Probablemente por eso mi mujer está tan nerviosa.
Ella siente mi preocupación -en lugar de sentirse insultada, Lindsey se sonrojó y comenzó
a sonreír.

-Oh, no te preocupes por eso. Nos encanta tener a Benjamin en casa. Es un buen chico.

Vio cómo Lindsey comenzó a jugar con un mechón de su pelo, y también notó la forma
sutil en que sacaba pecho. No se lo podía creer, ella estaba justo aquí, y su amiga, si podía
llamarla así, estaba coqueteando con su esposo. Sin embargo, ella no actuó como una
mujer celosa. ¿Cuál era el punto? Ella quería un divorcio, y él podía acostarse con quien
quisiera. Sacudiendo su brazo, se alejó de ellos y se dirigió directamente al auto.

-Hola, cariño, ¿estás bien? -dijo Rachel.

-Sí, mamá. Es realmente genial que papá este aquí. Voy a poder hablar de él a mis
amigos, y no van a pensar que estoy mintiendo.

-Saben que no estás mintiendo.

-Pero él está aquí, y eso lo hace aún mejor -ella forzó una sonrisa en sus labios, besó
su mejilla y lo ayudó a acomodarse.

-Lo cuidaremos mucho, te lo prometo -dijo Lindsey, finalmente volviendo al coche. -


¿Vas a ir a la comida del domingo de la próxima semana que ha organizado la gente del
pueblo? Al parecer va a hacer un día increíble, deberíais venir los tres. Seguro que Wolfe
estará encantado.

Un grupo de familias reunidas, hablando, observando a sus hijos y discutiendo los


próximos planes de Halloween, Acción de Gracias y Navidad, ella realmente dudaba que su
marido estuviera interesado.

Ella asintió y dio un paso atrás. No creía, ni por un segundo, que Wolfe podría
escaparse de la ciudad un par de días, y mucho menos una semana. Nunca hizo nada en su
vida a menos que lo beneficiara y, ahora mismo, ella no veía nada de provecho aquí para
él.
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Pasándose los dedos por el pelo, intentó no entrar en pánico mientras volvía a la casa.
El patio necesitaba una siega rápida, y también podría
limpiar las ventanas.

-Parecía agradable -dijo Wolfe.

-Sí, puedes acostarte con ella. Es una mujer casada, pero no sé si crees o incluso
respectas la santidad del matrimonio.

-Alguien está de mal humor -dijo Wolfe.

Entró en su casa y se sintió... exhausta. Con Benjamin fuera de la casa, ella no tenía un
amortiguador para aguantar el hombre que se suponía que era su esposo.

-No estoy de ninguna manera. Tengo cosas que hacer. Tú también te puedes ir y hacer
lo que hacen los hombres ricos.

-Justamente, quería preguntarte sobre eso. ¿Por qué no elegiste una casa más grande?
-preguntó. -Tienes dinero suficiente para comprarla.

-No quiero una casa más grande.

-¿O contratar a una sirvienta? -ella se rió.

-Podrías preguntarme cualquier cosa, pero lo único que te importa es esta casa o
porque no tengo una criada, ¿estás muy preocupado por la forma en que vivo mi vida?

-No te faltan los medios para hacer tu vida más cómoda. Tus padres son ricos. Créeme,
veo las cifras cada trimestre.

-No creo que eso sea de tu incumbencia.

-Solo dímelo. Quiero saber.

-No estoy aquí para satisfacer tu curiosidad.

-Dime por qué estás criando a nuestro hijo sin ninguna clase de ayuda. Ni niñera, ni
cocinera, nada.

Se cruzó de brazos y miró a Wolfe. No la estaba atacando, ni siquiera le reprochaba


algo. Parecía simplemente perplejo.

-Mi madre no viene de una familia adinerada. Ella luchó mucho, durante toda su vida
pero, en lugar de darle la espalda a su pasado, una de las cosas que quería de mi padre era
que ambos nos criaran como a ella. Nos hizo entender que el dinero no lo era todo. Que la
riqueza va y viene, pero que hay otros elementos más valiosos y preciosos en la vida a los
que aferrarse. 

-¿Como el amor? -preguntó.


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-Amor, respeto, lealtad. Te expliqué todo eso cuando estábamos saliendo, cómo me
gustaría ser una buena madre para mi hijo. Cocinar para él e intentar tener una vida
familiar unida. Esta casa, después de todo, va a ser el lugar donde vamos a crear muchos
recuerdos. Un hogar no es un lugar para dormir o tener relaciones sexuales. Es donde, en
la cocina, podemos desayunar juntos, hablar sobre la escuela o intentar encontrar una
solución para superar sus problemas con las matemáticas. Nosotros hacemos eso. Este
lugar nos funciona. No quiero una niñera. No tuve un hijo para tener una niñera. No estoy
juzgando a nadie que lo haga. Todos tenemos diferentes razones para hacer lo que
hacemos. Esto funciona para mí y para Benjamin.

-Puedo conseguirte una casa más grande. No tendrías que trabajar -ella sonrió.

-Me gusta trabajar. Cuando Benjamin está en la escuela, me da algo que hacer.

-Eres mi esposa. Cuando asumas ese papel, tendrás mucho que hacer.

-¿Cómo qué? -preguntó ella.

-Compra, cuidarte, ir a almorzar. Lo que sea que hagan las mujeres mientras nosotros
los hombres trabajamos.

-Vaya, ¿sabes?, eso no suena sexista en absoluto.

-Estoy tratando de hacerte la vida más fácil -dijo.

-¿Sabes qué? Firma los papeles y no me amenaces con mi hijo. Eso me facilitaría la
vida.

-No lo haré.

-Vale, ¿sabes qué?, realmente no lo entiendes, ¿verdad? No ves que no te amo, y que
no quiero estar más contigo. Estás tan perdido en tus propios pensamientos y
sentimientos, que no ves el daño que haces a los demás. Eres un egoísta sin corazón -ella
sacudió la cabeza. -No tengo tiempo para esto. Tengo trabajo que hacer.

Tenía que alejarse. Cuando estaba sola en casa, solía pasar su tiempo cosiendo o
leyendo un libro, haciendo algo relajante. Este fin de semana, iba a tener que pasarlo
trabajando y así ocupar su mente.

-¿A dónde vas?

-A asegurarme que mi patio no alberga animales salvajes -cuando vio aparecer la


confusión en su rostro, ella no pudo evitar sonreír. -Voy a cortar el césped, no quisiera que
te ensuciaras las uñas con un poco de jardinería.
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~6~
A Wolfe no le importaba trabajar duro. Había estado más de veinte horas diarias
dirigiendo su empresa, cuando fue necesario, durmió en su oficina y no tuvo vida social,
todo eso en nombre de los negocios. Trabajó, día y noche, sin descanso, para conseguir
estar donde estaba ahora.

Se remangó, preparándose para hacer un poco de jardinería. Cuando salió, vio que el
césped estaba un poco descuidado, pero no se iba a asustar por tan poco. Rachel ya había
sacado el corta césped e intentaba arrancarlo. Aunque ahora estaba enojada con él, no iba
a dejar que ella se lastimara, y fue corriendo para alcanzarla y hacerse cargo de la
situación.

-Puedo cortar el césped. Vete y haz lo que sea que tienes que hacer. Puedo manejar esto.
No necesito tu ayuda.

-No me cabe ni la menor duda. Pero la haré yo, a partir de ahora, es mi responsabilidad,
mientras tanto puedes seguir ignorándome, si quieres.

No era solo un hombre que sabía cómo manejarse detrás de un escritorio. Cortar el
césped era algo que había echó cuando era más joven. El jardinero que trabajaba en la casa
de sus padres le dejaba cortarlo cuando necesitaba pensar. Si tenía un problema, el
constante movimiento de ida y vuelta le ayudaba a ver las cosas con más claridad.

-De acuerdo, como quieres -mientras ella se alejaba, no pudo resistirse a admirar su
trasero.

Si pensaba que le estaba haciendo la vida difícil, estaba muy equivocada, Rachel le
gustaba mucho, y su actitud le estaba excitando aún más.

Comenzó a trabajar en el pequeño patio, quitando lo más grueso primero. Cuando


terminó la primera siega, estaba sudado y se quitó la camisa, revelando los tatuajes que se
había hecho cuando era joven, además de un bonito trozo de tinta en el interior de su
brazo que Rachel aún no había visto.

Él vio su mirada cuando desnudo su torso, pero no hizo un espectáculo. No le señaló


que se lo comía con los ojos, no quería que ella lo odiara aún más por jugar con su
atracción hacia él. Se notaba que ella lo quería, incluso si le costaba admitirlo. Wolfe no
era una persona muy paciente pero, por Rachel, estaba dispuesto a tomarse las cosas con
calma, sabiendo que al final le esperaba una recompensa muy dulce.
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Cuando la conquistó, fue inocente y tierna, ella había sido tan... fácil. Y no estaba
hablando de sexo. Ella había permanecido virgen hasta su noche de bodas, pero solo fue
necesario decir las palabras correctas, y se había vuelto masilla en sus manos. No le
importó, al contrario. Tuvo que ser rápido mientras trataba de ganársela, ya que quería un
lugar en la junta, y siempre se transmitía a los miembros de la familia cuando alcanzaban
cierta edad. Mary, Alice y Rachel solo tenían que cumplir dieciocho años para obtenerlo. Le
había pedido como regalo de boda, substituirla en la junta, y por supuesto,
manipulándola, consiguió que ella aceptara y firmara.

A pesar de que su abogado había recibido una copia de los papeles informándole de los
términos del acuerdo, Wolfe no quería divorciarse. Rachel supo desde el principio que él no
tomaría bien la idea del divorcio, y había conseguido que el abogado de su familia se la
pasara al suyo.

Le ofrecía seguir con la custodia compartida de Benjamin y quedarse con su puesto en


la junta. Solo tendría que pagar la educación de su hijo, y nada más. El acuerdo que le
estaba ofreciendo era realmente generoso, incluso su abogado le aconsejó tomarlo.

Pero ni iba a dejar pasar ni un pequeño detalle. Rachel le había pedido, en cambio, que
no se entrometería ni causaría problemas si, en el futuro, ella empezaba una relación
amorosa y decidía tener más hijos.

La había follado una vez, y no estaba listo para dejar que nadie más la tuviera. De
hecho, solo pensar que otro hombre podría acercarse a ella, le llenaba de una ira que ni
siquiera entendía.

Con el patio despejado, dio una última vuelta y comenzó a cortar. Estaba sudando y
muy sediento cuando Rachel apareció de repente frente a él.

>>Necesitas beber algo. Está haciendo mucho calor -le ofreció una bandeja con una
pequeña jarra. Apagando la podadora, se sentó a su lado en el porche. -Realmente sabes
cómo cortar el césped -dijo, tomando un sorbo de su bebida.

-Puedes mirarme, ¿sabes?

-No llevas camisa.

-Si quieres ir y ponerte un bikini, no tengo ningún problema -ella se rio.

-De ninguna manera. No he usado bikini desde que era una niña -le dijo pasándole un
dedo por el muslo.

-Me gustaría verte en uno.

Ella se alejó rápidamente. No se sorprendió, sabía que iba a necesitar mucho más que
un simple corte de césped para conquistarla. Se pasó los dedos por el pelo y soltó una
risita suave y dulce.

-Sabes, no sé por qué me sorprende ver de lo que eres capaz. Siempre supiste qué
hacer. Nada fue demasiado para ti -ella sorbió su bebida. -El césped se ve bien. Estaba
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pensando en encender la barbacoa. Solo tengo una pequeña, pero puedo hacer unos
bistecs marinados, si te apetece.

-¿Estás segura de querer comer conmigo? -preguntó.

-No te preocupes. No te tengo miedo.

- Entonces podemos decir que tenemos una cita.

Terminó su limonada, se puso de pie y comenzó a ordenar todo. Se dio cuenta de que la
casa estaba completamente limpia. Las ventanas estaban sin polvo y, mientras recorría el
patio trasero, vio que ella había estado trabajando en sus parterres de flores.

El aroma de la barbacoa le hizo la boca agua. Ella estaba parada frente a una pequeña
estufa de metal y, después de que limpió su equipo, se acercó a ella. Estuvo tentado de
abrazarla de nuevo, pero sabía que no debía apresurarla demasiado. No esta noche. No
había niños por ningún lado, solo estaban los dos.

>>Voy a asearme un poco -la avisó, acariciándole el brazo al pasar.

-Tómate tu tiempo, yo sigo con esto.

Se dio una ducha fría, apresurándose para no perder la paz que se había establecido
entre ellos. No sabía qué había pasado para que se llevaran bien pero, por ahora, lo
tomaría.

Con el pelo todavía mojado, se cambió los vaqueros y bajó las escaleras, todavía sin
camisa. Quería que ella lo viera desnudo, que pensara en su torso contra el suyo,
tocándola. A su polla ya le gustaba la idea de su cuerpo suave junto a él, esas tetas cerca
de su cara, con su apretado coño montando su polla mientras la follaba.

Su pene era un chico fácil. Tenía que calmarse o iba perder el control. Caminando hacia
afuera, se detuvo cuando escuchó risas. Mientras se duchaba, Mary y Alice habían llegado.
Una botella de vino ya estaba abierta, y vio a Rachel tomar un sorbo de su copa.

¡Mierda! No era lo que quería. Pero él podría con eso, y más. No había nada que no
pudiera manejar.

-Bueno, bueno, bueno, mira lo que trajo el gato -dijo Mary.

-Rachel no tiene gato.

-En efecto pero, ¿qué haces sin una camisa? -Mary levantó la ceja. -¿Intentando
conquistarla con tu cuerpo musculoso? ¿Te hiciste una cirugía?

-No me he hecho ningún tipo de cirugía, pero gracias. No sabía que Rachel iba a
invitaros a comer.

-Rachel nos ha llamado. Ha dicho que había encendido la barbacoa, y ya sabes el resto
-dijo Alice. -Vosotros dos no os habéis matado el uno al otro. Esto va a ser divertido.
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-Lo estamos manejando -dijo Rachel.

-Sí, apuesto a que sí - Mary lo fulminó con la mirada.

-¿Has traído alguna cerveza? -pregunto Wolfe

-Solo vino, cariño -dijo Mary.

-Entonces iré a buscarme una copa.

No le gustaban sus hermanas. Su vínculo era fuerte. Alice y Mary casi habían arruinado
su compromiso hace cinco años, tratando de convencer a su hermana de que no se casara
con él, pero había luchado contra ellas, demostrando a Rachel que la quería. Y hoy no iba a
ser diferente, estaba preparado.

-¿Por qué no te vas? -preguntó Mary, entrando en la cocina después de él.

-No me voy a ir, Mary -él agarró un vaso y giró la cabeza para mirarla.

Ella no se acercó más, pero tenía los brazos cruzados y le estaba disparando odio con la
mirada.

-¿Sabes que ella no desea seguir contigo? ¿Que quiere olvidarse de ti y vivir una vida
donde no existes? -otra vez, se estaba entrometiendo, opinando sobre lo que,
supuestamente, su hermana quería o no.

-Mi respuesta sigue siendo exactamente la misma.

-¿A qué juego estás jugando? ¿No la quieres pero nadie más puede tenerla? Estás
celoso del padre soltero husmeando. Le dije que eso iba a pasar. Tú sales y te acuestas con
quien te da la gana, ¿por qué no puede divertirse un poco mientras tú no estás cerca?

-¿Ves?, por eso quería a Rachel. Ella es leal a mí, a sus votos. Vosotras, en esta
situación, no sabríais cuándo mantener las piernas cerradas, pero ella es diferente. Sé
muchas cosas de ti, Mary. Y no creas que eres mejor que yo.

-Soy mejor que tú. No he obligado a nadie a casarse conmigo.

-Créeme, no utilicé la fuerza.

-Eres un maldito cerdo.

-Escúchame bien. Estás perdiendo el tiempo ahora mismo. Rachel me pertenece. Ella es
mi esposa, y no importa lo mucho que lo intentes, no vas a cambiar nada, es mía y no voy
a renunciar a ella. No me provoques, Mary. Si tú y Alice intentáis alejarme de mi esposa y
de mi hijo, solo la lastimareis en el proceso. Y al final ganaré, y tú perderás.

****
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Invitar a sus hermanas fue cobarde, y ella lo sabía. Pero la ayudó a mantener el deseo
que sentía por su marido a raya.

Rachel saludó a Alice y Mary mientras se sentaban en su coche, alejándolas de ella,


hacia sus propias casas, donde nadie más las esperaba.

Cerró la puerta con llave y no se movió, sintiendo la presencia de Wolfe justo detrás de
ella.

-No sé si las extrañaste o si con eso esperabas impedirte hacer algo estúpido -dijo.

-No quiero hablar ahora. Estoy cansada.

Se dio la vuelta con la esperanza de alejarse de él, pero no llegó muy lejos. Estaba de
pie, justo en frente de ella y, lentamente, lo vio acercarse. Entonces no tuvo más remedio
que retroceder hasta la puerta, quedándose sin escapatoria. Apretando los dientes, ella lo
miró fijamente, esperando y dando por hecho que estaba enojado.

-No estás cansada. Te sientes un poco febril, ¿verdad?

Todavía estaba sin camisa, y se sentía avergonzada, porque a ella le gustaba verlo así,
medio desnudo, con su fuerte pecho a la vista. Mordisqueándose el labio, echó la cabeza
hacia atrás e intentó no pensar en lo mucho que le gustaba lo cerca que estaba de ella en
ese momento. Ella estaba excitada. Sus pezones estaban duros, su coño estaba empapado,
y todo eso solo por él.

-Estás equivocado. Puedes pensar lo que quieras. Estoy cansada y quiero irme a la
cama.

Ella se esforzó para pasar junto a él, pero la atrapó, rodeándole el cuello con los dedos
suavemente. Su pulgar presionó firmemente, levantándole la barbilla, haciéndola inclinar
la cabeza hacia atrás, recordándole lo alto que era.

-¿No sientes nada? -preguntó.

-No.

-¿Tienes frío?

-¿Qué? -ella jadeó sin poder controlarse mientras le ahuecó un pecho.

-A ver, sé que no eres muy experimentada en cuanto a sexo. Y como ya sabes, tengo a
alguien vigilándote, así que sé que no has estado con otro hombre, aparte de mí. Soy tu
marido, y nadie más te ha tocado. Déjame explicarte unas cuantas cosas. Se puede saber si
una mujer esta excitada cuando sus pezones se ponen duros. Sé que también pasa eso
cuando tienes frío pero, créeme, hoy, ni siquiera corre una brisa suave o fría. Incluso
ahora estás caliente al tacto.

-No significa nada.


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-Sigue diciéndote eso -dijo mientras colocaba su mano entre sus muslos. -Y la otra
revelación muy distintiva es esta de aquí -su dedo recorrió la costura de sus bragas. -Eso
es como otro pequeño regalo. Un lindo y húmedo coño -se deslizó debajo de la tela, y ella
jadeó cuando comenzó a tocarla, moviéndose entre su raja. -¿Ves, Rachel?, esos no son los
signos de una mujer que no quiere que la follen. Son los de una mujer que lo hace. Quieres
mi toque. Quieres mi polla. No seas terca y te niegues a ti misma lo que realmente
necesitas.

Jugó con su clítoris, y Rachel encontró casi imposible pararlo. Había pasado tanto
tiempo, que sentir como la tocaba, era embriagador y todo lo que ella siempre había
querido pero se negó a ceder. “Él no es el hombre que crees que es. Quieres un divorcio”.
¿Sería tan malo ceder? El placer que sentía no la dejaba pensar con claridad, y no pudo
evitar gemir. Esto no era justo, ni siquiera un poquito.

-¿Ves, cariño?, sé lo que quieres. Lo que anhelas -sus labios se burlaron de su oreja, y
le pasó la lengua por el lóbulo antes de bajar hasta su cuello, chupando su pulso. La
mordió haciéndola gritar, pero no se detuvo allí.

Hundió dos dedos en ella, mientras su pulgar acariciaba su clítoris. Cada vez que él se
retiraba, ella gemía en protesta cuando se alejaba. Mientras entraba de nuevo, la acarició,
construyendo su placer, sin permitirle correrse, exactamente lo que ella quería. Ella
ansiaba su toque, el fuego dentro de su cuerpo, algo que solo él podía darle, pero no
quería rendirse sin luchar.

>>Todo lo que tienes que hacer es admitir que me quieres, Rachel. No hay nada de
malo en eso -no habían estado juntos en cinco años. Ella quería el divorcio. “Rachel, él no
te quiere. Él simplemente no quiere divorciarse de ti.”

-No -dijo ella. Agarrando su mano, lo empujó hacia atrás, mientras temblaba de
excitación. No iba a rendirse, no podía hacerlo, ni ahora, ni nunca.

-¿Rachel? 

-Todo lo que haces es manipular y mentir. No voy a ceder. No esta vez. Crees que si me
llevas a la cama, me olvidaré de todo y volveremos a estar como antes. Te equivocas.
Quiero mucho más, y me lo merezco -ella lo apartó de y se dirigió hacia las escaleras.

-No estaba tratando de manipularte -dijo Wolfe.

-¿No? Entonces, ¿qué es lo que quieres de mí, Wolfe? Porque no puedo encontrar ni una
sola razón para que no me des el divorcio, aparte del hecho de que te gusta ser quien
tome las decisiones, tener el control. No me gusta, ni me gustas. Tampoco me gusta lo que
está pasando. Lo siento, pero no voy a ser tu felpudo. No voy a dar marche atrás, no
ahora.

Subió las escaleras y se dirigió directamente al baño. Cuando miró su reflejo en el


espejo, vio a una mujer que parecía lista para explotar. No podía dejar que Wolfe tuviera
este poder sobre ella. Quería el divorcio porque deseaba tener un hombre que la quisiera,
que quisiera estar con ella, no por ninguna posición social o un asiento en una junta, sino
porque él la amara más que a nada y la sola idea de no estar con ella, lo hiciera sentirse
enfermo y solo.
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Un día lo encontraría. Solo esperaba que Wolfe no hubiera destruido su fe en el amor ya


que, de lo contrario, siempre iba a querer estar con un hombre que no podía amarla.
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~7~ 
El fin de semana pasó demasiado rápido. Después de intentar sin éxito llevar a su
esposa a la cama, Wolfe sabía que tenía que idear otro plan. Jugar con su coño contra la
puerta principal no fue algo planificado y no pensó que las cosas iban a calentarse tanto.
Sin embargo, ella había estado mojada, y ahora tenía su respuesta. Ella todavía se excitaba
por él, lo que significaba que tenía, tal vez, una oportunidad.

El domingo no pudo verla mucho. Salió de la casa temprano, y cuando regresó, ya era
muy tarde. Mientras esperaba a su esposa, aprovecho para ponerse al día con su trabajo y
comenzó a planear una nueva estrategia.

La Rachel, que antes estaba feliz de recibir cualquier tipo de atención de él, ya no
existía. No podía usar ningún viejo truco con ella, pero lo importaba más bien poco ya que
una parte de él tampoco quería. Había pensando mucho, y estar cerca de su mujer le
permitió ver igual como recuperarla.

Todo lo que ella siempre quiso fue que alguien la amara, y sabía que él era esta
persona, por ahora, tenía que trabajar para que ella se enamorara. No del viejo Wolfe, sino
del idiota. Tenía que verlo por algo más que el monstruo, que ella pensaba que era.

El domingo por la noche, la llegada de Benjanin no le permitió poner en practica


ninguno de sus planes pero por primera vez sintió que era parte de la familia.

Eres parte de la familia, idiota. 

Benjamin les contó todo lo que hizo, desde ir al parque hasta las historias de miedo que
se contaron, él y sus amigos por la noche. Habló por horas, sin omitir ningún detalle, y
cuando, por fin, se fue a la cama, no hubo tiempo para hablar con Rachel, sentarse o
disfrutar.

El lunes por la mañana, vio a Rachel agotada y nerviosa.

-Tengo que ir a la tienda. Se suponía que debía dejarte en la escuela hace veinte
minutos. No puedo creer que nos quedamos dormidos -dijo ella mientras rápidamente
agarraba todo.

-Espera, ¿qué está pasando? -preguntó Wolfe.


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-Eres su padre, espero que puedas hacer eso. Es fácil. -ella apretó los labios, y parecía
que no estaba contenta con la posibilidad de dejarlo. —Tienes que llevarlo a clase. En el
colegio les gustan que leas un libro con tu hijo, antes de irte. El libro de Benjamin está en su
mochila. ¿Estás seguro de que puedes manejar esto?

-Será pan comido. Ve, haz lo que tenga que hacer.

Parte de su plan estaba en acción ahora. Ella lo necesitaba y, bueno, él estaba más que
feliz de ayudarla y así acercarse a su esposa. Eso no era exactamente lo que tenía en mente,
pero iba a trabajar con ello porque era todo lo que tenía en ese momento.

Al salir de la casa, vio a Rachel subirse al auto. Les saludó mientras él ayudaba a Benjamin
a sentarse en el asiento del coche.

-¿Estás listo? -preguntó.

Sí. Por fin me lleva a la escuela -su hijo parecía muy feliz y emocionado.

Al ponerse al volante, salió del camino de entrada y siguió las instrucciones que Benjamin
le dio, hasta que vio el cartel de la escuela.

En los informes que recibía, se aseguró de que Marcus le diera toda la información,
posible sobre su esposa, pero también, se preocupo por su hijo. Le pidió que fuera
minucioso y que revisara la escuela a la que, ella, quería que fuera su hijo, ya que era una
escuela pública, no una privada.

Hace cinco años, solo se había centrado a conseguir lo que quería y no quiso complicarse
mucho la vida , por lo que, no se había tomado el tiempo adecuado para conocer realmente a
la mujer con la que se iba a casar.

No había muchas plazas de aparcamiento disponibles y, cuando salió y rodeó el vehículo,


se dio cuenta que, al final, no llegaban tarde y que eran el centro de atención de los otros
padres.

Entonces, chico, ¿vas a decirme por qué tu madre te deja temprano cuando no
llegamos tarde? -preguntó.

Ella tiene que abrir la tienda temprano los lunes cuando tiene el fin de semana libre. La
señorita Bernard le pidió un vestido de novia por dentro de dos meses. Ella quiere estar
bonita el día de su boda, y mi mami es la única que puede hacerlo.

Creo que tendré que ir a visitar a tu mamá hoy, y así asegurarme de que coma algo.

Benjamin le sonrió, tomó su mano y juntos entraron en la clase. Las mujeres, como los
hombres los miraban, pero no le importaba. Se sentó junto a su hijo durante casi una hora,
leyeron dos libros antes de que él tuviera que irse. Al salir de la habitación, se encontró con
Ryan, el pomposo padre soltero que pensaba que podía robarle a su mujer.

Los lunes por la mañana siempre son tan agitados -dijo Ryan. Parecía que estaban
estacionados uno al lado del otro. Oh, genial.
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-Me sorprende verte aquí. Rachel generalmente deja a Benjamin en la escuela matutina
para poder ir a trabajar. Ella siempre es tan dedicada.

De pie junto a su auto, se giró para mirar a Ryan.

-No estaba bromeando cuando te dije que dejaras a mi esposa en paz.

-Lo sé.

-Estoy aquí para quedarme, Ryan. Ella es mi mujer y la madre de mi hijo.

Cuando Ryan sonrió, se dio cuanta que mucha gente no estaba muy feliz de verlo. La
sonrisa de Ryan tenía un borde de amargura, y no podía culpar al hombre. Había
regresado de la nada y, cualquier plan que Ryan tuviera con Rachel, se había esfumado.

>>Nuestros hijos aún pueden ser amigos pero, si piensas en quitarme a Rachel, tienes
que entender que te aplastaré -dijo Wolfe.

-No veo porque tengo que creerte. Ni siquiera ha estado presente. ¿Crees que no vi a
través de tus mentiras? Sé quién eres, Wolfe Montgomery. Me pregunto qué pensarían los
periódicos de tus amenazas -Ryan cruzó los brazos sobre el pecho, como si acabara de
ganar el premio gordo.

-Lo mismo que el banco pensará de ti por no pagar tu hipoteca a tiempo. ¿Quieres
jugar con los tiburones, Ryan? Bien. Si sale una historia sobre mi matrimonio y Rachel,
haré tu vida miserable. Desearás nunca haber pronunciado el nombre de mi esposa cuando
termine contigo. Es algo en lo que realmente debes pensar. No bromeo.

-Yo tampoco —dijo Ryan. —Soy yo quien ha estado aquí cada vez que Rachel lo
necesitaba. Si necesita arreglar algo, estaba allí. La llevé al médico cuando estaba enferma,
siempre era yo. ¿Crees que puedes apartarme así por así? Esperaré a que Rachel decida qué
es bueno para ella.

-Ella ya sabe lo que es bueno para ella, y soy yo. Piensas que tienes la posibilidad de
ganarte el amor de mi esposa, me encantaría verlo. Llevamos juntos cinco años y no me va
a dejar —intentó olvidarse del pequeño detalle de que ella le había dado los papeles de
divorcio. Eso no contaba.

Estaba seguro que ella no estaba pensando con claridad y, ahora, iba a luchar, y ningún
otro hombre iba a tenerla a parte de él.

****

La señorita Bernard era una mujer amable y simpática , pero su boda se acercaba y se
estaba transformando en una novia muy nerviosa. Por la emoción o los nervios se retorcía
y a Rachel no le gustaba ponerle alfileres en el corpiño, por miedo a pincharla. Sus risitas
algo histéricas le hicieron pensar que eran solamente nervios, aunque no lo sabía con
seguridad, no era una verdadera experta.
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—Lo siento mucho —dijo la señorita Bernard.

Está bien. No quiero hacerte daño. Solo tomará un poco más de tiempo.

¿Estabas nerviosa como yo cuando te pusiste el vestido?

No, no lo estaba —se había puesto el anillo de bodas esa mañana, para apaciguar a
Wolfe, y también esperaba que eso significara que se iría más temprano que tarde. No
había razón para mentirle a la mujer. Cuando se casó con Wolfe, no tenía idea de lo que
estaba por venir. —Amaba demasiado a mi marido.

Amo a Michael. Él lo es todo para mí y mucho más. Me hace reír y sonreír, y reír un
poco más. Siempre es muy divertido, y no puedo tener suficiente de él. Quiero casarme con
él.

La señorita Bernard levantó las manos y gimió.

>>Sin embargo, no entiendo por qué estoy tan preocupada. Quiero decir, mírame -sus
manos temblaban. —Solo quiero casarme con él.

Rachel se levantó del suelo y tomó las manos de la mujer. Ella era joven, tan joven
como había sido ella. Solo tienes veinticinco. ¿Por qué de repente se sintió mucho más
vieja que su edad? Ella acarició con el pulgar el diamante gigante en su mano.

-No pasa nada tienes derecho a estar nerviosa. La boda es en un par de semanas, y
apuesto a que tienes mucho que hacer.

-Ni te imaginas. No puedo creer que decidi hacer esto sin la ayuda de nadie. Tengo a
mis padres, pero no quiero que hagan nada sin consultarlo primero conmigo. No se si, al
final, podré manejarlo todo. El vestido ni siquiera está listo, y sé que es mi culpa, te
cancelé un par de veces, así que solo puedo enfadarme conmigo misma.

-No pasa nada.

-Pero si que pasa. Nunca pensé que este vestido se volvería un problema, pero los
nervios me hacen temblar, y sé que estás preocupada por clavarme un alfiler.

-¿Qué tal si tomamos un descanso? —preguntó Rachel.

-Háblame de tu boda. ¿Cómo fue?

-¿Mi boda? 

-Sí. Cada vez que hablo sobre la mía, veo como me miras, y sé que ya
estás casada. Me lo dijiste.

La señorita Bernard se sentó a su lado. Estaban en la mercería, pero en la sección de


sastrería. Por lo general, ayudaba a subir las mangas largas o las piernas, o hacer
reparaciones ocasionales. Había cosido muchos botones y reparado bastantes agujeros en
los últimos años.

Había aprendido a coser años atrás, cuando era niña. Su abuela y su madre la habían
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enseñado, y se dio cuanta que la ayudaba a relajarse.

Mis padres y mi esposo ayudaron a organizarlo todo. Me enamoré mucho y muy rápido
—ella no podía negar sus sentimientos por Wolfe. Era una de las razones por las que era
tan difícil tenerlo a su alrededor todo el tiempo. Esos sentimientos no habían muerto en
ella. Todavía estaban muy presentes. —Todo lo que tenía que hacer realmente era decirles
lo que quería, y listo. Conseguí el vestido perfecto. Muy a menudo, la gente piensa que
reaccionamos exageradamente a las pequeñas cosas. El vestido perfecto, el pastel
correcto, los arreglos florales. Vamos a casarnos por el resto de nuestras vidas, entonces,
¿por qué no podemos tenerlo todo perfecto?

-Te entiendo perfectamente. Un par de mis damas de honor me han dicho que tenga un
vestido de respaldo en caso de que esto no funcione, pero no quiero un vestido de
respaldo. Vi tu diseño en los bocetos, y sabía que esto era lo que quería.

-Y te lo agradezco, Chloe —dijo ella. Raramente pensaba en la señorita Bernard como


Chloe.

-¿Cómo fue el día? El gran día.

-Fue el día más maravilloso de mi vida -ella no podía negar eso. Nunca había sido tan
feliz en toda su vida.

-Realmente lo fue -dijo Wolfe, sorprendiéndolas a ambas. Levantó la vista para verlo
sosteniendo una bolsa de papel marrón.

-Wolfe —dijo ella, poniéndose de pie. Se limpió los pliegues de los pantalones y lo
miró. -¿Qué estás haciendo aquí? -Pensé en traerte algo de comida. Pensé que podrías
tomar un descanso.

-¿Tú eres Wolfe? -preguntó la señorita Bernard.

-Ciertamente lo soy. El esposo de esa mujer. Un placer conocerte —le tendió la mano a
la mujer. Rachel no se sintió cómoda por el repentino ataque de celos que la golpeó por el
simple echó que intentaba ser amable. Contrólate, Rachel. Ella es una clienta.

Se apartó de ellos, pero solo consiguió que Wolfe la enganchara por la cintura.

>>Fue el mejor día de mi vida. Ver a esta mujer caminar por el pasillo hacia mí, fue algo
mágico.

-¿No tenía dudas? -preguntó la señorita Bernard.

-Ninguna. Sabía que cuando le pusiera el anillo en el dedo, ella me pertenecería y que
nadie podría alejarla de mí —¿estaba tratando de recordarle que no pensaba ni por un
momento divorciarse?

-Ambos os veis tan dulces juntos.

-Gracias -dijo Rachel. -Si amas a tu hombre, entonces no importa lo que lleves al ir
hacia él. Él te amará y será feliz de que hayas llegado. La señorita Bernard se echó a reír, y
aplaudió.
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-¿Podemos tomar un descanso? Lo siento pero realmente necesito verlo ahora mismo -
ella ya estaba corriendo hacia el pequeño vestidor.

-Por supuesto. Te esperaré.

En cuestión de minutos, se quitó el vestido y lo colgó, se cambió y salió de la


habitación. Tomando asiento en los escalones, Rachel se frotó los ojos, mientras Wolfe se
sentaba a su lado.

-Te he traído el almuerzo.

-¿Benjamin ha llegado bien a la escuela?

-Por supuesto, incluso he podido leer un rato con él. Ha ido realmente muy agradable.

Ella lo miró, preguntándose si estaba bromeando o lo decía en serio.

>>¿Nuestra boda fue el mejor día de tu vida? -preguntó.

Abrió la bolsa de papel marrón para ver un sándwich esperándola. No le importaba de


lo que era, tenía tanta hambre...

-Sí, y lo sabes. Es todo lo que después pasó en lo que no puedo soportar pensar.

-¿La noche de bodas?

-Después de eso -dijo ella, sintiendo sus mejillas arder.

Había estado tan nerviosa como la señorita Bernard cuando llegó su noche de bodas. Su
hombre finalmente le iba hacer el amor, se había sentido un poco enferma por la
anticipación y la aprensión.

No quería que escucharas nada de aquello.

-No importa lo que querías que yo escuchara. Lo he hecho, y me alegro.

-¿De verdad? Verás, cuando lo pienso, podría haber sido parte de la vida de Benjamin
mucho más si no hubieras…

-Hubieras conseguido un felpudo. No conseguí mi final feliz como quería, pero no


cambiaría la vida que decidí tener por nada. Amo a mi hijo, donde vivo y mi trabajo. Mi
mamá siempre decía que me encontraría feliz cuando me acomodara, y, lo hice. 

Rachel siempre había estado buscando su felicidad, y durante un corto tiempo, creyó
que Wolfe era su sueño echo realidad.

-No quería un felpudo, independientemente de lo que crees.

-No importa ahora, nuestra vida ha cambiado. -Ella se encogió de hombros.

-Sentí lo caliente que estabas por mí, Rachel. Podríamos intentarlo otra vez. -Le dio un
mordisco a su sándwich.
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-El sexo y la atracción no hacen un matrimonio feliz.

-¿Y crees que esa chica va a encontrar la felicidad? De ninguna manera me casaría con
alguien que se comporta como ella.

-No puedes entenderla, no estabas nervioso por casarte conmigo, no me amabas, como
dijiste, yo era el blanco más fácil de todas mis hermanas. No soportaba a Mary.

-Todavía no soporto a Mary, pero ella no cuenta.

-Luego está Alice.

-De nuevo, no es el mejor ejemplo.

-Entonces solo te quedaba yo para conseguir lo que querías —dijo. —El objetivo más
fácil. No puedes juzgar a otras mujeres por sus nervios, ni compararlas con nosotros.
Tenías un objetivo en mente.

-¿De verdad crees que no podría haber elegido a Mary y Alice, o a cualquiera de los dos,
si hubiera querido?

-No quiero pensar en ti con una de mis hermanas —se puso de pie.

-¿Sabes? conseguí una foto tuya, y no te hizo justicia. Tu largo cabello rubio y tus ojos
azules me hipnotizaron -él se rio entre dientes. -Te vi antes de conocerte, Rachel, y fue
cuando supe que me casaría contigo. Eres más impresionante en persona de lo que
cualquier foto podría capturar, porque no muestra tu bonita sonrisa o el amor que brilla
en tu mirada. No hay forma de que alguien sepa lo que estás pensando o sintiendo, pero
yo si puedo. Todo lo que tengo que hacer es mirarte a los ojos, y observarte.

Sus palabras la tocaron profundamente pero, no podía permitirse creérselas. No está


vez.

Tengo trabajo que hacer.

Girando sobre sus talones, lo dejó solo. Sus manos temblaban. 


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~8~
Los días pasaron lentamente, pero Wolfe no se daba por vencido. A pesar de que Rachel
se las ingenió para no pasar tiempo con él por trabajo, para visitar a alguien en la ciudad,
para trabajar aún más o para ir a la escuela, ahí estaba él.

Cuando era cuestión de la escuela, al menos podía estar con ella, porque no había razón
para que ella estuviera sola encargándose de todo, ya no. Por las noches, pasaba mucho
tiempo con su hijo, hasta que Benjamin le decía que necesitaba dormir.

Esta noche, ella le había estado leyendo durante dos horas. Eran poco más de las diez.
Apoyado contra la pared opuesta, con los brazos cruzados, esperó a que Rachel saliera de
la habitación de su hijo. No había clases mañana, por eso Benjamin se quedó despierto.

-He preparado una bebida para nosotros -dijo. -Está abajo.

-Lo siento, pero me voy a dormir. Estoy muy cansada.

-Eres una cobarde, Rachel. Tienes miedo de terminar en la cama conmigo, ¿es
eso?

-De ninguna manera. No tengo intención de acostarme contigo, en absoluto. Tú ya


sabes que no te quiero -se rio entre dientes.

-Eres una horrible mentirosa.

-Lo sé -se tapó la boca con la mano. -No estaba mintiendo.

-Ya veremos, ¿no? Relájate un poco. Ven y siéntate conmigo. Todavía es temprano.

-Ha sido una semana larga -dijo. -Además, tengo que salir mañana a comprar comida.
Nuestra nevera está vacía.

-Puedo hacer eso -dijo.

-¿Salir a comprar comida al supermercado? ¿No tienes a alguien que hace el trabajo
por ti en la ciudad?

-Tengo a alguien que lo hace todo por mí. Hace mi vida más fácil.
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-¿Ves? -ella dijo.

-Puedo hacerlo. No es un problema. Honestamente, esta no será la primera vez, no te


preocupes.

Puso sus manos sobre sus hombros y la alejó de la cocina hacia la sala de estar. Ya
había encendido algunas velas para aliviar la tensión en la habitación. Bajó las luces y
trató de crear el ambiente perfecto para su velada. No esperaba sexo o que ella se
entregara a él. No, esto era para que ambos pudieran sentarse, relajarse y disfrutar.

Todo lo que había querido desde que llegó era disfrutar de su compañía y pasar tiempo
con ella, como solían hacerlo. Se sentaban durante horas antes del día de su boda,
hablando, riendo. Extrañaba esos momentos juntos, más de lo que quería admitir.

Su risa era contagiosa, ella siempre lograba sacarle una sonrisa. No podía tener
suficiente de Rachel. Cinco años fue mucho tiempo sin estar con ella. Ni siquiera se dio
cuenta de cuánto la había extrañado hasta hacía poco. Agarrando sus chocolates calientes,
que él había hecho perfectamente, se unió a ella, sentándose a su lado, cerca pero no
demasiado, para darle espacio y para que ella no sintiera que la estaba presionando.

Tomó un sorbo de chocolate caliente y dejó escapar un gemido.

-Es perfecto. Has aprendido a hacerlo.

-He estado trabajando en ello toda la semana para poder presumir un poco -ella se rio
entre dientes.

-Esto es un gesto muy bonito de tu parte.

-Lo estoy intentando, igual que con el almuerzo que hemos compartido esta mañana. A
parte de hacer la compra, ¿qué más tienes que hacer?

-Nada más. Benjamin estará en casa mañana. Normalmente me ayuda en la cocina, así
que todo el resto está controlado.

-Hicimos un hijo muy bueno.

-Lo sé -dijo. -Él es la mejor parte de cada uno.

-No creo que sea lo único bueno que tenemos juntos.

-No podemos estar en la misma habitación el uno con el otro por más de unos minutos
sin que uno de nosotros se vuelva loco -él se encogió
de hombros.

-Si realmente lo piensas, nunca lo hemos intentado realmente.

-¿Qué quieres decir?

-Esta es la primera vez que nos sentamos y que no estás enfadada conmigo, que no
piensas que estoy tratando de demostrar que estás equivocada o forzándote a quedarte
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conmigo. Por una vez, somos solamente dos personas compartiendo un rato juntos y
disfrutándolo -tomó un sorbo de su chocolate. -Y tienes razón. Totalmente he rockeado
este chocolate.

-No he dicho nada de rockear -dijo, riendo de nuevo.

-He echado de menos esto.

-¿Esto?

-Tú y yo, hablando, estando juntos. Solíamos hacer esto muy a menudo antes.

-Estoy segura de que has tenido muchas más cosas interesantes que hacer que pensar
en nuestras conversaciones. Nunca hablábamos de nada profundo y significativo.

-Significó algo para mí. Siempre hablábamos sobre nuestros planes para el futuro.
Cómo queríamos una gran familia.

-Hablé de más -dijo. -Recuerdo haber mencionado que deseaba una gran familia con
una docena de niños.

-¿Todavía quieres eso? -preguntó.

-Lo que quiero no importa. Lo que uno quiere o desea cambia con el tiempo. Sé que he
cambiado.

No pudo resistirse a estirarse para acariciar un rizo y colocarlo detrás de su oreja. En


lugar de seguir, retrocedió y bebió su chocolate caliente.

-Si tuvieras la oportunidad de tener una docena de hijos, de llenar esta casa con niños
y niñas, ¿lo harías? -le preguntó.

-No puedo responder a eso -dijo ella.

-¿Por qué no? Es una pregunta simple.

-Bueno, si pudiera adoptar, entonces sí, podría suceder.

-Espera, ¿por qué estás hablando de adopción? -preguntó.

-Solo me veo a mí misma teniendo una docena de niños con el chico por el que estaba
loca. Mi vida ha cambiado.

-¿Ya no estás loca por mí? Quiero que me respondas en serio, no bromees.

-¿Importa lo que siento?

-Puedo darte lo que quieres.

-No,-no puedes—ella no hizo ningún movimiento para irse, incluso cuando su voz pasó
de sonar tranquila a enojada. -Hemos cambiado, Wolfe. No somos las mismas personas.
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-¿Me estás diciendo que cuando hago esto, no sientes nada? -él ahuecó su mejilla,
acariciando sus labios con el pulgar. Eran tan besables y tentadores. Había pensado en
ellos muchas veces, envueltos alrededor de su pene mientras bombeaba en su boca.

-¿Wolfe?-lentamente le pasó un dedo por el cuello.

-No estoy tratando de demostrar nada aquí. No espero ganar ninguna batalla.
Simplemente estoy intentando hacerte ver qué es lo que sientes por mí. No por nadie más,
solamente por mí.

Le pasó la mano por el pezón y bajó hasta el muslo. Él no tocó su coño, en cambio,
tomó su mano y la colocó sobre su pecho.

-Lo siento por todo.

-Estás mintiendo.

-No lo estoy. Anhelo tu toque, Rachel. Lo he hecho por mucho tiempo. Incluso más de
lo que crees.

Él le sostuvo la mano, con la palma hacia arriba, presionando los labios contra el centro
y besándola.

>>¿Crees que estos cinco años han sido fáciles para mí? No lo han sido.

-Sí, claro, con todas tus mujeres rogándote atención. Podías elegir, y te he visto en
fotos. No has estado solo.

-No he follado a ninguna de esas mujeres -dijo, admitiendo la verdad.

-Estás mintiendo de nuevo.

-No, te estoy diciendo la verdad. Ninguna mujer ha estado en mi cama excepto tú. Eres
la única que quiero.

-¿Esperas que crea que durante los últimos cinco años, no has estado con otra mujer?
¿Qué no has... hecho nada?

-He hecho muchas cosas, Rachel, pero solo con mi mano y pensando en ti mientras lo
hacía —extendió su brazo y la tocó. -Te estoy diciendo la verdad.

-Pero tenías aventuras.

-Estaba mintiendo. No digo que no he recibido ofertas desde que te fuiste. Las hubo,
pero nadie me ha atraído. Solo quiero a una mujer, y esa eres tú.

-No sé si puedo creerte.

-No me importa si quieres creerme o no. Es la verdad. Nunca pareció el momento


adecuado para cerrar esta brecha, y por eso lo siento. No debería haber esperado cinco
años. Entre que escuchaste mi conversación de mierda y que nació Benjamin, nunca
pareció un buen momento, hasta que entraste en mi oficina. No he estado con nadie más.
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Soy un imbécil hasta la médula, pero tomé mis votos en serio, incluso si después mentí
sobre ello -se inclinó cerca y rozó sus labios con los de ella. Rachel dejó escapar un
pequeño gemido cuando él finalmente reclamó el beso que había estado esperando toda la
noche.

Ella puso su mano en su mejilla, gentil, dulce. Él se apartó solo un poco para mirarla a
los ojos.

>>Sé que tampoco has estado con nadie más. No me amas en este momento, pero hubo
un tiempo en que yo lo era todo para ti, y sé que puedo volver a serlo si me das la
oportunidad.

-¿Wolfe?

-No te asustes. No huyas de mí. Estoy aquí para quedarme, no voy a ir a ninguna parte
-no había forma de que pudiera alejarse de esa mujer por segunda vez, o dejarla irse.

-Estas dispuesto a darme todo lo que siempre quise... el divorcio -él resopló.

-No va a pasar. Te deseo demasiado.

-No se puede tener todo.

-Soy Wolfe Montgomery, y puedo tener todo lo que quiero.

Él agarró la parte posterior de su cuello, acercándola y reclamando sus labios con


fuerza.

Tenía que tenerla, probarla, hacerle saber la pasión que había acumulado dentro de él,
solo por ella. Ella era la mujer que él no podía sacar de su mente.

Las mujeres con las que, supuestamente, había estado saliendo, solamente lo
acompañaba durante eventos puntuales cuando era necesario, y luego las llevaba a casa.
No tenía deseos de renunciar a sus votos matrimoniales. Los hizo con la intención de
mantenerlos. Incluso entonces, cuando había usado a Rachel para sus propios beneficios,
él sabía que ella era especial en su camino, y no podía dejarla ir.

Ella era la única persona por la que estaba dispuesto a luchar.

****

No había forma de que Rachel pudiera confiar en Wolfe, en realidad no. Era un hombre
acostumbrado a obtener lo que quería, y era capaz de usar todos los medios posibles. Él no
quería divorciarse, pero este no era el Wolfe que ella conocía del pasado. No hubo palabras
suaves, ni romance. La habitación tenía algunas velas, y él le había traído chocolate
caliente, pero no había vino ni champán, ni chocolates. Y esta no era una habitación de
hotel.
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El beso se profundizó, y él trazó sus labios con su lengua. Ella se abrió con un pequeño
gemido cuando él se hundió dentro de su boca. No pudo resistirse a tocar su lengua con la
suya mientras presionaba su cuerpo contra el de él.

Wolfe rompió el beso primero, tomando su taza y colocándola sobre la mesa larga a su
lado. Se recostó contra el sofá, mientras sus manos acunaban su rostro, tomando sus
labios una vez más. En lugar de retroceder, ella se acercó a horcajadas sobre su cintura.

Una de sus manos se hundió en su cabello mientras la otra se deslizaba por su espalda
para agarrar su trasero.

-No tienes idea de cuántas veces he pensado en ti -dijo.

-Por favor.

Ella cerró los ojos y apretó su coño contra su pene, que estaba muy duro, y no había
forma de confundirlo con nada más. Levantó su camisa y ella no luchó. Tirando de ella
sobre su cabeza, la arrojó a un lado mientras atacaba la suya.

De pie, ambos se desnudaron, sus pantalones cayeron al suelo amontonados. Con ella
todavía usando su sostén y bragas, Wolfe se recostó contra el sofá, agarrando sus caderas
y tirando de ella hacia abajo.

Con un simple movimiento, su sujetador estaba fuera y su boca sobre sus pezones. Él
presionó sus tetas juntas y comenzó a lamer y chupar los brotes duros. Ella lo miró,
apartándose el pelo mientras veía como sus dientes jugaban con sus pechos. Ella soltó un
gemido cuando él la dejó ir.

Sus manos se movieron hacia abajo. Con un tirón de su mano, sus bragas se rasgaron y
su palma la ahuecó. Cuando deslizó un solo dedo dentro de su coño, ella gimió su nombre.

-No tienes idea de cuánto quiero follarte -dijo.

Su pulgar acarició su clítoris, y Rachel jadeó mientras hundió dos dedos dentro de ella.
Cuando él la meció cerca de su cima, no pudo evitar sentir la espiral de placer. Estaba muy
cerca del borde, pero Wolfe se detuvo y no le permitió venirse.

Empujó sus calzoncillos bóxer por sus muslos, y ella se apartó mientras él se aferraba a
su eje. Ya estaba muy duro, y la punta goteaba pre-semen.

Ni siquiera se tomó un tiempo para pensar o cuestionar lo que estaba sucediendo y,


cuando se deslizó por su longitud, dejó escapar un jadeo.

Después de que ella lo tomó un par de centímetros, Wolfe la agarró por las caderas y la
bajó el resto del camino. 

Ella apretó los dientes cuando entró duro y profundo, casi hasta el punto del dolor.
Cuando envolvió sus piernas alrededor de él, presionó su rostro contra su cuello, sintiendo
el pulso de su excitación profundamente dentro de ella.

Cinco años. Cinco largos y solitarios años. Wolfe se sentía increíble. Esto no estaba mal.
Ellos estaban casados. Esto era más correcto que cualquier otra cosa en su vida.
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Le acarició la espalda con los dedos, lentamente, yendo hacia su trasero antes de volver
a levantarlos para provocarla un poco más.

>>¿Quieres que pare? -preguntó.

-No.

Sus manos volvieron a sus caderas y la levantó. Ella trabajó con su ritmo, balanceándose
arriba y abajo en su longitud, y hundió los dientes en su labio, tratando de contener sus
gemidos, pero fue inútil.

Cuando miró hacia donde se unían, el placer estaba fuera de este mundo, incluso mejor
de lo que podía haber imaginado. Sin embargo, Wolfe no había terminado con ella.

Los movió en el sofá para que fuera él el que estuviera encima. Levantó una de sus
piernas para que descansara en el sofá y colocó la otra sobre su cadera, manteniéndola
abierta. Con largas y duras estocadas, comenzó a follarla, tomando lo que quería.

-Míranos, Rachel. Mira mi polla llevarte. Tu coño está tan jodidamente apretado. No
puedo tener suficiente de ti. Quiero follarte fuerte, una y otra vez, todo el maldito tiempo
-embistió dentro de ella, y Rachel gritó su nombre.

Él retrocedió, manteniendo sus piernas abiertas, y sus dedos acariciaron su clítoris. Ella
estaba, completamente a su merced. No tenía escapatoria.

Jugó con su coño, haciéndola venir no una vez, sino dos veces en su pene. Ella gritaba
su nombre, sin poder contenerse, rezando para que su hijo no se despertara.

De repente Wolfe dejó caer sus piernas y comenzó a follarla aún más fuerte. Pequeñas
ondas de liberación la atravesaron cuando él sacudió una parte dentro de ella que
mantuvo su placer repitiéndose, obligándola a venirse aún más.

Estaba completamente sin sentido, ni le importaba lo que estaba haciendo. Se suponía


que debía estar tratando de encontrar una manera de convencer a Wolfe de un divorcio, no
follarlo.

Cuando él llegó, escuchó su gruñido, sintió que su pene se contraía y supo que había
encontrado su propia liberación.

Cuando se derrumbó en el sofá, ella tomó su peso sintiéndose feliz por primera vez en
mucho tiempo, y eso había sido en su noche de bodas, antes de que supiera la verdad.

Pero también estaba asustada, preguntándose si había cometido el mismo error que
años atrás creyendo nuevamente en él. 
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~9~
Rachel lo estaba evitando, y casi lo estaba logrando. Wolfe no tenía dudas de que si iban
al picnic, ella encontraría un millón de razones para estar en otro lugar que no fuera con
él. Sin embargo, por el momento, estaban en casa, viendo a Benjamin corriendo,
reuniendo todas las cosas que necesitaba para la comida.

Wolfe estaba parado en la puerta de la cocina, mirándola.

Se había despertado esta mañana con ella en sus brazos. Había sido una de las mejores
mañanas que había tenido. En su noche de bodas, no pudo despertarse con ella, debido a
que ella ya se había ido al amanecer.

-Ya tenemos varias tartas hechas, muy bien, hijo.

-Gracias, mamá. ¿Puedo ir a jugar? -preguntó Benjamin.

Lo miró y Wolfe vio que no quería dejar a su hijo ir a divertirse por miedo a quedarse a
sola con él.

-Adelante, hijo -dijo. -Yo puedo ayudar a tu madre -agarró un delantal y se lo puso
de inmediato.

Benjamin aplaudió mientras salía corriendo de la habitación y subía directamente al


piso superior.

Hubo un tiempo en que amaba estar en la cocina contigo.

-¿Fue eso antes de que te asustaras por estar sola conmigo? -preguntó.

-No me estoy volviendo loca por estar sola contigo. No seas ridículo. No estoy
preocupada. ¿Por qué lo estaría? Solo somos dos personas adultas y casadas que disfrutan
del mismo espacio. Está bien. No veo donde hay un problema.

-¿Y no estás confusa? Porque tengo la sensación que los nervios te están superando -
ella lo fulminó con la mirada.

-Estoy bien.

-Te conozco y me he dado cuenta cuando te has asustado esta mañana —dijo,
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moviéndose alrededor del mostrador.

Sus manos estaban apretadas en puños, y él se preguntó si ella quería golpearlo.

-No me he asustado, pero no todos los días me despierto con un hombre mirándome
mientras duermo.

-Babeas un poco, solo para que lo sepas.

-¿Qué? No me puedes decir esas cosas.

-No pasa nada, es normal, es mi culpa, te cansé hasta el olvido -se cubrió las orejas y
luego la cara.

-No hables así, nuestro hijo está aquí.

-También estaba en casa anoche. Y podemos dar la gracias a Dios porque, a pesar de
todo, no lo despertamos -se acercó a su mujer y la tomó de los brazos. -¿Crees que una de
tus hermanas lo llevará a pasar la noche en su casa, para que pueda hacer que grites más
fuerte cuando te corres?

-Anoche fue un error -dijo, saliendo de entre sus brazos.

-Cualquier otro hombre estaría molesto por su rechazo, pero él no era como los demás.

-No es así, y lo sabes -dijo.

-Wolfe, esto no cambia el hecho de que quiero el divorcio.

-Tendrás que cambiar de opinión al respecto. No voy a dártelo, así de simple.

-¿Realmente quieres vivir el resto de tu vida así? ¿Sabiendo que todo esto para mi fue
un error y que siento que siempre me estás contradiciendo?

-No siempre será así -ella sacudió su cabeza. 

-Tengo trabajo que hacer.

Se puso de pie de nuevo y comenzó a trabajar en la masa de la tarta que estaba en el


mostrador. Ya la había visto hacer muchas esa mañana.

Esperó unos segundos y se movió hasta ponerse detrás de ella, y luego la tocó. Le puso
las manos en las caderas y se quedó encantado. No podía tener suficiente de ellas. Eran
redondas, con curvas, y amaba abrazarla mientras la tomaba.

Ella tenía un lindo y apretado coño. En lo que a él respectaba, anoche fue solamente la
primera noche, e iba a tener muchas más en el futuro. No había forma de que la dejara ir,
no cuando estaba tan cerca de recuperarla. Wolfe no tenía dudas de que podía ganar esto.
Por Rachel, valía la pena seguir luchando.

>>¿Wolfe?
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-Dime que pare. Dime que no te gusta tener mis dedos en tu coño, te prometo que me
alejaré de ti y te dejaré volver a hornear. Si eso es lo que realmente quieres hacer, hornear.

Usando dos dedos, trabajó su clítoris, deslizándose a cada lado de ella, presionándolos
para que se sintiera rodeada. Con su otra mano, liberó el cordón de sus pantalones cortos
y los empujó hacia abajo para que cayeran alrededor de sus tobillos.

Todavía jugando con su coño, libero polla, acariciándose con fuerza.

>>Agárrate al mostrador -dijo.

Rachel se aferró al borde del mostrador, y él inclinó sus caderas para crear el ángulo
correcto, para encontrar su entrada. Deslizando su polla profundamente en ella, cerró los
ojos, disfrutando del placer de sentir su apretado coño, como lo rodeaba. Ella lo era todo.

Él dejó de acariciar su clítoris para mantener abiertas las nalgas de su culo y poder verla
tomar su polla.

Se retiró de su coño, viendo su crema en su longitud antes de deslizarse de nuevo en


ella hasta la empuñadura.

Soltando su trasero, sostuvo su cadera y comenzó a tocar su coño nuevamente, jugando


con su clítoris, acercándola más y más al orgasmo. Quería llenarla con su semen otra vez.

Anoche la había llenado hasta el borde. No había estado con otras mujeres, pero había
pasado mucho tiempo atendiendo sus propias necesidades pensando en ese momento.
Cuando Rachel lo dejó, Wolfe supo que la recuperaría cuando estuviera listo, y ahora lo
estaba.

Ella no iba a escapar otra vez, y si tenía que follarla para que ella viera eso, lo haría.

Ya había revisado su habitación y baño, e incluso su bolso, y no había encontrado


ninguna píldora contraconceptiva que la ayudara a no quedarse embarazada. Y,
obviamente, no tenía la intención de ponerse un condón para follar a su esposa, de
ninguna manera.

-Por favor -dijo.

Un gemido cayó de sus labios, y él se estrelló hasta el fondo y continuó jugando con su
clítoris, acercándola al orgasmo con cada segundo que pasaba.

Rachel gimió su nombre, y no tuvo más remedio que soltar su cadera y poner una mano
sobre su boca.

Mejor que te mantengas en silencio, ya que no queremos que nos interrumpan.

Su coño se apretó alrededor, reaccionando a sus órdenes. La atrajo, sosteniéndola en su


lugar cuando ella se vino.

Solo después que Rachel terminara, y que los últimos espasmos de su orgasmo
disminuyeron, la agarró por las caderas y la folló aún más fuerte, haciéndola tomar su
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su polla una y otra vez.

Bombeó dentro de ella y Rachel no tuvo más remedio que aferrarse al mostrador, de lo
contrario le habría sido imposible aguantar la fuerza de sus empujes. Con lo mojada y
apretada que estaba, no duró mucho más. Se vino con fuerza, asegurándose de estar
enterrado dentro de ella, esperando que su semen inundase su útero y deseando poner un
bebé en ella. La última vez, no tomó mucho, y esperaba que pronto tendrían buenas
noticias.

Besando su cuello, ambos jadeaban por respirar.

>>No creo que debas usar esta masa. No hay forma de que pueda ir a la barbacoa
mañana y ver a la gente comer el pastel que preparabas
mientras follábamos -dijo.

Ella se rio.

-No pensaba hacerlo. No puedo creer que hayamos hecho esto.

Él lamió su pulso y mientras se apartaba de ella, se inclinó para recoger sus bragas,
viendo su semen goteando de su coño.

Ahuecando su coño, comenzó a empujar su liberación dentro de ella, no quería que se


desperdiciara ni una sola gota.

La próxima vez, iba a tener que encontrar una razón para sostenerla y que ninguna
parte de él pudiera salir de su coño. Así que no entró en pánico, volvió a ponerle las
bragas, la acunó y las presionó para que pensara que era su propia excitación lo que senía.

Rachel gimió y él se paró detrás de ella, mordiéndole el cuello.

-Creo que ambos sabemos a quién perteneces realmente.

-Tenemos que dejar de hacer esto. -dijo. 

-¿Por qué? Nos divertimos mucho, y ya estamos casados. Sé que no soy el mejor esposo,
pero estoy trabajando en ello y quiero serlo para ti.

No estaba mintiendo. Quería follar con su esposa, pero no se trataba solo de dejarla
embarazada. Quería sentirla suya.

Follarla fue solo una vía rápida para que él obtuviera lo que quería. Sabía que era un
imbécil, pero obtenía siempre lo que quería usando todos los medios necesarios para
lograrlo.

****

El día del picnic, Rachel estaba muy nerviosa e inquieta, era la primera vez que
Benjamin, ella y Wolfe salían juntos como una familia. Wolfe insistió en tomar su coche, y
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había cargado en el maletero los pasteles que había horneado, menos los dos que
prepararon cuando Wolfe decidió follarla.

Después de haber tenido sexo con ella en la cocina, se había quedado para ayudar a
limpiar el desorden e incluso hacer un par de tartas él mismo. Nunca había pensado en él
como ayudante antes, pero había seguido sus instrucciones sin dudar en ningún momento,
y le pareció agradable estar cerca de él. No se había sentido así en mucho tiempo, y sabía
que necesitaba reaccionar.

No había forma de que se divorciara de ella si pensaba por un segundo que ella todavía
estaba sufriendo por él, deseándolo.¡Y lo hacía!

Hizo a un lado esos pensamientos y se concentró en el día que le esperaba. Wolfe


estacionó en una de las pocas plazas disponibles fuera del restaurante del pueblo.

El picnic se hacía en la plaza, cerca de la iglesia. Pensaban que era una buen lugar para
reunir la gente de la comunidad y compartir la comida que traía cada persona. Según ellos,
ayudaba a entender el termino de compartir y reforzaba el amor y el respecto. Ella no
sabía si realmente era así.

En el momento en que el motor se apagó, Benjamin salió pero, como el buen chico que
era, esperó en la parte trasera del auto para ayudar a descargar las tartas.

Wolfe abrió el maletero, Benjamin agarró dos bandejas, para después salir corriendo
hacia las mesas en el centro de la plaza.

-¿Esto sucede todos los domingos? -preguntó Wolfe.

-No. Una vez al mes, a menos que haga mal tiempo, en ese caso se pospone o se cancela
hasta el mes siguiente.

-¿Y todos traen algo?

-Sip.

-¿Tú disfrutas de esto?

-Amo esta parte. La preparación y el estrés de asegurarse de no envenenar a nadie, no


tanto.

-¿Por qué lo haces? -preguntó Wolfe. -No tienes que hacer nada de esto. Eres libre de
vivir tu propia vida y, si no les gusta, ¿a quién le importa?

-Pero, a pesar de todo, lo disfruto. El punto es que, después de todo el trabajo duro,
llega la parte que realmente me gusta. Si no me esfuerzo lo suficiente, me siento culpable.
Es bastante difícil de entender -cogió la bandeja.-Además, no me llevaré ninguno de estos
a casa. Si hay sobras, se entrega a cualquiera que lo desee al final.

-Pero, ¿qué pasa si yo lo quiero?

No seas un bebé. Esto se trata de dar y olvidarse un poco de uno mismo.


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Ella llevó la bandeja a la mesa y comenzó a colocar los pasteles. Una vez hecho el
trabajo, miró de reojo a Wolfe mientras estaba haciendo la suya y, sin esperar a que él se
acercara a ella, desapareció rápidamente entre la multitud, tomando un refresco y
vigilando que Wolfe no la encontrara.

Necesitaba un descanso. Solo un par de minutos para calmarse antes de tener que lidiar
con todo. Se sentía completamente abrumada por él.

Cuando la multitud se dispersó un poco, ella lo vio, la estaba buscando, y rápidamente


se movió detrás de uno de los árboles más grandes de la ciudad para observarlo.

Varias mujeres se le acercaron, todas ellas madres. Una de ellas era una reciente soltera.
Seguía sin entender porque no quería darle el divorcio. Sin embargo, mientras pensaba en
él firmando esos pedazos de papel, sintió un dolor agudo en su pecho. En lugar de seguir
mirándolo para ver si encontraba atractiva a alguna de las mujeres, ella rápidamente salió
de su escondite.

¿Realmente había estado diciendo la verdad sobre los últimos cinco años? Ella no sabía
si podía creerle o si era una estratagema para que no le pidiera nunca más el divorcio.

Tomando un sorbo de su refresco, siguió moviéndose para evitarlo. Cruzó rápidamente


la plaza del pueblo sin mirar a dónde iba y se topó con una espalda masculina y dura.

>>Oh, lo siento -dijo.

Ryan se volvió hacia ella con una sonrisa.

-Estoy bien, cariño, tranquila -dijo.

-¿Estás bien?

-Sí, estoy bien. ¿Sabes?, es la comida, y me gusta estar lo más lejos posible de todos y
de todo. Ya me conoces -ella sonrió. -¿Cómo estás?

-Bien, más que bien. Aunque he echado de menos pasar el rato contigo.

-Me pasé para ver si alguien había cortado el césped.

-Sí, Wolfe y yo nos encargamos de ello. Sin embargo, muchas gracias por pensar en mí.
Realmente significa mucho para mí que te importe.

-Por supuesto que me importas -él puso una mano sobre su hombro. No fue fuerte,
pero fue gentil, cariñoso, dulce. 

No le gustaba que la estuviera tocando. Si Wolfe lo veía, se enojaría, y lo último que


quería era que su marido causara una escena porque un tipo con el que había sido amiga
durante unos años le tocó el hombro en un gesto reconfortante. Por eso necesitaba el
divorcio. No eran compatibles. Alejándose de su agarre, miró hacia la multitud.

>>¿Estás buscando a tu esposo?


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Constellation

-No, en realidad me preguntaba donde podía estar mi hijo -dijo. -¿Dónde está Billy?

-Está cerca del arenero.

-¿Han construido uno este año? -preguntó ella. Durante los últimos dos años, los niños
pequeños habían estado pidiendo que se construyera un arenero para las reuniones y,
bueno, ella no podía creer que realmente hubieran conseguido lo que querían.

-Sí, supongo que, finalmente, han convencido al alcalde, ya sabes. Ayudé a construirlo
y también compré un montón de arena.

Eres una persona tan generosa, Ryan. Realmente lo eres. Cuando encuentres a una
buena mujer para estar a tu lado, ella tendrá suerte de tenerte como esposo-le ofreció una
sonrisa, sabiendo que un día encontraría una mujer para amarlo. Ryan dio un paso hacia
ella.

-Pensé que la había encontrado -la tomó de la mano y su corazón comenzó a


acelerarse. Esto no era lo que ella quería. Esto no era, para nada, lo que esperaba de él.

-¿En serio, quién? -esperaba estar confundiendo las señales o leerlas mal.

-Sabes quién, Rachel, tú.

-Ryan…

-Escúchame. Sé que tu esposo ha regresado y ha dejado bien claro que debo alejarme
de ti pero, ¿te hace feliz? ¿Realmente te da todo lo que necesitas? ¿Te ama?

-Ryan, tú no me amas.

-Lo hago. Te amo mucho. Veo lo increíble que eres con los niños. Cuánto te encanta
estar con ellos. Veo todo lo que él no quiere ver -él la atrajo un poco más cerca y, para no
llamar la atención sobre ellos, no peleó. -Él es una persona importante o
excepcionalmente capaz en la ciudad. Lo entiendo. Puede proporcionarte mucho más de lo
que yo puedo pero, ¿puede dártelo todo? Ni siquiera ha estado aquí la mitad del tiempo.
Esta es la primera vez que lo veo, y sé que cuando Benjamin va a verlo, no estás allí. Estás
con tus hermanas.

-¿Cómo sabes eso? -preguntó ella.

-Te escuché hablar de ello cuando ayudé a arreglar tu grifo que goteaba.

-No deberías estar escuchando las conversaciones de otras personas.

-Rachel tiene razón, no deberías -dijo Wolfe.

Estaba demasiado cerca, y ella comenzó a ponerse nerviosa.

-Wolfe, ¿dónde estabas? -preguntó Rachel.

Alejó su mano de la de Ryan, pero era demasiado tarde, Wolfe ya la había visto.
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-Si me acuerdo bien, te dije que te mantuvieras alejado de mi esposa.

-Wolfe, venga, vámonos. Hay una ensalada de pasta que creo que realmente
disfrutarás.

-Tienes un problema, ¿por qué no quieres que hablé con tu esposa? He estado allí para
ella durante los últimos cinco años, cuando tu no estabas.

-Te lo advertí, Ryan.

-No entendí la indirecta. Puedes intentar intimidarme, pero hay algunos lugares donde
tu dinero no va a funcionar. Esta ciudad me conoce. Todos saben lo que hago y cómo me
preocupo. Estoy enamorado de ti, Rachel. Sé que no me crees, pero también sé que no hay
forma de que puedas amarlo. Te abandonó.

-Será mejor que cierres la boca -dijo Wolfe. Hubo algunos jadeos, y ella sabía que esto
se le iba a ir de las manos.

-¿Por qué demonios debería hacerlo? Estoy diciendo la verdad. No has estado presente.
No estuviste cuando Benjamin dio sus primeros pasos o dijo sus primeras palabras. Rachel
y yo estábamos. Fue en el restaurante del pueblo cuando habló por primera vez, y en su
tienda cuando empezó a caminar. Yo fui parte de la crianza de tu hijo, pero tú has estado
ausente. No la mereces. Nunca la merecerás.

Ella dejó escapar un grito cuando Wolfe estrello su puño contra la cara de Ryan. 
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~10~
-A ver si lo entiendo todo bien, ¿empezaste una pelea con Ryan y lo golpeaste tanto
que el sheriff tuvo que intervenir? -preguntó Mary.

-No nme parece para nada divertido.

-Oh, por favor, si que lo es. Es realmente muy divertido. No me malinterpretéis, estoy
en shock. No me puedo creer que el frío y calculador Wolfe Montgomery se rebajara a
arremeter y a golpear a otro ser humano.

Wolfe no quería seguir hablando con la hermana de Rachel, quería que Mary se fuera.
Después de lo que había pasado, Rachel decidió pedir a su hermana que cuidara a
Benjamin esa noche, mientras meditaba lo sucedido y decidía si enviarlo a la escuela
mañana o no.

Estaba tocando a mi esposa. Diciéndole cómo la amaba y que, entre nosotros dos, él
era la mejor opción.

¿Y tú no estás de acuerdo?

-Diablos no. No veo porque voy a estar de acuerdo con esa mierda. Nunca lo estaré -
Wolfe había recibido algunos golpes, y su cara estaba ardiendo como la mierda.

-¿Sabes, Wolfe? Un pequeño consejo, realmente necesitas mirarte en un espejo y pensar


un poco mejor las cosas.

-¿Para qué cojones?

-Un baño de realidad. No estás viendo la situación con claridad ahora mismo.

-¿Y qué necesitas que vea claramente? -tenía un dolor de cabeza muy fuerte, sin
mencionar que sabía que Rachel estaba enfadada con él. Ella había tenido que ir y pagar la
fianza para que lo liberaran.

La prensa no iba a tardar a aparecer y curiosear.

-No has estado aquí, Wolfe. No puedes borrar los últimos cinco años, así como así. Ella
ha sido madre soltera desde el momento en que descubrió que estaba embarazada. No
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No estabas allí para sus clases prenatales. Ciertamente no estabas en la habitación con
ella para el nacimiento. Sé que estabas en el hospital el día en que ella se puso de parto,
pero no estabas allí. Alice y yo estábamos. Nosotras fuimos las que nos quedamos a su
lado. No sabes por lo que ha pasado. Ella no tenía ni niñera ni ayuda. Estaba agotada por
cuidar a Benjamin y trabajar, tanto que casi se derrumbaba.

-La habría ayudado, si lo hubiera sabido. Todo lo que tenía que hacer era acudir a mí.
Ella es tan terca.

-No has entendido nada, Wolfe. Ella no estaba trabajando para fastidiarte o porque es
terca. Ella estaba trabajando para no tener que pensar en ti. Para que pudiera pensar en
todo, menos en ti. Fue fácil para ti. No te enamoraste de ella. Ella se enamoró y tú la
lastimaste. Ella ha estado tratando de salir del pozo de la depresión desde entonces, y hoy
no le has facilitado la vida. Se la has hecho aún más difícil y, ahora, la gente en esta
ciudad podría no quererla por lo que hiciste. Puede que no te guste Ryan, pero él es un
buen tipo.

-Solo la quiere como madre para su hijo. Él no la ama.

-Es parte de esta ciudad, es tan importante como el alcalde. Créeme, podrías haber
dañado la vida que ella tiene aquí.

-Está bien, creo que lo tenemos todo listo para ti -dijo Rachel, dando la vuelta a la
esquina con una mochila. -Es solo por un par de días, mientras resuelvo algunas cosas.

-¿Estás ansioso por estar con tu tía, hijo? -preguntó Wolfe.

Benjamin ni siquiera le dedicó una mirada, y Mary lo miró con lástima, lo que no le
gusto para nada.

-Gracias por llevártelo. Llamaré para decirte lo que decido -Rachel abrazó a su
hermana y Benjamin ni siquiera se despidió de Wolfe. Su hijo lo estaba tratando con
indiferencia.

Los escuchó hablar en la puerta y oyó el clic cuando se cerró.

Rachel se dio la vuelta para mirarlo. Tenía las manos a los lados y parecía tan triste,
que tuvo que reprimirse para no abrazarla.

No quería que todo esto sucediera -dijo.

-No importa, ahora. Lo hiciste, no sé si lo planeaste o no, pero golpear a Ryan,


comportarte como te comportaste hoy, destrozar la comida, ¿por qué?

-No lo quiero cerca de ti.

-No voy a empezar una relación con Ryan.

-¿Incluso con lo que te dijo? Escuché cada palabra. Él te ama. Quiere tenerte
en su vida, a su lado.
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-¡Estoy casada contigo!

Él se paró y la miro, mientras los celos lo cegaban.

-¿Y si no fuera así? ¿Te habrías enamorado de él? ¿Habrías aceptado estar con él?
¿Habrías sido su pequeña esposa? ¿Horneando pasteles todos los fines de semana para tus
vecinos?

-Eso no tiene sentido, porque todavía estoy casada contigo. Ni siquiera voy a intentar
darte respuestas hipotéticas. Todo esto es ridículo, soy tu esposa, ¿recuerdas? -levantó la
mano, enseñando su anillo. -No sé si voy a poder quedarme en la ciudad después de hoy.

-¿Estás de broma? ¿Solo porque Ryan y yo nos hemos peleado?

-Ryan es uno de ellos. Además, cuando te alejaron, seguiste golpeándolo, y lo pateaste.

-¿Tú lo amas? -preguntó Wolfe.

-¿Qué?

-¿Lo amas? Dímelo, quiero saberlo, ahora. Te concederé el divorcio si me dices que
estás enamorada de Ryan y que quieres pasar el resto de tu vida con él y con nadie más.
Demonios, dímelo —dijo mientras gritaba las palabras.

Tenía lágrimas en los ojos y los dientes apretados. El silencio cayó entre ellos. Nunca
había estado tan enfermo y celoso en toda su vida. ¿Por qué no podía simplemente
mantener la boca cerrada? Esto no era lo que él quería.

-No -le respondió.

Su respuesta no fue más que un susurro, pero él la escuchó.

-¿Qué?

-No lo amo, y no voy a mentirte solo para que me concedas el divorcio -ella le dio la
espalda y comenzó a alejarse.

-Rachel, no puedes decir una mierda así y irte sin más -se apresuró hacia ella y la
agarró del brazo. Estaba en las escaleras, con una mano en la barandilla y un pie en el
primer escalón. -Háblame.

-¿Que más puedo decir? No sé si Ryan te demandará por la pelea de hoy. Voy a hacer
las maletas.

-¿Espera, a dónde vas a ir?

-De vuelta a la ciudad. Puedo quedarme con una de mis hermanas o contigo, como tú
veas. No quiero lastimar a mi hijo o dejar que lo aparten de mí por lo que has hecho.

-Estas exagerando.

-Tú no sabes como funcionan las cosas aquí, Wolfe. Es una comunidad donde la
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violencia no es la respuesta. No fue fácil integrarme, yo era una extraña y, ahora, tú has
hecho la situación aún peor. Te traje aquí, y no he podido controlarte. No estoy haciendo
esto por ti, estoy haciendo esto por Benjamin -ella le aparto la mano de su brazo para
irse.

-¿Me amas? -preguntó, gritando las palabras mientras se alejaba, subiendo las
escaleras. Hizo una pausa, pero no miró hacia abajo. -Sé que soy un imbécil. No necesito
que nadie me lo diga. Lo sé. No voy a cambiar, es lo que soy. Si no amas a Ryan y estás
dispuesta a irte conmigo, significa que me amas, ¿verdad? Todavía sientes algo por mí -
ella se dio la vuelta, pero no dijo ninguna palabra. Sus ojos azules lo capturaron de nuevo,
pero ahora estaban llenos de lágrimas, y solo podía pensar en que era él quien las había
puest allí.

-Voy a hacer las maletas -Rachel no le respondió, pero él la conocía. Ella lo amaba, y
por eso estaba empacando.

Alejándose de las escaleras, sonrió. Esto era lo que él quería. Bueno, no exactamente.
Sabía que tendría que ir y hablar con Ryan, tratar de convencer al hombre de que no
presentase cargos. No iba a ser fácil, ya que lo golpeó muy fuerte.

-Voy a salir -dijo Wolfe.

Agarrando su chaqueta y las llaves del coche, se miró en el espejo e hizo una mueca. El
imbécil le habían dejado varios moretones en la cara. Subiendo a su coche, se dirigió hacia
la casa de Ryan.

Vio que las luces seguían encendidas y se estacionó. Mientras caminaba hasta la
entrada, la puerta se abrió y salió una joven que trabajaba en la escuela.

-Si me necesitas no dudes en llamarme, ¿seguro que estás bien?

-Lo haré, Sarah, no te preocupes. Muchas gracias.

En el momento en que lo vieron, pudo ver la ira y el resentimiento que tenían por él.

-No deberías estar aquí -dijo Sarah. -Tú y tu esposa ya habéis causado suficientes
problemas. No eres bienvenido aquí.

-Estoy aquí para hablar con Ryan y disculparme. Mi mujer no ha a echo nada malo hoy.

-Si ella no estuviera aquí, tú tampoco, y no habrías lastimado a uno de los hombres
más amables de la ciudad -dijo Sarah.

-Está bien, Sarah. Estamos bien -dijo Ryan.

-Puedo llamar al sheriff, si quieres.

-No será necesario. Wolfe y yo podemos manejar nuestros problemas, ¿verdad, Wolfe?

-Es por eso que estoy aquí. No estoy buscando ningún tipo de problema -levantó las
manos, mostrándoles a ambos que no planeaba lastimar a nadie.
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-Deberías estar avergonzado de ti mismo -dijo Sarah, y salió corriendo por la calle.

-Tienes a todas las mujeres persiguiéndote -dijo Wolfe, mirando a Ryan.

El otro hombre se veía tan mal como él, pero Ryan no se acobardó, ni parecía estar
asustado. Ambos estaban completamente en control.

-¿Qué estás haciendo aquí? -Ryan preguntó. -No creo que sea una buena idea que tú y
yo estemos cerca el uno del otro.

-¿Quieres tener esta conversación en la puerta o en la privacidad de tu propia casa?


Prometo que mantendré mi distancia.

-No te tengo miedo, Wolfe. Tú eres el que perdió los estribos hoy, no yo.

-Estabas persiguiendo a mi esposa.

-Amo a Rachel. ¿Puedes decir lo mismo?

Miró al hombre que pensaba que podía quitarle a Rachel, y empiezo a enojarse un poco.
Intentando conservar la calma, Wolfe se echó a reír.

-¿Sabes?, todo el mundo parece estar muy seguro de que no amo a mi esposa.

-¿Cómo puedes pretender amarla y no estar con ella?

-¿Por eso piensas que mis sentimientos son fingidos?

-La conozco. He salido mucho con ella en los últimos años. Nos hemos convertido en
muy buenos amigos y, si hay una cosa que sé sobre ella, es que es una mujer muy fácil de
extrañar. Puedo estar un fin de semana sin ella, pero el lunes necesito ver su cara
sonriente. Siempre tiene una sonrisa y siempre está ayudando a los demás. Es una mujer
desinteresada. ¿Cómo puedes no querer estar con ella cuando ella lo es todo? -Wolfe miró
a Ryan.

-Amo a mi esposa.

Ryan resopló.

-¿Puedo entrar? No quiero tener esta conversación aquí afuera.

-No te voy a dejar entrar en mi casa. No tengo ningún problema con que mis vecinos
escuchen mis problemas. ¿Tú sí? -Wolfe apretó los dientes. -Te has peleado conmigo hoy
porque he admitido la verdad. Le he dicho a Rachel que la quiero. Haría cualquier cosa por
ella, y sí, me encantaría tenerla como la madre de mi hijo. Además, hoy has demostrado
qué tipo de hombre eres cuando te has peleado conmigo. ¿Por qué demonios debería
quedarse contigo cuando me tiene? ¿Un hombre dispuesto a amarla, a estar a su lado
cuando su marido no lo está? -Ryan preguntó. -Dime Wolfe, ¿por qué debería alejarme?
¿Por qué debería dejar de pelear por ella, cuando claramente no has estado luchando por
ella en los últimos años? 
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A pesar de su irritación, Wolfe sabía que el hombre tenía razón. Los últimos cinco años,
no habían tenido ningún sentido. Incluso cuando decidió intentar convencer a su esposa de
que la amaba, fue un imbécil.

-Amo a mi esposa más que a nada en el mundo. La conocí hace cinco años. Ella era tan
joven y tan... inocente para mi mundo. Todo lo que siempre quiso era un final feliz, como
en los cuentos de hadas. Le dije que era el chico para ella. Pero en realidad todo era por
interés, obviamente. ¿Por qué no? No empecé amando a mi esposa. Ni siquiera me atraía.
Ella era un medio para un fin. Alguien a quien tuve que enamorar para obtener lo que
quería.

-¿Y a eso le llamas amor?

-Nunca había estado enamorado. Nunca me había tomado el tiempo de conocer a una
mujer. Con Rachel, todo cambio, empezó por pequeñas cosas. Sé que su color favorito es el
morado. A ella siempre le han gustado esos colores. Le encanta la lluvia, pero tiene que ser
una lluvia cálida, no la que cae en pleno invierno cuando el hielo te golpea fuerte. Ella
adora la nieve. La ama. Incluso le gusta jugar con ella todavía, y ahora que tiene a nuestro
hijo, puede inventar excusas para estar fuera y disfrutar como cuando era niña -él sonrió,
recordando su risa cuando lo arrastró afuera para jugar con ella. Era la primera vez que
construía un muñeco de nieve, ya que sus padres siempre le habían impedido salir. -Me
encanta el azul de sus ojos. Son como un libro abierto donde se puede ver la mujer que es
por dentro. No puede ocultar lo que piensa o siente, incluso cuando se esfuerza mucho por
hacerlo. Su risa. La he echado mucho de menos. Es contagiosa, e incluso si estás teniendo
un día realmente jodido y lleno de mierda, escuchándola reír sabes que todo va a estar
bien. Ella está en este planeta y, sabiendo eso, no puedes odiar el mundo o lo que
representa. Ella quiere ser completamente amada por alguien, y lo es. Simplemente,
todavía no lo sabe. Amo a mi esposa, más que cualquier otra cosa en el mundo, ¿y sabes?,
estoy jodido. Soy un monstruo, una persona horrible y jodida, pero haré cualquier cosa por
ella, porque a pesar de que ella no se da cuenta, es dueña de mi corazón. Toda mi vida
está vinculada a la de ella, por eso no la dejaré ir. Si crees que estos últimos cinco años
han sido fáciles para mí, te equivocas. Han sido los más difíciles de mi vida porque se dio
cuenta de lo idiota que soy y, en lugar de salir de mi zona de confort, la dejé creerlo y no
luché. Soy un cabrón, pero no con Rachel, nunca podría lastimarla -puso su alma al
descubierto ante un completo desconocido.

Ryan no necesitaba escuchar sus razones, ni siquiera le importaban una mierda, pero
finalmente admitió la verdad. Rachel ni siquiera lo había escuchado, y ahora, por como
estaban las cosas entre ellos, nunca lo haría.
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~11~
Mudarse con sus hermanas no era una opción o, al menos, según Wolfe, no lo era, así
que aquí estaba, en el ático de su marido. Era un lugar enorme, compuesto por tres
habitaciones de lujo con baño, ninguna diseñada para un niño, una gran cocina, una
pequeña biblioteca, una oficina, un comedor, una sala de estar e, incluso, un baño
adicional para los invitados.

Era precioso. Más que precioso. Este era el auge del lujo.

Incluso en la terraza había una piscina, y Wolfe le prometió que podría pasar todo el
tiempo que quisiera allí. Ni siquiera necesitaba tener a nadie vigilando la piscina para que
ella pudiera nadar. Era un lujo de alto standing.

Mordisqueándose el labio, no sabía si alguna vez iba a acostumbrarse a vivir en algo


como esto. No era un lugar donde le gustaría vivir para siempre. Esto no era un hogar.

A Benjamin le gustaba, pero incluso después de una semana aquí, seguía sin hablar con
Wolfe. Tuvieron que contratarle un tutor mientras trataban de encontrarle una escuela.
Benjamin estaba enfadado con su padre por su pelea con Ryan, y porque la ciudad se
volvió en contra de ellos. Al menos, Ryan no había presentado ningún cargo por asalto, y
habían podido alejarse sin llamar demasiado la atención.

Su casa en el pueblo ya había sido puesta a la venta, y Wolfe hizo los arreglos para que
sus muebles fueran almacenados hasta que pudiera encontrar un nuevo hogar. Pero, a
pesar de eso, ni siquiera había empezado a mirar casas para comprar, y mucho menos
alquilar.

El tutor que contrataron para Benjamin venía todos los días. Miss Bernard la había
llamado porque la tienda de ropa también había sido cerrada. La decisión fue de Wolfe, no
de ella, así que acordó terminar el vestido de novia para ella. Solo necesitaría un par de
días de trabajo para acabarlo. Sin embargo, estar en la casa de Wolfe, no era lo que ella
quería.

Esto no era su espacio, no se parecía en nada a un hogar. No había toques personales


por ningún lado.

El ático había sido decorado con mucho gusto, pero él ni siquiera le había añadido una
foto o aportado algo suyo. Desde que llegaron a la ciudad, Wolfe tuvo que irse para
atender sus negocios, y ella se quedó sola en ese lugar frio e impersonal.
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-Podría ser peor -dijo Alice una noche.

Habían abierto una botella de vino y estaban pasando el rato bebiendo y hablando.
Mary se había llevado a Benjamin, nuevamente, para darle un poco de tiempo para buscar
escuelas. Ella no quería que su hijo tuviera un tutor. La escuela, y ser parte de ella eran
importantes, al menos ella siempre creyó que así debía ser.

Rachel había ido al colegio, y a pesar de haber sido objeto de acoso escolar, no había
sido tan malo. Tenía muchos buenos recuerdos, y quería lo mismo para su hijo.

-Sí claro, podría ser peor. Regresé al apartamento de mi esposo, de quien quería
divorciarme por el hecho de que habíamos estado separados por mucho tiempo, y ahora
estoy viviendo con él. ¿Cómo voy a poder divorciarme? Estoy viviendo con él, Alice.

-¿Qué pasa con el adulterio? -ella sacudió su cabeza.

-No puedo usarlo.

-¿Por qué? ¿Porque no hay evidencia? Por favor, apuesto a que hay muchas pruebas en
los periódicos para que las uses.

-No me engañó.

-¿Qué?

-En los cinco años que estuvieron separados, no se acostó con nadie más.

-¿Cómo sabes eso?

-Él me lo dijo.

-¿Y lo crees?

-¿Por qué no?

-Te ha mentido antes. -Rachel se encogió de hombros.

-Lo sé, pero esto es diferente.

-Tiene todo que ganar mintiéndote, y tú lo sabes.

-Es raro, pero lo creo -dijo. -No hay razón para que mienta. Cuando me lo dijo, ya se
había venido a vivir conmigo -ella rio. -No tengo ninguna posibilidad de conseguir este
divorcio.

-No te enfades conmigo, por favor, pero, ¿realmente quieres el divorcio?

-Por supuesto que sí. ¿Por qué crees que he cambiado de parecer? -ella preguntó.

-No lo sé. Lo amabas. Creo que ahora, sin lugar a dudas, te has enamorado
nuevamente de él. ¿No? -Alice le sirvió otra copa de vino.
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Rachel abrió la boca, la cerró, la volvió a abrir y frunció el ceño.

-Te odio en este momento.

-Todavía lo amas -apretó los labios. -Estamos solo nosotras dos aquí, Rachel. Tú y yo.
Dime la verdad, ¿amas a Wolfe? -Rachel suspiró.

-Esto es embarazoso.

-No, no lo es. Soy tu hermana y no se lo diré a nadie más, te lo prometo.

-Oh, por favor, vas a hablarlo con Mary a la primera oportunidad que tengas. Os
conozco a ambas, y probablemente ya hayáis apostado cuando cederé y me entregaré a
Wolfe.

-Tenemos una apuesta. No sobre cuándo cederás y te convertirás en la esclava de amor


de Wolfe, sino sobre el hecho de que admitas, de una vez por todas, que nunca has dejado
de estar enamorada de él. Sé que te gustaba arrojar y esconderte detrás de toda esa
basura sobre no encontrar un hombre porque estabas casada. Pero, por favor, cariño, tú y
yo sabemos que, si no amaras a Wolfe, habrías hecho todo lo posible para deshacerte de
ese hombre. No eres una maldita tonta -Rachel se puso de pie y caminó hacia la cocina. -
No tienes que mentirme.

Rachel arrojó su vino al fregadero y se volvió para mirar a su hermana. Sabía que iba a
llorar y trató de contener las lágrimas, pero fue inútil. Ya no podía controlar sus
emociones.

-Sí. -le dijo.

-Rachel, cariño, no llores.

-Pero es que no puedo evitarlo -la primera lágrima cayó por su mejilla, y ella se la
quitó, enojada consigo misma por ser tan débil. Esto no era lo que quería. -Lo amo mucho
y sé que realmente no debería.

-¿Por qué no?

-Porque es un imbécil. Solo piensa en sí mismo, y no se preocupa por nadie más. Mira
lo que estuvo dispuesto a hacer. Se casó conmigo por un maldito puesto en la junta. Me
importa un bledo el negocio de mi padre. Realmente ni sé de qué va -ella se echó a reír. -
No tengo ni idea de todo esto. Sin embargo, Wolfe estaba dispuesto a casarse conmigo
para conseguirlo. Me sentí tan humillada. Nunca sentirá lo mismo que yo siento por él.

-No creo que sea así.

-Yo sí. Wolfe nunca me amará. Nunca se preocupará por mí. No como yo lo hago.
Incluso después de todo lo que hemos pasado, amenazó con llevarse a mi hijo porque
quería divorciarme de él, y mira, todavía lo amo.

-Debes dejar de preocuparte por cada pequeño detalle. Solo amas a un imbécil. Estoy
segura de que no eres la primera mujer en enamorarse de uno.
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-Ni siquiera sé por qué me mudé aquí con él. Odio este lugar -dijo ella. -Es muy frio.

-Sube la calefacción, entonces -dijo Alice.

-No es lo que quiero decir, y lo sabes. Lo siento. Realmente no soy una buena compañía
en este momento.

-Está bien. Tranquila, te has mudado de casa recientemente. Tienes derecho a estar un
poco molesta -se frotó la sien.

Gracias por estar aquí y por todo tu apoyo.

-¿Vas a llorar de nuevo?

-Puede ser. Dame un minuto. Tengo que calmarme.

-¿Te molesta que encienda la televisión mientras espero? -Alice preguntó. -No me
gusta estar por aquí sin hacer nada.

-Claro, adelante, hazlo -dijo ella, corriendo hacia el baño. Ella no sabía por qué estaba
llorando tanto. No había razón para que llorara o fuera tan emocional. Las cosas podrían
estar muchísimo peor, por suerte, estaba bien. Tendría que estar bien.

Abriendo el agua, se salpicó un poco en la cara. Vivir con Wolfe no era tan malo como
originalmente pensó. Él estaba tratando de hacer que esto funcionara, y eso era más de lo
que ella creía que era capaz. Durante cinco años, había pensado lo peor de él, ¿y por qué
no? Dejó bien claro lo que quería de ella cuando lo oyó hablar y pensó que ella no estaba
escuchando lo que se decía en esa habitación. Quería un puesto en la junta, y ella ni
siquiera sabía por qué. Agarrando una toalla, se secó la cara y se miró en el espejo.

>>Vas a estar bien. Todo va a estar bien. No tienes de qué preocuparte -soltó un
suspiro, rezando por estar en la cierto.

Hubo un golpe en la puerta del baño.

-¿Cariño, todo bien?

-Sí, estoy bien.

-Realmente necesitas salir y ver esto.

-¿El qué?

-No puedo decírtelo. Realmente necesitas venir a ver esto, Rachel. Ven aquí -
frunciendo el ceño, abrió la puerta para ver a Alice de pie frente a ella. -He recibido un
mensaje de Mary y me ha dicho que ponga las noticias. El vídeo se ha vuelto
completamente viral.

-¿Vídeo?

-Ven a ver -siguiendo a Alice de vuelta al salón, la pantalla plana mostraba a Wolfe.
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-Esta noche, bueno, no es el día de San Valentín, pero hay amor en el aire, por eso les
traemos el último vídeo que se está haciendo viral. Están viendo una confrontación entre
dos hombres. El multimillonario Wolfe Montgomery, como todos recordarán, está casado
con la esquiva Rachel Parker, ahora Rachel Montgomery.

>>Durante años han habido rumores de un distanciamiento entre los dos, que siempre
se ha cubierto con una excusa u otra. Parece que no siempre hubo amor en el paraíso, pero
ahora la pareja está más enamorada que nunca, y Wolfe no está dispuesto a dejarla ir.
Vamos a reproducir el vídeo del día.

Wolfe estaba parado frente a la casa de Ryan y alguien lo estaba filmando, pero
claramente Wolfe no lo sabía porque nunca miró a la cámara.

-Me encanta el azul de sus ojos. Son como un libro abierto donde se puede ver la mujer que es por
dentro. No puede ocultar lo que piensa o siente, incluso cuando se esfuerza mucho por hacerlo. Su
risa. La he echado mucho de menos. Es contagiosa e, incluso si estás teniendo un día realmente
jodido y lleno de mierda, escuchándola reír, sabes que todo va a estar bien. Ella está en este planeta
y, sabiendo eso, no puedes odiar el mundo o lo que representa. Ella quiere ser completamente amada
por alguien, y lo es. Simplemente,
todavía no lo sabe. Amo a mi esposa, más que cualquier otra cosa en el mundo, ¿y sabes?, estoy
jodido. Soy un monstruo, una persona horrible y jodida, pero haré cualquier cosa por ella porque, a
pesar de que ella no se da cuenta, es dueña de mi corazón. Toda mi vida está vinculada a la de ella,
por eso no la dejaré ir. Si crees que estos últimos cinco años han sido fáciles para mí, te equivocas.
Han sido los más difíciles de mi vida porque se dio
cuenta de lo idiota que soy y, en lugar de salir de mi zona de confort, la dejé creerlo y no luché. Soy un
cabrón, pero no con Rachel, nunca podría lastimarla.

-Así es, amigos, Wolfe Montgomery acaba de abrir su alma, y todos deseamos ser
Rachel en este momento.

-No tenía idea de que estaba siendo grabado -dijo Wolfe.

Rachel se dio la vuelta y allí estaba su esposo. Había estado lloviendo afuera, y estaba
empapado.

-Wolfe.

-Os daré algo de privacidad, chicos -dijo Alice. Apagó la televisión y salió corriendo de
la habitación.

-¿De verdad piensas lo que dijiste? -pregunto Rachel.

-Cada palabra. No mentí ni una sola vez. Estoy enamorado de ti, Rachel. Lo he estado
por mucho tiempo. Estaba demasiado ciego y era demasiado estúpido para verlo -él se
acercó a ella y le tomó la cara. -Perdí mucho tiempo, y no fui detrás de ti para decirte la
verdad.

-¿Qué verdad?

-Al principio eras un medio para un fin. Quería un puesto en la junta, pero no sé qué es
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lo que me hiciste. Poco a poco, me enamoré de ti y nunca he podido superarlo. No he


querido superarlo. Te amo jodidamente mucho. No quiero seguir viviendo sin ti o sin
Benjamin.

-¿Por qué la junta era tan importante para ti? -ella preguntó. -Necesito saber por qué
hiciste las cosas que hiciste sin siquiera contármelo.

Él presionó su cabeza contra la de ella y suspiró.

-Tu padre es conocido por comprar empresas, destrozarlas y venderlas. Toma las
mejores partes de cada compañía y vende lo que no le gusta.

-¿No es eso lo que haces?

-No exactamente. Intento expandir cualquier compañía que tenga potencial. A veces,
algunas realmente podrían tener un futuro brillante, pero los que las dijeren toman malas
decisiones. Tu padre estaba interesado en empresas que conocía y que, con un poco
tiempo y esfuerzo, podían traer muchos más beneficios que perdidas. Estar en la junta me
dio influencia y la oportunidad de evitar que arruinara la vida de los demás.

-Wow -dijo ella. -En realidad eres de los buenos, ¿no?

-No, no lo soy -ella se rio entre dientes.

-Creo que te estás mintiendo a ti mismo. Eres un buen hombre.

-Hay muchas personas en este mundo que no estarían de acuerdo.

-¿Me amas?

-Sí.

-Yo también te quiero. Intenté odiarte, quería odiarte, pero no pude hacerlo. No podía
odiarte en absoluto, y realmente no lo hice.

-No me voy a quejar de que no me odies -ella sonrió, envolviendo sus brazos alrededor
de su cuello. -¿Todavía quieres divorciarte de mí? -le preguntó.

-De ninguna manera. Vi la mirada que tenías en tus ojos. La he visto cuando estás
decidido a conseguir lo que quieres. Querías decir cada palabra, y sé que lo hiciste.
Peleabas por mí y nunca antes habías hecho eso -él le pasó las manos por la espalda y se
acercó para ahuecarle la nuca.

-Siempre lucharé por ti, siempre -Wolfe golpeó sus labios con los de ella, y gimió.
Hundió sus dedos en su cabello, mientras se apretaba contra él, queriendo más, mucho
más, pero de repente se apartó.

>>Espera, espera -le dijo.

-¿Qué?

-No usé condón ninguna de las veces que estuvimos juntos.


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-¿Y?

-Podrías estar embarazada.

-Lo sé.

-¿Lo sabes?

-No soy estúpida. Sé cómo se hacen los bebés, y sé lo que hicimos, yo solo... te quería,
y estaba dispuesta a asumir los riesgos. Me hizo darme cuenta de que no importa cuanto
tiempo pasamos separados, nunca voy a poder dejar de amarte. Eres mi alma gemela,
Wolfe. Siempre lo fuiste y siempre lo serás.
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Epilogo
5 años después.

Señor, su esposa está aquí, y quiere verlo —dijo Denise.

Wolfe apartó la vista de su ordenador justo cuando su esposa, el amor de su vida, la


madre de sus tres hijos y su razón de vivir entró en la habitación. El vídeo de él
confesando su amor y desnudando su alma nunca desapareció del todo, pero tampoco
quería que eso sucediera. Quería que el mundo entero supiera de sus sentimientos por
Rachel. Especialmente porque nadie podría dudar que era amor, lo que sentía por ella.
Desde que la había recuperado, su relación se hizo más fuerte, fortaleciéndose día tras día.

Al poco tiempo, después de dejarla embarazada, tuvieron una niña, Laura. Dos años
más tarde, llegó otro bebé, Jade, y ahora era un hombre más que feliz gracias a su
pequeña familia.

Corriendo desde detrás de su escritorio, abrazó a su esposa, besando sus labios


apasionadamente mientras ella dejaba escapar un suspiro. Nunca se cansaba de escucharla
hacer eso.

Llevaban diez años casados, pero solo cinco juntos, y no iban a celebrar su décimo
aniversario, sino el quinto en solo un par de semanas.

-¿A qué debo el placer? -preguntó.

-Nada en especial. Alice y Mary están cuidando a los niños, y quería venir a verte.

-Espera, pensaba que tus hermanas estaban de vacaciones.

-Ellas lo estaban. Regresaron temprano para que tú y yo finalmente pudiéramos ir de


luna de miel. ¿Crees que puedes dejar el trabajo un poco más temprano hoy?

-¿Dejar el trabajo? ¿Estás loca? No puedo hacer eso -dijo fingiendo estar horrorizado. -
Cariño, no hay nada más importante para mí que llevar a mi esposa a nuestra luna de
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miel, diez años después de cuando debería haberla llevado -ella soltó una risita cuando él
la levantó. En lugar de llevarla afuera, la sentó sobre su escritorio.

-¿Qué está haciendo, señor Montgomery? -ella preguntó.

-Te amo más que a nada en el mundo, y sabes que nunca te dejaré ir, así que lo que tu
quieras, esposa mía.

-Esto es perfecto, porque eres lo que más quiero, y estoy exactamente donde siempre
quise estar.

Había encontrado su razón de existir, y no la iba a perder, no otra vez. No había forma
de que lo arruinara. Durante los siguientes cincuenta años, Rachel sería suya, y él la
apreciaría y amaría siempre.

Fin
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Sam Crescent

Sam Crescent es una autora superventas de USA Today obsesionada con el


romance en todas sus formas. Escribe sobre mujeres reales con problemas
reales y el sueño de un día ocasional, todo mezclado.

Reside en el Reino Unido y le encanta crear nuevos personajes emocionantes


que la lleven a un viaje inesperado, después de todo, está en un viaje que solo
imaginó en sus fantasías más salvajes.

Cuando no está causando caos en un documento Word o discutiendo con un


personaje (viven dentro de su cabeza), se la puede encontrar causando la
misma destrucción en su cocina. ¡Absolutamente necesita un limpiador
personal!

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