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Este enfrentamiento se plantea desde el comienzo. Bernarda trata de imponer sus normas
opresivas y autoritarias, basándose en la autoridad en tanto que M.ª Josefa y Adela intentan
rebelarse y hacer frente a ese dominio. El resto de sus hijas y las criadas la temen y le
obedecen. El autoritarismo de Bernarda se observa en su primera y última aparición
“¡Silencio!”.
El deseo de libertad e impulso amoroso de Adela son más fuertes que su temor a la
autoridad. Su rebeldía se manifiesta desde el comienzo (luce un vestido verde en el luto), hasta
que al final se enfrenta con su madre: arrebatándole el bastón, partiéndolo en dos y
defendiendo su recuperada libertad. Con su suicidio se cierra para las demás el camino de la
libertad. Mª Josefa da cauce a su rebeldía a través de la locura, única vía de escape, que le da
fuerzas para proclamar sus anhelos de libertad y enfrentarse a Bernarda.
La relación sensual con Adela supone el enfrentamiento con Martirio que también se ha
enamorado de Pepe y guarda su pasión amorosa secretamente. Se le despiertan los celos y la
envidia e intenta destruir a Adela. Más adelante sólo se nos refiere que Pepe mantiene con
Angustias una actitud fría e indiferente. Amelia y Magdalena participan del deseo y de las
necesidades del varón.
Los sentimientos de odio y de envidia presiden las relaciones humanas. Los deseos de
amar, ser libres e imposibilidad de alcanzarlos impulsan a las hijas a insultarse y odiarse.
Bernarda es odiada por las criadas por la desigualdad e injusticia social y demás mujeres del
pueblo.
La Casa de Bernarda Alba se puede reducir al forcejeo de la vitalidad de las hijas y la trágica
época en que combaten desesperadamente la vida y la muerte, el pasado que pesa. Como en
el gran teatro español tradicional, como en las danzas de la muerte, lo vital y lo mortal
forcejean.
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Lorca definió su teatro como “la poesía que se levanta del libre y se hace humana”.
a) PLANO POÉTICO
García Lorca se sirve del verso en la letanía del primer acto: rezan Bernarda y las Mujeres
del duelo…
En el habla de los personajes se mezclan rasgos del lenguaje coloquial y exquisitas figuras
literarias como:
b) PLANO SIMBÓLICO
Es notable la presencia de símbolos: Adela tiene “un abanico redondo con flores rojas y
verdes”. Paca la Roseta vuelve de mantener relaciones sexuales en el olivar con “el pelo suelto
y una corona de flores en la cabeza”.
Los colores también tienen valor simbólico: el blanco simboliza la vida, alegría, amor
libertad; el negro tristeza, odio, represión, muerte (Adela muere de noche); el verde
(vestiduras de Adela) suele significar rebeldía y, a veces, la muerte. El blanco de las paredes de
la casa representa la pureza. Conforme avanza la trama se va apagando. Simboliza la pérdida
de la pureza a lo largo de la obra.
También los animales, el caballo simboliza la pasión sexual y es el correlato animal de Pepe
el Romano; la oveja la imagen del niño; el perro la sumisión. Los árboles simbolizan la fuerza;
las flores el amor; la luna, la muerte; el sol, la vida y alegría; el agua sed/deseo sexual.
Respecto a los objetos, el bastón de Bernarda representa el poder tiránico. De ahí, que
Adela lo rompa, desesperada por escapar de su realidad; el abanico de flores y el vestido de
Adela, signos de rebeldía; el retrato de Pepe Romano que tiene Angustias, el deseo frustrado
de las hermanas.
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Los nombres de los personajes ayudan al lector a reconocer algunos de sus rasgos:
“Bernarda” significa “con fuerza o empuje de oso” y “Alba” hace referencia al blanco, Adela
(noble), Amelia (enérgica); Mª Josefa hace referencia a los padres de Jesús.
El lenguaje poético que crea García Lorca tiene dobles valores que convierten las palabras
en símbolos dentro de la obra. El realismo de la obra es el marco que alberga un mundo
simbólico, interior y poético.
c) PLANO SOCIAL
A este instinto de poder se opone el instinto del sexo tan elemental y tan ciego como el
instinto de poder.
El luto impuesto supone aislamiento porque Bernarda aplica con severidad extrema la
estrecha y rígida moral española, agravada por el miedo a la murmuración aldeana. Cuando
Bernarda descubre el cadáver de su hija exclama: “ella, la hija menor de Bernarda Alba ha
muerto virgen. ¿Me habéis oído? Silencio”. El silencio y la muerte eran los remedios del honor
calderoniano, de la España rural y antigua, fanática de una tradición que no discute ni analiza.
García Lorca creó este “drama de las mujeres en los pueblos de España” con intención de
ofrecer un documento fotográfico en el que mostrar su visión trágica de la tierra española y
atacar las injusticias sociales de una España.
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