colación la reforma introducida por el Código Civil y Comercial de la Nación en cuanto clarifica la tipicidad de
los derechos estableciendo dos clases: los derechos individuales y los derechos de incidencia colectiva (art. 14,
Cód.Civ.yCom.). Los derechos individuales son aquellos en los que existen intereses individuales o "derechos
sobre bienes jurídicos individuales" (CS, "Halabi"), titularizados en forma particular. Por ello la legitimación es
individual y los intereses son diversos unos de otros. Las sentencias que se dicten en el marco de procesos que
se promueven por derecho individuales, sólo tienen alcance en relación a las partes intervinientes en el marco de
un proceso bilateral. En los derechos de incidencia colectiva en cambio, el bien afectado es colectivo y el titular
del interés es el grupo y no un individuo en particular. "En estos supuestos puede existir una legitimación difusa
en cabeza de uno de los sujetos que integran el grupo (interés difuso), o de una asociación que tiene
representatividad en el tema (interés colectivo), o del estado (interés público)". (Lorenzetti, R., L., 2015, p. 74).
Sin perjuicio de la clasificación establecida en la normativa fondal, debemos tener presente que, si bien existe
una cercanía entre interés difuso e interés colectivo, no se trata de los mismos conceptos. Así, mientras el
derecho o interés difuso se identifica por corresponder a los sujetos de un grupo indeterminado, los derechos de
incidencia colectiva reconocen y definen un sector particular damnificado. En el primer grupo se encuentran
aquellos derechos que no tienen un titular efectivo sino varios, por ejemplo, en materia de medio ambiente,
ecología, etc. En cambio, son colectivos los que pueden protegerse a través de asociaciones o grupos que
asumen la representación correspondiente del interés agraviado, por ejemplo, derechos del consumidor, defensa
de la competencia, etc. (Picasso-Vázquez Ferreyra, 2009). Recordemos que la CS efectuó, el leading case
Halabi, una distinción entre intereses simples, derechos subjetivos e intereses difusos, subclasificando esta
última categoría entre los que tienen por objeto bienes colectivos y los referentes a intereses individuales
homogéneos. De allí la distinción efectuada.
III. Legitimación
El consumidor o usuario de bienes y/o servicios, no sólo tiene la posibilidad de iniciar una acción en forma
individual en defensa de sus derechos. La CN establece en su art. 43: "(...) Podrán interponer esta acción (de
amparo) contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la
competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado,
el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que
determinará los requisitos y formas de su organización".
En forma coherente a este mandato constitucional, el art. 52 de la LDC reza: "Acciones Judiciales. Sin
perjuicio de lo dispuesto en esta ley, el consumidor y usuario podrán iniciar acciones judiciales cuando sus
intereses resulten afectados o amenazados.
"La acción corresponderá al consumidor o usuario por su propio derecho, a las asociaciones de
consumidores o usuarios autorizados en los términos del art. 56 de esta ley, a la autoridad de aplicación nacional
o local, al Defensor del Pueblo y al Ministerio Público Fiscal. Dicho Ministerio, cuando no intervenga en el
proceso como parte, actuará obligatoriamente como fiscal de la ley.
"En las causas judiciales que tramiten en defensa de intereses de incidencia colectiva, las asociaciones de
consumidores y usuarios que lo requieran estarán habilitadas como litisconsortes de cualquiera de los demás
legitimados por el presente artículo, previa evaluación del juez competente sobre la legitimación de éstas".
De las normativas transcriptas se infiere la posibilidad de iniciar acciones colectivas en defensa derechos en
materia de consumo. En relación a la primera redacción del art. 52 citado, se amplía la legitimación procesal
activa al permitirse a los Defensores del Pueblo el inicio de acciones de incidencia colectivas. Cabe aclarar que
antes de la reforma de la Ley de Defensa del Consumidor, la inmensa mayoría de los fallos dictados por
magistrados de distintos fueros y hasta la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación sostenían la falta de
legitimación de los Defensores del Pueblo.
Asimismo, el segundo párrafo determina la caracterización de las asociaciones de consumidores legitimadas
para accionar; exigiéndose no solo que estén constituidas como personas jurídicas, sino también que estén
reconocidas por la autoridad de aplicación, que confirma lo dispuesto en el art. 55 de la LCD.
Como novedad se autoriza exclusivamente a las asociaciones de consumidores debidamente autorizadas que
así lo deseen, a pedir su incorporación como litisconsortes en procesos judiciales que tramiten en defensa de
intereses de incidencia colectiva de cualquier otro legitimado, es decir del consumidor individual y de los demás
autorizados. Ello así, en la inteligencia que su ingreso procesal como litisconsorte voluntario, lo será
principalmente en apoyo del consumidor individual y, al mismo tiempo, evitar el dispendio de actividades
procesales mediante la mancomunidad de los que decidan formular la misma pretensión en acciones de interés
de incidencia colectiva.
Quedan entonces legitimados para iniciar este tipo de acciones:
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-Consumidor o usuario.
-Asociaciones de consumidores o usuarios, ya sea como actoras o como "litisconsortes".
-Defensor del Pueblo.
-A la autoridad de aplicación nacional o local.
-Y el Ministerio Público Fiscal, ya sea como actor, como Fiscal de la ley o como sustituto.
Ahora bien, recordemos que este tipo de acciones fue configurándose —por así decirlo— a partir del leading
case "Halabi", de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. De este trascendente fallo, se infieren las
exigencias que habilitarían la admisión de este tipo de acciones. Concretamente la sentencia del Tribunal cimero
se refiere a: la no justificación del accionar individual. Es decir que, por razones de economía procesal, sea
necesaria el tratamiento colectivo de los derechos afectados, y de este modo evitar el dispendio de un sinnúmero
de causas judiciales fundadas en la misma afectación jurídica provocada; Que pese a tratarse de derechos
individuales, exista un fuerte interés estatal en su protección, sea por su trascendencia social o en virtud de las
particulares características de los sectores afectados; y por último la existencia de un "caso" que amerite el
pronunciamiento judicial, sin perjuicio de su amplia interpretación. Esta exigencia deviene del imperativo de
que los jueces no pueden pronunciarse en abstracto sino en el marco y con motivo de una causa judicial (art.
116 CN).
Lo cierto es que la doctrina judicial que deriva de este fallo, resulta determinante a los fines de analizar la
admisibilidad de la demanda que involucre el ejercicio de una acción de clase. Concretamente, del tenor de la
misma se deberá inferir la identificación, descripción y definición de la "clase" o colectivo afectado; la
existencia de una causa fáctica y jurídica común; y la pretensión enfocada en su aspecto colectivo (CS,
"Halabi", y el igual sentido "PADEC c. Swiss Medical", "Unión de Usuarios y Consumidores c. Telefónica de
Argentina SA"). De este último aspecto debe surgir también la alegación de que el ejercicio individual no
aparece plenamente justificado, como lo resaltamos anteriormente.
En relación a este último asunto y en virtud de la trascendencia que asumen este tipo de acciones —por
involucrar la defensa de bienes colectivos o de intereses individuales homogéneos—, la CSuprema mediante la
acord. N° 32 del año 2014, creó un "Registro Público de Procesos Colectivos radicados ante los tribunales del
Poder Judicial de la Nación", que funciona con carácter público, gratuito y de acceso libre, en el ámbito de la
Secretaría General y de Gestión de esta Corte. Esta acordada establece que en dicho registro se inscribirán
"ordenadamente todos los procesos colectivos, tanto los que tengan por objeto bienes colectivos como los que
promuevan la tutela de intereses individuales homogéneos con arreglo a las concordes definiciones dadas por
esta Corte en los precedentes 'Halabi' (Fallos332:111) y P.361.XLIII 'PADEC c. Swiss Medical SA s/ nulidad de
cláusulas contractuales'", sent. del 21/08/2013.
"2. La inscripción comprende a todas las causas de la especie indicada, radicadas ante el Poder Judicial de la
Nación, cualquiera que fuese la vía procesal por la cual tramiten —juicio ordinario, amparo, habeas corpus,
habeas data, u otros— y el fuero ante el que estuvieran radicadas.
"3. La obligación de proporcionar la información de que se trata corresponde al tribunal de radicación de la
causa, que procederá a efectuar la comunicación pertinente tras haber dictado la resolución que considera
formalmente admisible la acción colectiva; identifica en forma precisa el colectivo involucrado en el caso;
reconoce la idoneidad del representante y establece el procedimiento para garantizar la adecuada notificación de
todas aquellas personas que pudieran tener un interés en el resultado del litigio" (CS, acord. N° 32 del año
2014).
En dicha comunicación deben constar los datos de las partes, la identificación de la clase involucrada, el
objeto de la pretensión, que se ha dado intervención al Ministerio Público Fiscal y copia de la resolución de
admisibilidad de la acción colectiva mencionada anteriormente. El registro, deberá informar la existencia de
otras causas que tengan similar o idéntico objeto e inscribir todas las resoluciones ulteriores.
IV. Trámite
En relación al trámite a conferir a este tipo de acciones y, ante el vacío legal existente, la CS creó, mediante
acord. Nº 12/2016 del 5 de abril de 2016, el Reglamento de Actuación en Procesos Colectivos que rige para las
causas que se inicien a partir del primero de octubre de 2016.
Conforme este precepto, el actor deberá: "a) identificar el colectivo involucrado en el caso; b) justificar la
adecuada representación del colectivo; c) indicar, de corresponder, los datos de la inscripción en el Registro
Nacional de Asociaciones de Consumidores; d) denunciar, con carácter de declaración jurada, si ha iniciado
otras acciones cuyas pretensiones guarden una sustancial semejanza en la afectación de los derechos de
incidencia colectiva y, en su caso, los datos de individualización de las causas, el tribunal donde se encuentran
tramitando su estado procesal; e) Realizar la consulta al Registro Público de Procesos Colectivos respecto de la
existencia de otro proceso en trámite cuya pretensión guarde sustancial semejanza en la afectación de los
derechos de incidencia colectiva informar, con carácter de declaración jurada, su resultado. En su caso, se
consignarán los datos de individualización de la causa, el tribunal donde se encuentra tramitando su estado
procesal" (CS, acord. N° 32 del año 2014).
Por su parte, el Tribunal deberá: a) cuando entienda preliminarmente que se dan las circunstancias
mencionadas, previo al traslado de la demanda, requerirá al Registro que informe respecto de la existencia de un
proceso colectivo en trámite ya inscripto que guarde sustancial semejanza en la afectación de los derechos de
incidencia colectiva; b) En caso de no existir proceso registrado, el juez debe dictar una resolución que será
irrecurrible en donde deberá: identificar provisionalmente la composición del colectivo, con indicación de las
características circunstancias que hacen a su configuración; Identificar el objeto de la pretensión; Identificar el
sujeto o los sujetos demandados y ordenar la inscripción del proceso en el Registro (CS, acord. N° 32 del año
2014).
Contestada la demanda o vencido el plazo para hacerlo, el juez debe dictar una nueva resolución en donde
debe constar las modificaciones que estime pertinentes de la clase y determinar los medios más idóneos para
hacer saber a los demás integrantes del colectivo la existencia del proceso, a fin de asegurar la adecuada defensa
de sus intereses. Por la naturaleza de los bienes involucrados los efectos expansivos de la sentencia en este tipo
de procesos, el juez deberá adoptar con celeridad todas las medidas que fueren necesarias a fin de ordenar el
procedimiento. (CS, acord. N° 32 del año 2014).
V. Justicia gratuita
La gratuidad del proceso judicial configura una prerrogativa reconocida al consumidor dada su condición de
tal —parte débil—, con el objeto de facilitar su defensa cuando se trate de reclamos originados en la relación de
consumo.
Con la reforma introducida por la ley 26.361, se consagra expresamente en el art. 55 el beneficio de justicia
gratuita para las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva. Establece la norma
citada: "(...) Las acciones judiciales iniciadas en defensa de intereses de incidencia colectiva cuentan con el
beneficio de justicia gratuita".
Cabe recordar que al tiempo de sanción de la ley 24.240, el Poder Ejecutivo ejerció la facultad de veto sobre
su articulado, suprimiendo importantes regulaciones que traía la norma, entre ellas, la referida al beneficio de
Justicia Gratuita previsto en el art. 53 del texto original. Entre las razones de tal supresión se alzaban voces que
consideraban que dicho beneficio se presentaba como un instituto cuya regulación correspondía a las
autonomías provinciales en sus códigos procesales, además que se temía que pudiera alentar la proliferación de
acciones judiciales injustificadas (Tambussi, 2017).
Con la Reforma Constitucional de 1994, los derechos de los Consumidores y Usuarios adquirieron estatus
constitucional y con ello la necesidad de que la normativa infraconstitucional garantice "procedimientos
eficaces para la prevención y solución de conflictos" (art. 42 CN). Desde el prisma protectorio que irradia el
Estatuto del Consumidor, se colige que los costos económicos que implica iniciar o intervenir en un litigio
judicial, puede significar un serio obstáculo para el acceso a la tutela judicial efectiva, en contradicción con
aquella manda constitucional. De allí lo acertado de la reforma propuesta por la ley 26.361 al reconocer en
forma expresa el beneficio de justicia gratuita —también— para las acciones colectivas.
No obstante, más allá de la norma apuntada, pervivió por algún tiempo, la discusión acerca de si este
beneficio podía hacerse extensivo en materia de acciones colectivas en favor de las asociaciones de
consumidores, en particular por lo previsto en la última parte del art. 53 LDC en cuanto prevé que la parte
demandada podrá acreditar la solvencia del consumidor mediante incidente, en cuyo caso cesará el beneficio. En
los autos "Consumidores Financieros Asociación Civil para su defensa c. Nación Seguros SA s/ ordinario"
(Expte. Nº COM 39.060/20ll/l/RHl", el Máximo Tribunal entendió que no cabía exigir a la asociación de
defensa del consumidor actora, el depósito previsto en el art. 286 del CPCCN. Ello así por gozar dicha
organización del beneficio de justicia gratuita establecido en el art. 55 de la ley 24.240 (LDC). Para fundar este
criterio, la Corte confirmó las bases constitucionales del beneficio en discusión sosteniendo que el art. 42, CN
"otorga una tutela preferencial a los consumidores" y que su efectiva vigencia "requiere que la protección que la
Constitución Nacional encomienda a las autoridades no quede circunscripta sólo al reconocimiento de ciertos
derechos y garantías, sino que además asegure a los consumidores la posibilidad obtener su eficaz defensa en las
instancias judiciales" (CS, "Consumidores Financieros...", consid. 4º). Continúa la Corte afirmando "que los
claros términos del precepto reseñado permiten concluir que, al prever el beneficio de justicia gratuita, el
legislador pretendió establecer un mecanismo eficaz para la protección de los consumidores, evitando que
obstáculos de índole económica pudieran comprometer su acceso a la justicia y, en consecuencia, privarlos de la
efectiva tutela de los derechos consagrados en el texto constitucional" (CS, "Consumidores Financieros
...", consid. 6°) (...) "Que el otorgamiento del beneficio no aparece condicionado por el resultado final del pleito,
pues la norma lo prevé "para todas las acciones iniciadas en defensa de intereses colectivos". Una interpretación
que pretenda restringir los alcances del precepto no sólo desconocería la pauta interpretativa que desaconseja
distinguir allí donde la ley no distingue (Fallos 294:74; 304:226; 333:735), sino que conspiraría contra la
efectiva concreción de las garantías constitucionales establecidas a favor de los consumidores —y de las
asociaciones que pretendan proteger sus intereses— a fin de posibilitar el acceso a la jurisdicción en defensa de
sus derechos" (CS, "Consumidores Financieros...", consid. 8°).
De los extractos transcriptos se advierte con claridad el criterio sostenido por el Máximo Tribunal en esta
materia. Asimismo, cabe agregar que no se trata del primer antecedente en este asunto. El Máximo Tribunal
nacional ya se pronunció a este respecto en la causa "Unión de Usuarios y Consumidores c. Banca Nazionale
del Lavoro SA s/ sumarísimo" (Expte. Nº U.66.XLVI.REX) del 11/10/2011 y "Unión de Usuarios y
Consumidores c. Nuevo Banco de Entre Ríos SA s/ ordinario" (Expte. Nº CS 10/2013 [49-U])" del 30/12/2014.
Sin embargo, la importancia del precedente en comentario, se advierte por la contundencia de las conclusiones a
las que arriba el Tribunal, pues lo que está en juego en la interpretación de esta norma, en definitiva, es el
alcance que el sistema de administración de justicia resuelva acordar a una franquicia establecida por el
legislador (en una norma de orden público), como un claro incentivo para motorizar la tutela colectiva de un
sector de la población que la Corte bien ha calificado como "tradicionalmente postergado" y "débilmente
protegido" (Verbic, 2015: 11).
Sin perjuicio de lo analizado, aún existen discrepancias acerca del alcance del beneficio de justicia gratuita.
Concretamente si se trata de un beneficio asimilable a la carta de pobreza o beneficio de litigar sin gastos y si la
mera invocación de la norma es suficiente para dispensar al litigante del pago de los gastos de justicia.
Corresponde en primer lugar distinguir entre ambos institutos, pues no se identifican pese a que reconocen
algún aspecto en común. El beneficio de justicia gratuita se enmarca en la temática del acceso a la justicia y se
refiere a la gratuidad del servicio de justicia que presta el Estado, a que el acceso a la justicia no puede ser
conculcado con imposiciones económicas (Tambussi, 2017). Por su parte el beneficio de litigar sin gastos,
también asume un claro cariz constitucional en tanto se erige como una herramienta para garantizar la igualdad
entre los litigantes en el ejercicio del derecho defensa en juicio y el acceso a la justicia, evitando que obstáculos
de naturaleza económica impidan el acceso a la jurisdicción. Más concretamente, consiste en un instituto de
naturaleza procesal que abarca el período comprendido desde el comienzo de las actuaciones judiciales hasta su
finalización, y está expresamente destinado a eximir total o parcialmente de las costas a aquellas personas que
carecen de recursos en relación a un proceso judicial determinado. El Tribunal Superior de Justicia de Córdoba
lo ha definido en estos términos al sostener "el beneficio de litigar sin gastos es una institución establecida en
favor de quienes, por carencia o insuficiencia de recursos, no están en condiciones de hacer frente al pago de las
erogaciones que implica la sustanciación de un proceso. El fundamento de este privilegio reside en el deber del
Estado de asegurar la vigencia de dos principios de raigambre y jerarquía constitucional, como son el de
igualdad de las partes en el proceso y la garantía a la defensa en juicio (...)". (Conf. TSJ, A.I. N° 83 del
09/06/2006, "Allende, Rita Belkis c. Walter Pedro Cerdá - Dda. por responsabilidad civil - Benef. de litigar sin
gastos"). La discusión se centra principalmente en la posibilidad de que el instituto bajo análisis implique la
exención de la tasa de justicia y otros gastos casuídicos que se exigen para acceder a la justicia y, en su caso, si
ello entra en pugna con las autonomías provinciales.
En el ámbito doctrinario existen posiciones a favor y en contra del alcance de éste instituto. Entre quienes
sostienen su virtualidad para eximir del pago de los gastos casuídicos, afirman la inexistencia de objeciones
constitucionales a la inclusión del mismo en razón de que no se afectaría las autonomías provinciales, desde que
el legislador nacional goza de facultades para legislar sobre el mecanismo que permite el acceso automático y
gratuito a la jurisdicción de todo usuario o consumidor (Villarragut, 2010). Por otro costado, otros autores
sostienen que el Gobierno Central no puede y no debe avasallar las potestades tributarias locales. Sólo puede
restringirlas específica (y fundadamente) el Congreso Nacional en los taxativos supuestos permitidos (en
especial, los incs. 13, 18 y 30 del art. 75 de la CN). Sostienen que no debe desbalancearse, el de por sí
tambaleante andamiaje financiero de las jurisdicciones locales, a la sazón, responsables primeros y principales
conocedores de las necesidades de la población que buscan satisfacerse mediante los servicios públicos que
brinda el Estado (Dogliani, J. - Fernández E., Patricio J., 2012).
Considero en particular que el beneficio bajo análisis, no puede tener como efecto la exención de tributos de
exclusiva competencia provincial, pues ello implicaría un avance inconstitucional sobre las autonomías
provinciales. La tasa de justicia es un tributo de exclusivo resorte provincial, que descansa sobre un postulado
básico del federalismo: las provincias conservan todo el poder no delegado a la Nación (art. 121). Entre estas
facultades no delgadas se encuentra la de organizar la administración de justicia (art. 5° CN) y la de crear y
percibir sus propios tributos (art. 75 inc. 2). El poder autonómico de las provincias resultaría impotente si no
contara con las facultades para crear y percibir recursos dentro del ámbito de su jurisdicción. En consecuencia,
sobre esta particular gabela que se adeuda como contraprestación del servicio de justicia, resulta indudable que
es la provincia de Córdoba la única autorizada para percibirlo o modificarlo (arts. 5° y 121 CN, y 71, 72, 155 y
ss. Const. de Cba). Esta facultad comprende la de crear, modificar y suprimir tributos, incluyendo las
exenciones y demás aspectos de tales gabelas. Así fue reglamentado en la provincia de Córdoba mediante la
creación del Código Tributario Provincial (T.O. ley 6006) en su art. 22, al establecer que es el TSJ por medio
del Área de Administración del Poder Judicial quien goza de las atribuciones en orden a la creación,
recaudación, percepción y fiscalización de la tasa de justicia. Por ello, crear una exención tributaria, con las
consecuencias que ello implica, allí donde la provincia no la ha creado, supone un claro avance inconstitucional
de la Nación sobre las autonomías provinciales. Además, atento el principio de legalidad que gobierna la
materia tributaria (arta. 4° y 17 CN), la inconsistencia con el programa constitucional se advierte si
pretendiéramos crear una exención por medio de una interpretación extensiva la norma, sin que la franquicia
surja clara e inequívocamente de la ley de creación del tributo.
De este modo se ha pronunciado obiter dictum la CS al resolver sobre otros aspectos pero que se vinculan a
cuestión de las competencias provinciales en materia tributaria (Pcia. de Entre Ríos c. Estado Nacional —CS,
2008—), y así lo ha entendió el TSJ en autos "BCRA c. Pugliese" (Auto N° 405/2012).
Por útlimo, es preciso poner énfasis en un fallo del TSJ sobre este asunto. Me refiero a los autos: "First Trust
of New York National Association c. Rojas del Giorgio de Alfei Norma Mabel - Ejecución Hipotecaria -
Recurso Directo (expte. f-18-12)", oportunidad en la que la sala Civil y Comercial del Máximo Tribunal Local
sostuvo: "(...) la interferencia por parte del legislador nacional en materia local no puede ser admitida, pues tal
proceder va en contra de uno de los basamentos fundamentales de nuestra organización federal, aspecto que no
debe reducirse a considerar tal conflicto como una mera cuestión fiscalista" (del consid. Nº IV.c), concluyendo
luego que "en definitiva, corresponde considerar que son las provincias las que tienen competencia exclusiva
para legislar en la materia tributaria no delegadas, siendo inaplicable el beneficio previsto en el art.53 ley
24.240" (del consid. Nº IV e.) (TSJ, "First", 2013).
VI. Cosa juzgada
Establece el art. 54 de la LDC: "Acciones de incidencia colectiva. Para arribar a un acuerdo conciliatorio o
transacción, deberá correrse vista previa al Ministerio Público Fiscal, salvo que éste sea el propio actor de la
acción de incidencia colectiva, con el objeto de que se expida respecto de la adecuada consideración de los
intereses de los consumidores o usuarios afectados. La homologación requerirá de auto fundado. El acuerdo
deberá dejar a salvo la posibilidad de que los consumidores o usuarios individuales que así lo deseen puedan
apartarse de la solución general adoptada para el caso".
"La sentencia que haga lugar a la pretensión hará cosa juzgada para el demandado y para todos los
consumidores o usuarios que se encuentren en similares condiciones, excepto de aquellos que manifiesten su
voluntad en contrario previo a la sentencia en los términos y condiciones que el magistrado disponga.
"Si la cuestión tuviese contenido patrimonial establecerá las pautas para la reparación económica o el
procedimiento para su determinación sobre la base del principio de reparación integral. Si se trata de la
restitución de sumas de dinero se hará por los mismos medios que fueron percibidas; de no ser ello posible,
mediante sistemas que permitan que los afectados puedan acceder a la reparación y, si no pudieran ser
individualizados, el juez fijará la manera en que el resarcimiento sea instrumentado, en la forma que más
beneficie al grupo afectado. Si se trata de daños diferenciados para cada consumidor o usuario, de ser factible se
establecerán grupos o clases de cada uno de ellos y, por vía incidental, podrán éstos estimar y demandar la
indemnización particular que les corresponda (art. incorporado por art. 27 de la ley 26.361 BO 07/04/2008)".
El articulado anteriormente trascripto claramente se vuelca en relación al derecho de elección para aquellos
consumidores individuales que deseen apartarse de la solución general aportada para el caso. Asimismo,
establece las disposiciones y/o fórmulas para arribar a un acuerdo o transacción; el segundo párrafo refiere a la
sentencia dictada que tendrá el carácter de cosa juzgada mientras que el tercero versa sobre las pautas que deben
aplicarse en caso de tener la demanda contenido patrimonial.
Basándonos en ello tenemos:
1) Procedimiento para arribar a un acuerdo conciliatorio o transacción.
servicio público que no incide por igual a todos los usuarios) se determina que, de ser posible, se conformarán
grupos de afectados que se encuentren en condiciones similares y, a su vez, cada usuario podrá promover un
incidente para estimar y accionar, vía incidental, por la indemnización particular que le corresponda.
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