SINOPSIS
SINOPSIS
Dahlia Ferrell emergió de la parte trasera de una limosina negra y entró justo en mi vida.
Supe al segundo que vi esas curvas escondidas detrás de un flojo pantalón caqui y una
camisa abotonada azul, que estaba totalmente perdido. No estoy seguro que ella siquiera
sea legal, pero no importa, esperaré. Ninguna mujer ha atrapado mis ojos en años y no sé
por qué. He estado guardando todo de mí para ella.
Pero, el destino tiene una extraña manera de lanzar obstáculos en el camino de la
felicidad. Ella atrapó mi corazón con su salvaje cabello rojo y hoyuelos, entonces tan
pronto como la encontré, se fue. Dejándome de vuelta en la carretera, arrastrando mi casa
detrás de mí en mi camino a todavía otro solitario sitio de perforación.
Sólo que esta vez, el destino decidió agregar un nuevo giro y darme una segunda
oportunidad. No voy a dejarla fuera de mi vista otra vez. No estoy seguro de qué una 2
dulce e increíble chica como ella pudiera ver en un hombre como yo, pero estoy harto de
cuestionarme. Voy a tomar lo que es mío y cualquiera que piense lo contrario mejor que
esté listo para una pelea. Nunca voy a dejarla ir.
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DAVIS
—Y ENTONCES, COMO SI EL viento me dijera qué hacer, me abrí a él, queriendo que
centrara su alma en la mía. Conduciendo su hombría hacia adelante, me llevó en un rápido
y duro movimiento. Sus manos agarrándome el pelo y metiendo su lengua entre mis labios,
deteniendo mi grito...
—¡Cierra la puta boca! —grito en la cabina de la camioneta ante la voz de mi amigo
que viene a través de la radio del coche. Tengo mi teléfono conectado al sistema de audio,
pero ahora mismo estoy deseando no haber aprendido a hacer esa mierda—. ¿De qué coño
estás hablando?
—Te estoy leyendo —su profunda risa no me tranquiliza—. ¡Este puto libro estaba
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en el mostrador de la cocina de mi madre cuando llegué a casa! No sé si vomitar o estar
excitado. Es asqueroso. Y esta es la página que ella tenía doblada en la esquina. ¿Quieres
oír más? Esta mierda es salvaje...
—Guárdalo. Jesús. No me leas ni una palabra más. ¿Cuándo te vas de allí? —espeto.
Mi naturaleza gruñona de siempre subió otro nivel.
Donald, 'The Tank', Richardson y yo hemos sido amigos desde el momento en que
lancé su trasero a su primer trabajo de aparejo. No sé qué era con respecto a él, pero he
amado a ese mierdecilla desde el primer día, cuando cantó a todo pulmón el puto viejo
Kenny Rogers y Hank Williams mientras hacía todas las tareas de mierda que le asigné.
—Me iré después de acostarme con alguien —se ríe—. Cristo, estuvimos en el último
trabajo veintiséis días seguidos. Se me va a caer la verga.
Pongo los ojos en blanco y agarro el volante con más fuerza, mirando por encima de
mi hombro derecho antes de cambiar de carril. Conducir mi camioneta y acarrear mi casa
de cuarenta pies sobre ruedas toma de algunas putas habilidades de conducción defensiva.
Pero después de casi veinte años de mudarme, todavía no he tenido un accidente.
—No me digas esa mierda. Cuántas putas veces te he dicho que me importan un bledo
tu verga, tu vida sexual, o ahora, los putos libros sucios de tu madre. Hay algo malo contigo
—una punzada de celos porque él tiene una familia a la que volver.
Mi papá desocupó mi vida antes de que me quedara sin pañales. Mi mamá vivió una
vida dura, y murió en un accidente automovilístico cuando volvía a casa de su trabajo
nocturno como camarera el día antes de graduarme de la preparatoria. Después de eso, no
sé, me quedé a la deriva. El lugar donde crecí, la tierra de mi familia, ni siquiera está lejos
de aquí, pero supongo que mi naturaleza es estar en la carretera. Después de que mi mamá
murió, la única relación real que tuve fue con mi tía Becky. La hermana menor de mamá y
yo somos cercanas a nuestra manera. Somos la única familia que cada una de nosotras tiene.
La visito al menos una vez al mes, ha tenido esclerosis múltiple durante años y sé que sus
problemas de salud se están convirtiendo en un problema.
—Aww, estarías de mejor humor si lo intentaras de vez en cuando. Jesús, hombre, no
te entiendo. Quiero decir, no te lo tomes a mal, pero eres un tipo guapo. Si tuviera una
vagina en vez de esta enorme verga de rinoceronte entre mis piernas, te pondría ojos de
colegiala y te tentaría con mi dulce-
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—¡Cierra la puta boca! Si alguna vez, alguna vez vuelves a hablarme de tu verga, te
enterraré tan profundo que te encontrarán en la próxima plataforma.
La camioneta suena debajo de mí. Es un viaje de doce horas en auto hasta el nuevo
sitio de perforación; sólo una ciudad sin nombre en Texas a la siguiente. Siempre el mismo
trato.
—Trato hecho —la voz de Tank viene a través de la radio del coche—. Bien, tengo
una cita esta noche, entonces me dirijo hacia allá. Si no fueras un hijo de puta tan feo,
también tendrías una. No entiendo por qué no te tomas el día libre entre un trabajo y otro.
No sabes lo que significa el término 'tiempo libre'.
—Te veré mañana. Oh —la idea me salta a la cabeza antes de colgar—, recuerda
pasarte por esa granja cerca de la casa de tu mamá y pedir mi pedido. La llamé ayer —nos
estamos instalando en un nuevo sitio de perforación, en el remoto norte de Texas, y tengo
que abastecerme de comida antes de instalarnos. A veces puede pasar una semana o más
antes de que consigas un descanso para ir a la ciudad. Y hacia donde nos dirigimos, de
acuerdo a mi investigación, es una hora más de viaje a cualquier cosa que se acerque a ser
llamada un pueblo—. No lo olvides, Tank, sé cómo eres.
Tank tose y luego continúa—. Sí, sí. Tú y tu obsesión orgánica. Probablemente te
darás cuenta uno de estos días de que la comida orgánica causa cáncer.
—Adiós.
Me desconecto, retuerzo mi cuello y escucho los tres tronidos. Los calambres en mis
hombros me recuerdan que ya no tengo veinte años. Levantar las tuberías de perforación y
transportar los accesorios del equipo de perforación de doscientas libras está empezando a
desgastar mi cuerpo. Pero me encanta el trabajo físico, el sudor, estar sucio al final del día.
Me encanta todo.
Coño, necesito café. Mi otra obsesión. Me gusta encontrar cafeterías independientes
en lugar de las grandes cadenas. No soy de los que se toman fotos, pero empecé hace unos
años a tomarme fotos en cada una de las cafeterías en las que me detengo. Supongo que se
ha convertido en una de las pocas tradiciones de mi vida. El centro de Lubbock tiene un
lugar donde nunca he estado, se llama The Proving Grounds, así que me dirijo allí.
Mi salida está a tres kilómetros. Después de mi parada de café está al norte pasando
Amarillo hasta que casi llego a la frontera de Oklahoma.
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La vida nómada me sienta bien. Nunca encontré una razón para asentarme en ningún
lado. He visto casi todo el país y no pierdo el tiempo sentado frente a una pantalla de
televisión o jodiendo en Facebook o Twitter o lo que sea que sean esas cosas.
Acarrear mi casa detrás de mí también me deja con casi cero gastos en comparación
con la mayoría de los demás de mi edad. Me embolso casi toda mi paga, y es una buena
puta paga. Apenas gasto un centavo. Nada me interesa. Me gusta la buena comida, eso es
todo. Pero aparte de comer bien y comprar una camioneta nueva con efectivo cada dos años,
no he encontrado mucho que me importe consumir.
Conozco a tipos en la plataforma que siguen y siguen gastando la mayor parte de su
paga en sus esposas o novias, y medio entiendo un poco el proceso de pensamiento detrás
de eso. Luego hay otros cuyo cheque de pago casi desaparece en una sola noche de
compañía, y eso nunca lo entenderé.
Ellos van con los pagos de la casa y Dios sabe qué más. La verdad es que mi puta
suerte en las citas ha sido un espectáculo de terror. Renuncié hace unos seis años después
de mi última cita con una mujer, Lucy Felder, amiga de uno de los trabajadores de la
plataforma en ese momento. Me emparejó mientras la plataforma estaba rota y todos
estuvimos sentados durante tres días esperando que llegaran las piezas para poner las cosas
en marcha de nuevo.
Dijo que era una buena chica. Me enseñó una foto. Un aspecto decente. Demasiado
maquillaje para mi gusto, pero pensé qué demonios. Dale otra oportunidad a esto de las
citas. No tengo engaños sobre quién soy, sobre cómo me veo. Supongo que rugoso ha sido
usado, pero no soy un chico lindo. Mi nariz está torcida por demasiadas peleas, tanto con
los puños como con el equipo. Mi ojo izquierdo tiene una cicatriz que va desde mi frente
hasta debajo de la mejilla que me hice cuando una tubería se abrió en mi primer invierno
como constructor. Me cortó la cara como a un durazno. No hay nada suave en mí.
Soy en parte neandertal y en parte guerrero de carretera, y mirarme al espejo nunca
me ha sentado bien, así que no dedico tiempo a preocuparme por lo que está mirando de
vuelta.
Así que, cuando fui emparejado en esa última cita, mis expectativas eran mínimas, si
no más bajas. Pensé que si tenía una conversación decente, lo llamaría una victoria.
Me detuve en el restaurante donde se suponía que nos encontraríamos. Dentro, agarré
una mesa y esperé. Puto infierno, fue una hora más tarde que finalmente ella se pavoneó 6
por la puerta vistiendo lo que yo juro que debe haber sido el atuendo con el que dejó su
trabajo en el club de striptease. Tacones altos de acrílico y todo.
Las uñas de dos centímetros de largo afiladas en puntos de daga con lo que debe haber
sido un día de beber ya en su aliento.
Mierda... ¿qué se supone que tenía que hacer? Soy un puto caballero hasta que es hora
de no serlo, así que saqué la silla para ella y se dejó caer, tirando su bolso morado al suelo.
El contenido se derramó y ella se rió a carcajadas mientras recogía un rollo de Trojans,
sosteniéndolos en alto y preguntándome cuántos y de qué tamaño podría yo necesitar.
Hice lo mejor que pude para hacer otros cinco minutos, pero no pude. Cuando ella
puso su pie debajo de la mesa entre mis piernas y comenzó a darle un masaje a mi verga,
fue entonces cuando decidí. No más.
Ella era sólo una de una ridícula serie de desastres de citas que duraron más años de
los que me gustaría contar. Mientras me iba del restaurante, con un taxi en camino para
llevar su culo de vuelta a de dondequiera que ella vino, porque al diablo si la iba a dejar
conducir, llamé al cabrón me puso en contacto con ella y despedí su culo. He jurado
alejarme de las mujeres desde entonces.
Ahora, voy a cumplir cuarenta años. Un banco lleno de ganancias, llevando mi casa a
otro sitio de trabajo y por primera vez, mierda... tal vez son los calambres musculares en
mi cuello haciendo estragos en mi cerebro, pero creo que tiene más que ver con la vieja
camioneta que acabo de pasar, una chica sentada en el centro del asiento delantero,
inclinando su cabeza sobre el hombro del tipo que conduce. Viendo la mirada en su cara,
incluso con el rápido vistazo, vi algo que no puedes fingir. Él estaba jodidamente feliz.
Y todo en mí decía que él estaba jodidamente feliz debido a ella.
Sacudo la cabeza, escucho el chasquido de mi cuello otra vez. El dolor cayéndome
por la espalda y me pregunto cómo se sentiría tener una cabeza sobre mi hombro.
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DAHLIA
ESCUCHAR A MI PADRE me tiene lista para bajar la ventanilla tintada en la parte trasera
de la limusina y tirarme a la calle.
Oh, eso le encantaría, ¡estoy segura! Pero el horror en su cara valdría el castigo que le
siguiera. Y habría un castigo. Siempre hay castigo. Incluso a los diecinueve años, estoy
bajo su pulgar y apenas puedo mirarle a los ojos.
—Los abogados están trabajando en esa cláusula mientras hablamos. Sí, en cuanto se
presente el heredero, entiendo eso. Sí, envié los resultados de su examen. Ella no debería
tener problemas para concebir —su voz es plana, indiferente, como si el pensamiento de un
hombre que ni siquiera conozco metiéndome su verga e impregnándome prácticamente en 8
contra de mis deseos le afecta tanto como cargar el lavavajillas. Todo en nombre de asegurar
la desmoronada dinastía familiar.
No que mi padre haya cargado nunca un lavavajillas. Así que, sí, ¿cómo lo sabría?
Él presiona el botón y le ladra al conductor—. Detente aquí, Jerald.
—Estoy bloqueando el tráfico, Sr. Ferrell, no hay estacionamiento aquí...
—¡Me importa una mierda! Pueden rodearnos.
Déjenselo a mi padre no tener interés en cómo molesta a los demás. Miro por la
ventana, tratando de distraer mi mente de lo que va a pasar. Estamos en el centro de
Lubbock en nuestro camino de regreso a casa después de otra vergonzosa cita con el
médico.
Se vuelve a poner su celular en la oreja—. Tengo cosas que hacer esta tarde. Nos
encontraremos en mi casa a las seis de la tarde. Firma todo, puedes ver los resultados de las
pruebas, podemos fijar la fecha del matrimonio...
Mi reflejo de náuseas se contrae y la bilis se eleva en la parte posterior de mi garganta.
Como ha hecho en los últimos seis días y medio, desde que me emboscaron en la oficina
de mi padre. Se contactó conmigo, vía mensaje de todas las cosas, y cuando entré allí estaba
detrás de su escritorio. Él no levantó la vista, sólo señaló la silla vacía entre dos hombres
que conocía vagamente de unas cuantas fiestas y otras reuniones sociales.
—Dahlia —mi padre finalmente me había mirado con aburrimiento—. Ya conoces al
Sr. Petrov y a su hijo, Nikolai.
Ninguno de los dos me reconoció, pero asentí educadamente, apenas podía respirar.
La siguiente media hora luché contra las lágrimas. Pero llorar delante de mi padre nunca
ayudaba. Sólo incitaría su crueldad, así que me mordí el labio hasta que la sangre se calentó
sobre mi lengua. Distrayéndome con su sabor metálico al tragar, sintiendo como se me
revuelve el estómago. Luchando contra el impulso de purgar su pretencioso escritorio
antiguo de cincuenta mil dólares.
Para el momento que fui excusada, había un anillo en mi dedo. Colocado allí por
Nikolai sin pronunciar una palabra, sólo un susurro `produce un heredero tan rápido como
sea posible' todavía zumbando en mis oídos. Al día siguiente, yo estaba en el consultorio
de un médico, me sacaron sangre y me hicieron pruebas que me hicieron sentir como una
yegua de cría. 9
¿La peor parte? Oh, eso es fácil. Mi propia cobardía. Simplemente lo tomé todo. Dejé
que pusiera ese estúpido e impío diamante grande en mi dedo. Me tumbé allí con los pies
en esos estribos y dejé que el doctor sondeara y me empujara a su gusto.
I. Lo. Tomé. Todo.
Mi auto-odio está en su punto más alto. Cuando me acuesto en la cama por la noche,
imagino todas las cosas que debí haber hecho.
Todas las cosas que debí haber dicho.
De ninguna puta manera ser el principal contendiente, junto con patearlos a todos en
las bolas, empacar una mochila y salir a la carretera como Jack Kerouac.
Pero, no lo hice.
No lo hice porque soy una niña buena. Más que eso, siempre he estado petrificada de
mi padre. Por una buena razón. No sólo por la variedad de castigos que me ha perpetuado
a lo largo de los años, sino porque sé quién es.
Él es Stewart Ferrell. Ganadero. Inversionista petrolero. Filántropo. Y por otro lado,
un hecho que no sabe que yo sé, también es un hombre que no duda en estar por encima de
la ley para ganar. Yo solía esconderme cuando él y mi madre peleaban, pero incluso
esconderme no me impedía oír cosas que un niño nunca debería oír.
No era sólo la forma en que prácticamente hacía alarde de sus relaciones
extramatrimoniales frente a mi madre y a mí. Con la que yo podría lidiar. Pero lo que me
daba náuseas era cómo describía lo que les pasaba si se salían de los límites. Más de una
vez oí esas historias. Hay muchos acres en nuestro rancho familiar, y si los perros de
cadáveres alguna vez aparecían, estoy bastante segura de que encontrarían al menos algunos
olores interesantes enterrados por ahí.
Lo que he logrado averiguar en la última semana, es que si me caso con Nikolai y
produzco un heredero, beneficiará a ambas familias. La nuestra, por la afluencia de dinero
de los Petrovs. Y para ellos, serán introducidos y legitimados en el mundo cerrado de las
regalías petroleras de Texas. Mi padre pudo haber arruinado las finanzas de nuestra familia
cuando mi madre se divorció de él y se llevó casi todo, pero sus raíces son profundas y sus
conexiones más profundas. Texas es todo sobre el buen club de los muchachos del ole y
entrar significa conocer a la gente derecha. Parece que todo se trata de a quién conoces, y
los Petrov están ansiosos por hundir sus raíces en todas las cosas de Texas. Especialmente
el petróleo. 10
—¡Dahlia!
—¿Qué? —salto.
—Dije salte —señala a la puerta, su cabeza moviéndose para animar—. Te recogeré
en una hora. O más o menos. No salgas de esa cafetería.
Sacudo la cabeza, tratando de averiguar qué es lo que quiere, cuando el sonido de una
bocina estalla en la cabeza a mi padre para mirar detrás del auto.
—¿Qué carajo? —mi padre se da la vuelta para mirar detrás de nosotros y mis ojos lo
siguen. Hay una enorme camioneta roja detrás de nosotros. La parrilla cromada llena la
vista desde la ventana trasera y el sonido ensordecedor llena la parte trasera del coche.
Y sólo por un segundo, me encanta. Me encanta porque él lo odia.
Las ventanas de la limosina están teñidas de negro, por lo que es casi imposible ver el
interior. Pero ver hacia fuera no es un problema.
Desde mi lugar en el asiento trasero, a través del parabrisas de la camioneta roja, algo
me pone nerviosa y me da escalofríos desde los hombros hasta los dedos de los pies.
Un destello de ojos verdes, puestos en un ceño fruncido, penetran en mí. Es un
destello, una fracción de segundo, pero nunca he sentido nada igual de otro humano. Por
no hablar de un humano visto a través de dos cristales.
—Ve —mi padre ladra mientras Jerald abre la puerta desde afuera y me hace salir a
la acera con el calor del verano mientras la bocina sigue resonando desde la camioneta de
atrás—. Quédate ahí hasta que te mande un mensaje y te recogeremos cuando termine mi...
reunión.
Tan pronto como me levanto, desorientada por el repentino cambio de escenario,
desciende el silencio. No más adormecimiento de oídos, no más bocina resonando. Me
atrevo a mirar fijamente al conductor de la camioneta, y lo encuentro mirándome fijamente.
Esos mismos ojos verdes que me roban el aliento están ahí otra vez, erizando los vellos
de mis brazos, y tan pronto como lo aprecio, me doy vuelta, corriendo hacia el entrepiso
del edificio.
Dentro de la puerta, estoy jadeando. El corazón palpitando. Mis pies pegados sólidos
al suelo de mármol. El frío del aire acondicionado evapora el ligero sudor que cubre mi
piel. El calor afuera es una cosa, pero el calor, incluso la más rápida de las miradas a ese 11
hombre de ojos esmeralda generado dentro de mí, rivaliza con cualquier verano de Texas.
3
DAVIS
PARA EL MOMENTO QUE TENGO a mi camioneta y remolque estacionado a la vuelta
de la esquina y en la parte posterior de un lugar lo suficientemente grande en el
estacionamiento, mi verga está lo suficientemente dura para perforar en busca de petróleo.
Me agacho para frotarme rápidamente los jeans antes de saltar por la puerta abierta
del conductor hacia el calor sofocante de Lubbock que se levanta del asfalto. Por un
segundo, me replanteo mi uniforme de franela, pero no hay tiempo para entrar en la
caravana y cambiarme.
Necesito encontrarla.
Estoy empeñado a entrar en ese edificio donde la vi desaparecer. 12
Por suerte para mí, hay un conjunto de puertas que llevan al interior del
estacionamiento trasero.
No lo hagas. Ella apenas es legal. Tal vez ni siquiera apenas.
Tuerzo el cuello y me saco el pensamiento de la cabeza.
No tengo otra opción. Tengo que seguirla. Algo me lleva por instinto primitivo a
encontrarla.
¿Cuántos segundos la miré? ¿Cinco? ¿Diez a lo mucho?
Se siente como una vida entera. Cada balanceo y curva se quema en mi cerebro. La
forma en que se vestía con esos pantalones color caqui de chico de gran tamaño. La camisa
azul Oxford con botones que encajaba con esos ojos. Puede que estuviera vestida como un
niño, pero no hay nada más que mujer en ella. Suave y flexible. Piel tan clara que quería
protegerla de los rayos del sol para que no causaran ningún daño.
Pero, maldición. Esos ojos.
Pelo de pelirrojo. Salvaje como un animal indomable con ojos tan azules que quiero
nadar en ellos. Ella es diminuta, pero redondeada abajo y no puedo dejar de pensar en cómo
ese culo luciría descansando en mi frente, mientras mi boca tarda horas lamiendo lo que
probablemente es un coño suave de niña. Escuchando su dulce voz correrse mientras me
llama Daddy.
Pervertido.
Joder, no me importa. He perdido la puta cabeza. Agarro la manija de la puerta tan
fuerte que mis nudillos crujen. Estoy a media corrida por el elegante mármol del entrepiso,
mi cabeza dando vueltas de un lado a otro, buscando desesperadamente ese feroz pelo rojo.
Hay una peluquería a la moda a la izquierda. Presiono mi cara contra el vidrio,
ignorando las miradas de asco que recibo del otro lado. Eso es un no para entrar. Junto hay
una oficina de seguros, luego un salón de uñas, estoy bastante seguro de que no está allí,
así que voy a mi siguiente mejor apuesta que es la cafetería en el lado opuesto del pasillo.
Irrumpo a través de las puertas de The Proving Grounds como si hubiera un incendio
que apagar, que es lo que jodidamente hay. Mis bolas están listas para contraerse y soltarse
aquí mismo. Carajo, si es menor de edad, esperaré. Me matará, pero lo haré. 13
Averiguaré dónde vive y la acosaré el tiempo que tarde en cumplir los 18, y luego
jodidamente la robaré si es necesario. Meterla en la parte de atrás de mi camioneta, llevarla
al bosque y hacerla mía. Viviremos de la tierra hasta que tenga su barriga redonda y se dé
cuenta de que nunca la dejaré ir.
He perdido la puta cabeza. Estoy pensando en secuestrar a una chica que ni siquiera
conozco. Criarla y follarla hasta que lo único que sepa con certeza es que la voy a follar
otra vez.
Me aclaro la garganta y toso. Sólo estoy tratando de recuperar mi yo racional; sé que
está aquí en alguna parte. Entrecierro los ojos mientras miro a la multitud.
El lugar está lleno de gente guapa. Son todos trajes hechos a mano y tacones de aguja.
Algunos tipos que son más lindos que la mayoría de las mujeres se sientan en una mesa
junto a la ventana, todos jeans ajustados y galones de producto para el pelo en su cabello
con corte de salón de belleza.
Escaneo las mesas pero ella no está allí. Me paro a mi altura completa para ver por
encima de la línea de gente y mi corazón se contrae. Apenas atrapo el más ligero vistazo y
mi próximo aliento se me queda en la garganta.
—Con permiso —empujo con el hombro a unas personas que se interponen en mi
camino y a otras que lo atraviesan. No llegaré a ella rectamente, así que rodeo. Es más
rápido y, a decir verdad, no me gusta tanto tocar a la gente. Esta es la ruta menos poblada.
Ella está poniendo su hombro a su oreja mientras me acerco a una gran columna y me
acerco lo más que puedo sin lanzar a un par de tipos en sus celulares y a su mesa a través
de la habitación.
Lo considero por un momento, pero luego veo a dos chicas de pie detrás de ella. Se
están riendo y puedo oler mierda desde una milla de distancia.
Y están mucho más cerca que eso.
Una de pelo rubio se muerde el labio inferior con una sonrisa torcida mientras la otra
le da un golpecito en el hombro a mi chica.
—Hola, ¿cómo te llamas? —las dos chicas detrás de ella sueltan una risita, pero nada
es jodidamente gracioso.
—Dahlia —murmura ella, apenas girándose para mirarlas mientras pone un pie sobre
el otro y se aprieta. 14
—Ah, cierto, Dahleeeah —pronuncian mal su nombre con otra risita y la pequeña
castaña señala el buen culo de mi chica, pero puedo ver que no es porque la estén
admirando.
Ella es perfecta, diminuta, pero con una mitad inferior que me tiene haciéndome agua
la boca y a mi verga haciendo todo lo que puede para llegar a ella. Pero estas dos perras
excesivamente peinadas no me están dando buena espina.
La rubia le toca el hombro de nuevo y por primera vez en mi vida, considero golpear
a una mujer.
—¿No invitaste tú a Tyler Templeton al baile de graduación el año pasado?
Dahlia apenas asiente cuando la línea avanza. Sus mejillas se están volviendo de color
rosa y mis puños apretados a mis costados.
La castaña interviene—. Sabes, están de rebajas. En el Plus Size Rack en Nordstrom's.
Acabamos de salir de allí, pensé que quizás querrías saberlo. Algunas buenas ofertas. Nada
para nosotros, pero puede que encuentres algo...
Estoy harto. No me disculpo mientras paso por delante de la mesa en mi camino, casi
derribando al trajeado con su teléfono de su silla. Pero cuando levanta la vista para ver
quién lo golpeó, decide dejarlo pasar.
Buena puta idea. No soy la elección de nadie para una pelea cuando estoy de buen
humor, y ahora mismo no hay ni una puta cosa buena sobre lo que está pasando bajo mi
habitual fachada gruñona.
—Hey —me muevo entre las dos gatas y Dahlia, poniendo mi brazo alrededor de su
hombro.
Bajo la vista y le hago un guiño rápido, esperando que suba a bordo rápidamente con
lo que está a punto de suceder.
Siento a su cuerpo apretarse, así que hablo rápidamente, girándome hacia las dos
detrás de mí.
—Hey, saben, están de rebajas en el mercado "no seas una perra" de la calle. Creo que
ustedes dos deberían ir a ver —jalo a Dahlia hacia mí, metiéndola bajo mi brazo mientras
les doy a las otras dos una mirada que debería decirles en términos inequívocos que hablo 15
en serio.
Me entrecierran los ojos por un segundo, inseguras de lo que acababa de pasar, así
que se los aclaro rápidamente.
—Estoy pensando que tal vez quieras ir. Ahora —me burlo, luego me giro y me
inclino un poco hacia Dahlia—. ¿Estás bien, cariño? Siento mucho llegar tarde. Hay
muchos pendejos en esta ciudad. Me retrasaron.
Cuando giro la cabeza, las dos perras se salen de la fila y luego de la puerta principal.
Mis bolas se sacuden cuando su esencia me agarra y no me suelta.
—¿Quién eres? —se tuerce para mirarme, pero aun así no se aleja.
Ella es más hermosa de cerca, y por un segundo dudo que pueda estar atraída o
interesada en un viejo y feo cabrón como yo. Por un momento, me pregunto si tiene novio
y la rabia me llena. Haría más que matarlo, lo lastimaría de maneras extraordinarias, y luego
lo mataría. Ese pensamiento sólo me pone más duro, luchar por ella de alguna manera me
excita aún más.
—¿Señorita?
La línea se mueve hacia adelante y la alegre barista saluda a Dahlia al mostrador.
Avanzo con ella, sin querer desconectar mi brazo de su hombro, y cuando veo sus labios
girar hacia arriba en las esquinas mientras me muevo a tiempo con sus pasos, el primer
optimismo acerca de ella potencialmente considerándome de una manera romántica me
tiene parándome más alto.
—¿Qué te gustaría? —pregunto, dándole un pequeño apretón mientras busco mi
billetera en el bolsillo trasero.
—Uh... —se chupa los labios y luego se suelta. Esa es mi chica—. Me gustaría el
Killer Deep Dark Caff, extra grande, negro. Doble vaso.
Levanto dos dedos de su hombro con un asentimiento hacia la chica detrás de la caja
registradora, luego pongo mi billetera sobre el mostrador y la mantengo abierta.
—¿Puedes sacar un billete de 20? —le pregunto a Dahlia, encontrando imposible
quitar mi brazo de ella y descubriendo rápidamente que sacar dinero de tu billetera con una
mano no es fácil.
Ella pausa, luego se acerca con los dedos más lindos y saca el billete de la pila que 16
hincha mi billetera. Soy un tipo de dinero en efectivo. Tengo una tarjeta de crédito, pero
nunca la uso.
Los siguientes segundos, mientras esperamos, estoy de pie orgulloso, mirando a la
multitud para asegurarme de que nadie más la está mirando. Soy más grande que cualquier
otra persona aquí, así que noto que varios pares de ojos se mueven hacia mí, y luego se
alejan. Claramente no soy su cliente habitual, con mi franela desgastada, mi pelo rebelde y
mis botas embarradas.
—Gracias —su voz suave flota hacia arriba, sujetando mi corazón y sujetando fuerte.
Bajo la vista, tratando de descifrar si de hecho me está hablando. Sus ojos de un azul
profundo se dilatan cuando los encuentro con los míos y me da la más pequeña de las
sonrisas, su mejilla derecha con un hoyuelo pequeño.
—¿Por?
—Bueno, tú pagaste por el café —sus gruesos labios se mueven un poco antes de
continuar—. Y, por lo que hiciste. Con ellas. Las chicas. Iban a mi preparatoria. He sido su
pasatiempo desde tercer grado. No es fácil crecer con este pelo. O estas pecas. No de donde
yo vengo, donde todos parecen haber brotado de las semillas de la muñeca Barbie.
Bufo ante la visión.
—La gente es estúpida. Las chicas pueden apestar. No pueden competir contigo.
Tomaré tu pelo y esas pecas un millón de veces antes de mirar dos veces a cualquiera de
ellas.
El servidor desliza nuestros dos cafés por el mostrador y me duele, pero quito el brazo
de sus hombros para tomar un vaso en cada mano y luego empiezo a dirigirme hacia una
mesa que está abierta junto a la ventana.
—Bueno, gracias de todos modos. Estoy seguro de que tienes mejores cosas que hacer
con tu día.
Hay una pizca de timidez en su voz. No estoy seguro si ella tiene miedo de si me voy
a sentar con ella o de que no lo haré.
—No tengo nada más importante que hacer con mi día que sentarme aquí contigo.
¿Has quedado con alguien? ¿Tienes algo más que hacer? ¿Algún otro lugar al cual ir ahora
mismo?
Ella sacude la cabeza con un suave mordisco en su labio inferior, y yo pongo las dos 17
tazas sobre la mesa, luego me muevo para jalar su silla y asiento para que se siente.
—No. Sólo estoy esperando que vuelva mi transporte. Pasará un tiempo —su tono
melancólico me dice que no está muy entusiasmada con esperar su transporte o el viaje en
sí, y tomo nota de lo que eso significa.
Por alguna razón, cualquier cosa que no la haga sonreír o hacer su vida mejor se siente
como mi deber de rectificar. Raro como el carajo, pero este creciente sentido de posesión
sobre ella está aquí para quedarse. Miro alrededor de mí otra vez, veo un trajeado de
mediana edad mirándole el culo mientras ella se da la vuelta para sentarse y me inflo,
dándole la mirada de muerte. Rápidamente encuentra la parte superior de la mesa frente a
él convincente y sólo entonces me doy la vuelta y me siento en la silla frente a ella.
—¿A dónde vas? —logro decir, aunque siento como si tuviera que forzar cada palabra
de mi garganta.
—Uh... —me mira con confusión—.Me voy a sentar aquí.
—No —gruño. Apesto en las charlas triviales, pero quiero que siga hablando. Quiero
mantenerla aquí.
No, lo que quiero es despejar la mesa entre nosotros y sentar su culo frente a mí,
arrancarle ese pantalón caqui y meterle la nariz en el coño.
—Lo siento —en una respiración profunda, trato de formar un pensamiento claro. La
pobre chica parece que está a punto de huir y no puedo decir que la culpo—. Quiero decir,
dijiste que estabas esperando tu transporte. ¿A dónde vas?
Sus hombros se hunden un poco, y ese instinto de protegerla se eleva de nuevo. Leo
su lenguaje corporal. Estoy muy concentrado en ella, como nunca antes lo había estado en
otro humano. Cada movimiento muscular, cada retroceso y cada respiración registran
información y la proceso, preguntándome cómo puedo mejorar su vida.
—Es sólo que, bueno... mi papá. Va a volver a recogerme —se detiene, moviendo la
cabeza hacia adelante y hacia atrás. Sus ojos están abatidos, y sus labios se mueven hacia
una sonrisa forzada—. Voy a tener mi anillo de compromiso hecho a la medida.
Las palabras me arrancan el corazón del pecho, lo tiran al suelo y lo convierten en
pulpa con un bate de béisbol. ¿No es lo suficientemente mayor para conducir, pero es lo
suficientemente mayor para estar comprometida? ¿Es un matrimonio arreglado o qué?
18
—¿Estás comprometida? —incluso cuando las palabras salen de mis labios, mi
cerebro me dice que me calme—. ¿Cuántos años tienes?
Mi presión arterial se eleva, el sonido de cada latido del corazón palpitando en mis
oídos. Mis preguntas son más bruscas de lo que pretendo, pero mi ira está aumentando. No
con ella, nunca con ella, con quien carajo crea que le pertenece.
Porque ella jodidamente no le pertenece.
—Sí —no está actuando como si estuviera contenta y ya somos dos—. Tengo
diecinueve años. Sé que parezco joven. Todo el mundo dice eso. En fin... —sus mejillas se
iluminan de un rosa intenso, sus ojos delatan una tristeza velada mientras agita sus pestañas,
y juro que la veo luchando contra las lágrimas.
Esa dulce sonrisa forzada de nuevo me hace querer herir a alguien. Algo no está bien
aquí y cada célula de mi cuerpo me dice que sea lo que sea este "compromiso", voy a hacer
todo lo que esté en mi poder para deshacerlo.
Sin pensarlo, mi mano vuela para cubrir la de ella. Mi enorme y áspero guante
envuelve sus suaves y diminutas manos, pero veo un brillo en sus ojos al tacto.
—No soy un viejo rabo verde —logro decir, seguro que esta hermosa jovencita piensa
que sólo soy un viejo pervertido. Lo que supongo que sí, pero mi perversidad está dedicada
a ella y sólo a ella. De hecho, no he pervertido hacia una chica... quiero decir una mujer...
en más tiempo del que puedo recordar. Ninguna mujer me ha puesto duro en años. Y ahora
mismo, estoy jodidamente feliz por eso porque mi verga le pertenece. Si ella la quiere. Si
ella me acepta.
—¿Entonces eres un joven rabo verde? —ella se ríe y chispea un tirón en mi verga ya
dolorosamente dura.
—No, soy viejo. Sólo que no rabo verde.
Sus ojos se iluminan, y juro que casi me vengo en mis pantalones—. Nunca me dijiste
tu nombre."
Antes de que pueda contestar, un joven con una decolorada mohawk falsa grita por
encima de la concurrida cafetería desde detrás del mostrador.
—Si alguien aquí tiene un Ford F-350 rojo con un remolque enorme... está a punto de
ser remolcado. 19
—Carajo —espetó, dándole a ella un apretón a sus manos—. Ese soy yo. Quédate
aquí. Enseguida vuelvo. ¿De acuerdo?
No quiero marcharme. Un gemido agonizante se desprende de mí mientras me pongo
de pie, casi derribando la pequeña silla del café con la fuerza de mi movimiento.
—De acuerdo —ella asiente con la cabeza.
—Porque voy a volver enseguida.
Salgo corriendo por las puertas traseras, la pared de calor penetrante casi me golpea
hacia atrás después del frío del aire acondicionado dentro del edificio. Pero estoy en un
callejón sin salida antes de que el deshuesador se enganche en la parte delantera de mi
camioneta.
—Ten—meto la mano en mi bolsillo trasero, saco la cartera y saco un fajo de billetes
de 20—. Toma esto. Lo voy a mover ahora mismo.
El conductor de la grúa pone los ojos en blanco—. Recibí una llamada, estás en una
zona de no estacionarse.
—Escucha —no estoy de humor para negociaciones—. Tú y yo sabemos, que
mientras no estés conectado, soy libre de mover mi puta camioneta. Te acabo de dar
probablemente cien dólares, sólo para que te apartes de mi camino rápido. Necesito volver
adentro, así que vuelve a tu camioneta, retrocede para que yo pueda salir de aquí y mover
esto. Los dos nos vamos felices.
Con otro quejido molesto, hace lo que le digo, metiendo el fajo de billetes en su
bolsillo delantero mientras vuelve a su camioneta, luego entra y se aleja.
—Qué me jodan —digo mientras me tiro al volante de mi Ford, me alejo y escudriño
el área en busca de un lugar para estacionar.
Suena mi teléfono y miro el número y gimo. Es la compañía. Jerga para la gente que
escribe los cheques en el sitio de perforación, así que acepto la llamada a regañadientes
mientras salgo del estacionamiento en busca de un lugar para volver a estacionar y regresar
a Dahlia.
—Aquí Davis —medio lo escupo.
—¿Cuándo llegarás al lugar? —Leroy Marshall es pendejo de la compañía y él y yo 20
tenemos un historial de no estar de acuerdo—. Están dejando las nuevas brocas. Pensé que
no estarían allí hasta mañana, pero el camión está en la carretera. Estará allí en cuatro horas.
Tienes que estar ahí cuando lleguen, Davis, sin excusas.
Puto infierno.
—No es mi puto problema, Marshall —sé que lo es, pero ahora mismo no me importa.
Mi mente por una vez no está en el taladro, está en ella.
—Oh, ¿no lo es? Bueno, entonces pagarte no es mi puto problema. Y el resto de sus
contratos para este año tampoco va a ser mi problema. Diablos, al carajo, ¿todos esos
secuaces que parecen pensar que colgaste la maldita luna? Bueno, también pueden ir a
buscar una nueva compañía. Todos ustedes pueden encontrar nuevos cheques de pago.
Dios, es un imbécil. ¡Carajo! Estoy medio tentado a decirle que vaya por ello, pero la
mayoría de estos chicos que tengo trabajando para mí no pueden ir sin un cheque de pago.
He traído a la mayoría de ellos yo mismo y yo dirijo un espectáculo muy apretado, pero
ellos acatan las reglas. Sería una mierda por mi parte dejarlos a todos colgando en el viento.
—Estaré allí. Ahora, jodidamente no me hables durante una semana a menos que sea
una emergencia, ¿entiendes? Me dejas dirigir mi plataforma y te mantienes fuera de mi
camino.
Me desconecto. Los cumplidos nunca han sido necesarios entre Leroy y yo, y tenemos
un acuerdo. Hago el maldito trabajo, normalmente antes de lo previsto y por debajo del
presupuesto, y él me deja en paz.
Me toma cinco minutos y dos cuadras, pero encuentro un estacionamiento abierto y
vacío y mis pulmones están ardiendo cuando llego a la puerta principal de The Proving
Grounds.
Estoy maldiciendo en voz baja cuando entro. Sabiendo que ya llevo media hora de
retraso para llegar a la plataforma en cuatro, pero tengo que conseguir su número. Tengo
que decirle mi nombre y asegurarme de que sepa que volveré por ella y la llamaré todos los
días. Diez putas veces al día, hasta que pueda verla de nuevo.
Mi corazón salta a mi garganta mientras mis ojos se iluminan en la mesita donde ella
debería estar sentada, esperándome. Está vacía. Sacudo la cabeza de un lado a otro, pero su
taza ya no está. La mía, por otro lado, sigue ahí, lo que me dice que probablemente no sólo 21
esté en el baño de mujeres.
—Hola —sin aliento, agarro el hombro de una mamá futbolista en su teléfono que
estaba sentada frente a nosotros. Ella me da un suspiro de irritación y la suelto
rápidamente—. Lo siento. Yo sólo... es mi hija —no puedo creer lo que acabo de decir,
pero ahora mismo diría cualquier cosa para saber a dónde fue—. ¿Vio a dónde fue?
Ella me mira por un segundo, sus ojos bajando hasta mis botas, luego de vuelta a su
teléfono, haciéndome menos antes de responder sin mirarme—. La limusina se detuvo allí
—ella asiente hacia la calle donde la vi por primera vez salir de la limusina—. Se subió, se
fue.
Una pesadez se instala. Mis hombros se sueltan, pero mi pecho está apretado. El sudor
se desliza por los lados de mi cara. La marca de mi espalda.
Se fue.
Salgo corriendo por la puerta principal, mirando hacia arriba y hacia abajo de la calle,
esperando más allá de toda esperanza poder perseguir a la limusina, saltar a ella, golpear
mi puño el parabrisas trasero y jalarla de vuelta hacia mí.
4
DAHLIA
NO ME PIERDO LA IRONÍA. Mientras trato de sacar mi recién ajustado anillo de
compromiso de mi dedo, todo lo que puedo pensar es en el tipo que vino a mi rescate en la
cafetería ayer. Que pusiera a Cindy y Tiffany en su lugar fue una de más mejores cosas que
me ha pasado en un lago tiempo.
Mi corazón se hundió cuando mi papá me envió un mensaje diciendo que la limosina
estaba fuera de la cafetería antes de lo que esperaba. Parece que su deleite de la tarde le
canceló y no estaba de humor para explicarle que quería quedarme unos minutos más, Dios
sabe que no podía haberle contado el por qué.
Lucho con la tapa del aceite de oliva hasta que logro sacarla. Pero tratar de verterlo 22
en mi mano izquierda está resultando más difícil que lo que había pensado.
—¿Por qué tienes que comprar el tamaño económico? —gimoteo sobre mi hombro
hacia Sylvia mientras lucho contra las imágenes de los salvajes ojos verdes de ese hombre,
los que han bailado en mi mente y mis sueños desde que puse mis ojos en él.
—¿Qué estás haciendo? —grita por encima del sonido de la batidora luego maldice
en ucraniano. Ésta horneando un pastel doble con biscocho de chocolate para la cena con
los Petrovs y yo medio estaba considerando echarle un poco de laxante, pero amo su pastel,
así que mi necesidad de chocolate supera mi necesidad de envenenar a mi prometido y a mi
futuro suegro.
—Estoy tratando de poner aceite en mi dedo.
—Detente —dice Sylvia en un profundo suspiro. Su cabello oscuro se enrolla en su
cabeza en un moño—. Vas a sacarte el dedo. Los matrimonios arreglados pueden funcionar,
sabes. Tal vez te enamores con su gran sorpresa de la noche de bodas —su profunda risa
resuena en el enorme techo de la cocina mientras dejo caer unas cuantas cotas de aceite en
mi mano.
—Yo creo que no —digo entre dientes mientras dejo la lata del tamaño de un galón
en el fregadero y trato en vano de sacar el anillo. Mi padre tuvo que pedirlo un tamaño más
pequeño a propósito y esta clavado en mi dedo—. ¡Maldición!
Mis dos manos están resbaladizas con aceite y el anillo aún no se mueve.
—Lo juro, eres todo drama ¿verdad? ¿Él es tan malo? —susurra limpiándose las
manos en el vestido negro de uniforme que usa todos los días desde que puedo recordar.
Ella es alta. pero delgada con manos fuertes como cualquier hombre. Lo sé, me agarró y
me golpeó mi trasero más veces de las que puedo contar a lo largo de los años, pero me
adora con una fiereza que no merezco. Sé que mi padre no la trata bien y por qué ella se ha
quedado tanto tiempo es algo que no puedo explicar. Pero estoy más agradecida de lo que
puedo expresar.
—Peor. Lo peor —pisoteo y reconozco la derrota con el anillo, pasando mis manos
por el borde del fregadero, dejando que el aceite gotee, luego descansando mi cabeza entre
ellas en el frío borde de acero inoxidable—. Lo peor, infinitamente peor.
Escucho a Sylvia suspirar mientras distribuye la masa en línea en las diez bandejas
puestas en el mostrador. 23
—Bueno, entonces dile a tu padre que no. O escapa. Eso es lo que yo hice.
—¿Qué? —levanto mi frente, mirando a la mujer que me crio básicamente. La única
persona en el mundo que me importa y sé que se preocupa por mí a cambio—. ¿Escapaste?
Nunca me contaste eso.
—Claro que lo hice. Cuando tenía dieciséis, me fui de casa. No tus mismas razones.
Mi papá, te dije sobre él.
Ella lo hizo, él era un bebedor, solía desaparecer por semanas, nunca pudo encontrar
un trabajo. Luego repartía latigazos a todos los niños, mandó a Sylvia a trabajar en vez de
ir a la escuela cuando tenía doce.
—Sí. Sr Maravilloso.
—Sip. Bueno, el día que cumplí dieciséis llegué a casa, él estaba ebrio. Me dijo que
le hiciera la cena. Lo hice. Le hice la cena, metí cinco pastillas para dormir en su puré de
patatas. Cuando se durmió, empaqué, tomé todo el dinero de la lata de café que él tenía
escondido bajo el fregadero y el resto es historia. Un largo viaje en bote más tarde estaba
en América. Eventualmente, termine aquí, con ustedes.
—¿No fue eso aterrador? ¿Huir y no saber hacia dónde ibas?
—No más aterrador que la vida que veía para mí misma. Todo salió bien, ¿no es así?
35
6
DAHLIA
MI NIÑA INTERIOR ESTÁ pisoteando cuando Davis llama a la puerta de la habitación.
—Adelante —espeto—. Me he puesto mi hábito de monja, no te ensuciaré con ningún
vistazo de mi carne impura.
La puerta se abre y noto la manera en que me mira, como un padre intentando
contenerse de disciplinar a una mocosa. Pero no me importa. Nunca me sentí así. Cuando
estaba sentada en su regazo, mi Dios, la sensación de hormigueo entre mis piernas era
malditamente exigente. Quería seguir moviéndome, empujándome hacia abajo en lo que sé
que era su dura longitud de hombre…pero él me detuvo.
—Buena chica —gruñe y esos cosquilleos reviven de nuevo multiplicados por cien. 36
—Sabes, no puedes besar a una chica así y luego simplemente dejarla colgada —
protesto, intentando cualquier cosa que pueda pensar para conseguir que él ceda.
—No te dejé colgando —se queja mientras se acerca y se para a un lado de la cama
donde estoy sentada con las piernas cruzadas debajo de las sábanas, usando una camisa de
franela recién lavada a cuadros rojo y café. Davis también me dio una camiseta blanca de
tirantes y un par de bóxer para ponerme, pero…bueno, convenientemente los olvidé. Así
que todo lo que hay entre nosotros ahora es esta camiseta y su resolución—. Te hice la cena,
te alimenté, y ahora vas a dormir. Tu bajo las sabanas y yo, justo aquí, completamente
vestido encima de ellas.
Ruedo mis ojos y fracaso en evitar el pequeño bostezo que sale.
Davis hace este sonido de chasquido en su mejilla con su lengua y mi vientre revolotea
mientras miro a este enorme hombre.
—Recuéstate.
Hago lo que dice y él apaga la luz que está en mi lado de la cama antes de rodearla y
arrastraste en colchón a mi lado. El peso de su carnoso brazo presiona a través de mi vientre
mientras lo asegura ahí, tirando de mi más cerca mientras su aroma masculino despierta mi
zorra interior.
—Buenas noches, bebé —me susurra al oído con un suave beso en mi mejilla.
Gruño, preguntándome cómo podré ser capaz de dormir con este nudo de tensión entre
mis piernas.
Escucho su respiración mientras me quedo inmóvil. No se está ralentizando. Me
pregunto si está teniendo el mismo problema que yo, así que tomo un respiro profundo y
una gran oportunidad.
—Si no me tocas, voy a tocarme yo misma.
Lo siento ponerse rígido y su respiración se detiene, así que no dudo y me quito las
sábanas, levantando y empujando su pesado brazo devuelta hacia él. Pateo el edredón y la
sábana hasta que yazco en la cima y desabrocho el único botón que había asegurado de su
camisa. Hay una luz entrando de la puerta abierta y es suficiente para saber que puede ver
lo que sea que estoy haciendo.
—Detente —su voz tensa sólo me impulsa a seguir. 37
—¿Detener qué? ¿Esto? —juego mientras paso de puntillas dos dedos por la abertura
de la camisa. No la abro ampliamente, estoy entusiasmada, pero todavía hay un hilo de
reserva y timidez rodeando los bordes de mi recién descubierta zorra interior.
Escucho el retumbar, debajo de su pecho mientras aplasto mi mano debajo de mi
ombligo y la deslizo más abajo hasta que las puntas de mis dedos apenas rozan donde la
abertura de mis labios comienza.
—Sí. Carajo. Detente.
—¿Me vas a obligar?
Su respiración se acelera a mi lado y el brazo que fue lanzado de mi cuerpo ahora
viene sube, su mano curvándose alrededor de la base de mi garganta. Si pensó que eso iba
a detenerme, chico, no lo hará. La sensación de sus dedos ásperos apretando levemente
alrededor de mi cuello envía un chorro de excitación fuera de mí y el escurrimiento cubre
donde mis muslos todavía se aprietan juntos.
—Dahlia —dice mi nombre como si le doliera, pero mueve las caderas hasta que la
bragueta de sus jeans está presionada en mi cadera—. Por favor.
—¿Por favor? —levanto mis rodillas y las abro, girando mi cabeza para observar su
rostro que parece a punto de combustionar o de matar a alguien.
—No puedo ver… —cierra sus ojos mientras sumerjo mis dedos en mis pliegues.
Mi cabeza se empuja en la almohada, pero mantengo mis ojos en él mientras un aliento
tembloroso sale de mi garanta.
—Tú lo comenzaste con ese beso. No puedes culparme, Daddy. Si no vas a tocarme…
—Joder —la palabra está llena de crudo deseo que envía más lubricación empapada
a mi cuerpo.
La erección que sentí sentada en su regazo, ahora está sólidamente clavada en mi
cadera mientras la mano en mi garganta pulsa, apretando y aflojándose.
Dejo caer mis dedos más abajo, sintiendo la suavidad resbaladiza de mi cuerpo
mientras los corro arriba y abajo, escuchando nuestra respiración sincronizarse y nuestros
ojos engancharse. Nunca imaginé hacer esto enfrente de alguien antes, pero con Davis…por
alguna razón pierdo todas mis inhibiciones. Nada se siente bochornoso o vergonzoso. Soy
tan libre en este momento que es difícil creer que sigo siendo yo. 38
Abro más mis rodillas, una pierna apoyada contra el muslo de Davis mientras él se
acomoda sobre el codo de su otro brazo, mirándome hacia abajo.
—Así no —mira hacia donde mis dedos se deslizan hacia abajo y dentro de mis labios
externos—. Sácalos. Luego toma dos dedos, y quiero que los pases ligeramente de arriba
hacia abajo fuera de esos gordos labios de tu coño. Y mantén tus putos ojos en mí todo el
tiempo. No te atrevas a mirar o alejar la mirada. Haz exactamente lo que digo, ¿me
escuchas?
Mi espalda se arquea ante sus palabras y mi boca se seca. Hago lo que dice,
inmediatamente, tan suave y lentamente, suplicando recorrer mis húmedos dedos hacia
arriba en los labios de mi coño.
—Más despacio —ordena y yo cedo—. Ahí, buena chica.
La manera en que mantiene sus ojos clavados en los míos sólo eleva esta necesidad,
este deseo casi loco que me cubre de la cabeza a los pies. Lo asimilo todo de él, suavemente
iluminado desde el pasillo; el arco ligeramente torcido de su nariz y el desaliño de su barba
compensan una intensidad absolutamente cristalina en sus ojos verdes salvajes.
Lo escucho tragar mientras mi boca se abre un poco y mis respiraciones se vuelven
desiguales.
—Quiero ponerlos dentro de mí —susurro, la tensión construyéndose en mí es casi
insoportable.
Donde su cuerpo toca el mío, calor irradia hacia afuera. No se está frotando contra mí,
pero soy sumamente consciente de su rígida excitación que su control me está empujando
cada vez más cerca del borde.
—No —su voz se endurece y una sonrisa diabólica tira de sus labios. El más leve
destello de dientes blancos perfectamente imperfectos se asoma detrás de sus llenos
labios—. Haz lo que te digo hasta que te diga lo contrario.
Mi vientre tiembla ante el tranquilo dominio de cada palabra. Mis muslos internos le
siguen y pronto estoy vibrando en todas partes.
—Bien —la palabra se traba en mi garganta mientras me retuerzo y los músculos en
mi espalda se aprietan, haciendo que mi vientre se arquee hacia arriba y mis caderas se
presionen hacia abajo en el suave colchón. 39
—Ahora, toma dos dedos y haz círculos justo alrededor de ese clítoris. No te atrevas
a tocarlo, sólo muévelos alrededor. ¿Me entiendes? —su tono áspero se profundiza y un
rápido apretón de la mano en mi garganta me recuerda de su posesión.
Asiento, incapaz de formar palabras mientras hago lo que dice, mis dedos moviéndose
en círculos alrededor de mi duro nudo, llevándome casi a la locura.
—Por favor, necesito más. Esto me está volviendo loca —ruego, pero mis palabras
sólo levantan una ceja y él lame sus dientes.
—No te atrevas. Te diré cuándo. Quieres venirte, ¿no, bebé?
Asiento vigorosamente, mordiendo mi labio inferior, suplicando con mis ojos, pero
sólo esbozan más intensidad que antes, cristalizando su enfoque.
—Bueno, aún no. No lo permitiré. Sabes, justo ahora estoy pensando en todas las
cosas sucias que quiero hacer contigo. Cuando llegue el momento, voy a llenar ese dulce
coño húmedo con mis propios dedos. Voy a empujarlos en ti una y otra vez hasta que llenes
mi mano con tu orgasmo. Harás los ruidos más hermosos en ese primer orgasmo. Luego,
enterraré mi rostro entre tus piernas. Te probaré desde ese lindo y pequeño agujero tuyo
hasta ese clítoris que ruega por ser tocado justo ahora. Luego voy a lamer tu apertura hasta
que me des un segundo orgasmo y me trague cada gota. Y probablemente te folle con la
lengua un poco más, porque ya puedo decir que, por tu olor, una vez que tenga un probada,
nunca querré irme.
—¿Cuándo? —gimo, nunca antes sintiendo lo que la verdadera necesidad podría ser,
hasta ahora. Lo necesito. Necesito que me deje venirme, y haría lo que fuera para que me
toque ahora mismo. Pero sé que no lo hará y eso hace todo mucho más exquisito.
—Cuando yo diga. Ahora, dos dedos, los quiero abajo y dentro de ti. Toma un poco
de ese jugo y luego trae esos dedos hacia aquí. Ponlos en mi boca. Entonces, y sólo entonces
quizá te dejaré venirte.
Davis suelta su mano de mi cuello mientras sumerjo mis dedos hacia abajo y
encuentro la humedad en mi abertura. Los sumerjo dentro y fuera hasta que están pegajosos
con mi deseo, luego los levanto y observo su rostro mientras toco sus labios tímidamente.
Él es voraz, chupando mis dedos y corriendo su lengua alrededor y entre las puntas
mientras su otra mano cae y escucho la cremallera de sus jeans. El conocimiento de lo que
él está haciendo fuerza un suave gemido de mi garganta mientras sus caderas se sacuden y
siento sus nudillos conectar con la suave carne de mi cadera y empiezan a moverse de arriba 40
abajo.
Cuando quito mis dedos de la calidez de su boca, estoy tan cerca de mi orgasmo que
ni siquiera necesito tocarme a mí misma. Sentir el ligero movimiento de la cama y la manera
en que su mano está trabajando su verga junto a mí es más erótico de lo que podría imaginar.
—Regresa tu mano de vuelta a ese coño. Trabaja ese clítoris y mete un dedo dentro
de ti. Vamos a venirnos juntos.
Hundo mis dedos en mi entrada tan rápido como puedo, nuestros ojos en el otro y
nuestros movimientos caen en un ritmo. Su rostro está tenso y puedo decir que está cerca.
La palma de mi mano se presiona en mi clítoris mientras empujo dos dedos en mi chorreante
coño.
—Oh por Dios —cierro mis ojos, mi propio olor en su aliento mientras nuestro placer
se construye y la tensión comienza en mi centro.
—Luego, una vez que termine de comerte, te daré la vuelta, alinearé mi verga, te
cubriré con mi cuerpo y besaré entre tus omoplatos mientras me hundo profundamente de
un solo golpe. Podría doler, no mentiré. Eres pequeña. Iría tan despacio como pudiera, por
supuesto, pero no sería gentil. Mi necesidad de follarte no es suave, Dahlia, es dura. Tan
dura como me tienes ahora mismo. Y te gustaría así, ¿no? Eres inocente, pero tomarías lo
que te dé y querrías más…
—Por favor, oh Dios… —estoy ida y escucho a Davis rugir a mi lado.
Sus labios están sobre los míos en el siguiente momento y me pruebo a mí misma
mientras su lengua abre mi boca, girando dentro, devorando mi grito.
Siento un líquido caliente y pegajoso en mi cadera y sólo impulsa otra ola de placer
que aprieta mis dedos mientras mi cadera se levanta y cada parte de mi cuerpo cobra vida.
Davis se aleja de nuestro beso, dejándome jadeante, y sus ojos se mueven por mi
cuerpo por primera vez. He tenido orgasmos antes, pero no así. Eran juegos de niños
comparados con lo que acaba de pasar y Davis ni siquiera me tocó.
Me besa la mejilla y soy un charco.
—Esa es una buena chica. Ahora, pon esos dedos de vuelta en mi boca.
41
7
DAVIS
MI TELÉFONO VIBRA DE NUEVO y estoy listo para arrojarlo por la puerta del tráiler.
Todo lo que quiero hacer es quedarme aquí y verla dormir. Por primera vez en mi vida, no
estoy consumido por mi trabajo. De hecho, justo ahora no me importa una mierda el equipo
o el trabajo. Nunca me había sentido de esta manera antes, pero esta niña me ha hecho algo.
Temprano esta mañana mi tía Becky estaba llamando. Fingió que era solamente una
llamada social, pero escuché la tensión en su voz. No soy de los que juegan así que
finalmente conseguí que me dijera qué mierda estaba pasando. Se había caído cuatro veces
en las últimas dos semanas. Pasó la noche en el hospital hace unas noches. Necesita ayuda
y le prometí que la ayudaría a encontrar lo que necesite.
42
Ella está fuera en la tierra que posee a unos cientos de kilómetros al oeste de aquí. Su
padre se la heredó a ella, y su padre a él. Seiscientos acres y es hermoso, pero ella está
demasiado aislada e incluso la ayuda que le he contratado para que le ayuden con la casa y
se ocupen de los deberes no va a ser suficiente por mucho tiempo.
Salgo del dormitorio, cerrando la puerta suavemente mientras Dahlia respira constante
y lentamente. Satisfecha. Su cuerpo está enredado en las sábanas y está tendida en la cama
king size en un abandono total que me hace sonreír.
Molesto, pongo el teléfono en mi oído mientras el tono del mensaje se detiene y el
sonido de llamada comienza—. ¿Qué?
—Buenos días, solecito. —es Tank.
—¿Qué? —repito, caminando hacia la ventana de la puerta del remolque y mirando
afuera a un mundo cubierto con un buen cuarto de pulgada de hielo.
—Bueno, estás más alegre que de costumbre. ¿Estás bien allá arriba?
—Bien —no estoy de humor para charlar. Por la forma en que se ven las cosas afuera,
estoy pensando que estamos atascados aquí por al menos un par de días y estoy feliz como
el demonio de haberme asegurado de tener suficiente comida.
—Está bien, supongo que no estás de humor para una pequeña charla. Acabo de colgar
por teléfono con la compañía, estaremos fuera de servicio por dos días. Luego veremos
cómo están las carreteras y seguiremos desde ahí. ¿Vas a estar bien allá arriba hasta que se
despeje?
—Estoy bien. Dije que estoy bien —dos días solo con ella no es suficiente, pero mi
verga está dura sabiendo que al menos tendremos ese tiempo. De ninguna puta manera voy
a pasar otra sesión como la que tuvimos anoche sin tocarla.
—Está bien, Jesús. Bueno, me mantendré en contacto.
Me desconecto porque escucho el agua corriendo en el baño y sé que Dahlia está
despierta. Nada parece importarme más que ella.
Emerge del dormitorio luciendo aún más hermosa que ayer. Su cabello rojo es un loco
desastre y sus ojos siguen medio cerrados. Verla usando todavía mi camisa me pone duro
inmediatamente y mi corazón se acelera.
—Buenos días —la saludo cuando entra en el área de la cocina donde estoy sirviendo
otra taza de café—. ¿Bebés café? 43
Dahlia sacude la cabeza y frota el dorso de su mano sobre sus ojos—. Soy más una
chica de jugo de naranja.
—Lo tengo —dejo mi café y abro el gabinete para tomar un vaso, luego me dirijo al
refrigerador y lo lleno con jugo de naranja.
Cuando me giro ella está ahí justo detrás de la puerta con su dulce y juguetona sonrisa.
—Gracias —se lame los labios y toma el vaso.
La observo mientras sorbe un trago, frotando los dedos de un pie encima del otro
mientras sus piernas se rozan entre sí. Todo lo que puedo pensar es si su coño sigue mojado.
Su sabor ya está marcado en mí y necesito más. Está tomando toda mi fuerza de voluntad
justo ahora el no levantar su dulce culo en la pequeña mesa detrás de nosotros y comerla
para el desayuno.
Mientras me acostaba a su lado toda la noche, la otra cosa que no podía dejar de
obsesionarme, además de mi enfurecida erección y mi necesidad de estar dentro de ella, era
todo este asunto del compromiso. Primero necesito sacarlo del camino, porque esa mierda
simplemente no va a volar conmigo.
—Ven aquí —tomo su mano libre, y la guío a la pequeña mesa donde tengo algunos
muffins y fruta esperando. Dahlia deja su vaso de jugo y la levanto fácilmente, una mano a
cada lado de su cintura, luego coloco ese increíble culo en la mesa y tomo asiento en la silla
frente a ella. Casi me mata saber que justo debajo de la cola de mi camisa está su coño
descubierto, pero reúno mis fuerzas y lidio con el asunto en cuestión.
—Buenos días, Daddy —sus manos se aproximan a mis mejillas y casi me vengo en
mis pantalones ante el sonido de esas palabras y la sensación de su toque.
—Buenos días, bebé. Escucha, corté ese anillo anoche, pero necesito que hagas algo.
—¿Qué? —sus ojos inocentes caen sobre los míos.
—¿Tienes el número de teléfono de tu prometido?
Dahlia sacude la cabeza—. No. Estaba en mi teléfono, pero no lo tengo memorizado.
Nunca he hablado con él por teléfono. Siempre mensajes —se encoje de hombros y esa
pizca de tristeza susurrada entre sus palabras, hace mi necesidad de terminar con esto más
urgente.
—¿Correo electrónico entonces? ¿Conoces su correo? 44
Entrecierra sus ojos, pensativa, antes de responder—. Sí, está en mis contactos creo.
De hecho, nunca nos hemos enviado correos, pero sé que mi papá me añadió en alguna
información un día sobre una cita con el médico y pruebas…
Se detiene y sus ojos se ensanchan, y puedo ver que no pretendía decir todo eso.
—¿Qué pruebas? —si algo está mal con ella, iré hasta el fin del mundo para
asegurarme de que esté bien atendida, pero justo ahora necesito saber de qué está hablando.
—No, estoy bien —deja escapar un respiro—. Como dije, era más como un acuerdo
de negocios. Pero había más que sólo casarme con él. Tenía que producir un heredero.
Como de inmediato. Algo acerca de una herencia que él recibiría una vez que tuviera un
niño, bla bla bla. Así que, no lo sé, era complicado, todas las conexiones que mi padre tiene
en el negocio petrolero, él lo estaba metiendo en algunos negocios e iban a darle algo de
dinero. Eso ha sido un problema desde que mi madre lo secó en el divorcio. Así que, tuve
que ir a todas estas citas médicas para asegurar que era fértil y no había nada malo con mis
partes para hacer bebés, y así él pudiera embarazarme tan rápido como fuera humanamente
posible.
Cada palabra que sale de su boca me hace querer matarlos a todos.
—Detente. Está bien, nos encargaremos de esa mierda. Justo ahora.
Mi laptop ya está abierta y conectada, me estiró detrás de ella y acerco la laptop.
—Inicia sesión en tu correo electrónico. Vamos a enviarle uno a él y puedes adjuntar
a quien sea que quieras. Pero esto es lo que vas a escribir…
Espero mientras lentamente mueve sus dedos en el teclado y se conecta, abre una
ventana para escribir un correo y llena los campos de dirección con un par de nombres.
—¿Lista?
Dahlia asiente, su torso girado hacia un lado y sus dedos listos en el teclado.
—El compromiso se terminó.
Gira la cabeza para mirarme en sorpresa.
—¿Eso es todo?
—¿Qué más hay?
Piensa por un momento, luego tuerce sus dulces labios en una sonrisa y sus dedos 45
escriben las cuatro palabras. Luego dirige el cursor al botón de enviar y hace clic con un
asentimiento de satisfacción. Una extraña sensación de alivio me cubre, sabiendo que al
menos es oficial y que ella será mía de ahora en adelante.
—Supongo que nada —cierra la pantalla de la laptop y se gira de regreso para
enfrentarme—. Me siento tan feliz ahora mismo. No sé qué es esto, o por qué está pasando,
pero no me he sentido así de bien en tanto tiempo que pueda recordar. Gracias.
Dahlia se inclina hacia abajo y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura,
acercándola, inclinando mi cabeza mientras nuestros labios se juntan.
Levanto mis manos y las deslizo debajo del dobladillo de la camisa, su suave piel
envía olas de lujuria a través de mí. Las elevo más, queriendo sentir las curvas de sus tetas
llenando mis palmas. Cuando se conectan, mi pulgar e índice hacen girar sus pezones ya
endurecidos y escucho el suave gemido que deja salir mientras aprieto más duro.
Nuestras lenguas se azotan y se tuercen mientras trabajo sus tetas, el olor de su coño
tomando el control. Necesito mi rostro presionado contra ella. Necesito su sabor en mi
lengua de nuevo.
Lo necesito ahora.
Rompo el beso, sacando mis manos para desabotonar mi camisa y bajarla de sus
hombros, exponiéndola completamente a mí por primera vez.
Se muerde el labio inferior, pero no pelea conmigo o intenta cubrirse. Para una chica
tan inocente, está hermosamente abierta a mí. Hincha mi corazón saber la confianza que
tiene en mí.
—Recuéstate, bebé. Daddy necesita comer este coño. Necesito que te vengas en mi
boca. ¿Puedes hacer eso por mí?
Mueve sus brazos detrás de ella y se acomoda hacia atrás mientras mis manos llegan
a sus rodillas—. Seguro que lo intentaré.
—Buena chica. Ahora, abre tus piernas para Daddy, muéstrame lo que es mío.
Se ha recostado, sus rodillas se abren y obtengo mi primer vistazo de su parte rosada.
Abierta y ya reluciente para mí. Mi boca se hace agua, mis dedos se tuercen y hay un dolor
profundo en mi verga que nunca he experimentado antes.
Su vientre tiembla, tomo una mano y la dejo ahí, plana y sólida asegurándola mientras
su olor me envuelve y me asegura como el hombre a su mujer. Sólo hay alguien para mí y 46
ella finalmente está aquí y todos mis sentidos me dicen que es así.
—Dios, Davis —gime mientras pongo mi boca encima de ella, sosteniéndola ahí y
dejando que su sabor me bañe mientras mi lengua baila su primer baile en los pliegues
sedosos que hay debajo.
Nunca nada se ha sentido tan bien y no estoy seguro de que pueda separarme de este
paraíso. Comeré este coño hasta que estemos viejos y grises si me salgo con la mía. He
encontrado mi nueva comida favorita.
La mano de Dahlia baja para descansar sobre la que está en su vientre y el contacto es
tan íntimo que me roba el aliento. Comienzo a hacer círculos con mi lengua alrededor de
su clítoris, luego bajo hasta su abertura, succionando en mi boca todo lo que me sea posible
de su liberación. Tragarla dentro de mí y hacerla parte de mí de cualquier manera que pueda.
Levanto mi otra mano y la curvo alrededor del pliegue entre su cadera y su muslo, mis
dedos en la parte superior de su monte, bajando y separando sus labios exteriores, y
exponiendo ese nudo hinchado en mi boca.
Cuando empieza a retorcerse, trabajo más duro, su mano encima de la mía me aprieta
y es sólo cuestión de segundos antes de que su cuerpo tiemble, su voz se silencia y sus
caderas se levantan para frotarse contra mi rostro en una deliciosa lluvia de su placer.
Mientras trago y empujo mi lengua profundamente dentro de su abertura, mis
pensamientos son sólo para que ella tenga este tipo de placer todo el tiempo. Su vida debería
ser sobre placer y yo seré quien se lo dé. De ahora en adelante.
Cuando se calma retrocedo, me pongo de pie y me desnudo bruscamente. Necesito
entrar en ella ahora. Mi verga ve su hogar y ha esperado demasiado para saber cómo se
sentirá esto. Nunca he estado con una mujer piel con piel antes e incluso sin eso, estar con
Dahlia será como encontrar mi propósito. Quiero darle todo, darle mi alma, que será lo que
haga cuando me venga dentro de ella sin nada entre nosotros.
—Bebé —la levanto de debajo de sus brazos para sentarla—. Daddy necesita estar
dentro de ti. Pero voy a llevarte al dormitorio, así que ven aquí. Pon tus brazos alrededor
de mi cuello y envuelve tus piernas alrededor de mí.
Sus ojos están medio cerrados y vidriosos, pero hace lo que le pido. La furiosa cabeza
enrojecida de mi verga toca su culo con cada paso hacia el dormitorio y mi mente está llena 47
con el deseo y el conocimiento de que un día pronto estaré dentro de ella ahí también. Todo
de ella me pertenece a mí y tengo la intención de darle todo de mí también.
—Daddy… —la suave palabra es seguida por un duro trago mientras entro en el
dormitorio.
—Sí, bebé —la sostengo fuerte, sintiendo el calor y humedad de su coño contra mis
abdominales.
—Estoy muy feliz de que vayas a ser tú. Estoy muy feliz de que nunca tuviera a nadie
antes que tú.
—No tienes idea de lo feliz que me hace. Soy el único que estará dentro de ti,
entiendes eso, ¿no? Eres mía ahora.
Asiente mientras la acuesto y me sitúo entre sus piernas. Mi rostro a centímetros del
suyo.
—Abre tus piernas bebé, tanto como puedas. Dolerá un poco, pero luego te haré sentir
muy bien.
Me agacho y me alineo, contenerme va ser mortal, pero aprieto la mandíbula y miro
a esos dulces y confiados ojos.
—Estoy lista —murmura, sus manos descansando a los lados de mi rostro mientras
avanzo.
Sus ojos se abren ante el contacto y quiero follarla como una bestia. Me quedo quieto,
restableciendo mi determinación interior para hacer lo mejor, para herirla lo menos que
pueda, pero está tomando toda mi fuerza de voluntad. Me recuerdo que tenemos el resto de
nuestras vidas y esta vez quiero recordar cada segundo.
Dahlia clava los talones en el colchón y abre sus rodillas mientras me levanto en mis
brazos.
—¿Estás lista, bebé? —mis músculos están en un gatillo, listos para avanzar, pero
respiro profundamente y bajo la vista al ángel que me ha cautivado tan rápidamente.
La suavidad de sus muslos mientras rozan los costados de mi cuerpo es un dulce tipo
de caricia. Sus manos se quedan en mis mejillas mientras me deslizo hacia adelante, la
avalancha de precipitación y deseo me golpean como un rayo. 48
Un agudo jadeo abre sus labios y una pizca de miedo aparece en sus ojos.
—Quédate conmigo, bebé. Te tengo. Siempre te tengo.
La cabeza de mi verga está justo dentro de su abertura y la estrechez me asusta. ¿Cómo
voy a entrar en ella y no partirla en dos?
—Eres como, realmente grande —sisea mientras avanzo, luego me balanceo hacia
atrás dándole un poco más con cada movimiento mientras contengo la urgencia de llenarla
con todo de mí en un doloroso empujón.
Sus ojos permanecen en los míos y amo que estemos aquí, mirándonos el uno al otro
a la luz del día para que así pueda recordar cada matiz de su rostro mientras la hago mía.
Algo sobre tenerla debajo de mí así, nunca he sido tan consciente de ser un hombre.
Mi dureza con su suavidad. Mi control sobre lo que su cuerpo toma de mí. Ese pensamiento
envía más deseo primitivo pulsando a través de mí y temo que perderé el control y le haré
cosas que sólo puedo imaginar.
Me deslizo más adentro sintiendo el calor y el agarre de sus paredes alrededor del eje
de acero de mi verga. Su rostro se ruboriza y para mi sorpresa, levanta sus caderas y toma
más de mí de esa manera.
—Todo —gime, sus ojos nunca dejando los míos—. Dios, duele…pero más.
Sólo…más.
—¿Estás segura, bebé? Eres tan pequeña—
Dahlia se estremece, pero asiente mientras le doy más.
—Daddy… —jala mi rostro hacia el suyo y su lengua lame mi labio inferior enviando
un escalofrío por mi espina dorsal—, lo quiero todo.
—Eres tan hermosa. Mi perfecta hermosa chica.
Ella se suaviza mientras nos besamos y yo empujo dentro de ella. Una y otra vez hasta
que mis bolas están contra su carne y yo soy una parte de ella tanto como puedo serlo. Sus
paredes internas me masajean y su deseo gotea entre nosotros enviando mi mente a un furor.
Entro y salgo con facilidad, más rápido luego más lento hasta que su espalda se arquea, 49
sus tetas rozan mi pecho y se corre en un gemido. La lujuria me envuelve y pierdo el control.
Estamos perfectamente sincronizados mientras nuestros cuerpos se mueven juntos, de ida
y vuelta y ella se corre de nuevo chorreando e inundando la cama debajo de nosotros.
—Buena chica —gruño mirando a sus ojos cerrados y el rostro de placer que lleva
puesto.
Una corriente eléctrica corre sobre mi cuerpo. Un coño como el suyo podría derribar
reinos, pero nadie la conquistará excepto yo. Salgo casi por completo de ella y miro hacia
abajo para ver las manchas de carmesí mezcladas con los brillantes jugos en mi eje.
—Eres mía —gruño, luego tomo otro beso feroz, golpeando hacia adelante y
balanceando mis caderas hasta que siento su cuerpo agarrarme de nuevo mientras su clímax
se eleva. Me empuja a mi propio borde y me libero en lo profundo de su cuerpo.
Me corro más de lo que nunca me he corrido antes. La intensidad oscurece mi visión
y atrae un rugido tan profundo de mí que tensa mis cuerdas vocales. Acabo de darle todo
de mí. Cuerpo, mente, corazón y alma, y rezo para que los conserve para siempre.
De la manera que yo voy a conservarla.
8
DAVIS
—NO CREO QUE HAYA hablado con alguien tanto en años —sus uñas rosadas llaman
mi atención cuando sus piernas cuelgan del borde del mostrador de la cocina donde está
sentada mientras la alimento con sus huevos revueltos.
—Yo tampoco. Décadas para mí —le doy un bocado a sus labios y ella abre. Cosas
como esta me vuelven loco. Quiero hacer todo por ella, cuidarla y darle lo mejor de todo.
—Y en dos días, hemos logrado hablar mucho de otras maneras también. Gracias a
Dios por las tormentas de hielo.
—Ajá. Come. Te agoté anoche, necesitas alimento.
50
—Oh, si mal no recuerdo, me diste suficiente alimento para tragar. Unas cuantas
veces, en realidad —ese destello en sus ojos será la muerte de mí.
—Abre —ordeno y ella patea los pies hacia adelante y hacia atrás, pero hace lo que
le digo, tomando el último bocado del tenedor con un guiño.
—Los muchachos llegarán aquí después del almuerzo. Necesito llevarte a la cabaña,
asegurarme de que estés instalada y regresar aquí para poner en marcha esta plataforma.
Aunque volveré tarde esta noche.
Odio la idea de dejarla, pero un sitio de perforación con un grupo de trabajadores de
perforación no es lugar para una chica. Y especialmente no mi chica. No es que no pueda
protegerla, o que cualquiera de ellos haga algo para lastimarla; pueden ser difíciles, pero no
son de ese tipo. Es sólo una de las reglas no escritas de un sitio como este: no hay mujeres.
Todos tenemos que trabajar juntos, las veinticuatro horas del día, y simplemente altera el
equilibrio de las cosas tener un hombre con su mujer a cuestas, mientras que el resto del
equipo se va sin él.
—Bien —ella hace un puchero—. Me he sentido un poco apegada a ti, ¿sabes? —
Levanta los dedos para mostrarme un pequeño espacio entre su pulgar e índice.
—¿Sí? Bien, porque estás atrapada conmigo.
Me inclino para darle un beso rápido.
—Está bien, ahora sí me voy a poner ropa hoy. ¿Cuánto te gusto ahora? —ella se ríe,
luego salta del mostrador y tengo que admitir que estoy un poco decepcionado por la ropa.
Verla correr desnuda durante dos días ha sido uno de los aspectos más destacados de mi
vida y ver que ese culo se cubra de nuevo será una pena.
—Oh, me gustas mucho —le doy a su nalga redonda y madura un rápido golpe
mientras ella se pavonea por mi lado.
No tienes idea de cuánto, mi dulce bebé. Ni idea.
—¡Oye! —ella sonríe mientras corre hacia la habitación y me dejan solo.
Miro por la ventana. El hielo casi se derrite, el suelo vuelve a la tierra y mi mente
vuelve al trabajo que hay que hacer.
La decepción me tira de nuevo cuando veo una fila de camionetas con remolques que
entran al camino de grava en el lugar. 51
—¿Qué diablos? —hago una mueca y echo la cabeza hacia atrás mientras me dirijo
hacia la puerta del remolque y me dirijo allí, con los brazos cruzados sobre el pecho,
mientras los tres camiones, cada uno con tres o cuatro trabajadores, se estacionan y
comienzan a descargar. Un minuto después, Tank está parado frente a mí junto con Henry
y Archie, un par de los nuevos hombres que trabajan con él. Este es el primer trabajo de
Archie y aún no sé mucho sobre él.
—¿Por qué diablos estás aquí?
Tank mira a su alrededor y levanta sus manos—. ¿Em, porque trabajamos aquí?
—No, quiero decir que se suponía que no deberías estar aquí hasta más tarde.
—Te extrañamos, jefe —se acerca y me da un golpe amistoso en el hombro—. Pensé
que estarías feliz. Llamé a todos anoche, todos revisamos el clima y todo estaba despejado.
¿Entonces sabes lo que hicimos? Salimos temprano. Las cosas ya están retrasadas y sé cómo
odias eso. ¡Así que aquí estamos!
Todos sonríen, de pie en una fila, con las manos en los bolsillos cuando las tres
cabezas se levantan al unísono como si fueran una especie de compañía de comedia.
—Bueno, qué diablos es esto... —Tank se ríe con una risa de chico y se pone las
manos en la boca en un simulacro de shock—. ¿Una mujer? ¿En el sitio? No, eso nunca
funcionará, viejo perro.
Siempre he sido el que ha inculcado a cualquiera de los nuevos el código sobre
ninguna mujer en el sitio, pero en este momento el intento de humor de Tank está a punto
de conseguirle algo que él no quiere.
—Hola —Archie da un paso al frente, bajando sus gafas de sol en la punta de su nariz
y antes de que pueda dar la vuelta, oigo a Dahlia.
—Um, hola —la vacilación en su voz me dice que está tan sorprendida como estoy
por nuestra repentina afluencia de compañía.
Tank se está riendo a carcajadas, Henry también, pero Archie se está moviendo hacia
el remolque lamiéndose los labios y no me gusta la expresión de su rostro.
—Soy Archie. ¿Quién eres tú, hermosa?
Estoy fuera de la puerta y mi brazo golpea a Archie en el pecho. Este chico está a
punto de ser educado. 52
—Retrocede al carajo —gruño cuando mi ojo comienza a temblar y un fuego se
enciende en mi vientre—. Todos ustedes dense la vuelta. Vayan a hacer sus excavaciones
y no vengan hasta que llame sus traseros, ¿estamos claros?
Archie me está mirando con frialdad, un desafío en sus ojos, pero Tank y Henry han
decidido claramente que es mejor cerrar la boca y mantener la distancia. Pero sus ojos
todavía están preparados para la situación que se desarrolla, y estoy a punto de darles algo
para mirar.
—Buen pedazo de culo, jefe. ¿Seguro que no es tu hija?
Es lo último que Archie dice antes de que mi puño se conecte con un lado de su cabeza.
Un segundo después, tiene la boca llena de tierra cuando aterriza a un metro de distancia.
Miro alrededor del patio—. ¿Alguien más tiene algo que decir?
Los otros trabajadores están manteniendo su distancia, mirando lo que está pasando.
Al sonido de mi voz, todos giran y encuentran algo más para estar ocupados.
—Organizaré a todos —dice Tank, con voz tranquila y calmada, sus ojos clavados en
mí—. Estoy seguro de que vas a dar una vuelta por aquí pronto ¿verdad, jefe? —se aclara
la garganta y asiente.
—Ponte a trabajar —gruño mientras giro y muevo a Dahlia por la puerta.
DOS HORAS DESPUÉS, la tengo asegurada en la cabaña. He visto por todos lados.
Es un lugar agradable, seguro, y sólo estoy a unos cuarenta y cinco minutos de distancia.
—Tienes comida, todas las cosas de tu auto están en el dormitorio.
Ella está sentada con las piernas cruzadas en el sofá, mirándome. 53
—Bebé, no puedes quedarte en el sitio. No es un buen lugar para ti. Regresaré esta
noche.
—Sólo… —ella suspira—. No quiero que te vayas.
—No quiero irme tampoco, pero hay trabajo que tengo que hacer. ¿Y no dijiste que
querías venir y trabajar en escribir un libro? Dijiste que querías escribir ese libro para niños.
Tienes tu laptop, mucha tranquilidad, sin distracciones, trabaja en eso, bebé. Estaré aquí tan
pronto como pueda.
Se me cae el estómago, sabiendo que en un sitio de perforación puede ocurrir
cualquier mierda y tienes que hacer el trabajo. A veces no sucede en la línea de tiempo que
te gustaría.
—¿Trajiste mi teléfono?
—Sí. Está en la recámara. No lo hemos intentado desde ayer por la mañana, tal vez
funcione. Si no, sólo usa el repuesto —le di mi teléfono de repuesto, para que podamos
enviar mensajes de texto y llamar si es necesario. Quiero saber que está bien, cada minuto
de cada día.
—Ven aquí, Daddy.
Ella sabe que esa es mi puta kriptonita.
—¿Qué puedo hacer por ti, bebé? —me acerco y me agacho hacia donde ella está
sentada, y sus brazos suben inmediatamente y me rodean el cuello. Mi verga ya medio dura
se eleva a su altura máxima en un instante, casi rompiéndose a la mitad en esta posición.
—Párate. Justo aquí —señala con un dedo el suelo y mis bolas se tensan. Le gusta
mucho adorar a mi verga con su boca y maldición si no tiene una boca en ella.
—Con una condición —deslizo mi mano desde la parte superior de su cabeza por su
cabello, haciéndolo girar entre mis dedos.
—¿Cuál?
—Primero te vienes con mis dedos, luego te daré lo que necesitas.
Sus ojos brillan. En los últimos días, ella ha tomado mis dedos y no puedo pensar en
muchas cosas en este mundo que me llenen más de alegría que sentir ese chorro líquido que
llena mi mano cuando llego a ese lugar perfecto dentro de ella y se corre tan fuerte que casi 54
se desmaya.
—Voy a tomar ese trato —mueve su culo en el suelo mientras mis manos se enredan
en su cabello.
—Date prisa, quítate esos pantalones y las bragas y empecemos la fiesta.
Ella está de rodillas en un instante, guiñándome un ojo mientras sus manos presionan
el botón de sus pantalones.
Su entusiasmo y deseo por mí hace que mi corazón se hinche y las palabras que he
estado pensando durante días se derramen.
—Joder, te amo, bebé. Te amo.
Ella suelta una risita y me besa en la nariz.
—Yo también te amo Daddy. Lo sé, es una locura, pero realmente lo hago.
Una hora y dos orgasmos cada uno más tarde, finalmente salgo por la puerta y me
dirijo a la camioneta.
La dejo parada en la puerta despidiéndome con la mano y mi corazón nunca volverá
a ser el mismo.
55
9
DAHLIA
EL NUEVO PERNO EN la puerta de mi dormitorio hace klunk cuando mi padre me
encierra. Está oscuro como la última celda de Alcatraz.
Cuando los pistoleros contratados de mi padre llegaron a la cabaña, yo estaba
durmiendo en el sofá, esperando que Davis volviera. Oí que se abría la puerta de entrada, y
en mi estupidez me emocioné al pensar que él estaba allí. Me había mandado un mensaje
diciendo que no llegaría hasta dentro de un par de horas, pero pensé que no podía alejarse
de mí y que había vuelto temprano. Reboté a través de la sala de estar, ya llevaba mi cara
feliz.
Mi corazón se hundió cuando vi que eran dos pistoleros de mi padre, para llevarme a 56
casa y regresar a mi esclavitud por contrato y mis próximas nupcias.
Sylvia estaba allí esperando cuando llegué, con los ojos enrojecidos porque estaba
muy preocupada por mí. Me había ido hace tres días. El Mercedes tenía un rastreador de
seguridad y una vez que el hielo se aclaró, mi padre envió a sus matones buscándome.
Sabiendo que si el coche estaba en esa carretera, seguramente yo estaba allí en la cabaña.
El dolor entre mis piernas me recuerda a cada gemido de Davis. Qué tonta fui al pensar
que podía volar y comenzar una nueva vida después de conocerlo por unos días. Conocer a
un blanco caballero a un lado de la carretera y sería transportada lejos de mi prisión dorada.
Me acuesto en mi cama, perdiendo la noción del tiempo, los segundos convirtiéndose
en minutos, los minutos convirtiéndose en horas. Sé que es temprano por la mañana cuando
escucho una llave en la cerradura y se abre la puerta. No muevo la cara de la almohada,
segura de que es mi padre quien viene para exigir algo o volver a sermonearme sobre la
lealtad familiar.
—Dulce —la voz suave de Sylvia irrumpe en mi melancolía—. Te traje tu favorito.
Ella entra con una bandeja llena de Oreos y dos enormes vasos de leche. Con los años,
esto ha sido algo que compartimos. Nos sentamos en mi habitación, mojando las galletas
de chocolate negro y hablando de cualquier cosa. La quiero mucho y la idea de que mi
padre ahora me está reteniendo como rehén amenazándola con entregarla a Inmigración me
golpea en el estómago.
—No tengo hambre —aparto mi cabeza. Ella no sabe de las amenazas de mi padre.
Ella nunca me ha compartido su estatus y no me importa. Simplemente nunca podría dejarla
pasar por eso.
—Oh, no necesitas tener hambre para comer Oreos y leche.
Ella coloca la bandeja sobre la cama y toma su asiento junto a mí. Me desplomo sobre
mi espalda, reflexionando sobre mi destino mientras sigo sintiendo todo el hormigueo y la
maravilla que Davis dejó en mi corazón y mi cuerpo.
Pero cuando la escucho mojar una Oreo... incluso en mi estado melancólico no me
puedo resistir. Me levanto y me le uno, en silencio al principio. Entonces, finalmente,
rompo en sollozos y le cuento todo acerca de los últimos tres días y del hombre que todavía
no puedo creer que me enamoré, hasta el culo, tan rápido.
—Oh, dulce. Puede suceder tan rápido. Ese es el mejor tipo de amor, ¿sabes? De esa 57
clase que llega antes de que te lo pienses dos veces y te lleva a todos esos lugares
maravillosos. No siempre se necesita tiempo para encontrar el amor, algunas personas sólo
tienen el destino de su lado. Serendipity. Deja que tu padre se calme, explícaselo como lo
hiciste conmigo. No puede obligarte a casarte con ese Petrov. Todo saldrá bien. ¿Qué es lo
peor que puede hacer? ¿Echarte?
No me atrevo a decirle con lo que él me está amenazando, ya que sé que Sylvia caería
por mí en un abrir y cerrar de ojos y no puedo permitir que eso suceda.
Mi cabeza gira. Me duele el pecho. Intento encontrar una salida a este lío, pero en
todos lados parece que hay un muro. Si huyo de nuevo, si pudiera salir, Sylvia pagaría. Si
me caso como debería, perderé a Davis para siempre. Podría intentar hablar con mi padre…
Olvídalo. Esa es la peor opción de todas.
Sylvia y yo comemos las galletas hasta que las dos estamos casi enfermas y le cuento
más de lo que probablemente debería saber sobre el tiempo que pasé con Davis.
—Estás radiante —Sylvia aparta mi cabello de mi cara.
—Se llama resplandor de llanto feo, Syl.
—No, dulce. Es más. Es amor. Nada parece más al amor que el amor.
Ella recoge los vasos de leche vacíos en la bandeja y se pone de pie. El dolor en mí
no se detendrá y no puedo imaginar vivir con este sentimiento para siempre.
Sylvia asiente con la cabeza hacia la puerta de la habitación.
—Vamos abajo. Tu padre fue a su habitación. No me importa si me meto en problemas
por dejarte salir. Tu padre es un hombre terrible, Dahlia. Lo sé desde hace años. Y luego,
cuando tu madre se fue y no quería que te fueras con ella, tan triste por ti, dulce. Una chica
tan hermosa y adorable que proviene de dos corazones fríos. La única razón por la que me
quedé fuiste tú. Vamos.
De mala gana me escabulló detrás de ella, con mis jeans más holgados y una sudadera
con capucha gris con cremallera. Sé que mi padre estaría tan orgulloso de su princesa y su
elegante ropa.
En la cocina, salto al mostrador y veo trabajar a Sylvia. Mis párpados están hinchados
y pesados. Me duele la cabeza y no puedo pensar más allá del próximo minuto. Nunca supe
cómo se sentía un corazón roto, pero ahora que lo sé, no puedo imaginar que este dolor 58
desaparezca.
10
DAVIS
El MOTOR DE LA CAMIONETA grita mientras golpeo el acelerador y paso dos semis.
Estoy en el lado equivocado de la carretera en dirección a Lubbock, pero no me importa.
Todo lo que me importa es ella.
Cuando mi teléfono suena, una parte de mí espera que sea ella, que me equivoqué y
que esté de vuelta en el sitio de perforación.
Por favor, que sea verdad.
Mirando el monitor rectangular en el tablero, veo que es la tía Becky. Yo también
necesito hablar con ella, así que le doy aceptar. Incluso en mi estado de locura, necesito
terminar algunos detalles que empecé con ella anoche. 59
Antes de que mi vida se volviera loca. Antes de darme cuenta de que todo en mi vida
dependía de un futuro que incluía a Dahlia.
Y que ella se había ido.
Cuando volví a la cabaña alrededor de las tres de la mañana, estaba vacía. Pasé la
siguiente hora averiguando dónde vivía a partir de algunos correos electrónicos y el nombre
de su padre. Luego tuve que hacer algunas llamadas a la compañía. Conseguir un nuevo
jefe en marcha para manejar las cosas mientras yo no estaba. Tank aceptó el desafío y yo
estaba en la carretera. Tengo que encontrarla y estoy seguro que es ese pedazo de mierda
de padre vino y la arrancó de mi vida.
—Hola —mantengo mi tono lo más uniforme que puedo mientras vuelvo al carril
correcto y empujo la camioneta a casi noventa.
—Hola —su tono alegre me recuerda que, hasta anoche cuando hablamos, todo lo que
ella sabía era que yo había encontrado mi ‘indicada’, y su llamada para ofrecerme la mitad
de la tierra de la familia y la casa de Old Creek a cambio de ayudarla un poco más. En ese
momento eso era lo más importante en mi mente.
—Hola, Beck, ¿cómo estás?
—Okay, ¿entonces tenemos un trato? Es curioso cómo suceden las cosas. Me llamaste
justo cuando me estaba preparando para llamarte. Tengo todo el papeleo en orden aquí,
Davis. Sólo necesito que vengas y firmes y no puedo agradecerte lo suficiente por
encargarte de esto. Nunca quise ser una carga para nadie.
—Para —me ablando—. No eres una carga, tía Beck. Haré lo que pueda para ayudar.
Antes de su llamada, no estaba seguro qué iba a hacer. Sabía que necesitaba a Dahlia
en mi vida, pero también sabía que mi vida en la carretera no iba a hacer el tipo de vida que
ella se merecía. Luego tuve una idea, llamé a Beck, y las piezas cayeron en su lugar. Pero
ahora, lo único en lo que puedo pensar es en encontrar a Dahlia y ponerla a salvo.
—Bueno, avísame cuándo puedes estar aquí. He llamado a la agencia y me enviarán
candidatos a tiempo completo, pero, bueno, no sé, Davis. Me va a costar mucho confiar en
que un extraño se mude y me ayude. Esto es tan difícil. Necesito tu cabeza nivelada y otro
par de manos hasta que haga todos estos arreglos. Lo siento, es difícil ser así. Ya no puedo
cuidar de mí misma.
60
—Beck, lo resolveremos. Pero ahora mismo, tengo un par de asuntos urgentes que
han surgido. Así que estaré en contacto tan pronto como pueda. ¿Estás bien por ahora?
—Sí, estaré bien. Voy a tomármelo con calma. Louise de mi club de bridge se va a
quedar conmigo un par de días.
—Genial. Estaré allí tan pronto como pueda.
—Gracias, Davis. Estoy tan agradecida de tenerte.
Nos despedimos rápidamente y estoy llegando a la salida de Lubbock que me llevará
a la casa del padre de Dahlia.
Y ahora mismo estoy preparado para cualquier cosa.
CUANDO AZOTO LOS FRENOS y lanzo la camioneta en parqueado en la puerta de
la casa, me muero por arrancar carne de huesos, aunque sólo sea para calmarme el
estómago. Espero que Dahlia esté aquí. Es la dirección que encontré de su padre, pero este
lugar es más un castillo que una casa.
Estoy en la puerta más cercana y no llamo. No puedo permitirme darles ningún tipo
de advertencia. Intento con el mango, pero está cerrado.
Hago mi camino a la parte de atrás de la casa. Hay ventanas por todas partes, pero no
tengo forma de saber si estoy en el lugar correcto.
Es de madrugada, el sol está empezando a calentar el día, pero mi corazón está
acelerado y ya estoy sudando.
Estoy medio enloquecido cuando piso algunos arbustos y llego a un patio de piedra y
a una amplia extensión de ventanas. Otra puerta lleva a la casa, pero estoy empezando a
cuestionarme. ¿Y si esta no es su casa? ¿Y luego qué? No sé adónde ir después y si no la
encuentro, voy a perder la cabeza.
Me acerco a las ventanas y sangre corre hacia mis oídos. 61
Ahí está. Sentada en la barra de una isleta central en una cocina. Su cabeza cuelga
baja y hay una mujer con ella, hablándole, colocando una mano reconfortante en su hombro.
Pero también hay tristeza en sus ojos. ¿Cuánta gente ha molestado el padre de Dahlia?
No espero, toco mis nudillos contra la ventana, sacudiéndola en su marco, y la cabeza
de Dahlia y de la otra mujer se alzan. Apunto a la puerta con un movimiento de cabeza.
—¡Ahora! ¡Abre la puerta! —grito, no me importa quién oiga. Ella está ahí dentro y
ahí es donde necesito estar.
Dahlia está fuera de la barra y en la puerta en un instante.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—¿Qué carajo crees?
Me inclino y la beso con fuerza, sosteniendo su cabeza entre mis manos antes de
ponerla bajo mi brazo, de la misma manera que lo hice en la cafetería ese primer día.
—No puedo creer que estés aquí.
Entramos en la cocina y la mujer que está allí no parece sorprendida.
De hecho, me sonríe y se cruza de brazos sin decir una palabra.
—Bueno, estoy aquí y nos vamos.
—No, no puedo ir —ella se detiene, alejándose suavemente de mí.
—Oh, sí que puedes. Ahora, Dahlia. Tú vienes conmigo. Te compraré lo que
necesites. Puede que no sea la misma vida que tú has tenido, pero será nuestra vida. Y te
daré todo lo que pueda.
—No, no es eso, no me importa. No me importan las cosas —voltea la cabeza hacia
la mujer y luego de vuelta a mí. Pero antes de que ella pueda decir algo más, un hombre
entra como tormenta en la cocina.
—¿Quién demonios eres? —avanza hacia adelante, pero luego se detiene cuando me
acerco a él y muevo a Dahlia detrás de mi espalda.
—Soy el prometido de Dahlia.
—¿Qué? —la oigo exclamar desde detrás de mí, pero yo sólo pongo una mano hacia
atrás y la toco suavemente, señalándole que se quede quieta. 62
Él se ríe, y luego se vuelve hacia la mujer de pelo oscuro—. ¿No te dije que no la
dejaras salir de su habitación?
—Ella no es una prisionera —la mujer espeta—. ¡Puede que creas que eres su
vigilante, pero se supone que eres su padre!
Ella ya me agrada
—Sí —Dahlia saca la cabeza de detrás de mí, apuntando un dedo en la dirección de
su padre, pero me hago a un lado y la mantengo fuera de su línea de visión.
—No importa. Dahlia se viene conmigo. Ahora. Fin de la discusión.
Me doy la vuelta, lista para llevarla lejos, pero ella levanta la vista y me empuja el
pecho—. No —dice, pero veo el conflicto en ella.
—Sí —ordeno, tomando su mano. Pero ella la aleja.
—Davis, tengo que quedarme —sus ojos se ponen vidriosos y algo es diferente.
—Dahlia tiene un prometido. Y tú no eres él —su padre le pone el teléfono en la oreja
y luego empieza a hablar—. Se necesitan en la cocina. Ustedes dos, traigan sus armas, hay
un intruso.
—Detente —la mujer interrumpe—. Dahlia, ve con él. Vete —insiste, corriéndonos
con sus manos—. De prisa.
—Ella no va a ir —su padre sonríe—. ¿Cierto, Dahlia? No dejarías a tu amada Sylvia
para que la enviaran de vuelta a casa después de todos estos años. Tengo a Inmigraciones
aquí en marcación rápida, Dahlia, depende de ti.
—¿Qué está pasando? —hago girar a Dahlia para que se enfrente a mí, y luego le doy
a su padre una mirada que lo mantiene en su lugar.
Ella duda, pero entonces la verdad se derrama de su boca—. Si me voy contigo, va a
entregar a Sylvia. La deportarán. No puedo hacerle eso.
Me doy la vuelta y me dirijo hacia su padre, luego miro a la mujer, Sylvia. Sus ojos
se han ensanchado, claramente ella no sabía nada de esto.
—Dulce —dice ella—. Por favor, tienes que ir a vivir tu vida. Y además... —su tono 63
se agudiza y sonríe al padre de Dahlia—. Estoy segura de que tengo información que los
Petrov necesitan. Si no recuerdo mal —examina sus uñas por un largo momento antes de
continuar, mirando directamente al padre de Dahlia—. La sección seis, punto cuatro de su
contrato con los Petrovs decía: ‘El sujeto Dahlia Summer Ferrell será certificado por un
médico el día de su boda como intacto y virgen. Si de hecho se descubre que el sujeto ha
perdido su virginidad, este contrato es nulo y sin efecto.’
La habitación se queda en silencio mientras la mujer suspira pesadamente,
sonriéndonos a cada uno de nosotros. Dos enormes guardias de seguridad aparecen en la
entrada detrás del padre de Dahlia, pero él levanta la mano para detenerlos.
Hay un largo y ruidoso silencio cuando nos consideramos el uno al otro. Quiero
romperle el cuello con mis propias manos, pero eso sólo retrasará el otro pensamiento que
obsesivamente invade mi mente.
Cuando su padre finalmente mira al suelo, miro a Dahlia y tomo una decisión por
todos nosotros.
—Vamos —agarro la mano de Dahlia, luego miro a Sylvia—. Tú también. Consigue
lo que necesites —Le asiento con la cabeza y sus ojos brillan—. Nos vamos a casa.
EPILOGO
DAHLIA
Dos meses después
—Pon tu teta en mi maldita boca —digo entre dientes mientras Dahlia se sienta a horcajadas
sobre mí balanceando esas caderas mágicas mientras mis manos se clavan y la frotan sobre
mi rígida verga.
Su cabeza cae hacia atrás, pero obedece. Una mano sube para levantar su suave orbe,
entonces ella baja la vista a mi cara y presiona el pico duro a mis labios.
Gruño, lo chupo y bajo mis dientes lo suficiente como para hacerla explotar. Le
encanta cuando la muerdo. Ya le he dejado mi marca en casi todas partes y la gente en
nuestra vida ha dejado de preguntar por las marcas de los dientes.
64
Me importa una mierda, marcaré lo que es mío.
Nos meceremos juntos mientras la meto profundamente en mi boca. Sus manos vienen
a jalar mi pelo mientras se arquea y se corre en un espasmo que me lleva con ella a la
felicidad.
La silla en nuestro dormitorio se encuentra frente a una pared de ventanas que da a la
pradera detrás de la casa del arroyo que acabamos de terminar de renovar y bautizar. Nos
mudamos a dos habitaciones abajo hace dos meses cuando llegamos aquí después de dejar
la casa de su padre con Sylvia a remolque.
Vivíamos en ese dormitorio y usábamos el baño del piso principal mientras yo
contrataba a grupos para rehabilitar el resto de la casa. Yo mismo hice muchos de los
trabajos de acabado fino después de haber hecho la transición a un puesto de consultor en
la compañía.
Tank se ha hecho cargo de mi trabajo y al carajo si no me di cuenta de lo bueno que
puede ser no trabajar trescientos cincuenta días al año.
Hemos hecho el amor en casi todas las habitaciones de la casa desde que el equipo de
pintores dio los últimos toques hace dos días, pero este lugar parece ser nuestro favorito.
Ella suspira y se ablanda, arrastrando su cuerpo a mí, y la envuelvo con mis brazos y
la acerco lo más que puedo mientras mi verga deja el último de los depósitos pulsantes en
su cuerpo apretado.
Nuestros fluidos combinados se escapan empapando mi saco y la manta que cubre la
silla debajo de mi trasero.
—Gracias, Daddy —ella susurra y luego besa el exterior de mi oído y maldición si mi
verga no da un rápido tirón ante el sonido de mi nombre.
—No, gracias a ti, bebé. Te amo.
Tararea y mueve sus caderas. La redondez suave de sus tetas presionada en mi pecho
superior mientras nos sentamos allí respirando y estando por varios minutos. Disfrutando
de la conexión y la sensación de estar tan cerca.
Todavía estamos tratando de tener un bebé dentro de mi chica. Parece que todo está
funcionando, pero aún no ha sucedido y la verdad es que ambos estamos bien con eso. 65
Cuando suceda, lo celebraremos como si no fuera asunto de nadie. Por ahora, estamos
felices de seguir intentándolo.
Todos los días.
Dos o tres veces.
Al menos.
Nuestro gato Hemingway ronronea en el alféizar de la ventana y los grillos empiezan
a cantar al aire libre mientras el sol roza el horizonte, convirtiendo el cielo en una naranja
rosada sobre la pradera.
—Llegamos tarde —le beso el hombro y paso mis manos por la espalda de mi mujer.
Todavía me encanta pensar y decir esa palabra.
Esposa.
Una semana después de que llegáramos aquí, hice que Sylvia y a la tía Becky se
conocieran, puse un anillo en su dedo y mi nombre detrás del suyo.
—¿Todavía estamos de luna de miel? —ella se reclina y luego se empuja hacia arriba,
su cuerpo se levanta y dejando mi verga todavía dura rebotando contra mi vientre.
—No quiero que nuestra luna de miel termine nunca.
—Bueno, supongo que técnicamente como no tuvimos una boda, y volvimos aquí
después, esta es nuestra luna de miel y no terminará nunca —ella gira, su cabello rojo
volando como un círculo de llamas a sus hombros.
—Me dijiste que no querías una boda, ¿recuerdas? Por eso te sorprendí y te llevé a la
capilla más cercana y te convertí en la Sra. Davis Warren.
—Oh, ya sé —sonríe y luego camina hacia la puerta abierta del baño principal
mientras yo me pongo de pie y la sigo—. Amo todo lo que tiene que ver con nuestra vida.
Me encantó cómo sólo queríamos estar juntos y no necesitamos toda la ceremonia. Nunca
he querido una gran boda. Sólo quería a alguien que me amara como tú.
Doy un paso para acariciar a Hemingway, quien bate sus ojos y luego los cierra de
nuevo como si yo no estuviera allí.
—Nadie más te amará como yo lo hago, bebé. Nadie. 66
Oigo que empieza la ducha y la sigo. La enjabono, la doblo y la tomo rápidamente
una vez más antes de que podamos salir y vestirnos y salir por la puerta principal.
Para el momento que nos dirigimos a la casa de Becky por el camino de tierra a través
de unos cincuenta acres de pasto de la pradera y árboles de matorral de Texas, Dahlia está
charlando sobre la serie de libros para niños que está publicando.
Cuando nos paramos frente a la casa de Becky, tengo una media sonrisa torcida.
Ahí están Sylvia y Becky columpiándose en el porche tomadas de la mano.
Parece que se llevaron mejor de lo esperado. Sabía que Becky tuvo algunas novias en
el pasado, pero Dahlia nunca había preguntado sobre la vida amorosa de Sylvia. Pero ahora
todos sabemos, a nuestra manera, que nunca es demasiado tarde para encontrar el amor.
Diablos, si me hubieran dicho hace dos meses cuando pasé por la autopista con ese
tipo y su novia descansando la cabeza sobre su hombro que me vería tan feliz como él
ahora. Carajo, habría dicho que estaban loco. Nunca pensé que el amor iba a estar en el
puente de mando de este viejo gruñón. A veces la vida tiene ideas diferentes.
Cuando se trata de amor, nunca digas nunca.