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Tema 9 PETROGENESIS IGNEA Y TECTONICA GLOBAL


La actividad magmática terrestre ocurre principalmente en las zonas de divergencia y de convergencia de
placas tectónicas; también en lugares aislados situados lejos de los límites de placas, o en zonas cercanas a
éstos, caracterizadas por un magmatismo independiente de los procesos de divergencia o convergencia: los
valles rift y los puntos calientes o hot spots (magmatismo intraplaca) y a veces en zonas de transtensión
denominadas cuencas pull-apart asociadas a zonas de convergencia. Los tipos de magmas y series ígneas
generados y emplazados en cada uno de estos marcos tectónicos son drásticamente diferentes en
composición química (mayoritaria, minoritaria y trazas), y hasta en sus mecanismos de emplazamiento y su
asociación metalogénica. Los procesos fundamentales de la tectónica global son el rifting o separación
continental y la subducción de la litosfera oceánica, con la subsiguiente creación de arcos volcánicos,
márgenes activos, zonas de colisión o sutura y supercontinentes.

9.1 Magmatismo asociado a la separación continental o rifting continental


Los procesos de separación continental o rifting son sumamente complicados e involucran varias etapas
sucesivas que se suceden de manera diacrónica a lo largo de la futura zona de separación continental. El
proceso comienza cuando aparecen varias plumas astenosféricas del manto (ASTENOLITOS), por debajo de
una litosfera continental estable: súpercontinente. Estas plumas son grandes cuerpos diapíricos ascendentes
de manto anómalo que al llegar a cierta profundidad sufren descompresión adiabática y fusión parcial. Una
corteza continental previa, formada por un escudo precámbrico cubierto en parte por sedimentos más
jóvenes (cratón), tiene un espesor de unos 35-45 km, que sumado a un LID o manto litosférico de unos 80-
120 km de espesor, resulta en un bloque continental de unos 120-140 km de espesor (Fig. 9-1). Esta litósfera
continental generalmente se forma por la colisión entre masas continentales grandes y pequeñas, formando
lo que se conoce como una pangea o súpercontinente.
La Pangea jurásica que dio origen al ciclo tectónico Mesozoico-Reciente se formó por la colisión entre
LAURASIA (macrocontinente que comprendía las actuales Norteamérica, Groenlandia y Eurasia), y GONDWANA
(otro macrobloque continental que comprendía las actuales Sudamérica, África, Antártica, India, Australia y
Madagascar). El límite corteza/manto es el MOHO, éste no sólo constituye una importante discontinuidad
geofísica de primer orden, sino que también marca un cambio radical en la composición química y litológica
de las rocas: la corteza continental a nivel del MOHO debe estar formada por rocas metamórficas de alto
grado (granulitas) y por las raíces de grandes batolitos metamorfizados; como promedio su composición es
granodiorítica/cuarzo-diorítica. El manto litosférico por debajo del MOHO (LID) y la astenósfera, están formados
por rocas ultramáficas, de composición promedio lherzolítica (olivino + cpx + opx + granate), no
descartándose la presencia de eclogita (cpx + granate).

Etapa preliminar: PLATAFORMA CONTINENTAL ESTABLE (pangea inicial)

70 km

Fig. 9-1. Para iniciar el rifting o separación continental se requiere que una gran placa litosférica
(supercontinente) conteniendo corteza continental normal se estacione con respecto a la astenósfera. La corteza
superficial es generalmente una plataforma cratónica cubierta por un relativo delgado espesor de sedimentos
jóvenes y/o un escudo o macizo paleozoico-precámbrico expuesto. La figura no tiene exageración vertical.
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El límite litosfera/astenósfera está muy por debajo del MOHO y viene dado sólo por un cambio en la
reología del material peridotítico mantelar. En composición la astenósfera es muy similar a la litósfera, sólo se
diferencia de ésta por tener una temperatura algo mayor, lo que le confiere una cierta plasticidad: este límite
reológico viene dado, aproximadamente, por la isoterma de 1.330° C.
Las plumas del manto generan puntos calientes superficiales. Estas se forman en zonas del manto
superior caracterizadas por contener una cantidad algo mayor de elementos incompatibles y volátiles, entre
éstos por supuesto los isótopos radioactivos de U y Th, el 87Rb y el 40K, que las hacen algo más calientes y
menos densas. Cuando aparece una pluma en el manto el material caliente y más liviano asciende
diapíricamente, de modo visco-plástico, como un astenolito hasta situarse casi debajo de la corteza
continental. De este modo astenósfera caliente asciende para sustituir litósfera subcontinental más fría y el
efecto es por partida triple:
1) Se adelgaza la litósfera continental (es decir, el LID es sustituido en parte por astenósfera);
2) Se le confiere una mayor "flotabilidad" a la placa litosférica, de modo que la corteza suprayacente se
levanta a modo de arco amplio o DOMO EPIROGÉNICO, en respuesta al adelgazamiento que ha sufrido
la litósfera, y
3) La astenosfera sufre descompresión adiabática y fusión parcial, iniciando la actividad magmática.

Si la acción de la pluma o astenolito se detiene, el proceso puede finalizar en esta etapa. Esto podría
deberse a varias causas, entre otras: que el astenolito no tenga suficiente calor y se enfríe, que simplemente
deje de actuar, o que el continente asuma una deriva y se mueva con cierta rapidez por encima del
astenolito. Si la pluma tiene suficiente calor e intensidad, el domo formado en la corteza continental puede
llegar a generar fuerzas tensionales suficientes para fracturar la placa continental, generando valles rift. La
presencia de un astenolito subcontinental genera magma y origina una zona volcánica no relacionada con
límites activos de placas, denominada punto caliente o hot spot. Las series magmáticas que serán
extrusionadas varían de acuerdo al grado de fusión parcial alcanzado en el astenolito y a la profundidad en
que ésta ocurre. Con pequeños porcentajes de fusión parcial (entre 1-5%) se generan magmas exóticos
ultrapotásicos peralcalinos, carbonatíticos, melilíticos, etc.; entre los 5-20% de fusión parcial se generan
magmas de series alcalinas Na o K; y, finalmente, entre 20-40% de fusión parcial aparecen las series
tholeíticas, Th. Generalmente la etapa de domo epirogénico se caracteriza por rocas exóticas, incluyendo
carbonatitas, kimberlitas y otras, reflejando escasos porcentajes de fusión parcial del astenolito, que en sí
está constituido de un manto enriquecido en elementos incompatibles y volátiles, que son los primeros en ser
incorporados a estos magmas raros. La etapa avanzada del valle rift puede estar caracterizada por basaltos
tholeíticos y alcalinos, constituyendo la llamada asociación bimodal basalto/riolita o basalto alcalino/traquita,
donde están conspicuamente ausentes rocas intermedias como andesitas, dacitas o fonolitas. En las etapas
posteriores, que preceden a la ruptura continental, las series son casi totalmente tholeíticas, anunciando el
cambio gradual de ambiente continental a oceánico, una vez que los dos bloques continentales se han
separado y existe una dorsal centroceánica activa en el medio de la cuenca oceánica generada por el rifting.
A continuación se describen, muy detalladamente, las diferentes etapas que se suceden durante el
complejo proceso de rifting o separación continental. El proceso es gradual y consta de cinco etapas bastante
bien definidas que se basan en el estilo tectónico, el tipo de sedimentación, las series magmáticas
emplazadas, el tipo de actividad ígnea que ocurre y los distintos regímenes de subsidencia que actúan. Todo
comienza cuando una gran masa continental o pangea se estaciona con respecto a la astenósfera y el calor
de ésta comienza a acumularse debajo esa gruesa litósfera, prácticamente aislante, generándose varios
puntos calientes. La macroplaca inicial puede constar de una vasta penillanura cratónica, donde una delgada
capa de sedimentos cubre discordantemente un basamento antiguo paleozoico-precámbrico, o puede
constar de rocas antiguas aflorantes, es decir, de un macizo paleozoico y/o escudo precámbrico expuestos
(Fig. 9-1). El proceso de separación continental puede detenerse en cualquiera de las etapas iniciales,
generando rifts abortados; si eso no sucede, el resultado final será la generación de una dorsal centroceánica
rodeada a ambos lados de corteza oceánica nueva y caliente, la cual colindará lateralmente con dos
márgenes continentales pasivos divergentes, situados a miles de km de la dorsal central, tal como ocurre
actualmente en el océano Atlántico.
Es interesante notar que las primeras propuestas de la tectónica global consideraban los puntos calientes
como anomalías dentro del esquema global de placas tectónicas, estando casi todos ellos situados en
marcos intraplaca. Actualmente los puntos calientes no se consideran anómalos sino más bien resultan ser
los iniciadores del proceso de separación continental, estando muchos de ellos ubicados sobre o cerca de
las crestas de las dorsales y no solamente en zonas intraplaca.
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1ª Etapa: ARQUEAMIENTO DOMICO PRE-RIFT (Oasis de Hoggar y Darfur, África) (Fig. 9-2)

Una macroplaca o supercontinente con corteza continental, o pangea, queda estacionaria con respecto a
la astenósfera. El calor que se acumula debajo de ésta provoca la generación de varias plumas del manto o
astenolitos. La acción de un astenolito provoca la formación de un levantamiento o DOMO EPIROGÉNICO muy
amplio (de unos 1.000 km de diámetro y 1-2 km de altura), coronado por volcanes que erupcionan lavas y
tobas de series alcalinas (Na, K y mixtas), peralcalinas, ultrapotásicas y exóticas, incluyendo kimberlita,
melilitita y carbonatita. En efecto, es en los puntos calientes donde son emplazadas las rocas ígneas de
mineralogía y geoquímica más extremas, pues provienen de bajos porcentajes de fusión parcial de un manto
astenosférico anómalo, enriquecido en elementos incompatibles y volátiles como CO2, HF y H2O.
El levantamiento se produce debido a la expansión termal de la litósfera continental bajo la acción de la
pluma o astenolito. Diatremas y otros cuerpos de kimberlita son extrusionados a unos 500 km del centro de
los domos. Durante esta etapa el balance entre la rata de acumulación de productos volcánicos (lavas y
tobas) y la erosión del domo es variable, aunque generalmente la erosión supera a la acumulación. De este
modo los basamentos antiguos (precámbricos) levantados son expuestos a la erosión, a raíz de la
denudación de la cobertura sedimentaria que cubría al cratón o macizo estable. En el vasto continente
africano se hallan actualmente varios domos epirogénicos coronados por volcanes (Tibesti, Hoggar y Darfur).

1ª Etapa: ARQUEAMIENTO DÓMICO PRE-RIFT: domo epirogénico

1.330º C
500 km 30 km

Fig. 9-2. Etapa de arqueamiento dómico pre-rift. Sobre un domo epirogénico muy amplio, mostrado aquí con
exageración vertical de 15X, son intrusionadas y extrusionadas rocas ígneas de series exóticas: peralcalinas,
melilíticas, ultra-K, carbonatíticas y kimberlíticas. Es notable la erosión de la cobertura sedimentaria del cratón,
que deja expuesto un basamento antiguo ígneo-metamórfico en las crestas de los domos. Dicho basamento o
escudo será una fuente de sedimentos muy inmaduros que se depositarán en los graben del futuro valle rift,
como capas rojas continentales, compuestas por arcosas, areniscas líticas y ferruginosas, limolitas y
evaporitas lacustrinas, entre otras litologías. Modificado de Dickinson (1974).

2ª Etapa: VALLE RIFT CONTINENTAL (Valles Rift de África; lago Baikal, Siberia) (Fig. 9-3)

Eventualmente la región afectada por el arqueamiento dómico comienza a fracturarse bajo la acción de
esfuerzos tensionales y son generados los VALLES RIFT. Muchos rifts se forman por la reactivación de zonas
de fractura, megafallas o de debilidad (suturas) del basamento continental antiguo. Consisten de un alargado
graben central, con varios semi-graben laterales (Fig. 9-3). Los rifts se forman primero en las crestas de los
domos epirogénicos y luego se extienden como una red ramificada, más o menos continua, a lo largo de toda
la zona de futura separación continental (Fig. 9-4). ES IMPORTANTE CLARIFICAR QUE EL ASPECTO EN ZIGZAG DE
LOS SEGMENTOS QUE CONFORMAN LAS DORSALES CENTROCEÁNICAS ES HEREDADO EN ESTA ETAPA DE RIFTING Y
POSIBLEMENTE REFLEJA DISTINTAS ZONAS DE DEBILIDAD CONTINENTALES QUE FUERON APROVECHADAS POR EL
PROCESO DE RUPTURA INICIAL.
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2ª Etapa: VALLE RIFT CONTINENTAL

60 km 20 km
Fig. 9-3. Etapa de valle rift continental. La corteza superior es afectada por fallamiento extensional de bloques.
Se genera un profundo graben central rodeado de dos sistemas de semi-graben laterales, donde se depositan
capas rojas y evaporitas, interestratificadas o intrusionadas por magmas basálticos o alcalinos. El vulcanismo
de series A y Th forma cuerpos magmáticos típicos de marcos anorogénicos, como lopolitos, mantos, lacolitos
y complejos anulares. Las kimberlitas y las carbonatitas intrusivas son típicas de esta etapa, al igual que
elevados estratovolcanes alcalinos, calderas de colapso y flujos de ceniza. Modificado de Dickinson (1974).

CONTINENTE
“B”

CONTINENTE
“A”

500 km

Fig. 9-4. Separación continental vista en planta. Se asume que el proceso ocurre cerca del ecuador de
expansión de la futura dorsal, de modo que las placas se separan sincrónicamente. El aspecto en zigzag de las
dorsales se hereda posiblemente en las etapas iniciales del rifting, siendo el fracturamiento posiblemente
coadyuvado por antiguas zonas de debilidad de la corteza continental. Los márgenes pasivos generados
muestran un patrón paralelo a la dorsal y sus fallas transformantes, además presentan varios rifts abandonados
o aulacógenos, frecuentemente asiento de grandes deltas. La nueva corteza oceánica creada en la dorsal se
muestra sombreada en gris claro. Modificado de MITCHELL & GARSON (1982).
Los basamentos expuestos o escudos precámbricos, mayormente granodioríticos, gnéisicos o
granulíticos, constituyen fuentes de sedimentos inmaduros feldespáticos, muy característicos, denominados
CAPAS ROJAS CONTINENTALES (continental red beds), formados por areniscas arcósicas y/o líticas, limolitas,
conglomerados, con sedimentos continentales lacustrinos y evaporitas, que se depositan en el profundo
graben central y en los semi-graben laterales, interestratificados con flujos bimodales de basalto-riolita o de
basalto alcalino-traquita erupcionados a través del recién formado sistema de fracturas y fallas normales.
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La zona extensional abarca regiones muy amplias a ambos lados del graben central (100-250 km) y está
afectada por sismicidad de focos someros, debido al fallamiento normal y a la actividad volcánica, que puede
ser incluso explosiva cuando los magmas son riolíticos, alcalino-félsicos o peralcalinos, generándose
estratovolcanes, flujos de tobas y grandes calderas de colapso (cráter Ngorongoro). Los edificios volcánicos
pueden tener gran tamaño y alturas de más de 5.000 m, siendo “nevados” (montes Kenia y Kilimanjaro).
La base de la corteza continental sufre adelgazamiento por flujo plástico, siendo invadida por enjambres
de diques basálticos verticales (diabasas). Los magmas basálticos intrusivos inyectados en el bloque hundido
del graben central, o en los sedimentos del rift, dan origen a intrusiones gabroides estratiformes (lopolitos), o
a mantos de diabasa, respectivamente. Si las condiciones que dieron origen a la anomalía termal en el manto
superior cambian, la ruptura puede finalizar en esta etapa, sin originar una dorsal centroceánica, ni corteza
oceánica nueva. Se tendrá así un rift abortado.
A medida que el proceso avanza, la continua inyección de diques de diabasa verticales a subverticales y
cuerpos máficos estratiformes en la corteza continental va cambiando su densidad y composición litológica
hasta que, eventualmente, la proporción de diques máficos supera a la del material granítico-metamórfico
continental y se va transformando paulatinamente en corteza oceánica basáltico-gabroide. Este proceso se
denomina oceanización de la corteza continental y su resultado final es la creación de una dorsal incipiente,
formada en un 100% de rocas máficas, tanto plutónicas como volcánicas, y recubierta con sedimentos
marinos de aguas profundas (turbiditas y pelagitas) (ver 4ª Etapa: OCÉANO ESTRECHO).
Los graben centrales de los rifts forman depresiones muy profundas que pueden albergar grandes lagos
alargados, de gran profundidad. El lago Tanganyka, en el rift africano, tiene profundidades casi abisales para
un lago, pues supera los 1.400 m; el lago Baikal en Siberia (Rusia), alcanza 1.650 m de profundidad,
constituyendo la mayor reserva de agua dulce del planeta. En los lagos africanos la vida animal y vegetal
pulula, lo que los hace una gran trampa de materia orgánica. Mucha de esta materia orgánica acumulada en
los sedimentos finos del fondo es calentada por los altos gradientes geotérmicos reinantes y genera primero
kerógeno y, eventualmente, en etapas sucesivas de subsidencia y sedimentación, petróleo o gas.

3ª Etapa: GOLFO PROTO-OCEANICO (Triángulo de Afar, Eritrea, NE de África) (Fig. 9-5)


El proceso de ruptura continental produce subsidencia en la zona de rift, en parte debida a la inyección de
densos cuerpos ígneos máficos, y en parte debido al peso de la cuenca allí generada. El piso de los graben
centrales, otrora mesetas a más de 1.500 m s.n.m., se hunde debido a esta fuerte subsidencia, pudiendo
llegar a ser parcial o intermitentemente invadido por el mar, formándose GOLFOS PROTO-OCEÁNICOS (Fig. 9-5).
Estos golfos son cuencas marinas de aguas someras, con circulación restringida, donde la sedimentación
ocurre en ambientes poco o nada oxigenados, pudiéndose acumular grandes cantidades de materia orgánica
marina: lutitas negras, las cuales constituyen rocas madre para la generación de hidrocarburos o fuentes de
fluidos mineralizantes. En climas áridos, como en Afar (Eritrea), se pueden depositar espesas secuencias
cíclicas de evaporitas marinas, con espesores entre 3-7 km. Estas cuencas se desarrollan sobre corteza
continental atenuada, es decir, corteza adelgazada por la extensión causada por el rifting y densificada por la
inyección de diques de diabasa. En los estribos laterales de la cuenca, a niveles plataformales, se depositan
gruesas secuencias carbonáticas, que debido a fluctuaciones eustáticas del n.d.m. pueden emerger y ser
afectadas por disolución cárstica, generándose cuevas, cavernas y porosidad a varias escalas de tamaño.
Durante esta etapa la fusión parcial del astenolito o pluma debajo del graben central alcanza porcentajes
del orden del 25-40%, generándose enormes volúmenes de basaltos y/o picritas tholeíticos, que continúan
siendo inyectados como diques de diabasa casi verticales en la base de la corteza continental. El vulcanismo
subaéreo es escaso o casi nulo, llegando a desaparecer por completo a medida que los fragmentos
continentales se separan. La intrusión de diques de diabasa en la base de la corteza continental aumenta su
densidad y causa mayor subsidencia y paulatinamente la corteza continental se adelgaza, se hunde y se
torna cada vez más parecida a la oceánica: proceso de oceanización de la corteza continental.
En esta etapa el drenaje, cuando lo hay, dependiendo del clima de la región, se dirige hacia fuera de la
cuenca proto-oceánica formada, siendo casi nulo el aporte de sedimentos terrígenos a la cuenca. Ello
permite mantener aguas marinas transparentes y limpias, con la subsiguiente formación de arrecifes
coralinos de barrera en el borde de la plataforma continental (en climas tropicales) y la acumulación de
espesos horizontes de lutitas negras en los taludes. En la siguiente etapa, océano estrecho, el drenaje se
invierte, con lo que un gran aporte terrígeno invade la cuenca, imposibilitando la existencia de los arrecifes, y
cubriendo toda la secuencia con clásticos terrígenos, es decir, sellando las lutitas y calizas ricas en materia
orgánica. Al ser soterrados, estos sedimentos maduran y se tornan rocas madre de hidrocarburos.
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3ª Etapa: GOLFO PROTO-OCEÁNICO

60 km 20 km
Fig. 9-5. Etapa de golfo proto-oceánico. El vulcanismo subaéreo está casi ausente o finalizando. La actividad
ígnea es muy intensa, pero profunda. La continua inyección de diques de diabasa en la base del graben central
va transformando la corteza continental en corteza transicional, intermedia en densidad y espesor entre la
continental y la oceánica. La sedimentación es mayormente evaporítica, carbonática y de lutitas negras, futuras
rocas madre de hidrocarburos o de fluidos mineralizantes. Modificado de DICKINSON (1974).

4ª Etapa: OCEANO ESTRECHO (mar Rojo, golfo de California) (Fig. 9-6)

Cuando en la base de la zona de ruptura se comienza a generar nueva corteza oceánica (basáltico-
gabroide) se logran condiciones completamente oceánicas y aparece una dorsal o centro de expansión
incipiente submarino (Fig. 9-6). En los OCÉANOS ESTRECHOS el aporte sedimentario puede provenir de ambos
bloques separados, o de uno solo si la dorsal constituye un alto topográfico en el centro de la cuenca,
dividiéndola en dos mitades.
La continua inyección de diques basálticos en el bloque hundido central crea a ambos lados de la corteza
oceánica de reciente formación dos zonas de corteza transicional quasi-continental. Si los sedimentos
clásticos y turbidíticos de la cuenca logran cubrir la dorsal incipiente, el efecto será la creación de corteza
quasi-oceánica, también transicional, donde se interdigitarán flujos de lava basáltica con sedimentos
turbidíticos y pelágicos. El espesor de la nueva corteza oceánica es de unos 4-5 km, la astenósfera se halla
unos 3-4 km justo debajo del eje de la dorsal, la litósfera es muy delgada (8-10 km), y está caliente.
Lo más importante durante esta etapa es la subsidencia termal de la corteza transicional, que prosigue
por 50-100 Ma luego de la separación continental, dependiendo de la velocidad de expansión de la dorsal
generada. La subsidencia causa una inclinación de los bloques continentales hacia la cuenca oceánica, con lo
que se elimina la franja de costa alta que impedía el aporte sedimentario terrígeno a gran escala. Se forma
así un grueso prisma basal o cuña clástica, que se engrosa mar adentro, cubriendo las secuencias de lutitas
negras-evaporitas-calizas anteriormente depositadas en los golfos proto-oceánicos. Debajo de éstas
secuencias yacen, a su vez, preservadas las secuencias de capas rojas-evaporitas y de lavas bimodales,
formadas en el valle rift continental, confinadas a las depresiones de los graben y semi-graben.
La subsidencia se incrementa grandemente cuando los nuevos clásticos gruesos entran a la cuenca
marina incipiente. Éste es un ambiente muy propicio para la formación de sabkhas costeros, sobre todo en
climas áridos, como los de Afar y las costas del mar Rojo, en general. El mar Rojo se halla en esta etapa
avanzada de rifting, pero su sedimentación no corresponde a la misma. Uno de los motivos es la extrema
aridez de la zona egipcio-árabe, donde el único río importante, el Nilo, corre paralelo al rift, desembocando en
el Mediterráneo y no en el mar Rojo. Esto hace que la sedimentación en este océano estrecho sea
mayormente carbonática o evaporítica, ocurriendo en los fondos oceánicos lodos ricos en materia orgánica y
sulfuros metálicos, sin masivos aportes clásticos a la cuenca. Sin embargo concuerda con esa etapa en lo
que se refiere a la presencia de una dorsal y a la creación de nueva corteza oceánica, empero las
condiciones topográficas y de sedimentación no han permitido la depositación de cuñas clásticas. Por lo tanto
en dicho mar pulula la vida marina y existen extensos arrecifes y barreras coralinas plataformales, que no
podrían existir si llegase a la cuenca un voluminoso (y lodoso) aporte clástico. La circulación hidrotermal en el
fondo de este mar es tan intensa que ha creado salmueras densas y calientes, ricas en metales pesados
(Pb-Cu-Zn) y que se asientan sobre los sedimentos del fondo marino, o son inyectadas dentro de éstos. Algo
muy similar ocurre en el golfo de California, una zona muy árida del continente norteamericano, en México.
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4ª Etapa: OCÉANO ESTRECHO

60 km 20 km
Fig. 9-6. Etapa de océano estrecho. La continua inyección de diques de diabasa ha transformado la corteza
continental en un enjambre de diques verticales máficos que alimentan a flujos submarinos de basalto
almohadillado, es decir, en CORTEZA OCEÁNICA. La dorsal incipiente constituye un alto topográfico en el centro de
un estrecho océano. Si la dorsal se recubre con turbiditas provenientes del continente, estos clásticos se
interdigitarán con los flujos de lava, obteniéndose una corteza quasi-oceánica; la corteza continental
adelgazada y cubierta por cuencas sedimentarias desarrolladas en los semigraben laterales, es algo más
delgada que lo normal y se denomina corteza quasi-continental.. Modificado de Dickinson (1974).

5ª Etapa: OCEANO ABIERTO (margen pasivo, tipo Atlántico: E de Norte y Sudamérica)


Cuando la subsidencia termal de los márgenes continentales separados o MÁRGENES PASIVOS concluye,
éstos se hallan en un marco intraplaca, de frente a un nuevo océano y a varios miles de km de la dorsal
central (Fig. 9-7). En esta etapa el cinturón de corteza transicional es muy complejo y comprende corteza
continental atenuada y fallada, con graben y semi-graben rellenos por capas rojas continentales, evaporitas y
flujos volcánicos. A lo largo de este complejo basamento, la cuña clástica basal es recubierta por otra cuña o
prisma de sedimentos marinos y parálicos (paludales y deltaicos) que crece hacia arriba gracias a la
subsidencia isostática del margen continental pasivo. Así se forma una plataforma continental, terminada en
un talud continental. EN ESTA ETAPA CESA LA SUBSIDENCIA TERMAL, LA LITOSFERA OCEÁNICA EN CONTACTO CON
LA CONTINENTAL HA ALCANZADO UN ESPESOR MÁXIMO DE 100 km Y LA SUBSIDENCIA EN EL MARGEN CONTINENTAL
SE DEBERÁ EXCLUSIVAMENTE AL AJUSTE ISOSTÁTICO CAUSADO POR EL PESO DE LA CARGA SEDIMENTARIA.
Esta pesada acumulación de sedimentos en el borde del talud continental hace que la placa litosférica se
incline hacia el mar, permitiendo que la plataforma sea cubierta por sucesivas acumulaciones de estratos
acuñados que convergen hacia una zona de flexura común situada en el borde de la plataforma, a unos 100-
250 km del talud. Ya que la subsidencia depende de la rata de sedimentación, en dicha secuencia
sedimentaria plataformal ocurrirán episodios erosionales, debidos a cambios eustáticos del nivel del mar, que
producirán discordancias y secuencias de off-lap / top-lap / on-lap en las formaciones marinas someras y
costeras.
Si la sedimentación clástica en el margen continental pasivo es muy voluminosa (alimentada por grandes
ríos, estuarios y deltas), el crecimiento hacia arriba de la plataforma, y hacia mar adentro del talud y
levantamiento continentales, llevará al desarrollo de una terraza continental progradante, la cual avanzará
cubriendo toda la corteza transicional y eventualmente, hacia el mar abierto, se interdigitará con sedimentos
pelágicos abisales (Fig. 9-7). Estas terrazas, formadas por sedimentos clásticos y carbonáticos marinos
someros alcanzan espesores de hasta 15-18 km, constituyen los "miogeosinclinales" de la literatura antigua.
Este término es hoy obsoleto y ha sido sustituido por el de MIOGEOCLINAL o, simplemente PRISMA DE MARGEN
PASIVO. Es de notar que ahora ambos márgenes continentales dejaron de estar en un límite de placas,
quedando en una posición intraplaca en la que sólo operan los procesos de sedimentación y diagénesis a
gran escala. Debido a la casi total ausencia de actividad ígnea o sísmica es que reciben el nombre de
MÁRGENES PASIVOS, o de tipo “Atlántico”.
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8 km

Fig. 9-7. Etapa de océano abierto. La expansión del piso oceánico ha creado varios miles de km de nueva
corteza oceánica a ambos lados de una dorsal activa. La litosfera oceánica de mayor edad es más gruesa y fría,
y tiene una fuerte subsidencia termal. El desnivel entre el continente y el fondo marino es superior a los 4 km y
constituye el talud continental. Se forma una formidable trampa sedimentaria, capaz de acumular hasta 15 km
de sedimentos marinos (MIOGEOCLINAL). Las secuencias anteriores de rift, golfo proto-oceánico y océano
estrecho son soterradas debajo de este grueso prisma de sedimentos marinos plataformales y turbidíticos.
Capas de la corteza oceánica nueva: 1) cobertura sedimentaria pelágica (espesor muy exagerado); 2) Flujos de
basalto almohadillado MORB; 3) enjambre de diques tabulares verticales de diabasa; 4) gabros y cumulados
estratiformes. Debajo de esta última capa se halla el moho oceánico, a unos 6 km de profundidad. La figura
presenta una exageración vertical de unos 60X, además debido a la simetría del proceso de expansión y deriva
continental existe otro margen continental pasivo similar a éste al otro lado de la dorsal y a la misma distancia:
la dorsal es como un plano de simetría entre los dos. Las irregularidades mostradas en la corteza oceánica
corresponden a montes y mesetas submarinas, generados por puntos calientes intraplaca o asociados a la
propia dorsal (no mostrados por simplicidad), o a escarpes de fallas transformantes, que afectan a la litosfera
completa. Alguna actividad ígnea (no mostrada) puede ocurrir en las prolongaciones continentales de las zonas
de fractura oceánicas, donde se emplazarían series alcalinas y exóticas. La subsidencia en el margen
continental puede llevar, eventualmente, a la corteza oceánica a unos 40 km de profundidad, donde ocurrirá la
transformación de anfibolita a eclogita, roca muy densa, con lo que podría iniciarse un proceso de subducción,
pasando paulatinamente el margen pasivo a ser un margen activo o arco magmático continental. Modificado de
DEWEY & BIRD (1972).

Se preguntará el lector, ¿Cómo es posible conocer todas las etapas mencionadas del rifting, si las
secuencias de valle rift, golfo proto-oceánico y océano estrecho se hallan enterradas a varios km de
profundidad, en la base de las secuencias miogeoclinales? El CICLO TECTÓNICO DE WILSON establece que
toda corteza oceánica formada, tarde o temprano, habrá de ser destruida, de modo que uno o ambos de los
márgenes pasivos generados se transformarán en márgenes activos. La subsidencia isostática de la corteza
oceánica aledaña al margen pasivo la puede llevar hasta unos 40 km de profundidad, donde comenzará la
transformación ANFIBOLITA ↔ ECLOGITA + H2O, siendo ésta última una roca mucho más densa que la primera
( = 3,5). La ahora pesada corteza oceánica eclogitizada comenzará a hundirse dentro del manto, iniciándose
una subducción por debajo del margen continental, es decir, el otrora margen pasivo se transformará en un
MARGEN ACTIVO, con todos los fenómenos asociados a un límite de placas convergente, como lo son:
vulcanismo explosivo, plutonismo granítico, fuerte sismicidad, orogénesis y erosión. De este modo, en una o
varias zonas de subducción será consumido un océano entero, hasta que se produzca la aproximación de un
margen pasivo a un margen activo (o de dos activos). Allí ocurre la colisión continental y las secuencias
profundamente enterradas del margen pasivo (o de los activos), incluyendo las más profundas de las etapas
iniciales del rifting, son levantadas, tectonizadas y gran parte de su cobertura es erosionada, quedando así
expuestas estas misteriosas rocas, otrora guardadas a grandes profundidades. El proceso puede llegar a
metamorfizar dichos sedimentos, destruyendo gran parte de sus texturas originales. En otras palabras, al
estudiar cinturones orogénicos colisionales o de tipo Alpino-Himalayano, se ha hallado que las cimas de las
cordilleras están sustentadas por sedimentos marinos someros. Una de las mejor estudiadas secuencias de
separación continental se halla en los Alpes, del estudio de esta cordillera proviene, en parte, el modelo antes
propuesto. La cima del monte Everest, a 8.848 m de altura s.n.m., está formada por sedimentos visiblemente
estratificados, que contienen fósiles de conchas marinas que habitaban las costas de un océano tropical
jurásico, hoy desaparecido por subducción debajo de la meseta del Tíbet: el mar de Tethys.
9

Como se verá más adelante una minúscula, pero muy significativa, parte de la litosfera de Tethys no fue
subducida, quedando como fragmentos o complejos ofiolíticos embebidos en la gran sutura del río Indo.
Estas OFIOLITAS, que representan pedazos del manto litosférico y de la corteza oceánica, exhiben rocas
originalmente situadas a más de 30 km de profundidad por debajo del piso oceánico y contienen espinela.
¡Lo increíble del tectonismo sufrido por estas rocas es que se hallan a 4.500 m de altura, al sur del río Indo,
en pleno corazón del Himalaya y a más de 2.000 km del océano más próximo!
Las secuencias de margen pasivo contienen un sinnúmero de recursos minerales y energéticos. La gran
mayoría de los yacimientos de petróleo, gas y carbón se hallan en estos ambientes, además de materiales de
construcción como arenas silíceas, calizas, cretas, arcillas, etc., sales evaporíticas (yeso, halita, silvina),
menas de Pb-Zn-Cu, Mn o Fe sedimentarias, fosforitas, barita, fluorita, etc. Además, debido a la escala
megascópica de los ambientes sedimentarios involucrados, todos esos recursos se presentan en depósitos
estratiformes con grandes volúmenes de reservas, generalmente explotables a cielo abierto.

Rifting visto en planta y su carácter diacrónico:

Las complejidades del proceso de rifting no terminan aquí. Como se dijo anteriormente, cada punto
caliente subcontinental puede generar un sistema de fracturas que al coalescer formarán una red ramificada
de valles rift que señalará el lugar geométrico de la futura ruptura continental. Muchos de esos rifts formarán
uniones triples RIFT-RIFT-RIFT centradas en un domo epirogénico común (ver Fig. 9-4). Rara vez los tres rifts
llegarán todos a su etapa más avanzada donde podrían formar una unión triple DORSAL-DORSAL-DORSAL (esto
ocurre actualmente sólo en la unión entre las dorsales Índica y Antártica, al sur de África, y en Afar, Eritrea).
Generalmente sólo dos de los brazos coalescen formando segmentos de una misma dorsal y el otro puede
quedar como brazo abortado o aulacógeno. La red de rifts activos dará origen a distintos segmentos de una
sola dorsal, relacionados por fallas transformantes, mientras que un nuevo océano se abrirá lentamente entre
los dos fragmentos continentales divergentes en deriva. Los márgenes de los nuevos continentes serán
márgenes pasivos y podrán tener varios aulacógenos casi ortogonales a ellos, que serán a menudo lugares
de formación de grandes deltas o estuarios (Fig. 9-4).

Fig. 9-8. El rifting o separación


200 km continental es un proceso DIACRÓNICO.
Las cinco etapas descritas no sólo se
suceden en el tiempo, en un lugar
determinado de la futura zona de
separación continental, sino que
ocurren al mismo tiempo en diferentes
lugares de la geofractura que dará
origen a un nuevo océano. Los rifts del
este de África se hallan en distintos
grados de evolución. La etapa de
domos epirogénicos está representada
allí en una media docena de esas
estructuras; la etapa de valle rift es la
que ahora abarca la porción oriental,
MARGEN formando una red ramificada; la etapa
de golfo proto-oceánico ocurre en Afar
PASIVO y Yemen; la etapa de océano estrecho
es el mar Rojo-golfo de Adén, con una
dorsal activa en su parte central y
condiciones de sedimentación y
batimetría oceánicas; y finalmente, el
océano abierto es el océano Índico,
cruzado por la dorsal Indica, una
dorsal ya plenamente desarrollada,
con dos márgenes pasivos.
Tomado y modificado de Mitchell &
Garson (1983).
10

Además el rifting, al igual que todos los procesos de la tectónica global, es un fenómeno diacrónico. Las
distintas etapas mencionadas se sucederán consecutivamente, en un lugar determinado, desde el
arqueamiento dómico hasta el final de la separación y la aparición de la dorsal con sus dos márgenes
pasivos divergentes; empero dichas etapas pueden ocurrir al mismo tiempo en distintos lugares a lo largo de
una vasta zona de futura separación continental. En el sistema actual de rifts africanos, la etapa de
arqueamiento dómico está ocurriendo en la meseta Etíope; la etapa de valle rift se observa en el complejo
sistema de rifts de Kenia, Tanzania, Uganda y Malawi; la etapa de golfo proto-oceánico en el golfo de Suez y
en el llamado "Triángulo de Afar", en Etiopía; la etapa de océano estrecho, es el mar Rojo y el golfo de Adén;
la etapa de océano abierto es el océano Indico (Fig. 9-8). Toda la costa este de África (desde Somalia hasta
Sudáfrica) representa uno de los márgenes pasivos generados por la apertura del océano Indico, durante el
Terciario; el otro margen pasivo se halla en la costa sur de la península Arábiga y en la costa SW de la India.
En medio de ambos márgenes se encuentra la dorsal Indica, un centro de expansión en franco proceso de
creación de nueva corteza oceánica (*) y cuyo empuje continúa levantando al Himalaya y afectando al norte
de la India y a la China con una sismicidad muy fuerte y destructiva (sismos de Nepal, en 2015).

Variaciones a lo largo del rumbo en los márgenes pasivos:

Los márgenes pasivos generados por el proceso de rifting abarcan varios miles de km de longitud y si
están orientados en sentido N-S es de esperarse que en lugares de un mismo margen pasivo situados a
latitudes diferentes existan condiciones geográficas y climáticas muy distintas, por ende la sedimentación
observada será también marcadamente diferente (Fig. 9-9). Así, en climas húmedos, tropicales o templados,
es posible tener márgenes pasivos dominados por sedimentación clástica plataformal, la cual puede ser
incrementada localmente por la presencia de complejos deltaicos o estuarinos; en zonas tropicales con poco
aporte clástico, la sedimentación estará dominada por calizas y arrecifes de barrera. En las zonas áridas, la
sedimentación será mayormente carbonática o contendrá gruesas secuencias evaporíticas. De este modo
cada 400-500 km habrá notables cambios de facies en el margen continental que reflejarán las variaciones
climático-geográficas antes mencionadas. Por cierto, lo mismo ocurre con márgenes activos orientados N-S.
Esto es evidente en los actuales márgenes pasivos del este de las Américas. Comenzando desde la
Patagonia argentina se tienen ambientes periglaciares; en el norte de Argentina, Uruguay y el sur del Brasil
se tienen zonas templadas dominadas por el aporte clástico, con los grandes estuarios de los ríos de la Plata
y Paraná. Luego, en el NE del Brasil, la sedimentación es carbonática-arrecifal, con poco aporte clástico y
clima tropical (Bahía-Recife). Nuevamente, otra zona de gran aporte clástico en el norte del Brasil, las
Guayanas y el este de Venezuela, con la formación de los grandes deltas del Amazonas, del Esequibo y del
Orinoco. Al norte del delta de Orinoco el margen se vuelve activo, con la subducción de la parte oceánica de
la placa americana debajo del arco volcánico de las Antillas Menores, que se asienta sobre la corteza de la
placa del Caribe. Hacia el NO, en Norteamérica, otro margen pasivo continúa en el golfo de México, donde la
sedimentación fue primero evaporítica y luego carbonática, en clima tropical, y se generó la extensa
plataforma de Yucatán. Siguiendo la costa de México y de Texas, hasta Louisiana, la costa se caracteriza por
estuarios y sistemas de islas de barrera muy extensos, debido al aporte clástico de grandes ríos, como el río
Grande. En tiempos pasados en este margen se depositaron, en climas áridos, gruesas secuencias
evaporíticas, que actualmente forman un inmenso sistema de diapiros salinos, trampas muy prolíficas para
hidrocarburos. Más al este se halla el extenso delta del Mississippi, producto del drenaje de más de la mitad
de Norteamérica. Hacia la costa atlántica las condiciones cambian notablemente y aparecen nuevamente
plataformas carbonáticas extensas, en zonas de poco aporte clástico y clima tropical: la Florida y las
Bahamas. Más hacia el norte los arrecifes y cayos coralinos son sustituidos nuevamente por complejos de
islas de barrera y estuarios (ríos Hudson y San Lorenzo), hasta la península de Labrador. Desde ahí, hacia el
extremo norte del continente, el aporte de sedimentos glaciales se hace cada vez más importante.
En conclusión, en los ±10.000 km de extensión N-S del margen oeste de las Américas se hallan,
prácticamente, todas las variedades posibles de márgenes pasivos. Hay que recordar que los márgenes
pasivos se hallan en marcos intraplaca y no constituyen límites entre placas, aunque sí son límites entre
distintos tipos de cortezas. No existe una “placa Atlántica”, puesto que el piso del océano Atlántico pertenece
a dos placas situadas a ambos lados de la dorsal Centroatlántica. El piso oceánico al oeste de dicha dorsal
pertenece a la placa Americana; el situado al este de la misma, a la placa Africana o a la Euroasiática.
_____________________________________________________________________________________________________________
(*): Igualmente, el actual océano Atlántico fue generado por la separación diacrónica entre América, Eurasia y África, que comenzó
hace 200-175 Ma, en el Jurásico. La separación fue diacrónica, comenzó primero entre Norteamérica/Eurasia-Norte de África, siendo
Sudamérica/África Ecuatorial-Central y Sudáfrica/Antártida las últimas en separarse, hace 180 Ma.
11

Márgenes pasivos dominados por


distintos tipos de sedimentación en
respuesta a variaciones climáticas
debidas a la latitud geográfica:
(a) Margen dominado por gruesas
secuencias plataformales clásticas, y
(a) turbidíticas en el talud, característico
de climas húmedos, tropicales a
templados (Argentina, sur del Brasil).
(b) Margen dominado por espesa
sedimentación carbonática, típica de
mares con escaso aporte clástico,
situados en latitudes tropicales y/o en
climas áridos (Yucatán, Florida).
(c) Margen con secuencias clásticas
dominado por un gran delta. Debido a
(b) que el aporte clástico viene desde
muy lejos, del interior del continente,
es posible hallar deltas en todo tipo
de clima, desde desértico (ríos Nilo,
Tigris), a tropical húmedo (Amazonas,
Orinoco), a templado (Mississippi), a
glacial (McKenzie, Obi, Yenisei). Las
secuencias deltaicas suelen cubrir
secuencias carbonáticas, clásticas o
(c) evaporíticas previas.
(d) Margen dominado por diapirismo
salino. La gran abundancia de
evaporitas marinas evidencia etapas
previas de clima muy árido y seco,
empero al cambiar las condiciones
climáticas gruesos espesores de
clásticos y hasta deltas cubrieron las
capas evaporíticas, que se tornaron
visco-plásticas y se involucraron en
diapirismo, como ocurrió en el golfo
(d)
de México y el pre-sal de Brasil.

Fig. 9-9. Márgenes pasivos, mostrando parte de la gran variedad posible debida a variaciones climáticas
relacionadas con su posición geográfica durante su evolución y deriva. Mientras un continente va a la deriva
puede cambiar de zona climática y se depositarán distintas secuencias sedimentarias que reflejarán las estas
variaciones, siendo frecuentes las relaciones discordantes en las secuencias plataformales y costeras. Otras
variantes (no mostradas) involucrarían sedimentación eólica (Namibia), glacial (Labrador), o de tipo sabkha
(costa arábiga del mar Rojo), entre otras. No hay pues, dos márgenes pasivos iguales, incluso si son pares
especulares generados por la apertura del mismo océano. Tomado y modificado de Mitchell & Garson (1983).

9.2 Generación de magmas en zonas de divergencia o dorsales oceánicas


La tectónica de placas, y los fenómenos relacionados con ella, es el resultado de la necesidad del núcleo
y manto terrestres de expulsar calor interno hacia el espacio, que es una de las formas más eficientes que el
planeta ha encontrado para cumplir el mandato de la 1ª ley de la termodinámica. La formación de plumas
mantelares, iniciadoras del rifting y la existencia de las dorsales se deben posiblemente procesos convectivos
que ocurren en el manto y que forman parte de la susodicha liberación de calor. La etapa final de separación
continental crea un formidable sistema magmático-tectónico, representado en las dorsales oceánicas. En las
dorsales la convección sublitosférica alimenta la creación de nueva corteza oceánica, produciendo la
expansión del piso oceánico y la deriva de los márgenes continentales pasivos generados. Por consiguiente
el motor de la tectónica global parece ser la expansión del piso oceánico, las placas simplemente se mueven
empujadas por la creación de esta nueva corteza. Pero todo esto no es sino un subproducto de lo que ocurre
en el manto. Nuevos modelos parecen contradecir esto, al parecer la tracción de las placas subducidas en el
manto es la que mantiene la extensión a las algunas dorsales, con su respectiva generación de magma.
12

La corteza oceánica ha sido creada en los últimos 200 Ma de la historia terrestre por el proceso de
expansión del piso oceánico. Las expresiones superficiales de las zonas de divergencia son las DORSALES
CENTROCEÁNICAS, que constituyen un sistema ramificado de unos 70.000 km de longitud total y unos 1.000-
2.000 km de ancho, que se eleva 2-3 km por encima del piso oceánico abisal, estando sus crestas a unos
2,5-3 km de profundidad por debajo del nivel del mar. Las dorsales son zonas con elevado flujo de calor y
muy intensa actividad volcánica submarina. Los magmas extrusionados allí son basaltos tholeíticos muy
típicos, denominados MORB (mid ocean ridge basalts). En los MORB son muy escasos los llamados elementos
incompatibles (K, Ti, U, Th), puesto que estos magmas fueron generados por la fusión parcial de un manto
superior previamente agotado en tales elementos. Los grandes volúmenes de MORB extrusionados en el valle
rift axial de las dorsales son inyectados en el fondo marino a través de conductos, fisuras o diques
magmáticos, que provienen del techo de grandes y complejas cámaras magmáticas ubicadas a
profundidades relativamente someras debajo de los ejes de las crestas de las dorsales (Fig. 9-10).

Fig. 9-10. Sección idealizada de la corteza


oceánica debajo del valle axial de una
dorsal, basada en estudios de complejos
ofiolíticos. El piso oceánico se compone de
lavas MORB almohadilladas, inyectadas
desde el techo de una cámara magmática
relativamente somera, ubicada debajo del
eje de la dorsal. Debajo de las lavas se
hallan los restos de estas inyecciones de
fisura, en forma de un complejo de diques
verticales de diabasa, que representan los
conductos alimentadores de los flujos de
lava, que eventualmente solidificaron y
fueron apartados del valle axial por la
expansión del piso oceánico. Debajo de
éstos se hallan gabros masivos de grano
grueso, y algunos diferenciados más
félsicos, que cristalizaron cerca del tope de
la cámara. En el piso de la cámara se hallan
cumulados gabroides y ultramáficos,
formados por asentamiento gravitatotrio de
cristales densos. Debajo de éstos se halla
un manto agotado de harzburgita-dunita,
fuertemente tectonizado, formando una roca
llamada tectonita que, en parte, se halla
también serpentinizada por la acción del
metasomatismo hidrotermal. La cámara es
alimentada por la fusión parcial de diapiros
ascendentes de astenósfera caliente (no
mostrados aquí, pero sí en la Fig. 9-14).
Modificado de Ehlers y Blatt (1982).

Experimentos de fusión parcial de peridotita o PIROLITA (contracción de “pyroxene-olivine rock”) realizados


a altas presiones (30 kb) y elevadas temperaturas (más de 1.000°C) han demostrado que los primeros
fundidos generados por la fusión parcial moderada (entre 20-40%) de la pirolita del manto son basaltos
tholeíticos (ver Fig. 6-2). Tanto la peridotita, como el basalto generado, son muy pobres en elementos
radioactivos, por ende la fusión del manto no puede explicarse basándose solamente en la acumulación de
calor radiogénico; además el magma basáltico es casi anhidro por lo que la fusión tampoco pudo deberse a
la presencia de volátiles en el manto. Los procesos convectivos y de fusión parcial que ocurren en la
astenósfera son probablemente los causantes de la generación de esos grandes volúmenes de magma
basáltico y a su vez de la expansión de los fondos oceánicos, de la divergencia de las placas tectónicas y de
la deriva continental. Como se dijo antes: aquí reside el motor de la tectónica global.
13

Leves irregularidades en la composición química, como el contenido de elementos volátiles (H2O, CO2) o
isótopos radiactivos (40K, 87Rb, U, Th), causan pequeñas diferencias de temperatura en diversos sectores del
manto superior, fenómeno conocido como heterogeneidad del manto superior. Estas diferencias termales
generan leves contrastes de densidad entre rocas situadas a una misma profundidad. Las rocas más
calientes, relativamente menos densas, migrarán hacia arriba por flujo plástico o ascenso diapírico, a la vez
que las más frías y densas se hundirán, iniciándose así un lento movimiento convectivo, a ratas inferiores a
0,5 cm/año. Los diapiros se generan probablemente en la astenósfera, a profundidades mayores de 200 km y
ascienden a niveles más someros sufriendo descompresión adiabática.
La Fig. 9-11 muestra el diagrama de fases de la peridotita anhidra. Las condiciones de (T,P) en el manto
subcontinental (geoterma continental) no sobrepasan a la curva solidus de este sistema y no hay generación
de magma (a). Se trata de una zona continental estable, un escudo o cratón, como el de Guayana, por
ejemplo. La geoterma oceánica es más caliente y logra penetrar si sea marginalmente a la zona de fusión
parcial por encima del solidus (b), creando una zona de fusión parcial incipiente en el manto superior, a unos
100-200 km de profundidad, que corresponde precisamente a la zona de baja velocidad del manto superior.
Diapiros ascendentes generados en la astenósfera ascienden lentamente y casi sin perder calor
(adiabáticamente), debido a la mala conductividad termal de las rocas. Pero a medida que ascienden a
niveles más superficiales alcanzarán profundidades en las que podrá ocurrir una fusión parcial moderada, del
orden de 20-40% que permite la generación de magma basáltico tholeítico que, siendo menos denso y más
móvil que las rocas del manto, es segregado y asciende rápidamente hacia la superficie. En la isla Hawai se
ha determinado por métodos sísmicos que el basalto OIT (ocean island tholeiite) se genera a unos 80 km de
profundidad y tarda unos tres meses en ascender hasta la superficie (la rata de ascenso es de unos 37 m/h).
Similares condiciones de ascenso del magma se supone que habrá en las dorsales.

(a) (b)
Fig. 9-11. Diagrama de fases de la pirolita del manto (peridotita granatífera anhidra). (a) Una geoterma
continental no penetra en el campo de fusión parcial (banda cristales + líquido), por ende no hay generación de
magma. (b) Una geoterma de dorsal oceánica sí penetra el campo de fusión parcial, por consiguiente hay
generación de magma basáltico y ocurre su emplazamiento como lava almohadillada en el fondo oceánico y
rocas plutónicas a profundidad. Dada la escasez de elementos radiactivos, tanto en el manto como en la corteza
oceánica, es probable que el ascenso de la geoterma se deba a la presencia de cuerpos diapíricos ascendentes,
en el tope de celdas de convección mantelares. Tomado y modificado de Ehlers y Blatt (1982).

La composición del líquido generado depende de las condiciones (T,P) a las que ocurre la fusión parcial,
del porcentaje de fusión parcial y de la naturaleza de la roca fuente (composición, % de fluidos, contenido de
U-Th). La Fig. 6-2 (ver Tema 6) muestra los líquidos magmáticos que se pueden generar por diferentes
porcentajes de fusión parcial de PIROLITA, a diferentes condiciones (T,P). A presiones moderadas se generan
basaltos alcalinos (< 20% de fusión parcial), tholeítas (20-40% de fusión parcial) y con > 50% de fusión
parcial, komatitas piroxeníticas. A altas presiones se generan picritas alcalinas (< 20% de fusión parcial),
picritas tholeíticas (20-40% de fusión parcial) y komatitas peridotíticas (> 50% de fusión parcial).
14

Los magmas basálticos generados en las dorsales forman cámaras magmáticas someras donde ocurre
fraccionamiento gravitatorio, con formación de espesos cumulados máfico-ultramáficos en el piso de las
mismas (Fig. 9-10). Debido a la dinámica del proceso de expansión del fondo oceánico, estos cumulados
sufren subsidencia diferencial y muestran complejas estructuras de estratificación rítmica. Del techo de las
cámaras surgen diques verticales que serán emplazados en la corteza previamente formada, de modo
repetitivo y paralelamente a los ejes de las dorsales. Estas intrusiones sucesivas son forzadas y generan
brechas intrusivas. Los diques, al cristalizar, formarán un complejo de diques tabulares de DIABASA (la
diabasa es el equivalente hipoabisal del basalto: es una roca holocristalina, de grano medio a fino y con
textura ofítica). Cada dique individual tiene apenas unos 2-10 m de espesor, y unos 300-500 m de
profundidad, pero su longitud equivale a la de un segmento de dorsal limitado por fallas transformantes, es
decir, es de centenares de km, por lo tanto su forma real es la de una delgada hoja, más que “tabular”.
Los diques fungen de conductos alimentadores de extensos flujos de lava basáltica submarina, que son
extrusionados en el fondo marino, adquiriendo una característica estructura almohadillada, siendo frecuentes
las brechas de flujo y las hialoclastitas. A niveles más profundos dentro de las cámaras, el líquido residual
cristaliza en condiciones plutónicas y da origen a rocas gabroides, con algunos diferenciados más félsicos,
como dioritas y trondhjemitas (plagiogranitos oceánicos: rocas blanquecinas, formadas por cantidades
subiguales de plagioclasa sódica y cuarzo, con muy escasa proporción de minerales máficos). Debajo de las
cámaras magmáticas se hallan diapiros axiales de peridotita plagioclásica o espinélica, cuya fusión parcial
origina los magmas MORB que alimentan a las mencionadas cámaras, dejando un manto residual agotado en
elementos incompatibles, que consiste de harzburgita y dunita (sin cpx). Este manto residual de astenósfera
diapírica, al enfriarse se transforma en litósfera (un poco más densa) y es incorporado a la base de las placas
litosféricas divergentes, causando subsidencia termal (Fig. 9-14). De ahí que la elevación de las crestas de
las dorsales disminuya al alejarse de los valles axiales en función de t1/2 (donde t es la edad de la corteza
oceánica), al mismo tiempo que la litósfera oceánica se engrosa desde unos pocos km debajo del valle axial
hasta alcanzar su máximo espesor de 100 km a unos 1.000 km de la dorsal. Por eso no es correcto llamar a
las dorsales “cordilleras” centroceánicas, pues son simples domos termales alargados, no relacionados con
procesos compresionales u orogénicos, y con un profundo valle rift axial.

Fig. 9-12. Modelo de generación de magma basáltico MORB, de formación de nueva corteza oceánica y de
expansión del piso oceánico en el valle axial de una dorsal. Cada dique vertical de diabasa tiene un espesor de
apenas unos 2-10 m (que no se representa a escala en el corte). El gradiente geotérmico en esta región es tan
elevado (> 70º C/km) que encima de la cámara ocurre una solidificación típicamente volcánica de piso oceánico,
a menos de 1-1,5 km de profundidad por debajo del fondo marino hay condiciones hipabisales que generan
diques de diabasa y apenas a 4-6 km de profundidad se hallan condiciones plutónicas, donde es posible un
lento enfriamiento y fraccionamiento del magma, que genera gabros y cumulados máfico-ultramáficos, con
texturas faneríticas de grano grueso a muy grueso. Modificado de Dewey y Bird (1972).
15

Es interesante notar que una dorsal no es una estructura continua, sino que está segmentada
transversalmente, estando cada segmento limitado en sus dos extremos por fallas transformantes. Cada uno
de estos segmentos tiene una velocidad de expansión distinta, según su distancia al polo de expansión
respectivo (Fig. 9-13b). Debajo del valle axial de cada segmento existe una cámara magmática somera,
también cortada en ambos extremos por las fallas transformantes ortogonales a cada segmento de la dorsal.
Ésta tendría pues forma de cisterna con sección elíptica, con un diámetro horizontal de unos 8-12 km,
espesores o alturas de 4-6 km, pero longitudes de centenares de km (Fig. 9-13). El conjunto de segmentos
de una dorsal completa contiene un rosario de estas cámaras magmáticas, a modo de “salchichas”. Debido a
la gran cantidad de variables involucradas en la cristalización de esos magmas, no hay dos cámaras que
cristalicen exactamente igual, o que contengan las mismas proporciones de tipos litológicos, o depósitos de
menas, por lo tanto, no hay dos segmentos de dorsal ni dos segmentos de corteza oceánica ni dos ofiolitas
exactamente idénticas. Debajo de cada segmento de dorsal existe, posiblemente, una alargada cámara
magmática independiente de las demás, donde los procesos de cristalización, fraccionamiento gravitatorio y
alteración hidrotermal tienen características propias, aunque siempre dentro de ciertos límites comunes al
tipo de magma emplazado y a la tendencia tholeítica. El modelo “estratigráfico” que se propone más adelante
en el Tema 10 debe considerarse como un promedio de muchas observaciones de ofiolitas al nivel mundial,
no como un patrón universal a seguir, pues son numerosas las excepciones y diferencias.

(a) (b)
Fig. 9-13. (a) Esquema una dorsal centroceánica mostrando la posible ubicación de las cámaras magmáticas
debajo del valle axial (en gris). Dado que cada segmento de la dorsal está cortado casi ortogonalmente a ambos
lados por fallas transformantes, a cada uno le corresponde una cámara magmática independiente, con forma de
cisterna, probablemente continua dentro de su segmento. (b) Variación de la rata de expansión de cada
segmento de una dorsal con respecto al polo de expansión entre las placas A-B. Modificado de Wyllie (1978).

Sin embargo no todos los autores están de acuerdo con este simple modelo de cámaras en cisterna.
Estudios recientes efectuados por Robertson y Xenophontos (1993) en el gran Complejo Ofiolítico de
Troodos, en la isla de Chipre (Mediterráneo Oriental), proponen un modelo alternativo. Troodos es un
fragmento muy completo y poco tectonizado de litósfera oceánica, que comprende desde los sedimentos
pelágicos y ocres manganesíferos abisales que suprayacen a las lavas basálticas almohadilladas hasta
porciones de manto litosférico exhumadas. Es una gran ofiolita, en el sentido más amplio de la palabra. Los
excelentes afloramientos de Troodos permitieron modelar la cristalización de la corteza oceánica en este
lugar como un sistema de cámaras múltiples, situadas a distintas profundidades debajo del eje de una
antigua dorsal (Fig. 9-14). Es tal el grado de preservación de esta ofiolita que es posible reconocer en ella los
restos de una gran zona de cizalla que parece ser una antigua falla transformante que debió ser ortogonal al
segmento de dorsal que creó la corteza expuesta en Troodos. Los mencionados autores reinvestigaron esta
zona tan conocida, confirmaron las relaciones intrusivas y mapearon cuidadosamente los cumulados y las
capas de cromitita, llegando a la conclusión que no pudieron ser formados todos en una misma cámara
puesto que las distintas capas no podían correlacionarse y estaban situadas a diferentes niveles
estratigráficos. Sin embargo esto no quiere decir que todas las dorsales antiguas y presentes deban ser
iguales a la que formó la corteza oceánica de Troodos, aunque es bastante probable que sea así.
16

_________________________________________________________ n.d.m.

Fig. 9-14. Modelo de múltiples cámaras magmáticas debajo del valle axial de la dorsal, basado en estudios del
Complejo Ofiolítico de Troodos, en la isla de Chipre. Modificado de Robertson & Xenophontos (1993).

Con lo expuesto hasta aquí es evidente la gran complejidad del proceso de expansión del piso oceánico,
¡y es que no podía ser de otra manera!, pues es un proceso vital del planeta Tierra, que ha operado desde
que se formó una corteza sólida, posiblemente en el Arqueano más temprano y que posiblemente actuó
durante un cierto tiempo en otros planetas. Registros magnéticos efectuados por sondas en órbita alrededor
del planeta Marte han detectado, en una zona bastante lisa y baja del hemisferio norte del planeta, un difuso
patrón de bandas paralelas que parecen representar un antiguo patrón de anomalías magnéticas, similar al
existente en los fondos oceánicos terrestres. Al parecer Marte tuvo una etapa muy temprana de tectónica
global, con expansión del piso oceánico y hasta un posible océano de 1-2 km de profundidad ubicado en su
hemisferio norte, pero al ser más pequeño que la Tierra perdió rápido gran parte del calor interno que le
permitía tener una vigorosa convección mantelar y una litosfera lo suficientemente delgada para permitirle
cierta movilidad. Luego de esa turbulenta etapa inicial el planeta se enfrió, su litosfera se tornó muy gruesa y
sólo persistieron fenómenos relacionados con plumas mantelares y rifting intraplaca que produjeron los
excepcionales rasgos geotectónicos que lo caracterizan, como son los megaescudos volcánicos y el gran
Valles Marineris, más ancho y profundo que cualquier valle rift terrestre.
Es importante aclarar que LO QUE SE CREA EN UNA DORSAL NO ES LITÓSFERA OCEÁNICA SINO CORTEZA
OCEÁNICA NUEVA. La litósfera está compuesta del mismo material peridotítico de que está compuesta la
astenósfera, siendo una isoterma de 1.330ºC la que las separa. La astenósfera una vez que ha sufrido fusión
parcial y ha generado el magma basáltico está compuesta por cristales refractarios de olivino y ortopiroxeno,
es decir, es una harzburgita o dunita. Por ende la porción caliente de harzburgita astenosférica residual que
se sitúa debajo del valle axial de la dorsal, una vez alejada hacia los lados por el movimiento de expansión,
se enfría tornándose litósfera. Por eso la litósfera se engrosa a medida que se aleja de la dorsal, alcanzando
su máximo espesor de unos 100 km a unos 1.000 km del valle axial. Esto se puede observar perfectamente
en la Fig. 9-15, dibujada con una gran exageración vertical, para mayor claridad.
En vez la corteza oceánica sí es de nueva formación, puesto que proviene de la solidificación,
cristalización, emplazamiento y fraccionamiento del magma basáltico generado por fusión parcial de la
astenósfera por debajo del valle axial. Y es tan nueva su formación que se comporta como una especie de
“cinta magnética” donde, a medida que se aleja del valle axial, queda grabado en las lavas del piso oceánico
el campo magnético terrestre al momento de su solidificación. Por eso se habla de creación de nueva corteza
oceánica y no de “nueva litosfera oceánica”, y es muy importante entender esto a cabalidad.
17

Otra complicación surge cuando se trata de establecer donde se halla el MOHO suboceánico. Dado que la
parte basal de la corteza oceánica está conformada por cumulados ultramáficos su respuesta a las ondas
sísmicas es muy similar a la del manto litosférico, por ello se habla de MOHO geofísico y MOHO geoquímico. El
MOHO geofísico se define con base a la velocidad de las ondas P y se ubica en el tope de la secuencia de
cumulados ultramáficos; el MOHO geoquímico se halla en la base de esos mismos cumulados porque a pesar
de ser rocas ultramáficas no pertenecen al manto propiamente dicho, sino que fueron formadas por el
fraccionamiento del basalto MORB en cámaras magmáticas corticales. La diferencia de nivel entre ambos
“MOHOS” es de unos 1-1,5 km, dependiendo del espesor alcanzado por los cumulados en cada dorsal u
ofiolita.

Fig. 9-15. Vista en conjunto de una dorsal y de la corteza oceánica generada en ella. Obsérvese que es sólo la
corteza oceánica la que se crea como nuevo material rocoso, inyectando un dique máfico tras otro, siendo el
fondo marino cubierto por lavas, mientras que a profundidad cristalizan los gabros y se asientan los cumulados.
Todo este magma proviene de la fusión parcial del manto debajo del valle axial y es añadido por primera vez a la
corteza, como extrusiones e intrusiones. Sin embargo no se está creando manto litosférico, puesto que ambas,
litósfera y astenósfera, tienen la misma composición peridotítica, siendo la diferencia entre las dos reológica,
debido a que la astenósfera es algo más caliente, menos densa y visco-plástica. El límite entre ellas se sitúa en
la isoterma de 1.330ºC, por ende debajo de la dorsal la astenósfera caliente está muy cerca de la superficie y
sufre descompresión adiabática, generando enormes volúmenes de magma basáltico por fusión parcial al 20-
40%, pero al alejarse de la zona caliente central, las isotermas se deprimen, y con ellas el límite entre litósfera y
astenósfera. En otras palabras, la astenósfera caliente al enfriarse se torna manto litosférico y a medida que se
forma nuevo piso oceánico, la placa se aleja, se engrosa y sufre subsidencia termal. Por eso el eje de la dorsal
es una elevación de 2,5 km por encima del nivel abisal promedio: allí la astenósfera caliente y boyante forma un
domo epirogénico alargado. La figura tiene una exageración vertical de 6X, para mayor claridad; la corteza
oceánica está exagerada unas 4X, sus capas se detallan mejor en la Fig. 9-4, dibujada a otra escala.

9.3 Generación de magmas en zonas de convergencia o arcos magmáticos

El lector se preguntará: si las dorsales han generado miles de km de corteza oceánica desde tiempos
inmemoriales y no pareciera haber ningún cambio en el radio terrestre, ¿dónde ha ido a parar toda esa
corteza oceánica? La respuesta es simple: al igual que un sistema freático tiene una zona de descarga o
manantial, tiene también una zona de recarga, o sumidero, por ende debe existir un sumidero de corteza
oceánica en la corteza terrestre. En efecto no hay un solo sumidero sino varios y en el pasado geológico
hubo otros más. Los sumideros son zonas donde las placas litosféricas oceánicas se doblan y se hunden
dentro del manto creando profundas depresiones oceánicas. Al hundirse las placas litosféricas, relativamente
frías, sobre todo en sus partes más superficiales, se crean zonas de muy elevada sismicidad que pueden
extenderse hasta los 700 km de profundidad (zonas de Wadati-Benioff), pero al entrar en el manto profundo
las altas temperaturas allí existentes comienzan procesos sorprendentes que crean un magmatismo muy
especial. En dos palabras: LOS SUMIDEROS DE CORTEZA OCEÁNICA SON LAS ZONAS DE SUBDUCCIÓN.
18

Estas zonas de convergencia o de subducción son lugares donde dos placas han entrado en colisión,
una sobrecorrida por encima de la otra. Son lugares caracterizados por procesos geológicos muy complejos,
que incluyen: muy intenso magmatismo, sismicidad de muy somera a muy profunda, gran deformación y
acortamiento cortical, orogénesis, erosión, sedimentación, plegamiento, metamorfismo regional y de contacto,
y metalogénesis, entre otros. Dependiendo de los tipos de corteza que interactúan en la colisión pueden
producirse hasta tres tipos de zonas de subducción, con caracteres y estilos tectónicos bastante contrastantes
(Fig. 9-16):
Corteza oceánica/corteza oceánica: se genera un arco volcánico intraoceánico sin basamento continental
(islas Marianas, Tonga-Kermadec, arco de Scotia y Antillas Menores de Sotavento o arco de Grenada).
Corteza oceánica/corteza continental: se forma un arco volcánico intraoceánico migratorio con basamento
continental, separado del continente por una cuenca marginal (islas Japonesas, Filipinas, isla Unalaska).
Corteza oceánica/corteza continental: se genera un arco volcánico-plutónico sobre un margen continental,
denominado margen activo. De este tipo hay dos distintos: Andes Perú-Chile; e Indonesia y Alaska.

Fig. 9-16. Diferentes tipos de arcos volcánicos y límites de placas en el mundo actual. T: Fallas transformantes;
en negro: corteza oceánica (delgada); en gris: manto litosférico; punteado: corteza continental; en blanco: arcos
volcánicos intraoceánicos, algunos con basamento continental (punteado). Modificado de Dewey & Bird (1972).

Durante la subducción, una de las dos placas - siempre la porción que contiene corteza oceánica - se
dobla entre 20º-60º (o más) hundiéndose debajo de la otra, cuya corteza puede ser oceánica o continental,
penetrando dentro del manto donde, a medida que se calienta, sufre complejos procesos de deshidratación o
quizás de fusión parcial. Cuando hay una colisión entre placas de tipo diferente, la placa oceánica será
siempre subducida debajo de la continental, atendiendo a su mayor densidad y menor espesor.
19

En el caso de una colisión entre dos bloques continentales, la cual ocurre una vez consumida la porción
oceánica de una de las placas, ninguno de los dos bloques es subducido totalmente, debido a su baja
densidad y gran espesor. Por lo tanto ambos se fusionan y sobrecorren mutuamente a lo largo de una
compleja zona de sutura orogénica tipo Alpes-Himalaya o zona de colisión continental.
La generación de magmas en las zonas de subducción genera ARCOS VOLCÁNICOS, que son estructuras
formadas por largas alineaciones de estratovolcanes, domos riolíticos y calderas, con grandes acumulaciones
de piroclásticos (tobas) interestratificados con lodolitas, grauvacas y sedimentos epiclásticos, en cuyas raíces
yacen rocas plutónicas equivalentes en forma de stocks o batolitos graníticos. Las rocas volcánicas
extrusionadas y los plutones subyacentes pueden pertenecer a tres series ígneas diversas (ver Tema 6):
Th: incluye basaltos, andesitas-basálticas, icelanditas (andesitas ricas en Fe), con muy escasas
dacitas y riolitas, abarcando un rango promedio de 48-63 %SiO2.
C-A: incluye basaltos de alto Al2O3, abundantes andesitas, dacitas y riolitas y sus tobas, con un rango
de 52-73% SiO2; en las partes más distales aparece una serie con alto contenido de K, (K)-C-A.
A: incluyen series alcalinas sódicas A(Na) con basaltos alcalinos, hawaitas, mugearitas, traquitas y
riolitas peralcalinas, o series alcalinas potásicas A(K) con shoshonitas, latitas y fonolitas leucíticas.

En el arco del Japón, uno de los terrenos mejor estudiados del mundo (por razones obvias), las series
ígneas extrusionadas desde el Pleistoceno hasta el Reciente muestran una notable disposición espacial, en
bandas casi paralelas (Fig. 9-17). Al oeste de la trinchera del Japón existe una zona sin actividad magmática
denominada intervalo arco-trinchera, donde sólo ocurre actividad sísmica de focos someros a intermedios
(altamente destructiva, por cierto); dicho intervalo tiene una anchura de unos 80-100 km. Más al occidente
comienza el arco volcánico detrás de una línea imaginaria denominada frente volcánico y se consigue la
siguiente secuencia de series ígneas, desde el frente volcánico hacia atrás (hacia el oeste):
1) Th  C-A
2) C-A  (K)-C-A
3) A-C  A(Na)
4) A(Na)  A(K)

Fig. 9-17. Arcos del Japón e islas asociadas.


Al oeste de la profunda trinchera del Japón
existe una zona sin actividad magmática, pero
con intensa sismicidad: el intervalo arco-
trinchera. Más al oeste, a lo largo de una línea
imaginaria denominada frente volcánico FV,
comienza de repente un fuerte vulcanismo de
series tholeíticas. Al profundizarse la zona de
Benioff las series erupcionadas son C-A, y se
tornan cada vez más alcalinas hacia el oeste.
El arco japonés no es un verdadero arco
intraoceánico, pues contiene un basamento
antiguo, de edad precámbrica a paleozoica.
Originalmente este arco era parte de Asia,
como un margen activo, con polaridad al
oeste. Luego comenzó a operar la expansión
retro-arco (ver Secc. 9.3.5) y el arco
magmático continental se fue separando del
continente, migrando hacia la trinchera, a
medida que en el continente quedaba un arco
desactivado y erosionado, hoy margen pasivo
de Corea del Sur y Siberia oriental y el Japón
como un aparente arco intraoeánico.

Modificado de Miyashiro (1972)


20

El examen de éste y de otros arcos volcánicos indica que, generalmente, las etapas iniciales del
vulcanismo son de tendencia Th y consisten de extrusiones submarinas de basaltos y andesitas-basálticas
almohadillados, con brechas de flujo y hialoclastitas. En etapas posteriores aparece un nuevo arco volcánico
detrás y por encima del antiguo arco tholeítico, caracterizado por series C-A, con andesitas y dacitas
predominantes, extrusionadas primeramente como flujos de lava y tobas submarinos que, a medida que el
arco va creciendo y llega a emerger por encima del nivel del mar, dan lugar a vulcanismo subaéreo, casi
siempre explosivo (piroclástico). En las etapas más tardías y a más de 200 km detrás de la trinchera, pueden
ser extrusionadas lavas alcalinas, Na o K. También se ha observado que, en rocas andesíticas con 55%
SiO2, el contenido de K2O aumenta con la distancia a la trinchera (es decir, con la profundidad de la zona de
Wadati-Benioff, donde ocurre la generación del magma) (Fig. 9-18). Por lo tanto se requieren modelos
petrogenéticos capaces de explicar no solo la generación de magmas en los arcos volcánicos, sino la
distribución tanto espacial como temporal de las diversas series ígneas allí emplazadas y sus características
químicas. Uno de estos modelos fue el de Ringwood (1976), prácticamente invalidado hoy en día con base a
evidencias isotópicas y geoquímica de elementos trazas. Sin embargo contiene algunos conceptos y
propuestas básicas, no del todo desechables y que ameritan su estudio.

Fig. 9-18. Aumento en K2O en las lavas con contenido de SiO2 = 55% (andesitas) a medida que aumenta la
distancia a la trinchera, o la profundidad de la zona de Wadati-Benioff, en varios arcos volcánicos. La mejor
tendencia se observa en el arco de Indonesia (Sumatra-Java), en los otros es más difusa o incierta. Tomado de
Hugues (1982).

9.3.1 Petrogénesis de los arcos magmáticos (modelo de Ringwood, 1976)


Unos de los modelos más aceptados hasta la década de los ’90 y que gozó de numerosos datos
experimentales a su favor fue el de Ringwood (1976). Éste sugirió que la generación de magmas en los arcos
volcánicos está controlada por procesos de fusión parcial que afectan a la peridotita de la cuña de manto
superior situada por encima de la placa subducida y a la propia corteza oceánica profundamente subducida.
La fusión se vería favorecida por la alta PH2O generada por la deshidratación de minerales hidratados
(anfíboles, serpentina, talco, etc.) contenidos en la corteza oceánica, que son originados en las dorsales por
el metamorfismo de piso oceánico. La suite ofiolítica generada en las dorsales es afectada en los valles
axiales por un intenso metasomatismo debido a la circulación hidrotermal de aguas marinas a gran
profundidad, que la convierte parcial o totalmente en rocas de aspecto y mineralogía “metamórficos”, en
realidad metasomatizadas, muy ricas en H2O, como se muestra en el esquema siguiente (ver Tema 11):
21

ROCAS ÍGNEAS PRIMARIAS EQUIVALENTES METASOMATIZADOS (“metamórficos”)


Basaltos MORB y diabasas espilitas y anfibolitas (“facies” zeolitas y esquisto verde)
Gabros y dioritas metagabros y anfibolitas (“facies” esquisto verde y anfibolita)
Peridotitas, piroxenitas y serpentinitas y talcocitas (inyecciones visco-plásticas a través de las
dunitas fallas normales del rift axial o de las fallas transformantes, emplazadas
a niveles superficiales dentro de la nueva corteza oceánica.

Es decir, la mal llamada corteza oceánica “basáltico-gabroide” al ser afectada por el metasomatismo de
piso oceánico se convierte en una corteza mayormente anfibolítica, con algunos cuerpos de serpentinita
dispersos, inyectados a diferentes niveles dentro de ella. La estabilidad termal relativa de ciertos minerales
hidratados con respecto a la temperatura (anfíbol y serpentina, principalmente), determinaría así dos etapas
petrogenéticas bien diferenciadas en la evolución de los arcos de islas:

1ª ETAPA: Arco inmaduro o primitivo (Fig. 9-19)

Aquellas partes de la corteza oceánica que no sufrieron metasomatismo en el valle axial de la dorsal que
les dio origen, entran a la trinchera oceánica por debajo del complejo de subducción y comienzan a ser
afectadas por metamorfismo regional de alta P/T, alcanzando primero la facies del esquisto azul y luego, más
profundamente, la de anfibolita epidótica, esta última caracterizada en rocas máficas por la asociación
barroisita-epídoto, ambos minerales hidratados (con OH-). La corteza oceánica subducida a más de 30 km,
ahora compuesta totalmente por rocas hidratadas (anfibolitas o metagabros) producto combinado del
metasomatismo oceánico y del metamorfismo regional debajo de la trinchera oceánica, será deshidratada
termalmente a medida que penetra dentro del manto. La secuencia de eventos pudiera ser la siguiente:
a) Entre los 80-100 km de profundidad y a T < 650°C ocurre la deshidratación de la ANFIBOLITA o METAGABRO
a CUARZO-ECLOGITA, en condiciones de bajo gradiente geotérmico o alta P/T (8-18º C/km):
ANFIBOLITA  Cuarzo-ECLOGITA + H2O (vapor)
barroisita + (Na,Ca)-plag + epídoto (Na,Ca)-cpx + granate + czo.

Fig. 9-19. Petrogénesis de los arcos insulares volcánicos. 1ª Etapa: Arco primitivo o inmaduro, caracterizada por
magmatismo de series Th. Tomado de Ringwood (1976).
22

b) La alta PH2O generada provoca una fusión incipiente de la cuña de manto por encima de la placa
subducida. La gran depresión de las isotermas, hasta de 500°C, en un ambiente relativamente rico en H2O,
permite una inmediata fusión incipiente de la peridotita. Se generan así diapiros ascendentes de pirolita
hidratada que a niveles más someros se funden parcialmente por descompresión adiabática, ocurriendo
cada vez mayores porcentajes de fusión parcial, segregándose grandes volúmenes de magma basáltico, que
fraccionan durante su ascenso según la tendencia Th. Los basaltos, por fraccionamiento o precipitación de
Mg-olivino, generan andesitas-basálticas e icelanditas, con muy escasas dacitas y riolitas. Estos magmas son
extrusionados por encima del piso oceánico como lavas almohadilladas y brechas de flujo, muy similares en
realidad a los basaltos MORB que las subyacen, formando un arco submarino que poco a poco llega a
emerger por encima del nivel del mar. Estas tholeítas hidratadas se denominan island-arc-tholeiite (IAT).

2ª ETAPA: Arco maduro (Fig. 9-20)


El proceso estaría lejos de concluir. Aunque el anfíbol de la corteza oceánica haya sido totalmente
deshidratado, otros minerales hidratados (serpentina, talco, brucita) quedan en los cuerpos de serpentinita
inyectados dentro de la corteza oceánica, a lo largo de zonas de falla, mientras que ésta se formaba en la
cresta de la dorsal. Sin embargo la secuencia de eventos que sigue es algo más compleja:
a) Con una mayor subducción de la corteza oceánica los cuerpos de SERPENTINITA que se hallan dispersos a
distintos niveles dentro de la misma comienzan a deshidratarse a unos 100-150 km de profundidad, a
temperaturas superiores a 700°C, generando alta PH2O dentro de la corteza eclogitizada. La serpentina o el
talco tienen mayor cantidad de agua molar que el anfíbol, además un 45-55% de la anfibolita está formada
por plagioclasa anhidra; de este modo la deshidratación de la serpentinita o la talcocita genera mucha más
PH2O que la de la anfibolita, pese a que su volumen es bastante menor que el de anfibolita.
b) Bajo una alta PH2O la CUARZO-ECLOGITA residual, anhidra, de la etapa anterior sufre altos porcentajes de
fusión parcial; teniendo ésta una composición esencialmente basáltica su fusión da lugar a magmas muy
silíceos y fuertemente hidratados (dacita-riodacita).
c) Estos magmas silíceos no logran alcanzar la superficie, ya que no se hallan en equilibrio con el manto
suprayacente, formado en un 60-70% por olivino. Durante su ascenso reaccionan con el olivino de la
peridotita granatífera del manto (lherzolita) y la transforman en PIROXENITA (websterita) granatífera hidratada:
(ol + opx + cpx + gran) + (SiO2 ,H2O, álcalis)  (opx + cpx + gran + anfíbol)
LHERZOLITA GRANATIFERA DACITA WEBSTERITA GRANATIFERA
(ANHIDRA) HIDRATADA HIDRATADA

d) La WEBSTERITA GRANATÍFERA HIDRATADA tampoco está en equilibrio con el manto circundante, debido a su
menor densidad y alto contenido de volátiles, por lo tanto forma diapiros ascendentes que, a niveles más
someros, se funden parcialmente generando y segregando magmas ricos en Al2O3, SiO2 y álcalis
(recuérdese que ol y opx casi no tienen Al, Na o K, pero granate, cpx y anfíbol sí, de modo que la piroxenita
contiene mayor proporción de sílice, alúmina y álcalis que la peridotita inicial).
e) Estos magmas, probablemente basáltico-andesíticos, ascienden hacia la superficie fraccionando por
precipitación de distintos minerales, según la profundidad. Los últimos diferenciados pueden llegar a ser muy
ricos en SiO2, de acuerdo a la tendencia de diferenciación C-A (series de Bowen):
Prof. (km) Fracc. por precipitación de líquido residual
100-150 eclogita (cpx + ga) andesita
80-100 anfíbol (hornblenda) andesita-dacita
< 80 opx (hipersteno) andesita-dacita
< 30 plagioclasa Na-Ca dacita-riolita

Los fenocristales de hipersteno son tan característicos de los arcos volcánicos que la asociación ígnea
generada suele llamarse asociación de andesitas hipersténicas. Son frecuentes las erupciones explosivas
con emisión de piroclásticos, nubes ardientes y la formación de calderas de explosión o mixtas.
Las series alcalinas Na o K que se observan en las partes más alejadas de la trinchera son erupcionadas
durante la etapa de madurez más avanzada. Su origen puede deberse a pequeños porcentajes de fusión
parcial en la cuña de manto, a gran profundidad (> 150 km), o al proceso de expansión retro-arco, que
disecará al arco en dos mitades, generando una cuenca marginal, con características casi-oceánicas.
23

Fig. 9-20. Petrogénesis de los arcos insulares volcánicos. 2ª Etapa: Arco maduro o evolucionado, caracterizada
por magmatismo C-A, a menudo explosivo y piroclástico. Esta figura debe ser combinada con la Fig. 9-10, pues
ambos procesos ocurren simultáneamente, sólo que la generación de magma Th en este esquema ha sido
suprimida por claridad y falta de espacio. En casi todos los arcos maduros el frente volcánico es Th, y detrás de
él se forma el nuevo arco C-A. Series ígneas: IAT, island arc tholeiite; IA-CA; island arc calc-alkaline basalt.
Tomado de Ringwood (1976).

Existe una correlación entre las series ígneas presentes y el grado de actividad tectónica en los distintos
arcos estudiados. En los arcos más inmaduros (más jóvenes), como Tonga, donde la subducción es rápida,
las serie Th son predominantes, ocurriendo las series C-A y A sólo durante las etapas más maduras de su
desarrollo, como sucede en las islas Marianas. En arcos más maduros, las series C-A son típicas, las A poco
relevantes y las Th están presentes (islas Japonesas). En los arcos con lenta subducción y focos sísmicos
someros, las series A(K) o shoshoníticas son comunes y las otras atípicas (arco Mediterráneo). También se
observa una correlación entre el espesor de la corteza del arco y la cantidad de diferenciados félsicos
generados. En los arcos intraoceánicos, con espesores de corteza de 12-25 km, predominan las rocas
basálticas; a medida que el espesor cortical aumenta, aparecen grandes volúmenes de diferenciados
intermedios a félsicos, y ocurre la intrusión de batolitos graníticos, en gran parte anatécticos. De este modo
los arcos maduros se transforman paulatinamente en microcontinentes.
24

Todo parece muy coherente y hasta lógico, pero la evidencia combinada de estudios isotópicos y de
análisis de elementos traza ha invalidado este esquema de generación de magma propuesto por Ringwood
hace más de 40 años. No todo está equivocado en ese modelo, sólo que la etapa de arco maduro no puede
generarse como allí se indica porque a esa profundidad la eclogita o la corteza oceánica, en general,
simplemente no es nada fácil de fundir. Se debe recordar que la placa litosférica subducida es fría con
respecto al manto superior y al descender hasta la supuesta profundidad de generación de magma más bien
deprime las isotermas, es decir, enfría al manto y nunca logra superar una temperatura de unos 700-750ºC,
insuficiente para fundir eclogita, y menos aun a tales profundidades donde el punto de fusión de todas las
rocas es mayor. El problema del modelo es ese principalmente: a 100-150 km de profundidad la alta presión
y temperaturas relativamente bajas inhiben la fusión parcial de eclogita, no se generan los líquidos dacíticos
o silíceos propuestos y todo sería diferente a lo que el modelo de Ringwood indica. Pero aunque 700-750ºC
no sean suficientes para fundir la eclogita, o la serpentinita, sí lo son para promover reacciones de
deshidratación de ciertos minerales metamórficos presentes en la corteza oceánica subducida.
Es decir, lo que Ringwood propone en la primera etapa de su modelo es lo que casi siempre ocurre: LOS
FLUIDOS EXPULSADOS POR LA DESHIDRATACIÓN DE LA CORTEZA OCEÁNICA SUBDUCIDA ASCIENDEN Y
METASOMATIZAN A LA CUÑA DE MANTO SUPRAYACENTE A LA PLACA SUBDUCIDA Y REBAJAN GRANDEMENTE SU
SOLIDUS RESPECTIVO. Así comienza a fundirse parcialmente y adquiere cierta movilidad que le permite
generar cuerpos diapíricos que durante su ascenso adiabático se funden en porcentajes cada vez mayores a
profundidades más someras, generando el magma que luego será emplazado en el arco volcánico. Además
la evidencia geoquímica más reciente añade otra complicación: hay pruebas suficientes que evidencian que
parte de esos fluidos liberados por la corteza subducida proviene de sedimentos oceánicos subducidos junto
con ella. Proponer esto hubiese sido una herejía hace 20 años, pues creía que los sedimentos oceánicos,
inconsolidados y saturados de agua marina, eran demasiado “livianos” para ser subducidos junto con la
densa corteza oceánica subyacente. Pero la evidencia geoquímica es tan contundente que ya nadie duda de
que los sedimentos pueden ser subducidos y que en efecto contribuyen en algún grado a la generación del
magma en los arcos volcánicos.
Entonces, ¿por qué si el único proceso que ocurre es casi igual para los magmas Th que para los C-A se
generan magmas y rocas de ambas series? El proceso es casi igual, pero no idéntico. Es obvio que los
fluidos que generan diapiros productores de magmas Th ocurren a profundidades más someras y
posiblemente en condiciones menos hidratadas que los generan diapiros productores de magmas C-A a
mayores profundidades. Numerosos experimentos tratan de confirmar la naturaleza de los fluidos expulsados,
de los minerales hidratados que éstos generarían en la cuña mantelar suprayacente y de la composición de
los líquidos magmáticos generados por la fusión parcial de los distintos tipos de diapiros ascendentes. Los
fluidos parecen contener los volátiles más comunes conocidos, H2O y CO2 que como se sabe forman parte
primordial de los gases volcánicos observados al nivel mundial. Las fases hidratadas o carbonatadas que
estos fluidos generarían en la peridotita mantelar, estables a esas profundidades, parecen ser anfíbol
pargasita, flogopita, talco o dolomita. Por supuesto cada uno de esos minerales responderá a los procesos
de deshidratación o descarbonatación a rangos de presiones y temperaturas distintas. Allí estaría la clave de
por qué se generan series Th, relativamente anhidras, máficas a intermedias y pobres en sílice entre los 80-
100 km de profundidad, y series C-A, mucho más hidratadas, ricas en sílice, de máficas a félsicas, entre los
100-150 km de profundidad.
Por supuesto los nuevos modelos de petrogénesis de los arcos volcánicos lejos de simplificar los
anteriores añaden nuevas e inesperadas complicaciones. El grado de hidratación de distintas cortezas
oceánicas subducidas es diferente de lugar en lugar; el espesor y el tipo de sedimentos que la acompañan
son también diferentes; la velocidad y el ángulo de la subducción no solo son variables de arco en arco sino
que en un mismo arco sufren variaciones en el tiempo, que de seguro influyen en el producto final; y además
los procesos metasomáticos que ocurren en el manto crean diapiros con características también diferentes
según la profundidad y la temperatura. Por eso no hay dos arcos iguales en el presente, ni los hubo en el
pasado. Cada arco tiene una suite de rocas similar a las de otros, pero no idéntica. Por eso son tan
diferentes los arcos de Tonga y del Caribe, o los del Japón y el Mediterráneo, por mencionar algunos de los
más conocidos. Todos son arcos volcánicos, pero las proporciones de las series ígneas allí emplazadas (Th,
C-A, A) es muy variable, y lo mismo puede decirse de los tipos de lavas y piroclásticos erupcionados. A estos
complejos procesos de generación de magmas en zonas de subducción se les ha denominado la “fábrica de
la subducción” (The Subduction Factory), pues es un mecanismo equiparable al funcionamiento de un
complejo industrial moderno: entran diferentes materias primas (rocas), son procesadas de diferente manera
(procesos metasomáticos o de fusión parcial), y se obtienen diversos productos finales (lavas).
25

9.3.2 Petrogénesis de los arcos volcánicos: modelo de Winters (2003)

Para comprender este nuevo modelo es necesario hacer una breve revisión de conceptos de geoquímica,
pues la evidencia más contundente se basa precisamente en el contenido de elementos trazas en las lavas
de arco generadas. Pero antes también es necesario analizar la estructura termal de la litosfera y la
astenósfera debajo del arco volcánico y por encima de la placa subducida.

Fig. 9-21. Estructura termal del manto debajo de un arco volcánico intraoceánico. Nótese la fuerte depresión de
las isotermas debida a la subducción de una placa litosférica fría y rígida. L: manto litosférico; A: astenósfera.
Tomado de Winters (2003).

La Fig. 9-21 muestra la estructura termal del manto por debajo de un arco volcánico intraocéanico. En el
caso más frecuente de una placa oceánica que se sumerge en una trinchera muy alejada de la dorsal, a un
ángulo de 40-60º, con velocidades de subducción del orden de 6-9 cm/año, la depresión de las isotermas
mantelares es la que se muestra en esta sección, y como puede observarse, es considerable. Es evidente
que la fuerte depresión que se produce en las isotermas se debe a la subducción de una placa litosférica fría
y rígida. Los 30-40 km más externos de la litosfera a ser subducida contienen rocas muy frías, las situadas
en el fondo marino prácticamente están en contacto con el agua abisal, a casi 0°C; las que se hallan en la
base de la corteza oceánica, están apenas a 250°C. El gráfico muestra que justo debajo del arco volcánico la
temperatura de la cuña mantelar por encima de la placa subducida alcanza su mínimo valor, unos 700ºC;
además puede observarse que toda la corteza oceánica subducida situada por encima se halla a
temperaturas menores de 600ºC, incluso a menos de 400ºC. Por ende queda descartada la posibilidad de
que con estas isotermas tan deprimidas se puedan alcanzar temperaturas suficientes para la fusión parcial
de la corteza oceánica, sea anfibolítica o eclogítica, pues ambas rocas a esas grandes profundidades
comenzarían a fundirse por lo menos partir de los 1.000ºC, aun en presencia de H2O abundante.
La figura 9-21 también muestra que existe una amplia gama de rocas fuentes de cuya fusión parcial sería
posible generar los variados magmas y series ígneas emplazados en el arco volcánico. En orden de
importancia y factibilidad éstas serían las siguientes (refiérase a los números que aparecen en el gráfico):

1. Corteza oceánica basáltico-gabroide metasomatizada o metamorfizada a la facies anfibolita +


metasedimentos marinos y de ante-arco subducidos + agua marina intersticial;
2. Cuña mantelar por debajo del arco volcánico: peridotita astenosférica;
3. Corteza y litósfera del arco volcánico: formada sobre todo por rocas metaígneas máficas y manto
litosférico harzburgítico;
4. Manto litosférico de la placa subducida: generalmente harzburgita espinélica a granatífera;
5. Astenósfera por debajo de la placa subducida: peridotita granatífera;
26

Es evidente también que la magnitud de esta depresión termal depende de varios factores, tales como:
 La edad y el espesor de la placa subducida: a mayor edad, placa más fría, mayor depresión;
 El ángulo y la velocidad de subducción: a mayor ángulo y velocidad, mayor depresión.

La evidencia geoquímica e isotópica reciente no es consistente con la generación directa de magmas a


partir de la fusión de corteza subducida, como lo estipulan todos los modelos anteriores. Pero, ¿en qué
consiste esta nueva evidencia? Las nuevas evidencias geoquímicas e isotópicas se basan en estudios de
análisis químicos de elementos trazas y de los isótopos radiogénicos de Sr, Nd y Be.

(A) EVIDENCIAS DE ELEMENTOS TRAZAS: compatibles e incompatibles


Los análisis de elementos trazas constituyen una herramienta fundamental y moderna en los estudios
geoquímicos de todo tipo de rocas. Aunque éstos están presentes en las rocas (o magmas) en proporciones
de ppm, su concentración puede variar varios órdenes de magnitud en respuesta a procesos geológicos
diversos, como fraccionamiento, fusión parcial o lixiviación. Para los estudios geoquímicos en las rocas
volcánicas los elementos trazas se agrupan en varias categorías: REE, HFS, LIL, compatibles e
incompatibles. A continuación se describirán brevemente estas categorías de elementos trazas.

REE: tierras raras lantánidas


Comprenden 14 elementos, desde La hasta Lu, con un comportamiento químico similar y que casi
siempre forman grandes cationes trivalentes, con radios iónicos mayores de 0,93 Å. Se subdividen en:
LREE (light REE): tierras raras livianas (de 57La a 64Gd), con radios iónicos mayores de 1,00 Å, y

HREE (heavy REE): tierras raras pesadas (de 65Tb a 71Lu), con radios iónicos menores de 1,00 Å debido al
efecto conocido como contracción lantánida causado por el llenado irregular de la penúltima capa electrónica,
que se va llenando antes que la última.

El europio, 63Eu, tiene la posibilidad de actuar como bivalente en ambientes algo reductores, en tal caso
sustituye parcialmente al Ca2+ en la plagioclasa de las rocas máficas o ultramáficas. Para expresar las
concentraciones de las REE se utilizan gráficos en los que se grafican las ppm de cada elemento
normalizadas a un patrón, generalmente el llamado patrón condrítico, es decir, el de las rocas más antiguas y
menos fraccionadas geoquímicamente del sistema solar, los meteoritos condríticos.
También es importante diferenciar entre elementos compatibles e incompatibles. Dicha incompatibilidad
se refiere a si dichos cationes son o no admitidos con facilidad en las estructuras cristalinas de los minerales
que forman el manto superior: olivino, piroxenos y granate. Se agrupan como sigue:
 Elementos compatibles: aquellos elementos que debido a su carga y radio iónicos adecuados
pueden ocupar parcialmente intersticios (o) o (cb) en las estructuras de los silicatos mantelares,
como olivino, piroxenos y granate, sustituyendo al Mg y al Fe2+: Ni, Co, Cr, HREE.
 Elementos incompatibles: aquellos que debido a su carga baja o alta, o a su pequeño o gran
radio iónico, no tienden a formar parte de los silicatos mantelares. Se dividen en dos grandes
subgrupos: LIL y HFS.

LIL (large ion litophile): cationes de gran radio iónico, con baja fuerza de campo o baja carga iónica. Se
denominan litófilos por su tendencia a formar parte de silicatos formadores de rocas. Son muy solubles y
pueden ser lixiviados fácilmente en presencia de una fase acuosa caliente o fluido hidrotermal: K+, Rb+, Cs+,
Ba2+, Pb2++, Sr2+, Eu2+.

HFS (high field strength): cationes pequeños, de alta fuerza de campo o alta carga iónica. Son bastante
insolubles en condiciones reductoras: LREE3+, Th4+, U4+, Pb4+, Zr4+, Hf4+, Ti4+, Nb5+, Ta5+.

Otros elementos incompatibles incluyen: Li+, Be2+, B y P, éstos forman cationes realmente pequeños y,
excepto Li+ y Be2+, de elevada carga, que ocupan intersticios tetraédricos en las estructuras minerales. El B
se halla casi siempre como anión borato (BO3)3-, un poliedro triangular; el fósforo P, como anión fosfato
(PO4)3-un poliedro tetraédrico.
27

La mejor manera de apreciar los cambios en las concentraciones de los elementos trazas es graficarlos
en diagramas de variación geoquímica, también conocidos como diagramas “spider”, donde se colocan hacia
la izquierda del eje horizontal los elementos más incompatibles, como Cs y Rb, y al lado derecho los menos
incompatibles, Y e Yb. Los datos se normalizan con respecto a la Tierra global u otro standard geológico
común, como MORB o manto promedio. En la Fig. 9-22 se grafican de este modo los tres tipos de basaltos
más comunes: MORB (basalto de dorsal oceánica), BIA (basalto de isla oceánica, tipo Hawai, OIB) y BCA
(basalto calco-alcalino, tipo arco del Japón, CAB). Son evidentes las diferencias en las concentraciones de
elementos trazas en esos tres tipos de basaltos de distintos marcos tectónicos oceánicos, respectivamente
divergente, intraplaca y convergente, que se reflejan en la forma y características de las curvas obtenidas.

Fig. 9-22. Diagrama spider de variación geoquímica de los tres tipos más comunes de basaltos: calco-alcalino o
BCA, de isla oceánica BIO y de dorsal centroceánica MORB. Modificado de Winters (2003).

En el gráfico spider de la Fig. 9-22 se observa lo siguiente:


 El patrón del MORB normalizado a la Tierra global, es bastante suave y muestra un aumento
moderado en elementos menos incompatibles hacia la derecha.
 El patrón del BIO muestra un notable enriquecimiento en elementos medianamente incompatibles, lo
que le da un aspecto jorobado.
 El patrón del BCA sin embargo se muestra muy irregular, con muchos “picos” y “valles”: (anomalías)

¿A qué se pueden deberse estas diferencias? Los basaltos de isla oceánica BIO provienen de la fusión
parcial de un manto superior profundo enriquecido en elementos incompatibles y rico en granate piropo (las
HREE son aceptadas en la estructura del granate mantelar); mientras que los basaltos MORB provienen de
la fusión parcial de un manto agotado en tales elementos, y obviamente situado a menor profundidad. En lo
que se refiere a los basaltos calco-alcalinos de arco volcánico (BCA) el diagrama spider muestra que:

 Las HREE (pesadas), de menor radio iónico (Yb) que las LREE (TR livianas: La, Ce) no muestran
enriquecimiento relativo al MORB oceánico.
 Los elementos Nb, Ta, Th y Ti (HFS) muestran anomalías negativas (valles) con respecto a Ba, K, La
y Ce (LIL y LREE) (picos).

¿Qué significa todo esto, sobre todo petrogenéticamente? Estas anomalías geoquímicas de los basaltos
calco-alcalinos de arco volcánico BCA pueden resumirse y explicarse del modo siguiente:
28

1. Ausencia de un empobrecimiento en HREE (representadas por el elemento Yb)

La corteza oceánica al ser subducida sufre un aumento moderado de temperatura y uno muy fuerte en la
presión: la anfibolita (anfíbol + plagioclasa), pasa a Na-cpx + granate, es decir, eclogita. En la zona de
subducción debajo del arco la corteza oceánica está eclogitizada, pero mantiene su composición basáltica y
su patrón de variación de tipo MORB. Las HREE3+ son compatibles con el sitio B3+(o) del granate piropo
mantelar. Si este mineral estuviese presente en la fuente de magma (lo que indicaría profundidades > 70 km)
cationes como Yb permanecerían en el granate durante la fusión parcial, de modo que los magmas
generados mostrarían concentraciones de HREE menores que las de la roca fuente. Si la fuente de magma
C-A es la corteza eclogitizada la concentración de Yb debería ser menor en el BCA que en el MORB, pero
son iguales. Por lo tanto se concluye que es muy improbable que la roca fuente del magma BCA sea la
corteza oceánica subducida, lo que invalida al menos la etapa C-A de arco maduro del modelo de Ringwood,
tal como él la concibió.
2. Empobrecimiento en Nb, Ta y Ti (HFS) relativo a K (LIL) y La-Ce (LREE).
Nb, Ta y Ti son elementos HFS, es decir, cationes pequeños pero con elevada carga iónica (5+ y 4+).
Debido a esto no son solubles fácilmente en fluidos acuosos, de modo que durante la deshidratación
metamórfica estos elementos permanecen en la roca residual (eclogita). K, Sr y Ba son LIL, mientas que La y
Ce son LREE, todos tienen radio iónico grande y son bastante solubles en fluidos acuosos. Por ende la
deshidratación metamórfica de la corteza subducida debería liberar fluidos con alta concentración de LIL y
baja de HFS. Si estos fluidos ascienden interactúan con la cuña de manto suprayacente y metasomatizan al
manto superior, el patrón geoquímico de ese manto se verá alterado, resultando similar al observado en las
lavas BCA: altos LIL, bajos HFS

Fig. 9-23. Depresión de las curvas de fusión de en un manto metasomatizado e hidratado. El corte a la derecha
muestra lo que puede ocurrir en el manto por debajo del arco volcánico. Modificado de White (2003).

La fusión parcial de este manto alterado, metasomatizado, de menor densidad y con mayor “flotabilidad”,
puesto que contiene minerales hidratados como anfíbol pargasita o mica flogopita, podría explicar el patrón
geoquímico observado en las lavas calco-alcalinas de los arcos volcánicos. Los fluidos acuosos liberados por
la deshidratación de la corteza subducida causarían el metasomatismo de la cuña de manto suprayacente y
podrán reducir notablemente la temperatura solidus de la peridotita, ahora alterada, induciendo así a su
ascenso diapírico que causará su fusión parcial por descompresión adiabática, para generar los magmas
basálticos saturados en H2O de los arcos: BCA.
La Fig. 9-23 muestra como la adición de fluidos acuosos y/o CO2 deprime notablemente el solidus y el
liquidus de la peridotita metasomatizada de la cuña suprayacente a la placa subducida, causando su fusión
parcial a temperaturas mucho más bajas a las que ocurre en la peridotita anhidra. La geoterma de la cuña
mantelar ahora penetra en el campo de fusión parcial y se generan magmas basálticos hidratados BCA,
típicos de los arcos volcánicos, que no solo son hidratados con respecto al MORB sino que contienen un
exceso de elementos incompatibles LIL, álcalis, alúmina y sílice introducidos por el metasomatismo en la
cuña mantelar.
29

EVIDENCIAS DE ISÓTOPOS RADIOGÉNICOS: Sr, Nd y Be


Las rocas terrestres, tanto corticales como mantelares, contienen proporciones trazas de isótopos
radiactivos de larga vida media (más de 4,5 Ga) incorporados desde las etapas iniciales del sistema solar a
los materiales que luego formaron los planetas rocosos o terrestres. Hasta hace unos 20 años el uso de los
isótopos radiogénicos se limitaba a las técnicas de datación radimétrica de rocas ígneas o metaígneas,
donde indudablemente se cosechó grandes éxitos. Dos de estas técnicas geocronológicas se basan en el
decaimiento radiactivo de los isótopos 87Rb y 147Sm, que se describen a continuación. Sin embargo han sido
de gran provecho las relaciones isotópicas de estos elementos para resolver problemas petrogenéticos
relacionados a la génesis de magmas y su relación con los distintos materiales fuentes y marcos tectónicos.

Decaimiento Rb-Sr: -
87 87
Rb37 → Sr*38 +  + E

Cada cierto tiempo un núcleo de 87Rb, presente como traza en un mineral potásico, se descompone
espontáneamente y emite una partícula beta o electrón, transformándose en un núcleo radiogénico de
estroncio: 87Sr*. Durante este decaimiento uno de los neutrones presentes en el núcleo del 87Rb37 se
descompone en un protón y un electrón. El electrón es expulsado como partícula beta, pero el protón
permanece en el núcleo aumentando en una unidad el número atómico: el 87Rb pasa a ser 87Sr. Este tipo de
decaimiento se denomina isobárico, puesto que el núcleo no cambia su masa atómica, pero sí su número
atómico. Debido a que no todo el 87Sr existente en el planeta es radiogénico, pues alguno proviene del
material inicial de la nebulosa primitiva solar - 87Sr0 - la ecuación que rige el decaimiento, o RECTA ISÓCRONA,
del tipo: y = b + mx, se expresa como sigue:
(87Sr/86Sr) = (87Sr/86Sr)0 + (87Rb/86Sr)t
donde  es la constante de decaimiento igual a:  = 1,42 x 10-11 a-1 = 1,42 x 10-5 Ma-1. Dicha constante indica
que cada 7 meses uno de 1011 núcleos de 87Rb decae a uno de 87Sr. Solo porque existe un número enorme
de núcleos radiactivos en una roca es posible detectar la presencia del 87Sr*. La vida media de este
decaimiento es muy larga, unos 49,5 Ga, unas diez veces la edad del sistema solar, por ello todavía existe
suficiente cantidad de 87Rb en las rocas terrestres como para ser detectable por los instrumentos utilizados.
La isócrona permite determinar la edad de una suite de rocas ígneas o metaígneas consanguínea, es decir,
pertenecientes a un mismo cuerpo ígneo y derivada por fraccionamiento del mismo magma parental. Una
vez graficados los puntos de data de cuatro o cinco rocas de una suite se determina por el método de
mínimos cuadrados la pendiente y el intercepto “y” de la recta. De la ecuación anterior se deriva que la
pendiente de la recta m es igual a t, de modo que la edad de cristalización de la suite ígnea es t = m/
El intercepto “y” es el valor de la relación (87Sr/86Sr)0, que es igual para todas las rocas de la suite, siendo
la misma que tenía el magma parental antes de comenzar a solidificarse. Esta relación isotópica inicial es un
dato de gran utilidad en la resolución de problemas petrogenéticos, como se verá más adelante.

Decaimiento Sm-Nd: 
147 143
Sm62 → Nd60 + 4He2 + E

Cada cierto tiempo un núcleo de 147Sm presente en un mineral máfico basáltico, cortical o mantelar, se
descompone espontáneamente y emite una partícula alfa o núcleo de 4He2, transformándose en un nuevo
núcleo radiogénico de 143Nd*. Igualmente, puesto que existe una cierta cantidad de 143Nd0 no-radiogénico, la
recta isócrona que rige el decaimiento se expresa como sigue:

143
Nd/144Nd = (143Nd/144Nd)0 + (147Sm/144Nd)t
donde  es la constante de decaimiento igual a:  = 6,54 x 10-13 a-1 = 6,54 x 10-7 M a-1. La vida media de este
decaimiento es aun más larga que la del 87Rb, unos 106 Ga, unas veinte veces la edad del sistema solar, por
ello todavía existe suficiente cantidad de 147Sm en las rocas terrestres como para ser detectable por los
instrumentos utilizados, a pesar de ser un elemento de tierras raras. Igual que en el decaimiento anterior, la
pendiente de la isócrona es proporcional a la edad de la suite ígnea y el intercepto “y”, (143Nd/144Nd)0 es un
dato petrogénetico muy importante.
30

Para utilizar estos isótopos en la resolución de problemas petrogenéticos se grafica la relación 143Nd/144Nd
vs. 87Sr/86Sr, ambas determinadas en distintos tipos de rocas terrestres, tanto mantelares como corticales
(Fig. 9-24). El gráfico muestra claramente que el manto (o el MORB) es rico en 143Nd y pobre en 87Sr,
mientras que la corteza continental y los sedimentos oceánicos son ricos en 87Sr y pobres en 143Nd. Eso se
debe a que el 147Sm es un elemento LREE aceptado en la estructura del clinopiroxeno y del granate
mantelares, mientras que el 87Rb es sumamente incompatible con los minerales mantelares debido a su gran
radio iónico (1,48 Å) y baja carga (1+), concentrándose en las rocas corticales ricas en minerales potásicos o
alcalinos, como micas, anfíboles y feldespatos, es decir, rocas continentales y sedimentos oceánicos, en
gran parte arcillas ricas en potasio, derivadas de la erosión de los bloques continentales.

Fig. 9-24. Gráfico de variación isotópica de para las lavas MORB, BIO, BCA de arcos volcánicos y márgenes
activos, y de otras fuentes corticales, como corteza continental y sedimentos oceánicos.

El gráfico de relaciones de isótopos radiogénicos de Nd y Sr muestra que:

-Las rocas de arcos volcánicos no muestran relaciones isotópicas similares a las del MORB, ni
siquiera hay solapamiento de los campos respectivos. Esto sugiere que no se derivaron por fusión
parcial de la corteza oceánica subducida ni de ninguna otra fuente MORB no-modificada.
87
-Las rocas de arcos volcánicos muestran mayores relaciones isotópicas de Sr/86Sr para similares
valores de 143Nd/144Nd comparadas con el MORB.

Esto podría explicarse por la adición de agua marina a la fuente de las lavas de arco volcánico, pues ésta
tiene concentraciones relativamente elevadas de 87Sr*, pero muy bajas de 143Nd*. Es decir, si el agua
extraída por deshidratación de la corteza oceánica fuese incorporada a una fuente mantelar suprayacente
aumentaría su relación 87Sr/86Sr teniendo poco efecto sobre la relación 143Nd/144Nd. La extensión del rango de
las lavas de arco hacia relaciones más altas de 87Sr/86Sr sugiere que un componente cortical continental ha
sido introducido en las lavas de las zonas de subducción. Este componente pudo provenir tanto de
sedimentos oceánicos subducidos (en parte terrígenos) como de la contaminación directa por material
cortical durante el ascenso del magma, efecto éste que será mucho mayor en los arcos con basamento
continental, que tienen mayores espesores de corteza.

En conclusión: los sedimentos subducidos serán metamorfizados junto con la corteza oceánica y por
deshidratación liberarán fluidos que llevarán consigo esta huella isotópica:

Baja 143Nd/147Nd y alta 87Sr/86Sr


31

Las hipótesis aceptadas hasta hace poco más de una década (1985) sugerían que era imposible que los
sedimentos oceánicos fuesen subducidos en las trincheras, atendiendo a su densidad muy baja, alta
“flotabilidad”, poca consolidación y elevado grado de saturación en agua. De modo que debían ser
arrancados en su totalidad de la placa subducida e incorporados a los prismas de acreción o complejos de
subducción, donde sufrirían metamorfismo regional de alta P/T. Sin embargo, como se vio antes, las
relaciones isotópicas de Sr y Nd evidencian un cierto grado de influencia de los sedimentos marinos en la
composición isotópica de las lavas de los arcos volcánicos, aunque ésta es variable de arco en arco. Los
siguientes mecanismos han sido propuestos para explicar la subducción de sedimentos marinos en las
trincheras:

A) Formación de graben de estiramiento al doblarse la placa para hundirse en el manto (Fig. 9-25a):

Cuando las placas litosféricas, rígidas, gruesas y frías, se doblan en las trincheras oceánicas para
penetrar en el manto no lo hacen plásticamente sino que se “astillan” y generan grietas de expansión en
forma de graben de estiramiento. Los deslizamientos submarinos (slumping) que ocurren en el borde del
talud del arco volcánico aportan material terrígeno a la trinchera, que rellena las depresiones tipo graben
formadas. La placa actúa entonces como una lima gigantesca que “raspa” la base de la corteza incorporando
material cortical sedimentario a la zona de subducción.

B) Canibalismo del prisma de acreción (Fig. 9-25b): antiguos prismas de acreción son subducidos,
mientras que otros nuevos toman su lugar. De este modo una apreciable proporción de material sedimentario
o cortical puede ser llevado dentro del manto contribuyendo a los procesos de deshidratación que causan el
metasomatismo de la cuña mantelar, tal como lo hace la corteza oceánica metasomatizada.

(a) (b)
Fig. 9-25. Mecanismos propuestos para la subducción de sedimentos en el manto. a) Formación y relleno de
graben de estiramiento; b) Canibalismo del prisma de acreción. Modificado de Winters (2003).

La mejor manera de visualizar y estimar el efecto de la subducción de sedimentos marinos en las


trincheras es utilizar la relación de los isótopos radiactivos de berilio Be, vs. la concentración de boro B, un
elemento liviano muy escaso en el manto y altamente incompatible (Fig. 9-26). Ambos tienen radios iónicos
muy pequeños y cargas relativamente altas. El 10Be es un isótopo de berilio producido en la alta atmósfera
por el bombardeo de los rayos cósmicos sobre N2 y O2 atmosféricos. Una vez producido tiene una vida media
de solo 1,5 Ma. El 10Be producido en la alta atmósfera es incorporado al océano por las precipitaciones,
donde es adsorbido en la superficie de las hojuelas de arcilla en suspensión en el agua y que se asientan
luego en fondo marino.
Debido a su corta vida media, después de unos 10 Ma el 10Be prácticamente desaparece o se torna
indetectable. De modo que solo es detectable en sedimentos y rocas volcánicas muy jóvenes, con edad
máxima Mioceno. En otras palabras, SOLO EN LOS ARCOS VOLCÁNICOS MUY JÓVENES, O CON MUY RÁPIDA RATA
DE SUBDUCCIÓN ES POSIBLE DETECTAR ESTE ISÓTOPO EN LAS LAVAS ALLÍ EMPLAZADAS.
32

Fig. 9-26. Generación del isótopo radiogénico 10Be y su incorporación a las lavas del arco volcánico. El arco
volcánico no está dibujado a escala. Modificado de Winters (2003).

El boro B abunda en los sedimentos marinos, donde por metamorfismo de bajo-medio grado genera
turmalina schorlita negra, pero es muy escaso en el manto, donde también la relación B/Be es muy baja. El B
es muy soluble en fluidos acuosos en forma de anión complejo borato (BO3)3-, de modo que los fluidos que
provengan de la deshidratación de sedimentos subducidos deberán tener relaciones B/Be mucho mayores
que el manto superior y los propios sedimentos oceánicos. Debido a esto la concentración de Be y la relación
B/Be pueden ser utilizadas como discriminantes para evaluar la presencia de material sedimentario
subducido en la producción de las lavas de los arcos volcánicos.
En la Fig. 9-27 es evidente la influencia de los sedimentos oceánicos en las lavas de los arcos de las islas
Kuriles y de Centroamérica. También es evidente la influencia de la corteza y el agua oceánica en las lavas
de las islas Aleutianas, de Chile y de Kamchatka, mientras que en los arcos de las islas Kuriles, Nueva
Bretaña y Kamchatka es importante la influencia de los fluidos producidos por la deshidratación de la corteza
oceánica subducida. Nótese que las tendencias tienden a unir las relaciones atómicas e isotópicas de la
fuente mantelar (cerca del origen) con los fluidos provenientes de la placa subducida. Justo el efecto
deseado.

Fig. 9-27. Gráfico de relaciones isotópicas y atómicas entre B, Be y 10Be para rocas mantelares, sedimentos
oceánicos, fluidos de la placa subducidas, corteza y agua oceánicas. Se grafican las tendencias observadas en
las lavas de algunos arcos volcánicos al nivel mundial. Modificado de Winters (2003).
33

Sumario y conclusiones

 Durante los últimos 20 años se ha llegado a tener un conocimiento mucho más profundo acerca
del complejo proceso de petrogénesis de los arcos magmáticos asociados a las zonas de
subducción.
 Los modelos actualmente aceptados, si bien tienen algunos detractores, son muy superiores a
todos los propuestos anteriormente, pues se basan en sólidas evidencias geoquímicas e
isotópicas, además de datos experimentales en laboratorios hiperbáricos.
 Los modelos son muy flexibles y permiten además la actuación conjunta de varios mecanismos
conocidos de diferenciación magmática, a parte del común fraccionamiento gravitatorio, como:
contaminación cortical, hibridización, mezcla magmática y la influencia de material sedimentario
oceánico subducido.

El modelo propuesto por Winters (2003) combina la evidencia geoquímica antes discutida, con
modelos matemáticos del régimen termal del manto por debajo del arco volcánico, además de datos de
fusión parcial de rocas reales bajo condiciones de alta presión litostática y de fluidos. Todas estas
evidencias se sumarizan en las Figs. 9-28 y 9-29. Además el mencionado autor propone una circulación
forzada del manto astenosférico debida al roce de la placa subducida con el manto astenosférico por
debajo del arco, que trae material de las partes más profundas y distales del manto a zonas más
someras subyacentes al arco, favoreciendo así la fusión de la cuña mantelar metasomatizada.

MODELO DE WINTERS (2003) DE PETROGÉNESIS DE ARCOS VOLCÁNICOS (Figs. 9-28 y 9-29)

Resumen de las evidencias geoquímicas e isotópicas del modelo:

1. La subducción de una placa litosférica lleva a la corteza oceánica y parte de su cobertura sedimentaria a
grandes profundidades dentro del manto (> 100 km), donde ambos materiales sufren metamorfismo de alta
P/T en la facies de la eclogita, siendo liberados fluidos acuosos calientes y silíceos, ricos en álcalis.
2. Estos fluidos tienen una huella geoquímica muy diagnóstica: altos LIL y LREE ; bajos HFS, pues los LIL y
las LREE presentes en la corteza oceánica anfibolitizada son fácilmente lixiviados por estos fluidos calientes,
mientras que los HFS no lo son.
3. También tienen la huella isotópica del conjunto corteza oceánica anfibolitizada + metasedimentos marinos
de alta P/t: alta relación 87Sr/86Sr ; baja 143Nd/144Nd. Además, si los sedimentos son jóvenes (< 10 Ma)
pueden contribuir con 10Be* a estos fluidos.
4. Estos fluidos serían capaces de metasomatizar la cuña mantelar suprayacente a la placa subducida,
enriqueciéndola en LIL, LREE, B, 87Sr/86Sr, y posiblemente en 10Be, disminuyendo la relación 143Nd/144Nd del
manto alterado.
5. La adición estos fluidos a la cuña mantelar deprime considerablemente el solidus de la peridotita (más de
500ºC), permitiendo la generación de diapiros de manto metasomatizado que a menores profundidades se
funden parcialmente generando magmas basálticos hidratados BCA que ascienden a la superficie del arco.
6. Estos magmas basálticos C-A saturados en H2O pueden ser represados al nivel del MOHO formando
cámaras profundas donde ocurre una diferenciación magmática que genera magmas más silíceos de la serie
C-A, que son extrusionados como andesitas, dacitas o riolitas, y sus tobas asociadas. A medida que el arco
crece, madura y su corteza se engrosa parte del magma calco-alcalino diferenciado, félsico y viscoso, queda
atrapado en cámaras magmáticas subterráneas, donde dará origen a stocks o batolitos graníticos.
7. El manto debajo de los arcos insulares parece tener un flujo de arrastre que favorece la generación de
magma en el arco volcánico trayendo rocas astenosféricas distales, más calientes y más fáciles de fundir, a
zonas situadas debajo del arco. También se postula la existencia de un posible arco secundario, situado unos
70-80 km detrás del frente volcánico debido a la deshidratación de algunos minerales hidratados, como mica
fengita, que todavía a esa gran profundidad se preservan en la eclogita de la corteza subducida.
34

Fig. 9-28. Modelo integrado termal y tectónico para explicar la petrogénesis de rocas C-A en los arcos
volcánicos intraoceánicos sin basamento continental. Nótese la estructura termal del manto, la depresión de las
isotermas (curvas punteadas) y el flujo de arrastre producido en la astenósfera (curva con flechas) por la
subducción de la placa litosférica rígida y fría. Modificado de Winters (2003).

Fig. 9-29. Modelo modernamente aceptado para el magmatismo de los arcos insulares volcánicos, sustentado
por sólidas evidencias geoquímicas e isotópicas. Modificado de Winters (2003).
35

Mecanismos petrogenéticos propuestos por el modelo en los arcos de islas volcánicas:


Con base en toda la evidencia geoquímica e isotópica anteriormente discutida, Winters (2003) propone
los siguientes mecanismos petrogenéticos para explicar el especial magmatismo C-A de los arcos volcánicos
(Fig. 9-29):
A) Los fluidos acuosos liberados por la eclogitización de la corteza oceánica anfibolítica subducida
metasomatizan a la cuña mantelar suprayacente, causando su ascenso diapírico y ulterior fusión parcial.

B) Los magmas basálticos hidratados BCA pueden generarse mediante dos mecanismos distintos:
- Por ascenso diapírico y descompresión adiabática de la peridotita hidratada
- Por fusión parcial a profundidad de la peridotita hidratada.

C) A niveles someros (corticales) el basalto forma cámaras magmáticas donde puede ocurrir que:
- Sea erupcionado directo a la superficie
- Sufra un extenso fraccionamiento, con mezcla magmática y contaminación cortical, generando así
los magmas más félsicos de las series calco-alcalinas (andesita-dacita-riolita), que producen
erupciones violentas y nubes piroclásticas.

Es evidente que este nuevo modelo mejora grandemente el ya obsoleto modelo de Ringwood (1976),
empero se debe admitir que éste estaba en la vía correcta cuando responsabilizó de alguna manera a la
deshidratación de la corteza oceánica subducida y metamorfizada de desprender los fluidos acuosos que
podrían modificar de alguna manera la composición de la cuña de manto suprayacente a la zona de Benioff,
de cuya alteración metasomática se originarían los diapiros ascendentes que más arriba se fundirían
generando el magmatismo observado en este importante marco tectónico convergente.

9.3.3 Petrogénesis de los márgenes continentales activos (modelo de Ernst, 1976)

En los arcos volcánicos construidos sobre un margen continental (denominados MÁRGENES ACTIVOS) los
espesores de corteza alcanzan los 60-70 km y la actividad ígnea, plutónica y volcánica es mayormente
félsica, con muchas erupciones violentas y emisión de piroclásticos (Filipinas, Indonesia, Perú-Chile). Parte
de los magmas graníticos se generan por anatexis de rocas metamórficas en la raíz isostática debajo de las
grandes cordilleras (Fig. 9-30). El arco magmático situado por encima de la zona de Wadati-Benioff estará
compuesto principalmente por batolitos y stocks graníticos, puesto que las rocas volcánicas superficiales son
rápidamente erosionadas debido al fuerte levantamiento orogénico, preservándose sólo las rocas volcánicas
más jóvenes. Estos batolitos serán de tipo “I” o “S” y son típicamente C-A o A(K). Los primeros
litológicamente se componen de cuarzo-monzonitas, cuarzo-dioritas, tonalitas y granodioritas, siendo los
verdaderos “granitos” muy escasos; los segundos son leucogranitos y granitos alcalinos, muy ricos en
volátiles que estaban presentes en los metasedimentos originales. Los de tipo “I” son muy complejos y tienen
historias de intrusión multifásicas, donde las fases finales se caracterizan por una fuerte alteración
hidrotermal que da origen a los famosos pórfidos de Cu.
En los marcos retro-arco compresivos (cuencas pericratónicas andinas) se genera un cinturón de napas
retro-arco. Éste contiene napas imbricadas que involucran a rocas plutónicas, metamórficas y sedimentarias
del arco y hasta del basamento precámbrico. Los corrimientos son antitécticos (buzan hacia el océano) y
ocupan una franja de unos 20 km de ancho. Aquí es notable el acortamiento cortical, que puede estar en el
orden de los 150-200 km, lo que conlleva a un notable engrosamiento de la corteza. Cuando el espesor de la
corteza debajo del cinturón de napas alcanza los 50 km o más, puede ocurrir la anatexis de rocas
metamórficas profundamente soterradas en la base de la corteza. Se generan magmas graníticos que
forman un cinturón magmático retro-arco (Fig. 9-31). Los magmas serán provenientes de la fusión de
metasedimentos cristalizarán granitos de tipo "S", característicamente peralumínicos o peralcalinos, que se
emplazan como plutones discordantes de leucogranitos epizonales, emplazados a niveles someros, a
menudo con generación de amplias aureolas de contacto y skarns, sobre todo si la roca caja es carbonática.
En general los magmas anatécticos de tipo "S" están enriquecidos en Sn, W y U, metales éstos que son
concentrados en depósitos de varios tipos (pegmatitas, greisen, vetas hipotermales o skarns de contacto),
debido a la actividad química de los abundantes volátiles que contienen (F, Cl, B, P y S). A niveles
subvolcánicos es posible generar depósitos polimetálicos (Sb-Ag-Sn: Potosí, Bolivia).
36

Fig. 9-30. Modelo de Ernst (1976) de


petrogénesis de márgenes activos.
-El arco volcánico se desarrolla sobre
una corteza continental previa, que
pudo haber sido un margen pasivo, o
una dislocación marginal debida a
una falla transformante, o un margen
activo abandonado, etc.
-El vulcanismo es de series C-A a
A(K), con series Th muy
subordinadas. Son frecuentes las
erupciones explosivas, los flujos
piroclásticos y la formación de
calderas mixtas.
-La inyección y el paso de magmas a
través de la raíz isostática del
cinturón orogénico induce a la
anatexis de metasedimentos, que
genera magmas graníticos de tipo
“S”, que se emplazan a niveles
relativamente someros de la corteza,
formando batolitos graníticos.
-Otros procesos que pueden ocurrir
aquí son la erosión tectónica del
complejo de subducción y el
acoplamiento entre la placa
subducida y la placa continental,
debido al bajo ángulo de subducción,

Fig. 9-31. Formación de un cinturón magmático retro-arco debido a la anatexis en la raíz del cinturón de napas
retro-arco, en un margen activo compresional de tipo Andes Perú-Chile. Durante las etapas más avanzadas se
forma detrás del arco principal un cinturón de napas retro-arco compresivo (de pliegues y corrimientos), donde
la yuxtaposición de escamas tectónicas conlleva a un notable acortamiento cortical y a un engrosamiento de la
corteza del orógeno. En la raíz de este engrosamiento es posible la anatexis, con generación de magmas
graníticos, con lo que se forma un nuevo arco: magmatismo retro-arco. Los magmas anatécticos son del tipo
“S”, ricos en volátiles (B,F,P) y metales pesados, por ser producto de fusión parcial de metasedimentos
marinos. Modificado de Dickinson (1972).

9.3.4 Petrogénesis de los márgenes activos: modelo de Winters (2003)

Por supuesto, al igual que el modelo de Ringwood, este modelo de Ernst ha sido superado. Uno de los
principales problemas a explicar era la aparente escasez de rocas basálticas en los márgenes activos.
Nuevamente la evidencia geoquímica más reciente prueba que, al igual que en los arcos de islas, el magma
primordial y principal es el basáltico, puesto que se genera por el mismo proceso de hidratación de la cuña
mantelar producido por los fluidos provenientes de la deshidratación de la corteza oceánica y de su cobertura
sedimentaria.
37

Cuando se genera magma basáltico en el manto éste tiene una densidad bastante menor que la de la
peridotita mantelar, incluso de la peridotita metasomatizada que le da origen por fusión parcial. Por esto
asciende sin problemas a través del manto astenosférico y litosférico, pero al llegar al MOHO continental se
topa con una corteza mucho menos densa que él y le es muy difícil seguir ascendiendo a niveles más
someros, a menos que consiga una zona de debilidad en la corteza continental que facilite su ascenso. Este
magma represado debajo del MOHO tiene un poder calórico muy elevado, su temperatura es superior a los
1.100ºC y contiene suficiente energía termal para calentar y hasta fundir las rocas situadas en la base de la
corteza continental. Dado que estas rocas son metaígneas intermedias a félsicas o metasedimentarias de
alto grado, cuya composición promedio es similar, su fusión parcial genera magmas aun más félsicos, como
dacitas y riolitas, que pueden mezclarse en distintas proporciones con el basalto represado, cambiando su
composición y modificando su esquema de fraccionamiento y diferenciación. Esto no ocurre en los arcos
volcánicos, al menos cuando éstos no tienen un gran espesor o un basamento continental previo, puesto que
la corteza de un arco maduro es principalmente máfica (anfibolítica) y esta roca es solo poco más densa que
un magma basáltico típico, por ende el magma basáltico no se represa en el MOHO y tiene libre acceso a la
superficie. La presencia de un basamento continental o de una corteza continental, como ocurre en Japón o
Filipinas, complica enormemente los procesos magmáticos en esos arcos, la diferenciación magmática no es
solo por simple fraccionamiento gravitatorio sino que entran en juego mecanismos más complejos como:
asimilación-contaminación, mezcla magmática y hasta fusión zonal. Todo ello alimentado con el calor del
magma basáltico represado o a su propia intervención. El nuevo modelo, propuesto por Winters (2003) para
los arcos continentales - márgenes activos - se basa en las mismas evidencias geoquímicas e isotópicas que
el modelo del mismo autor propone para los mucho menos complejos arcos de islas volcánicas y toma en
cuenta la ubicua presencia de un basamento continental previo, de edad paleozoica a precámbrica y de gran
espesor: al menos 35-45 km. El mencionado autor propone los siguientes mecanismos basados también en
la estructura termal de la cuña mantelar (Fig. 9-32):

Fig. 9-32. Modelo integrado termal-geoquímico-tectónico para explicar la petrogénesis de rocas C-A en los
márgenes continentales activos. Modificado de Winters (2003).

Mecanismos petrogenéticos propuestos por el modelo en los márgenes activos (Fig. 9-32):

1. En los márgenes activos se tiene una gruesa corteza continental previa a la subducción que complica aun
más la petrogénesis.
2. Al igual que en los arcos insulares el magma primario generado es el BCA, pero a diferencia de los arcos,
donde el magmatismo basáltico es muy predominante, en los márgenes activos muy pocos magmas máficos
logran alcanzar la superficie.
3. El peso específico del magma basáltico (3,1) es algo superior a la de las rocas corticales (2,8), de modo
que ellas actúan como un filtro de densidad e impiden el ascenso masivo del magma basáltico a la superficie.
38

4. En vez, los basaltos son represados al nivel del moho subcontinental, formando grandes acumulaciones
magmáticas que aumentan la temperatura en la base de la corteza, donde ocurre la anatexis de las rocas
continentales. Algunos basaltos que logran llegar a la superficie forman pequeños conos cineríticos.
5. Complejos procesos de diferenciación, como mezcla magmática, asimilación de rocas corticales y hasta
fusión zonal generan magmas intermedios, que se emplazan como batolitos tonalíticos y granodioríticos, o
prosiguen su fraccionamiento para ser erupcionados formando estratovolcanes, domos y flujos piroclásticos.
6. Debido al gran espesor de la litosfera continental es poco probable que exista un flujo mantelar debajo del
arco, como ocurre en los arcos de islas volcánicos.

Fig. 9-33. Origen de los batolitos de tonalitas orogénicas tipo “I” por la fusión parcial de rocas gabroides
represadas debajo de la corteza continental de los márgenes activos. Nótese la erosión tectónica del complejo
de subducción, el cual es sobrecorrido por el bloque continental. Modificado de Winters (2003).

Fig. 9-34. Modelo modernamente aceptado para la petrogénesis de los márgenes continentales activos. La
presencia de una gruesa corteza continental complica enormemente las cosas. Modificado de Winters (2003).
39

Modelo de magmatismo en los márgenes activos (Fig. 9-34):


A) Los fluidos acuosos liberados por la eclogitización de la corteza oceánica anfibolítica subducida
metasomatizan a la cuña mantelar suprayacente, causando su ascenso diapírico y ulterior fusión parcial.
B) Los magmas basálticos hidratados BCA pueden generarse mediante dos mecanismos distintos:
- Por ascenso diapírico y descompresión adiabática de la peridotita hidratada
- Por fusión parcial a profundidad de la peridotita hidratada
C) A niveles someros (corticales) el basalto forma cámaras magmáticas donde puede ocurrir que:
- Sea erupcionado directo a la superficie, formando pequeños conos cineríticos.
- Sufra un extenso fraccionamiento, con mezcla magmática y contaminación cortical, que generará así los
magmas más félsicos de las series calco-alcalinas (andesita-dacita-riolita), que producen erupciones
violentas y nubes piroclásticas.
- Quede represado al nivel del MOHO continental, donde su alta temperatura provocará la fusión parcial de
la corteza inferior granulítica, generando magmas félsicos anatécticos que se mezclarán con el basalto
generando todas las lavas intermedias a félsicas que caracterizan a las series C-A continentales. Una parte
de estos magmas será emplazada a profundidad, generando batolitos graníticos.
D) En etapas posteriores de la evolución de un margen activo el basalto represado, ya solidificado en
forma de “colchón” de rocas gabroides, puede fundirse parcialmente debido a la acción de nuevos fluidos
metasomáticos o de nuevos magmas provenientes de la cuña mantelar (Fig. 9-33). La fusión parcial de
materiales gabroides generaría magmas de tipo intermedio a félsico, especialmente de tipo tonalítico, que
ascenderían a niveles más superficiales de la corteza continental cristalizando en forma de grandes batolitos
orogénicos de tipo “I” de tonalita, cuarzo-diorita o granodiorita, a menudo con texturas porfídicas y
fuertemente mineralizados (Cu-pórfidos).

Comentarios y observaciones

Nótese que a pesar de lo que dicen los textos de geología física y los antiguos modelos petrogenéticos
acerca del origen de las lavas C-A de los arcos volcánicos éstas no parecen haber sido generadas por la
fusión parcial directa de corteza oceánica subducida, aunque es innegable que tanto la corteza subducida
como su cobertura sedimentaria sí parecen haber contribuido materiales a la fuente del magma, situada en la
cuña mantelar suprayacente. Ringwood estimó que la alteración de esta cuña mantelar se debía a la reacción
entre un magma silíceo producido por la fusión de la eclogita oceánica, que no podría nunca ascender a la
superficie sin reaccionar primero con el abundante olivino mantelar. Los nuevos modelos proponen que la
alteración que se produce en la cuña mantelar es metasomática y no magmática: es una fuerte hidratación,
con posible metasomatismo de sílice y álcalis.
¡Perfecto! Se ha solucionado el problema del basalto en los márgenes activos y se comprenden mejor
ahora los mecanismos de generación de magma en los arcos volcánicos, en general. Eso es lo que parece,
pero acuciosos investigadores han hallado al menos otros dos tipos de lavas en los arcos volcánicos y
márgenes activos que volumétricamente no representan sino una mínima parte de los magmas
erupcionados, pero química y mineralógicamente representan serios problemas geológicos y tectónicos a ser
resueltos. Se trata de las BONINITAS y las ADAKITAS. Ambas rocas litológicamente se clasificarían como
“andesitas”, pero tienen un contenido de MgO muy elevado, mucho mayor que el de las andesitas ordinarias,
y en ellas aparecen fenocristales de olivino, desconocidos en las andesitas C-A normales, que más bien los
contienen de hipersteno u hornblenda. El origen de estas rocas ha creado controversias muy acaloradas en
los congresos geológicos desde los años ’90 al presente, controversia que lejos de resolverse ha permitido
establecer los marcos tectónicos particulares en los que se pueden generar estos dos tipos de lavas. Y por
supuesto, como era de esperarse, corresponden a situaciones tectónicas bastante especiales.
Al parecer las BONINITAS, llamadas así por haber sido halladas y definidas en el arco de Izu-Bonin, en el
NO del Pacífico, se generan cuando una dorsal es subducida debajo de un arco volcánico. El alto flujo de
calor de la dorsal es capaz de inducir una fusión parcial en el material sedimentario-ígneo que conforma el
complejo de subducción o prisma de acreción, situado detrás de la trinchera. Obviamente ésta es una
condición pasajera, una vez que la dorsal y sus zonas de corteza caliente y delgada son subducidas prosigue
la subducción de litosfera oceánica más normal, es decir, más gruesa y fría, que genera las rocas BCA y OIT
(Th) más comúnmente observadas.
40

Y qué decir de las ADAKITAS. Su nombre proviene de la isla Adak, perteneciente al arco de las Aleutianas,
al oeste de Alaska, en el Pacífico norte. Estos magmas sí han sido problemáticos pues parecen corroborar
de alguna manera la etapa de arco maduro del modelo de Rinqwood, justo la que se había descartado con
base a la nueva evidencia geoquímica e isotópica. No es fácil hallar adakitas en los grandes complejos
volcánicos cordilleranos, son muy escasas, y a veces están en volcanes muy remotos, de difícil acceso. No
obstante han sido reportadas también en Ecuador, Perú, México, el arco de las Cascadas y en Indonesia.
Litológicamente también corresponden a andesitas olivínicas, pero su composición isotópica y química
atestigua que provienen de la fusión directa de la corteza oceánica subducida. Es decir, serían los magmas
que Ringwood propone generar en la corteza oceánica subducida, pero que sí ascenderían rápidamente a la
superficie sin reaccionar con el manto olivínico suprayacente, puesto que se trataría de líquidos subsaturados
en sílice, con olivino libre en forma de fenocristales y no de las dacitas-riodacitas sobresaturadas del
mencionado modelo. La naturaleza realmente juega a los dados en las zonas de subducción, parafraseando
a Einstein. Estudios termométricos y termobarométricos efectuados en los minerales de las adakitas prueban
fehacientemente que son magmas de origen muy profundo, es decir, generados en la placa subducida a más
de 100 km de profundidad. Pero, ¿cuáles serían las particulares condiciones tectónicas necesarias para
generarlas?
Si las zonas de rift y las dorsales son lugares donde ocurren procesos muy complejos, las zonas de
subducción multiplican esa complejidad mucho más. No es tan simple el proceso de subducción como se lo
considera generalmente, por ejemplo: algo tan aparentemente “obvio” como la topografía de la corteza o del
piso oceánico. En todos los diagramas se representa la corteza oceánica como “lisa” y homogénea, pero está
muy lejos de serlo. Como se mencionó antes, la subducción de una dorsal será capaz de generar magmas
boniníticos en la zona de ante-arco, pero las dorsales no son los únicos accidentes topográficos del fondo
marino. Los puntos calientes intraoceánicos, como el de Hawai, por ejemplo, han generado islas y montes
submarinos que pululan en los fondos oceánicos de todos los océanos. Sólo en el Pacífico existen unos
2.000 guyots o montes marinos, algunos alineados formando las llamadas dorsales asísmicas. Los lugares
de magmatismo adakítico han sido aquellos donde la subducción de litosfera oceánica normal fue
interrumpida por la llegada de estas dorsales asísmicas o trazas extintas de puntos calientes, algunas de
tamaño realmente enorme, con espesores anómalos de corteza de más de 20 km. La llegada de estos altos
topográficos primeramente detiene localmente el proceso de subducción, parte de ese material cortical es
obducido sobre el complejo de subducción del arco como OFIOLITAS y luego la subducción generalmente
cambia de ángulo y a veces de dirección o velocidad. Esta disminución del ángulo de subducción es la que
se cree genera los magmas adakíticos pues disminuye la presión sobre la corteza subducida pudiendo
provocar su fusión a menores presiones, generando así el magma adakítico, subsaturado en sílice, que
asciende rápidamente a la superficie sin interactuar con el manto olivínico.

9.3.5 Expansión retroarco (modelo de Karig, 1978)

Una de las más desconcertantes paradojas de las zonas de subducción o de convergencia de placas,
supuestamente caracterizadas por un régimen de esfuerzos compresional, es que aparecen dentro de los
arcos volcánicos y márgenes activos amplias zonas extensionales longitudinales, capaces incluso de llegar a
generar nueva corteza oceánica y disecar el arco magmático en dos mitades. Karig (1978) estudiando varios
arcos en el margen oeste del Pacífico llegó a la conclusión de que debía existir un proceso de expansión
retroarco (back-arc spreading) causado por contracorrientes de convección en el manto superior. Otros
investigadores hallaron evidencias de esto en otros arcos extintos y colisionados con continentes, y también
en la corteza de la placa del Caribe. Según el mencionado autor el proceso es más efectivo en arcos con
polaridad de subducción al oeste, como es el caso de casi todos los arcos volcánicos situados en el margen
oeste del océano Pacífico y de los arcos de Grenada (Antillas Menores de Barlovento) y de Scotia (una casi
perfecta copia del Caribe, pero situada al sur de Sudamérica). Sin embargo regímenes extensionales ocurren
también en el margen andino del sur de Chile, en Perú, Colombia y Centroamérica, donde se han formado
cuencas graben ocupadas por lagos profundos, como los de Titicaca-Poopó y Nicaragua-Managua.
El proceso de expansión retroarco es otra de esas complicaciones que hace que la tectónica global sea
tan interesante y fascinante. Puede ocurrir tanto en un arco intraoceánico, como en un margen activo. Sus
inicios se asemejan a la etapa de rift continental, con formación de graben y semigraben, fuerte subsidencia y
extrusión de lavas de series alcalinas o peralcalinas, subsaturadas en sílice (Fig. 9-35). Luego, a medida que
procede la oceanización del arco o del margen continental, posiblemente siguiendo el mismo patrón de
intrusión de diques máficos verticales en las raíces del arco, o del margen activo, que ocurre en los rifts de
41

las dorsales, se llega a la formación de una cuenca oceánica menor o cuenca marginal, donde son
emplazados basaltos tholeíticos BABB (back-arc basin basalt) similares, pero no idénticos a los MORB. Al
nivel de muestras de mano o sección fina estas rocas son indistinguibles ente sí, siendo ambas típicos
basaltos almohadillados, que incluso han sufrido los mismos efectos de metasomatismo de piso oceánico,
pero su contenido en elementos traza y ciertas relaciones entre ellos los diferencian de los MORB.
Otra diferencia importante es que en las cuencas marginales no pareciera existir un centro de expansión
definido, lineal, como una dorsal, sino que se sugiere que la expansión ocurre por “parches”, donde distintos
diapiros astenosféricos ascendentes se funden por descompresión adiabática generando magma basáltico,
pero en un patrón aleatorio cuyo resultado acumulativo es el de generar una cuenca marina de varios
centenares de km de ancho, subyacida por corteza oceánica, pero de cuenca marginal, BABB. La porción del
arco más distal se aleja a medida que se genera la cuenca marginal y constituye un arco inactivo o
remanente donde aflorarán las raíces del arco en forma de complejo ígneo-metamórfico, que será objeto de
fuerte subsidencia y erosión (puede llegar incluso a hundirse bajo el nivel del mar y cubrirse de arrecifes, si
las condiciones climáticas y geográficas lo permiten) (Fig. 9-35). La otra parte del arco se queda en su lugar
encima de la zona de Benioff y constituye un arco activo migratorio, pues se aleja constantemente del arco
remanente debido a la expansión de la cuenca marginal.
No sólo esto, sino que el proceso puede ser repetitivo. El arco de las Marianas es un arco activo
actualmente, pero en el pasado generó tres cuencas marginales con sendos arcos remanentes, ahora
sumergidos. El proceso de ruptura del arco original es similar a un mini-rifting continental, como se vio
anteriormente. En efecto las rocas de series alcalinas son típicas de las etapas iniciales del rifting y de la
expansión retro-arco, estando ambas asociadas a regímenes extensionales y cuencas graben. Es probable
que el vulcanismo alcalino distal observado en el Japón reciente sea debido a la expansión retro-arco que
generó y continúa generando la corteza del mar del Japón, siendo este mini-océano un perfecto ejemplo de
cuenca marginal. En los arcos de Filipinas y Japón el arco inicial era un margen activo desarrollado en el
margen este de Asia (Fig. 9-35A). Tanto el mar de las Filipinas como el del Japón son cuencas marginales
generadas por este proceso. Cuando estos arcos disecados migraron alejándose del continente se llevaron
una porción del basamento continental de Asia caracterizada por rocas antiguas, incluso precámbricas.

Fig. 9-35. Modelos de expansión retroarco de Karig (1976) en arcos son polaridad de subducción al oeste. De
izquierda a derecha se muestra la evolución del proceso en: (A) Un margen activo, tipo Japón, donde se genera
un arco migratorio separado por una cuenca marginal retroarco de un margen pasivo desarrollado sobre un
arco remanente; (B) Un arco intraoceánico, tipo arco de Grenada: se genera un arco migratorio, separado por
una cuenca marginal retroarco de un arco remanente intraoceánico. Explicaciones en el texto.
42

Así, en las partes centrales del Japón afloran rocas de edad Proterozoico Medio-Tardío a Paleozoico,
pertenecientes al escudo siberiano y a orógenos paleozoicos chinos. Del otro lado, al oeste, se formó un
margen pasivo con fuerte subsidencia, con secuencias miogeoclinales, similar a un margen de tipo Atlántico,
pero con una diferencia sustancial, pues contendrá rocas graníticas y metamórficas cuya edad será similar a
la de las primeras rocas ígneas generadas en el arco activo. El basamento de este prisma miogeoclinal no
será idéntico al de un margen pasivo de tipo Atlántico, puesto que en éste la edad de las rocas graníticas y
metamórficas será mucho más antigua, estando constituido por litologías precámbricas a paleozoicas. Del
otro lado del arco, al este, el complejo de subducción es forzado a sobrecorrer la litosfera en subducción, lo
que origina una acreción horizontal con un gran crecimiento vertical que termina generando un arco externo,
o complejo de subducción emergido. La isla de Shikoku situada al SE del arco del Japón no es de naturaleza
volcánica y contiene secuencias de flysch, mèlanges ofiolíticas con rocas metamórficas en las facies del
esquisto azul y eclogita. Se trata de un complejo de subducción emergido, perfectamente expuesto.
En los arcos intraoceánicos, como los de Grenada o de las Marianas, el arco remanente es una cresta
submarina inactiva y asísmica, puesto que la subsidencia y la erosión lo nivelan al nivel del mar. En el caso
del arco antillano la cuenca marginal de Grenada se formó al oeste del arco, activo hoy en día, mientras que
el arco remanente constituye la llamada Prominencia de Aves, donde una porción aflorante es la isla de
Aves, que pertenece a Venezuela, mientras que el extremo sur de la Prominencia corresponde a la isla de La
Blanquilla y al archipiélago de Los Hermanos, también venezolanos. En todas estas islas afloran rocas
metagraníticas con edades del orden de los 80 Ma cubiertas por plataformas arrecifales pleistocenas a
recientes; en Los Hermanos las rocas forman pináculos que sobresalen unos 100 m por encima del mar. Al
lado este del arco se halla un complejo de subducción sobrecrecido que emerge localmente, cubierto por una
plataforma carbonática con varias terrazas arrecifales. Se trata de la isla de Barbados, de naturaleza no-
volcánica. La diferencia con Shikoku se debe, sobre todo, a que Barbados se halla en la faja de clima tropical
donde es posible la formación de arrecifes coralinos. Otro factor que ha coadyuvado en el crecimiento del
prisma de acreción de Barbados es el gran aporte de sedimentos clásticos y turbidíticos a la trinchera de
Puerto Rico, que actualmente se halla tapiada en esa parte del Caribe. Los deltas y prodeltas de los ríos
Orinoco, Esequibo y Amazonas serían los responsables del gran aporte de sedimentos detríticos
continentales y turbidíticos a la trinchera.
Las complejidades de la expansión retroarco no terminan aquí. La expansión se debe a contracorrientes
de convección en el manto que actúan detrás y debajo del arco activo, siendo posible que dichas corrientes
puedan debilitarse hasta desaparecer o invertirse, teniéndose entonces el proceso opuesto: el cierre de la
cuenca marginal por subducción hasta que ocurre la colisión del arco remanente, o del margen pasivo, con el
arco activo, con la consuetudinaria obducción de ofiolitas, orogénesis, etc. En efecto existen evidencias de
que muchas ofiolitas cuya estratigrafía no es igual a la idealizada del modelo de Troodos pudieron ser parte
de la litosfera de cuencas marginales y no de cuencas oceánicas normales. De este modo las cuencas
marginales representan una especie de subciclo tectónico, probablemente de relativa corta duración, dado
que éstas nunca alcanzan el tamaño de una cuenca oceánica normal y su cierre puede ocurrir unos 50-80 Ma
después de su apertura.

9.4 Generación de magmas en zonas de sutura o colisión continental

El proceso de colisión o sutura de dos bloques continentales involucra la aproximación de un margen


pasivo a una trinchera oceánica aledaña a un margen activo, o un arco volcánico, debido a la subducción
continua de la corteza oceánica intermediaria. La sutura de estos elementos geotectónicos no es directa, sino
que existe una amplia franja amortiguadora de rocas sedimentarias y metasedimentarias que va a absorber
la mayor cantidad de la energía del impacto, deformándose notablemente en estado visco-plástico, y que va
sufrir un notable levantamiento orogénico. Esta franja consiste, por una parte, del prisma sedimentario del
margen pasivo (miogeoclinal), y por la otra, del complejo de subducción y la cuenca ante-arco del margen
activo, o del arco volcánico. LA SUTURA MARCA EL FINAL DE LA SUBDUCCIÓN Y EL CESE DE LA ACTIVIDAD ÍGNEA
ASOCIADA A ÉSTA. El proceso, como todos los procesos de tectónica global, es diacrónico. Debido al contorno
irregular de las placas continentales, la colisión comienza primero en las partes más prominentes de éstas y
será posible tener cuencas oceánicas remanentes, no subducidas, asociadas a grandes cinturones
orogénicos colisionales (mares Caspio, Negro, y lago Aral) (Fig. 9-36). Esto parecería marcar el final de toda
actividad ígnea en la zona de sutura, sin embargo otro proceso será responsable de la generación de nuevo
magma.
43

ANTEPAÍS

RETROARCO

Fig. 9-36. Formación de cuencas remanentes en zonas de colisión continental. Donde el margen activo es
paralelo al margen activo se forman cinturones colisionales, donde un entrante del margen pasivo se enfrenta a
otro entrante del margen activo queda una pequeña porción de corteza oceánica no-subducida, o cuenca
remanente. Las secciones A-A’ y B-B’ se refieren al mapa de arriba a la derecha. Casos conocidos son los
mares Negro, Caspio y Aral. Modificado de Mitchell & Garson (1983).

Cuando la placa tectónica que está siendo subducida contiene un bloque de corteza continental el océano
intermediario será destruido y se llegará a tener una colisión de dos grandes bloques continentales. Así se
formaron los cinturones orogénicos colisionales, como el Grenvilliano, los Apalaches, los Urales, los Alpes, el
Cáucaso y el Himalaya. Estos cinturones de diferentes edades han sido estudiados en detalle y en general el
magmatismo en cada uno de ellos obedece a un patrón similar: un magmatismo temprano similar al de los
márgenes activos, pero con la mayor rata de formación de granito durante las etapas finales del período
orogénico, cuando la sutura continental era completa y la subducción estaba cesando o había cesado.

Granitos en zonas de colisión continental: post-colisionales

Aunque la corteza continental no puede ser subducida totalmente a causa de su baja densidad, durante la
colisión la placa otrora pasiva puede ser sobrecorrida por debajo de la otrora placa activa y, más importante
aún, puede sobrecorrerse a sí misma, con el desarrollo de corrimientos regionales y fallas lístricas hacia su
interior. Esto produce acortamientos corticales y duplex de centenares de km (hasta 700 km, en los Alpes).
Durante la colisión, sucesiones de napas conteniendo sedimentos plataformales, de talud y levantamiento
continental, mèlanges de subducción con fragmentos ofiolíticos y lonjas de basamento continental antiguo,
pueden ser yuxtapuestas tectónicamente. De este modo pueden alcanzarse grandes espesores corticales
(60-80 km) y en la raíz isostática, en la base de esta gruesa corteza orogénica, puede ocurrir la anatexis de
metasedimentos, generando magmas graníticos post-colisionales de tipo “S”, similares a los generados en
los cinturones retro-arco compresivos (ver Figs. 9-30 y 9-31). Estos leucogranitos post-colisionales,
epizonales, se caracterizan sobre todo por su potencial metalogénico de Sn, Nb-Ta y W, como ocurre en los
cinturones graníticos de Malasia-Singapur, y en los cinturones hercínicos-caledonianos del oeste de Europa.
El gran cinturón himalayano, la cordillera más alta del mundo actual, ejemplifica lo antes dicho.
44

Fig. 9-37. Zona de sutura del cinturón del Himalaya, actualmente la más alta cordillera de la Tierra.
PARTE SUPERIOR: mapa estructural del Himalaya mostrando la ubicación de los corrimientos principales y suturas
(CLP, CCP y ZS), de los batolitos transhimalayanos del antiguo margen activo del sur de Asia y de los
leucogranitos post-colisionales anatécticos, generados por fusión parcial en la raíz de la zona de sutura.
PARTE INFERIOR: sección ampliada a lo largo de AA’ mostrando la estructura de la raíz del cinturón colisional. En
este corte no hay exageración vertical. En realidad, a la escala de las placas tectónicas, hasta las más altas
cordilleras son como “verrugas” casi insignificantes. Modificado de Mitchell y Garson (1982).
El portentoso Himalaya es el resultado de una megasutura continental en la cual la placa Índica, que
contenía un océano ahora extinto, el mar de Tethys, más el bloque continental de la India, fue subducida
debajo de un margen activo situado en el sur del bloque eurasiático (Fig. 9-37). La subducción de la porción
oceánica de dicha placa originó en el otrora margen activo una cadena de batolitos orogénicos denominados
transhimalayanos, similares a los formados en otros márgenes activos (tipo Perú-Chile o Indonesia). Al
consumirse toda la placa oceánica de Tethys la corteza de la placa eurasiática (bloque tibetano) fue
sobrecorrida por encima de la corteza del bloque índico, duplicándose así el grosor de la corteza continental y
formándose una profunda raíz isostática de más de 80 km de espesor.
45

El bloque inferior (índico) inicialmente era relativamente "frío" en su tope y caliente en su base, pero su
tope fue calentado por la base caliente del bloque tibetano suprayacente. Debido a esto exhibe un
metamorfismo regional invertido, alcanzando la zona de la cianita (facies anfibolita) en su tope, empero no ha
alcanzado condiciones de anatexis, ni contiene intrusivos graníticos en su parte inferior. El bloque inferior
(tibetano) sí ha sufrido fusión parcial y contiene diversos tipos de granitos: batolitos de leucogranitos
anatécticos (tipo "S") al sur de la zona de sutura ofiolítica y batolitos orogénicos transhimalayanos, al norte de
la sutura.
Esta claro que si no existe una fuente de calor subcortical, la fusión o anatexis de la corteza continental
sólo puede ocurrir si de alguna manera se logra elevar la temperatura lo suficiente, lo que se logra
soterrándola profundamente en las raíces de los cinturones colisionales. Estudios de varios cinturones
paleozoicos muestran que las temperaturas alcanzaron condiciones de la facies de la granulita (> 700ºC), por
ello, no sólo es posible que ocurriese la anatexis de la base de la corteza continental, sino que absolutamente
tuvo que ocurrir, y a gran escala, como lo atestiguan los gigantescos batolitos de tipo “S” que afloran en el
Himalaya y en otros antiguos cinturones colisionales.
El cinturón caledoniano-apalachiano se formó durante el Ordovícico a raíz de la colisión de los bloques
norteamericano con el euroasiático, en la cual fue consumido el océano Iapetus, un antiguo precursor del
actual Atlántico. La sutura generó importantes plutones post-colisionales epizonales ubicados en Cornwall
(SW de Inglaterra) y Portugal, cuyo enriquecimiento en Sn, Cu y otros metales tuvo una importancia histórica
singular durante la Edad del Bronce. Unos 250 Ma más tarde la acción de plumas mantelares provocó una
nueva etapa de rifting continental, ocurriendo la separación continental justo en la zona más débil de la
macroplaca de Laurasia: en la sutura ofiolítica (Fig. 9-38). Actualmente, el cinturón está desmembrado, el
otrora margen activo y la mayor parte de la sutura ofiolítica se halla en los Apalaches, desde el SE de U.S.A.
hasta el SE de Canadá y Terranova, Colombia y en el SO y el norte de Venezuela; mientras que los granitos
postcolisionales se hallan en el margen NO de Europa y en los montes de Caledonia, en Gran Bretaña.
Los orógenos colisionales representan los terrenos geológicos más complejos. Ellos yuxtaponen las
complejidades de las secuencias de los márgenes pasivos, con sus frecuentes cambios laterales de facies y
efectos climáticos, con las no menos complicadas secuencias de prismas de acreción-cuencas antearco y
arco magmático: sistemas arco-trinchera. Además muchas suturas no son “limpias” y contienen, además de
un margen activo y uno pasivo exhumados, uno o más arcos volcánicos intermediarios añadidos al cinturón
colisional, además de “terrenos” alóctonos o tectonoestratigráficos. Estos arcos suturados, de los cuales se
reconoce el de Kohistán en el Karakorum, pero hasta cinco en las montañas Rocosas Canadienses o en los
Urales, se encuentran sumamente deformados y metamorfizados, estando frecuentemente volcados unos
90º con respecto a su posición inicial. En una secuencia “estratigráfica” la base del arco contiene granulitas y
gabros que gradan hacia el tope a metalavas de bajo grado y volcánicas no-metamorfizadas.
Otro arco suturado y volcado 90º es el arco cretácico de Cuba-Española, con anfibolita en su base y lavas
félsicas en el tope. Marcando las suturas de estos arcos suturados son frecuentes grandes cuerpos
ofiolíticos, con su mineralización asociada. Si el levantamiento y la erosión del cinturón montañoso son muy
rápidos, las partes someras y diagnósticas del mismo, es decir, las mèlanges ofiolíticas y las rocas
volcánicas y sedimentarias del arco (denominadas rocas supracorticales), son literalmente exprimidas hacia
las partes superiores de los orógenos colisionales, donde son rápidamente denudadas, quedando un
complejo basal metamórfico de anfibolitas, granulitas y metasedimentos de grado medio a alto, con cianita o
sillimanita, muy parecido y perfectamente confundible con corteza continental profunda. Éstas son las
suturas crípticas. Muchos orógenos precámbricos sin rocas supracorticales distintivas podrían ser suturas
crípticas, por lo que algunos autores proponen extender la tectónica de placas moderna hasta el proterozoico
temprano, cuando no al Arqueano Tardío o Temprano. Cuando ya no hay más material oceánico o de arco
insular que añadir a las suturas se alcanza la llamada sutura terminal, como la que dio origen a la Pangea
del Jurásico (o a la Rodinia del Neoproterozoico, o la Columbia del Mesoproterozoico, etc.), donde
numerosos bloques continentales, cadenas de islas oceánicas, dorsales asísmicas y todo tipo de terrenos
fueron suturados en el gran supercontinente global de Pangea. Sin embargo las “pangeas” no son eternas y
contienen la semilla de su propia destrucción, pues fungen de aislantes del calor del manto, el cual se
acumula hasta desarrollar un sistema de plumas capaz de iniciar una nueva etapa de rifting y deriva
continental. Así el ciclo tectónico comienza de nuevo, pero con masas continentales que tienen grabados en
sus rocas ciclos tectónicos previos.
46

W FUTURO RIFTING JURÁSICO E


Montes Apalaches Cordilleras Caledonianas

Fig. 9-38. Reconstrucción del cinturón colisional caledoniano-apalachiano. La destrucción del océano Iapetus
causó la colisión de las placas norteamericana (A) y euroasiática (B) que formó el bloque Laurasia de la Pangea
en el Ordovícico. Durante la separación jurásica de Pangea se formó el actual Atlántico, quedando el orógeno
colisional desmembrado: la parte ofiolítica y el ex-margen activo en Norteamérica y en el norte de Sudamérica;
los granitos postcolisionales, el ex-margen pasivo y el ex-antepaís en Eurasia. Esta cordillera en su tiempo pudo
ser aun más elevada e imponente que el propio Himalaya (>10 km), dado el tamaño de los bloques continentales
involucrados y la enorme extensión del océano Iapetus, equiparable a la del actual Atlántico. Modificado de
Dewey y Bird (1973).

No todas las suturas son frontales, a menudo la colisión tiene una fuerte componente longitudinal y una
pequeña componente subductiva o convergente. En la colisión cretácica del arco del Caribe con el margen
pasivo al norte de Sudamérica la componente transcurrente o transformante fue mucho más importante que
la convergente, de modo que no hubo casi subducción debajo del bloque continental de Sudamérica, sólo
debajo de la placa del Caribe. Por ende la colisión emplazó tectónicamente una mèlange de rocas muy
variadas que incluyen desde el basamento continental del continente, el margen pasivo, secuencias
ofiolíticas de litosfera oceánica, fragmentos del sistema arco-trinchera, deformados y metamorfizados a bajo
grado y terrenos alóctonos con diversas litologías, grados metamórficos y edades.

9.5 Generación de magmas en marcos intraplaca: puntos calientes y rifts

Un hot spot o punto caliente se define como una zona aislada de vulcanismo de series Th, A y exóticas,
asociada a un amplio levantamiento dómico de 1.000-2.000 km de diámetro y unos 1-2 km de altura. La
existencia de un punto caliente se explica por la presencia en el manto astenosférico de una región de calor
anómalo, con un contenido inusual de elementos incompatibles, volátiles y una relativa baja densidad,
denominada PLUMA MANTELAR o ASTENOLITO, que se sitúa debido a su ascenso por debajo de la litosfera, a
unos 80-100 km de profundidad, donde sufre procesos de fusión parcial por descompresión adiabática.
No hay consenso entre los distintos autores acerca de la profundidad de origen de estas plumas, algunos
las limitan al manto superior, otros las hacen surgir del manto transicional, y otros las traen desde la propia
interfase manto-núcleo, a 2.900 km de profundidad. Sea cual fuere su origen, ellas existen y afectan de modo
importante a la corteza terrestre. Sin embargo el producto rocoso y los edificios volcánicos generados por un
hot spot son bastante diferentes si ocurren en corteza oceánica o en corteza continental.
47

A) Puntos calientes intraoceánicos: Cadenas de islas oceánicas y montes submarinos

La isla Grande de Hawai constituye actualmente una zona de intensa actividad ígnea, que se manifiesta
como enormes erupciones de fisura que forman inmensos volcanes de escudo, de los cuales el más grande,
el Mauna Loa tiene una elevación total de 9 km (4,6 km debajo del mar y 4,4 km por encima del nivel del
mar). El Mauna Loa exhibe actualmente un moderado vulcanismo con extrusión de basaltos alcalinos que
han formado estratovolcanes encima del antiguo escudo tholeítico, mientras que el Kilauea, situado al SE,
muestra una intensa actividad con erupciones de flujos basálticos tholeíticos que duran más de siete años
seguidos y que se desbordan de calderas de colapso llenas hasta el tope de lavas muy fluidas. Son
frecuentes las fuentes de lava que alcanzan hasta 500 m de altura, largos tubos de lava por los cuales la lava
fluida fluye grandes distancias bajo tierra y flujos con aspecto cordado o pahoehoe. Toda esta intensa
actividad, muy turística por cierto, ocurre a miles de km de las dorsales o de las zonas de subducción más
próximas, en un marco intraplaca. La petrogénesis de las islas Hawai ha sido estudiada en detalle, tanto o
más que la del arco del Japón (por razones igualmente obvias). El estudio de estas fascinantes islas ha
revelado que:

- En general el vulcanismo preponderante es tholeítico, aunque su química es un poco diferente a la de


los basaltos MORB, sobre todo en lo que se refiere a la abundancia en elementos incompatibles (K, Ti,
REE, Y, Nb, Ta y P): son OIT (ocean island basalt, o BIO) (ver Figs. 9-39 y 9-41).
- Erupciones de lavas alcalinas ocurren al NO del volcán Kilauea, en el inmenso volcán de escudo
Mauna Loa, son OIA (ocean island alkali basalt). Algunos diatremas de lavas peralcalinas (nefelinitas) y
basaníticas ocurren en la isla Oahu, situada a 100 km de la de Hawai:
-Las lavas erupcionadas tienen mayor edad a medida que las islas se alejan del actual punto caliente en
la isla Grande de Hawai. Este punto da la clave acerca de la petrogénesis de esta cadena de islas.

Con base en las evidencias halladas, Hugues (1982) propuso el siguiente modelo petrogenético para las
islas Hawai, basado en la acción de una pluma mantelar fija subyacente a la litosfera oceánica del Pacífico, la
cual tiene un rápido movimiento hacia el NO, modelo probablemente aplicable a otros archipiélagos con un
origen similar, como las Canarias, las Azores, islas de la Sociedad, y muchos otros:

Modelo petrogenético de Hugues (1982) de las islas Hawai.

Se postula la existencia de una "pluma" del manto superior, la cual representa una anomalía termal y
geoquímica que la mantiene en desequilibrio con el manto normal circundante (algunos autores aseguran
que esta pluma proviene de la interfase manto/núcleo, extrayendo su calor del núcleo externo, nada menos).
La pluma mantelar genera diapiros ascendentes de lherzolita (pirolita) granatífera que, al alcanzar
profundidades algo someras (80-100 km), experimentan descompresión adiabática y sufren fusión parcial
(Fig. 9-39). La zona de fusión parcial en la base de la litosfera oceánica tiene forma de hongo y posee una
zonación termal: en su parte central ocurren moderados porcentajes de fusión parcial (20-30%) que generan
tholeítas, mientras que en su periferia hay menores porcentajes de fusión parcial (5-20%), que generan
basaltos alcalinos, quedando pequeños reservorios laterales de magmas peralcalinos y exóticos.
Actualmente el centro de la zona de elevada fusión parcial se halla debajo del volcán Kilauea, algo al este
de su caldera central y los magmas generados son basaltos tholeíticos (OIT). Debajo del gran volcán Mauna
Loa, otrora escudo tholeítico al igual que el Kilauea, se halla la periferia de la zona de fusión y los líquidos,
generados por menores porcentajes de fusión parcial, son basaltos alcalinos sódicos OIA, los cuales
fraccionan a hawaitas, mugearitas, fonolitas y traquitas, según la serie de diferenciación alcalina sódica,
A(Na). Estos magmas más diferenciados son algo más félsicos (ricos en álcalis) y viscosos que los basaltos
tholeíticos, por ende forman estratovolcanes y conos cineríticos por encima de los antiguos escudos
tholeíticos, como los ubicados en las cimas del Mauna Loa o Mauna Kea, a más de 4.000 m de altura, y
frecuentemente cubiertos de nieve. Las otras islas del archipiélago hawaiano tuvieron un origen similar, sólo
que el rápido movimiento de la placa Pacífica - de 8 cm/año - por encima de la pluma del manto fija las alejó
de la fuente de magma, desactivando su vulcanismo y exponiéndolas a un fuerte proceso de subsidencia
termal y erosión. Los edificios volcánicos son cuerpos elevados que sufren un fuerte desgaste erosivo,
siendo tanto las lavas como los piroclásticos fácilmente meteorizados y denudados, de modo que su
existencia como elevaciones kilométricas es posible sólo si la rata de producción de nuevo material lávico y
piroclástico es superior a la rata de erosión.
48

Fig. 9-39. Petrogénesis de las cadenas de islas oceánicas, tipo Hawai. Se postula un punto caliente generado
por una pluma o diapiro mantelar casi fijo con respecto a la astenosfera, por encima del cual se desplaza, a
relativa gran velocidad (8 cm/año), la placa oceánica Pacífica. La zona de fusión parcial, con forma de hongo,
tiene una parte central en la que se alcanzan porcentajes de fusión entre 20-30%, donde se generan los magmas
tholeíticos OIT que forman grandes escudos volcánicos (Mauna Loa, Mauna Kea, Kilauea, etc.); en la parte
exterior la fusión es del orden del 5-20%, generándose magmas alcalinos OIA, que forman estratovolcanes por
encima de los escudos tholeíticos. Más explicaciones en el texto. Modificado de Hughes (1982).

Al cesar la actividad volcánica las laderas y los conos de los volcanes de escudo, y también las de los
estratovolcanes por supuesto, son rápidamente denudadas, dejando a menudo un conjunto de diques
alimentadores, pitones o chimeneas erosionadas, formadas por cuerpos macizos subvolcánicos, mucho más
resistentes a la erosión de los delgados flujos de lava o de piroclásticos. Con más erosión y subsidencia
hasta estas torres rocosas son eliminadas dejando una superficie aplanada y sumergida que, en climas
tropicales, se recubre rápidamente de arrecifes coralinos o atolones. Con aun mayor subsidencia los mismos
atolones son sumergidos, generando montes marinos de cima plana, o guyots (Fig. 9-41). En efecto, la
cadena de seis islas principales de Hawai se prolonga hacia el NO, comenzando desde el atolón de Midway y
finalizando con la cadena de montes submarinos del Emperador, con una longitud total de más de 4.000 km,
lo que representa unos 70 Ma de actividad de la pluma hawaiana, una de las más estables y duraderas del
mundo (Figs. 9-40 y 9-42).
Los volcanes actualmente activos se hallan en el extremo SE de la cadena, que se extiende a lo largo del
NO del Pacífico. Los volcanes más antiguos constituyen la cadena de montes submarinos del Emperador,
cuyas cimas planas yacen a más de 2.000 m de profundidad bajo del mar (guyots). Estos montes han sido
dragados y perforados desde buques oceanográficos, sus rocas han sido analizadas y datadas por el método
K/Ar, y se halló que representan volcanes extintos de composición similar a las islas Hawai, cuya edad
disminuye progresivamente hacia el SE, siendo las lavas del Kilauea y del Loihi las más recientes.
Procediendo en dirección NO en la Fig. 9-41 se nota el contraste entre la actividad volcánica constructiva
en los volcanes de escudo (Mauna Loa y Kilauea), con sus calderas en el tope y suaves pendientes, y los
guyots sumergidos, aplanados por la erosión subaérea y cubiertos de arrecifes o atolones coralinos. Las
mayores extrusiones ocurren en la isla de Hawai, en el rift oriental del Kilauea, añadiendo continuamente
nuevo material a esta isla, la mayor del archipiélago, segunda en tamaño en el mundo, como isla volcánica,
49

después de Islandia. Los volcanes en el norte de la misma isla están extintos. Las islas cercanas, Maui,
Oahu, Kahoolawe, Lanai y Molokai, son muy rocosas y han sido profundamente erosionadas; los restos de
islas otrora mucho más grandes, como Nihoa y Neckar; el pequeño cuello volcánico que emerge entre
arrecifes coralinos en el French Frigate Shoal; los atolones coralinos de Midway y Ocean; y, Más hacia el
NNO, la línea de montes submarinos del Emperador, todos representan islas volcánicas otrora tan grandes
como Hawai, erosionadas y sumergidas hace decenas de Ma. Por cierto el famoso científico Sir Charles
Darwin fue el primero que propuso un modelo de subsidencia de estas islas volcánicas para explicar la
formación de atolones coralinos en la cuenca de Pacífico: él propuso esto durante el mismo famosísimo viaje
en el buque Beagle que lo llevó a las islas Galápagos, donde dedujo los postulados de la teoría de la
evolución de las especies. Solo que en el siglo XIX él no podía tener la más remota idea de cual era el
fenómeno que podía causar la subsidencia observada.
Esporádicos y recientes diatremas de nefelinita, melilitita y basanita ocurren en la isla Oahu (Fig. 9-39),
donde se halla la gran metrópolis del archipiélago, Honolulu. Se cree que estos magmas provienen de
pequeños reservorios astenosféricos casi agotados, con muy bajos porcentajes de fusión parcial (1-5%), que
aprovechan antiguos conductos volcánicos o fisuras antes activas. Actualmente se está formando un volcán
submarino al SE del Kilauea, el Loihi, estando su cima todavía a 2 km de profundidad bajo el mar. El Loihi es
una de las últimas atracciones geológicas para los vulcanólogos del mundo. Se ha instalado todo tipo de
equipos de monitoreo submarino sobre su superficie, la cual ha sido fotografiada por pequeños submarinos
tripulados o robóticos, y ha sido objeto del más escrupuloso muestreo en los últimos diez años. Si la actividad
de la pluma hawaiana se prolonga unos centenares de milenios más, lo cual es bastante probable, este
volcán emergerá y se unirá a la isla Hawai, aumentando así su superficie. En el Pacífico y otros océanos se
hallan numerosos ejemplos de cadenas de islas oceánicas o montes submarinos formados en puntos
calientes intraoceánicos: islas Canarias, Azores, Cabo Verde, Tristán da Cunha, Asunción y Fernando da
Noronha, en el Atlántico; Kerguelen y Mauricio, en el Indico; Hawai, Tuamotú, Sociedad, Australes, Pascua,
Juan Fernández y Galápagos, en el Pacífico, entre otras (Fig. 9-42). A veces, como ocurre en el Atlántico sur,
un punto caliente coincide con una dorsal activa, de modo que se forman dos cadenas de islas oceánicas
divergentes, una la imagen especular de la otra.
Toda esta evidencia geomorfológica y petrológica sugiere que el vulcanismo fue secuencial a lo largo de
la cadena y que ha migrado progresivamente primero hacia el SSE, luego hacia el ESE. Las edades K/Ar de
las lavas muestran que la rata de migración de la actividad volcánica fue del orden de 8 cm/año durante los
últimos 40 Ma, es decir la misma del movimiento hacia el oeste de la placa del Pacífico.

Fig. 9-40. Cadena de islas oceánicas y


montes marinos de Hawai-Emperador
dibujada al nivel batimétrico de 2.500 m. La
edad de las rocas volcánicas es Reciente en
la isla Hawai, en el extremo SE de la cadena
y aumenta hacia el NE alcanzando casi el
límite K-T en el guyot de Suiko. Al norte de
Suiko existen otros montes marinos con
lavas de hasta 80 Ma. La rápida migración de
la placa Pacífica por encima de la pluma
mantelar ubicada debajo del punto caliente
hawaiano, en la isla Hawai, ha generado una
larga cadena de volcanes extintos que han
sufrido progresiva erosión y subsidencia al
alejarse del mismo, y así el aumento en la
edad de las lavas se explica por la migración
de la placa Pacífica sobre un punto caliente
fijo o casi fijo en el manto durante los
últimos 80 Ma. El abrupto quiebre que se
observa hace unos 40 Ma se debió a un
rearreglo en el movimiento de la placa
Pacífica ocurrido posiblemente cuando la
dorsal del Pacífico este chocó oblicuamente
con Norteamérica generando la zona de
fallas transformantes de San Andrés.
Modificado de Hughes
50

35 km

Fig. 9-41. Esquema de la subsidencia termal en una cadena de islas oceánicas de tipo hawaiano. Al alejarse la
isla volcánica del punto caliente, donde la litosfera es delgada y boyante, ocurren simultáneamente dos
procesos: el vulcanismo cesa, los volcanes se extinguen y son profundamente erosionados; y ocurre una
subsidencia termal de los complejos volcánicos erosionados a causa del enfriamiento y engrosamiento de la
litosfera oceánica. El resultado es un rápido hundimiento de la isla, la cual pronto se verá cubierta de arrecifes,
que a su vez, serán rápidamente sumergidos, dando lugar a mesetas submarinas de cima plana o guyots. La
cima de algunos guyots en el pacífico occidental se halla a más de 2,5 km bajo el mar. Mientras una isla se
sumerge y desaparece, otra se está formando sobre la pluma mantelar. La figura está dibujada a escala, la
distancia promedio entre islas oceánicas de la cadena es de 70 km, el espesor cortical de las islas de punto
caliente es de unos 25 km, pero disminuye en las islas, atolones y guyots inactivos.

Fig. 9-42. Cadenas de islas oceánicas y


montes marinos en el océano Pacífico:
Hawai-Emperador,
Pitcairn-Tuamotú
Mc.Donald-Is. Australes
Todas ellas fueron generadas por sendas
plumas mantelares respectivamente
ubicadas debajo de las islas Hawai,
Pitcairn y el monte submarino de
McDonald. Nótese que todas ellas
muestran el mismo cambio brusco en la
dirección del movimiento de la placa
Pacífica, ocurrido por un rearreglo de las
placas alrededor de la cuenca del
Pacífico hace unos 40 Ma.

Tomado y modificado de Hughes (1982).

Todo parece indicar que la cadena se formó por la acción de un punto caliente fijo sobre la litosfera
oceánica de la placa Pacífica. La subsidencia termal de la litosfera oceánica al alejarse del punto caliente
causa el hundimiento de estas islas, que llegan a sumergirse formando primero atolones y luego, los propios
atolones son sumergidos formando montes submarinos de cima plana o guyots (Fig. 9-41). La pluma genera
diapiros ascendentes que al llegar a profundidades cercanas a la base de la litosfera oceánica sufren fusión
parcial. El modelo geofísico de las zonas de fusión muestra que éstas contienen regiones con diferentes
porcentajes de fusión parcial: una zona central con 20-30% de fusión parcial, que genera basaltos tholeíticos
(OIT), y una zona periférica con 5-20% de fusión parcial, que genera basaltos alcalinos (OIA). Combinando
todos estos datos Hughes (1982) construyó el modelo petrogenético mostrado en la Fig. 9-39. El gran volcán
Kilauea está siendo alimentado por el núcleo de alto porcentaje de fusión parcial, y al parecer, mucho más
basalto será erupcionado en el futuro: al SE del Kilauea se está formando un nuevo escudo volcánico, el
Loihi, cuya cima se halla todavía a 2 km bajo el mar, pero en unas centenas de miles de años emergerá y al
crecer se unirá a Hawai, haciendo crecer dicha isla aun más. El Mauna Loa, anteriormente se hallaba en una
posición similar a la del Kilauea, pero ahora se encuentra sobre la periferia de la zona de fusión y tiene
esporádicas erupciones de basaltos alcalinos que forman estratovolcanes y conos cineríticos.
51

Pequeños bolsones de magmas producidos por escasos porcentajes de fusión parcial (1-5%)
emplazarían lavas peralcalinas y exóticas, que explicarían las recientes erupciones de diatremas de
nefelinita, melilitita y basanita en la isla Oahu, que fue un hot spot como Hawai hace 4,8 Ma. El Mauna Loa es
uno de los cinco grandes volcanes de escudo que coalescieron para formar la isla Hawai y alcanza una
altitud de 4.170 m. Sin embargo, toda la isla descansa sobre un pedestal sumergido de más de 5 km de
espesor, el Mauna Loa es el más grande volcán activo terrestre y el extinto Mauna Kea, algo más alto (de
4.400 m), son los edificios montañosos más altos de la Tierra, con sus 9-9,5 km de altura superan fácilmente
al Monte Everest. En el Tema 12 se verá que los más grandes volcanes de escudo terrestres son unas
meras colinas comparados con los que se hallan en otros cuerpos planetarios, en especial en Marte.
Las lavas de Hawai pertenecen pues a dos series ígneas diferentes. Las tholeíticas (OIT) consisten de
basaltos afíricos casi sin diferenciados félsicos; las alcalinas (OIA), consisten de basalto alcalino y sus
productos de diferenciación de series sódicas: hawaita, mugearita, fonolita y traquita. Existen también
algunas raras rocas máficas peralcalinas, como nefelinitas y basanitas, pero el basalto tholeítico comprende
más del 98% volumen de las lavas hawaianas. Otras cadenas o archipiélagos de islas oceánicas, como
Tuamotú, Canarias, Azores, Pascua, etc., no contienen rocas tholeíticas, sino alcalinas o peralcalinas, K o
Na. Esto se puede explicar de dos maneras: o bien las rocas tholeíticas se hallan cubiertas por abundantes
flujos alcalinos; o la pluma mantelar que las generó no tenía suficiente fuerza calórica para producir altos
porcentajes de fusión parcial, generando sólo rocas alcalinas o peralcalinas. Algunas islas en el Atlántico,
como Azores, Canarias, Cabo Verde, Fernando da Noronha, Trinidade, Tristán da Cunha, Ascensión, Santa
Elena, etc., y otras en el océano Índico (Reunión, Mauricio, Kerguelen) contienen sólo suites alcalinas,
incluyendo raras rocas ultrapotásicas con leucita, melilititas e incluso, carbonatitas (Cabo Verde): todas
parecen haber sido originadas por plumas mantelares más débiles que las de Hawai o de Islandia.
Otras veces, como ha ocurrido en el Atlántico norte, los puntos calientes sobre la dorsal han quedado
lejos de ésta, debido a la migración de la propia dorsal, como es el caso de las islas Madeira, Cabo Verde y
Canarias. La migración de la dorsal Atlántica se debe a que no existen zonas de subducción en su periferia,
de modo que la corteza oceánica generada hacia el este de la misma no puede ser acomodada sino
moviendo la propia dorsal hacia el oeste. Dorsales y arcos migratorios son conceptos relativamente recientes
en tectónica de placas.

B) Puntos calientes intracontinentales: valles rift y aulacógenos (Fig. 9-43)


Un punto caliente intracontinental (como los que abundan en África), o el de Yellowstone, en el NO de
Norteamérica, tiene un comportamiento muy diferente al de uno intraoceánico. Dado que los bloques
continentales se mueven lentamente o están casi fijos con respecto al manto no es fácil observar
alineaciones de zonas volcánicas como ocurre en la corteza oceánica. El domo epirogénico causado por el
ascenso de la astenosfera produce un arqueamiento de la corteza continental que causa una gran tensión
(Fig. 9-43a). Si la tensión supera el límite de ruptura de las rocas o el lugar presenta antiguas zonas de
debilidad (grandes fallas o antiguas zonas de sutura) la corteza se fractura, a menudo a modo de unión triple,
con tres valles rift, a unos 120º entre sí, convergiendo sobre el punto caliente (Fig. 9-43b). Si la expansión
continúa los tres rifts pueden dar origen a sendas dorsales centroceánicas, aunque comúnmente uno de ellos
es abortado y los otros dos coalescen para formar segmentos de dorsal (Fig. 9-43d,e).
A finales del Pérmico los bloques continentales constituían un único y gran supercontinente, Pangea,
formado por la sutura de las Américas, Eurasia, África, India, Antártida y Australia. Durante el Jurásico se
generaron vastos sistemas de rifts que causaron la separación de diferentes fragmentos continentales,
desde hace 225 Ma hasta el presente, creando la geografía que existe hoy en día. En los sitios donde la
expansión procedió en los tres brazos se generaron fragmentos continentales de forma triangular, como India
y África, en el punto triple de las dorsales Índica y Antártida (Fig. 9-43d). Donde la expansión procedió sólo en
dos de los brazos, ambos coalescieron formando segmentos de una misma dorsal, quedando el tercer brazo
como rift abortado o aulacógeno, definido como una cuenca longitudinal que se extiende casi
perpendicularmente desde un margen pasivo hacia el interior del bloque continental (Fig. 9-43h). Existen
aulacógenos en el Escudo Canadiense, con edades de 1.800 Ma, Mesoproterozoico.
La dorsal formada creará una nueva cuenca oceánica, con dos márgenes pasivos divergentes. Si los
movimientos convectivos en el manto cambian de dirección o de lugar, es posible que la zona de expansión
se transforme en una de compresión, dando a lugar a un margen activo sobre uno de los dos continentes
(Figs. 9-43f). Al consumirse la corteza oceánica antes generada se llega a subducir la dorsal misma debajo
del margen activo (Fig. 9-43f,g). Los dos continentes entran en colisión, formando un cinturón orogénico
colisional, que podrá tener varios aulacógenos casi ortogonales a él.
52

Fig. 9-43. Esquema mostrando la formación y


evolución de un aulacógeno.
(a) Formación de un domo epirogénico
amplio en corteza continental, debido a la
acción de una pluma astenosférica situada
debajo de la litosfera continental; el domo
está coronado por volcanes de series
alcalinas y exóticas, incluyendo carbonatitas
y kimberlitas.
(b) Ruptura del amplio domo epirogénico
generando una unión triple rift-rift-rift.
(c) Coalescencia de dos rifts o brazos
activos para formar segmentos de una
misma dorsal, mientras que el tercer brazo
es abortado, quedando como una muesca
cuneiforme en el margen pasivo generado.
(d) Posible alternativa para formar una unión
triple dorsal-dorsal-dorsal (DDD).
(e) Expansión y evolución de la cuenca
oceánica generada en (c).
(f) Posible evolución de la unión triple DDD
en (d), para generar una zona de subducción
de tipo margen activo en la cual la propia
dorsal será destruida. (g) Formación de una
zona de subducción en (e) donde la dorsal y
toda la corteza oceánica serán destruidas
dando origen a una sutura continental; el
brazo abortado constituirá un aulacógeno.
(h) Etapa final del ciclo mostrando un
complejo cinturón colisional, donde el
aulacógeno sufre una deformación
diferencial: más deformación en sus partes
más cercanas a la colisión, menos en las
partes más alejadas. Las partes más
cercanas a la sutura pueden ser
sobrecorridas por las napas de antepaís
generadas detrás del cinturón orogénico
colisional.
No está claro el motivo de la formación de
puntos triples donde los tres brazos no se
hallan a 120º entre sí: es posible que
antiguas zonas de debilidad del basamento
precámbrico continental tengan una fuerte
influencia en la dirección del fracturamiento.
Tampoco se entienden muy bien las razones
por las que un margen pasivo se transforma
en uno activo: la enorme acumulación de
sedimentos plataformales y deltaicos en el
margen pasivo forma terrazas progradantes
que invaden a la corteza oceánica aledaña al
continente; la subsidencia isostática allí es
de tal magnitud que puede hundir la corteza
oceánica a más de 30 km de profundidad,
donde puede comenzar la transformación de
la anfibolita oceánica a eclogita. El aumento
en la densidad de la placa oceánica al
eclogitizarse, al parecer podría ser suficiente
para comenzar la subducción.
Modificado de Dickinson (1982).
53

Cuando el océano formado no se cierra los aulacógenos se hallarán en los márgenes pasivos divergentes,
constituyendo puntos álgidos para el drenaje de ambos continentes (Fig. 9-43c), siendo frecuentemente
asiento de grandes deltas (río Níger, en la costa W de África; río Amazonas, en la costa E de Sudamérica).
La secuencia de eventos desde la apertura de un nuevo océano (por fracturamiento de un continente),
seguida del cierre de dicho océano y su dorsal por subducción, que finaliza con la formación de un cinturón
colisional, se denomina CICLO TECTÓNICO DE WILSON, en honor a Tuzo Wilson, uno de los pioneros de la
tectónica global y el primero en proponer la hipótesis de los puntos calientes para explicar el origen de las
cadenas de islas oceánicas en el Pacífico. El ciclo de Wilson, a la escala continental, con la apertura y el
cierre de una gran cuenca oceánica, puede durar unos 300-500 Ma, dependiendo del tamaño de la cuenca
oceánica generada y de la velocidad a la que la litosfera oceánica es creada o subducida debajo de uno o
ambos márgenes continentales. En las cuencas marginales producidas por la expansión retro-arco el ciclo
suele ser mucho más corto, entre 50-100 Ma, dependiendo de los mismos factores antes mencionados.

Magmatismo en zonas intraplaca continental: rifts, aulacógenos y puntos calientes

El magmatismo asociado a rifts, aulacógenos y puntos calientes intracontinentales es fuertemente alcalino


o tholeítico, estando notoriamente ausentes las series calco-alcalinas. Son frecuentes los magmas exóticos,
incluyendo melilíticos, ultrapotásicos, basaníticos, carbonatíticos y kimberlíticos, generados a más de 100 km
de profundidad por pequeños porcentajes de fusión parcial de un manto superior anómalo, enriquecido en
volátiles (H2O, CO2) y/o elementos incompatibles, como K, Nb, Ta, Ti, Th y U (Fig. 9-44). Los valles rift
africanos son buen ejemplo de esto (Fig. 9-45). También son características de los rifts y los aulacógenos las
asociaciones bimodales basalto-riolita o basalto alcalino/traquita. Evidencias geofísicas demuestran la
existencia de diapiros de astenosfera caliente y de baja densidad debajo de los ejes de los rifts (astenolitos).
La fusión parcial de estos diapiros puede generar magmas basálticos, Th o A, como se vio antes. Sin
embargo, la elevada temperatura en la base de la corteza del rift, especialmente debajo del bloque hundido
central, puede causar fusión parcial de rocas continentales en condiciones bastante anhidras, generando
riolitas u otros magmas félsicos. En uno de los rifts mejor documentados, el de Etiopía, la secuencia de rifting
comprendió cuatro etapas sucesivas, desde el Mioceno al Reciente:
-GENERACIÓN DE MAGMAS EXÓTICOS: nefelinitas, leucititas, carbonatitas y kimberlitas, debida a la fusión incipiente (de
1-5% de fusión parcial) de manto anómalo (enriquecido) a gran profundidad;
-GENERACIÓN DE BASALTOS ALCALINOS y sus productos de fraccionamiento (fonolitas, traquitas), asociada a un
levantamiento dómico (epirogénico) de 2 km de altura y 1.000 km de diámetro. Representan los productos de
moderados porcentajes de fusión parcial del manto (5-20%).
-GENERACIÓN DE MAGMAS FÉLSICOS (traquitas y riolitas), debida al hundimiento del bloque granítico del graben
central y su posterior anatexis bajo elevados gradientes geotérmicos.
-GENERACIÓN DE MAGMAS THOLEÍTICOS: mesetas de basalto continentales o basaltos de inundación. Representan
productos recientes de mayores porcentajes de fusión parcial del manto (20-30%).

Volumétricamente los basaltos tholeíticos son las rocas más importantes y las más recientes. Los flujos
de basalto de la Meseta Etíope cubren una extensión de más de 1.000.000 km2, con un espesor de 3-4 km
de lava, alcanzando los 2.500-3.000 m s.n.m. (la capital de Etiopía, Addis Abeba, se halla en este altiplano, a
2.500 m de altitud, es como una Bogotá africana). Los magmas exóticos forman pequeños plutones o
extrusiones y a menudo complejos anulares de 3-4 km de diámetro; los magmas félsicos finales pueden
formar horizontes de tobas, domos riolíticos/traquíticos o lacolitos.
La hipótesis inicialmente propuesta para explicar las riolitas asociadas a los basaltos evocaba procesos
de diferenciación debidos a la inmiscibilidad de líquidos máficos y félsicos al descender la temperatura. Sin
embargo, la evidencia geoquímica y la diferencia en la relación isotópica (87Sr/86Sr)0 parece descartar que
estos magmas sean consanguíneos. Las riolitas provienen probablemente de la anatexis de rocas corticales
antiguas, no de la diferenciación del basalto tholeítico, pues arrojan valores muy elevados de (87Sr/86Sr)0 que
indican un origen continental y no mantelar.
Para comprender mejor los procesos petrogenéticos que ocurren en los valles rifts es conveniente
analizar el diagrama de fases de la peridotita hidratada y carbonatada, propuesto por Wyllie (1995), que se
muestra en la Fig. 9-44a. La recta gruesa en la esquina superior derecha del diagrama indica el solidus de la
peridotita anhidra, que como es sabido no puede ser alcanzado por la geoterma continental, que se muestra
como una curva punteada fina. La adición de volátiles, H2O y/o CO2, deprime notablemente el solidus y
genera dos solidus distintos: uno para peridotita saturada en H2O (curva punteada gruesa) y otro para
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peridotita con H2O + CO2. El primer solidus coincide (3) con el segundo hasta una profundidad 125 km, luego
ambas curvas se separan notablemente. Es notable la extraña forma que adquiere el solidus con ambos
volátiles, que deja un campo V donde el vapor es exsuelto del magma, dejándolo disponible para causar
profundos efectos metasomáticos en la base de la litósfera continental. Por debajo de los 200 km de
profundidad la geoterma continental penetra en el campo de fusión de la peridotita metasomatizada, creando
una zona de fusión parcial o incipiente - rayado fino entre (2) y (3), en la Fig. 9-44a. Desde (2) surgen diapiros
que comienzan a ascender adiabáticamente (flecha gruesa blanca). Los diapiros creados en la zona de
fusión parcial se topan con esta curva en el punto Q (4), donde ocurre la exsolución de los volátiles.

(a) (b)

Figure 9-44. a) Diagrama de fases de la lherzolita mantelar por debajo de una zona de rift continental. Curva
solidus (línea gruesa) para lherzolita con CO2-H2O, en una relación fija de CO2 / (H2O + CO2) = 0,8. Curva solidus
para lherzolita saturada en H2O (curva gruesa punteada). Se muestran también la geoterma continental como
una curva punteada fina, la transición diamante/grafito, el MOHO continental y el límite litósfera/astenósfera. Hbl:
hornblenda-pargasita; Flog: flogopita; V: vapor. b) Esquema del magmatismo exótico en una zona de rift
continental. Los números del 1 al 4 representan situaciones iguales en ambas figuras. Más explicaciones en el
texto. Modificado de Wyllie (1989).

La Fig. 9-44b muestra en paralelo con el diagrama de fases los procesos petrogenéticos que pueden
ocurrir en el manto. Una amplia zona de fusión parcial (segmentos ondulantes) abarca una extensa porción
del manto sublitosférico donde se segregan magmas (en negro) y fluidos de varios tipos (puntos) y a distintas
profundidades. En las partes debajo del rift, donde la litósfera es más delgada son segregados varios tipos de
magmas máficos alcalinos que ascienden adiabáticamente hasta alcanzar unos 75 km de profundidad,
donde serían exsueltos los volátiles que contenían (punto 4). Estos volátiles metasomatizan al manto
litosférico generando condiciones de fusión parcial adecuadas para segregar magmas nefeliníticos y
carbonatíticos que son emplazados en el rift suprayacente. En las partes distales del rift, donde la litósfera
posee una profunda raíz, fluidos metasomáticos crean las condiciones para la generación de magmas
kimberlíticos que ascienden rápidamente a la superficie de los bloques cratónicos. Algunas kimberlitas no
logran ascender, y sólo aquellas que se generan y ascienden desde más de 140 km de profundidad serán
diamantíferas. Contrariamente a lo que se creía antes las kimberlitas no son emplazadas en el graben central
de los valles rift, sino más bien en las zonas de litosfera gruesa situadas lejos de la zona de extensión
cortical, típicamente a unos 5º geográficos, es decir, unos 550 km. En vez las rocas peralcalinas y
carbonatíticas sí son emplazadas en las zonas de mayor extensión cortical. A estas etapas iniciales les
siguen etapas donde los porcentajes de fusión parcial alcanzan más del 20-30%, generándose enormes
volúmenes de basaltos tholeíticos, típicamente erupcionados como inundaciones, mesetas o extensos flujos
basálticos, mantos de diabasa, o emplazados como plutones gabroides estratiformes (lopolitos).
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Fig. 9-45. Magmatismo anorogénico intraplaca de Terciario a Reciente en el sistema de valles rift del este de
África. Existen dos rifts principales, el Occidental (Western Rift) y el Oriental (Eastern Rift). El Occidental parece
estar más evolucionado y tiene vulcanismo activo hoy en día (volcán Nyiragongo), el Oriental tiene grandes
estratovolcanes extintos (Kilimanjaro, mtes. Kenia y Usumbara), estando activo solo el extraordinario volcán de
natrocarbonatita Oldoinyo Lengai, en Tanzania. En el piso de los graben principales son comunes grandes
lagos longitudinales, muy profundos, sobre todo en el Rift Occidental, el más activo. Carbonatitas, kimberlitas,
basanitas, nefelinitas, melilititas y rocas asociadas abundan en ambos rifts, pero sobre todo en los campos
volcánicos de Toro y Ankole, en Uganda, donde ocurren raras rocas ultra-K, con kalsilita: uganditas y madupitas.
Nótese la gran extensión que abarcan los flujos de basalto alcalino y tholeítico Terciario-Recientes, sobre todo
en el Rift Oriental y en Etiopía (Escala: 5º  550 km). Tomado y modificado de Mitchell y Garson (1982).
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Otra zona importante y bien estudiada de vulcanismo intraplaca lo constituye el punto caliente de
Yellowstone, en el NO de USA. Un fuerte punto caliente fijo subcontinental, que ha estado activo desde hace
al menos 16 Ma, ha producido una zona alargada de unos 1.000 km de vulcanismo intraplaca debido al lento
movimiento hacia el oeste de la placa Norteamericana de unos 2 cm/año, que es propulsado por la
expansión de la dorsal Atlántica (ver Fig. 9-46a). Pero este vulcanismo no se caracteriza por volcanes de
escudo como los de Hawai, sino por una combinación de inundaciones de basalto y erupciones riolíticas que
han generado un cinturón de enormes calderas de explosión y colapso, con un intervalo de unos 700.000
años entre sí (Fig. 9-18a). La última de estas grandes calderas es la de Yellowstone, de 40 km x 30 km, pero
la cadena de calderas comienza en el monte Mc.Dermitt, en el norte de Nevada. Asociada a la caldera de
Yellowstone se halla la llanura basáltica del río Snake, una enorme inundación de lava basáltica que alcanza
los 15.000 km2 de extensión, cuya última actividad se registró en el siglo XVIII.
La actividad volcánica en Yellowstone ha generado una intensa circulación hidrotermal que ha hecho
famoso este lugar, declarado como el primer parque nacional en el mundo a finales del siglo XIX. Existen allí
centenares de fuentes termales de gran colorido, géiseres, terrazas de travertino, fumarolas, estanques de
lodo caliente, etc., en fin, toda una variada colección de manifestaciones hidrotermales que han hecho del
lugar una atracción turística al nivel mundial. Además la parte más profunda de la caldera está ocupada por
el lago Yellowstone, y por los acantilados de lava se precipitan enormes saltos de agua. La riolita o toba
riolítica de este lugar ha meteorizado con un color amarillo mostaza, de ahí el nombre del lugar: piedra
amarilla, yellow stone. Se trata de una típica asociación bimodal, donde el basalto es de origen mantelar,
pero la riolita, según los modelos más recientes, proviene de la fusión parcial de material granítico en la base
de la corteza continental de Norteamérica, provocada por la presencia un colchón de magma basáltico
subyacente que la calienta e hidrata hasta alcanzar el punto de fusión (Fig. 9-46b).

(a) (b)
Fig. 9-46. Alineación de calderas generadas por la migración dela placa Norteamericana sobre el punto caliente
de Yellowstone desde hace 16 Ma. La primera caldera, Mc. Dermitt, se halla actualmente a unos 1.000 km del
punto caliente. Las erupciones supervolcánicas ocurrieron con intervalos de unos 700.000 años, siendo la
última la de la caldera de Yellowstone. b Modelo que explica la erupción de riolitas en la caldera de Yellowstone:
un colchón de magma basáltico subcontinental generado por fusión parcial en el punto caliente astenosférico
genera fusión parcial de la corteza continental formando una enorme cámara de magma félsico debajo de la
caldera.

Sin embargo, Yellowstone tiene un pasado ominoso, la última erupción explosiva generó una nube de
cenizas volcánicas que cubrió casi la mitad de Norteamérica con decenas de metros de toba riolítica, produjo
flujos piroclásticos que se explayaron hasta a 100 km de la caldera principal, y causó una enorme mortandad
de animales y plantas, durante el Pleistoceno, hace unos 630.000 años. Los geólogos están pendientes de
monitorear este llamado supervolcán, registran su sismicidad para así poder detectar cualquier indicio de
una erupción, dada la peligrosidad que reviste para el mundo actual un evento tan catastrófico como ese. Los
súpervolcanes como Yellowstone son característicos de terrenos continentales, están asociados no solo a
puntos calientes, sino también a márgenes activos, como los de Indonesia o los Andes Centrales (Perú-
Chile). En ellos es imposible “ver” ningún volcán, pues las erupciones solo dejan inmensas calderas casi
siempre ocupadas por profundos lagos. Sin embargo los enormes espesores de piroclásticos y tobas que
rodean estas calderas evidencian los violentos fenómenos volcánicos que allí ocurrieron.

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