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Olivia Ojeda Cortés

2 curso de interpretación

¿Quién es el actor de hoy para ti? ¿Es un simple ejecutor de


escena o algo más? ¿Qué repercusión tiene en la sociedad de hoy?
¿O, tal vez, no la tiene?

En mi opinión, un actor debería ser capaz de cumplir cuatro funciones en la


actualidad.

En primer lugar, enfocándonos en el aspecto social, no creo en un “actor


moral”, pero sí en un actor crítico y ético. Es decir, alejándonos de morales y
doctrinas a las que nos acogemos, el teatro debería ser un lugar de
replanteamiento, de porqués y de protesta: ¿qué es bueno y por qué lo es?
y ¿existe “lo malo”? Partiendo de la base desde la que se debe defender y
no juzgar a un personaje, ésta frontera comienza difuminarse, siendo
transportaba a cualquier situación actual, persona, ley o patio de butacas.
Recurriendo a Genet: “Todas las formas de gobierno moderno son
sordamente teatrales […] pero hay un lugar en el mundo donde la teatralidad
no oculta ningún poder: el teatro”

El actor es comunicador ante todo, y en un espacio (de forma idealista) libre


como lo debiera ser el teatro, tiene la función de hacer de espejo, sin miedo,
allí donde no se suele mirar.

Muchas veces se considera “lo artístico” enemigo de “lo popular”, pero la


unión de ambas conforma lo que yo defendería como los pilares del teatro.

No creo en el arte por el arte y tampoco pienso que sea una conclusión que
pueda ayudar al actor. La reflexión sería “vamos a llenarnos de barro para
hacer un ramo, pero traeremos flores a casa”. El actor ,al fin y al cabo, es
artista. Es artista del cuerpo, de la voz, de imágenes y de palabras, y como
tal también crea, es consciente de lo que hace y en base a la obra y junto al
director da forma a cierta estética (o antiestética) que acompaña al resultado
conjunto (un código común podría llamarlo, siendo simbólico, surrealista,
naturalista, metafórico…).

No hay lienzo más allá del escenario y el cuerpo, ni hay partitura ni cincel
que no sean palabras. El resultado es siempre efímero. Por mucho que se
intente revivir el proceso no hay dos funciones iguales. Dada la época en la
que vivimos donde todo es alcanzable y repetible, más que perjudicial lo
plantearía como parte del gran encanto.

La tercera función que creo importante sería la del recuerdo. Plantear que el
teatro es memoria, ya sea pasada, colectiva, individual o especulativa y
futura.

Al final, empatizamos con el personaje que podamos trabajar o con la


función que estemos viendo por asociaciones de experiencias o
sentimientos que se asemejan a los de nuestras propias vidas. El actor tiene
la tarea de revivir lo que hemos olvidado o dejado de mirar.

Y la última, haciendo unión con todas (y para mí la más importante) sería la


pureza, por llamarlo de alguna forma, del actor.

Y con “pureza del actor” no hablo del individuo en sí, sino de la sinceridad
de éste al encarnar a otra persona.

Si Stella no se siente realmente feliz con su vida en la casa de los Campos


Elíseos todos pensarán que merece algo mejor y la obra acabaría con una
mudanza un divorcio. Si Laura Wingfield no echase a temblar cada vez que
Jim se acerca a ella, nadie lamentaría que existiera Betty. Si yo, Clara, no
intento huir de Solange, el miedo no existe.

Si no crees realmente en lo que está haciendo, si tu cuerpo no te sigue en


intenciones, si no te desprendes del ego ni sabes por qué dices (o no dices)
cada cosa en cada momento, terminas mostrándote a ti. Y si el teatro sigue
vivo creo que es realmente por el resultado contrario: el mundo sigue
necesitando ver cosas de verdad. Necesita de historias, de amor, de locura,
de miedo y de pasión encarnadas en otros.

Todo es un pacto silencioso que se mantiene después de siglos y siglos: yo,


público, te voy a dar mi tiempo y mi escucha. Si lloras voy a llorar contigo, si
ríes puede que también, y aunque esto sean solo butacas, escenario y actor,
si tú vas a creer en tu actuación yo te voy a acompañar.

Concluyendo. Para mi el actor de hoy seria comunicador, artista, memoria y


pureza o sinceridad. Todo alejado del concepto de actor como marioneta.
Sin conciencia, trabajo, empatía y creatividad (además de evidentemente
una visión externa del director) no hay actor. Y estas no son características
que yo le atribuiría a una marioneta.

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