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Alumna: ARANTXA IBISATE PEREZ Diciembre 2012

INTRODUCCION A LA SOCIOLOGIA – Trabajo Final – Opción A


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En principio, identificar que los datos y gráficos presentados en el documento


de trabajo, reflejan diferentes variables sociales que podemos resumir en
tres: población, recursos (incluida alimentación) y medio ambiente. Los
valores (medición) de estas variables tienen significado por si mismos pero,
sobre todo, interesa su evolución en el tiempo, tanto empírica como estimada
(proyecciones) y la profunda interrelación que presentan, por lo que su
análisis puede realizarse de forma individual, cada variable, y/o
correlacionándola con las demás reflejadas, tanto en sus valores actuales
como en sus tendencias.

Las variables expuestas y sus valores reflejan los profundos cambios sociales
que las provocan, en su origen y, a su vez, la incidencia que su evolución
produce en la aceleración de los cambios, sobre los que actúan de
catalizadores.

Las situaciones que recogen los datos y su análisis entran de lleno en el


campo de la Sociología ya que implican la investigación de los procesos
sociales mundiales, es decir, el cambio social. Está en el ámbito que reflejaba
Comte, en cuanto esta perspectiva sociológica genera nuevos conocimientos
sobre la Sociedad, con base en datos científicos. Bajo esa perspectiva provoca
una toma de conciencia a través de una manera de entender, de una forma
crítica, los fenómenos sociales que la información refleja. También actúa bajo
la perspectiva sociológica de ir de lo particular (hechos concretos en países y
en momentos específicos) a lo general (proyecciones a nivel mundial y
previsiones o tendencias hacia el futuro).

También esta perspectiva ayuda a apreciar las limitaciones y oportunidades


que condicionan y condicionarán nuestras vidas, animándonos a participar
más activamente en la Sociedad para perseguir el cambio social.

Siguiendo a Lee, Newby y Craib, la teoría sociológica aporta sistemática a la


exposición de cómo y por qué se relacionan ciertos hechos específicos. En
esta teoría y entre los paradigmas emergentes, el del conflicto es el que nos
parece más aplicable, en esta reflexión, a la situación social que reflejan los
gráficos y los datos. Aquí, el conflicto presente y su proyección futura está
basado en la difícil compatibilidad entre una población mundial en continuo
crecimiento y unos recursos no ilimitados. Ya en el año 2000 la población
mundial era 2,4 veces superior a la de 50 años antes y la previsión es que en
el año 2050 suponga un 50% más que la del año 2000. En resumen, una
población que en el siglo XX casi triplicó (6.120 millones de personas) la que
existía al final del siglo XIX (1.650 millones) y que en siglo y medio (1900 a
2050) será 4,6 veces mayor, pasando de 1.650 millones de personas (año
1900) a 9.190 millones (2050).
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Y el conflicto aumenta al verificar que, no solo crece la población a ritmos


insostenibles sino que el avance social y el crecimiento económico han
estimulado la demanda de recursos y productos (commodities), provocando
su aumento de precio al superar –en la práctica- la oferta de los mismos,
como pude observarse en los gráficos de la CRB.

Otro conflicto que también produce cambios sociales y que se relaciona con el
anterior es el provocado, paradójicamente, por el proceso de disminución de
la desigualdad social en los países en vías de desarrollo y referido a la
alimentación. La mejora de las condiciones económicas y sociales provoca el
aumento de las necesidades (demanda) de commodities así como la adopción
de dietas altas en proteínas de origen animal, lo que se traduce en una mayor
necesidad de agua para el ganado y para regadío a la vez que han de
dedicarse cada vez más hectáreas de terreno como tierra de cultivo, para
aumentar la producción de cereales y vegetales. Además, la mejora general
en la alimentación humana y en los países de mayor población (China, India)
exige el consumo de mayor número de calorías por persona y día con origen,
tanto de productos vegetales como de productos animales: éstos, aunque aún
minoritarios en la dieta alimentaria de estos países, tienen mayor ritmo de
crecimiento en su consumo.

Por último, entre las variables expuestas aparece el conflicto provocado por el
fuerte incremento del número de vehículos (coches) por países, acelerado por
la doble circunstancia del aumento de la población y de la mejora de sus
condiciones económicas y sociales, además del deseo del “símbolo” coche. Ese
hecho, que tiene una lectura positiva en la mera consideración del
crecimiento, produce un enorme daño real en el medio ambiente que se ve
afectado muy negativamente por el aumento del CO2 lanzado a la atmósfera
debido a la quema de combustible (gasolina, gasóleo) que producen cada vez
más vehículos. Los propios datos aportados indican que, en la hipótesis de un
número de vehículos en China e India similar al que resulta de aplicar las
tasas de propietarios de coches en EE.UU., en estos países el número de
coches se multiplicaría por 31 veces (China) y por 55 veces (India), con las
repercusiones negativas que estos aumentos tendrían para el medio ambiente
atmosférico y sus consecuencias conocidas sobre la salud y el bienestar de su
población y del conjunto de la humanidad. Y estas hipótesis no son
descabelladas ya que la tendencia actual y futura es la de disminuir la brecha
existente en el total de vehículos por países de forma que, aunque no lleguen
al nivel de los EE.UU., crecen más rápido que estos y se aproximan con ritmo
elevado.

Todas las situaciones expuestas se pueden analizar bajo la perspectiva global


que aporta le Sociología y que permite estudiar el fenómeno de la
globalización o interconectividad creciente en las sociedades. Por otro lado,
los valores manejados y los conceptos utilizados, corresponden a la
interpretación de los datos sociológicos de las variables seleccionadas y de las
mediciones realizadas, todas ellas con los niveles de fiabilidad y validez de la
medición que permiten su utilización en la investigación sociológica posterior.
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De lo visto hasta ahora se deduce la necesidad y la urgencia de que la


sociedad mundial, sean cuales sean sus valores y sus culturas, debe abordar
la evolución sociocultural necesaria a través de un proceso de cambio, como
resultado de la información que se posee y de la disponibilidad de nuevas
tecnologías. Siguiendo a Weber, podemos esperar que el pensamiento
racional que subyace bajo la sociedad moderna, promueva los cambios
sociales necesarios.

También podemos apoyarnos en Durkheim y fomentar que la solidaridad


social ayude a la evolución del mundo actual y futuro, cambiando las pautas
sociales que generan efectos negativos, que hemos analizado. Según el
trabajo de Lenski, nuestra sociedad actual es del tipo post-industrial, que Bell
identificaba con las tecnologías vinculadas con los ordenadores que sustentan
nuestra economía basada en la información.

Entendemos que esta evolución social necesaria no se producirá como


resultado del conflicto social, tal como entendía Marx, sino a través de la
racionalización de la Sociedad apoyada en la racionalidad que demanda el
cálculo más eficaz y eficiente de cómo lograr el objetivo buscado, que no es
otro que romper las inercias de los hechos y el fatalismo de las consecuencias
actuando sobre las realidades negativas conocidas y exigiéndonos resultados
en los valores necesarios de las variables y en los plazos perentorios que
exige la situación insostenible de partida. Creemos que en este proceso, difícil
y lento, han de ponerse en juego tanto lo que Durkheim identificaba como
solidaridad mecánica, basada en moralidad compartida (porque también es
moral el problema), como en la solidaridad orgánica, basada en la
especialización, por la complejidad de los cambios a abordar.

Además del cambio social es preciso, para alcanzar los objetivos planteados,
un cambio cultural, entendido como cambios en los diseños de formas de vida
así como nuevas prácticas culturales o modos de acción, según Bourdieu. Es
preciso aprovechar el poder creativo de los seres humanos y apoyarse en la
evidencia de que únicamente los seres humanos producen, y por tanto,
dependen de la cultura para asegurar la supervivencia de los suyos. Ese
cambio cultural debe incorporar a todos los componentes principales de la
cultura: los símbolos (fundamentales en lo que se identifica externamente
como desarrollo), el lenguaje (nivel de vida “humano”), los valores (el
anticonsumismo, por ejemplo), las normas (incluso legales) y la cultura
material (los “artefactos”).

Todo el enfoque y el proceso expuestos, tanto actuales como hacia el futuro,


encajan en la macrosociología, como estudio de la Sociedad a gran escala. De
hecho, los fenómenos del crecimiento de la población, de las dietas
alimentarias más calóricas y de los recursos limitados, siguen una escala
planetaria. Y dado el punto de partida de la situación actual y de la tendencia
de esas variables, es precisa la construcción social de una realidad (Berger y
Luckmann) basada en la interacción social a diferentes niveles: individuales,
nacionales e internacionales. Esa nueva realidad social es posible abordando
una socialización diferente a la vivida hasta ahora, de forma que la
experiencia social sea vital y consiga que los individuos practiquemos normas
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de interacción cotidianas reorientadas y asimilemos nuevas pautas sociales


que correspondan a nuevas características de las culturas correctas
elaboradas: respecto al crecimiento, al consumo, a la naturaleza, etc. Un
enfoque posible para esa evolución puede basarse en el conductismo social,
afectando a la conducta hacia el exterior (Watson) como a la capacidad
humana para la reflexión y para ponerse en el lugar de los demás (M. Mead).
Y un objetivo plausible sería adquirir una identidad social “ecológica” y “no
consumista”.

La estratificación social y la desigualdad global tienen también su papel en los


problemas del incremento excesivo de la población mundial y en el aumento
desequilibrado de la demanda de recursos, ya que se integran entre los
factores de la pobreza mundial. La presión creciente sobre el aumento de las
tierras de cultivo se agrava porque la agricultura es la producción básica de
los países pobres, con muy bajas tecnologías y productividad en esta
actividad. El aumento de la población parte, también, de que los países con
economías menos desarrolladas son los que tienen los índices de natalidad
más elevados del mundo. Los patrones culturales tradicionales de estos países
les inducen a rechazar los cambios y a prescindir del desarrollo. La
desigualdad de género influye, a su vez, en la natalidad elevada y en el bajo
nivel de vida provocados por la posición social de la mujer. Y el neo-
colonialismo influye en unas nuevas formas de relaciones de poder, a nivel
mundial, y de una explotación económica que crea dependencia de los países
neo-colonizados, decide la actividad agrícola y los precios de las materias
primas, siempre atendiendo a su interés mercantil.

Los países ricos son los que mejor podrían contribuir al desarrollo armónico y
equilibrado de la economía mundial, según la teoría de la modernización,
mediante las acciones de:
- ayudar en el control de la natalidad, tratando el crecimiento de la población
con programas orientados a las mujeres;
- aumentando la producción de alimentos, a través de mayor rendimiento de
la agricultura;
- introduciendo tecnología industrial, transfiriendo tecnología, abordando los
sectores industriales y agrícolas y aumentando la productividad;
- emprendiendo programas de ayuda externa, mediante inversiones,
proyectos, formación, etc.;
En definitiva, abordando y corrigiendo lo que Wallerstein llamó “economía
mundial capitalista” que impone dependencia a los países pobres.

El cambio social, a partir de las situaciones actuales planteadas, debe incluir


de forma prioritaria la protección y el mantenimiento del medio ambiente
natural, gravemente afectado y degradado desde finales del siglo XX. En la
investigación de la situación actual y en las proyecciones de futuro se
evidencia la existencia de una crisis medio ambiental como fenómeno global.
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El medio ambiente natural se refiere a la superficie terrestre y a la atmósfera,


incluyendo los diversos organismos vivos, el aire, el agua, el terreno y otros
recursos necesarios para que la vida continúe. Todos los seres vivos y sus
ambientes están interrelacionados formando el ecosistema. Por eso Lovelock,
defendiendo la hipótesis Gaia, sugiere que el planeta Tierra debería ser
considerado, en sí mismo, un organismo vivo en el cual los humanos y otras
especies juegan, cada uno, un papel fundamental.

Frente al optimismo de la lógica del crecimiento, científicos del medio


ambiente como Milbrath afirman que los recursos naturales como el petróleo,
el aire puro, el agua limpia y el terreno, todos limitados, no pueden ser
reemplazados fácilmente. Podemos agotarlos en nuestro afán de crecimiento
a cualquier precio.

También, en este sentido, los ecologistas insisten en que el crecimiento tiene


que tener límites y enuncian la tesis de los “Límites del crecimiento”: la
humanidad debe llevar a cabo políticas de control del crecimiento de la
producción, de recorte de la producción y de disminución del uso de recursos,
con el fin de evitar el colapso medio ambiental. El modelo informatizado de
los límites del crecimiento (Meadows y otros) calcula el nivel de los recursos
disponibles del planeta, las tasas de crecimiento de la población, la cantidad
de tierra cultivable disponible, los niveles de producción industrial y
alimenticia y la cantidad de sustancias contaminantes expulsadas a la
atmósfera. La conclusión del estudio es que las pautas de vida actuales
(1972) no son sostenibles ni siquiera un siglo más.

Los científicos han buscado las causas principales de los problemas medio-
ambientales (Ehrlich, Commoner y otros), llegando a identificar causas como
el crecimiento de la población (P), la tecnología (T). Esos postulados son
diferentes interpretaciones de la ecuación I=P.A.T (Impacto medio
ambiental= Población.Prosperidad económica (A).Tecnología. Otros científicos
han sugerido más factores como: el sistema económico de producción y
consumo (Schnaiberg, O’Connor), el sistema político y las políticas, el
contexto social, la estratificación social, los procesos de urbanización, las
tradiciones culturales y los valores sociales (sobre los enfoques de Weber), las
actitudes individuales consumistas de los ciudadanos de los países
desarrollados (Assadourian),.. El investigador Erick Assadourian publicó en
2010 un artículo: “Auge y caída de la cultura consumista” en el que, entre
otros aspectos, analiza la “insostenibilidad de los patrones de consumo
actuales”. Tomando sólo un dato de los múltiples que presenta en el estudio,
el “Indicador de Huella Ecológica”, demuestra que la humanidad utiliza
actualmente (2005) los recursos y servicios de 1,3 Tierras.

El enfoque positivo que aporta el investigador se resume en cultivar culturas


de sostenibilidad, cambiando intencionadamente a un paradigma cultural
donde las normas, los símbolos, los valores y las tradiciones promuevan el
consumo suficiente para satisfacer las necesidades de bienestar humano,
mientras que se dedica nuevos esfuerzos a prácticas que ayuden a restaurar
la salud del planeta.
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Con esos objetivos de cambios de paradigmas culturales y sociales, la


aparición y el impulso de movimientos sociales que promuevan el cambio
apoyándolo y presionando para la modificación de normas y valores, es un
elemento fundamental, sobre todo si son movimientos independientes
respecto a los partidos políticos y si son capaces de motivar a los ciudadanos
y otras organizaciones para la acción colectiva y para la participación,
difundiendo marcos de significados ecológicos que sintonicen con los de los
públicos y logren movilizarlos en su defensa, desarrollando y difundiendo
marcos de acción colectiva (Snow y Benford) y logrando que las redes ocultas
de ciudadanos se hagan visibles al entrar en conflicto con las realidades
medioambientales o con las políticas contrarias o insuficientes. En España,
estos movimientos ecologistas son especialmente necesarios para movilizar a
una sociedad caracterizada como estatista: que espera que el Estado le
resuelva los problemas y defienda sus intereses.

Alterando esta percepción, en los últimos años han aparecido o se han


activado organizaciones sociales que han sido capaces de influir en las
controversias sobre medioambiente (entre otras cuestiones). Para ello, como
uno de los elementos, es primordial la comunicación y la auto-comunicación
de masas a través de los medios disponibles con las tecnologías de
información y comunicación (TIC’s), en una sociedad red, sobre la base de la
web global de redes de comunicación horizontal, incluyendo el intercambio
multimodal de mensajes interactivos de muchos a muchos (como ya se hizo
en el 15-M). Todos ellos, instrumentos de una nueva forma de sociedad.

ARANTXA IBISATE PEREZ – Diciembre 2012

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