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PLATÓN
Apuntes para uso privado de los alumnos de Sta. Mª de los Apóstoles, basados en la obra
Cuadernos de COU y Selectividad Historia de la Filosofía de los autores J.M. GARCÍA-MAURIÑO
y J.A. FERNÁNDEZ REVUELTA de la Editorial Alambra Longman, así como en Historia de la
Filosofía de J. SEGOVIA, J. ARROYO, F. NAVARRO, de la editorial Anaya.
Metafísica: ¿Cuál es la esencia de las cosas? Las realidades sensibles, ¿son reales o son copia
de la auténtica realidad? ¿Dónde está la verdadera realidad? ¿Es posible conocerla? ¿Está capacitado el
hombre para conocer la realidad? ¿Qué tipo de conocimiento es el verdadero?, ¿por qué?
Antropología: ¿En qué consiste la esencia del hombre? ¿Es inmortal? ¿Cuál es su
comportamiento ético, su virtud? Política: ¿Cómo debería ser la sociedad? ¿Tiene alguna relación con el
hombre individual? ¿Debe ser clasista la sociedad?
Esta democracia fue fundada en sus principios esenciales por Clístenes, hacia principios del siglo
VI. Clístenes es un estadista ateniense que junto con Solón y Pisístrato edificaron el régimen democrático
de Atenas; lo perfilaron Efialtes y Pericles.
Pericles es hijo de un político importante; hombre de fina y delicada cultura, que puso al servicio
de todos sus ideas políticas: aristócrata de aspecto y de gustos, demócrata por convicción. Determina
gobernar al pueblo por el espíritu y hacer de su patria la Escuela de toda Grecia.
Al morir asesinado Efialtes, jefe del partido demócrata, Pericles se pone al frente de los
demócratas. Fue elegido 15 veces consecutivas, como Jefe de Gobierno, y este largo período le permitió
ser el continuador y consolidador de la democracia ateniense.
Fue el que dio esplendor a la cultura de Atenas: buen estratega, empleó medios pacíficos y levantó
obras culturales y sociales de gran importancia. En Atenas se daban cita arquitectos, historiadores
(Herodoto, Jenofonte), escultores (Fidias), literatos (Sófocles, Esquilo, Eurípides); en su tiempo vivieron
los filósofos (Anaxágoras), los sofistas (Sócrates). Por otra parte, tanto Platón como Aristóteles y
Tucídides estaban en la oposición por sus ideas antidemocráticas.
En la Guerra del Peloponeso se adoptó el plan que Pericles proponía: guarecerse y encerrarse en
las murallas de Atenas (ésta es fuerte en el mar, pero no en tierra) y fortificar el puerto del Pireo. Pero
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viene la peste a la ciudad (430), y le echan la culpa a él y le deponen; ante el avance peloponésico, le
vuelven a elegir, pero ya es tarde: le alcanza la peste y muere como otros tantos atenienses en el año
429.
Fundamentalmente, son las guerras entre dos estados-ciudades: Atenas y Esparta, por el
liderazgo de la Magna Grecia.
Es la lucha entre dos bloques, entre dos formas de entender la sociedad; es la lucha entre la
Democracia y la Aristocracia. La lucha de la tierra contra el mar.
Atenas pretendía propagar la democracia entre sus aliados; Esparta era considerada por todos
como la protectora natural de las aristocracias; Corinto y Megara eran potencias marítimas, y muy ricas,
aliadas de Esparta y celosas contrincantes de Atenas; la enorme fortuna de Corinto fue el principal
enemigo de Atenas.
Por una aparente paradoja, la libre y democrática Atenas representaba a estas alturas un
imperialismo brutal y avasallador; mientras que Esparta pretendía defender la autonomía y libertad de las
ciudades.
Entonces, Atenas se prepara para la guerra con la idea de saldar definitivamente esa cuenta
pendiente desde hacía ya mucho tiempo. Atenas aparece como la mas fuerte, con el genio de Pericles;
pero Esparta es tenaz y dispone de un vasto territorio de aliados capaces de actuar también en el mar.
Gracias a Esparta, por esta vez clarividente, Atenas escapó de la destrucción total que reclamaban
Corinto y Tebas. Atenas perdió su flota, su imperio y sus fortalezas.
Esparta había ganado; venció la Aristocracia a la Democracia. Pero Esparta no estaba preparada
para gobernar las ciudades griegas; este triunfo hace replantearse la nueva orientación política de Atenas.
A raíz del fracaso de Atenas, Esparta quiere gobernar Atenas de modo peculiar, aparentemente
democrático; es elegido un grupo reducido de ciudadanos, presionado por los vencedores espartanos,
para formar un Consejo, destinado a sustituir a la Democracia tradicional.
Este grupo estaba integrado por 51 ciudadanos: 10 se quedan en el Pireo (el puerto fundamental y
centro industrial), 11 en Atenas para el funcionamiento municipal, y 30 se ponen al frente del Gobierno
General: son los Treinta Tiranos.
Llevan una política reaccionaria que se termina en un año, gracias al descontento de la gente, en
general, y a la revuelta popular, liderada por Trasíbulo, que se apodera de nuevo de Atenas y restablece
la Constitución democrática.
3.1.1. Orígenes
Nace en los comienzos de la Guerra del Peloponeso, el 427; su verdadero nombre es Aristocles,
pero le llamaron así por lo ancho (Platys) de sus hombros o de su frente. Pertenece a una familia
aristocrática: por parte de su padre, Ariston, tuvo por antepasados al Rey Codro, a su vez descendiente
del dios Neptuno; por parte de madre, Perictione se llamaba, tiene unos orígenes que se remontan al
legislador Solón, a su vez descendiente de los dioses (Neleo y Neptuno). Haciéndose descendientes de
los dioses, los aristócratas pretenden asegurar su superioridad y el carácter “natural” de su excelencia, o
virtud. Platón siempre estuvo en la cúspide de los regímenes aristocráticos y oligárquicos. Su madre se
casó por segunda vez con el multimillonario Pirilampes.
3.1.2. Formación
Su formación es la de un privilegiado: conoce a Sócrates en el año 407, a sus veinte años, del
que se hace su discípulo incondicional; aprende toda clase de materias, según aparece en su obra De
Republica, como geometría, aritmética, música, gimnasia, arte dialéctica, etc. Sócrates es el hombre al
que más admira en su vida, contempla cómo le quieren imputar un crimen que no cometió, y tiene que ver
condenado al hombre “más bueno y justo que jamás existió”. Este hecho, ocurrido durante el gobierno de
los Treinta Tiranos, influirá profundamente en su vida política.
En este grupo participan Cárrnides y Critias, que eran tíos suyos. Se lleva una desilusión al creer
que iban a sacar a la ciudad de la injusticia y gobernarla correctamente. En su tiempo llevan a los
tribunales a su maestro Sócrates y le condenan a beber la cicuta, acusándole falsamente.
A sus cuarenta años hace su primer viaje a esta ciudad de Sicilia con el ánimo de intervenir en la
política con sus proyectos de reforma. Allí conoce a Dión, que es el cuñado de Dionisio I, el tirano de
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Siracusa; este Dión es ferviente admirador de las doctrinas de Platón. Muere el tirano y le sucede su hijo
Dionisio II. Sigue Dión en la corte y con gran influencia sobre el nuevo tirano; hay grandes sospechas y
revueltas y hace a Platón desistir de este intento. Hace tres viajes (en los años 388, 3ó7, 3ó1) y
comprueba que no tienen éxito sus doctrinas políticas. Entre su primero y su segundo viaje, escribe el
libro De Republica.
Hay una serie de filósofos anteriores que ejercen una cierta influencia en Platón: Heráclito, del
que toma el sentido de la dialéctica; de Pitágoras, la geometría (en la entrada de su Academia escribió:
“No entre nadie en esta Academia que no sepa geometría”); Sócrates, del que toma gran parte de sus
doctrinas y a quien dedica casi todos sus Diálogos; Parménides, en todas sus teorías sobre las Ideas y la
realidad del ser, los cultos órficos, etc. Le preocupará sobre todo la antítesis Heráclito-Parménides para
llegar a una síntesis en la doctrina del conocimiento.
3.1.6. Resumen
3.2. Obras
En éste se refleja el pensamiento pesimista sobre el hombre, la belleza, los mitos; emergen
influencias órfico-pitagóricas, se critica a los sofistas y empiezan las teorías sobre el conocimiento.
Escribe Hipias, Gorgias, Menón, Crátilo, El banquete.
Se desarrollan las famosas teorías sobre las Ideas, su epistemología y organización del Estado y
la dialéctica. Escribe Fedón, Fedro y La República.
Repasa algunas de sus teorías y las corrige o explica, como Las Leyes, Cartas (autobiografía),
Filebo, El político, Timeo, Critias, Teeto, Parménides, El sofista, El Timeo.
Platón enlaza con la problemática de los filósofos anteriores a la vez que intenta dar solución a sus
planteamientos:
• Protágoras: Había afirmado la relatividad del conocimiento (no existe verdad absoluta: cada uno
tiene su propia verdad).
• Heráclito: Las realidades están en un permanente cambio, en un constante fluir, todo es mutable.
• Parménides: La realidad es el ser, un ser estático, inamovible, contrapuesto radicalmente al ser
de Heráclito.
• Sócrates: Es necesario un concepto estable que haga posible la definición y el entendimiento
entre los hombres.
Platón, que hará la primera síntesis de la historia de la Filosofía (síntesis entre Heráclito y
Parménides), se ve obligado a afirmar los conceptos estables, las realidades permanentes al mismo
tiempo que las realidades cambiantes que da el conocimiento sensitivo: en definitiva, una doble realidad
(el mundo de las ideas y el mundo sensible) y un doble conocimiento (el sensitivo y el racional).
Aparece ya en el período de madurez: ¿Qué es lo que dice allí? Hablamos, pensamos y nos parece
que hay algunas cosas que son “buenas”, “justas”, o “bellas” pero también existe el Bien, la Justicia y la
Belleza, en sí mismas, al margen de las cosas concretas que vemos, sentimos o pensamos.
Es decir, además de las cosas existen las Ideas (eidei = ver, mirar), o también los aspectos, los
semblantes, las formas.
Las Ideas no son simplemente conceptos, son Realidades que existen con independencia de las
cosas. Más aún: son la misma Realidad, cada idea es única, eterna, inmutable e inalterable; y sólo es
captable por la inteligencia; se trata de una Realidad inteligible, no sensible, no captada por los sentidos.
Por ejemplo, una cosa es bella, gracias a la Idea de Belleza. Así, Platón duplica el Mundo:
Hay dos maneras de conocer la Verdad (finalidad de todo filósofo): por los sentidos y por la razón.
Intelección y opinión son dos cosas distintas. Cada una de estas fuentes del conocer tiene un objeto
distinto y propio. El objeto de los sentidos es lo concreto, particular, mudable; el objeto del entendimiento
es lo universal, lo estable, lo eterno, consistente. Por los sentidos se llega a la opinión, por la razón se
llega ala ciencia (La República, 476)
Los sentidos se localizan en el cuerpo; la razón es propia del alma. Solamente el alma es capaz de
llegar a conocer las Ideas, a contemplar el Mundo de las Ideas.
Conocimiento Resultados
Objetos
Mundo inteligible Ideas Inteligencia Ciencia
RAZÓN
(cosas, animales)
Apariencias
Sensaciones
El devenir Imágenes Imaginación Lo particular
Nos podemos preguntar si las Ideas que nosotros tenemos en la mente responden a una realidad o
son producto de mi imaginación. Lo que vemos, palpamos, oímos, etc., son cosas particulares, concretas;
¿cuál es la esencia de esas cosas particulares y concretas: del árbol, de la casa, del libro?
Platón responde: lo que hace que el libro sea libro, que la casa sea casa, etc., es la Idea de Libro, la
Idea de Casa, etc. Las cosas no son más que copias, fotografías de la Realidad, son meras apariencias;
lo que es real es la Idea, que es la que da el ser a las cosas.
La Idea no es el mero acto de pensar o saber, no es un conocimiento que se adquiere con el esfuerzo
de la reflexión; las Ideas son preexistentes, algo que ya se tiene; la Idea es algo real, no es nada físico, ni
psíquico, es una Idea real, o una Realidad ideal.
La Idea, en Platón, es la auténtica Realidad, es el “ontos on” (el ser que es), el ser de los seres, la
entraña de todas las cosas, el “ser” del árbol, el “ser” de la casa, del libro. Son Ideas eternas, es decir,
atemporales, van mucho más allá de toda realidad temporal o material.
Sólo el entendimiento es capaz de captar esa Realidad que hay dentro de cada cosa concreta. Una
puesta de sol es un espectáculo bello, pero porque es una copia, una reproducción de la Idea de Belleza
que está más allá de toda cosa bella.
Existe una separación profunda, clara, entre el Mundo de las Ideas y el Mundo de los sentidos; entre
lo visible y material, y lo invisible e ideal; entre conocimiento sensible y conocimiento racional hay un
abismo (jorismós).
El mundo inteligible es el propio de la mente (cosmos noetós); y el mundo de los sentidos sólo llega a
lo concreto (topos oratos), lo que se ve, que se mueve, lo mudable (Fedón, 75 b).
Según Platón, no todas las Ideas tienen el mismo valor: hay ideas subordinadas a otras, Ideas
inferiores, que dependen de otras superiores, las cuales les sirven de soporte y fundamento. Y esas
superiores, a su vez, dependen de otras más elevadas hasta llegar a la cumbre de la pirámide que es la
“Idea de las ideas”, de la que dependen todas las demás. Es el absoluto, que es de otra naturaleza, que
es por sí misma, y se sitúa más allá del ser; es la Idea del Bien en sí.
En el conocimiento sensible, las sensaciones, las percepciones que tenemos de las cosas, son sólo
instrumentos, materiales, para el conocimiento.
Las cosas que veo del mundo sensible, el árbol, el agua, el hombre, etc., no son tales cosas, sino
apariencias, semejanzas, imitaciones, formas de las cosas: lo que percibo en realidad no es el árbol, sino
la forma de árbol (algo arboriforme), la apariencia de árbol. Todo esto son “copias” de la Realidad, son
“eidola”, ideíllas, ideas en pequeño (diminutivo de “eidos”).
Si cuando veo el árbol, lo que en realidad percibo no es el árbol en sí, sino su apariencia; entonces,
¿dónde está la esencia del árbol? El “eidos” del árbol, la Idea de árbol, es lo que le da su consistencia, es
el Ser del árbol; el eidos es, pues, el ser de las cosas, el “ontos on”. La Realidad del mundo sensible está
en las Ideas. El mundo sensible tiene Realidad, consistencia, en cuanto participa del Mundo de las Ideas.
El conjunto de las Ideas, del “eidos”, lo constituye el “cosmos noetós”, el mundo conocido, inteligible,
por la razón, por la “noesis”. El “eidos” es una Realidad permanente, inimitable, eterna, que no puede
existir en este mundo mudable, inseguro, engañoso de los sentidos.
Los “eidos” son entes universales, arquetipos, modelos eternos, formas insuperables, que se
encuentran en el mundo suprasensible, al lado de los dioses. La tarea de los filósofos es sacar a los
hombres del mundo de las apariencias y conducirlos al verdadero ser de las cosas, al Mundo de las Ideas,
el Mundo de la Verdad, el Mundo que Es.
El “eidos” es la Idea de la Realidad y tiene una entidad ontológica, es el Ser de la cosa; pero también
tiene una entidad epistemológica: el “eidos” es lo que capta el entendimiento; y entonces se da la fusión
de lo ontológico con lo epistemológico; la unión del ser con el pensar.
4.5.3. Ideas
Por encima de los eidos, del ser de las cosas, están las “supremas realidades”, que son
absolutamente consistentes, inabarcables, indefinibles. Son las IDEAS con mayúsculas, y solamente son
tres: el Bien, la Belleza, la Justicia. Pero, en la idea de Bien se sostienen todas las demás, y de ella
reciben las otras su consistencia. Es el Ser por excelencia: de él dimana todo, incluso la Belleza y la
Justicia. Platón lo compara con el sol: es como la luz que nos hace ver los objetos sensibles, con el Bien
todo se hace visible y comprensible. Es la Idea de las Ideas: es la cumbre de la pirámide.
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La Idea en sí misma, el Bien en sí, es lo supremo; para cualquier otro ser se necesita un fundamento;
esta Idea del Bien es un ser por sí mismo, tiene consistencia en sí mismo, es de otra naturaleza, se sitúa
por tanto más allá del ser.
La Belleza es la que baña en luz y claridad al mundo de las realidades físicas, a las cuales,
envolviéndolas, las vuelve bellas (El banquete, 212).
La Justicia es la que regula las relaciones entre las partes del alma individual, que son tres (
concupiscible, irascible y racional), junto con el cuerpo social (pueblo, militares y gobernantes) y las tres
virtudes singulares y colectivas (fortaleza, templanza y prudencia).
Se podría hacer esta pregunta: ¿Cómo llega el hombre a conocer estas ideas? Las Ideas, dice
Platón, no las adquiere por medio de la razón, tampoco son fruto de pensamientos o reflexiones. El alma
ya tenía antes esos conocimientos: las Ideas (la idea del ser, la idea del bien, la idea de la belleza, la idea
de la justicia, etc. ) las hemos contemplado en períodos anteriores a nuestra existencia: en la
preexistencia del alma, allá junto a los dioses, en el Olimpo...
Y ahora el hombre despierta a otro mundo. Como el alma está encerrada en un cuerpo material, se
pone en contacto con la realidad material, con el espacio y con el tiempo, y es en este momento cuando
“cae en la cuenta” de esas Ideas, cuando nos “acordamos” de ellas; pero esas Ideas ya estaban en
nosotros. Este recordatorio es lo que llama Platón “anamnesia”.
Todos los conocimientos que tenemos son, pues, a priori, es decir, antes o con independencia de
nuestra experiencia; antes de que intervengan los sentidos ya teníamos esas ideas; lo que pasa es que al
ponemos en contacto con la realidad sensible, el árbol, la casa, el libro, etc., he recordado que la idea de
árbol, casa, libro, etc., ya estaban en mí, que yo ya las tenía antes de que tuviera esa experiencia sensible
(Menón, 81).
Estas Ideas, por tanto, no se adquieren con la experiencia, ni con el esfuerzo de la reflexión o el
estudio.
5. La Antropología platónica
5.1. El hombre es un conjunto de dos realidades distintas: cuerpo y alma
El concepto de Hombre en Platón es muy rico y complejo; y ha tenido una extraordinaria influencia en
la antropología occidental, sobre todo la cristiana.
Para este autor, el hombre es una especie de unidad formada de cuerpo y alma; es una unidad difícil
de entender. Se trata de una unión accidental, algo así como el jinete está unido a su caballo, o la nave
está unida con el timonel. Es lo que se conoce como dualismo platónico.
5.1.1. El cuerpo
- Es la cárcel del alma, como la concha que lleva dentro la ostra (Fedro, 250 D).
- Es un mal, por las necesidades que crea al alma y porque le impide buscar la verdad, como las
enfermedades, deseos, temores, pasiones, sentidos, etc.
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- Es una pesada carga de la que tiene que liberarse poco a poco, de la que tiene que purificarse,
para poder acceder a la contemplación de las Ideas.
- Es el que le fuerza al alma a tener posesiones materiales, a ambicionar cosas de este mundo
sensible, es el que impulsa al hombre a las guerras y a toda clase de violencias (Fedón, óó).
5.1.2. El alma
Esta unión es algo difícil de entender, puesto que el alma, creada directamente por los dioses,
desciende en un carro alado a la tierra, al mundo sensible, y se une a un cuerpo accidentalmente. El
cuerpo pertenece a una naturaleza más o menos depravada; lo que vale es el alma. ¿Es posible una
unión entre dos naturalezas tan distintas, una tan superior y otra tan de rango inferior?
Platón traslada su teoría de las Ideas a la realidad del hombre y establece una dicotomía entre alma
y cuerpo, la unión del elemento material y del elemento espiritual: el uno, bueno, es capaz de llegar a la
verdad; el otro, malo, es el que impide hacer llegar al alma a la verdad. Ha abierto un abismo entre el
mundo del espíritu y el mundo de los sentidos; materialismo y espiritualismo en confrontación dialéctica.
Esta división ha destrozado la concepción unitaria del hombre.
No está claro en Platón si habla de varias almas o de una sola que tiene tres partes (Timeo):
También esta teoría es dualista, al poner una parte del alma como inmortal y las otras como mortales.
Estas partes del alma tienen estrecha relación con la vida individual ética y la concepción política de la
sociedad.
Los argumentos que da Platón para intentar demostrar la inmortalidad del alma no son muy
convincentes; veamos:
5.3.1. La anámnesis
El alma recuerda las Ideas tenidas anteriormente; significa que es capaz de pasar de un estado a
otro: de una preexistencia a una existencia unida a lo material del cuerpo. Y luego, lo natural es que
vuelva de nuevo al estado que tuvo anteriormente y pase de esta existencia terrena a la pura
contemplación del Mundo de las Ideas; es decir, la existencia de este alma va más allá de la existencia
terrena (Fedón, 72).
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5.3.2. La simplicidad
El alma es simple, y solamente se corrompe lo que está compuesto de partes; como el alma es el
lugar del conocimiento de las Ideas, y éstas son simples, el alma se identifica con ellas, también es
simple. Y como lo simple no puede corromperse, tampoco puede morir, es inmortal (La República, 608).
5.3.3. El automovimiento
Alma quiere decir vida, principio de movimiento; pero este movimiento no proviene de nada exterior al
alma, sino de su naturaleza; luego, por sí misma siempre estará en constante movimiento, siempre tendrá
vida; es inmortal (Las Leyes, 895).
Las almas salen de las manos del Demiurgo, todas iguales, eternas y atemporales; y van a parar a
algo material: cada una se encarna en un cuerpo concreto, sometido a las coordenadas del tiempo y el
espacio. Ésta es la primera encarnación.
Después de la muerte, el alma está peregrinando durante unos mil años, en los que se encarna
sucesivamente en varios cuerpos, eligiendo su destino. En la encarnación en un nuevo cuerpo se elige un
nuevo género de vida, y en esta elección reside un enorme peligro para el hombre: muchos eligen un
destino que les parece radiante, y luego pueden comprobar que es algo terrible. Somos nosotros los que
elegimos tal destino, no son los dioses; ellos no tienen la culpa de que el hombre haya elegido un destino
que le aparte de la Verdad. Lo importante es que la Razón domine lo irracional, las pasiones, los
sentimientos y deseos, y así pueda en sucesivas reencarnaciones llegar a la contemplación de la Verdad
(así lo explica Platón con el “mito del carro alado”, en Fedro, 386).
Platón establece una jerarquía de valores en las sucesivas transmigraciones: el hombre irá eligiendo
encarnarse en el cuerpo de cada uno de estos personajes, según el grado de virtud que quiera para él:
1. Filósofo.
2. Rey.
3. Hombre de Estado, padre de familia o comerciante.
4. Gimnasta, artista o médico.
5. Profeta o sacerdote.
6. Poeta.
7. Obrero artesano o labrador.
8. Sofista o demagogo (adulador del pueblo).
9. Tirano.
¿Qué sentido tiene este mito?: La libertad y la responsabilidad son las dos ideas centrales que
contiene el mito; los modelos de vida que se eligen y en los que forzosamente uno permanece no son otra
cosa que la esencia y el carácter de cada hombre. Cada uno ha de permanecer en su propio camino de
vida, elegido libremente por cada hombre. Por otra parte, esta escala de valores representa un cierto
clasismo antropológico; en ella se nota una marcada preferencia por la aristocracia, su nostalgia por la
política y un claro desprecio por los trabajadores.
• Sabiduría como virtud: el que llegue a poseerla supone que ha llegado al conocimiento del Bien,
la Belleza y la Justicia. Es la cumbre del alma humana, ha llegado a la plenitud: reunifica todas las
virtudes en el Bien.
• Purificación: el hombre virtuoso es el que purifica su alma de todas las pasiones y se desprende
del cuerpo para tener acceso al Mundo de las Ideas. En un Diálogo (Filebo) admitirá que la vida
buena y virtuosa tiene una vida mixta en la que hay que aceptar el placer con moderación.
• Armonía es el equilibrio perfecto que es capaz de armonizar lo interno con lo externo. Es capaz de
llegar a una síntesis de las virtudes propias de cada parte del alma: la prudencia (propia de los
gobernantes), la fortaleza (propia de los guardianes) y la templanza (propia de los artesanos). El
hombre virtuoso es el que es capaz de equilibrar la parte racional con lo irascible y concupiscible
de su organismo.
Bien
Justicia
Para los griegos, ética y política no son dos conceptos o realidades separadas: la ética no es
independiente de la política. El hombre no es sólo un individuo, sino que, junto con eso, es un ciudadano;
y es precisamente en la polis, la ciudad, donde adquiere las virtudes éticas, propias de todo hombre
honrado, de todo buen ciudadano.
Esta polis responde a las necesidades humanas: ningún hombre se basta a sí mismo sino que
necesita de muchas cosas: “La primera de ellas es la provisión de alimentos para mantener la existencia y
la vida”. Todos nos necesitamos mutuamente; cada uno aporta su especialidad a la comunidad. Y se
pregunta Platón: “¿Y cómo atenderá la ciudad a la provisión de tantas cosas?, ¿no habrá alguno que sea
labrador, otro albañil, y otro tejedor?”
A partir de estas necesidades establece Platón la división del trabajo; esta división es la propia de tres
tipos básicos de actividades; y entonces las disposiciones naturales de cada ciudadano determinan las
distintas actividades sociales para proveer a la ciudad:
Y esto da origen a las clases sociales. Platón hace coincidir la Filosofía con el Poder: en la cumbre
social se encuentran los gobernantes (poder) y los únicos que lo hacen bien son los filósofos, se trata del
rey filósofo (propio de un sistema aristocrático y no democrático); debajo, a sus órdenes, se sitúan los
guerreros o guardianes de la ciudad; y más abajo los artesanos, los que producen bienes y servicios a la
ciudad.
Es la que ofrece los recursos suficientes para satisfacer necesidades básicas (alimentos, etc.),
mediante un trabajo productivo: bienes y servicios. (Lo que no dice Platón es por qué es “natural” que
unos tengan que ser servidores de la ciudad y otros beneficiarse de ellos.)
Es una clase especial para defender la ciudad de los invasores, “extranjeros” o bárbaros, y también
para defenderla internamente de cualquier conflicto entre los ciudadanos.
Es la más importante, puesto que de ella saldrán los gobernantes (los mejores de entre los
guardianes). En su libro La República trata abundantemente de la educación de esta elite, así como de la
clase de los gobernantes, porque de estos grupos dependerá todo el buen funcionamiento de la ciudad.
Tienen un régimen especial de vida: se alojarán en viviendas separadas del resto de los ciudadanos;
no poseerán riquezas propias, ni vivienda privada, ni familia, ni mujeres; se mantendrán en régimen de
matrimonio monogámico permanente; cuando se casen, lo harán con mujeres de su misma clase para
preservar la pureza del grupo.
Son los árbitros absolutos de la vida política; la única justificación válida para llegar a ser gobernante
es la de ser más sabio; esto requiere una selección de entre los mejor dotados; entre, los 20 y 30 años se
les somete a una formación científica muy especial.
Proceden de los guardianes perfectos. Y son los que llegan a ser, al final de su formación, Filósofos
casi perfectos, para que pongan, como fundamento del Estado, la Verdad y el Bien. “Pues no tendrán fin
las calamidades de los pueblos mientras los filósofos no sean reyes o los reyes se hagan filósofos.”
Platón hace coincidir el orden del saber con el poder político; relaciona saber con el arte de gobernar.
Se trata, pues, de una especie de aristocracia basada en la capacidad intelectual y preparación científica.
Platón era un decidido oponente a la democracia.
• Aristocracia (de aristós = mejor; crateo = mandar). Es el gobierno de “los mejores” tanto si manda
uno como varios. Es la forma mejor de gobierno.
• Timocracia (timé = honor). Es el gobierno de los que tienen cierta renta y honor. No mandan los
mejores, sino los más ambiciosos. Están hechos más para la guerra que para el buen gobierno.
• Oligarquía (oligós = pocos). Mandan los explotadores, los que están a la caza de puestos, y esto
impide el buen gobierno.
• Democracia (demos = pueblo). Es el gobierno del pueblo. Predomina la libertad, sobre todo en el
hablar; no hay una autoridad rígida que domine a los demás; todos son iguales. Platón, como
enemigo de la democracia, dice que es la perversión del orden y de la fuerza.
• Tiranía: Es la degradación de la política. La peor forma de gobierno. Es la consecuencia de la
democracia: el no saber usar la libertad obliga a que alguien tome el poder y domine: se necesita
un líder, y ése es el tirano. Es el que se embriaga de poder por culpa de la democracia.
La República no es un libro que exprese una utopía socialista, como ha llegado a decirse, sino una
propuesta reaccionaria de sujeción de toda la comunidad a una clase gobernante aristocrática. Así lo
expresa Platón en la jerarquía de valores: “Al formaros, los dioses hicieron entrar oro en la composición
de cuantos están capacitados para mandar; plata en la composición de los auxiliares (guardianes o
guerreros); bronce y yerro, en la de los labradores y demás artesanos.”
Platón dice que todos serán felices en la ciudad si cada uno procede conforme a la naturaleza propia,
cuando cada cual realiza su tarea, lo suyo; y nos preguntamos, ¿por qué es “lo suyo” el que unos labren
la tierra y otros gobiernen, o sean filósofos, y otros sean guardianes?, ¿lo da eso la naturaleza?, ¿es el
gobernante justo y prudente por naturaleza?, ¿hay una naturaleza que le haga ser agricultor? Hacer cada
uno lo suyo es un ideal de Justicia: no lo que cada cual quiere hacer, sino lo que “debe” hacer.
Para Platón, la cuestión política es a la vez cuestión ética: cada ciudadano debe practicar aquellas
virtudes que corresponden al grupo social al que pertenece, y en eso consiste la Justicia. ¿Quién decide
la pertenencia a un determinado grupo social?
Parece ser que Platón tiene una concepción estática de la sociedad, basada en un determinismo
rígido; ¿dónde se quedan las ideas griegas de libertad, democracia, participación de los ciudadanos, etc.?
Muchas de estas ideas las corrigió Platón en su libro De leyes, ya en su vejez, donde reconoce que
esto es un ideal, pero que de hecho es impracticable.
Pero el influjo más próximo le viene de Sócrates y de los sofistas. De Sócrates aprende la
necesidad de establecer conceptos, como las definiciones de las cosas. La definición exige lo universal,
que Platón encuentra en las ideas. También aprende el intelectualismo moral: se puede ser ético si
previamente se sabe qué es la virtud. De los sofistas heredó la necesidad de la educación, que elevó a la
categoría de ciencia en la política. En cambio, rechazó su orientación relativista y escéptica, porque la
dialéctica solo puede ser el camino a la verdad.
En otro orden de cosas, Aristóteles concibe las ideas no separadas de las cosas y las explica
mediante el elemento material y formal.
Las escuelas morales del período helenístico continuaron la moral de orientación racional y
propusieron al sabio como ideal. Paradójicamente, este sabio con horizontes ahora más grandes,
ofrecidos por la época, se repliega más en sí mismo. Ya no interviene tanto en la polis, siendo más
individuo que ciudadano.
El neoplatonismo, a partir del siglo III, ya no tiene los contenidos doctrinales puros de Platón, sino
que los mezcla con los de Aristóteles y alguna de las escuelas morales, como el estoicismo. El
cristianismo recibió la influencia de Platón a través del neoplatonismo: la idea de creación presupuesta
en la actuación del Demiurgo; la explicación de la existencia de las cosas materiales por su participación
en las ideas; un mundo diferente al que percibe mediante los sentidos; la idea de bien trascendente a
todas las demás ideas y presidiéndolas; el alma inmorta1, cuyo lugar es el mundo de las ideas.
Agustín de Hipona armonizó sus raíces platónicas con el cristianismo. Situó las ideas inmutables y
eternas en Dios, que ilumina al alma para que las pueda comprender, como el Sol hace con las cosas
visibles (iluminismo). Tomás de Aquino aprovechó argumentos de Platón, especialmente en la cuarta
vía, para demostrar la existencia de Dios por los grados de perfección. La doctrina de los conceptos
universales de los medievales tampoco puede entenderse .sin Platón.
Hasta para rechazarlo hay que contar con Platón, como le ocurre a Nietzsche, en su idea del
cristianismo como platonismo para el pueblo, o en su crítica a la tradición occidental, cuya expresión
es el platonismo y sus conceptos de «bien en sí», «espíritu puro», «mundo verdadero», El planteamiento
de la verdad en Heidegger hunde sus raíces en Platón, En las posiciones políticas de Ortega asoma,
igualmente, la doctrina platónica del gobierno de la ciudad por la minoría de sabios. Las críticas de
Ortega a situaciones democráticas calificadas de «morbosas» son de raíz platónica.
Platón es una cumbre filosófica. Él fue el primero en hacer de la lengua griega la lengua filosófica
por excelencia. A Platón se vuelve siempre, porque en su órbita permanecen todos atrapados; no solo los
filósofos. Quizá sea Whitehead, el creador, junto con Russell, de Principia matbematica, quien más
radicalmente ha valorado la presencia del filósofo griego, reduciendo la filosofía de Occidente «a una serie
de notas a pie de página que acotan la filosofía de Platón». Tampoco sorprende la idea de Wahl de que
Platón es capaz de sostener en sus «anchas espaldas» (en griego eso significa platos, por la que fue
conocido con este mote) todas las tradiciones occidentales.
Últimamente, es la teoría de Popper del tercer mundo objetivo la que ha actualizado la doctrina de
las ideas de Platón. En su obra Conocimiento objetivo, señala que hay tres mundos posibles. El de los
hechos físicos o acontecimientos, el de los estados de conciencia, que describen esos hechos, y el de
las verdades objetivas, que son independientes de nuestros estados de conciencia: las leyes de la
ciencia.