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«Siesta earn Les alge, eo spre loge ss- Hane ve bros hace. Aga alsa spe av puso i, argo vi, pos a a petri gn ops ‘este be ar agra Soa Abed En sins aos sac d fei auio un pepnde ‘one rustods en tan Ls ambit de mest as. oe gobs la inodcen como pomes ecanpatay os meds de omnia iaigan ies qu peterden meta 1 to des tls del ‘eave yd a Bho de tay corre antl ld 20 del entsaso, la luna yl suprcn con el paso de un ‘inpertho. Para Sao Aled et impatane peta atencn 2 ete ‘enimenoy dlc de que mane el manta dea fea sctia como ura tic scar ue egania nus mu y ici- emis ands ‘a pregunta que gud esta nvetigacn no sr qué a ela, sino mis Ben qu sl qu ous pecans canoe man ‘ita com un proms, Al aparece ep anata a determina ‘deeoes devia 02 os ala cumple ur an png ‘ea, ue lena cetas mods “one” evry conden ques ‘ue 5 sian Ge arora. Eta tess, prover de un clo 40 ‘bers feinstas y avers qe cnsdern qu en algo tn tino ‘amo lo setineras se expresanreacones de pode nos pert ‘chr uz sobre el potencal plies del mules nin cota ‘ue espesinertan aguas parsons paras cals el least xtra ‘agada -que ned bora en as gs eas finite apnea, tas ques fies os nmiartes maancscsy iss rele Fos dslsionads” yer su ehaz a set optinino porn anda dria, ana aca para Smapirar ura eralog pls de a van, que ya no ingong un hororte nrmiti de ead como el pnt de legats neces de a cin human, Dose eta Prespectv, al suits yf nagecacon no sean abt: 3 spat sno uel de ra esti siempre pee ue os esa cadaver 2 magia raeos mands poses, Traci / Hig Sls tour Presertacin / Rss Clo rues Patios Jn | LA PROMESA OF LA FELICTOAD SARA AHMED q SARA AHMED LA PROMESA DE LA FELICIDAD Una critica cultural al Imperative de la alegria LA PROMESA DE LA FELICIDAD Una erftica cultural al imperativo de la alegria smoccigaih Tees {i pmen de ei, hath tual Fret de Wel Cal 18 ‘Sib tna de ene eu ae ep, 208 Sepu tor ben shame pan 2 Bivareverioces tei ni a i ‘alo ginal Mhe emis of Hanes © ute Unies Pes, 2010 ca haa Eto, 2018 aja Negra Eaitora Buenos Aires / Argentina {afo@eajanegraditoa.com.ar ‘m.cajenegraeditor.com.at Diceceén Editorials Diego Esters / Ezquiel Fanego Produccén: Maeno Rey Dest de Coleccion: Consuelo Parga Baquetacin: Juan Fernénder Mavjin Conrccins Renata Pratt ‘SARA AHMED. A PROMESA OE LA FELICIDAD oo Una critica cultural at imperativo de la alegria Traduccién / Hugo Salas Presentacién / Nicolis Cuello esl YAY RG: BROMIRG: SRR Sa pata aap aan retinas inprce Presentacién: 1 futuro es destuson Por Nicolés Guelo ‘ntroduclon: zpor qué a felicidad? {por qué ahora? 1, Objetas ftces 2, Foministas aguafiestas 3, Quer infelices 4. Innigrantes melanstens 5 Future feces Conclusones felicidad, tea, posbitdad ‘Agradecimientos Pare Aude Lorde, ‘qe tanto me ensebé acerca de todo eV PRESENTACION: EL FUTURO ES DESILUSION Por Nicolas Cuello Existe un campo de experimentacién teGrico-reflexiva intemacionaimente conocido como “giro afectivo” que, en ol transcurso de las ltimas tes déeadas, ha posicionado de manera creciente debates piblicas en tomo a la relevancia politica de ts afectos y las emociones. Este conjunto de ex- ploraciones, que se desplegé al interior tanto de la filosofia ‘come de la sociologia, pero que seria definitivamente po- ‘enciado por tos moltiples aportes de las teorfas de género yy los estudios queer, posite el ansliss critica de una di rmensi6n de Us vida social hasta el momento completamente relegada en Ia esfera de las politics culturales. Me refiero al trabajo que muchas activistas y teéricas feministas rea- Uzaron al cuestionar la fiecién politica construida en toro al sujeto mujer como bioldgica y culturelmente mas "sensi- Die", una caracteristica impuesta que, historicamente, en et marco de una distribucion patriarcal entre raz6n y emocién, fandé las condiciones para su segregacién de la politica pblica y la obtiteracion de su participacion en la gestion cxltural de lo social. Estos aportes incluyen, ademas, et tuabajo en tome a las “éticas del cuidado", encabezado por Carol Gilligan, que durante la década del ochenta abri6 pro- fundos debates sobre el despliegue diferencial y tos modos de comporizacién de ta emotividad que tealizan varones y snujeres. Pero también, avanzada dicha década, el aporte de los activismosy las teorias queer dard un nuevo contorno al mentado “giro afective’, que no solo buscaré desmantelar las economias morales y los sistemas de inttisibilidad di- cotGmica entre las emociones ~detordenando las jeranquias| culturales que las organizan entre buenas y malas, producti vas o improductivas, revolucionarias o conservadoras-, sino también revsar ta distineion previa entre mente y cuerpo o pablico y privado, por nombrar solo algunas de las direecio- nes en las que se orientaron estns trabajos criticos. En este sentido, las investigaciones de Eve Kosofsky Sedgutick sobre la vergilenza, de Lauren Berlant sobre el optimismo, de Sianne Ngai sobre los sentimientos “feos”, de Ann Cvetkovich sobre el trauma y la depresién, de Heather Love sobre el rechazo o el rezagamiento, de Jack Halberstam sobre el fracaso y las de José Esteban Mutioz sobre la utopia, por nombrar algunos, constituyen en su conjunto un mapa de experimentacién reflexiva sobre las formas en que accionan eulturalmente las emociones des- de sus diferencias sexuales, genéricas y racales." 1. Por nostra pare, en la Argentina, ete campo é esto cuenta con slginat experiencia epecentatias que fan inpcodo la relent tien sbee oy afects ls eocones Por ld cabo mencionat st {aj dl sur (Seminaio Permanente de tio soe Gre, AMectae 4 olin de e Unveridad de Buenos Act), que ha inpulado Uae {in Ge dos res con investnaciones cals que pobematizan deforma ‘Stata ol dels afectos,y uaduclones de tetos que pefundizan a ‘napleidad de dicho campo de esti: Ceca Macon y Maria Solana, ‘Prt indfinid. Afton ematons en lr gpraxinainer el pase, Bosone Airey, lat & Ro, 2015, y Danlela Lasgo Gace Maré ‘Asctas patos Deer sobre scaaidad, Donnas Ai, Wit 9 Dévla 202) En erte so veto, et vlevarte tain lo produto pore Como proyecto intelectual, el “giro afectivo” busca pro- Dlematizar el rol que cumplen los afectos y las emociones en el ambito de la vida pablica y su operatividad en la gestion, reproduccion y continuidad de las estructuas de poder que organizan las relaciones sociales, desmantelando las jerarquias epistemolégicas que organizan la dicotomia centre emociones y raz6n, revttiendo la desvalorizacin de los afectos entendidos como meros estados psicalégicos. ‘Aproximacién que nos ha privado de reconocer su compleja funcionalidad en la articulacion de nuestras vidas subjeti- vrs, los modos de vida que tramamos en comin y las poli- teas de su representacién histérica, Sin duda, el trabajo de Sara Ahmed, escritora e inves- tigadora britinico-australiana independiente, cuyas éreas de estudio se centran en la interseccién de las teorias feministas, tas politicas queers, el postcolonialismo y las luchas antiracistas, puede ser califieado come una pleza fundamental para entender el devenir de esta pregunta 2 sobre los regimenes globales de produccién de lo sensible, que definitivamente ha repolitizado nuestzo abordaje de los aspectos emocionales de la vida social, La promesa de la felicidad, publicado originalmente en 2010, forma parte de un largo proyecto politico a través del cual ta ‘autora ha logrado desplazar la pregunta sobre qué se en- tiende por emocién, para, en su lugar, concentrarse en qué hacen las emociones, priorizando la manera en que estas se mueven entre los euerpos, definiendo aus super- ficies, orentando su circulacion y administrando el apego con que estos se tocan. Su interés no tiene nada que ver ‘eentaniento Feraeh,espacn de produc erlio-pltin Inne nls disidencas sxe, por of eolcivo Seuaidates Devas Feultad de Mort y Mamaniagee amor en ta Cadad de Cicdeb, como tas eons vefeivas impala por et Grupo de Tabs Flies Waals de ee Afotos on a facltad de Delle Artes de a Diversidad Nasonl do La Fata. con la caracterizacién sustancializadora de las emocfones,’ ‘como tna expresién verdadera de la realidad smtima de los ‘sujetos que se o:ganizarian de manera ahistorica através de jeracquias morales que las definen como buenas y malas 0 positivas y negativas. Por lo contrario, Ahmed centra su atencién en el funcionamiento de las economios afectivas, ts deci, en el trifico emocional que regula la relacion con nuestro entorno, y propone asi un modelo de sociabilidad temotiva que se Sobrepone a las determinaciones del ant- lisis individual y las generalizaciones superestructurales, para dar cuenta del funcionainiento de las emociones como politicas eulturales geopoliticamente situadas. Tuego de haber delineado de forma sistemética este modelo de andlisi sobre los afectos en su tibro La poltti- a cultural de las emociones (2004) en el que hacia foco principalmente en la instrumentalizacion pablica de sen- timientos negativos como el miedo, et odio, la verguenza ‘yla ira, su interés se orfenta hacia lo que ella misma iden- tifica como un “giro hacia la felicidad” en el campo de las Investigaciones sociales, la cultura popular y las ciencias| dduras, Este gizo le despierta una profunda curiosidad dada la auseneia radical de proyectos reflexivos que pudieran analizar el zol constitutive de los sentimientos afirma- tivos, especialmente el de la felicidad, en el recrudeci- rmiento de las narrativas optimistas de ta identiicacién nacional, el avance acritico del voluntasismo religioso, la normalizacién heterosexista de la diferencia sexual y la rercantilizacién abusiva del empoderamiento terapéuti- co. A partis de ese conjunto de preocupaciones, entonces, femprende tun recorrido innovador por experiencias hasta fentonces poco cuestionadas en el horizonte ficcional dela felicidad, desmantelando aquel sitencio cultural que nos priva de la capacidad de cuestionar su condicién obligato- ta e impositiva como un afecto publico, Sera a través del {nyolueramiento emocional de figuras antagénicas como las [foministas aguafiestas, \xs queers infelices, los inmigrantes sxeseacion: evan otsunsta rmelancélicos y los revolucionarios desilusionadas, que dard cuenta tanto de la operatividad restrictiva de la felicidad como de las condiciones genealogicas que de manera in ‘trumental la han posicionado como una emoci6n constitu- {va para el ordenamiento represivo de lo normal. En ese sentido, ta traduccion de este libro no podria ser més oportuna para el contexto politico latinoamerica- no actual. Atravesamos a escala continental un incémodo movimiento de reorganizacion de la politica neoliberal, ceuyos lenguajes expresivos, repertorios afectivos y politi- cas de organizaclén de lo pablico se apoyan en discursos basados en la espectacularizacién parorista de la confian- 12a, la creatividad, el dislogo, la voluntad y el sacificio, en tuna subjetividad mediada por la matriz.empresarial de la verticalidad meritocritica y el consenso pacificador. Se tienden, de forma proporcional, programas politicos cul- dadosamente diseflados para erradicar de sus imaginarios la cuestién ominosa, inconveniente, contraproducente y téxica de “lo politico” a través de discursos fuertemente ‘estigmatizadores de la amenaza “ideolégica” que pone en riesgo la sonzisa beillante det futuro tal como lo conoce- mas y se nos obliga a imaginarlo. a propuesta cultural de estas politicas afectivas en curso tiene que ver principalmente, como sefiala Diego Setulwark, com la Snstalacion de una agenda antiniea que Aepura el antagonismo de los Grdenes psiquicos y sociales, cauterizando aquellas emociones violentas que trae apare- jade-la politica.” agenda animiea que promueve versiones hhigitnicas de tas vidas psiquico-afectivas en comin que {nstitucionalizan el individualismo de mercado, los hori zontes abstractos de la paz, protocolos estético-cotoniales yante todo, lazos sociales mediados por el comportamiento securitista como una expresion de salubridad comdn. Un a. proyecto de modelizacion subjetiva que triunfa a partir de tun borramiento cada vez mas inteligente de la conciencia de clase, y que se acocia directamente con un reemplazo de nuestra agencia politica por aquella nueva condicién, existenclal que Ann Cvetkovich, otra autora asociada al denominado “giro afectivo", ha definide como sujetos sin- tientes: una ciudadanta que relocaliza los procesos de sub jetivacin en expresiones afectivas personalizadas sin con- texto alguno, y que frente al conficto recurre a soluciones privatizadas sin apelar a las condiciones historicas de su posiilidad.’ Un movimiento que Ahmed caracteriza, a s1 ver, a partir de la formacién global de agendas narcisistas propias de la cultura terapéutica del neoliberalismo, que ofrecen ta fetichizacion aevtica de las heridas como identi- ddades politicas atomizadas y que colaboran as{ con la des~ rovilizacion popular y la desideologizacién de lo intimo. De alli la radicaidad productiva det proyecto polti- co-flosbfico de Ahmed. Al involucrarse con un afecto tan inmiscuido en la intimidad de lo social como lo es la fe- licidad, pone en evidencia un mecanismo fundamental a partir del cual el neotiberalimo, en cuanto forma de go- bierno emocfonal, impone su orden a todos los aspectos de muestra vida. Debido a su cardcter aspiracional, la felicidad funciona de forma invisible como una guia orientativa de la experiencia de to existente. No se trata més que de otra arguitectura semiética que sostiene la reproduccién de ta desigualdad, al imbricar historias institucionales, vinculos familiares, relaciones interpersonales, paisajes sociales y ccoyunturas poltice-econdmicas, que én su conjunto enla- zan lo personal y to publico, lo individual y lo socal, dan- dose forma miutuamente a través de la naturalizacion de lo feliz como parte central de nyestrosafectos ordinarias,e80 Senstionalism, Noevo Brunswick, Rutgers University Pres, 1982, raesaracons# raruto es auststé que Kathleen Stewart define como un conjunto de objetos, conocimientos practicos y experiencias de contacto cotidia- nas que condensan los afectos que modulan la vida diaria, las relaciones sociales y las contingencias de lo comtn.* Sentir no pertenece a un orden micropolitico cuya temporatidad seria un efecto posterior de la sintesis es- tructural de un poder molar que lo antecede, Sentir es parte de las determinaciones politicas que operan sobre el ‘campo de lo social buscando naturalizar aquello que Mark Fisher describe como realism capitaista, un xégimen sen: sible de imaginacion social basado en una ontologia de los negocios que se construye a st mismo como condicién necesaria ¢ inevitable para el sostenimiento de lo vivo, etiminando estratégicamente las condiciones de inteligi bitidad de su origen contingente. Cuando Ahmed piensa de manera ertica las genealogias productivas, los movi- aientos sociales y las representaciones imaginarias que cicundan la promesa de la felicidad, desmonta el com: partimiento valorative que organiza la posibilidad de to politic. Al desordenar las jerarqutas de significacion de to emocional, Ahmed se coive de la valoracin limitante entre to micto y lo macro como dimensiones de andlisis, y establece la necesidad de experimentar con nuevos quio- nes descriptivos del funcionamiento capitalista y con los repertorios de resistencia que se proponga intercumpir su continuidad. Una posibilidad atravesada por la eapacidad plastica eindeterminada de los afectos, que hace que pu ddan ser invocados por un amplio espectzo de ideologias, to cual nos desafia a investigar sue formas de circulacion specifica, sus comportamlentos erréticos, cus modos de 4 fen stew, nay Aft, Dim, abe lve Pes, 00 5. Gano sta Maia Solna en “ate la nota te eptean ce, ee 7 ait eo ue De igs 9 Gee acon fe poiticos raya oe etal Bast Ae ito abi are 2017 a aparicién contradictorla y sus significados politicos en permanente disputa. Cuando hablamos de la extension corporativa del indi- ‘vidualismo radical por parte de las filosofias neoliberales del entusiasmo, nos referimos a aquellos aparatos te6ri- cos que abogan por la vitatidad de un realismo préctico eterminado por los ritmos de la oferta y la demanda, y que multiplican los artefactos sensibles que extienden tl poder somnifero del voluntarismo mégico, esa creencia dominante que David Smail describe como la religién no oficial de ta sociedad capitalista contemporinea que nos hace creer que la postbilidad de ser lo que se quiera esta fen poder de cada individuo. Ante este panorama, Sara ‘Ahmed nos oftece una perspectiva critica que da cuen- ‘a del funcionamiento racista, sexista y heterocisnorma- do que estructura muestras sociedades, pero también nos brinda herramientas epistemol6gicas para pensar acerca de todas las formas posibles en que acontece la incorpo- racion emotiva de lo desigual. Es a través de la colecti- vizaci6n de esas cartografias corporales del malestar que accedemos a tomar conciencia de la complejidad de los rmodos en que se estructura el deseo humano, lo que oxde- na el sentido de nuestras vidas, la manera en que forjamos. un lazo social, nos organizamos colectivamente en torno a @Ly ponemos en circulacion imagenes precisas de quienes protagonizarin su faturo y en qué condiciones. El posicionamiento estratégico que Ahmed realiza en tomo a estos objetos de decepcién, a estas figuras del fracao 0 experiencias subjetivas amargas, que compo- nen su archivo de Ia infelicidad, te permiten dar cuen~ ta del potenciat politico de los afectos negatives como plataformas posibles desde las cuales transforma: la realidad, movilizar formas colectivas de organizacion produc’ demandas politicas interseccionales desde las ‘cuales agenciar espacios novedosos que, a través de la capacidad desalienante de su incomodidad, reactiven los repertorios cancelados de otras formas de imaginacién politica. Revolver los escombros del basurero emocional, fen el que se mantienen afin sin nombrar las historias de tos sentimientos molestos, puede ofrecernos un camino productive para explicitar las condiciones por las cuales los discursos de la felicidad, el entusiasmo, la voluntad, la superacién y la positividad se han convertido en me- canismos disciplinadores, en téenicas de gobernabilidad espiritual que tostienen modos de oxganizacion basados en la desigualdad y la explotacién. Estamos, entonces, ante una generosa oportunidad para sacudir las restriciones epistemologicas que impone el canon temporal y organizativo de la straightpolitik, es decir, aquella politica basada en objetives rectos, inte- reses practicos, acciones concretas, sentidos coherentes, efector equilibiados y resultados transparentes que son rmadelados por la expectativa colonial sobre las pasiones politicas. Se trata de una puesta en escena que exige de nuestra region la produccién industrializada de insubor- inaciones protagonizadas por la abundancia de figuras melodramiticas de estoicismo heteromasculino, la exoti- zaci6n racalizada de las infancias empobrecidas, la femi- nizacion revietimizante de la precariedad, y por la prefa- bricacién obstinada de alegria esperanzadora, que, como hemos comprobado, ha sido reapropiada como la lengua madre de este virae continental hacta el fascismo que hoy soe toca vivir. ~ Expetimentar con los repertorios sensibles dat males. tar, sin proponer procesos alquimicos forzosos que obtu- ren el aporte estratégico de aquello que nos priva, que nos aleja, ros detiene o nos retrasa de la promesa de la felicidad, se anuncia como una oportunidad estratégica clave ala hora de elaborar formas de transformacion social ‘que puedan trabajar por la libertad de respira. Es decir, la Ubertad para elaborar proyectos colectivos desviados det ‘camino de a politica “correcta”, que posiciona al optimismo 9 cruel dela felicidad como Gnico horizonte, y que sean ca- paces de imaginar ese futuro sensible en el que todas las vidas sean vivibles. Iicolds Guello ex profesor de Historia de las Artes por ta Universidad Macionel de La Plata, Be egresado de a Maestra en EEstétca y Teora de las Arts e integra el proyecto de investiga 6 “Gencaloplas Crtioas de las Desobediencas Sexuaes desde Sur, dvigido por Ferando Davis. Actualmente se desempert como becrio doctoral del cary como docete en la Universidad Nacional de tas Artes. Es miembro del Programa de Memorias Police Feminists y Sexogenércas de racy y forma parte del proyecto independiente Archivo de CulturasSubterneas. Sus invetigaionee se centran en la intersccian de prcticas artist 1s, politicas sexuales,representaciones etias de las emoeiones ¥ eur grfieas alternativas en lx Argentina desde la post tadura hasta la aetuaidad. INTRODUCCTON: POR QUE LA FELICIDAD? {POR QUE AHORA? En los més diversos contextos, se caracteriza ala felicidad como el objeto det deseo humano, la meta de nuestros empetios y aquello que da propésito, sentido y orden 2 la Vida humana. Segin Bruno S, Frey y Alois Stutzer, “todos queremos ser felices. No debe haber ningun otro propésite de vida que goce de tan alto consenso’.' Con ello, acaso no ‘hacen més que describir un consenso en torno a la idea de ‘que la felicidad es el consenso. zParticipamos de este con- senso? ¥ en tal caso, iqué estamos consintiendo con ello? Inclusive un fil6sofo como Immanuel Kant, que sitéa a la felicidad individual fuera del dominio de la ética, sostiene que “ser feliz es necesarlamente el anhelo de todo ser racional pero finito, y por ello es un fundamento determinante inevitable de su facultad de desear’* Sin embargo, también tamenta “que el concepta de la felici- dal sea un concepto tan indeterminado que, aunque todo hombre desea legar a ella, sin embargo nunca puede decir de modo determinado y acorde consigo mismo qué quiere y desea propiamente") Es decir que, si bien anhelamos la felicidad, no necesariamente sabemos qué queremos ‘cuando anhelamos la felicidad. La felicidad podria incluso ‘conjurar su propio anhelo, o preservarse en cuanto anhelo siendo aquelio que nunca se da. Felicidad: un anhelo, un propésito, un deseo. A lo lar~ 4g0 de este libro, me prequntaré qué significa el hecho de ‘que pensemos 1a felicidad en estos términos. La pregunta ‘gula, por ende, no habra de ser "zqué es la felicidad?”, sino antes bien “qué hace la felicidad?". No ofreceré una Gefinicion de felicidad, un modelo de felicidad auténtica, aun conjunto de instrucciones para aleanzarla: no tengo nada de esto para oftecer, y de antemano advierto que eseribo estas paginas desde la posicin de una incredu- dad escéptica respecto de las supuestas bondades de la felicidad, entendida como una técnica para vivir bien. Lo que me interesa et cémo ta felicidad aparece asociada a determinadas elecciones de vida y no a otras, como se la coneibe como algo que se desprende de ser determina- do tipo de ser. La historia de la felicidad puede pensarse como una historia de relaciones. Cuando anhelamos la fe- cidad, ankelamos que se nos relacione con ella, lo que por transitividad supone que se nos relacione al conjunto de cosas relacionadas con ella. Y acaso sea la promesa de ‘que la felicidad es aquello que se recibe por establecer las, relaciones correctas la que os orienta a relacionamos con. determinadas cosas. 1a felicidad dicta la organizacion del mundo. Debo esta idea de la felicidad como una forma de construccién del mundo al trabajo de tos estudios feministas, negros queer, que se han ocupado de mostrar distintas formas en aque ta felicidad se emplea para justificar la opresion. La critica feminista det “ama de casa feliz", la critica negra el mito det “esclavo feliz” y la critica queer de la senti- rmentalizacién de la heterosexualidad en términos de “di ‘cha doméstica” me han enseiado mucho acerca de la feli ‘idad y las condiciones de su encanto. En torno a cada una ‘ | ( i i de estas criticas se nuctean extensas tradiciones de acti- vismo politico y prdctica intelectual, dedicadas a exponer los desafortunados efectos de la felicidad y a enseftar de qué manera se ha utilizado a la felicidad para redefinir iertas normas sociales como bienes sociales. Podsiamos decir, incluso, que estos movimientos han lchado més contra la felicidad que en favor de la felicidad. Simone de Beauvoir sefiala con aviesto que el deseo de felicidad se traduce en una forma politica concreta, una politica de la flusi6n, una politica que exige a los demés vivir conforme ‘a ese deseo. En sus propias palabras, “no sabemos dema- siado to que significa la palabra felicidad, y mucho menos ‘eudles son los valores auténticos que encubre; no hay nin- ‘guna posiblidad de medir la felicidad ajena y siempre es ficil declarar feliz una situacién que se quiere imponer'* Retomo estas caticas deta felicidad para hacerme algunas preguntas acerca del anhelo de felicidad. Necesitamos vol- vver a estas criticas en este momento, para dar respuesta al ‘mundo de este momento. {Por qué la felicidad? ;Por qué ‘en este momento? Ocurre que nuestro momento podsia ser ‘descripto como el de un “giro hacia la feliidad”, y en par- ‘te este libro ha sido escrito como respuesta a dicho giro. EL GIRO HACIA LA FELICIDAD Qué quiero decir con “giro hacta la felicidad”? Es innega- ble que en los Gltimos afios se han publicado numerosos Ubros sobre la ciencia y la economia de la felicidad.” El ‘éxito de las culturas terapéuticas y de los discursos de ‘autoayuda también ha hecho lo suyo: existen hoy incon- tables voltimenes y cursos que nos ensefian a ser felices echando mano a una gran variedad de saberes, entre los que se cuentan la psicologia positiva y diversas lecturas (a menudo orientalistas) de determinadas tradiciones orien tales, sobre todo el budismo.* Incluso se ha vuelto comin hablar de la “industia de la felicidad”; la felicidad es algo que se produce y consume a través de estas libros, y que fcumula valor como una forma de capital espcifica. La peviodista Barbara Gunnell sedala que “la bisqueda de fe- licidad sin duda est enriqueciendo a muchas personas. La {industria det bienestar es préspera. Las ventas de bros de autoayuda cis que prometen una vida mas satisfactoria nunca han sido mayores’” Tos medios estan saturados de imagenes ehistoriai de felicidad, En Gran Bretaia, muchos periédicos tradiciona- Tes han decidido ineuir “especiales” sobre la felicidad y en 2006 se emitié un programa de a asc dedicao al tema, The Hapiness Forma {la formula de la felicidad) * gio tiene incluso dimensiones internacionales; en Internet, podemos consultar el “Indice del planeta felis” y otras encuestas e informes que mien la felicidad del mundo, como asi también de cada Estado-Nacion en particular y de manera comparativa.” Los medios de comunicacion son afectos a reproduc este tipo de investigaciones cuando sus hallazgos no se condicen con las expectativas sociales: 4 decir, cuando los paises en vias de desarrollo terminan Sendo deseiptos como mas feces que los hiperdesazzo- liados.Veamos el comienzo del siguiente aticulo: “:Quién lo creeria? jBangladesh es la naci6n mis feliz del mon. do! La de los Estados Unidos, por su parte, es una histo- tia triste: ocupa apenas el puesto mimero 46 de la World Happiness Survey [Encuesta de felicidad mundial} La felicia o inflicidad se converte en noticia porque de- safia ideas prexistentes acerca de la situacién social de determinadasindividuos, grupos 0 naciones, y a menudo la publicaciin no hace sino confirmar dichas Ideas por meio del lenguafe dela incredlidad. También se advierte un giro hacia la felicidad en tos narcos de referencia de ta politica y los gobierno. Desde 41972, el gobierno de Butén mide la felicidad de su pobla- clon, que se taduce en su cfva de Felicidad BrutaTntema, En Gran Bretafta, David Cameron, lider del partido conser- vador, se explay® acerca de la felicidad como valor de go- biero, lo que a su vez condujo a un debate en lor medias acerca del nuevo laborismo y su proyecto de felicidad y “bienestar social. Distintos gobiernos comienzan a intro Aucir la felicidad y el bienestar como activos mensurables ¥y metas especificas de sus programas, complementando el Producto Bruto Interno con lo que ha legado a ser cono ido como el Indice de Progreso Real (IPR)."* La felicidad se ha convertido en un modo mas genuino de medit el pro- reso; la felicidad, podsamos decir, es el nuevo indicador del desempeno. No sorprende, entonces, que su estudio se haya con- vertido en un campo de investigacién por derecko propio la publicacion académica Happiness Studies tiene una Te- Dutacion establecida y existen varios profesorados en es ttudios de la felicidad. Hacia el interior de la investigacion cientifica, el giro se hace notar en un vasto espectro de disciplinas, entre las que se cuentan la historia, la psico- togia, ta arquitectura, la politica social y la economia. Es importante prestar atenci6n a este fendmeno y reflexionar no solo acerca de la felicidad como forma de consenso, sino también acerca del aparente consenso existente a la hora de usar la palabra felicidad para designar algo. Buena parte de esta produceién ha sido clasificada bajo el totuto de “nueva ciencia de la felicidad”. Esto no quiere decir que su estudio sea algo nuevo en si; muchos de los textos fundamentales del area por lo general retoman el clasico utiitarismo inglés, en particular la obra de Jeremy Bentham y su célebre méxima sobre “la mayor felicidad posible para el nimero mayor de personas", Segin exptica en Un fragmento sobre el gobierno, “es \a maxima felicidad del mayor némero lo que es la medida de lo bueno y de lo malo’. Con ello, el propio Bentham retoma una tradicién anterior a él, que comprende la obra de David Hume, Cesare Beccaria y Claude-Adrien Helvétius. Por otra parte, la clencia dela felicidad tiene una historia compartida con la economia politica: baste recordar que en La riqueza de las naciones Adam Smith sostiene que el capitalismo nos Ueva desde lo que él denomina una “igualdad miserable” hasta lo que cabria denominar uma “feliz desigualdad”, tal ‘que “un trabajador, incluso dela clase mas baja y pobre, si es frugal y laborioso, puede disfrutar de una cantidad de cosas necesarias y cémodas para la vida mucho mayor de la que pueda conseguir cualquier salvaje"? Desde luego, el utilitarismo del siglo XIX también dio lugar a una refutacion explicita de esta concepcién, en la aque la desigualdad se convierte en medida del progreso y la felicidad. Siguiendo 2 Alexander Wedderburn, Bentham sostlene que el principio de utilidad es peligroso para el ‘gobierno: “un principio que establece, como et inico co- recto y justificable fin del gobierno, la méxima dicha para el maximo nimero. {Gémo se puede negar que sea peli ‘grot02, peligroso para cualquier gobierno, que tenga por su fin real u objeto, la méxima felicidad de unos cuantos, con o sin la adicion de algin nimero comparativamente equefio de otzos”." A pesar de su conviccién de que la felicidad de cada persona reviste el mismo grado de impox- ‘tancia (la felicidad de muchos no supone aqut necesaria- mente la felicidad de todos), latradicin utilitaria siempre sostuvo el principio de que el incremento de los niveles de felicidad brinda una medida del progieso humano. Sera Emile Durkheim, recién, quien ofrezca una contundente cxitica de este principio: “Mas, realmente, zes verdad que la felicidad del individuo aumenta a medida que el hombre progresa? Nada tan dudoso”."* ‘Una de las figuras fundamentales de ta nueva cien- cia de la felicidad es Richard Layard, a quien los medios ingleses gustan llamar “el zar de la felicidad”. Su influ vyente libro La felicidad, Lecciones de una nueva ciencia, publicado en 2005, comienza por una crftica del modo en que la economia mide el progreso humano: “la economia fguala los cambios en la felicidad de una sociedad a los cambios en su poder adquisitivo"." Layard sostiene que la felicidad es el tinico modo de medir el desarrollo y el progreso: “la mejor sociedad es la sociedad ms feliz" U de los supuestos fundamentales de esta ciencia es que la felicidad es buena, y por ende nada podria ser mejor que maximizar la felicidad. La cfencia de la felicidad supone que la felicidad esta “ahi afuera", que es posible medirla ¥y que tales mediciones son objetivas. Incluso se ha arries- gado un nombre para el instramento que lo permitira, el “hedonimetro’.”” ‘Si esta clencia concibe a la felicidad comd algo que esti “alli afuera”, ahora bien, gen qué términos la define? Una ver més, Richard Layard nos brinda un punto de refe- rencia itil. Sostiene que “Ia felicidad consiste en sentirse bien, y la miseria en sentirse mal". La felicidad es “sen- tirse bien, lo que implica que podemos medir la felicidad porque podemos medic cuin bien se siente la gente. Es ecir que “alli afuera" en realidad significa “aqui adentro La idea de que es posible medir la felicidad supone que puedan medirse las emociones. Segtin Layard, “a la mayo- Ha de las personas les resulta sencillo decir cuan bien se sionten’. La investigacion dela felicidad se basa ante todo en et autoinforme: los estudios miden cusn feliz dice que se sfente una persona, y asume que quien dice ser feliz, es feliz. El modelo no solo presupone la transparencia de las emociones (es decis, que es posible saber y decir como nnos~sentimos), sino que también toma el autoinforme como un discurso inmotivado y Ubre de complicaciones. No obstante, si de antemano se entiende que la felicidad es aquello que se anhela, dificiimente podamos aceptar que preguntarle a alguien cuin feliz se siente constituya una pregunta neutral. La misma no solo le pide que evalie sus condiciones de vida, sino que las evalie en funcién de categorias cargadas de valores.” De esta forma, es posible aque estas mediciones no midan en realidad cémo se sienten 2. las personas, sino su deseo relativo de estar cerca de la felicidad, o incluso su deseo relativo de dar (alos demas y ‘asf mismac) un buen informe de su propia vida. En este punto, es importante precisar cémo se conct- ben los sentimiontos. Buena parte de esta nueva ciencia Ge la felicidad se basa en la premisa de que las emociones som transparentes y constituyen los cimientos de la vida moral. Si algo es bueno, nos hace sentir bien; si algo es malo, nos hace sentir mal." De esta forma, la ciencla de la felicidad se funda en un modelo de subjetividad muy es- pecifico, en el que la persona siempre sabe cSmo se siente y puede diferenciar entre emaciones buenas y malas, dis- tincién que a su vez constituye las bases del bienestar no solo subjetivo sino también social. Los estudios culturales y el psicoanalisis podrian hacer aportes muy interesantes ‘a este debate, on la medida en que ofrecen teorias de la emocién que, lejos de fundarse en un sujeto totalmen- te presente ante si, lo piensan como una instancia que no siempre cabe qué siente.” Las perspectivas culturales| yy psicoanaliticas nos permiten indagar el modo en que nuestro habitual apego a la idea misma de buena vida es también un espacio ambivalente, en el que resulta confusa la separacién entre sentirse bien y sentirse mal. Con ello, ta lectura de la felicidad pasaria a depender de una correc- ta lectura de La gramatica de esta ambivalencia. Pero la investigacion de la felicidad no se timita a medir emociones, sino que ademés interpreta aquello que ride, Ante todo, le medicién de la felicidad permite pro- ucit conocimiento acerca de ta distribucion de la felici- dad. Este tipo de investigacién ha generado bases de datos que muestran donde se localiza la felicidad, determinacién que en buena medida depende de modelos comparatives. Estas bases de datos muestran, por ejemplo, qué indivi- duos gon mas felices que otros, pero también qué grupos ¥y qué Fstados-Nacion son més felices que otros. La ciencia de la felicidad establece correlaciones entre los niveles de felicidad y tos indicadores sociales, que dan lugar a los ddenominados “indicadores de felicidad”. Estos indicado- res seflalan qué tipes de personas tienen més felicidad; funcionan no solo como mediciones, sino también como predicciones de felicidad. Segiin los economistas Bruno S. Frey y Alois Stutzer, estos indicadores permiten predecir ccudn felices habran de ser distintos tipos de personas, de to que se desprende lo que ellos denominan “psicogramas de la felicidad”. Uno de los principales indicadozes de felicidad es et natrimonio. La unién conyugal vendria a ser asf “el mejor de los mundos posibles”, en la medida en que maximiza la felicidad. Et argumento es simple: si una persona esta casada, es més probable que sea mas feliz que si no lo estuviera. Et hallazgo trae de la mano una recomendacién: jSsese y seré ms feliz! La confluencia entre medicién y prediccion resulta muy potente, Podviamos earacterizar la Ciencia de la felicidad como un conocimiento de tipo per: formativo que, al encontrar la felicidad en ciertos lugares, tos constituye como buenos lugares, como aquello que de- boeria sex promovido a la categoria de bien. Las correlacio- nes se leen como causatidades, lo que 2 su vez se convier- te en el fundamento de su promocién, De esta forma, se promueve lo que en el primer capitulo de este bro lamaré las “causas-de-felicidad”, que acaso sean la causa misma de que haya informes sobre la felicidad. La ciencia de la felicidad redescribe camo bueno aquello que las personas ya consideran bueno. En la medida en que promocionar quello que causa felicidad parece eer un deber de todos, la propia felicidad se vuelve un deber. A lo largo de este libro habré de explorar la significacion de este “deber de felicidad”. sto no quiere decir que siempre se encuentre ta feli- cidad. Podriamos decir, incuso, que la idea de felicidad ze vuelve mas potente en la medida en que se la percibe en crisis. Dicha crisis funciona sobre todo como un relato de esencanto: la acumulaci6n de riqueza no ha traido consi- go una acumulacién de felicidad. Desde luego, el principal responsable de que esta crisis se convierta en "una ctsis” es el efecto regulatorio producido por la conviccion com- partida de que a mayor riqueza la gente “deberfa” ser mis feliz. Richard Layard da inicio a su ciencia de ta felicidad con lo que 6l describe como uma paradoja: “Cuando las so- cledades occidentales se volvieron mis ricas, sus integran- tes no se volvieron més felices".” Si bien esta nueva cien- cia de la felicidad separa la felicidad de la acumalacion de riqueza, la sitta en determinados lugares, en particular cn el matrimonio, ampliamente constderado como el ma- yor “indicador de felicidad” (véase el capitulo segundo de teste libro), junto con ta estabilidad familiar y comunitaria (capitulo cuarto). Se busea la felicidad alli donde se es- ppera encontrarla, aun cuando se parte del anuncio de la falta de felicidad. Lo sorprendente es que esta crisis de la felicidad no ha producido un cuestionamiento de los ‘deales sociales, sino que, por el contrarlo, parece haber reforzado su influencia sobre la vida tanto psiquica como politica, La demanda de felicidad se articula cada vez mis fe términos de un retorno a los ideales sociales, como silo ‘que explicara esta crisis dela felicidad no fuera el fracaso de dichos ideales sino nuestro fracaso en alcanzarlos. ¥, por lo visto, en tiempos de erisis el lenguaje de la felicidad resulta atin mas influyente.”> La pstcoLocta posrriva Dado que esta nuova ciencla se basa ante todo en el au- ‘oinfore, implica una importante dimension psicol6gica, xy también dentro de la propia psicologia se advierte un tire hacia la felicidad. Mayormente, adopta el nombre de “psicologia positiva”, rama que parte de una critica in- ‘tema de la propia disciplina. Michael Argyle sostiene que “la mayorfa del trabajo de la psicologia sobre las emo ciones ha estado dedicado a la ansiedad, la depresion y otros estados negativos". 0 como sostienen los editores, de la antologia Subjetive Well-Being {Bienestar subjetivo} siguiendo a Ea Diener, el “Dr. Felicidad”, “Ia psicologta se hha preocapado menos por las condiciones del bienestar ue por su. opuesto: la determinacién dela infelicidad hu- mana‘. Mientras que la cfencia de la felicidad “corrige” la tendencia de la economia a prestar atenci6n al creci- rilento econémico a expensas dela felicidad, la psicologia de Ia felicidad “corrige” la tendencia de esta disci cconcentrarse en estados emocionales negativos a expensas de ta felicidad. Comencemos por el clésico de Michael Argyle, La psi- cologia dela felicidad (1987). All, el autor define el pro- yyecto de su libro en los siguientes términos: “Este libro se ocupa ante todo de tas causas y explicaciones de la felicidad positiva, y como muestra comprension de ella puede ser utilizada para hacer felices a las personas, & incluso a nosotros mismos". Podemos advertir asi, desde cl comienzo, que la felicidad se convierte on una téenica Aisciplinaria, La psicologia positiva procura entender la “folicidad positiva” por medio de la explicacion de sus cauzas, pero también pretende emplear este conocimiento para ciear felicidad. La psicologta positiva procura hacer folices a las personas. Se muestra positiva respecto de las temociones postivas; da por supuesto el caracter promiso- rio de su propio abjeto. En parte, parece algo sensato. No hay nada mejor, sin duda, que sentirse mejor, zquién no quiere sentirse mejor? No debe araso todo conocimiento ser transformador y res- ponder a un impulso por mejorar los mundos y las capaci- dades de vida de los individuos? Lo que esta en juego aqui cf la idea de que es posible conocer “de antemano” aquello {que contribuiré a mejorar la vida de las personas. Se en tionde que hacerlas ms felices es uma sefal de mejoria. La om. misma “cosa” que queremos alcanzar es la “casa” que nos permitiré lograrlo. Asi, se da a las emociones positivas la taea de vencer su propia negacién, y se las convierte en. aquella que puede sacamos de “ta ansiedad, la depresion y ‘otros estados negativos". La psicologia positiva comparte con la economia dela felicidad el supuesto de que semtize bien es estar bien. Pero agrega un argumento mas potente: sentitse mejor es mejorar. Argyle afirma que el autoinforme nos permite-obte- ner una medicién objetiva de lo subjetivo: “nos vemos obligados en gran medida a confiar en repartes subjetivos acerca det modo en que se siente la gente: si las perso- nas dicen que son felices, son felices". A continuacién, caracteriza como buenas ciertas instituciones en la me- dida que aumentan las probabilidades de ser feliz, y “los ‘mayores beneficios",afirma, “vienen del matrimonio”. La felicidad exige el desarrollo de cierto tipo de disposicién: “La felicidad es parte de un sindrome mayor, que incluye saber elegir situaciones que nos recompensen, ver el Lado positive de las cosas y mantener una autoestima elevada’. Epleando la terminologia de Nikolas Rose, podriamos de- cir que los individuos tienen el proyecto de trabajar sobre si, de gobernar sus almas."* Estos proyectos son descriptos ‘como distintas formas de “mejoria" y comprenden “técni- ‘as de indueci6n del buen humor” que es posible “conver- tir en habito” para “obtener resultados més duraderos”. Por el contrario, ala gente que no es feliz se la considera carenciada, antisocial y patolégica: “la gente infeliz tien de a ser solitaria y fuertemente neurética’. Los individuos dleben ser felices para los demas: la psicologia pesitiva describe este proyecto no como un derecho, sino mis bien como una responsabilidad. En la medida en que alimentar nuestra propia felicidad nos permite incrementar la feici- dad de tos demas, tenemos la obligacion de ser felices. A 1w largo de este Ubro, una de mis mayores preocupaciones sex analizar las consecuencias de esta idea segin la cual LIER tenemos la responsabilidad de ser felices para los demés, la idea, en otros términos, de que existe una necesaria © inevitable correlacién entre la felicidad de una persona y la de los dems, Por cierto, la psicologia positiva constituye hoy no solo un campo académico pujante sino también un ambito de divutgacién de enorme populasidad: som muchos Ios li- bros, y el correspondiente grupo de expertos, que ensefian a las personas a ser mas felices. Veamos por ejemplo la obra de Martin Seligman, autor de numerosos volémenes sobre psicologia positiva y director el Centro de Paicolo- sia Positiva de la Universidad de Pensitvania.”” Al igual ‘que Argyle, Seligman comienza por esbozar una critica a la psicotogia anterior, que ha priorizado “el alivio de los estados que hacen que la vida resulte espantosa” relegan- do “el desarrollo de los estados que hacen que merezea la pena vivir’. Caracteriza a la psicologla positiva como ‘una disciptina que brinda “pautas” para “la buena vida’. Es usual que este tipo de textos describa ala felicidad como lun camino, aquello que se obtiene si se sigue la buena senda, En tal sentido, la felicidad ofrece una via y la psi- cologfa positiva es el saber que ayuda a encontraria. “Este camino le conducira por un campo de placer y gatifica- cin, por las cimas de la fortaleza y la virtud y, al final, por las cumbres de ta realizacion duradera: el sentido y la determinacion en la vida. La felicidad se convierte ast cen una forma de diteccionamiento u orientacién que nos conmina a seguir “la buena senda’, Pero Seligman no solo la describe como una recompensa, aquello que se obtiene tuego de un buen recorrido de vida, sino también como una cualidad personal, La felicidad parece ser una expecie de rasgo. El autor la identifica fuertemente con el optimismo; en la medida en que “tienden a interpretar que sus pro- btemas son pasajeros, controlables y propios de una situa én", las personas felices son més optimistas, También, su juicio, son més altruistas: “cuando somos felices nos on centramos menos en nosotros mismos, nos caen mejor los demés y deseamos compartir nuestra buena fortuna incluso con desconocides”, El lector advertiré que las corelaciones planteadas (entre la felicidad y el optimismo, entre la feli- cidad y el altruismo) vipidamente se traducen en relaciones de causavefecto en las que la felicidad se convierte en su ‘propia causa: La felicidad causa que nos centremos menos en nosotros mismos y seamos mas optimistas, lo que a su vez causa nuestra felicidad, haciendo que podamos eausar mas felicidad a otves, y asi sucesivamente, De esta forma, la felicidad no solo ge convierte en una responsabilidad individual, una reformulacion de ta vida ‘como proyecto, sino también en un instrumento; es decir, ‘un medio para un fin, y no solo un fin en sf mismo. Nos hacemos felices como si se tratara de una adquisicién de capital que nos permite, por su paste, ser 0 hacer esto o aguello, e incluso conseguir esto o aquello. Este modelo de la felicidad entendida como un medio no se lleva bien ‘con concepciones clasicas como la de Aristoteles, para ‘quien la felicidad es “el fn de todos los fines”. La psicolo- ‘fa positiva implica la instrumentalizacion de la felicidad ¥ su transformacion en una técnica. De esta forma, se convierte en un medio para un fin, y ademas en el fin de ‘todos los medion.” Resulta asi que la felicidad pasa a ser no solo aquello ‘que se desea alcanzar, sino también un modo de aumentar al maximo las posibilidades de alcanzar aquello que se de- sea, Previsiblemente, la psicologia positiva recurre muchas veces al lenguaje de la economia y describe a la felicidad como un bien. Bruce H. Heady y Alexander W. Wearing, por ejemplo, enumeran un conjunto de “caracteristicas per- sonales relativamente estables” que explican que algunas ‘personas tiendan a ser mis felices que otras, y las deno- sminan “activos". Entre ellas se cuentan los antecedentes sociales, la personalidad y las redes sociales.” La felici- dad rinde dividendos: depende de otras formas de capital preexistentes (antecedentes, personalidad, redes) y de que el individuo sepa adquirit 0 acumalar aim mas capital. Uno de los representantes mas recientes de la psico- logia positiva es Alan Carr, cayo trabajo cruza la fromtera centre el lectorado popular y el académico. También él des- cuibe el proyecto de esta subdisciplina a partir del doble ‘objetivo de comprender y facilitar la felicidad y et bienes- tar subjetivo.*" Las emociones positivas "como el placer 0 la satisfaccién nos dicen que esta sucediendo algo bueno”. Carr afirma que las personas felices y las personas infeli- ces “tienen unos perfles de personalidad caracteyisticos". Un perfil de felicidad seria el perfil que corresponde al tipo de persona que tiene mayores probabilidades de ser feliz, como puede verse en la siguiente desexipeién: 1a probablidad de halle peteons face sumenta en oe ples econamicamentepeSsperr, donde ee respstan la democracy lu testa y haya escenario plitc esta. Es ms probable encontrar ptonas fees en le grupos mayoritaros que ete "as mina, yas habitat ent cima del eacala soil gue la base Polo generl etn cide yo eve ben con sis fares y amigos, Respect de sur carats paso, las personas felieeparecen relatramentesladabe, fica ‘mentalnente Son ctvas y de mencliad aber Se enten 3 ‘ago de sus vidas, Sus expractones extn gata evens fechas y mows antes que a hse dinero, En masa de poi thea, enden a abienre en a vriane onsevadra del cent,” HL rostro de la felicidad, al menos segtin esta descrip- cin, se parece bastante al de una persona privilegiada. Pero en ver de suponer que la felicidad sencillamente se en- ‘uentra en “las personas felices", podsfamos preguntarnos dde qué manera la afirmacion de felicidad valeriza determi- nadas formas de personalidad. En otras palabras, la atribu- clon de felicidad podsfa ser un modo de afectivizar normas © ideates'sociales, generando la idea de que la proximidad 28 relativa a estas normas ¢ ideales contribuiria a alcanzar la felicidad. Lauren Berlant equipara esta fantasia de felicidad una forma “estipida” de optimismo, que “confia en que ‘cefire a deterniinadas formas o précticas de vida y pensa- ‘mento habran de asegurar la felicidad personat’."* ara Car, los perfiles de felicidad se aplican no solo a individuos sino también a formaciones sociales: sostiene, por ejemplo, que ciartostipos de familia “favorecen ta ex- periencia de la fluidez”, aportando niveles éptimos'de cla- dad, concentraciOn, decisiOn y desaflo. Si ciertas formas de vida promueven a felicidad, entonces para promover la felicidad es preciso promover dichas formas de vida. De esta forma, la promocién de la felicidad se convierte répidamente en la promociOn de ciestos tipos de fami Sin duda hay algo potente en el empleo dela idea de “ftui- ‘de2" o “fir” para describir la relacion entre las personas felices y los mundos felices. A partir de la obra de Mihaly Csikszentimihalyi, esta nocién describe la experiencia de tun individuo comprometido con et mundo, 0 en contacto con él, en una relacién en la que el mundo no adopta ta forma de lo exterior, el obstaculo o la resistencia. “Los mejores momentos de nuestra vida" afirma Ceikszentmi- hlyi, “no son momentos pasivas, receptivos o relajados (aunque tales experiencias también pueden ser placen- teras si hemos trabajado duramente para conseguitlas). Los mejores momentos suelen suceder cuando el cuerpo 0 la mente de una persona han Uegado hasta su limite en tun esfuerzo voluntario para conseguir algo dificil y que waliora la pena’.® Sostiene que “a largo plazo las expe~ ienclas dptimas ahaden un sentimiento de maestria (0 tal vez mejor sea decir un sentimiento de participacién at determinar el contenido de la vida) que esta tan cerca de to que queremos decir normalmente como felicidad como ‘cualquier otra cosa que podamos imaginarnos”. ‘Cuando los sujetos no estén “en flujo", el mundo se les presenta como una resistencia, algo que en vez de per- neoveeion: nitir una accin, la bloquea. Los sujetos infelices, por to tanto, se sienten alienados del mundo, y lo experimentan ‘como exterioridad. Sospecho que Ceikszentmihdlyi tiene mucho para enseflamos acerca de la fenomenclogia de la felicidad como un estado de intimidad entre el cuerpo y el mundo, :0ué ocurritia si dejiramos de entender este fluir en et mundo solo com un atributo psicolégico? zNo seri, acaso, que et mundo “alberga” a algunos cuerpos mejor que 2 otros, de manera tal que estos no lo experimentan como resistencia? Esta idea nos obligaria a reformular la noci6n de felicidad tomando en consideracin lo que sien ten aquellas personas que entran en tensién con esas mnis- sas formas de vida que a otros cuerpos les permiten flair en el espacio. Tal vez las experiencias de que no estamos ala altura de las citcunstancias, de que nos estresamos 0 ineluso de que no podemos desplegarnos en los espacios ‘en que residimos puedan enseftamnos acerca de la felicidad mucho més de lo que creemos ARCHIVOS DE INFELICIDAD, No busco contraponer a la nueva clencia de la felicidad un retomo a la idea clasica de felicidad entendida como udaimonia, en el sentido de vida buena, significativa 0 virtuosa. Este tipo de argumento se advierte, por ejern- plo, en obras de Richard Schoch y Terry Eagleton.”” En The Secrets of Happiness, Schoch sostiene que nos hemos ‘vuelto “sordos a la sabiduria ancestral” y que “nos nega- ‘mos ta oportunidad de encontrar felicidad en aquello que es significative’, Afirma que “en nuestros dias nos hemos conformado con una felicidad mucho més débil y ende- ble", ala que describe como “mero disfrute del placer’. Estas eriticas de la industria de la felicidad que abogan por un retomo a los conceptos clésieos de virtud no solo ‘mantienen la asociacion entre la felicidad y el blen sino 7. aque ademas sugieren que algunas formas de felicidad son mejores que otras, Tal distincién entre concepeiones fuer- tes y débiles de la felicidad obedece a un criterio de in- ole moral: algunas formas de felicidad son més valiosas ‘que otras porque vequieren mas tiempo, mayor dedicacion. intelectual y més esfuerzo. Cabe sefalar que, en los mo- delos clisicos, las formas mis elevadas estin vinculadas a la mente, y las mas bajas, al cuerpo. Esto resuena en Schoch, quien caracteriza a la felicidad “mis débil y en- able” como aquella igada al “mero disfrute del placer". Pero las jerarquias entre distintas formas de felicidad aca- 0 respondan a otras jerarquias sociales prexistentes. Sacede que, si las formas de felicidad més elevadas son aquellas que se siguen de ser determinada clase de ser, no ‘cuesta demasiado reconocer que ese ser de la felicidad ‘es burgués, Podrlamos sefalay, incluso, que clertas expre- somes de horror ante las culturat contemporaneas de la felicidad dan cuenta de cierto horror de clase ante la idea de que la felicidad se ha vuelto demasiado facil, rapida y accesible. Baste recordar que en la filosofia clisica griega Ta idea de ta buena vida depende de un modelo excluyente de vida: para alcanzar la buena vida, es preciso tener un tipo de vida earacterizado por la autonomia, la seguridad material y el tiempo de ocio. Segin Aristotees, la vida mas feliz es aquella dedicada a la “actividad contemplativa”, forma de vida que solo esta a digposicién de algunos no de todos.”” FL concepto clasico de buena vida dependia de una economia politica: algunas personas tenfan que tuabajar para asegurar que otras dispusieran del tiempo libre para procurarse una buena vida, et tiempo necesario, por asi decirto, para florecer.** Incluso podria afirmarse que dicha econom{a politica era condicion necesaria y no accidental de la existencia de la posibitidad de evar una vida virtuosa, Por consiguiente, en la medida en que se desprenden de determinadas ideas acerca de quién es digno y tiene la taraonucrou ro aut capacidad de ser feliz “de la manera correcta”, estas no- ciones de felicidad traen aparejadas distinciones morales y sociales. Sospecho que el apego ala idea de felicidad como objeto perdido’ constituye ima manifestacién no solo del dduelo sino también de ta angustia que produce la idea de aque la felicidad pueda tocarle a las personas equivocadas, e incluso de un deseo de que esta felicidad retore al cena de la gente correcta (por ejemplo, aquella que dispone del ‘tiempo y los privilegios necesarios para practicar la filoso- fia). Pensar la felicidad como una forma de construccién del mundo supone preguntarse de qué manera la felicidad hhace que este se organice, por as decirlo, en torno a la gente correcta, No es un accidente que los fildsofos tien- dan a encontrar la felicidad en la vida filséfica o que los pensadores la descubran en el trabajo del pensamiento, Et {ugar en et que hallamos la felicidad nos permite descubrir no solo donde esté el valor, sino también qué considera- mos valioso. Asi, ademas de ser aquello que valoramos, ta felicidad pasa a ser también lo que permite que los demas valores adquieran su valor. En 1a medida en que ee la sx- pone un bien evidente en si mismo, se convierte a su vez fen evidencia del bien. Este libro suspende la creencia generalizada en ta fe- Licidad como algo bueno. Esta puesta entre paréntesis nos permite preguntamos no solo qué hace que la felicidad sea buena, sino también de qué manera esta participa del proceso de hacer que otras cosas sean buenas. Si bien me interesasia poner en duda algunos de lor modelos de bienestar que plantea la ciencia de la felicidad, manten- Aré de momento et supuesto de que la felicidad implica sentirse bien. Esto no supone redueir la felicidad a los sentimientos positivos. La asociacin entre la felicidad y los sentimientos recién aparece en la modernidad, como nos muestra Darrin M. McMahon en stt monumental his- toria de la felicidad.” Pero a tal punto la hemos heredado ue hoy nos resulta dificil pensar la felicidad sin pensar a en sentirse bien. Mi objetivo es analizar de qué manera los sentimientos hacen que algunas cosas sean buenas y otras no. Por ende, en la medida eh que piensa ala felicidad en estos términos, el presente libro se sitda dentro del ambi to de los estudios culturales feministas sobre la emocién y el afecto."* Sin embargo, a diferencia de lo que ocuste fen la mayoria de esta produccion, fundada en el andlisis 4e ciertas formas expecificas de “ralestar” o sentimientos negatives (la vergtienza, el odio, el miedo, el desagrado, la ira y demés)," propongo partir de un lugar istinto, el Dienestar, si bien con ello no doy por sentada la distin- cin entre buenos y malos sentimientos (que segin ha- ‘beemas de ver, no se sostiene). A partir de los argumentos. ‘planteados en mi libro anterior, Za politica cultural de las ‘emociones, en las paginas siguientes procederé a analizar de qué manerz se atribuyen sentimientos a los objetos, de forma tal que algunas cosas (y no otras) se convierten fen causa de felicidad (0 de infelicidad). Los sentimion- tos no son algo que sencillamente resida en los sujetos ¥y se mueva desde estos hacla los objetos: los sentimien- tos gon et modo en que los objetos crean impresiones en os espacios de vida compartidos. Retomando el abordaje ‘que esbocé en Queer Phenomenology, me interesa explorar aul de qué manera nos vers dreccionados por la promesa de la felicidad, entendiendo por ello la promesa de que si seguimos tal o cual camino habremos de ser felices. Dicha promesa es responsable de la proximidad de ciertos dobjetos, y afecta el modo en que el mundo se organiza a suestro alrededor. ‘Con el propésito de analizar los mecanismos por medio 4e los cuales la felicidad hace que ciertas cosas sean bue- thas, me dedicaré a rastrear la palabra felicidad e indagar ‘qué historias evocan sus sucesivos desplazamientos. Segui sé su derrotero por todas partes.” Intentaré advertir qué se propone, a déade va, con quién o con qué se asocia. Dado urannvecron Foe auto ue sigo ata palabra felicidad, voy donde ella va, Por ende, no voy por donde la palabra felicidad no va, EL gran riesgo de este método es que podria darle a la palabra felicidad tanto poder que me impidiese cuestionar el poder de la felicidad. 1 método tiene, en efecto, esta timitacién: dado que mi propésito es describir el tipo de mundo que se or- saniza en funcion del horizonte de ta felicidad, no explore aquellos que podrian configurarse bajo otros’ horlzontes. ‘A mi juicio, el hincapié en la felicidad coma ebjetivo de la existencia humana es tan generalizado que se vuelve preciso preguntaznos qué oculta este objetivo, También ne- ‘cesitaremos, desde Iuego, de la aparicion de otras formas de escritura critica y creativa que ofrezcan minuciosas des- cxipeiones de los tipos de mundos que podsian organizarse con un horizonte de experiencia distinto de la felicidad. At haber descripto mi método en estos térmiinos, de- Denia resultar claro que no intento producir un nuevo concepto de felicidad. Siguiendo a Gilles Deleuze, Claire Colebrook distingue el concepto filosético det concepto cotidiano y, de una manera muy dtil para mis ptopésitos, lo ejemplifica con el concepto de felicidad. En sus propias palabras, “nuestro uso cotidiano de los conceptos funcio- ‘na como la estenografia 0 el habito; empleamos conceptos para no tener que pensar’” Un concepto filossfico de felicidad, afirma, “no harla referencia a esta o aquella fnstancia de felicidad, sino’ que harfa efectiva 0 crearia tuna nueva posibilidad o nocién de felicidad’. La filosofia ppone entre paréntesis lo cotidiano o lo ordinatio y piensa por medio de formas extremas, como las que encontramos fen el arte modemo. Por el contratio, este Ubro explo- ta los habitos de felicidad cotidianos y considera de qué ‘manera estos habitos suponen modos de pensar el mundo que moldean el modo en que ese mundo se organiza. Me interesa prestar atencign al modo en que la felicidad se habla, se vive y se practica; para mi, la felicidad es aque- Uo que hace. Esto no significa que ponga entre paréntesis a la f- losofia. Después de todo, podria describirse la historia de eta diseipina como una historia de la felicidad. Incluso podria caracterizazze ala felicidad como la nica teleolo- ia filosofica que no ha sido puesta en duda dentro de la ‘losofia, Francois Jullien sostiene que la sumision de la fi- lozofia a la idea de que ta felicidad es el propésito de la existencia humana es el punto en el que aquella “deja de ser inventiva’ Yo sintetizaria el estatus de la felicidad dentzo de la Blosofia dela siguiente manera: la felicidad es ‘quello que queremos, sea esto lo que sea. Los éesacuerdos pparecen limitarse al contenido de ese "esto", y acaso sea dicha situacion to que le permite a la felicidad mantener su posicion dentro de la Bilosafia como referente del deseo hhumano. En este libro, pienso alla ilosofia no soto como un corpus de textos que se describen a si mismos como here- Aeros de la flocofia y participan de las distintas historias de esta disciplina, sino también como un “archivo de la felicidad”: un conjunto de ideas, pensamientos, relatos, imagenes e impresiones acerca de la naturaleza de la fe- icidad. Esta aparece dentro de la filosofia ética y politi- ca, ramas de la filosofia que aspiran a describir la buena vida," y aparece también en la filosofia de la mente. En este libro, prestaré particular atencidn a ta explicacion ‘empirista de las pasiones que oftece John Locke, | ‘Hablar de la filosofia como un archivo de la felicidad ‘no supone decis que la felicidad pueda encontrarse en la filosofiao que esta temética agote el proyecto de la disci- slina, como su tnico horizonte de pensamiento. Tampoco oda la filosofia se funda en la con- ida es necesasiamente buena. Algu- ‘nos filésofos se oponen a esta convicciOn; existe toda una contra-tradicién que tiene mucho para ensefiarnos acerca de la felicidad, ya sea de la mano del oscuro pesimismo de autores como Arthur Schopenhauer o de posturas forma- Uistar como la de Immanuel Kant, segiin et cual debemos erence Fon 98 rmostramos moratmente indiferentes a ella. Otros filbsofos, por su parte, escriben contra una determinada tradicion de la felicidad ~el utlitarismo, por ejemplo- y depositan su esperanza no'en la infelicidad o la indiferencia hacia la felicidad, sino en modos distintos de pensar la feli dad. Podrfamos pensar aqui en ta felicidad del ultrahombre letzscheano, que este flésofo contrapone a la felicidad de los siervos. ¥ si consideramos al psicoandliss freudiano yy lacaniano como parte de la fitosota,o lo leemos como un’ pslcoandliss de la felicidad del sujeto-fil6sofo, tendremos sucho para aprender acerca del vacio que ee esconde de- ‘tras de la promesa de la felicidad, ese vacio que agedia al sujeto en el cardcter insidioso de su propio deseo.” ‘Leer acerca de los habitos de la felicidad supone enton- ces leer también flosofia. ¢Cémo leo filosofia? Podriamos comparar mi método con el de Darrin M. MeMahion en Una historia de la felicidad, Wbro que nos da mucha tela para cortar. El autor comienza haciéndose una pregunta: “jc6mo escribir la historia de algo tan esquivo, tan intangible, de festa ‘cosa’ que no ee una cosa, esta experanca, este anhelo, este suefo?". Es una buena pregunta, Pero también podria- mas preguntarnos: ;qué significa pensar que la felicidad tiene una historia? {Como o por qué tendviamos que esct: bir una historia semejante? :Quiénes 0 qué cosas forman parte de esta historia? La historia dela felicidad de Metia~ hhon parte de la premisa de que pensar la felicidad supone analizar de qué manera distintas ideas de felicidad han sido: conceptualizadas a to largo del tiempo. B autor ta ddenomina una “historia intelectual” Resulta Gil sefalar que Darrin MeMahon se describe pattidario del “pluralismo metodol6gico” y sugiere que su historia no es més que una de las tantas historias posibles Ge Ia felicidad: “hay infinitas historias de la felicidad por ‘eceribi, Da a entender que esas historias podrian contarse ‘desde puntos de vista més especitices, y que serian “histo- ras no solo de las luchas y propésitos de los campesinos, los esclavos y los apéstatas mencionados por Freud, sino también de tas mujeres a comienzos de la modernidad y de los aistocratas al final de la misma, de la burguesia del siglo XIX y de los trabajadores del sigho XX, de los con- servaores y de los radicales, de los consumidores y de los ‘cruzatos, de los inmigrantes y de los nativos, de los genti- les y de los judios’. Esta cita nos permite suponer que las luchas de estos grupos desplegarian distintas historias de la felicidad. ~ BI presente libro no viene a suplementar la historia de McMahon aportindole un punto de vista especitico, ‘como si se tratara de una historia particular dentzo de ‘una historia general. Quisiera encontrar el modo de poner a prueba la historia intelectual de la felicidad ~entendida como historia de una idea- a parti de la consideracién de quello que se borra al adoptar un punto de vista general, ya que prestar atencién a aquello que se borra podria cam- Diar lo que se ve desde ese mismo punto de vista general. En otras palabras, quiero sefalar que la historia general de la felicidad bien puede ser considerada una bastante par- ticular. Adviértase el modo en que las mujeres aparecen (ono) en la historia intelectual de McMahon. En el indice encontramos una sola referencia a las mujeres, que a si ver resulta ser una referencia al Ubro La eujecién de las ‘mujeres, de John Stuart Mill. Incuso la propia categoria de “mujeres” nos devuelve a una genealogia masculina, a 1a idea de ta filosofia como un legado del hombre blanco europeo. Tratar a la felicidad como una historia intelec- tual supone ast mostrarse indiferente al peso de las di- ferencias dentro de dicha historia, que problematizan su coherencia misma. En buena parte de la Uteratura filosofica, como ast también en los estudios sobre la felicidad, lo impensado continéa siendo la infelicidad.** Este olvido puede expli- carse, en parte, debido a la supuesta transparencia del “in": la suposicién de que la infeicidad es sencillamente no ser, no ser feliz, y que se define por la mera falta de felicidad, entendida como ausencia de su presencia. Aqui ime propongo construir una historia de la infelicidad.”” La historia de la palabra infeliz podria decimos algo acerca de la infelicidad de ta historia de la felicidad. En sue ueos 1s tempranos, infeliz significaba “que causa infortunio © problemas’. Solo més tarde lleg6 a significar "miserable en distintas circunstancias” o “mentalmente desgraciado”. La palabra desgraciado también tiene una genealogia in- teresante, que proviene de desgracia, y hace referencia a una persona extranjera, exiiada 0 desterrada. La per- sona caida en desgracia no solo se define como aquella que ha sido expulsada de su pafs natal, sino también la que ha “eafdo en un profundo estado de afliccién, pena, infortunio © pobreza", “una persona miserable, infeliz 0 desafortunada”, “un ser pobre o desventurada” e incluso “una persona infame, patética y despreciable”" ;Sera po sible reescribir la historia de la felicidad desde el punto de vista de quienes han caido en desgracia? Al oft las voces de las personas caracterizadas en estos términos, acaso eguemos a descubrir que esa desgracia no les pertenece. a tristeza det extranjero podria oftecernos una mirada distinta sobre la felleidad, porque nos permitisfa no solo entender la experiencia del extrato, sino también volver extrafia la propia felicidad de lo familiar, De esta forma, intento ofrecer una historia de la fe- licidad altemativa que no solo parte de una lectura dis- ‘inta de su historia intelectual, sino que ademas toma en ‘cuenta a personas que se han visto desterradas de ella 0 {que solo han ingresado en ella como alborotadoras, incon- formistas 0 aguafiestas. En el primer capitulo, me valdré de la historia intelectual de la felicidad para mostrar de qué manera se atribuye felicidad a ciertos objetos. Con ello no me propongo brindar una presentacién de las dis- intas filosofias de la felicidad, sino elaborar mi propia ‘explication acerca de cémo la felicidad hace que algunas cosas {y no otras) parezcan llenas de promesas. Lo que a continuacién denomino “archivos de la infelicidaa” pro- viene de las historias del feminisme (capitulo segundo), la tworfa queer (capstulo tercero) y la militancia antirracista (capitulo cuarto), como asf también de distintas formas de compromiso politico socialistas y revolucionarias (ca- pitulo quinto). De estos capitulos, los tres primeros se organizan en torno al tropo de la negatividad que presen- tan determinadas figuras politicas: feministas aguafiestas, ‘queers infelices ¢ inmigrantes melancélicos. Cada una de estas figuras tiene su propia historia politica; inconclusa, fragmentaria y compartida. La figura de la mujer negra cenojada, por ejemplo, puede aparecer (y aparece) tanto fen el capitulo sobze las feministas aguafiestas como en el que dedico alos inmigrantes melancélicos. Desde luego, al ‘organizar un Ubro en toro a figuras se corre l riesgo de creer que la inteligibitidad de dichas figuras bastara para preservar la coherencia de sus historias. El capitulo quin- to, por su parte, se construye de manera distinta: parte de 1a pregunta acerca del “futuro” y analiza ta importancia e lo que denomino “distopias de felicidad” para imagl- nar futuros alternativos. Podria haberle dado por titulo la figura del "furioso revolucionario", pero no lo hice. Esa figura parece demasiado cargada, y por ende tiene muy poco que deci. Denomino “archives de ta inféticdad” a aquellos con los que trabajo en estos cuatro capftulos, No se trata solo de que en ellos sea posible encontrar la infelicidad. Antes bien, estos archivos se conforman a través de la cireula- cién de objetos culturales que articulan la infelicidad con 1a historia de la felicidad. Un archivo de la infelicidad es un archivo que se constituye en ta lucha conta la feli- cidad. De hecho, el legado de aquellos autores que han desafiado el propio atractivo de la felicidad es considera- Vee, y sin embargo casi munca o rara ver se los cita en la literatura acerca de la felicidad. Creo que estos archivos twotonucron: cro oy a gto vienen no solo a suplementar a la filosofia y su archivo de la felicidad, sino a ponerios en crisis. Mi propésito os tirar del hilo de la infelicidad, como si fuese destejiendo la felicidad, y de las hebras de sus teclamos. Desde ya, todo esto implicé también que debiera en- contrar mis propias elecciones, que incluyera ciertas co- sas y excluyera otras. Asi, a partir de los archivos de la infelicidad heredados, he ensamblado mis propios archi vos. En el capitulo sobre las foministas aguatestas, casi todos lot Ubtos que cito som libros que conoci a fines de los echenta en cursos de literatura femenina y que me han acompafado a lo largo de toda mi carrera, en parte porque me mostraron con gran contundencia la tristeza implicita en el reconocimiento del género como pérdida, Otros los lei en tiempos mas recientes y lograron movil zame, permitiéndome entender que la felicidad y la infe- licidad eran capaces de producir cosas. Un buen ejemplo de ello es £1 pozo de la soledad, novela que ya abordara ‘en Queer Phenomenology, donde analicé el modo en que este texto tematiza la heterosexualidad como una forma de felicidad irreflexiva."" Hay otros Libros que Ulegaron a mis manos durante el proceso de escritura de este, y que ‘enriquecieron mi perspectiva acerca de lo que estaba in- ‘entando pensar. Ast ocurtié por ejemplo con ta obra de ‘Andrea Levy (me impact mucho la precision con la que describe la sacudida que todos experimentamos al volver- nos conscientes del racism) y con Annie on My Mind, de Nancy Garden, que constituye una demostracién del modo fen que los padres expresan su temor a la infelicidad como respuesta al hecho de tener unx hijx queer. Por obra de la casualidad (0 asi me pareci6 on ese momento), lei esta rovela en 2006 durante un vuelo a Vancouver, donde iba 4 presentar mi primer articulo sobre esta investigacion acerca de ta felicidad, También influyeron, en mi deseo de eseribir acerca de la felicidad, algunas experiencias per- sonales como lectora y espectadora: ver en el cine Quiero ser como Beckham (Bend It Like Beckham) fue una de esas experiencias que determinaron que escuiblera este libro (fue la feliz imagen de reconciliacin que se ofrece al final ae esta pelicula lo que atrapé mi atencién).. (tos ejemplos los encontré hablando con distintas personas tanto en eventos formales, como seminarios y congresos, como ast también en situaciones informales. Luego de que diora una conferencia en Kent, alguien me sugiri6 que leyera Nuestra hermana aguafiestas. Exel ca- pitulo quinto analizo ta novela The Joy Makers; tuve la suerte de que me la hiciera legar su autor, James Gunn, guien en 2007 se encontraba entre el piblice de la Uni- versidad de Kansas ante el cual lef un articulo sobre ta felicidad. Su libro me lleva releer Un mundo feliz y to mar en consideracién su demanda politica del “derecho a ser infeli’. La generosidad de los extratos esta detzis de muchos de estos encuentros. Por supuesta, no podria ofrecer aqui la historia del hallargo de cada uno de estos objetos. Pero el modo en que ensamblamos y reunimos las cosas importa, Nuestros archivos se conforman a partir de encuentros, y adoptan la forma de una huella mnémica de los lugares en los que hemos estado. Cada escritor es primero un lector, y por ello también importa lo que leemos. Me considero principalmente una lectora de teorfa feminista, queer y antsracista; esos Uibros conforman el horizonte politico e intelectual de este Ubro. Los describiria como mis libros de flosoia, en el sentido de que son los que me han ayudado a pensar el modo en que la feicidad participa de a creacién de la forma social, Pero ri archivo no solo comprende Ubros y peliculas, Si una va detrds de la palabra felicidad, hay que estar dispuesta a ter- minar en cualquier parte. Mi archivo es también mi mundo, ri mundo de vida, es mi pasado y mi presente, en los que la palabra felicidad resuena de manera muy potente. Uno de los actos de habla que siempre me ha fase nado es “lo Gnico que quiero es que seas feliz”; recuerdo hhaberlo oido muchas veces a lo largo de mi infancia y adolescencia. Escribr este Libro me dio la oportunidad de reflexionar un poco mas acerca de qué significa expresat ue “lo tinico” que se quiere es la felicidad del otro, Peto este es tan solo un acto de habla zelacionado con la felic. dad. (Hay tantos! Entre otros que saldrdn al encuentro del lector a to largo de este libro se cuentan "site hace feliz, me hace feliz", “no puedo soportar que no seas feliz”, “quiero hacerte feliz”, “quiero verte feliz” y “quiero ser la causa de tu felicidad’. Hablamos mucho de la felicidad. AL fimponerme la tarea de seguir et hilo de las palabras, me doy et objetivo de deseribir qué tipo de mundo se consti- tuye al dar por sentado que la felicidad de la que habla mos es buena, a pregunta “Zqué hace la felicidad?" es inseparable de ta pregunta respecto de la distribucion de la felicidad y la infeticidad ato largo del tiempo y el espacio. Recons- trair la historia de la felicidad es reconstruir la historia de su distribuciOn, La felicidad se distribuye de muchas ¥y complejas maneras. Sin duda, ser un sujeto bueno esta Uigado a ser percibido como una causa-de-felicidad, como alguien que hace felices a otras personas. Por ende, ser malo es ser un aguaffestas. Este libro es un intento de devotverte a la aguafiestas su propia vor y de hablar desde el reconocimiento de la experiencia de ocupar ese Inga Al describir la sociabilidad de la felicidad, me baso en mi propia experiencia de haber sido llamada, en varias opor- funidades, una aguafiestas. Muchas de las conversaciones ue he tenido acerca de este trabajo de investigacion han consistido en intercambios de historias entre aguafiestas. Recuerdo cierta oportunidad en la que en una mesa re. onda discutfamos la situacign de ser la aguafiestas en la mesa familia. EL congreso, organizado en 2007 por la Aus- tualian Critical Race and Whiteness Studies Association [Asociacion Australiana de Estudios Criticos sobre Raza y Banquitud], fue la primera vez en que me senti como fen casa al paticipar de un evento en Australia siendo tuna persona australiana de color. Pienso ahora que estos ‘congtezos crean espacios que nos oftecen nuevas mesas familiares, masas que acaso sirven de apoyo a quienes no tienen sitio en las mesas de la felicidad. é que al presentar la felicidad como problema como al riesgo de dar excesive énfasis a los problemas que pre- senta la felicidad. Ep un riesgo que estoy dispuesta a co- rrer, i este libro le arruina la festa a alguien, hace exac- tamente lo que plastea que deberiamos hacer. Aguar la fiesta, como nos ensefian muchos de los textos que citaré fn las paginas que siguen, supone abrir paso a una vida, hacer lugar a otra vida, ala posibitidad, ala oportunidad. FL gran propdsito de este libro es hacer lugar. 2. tala prorlee de Bruno S. Fey y Ali Stata, anes and Eeoo- rc. How he Economy and Inetitone Aft Haman Wel-eing,Pics- ton, Prineston University Pes, 2002, pi ston tantasresones de eth ea que ort lege una en pata. Medel por esta porque $e ae de lengua cosente par deserieuna dea conta pero también Floss aber a desde quel inde aqusllo que pocuranos {Bs pobabe quo ene Le distin fermulctones losbica de ete p= ‘po a ms dramiica sn le oftecia por Bleue Fustal en el cig i tin sstuo: “Todos los hombres pstnden ser Slices: eto no ene trepcn;culequics eu lot mete que emplasn pans conceit, todos tenden a sft, Una van ala gueray ls tos no, a causa de se mismo dito, que este en amb, acmpaio de dstntas consid ‘cine, To soda went, por minine que sa, ol ende hala tei, Be motivo de toda a accion de todos ls hombres, aun elon que van a clgare" Saas Pasa, Peneomiento, Buenos Ales, Samerican, 1973, p32, 4 425 & esta entaordnariainsstenca en Loarter unveil de Ua food ome md lt de toda vluntad } [ | : " } nonce: ok ou agg ‘igve un plant igstmenteextrardnaio acre det neceaviofacso ea felitdad, que alas lars antiga la aventura pioanaitin: “As oss, qué nos rita ea vider y esa imprtenca, sino que habe otroraen ‘Lone una vrdadera den, de la cal sol e queda ahora le seta y| trast totalmente vac, y ue tata intent de ena con todo lo que rodes, buscando cn ar coma ausenter el elio gue no congue elas presents, aul del cul son todas incapces,porqu al abi {nt soto puede ser enado por un objeto ifn mutable es desi or Die mame?” (i, p. 324, 2.mmanael Hart, Cros de arene pdt, Meio, FEE, 2005, p27. 3. Immanaal Kant, Pndamentcin dels mafic de ax costambres, Beton, Ae, 196, p. 165. 4, Simone de Hens 2 segundo sve, Madi, Cad, 2095, p63 5. Lae sigletes som solo algunos de os ejemplos ms sportantes pa enor en ls timos ace: Richard Laan, Le fla, Leccons de ne nus cena, Maid, Tour, 2005; Dats M McMahon, the Maia de la feleidad. Mai, Taues, 2008; Daniel Net, Flicided. La ceca tas 1a soni, Sela, Aves y Mates, 200; Daniel Obert, Tropez eon lo {ices arslons, Dstso, 2006; nathan Haid, La Mpa elf Hed. Le sued de veradesmaderas oa soboria antigus, Masi, edna, 2006; Rihaed Sehec, he Secrets of Happiness. Tree Rowsand Years of Searing for te Good Ue, tones, Pe, 2006: y Alan de Botton, La artes a iced, Basen, Laman, 201, Para al- unas perepectvas dei as rte catarals,como a amin desde las manidades en un sentido ms amplo, vr tambien la complacion hn enesyos sobre a fiend que eit para Hew Formation: Sua las’ (ed), “Bapinete, tw Formation, x 6, 2008. 6. Ente ors ejemplos de Uae recentes sore la elieldad que pod ros star danto del Seba de i pleologia popular Ua sutoayde se cuenta Heater Summers y Anne Watson, The Book of Happiness. Biliant Ideas to ransorm Your Life, Mankato, Capstone, 2006; Martin Sigman a aut facia, rela, Vergara, 2003; Rabe Holden, as claves de a fiidad.Reeasinflibles par obtener un Berastarn ‘medint, Barcelona, Fa & Janke, 2000, y atten Real, Pn defers de (a flied, Un euénicotatado del fled, Saelon, Une, 2011. ‘Une dea Loe més populares sobre a feidad basso en ua sere de entroits ene llores ode Daa Lamy Howard. Cte, late de 1a fledad, Bazelona, Gabo, 199. 7. atbaa Gul, “The HoppnesIndusty", New Statesman, 5 dese ‘embed 2006 ©. Pr ejemplo, Te Independant on Sunday (evista dominic! del lato Tani The Independent) publied el 17 de marza de 2006 e eportaje The Secrets of laine Why the Ancients Hold the Key” [Hl sezeto de 1a felicia: por qo moestos ences podran tener a cave] 9. Wer happyplanetides og Loe eaultas dea encaatas lables de fe ‘eid se deter ena pbliacnaeataica owna of Happinans Stade 30 er mien. 11 un oa (Genuine rogiess indent fue acuta en 1995 por tee lnvestgadues ealloriaos, Junta a 40 impotates economists, ie 1s dl mundo emprasilypofsonle, fran qe: "Dado quel ‘la mide la cain de artivea de un marca sin toma on cent oe casts uel y elie de dha actividad, elt inagecoatoy ere- ‘no com medida Ge una verdader prosperidd, Ls persona que tienen & carp la elaborcion de politica pilin, los economists, os meee ¥ las agencias intemaloalsdebeian dejar de emplear ere come medida ‘de decal recone palicamente sus Uniacones ecesitaes con ‘urgencia naeos ndicadores de desarcloqua nos ayn a gia esa soled. Bees un paso importante en esta diccl6n. Fara mayor Informacion acre det yl gentlogia dl smn, ver gpatlantox. 12 Jeremy Bentham, Un fragmento sobre a eobieme, Kael, Teens, 15 Ada Sah, La gue de las nactones, Mal, Alansa, 196, p28. 14. Joromy Bentham, Ue ragmont sabe gobierno, op it, 7 96 15 Ele Dokdwim, Lr dvi del trabajo scl, Made, Ada, 1995, 281 26 Richard Lael, fled op. ct. 1. Daniel Het, Felecia, op. 10. 18 Un eta rea lo que debe raitr avn a ee progunt oe jets eun fies sslenten uego do progres acerca de temas os ‘vos, es mis probable que se obtengan nvees mas eleraos de felicidad ‘que Hot les pregurta lo mismo Tuego de indapaesrespecto de temas negatives. Dice: “Ls sujetss qu han sido pevamente duce a pensar los apace posts desu ida presente se deacon co mia flier Ys satisfechs coma vida en general que aqulos setae que ha ldo Induces a pensar en eu apectos nagar; Korbert Scare Pte ‘Stack, “rlting Ons Life: ADudgment Moda of Subjective Wel en, ‘nit Sas, Yichul Angle y Nbc Seas es), Siete Bel Beng. An interdicipnry Respective, Oord, Pergaten Pis, 191, p28, 19, No sdf advertise problemas que planta un abordse ene que las emocions se convatan en la medida deo haeno yl al, Richard layed yor emp, sostene que toque hace que alg sa malo esque hace que ta gente se sin inf, o incite ote sussetinento Segin Laat, le ciencia de la felcda wx “inheremente” poo pobres 8 favor dea redisubucin dete rigza la medida en que las ‘texguldades aumentan la infelcidat wet Rha Layer, a fel, sit. Ta lamentable iplicacin gles de ert gue er gue sh lar desiguldaes no auentaan la inleleidd, no seria necesito hacer ‘naa conta eas. En cus propia palabras: Loe elves eatadounidenes ‘quetan sa Uberta, no prgue eros dra mayors ingeos, soo pre ‘vitae Ua Hamlin de ser esas. La esate ofendia ou sent ‘mento, yes pr eso qu a esata ex mala” (iid), La ides de gue a ‘lavitod es mala porue hie oe sentnientoe dea gente nos musta todo to ai etd mal can ete modes e lo qu ats mals nla ¥ pricolgla los males soils, Yer Ue inportante extn de leon son ent dolore Sjustca que hace Lauren Balt en “The Sabet of| ‘ue Feting: ain, Pac and Fliie, en Sta Aled, ane by, Cla ay, Maureen Neely Severe Skaggs (ed), Maneermaton. Thinking Through Feminism, Lone, Routledge 2000, p. 33-47; una wes ig ‘mente diferente de ee atl epi oo tle Dels, paca, poltca,en Lauren Beat, corsin dela cn says sobre pt ry sntiantalsmo, Maxie, FE, 201. Yer también a conelsiones de So Ahmed, Le pttin cata de as emocons, México, UNAM, 205, onde cttexco ura refeion aera dea acon entre dato ys males sociales. Notes en patclar que uno los mayors problemas Ge eta confusion entre dao «ijutes oe queda gor supaest qu es porble ‘seeder alos sentiments de os perjudcalo. Un modelo cement in- ‘sia toda forma de prucio que no vaya acompanada den dolor consclente del queso posible able a ot 54 20 Ver Rel Teraa,Feting in Tory. Emotion ar the “Bath fhe Su- et” Camlaige, Hara Vnvety Press, 200 24 Brame Sry y Aloe Suter, Happiness and Eamon, op. ct p 7 22 Richa Lay, fad 0. ct 23 Aa comecuencla de eto os que ol omentn de “css Rance” en qs temin de eer ats iro no bis da tar congo ana péica de intere pba o pada en l problema e afl, sna en todo ‘ac increment eta precapacn elt (ta ve eo un denasesego| ‘eel deseo dealearzt la buena via por pare de agus que putiran sentc que haan tendo y dabei segultniend ura buena via), 24 Michal Argyl, La pelolog de flied, Madd, Asn, 982. 25. Pte Stack, Michael Argue y Norbert Sehwar, “Tntoducion, Fete Stack, Michael Ansley Norbert Sohwar eds), Subfeine Wal, 26 Nols Rote, “Governing Advanced itera Societe, en Andee Ba ‘ny, Thomas Osborne yMikla Rose (es), Fura ad ltl Reon. Libri, Heotiberatiom and the Rationales of Goverment, Ceago, Ualvcty of Chiego Press, 1906, pp. 37-64 277s ppesneupenn ed 28, Matin Sigman, Le auto flid, oe, p11. 2. Prestomaeatenion, por simple, al iulente coment extrido el bre de Fay Weldon sobre las mujeres y la feliiad “a tuch por la ‘uaad de género mula para la apuienca personal Mo hace felis 2 ade, menos que te agate Icha pr ns jastca quel evan no loge dangs Mo hard masque acentua tu qua, aor tu cao a tal punta que eter ya. no pad alsa, entubay antl te eta rosto (no Rabe ninguna catia de Zeauy Fash que lpi, yen gnarl ote seid dena Fay Weldon, Mhat Noles Nomen Fopy?, Lode, Tourth states, 2005, p. 52. Weldon sostine qu a ffldad nos hace ‘eros mal, y que Leh por La qual cuss nfl, Ser ei os ‘ene melo Para Weldon, a fledad significa no pelea orl geld, pra as ser mas atractvay consegut mores hombres, La fli se onset on una tenica de autopomoelen (deserigta ag oma un en- trenaniens cyl), Camo seta en cpio segunda de ete ro, a nvestgalinaobe las mujeres Ua felicad tende a promorer un ‘grea a forms de femindadtaiconle, La felicdad apece ged a 1a pasva, to qu pteeracotradeir las converionales asoiacones ea faad com a atv Eola concslones de eae Uo, aalant ‘a cola enti flied yacin, 3D. Brace Heady y lesan. Weaing,“Sbjetve Wal eng: A Stocks sed Flows Famovori” n Fite tac, Michael Argyle y Norbert Sehware {ea), Subjective Wil Being, op ct. p 48 13 alan Cat, Piclogta postive, La clnte de le flied, Breton, 32, Rout eenhoven, “Questions on Happiness: Casal Topics. Modern Anos, Blndspots", en Pte Starck, Michel Argyle y Vober Sehware (ede), subjective -lng, opt. p16 32 Laon Balt, “Teo Gi, at and Thin®, en Stephon N. Bator y Davi Clark (a), Ragarding Sedgmck. says on Quer Cale end ite! Theory, Nera York, Roatledge, 2002, 9.75 34, MihlyCsksentihy Fir (ow). Una psclota del cd, Batata ale 1997, 9.15. 235, Retard Scoch, The Secrets of Happiness, op. elt; Tey Eagleton, 36, Richard Sehach, The Serets of Happiness, op. cp. 37 Wer Asetiteles, Ber Meomquea, Buenos Ae, Del Nusw Exteme, ‘exdoimania yoda reduce et critics an solo mo interes coestionat geste qulenes elvan la fll clislen por encima dela fei ud cantempordne, ta extensn tain que, en la line de Atte, coi ala foicad como vst frce wat noeona alternations de ‘nena vida no peesvanentefundadas on un concept tan extasio 0 ‘pater ta vida, La obra de Alana Macintyre, prema, describe la vr come “uns clad humana adguirid, coy pana yeeciclo ‘onde x hacerno apse de agar agus Benes que sm interns at ‘retieasy cay eaenia nos impige eecivamente el lograr cualquiera ete Benes Alas Macintyre, Das la vid, Barcelona, Ct, 207. Veaze también ol prefs de Mantel aden revsada en cept de incontinte,en el qu, contra lot modelos pscoaalities, ‘latora una defen det conepeion asta de una “ida tela iamente estructura’ De hecho, sugere gue le eta psicanaitien de ls newosts es “no solo compatbe con ella in que necesita de ete concep de a prosperiad humans, Sn embargo, 1 subsocuent df lin de a plosperdad humana por pre e Macintyre cow “a alia ‘din de ptencialades ditntivas del hombre pov mado de actividad ula por la rat” podria an fundarseen un modsoencaio de aque- ‘Wo que tgs una ida que vale La pena viv: ver Alaa Many, ‘i eoncpte de ineonacente, Buen Aes, Aout, 1862. Agadeo 9 avi Glover por sugerrme gue haga eta alsin, 38, Asttelesafima que ot hombre “que practice ta conemplacin™ eceita menos Hones extern que ots tips de hombres vitioss. Soto qu lo ees extern pueden elas ser un bscla par el oso especulatve en Toque concer al abso itsletl, pro que ‘eaultan no obstante ncesaros: “en cuanto es hombre y vive con muchas tos (..] necesita de tales cosa pra vir como hombre"; Atte, (fice Ncomques, op. cit p27, 1178), Al ae cule a economia por ics ta epoduccion de capsid de vivir una buena vide el eto woo, quien as vx debe manteneres ens carer do hombre, pode epender de tabay de ota pronase was sostenda lsat spor ene permanoceria nel fond, como una plata de mobi, Vase i Lectura de Hoss. el wabjo dela flsaia ya “onda” del sabajo Aentatice en Sac Ahmed, user Phenomenology. Cranations, Object, ter, Dasha, Dae Univesity Pres, 206. 2. atin M. Hevakon, Une historic de ois, op. 40 er Lauren Beant, “The Subst of Tue Feling Pan, racy ani Po- Ue, op ct anh Sedawic, uching Feng. Afe, Pfr Pedagy, tha, Dake Univesity Pres, 2003; nn Creech Uh rho de sontiniras, Trauma, scl y cura ables lesbincs,Baslona, Beat, 201% Teas Brennan, The onemisin of Aft hac, Comal Urivenity Pres 2004 Bape Fob, Bl os of Shame, Minebpols, Unive oF Mnneota Pes, 200; Sane Ha, Uy Fs, Cambridge, Parva Unies Pres, 205; Sally Mun, QverAtahment. The Cua tics of tame, Aersot sngte 2007; Heather Loe, etn Bockwad he Pate of ze in Queer Hoty, Cambie, Hard Unies ess, 20079 Katloen Woot, Sint! Pani Cultural ois and Pati of ‘he Bins, Dasha, Dake Univesity Pres, 203 ‘41. Sin embargo, enalconterto dea ests eltrales queer eave te un geo que buss teszar ls afectosy las enoelones posts, como puede vee en os tuasjn qe deca al optnisne Lauent Beant y Michal D.Sneites, como asl también en la pogueién de José Esteban Duos acerca de a experanzs yl top, Wane Laue Besant “rel Optimism: Om Mare, oss and the Sense", en tw Formation, 2.8, 99. 051; Laurent Beant, he Female Complaint. The Unfised Busine of Sentnenttty In American Clare, Dusham, Dake Univesity Press, 2008, 272; Mekal D.Sueiker, Quer Optnia. Lie Feentood and Other ‘actus Persuasion, Kinespls, University of Gnnesota Pes, 2006 1 Sos Beteban Manos, “Casing th Tot: LefolDnes/ Ais Baraka, cal Balck Tadions, and Queer Putri", en GL vol. 13, n# 23, pp. 35567 42, Deo concer aut qué en el artra dea palabra fled ncorporo rece el sntido de palabras uaa de oto Alona, ents os aoe se coentan lenguis elisiasy modernas (cane por elemplaeudaimoni, bonheur y Glc.Sn dds en toda radu oe pierden algunas cosas, entre ela a postidad de reonetrai as aroicones expect de cada una de ects palabras en su aspctivos comers lexis. Reco, nove esta plano suyone, sin emg, hacer impose el arto det Uuaducin, Al seguir al asto de a ftad entrada, reapeto una conven: acpi el modo en que ots han tradi lta palabras otras tenguas a esta palabra on particular ‘6, Cae Coleroc, Giles Dele, Landes, Routledge, 2002, p15, 44 mi, 9.17. A modo desma de eta distincon, Colebrook otece ‘moe concept Hsin de ftcidad de Nltche “a flicdad ea ‘capaci ol poder de ivr ls propia vida allmando de manera aca 1a particu o especial propio momento en isa" id, 1-18 Sin embargo, es amativ que ere “neve concept" no patezea lemasito dstino de ts visjos concepts de flitda, muchos de le cles se predican sb a ea et flldad come una “atv, tal como discuto ena tonlsin de sere. enemor muchs que aprender sexta herencia de lo vi ene engi de lo nue: en aa sechazo 2 aprender do ctilano la Slavia oatmeal dat bits, sino ave ten sus propos hatter 4, Prange Julien, Mtr a vido, Buens Aes, Kats, 2007, 9.152. ee ‘también dos bros, ambos pablcadessiinalents on 2008, qu facen Interesantes reas ala noi6n de fetid, bien nage dele dos proven del smite espacio de otal pimero ioc on ta npn dea ric ey segunda en a socsogt: Bi, Won, over a flied, Em defers de Ix melacaiy Madsi Taras, 2008, y 2ygmane Bauman, Etat cea vide. Dele vida como obra de rt, Buenos ‘res, Pads, 2009. Me prepunto, mlentiasexcribo eto a pnts de 2009, neato n extayenasasstendo aun cambio de eveccon en et ‘sro Hala a etic, este go ogra trade oo aa lost, 45. Uo larg do ese lho ncarsonar en of ambito de a ic, sobre todo en el expt pmaro yen las oncoones. Ho cbtate en materia elas pti reutaadveri que ogi Agamben ote ea felcdad uns fein erat en x deiniin de la natualerapotticn del ser humana como “el ic tren euya vida sempre est en juego la fetid, cya vida ets iemedibe dlovocamenteaignee af ‘aad Y esto consttaye inmaditamente aa Frma-t-vda como via p- wea; edie sn fn Notes sabe la plc, Valent, Pr-Texts, 200 1.34, Al pensar I feild como aquello que etd en Juego, Agamben no conve aL sad en Sn no on una pregons, ans pregunta olersa neu, La pregunta por o human s converte en una pregunta por Seteidad,entendida como una pregunta acca deco we wa rogunta acres de co vii Ben 17. Bs obo qua om buena medida mi tabajo eth Infisnciado yor mi ‘needs en el ploandiss, como se avert eel veabulaso que emplea (rparanients, convenin, ete). Sin embargo, eae ro no elabor | ‘scoanais de aflame preguntas no seplantean ene nivel del ‘eto. Lo que mentees esa stein dea elie en los émbloe ‘sguce yz y paulo meso de un mao tedic del que ambien fooman parte Ix fenomenolsia, ol manssmo,y las teri feminists, aniadstas y queer. En todo caso, puede acsaee a eit Vito de una ‘pei de empitia deorgnizado: me interen devs a expen ‘que tenomos del men ms propia formas de emergoncia. Foren, ro puedo inplenentar un stoma antes de Uegar al ebjeto de a deseipen sn guecato carlo la posit nicna dela deepen 2 scans ‘isis me resulta demasiado exigent: es una escuela de pnsamento de a ue tomo elementos de manera elética pro que runes ge pote ay ora obras a lat qu los lectaesitereeaos en un palcoaii de ‘a fellad pueden roan planeo no sl on Sigmnd Feud, 1 altar seosuciOw 08 au sa ete ‘el uta, Beans Aer, mort, 3976, y Dacues Lacan, Seminario 2, La dtc del pecans, Boenoe Ate, Pais, 196, io tambiin fen Ia ctea deta feat que propane Stave) tk en Benvenidos at sir dolor, Mads, Al 2005, yn Br deers de os nus per ‘das, Mai, A, 2001 yDonthan Laren Hoppe, Death and the ‘emainder of fe, amide, Hara Unrest Pes, 2000, onde le 2 roo junto Astle 28, Como seals Mark 7. Conal en slain con la asf, “hay elati ‘mente poea dscasonacercs de a infin, fuera de que es vista sim ‘lemente cio lento de haber fliado on ta bequede de aleansar Ja fetid” “ean Stet: Seattude,Forishing anéUshappine en ‘a. Cond 68), The Phlsoply of Martin Sosee, Lexigte, Un ‘ety Pen of Kentcy, 196, 9.53. Eten ded luego excepciones BE eno de mando, ease Maney ofece wn interesante aris de la felicadque no pte de sft como panto de veferencia: "Be 1 iia en tata wean Sica det sentido ~inmanenca de sentido escontao, simple donegacin de la fled no ay mada gue Sc 2ean-Lac ancy, snide det mand, Buen As, ta axe, 2003p 23. ancy no soo vecaza la eblinaclén que ofrece teen de a flcidad tng que tame das entender qu esa inflata que “hare seti™ ‘an ua row sin dean de suerte de None, ver las cons aed ete ito. 49. a naconio epsa gut ena racin que xt nie mi plano y lates de Hepel en sus Lenore sobre a flotfadeahstele universal, ogi a eal ot pode de fii eon hoa en Slane en la isto, Porque on alos so hay antes, lo que parece ipcar que ts propia ‘cred dela histori depende el infltda y la negocio, Aa scr aceca dela htoria de a fled camo un palaba-oncepto: la felcda bende un hoizonte de pensamiento. La sobedoteminion ela fecitad como palaba-oncepto no crece de elacén con el modo fn qus Ie flldad aparece y draparce de ls historia, For mi parte, tefl que la fed no es una hla en blanco, o que exe Dlco ‘ein sin que preserva ol poder egulativ de a eoncepién misma eo ftidad, Bo tes palabras, eer “en Blancs” de a tind no es afl de a asec de uc onegativia Lo que cur, seneamene, que condo w a a fleldad no logramos ver ls sales de cha y o. nega, 1a fleldad solo aparece en blanco porque se zat ha enseado {ano posta ate Yo qu cere cuando Las cosas “iguan su curso” 1 nosotios "eeguimos maestro camino” ste ho analiza qué et to que ovultan as seal de que tad “gue ou cus", en pstiular as hulls 4s tao queens impretnde pina en banc, 0, Teas estas deiicioes an sido tomadas det Oxford English Dici- ay. Toas tas definilones referencias etnolgleas que se encontran en el uanacuso de ete Uo proenen de a ama ene, 51, Sra Abad, Quer Phenomenolgy, op. tp 105. “1 OBJETOS FELICES Decimos “me haces feliz’. ¥ hay cosas que nos conmueven tanto que, al pensar en la felicidad, pensamos en ellas. Si bien sotemos concebirla como un estado emocional, o una forma de conciencia que evalda una situacién de vida al- canzada en et transcurso del tiempo,’ la felicidad también nos orienta hacia determinadas objetos. Es la cuestion ‘misma del “hacer” lo que nos orienta a ellos. Que esto 0 ‘aquello tenga la capacidad de “hacernos felices” supone el ‘econocimiento de que la felicidad comienza en un lugar distinto del sujeto que puede utilizar esta palabra para escribir una situacion dada. En el presente capitulo, me interesa pensar et modo fen que determinados objetos se vuelven felices, como sila felicidad fuera algo que se sigue de la proximidad a ellos. 1a felicidad involucra las dimensiones del afecto (ser feliz es sentirse afectado por algo), la intencionalidad (ser feliz es ser feliz por algo) y la evaluacin o el juleio (ser fe- liz por algo hace que ese algo sea bueno). De esta forma, ta felicidad crea sus objetos y luego estos pasan de mano ‘en mano, acumulando valor afetivo positive como bienes sociales. Fste capitulo habré de prestar particular ate la familia como objeto feliz, aquel hacia el cual se dirigen los buenos sentimientos y que ofrece un horizonte ‘de experiencia compartide. ‘AFECTO, OBJETOS, INTENCTONALIOAD Wo parto del supuesto de que haya algo lamado felicidad ue tenga existencla separada 0 autonomia, como si esta denominacién correspondiera a otro de los tantos objetos aque existen en el mundo. Al contratio, parto det confuso registro de la experiencia, del despliegue de los cuerpos fen los mundos y de lo que denomino “el drama de la con- tingencia’; es deci, de qué manera nos afecta aquello que aparece a nuestzo alrededor. Resulta til advertir que la ‘timologia de la palabra “felicidad” en inglés, happiness, se relaciona de manera directa con la cuestién de la contin- gencia, en cuanto proviene de la palabra del inglés medio Ihap, que sugiere casualidad, azar, suerte o fortuna. La pa- labra happy [feli,afortunado] en un principio significaba tener “buena fortuna’, ser una persona con suerte.’ Hoy este significado puede parecer arcaico: estamos acostum- Dados a pensar en la felicidad como efecto de algo que se Ihave, una recompensa por el trabajo duro, y no como algo ue “sencillamente” ocurte, Mihaly Csikszentmihslyi, por ejemplo, afirma que “la felicidad no es algo que sucede. No es el resultado de la buena suerte o del azar. No es algo ‘que pueda comprarse con dinero o con poder. No parece depender de los acontecimientos externas, sino més bien ‘de cOmo los interpretamos. De hecho, la felicidad es una condicién vital que cada persona debe preparar, cultivar y defender individualmente™* No obstante, podriamos in- texpretar esta forma de concebit la felicidad como un me- ‘eanismo de defensa contra su caricter contingente. Aqui quisiera regresar sobre el sentido original de la palabra felicidad (happiness), en ta medida en que redirige nuestra atencién hacia la “mundana” cuestién de las cosas que pasan {happen}, hacia lo fortuito [happenings]. 2Cuales la relacién entre ol “eso” que “pasa” y aquello ‘que nos hace felices? Fl empitismo nos brinda un modo ‘itil de plantear esta cuestion, dada su atencién al proble- ra del “qué es qué”. Tomemos por caso la obra de filésofo ‘empirista del siglo XVII John Locke, quien plantea que to ‘bueno es aquello que es “capaz de causar o de aumentar ‘en norotros el placer o disminuir el dolor" Juzgamos que algo es bueno o malo segiin el modo en que nos afecta, ya sea que nos dé placer 0 dolor. Locke recurre al ejemplo de un hombre que ama las uvas. Afirma que “cuando en cl otofo declara un hombre, al estarlas comiendo, o en ta primavera, cuando no las hay, que ama las wvas, no hace sino decir que el sabor de las uvas lo deleita” (XX, 94). Cuando algo causa placer o deleite, 1o damos por bueno. Para Locke, la felicidad es una forma de placer: “la mayor felicidad consiste en tener aquellas cosas que producen et mayor places” (XXI, $55). En sintesis, es posible describir los objetos felices como aquellos que nos afectan de la niejor manera posible, a felicidad nos pone asf en contacto intimo con las cosas. Podemos vernos felizmente afectados en el presen- te de un encuentro, y ese algo que os afecta de manera positive puede hacerlo aun sin necesidad de presentarse ‘come objeto ante nuestra conciencia. Este verse felizmen- te afectado puede sobrevivir al continuo ir y venir de los objetos. Después de todo, Locke da cuenta de la natura- leza “estacional” del disfrute. Cuando no es temporada de uavas podemos recordar que nos resultaron deliciosas; tam~ bign podemos anticipar el momento en que al fin habran de estar en temporada, lo que significa que las uvas man tendran su posicién como objeto feliz aun en ausencia. No obstante, esto no supone que los objetos que recordamos ‘como felices permanezcan siempre en el mismo lugar. Locke advierte: “pero que sobrevenga alguna alteracion en su sa- ud o constitucfon que destruya el delete de ese sabor, y fentonces ya no podré afirmar que ama las uvas” (XX, $4). as transformaciones corporates pueden transformar tam- bién aquello que se experimenta como delicia. Nuestros ‘cuerpos cambian alo largo del tiempo, y el mundo que nos radea crea en nosotros distintas impresiones. No se trata de que las cosas buenas causen placer, sino de que la experiencia de placer es el modo en que, @ 1o largo del tiempo, algunas cosas se vuelven buenas para nosotros. Fl argumento que Locke expone aqui es con: tente con los modelos de ta pasién en René Descartes y del afecto en Baruch de Spinoza: dejando de lado ciertas diferencias fundamentales en el modo en que cada uno de estos filésofos teorizan la relacién mente-cuerpo, todos cellos nos ensefian de qué manera los objetos adquieren va- lor por medio del contacto con los cuerpos. Para Spinoza, “‘lamamos bueno o malo lo que es itil 0 perjudicial para la conservacion de nuestro ser, esto es, lo que aumenta 9 disminuye, favorece o reprime nuestra potencia de obra”. Si un objeto nos afecta de buena manera, con alegtia, es bbueno para nosotros." Descartes sostiene que los objetos no ‘excitan diversas pasiones porque sean diversas sino merced alos diversos modos en que pueden perjudicarnos 0 ayu- ddarnas.’ Que algo nos ayude o perjudique habra de deter- ‘minar cOmo nos afecta. Segtin la lectura de Susan James, “as evaluaciones de bien y perjuiio contenidas en pasio- nes que se disigen hacia los objetos fuera de la mente, por 1 tanto, no estan en el mundo esperando a ser leidas"."” ‘Verse afectado por algo es evaluarlo. Las evatuaciones se expresan en los mados en que los cuerpos reaccionan hacia las cosas. Una fenomenologta dela felicidad deberta explorar de qué manera aguardamos aquellas cosas que ‘nos producen delete."” Segiin describe Edmund Husserl fen el segundo volumen de Zdeas, “en la alegria estamos ‘yucltos ‘mentando’ (con mencion emotiva), en la manera el interés’ emocional, al objeto de la alegria como tal”” Algunas cosas, podrfamtos decir, captan nuestra atenciéa, Dartes valor a las cosas supone organizar lo que es préxi- ‘mo a nosotros, generando lo que Husse:l denominaria la “esfera cercana” o “esfera nuclear”, entendida como émbi- to de la accion practice. Se trata de “una esfera de cosas que puedo alcanzar por medio de las cinestesias y que puedo experimentar de forma éptima a través del tacto, la vista, ete." ‘Acaso la felicidad desempefie un papel fundamental en la conformacién de nuestra esfera cereana, ese mundo que se organiza a nuestro alrededor coma mundo de lo familiar. Los objetos que nos dan placer fijan residencia dentro de nuestro hotizonte corporal. Legamos a tener nuestros pareceres, que incluso pueden establecer @ qué ros parecemos, Es posible reformular el horizonte corporal como un horizonte de qustos y pareceres. Tener “nuestros pareceres” significa que clertas cosas se congregan a nues- tuo alrededor. Desde luego, también nos encontramos ante cosas nuevas. Estar més o menos ablertos a cosas nuevas fe estar mas o menos abiertos a su incorporacion dentro de nuestra esfera cercana, Dicha ineorporacién puede es. tar sujeta a la condicidn de que aquello que nos encon- tramos resulte de nuestro gusto o parecer. De aquellas cosas que no se ajustan a nuestro parecer, nos alejamos, la Iejania contribuye a establecer los Umites de nuestro horizontes al rechazar la proximidad de ciettos objetos, efinimes los lugares a los que sabertos que no deseamos iry las cosas que no deseamos tener, tacat, degustar, oft sentir, ver, todas esas cosas que no queremos mantener a suestro alzededor. Asi, verse afectado “de buena manera” supone una orientacion hacia determinado objeto como si este fuera ‘bueno, Las orientaciones registran la proximidad de los ob- Jetos y organizan lo que esté cerca del cuerpo. La felicidad ‘puede cer deseripta como algo intenctonal en el sentido fenomenolagico del término (es deci, disigido hacia los objetos) y también como algo afectivo (que tiene contacto con los objetos). Podrfamos unificar estas ideas diciendo aque la felicidad es una orientacién hacia los objetos con los que entramos en contacto. Conforme a los modos en que’ nos vemos afectados por ellos, nos acercamos y nos alejamas de dichos objetos. Nétese, en este sentido, ta du- plicacion del afecto positive en el ejemplo de Locke: ama- ‘mas las uvas porque las encontramos deliciosas. Sostener {que amamos lo que mos resulta delicioso no supone tanto decir que el deleite cause nuestro amor, o que la experien- cia de deleite suponga una orientacién de amor hacia el ‘objeto, sino mas bien que la experiencia del amor se ocupa de registrar qué nos produce deleite. Caracterizar la felicidad como un fenémeno intencio- nal no significa que siempre exista una cortespondencia sencilla entre los objetos y las sensaciones. Robin Barrow acierta al sefalar que la felicidad no “tiene un objeto”, como sf lo tienen otras emociones.™* Volvamos por un mo- mento al hombre de Locke que ama las uvas. Entendemos alas uvas como algo que podemos consumir, que pueden ser saboreadas y “tienen” un sabor, aun cuando no poda- ‘mos saber si tienen el mismo sabor en mi boca que en la del lector. El placer que evocan las uvas es el placer de comerlas, Pero el placer no solo se dirige hacia aquellos objetos que pueden ser degustados, que entran en una proximidad sensorial con el cuerpo @ la manera de un en- Ccuentro carnal, Como he sefalado, podemos recobrar el placer de comer uvas bajo la forma del recuerdo; en tal ‘caso, puede bastamos con pensar en las uvas, a la ma- nnera de un pensamiento que es también una sensacién, aun cuando no exista de momento la posibilidad de comer tuvas, Fodemos recordar el placer de experimentar placer, ‘aun cuando estos placeres no involucren exactamente la rmisma sensacion y las impresiones dela memoria no sean ‘tan vividas como la experiencia directa." Esto quiere decir que incluso cuando el objeto de placer esta ante nosotros, el placer que nos produce crea otro objeto. La creatividad de la emocion surge no solo en ausencia del objeto, as cosas nos conmueven, Cuando nos conmovemos, hhacemos cosas. Un objeto puede volveree afectivo en vir- ‘ud de su ubicacién (el objeto puede estar agut, que es donde experimento tal 0 cual afecto) 0 del cardcter opor- ‘tuno de su aparicion (el objeto puede estar ahore, que es cuando experimento tal o cual afecto). Experimentar un ‘objeto en términos afectivos 0 sensoriales supone ditigirse ro solo hacia un objeto sino también hacia aquello que lo rodea, entre lo que se cuenta también lo que esta detris de dicho objeto, es deci, las condiciones de su aparicién, Lo que esta en torno a un objeto también puede resultar feliz: si uno recibe algo delicioso en determinado lugar, ese lugar se inviste de felicidad, como si fuera la “cosa” hacia la que se dirige la emocién positiva. 0, silo reci- Dimos de alguien que amamos, el objeto mismo adqulere mayor valor afectivo, ya que al verlo pensamos en la per- ona que nos ha hecho et obsequio. Si algo es cereano a un objeto feliz, puede resultar feliz por asociaci6n. La felicidad puede crear objetos por proximidad, pero ro solo tiene que ver con objetos ni se drige exclasivamen- te hacia objetos dados ante la conciencia. Probablenente todos hayamos experimentado alguna ver lo que quisiera amar “felicidad sin atribucion’. En tales clrcunstancias nos sentimos felices sin saber por qué, y esta sensacion puede resultar contagiosa, como una suerte de desborde que excede todo aquello que sale a nuestro encuentro. Pero el sentimiento no flota Libremente; al sentimnos felices, di- righmos esa sensacion a lo préximo, por ejemplo sonsién- dole a la persona que pasa a nuestro lado.” La felicidad también puede alzar o elevar un objeto cercano y hacerlo feliz, to que no supone decir que la sensacion habra de sobrevivir at encuentro con cualquier cosa. Siempre me ha Mamado la atencién et hecho de que cuando nos volvemos conscientes de ser felices -es decir, cuando el sentimiento se convierte en un objeto de pensamlento-, la felicidad tiende a desvanecerse o cargarse de ansiedad. La felici- ‘dad puede llegar en un determinado momento y esfumarse apenas se la reconoce como tal.” Como sensacién, resulta muy precaria, y se ve facilmente desplazada no solo por otras sensaclones sino incluso por la propia felicidad, en vvirtad de los modos de su aparicion. - ‘reo que esto se debe a que la felicidad supone un tipo de intencionalidad especifco, al que denominaria “orientado a los fines", No es solo que podamos sentir- nos felices por algo, como una sensacion presente, sino que algunas cosas se vuelven felices para nosotros, en la medida en que imaginamos que habrén de traernos felici- dad a nosotros. A menudo, ta felicidad se describe como quello 2 lo que aspiramos, como una meta o incluso un fin en sf mismo, En términos clasicos, se considera a la folicidad mucho mas un fin que un medio.” En ta Etica Micoméquec, Aristoteles describe la felicidad como el remo bien, “aquello a lo que todas las cosas tienden’ La felicidad es aquello que “siempre se elige por si mismo ¥y munea por otra cosa” (1097b). Como explica Anthony Kenny, para Aristételes la felicidad “no es solo un fin, sino un fin perfecto". Fl fin perfecto es el fin de todos los fines, el bien que es siempre bueno en si. Wo hace falta dar por vilido el argumento de que la fe- eldad sea el fin perfecto para entender las consecuencias de lo que significa pensar ala felicidad en tales términos. Si la felicidad es el fin de todos los fines, todas las demas cosas (incluyendo los demas bienes) se convierten en me- dios para la felicidad. Al decir de Aristoteles, elegimos ‘as demas cosas "también por causa de la felicidad, por suponer que vamos a ser felices por su causa" (1097). HL Estagirita no se refiere aquf a las cosas materiales 0 2 los objetos fisicos, sino que diferencia entre dos tipos distintos de bienes: bienes iitiles y bienes por si mismos (10960). De esta forma, elegimos et honor, el placer y la inteligencia “por causa de la felicidad”, por ser bienes Gti- les para alcanzarla, y para la conerecién de ta posibilidad de llevar una vida buena o virtuosa. ‘i pensamas los bienes dtiles como objetos de felici- dad, de ello se siguen importantes consecuencias.®* Las cosas resultan buenas, o adquieren su valor como bienes, cen la medida en que apuntan hacia la felicidad, Los obje- tos se convierten en “medios para la felicidad”, 0 podiia- mos decir que se convierten en indicadores de felicidad, como si siguiendo su guia uno fuera a encontrar. $i los ‘objetos brindan los medios para hacernos felices, cuando nos dirigimos hacia tal 0 cual objeto en realidad apunta. mas hacia otro lugat: hacia una felicidad que supuesta- mente habr de sequirse de ellos. La temporalidad de esta relacion es una cuestién relevante. La felicidad es aquello ue viene después; por ende, se dizige hacia ciertos obje- tos que apuntan en direccion a otra casa que atin no esta presente. Cuando vamos detras de las cosas, procuramos la felicidad, como si esta fuera aquello que obtendriames al alcanzar ciertos puntos, PRONESAS ‘La vida de cualquier persona esté intimamente tigada a los bjetos. Podriamos decir que nuestra biografia es el relato de nuestros gustos y antipatias. Para Locke, la diversidad hhumana est dada porque “cada uno pone su felicidad en cosas diferentes”: La libertad ze converte asi en la tie boertad de ser felices con cosas distintas,”* El hecho de que sean distintas las cosas que nos hacen felices supone ue las distintas cosas nos afectan de distintas maneras. 28s esto tan sencillo como afirmar que somos felices on distintas cosas? Al pensar la felicidad como algo que implica una intencionalidad orientada a los fines, la su- pponemos asociada a algunas cosas més que a otras. Lle- (gamos a determinadas cosas porque estas apuntan hacia la felicidad, Uegamos a ellas como medios para ose fin. {Gémo saberos cudles son las cosas que apuntan hacia la felicidad? Et hecho mismo de que sean capaces de indicar- nos el camino sugieze que los objetos poseen asociaciones afectivas anteriores incluso a nuestro encuentio con ellos. Un objeto puede apuntar hacia la felicidad sin necesidad de habernos afectado de buena manera. Incluso es posible que la evocacién de un objeto resul- te placentera antes de que tengamos oportunidad de ex- perimentarlo en esos términos: después de todo, la imagi- nacién humana y el mundo social tienen el poder de dotar de vida afectiva a cosas que atin no han salido a nuestro ‘encuentro, Las cosas podrian tener clerta vida afectiva come resultado de un afecto dado 0 conferido, como si se trataza de regalos que han quedado desperdigados por cl mundo, Incluso es posible que un objeto se dé solo en la medida en que se supone que tiene una determinada cualidad afectiva, por ejemplo, como si darle x a alguien fuera dale felicidad, Podriamos suponer que la selacién entye objeto y sentiniento implica causalidad, como si fuera el objeto ‘quien causa el sentimiento. Un objeto feliz seria aquel que causara nuestra felicidad. Friedrich Nietzsche seflala que la atzibuelon eausal tiene carécter retrospectivo.” Yo podria ‘suponer, por ejemplo, que la experiencia de dolor es cau- sada por et clavo que esta en el suelo cerca de mi pie. Pero solo he llegado a advertr la presencia del clavo debido a que he experimentado un afecto. El objeto que produce la sensacién se retrasa respecto del sentimiento. Dicho ‘etraso no es solo temporal, sino que ademés involucra formas activas de mediacién. Buscamos ese objeto 0, de acuerdo a la descripcion de Nietzsche, “se busca una cau- ‘2 por la cual nos sentimos de este 0 del otro modo, en personas, hechos, ete.". La propia tendencia a atribuir- le afecto a un objeto dependerd de cierta proximidad de asociacién, conforme ciertas formas de proximidad dadas, ‘Asi, entendemos al objeto como la causa de un efecto (se advierte al clavo como causa-de-dolor, que no es el tnico ‘modo en que podriamos entender al cave). Acaso sed la proximidad lo nico que sobreviva de un encuentro. En otras palabras, el habito preserva la proximidad entre un objeto y un afecto. Podemos distender este vinculo entre el objeto y el afecto por medio del reconocimiento de la forma de si vvinculacién. For mas que le atribuyamos ser su causa, el ‘objeto no es meramente aquello que causa una sensaci6n; se lo entiende como tal de manera retrospectiva, Y una ver que esto ocurre, basta con que pensemos en el clavo para experimentar un afecto de dolor, dado que la azo- ciacion entre el objeto y el afecto ya esta dada. El objeto se convierte en una causa-de-sensaciOn, y una vez que se convierte en causa-de-sensacién, el objeto puede causar fsa sensacion, de manera tal que esta vealiime nuestra expectativa.™ Asi, la causalidad retrospectiva del afecto Aescripta por Wietzsche ripidamente se convierte en lo que podriamos lamar una causalidad anticipatoria, Esta nos penmnite anticipamnos a un afecto sin necesidad de que cl mismo sea retrospectivo, en la medida en que los obje- tos pueden adquisir el valor de proximidades no necesa- rlamente ligadas a muestra propia experiencia. En lo que concierne a las causas-de-miedo, por ejemplo, se advierte a los nilios que no se acerquen a determinados abjetos mucho antes de que estos salgan a su encuentro, Percibi- os ciertas cosas, mas que otras, como “cosas-a-temey” en caso de proximidad, y este es exactamente el modo en que podemos entender la l6gica anticipatoxia del discurso del peligro desconocido.”” Del mismo modo podemes anticipar que un ebjeto habr 4e causar felicidad antes de su Ulegada, lo que determina me one que al entrar en nuestra esfera lo haré ya con un valor afectivo positivo. La proximidad entre un objeto y un sen- timlento ordena el modo de darse det objeto. Los objetos pueden convertisse en “causas-de-felicidad” incluso antes de salir a nuestro encuentro.” Somos direccionados hacia aquellos objetos de los que se nos anticipa que causan la folicidad. En otras palabras, el juicio de que algunas cosas son buenas no solo antecede a nuestro encuentro con di- chas cosas, sino que nos direcciona hacia ellas. —~ Por tanto, més que afirmar que lo bueno es aquello que es apto para causar placer, podelamos decir que aquello que es capaz de causar placer se juzga de antemano como bueno. Este argumento difiere de aquel con que Locke ex- plica el amor a las uvas a causa de su delicioso saber, ya «que plantea que el juicio que afirma que ciertos objetos son “felices" preexiste a nuestro encuentro con ellos. A ciertos objetos se les atribuye ser causa de felicidad, lo que signi- fica que ciculan como bienes sociales incluso antes de que la suerte nos ponga ante ellos; esta situacion acaso explique ‘por qué llegamos a ponemas ante ellos en primer Lugar. Anticipamos que la felicidad habré de derivarse de la ‘proximidad con tale cual objeto. La anticipacion de aquello que el objeto habra de darnos es también una expectativa respecto de lo que deberia dirsenos. Pero zcémo legamos 2 ‘esperar tanto? Después de todo, las expectativas pueden ha- cer que las cosas resulten decepcionantes. Hl hecho de que Ueguemos a los objetos con cierta expectativa respecto de mo habrin de afectarnos no puede sino afectar et modo fen que nos afectan, aun en aquellos casos en que no consi- dguen estar ala altura de nuestras expectativas. La felicidad es una expectativa de algo que habra de venir, y una expec- tativa que produce diferencias entre las cosas, sin importar si dichas casas existen o no como objetos en el presente, Ala nila, por ejemplo, se le puede decir que imagine la felicidad representandose clertos eventos futuos, como por ejemplo el dia de su boda, “el dia mds feliz de tu vida’. La propia expectativa de la felicidad nos brinda una imagen precisa del futuro. Es por ello que la felicidad brinda el marco emocional para las decepciones, aun sin necesidad de darse: basta con que esperemos la felicidad dde “esto 0 aquello” para que podamas experimentar “esto ‘© aquello” como abjetos de decepcién. Nuestras expecta- vas vienen de algén lugar. Pensar la genealogla de las cexpectativas implica también pensar acerca de la promesa y de como esta nos guia en determinada direccién, esa ci- reccién de la que tanto esperamos. Podriamos decir que se promete la felicidad por medio de la proximidad a cieztos objetos. La palabra “objetos” hace referencia aqui no solo a cosas fisicas o materiales, sino a lo que sea que ima- ginemos podria conducirnos hacla la felicidad, como por ejemplo valores, précticas, estilos y aspiraciones. Hacer x 6 tener x podria ser lo que nos prometa felicidad. La pro- ‘mesa de la felicidad adopta la siguiente forma: si tienes esto o aquello, si haces esto o aquello, legari la felicidad, En el Grespusculo de los fdoles, Nietzsche afirma que esto que aqui denomino la promesa de la felicidad constituye la formula basica de toda religion y moral: “haz esto y aquello, no hagas esto. Y aquello ~ jasi serés fet!” La naturaleza promisoria de la felicidad supone que la felicidad nos aguarda, al menos si hacemos la correcto.”” Después de todo, prometer es convertir el futuro en un objeto, algo que es posible afirmar antes de que lleque. Hannah Arendt sostiene que "las promesas son el tinico ‘modo que los hombres tienen de ordenar el futuro, he cléndolo previsible y fable hasta el grado que sea hums samente posible’ zEn qué pensamos cuando pensamos la promesa como situacién? Fensamos en la promtesa que ‘una persona le hace a otra, bajo la forma "te prometo que...". Una promesa puede ser una declaracién de vo- luntad, en la cual ta persona que promete se comprome- te a hacer 0 no determinada cosa. Una promesa et una sgarantia, una declaracion positiva que tiene la intencion a m de generar credibitidad y confianza en et cumptimiento de tuna expectativa. En Qémo hacer cosas con palabras, John 1, Austin caracteriza lor actos de habla que logran eum- plir una accion como realizativos afortunados [happy per- formatives}, Segéin su teoria, para que una promesa sea ‘afortunada debe haber buenas intenciones: quien hace la promesa debe tener la intencién de mantenerla,a tal pun- to que la estructura de esa misma intencion es condicién de posibilidad de que la promesa prometa algo.” Que una promesa sea feliz afortunada también puede depender e que se den las condiciones que le permitan a dicha persona mantenerla, Una promesa resulta afortunada en tuna situacién en la que se cumple aguello que nos pro- onemos, y e50 que nos proponemos nos lo proponemos para otra persona, aun si esa otra persona es mi propio yo concebido como beneficiario de la promesa. La promesa es también una formulacion de deseo: que algo sea promete- dor indica que algo bueno esta por venir. De esta forma, recibir algo que se nos ha prometido es ya que suceda algo bueno, en la medida en que aquello que sucede viene a satisfacer una expectativa de lo que deberiamos recibir en virtud dela promesa realizada, Las promesas dan sustento a nuestras expectativas sobre el porvenir. Pero esta descripcién no agota al horizonte real de la promesa. En otras palabras, prometer no es siempre un acto de habla o algo que alguien le haga a otra persona. Hl acto de habla “te prometo” nos leva a la expresién “la promesa de", en la cual la promesa es una impresiOn que se tiene de algo, como si fuera lo que habré de darse si se da tal cosa. La cosa que promete (es decir, la idea que ‘tenemos de que algo es prometedor) podria parecerse al amado que nos dice “prometo que” o “te lo prometo™ De modo tal que si alguien que amo me promete algo, esa cosa pasa a encarnar la promesa del amor. El deslizamien- to entre el “te prometo que” y “la promesa de” es el modo fen que lae promesas se disteibuyen o se comparten. La ‘promesa de la felicidad es lo que hace que algunas cosas resulten prometedoras, como si participar de ellas fuera participar de la felicidad. Cuando algo promete felicidad, ‘pasamos a considerarlo algo prometedor. Imaginamos que, al recibirl, haben de venir cosas buenas. ‘También podriamos decir que desear la felicidad es confiay en su promesa. Lauren Berlant afirma qué imagi- arse alos objetos come “racimos de promesas" no es mas {gue otro modo de pensar el objeto de deseo.” ;Se apifian los objetos em torno a la promesa de la felicidad? Desea- mos x porgue x es deseable, La deseabitidad de x radica en ‘que nos promete felicidad. Resulta importante sefialar la naturaleza dual de este deseo: deseamos x, y deseamos x porque deseamos y (donde y es la felicidad). Por mas que escemos distintas cosas, tenemos en comin el deseo de la felicidad: como sefiala Locke, “aun cuando todos los

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