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Artigas: visiones y revisiones

“ Artigas y el artiguismo han sido de los temas más debatidos por los uruguayos a la
hora de reconstruir sus perfiles de memoria colectiva. Entre la pugna de “leyendas” y la
brega incesante de los constructores de la “Historia oficial”, lo cierto es que la memoria
del “Jefe de los orientales” y de su “Patria Vieja” no han dejado de ser motivo de
disputa, visiones y revisiones.
Al comienzo fue la llamada “leyenda negra”, que abrevó en los ecos conflictivos del
“ciclo artiguista” y se proyectó bastante más allá de la revolución independentista.
Desde el famoso “libelo” de Pedro Feliciano Sainz de Cavia (que imprecaba contra el
“genio maléfico”, el “hombre turbulento” y su “doctrina antisocial”, la “doctrina del
Impostor”, etc.) hasta los juicios condenatorios de Domingo Faustino Sarmiento
(arremetiendo contra el que calificaba como el “patriarca de los caudillos del degüello y
de la barbarie”), por citar solo dos ejemplos de una larga lista, esta visión intentó
denodadamente demonizar la memoria de Artigas y de sus gauchos, haciéndolos
responsables de atrocidades y de un legado de destrucción.
Con tardanza llegó la hora de las reivindicaciones, en el marco de la trabajosa
construcción de los símbolos nacionalistas de un Uruguay que Artigas seguramente
nunca pudo ni siquiera intuir. De allí surgió la “leyenda de bronce” o “celeste”, que en
la búsqueda de un héroe fundacional (...) proyectó un conjunto no menos polémico de
lecturas en torno a Artigas y al artiguismo. Desde trabajos historiográficos y manuales
escolares, o desde los múltiples signos de memoria colectiva que emanan de los
monumentos (empezando por el insólito “mausoleo”, con fechas pero sin ideas,
radicado en el centro de la Plaza Independencia de Montevideo, capital del Uruguay) se
puede recoger otro cúmulo de visiones más opinables: el “padre de la nacionalidad”, el
“Artigas uruguayo”, el “prócer de las unanimidades”, el “santón laico” y
“todopoderoso” que “monopolizó” y “creó” su tiempo, el héroe “triunfante” que “nos
legó un país independiente”, etcétera.
De cualquier modo, quien aspire a adentrarse en un estudio más comprensivo y
profundo sobre el artiguismo no podrá omitir el seguimiento de ese interminable
peripecia que ha caracterizado la memoria histórica del viejo “Protector”. En la vida y
en la fragua no menos intensa del recuerdo, su figura no ha podido despegarse de los
signos de la contradicción y el conflicto.”

Gerardo Caetano y José Rilla. Historia Contemporánea del Uruguay. Fin de Siglo.
Montevideo 1998. Página 21.

Artigas: de la traición al culto


Entrevista a la historiadora Ana Frega. (Diario La República, 14 de junio de 1994).

Las nuevas versiones sobre Artigas permiten hacer una secuencia de cómo se ha
tratado de recordar o recuperar su figura a lo largo del proceso de construcción nacional
en el Uruguay. Así pasamos de una primera visión de la llamada “leyenda negra” del
Artigas caudillo de los anarquistas, del Artigas contrario al orden, enemigo de todo lo
que pudiera ser la construcción de un Estado, a finales del siglo XIX, principios del XX,
donde esa leyenda comienza a resquebrajarse en la medida que se afirma el Estado
nacional en el Uruguay.
¿Cuál es la imagen que se intenta recuperar en las últimas décadas del siglo XIX?

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-Es la del Artigas republicano, fundador del civismo, ese Artigas vinculado al Estado,
que se está buscando consolidar y que tal vez es quien pueda presentar una imagen de
unidad frente a la división de los partidos tradicionales, por ser anterior a esos bandos:
el Colorado y el Nacional. Lo que se recupera fundamentalmente es la imagen del
Artigas republicano. El propio título del libro, Alegato Histórico, de Eduardo Acevedo,
da la idea de estar peleando contra una tradición. En ese mismo trabajo, Acevedo
concluye que Artigas fundó la República, fundó la Federación, fundó pueblos y en
definitiva aparece como un héroe cívico a rescatar y tomar como ejemplo.
¿Esa recuperación es la que da origen a los monumentos, a ese culto de bronce de
influencia europea?
-Cuando se hace el concurso para el monumento de la plaza Independencia, el fallo del
jurado da cuenta de que ha elegido ese escultura porque Artigas está representado con
caracteres universales, recuperando así su imagen de héroe cívico. Esta recuperación,
sin embargo, es parcial, ya que en estas descripciones se le estaba quitando el elemento
que le había dado mayor popularidad en su época y que a su vez había generado los
mayores odios: su carácter popular. En definitiva se recuperaba al héroe sólo y no se
recuperaba a la gente que había estado con él. En los años 40, la fortificación de la
democracia también hace revisar el artiguismo. En esos años, se crea la Comisión
Nacional del Archivo Artigas, bajo la dirección de Pivel Devoto, época en donde hay
todo un movimiento en el sentido de avanzar en la recuperación de la figura del prócer.

Como contraposición a la etapa de fines del siglo XIX, otro gran momento de
recuperación de se su figura se da en los años 60 desde la izquierda. Allí, el énfasis ya
no está puesto en el carácter republicano sino en la revolución social. Se resalta
entonces el tema de la tierra, el del apoyo que el prócer da a aquellos que no la poseían,
el Reglamento Provisorio par el Fomento de la Campaña de 1815; todo este tipo de
medidas son las ansalzadas en este período. El éxodo fue recuperado por las dos
corrientes, la corriente de fines del siglo XIX por tener la imagen del héroe que está
conduciendo al pueblo y además porque se transforma en una imagen bíblica, lo que de
alguna manera le estaría dando una carácter casi sobrenatural.
¿Cuáles son los aportes concretos del 60?
- En los años 60 el éxodo recupera al conductor de la gente. En los años 60 hay un
cambio donde se va marcando la presencia popular que acompaña al artiguismo. Es allí
donde el republicano deja lugar a lo social. Es importante resaltar, dando un salto desde
fines del siglo XIX a los años 60, los dos rasgos que se recuperan del personaje: el rasgo
republicano primero y el rasgo popular después. Un artículo publicado por el profesor
José Pedro Barrán hace unos años, titulado “Artigas, del culto a la traición”, plantea que
de la “leyenda negra” se pasó a la recuperación del personaje en sus aspectos políticos.
Pero recuperarlo sólo en sus aspectos cívicos, expresaba el autor, seguía escatimándole
al lector lo que realmente había sido Artigas. Porque quienes habían impulsado la
“leyenda negra” lo consideraban culpable de todos los males y quienes lo ensalzaban y
lo recuperaban como héroe cívico, lo mostraban como hacedor de todo lo que ocurrió en
su época. Pero tanto unos como otros, desdeñaban el protagonismo popular de los
acontecimientos de la época.

¿Hasta dónde incide la participación popular?


-Desde el presente, aunque sin alejarse de las otras propuestas y sin dejar de reconocer
que el presente también presiona, se vuelve a plantear la figura de Artigas. Las
preguntas han cambiado. Tanto el trabajo de principios de siglo, como el trabajo del

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artiguismo realizado en los años 60, visto desde el presente generan nuevas
interrogantes.
¿Cuáles son, desde esa perspectiva, los grandes aspectos del proyecto artiguista?
-Por un lado se encuentra el proyecto de integración, de formación de un nuevo Estado
a partir del antiguo virreinato del Río de la Plata, donde las fórmulas federales aparecen
definidas claramente por el artiguismo. Ese proyecto federal tiene raíces en la soberanía
de los particular de los pueblos, donde, producida la ruptura con el régimen español,
serían quienes reasumirían el poder de la soberanía. Artigas va a ser defensor de esa
soberanía particular que supone que “los pueblos” no sean todo el virreinato una unidad
o no sea, siquiera, toda la Banda Oriental una unidad. Son los pueblos de la Banda
Oriental que se van a constituir en una provincia Oriental, son los pueblos de la zona de
Corrientes los que se van a constituir en una provincia de Corrientes, son los del
llamado Entre Ríos que van a constituirse como tales. El proceso de defensa de las
soberanías particulares es, sin duda, otro de los puntos fuertes del artiguismo.
Hasta ahora todo esto era visto como obra de Artigas; lo que los historiadores
actualmente están encontrando es que esa soberanía particular surge de los pueblos, ya
que no es hecha por Artigas. Es aquí, si se quiere, donde se estaría intentando completar
la recuperación del artiguismo. (...)
Lo interesante para los historiadores es buscar si todo esto era algo que Artigas estaba
pensando para los demás o bien respondía a reclamos que se estaban haciendo. (...)

Las nuevas líneas de interpretación respecto al artiguismo no tienen contenidos tan


directos del presente como sucedió en las interpretaciones anteriores. ¿Qué es lo que
puede estar en crisis?. Los elementos fundantes de nuestra identidad. La crisis de los
años 50, que fue desmoronando la imagen del Uruguay del Centenario, todavía no abrió
un camino de nuevos elementos que afirmen esa identidad.
Eso ayuda a replantear también la propia tarea del historiador.
- La tarea del historiador en estos momentos está vinculada a desentrañar cuántos de los
elementos del pasado se han construido en base a memorias, cuántos se han construido
en base a olvidos y cuántos en base a errores. Actualmente se manifiesta una crisis de
los elementos integradores de la identidad nacional y a su vez se está planteando un
proceso de integración regional (independientemente de la modalidad que se adopte), y
se vive un proceso mundial donde se están revisando todo el tema de las identidades
nacionales. Volver sobre el artiguismo es necesario para completar una visión,
incluyendo a los que habían sido excluidos, los que eran sujetos pero estaban invisibles
en la historia. ¿Quiénes son los pueblos, esos sujetos que aparecían en el discurso oficial
pero no aparecían en su dinámica?. Otro elemento está en la tradición hispana y el
pensamiento liberal. Es necesario volver sobre esa discusión y sobre la discusión del
contenido social de la revolución.”

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