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BIOCOMBUSTIBLES A PARTIR DE ALGAS MARINAS

La innovación tecnológica es una realidad de la que gozan no solo países nórdicos del
primer mundo. Es un proceso que también está sucediendo con éxito en nuestros países
Latinoamericanos en distintos ámbitos de la industria, en donde el sector energético esta
siendo impactado positivamente.

En Chile, al igual que en otros países líderes en innovación como Brasil y México, existe
un gran impulso para desarrollar tecnologías que permitan producir bioetanol y biodiesel
con altos rendimientos técnico-económicos a partir del procesamiento de micro y macro-
algas.

Chile por ser un país costero con mas de dos mil quinientos kilómetros de costa y una alta
radiación solar que favorece el proceso de fotosíntesis, tiene muchas ventajas para el
desarrollo de los biocombustibles a partir de algas marinas. La masa de las algas marinas
está compuesta entre un 45% y un 75% por aceites y lípidos, que representan potenciales
recursos energéticos.

Una ventaja de los biocombustibles generados a partir de algas oceánicas a diferencia de


otras materias primas como la caña de azúcar, la palma, la soya y otras oleaginosas, es
que para su producción no es necesario el uso de tierras agrícolas, agua, ni fertilizantes.
Además, el balance de energía utilizada para obtener biocombustibles a partir de las algas
podría ser muy inferior comparado con otras materias primas, necesitando una cantidad
inferior de masa por litro producido.

Se estima que estos biocombustibles son muy competitivos también desde el punto de
vista económico, debido a que un barril de combustibles a partir de algas podría
representar hasta un 60% mas económico que un barril de petróleo. Esto generaría un
importante aumento de la productividad en el sector del transporte.

La excelente iniciativa del gobierno chileno de impulsar la creación de consorcios para el


emprendimiento de investigaciones para el desarrollo de biocombustibles de generación
avanzada, es un proyecto sostenible con visión de largo plazo y que tendrá un impacto
positivo en la economía, la sociedad y el medio ambiente.

Las ventajas económicas se evidencian con la paulatina sustitución de cierto porcentaje


de combustibles fósiles por los biocombustibles; porcentaje establecido por las políticas
estatales. El medio ambiente también será beneficiado principalmente por la reducción de
gases de efecto invernadero y la conservación de potenciales tierras y agua que servirían
para la producción de biocombustibles a través de plantas oleaginosas. Y finalmente el
ámbito social sería positivamente impactado debido a la creación de fuentes de empleo y
capacitación técnica, a raíz de una industria naciente.

Los tres consorcios conformados para la producción de biocombustibles a partir de algas


cuentan con un financiamiento de aproximadamente US$19 millones y están
conformados por importantes instituciones de investigación y empresas especializadas.
Los consorcios ALGAEFUEL y DESERT BIOENERGY trabajan en el desarrollo de
combustibles a partir de micro-algas, mientras que el consorcio BAL BIOFUELS se

concentra en el desarrollo de combustibles a partir de macro-algas.

Chile tiene una situación particular y puede desarrollar una ventaja comparativa
importante al incursionar en programas de investigación, desarrollo e innovación de
biocombustibles de segunda generación a partir de algas, debido a que su posición
geográfica y extenso litoral favorece el crecimiento de macroalgas, y la luminosidad y
capacidad de fotosíntesis en el norte, favorece la proliferación de microalgas. Los
desafíos son el fortalecimiento del marco regulatorio y normativo, el fomento del diálogo
entre la industria y el gobierno, la promoción de la transferencia de conocimiento y
tecnología, y seguir avanzando con el desarrollo de una Política Nacional de
Biocombustibles.

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