Recuerda que la lectura es una actividad compleja que
requiere tiempo y toda la atención posible. Al recomendarte que leas o releas un texto asumimos que tendrás que hacerlo con cuidado. Hay distintos niveles de lectura; el más elemental es el informativo: leemos rápidamente porque sólo importa el qué, el contenido directo del texto. En otro nivel nos interesa, además, el cómo, el modo en que se expresó el contenido, lo cual permite tomar una postura frente a la información. En otro nivel se necesita saber el para qué, la finalidad que persigue el texto, lo cual permite establecer la pertinencia y la relevancia del texto. En otro nivel interesa saber el por qué en cuyo caso se formulan preguntas sobre el sentido del texto, y cuyas respuestas involucran una postura crítica.
Tu experiencia como lector te permite establecerte en los
primeros niveles, pero eso no es lo que estamos esperando de ti. El proceso formativo de la Licenciatura en Filosofía exige que leas de modo tal que el por qué del texto sea la meta en todos los casos. Esto requiere que tengas claro el qué sostiene el autor, para lo cual se te piden resúmenes; se te pide que compares las tesis del autor con las de otros autores para comprender el cómo y el para qué, hasta lograr la explicación del por qué del sentido del texto. Este proceso no es rápido, requiere dedicación. Así que una cosa es leer y otra saber leer.
A través de tus trabajos escritos valoramos el grado de
comprensión que has alcanzado, pero también puedes establecer algunas prácticas personales para ello. Una de esas prácticas es que al leer trates de sustituir mentalmente con sinónimos palabras clave del enunciado o del párrafo que estás leyendo. NO EL TEXTO, éste siempre es fijo. Si no puedes hacerlo tendrás que recurrir a diccionarios de español, en un primer nivel, hasta diccionarios de filosofía en el último. La posibilidad de establecer sinónimos te permite saber el grado de comprensión del texto. Además es recomendable sustituir mentalmente todos los pronombres relativos por el sustantivo al que corresponden para identificar adecuadamente a qué o a quién se refiere el autor. Si crees que comprenderías el texto cambiando un poco o un mucho una de sus partes, eso significa que no lo estás entendiendo. De ser así, debes detenerte para revisar el sentido de cada palabra desde el inicio. No te consientas ni te perdones, siempre consulta diccionarios; si no tienes la posibilidad en ese momento, suspende la lectura y espera para hacerlo de manera adecuada. Asume que la exposición de todos los autores es clara y precisa, si empiezas a buscar atajos y vericuetos es que ya estás perdido en el texto. Los textos filosóficos no son historias de suspenso, por ello no esperes encontrar la comprensión al final del texto. En última instancia descubrirás que leer es una actividad fascinante sólo equiparable con la escritura.