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Discurso de Ricardo Lorenzetti

Acto de apertura del año judicial 2015

Buenos días a todos los presentes. Hemos querido comenzar este


acto mostrando a estas personas que por razones de espacio, son
muchas más, y no podemos incluir, pero estas son nuestras
víctimas, estas son nuestras tragedias y este es nuestro tema.

Lo que quisiéramos hacer en primer lugar es que ustedes hagan un


esfuerzo, todos nosotros, y principalmente el Poder Judicial en mirar
estas caras más allá de las caras publicadas, más allá de cada uno
de los problemas que se han generado alrededor de estas tragedias
colectivas.

Ahí hay rostros humanos. Detrás de esas personas hay familias,


hay dolor. Y ese es nuestro dolor.

Todos ellos eran distintos. En algunos casos eran jóvenes que


querían luchar y transformar el mundo y la sociedad. Luchas por un
mundo mejor, tener un sueño. Otros eran docentes que querían
combatir la discriminación. Otros eran profesionales que buscan la
verdad periodística, o la verdad judicial. Otros eran simplemente
personas, adolescentes que querían vivir la plenitud de la vida.
Todos ellos forman parte de nuestras tragedias de los últimos años.
Y eso es lo que nos debe conmover.

Todos ellos tenían sueños. Todos ellos dejaron alguna bandera,


todos ellos fueron más que ellos mismos, porque detrás de cada
uno de estos temas hay gente que lucha, hay organizaciones, hay
pedidos de Justicia.

Detrás de cada uno de estos temas, hay una tragedia. Por eso
tenemos que verla con rostro humano, tenemos que conmovernos.
No son expedientes ni son objetos de disputas políticas. Son
personas, son tragedias.

Lo primero que tenemos que hacer, entonces, es conmovernos con


la emoción y el dolor que tienen las personas humanas y no ver
esto con la distancia profesional con que a veces se los mira.
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Todos ellos nos han dejado una obligación y una responsabilidad
que es terminar con la impunidad. Es tiempo de terminar con la
impunidad en cada uno de estos casos. Terminar con esos
procesos que no tienen resultados. Terminar con las
investigaciones oscuras que se traban y que no se sabe muy bien a
donde terminan. Eso es terminar con la impunidad.

Terminar con la impunidad significa también que nosotros nos


enfoquemos en los procesos y no hagamos de ellos disputas de
intereses, disputas de poderes o de cuestiones que son totalmente
ajenas a la lucha contra la impunidad.

Estas disputas de poderes ya las hemos ensayado en el pasado.


Las víctimas no esperan que le digamos que sus frustraciones son
producto de los jueces, o del Poder Ejecutivo, o del Poder
Legislativo. No esperan que nos echemos la culpa los unos a los
otros. Lo que las víctimas esperan es una actitud más madura.

Esto ya se ha ensayado en el pasado, esto ya ha ocurrido y nunca


dio resultado. De nada sirve decir que este es un problema de uno o
de otro poder el Estado.

¿Por qué no probamos con una vía más madura, más seria, más
institucional, basada en la cooperación de los poderes del Estado,
para solucionar los problemas de las personas que sufren y que
claman Justicia?

Pensamos, y lo hemos dicho reiteradamente, que las instituciones


no funcionan bien mientras que quienes están a cargo de ellas
hablan del poder y las personas de sus problemas. Esta no es una
distancia propia de nuestros tiempos.

Tenemos que construir nuestras agendas colectivas y de gobierno y


del Poder Judicial basándonos en las agendas de las personas, los
problemas concretos y solucionarlos y no desviarnos de ese
camino, porque lo que esperan las víctimas es que los poderes del
Estado cooperen para solucionar sus problemas, y no otra cosa. Lo
otro es mera especulación política, que no nos sirve.

En esta cooperación entre los poderes del Estado cada uno debe
cumplir su rol. Los jueces deben llevar adelante los procesos
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juzgando a los responsables de manera imparcial, justa, sin
flaquezas, sin ceder a las presiones que puedan existir. Nadie es
demasiado poderoso cuando estamos iluminados por la idea de
Justicia. Y eso es lo esencial y lo característico de alguien que se
dedica al derecho, la lucha por la Justicia y la imparcialidad.

Esta independencia individual de los jueces y las juezas es distinta


de la relación que tiene un poder del Estado como el que tiene el
Poder Judicial, con los demás poderes. Y en este campo es donde
debemos cooperar.

No está mal que hablen los poderes del Estado para poder
cooperar. Debe ser uno de los pocos países del mundo donde se
censura el diálogo entre poderes.

Creemos que tenemos que avanzar en la cooperación entre todos


los poderes del Estado. Hace muchos años que venimos diciendo
que es necesaria esta cooperación para completar la cantidad de
jueces y juezas en los distintos cargos.

Hace muchos años que llevamos un promedio que oscila entre 20 y


30% de vacantes en la Justicia federal y nacional, que tenemos que
completar y hay que ayudar, porque no es culpa de uno o de otro,
tenemos que ayudar para que esto se concrete.

Es bueno que nos pongamos de acuerdo para que los tribunales


lleven los procesos de manera rápida. La propia Corte Suprema
dictó, el año pasado, unas acordadas encomendándole a la Justicia
Penal que se organicen y hagan propuestas concretas para tener
juicios más rápidos. Y lo hicieron y esas propuestas están a
disposición de los demás poderes del Estado y tenemos que
trabajar en esa línea.

Claro que hay problemas concretos y nos gustaría aclarar, porque


por ejemplo, no es bueno que un tribunal oral tenga que decidir si
lleva a cabo el juicio de la Amia o el juicio de Once. La Corte
Suprema en este tema no tiene ninguna competencia. La Corte
Suprema no puede indicarle a un tribunal qué causas va a llevar
adelante.

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Pero el problema no es este. El problema es que los tribunales
orales están saturados. Y no sólo sucede esto. Muchas otras
causas están demoradas. Lo primero que tenemos que hacer es
pedirles a los jueces esfuerzo, todos los esfuerzos para que estas
causas se lleven adelante y se terminen. Pensemos, como
decíamos al principio, que ahí hay personas y no expedientes.

Lo segundo es la cooperación. Porque en el año 2010, por Ley se


crearon los tribunales orales 7 y 8 que hubieran solucionado estos
problemas, pero todavía no hemos logrado que se conformen. Esto
es un problema de todos, insisto, no echamos culpas a nadie. Pero
si tendríamos los tribunales orales 7 y 8 funcionando no habría esta
demora en los casos Amia y Once.

La cooperación entre los poderes del Estado también exige que nos
pongamos de acuerdo en la investigación criminal. Porque estamos
hablando ahora de la impunidad y de los procesos penales, pero si
no hay investigación criminal, no descubrimos quienes son los
culpables. Y este es un problema fundamental para dar respuesta a
las víctimas.

Es necesario que desarrollemos una capacidad mejor de


investigación criminal y policial, en el campo de las fuerzas de
seguridad. Esto es imprescindible para que los jueces, o quienes
lleven adelante las investigaciones, cuenten con una policía
científica con capacidades técnicas, con equipamientos adecuados,
porque en muchos casos vemos, y la gente común me va a
entender, porque que comparan con las películas, el tipo de
investigación que se hace, con pruebas científicas con expertos,
con alta tecnología, y muchas veces esto no lo tenemos a
disposición.

Entonces si no se puede investigar, cómo es posible que después


podamos condenar a los culpables. Por eso creemos que la
cooperación institucional exige una fuerte reforma en este tema en
la cual queremos prestar toda nuestra cooperación y principalmente
las cámaras, la Cámara de Casación Federal, la Cámara de
Casación Ordinaria, las cámaras federales, pueden cooperar para
ayudar a mejorar un sistema de investigación. Y en los casos de

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trascendencia institucional o de extrema complejidad, creemos que
también ahí pueden crear grupos de asistencia específica con alta
tecnología, con capacidad técnica; esta es la única manera de
investigar, no hay otra.

Si no se investiga, ¿cómo vamos a hacer para encontrar a los


culpables?; por eso necesitamos cooperación.

Además de encontrar a los culpables, de investigar y que los jueces


cumplan con su tarea de llevar los procesos rápidamente, tenemos
la etapa posterior, que es la implementación o la ejecución de la
sentencias. Y acá también, simplemente a modo de aclaración,
queremos hacer una breve referencia a la causa de la Embajada de
Israel, en la que hubo una sentencia en el año 1999, es decir, muy
anterior a la conformación de la Corte actual. Hay una sentencia.
Esa sentencia determinó cual es la materialidad del hecho y la
imputabilidad, es decir quiénes eran los culpables. Y encontró
culpable a un grupo, Hezbollah, parte de la Yihad Islámica.

Esa sentencia está publicada y fue consentida por las partes, de


manera que nosotros no podemos, como tribunal, modificar lo que
ya ha sido aceptado y es cosa juzgada.

Lo que sí podemos, es pedir a los demás poderes del Estado, que


se lleve adelante lo que el tribunal en aquella época dijo, y es lo que
estamos haciendo desde peticiones que hace años estamos
llevando al Poder Ejecutivo, sobre todo para, las medidas que
ordenó el tribunal en aquella época.

Todo esto requiere políticas comunes de cooperación entre los tres


poderes del Estado que tienen que enfocarse claramente en cómo
solucionamos los problemas concretos y no en declaraciones
abstractas.

Este es el valor de decir “nunca más”.

Debemos comprender que estos temas nos incluyen a todos. No


podemos tener diferencias de ningún tipo en esto. Si para eso
estamos. Estamos para la gente que clama Justicia ¿Cuál es el
otro debate que nos separa? Podemos tener muchas diferencias
dentro del Poder Judicial y fuera de él ¿Pero en esto? Cuando hay
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personas que ustedes vieron clamando Justicia ¿Qué tipo de
diferencias son las que nos separan? Tenemos que ser más adultos
en esto y dejar de lado las cuestiones menores y ponernos a
trabajar.

A los ciudadanos les decimos que no tengan temores, que la Corte


está para proteger sus derechos y seguirá existiendo en esta línea.
Nuestra función, la de la Corte Suprema y la de los jueces y juezas
es brindar protección donde hay temores. Donde hay incertidumbre
es brindar seguridad jurídica, previsibilidad. Donde hay exclusión
brindar igualdad. Estas son las funciones. Y quédense tranquilos
que vamos a seguir en esa línea y no vamos a cambiar. Este es un
deber que no solo es del Poder Judicial, sino de todos los que
tienen responsabilidades institucionales a lo largo y a lo ancho del
país.

Debemos brindar Justicia, seguridad, confianza, protección. Evitar


los temores.

Decimos que esta es la Patria que nos merecemos y este es el


valor central. Tenemos que tener ideales un poco mejores.

La Corte Suprema sostiene en sus decisiones un proyecto, que es


un proyecto de país y que es el proyecto que está la Constitución
Nacional reformada en 1994, que expresa lo que esta generación,
esta época de los argentinos ha decidido.

Y necesitamos un poco de docencia constitucional entre todos


nosotros para entender de qué hablamos. Porque estos principios
que están en la constitución, estos valores, este proyecto, no
impiden la acción de gobierno, no la detienen, simplemente es un
marco general dentro del cual cada uno de los poderes del Estado
tienen que actuar.

Pero debemos admitir que existe una serie de principios básicos


constitucionales dentro de los cuales nos movemos cualquiera sea
el gobierno que esté. Cualquiera sean las personas que estén en
Poder Judicial o los legisladores. En esto me gusta siempre citar
aquel ejemplo de Ulyses que se ató al mástil para no caer en la
tentación de las sirenas. Y Jon Elster, un filósofo, dice las

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constituciones son esto, son mecanismos de autorrestricción donde
los ciudadanos y los gobernantes se atan para no caer en las
tentaciones del momento y hacer las cosas según su voluntad
avasallando los derechos individuales. Esto es lo que nos ha
sucedido en la Argentina durante muchos años. Nuestra historia
muestra que, demasiadas veces, nos hemos desatado y hemos
avasallado esos principios constitucionales desde todos los
sectores.

La literatura cuenta esto y nuestra historia lo confirma. Debemos


superar esta cuestión, porque de lo contrario, si no sabemos que
debemos estar atados a principios constitucionales y este proyecto
de país de la Constitución del 94, tendremos oscilaciones
pendulares. Y cuidado con esto. Lo que se gana en una época, se
pierde en la que sigue. Esto también nos pasó en nuestra historia. Y
esto me hace acordar a otro mito, el de Sísifo que, condenado a
subir una piedra con mucho esfuerzo, cuando llegaba arriba caía la
piedra y tenía que ser condenado a subirla de nuevo. Y Camus
llamó a esto el mito del trabajo inútil. Nuestro trabajo es inútil si
vamos para un lado, para otro y no sabemos atarnos a una serie de
principios constitucionales cualquiera sea el gobierno y por eso
decidimos mencionar hoy siete u ocho de esos lineamientos básicos
que consideramos principios que nos atan a todos.

El primero es que nuestra constitución protege el sistema


democrático y lo adopta.

Debemos preservar la democracia, es demasiado importante para


dejarla en manos del odio, la división, el egoísmo o el miedo. Esto
es lo que nos ocurrió en el pasado; en demasiadas oportunidades
cada uno tiró de la cuerda hasta un extremo en el que hizo explotar
todo. O bien condicionando gobiernos democráticos. Esto no es
posible. Lo hemos criticado, Incluso hemos criticado la función que
cumplió la Corte Suprema cuando celebramos los 150 años de esta
institución. En el pasado hubo algunas épocas en las cuales la
Corte no defendió el estado de derecho.

Mientras nosotros estemos aquí no toleraremos ninguna acción


extrema que ponga en riesgo el estado de derecho o el

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funcionamiento democrático por parte de ningún sector. No vamos a
volver a repetir los errores del pasado.

Hay que respetar las instituciones, respetar el Poder Judicial, el


Congreso y también la institución presidencial. Como ocurre en
todos los países estables, que es lo que pretendemos ser y lo
repetimos día a día.

Nuestra Constitución adopta el sistema republicano.

La idea de república importa la división de poderes, que tiene una


relevancia estratégica para el futuro del país. Hemos sostenido, en
algunas de nuestras conversaciones, que existe una fisura entre
una tradición popular y una republicana en nuestra historia que no
se ha terminado de resolver. Hemos tenido dictaduras, gobiernos
republicanos sin participación popular y gobiernos mayoritarios que
terminaron sin república. En el plano institucional hemos visto
muchos procesos a lo largo de nuestra historia que rompieron con
la regla de la evolución. Nacieron adultos y evolucionaron hacia la
infancia en términos institucionales.

Nuestro problema es institucional y lo hemos mencionado en


numerosos fallos. Lo que decimos es que la posición de la Corte en
estos años tiene dos elementos. Uno es lo que podemos decir
progresismo, porque la Constitución en el año 94 establece la
progresividad de los derechos fundamentales. Y por eso nuestra
jurisprudencia y de los que nos seguirán tiene que aplicar el
mandato constitucional. Estamos atados a la Constitución en el
sentido de la expansión de los derechos y no de sus restricciones.

Pero también la Corte es republicana, porque así lo dice la


Constitución, y por eso respetamos la división de poderes y
sostenemos que debe haber un Poder Judicial independiente.

El Poder Judicial independiente está contemplado en la


Constitución. Quienes la redactaron pensaron en un equilibrio de
poderes. Esto nadie lo discute. Por eso existe la facultad de los
jueces de dictar la inconstitucionalidad de las leyes, o bien de
contener acciones de otros poderes del Estado.

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Gracias a este sistema se pudo declarar la inconstitucionalidad de
las leyes de amnistía, o se pudieron declarar inconstitucionales
leyes que lesionaban los derechos de los trabajadores, o de las
minorías. Todo esto lo hemos enumerado extensamente en muchos
fallos de la Corte y de muchísimos tribunales que Uds. integran. Y
esto ha sido un gran beneficio para nuestro pueblo.

La acción de declaración de inconstitucionalidad de las leyes y la


contención de muchas de las acciones de otros poderes ha
beneficiado al pueblo.

Y por eso existe un Poder Judicial. Es importante señalar que esto


no es una facultad solamente de los jueces y juezas, es una
obligación, es un deber, porque cuando una Ley o una norma de
cualquier tipo, contradice la Constitución, es su deber declararlo.
Hay muchísima jurisprudencia y decisiones al respecto.

También es cierto, y la doctrina lo ha dicho extensamente, que


existen poderes económicos y también, en el Siglo XXI, poderes
que derivan del gran desarrollo tecnológico y cognoscitivo, que
necesitan límites. Lo hemos dicho en fallos que es parte de la
función judicial poner estos límites y hay muchísima jurisprudencia a
lo largo y a lo ancho del país de que estos límites también funcionan
con distintas magnitudes, pero hay toda una tendencia
jurisprudencial en la Argentina en este campo.

Es decir, el Poder Judicial debe poner límites. Eso no significa, ni


puede significar que sustituyan la acción de gobierno.

Simplemente significa que no hay poderes ilimitados.

Hemos dicho reiteradamente que los jueces no gobiernan no deben


gobernar. La función judicial es dictar sentencias, es poner límites,
es proteger a los ciudadanos.

Y nosotros somos partidarios del activismo judicial y del diálogo de


poderes mediante sentencias exhortativas, mandatarias, pero, lo
hemos escrito en muchas decisiones judiciales, no se gobierna.

Los jueces tienen muchas ideas y no está mal que las tengan; los
jueces y juezas, no viven fuera del ambiente político, religioso o de

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las creencias. Y el Poder Judicial argentino felizmente tiene una
gran variedad; tiene todos los sectores de la sociedad
representados, y eso es bueno. Y eso es lo que denominamos
paradigma de la decisión judicial. Estoy convencido, que hay un
paradigma de la decisión judicial, pero esto no significa que cuando
dictan sentencias sigan esos paradigmas.

Por el contrario, el juez debe ser imparcial ¿Qué significa imparcial?


Significa que la Ley es igual para todos. Se trate de alguien del
norte, del sur, del este o del oeste, sea rico, sea pobre, sea
poderoso o débil. Los jueces deben aplicar las leyes de manera
igual para todos, esté quien esté por delante, porque en eso se
juega la credibilidad del Poder Judicial. Esa es la función judicial, la
imparcialidad. No dejarse guiar por ninguna otra idea que no sea la
Ley.

Como institución, el poder judicial requiere transformaciones


profundas. Y lo hemos dicho reiteradamente y hemos señalado
desde el 2006 en las distintas conferencias nacionales de jueces en
las cuales muchísimos de Uds. han participado, que hay que
transformar el Poder Judicial, que además de un poder del Estado
es un servicio y como servicio tiene que mirar a la gente y por eso
decimos que hay que transformarlo. No se discute que debemos
tener juicios más rápidos, más tecnología, más jueces, que
debemos esforzarnos más, que debemos transformar los procesos.
El problema es cómo.

Por eso decimos que no se puede tener una ida general de lo que
es el Poder Judicial. Muchas veces escuchamos que se habla de la
Justicia refiriéndose al problema de un sector de la Capital. Pero el
Poder Judicial es muy variado. Este es un país federal, la Corte es
federal, y nosotros que venimos del interior debemos decir
claramente que la mayoría de las acciones de los argentinos pasan
por las justicias provinciales, por la justicia nacional de la capital,
cuantitativamente es la enorme mayoría de las decisiones que
reciben los ciudadanos comunes que tienen su vida cotidiana.

Acá están todos, está la Junta Federal de Cortes, todas las justicias
provinciales, la Corte de la Provincia de Buenos Aires, está la

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Federación Argentina de la Magistratura con todos los
representantes de todo el país, está la Justicia nacional, la criminal,
la Cámara de Casación, está la justicia civil, la justicia comercial, la
laboral, la federal. Cada una tiene una realidad distinta. No se
puede generalizar y decir vamos a modificar la Justicia si no
atendemos a las particularidades. Lo que ocurre en materia
electoral es distinto a lo que ocurre en un proceso penal, o de
familia.

Por eso decimos siempre, que la mayoría de los que están


presentes aquí, de distintos pensamientos, han trabajado desde
hace años en las reformas del Poder Judicial. Lo bueno es que nos
pongamos de acuerdo con todos los poderes del Estado y sean
consultados antes de implementar reformas y las hagamos bien,
entre todos. Esa es la cooperación que necesitamos.

Los jueces dictan sentencias y aquí hay otro aspecto de la


independencia del Poder Judicial. Dictan sentencias y todos
estamos de acuerdo en defender la independencia del Poder
Judicial cuando esas sentencias son favorables. Cuando no lo son
viene el problema. Porque defendemos los principios cuando nos
conviene. Cuando no nos conviene es cuando los principios tienen
importancia. Y es importante aceptar que las sentencias pueden ser
criticadas. Nadie se puede molestar cuando un funcionario,
ciudadano, periodista, critique la sentencia de un Juez, eso
enriquece. Porque la próxima decisión judicial será mejor. En eso
consiste el debate democrático.

La segunda cuestión, que es más difícil, es señalar que muchas


veces no criticamos el argumento, sino que deslegitimamos al
emisor. Decimos que el Juez no es independiente, que responde a
tal, a cual. Y no queremos hacer una cuestión particular de juezas y
jueces, sino hablar del debate democrático, porque esto está
bastante más generalizado. Les ha pasado a todos: funcionarios,
legisladores, personas, periodistas. Cuando hay un argumento no
se contesta el argumento, se deslegitima al emisor, esto que en el
medioevo se llamaba argumento ad hominem no es una buena
práctica. Fíjense Uds. que cualquier debate que hoy vemos
inmediatamente se traslada de los argumentos a una

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deslegitimación del emisor. Esto no es bueno en el debate
democrático. Y esto lo han sufrido todos los sectores
generalizadamente. Por eso hemos promovido en esta Corte el
debate democrático sin deslegitimación.

La sentencia judicial debe ser imparcial y ahí recide su credibilidad.


Si los jueces o juezas no son independientes hay procedimientos
para pedir su sanción o destitución.

Y finalmente respecto del Poder Judicial hay que decir que nunca
va a ser popular, porque sería un error que los jueces busquen la
popularidad. Esto es lo que pasaba en el medioevo y lo relata bien
Huizinga, en El otoño de la Edad Media cuando decía que el gran
avance fue evitar los juzgamientos en la plaza pública, porque
quemaron muchas brujas que no eran. El gran avance fue el debido
proceso. Por eso los jueces deben seguir una línea imparcial, de
jurisprudencia de principios continua, y eso es lo consolida el
prestigio, no buscar la aprobación de mayorías momentáneas.

Nuestra Constitución adopta también el sistema federal. Este es un


tema central en la agenda de la Corte y de muchas justicias
provinciales. Por qué un ciudadano de una provincia puede tener
distintas calidades de vida que otro de una provincia distinta. Esta
pregunta se la hicieron los caudillos del Siglo XIX, Ramírez, López,
Peñaloza, Urquiza. La respuesta está en la Constitución, en el
sistema federal, por eso en la agenda de la Corte es muy
importante el federalismo, el federalismo fiscal, la cuestión de la
autonomía de los municipios, la cuestión de los estándares mínimos
a nivel nacional y esto también interesa a las justicia provinciales,
debe haber un mínimo para que todas las justicias provinciales
tengan por lo menos una base común para que puedan prestar sus
servicios.

Otro tema que es importante en el proyecto constitucional es el de


los derechos humanos.

Decimos siempre que esta ha sido una política de los tres poderes
del Estado. Se ha declarado la inconstitucionalidad de las leyes de
amnistía y sobre esto decimos que forma parte del contrato social
de los argentinos.
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Hoy es el Poder Judicial el que tiene en sus manos llevar adelante
estos juicios de lesa humanidad. Es una tarea extraordinaria y
debemos felicitar a los jueces y juezas que antes, ahora y después
han llevado adelante estos juicios. Y debemos decir con toda
claridad que esto forma parte de esas cosas que nos atan y no
vamos a modificar. Esto también forma parte de la independencia
del Poder Judicial.

Continuaremos con los juicios de lesa humanidad. Respecto de la


calificación de lesa humanidad, la Corte no ha fijado posición en
ningún otro caso, sobre otros hechos calificables o no, como de lesa
humanidad.

Nuestra Constitución también promueve la igualdad real de


oportunidades. Y esto es algo que ha sido jurisprudencia central de
la Corte y de muchísimos tribunales. En los últimos años se han
hecho avances en cuanto a una distribución más igualitaria de la
riqueza. Y esto debemos decirlo porque también ha sido respaldado
por el Poder Judicial y la propia Corte, que ha declarado
constitucionales muchísimas decisiones que han avanzado en la
idea de una distribución igualitaria.

Lo que decimos es que también se aplica la idea de la progresividad


de los derechos fundamentales. No vamos para atrás. Debemos ir
para adelante. Y esto lo dice la Constitución y los tratados
internacionales. Ir para adelante significa que la igualdad no solo
debe basarse, como fue en épocas de crisis, en el asistencialismo
sino en los derechos. Como dice Amartya Senn, es la igualdad de
capacidades, es decir de que todas las personas tengan derechos,
no simplemente el asistencialismo. Los derechos implican la
oportunidad de cada uno de desarrollar su vida, de tener opciones,
de avanzar, de tener un paquete de bienes primarios.

Y otro aspecto vinculado a la igualdad, que esta Corte ha tratado,


es que no debe haber personas desechables, que están fuera del
sistema, que se transforman en objetos sin futuro, porque esto nos
duele y crea tensiones en toda la sociedad.

Por eso declaramos derechos fundamentales en materia de acceso


a la vivienda, o a la alimentación. En eso tenemos que trabajar
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todos. También el problema del narcotráfico, porque mientras
nuestros chicos estén a merced del narcotráfico, tampoco
tendremos igualdad.

Y quiero aclarar, porque esto lo dijo la Corte en el 2009 en la causa


Arriola, no nos referimos al consumo. Dijimos muy claramente que
nos estamos refiriendo a la lucha contra la distribución, lo que
llamamos el narcotráfico. En esto también necesitamos cooperación
de los poderes del Estado para juntos desarrollar una política clara
y que no avance más. Estamos en el momento en que podemos
detenerlo.

Nuestra Constitución reconoce la ciudadanía del Siglo XXI. No es


solamente el ciudadano que vota sino el que participa, el que tiene
derechos, que es activo. En este tema debemos decir que este año
entrará en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial de la Nación,
en el cual el Poder Judicial tendrá un rol fundamental en la fase de
implementación. El Código es la regulación de la ciudadanía del
Siglo XXI. Es reconocer que las personas tienen derechos
personalísimos, derecho a la identidad, a la dignidad; es reconocer
el derecho a la vivienda; es reconocer la pluralidad en los modos de
organizar la familia; es reconocer que tenemos muchísimas
posibilidades de actuar de manera más equitativa en las relaciones
económicas, a través de la protección del consumidor: Es una
enorme transformación en el derecho privado argentino. Y fíjense
ustedes que hoy se están organizando congresos internacionales
en Roma, Madrid, en varios países, sobre la gran reforma
Argentina. Y nosotros, muchas veces por esas cuestiones menores
que tenemos, queremos discutirlo. La realidad es que toda la
doctrina argentina, todas las universidades y el Poder Judicial están
trabajando fuertemente en esta implementación que implica la
ciudadanía del Siglo XXI a través de nuevas normas del Código
Civil y Comercial.

No podemos dejar de decir también que otro de los grandes lazos


que tiene la Constitución es la protección del ambiente, que
lamentablemente se menciona poco, pero que es una tragedia que
la ciudadanía vive. Pensemos en lo que está pasando con las

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inundaciones. Lugares que se pensaba que no eran inundables se
inundan, tormentas destructivas, frio polar. Estados Unidos lleva
tres semanas con 30 grados bajo cero. Este desequilibrio climático
es consecuencia del calentamiento global. No podemos prometerles
un futuro a los jóvenes si no enfrentamos este problema que es
central y está en la Constitución. No es una hipótesis abstracta de
utopistas verdes. Está en la Constitución Nacional, hay leyes y esto
también requiere una política de Estado y una implementación clara
respecto de cómo hacemos nosotros para armonizar desarrollo con
protección ambiental. Y este un tema que en el pasado se
consideraba una opción trágica, difícil, pero que hoy, y lo digo yo
que estoy participando en muchos congresos internacionales sobre
el tema, ya casi no se discute. Es posible el desarrollo sustentable y
hay economías que nos van a dar grandes oportunidades de
desarrollo, riqueza y empleo, que no lesionan al ambiente. Es
simplemente que nos pongamos de acuerdo en cuál es la dirección,
porque si no cambiamos la dirección, las generaciones futuras,
nuestros hijos y nietos, lo sufrirán y nos preguntarán por qué
siguieron ciegos frente a esto, que era un llamado trágico de la
naturaleza. Y lo estamos haciendo, estamos siendo ciegos,
temerarios, frente a estas advertencias de la naturaleza.

Y finalmente, no quiero extenderme demasiado, tenemos dos


cuestiones más…Una es la gobernabilidad, tema que la Corte ha
trabajado en numerosos aspectos.

Sobre la gobernabilidad del Siglo XXI, nosotros hemos dicho que


gran parte de los problemas y tensiones que se viven en el mundo
actual tienen que ver con instituciones que han sido diseñadas en el
Siglo XIX con modelos teóricos del Siglo XVII y XVIII, pero que no
funcionan en el Siglo XXI.

Y acá hay dos temas vinculados al Poder Judicial, el primero es el


de la ineficacia.

Uno de los grandes problemas, y no quiero focalizar porque este es


un problema global, porque se está discutiendo en muchos países
del mundo, es que se habla sobre los temas, se legisla, pero es

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muy difícil modificar la realidad, es muy difícil concretar. Por eso
algunos autores, como el ministro de la Corte Suprema del Brasil
Benjamin, dice es el estado espectáculo, expone los problemas
pero no logra transformar efectivamente la realidad. Hay una
distancia entre lo declarado y lo percibido, que es muy importante,
es cada vez mayor, en muchísimos países. Y esto afecta la
credibilidad de las instituciones, porque los ciudadanos poco a poco
tienden a la apatía institucional. Entonces, debemos hacer un gran
esfuerzo por la implementación, para que esta distancia entre lo
declarado y lo percibido deje de ser tan grande. El ciudadano
común tiene que gozar efectivamente de los derechos, los que se
dicen, se declaran, se legislan o se establecen en sentencias
judiciales. Tenemos que hacer un esfuerzo y este esfuerzo implica
también pensar de manera distinta y seguir los procesos luego de
que se dictan las sentencias, de que se dictan las leyes o las
decisiones de los poderes ejecutivos. Tenemos que trabajar en la
fase de implementación y esto nos lleva al segundo tema, vinculado
también a la gobernabilidad y al Poder Judicial, que es la
participación ciudadana.

Nosotros hemos hecho muchísimos esfuerzos en abrir la


legitimación, mayor participación ciudadana en los procesos; todos,
no solo la Corte, sino todos los jueces y juezas de la Argentina,
desde hace muchísimos años: la incorporación de los amigos del
tribunal, la incorporación de las audiencias públicas.

Pero este es un tema muy de fondo, muy del Siglo XXI, porque la
gobernabilidad del Siglo XXI es tan compleja que ha dejado
paralizados a dirigentes lúcidos, capaces, pero formados con las
ideas del Siglo XIX. Esto también lo hemos dicho muchas veces, se
sienten paralizados, vetados. Esto lo describe muy bien
Rosanvallon, filósofo francés que estuvo hace un año atrás
presentando sus libros, cómo en las sociedades actuales la
gobernabilidad es casi paralizante y no se entiende que hay que
cambiar el modo

¿Y cómo es cambiar el modo? Cambiar el modo concentrado y


pasar a un modo descentralizado ¿Qué significa esto?

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Nosotros tenemos una larga historia en la cual pensamos que las
decisiones venían del rey, del virrey y luego de un lugar
concentrado, el hiperpresidencialismo. Y así hemos funcionado y
funciona gran parte del mundo. Pero esto era posible en sociedades
homogéneas, donde había grandes grupos que pensaban de
manera similar. Hoy es muy difícil, porque ya no existen las
sociedades homogéneas. Yo estoy seguro que de las 150 personas
que hay en esta sala, y de las 200 o 300 que hay afuera, nosotros
podemos preguntar y habrá un tema en el cual coincidan; y los
mismos que coincidan en ese tema tendrán diferencias en otro, en
otro y en otro, y los grupos de arman de distinta manera. Y por eso
es muy difícil gobernar grupos heterogéneos.

Las sociedades hoy son multiculturales, plurales, complejas y


además dinámicas. Las democracias funcionan en redes imposibles
de controlar. Lo que hoy se arma, se desarma mañana en función
de temas específicos. Esto lo vemos a lo largo y a lo ancho del país.
Entonces no podemos pensar que la idea de concentración
decisional, y esto vale para todos, no piensen en nadie en
particular, porque también el Poder Judicial tiene esta historia.

Por eso hay que abrir los procesos a la participación.

Esta idea de que hay alguien que tiene una ida y la impone, la
introduce y va bajando y descendiendo hacia los sectores
homogéneos, que luego seguirán esos lineamientos, ya no
funciona. Y por eso hay tensiones. Fíjense que se habla de
sociedades divididas en Estados Unidos, no acá. En Francia.

Es porque está en crisis este modelo institucional.

Tenemos que pasar a un sistema distinto que es desde abajo, que


es lo que se ha denominado democracia deliberativa.

La contraposición de visiones.

Esto es la conducción de la diversidad.

Por eso nosotros decimos, y lo hemos hecho aquí en esta Corte,


que es muy importante para el Poder Judicial y para todos los
poderes multiplicar los lugares de encuentro.

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Porque el consenso no es ponernos de acuerdo en general sobre
cuestiones abstractas, el consenso es el resultado final del
encuentro de posiciones diferentes.

Lo que pasa muchas veces, es que si nosotros no logramos la


contraposición de posiciones diferentes, cada uno se encierra en si
mismo y se va cada vez más a los extremos.

Es lo que describió Sunstein en un libro que se llama justamente


“Yendo a los extremos”. Y lo ha dicho el Papa hace poco
refiriéndose al mundo digital, diciendo que si cada uno se relaciona
sólo con los que piensan igual y lo que busca es conformar lo que
ya piensa, las sociedades evolucionan hacia los extremos.

Lo que hay que hacer es lo contrario, volver a la plaza pública o las


audiencias públicas como ocurrió aquí en esta sala en la audiencia
de la Ley de Medios y en tantas otras donde se entrecruzaron
posiciones diferentes y este es el consenso entrecruzado del que
habla John Rawls en muchos libros.

Así se conduce la diversidad actual.

Y finalmente una breve referencia a los valores porque detrás de


estas tragedias, en su origen, no encontramos los grandes ideales,
encontramos más bien lo más oscuro del alma humana: el odio, la
negligencia, el egoísmo, la ambición, el poder desmedido, el miedo.

Y hoy se dice y muchos autores lo señalan, por ejemplo Marta


Nussbaum que acaba de publicar un libro muy importante sobre
esto: el valor de las emociones en la organización de las
sociedades.

Si lo que promovemos es el miedo las sociedades no funcionan


emocionalmente. La Argentina tiene una larga historia en la que se
nos metió el miedo; esto debe terminar.

Y debemos encontrar qué tipo de valores o emociones colectivas


son las que se promueven.

Y en esto hay que hacer un gran esfuerzo porque lo que debemos


promover es confianza en las relaciones interpersonales,
protección.
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Esta es una de las funciones esenciales del Poder Judicial.

No es menor que los jueces brinden protección a los ciudadanos, es


lo que esperan de nosotros.

Y los demás poderes del Estado también debemos brindarles a las


personas confianza, protección, igualdad, seguridad, la protección
del ambiente. Son todos estos valores que debemos recuperar, que
están en la Constitución y que son los que deben guiar nuestro
accionar y no las peleas de vecinos.

Porque cuando la Constitución se redactó, hubo muchos sacrificios.


Ahí está lo más sublime y lo más oprobioso del alma humana en
esa historia de las constituciones argentinas.

Pero todos hicieron un esfuerzo pensando en las generaciones


futuras y nosotros somos esa generación futura. Estemos a la altura
de ese esfuerzo, no lo defraudemos en peleas menores.

Pensemos en los grandes valores constitucionales, el patriotismo


constitucional como lo ha denominado Habermas, es decir la idea
que tenemos cosas comunes mucho más importantes que aquellas
menores que nos diferencian y que hacen a la nación; la idea de
nación, de patria. Eso es lo que debemos defender todos más allá
de las cuestiones personales.

Y cuando decimos esto, muchos que viven la vida cotidiana, dicen:


bueno esto es muy lindo pero no lo puedo hacer por tales o cuales
dificultades. Y yo les digo, principalmente a aquellos que tienen
relación con el derecho en general, que el derecho consiste
justamente en eso.

Cuando tomamos esa decisión, cuando éramos jóvenes y teníamos


sueños decidimos luchar por la justicia, nos conmovía la injusticia.
De eso se trata el derecho, no de otra cosa.

Y las dificultades?; no hay ninguna que no se pueda superar. No


hay poder, no hay oscuridad, no hay intereses que nosotros no
podamos superar y llevar adelante.

Tenemos que hacer un esfuerzo muy grande para que las cosas
sean claras, para que lo que nos sucedió tenga explicación, para
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que las familias tengan explicaciones claras, transparentes,
controlables.

No hay nada que no podamos hacer si tenemos la voluntad de


hacerlo. Yo siempre digo cuando uno tiene esos altibajos, que
existen en todas las personas y en el alma humana, pensemos en
algunos de los ejemplos como Ana Frank.

Una pequeña niña que encerrada se enfrentó a una maquinaria


tremenda del nazismo y hoy nadie se acuerda del nazismo, sí se
acuerdan todos de Ana Frank. Y aquí en Buenos Aires se ha creado
un museo de Ana Frank, una pequeña niña más poderosa con sus
ideas que la maquinaria de represión, de terrorismo de estado más
sofisticada que se hizo en la historia de la humanidad.

O en Mandela que estuvo toda su vida encerrado y trascendió el


encierro, simplemente a través de sus convicciones.

Muchas de las personas que están aquí presentes han hecho ese
esfuerzo. Yo les pido que lo hagamos todos juntos y continuemos
en esta tarea.

Pensemos siempre en nuestra responsabilidad y no en las


cuestiones menores.

Muchas gracias a todos por su presencia.

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