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¿La complejidad como paradigma?

“Concebir al universo como complejo y caótico ¿no es en sí mismo un modo


simplificador de presentar la realidad?” Desde una sencilla reflexión epistemológica se
plantea la apertura a la comunicación.

El paradigma de la complejidad, el caos y la incertidumbre se presenta como


“denunciante” de la metafísica del orden. La idea de orden aparece como dando lugar a
una fundamentación del mundo, de la realidad, “débil”, a la que se opone la idea de
complejidad. Cuando este paradigma integra a la simplicidad y da lugar a lo
inconcebible dentro de sí, ¿no se vuelve un modo “simplificado” de presentar la
realidad?. Podemos plantearnos si una afirmación sobre el mundo “considerándolo”
como afirma Morin, no es en sí misma una explicación que, a su modo, revela la esencia
del mismo.
El paradigma de la complejidad es “inclusivo” puesto que asume la incertidumbre de no
poder conocer todo e “incompleto” dado que no se acaba nunca: ¿no es éste un modo de
no dejar nada fuera de la propia concepción?.
La diferencia más importante que se reconoce entre el paradigma de la complejidad y el
paradigma de la simplicidad es que el primero incluye al hombre y su punto de vista en
forma autocrítica, mientras que en el segundo modelo se confía plenamente en el poder
de la razón. Cuando se dice que “se incluye al hombre y su punto de vista en forma
autocrítica” ¿cómo se explica que este hombre no es una “razón”? ¿cuál es el
fundamento de la autocrítica sino una “sustancia pensante” al modo cartesiano moderno,
propio del paradigma de la simplicidad?.
Es evidente la cercanía de este paradigma de la complejidad con algunos aspectos del
pensamiento posmoderno, sin embargo nos resulta difícil no ver en este afán de poner
en crisis los “grandes relatos”, entendidos como ideales o principios generales sobre los
que se construyó la modernidad, el reemplazo de un “gran relato”, el moderno, por
“otro”, el posmoderno. Cuando desde la posmodernidad se plantea el pensamiento
“destructivo”, justamente lo que se intenta no es destruir para volver a edificar, se
destruye lo pasado no con ánimo de superación sino como un intento de dejar “libertad”
para transitar por las “ruinas” sin necesidad de una nueva construcción definitiva.
Probablemente podamos transitar en “libertad” por entre las “ruinas” de lo que ya no
consideramos válido pero tendremos que asumir el costo de no poder “construir” sin
volver atrás. Proclamar la muerte de las ideologías ¿no es en sí una nueva ideología?
La complejidad revela que el modelo simplificador desde la perspectiva del
conocimiento científica mutila los fenómenos que intenta explicar o mostrar, ahora bien,
el paradigma del pensamiento complejo tampoco hace más que dar cuenta de que la
realidad no es simple, ¿hay mucha diferencia?.

Probablemente estos planteos suenen como lo que son: simples palabras que plasmadas
en un papel ¿virtual? por un medio ¿mecánico? ¿electrónico? ¿ambos? ¿ninguno? ¿....?
sean comunicadas de un modo ¿....? a través del ¿espacio virtual? usando códigos y
tecnologías que escapan ampliamente a mi posibilidad de comprensión. Tal vez sólo me
mueva el intento (¿inútil?) de expresarme, de ser de un modo auténticamente humano,
en la certeza de que sin el “tú” que responderá del otro lado no seré en modo alguno
“yo”.
Sí que es complejo internet, al menos me ha conectado con la complejidad de mis
propias búsquedas, de mis temores, de mis pareceres. Uso internet, intento aprender
sobre cómo aprovechar mejor las posibilidades que puede brindarme, aplicarlas en mi
trabajo, ponerlas al servicio de otros... pero no sé cómo funciona, he leído varias
páginas y sin desanimarme no puedo retener tanta complejidad de datos...
Confiando plenamente en las posibilidades humanas, sigo creyendo, sin ingenuidad, que
está en mis manos la posibilidad de hacer de este medio una puerta para un mundo
mejor, espero tener la lucidez y voluntad suficientes para reconocer lo contrario y
rectificar el rumbo.
Entiendo (hasta donde puedo) la diferencia entre los paradigmas epistemológicos de la
modernidad y de la posmodernidad, acuerdo en mayor o en menor medida con ellos,
pero no me animo a compararlos y si los he puesto en cuestión en lo anterior es porque
han sido para mí una puerta para intentar abrir la comunicación. Perdón si fracasé en el
intento, anótenlo a mi cuenta, en definitiva soy un posmoderno: mi paradigma es la
complejidad.

Roberto Pablo NORIEGA JAIME

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