Está en la página 1de 2

La obediencia

Introducción
A lo largo de la historia podemos ver que una de las causas, por no decir
concretamente “La Causa Fundamental”, por la cual los hijos de Dios no reciben
la totalidad, o pierden las bendiciones, es la desobediencia. Es decir, la falta de
cumplimiento a las órdenes o mandatos del Señor, en alguna de sus áreas.
El hombre destruyó la naturaleza divina y las bendiciones que Dios le había
entregado en la creación. Pues “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar,
en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que
se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios
lo creó” Génesis 1:26-27
La naturaleza del hombre cambió
Luego dice la Escritura que “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el
huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.  Y mandó Jehová Dios al
hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la
ciencia del bien y del mal no comerás” Génesis 2:15-17
Tan grande desastre lo hizo a través de la desobediencia, ya que “ vio la mujer
que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol
codiciable para alcanzar la sabiduría;  y tomó de su fruto, y comió; y dio también
a su marido, el cual comió así como ella” Génesis 3:6.
A partir de allí, la naturaleza del hombre cambió. La mala experiencia sufrida
nos le fue suficiente y continuó desobedeciendo a los mandatos de Dios. Él les
hablaba, les daba instrucciones, les mostraba su amor a través de bendiciones,
y a pesar de saber que nada bueno le produciría esto de ser desobediente, sino
que por el contrario.
Solo perderían los beneficios que el Señor les podría
brindar
A pesar de todo, hay quienes continúan siendo desobedientes o se comportan
como niños caprichosos que tratan de que los demás hagan conforme a sus
deseos. No vamos a hacer un recuento de todas las veces en que el pueblo de
Dios le fue desobediente a los mandatos de Dios, ni de las muchas
consecuencias que éstas desobediencias le trajeron. Pues para esto solo nos
basta con leer la Escritura.
Pero lo que si vamos a rescatar de este caso y que deberemos tomar por
experiencia, es que el Señor nos quiere bendecir en gran manera y con todo
cuanto necesitamos. “porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis
necesidad, antes que vosotros le pidáis ” Mateo 6:8. Pero también, que todo lo
podemos perder a consecuencia de nuestra propia desobediencia.
Trasfondo
En los tiempo de los patriarcas, la familia era la unidad básica en términos
sociales y económicos. Por lo tanto, dentro de estos núcleos se llevaba
adelante la educación. Era así que se trasmitían a los jóvenes las experiencias
y costumbres de sus mayores, que les servían a éstos jóvenes para lograr un
crecimiento en lo social y económico, evitándoles la necesidad de pasar
personalmente por un gran número de pruebas y necesidades que solo les
causarían retraso en su avance y pérdidas en lo económico.
En el Sinaí, el pueblo de Dios recibió de parte de Dios, la obligación de
transmitir a las sucesivas generaciones las leyes del pacto y las experiencias
sufridas a fin de mantenerse como el verdadero pueblo de Dios.
“pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi
especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y
vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa” Éxodo 19:5-6
Pudiendo así recibir todas las bendiciones, conscientes de que “ El principio de
la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que
practican sus mandamientos” Salmo 111:10.
Como sacerdotes del Altísimo es lo que tratamos de transmitir al pueblo, para
que todos aquellos que mantengan en su corazón la Palabra de Dios y
permanezcan en el temor santo al Señor, también puedan ser bendecidos sin
necesidad de pasar por esas malas experiencias que ya otros pasaron, y que
solo les causaría un retraso en su ministerio, además de las consecuencias
físicas o materiales que les podrían sobrevenir.
El pueblo de Dios de hoy
Pero resulta que en el pueblo de Dios, así como están los educados en Cristo y
obedientes al Señor, también están quienes no actúan de la misma forma. Son
como advierte Proverbios 1:7 pues saben que “El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová”, pero aún así, “Los insensatos desprecian la sabiduría y la
enseñanza”.

También podría gustarte