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La Llorona es un espectro del folclore hispanoamericano que, según la tradición

oral, es el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos, y que luego,
arrepentida y maldecida, los busca por las noches por ríos, pueblos y ciudades,
asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen. Su leyenda posee gran
diversidad de versiones, con generalidades y particularismos propios de muchas
regiones geográficas. A pesar de ello, su relato mágico y sobrenatural, emergido de
múltiples orígenes, es constante y reconocible, con añadidos, texturizaciones e
hibridaciones de muy diversos tipos.

La leyenda de la Llorona es antigua, tiene orígenes prehispánicos, en la forma de


diversos personajes con características similares, presentes en las cosmogonías y
creencias ancestrales de los pueblos autóctonos de América, transmitidos de forma
oral de generación en generación, hallándose relatos comunes pero con diversas
imágenes, emblemas y símbolos, lo que le da al mito una rica diversidad cultural.
Durante la época colonial, las generalidades de la leyenda tomaron forma, y a
través del tiempo, la leyenda de la Llorona se ha convertido en parte del
imaginario colectivo de Hispanoamérica, trascendiendo fronteras y volviéndose parte
de la identidad cultural, el folclor y la imaginería popular de muchos países. En
la actualidad, la leyenda continúa siendo muy popular desde México hasta la
Argentina, así como en los estados del sur de los Estados Unidos con mayor
población de habla hispana, como Arizona, Texas y Nuevo México. En el caso
particular de México, el personaje de la Llorona es signo de identidad nacional y
Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México.1

El mito de la Llorona ha tenido múltiples funciones: ha servido para espantar a los


niños, a exhortar a los hombres para que sean fieles a sus esposas o para que
abandonen la ingesta de bebidas alcohólicas, para advertir a las mujeres que no
busquen una mayor libertad sexual, como parábola de la justicia divina, o como
símbolo colectivo nacional a partir de su identificación con grupos históricamente
discriminados, como los indígenas, las mujeres, los pobres o los inmigrantes. A lo
largo de la historia, la figura doliente de la Llorona, su trágica y eterna condena
de vagar a través de los siglos sin poder hallar a sus hijos, ha inspirado gran
cantidad de manifestaciones culturales, literatura, canciones de la lírica popular,
obras de teatro, bibliografía y artes audiovisuales de cine y televisión.

Índice
1 Orígenes
1.1 Leyendas prehispánicas
1.1.1 Mitos mesoamericanos
1.1.1.1 Cihuacóatl y otras diosas mexicas
1.1.1.2 Primera documentación sobre la leyenda: el sexto presagio
1.1.2 Genios, espíritus y lloronas del Área Cultural Intermedia
1.1.3 Leyendas amazónicas y andinas
1.1.3.1 La Pucullén
1.2 La leyenda durante la Colonia
2 Versiones
2.1 Relato de origen
2.2 Comportamiento
2.3 Aspecto
3 Simbolismo
4 Paralelismos con otras culturas
5 Su presencia y representación en la cultura contemporánea
5.1 En la literatura
5.2 En la televisión
5.3 En el cine
5.4 En la música
6 Véase también
7 Notas
8 Referencias
9 Bibliografía
Orígenes
La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es
una característica recurrente de la mitología aborigen de los pueblos
prehispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estos espectros en varias
de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los
conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes debido a la expansión del
dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee
referentes míticos en el universo prehispánico, pero que instaura su drama y su
cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.2

Para explicar el origen de la leyenda de la Llorona, se han propuesto tres


vertientes principales: un enfoque literalista, es decir, los hechos ocurrieron
realmente: una mujer mató a sus propios hijos y a partir de allí, la historia se
fue contando una y otra vez hasta convertir a la mujer en fantasma y a la historia
en leyenda; un abordaje evemerista, es decir, donde un mito se superpone sobre una
historia real con referentes concretos (es el caso, por ejemplo, en el que el mito
de la diosa Cihuacóatl se superpone con la historia de la Malinche); y finalmente,
un enfoque parabólico, que tiene una lectura apologética y simbólica, con un
sentido oculto, en el que la historia surge como una forma de dar voz a sectores
silenciados, es este caso, los indígenas durante la Conquista y la colonización.3

Leyendas prehispánicas
Para las culturas ancestrales de América Latina, los mitos responden a las
interrogantes sobre el origen del hombre y el Universo. Estos mitos fueron llevados
por las sociedades autóctonas de América en sus migraciones, siendo transmitidos de
forma oral a través de muchas generaciones. Los mitos tradicionalmente están
ligados a la religión y el culto. Sus personajes son seres divinos, a la vez
adorados y temidos, cuyos poderes trascienden el intelecto humano. Ya sea que el
mito sea inspiración quechua, náhuatl, guaraní o aymara, su esencia radica en la
necesidad del espíritu indígena de desentrañar las maravillas y misterios que le
rodean y espantan.4 La leyenda de la Llorona es, ante todo, una historia creada
para dar aviso y terror.3

Mitos mesoamericanos
En México, lugar donde nace la leyenda, varios investigadores estiman que la
Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su
origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los
purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas;
y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se la identifica con el
inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y la lujuria.5 En el caso de Xtabay (o
Xtabal), esta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo con la forma de
una hermosa mujer cuya espalda tiene forma de árbol hueco. Al inducir a los hombres
a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en
tanto, es una deidad de la muerte, del inframundo y de la lujuria que aparece en
algunas representaciones con los brazos descarnados. Atractiva a primera vista, se
aparece a los hombres, los enamora y los seduce para después transformarse en
esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime era
considerada entre los purépechas como la diosa del hambre (su nombre se puede
traducir como la Sedienta o la Necesitada). También era la diosa de las mujeres que
morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se volvían
guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades y, por ende, en
objetos de adoración y ofrenda.6 Esta abundancia de diosas conectadas con cultos
fálicos y de la vida sexual fue génesis no solo de la Llorona, sino también de
otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o
la Sucia.6

Cihuacóatl y otras diosas mexicas


La Catrina (derecha) es el emblema del tradicional Día de Muertos mexicano. Su
figura huesuda y cara de calavera recuerda las formas de las cihuateteo (izquierda)
aztecas, espíritus femeninos de las mujeres que mueren durante los partos, de los
cuales la Chocacíhuatl (la Llorona) es la primera de todas.
En el caso particular de mexicas, la leyenda prehispánica de la Llorona surge de
una multitud de narraciones orales híbridas. A la Llorona se le ha relacionado con
la diosa prehispánica Tenpecutli, que purgaba una pena por haber ahogado sus hijos
en un río. Esta diosa, que era muy bella, tenía la capacidad de cambiar su rostro
por el de un animal si era mirada a los ojos, como los nahuales. Otro personaje con
el que se le ha relacionado era la diosa del inframundo Mictlancíhuatl, que seducía
y perdía a los hombres.7 También se ha propuesto que la Llorona es una hidridación
de tres diosas mexicas: Cihuacóatl (la diosa madre y mujer serpiente), Teoyaominqui
(la vigilante de los muertos) y Quilaztli (diosa de los partos y los gemelos). Para
los mexicas, este trío de diosas vagaba en la figura de una mujer vestida de blanco
que lloraba por sus hijos extraviados, y escucharla era un mal presagio.8

Uno de los antecedentes prehispánicos más conocidos de la leyenda de la Llorona es


el que la identifica con la diosa mexica Cihuacóatl. Esta diosa posee diferentes
atributos: diosa de la tierra (Coatlicue), de la fertilidad y de los partos
(Quilaztli), mujer guerrera (Yaocíhuatl) y madre (Tonantzin), tanto de los mexicas
como de sus mismos dioses (era la madre de Huitzilopochtli, el mayor dios mexica).
Cihuacóatl era también la patrona de las cihuateteo, espíritus de mujeres muertas
en parto que de noche vocean y braman en el aire, que bajan a la tierra en ciertos
días dedicados a ellas en el calendario, con el fin de espantar en las encrucijadas
de los caminos y que son fatales para los niños.910 A una de estas cihuateteo se le
podía escuchar en las noches, lanzando grandes lamentos por la muerte de su hijo y
la pérdida de su propia vida. La llamaban Chocacíhuatl —del náhuatl choka,
'llorar', y cihuatl, 'mujer'—. Era la primera de todas las madres que murió al dar
a luz. Allí flotaban en el aire las calaveras descarnadas y separadas de sus
cuerpos (Chocacíhuatl y su hijo), cazando a cualquier viajero que hubiese sido
atrapado por la oscuridad de la noche. Si algún mortal veía estas cosas, podía
estar seguro de que para él esto era un presagio seguro de infortunio o incluso
muerte. Era esta entidad una de las más temidas del mundo nahua desde antes de la
llegada de los españoles.11

Primera documentación sobre la leyenda: el sexto presagio


«...aparecía muchas veces como una señora compuesta con unos atavíos como se usan
en Palacio; decían también que de noche voceaba y bramaba en el aire... Los atavíos
con que esta mujer aparecía eran blancos, y los cabellos los tocaba de manera, que
tenía como unos cornezuelos cruzados sobre la frente.»
Bernardino de Sahagún.
Historia (libro I, cap.VI).12

La diosa mexica Cihuacóatl.


La leyenda de la Llorona comenzó a documentarse hacia 1550,13 cuando Fray
Bernardino de Sahagún recogió la leyenda de Chocacíhuatl en su obra monumental
Historia general de las cosas de Nueva España (1540-1585) e identificó a este
personaje con la diosa Cihuacóatl.12 Según el Códice Aubin, Cihuacóatl fue una de
las dos deidades que acompañaron a los mexicas durante su peregrinación en busca de
Aztlán. De acuerdo a la concepción dual de las divinidades mesoamericanas,
Cihuacóatl es a la vez la diosa dadora de la vida y de la muerte, capaz de crear y
de destruir a sus hijos. Es a la vez una madre nutricia y destructora. De acuerdo a
la concepción dual de las divinidades mesoamericanas, Cihuacóatl es a la vez la
diosa dadora de la vida y de la muerte, capaz de crear y de destruir a sus hijos.
Es a la vez una madre nutricia y destructora.14 Según la leyenda, antes de la
llegada de los conquistadores españoles a México, se dieron una serie de presagios
que auguraban la caída del Imperio mexica a manos de hombres procedentes del
oriente. Uno de estos presagios fue la aparición de la diosa Cihuacóatl en la forma
de una mujer vestida con un vaporoso vestido blanco,nota 1 y sueltos los negros y
largos cabellos, se materializaba sobre las aguas del lago de Texcoco,nota 2 y
vagando entre los lagos y los templos del Anáhuac, lloraba y se lamentaba gritando
«Ay mis hijos, ¿dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?»,
aterrorizando a los habitantes de Tenochtitlan, 1510 Después de la Conquista de
México, durante la Época Colonial, los pobladores reportaban la aparición del
fantasma errante de una mujer vestida de blanco que recorría las calles de la
Ciudad de México lanzando tristes alaridos,nota 3 pasando por la Plaza Mayor
(antigua sede del destruido templo de Huitzilopochtli, el mayor dios azteca e hijo
de Cihuacóatl), donde miraba hacia el oriente,nota 4 y luego siguiendo hasta el
lago de Texcoco,nota 5 donde se desvanecía entre las sombras.61617

Genios, espíritus y lloronas del Área Cultural Intermedia

En la mitología talamanqueña, la lechuza, señora de la noche, está relacionada con


el mito de la Wíkela, la Tulevieja, la llorona de las leyendas bribris.nota 6
La mitología de los pueblos de lenguas chibchenses del Área Cultural Intermedia es
rica en narrativa oral acerca de genios y seres mágicos acuáticos que viven en los
ríos, las cataratas, las pozas, las montañas y las selvas. Estos seres generalmente
se presentan en forma de ogros con algunas características comunes: aspecto
monstruoso, rasgos sexuales exagerados (falos y senos mamarios enormes, por
ejemplo), velludos, libidinosos, secuestradores de niños o de mujeres, que se
manifiestan lanzando alaridos en las montañas y bosques. Pueden ser tanto
masculinos como femeninos. Entre ellos se pueden mencionar a los yohó de los ramas,
los muérra de los maléku, los ushidó de los dorasques, las túlu de los bocotaes,
los nia de los cunas, los itsö de los bribris y los míkó de los cabécares.

La mitología talamanqueña de los pueblos bribri y cabécar, ubicados en la frontera


entre Costa Rica y Panamá, las historia de estos espíritus son transmitidas
mediante el Suwoh, la tradición oral de estos pueblos. En sus mitos, estos
espíritus, llamados «itsö», son seres asociados a los montes oscuros y enmarañados,
los abismos de las montañas, las lluvias, los vientos fuertes y las cataratas de
los ríos, con una fuerte vinculación con las fuerzas de la naturaleza y la vida
rural. Son criaturas con aspecto de mujer y cuerpo de ave que habitan en las grutas
y en los cauces de los ríos, y que lanzan lastimeros gritos cuando un niño está a
punto de morir, o bien que pierden a los niños en los bosques cuando estos se
alejan de sus padres. Ejemplo de estos mitos son las historias de Sakabiali y la
Wíkela.nota 7 En el idioma bribri, la palabra 'itsö' significa tanto 'llorona' como
'tulevieja'.18 De ahí que haya similitudes entre las leyendas que se cuentan en
Costa Rica y Panamá para estos dos fantasmas (básicamente una mujer que mata a su
hijo fruto de un embarazo no deseado y que por ello queda condenada a vagar como un
fantasma).19

Los pueblos indígenas de Colombia y Venezuela también poseen muchos mitos sobre
divinidades femeninas asociadas a los ríos y la naturaleza, tal es el caso de la
Madremonte en Colombia y María Lionza en Venezuela. Estas son deidades protectoras
de los bosques, los animales y las fuentes de agua, con poderes sobre los fenómenos
naturales. En las leyendas colombianas, por ejemplo, la Madremonte aparece durante
las noches de borrasca y las tempestades, lanzando bramidos y gritos infernales que
estremecen la montaña.20 En el caso de María Lionza, muchos de sus mitos de origen
tienen que ver con el agua, e igual que la Madremonte, es protectora de los peces y
de la naturaleza.21 Muchos espantos del folclor colombiano y venezolano son mujeres
monstruosas que lloran o asaltan y castigan a los hombres libidinosos y
parranderos, como la Tunda, la Patasola, la Tarumama, la Muelona, la Sayona y la
misma Llorona.

Leyendas amazónicas y andinas


En Sudamérica existen algunas leyendas precolombinas que fueron asociadas con la de
la Llorona una vez establecido el dominio hispano sobre el continente, pero que no
tienen un origen común con esta, a pesar de que existan aspectos muy similares.
Pueden encontrarse trazos similares en la leyenda del Ayaymama de la mitología
amazónica peruana. En esta leyenda, una madre abandona a sus dos hijos en un río
porque siente que ella va a morir de una enfermedad y quiere evitar que ellos
mueran por su causa. Los niños terminan transformándose en pájaros que emiten un
sonido lastimero. En las leyendas guaraníes de Paraguay, Uruguay y Argentina, el
mito de la Llorona está relacionado con el urutaú (Nyctibius griseus), también
llamado güemí-cué, un ave nocturna que emite sonidos semejantes a una mujer que
llora.22

La Pucullén

En Chiloé, la Pucullén es una mujer alta y delgada, vestida de negro, cuyo llanto
anuncia la muerte de alguna persona.23
Destaca entre estas leyendas la historia de la Pucullén (del mapudungún 'külleñu',
'lágrimas', y 'pu': prefijo plural),24 perteneciente al folclor de los mapuches de
Chile. La Pucullén llora eternamente porque le quitaron a su hijo de sus brazos a
muy corta edad,25 o porque uno de sus hijos murió en sus brazos.26 Es una presencia
fantasmal vestida de blanco (negro en algunas versiones),25 a la que solo puede ver
la gente que está cercana a la muerte, algunas personas con habilidades especiales
(como las machis o los calcus),24 los niños,23 y los animales que tienen los
sentidos más agudos, entre ellos los perros, que lanzan lastimeros aullidos cuando
perciben su presencia,2523 por eso, si se frotan los ojos con lágrimas de perro, se
le podrá ver; pero si el corazón del que observa no es firme, la imagen será
espantosa.25 La Pucullén cumple las características de un psicopompo, esto es, una
guía de los muertos, que indica con sus pasos y llantos el camino que debe recorrer
el muerto para dirigirse desde su morada terrenal hacia el más allá.25 Con sus
abundantes lágrimas, que forman un charco cristalino, la Pucullén señala el sitio
preciso en el campo santo donde debe abrirse la fosa para depositar el féretro.
Llora como plañidera por todos los familiares del difunto, para que se consuelen
pronto de la pérdida; además, evita que el espíritu del muerto, disconforme con las
pocas lágrimas y manifestaciones de pesar de sus parientes, regrese para
atormentarlos.25 También es un augurio de muerte, por lo que solo la puede ver una
persona que está a punto de morir.26

La leyenda durante la Colonia


La leyenda de la Llorona toma forma durante la colonia española en América,2 pues a
los antecedentes prehispánicos, se suma la contribución española para establecer el
mito como tal, convirtiendo a la Llorona en uno de los primeros signos del
mestizaje. La multiplicidad de orígenes y de versiones sobre la misma historia es
una muestra más que clara de que es producto del sincretismo.3 Debido a la
naturaleza de las tradiciones orales y el folclor, es posible que la leyenda nativa
de la Llorona pasara de los indígenas a los españoles, los cuales le agregaron sus
propios elementos de acuerdo a sus mitos, y que luego la leyenda, ya con elementos
españoles, pasara otra vez a los indígenas, que volvieron a incorporar sus propios
elementos. Dicho proceso también pudo haber ocurrido de forma inversa.27

En el folclor de España, se conoce como dama de blanco al fantasma de una mujer


vestida de blanco que es común en el folclor de varios países centroeuropeos. Estos
espíritus comúnmente están relacionados a cursos de agua, como ríos, fuentes o
pozos, y podían ser a la vez peligrosas o benéficas para los que se encontrasen con
ellas. Criaturas mitológicas del folclor español asociadas a la Leyenda de la
Encantada, como las lamias vascas, las xanas asturianas y las mouras gallegas,
comparten características de las damas de blanco. En la región de Cataluña y en
Mallorca, las damas de blanco son presagios de muerte, surcando bosques y montañas
en noches de tormenta. Se aparecen como mujeres de enorme tamaño, vestidas con una
túnica blanca, con una luz en la mano y los ojos en blanco. Según la leyenda, la
dama de blanco era el fantasma de una mujer que había matado a sus hijos por un
amor no correspondido.28

Durante la época de la Nueva España, la leyenda de la Llorona sufrió


transformaciones. Debido al temor a la herejía, no se le podía identificar
directamente con las diosas prehispánicas la Llorona, por lo que su descripción y
las características de la leyenda fueron cambiando para adaptarse a los nuevos
estándares de los colonos, aunque conservó su esencia indígena: la vestimenta
blanca, el cabello largo y negro, el grito desgarrador de ¡Ay mis hijos! y su
relación con el agua.17 A la vez diosa y demonio, nadie, en la psique del mundo
colonial, puede resistir su aparición ni su llanto de ultratumba, ni siquiera los
conquistadores afincados en el valle de México, quienes a causa del espanto incluso
instituyeron un toque de queda a las once de la noche, pues pasada esa hora
comenzaban a escucharse los gemidos aterradores de la mujer espectral por las
calles de la ciudad de México. Su visión garantiza la muerte o la locura (en
similar forma a la de las deidades prehispánicas antes descritas) para aquellos que
intentan averiguar el origen de aquel lastimero gemido. Para los colonos, la diosa
prehispánica toma la forma de una mujer de flotante vestido blanco, con la cara
cubierta por un vaporoso velo (que cubre el aterrador rostro de la angustia), que
cruza las empedradas callejuelas y plazas de la ciudad lanzando un estremecedor
grito de desesperanza y derrota.2

La Malinche traduce un encuentro entre Moctezuma II y Hernán Cortés. Lienzo de


Tlaxcala.
En el México novohispano, la leyenda de la Llorona fue identificada con la historia
de la Malinche, personaje clave durante la Conquista de México. Para los colonos,
la Llorona era el fantasma de la Malinche que volvía arrepentida para llorar su
desgracia y su traición a su pueblo indígena. Esta visión negativa de la historia
de la Malinche y su relación con Hernán Cortés es parte de la leyenda negra de
estos personajes. De aquí parecen venir muchas de las versiones que señalan a la
Llorona como la protagonista de una trágica historia de amor y traición entre la
mujer indígena (o mestiza o criolla) y su amante español, lo que finalmente la
lleva al infanticidio como una manifestación del deseo de castigar al hombre en la
forma del amante, en unas versiones, o del padre de la mujer, en otras, para lo
cual usa al niño como el instrumento de la venganza por ser este la prueba de la
deshonra, pero también, de alguna forma, como una manera de castigarse a sí misma
por su debilidad.2 Sin embargo, aunque existen versiones tanto populares como
literarias que asocian la leyenda de la Llorona con la Malinche, para algunos
investigadores,29 ambos personajes son opuestos absolutos, debido primeramente a la
realidad histórica (Malinche no mató a sus hijos), y también a su simbolismo, pues
su estatus de esclava sexual de Hernán Cortés creó la base del dominio colonial al
crear lazos entre indígenas y españoles. La leyenda de la Llorona más bien destruye
esta base al matar a sus hijos mestizos.

Versiones
Desde el punto de vista nuclear, la leyenda de la Llorona es la historia de una
dama blanca o dama de agua, vinculada a ciertos lugares de poder, y que tiene una
naturaleza infernal-oracular. Sin embargo, la leyenda cuenta con múltiples
versiones en casi todos los países de Hispanoamérica. Esto ocurre porque posee un
ecotipo polifocalizado, es decir, en realidad es una familia de leyendas con un
perfil translocalizado en diversos puntos del continente americano.3 Esto produce
la creación de diferentes versiones donde las diferencias son apenas aparentes,
porque en el fondo la historia es la misma: la figura fantasmagórica de una mujer
vestida de blanco que recorre los ríos, buscando y llorando a los hijos que perdió.
La mayoría de los relatos coinciden en que la mujer mató a su hijo o a varios
hijos, ahogándolos en un río, razón por la cual es maldecida y solloza eternamente
por el dolor que esto le causa. Sin embargo, la historia adquiere características y
matices particulares de la zona geográfica y cultural donde se cuenta. Producto del
sincretismo cultural, posee elementos tanto indígenas como españoles.30 Los
elementos más constantes son la mujer de largos cabellos negros, el grito
desgarrador, el vestido blanco y el agua.17

Más que una leyenda, se podría hablar de la existencia de una multitud de leyendas
de la Llorona, que se van ramificando a lo largo y ancho del continente, producto
de los localismos y de diversos aspectos del folclor de cada país. Esto también
hace que surjan una serie de personajes legendarios en los cuales la prosopografía
- esto es, la descripción del personaje - es intercambiable con la historia de la
Llorona. De esa forma, por un proceso de transpersonificación del personaje, en una
historia la leyenda de la Llorona se parece a la de la Tulevieja o la de la
Tarumama, y explica porqué a veces la Llorona hace, en un relato, cosas que hacen
la Cegua o la Sayona, o porqué personajes de un mismo país como la Calchona, la
Viuda y la Pucullén tienen trasfondos concomitantes muy similares. La literatura,
el arte y la cultura mediática moderna permiten que se sigan construyendo nuevas
versiones de la leyenda. Sin embargo, en estas versiones más modernas, la historia
de la Llorona ha pasado del relato folclórico al campo de la leyenda urbana, donde
predomina una visión más mediática y moderna, llena de truculencias y efectismos
macabros, dejando de lado el simbolismo, con el fin último de generar un impacto
más visceral.3

Relato de origen
¡Maldita seas! Los espíritus malignos te perseguirán siempre y vivirás miles de
años llorando tu desgracia para ejemplo de las hijas que manchan la frente de sus
padres. ¡Maldición sobre ti!
—Margarita Castro Rowson.
«La Llorona».31
En versiones de México y Centroamérica, es común que los relatos de origen de la
Llorona mencionen su etnia, su linaje, su situación económica, su nombre, el del
esposo y hasta el de hijo o hijos. Generalmente, el relato es situado en la época
inmediata a la Conquista española, en los primeros años de la colonia, aunque en
otras versiones, en épocas más recientes. La mujer puede ser una indígena, una
mestiza, o una española, amante de un conquistador español o un señor de alta
alcurnia. En México, esta indígena, llamada Luisa, se enamora de don Nuño de Montes
Claros, que la abandona, y ella en venganza acuchilla a los tres hijos que
tuvieron. La mujer es colgada y se convierte en la Llorona, que vaga por las calles
de la ciudad de México, llorando su tragedia.32 En Guatemala, la Llorona toma el
nombre de María,33nota 8 y es el alma en pena de una mujer de origen criollo
(descendiente de españoles) o mestiza, de un estrato socioeconómico alto, quien
engaña a su esposo con un mozo de la hacienda, quedando embarazada, por lo que
decide ahogar a su hijo, de nombre Juan de la Cruz, con la consecuente maldición.34

La geografía de la región juega un papel en las características de la leyenda. La


presencia del agua está presente en casi todas las versiones, a veces asociada a
sitios específicos relevantes de cada país. En México, los hechos ocurren en el
lago de Texcoco.6 En Costa Rica, en el río Grande de Tárcoles.35 En Uruguay, en el
lago del parque Rivera en Montevideo.36 La escena puede ocurrir en las grandes
ciudades (México, Montevideo, Lima, etc) o en ambientes y épocas campesinas y
rurales. En Nicaragua, la Llorona es el alma en pena de una indígena de Moyogalpa,
en la isla de Ometepe, que se enamoró de un blanco, en contra de los consejos de su
madre («no hay que mezclar la sangre del esclavo con la sangre del verdugo»), y que
luego de ser abandonada, ahoga a su hijo en el lago de Nicaragua, pero,
arrepentida, se metió al agua para salvarlo, sin éxito.37 En Venezuela, el relato
de origen está relacionado con los llanos venezolanos: una mujer muy joven se
enamora de un soldado, que la abandona al embarazarla, y ella, como no tiene idea
de cómo criar un infante, desesperada por el llanto del niño, lo mata con sus
propias manos. Arrepentida, su llanto llama la atención de los vecinos y
familiares, que la maldicen. Ella huye hacia el llano y se convierte en un espanto
que roba niños que están solos, ya sea en sus casas o en las orillas de ríos o
quebradas.38 En el Perú, la Llorona con su gemido lúgubre anuncia la muerte a las
personas cercanas a los campesinos que se atreven a entrar en las huacas, razón por
la cual los vecinos evitan entrar en las ruinas de los antiguos monumentos
aborígenes. Este mito está muy extendido en la zona costera norte y en la sierra
peruana.39

En general, en los relatos folclóricos, las personas se topan a la Llorona vagando


por los ríos. A veces, solo escuchan su llanto desgarrador. En la foto, Mujer
desnuda entre los juncos, de John Reinhard Weguelin.
Otra variación es el motivo del asesinato del niño o niños. La mayoría de las
historias cuentan que la mujer, tras ser abandonada por el hombre, asesina a sus
hijos por locura o por venganza, pero también puede ser que la muerte sea
accidental, mientras la madre lava en un río, como ocurre en algunas versiones de
México, Guatemala y Nicaragua.40 En una versión de Costa Rica, la Llorona ahoga a
su hijo recién nacido en el río por locura y vergüenza, al ser rechazada por su
familia, su pueblo o la sociedad en general, por ser madre soltera, o por
embarazarse estando prometida a otro.41 En otra versión costarricense, la Llorona
padece de una enfermedad mental, y ahoga a su hijo de forma accidental mientras lo
baña en el río.42 Otro relato de origen venezolano cuenta que la mujer mataba a sus
hijos con cada parto, sin sentir remordimiento. El cura de su pueblo se entera y al
ver que está embarazada de nuevo, le aconseja darle de mamar al niño antes de
matarlo; tras hacerlo, ella siente una gran culpa y desde entonces, vaga por los
campos llorando de dolor, buscando a sus hijos y asustando a todo el que se le
atraviesa en su camino.43 En Uruguay, la Llorona y su hijo se ahogan por accidente
en el lago del parque Rivera, uno de los más importantes de Montevideo, en una
noche tormentosa.36Incluso, hay relatos donde el elemento de los niños está
ausente, como ocurre en otra leyenda de Uruguay, que atribuye el origen de la
Llorona al asesinato de esta y de su esposo por unos ladrones, que arrojan sus
cuerpos al mismo lago, razón por la cual se escuchan llantos en el sitio en ciertas
épocas del mes.36

El asesino de los hijos también puede variar. La mayoría de las veces, la Llorona
es la asesina de sus hijos, pero hay versiones donde estos mueren a manos de otros.
En Costa Rica, la Llorona es una indígena muy hermosa, hija de un rey huetar, la
cual se enamoró de un conquistador español, con el que se veía a solas en lo alto
de una cascada, queda embarazada y da a luz un hijo, que es asesinado por el padre
de la mujer, arrojándolo de lo alto de la catarata. Maldecida por el padre, vaga
eternamente por las orillas de los ríos buscando a su hijo perdido, perseguida por
los espíritus malignos y llorando su desgracia. Desde entonces, los viajeros que
atraviesan los bosques en las noches calladas cuentan que, en la vera de los ríos,
se escuchan ayes quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre:
es la Llorona que busca a su hijo y cumple la maldición de su padre.4445 En Puerto
Rico, la leyenda de la Llorona se mezcla con la del fantasma de la curva. En este
país, según la tradición oral, en el puente de Las Calabazas se aparece una mujer
pidiendo que la lleven. Aunque la ignoren, aparece repentinamente dentro del
automóvil. Se cree que es el alma de una mujer que vaga buscando a su hijo.46

Las versiones pueden cambiar dentro del mismo país. Es el caso, por ejemplo, de
Chile. Además de la versión distintiva de la tradición chilena, la Pucullén,24 hay
otras versiones: en Litueche, es una mujer que perdió su bebe en el puente de
Lingue durante una tormenta torrencial, y que, arrojándose al agua para salvarlo,
murió ahogada sin llegar a encontrarlo, por lo que desde entonces, cada vez que
llueve, se le escucha llorar de forma inconsolable, y sólo cuando encuentre a su
hijo cesará su llanto;47 en Atacama, en El Tránsito, la Llorona es un espíritu que
solloza solo los martes y los viernes por la noche,23 mientras que en Caldera, es
una mujer cegada por telas de arañas que se pasea por las noches clamando por sus
hijos, y cuyos lamentos hacen que los cubiertos de las cocinas de las casas se
muevan al son de su lamento;23 en Coquimbo, es una bruja que se transforma por las
noches en la Llorona, o un ave nocturna que emite sonidos similares al llanto de la
mujer;23 en Magallanes, es una joven que se enamoró de un viajero, quedó
embarazada, fue abandonada y perdió a su hijo, por lo que enloquece y vaga llorando
por las noches preguntando por su amor.23 En algunas historias, la Llorona tiene
una relación especial con el Diablo. Es el caso de Valparaíso, donde fue una mujer
que se casó con el Diablo sin saber quién era en realidad. Este mata a sus hijos y
desde entonces ella, desconsolada, lloraba todas las noches por ellos. El Diablo,
cansado de sus llantos continuos, la amarró a la cama con unas cadenas y le enterró
una estaca en el corazón. Desde ese momento, la Llorona recorre las calles de toda
la región arrastrando sus cadenas y llorando por sus hijos perdidos;48 en Huilas,
el fantasma nocturno usa ropajes largos que se cubre con un chal, llora la pérdida
de una hija, y se le teme porque se roba a los niños para dárselos al Diablo;23
mientras que en Cabildo, la Llorona es el Diablo en persona que llora como mujer.23

Comportamiento
Otro aspecto que varía en las historias es lo que el relato cuenta que ocurre
durante un encuentro con la Llorona. Los relatos folclóricos coinciden en que, más
que su aspecto físico, el terror que produce la Llorona es producido por su
espeluznante lamento, y muchas veces no existe un contacto directo con el
espectro.49 Sin embargo, esto puede cambiar. En algunos relatos, quien la ve puede
morir, pero estas versiones son las menos.49 En El Salvador, la Llorona vaga por
las calles de pueblos rurales llorando por sus hijos. Cuando llega a un pueblo,
entra por la calle principal, lanza su primer grito y comienza a llorar, buscando
el camino que lleva al cementerio de la comunidad, o tras entrar en la iglesia
local, desaparece. Las personas que la escuchan, experimentan escalofríos en sus
cuerpos. Si se le da la espalda, aparecerá de pronto al lado de la persona. El alma
de quien la mire y la siga vagará durante toda la eternidad.50 En una versión de
Costa Rica, se anota que la Llorona es inofensiva porque su única preocupación es
encontrar a su hijo,42 pero en otra versión del mismo país, encontrársela puede
significar la muerte, ya que asesina a la persona confundiéndola con su burlador.41
En Ecuador, luego de ahogar a su hijo, la Llorona lo busca hasta encontrar su
cadáver, al que le falta el dedo meñique de la mano. Por eso, el fantasma de la
Llorona corta el dedo meñique a quien se le aparezca.51

Aspecto

El aspecto clásico de la Llorona es el de una dama vestida de blanco con largos


cabellos negros, pero este puede variar según el país.
La mayoría de los relatos la describen como una mujer de vestimenta blanca y el
cabello largo y oscuro, que peina su cabellera mientras llora.49 Puede tener el
rostro pálido como una calavera.17 En algunas versiones, lleva una bata blanca
larga y encima otra bata de color negro con capucha.23 En algunas versiones de
Guatemala y en la de Aguascalientes, México,17 tiene cara de caballo, como la
Siguanaba o Cegua.52

Puede ir tomando aspectos cada vez más monstruosos según la historia se mezcla con
otros relatos locales. En Costa Rica y Panamá, la leyenda de la Llorona tiene
similitudes con la de la Tulevieja, originaria de los pueblos talamanqueños de
ambos países, y la Tepesa, oriunda de las comarcas indígenas y muy popular en las
tierras de las provincias panameñas de Los Santos, Veraguas y Chiriquí. La
Tulevieja es una vieja sucia y horrenda, vestida de harapos y con patas de ave,53
mientras que la Tepesa tiene largos cabellos enmarañados y el rostro cubierto de
agujeros. Ambas leyendas narran historias de mujeres que matan a sus hijos y son
condenadas a vagar como horripilantes espectros monstruosos.53

En Colombia, la Llorona es el fantasma errante de una mujer que recorre los valles
y montañas, cerca de los ríos y lagunas, vestida con una bata blanca que la cubre
hasta los talones. Tiene el cabello largo, negro y rizado, también puede ser de
color plateado, café y dorado, y en él se posan grillos, luciérnagas, cocuyos y
mariposas. Su rostro es una calavera aterradora, y en las cuencas de sus ojos giran
dos bolas incandescentes. Las mangas de la batola le llegan hasta sus muñecas y con
sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto.54 Al gemir,
la Llorona derrama lágrimas de sangre sobre la mortaja azul de la criatura, que
conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le
quitó la vida. En Antioquia, la Llorona toma el nombre de «la María Pardo»,
mientras que en la región de Pasto, «la Tarumama», una vieja monstruosa con cascos
de mula por pies y grandes senos que se echa a la espalda, castigada como un alma
en pena por haber abandonado al hijo que tuvo sin ser casada, para tapar su
vergüenza.54

En Venezuela, la Sayona es un personaje similar, que se les aparece a los hombres


parranderos e infieles, mostrando unos enormes colmillos. Durante la Colonia,
algunas mujeres se disfrazaban de la Sayona para pasar desapercibidas y verse con
sus amantes.55 Otro personaje similar es la Viuda, que aparece en leyendas de Chile
y Argentina. Esta es una mujer alta y delgada, vestida de negro, que se aparece por
lugares, caminos y puentes apartados, a quien no es posible verle la cara y, en
algunas ocasiones, tampoco los pies, de modo que parece que flota en el aire. En la
versión urbana este ser sonríe a los hombres y a veces los acompaña un trecho del
camino, sin hacerles nada, y esquiva a las mujeres; en la versión rural, es una
mujer alta y enjuta, vestida de blanco, que camina trepada en zancos, y que gusta
de quitar sus pertenencias a los viajeros. En la región de Catamarca, Argentina, se
le añade una cabellera desgreñada, unos pies muy blancos y sensuales, y la
particularidad de arrojar fuego por la boca. En algunas historias, puede tomar la
forma de animales. Al igual que la Llorona, la leyenda cuenta que se trata de una
mujer que arrojó a su hijo a un río, y al igual que la Cegua y la Sayona, puede
transmutar su rostro en una calavera, y se sube a los caballos de los infieles para
matarlos de un susto mortal con un gélido abrazo.5657

Simbolismo

La Llorona en un mural de José Clemente Orozco, en el Instituto Cultural Cabañas,


Guadalajara, México.
Desde el punto de vista de Aarne-Thompson, los cuentos de la Llorona se clasifican
en el tipo 300, «El Dragón Asesino», en relación a que el numen se comporta como un
depredador del que hay que salvarse, pues su encuentro supone algo tenebroso, de
mal augurio o desafortunado, y con el tipo de la Encantada, donde el ser humano
interacciona con el numen en su área de poder (en este caso particular, el agua), a
partir de unas pruebas, lo cual es frecuente en historias con genios acuáticos y en
las prácticas de los chamanes.3 La Llorona puede ser considerada un espíritu de
malos presagios, y sus gritos y lamentos nocturnos, un oráculo de eventos
desafortunados.3 Puede causar enfermedades a las personas, empeorar la condición de
quienes ya están enfermos o traer maldiciones sobre los seres queridos, provocando
o anunciando la muerte. Con su mensaje traído del inframundo, irrumpe en las aldeas
para avisar a los lugareños la crecida del río, la desgracia cercana, advirtiendo
contra el descuido, la negligencia, la falta de cuidados que lleva al desastre, al
desequilibrio. Su vinculación con la noche y lo infernal-funerario la asocia al
arquetipo de la Triple Diosa: la virgen que luego se convierte en madre y,
finalmente, que da lugar a la anciana cadavérica y terrorífica, a la bruja. Como
Hécate, la Llorona recorre los caminos como la primera del cortejo de los espectros
de la noche, la reina de los fantasmas americanos.3

La historia tiene varias interpretaciones. Desde el punto de vista literal, el mito


de la Llorona es la condena unánime a la mujer desnaturalizada que, desobedeciendo
los consejos de su madre, hace pagar a su hijo el engaño del que ha sido víctima
por parte de su verdugo.58 Es una advertencia contra las relaciones sexuales antes
del matrimonio, contra el embarazo no deseado y contra el aborto. La Llorona es la
mujer que, por renunciar a su función maternal, es escarmentada con un castigo
terrible que debe sufrir para toda la eternidad, como estremecedor ejemplo para las
mujeres y madres futuras. La Llorona asusta a las muchachas que han cometido actos
de los cuales sus padres no estarían orgullosos. En la historia de este personaje
se ha querido ver el comportamiento que la sociedad masculina de la época colonial
exigía de la mujer en general y de las indígenas en particular, que involucra un
castigo por el incumplimiento del rol de la maternidad asignado por sus condición
de mujeres, que se les exigía. Desviarse de esa tarea sociocultural solamente podía
significar la locura, la muerte y la pena. La Llorona es un espíritu errante y
sufriente por haber cometido el pecado más grave de una madre: matar a su hijo.59

Pero la Llorona no solo asusta a las mujeres, antes bien, en el caso de la


población masculina, espanta a aquellos que deambulan por la noche, especialmente a
los que andan en actividades deleznables, como el alcoholismo y la infidelidad.
Mediante sus artes, la Llorona controla y reprime las actividades masculinas
consideradas moralmente reprobables, permitiendo que la «normalidad» social y
cultural vuelva a su «cauce». Al subirse a los caballos de los trasnochadores y
matarlos de un helado abrazo mortal, al enloquecerlos y dejarlos inútiles para
siempre, al trastocar su rostro angelical por el de una mortal calavera o la
aterradora cabeza de una yegua de dientes averiados que marca la mejilla del infiel
con un beso de muerte, cumple la función de espíritu vengativo.60

La leyenda tiene, pues, una función moralizadora. No es esta, sin embargo, su única
función. A veces, las madres castigan y asustan a sus hijos diciéndoles que, si las
desobedecen, la Llorona vendrá a buscarlos y asustarlos por las noches, cumpliendo
un rol de asustador de niños similar al de El Coco.61 La Llorona cumple la función
del guardián aterrador que avisa del peligro, disuade al desprevenido y aleja al
niño de ahogarse en la poza, el lago o el río.3

En el contexto colonial, la leyenda de la Llorona originalmente fue una historia de


miedo que funcionó como una advertencia a los indígenas contra la desobediencia al
poder establecido, asustando y subyugando a la población indígena durante la noche
en sus pueblos.62 Durante la Colonia, proliferaron toda clase de historias sobre
muertos, fantasmas y aparecidos, cuyo fin último era censurar el comportamiento
desenfrenado y toda clase de conductas consideradas inmorales, en el caso
particular de la Llorona, condenando las relaciones ilegítimas.63 Desde el punto de
vista metafórico, la Llorona también representa, ya sea a la diosa, madre, hermana,
esposa o hija, pero ante todo, a la mujer condenada a observar el desamparo
histórico de sus hijos simbólicos, los pueblos indígenas, militar, política y
culturalmente desplazados por la Conquista.64 Sin embargo, a partir del discurso
parabólico y poético reflejado en su relectura en la literatura y cultura popular
modernas, al ser tomada como figura emblemática de la resistencia indígena y de
poblaciones marginadas o subalternas de la sociedad, se le ha reinterpretado en el
sentido opuesto: la extensión y ramificación de sus leyendas da voz a las distintas
comunidades y territorios de América, con visiones a veces contrapuestas. A través
de estas interpretaciones, la Llorona visibiliza un dolor antiguo que sin embargo
sigue estando vigente a través del tiempo, e igual es el adalid de los indígenas
vencidos que espanta a los conquistadores blancos, como la defensora de los
inmigrantes ilegales que cruzan la frontera hacia el sur de los Estados Unidos,3 o
símbolo del discurso feminista contra la sociedad patriarcal entre las escritoras
chicanas.65

Paralelismos con otras culturas

En la mitología griega, Medea asesina a sus hijos luego de ser abandonada por
Jasón. En la imagen, Medea a punto de matar a sus hijos, por Delacroix (1862)
Alrededor del mundo existen mitos y leyendas acerca de seres con algunas
características similares a las de la Llorona.

En la mitología griega, por ejemplo, se pueden encontrar similitudes con el mito de


Medea, quien asesinó a sus propios hijos luego de que su esposo, Jasón (a quien
había ayudado a recuperar el vellocino de oro), la abandonara por otra mujer.
Igualmente, los griegos también relataban la leyenda de Lamia, una princesa con
quien Zeus había tenido varios hijos, que fueron asesinados por Hera. Lamia vagaba
desde entonces lamentándose por la pérdida de sus hijos y devorando a los niños de
otras madres.66

En la Biblia, en Jeremías, se narra la historia de Raquel, quien llora por sus


hijos (el pueblo de Israel) porque perecieron, como un simbolismo del exilio del
pueblo hebreo en la tierra de Babilonia.67

En la mitología celta, la banshee era un espíritu femenino que anunciaba la muerte


de una persona mediante sobrecogedores gemidos que podían escucharse a largas
distancias.66

En África, entre los pueblos yoruba de Dahomey y Togo, se narra una leyenda que
describe al viento como una mujer que recorre los ríos lanzando pavorosos lamentos
y buscando a sus hijos asesinados. Estos fueron ahogados por el océano (que en este
mito es también una mujer) y sus restos desperdigados por el mundo. Esta leyenda,
que presenta fuertes similitudes con la de la Llorona, fue introducida en los
Estados Unidos por los esclavos africanos traídos por los europeos a América y es
especialmente conocida en estados sureños como Luisiana.68

El folclor chino es rico en historias de fantasmas y leyendas, y una de estas


historias narra la aparición de una mujer vestida de blanco que llora y se lamenta
por los pasillos de la Ciudad Prohibida.69

En Japón, los fantasmas que vuelven al mundo para cobrar venganza reciben el nombre
de onryo. Estos generalmente son mujeres ataviadas con un kimono blanco, con el
cabello largo y negro y la tez pálida. La Kuchisake-onna, un yokai, es una mujer
con la boca partida que se aparece por las noches a hombres jóvenes para cortales
la cara.70

En las Filipinas existen dos leyendas similares a la de la Llorona. En una de


ellas, el fantasma de una sirena aúlla en el mar por las noches lamentando el
asesinato de sus hijos por un pescador. Cuando se escucha su llanto, es porque
alguien se ha ahogado. En la otra versión, conocida como la leyenda de la Mujer
Blanca, el fantasma es uno que mora en la niebla y captura jóvenes mujeres una vez
al año, a quienes atrapa entre la bruma en medio de grandes alaridos.71

En la mitología malaya e indonesa, la Pontianak es el espectro vampírico de una


mujer que murió al dar a luz y que se venga de los hombres. Anuncia su presencia
emitiendo un sonido que semeja el llanto de un bebé. La Pontianak se venga de las
madres robándose a sus hijos después de que estas dan a luz.72

Su presencia y representación en la cultura contemporánea


La leyenda de la Llorona sigue estando muy vigente en la memoria colectiva de los
pueblos de América Latina. Su historia ha sido reproducida en la literatura, la
música, las artes plásticas, las artes escénicas y los medios audiovisuales en
todas la épocas.

En la literatura
Un niño de luna llena se le escapa por las frondas y se le ahoga en el agua
verdinegra de las pozas. ¡Ay, que mi niño, mi niño!... ¡Ay, que el agua me lo roba!
—Carlos Luis Sáenz.
«La Llorona».73
El tema de la Llorona ha sido tratado en múltiples ocasiones en diversas formas
narrativas, en cuentos, novelas, ensayos, poesías y obras de teatro, por muchos
autores en América Latina principalmente, pero también en otras latitudes, tanto en
español como en otros idiomas, como el inglés.
La Llorona es parte fundamental del folclor y la tradición popular y literaria de
México. En este país, su leyenda ha sido transformada y actualizada en innumerables
ocasiones por diversos autores en todos los géneros de la literatura.

Para los escritores chicanos, la Llorona actúa como símbolo protector de la


identidad mexicana en los Estados Unidos. En las novelas de estos escritores, la
Llorona o los personajes basados en su figura, hacen la función de defensores de
los pobres, los desesperados y los oprimidos, recordando a los jóvenes migrantes su
deber hacia su madre patria, defendiendo la unidad y la cultura de los mexicanos en
Estados Unidos. Ejemplo son las novelas The Legend of La Llorona (1984), de Rudolfo
Anaya, y El río, el pozo y otras fronteras (1995) de Eduardo Antonio Parra.29

La Llorona es, según el escritor costarricense Carlos Luis Sáenz, uno de los cuatro
personajes principales de las leyendas costarricenses, junto al Cadejos, la Cegua y
la Carreta sin bueyes.73 La Llorona y otras leyendas han sido tema principalmente
de la poesía y el cuento folclórico y costumbrista costarricenses. Versiones
literarias de la leyenda de la Llorona aparecen en este tipo de cuentos, poesías y
ensayos escritos por autores costarricenses como Víctor Lizano, Manuel González
Feo, Margarita Castro Rowson, Carlos Luis Sáenz y Luis Ferrero Acosta, y
recopilados en las obras de Elías Zeledón Cartín sobre el tema de las leyendas.3141
74

El escritor uruguayo Eduardo Galeano, reproduce los presagios de la caída de


Tenochtitlan en el libro Memorias del fuego: I.Los nacimientos, incluyendo la
aparición de la mujer invisible que aterroriza Tenochtitlan con sus gritos
lastimeros, llorando por sus hijos, los aztecas.75

En los Estados Unidos se han publicado una gran cantidad de estudios sobre folclor,
tanto en inglés como en español, que incluyen el tema de la Llorona, iniciando con
Legends of the City of Mexico de Thomas A. Janvier, publicado en 1910. Algunos
autores anglosajones que han tratado a la Llorona en el contexto literario son
Betty Leddy (La Llorona in Southern Arizona y La Llorona Again), Bacil Kirtley (La
Llorona and Related Terms), Robert Bakarat (Aztecs Motifs in La Llorona y Wailing
Woman of Folklore) y Shirley Arora (La Llorona: the Nationalization of a Legend).76

En la televisión
El mito de la Llorona es común en los programas de televisión de Roberto Gómez
Bolaños, Chespirito. Así, en los cortos de El Chavo del 8 es común que el Chavo,
Quico, la Popis o la Chilindrina confundan con la Llorona a Doña Florinda o Doña
Clotilde durante episodios de sonambulismo de estas. En los cortos de Los Caquitos
sucede lo mismo con el personaje de Doña Nachita. También en Los Chifladitos, Lucas
Tañeda y Chaparrón Bonaparte confundieron una vez a su vecina sonámbula,
personificada por Florinda Meza, con la Llorona.77

En Costa Rica, en 1996, el canal Univisión Canal 2 presentó una miniserie sobre las
leyendas costarricenses, en la cual se incluyó la versión costarricense de la
leyenda de la Llorona. Luego, en 2012, el SINART, la televisión pública nacional,
realizó otra miniserie con el mismo tema, con motivo de la instauración del 31 de
octubre como el Día de las Mascaradas, que trasmitió por canal 13.78

En Venezuela, el canal RCTV produjo dos historias de Humberto «Kico» Olivieri


acerca de la Llorona y la Sayona en su programa «Archivos del más allá». Con toques
de humor negro, estas relataban las aventuras de dos camioneros enamoradizos y
parranderos que contactaban con los dos personajes de la leyenda, dos hermosas y
misteriosas mujeres, al tiempo que se veían involucrados, sin saberlo, en una trama
de tráfico de drogas. Las dos versiones planteaban los enfrentamientos entre la
religión cristiana y una absurda religión popular cuyo personaje central era una
entidad alucinante, un tal Chalu, al que un brujo borracho invocaba para acrecentar
su popularidad entre los lugareños, frente a la del cura del pueblo.79
En Uruguay, el programa de contenido sobrenatural Voces Anónimas dedicó varios
capítulos a la Llorona del parque Rivera de Montevideo.36

En Estados Unidos, en el episodio piloto de la serie de televisión Supernatural, de


WB Network, los hermanos Winchester se enfrentan a la Llorona, a quien identifican
como «The White Lady» (la Dama de Blanco). Durante el episodio comentan que en
muchos países existe el mismo personaje con una historia parecida: «Una mujer que
llora y grita por haber matado a sus hijos».80

En el noveno episodio de la segunda temporada de la serie Grimm, el detective Nick


Burkhardt se enfrenta a la Llorona. Se presenta a este espectro como una mujer
ataviada con un vestido blanco, de pelo negro y que llora en las riberas de los
ríos, donde se la ve cuando va a secuestrar niños. En este caso La Llorona es una
mujer que ahogó a sus tres hijos (dos niños y una niña de entre siete y diez años)
como venganza porque su marido la abandonó por otra mujer. Así, desde entonces,
cada noche de Halloween secuestra a tres niños cerca de los ríos y a medianoche los
ahoga con el fin de intercambiarlos por sus hijos. Tras hacerlo, desaparece a
medianoche para reaparecer el año siguiente.81

En el cine

La actriz mexicana María Elena Marqués interpretó a La Llorona en la película


homónima de 1960.

Linda Cardellini protagoniza The Curse of La Llorona (2019), película en la que el


personaje es introducido por Hollywood como nuevo icono del cine de terror.82
La leyenda de la Llorona ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones, la mayoría
de ellas por el cine mexicano y estadounidense. En el caso particular de México,
entre 1933 y 1974 se llevarán a cabo seis largometrajes que cuentan la leyenda
desde el punto de vista de su versión hispánica, centrándose en el alma en pena de
la mujer que vaga por las noches lamentando la pérdida de sus hijos.83 Las primeras
películas sobre el tema surgieron durante la época de oro del cine mexicano, siendo
la primera La Llorona (Ramón Peón, 1933),84 considerada la primera película de
horror del cine mexicano.85 Se trata de un melodrama romántico con tintes
expresionistas, donde uno de los personajes es poseído por el fantasma. En 1947, se
estrenó la La herencia de la Llorona, de Mauricio Magdaleno, en la que el fantasma
embruja una hacienda donde el padre ha muerto y el hijo vuelve para despojar a su
abuela y a su madre de su patrimonio, por lo que la Llorona reaparece para hacer
justicia.86 El tema volvió a ser abordado hasta la década de los 1960 con tres
películas mexicanas: El grito de la muerte (Fernando Méndez, 1958), es un western
con elementos góticos de terror, rico en imaginería asociada al fantasma;87 La
Llorona (René Cardona, 1960), un drama trágico donde la leyenda es narrada en su
versión más conocida: una mujer mestiza del México novohispano, que se enamora de
un aristócrata español, es engañada y en venganza, asesina a sus hijos, maldiciendo
a su descendencia. La historia luego se traslada al siglo XX, donde la Llorona
(María Elena Marqués) reencarna para cumplir la maldición matando a un niño;88 y La
maldición de la Llorona (Rafael Baledón, 1963), que destaca por su manejo de la
atmósfera gótica y de terror. En esta cinta, una mujer pacta con el diablo a cambio
de obtener poderes, y para pagar deberá matar a su sobrina y revivir a la
Llorona.89 Pasarían 11 años para la llegada de La venganza de la Llorona (Miguel M.
Delgado, 1974), una película del ciclo de cine de luchadores, donde El Santo y José
Ángel «Mantequilla» Nápoles deben enfrentarse a la Llorona.90

El cine no volvería a tocar el tema de la Llorona sino hasta la entrada del siglo
XXI. Luego de 1974 y hasta 2004, pasarán treinta años sin ninguna versión
cinematográfica del tema, surgiendo a partir del año 2004 nuevas versiones del
personaje, tanto en el cine mexicano como estadounidense, donde la Llorona toma un
cariz más diabólico, amenazante y vengativo, adaptando el mito a las necesidades
del cine comercial convencional, principalmente de terror y horror.83 Tras algunos
cortometrajes y películas sacadas directamente a vídeo, en 2004 se estrena Las
Lloronas, de Lorena Villarreal, en la que tres mujeres de distintas generaciones
deben enfrentar la maldición de la Llorona sobre su familia.91 Al año siguiente,
aparece el largometraje Kilómetro 31 (Rigoberto Castañeda, 2005), con una
reinvención de la historia del personaje que mezcla la leyenda de la Llorona con la
del fantasma de la curva, y con presencia de elementos estéticos y una atmósfera
directamente influenciados por las películas de horror japonés, muy en boga a
inicios de los años 2000.82 La película tuvo una secuela del mismo director en
2016, Kilómetro 31-2.9293 El siguiente largometraje mexicano sobre la leyenda es J-
ok'el (Benjamín Williams, 2007), donde el personaje se aborda desde la perspectiva
del mito maya: un estadounidense viaja a Chiapas para buscar a su hermana,
secuestrada por la Llorona, con un desenlace más terrenal que sobrenatural.94 La
película animada mexicana La leyenda de la Llorona (Alberto Rodríguez, 2011), en la
que unos niños deben liberar a Xochimilco de la Llorona, introduce el mito a las
nuevas generaciones infantiles.95

El cine estadounidense puso atención a la leyenda en 2005. Surgieron largometrajes


de terror alusivos a la Llorona, casi todas producciones de bajo presupuesto, como
Haunted from Within (2005),96 donde la Llorona posee a las mujeres de un pueblo de
Arizona y un psíquico debe exorcizarla; la trilogía de The Wailer (Andrés Navia,
2006),97 su secuela The Wailer 2 (Paul Miller, 2007),98 y su precuela The Wailer 3
(Javier Barbera, 2012), donde la leyenda original es trastocada;99 y The Cry
(Bernardine Santistevan, 2007), donde el fantasma es llevado a la ciudad de Nueva
York.100 En 2006, el director Terence Williams presenta su propia trilogía de
películas de la Llorona con The River: Legend of La Llorona, Curse of La Llorona y
Llorona Gone Wild.101 Otra película relacionada indirectamente con el tema es la
película canadiense Mamá (2013), dirigida por el argentino Andy Muschietti y con el
mexicano Guillermo del Toro como productor ejecutivo, la cual presenta un espectro
(interpretado por Javier Botet) cuya historia de fondo recuerda a la de la
Llorona.82102 El personaje es introducido finalmente a Hollywood con la producción
de 9 millones de dólares The Curse of La Llorona (Michael Chaves, 2019),
perteneciente al Universo de El Conjuro, donde la leyenda es recreada al inicio de
la película, y una trabajadora social (Linda Cardellini) debe salvar a sus hijos
del terrorífico espectro (Marisol Ramírez).103

En 2019 la película guatemalteca La Llorona, de Jayro Bustamante, ganó el Premio


del Director Giornate degli Autori en dicho festival celebrado en Venecia, Italia.
Valiéndose de la historia de la leyenda, la película aborda el tema de las matanzas
ocurridas entre 1960 y 1966 durante la Guerra civil de Guatemala.104

En la música
Véase también: La Llorona (música)
MENÚ0:00
La Llorona, interpretada con kalimba y piano de juguete sintetizados.
La Llorona es una canción popular mexicana, originaria del estado de Oaxaca.105
Como la leyenda, esta canción se caracteriza por contar con múltiples versiones, de
forma que su letra varía de intérprete a intérprete y de región a región,
predominando las referencias a la melancolía y el amor, temas característicos de la
leyenda. A lo largo de la historia, diversos artistas y grupos musicales han
realizado muchas interpretaciones de esta canción. Entre estos artistas se destacan
Chavela Vargas,106 Raphael,107 Joan Baez,108 Lola Beltrán,109 Lucha Villa,110 Ely
Guerra,111 El Trío Montalbán,112 Eugenia León,113 Lila Downs,114 Natalia
Lafourcade,115 Susana Harp,116 y Angela Aguilar.117 La canción ha formado parte de
la banda sonora de películas como Frida, donde es interpretada por Chavela Vargas y
Lila Downs,118 y Coco, con las voces de Angélica Vale y Marco Antonio Solís en su
versión en español.119

La cantante mexicano-canadiense Lhasa de Sela grabó en 1998 un disco de música


mexicana llamado La Llorona.120

El grupo español Mägo de Oz incluyó una melodía instrumental llamada La leyenda de


la Llorona en su álbum Gaia.121

Grupos como Voodoo Glow Skulls,122 y Banda Bostik tienen canciones llamadas La
Llorona.123

El cantante estadounidense Beirut escribió una canción en honor del espectro


titulada La Llorona, que aparece en el álbum The Marche of the Zapotec (La marcha
del zapoteca).124

Caifanes, en su disco El nervio del volcán, presenta una canción titulada La


Llorona.125

Steampianist (con TSutauseries y MiMA) hizo una canción sobre La Llorona con los
vocaloids Maika, Oliver y Gumi (inglés). La canción tiene partes en inglés y otras
en español. La canción se encuentra en el álbum Assorted Vocanuts.126

Véase también
Venezuela
La Sayona
Honduras
La Sucia
México
Leyendas de la Ciudad de México
La Malinche
Xtabay
Panamá
La Tulivieja
La Tepesa
La Silampa
Chile
La Calchona
La Viuda
Costa Rica
Cadejos
Cegua
Leyendas costarricenses
El Salvador y Guatemala
Cipitío
Siguanaba
Justo Juez de la noche
Colombia
La Patasola
La Tunda
María Pardo
Tarumama
Notas
El color blanco es propio de todas las manifestaciones de Cihuacóatl y remite al
destino, a la sonaja de niebla de la diosa, a los huesos de los hombres, a las
cihuateteo pintadas de blanco, a la tierra blanca de Aztlán.
El agua es el elemento femenino y maternal por excelencia; la fuente de la
purificación, pero donde la pena es infinita. El agua también es muerte; en este
caso, la muerte de la madre por sí misma, una especie de suicidio o inmolación ante
lo inevitable. Es el camino al sendero del fin. La Llorona aparece en donde hay
agua pues así su pena es mayor, es continua. Nunca las corrientes de un río serán
las mismas, nunca alcanzará el destino, nunca volverá tener en sus manos el pasado,
siempre correrá tras aguas diferentes, insondables, eternas, inaprensibles. Tanto
Aztlán, la patria mitológica de los mexicas, como la gran Tenochtitlán estaban
cercados por ella, con lo que ambos sitios estaban conectados por coincidencias no
solo físicas, sino también míticas.
Nótese que el llanto de Llorona cambia luego de consumada la Conquista: mientras
en la época anterior a la caída de Tenochtitlan el fantasma se pregunta qué será de
sus hijos (de algún modo, albergando alguna esperanza de salvarlos), durante la
época colonial se limita a un «¡Ay, mis hijos!», que denota un hecho consumado y la
pérdida de la esperanza. Esta exclamación de dolor es un signo de destrucción
inmediata. La muerte de los hijos simboliza la destrucción de la civilización
mexica.
La referencia al oriente es importante en la cosmogonía mesoamericana. El oriente
está cargado de significados: es el rumbo por donde sale el Sol. Se relaciona con
el rojo. En él estaban el paraíso del Sol y el tlalocan. El Tlillan Tlapallan «en
donde está el color negro y el rojo», lugar mítico hacia donde marchó Quetzalcóatl.
Se le ha interpretado como una región de sabiduría, cargada de simbolismo esotérico
y los nahuas la ubican al este, más allá del mar. Para los tarascos, hacia ese
rumbos estaba el camino al inframundo. De oriente, también, venían los
conquistadores.
Durante los presagios del fin del imperio azteca, el lago de Texcoco (también
Meztliapan, el lago de la Luna —una de las manifestaciones de Cihuacóatl es
Coatlicue, madre del Sol, la Luna y las estrellas—) jugó un papel preponderante en
el quinto y séptimo prodigio, primero porque hirvió con furia y destruyó las casas
y después porque allí atraparon un ave que mostraba el destino que esperaba a los
mexicas.
Para los pueblos talamanqueños, la lechuza surgió cuando Sibú, el dios máximo,
mató a la Wíkela, que quería comerse a los indígenas, cocinándola en una olla de
barro. Al morir, su ojo derecho se reventó y se convirtió en una lechuza, cuyo
ulular recuerda el llanto de una mujer.
En la mitología talamanqueña, Itsa' era el nombre que recibía uno de los diablos
principales, y a la vez, es el nombre genérico de que se le da a todos los seres
malignos. Este demonio era caníbal y su propósito era devorar a los indígenas. En
las tradiciones bribris tiene diferentes manifestaciones. Una de ellas es la
Wíkela, una vieja horrenda con atributos de ave, que perseguía a los niños para
comérselos. Este ser es el origen de leyenda de la Tulevieja. Los pueblos
talamanqueños creían que las tuleviejas habitaban en cuevas detrás de las cascadas,
y que lloraban cuando un niño iba a morir, o que los perdían para comérselos. Una
de estas tuleviejas era Sakabiali, una llorona del monte que se comió a la señora
Ágata, esposa del dios Talá Yakela, el trueno, y madre de los niños huracanes.
Además de Guatemala, el nombre de María para la Llorona es frecuente en muchos
otros países hispanoamericanos. Tómese en cuenta que María es el nombre femenino
más común de América Latina. En el caso de México, el más común es María Guadalupe,
seguido de María a secas. Véase ¿Cuáles son los nombres más comunes en la comunidad
latina? y Estos son los 100 nombres más comunes de México desde 1900
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