oral, es el alma en pena de una mujer que ahogó a sus hijos, y que luego,
arrepentida y maldecida, los busca por las noches por ríos, pueblos y ciudades,
asustando con su sobrecogedor llanto a quienes la ven u oyen. Su leyenda posee gran
diversidad de versiones, con generalidades y particularismos propios de muchas
regiones geográficas. A pesar de ello, su relato mágico y sobrenatural, emergido de
múltiples orígenes, es constante y reconocible, con añadidos, texturizaciones e
hibridaciones de muy diversos tipos.
Índice
1 Orígenes
1.1 Leyendas prehispánicas
1.1.1 Mitos mesoamericanos
1.1.1.1 Cihuacóatl y otras diosas mexicas
1.1.1.2 Primera documentación sobre la leyenda: el sexto presagio
1.1.2 Genios, espíritus y lloronas del Área Cultural Intermedia
1.1.3 Leyendas amazónicas y andinas
1.1.3.1 La Pucullén
1.2 La leyenda durante la Colonia
2 Versiones
2.1 Relato de origen
2.2 Comportamiento
2.3 Aspecto
3 Simbolismo
4 Paralelismos con otras culturas
5 Su presencia y representación en la cultura contemporánea
5.1 En la literatura
5.2 En la televisión
5.3 En el cine
5.4 En la música
6 Véase también
7 Notas
8 Referencias
9 Bibliografía
Orígenes
La presencia de seres fantasmales que lloran en los ríos por motivos diversos es
una característica recurrente de la mitología aborigen de los pueblos
prehispánicos. Es así como pueden encontrarse rasgos de estos espectros en varias
de las culturas precolombinas, que eventualmente, con la llegada de los
conquistadores españoles, fueron asumiendo rasgos comunes debido a la expansión del
dominio hispánico sobre el continente. La leyenda es una historia que posee
referentes míticos en el universo prehispánico, pero que instaura su drama y su
cortejo imaginario y angustiante en el orden colonial.2
Leyendas prehispánicas
Para las culturas ancestrales de América Latina, los mitos responden a las
interrogantes sobre el origen del hombre y el Universo. Estos mitos fueron llevados
por las sociedades autóctonas de América en sus migraciones, siendo transmitidos de
forma oral a través de muchas generaciones. Los mitos tradicionalmente están
ligados a la religión y el culto. Sus personajes son seres divinos, a la vez
adorados y temidos, cuyos poderes trascienden el intelecto humano. Ya sea que el
mito sea inspiración quechua, náhuatl, guaraní o aymara, su esencia radica en la
necesidad del espíritu indígena de desentrañar las maravillas y misterios que le
rodean y espantan.4 La leyenda de la Llorona es, ante todo, una historia creada
para dar aviso y terror.3
Mitos mesoamericanos
En México, lugar donde nace la leyenda, varios investigadores estiman que la
Llorona, como personaje de la mitología y de las leyendas mexicanas, tiene su
origen en algunos seres o deidades prehispánicas como Auicanime, entre los
purépechas; Xonaxi Queculla, entre los zapotecos; la Cihuacóatl, entre los nahuas;
y la Xtabay, entre los mayas lacandones. Siempre se la identifica con el
inframundo, el hambre, la muerte, el pecado y la lujuria.5 En el caso de Xtabay (o
Xtabal), esta diosa lacandona se identifica como un espíritu malo con la forma de
una hermosa mujer cuya espalda tiene forma de árbol hueco. Al inducir a los hombres
a abrazarla, los vuelve locos y los mata. La diosa zapoteca Xonaxi Queculla, en
tanto, es una deidad de la muerte, del inframundo y de la lujuria que aparece en
algunas representaciones con los brazos descarnados. Atractiva a primera vista, se
aparece a los hombres, los enamora y los seduce para después transformarse en
esqueleto y llevarse el espíritu de sus víctimas al inframundo. Auicanime era
considerada entre los purépechas como la diosa del hambre (su nombre se puede
traducir como la Sedienta o la Necesitada). También era la diosa de las mujeres que
morían al dar a luz en su primer parto, las cuales, según la creencia, se volvían
guerreras (mocihuaquetzaque), lo que las convertía en divinidades y, por ende, en
objetos de adoración y ofrenda.6 Esta abundancia de diosas conectadas con cultos
fálicos y de la vida sexual fue génesis no solo de la Llorona, sino también de
otros fantasmas femeninos que castigan a los hombres, como la Siguanaba, la Cegua o
la Sucia.6
Los pueblos indígenas de Colombia y Venezuela también poseen muchos mitos sobre
divinidades femeninas asociadas a los ríos y la naturaleza, tal es el caso de la
Madremonte en Colombia y María Lionza en Venezuela. Estas son deidades protectoras
de los bosques, los animales y las fuentes de agua, con poderes sobre los fenómenos
naturales. En las leyendas colombianas, por ejemplo, la Madremonte aparece durante
las noches de borrasca y las tempestades, lanzando bramidos y gritos infernales que
estremecen la montaña.20 En el caso de María Lionza, muchos de sus mitos de origen
tienen que ver con el agua, e igual que la Madremonte, es protectora de los peces y
de la naturaleza.21 Muchos espantos del folclor colombiano y venezolano son mujeres
monstruosas que lloran o asaltan y castigan a los hombres libidinosos y
parranderos, como la Tunda, la Patasola, la Tarumama, la Muelona, la Sayona y la
misma Llorona.
La Pucullén
En Chiloé, la Pucullén es una mujer alta y delgada, vestida de negro, cuyo llanto
anuncia la muerte de alguna persona.23
Destaca entre estas leyendas la historia de la Pucullén (del mapudungún 'külleñu',
'lágrimas', y 'pu': prefijo plural),24 perteneciente al folclor de los mapuches de
Chile. La Pucullén llora eternamente porque le quitaron a su hijo de sus brazos a
muy corta edad,25 o porque uno de sus hijos murió en sus brazos.26 Es una presencia
fantasmal vestida de blanco (negro en algunas versiones),25 a la que solo puede ver
la gente que está cercana a la muerte, algunas personas con habilidades especiales
(como las machis o los calcus),24 los niños,23 y los animales que tienen los
sentidos más agudos, entre ellos los perros, que lanzan lastimeros aullidos cuando
perciben su presencia,2523 por eso, si se frotan los ojos con lágrimas de perro, se
le podrá ver; pero si el corazón del que observa no es firme, la imagen será
espantosa.25 La Pucullén cumple las características de un psicopompo, esto es, una
guía de los muertos, que indica con sus pasos y llantos el camino que debe recorrer
el muerto para dirigirse desde su morada terrenal hacia el más allá.25 Con sus
abundantes lágrimas, que forman un charco cristalino, la Pucullén señala el sitio
preciso en el campo santo donde debe abrirse la fosa para depositar el féretro.
Llora como plañidera por todos los familiares del difunto, para que se consuelen
pronto de la pérdida; además, evita que el espíritu del muerto, disconforme con las
pocas lágrimas y manifestaciones de pesar de sus parientes, regrese para
atormentarlos.25 También es un augurio de muerte, por lo que solo la puede ver una
persona que está a punto de morir.26
Versiones
Desde el punto de vista nuclear, la leyenda de la Llorona es la historia de una
dama blanca o dama de agua, vinculada a ciertos lugares de poder, y que tiene una
naturaleza infernal-oracular. Sin embargo, la leyenda cuenta con múltiples
versiones en casi todos los países de Hispanoamérica. Esto ocurre porque posee un
ecotipo polifocalizado, es decir, en realidad es una familia de leyendas con un
perfil translocalizado en diversos puntos del continente americano.3 Esto produce
la creación de diferentes versiones donde las diferencias son apenas aparentes,
porque en el fondo la historia es la misma: la figura fantasmagórica de una mujer
vestida de blanco que recorre los ríos, buscando y llorando a los hijos que perdió.
La mayoría de los relatos coinciden en que la mujer mató a su hijo o a varios
hijos, ahogándolos en un río, razón por la cual es maldecida y solloza eternamente
por el dolor que esto le causa. Sin embargo, la historia adquiere características y
matices particulares de la zona geográfica y cultural donde se cuenta. Producto del
sincretismo cultural, posee elementos tanto indígenas como españoles.30 Los
elementos más constantes son la mujer de largos cabellos negros, el grito
desgarrador, el vestido blanco y el agua.17
Más que una leyenda, se podría hablar de la existencia de una multitud de leyendas
de la Llorona, que se van ramificando a lo largo y ancho del continente, producto
de los localismos y de diversos aspectos del folclor de cada país. Esto también
hace que surjan una serie de personajes legendarios en los cuales la prosopografía
- esto es, la descripción del personaje - es intercambiable con la historia de la
Llorona. De esa forma, por un proceso de transpersonificación del personaje, en una
historia la leyenda de la Llorona se parece a la de la Tulevieja o la de la
Tarumama, y explica porqué a veces la Llorona hace, en un relato, cosas que hacen
la Cegua o la Sayona, o porqué personajes de un mismo país como la Calchona, la
Viuda y la Pucullén tienen trasfondos concomitantes muy similares. La literatura,
el arte y la cultura mediática moderna permiten que se sigan construyendo nuevas
versiones de la leyenda. Sin embargo, en estas versiones más modernas, la historia
de la Llorona ha pasado del relato folclórico al campo de la leyenda urbana, donde
predomina una visión más mediática y moderna, llena de truculencias y efectismos
macabros, dejando de lado el simbolismo, con el fin último de generar un impacto
más visceral.3
Relato de origen
¡Maldita seas! Los espíritus malignos te perseguirán siempre y vivirás miles de
años llorando tu desgracia para ejemplo de las hijas que manchan la frente de sus
padres. ¡Maldición sobre ti!
—Margarita Castro Rowson.
«La Llorona».31
En versiones de México y Centroamérica, es común que los relatos de origen de la
Llorona mencionen su etnia, su linaje, su situación económica, su nombre, el del
esposo y hasta el de hijo o hijos. Generalmente, el relato es situado en la época
inmediata a la Conquista española, en los primeros años de la colonia, aunque en
otras versiones, en épocas más recientes. La mujer puede ser una indígena, una
mestiza, o una española, amante de un conquistador español o un señor de alta
alcurnia. En México, esta indígena, llamada Luisa, se enamora de don Nuño de Montes
Claros, que la abandona, y ella en venganza acuchilla a los tres hijos que
tuvieron. La mujer es colgada y se convierte en la Llorona, que vaga por las calles
de la ciudad de México, llorando su tragedia.32 En Guatemala, la Llorona toma el
nombre de María,33nota 8 y es el alma en pena de una mujer de origen criollo
(descendiente de españoles) o mestiza, de un estrato socioeconómico alto, quien
engaña a su esposo con un mozo de la hacienda, quedando embarazada, por lo que
decide ahogar a su hijo, de nombre Juan de la Cruz, con la consecuente maldición.34
El asesino de los hijos también puede variar. La mayoría de las veces, la Llorona
es la asesina de sus hijos, pero hay versiones donde estos mueren a manos de otros.
En Costa Rica, la Llorona es una indígena muy hermosa, hija de un rey huetar, la
cual se enamoró de un conquistador español, con el que se veía a solas en lo alto
de una cascada, queda embarazada y da a luz un hijo, que es asesinado por el padre
de la mujer, arrojándolo de lo alto de la catarata. Maldecida por el padre, vaga
eternamente por las orillas de los ríos buscando a su hijo perdido, perseguida por
los espíritus malignos y llorando su desgracia. Desde entonces, los viajeros que
atraviesan los bosques en las noches calladas cuentan que, en la vera de los ríos,
se escuchan ayes quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre:
es la Llorona que busca a su hijo y cumple la maldición de su padre.4445 En Puerto
Rico, la leyenda de la Llorona se mezcla con la del fantasma de la curva. En este
país, según la tradición oral, en el puente de Las Calabazas se aparece una mujer
pidiendo que la lleven. Aunque la ignoren, aparece repentinamente dentro del
automóvil. Se cree que es el alma de una mujer que vaga buscando a su hijo.46
Las versiones pueden cambiar dentro del mismo país. Es el caso, por ejemplo, de
Chile. Además de la versión distintiva de la tradición chilena, la Pucullén,24 hay
otras versiones: en Litueche, es una mujer que perdió su bebe en el puente de
Lingue durante una tormenta torrencial, y que, arrojándose al agua para salvarlo,
murió ahogada sin llegar a encontrarlo, por lo que desde entonces, cada vez que
llueve, se le escucha llorar de forma inconsolable, y sólo cuando encuentre a su
hijo cesará su llanto;47 en Atacama, en El Tránsito, la Llorona es un espíritu que
solloza solo los martes y los viernes por la noche,23 mientras que en Caldera, es
una mujer cegada por telas de arañas que se pasea por las noches clamando por sus
hijos, y cuyos lamentos hacen que los cubiertos de las cocinas de las casas se
muevan al son de su lamento;23 en Coquimbo, es una bruja que se transforma por las
noches en la Llorona, o un ave nocturna que emite sonidos similares al llanto de la
mujer;23 en Magallanes, es una joven que se enamoró de un viajero, quedó
embarazada, fue abandonada y perdió a su hijo, por lo que enloquece y vaga llorando
por las noches preguntando por su amor.23 En algunas historias, la Llorona tiene
una relación especial con el Diablo. Es el caso de Valparaíso, donde fue una mujer
que se casó con el Diablo sin saber quién era en realidad. Este mata a sus hijos y
desde entonces ella, desconsolada, lloraba todas las noches por ellos. El Diablo,
cansado de sus llantos continuos, la amarró a la cama con unas cadenas y le enterró
una estaca en el corazón. Desde ese momento, la Llorona recorre las calles de toda
la región arrastrando sus cadenas y llorando por sus hijos perdidos;48 en Huilas,
el fantasma nocturno usa ropajes largos que se cubre con un chal, llora la pérdida
de una hija, y se le teme porque se roba a los niños para dárselos al Diablo;23
mientras que en Cabildo, la Llorona es el Diablo en persona que llora como mujer.23
Comportamiento
Otro aspecto que varía en las historias es lo que el relato cuenta que ocurre
durante un encuentro con la Llorona. Los relatos folclóricos coinciden en que, más
que su aspecto físico, el terror que produce la Llorona es producido por su
espeluznante lamento, y muchas veces no existe un contacto directo con el
espectro.49 Sin embargo, esto puede cambiar. En algunos relatos, quien la ve puede
morir, pero estas versiones son las menos.49 En El Salvador, la Llorona vaga por
las calles de pueblos rurales llorando por sus hijos. Cuando llega a un pueblo,
entra por la calle principal, lanza su primer grito y comienza a llorar, buscando
el camino que lleva al cementerio de la comunidad, o tras entrar en la iglesia
local, desaparece. Las personas que la escuchan, experimentan escalofríos en sus
cuerpos. Si se le da la espalda, aparecerá de pronto al lado de la persona. El alma
de quien la mire y la siga vagará durante toda la eternidad.50 En una versión de
Costa Rica, se anota que la Llorona es inofensiva porque su única preocupación es
encontrar a su hijo,42 pero en otra versión del mismo país, encontrársela puede
significar la muerte, ya que asesina a la persona confundiéndola con su burlador.41
En Ecuador, luego de ahogar a su hijo, la Llorona lo busca hasta encontrar su
cadáver, al que le falta el dedo meñique de la mano. Por eso, el fantasma de la
Llorona corta el dedo meñique a quien se le aparezca.51
Aspecto
Puede ir tomando aspectos cada vez más monstruosos según la historia se mezcla con
otros relatos locales. En Costa Rica y Panamá, la leyenda de la Llorona tiene
similitudes con la de la Tulevieja, originaria de los pueblos talamanqueños de
ambos países, y la Tepesa, oriunda de las comarcas indígenas y muy popular en las
tierras de las provincias panameñas de Los Santos, Veraguas y Chiriquí. La
Tulevieja es una vieja sucia y horrenda, vestida de harapos y con patas de ave,53
mientras que la Tepesa tiene largos cabellos enmarañados y el rostro cubierto de
agujeros. Ambas leyendas narran historias de mujeres que matan a sus hijos y son
condenadas a vagar como horripilantes espectros monstruosos.53
En Colombia, la Llorona es el fantasma errante de una mujer que recorre los valles
y montañas, cerca de los ríos y lagunas, vestida con una bata blanca que la cubre
hasta los talones. Tiene el cabello largo, negro y rizado, también puede ser de
color plateado, café y dorado, y en él se posan grillos, luciérnagas, cocuyos y
mariposas. Su rostro es una calavera aterradora, y en las cuencas de sus ojos giran
dos bolas incandescentes. Las mangas de la batola le llegan hasta sus muñecas y con
sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto.54 Al gemir,
la Llorona derrama lágrimas de sangre sobre la mortaja azul de la criatura, que
conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le
quitó la vida. En Antioquia, la Llorona toma el nombre de «la María Pardo»,
mientras que en la región de Pasto, «la Tarumama», una vieja monstruosa con cascos
de mula por pies y grandes senos que se echa a la espalda, castigada como un alma
en pena por haber abandonado al hijo que tuvo sin ser casada, para tapar su
vergüenza.54
Simbolismo
La leyenda tiene, pues, una función moralizadora. No es esta, sin embargo, su única
función. A veces, las madres castigan y asustan a sus hijos diciéndoles que, si las
desobedecen, la Llorona vendrá a buscarlos y asustarlos por las noches, cumpliendo
un rol de asustador de niños similar al de El Coco.61 La Llorona cumple la función
del guardián aterrador que avisa del peligro, disuade al desprevenido y aleja al
niño de ahogarse en la poza, el lago o el río.3
En la mitología griega, Medea asesina a sus hijos luego de ser abandonada por
Jasón. En la imagen, Medea a punto de matar a sus hijos, por Delacroix (1862)
Alrededor del mundo existen mitos y leyendas acerca de seres con algunas
características similares a las de la Llorona.
En África, entre los pueblos yoruba de Dahomey y Togo, se narra una leyenda que
describe al viento como una mujer que recorre los ríos lanzando pavorosos lamentos
y buscando a sus hijos asesinados. Estos fueron ahogados por el océano (que en este
mito es también una mujer) y sus restos desperdigados por el mundo. Esta leyenda,
que presenta fuertes similitudes con la de la Llorona, fue introducida en los
Estados Unidos por los esclavos africanos traídos por los europeos a América y es
especialmente conocida en estados sureños como Luisiana.68
En Japón, los fantasmas que vuelven al mundo para cobrar venganza reciben el nombre
de onryo. Estos generalmente son mujeres ataviadas con un kimono blanco, con el
cabello largo y negro y la tez pálida. La Kuchisake-onna, un yokai, es una mujer
con la boca partida que se aparece por las noches a hombres jóvenes para cortales
la cara.70
En la literatura
Un niño de luna llena se le escapa por las frondas y se le ahoga en el agua
verdinegra de las pozas. ¡Ay, que mi niño, mi niño!... ¡Ay, que el agua me lo roba!
—Carlos Luis Sáenz.
«La Llorona».73
El tema de la Llorona ha sido tratado en múltiples ocasiones en diversas formas
narrativas, en cuentos, novelas, ensayos, poesías y obras de teatro, por muchos
autores en América Latina principalmente, pero también en otras latitudes, tanto en
español como en otros idiomas, como el inglés.
La Llorona es parte fundamental del folclor y la tradición popular y literaria de
México. En este país, su leyenda ha sido transformada y actualizada en innumerables
ocasiones por diversos autores en todos los géneros de la literatura.
La Llorona es, según el escritor costarricense Carlos Luis Sáenz, uno de los cuatro
personajes principales de las leyendas costarricenses, junto al Cadejos, la Cegua y
la Carreta sin bueyes.73 La Llorona y otras leyendas han sido tema principalmente
de la poesía y el cuento folclórico y costumbrista costarricenses. Versiones
literarias de la leyenda de la Llorona aparecen en este tipo de cuentos, poesías y
ensayos escritos por autores costarricenses como Víctor Lizano, Manuel González
Feo, Margarita Castro Rowson, Carlos Luis Sáenz y Luis Ferrero Acosta, y
recopilados en las obras de Elías Zeledón Cartín sobre el tema de las leyendas.3141
74
En los Estados Unidos se han publicado una gran cantidad de estudios sobre folclor,
tanto en inglés como en español, que incluyen el tema de la Llorona, iniciando con
Legends of the City of Mexico de Thomas A. Janvier, publicado en 1910. Algunos
autores anglosajones que han tratado a la Llorona en el contexto literario son
Betty Leddy (La Llorona in Southern Arizona y La Llorona Again), Bacil Kirtley (La
Llorona and Related Terms), Robert Bakarat (Aztecs Motifs in La Llorona y Wailing
Woman of Folklore) y Shirley Arora (La Llorona: the Nationalization of a Legend).76
En la televisión
El mito de la Llorona es común en los programas de televisión de Roberto Gómez
Bolaños, Chespirito. Así, en los cortos de El Chavo del 8 es común que el Chavo,
Quico, la Popis o la Chilindrina confundan con la Llorona a Doña Florinda o Doña
Clotilde durante episodios de sonambulismo de estas. En los cortos de Los Caquitos
sucede lo mismo con el personaje de Doña Nachita. También en Los Chifladitos, Lucas
Tañeda y Chaparrón Bonaparte confundieron una vez a su vecina sonámbula,
personificada por Florinda Meza, con la Llorona.77
En Costa Rica, en 1996, el canal Univisión Canal 2 presentó una miniserie sobre las
leyendas costarricenses, en la cual se incluyó la versión costarricense de la
leyenda de la Llorona. Luego, en 2012, el SINART, la televisión pública nacional,
realizó otra miniserie con el mismo tema, con motivo de la instauración del 31 de
octubre como el Día de las Mascaradas, que trasmitió por canal 13.78
En el cine
El cine no volvería a tocar el tema de la Llorona sino hasta la entrada del siglo
XXI. Luego de 1974 y hasta 2004, pasarán treinta años sin ninguna versión
cinematográfica del tema, surgiendo a partir del año 2004 nuevas versiones del
personaje, tanto en el cine mexicano como estadounidense, donde la Llorona toma un
cariz más diabólico, amenazante y vengativo, adaptando el mito a las necesidades
del cine comercial convencional, principalmente de terror y horror.83 Tras algunos
cortometrajes y películas sacadas directamente a vídeo, en 2004 se estrena Las
Lloronas, de Lorena Villarreal, en la que tres mujeres de distintas generaciones
deben enfrentar la maldición de la Llorona sobre su familia.91 Al año siguiente,
aparece el largometraje Kilómetro 31 (Rigoberto Castañeda, 2005), con una
reinvención de la historia del personaje que mezcla la leyenda de la Llorona con la
del fantasma de la curva, y con presencia de elementos estéticos y una atmósfera
directamente influenciados por las películas de horror japonés, muy en boga a
inicios de los años 2000.82 La película tuvo una secuela del mismo director en
2016, Kilómetro 31-2.9293 El siguiente largometraje mexicano sobre la leyenda es J-
ok'el (Benjamín Williams, 2007), donde el personaje se aborda desde la perspectiva
del mito maya: un estadounidense viaja a Chiapas para buscar a su hermana,
secuestrada por la Llorona, con un desenlace más terrenal que sobrenatural.94 La
película animada mexicana La leyenda de la Llorona (Alberto Rodríguez, 2011), en la
que unos niños deben liberar a Xochimilco de la Llorona, introduce el mito a las
nuevas generaciones infantiles.95
En la música
Véase también: La Llorona (música)
MENÚ0:00
La Llorona, interpretada con kalimba y piano de juguete sintetizados.
La Llorona es una canción popular mexicana, originaria del estado de Oaxaca.105
Como la leyenda, esta canción se caracteriza por contar con múltiples versiones, de
forma que su letra varía de intérprete a intérprete y de región a región,
predominando las referencias a la melancolía y el amor, temas característicos de la
leyenda. A lo largo de la historia, diversos artistas y grupos musicales han
realizado muchas interpretaciones de esta canción. Entre estos artistas se destacan
Chavela Vargas,106 Raphael,107 Joan Baez,108 Lola Beltrán,109 Lucha Villa,110 Ely
Guerra,111 El Trío Montalbán,112 Eugenia León,113 Lila Downs,114 Natalia
Lafourcade,115 Susana Harp,116 y Angela Aguilar.117 La canción ha formado parte de
la banda sonora de películas como Frida, donde es interpretada por Chavela Vargas y
Lila Downs,118 y Coco, con las voces de Angélica Vale y Marco Antonio Solís en su
versión en español.119
Grupos como Voodoo Glow Skulls,122 y Banda Bostik tienen canciones llamadas La
Llorona.123
Steampianist (con TSutauseries y MiMA) hizo una canción sobre La Llorona con los
vocaloids Maika, Oliver y Gumi (inglés). La canción tiene partes en inglés y otras
en español. La canción se encuentra en el álbum Assorted Vocanuts.126
Véase también
Venezuela
La Sayona
Honduras
La Sucia
México
Leyendas de la Ciudad de México
La Malinche
Xtabay
Panamá
La Tulivieja
La Tepesa
La Silampa
Chile
La Calchona
La Viuda
Costa Rica
Cadejos
Cegua
Leyendas costarricenses
El Salvador y Guatemala
Cipitío
Siguanaba
Justo Juez de la noche
Colombia
La Patasola
La Tunda
María Pardo
Tarumama
Notas
El color blanco es propio de todas las manifestaciones de Cihuacóatl y remite al
destino, a la sonaja de niebla de la diosa, a los huesos de los hombres, a las
cihuateteo pintadas de blanco, a la tierra blanca de Aztlán.
El agua es el elemento femenino y maternal por excelencia; la fuente de la
purificación, pero donde la pena es infinita. El agua también es muerte; en este
caso, la muerte de la madre por sí misma, una especie de suicidio o inmolación ante
lo inevitable. Es el camino al sendero del fin. La Llorona aparece en donde hay
agua pues así su pena es mayor, es continua. Nunca las corrientes de un río serán
las mismas, nunca alcanzará el destino, nunca volverá tener en sus manos el pasado,
siempre correrá tras aguas diferentes, insondables, eternas, inaprensibles. Tanto
Aztlán, la patria mitológica de los mexicas, como la gran Tenochtitlán estaban
cercados por ella, con lo que ambos sitios estaban conectados por coincidencias no
solo físicas, sino también míticas.
Nótese que el llanto de Llorona cambia luego de consumada la Conquista: mientras
en la época anterior a la caída de Tenochtitlan el fantasma se pregunta qué será de
sus hijos (de algún modo, albergando alguna esperanza de salvarlos), durante la
época colonial se limita a un «¡Ay, mis hijos!», que denota un hecho consumado y la
pérdida de la esperanza. Esta exclamación de dolor es un signo de destrucción
inmediata. La muerte de los hijos simboliza la destrucción de la civilización
mexica.
La referencia al oriente es importante en la cosmogonía mesoamericana. El oriente
está cargado de significados: es el rumbo por donde sale el Sol. Se relaciona con
el rojo. En él estaban el paraíso del Sol y el tlalocan. El Tlillan Tlapallan «en
donde está el color negro y el rojo», lugar mítico hacia donde marchó Quetzalcóatl.
Se le ha interpretado como una región de sabiduría, cargada de simbolismo esotérico
y los nahuas la ubican al este, más allá del mar. Para los tarascos, hacia ese
rumbos estaba el camino al inframundo. De oriente, también, venían los
conquistadores.
Durante los presagios del fin del imperio azteca, el lago de Texcoco (también
Meztliapan, el lago de la Luna —una de las manifestaciones de Cihuacóatl es
Coatlicue, madre del Sol, la Luna y las estrellas—) jugó un papel preponderante en
el quinto y séptimo prodigio, primero porque hirvió con furia y destruyó las casas
y después porque allí atraparon un ave que mostraba el destino que esperaba a los
mexicas.
Para los pueblos talamanqueños, la lechuza surgió cuando Sibú, el dios máximo,
mató a la Wíkela, que quería comerse a los indígenas, cocinándola en una olla de
barro. Al morir, su ojo derecho se reventó y se convirtió en una lechuza, cuyo
ulular recuerda el llanto de una mujer.
En la mitología talamanqueña, Itsa' era el nombre que recibía uno de los diablos
principales, y a la vez, es el nombre genérico de que se le da a todos los seres
malignos. Este demonio era caníbal y su propósito era devorar a los indígenas. En
las tradiciones bribris tiene diferentes manifestaciones. Una de ellas es la
Wíkela, una vieja horrenda con atributos de ave, que perseguía a los niños para
comérselos. Este ser es el origen de leyenda de la Tulevieja. Los pueblos
talamanqueños creían que las tuleviejas habitaban en cuevas detrás de las cascadas,
y que lloraban cuando un niño iba a morir, o que los perdían para comérselos. Una
de estas tuleviejas era Sakabiali, una llorona del monte que se comió a la señora
Ágata, esposa del dios Talá Yakela, el trueno, y madre de los niños huracanes.
Además de Guatemala, el nombre de María para la Llorona es frecuente en muchos
otros países hispanoamericanos. Tómese en cuenta que María es el nombre femenino
más común de América Latina. En el caso de México, el más común es María Guadalupe,
seguido de María a secas. Véase ¿Cuáles son los nombres más comunes en la comunidad
latina? y Estos son los 100 nombres más comunes de México desde 1900
Referencias
«Declaran leyenda de "La Llorona" Patrimonio Cultural Intangible». Vanguardia. 18
de octubre de 2013. Consultado el 17 de septiembre de 2019.
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Llorona: imaginarios, identidad y discurso parabólico». SciELO Analytics (Talca,
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Montoya, 2009
Adame, Homero. «Mitos y leyendas de Homero Adame: Mitos y leyendas de Veracruz».
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