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“Clan Götz”

Catalina Etchegoyen
4°B Lenguas Extranjeras
Literatura
Seoane Natalia
*En la oficina policial*
[entra la oficial Mantler]
Secretaria: - Buen día Señora Mantler, ha llegado una carta
exclusivamente para usted. Se la dejé en su escritorio.
Sra. Mantler: - Gracias, Lisa.
*Mantler llega a su oficina y toma la carta mientras camina hacia su
escritorio*
Mantler: - (leyendo la carta) “Ya no sé qué hacer, estoy
desesperada, ya no puedo seguir guardando esto, quiero gritar que
estoy harta, ya quiero que pare todo esto, quiero que todo termine
en este instante, pero no puedo y me enoja, me da tristeza no
saber qué hacer, siento como mi corazón late tan rápido de
desesperación por algo que no es mi culpa. Estoy sola, no tengo
amigos ni familia. Ahora siento como se me cierra el pecho y todo
por culpa de las personas que me rodean.
Ya no puedo más, quiero gritar a los cuatro vientos “fueron ellos,
por favor escúchenme”, necesito que alguien acabe con esto y
ponga fin a este infierno. Sé que usted puede, Señora Mantler, por
eso escribo esta carta.
Perdón mamá, sé que esperabas que sea como tú, pero no quiero,
no puedo seguir, es una desgracia detrás de otra.
Papá, a pesar de que te tengo un gran odio y rencor, seguís siendo
mi padre, pero siento que todo lo que hiciste no tiene perdón y
nunca lo tendrá.
Ya solo me queda una cosa por decir, que pone en riesgo mi vida,
pero no quiero que sigan cometiendo las atrocidades que
cometieron. Quiero justicia, y ya.
Mis padres, Anna Götz y Marian Götz, fueron los culpables de
todos los últimos asesinatos que hubo en Stuttgart.
Mientras escribía esto rompí en llanto, no aguanto un minuto más,
necesito largar todo lo que llevo escondiendo desde los 4 años. Por
favor, haga justicia por todas las personas que sufrieron gracias a
las muertes en estos últimos años.
Voy a contar lo que vi y lo que escuchaba.
Ellos asesinaban por dinero, siempre buscaban personas de la clase
alta, que estén dispuestos a pagar el rescate. Mi papá era el que
planificaba y ejercía el trabajo mientras que mi mamá era la que
buscaba las víctimas, ella era muy sociable y conocida por aquellos
rangos. La primera persona que asesinaron fue a Ricardo Blumer,
ocurrió el 27/07/2007, su muerte fue causada por tres disparos en
la nuca y fue encontrado en una laguna. El joven venia de una
familia con altos poderes adquisitivos, ambos padres son cirujanos
reconocidos en la ciudad.
El 20 de julio del 2007 tenía 4 años, mi madre me había ido a
buscar al jardín. Hasta ese momento iba todo normal, noté que mi
madre estaba un poco nerviosa pero no era algo que me
preocupaba ya que lo veía como algo normal.
Todo empeoró cuando puse un pie en mi casa. Al entrar, sentías
olor a sangre, cigarrillo y químicos. Estaba muy asustada, nunca
había sentido este olor en toda mi vida. Trate de evitarlo, porque si
decía algo podría hacer enojar a mis padres, y lo menos que quería
en ese momento es que me peguen o griten.
Yendo para mi habitación me cruzo con un charco de sangre que
había en el pasillo, venía del baño. En ese momento, lo único que
hice fue evitarlo pero sabía que algo horrible estaba pasando.
Nunca me imaginé que mi padre había secuestrado a un
muchacho, que lo había golpeado y quemado con cigarrillo. De solo
pensarlo me provoca una sensación horrible.
Pasaban los días, yo ya había interactuado con el chico ya que le
alcanzaba la poca comida que mis padres le otorgaban. Sí, me
obligaban a darle de comer a un chico que no tenía idea de quien
era con tan solo 4 años. Si no lo hacía eran capaces de dejarme
igual que ese chico, todo ensangrentado, atado a las paredes con
cadenas, maltratado, violado y quemado.
Recuerdo que mi padre lo adormecía con pastillas durante el día y
por la noche le agregaba morfina. Sé esto porque mi padre me
despertaba a la mitad de la noche para que le alcance la droga,
cuando se la alcanzaba me decía: “quédate hija, así aprendes como
eliminar a la gente que te molesta en la escuela”. Aunque hayan
pasado más de 10 años esa frase me sigue perturbando todos los
días de mi vida.
Esos 5 días fueron una pesadilla. No dormía, no comía, me costaba
respirar y estaba demasiado triste y asustada.
El 27 de julio llegue a mi casa y sentí como todo volvió a la
normalidad, sentí el olor a lavanda de los pisos y el olor a comida
hogareña que había en mi casa antes de que pase esa tragedia.
Volvió una parte de mi alma al cuerpo, ya no sentía tanto miedo
como antes.
Pero esa satisfacción duro poco, ahora comía pero no dormía, cada
vez que apoyaba mi cabeza en la almohada recordaba todo lo que
escuchaba y veía hace unos días. Era horrible, no me lo podía sacar
de mi cabeza, sentía como si lo estuviera viviendo de nuevo.
Hoy en día, sigo escuchando los gritos de ese muchacho cuando le
pegaban o lo quemaban con cigarrillo.
Después de esa tragedia sucedieron otras, pero yo no vi ni oí nada
más. Hacían todo a escondidas mío porque una vez me revelé
contra ellos, les dije lo que pensaba sobre “el clan” pero no me
hicieron caso, siguieron con sus cosas y me trataban como una
deshonra. A partir de ese momento, ya no ingresaban las victimas a
mi casa, no las veía ni oía, pero siempre sentía una presencia ajena
a la de mis padres.
Yo sé que ellos fueron los que asesinaron a Sebastian Friedman,
Amalia Singer y Fernando Penz. Lo sé porque espiaba por detrás de
la puerta de la oficina de mi padre, ellos siempre planeaban todo
en ese lugar. De ahí saque las fotos que le mande en el sobre, ellos
sacaban foto de todo lo que hacían, estaban conscientes de lo mal
que lo pasaba la víctima y de lo mal que lo iban a pasar los
familiares y los amigos. Parecían orgullosos de los asesinatos.
Anotaban completamente todo lo que hacía la víctima, los lugares
donde iba, quienes eran sus amigos más cercanos, a qué hora se
iba y volvia a su casa. Eran unos psicópatas, mis padres son unos
psicópatas, las personas con las que crecí, las personas que me
trataron de dar todo lo posible para que yo fuese “feliz” eran unos
asesinos psicópatas.
Por favor Señora, haga justicia, no quiero que esta tortura siga,
quiero que se termine y lo antes posible.
Mantenga esta carta anónima, aunque seguramente ya sabe quién
soy.
Espero que pueda resolver el caso, muchos éxitos.”
Mantler: [agarra el teléfono y marca un número] Está resuelto,
Adam. Vení para mi oficina lo antes posible. [corta]

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