Cuando ves a alguien, te has preguntado ¿qué pasa dentro de su mente?
Solo de imaginar en los pensamientos que pueden pasar por la cabeza de cada una de los 7.700 miles de millones de personas en el planeta, o sin que sea tan extremista, de las personas que te pasan en frente nuestro. Suponiendo lo que pasa por la mente de niño de 6 o 7 años, a lo que pase por la mente de una persona mayor. Todas esas suposiciones solo adquieren una cosa en común. Todos son seres humanos, así que salimos ventajosos en no tener que adivinar sobre una supuesta comparación entre un cocodrilo y cualquier otro ser vivo. Listo, todos somos humanos, ¿Qué otra ventaja podemos tener de eso que nos acerque al objetivo? Claro, podemos decir que al menos un pensamiento que ronda por la cabeza de un porcentaje de la población, es la vida. Adivinar sobre el pensamiento de al menos una persona, ya es caso complejo. Pero esa persona, y la otra, y el resto de las 7mil se valen de pensar por el prodigio que a todos nos viene insertado en el chip, y para desdicha y fortuna de muchos, todos traemos el mismo chip. Un chip que consta de personalidades varias, claro, como el enojo, la alegría, el asco, el temor y la tristeza, todas adecuando la personalidad del ser vivo en el que habitan. Todo tiene un inicio El inicio empieza en el momento que abrimos los ojos por primera vez. Resulta que humanos teníamos que ser, y disponemos de toda una oficina habitada en la mente. En los primeros años de vida que es lo que catalogamos como “niñez” se nos hace muy fácil y sobre llevadera la vida, pues carecemos de responsabilidades y poseemos en abundancia el tiempo de ocio que solemos invertir de su mayoría en juego; y las emociones y pensamientos se mantienen constantes en felicidad, despreocupación, rabietas, dulces y raspones. Se podría decir que es la etapa en donde más disfrutamos el “sentir”, todo se siente bien, todo se disfruta al máximo, ya que por esa etapa también somos poseedores de una imaginación sin límites, de una imaginación sin barreras imaginarias, y que lo imaginario es lo que nos mantiene con vida en tal etapa. Los famosos “golpes de la vida” que sufrimos a esa edad son cuando aprendemos a montar en bicicleta, cuando nos castigan físicamente por una travesura o un accidente, y cuando de entre tanto juego salimos estropeados, pero felices. Imaginación nos sobra a montones, nos creemos astronautas, viajeros del tiempo, y hasta con poderes mágicos. Le preguntas a un niño qué es lo que quiere ser de grande, y su respuesta va a ser tan descabellada y gigante que cuando crezca no le va a caber en la cabeza ni imaginárselo como una ordinaria idea. El asunto se pone más interesante cuando la persona avanza en su proceso de crecimiento y llega a la otra etapa que catalogamos como “adolescencia”, pero antes de esa, existe una en la que podemos llegar a considerar orate. La pre-adolescencia se halla en los jóvenes como un desorden mental, en la que la mente de la persona se empieza a cuestionar todo con más interés, donde desconfía y busca confiar, donde siente que ya no debe de seguir en su niñez, pero ¿cómo? Sí es la única manera de vivir que conoce, ahora adquiere más responsabilidades de las que estaba acostumbrado a llevar, se entera de que ya todo no va a ser juego y de que existe algo que se llama “causa y efecto”. Llegando a la adolescencia, se torna más interesante en cuestión, pues es el recorrido que tenemos de unos años para convertirnos en adultos. ¿Pues, qué se le dice a la adolescencia? la etapa empírica que se tiene para definir cómo va a ser este juego de vivir. Aquí se ven 100% reflejados los pensamientos que van en guía a la personalidad del individuo y en donde perdemos la dominación casi total de las emociones, porque se entiende de que estas se ven interrumpidas por presencia de la liberación de hormonas, abundan los cambios de humor y la vulnerabilidad en dominación de las emociones que nos afectan negativamente el ánimo como la ira, la tristeza, la incertidumbre o el miedo. El equipo de las emociones que residen en la mente se hacen más presenciales en los tiempos de cambio y evolución, pues estos casi que atacan en el estar de la persona de manera radical en esta etapa, claro es que todas las emociones dependen de lo que pase en el exterior del individuo, que se deja afectar positiva o negativamente depende de cómo decida tomar la situación a la que se encuentra siendo afectado, pero es reiterante que esta “decisión” de como tomar lo acontecido se ve manipulada en esta etapa por los otros cambios físicos, mentales y químicos de la persona. De estas emociones básicamente depende todo de nosotros, ellas determinan que paso damos y que movimiento hacemos, ya que no es normal que estando muy feliz de la vida la persona corra a cortarse las venas. Si piensas feliz, actúas feliz; lo mismo estando triste o saciado. FACTORES SOCIALES: Influyen en la conducta humana desde que nacemos cada persona está inmersa en un mundo social y su desarrollo depende de la interacción con otros miembros del grupo, estas interacciones son múltiples y condicionan sus ideas, creencias y modos de comportamiento. FACTORES BIOLOGICOS: La conducta del ser humano se basa en los elementos físicos y fisiológicos del organismo. Los factores genéticos, así como las glándulas endocrinas tienen papeles importantes en los procesos psicológicos y la conducta. La mente de los seres humanos se mantiene de recuerdos, de pensamientos centrales que se consumen la energía mental que activa la persona. Estos son efectos de emociones pasada y presentes que terminan siendo el agrupamiento de datos y depende de la emoción y sentimiento del momento, así será su clasificación; todos concluyendo como recuerdos. A raíz de esto, se desemboca la memoria, el recuerdo memorable que tiene la persona del evento, estos pueden ser a largo plazo depende del impacto que haya sufrido, o a corto plazo convirtiéndose en olvido.