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Un acto de ahorro individual significa por decirlo así el propósito de no comer hoy; pero no supone
la necesidad de tomar una decisión de comer o comprar un par de botas dentro de una semana o de
un año o de consumir cualquier cosa concreta en fecha alguna determinada. De este modo deprime
los negocios de la preparación de la comida de hoy sin estimular los que preparan algún acto futuro
de consumo. No es una sustitución de la demanda de consumo presente por demanda de consumo
futuro, sino una disminución neta de la primera. Más aún, la expectativa de consumo futuro se basa
en tal medida en la experiencia actual del consumo presente que una reducción de éste
probablemente deprima al otro, con el resultado de que el acto de ahorro no solamente abatirá el
precio de los artículos de consumo dejando inafectada la eficiencia marginal del capital existente,
sino que en realidad puede tender también a deprimir la última. En este caso puede reducir la
demanda de inversión actual lo mismo que la de consumo presente.
Cada acto de ahorro implica una transferencia inevitable de riqueza a quien ahorra, aunque el, a su
vez, puede sufrir las consecuencias de ahorro de otros. Sin embargo, la creación de riqueza nueva
depende de que su rendimiento probable alcance el nivel establecido por la tasa de interés. El
rendimiento probable de la nueva inversión marginal no se aumenta por el hecho de que alguien
desee acrecentar su riqueza, ya que el presente rendimiento de la nueva inversión marginal depende
de la expectativa de la demanda por un articulo determinado y en fecha determinada.
Es mucho mejor hablar de que el capital da un rendimiento mientras dura, como excedente sobre su
costo original, que decir que es productivo; pues la única razón por la cual un bien ofrece
probabilidades de rendimiento mientras dura, teniendo sus servicios un valor total mayor que su
precio de oferta inicial, se debe a que es escaso. Por eso simpatizo con la doctrina preclásica de que
La única posición alternativa de equilibrio estaría determinada por un estado de cosas tal que una
existencia de capital lo bastante grande para tener una eficiencia marginal de cero representara
también una cantidad de riqueza suficiente para saciar por completo el deseo global del publico de
ahorrar, aun con ocupación completa, en circunstancias tales que no pueda obtenerse bonificación
en forma de interés. Sin embargo, seria una coincidencia improbable que la propensión a ahorrar en
condiciones de ocupación plena se satisficiera justamente en el nivel donde la existencia de capital
alcanza el nivel en que su eficiencia marginal fuese cero. De esta manera el capital debe
conservarse lo bastante escaso, a la larga, para que tenga una eficiencia marginal cuando menos de
la misma magnitud que la tasa de interés durante un periodo igual a la duración del capital, de
acuerdo con las condiciones psicológicas e institucionales.
Bibliografía