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Territorios 7 / Bogota 2002, pp. 27-41 La construcci6n social del territorio y los modos de vida en la periferia metropolitana Alicia Lindén! Rect 20.01.2001 Anpend:23:082001 Ieigaires Meson 2 ResuMEN En la brisqueda de nuevos acercamientos a la complejidad metropolitana -antes que ins- talados en reproxlucir en distintos contextos _urbanos enfoques ya instituidos en este ar- ticulo se analiza una zona de la periteria de Ia ciudad de México desde el panto de vista dl sujeto andnimo que vive y hace la ciu- dad, su barvioy a vida urbana, con cada acto cotidiano. A esta aproximacién la hemos identificado como la “construccién social del territorio perifégino™ yren ella el modo de vida y la subjetividad social son los concep- 10s nodales. Asf, en la primera parte se le ‘otorgan contenidos ala expresién “construc- ‘in social del teritorio periférico” con el ‘objetivo de entenderla como una forma de ‘estudiar la periferia de las grandes ciudades Luego, en el segundo apartado se reconstru- yee concepto de modo de vida, y por itimo se presentan los contenidos concretos que toman el modo de vida y la subjetividad so- cial en el drea de estudio, El modo de vida sélo puede configurarse de distintas maneras cuando se identifican pricticas cotiianas; y éstas por su parte requicren del anlisis de la stubjetividad, como la forma de darle sentido alo que el sujeto hace cotidianamente, es decir, dre sentido a sus précticas, En esa relacién entre la vida préctica de los habitantes de la periferia y el imaginario que la acompaia, se construye socialmente el territorio como ‘un proceso que incluye expresiones materia- les y otras de tipo simbdlico. ‘Ansraact Looking for new orientations to apply to the analysis of the metropolitan complexity, this paper analizes a suburban district of Mexico City from the point of view of the anonimous subject living and making the city, his neighborhood and the urban life, through any everyday life action, This form of analysis will be called as the “social construction of peripherical territory”; “way of life” and the “social subjectivity” are also central concepts in our interpretation of the reality. ‘Therefore, in the first part of the paper, we explain the concept of “social construction of ‘peripherical territory” forthe purpose of using itasa way of analysis of the suburbs of large cities. Then, in the second part of the paper, ‘we are re-constructing the concept of “way Of life and finally, we are presenting some results of our research about the practical contents of both concepts -way of life and subjectivity- in our study area, the Chaleo Valley a large suburb of Mexico City. ‘The way of life only can be understood in its differents configurations, if we introduce a study to the everyday practices of the inhabitants; those ate requiring also the analysis of subjectivity as the way of giving sense to the everyday actions of the subject, to its everyday practice. In this relationship between the everyday life of the inhabitants Of the periphery and the related imaginary, a social construction of the territory is taking shape as a process including materials expressions and others from a symbolical type. Ausern Linpow La construccién social del territorio y los modos de vida en la periferia ‘metropolitana ‘ace algo mis de diez aitos comenza- 10s a estudiar una de las periferias pobres del oriente de la ciudad de México, conocida como el Valle de Chalco, Este te- rritorio fue desincorporado del uso agricola durante la década de los setenta, y desde los aos ochenta ha sido una de las zonas que hha contribuiddo més fuertemente a fa expan- sin reciente del drea metropolitana de la ciudad, Por esto mismo, ainicios de los afios noventa tambien se constituyé en foco de particular interés para los estudios urbanos, sobre todo por la magnitud que ali come el proceso de expansién urbana. La urbaniza- ‘in del érea fue tan acelerada que llevé a concentrar en dos décadas, alrededor de _medio mill6n ce habitantes en unos 40 kilé- ‘metros cuadrados, todos ellos de escasos re- ‘cursos y en un contexto marcado por las ca rencias de todo tipo, Orra de las razones por las cuales los estudiosos de la ciudad orien taron su mirada hacia este territorio se debe al muy elevado monto que aleanz6 en la zona la inversion publica a través de politicas de dotacién de servicios bisieos, al menos du ramte 1989-1994, Nuestro acereamiento a este terrtorio, en ‘un inicio siguid el enfoque de la “urbaniza- cin popular”, verdadero eje rector de la in- vestigacién sobre periferias metropolitanas pobres durante los afios ochenta, tanto en México como en América Latina en gene- ral. Evidentemente, esta perspectiva nos per- itis conocer algunos procesos locales rele- vvantes, especialmente aquellos vinculados al problema del acceso al suelo urbano y a la vivienda, también el problema del empleo y Ja extendida informalidad, asf como el en tramado de todas estas dimensiones en las conocidas estrategias de supervivencia. Sin ‘embargo, no tardamos en constatar gue des- de esta mirada quedaba una esfera de la vida social tejida en este terrtorio, que resultaba inaprehensible. Precisamente, muestra inves- tigacion se canaliz6 sobre esa otra parte de Ja Vida urbana que permanecia en la penum- bra. En términos muy simples, nuestra in- uictud sobre esa parte de la vida urbana, ha sido la de conocer cémo viven los habitan- tes de este territorio y cud ex su relacién con el territorio que habitan, Es necesario aceptar que interrogantes como los que acabamos de sefialar no van mas alli del conocimiento de sentido comtin, Dicho con otras palabras, para que esta prcocupa- cién se constituyera en una puerta para la generacién de conocimiento cientitico sobre ‘sa realidad social, era necesario replantearlo, y lo hicimos més 0 menos en estos térm nos: «Qué modos de vida se estin confor: ‘mando y reproduciendo en este territorio? &€2mo infiuyen estos modos de vida en la configuracién del territorio y, a su turno, «imo éste vuelve a integrarse en la vida de sus habitantes, en un movimiento inacaba- do que articula modos de vida y territorio? Planteadas asi nuestras preguntas, la prime- ra evidencia hallada fue que las miradas que ‘estibamos romana hasta ese momento solo permitian responder muy parcialmente esta pregunta, mis ain, generaban respuesta for- zadas, En otras palabras, los enfoques de la LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL TERRITORIO ¥ LOS MODOS DE VIDA EX TA PERIEERIA MIETROPOLTTANA, urbanizacién popular, el acceso al suelo ur- bano, la informalidad, el empleo y las estra- tegias de supervivencia no tienen como ob- jetivo develar modos de vida, ni la relacién centre éstos y el territorio. Otra cuestidn que ‘observamos es que casi todas estas miradas cestin planteadas desde algtin nivel analitico de tipo estructural, por ejemplo, los merca- dos de trabajo, los mercados especulativos de suelo urbano, las politicas que intervie- nen en el acceso de los pobres al suelo urba- no, Posiblemente, detris de esas coinciden- s se encuentre a concepcién que privilegia Jas estructuras sobre la accis Frente a todas estas evidencias, nuestros interrogantes no se definian desde ninguno de estos niveles eseructurales, sino desde los sujetos andnimos que se insertan en esas €s- tructuras (y en otras), pero reconociendo que esas posiciones estracturales no los hacen perder su condicidn de actores sociales acti- vyos, no los determinan, ni mucho menos los dejan desprovistos de la condicién imprevi sible de que es capaz. el ser humano. Nues- tos interrogantes se definieron desde los _modios de vids, por eso comenzamos a estu- dlar la vida social de este fragmento metro- politano desde el nivel microsocial, més especificamente desde las pricticas cotidia- ras de los sujetos. Esto implicd seguir un abordaje poco usual en el campo de lo urba- ro: una mirada que parte del sujeto, de su quchacer banal y cotidiano, a la luz de la cultura, En términos metodolégicos esto nos llev6 a realizar observaciones muy cercanas a las personas, observaciones de pequetia scala: nos fuimos introduciendo en los es tudios microurbanos Esta forma de acercamiento a la realidad es poco frecuente en el contexto de la investi- gacién urbana, ya que antes que partir de las estructuras que determinan alos sujetos, de las politicas que se instrumentan desde las csferas de la toma de decisiones, o desde la ddimensién econémica como el nodo estruc- turador de fa vida social, parimos de os su jeros que hacen la ciudad y la vida urbana con sts acciones cotidianas,a veces aparentemen- te irracionales, otras veces intrascendentes 3 primera vista, pero con sentido dentro de ‘una cultura o un mosaico multicultural en el ‘ual frecuentemente se mueven las personas. Asimismo, también es poco usual que el in- vestigador urbano no tome los datos esta- Alisticos agregados como su fuente de infor- ‘maci6n principal. Antes bien entendimos ‘que nuestra informacién primordial estaba ‘en la palabra de los propios actores, en sus narrativas, en sus discursos ¥ no en los agre- gados estadisticos, que desdibujan a las per sonas para registrar atributos de ellas; aun- ue tampoco excluimos los agregados. De igual modo que la urbanizacién popular, los enfoques centrados en lo econémico 0 en las politicas han permitido avanzar con- siderablemente en la investigacién urbana, aungue muchas veces el investigador of aque al instituirlos como la forma de acerc miento, de inmediato se estén cancelando las posiblidades de conocer otras dimensio- ‘es de a multiplcidad metropolitana. Frente 4 esto, la investigacién microurbana puede constiruir un punto de vista altemativo unas veces, y otras complementario, alas tan di- fundidas visiones de la ciudad desde la pree- ‘inencia de lo econémico, o frente a aque- Auicis Lixpox llos enfoques para los cuales estudiar la ciu- dad ha devenido casi en un sinénimo del es- tudo de las politcas urbanas o las politicas con repercusiones en la ciudad Asi, en la biisqueda de nuevos acercamientos ala complejidad metropolitana -antes que ins- talados en reproducir en distintos contextos enfogues ya instituidos~ comenzamos a ex- plorar este fragmento de metrépoli desde el | ppunto de vista del sujeto que vive y hace la ciudad, su barrio y la vida urbana, con cada acto cotidiano (Lindén, 1999), A esta aproxi- ‘macién Ia identificamos como la “construc- cidn social del territorio” (Hiernaux y Lin- dén, 2000), y en ella el “modo de vida” resulté ser un concepto clave, Con estos an- tecedentes, la primera parte de este docu mento se dedica a presentar esta mirada que estamos denominando la construccién So- cial del territorio periférico. El segundo apar- tado aborda la problemética de los modos de vida y, por tiltimo, presentamos tna for- rma de articulacién de las dlos temsticas an- teriores en el caso especitico que estudiamos. “Todas estas reflexiones han surgido a la luz del estudio del caso antes citado, aunque en «sta ocasidn no €s el objetivo considerar la problemética de la zona ce manera integral, sélo se toman algunos aspectos con el fin de presentar una estrategia le acercamiento que pueda ser de utilidad para pensar otras per ferias y suburbios metropolitanos 1. La construccién social de tervitorios perifericos de las metrépolis La expresi6n “construceién social de un te- rritorio” lleva una referencia implicita, que hacemos explicita desde el inicio: El pensi- miento de Berger y Luckmann ¥, en conse cuencia, los enfoques interaccionistas- fenomenolégicos en sus versiones més socioligicas, Sin embargo, nuestra expresién también reconoce otra componente central, ‘como es el terttorio, que no ha estado den- tro de las preocupaciones tedricas de Berger y Luckmann, aunque estos antores han con- siderado el espacio en cuanto coordenada biisica de toda experiencia. La construccién social del territorio, en el «aso especifco de las periferias y suburbios de las grandes ciudades, puede ser conside- rada una forma de aproximaci6n a la reali dad, que le otorga centralidad a los habitan- tes del lugar con todas las limitaciones que Ia estructura social les impone, pero también reconociendo en ellos todo lo no previsible de que es capaz el set humano, la eapacidad de innovar, 0 de hacer lo no esperado de acuerdo a la posicién social ocupada, No ‘bstante, la centralidad del sujeto -a través de la figura del habitante local- para este en- foque no es un objetivo en s{ mismo, sino tun recurso para acceder a otro nivel analiti- co: Los conjuntos y redes de prieticas des- plegadas por las personas. La idea de que el territorio es construido socialmente no se refiere al sentido material de la palabra construir, sino a la construc- cin de una microsociedad y un territorio por parte de los habitantes locales. Cabe acla- rar que hablamos de una microsociedad como un conjunto de relaciones sociales, ideas, imigenes y conocimiento colectivo; mientras que por territorio entendemos una organizacion y distribucidn de personas y La CONSTRUCCION SOCIAL DEL TERRSTORIO ¥ LOS MODOS DE VIDA EN LA PERIFERIA METROPOLITANA, 2 Blea eins ee de en ert gue alr dopa dt wo agra, prcamene ‘0k dpb ys nee cpt pe yoo le Scion iegatnente ¢ ‘grades a Ta mauia merlin prion 2 "ar prt decline dai ya wisn ov ames, eg als stn Magoron el incr ded ‘de nas ras "a enide finomonlige slvr. Actividades en el espacio y también una red de significados e imagenes a ellasasociadas. ‘También es necesario enfatizar que no ha- blamos dela construcién social de cualquier territorio, sino de periferias y suburbios metropolitanos. Una de las consecuencias de ‘sta especificdad es que estos territorios, en tun momento dado (cuando se integran como Periferias y suburbios del continuo metro- ppolitano) reciben nuevos habitantes, como parte del proceso mismo de expansién ur- bana. Esa condicién de “recién llegados” de gran parte de los habitantes locales, es una componente importante en el proceso de construirlo como territorio. Asi, la constructiGn social del territorio es realizada por los habitantes locales con las ‘concepciones del mundo, las ideas, las imi- genes, que tenfan cuando llegaron al nga pero que también siguen reconstruyendo a partir de la interaccién de unos y otros, a partir del apropiarse unos de las ideas, imi: Rens, concepciones, de los otros y vieever~ Sa, en ese proceso siempre en curso por cl cual las ideas, los sentidos, se van entreme?- clando para constiuir un conovimiento com- partido, una concepcién del mando que no «propiedad exclusiva de un individuo sino de un colectivo, Ese proceso de entrelazamiento de ideas va conformando un conocimiento colectivo, aunque nunca es compartido por todos los habitantes locales sino por fraeciones, gru- pos. Este conocimiento colectivo incluye formas de concebir la vida, el trabajo, la fa- mili, futuro o el pasado, formas de con- cebirse a si mismo (identidad), y también incluye referentes territoriales, formas de iddentificar et rerritorio, de apropiarse de él, ‘o expresiones de rechazo hacia el propio te- rritorio habitado. ‘Todo este conocimiento social sobre el te- rritotio inmediato, ef territorio habitado, constituye el conjunto de los significados que se le atribuyen. Y aunque muchas veces las personas creen quel significado que le otor- gan a su espacio inmediato es una construc- cidn propia e individual, siempre es un si nificado construido en a interaceién con otras personas, a veces simplemente son si nificados apropiados de los otros eon quic- nes se interactia, considerando que los otros pueden ser los “antecesores”®; lo que de paso recuenta que los significados del territorio pueden circular intergeneracionalmente y asi perdurar. Los significados del espacio siempre se ha- ‘en o se actualizan en la vida prietica, se presan en las acciones que las personas rea an y emergen en expresiones eon las cuales se refieren a él, Por ejemplo, frmulas tan sencillas y familiares como “mi colonia o mi barrio” en contraste con “las otras eolonias © los otros barrios”, pueden dar cuenta del sentido de pertenencia del sujeto respecto & su espacio, asi como de los limites hasta los ‘cuales se extiende dicha pertenencia conocimiento compartido a veces también ayuda a vaciar de significados un espacio, a no identificarlo, a.n0 apropiarlo; nos referi- ‘mos a aquellos espacios que no contienen ‘una memoria, alos cuales fos individuos no se sienten pertenecer, aun cuando alli ten- gan su lugar de resideneia. Todo lo anterior marca los limites de la subjetividad social sobre el territorio, es decir, esa “provincia Aucia Lixpos, limitada de sentido (..) Hamada tervitorio” segtin las palabras de Bernard Pochet Sila subjetividad especificamente referida al territorio (los significados del territorio) no std desvinculada dela subjetividad social en sentido amplio, se puede comprender por qué los significados que se le otorgan al es- pacio en el cual se vive no son ajenos a otros significados, por ejemplo, al que toma la vi- ‘vienda, las relaciones familiares tejdas en ese espacio, al proyecto familiar (cuando exis- ta), a las relaciones con el vecindatio... Tor dos ellos integran una red de imagenes, ideas, rnociones, con las cuales las personas ven el ‘mundo y actian en él Recapitulando todo lo anterior se puede con- luir que la construccién social del terrtorio 8 una mirada que pretende comprenler el punto de vista del sujtos es una mirada que reconoce a la sociedad y el teritorio en cons- tante construccién y reconstruccién por par- tede las personas. Esta construccién de la so- ciedad y el teritorio es un proceso inacabado de conformacién de una subjetividad social, dentro de la cual hay ideas, significado, ims- genes, especificamente referidos al territorio. La concepcién de los significados sobre el territorio como el mecanismo que lo cons- tmuye en territorio, no implica que las accio~ nes sociales y los productos materiales del actuar del hombre no sean parte de ese cons- tante proceso de construccién dela sociedad yl teritori, sino que éstas no son ajenas a «se mundo de significados. En otras palabras, 1h construccién social del territorio, para el investigador implica penctrar y desentraitar tun mundo de significados que una micro- sociedad ha constnuido sobre su espacio. De todo esto se desprende un problema -metodolbgico relevante: Asi como los sig- nificados del espacio no son ajenos ni inde- ppendientes del actuar de las personas, tam ‘poco pueden ser abordados ni aprehendidos dlirectamente, en si mismos, sino a través de las pricticas cotidianas, por medio de lo que Ja gente hace cotidianamente en su vida préc- tica, ya que s6lo se construyen y reconstru- yen en la accfones, ala zc lo que se hace. Por esto, para acceder a la construccién so- cial del territorio que constantemente reali zan los habitantes locales, una posibilidad es hacerlo mediante los modos de vida, ya que este concepto hace emerger la vida préctica, el hacer de las personas ¥, a su ver, las accio- nes trasucen significados. 2. Las modos de vida periferices Cuando se intenta esclarecer el concepto de ‘modo de vida, de inmediato surge la dificul- tad, ya que como muchas otras expresiones que forman parte de las sociologias de la vida cotidiana, a veces es empleado como con- cepto de sentido comtin, mientras que en otras ocasiones es objeto de teorizacién, Ademés, aun encontramos que al usarlo como concepto especializado, en algunas aproximaciones no se especifica su conte do, en otros casos s6lo se lo coneeprualiza parcialmente y, por iiltimo, encontramos autores que han generado propuestas con- ceptuales Para esbozar una primera delimitacién de este campo teérico resultan de utiidad las reflexiones de Curie et al. (1986:314). Se- {gin estos autores ef modo de vida siempre LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL TERRITORIO ¥ LOS MODOS DE VIDA EN LA PERIFERIA METROPOLTANA, * Berard Pa ba de provi tad de Sendo mundane sentido raider ps (Pde, 1996-120, * uri Alb (1905:10-482 ice revi od de ide ir tao pensions marci oman noi oma ue sel nad de ide lst * Neco ema blade de ‘somes parcial de ro dana seas con el ei de ‘rama dea vide sina, Ged se relaciona con hogates, con procesos di micos referidos a los hogares y con sus espa- cios-tiempos. Aunque estas ideas no alean- zan a constituir una conceptualizacién acabada, tienen la virtud de delimitar algu- ras “piczas” que configuran el concepto de modo de vida Una revisién répida de lo teorizado sobre el modo de vida muestra dos lineas pioneras de aproximacién al concepto y también al- gunos esfuerzos contemporéneos més focalizados, Dentro de las lineas pioneras esti Ia que surge en los inicios de la sociologia urbana, de herencia simmeliana, y otra que se alimenta de aportes procedentes del pen- samiento marxista. En ambos casos, mis que ‘conceptualizaciones preciss, se trata de los primeros esfuerzos por teorizar nuestro con- cepto a través del andlisis de alguno de sus rasgos. Asi a sociologia urbana de Chicago de los afios veinte trabajé particularmente sobre el modo de vida “urbano”, destacan- do como uno de sus rasgos més fuertes, el individualismo visto en sus distintas expre- siones y particularmente, a través de la dis- tancia socal y afectiva. Por su parte, el otto acercamiento pionero al tema, el marxista, enfatiz6 otro rasgo de Jos modos de vida: El carécter conservador, Jo inmévil, lo establey lo dificil de cambiar’ Dentro de las perspectivas marxstas, uno de Jos esfterzos més acabados es el de Agnes Heller, para quien “En el Ambito de una de- terminada fase de la vida, el conjunto (...) de las actividades cotidianas esté caracteri~ ado (...) por la continuidad absouta, es de- cin, tiene lugar precisamente ‘cada dia’. ste constituye ef fundamento respectivo del modo de vida de los particulares” (Heller, 1977). Como toda la vision de Heller sobre 1a cotidianeidad, e! modo de vida aparece dominado por lo repetitive. Lo repetitivo de la cotidianeidad parece asemejarse a lo repetitivo del trabajo industrial. Para Heller el modo de vida es un conjunto de practicas cotidianas, antes que pricticas en si mismas Y¥ aisladas, En las versiones marxistas més dogmaticas, ese conjunto de pricticascorres- ponde sélo a actividades econémicas, Mas all de la limitaci6n que supone reducir las ppracticas cotidianas a lo econémico es escla- recedor el énfasis en la red de actividades* y cen el caricter conservador, como caracters tico de los modos de vida Las aproximaciones mas recientes se ubican cn las sociologias de la vida cotidiana; entre ells es posible distinguir una primera pers ppectiva, en la cual el modo de vida expresa los aspectos fenoménicos de cuestiones cognoscitivas (como representaciones, imi- genes y categorias utilizadas por los indivi- duos), cuestiones normativas (como valores, «tins, esperanzas y deseos) y problemas pric- ticos de los individuos, que reflejan las dis- tintas posiciones en la sociedad. Por ejem- plo, para Caroux (1975), los modos de vida dlesignan las pricticas cotidianas de un gru- po social, en sus dimensiones subjetivas y objetivas, cuyos determinantes se sittian a ‘otros niveles Dentro de este conjunto de enfoques més 0 menos recientes encontramos tna segunda conceptualizacidn, més precisa que la ante- rior, para la cual lo relevante no es la realiza- «id de una cierta préctia social o la presen- cia de una representacién social particular, “Aucts Linpow sino la red organizada en la que se integran las distintas pricticas y representaciones so- ciales. En este caso, el modo de vida toma el carécter de una estructura que integra pric- ticas y representaciones. Por itimo, tenemos una conceptualizacién para la cual el modo de vida seria una eseruc- turacién, y no sdlo una estructura (Pitrou, 1972 y Benoit-Guilbot). El modo de vida dda cuenta de los procesos productores de la estructura, ¢s decir, es la red organizada de pricticas y representaciones, asi como sus determinantes. El modo de vida viene a cons- tituir un conjunto de procesos con los cua~ les los individuos organizan sus respuesta ante las condiciones de vida. Por ello, el modo de vida expresa una situacién relati- vamente estable, ya que no sélo es la expre~ sin fenoménica, sino tambign lo que la pro- duce. En el modo de vida entran en juego précticas acmuales y también representacio- ines y creencias heredadlas del pasado, como proyectos y estrategias elaboradas para su- perar las condiciones de vida actuales; es decir, précticas y proyectos orientados hacia el faruro, De esta forma, el modo de vida se constituye en el eruce de fos procesos histé- ricos con la vida cotidiana de los sujetos. En esta titima perspectiva desarrollada desde la sociologia, es importante el trabajo de Sal vador Juan. Su visiGn del modo de vida tam- bign regresa sobre los conjuntos o sistemas de pricticas cotidianas, aunque introduce la cexpecificidad de que son pricticasfosilizadas’ EI modi de vida corresponde a “sistemas de pricticas cotidianas que aparecen como re- {gularidades sociales por ser proxtucto de pro- «esos de institucionalizacién de las innova- ciones culturales” (Juan, 1991:23-24). Re- sulta especifico de esta concepmalizacién el caricter fosilizado de las précticas, que viene 2 aproximarse alo conservador e inmévil de los planteamientos marxistas més dogméti- os, aunque esta idea es més compleja que lo conservador. Lo fosilizado es una expresién metafrica de lo instituido socialmente. De estas tres concepciones recientes, a pri- ‘mera que comentamos da cuenta de los com- pponentes que integran el modo de vida, las pricticas y las cuestiones cognoscitivas y ‘normiativas que permiten conformar los sen- tidos de las précticas. La segunda concep- in va un paso més adelante a presentar las pricticas y representaciones articuladas en tuna red o una estructura, En tanto que la tercera insiste en el cruce de la cotidianicad con la historicidad. La integracién de estos “ltimos enfoques permite concebir el modo de vida como un conjunto de pricticas y re presentaciones artculadas en tna red, con- siderando que dicha red se constituye frente «las condiciones de vida que resultan de los distincos procesos historicos que cruzan la fda de fos individuos. La reconstruccién de esas redes de précticas y representaciones puede ser un recurso metodolégico para hacer emerger la subjetividad territorial, ya gue ésta se halla fntimamente asociada con el hacer cotiiano. 3. Los modas de vida perifericos ala lus dde ta construccién social del tervitorio periferico Tal como ya lo sefialamos, nuestro objetivo ¢ pensar la construccién social del territo- LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL. TERRITORO ¥ LOS MODOS DE. VIDA EN LA FERIPERIA METROPOLITANA, "Blain ‘ondin de ende opi fondant on sna ial shepard wa oma ‘vey sie a veld, ov cin rot finan seg re ea uc ay apo epee ‘Atnpus ct ar rors propia ga. rio y los modas de vida en el easo espectico de las periferias y suburbios de las grandes ‘iudades, y particularmente de la Ciudad de ‘México. Ahora bien, esas periterias y subur- bios pueden responder a situaciones de dis- tinto tipo. Por ejemplo, esté el caso de los antiguos poblados que han sido mis o me- nos cereanos a una ciudad y en un momento son alcanzados por la expansion metropoli- tana, pasando asi a integrar su periferia. La construccién social de este tertitorio y los 'modos de vida que en él se desarrollan pue- den ser notoriamente diferentes a Jos casos «en los cuales la periferia se constiuye sobre antiguas tierras rurales que por una amplia gama de procesos especulativos de los mer- cados de suelo, quedan “vactas” esperando ue la expansidn metropolitana la alcance. Entre ambos casos hay importantes diferen- cias, sobre todo por la condicién de zona ddespoblada (o semidespoblada) que se da en tun momento dado en el segundo tipo, mien- ‘tras que el primero se acerea mis al de una ‘cultura tradicional sobre la cual van ingre- sando y entremezclindlose lentamente otras Las periferias que han pasado por el despoblamiento y nuevo poblamiento son las que concentran nuestra atencién, por set de este tipo el caso estudiados asi, muestras reflexiones s6lo se refieren a estos territo- tios, considerando ademas la componente adicional de que ese nuevo poblamiento del lugar fue realizado por pobladores de muy cescasos recursos. Esta condicién es impor- tante, ya que no debe ser asimilado a los su- bburbios apropiados por clases medias, que construyen el territorio bajo otras légicas. En las periferias metropolitanas pobres que hhan pasado por este proceso de despobla- ‘iento y nuevo poblamiento urbano, ambos fenémenos también implican un vaciamien- to de significados y la posterior convergen- cia de una multiplicidad de subjetividades (procedentes de diferentes culturas y luga- res), que a pesar de su heterogeneidad ini- ciaron nuevos procesos intersubjetivos de ‘entrelazamiento de ideas a partir de las interacciones cotidianas entre vecinos antes desconocidos, Estos procesos de entrela- zamiento de ideas se desencadenan cuando Alistintos sujetos convergen en un Iugar, que «en principio es significado como el tinico te- rritorio en el cual es posible concretar la meta de rener “una vivienda propia”, Esto mucs- ‘tra la importancia que toma la interaccién vecinal en ese proceso de construccién social cde una subjetividad territorial, incluso cuan- do las interacciones sean superticiales 0 con: fictivas. En este tipo de periferias metropolitanas, y en el caso estudiado en particular, la subjes- vidad social sobre el territorio vivido muy frecuentemente se construye en torno a los contenidos que toman la relacién “anclaje/ ‘movilidad” y el sentido de la “pertenencia/ falta de pertenencia”. La consideracién de estos ejes de manera bipolar, antes que ha- cerlo en términos de eada uno de los polos de estos binomios, los inscribe en la logica del movimiento, ¢s decir, los concebimos en un espectro alo largo del cual ambos ejes se pueden desplazar. Asi, partimos de la idea de que tanto el anclaje como la pertenencia se pueden mover desde la condicién de muy ALICIA Lixo fuerte anclajeo pertenencia, hasta su ausen- cia, pasando por muchas y muy diversas si- ‘uaciones intermedia. La relacién anclaje/moviidad habla de lof jados a un territorio que estin los sujetos, © bien del movimiento que despliegan coridia- namente en el territorio. Para comprender 1 anclaje y la movilidad cotidiana son im- pportantes los desplazamientos entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo, por la centralidad que tiene el trabajo entre ls sec- tores populares en tanto proveedor de re- ccursos para la subsistencia. Por su parte, el sentido de la pertenencia expresa la apropia~ cin que los sujetos hacen de su territorio. La pertenencia se refiere a la posibilidad de identificar un territorio y sentirse parte de él 4% por lo tanto, tambien se relaciona con la identificacién del sujeto con su territori. Asi, el terrtorio apropiado, al cual se per rece, puede ser una fuente para la construc- cin de identidades, En nuestra investiga~ cidn, el anclae y la pertenencia han sido los dos nodos con los cuales penetramos en la subjetividad territorial ‘Nuestro trabajo empirico citado nos ha lle- vvado observar la pertinencia de distinguir dos escalas analiticas tanto para estudiar el an- claje/movilidad, como para abordar la per- tenencia/falta de pertenencia: El espacio de [a vivienda o del hogar y el espacio barral. Esta diferenciacién es una forma de sefialar que un sujeto 0 grupo social puede recono- cer tna fuerte pertenencia respecto al espa~ cio residencialy, sin embargo, es posible que esto no se extienda al barrio, sino que éste sea rechazado, De igual forma, es posible LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL TERRITORIO Y 108 MODOS DE VIDA EN 1A PERIFERIA, hallar la situaci6n opuesta: Fuerte pertenen- cia respecto al barrio y muy escasa con rela cién al espacio resdencial En términos metodol6gicos, una forma de aproximaci6n ala pertenencia, 0a su ausen- cia, esa través de las narraciones con las que los sujetos describen estos territorios. Sin embargo, si ademas de aprehender esa pro- vincia limiada de sentido que es la subjet Vidad territorial, también buscamos com- prender cémo se llegan a eonstrui, no sélo la pertenencia (o su ausencia) sino también ef anclaje, un recurso muy fecundo es la re- construccién de los modos de vida, ya que ellos muestran redes de pricticas cotidianas asociadas a sentido, teritorales y no terri- toriales. En otras palabras, os modos de vida 1no sélo permiten comprender si el sujeto sieate que pertenece 0 no a su territoria, © detectar cuindo los sujetos estén anclados a un tertitorio; sino también reconsteuir un uuniverso de sentido mis amplio dentro del cual Ia pertenencia y el anclaje se aticulan con otros significados y con précticas espe- cificas Ubicados asi en el campo de los modos de vida y con el fin de aprehender la subjetivi dad territorial, nuestra investigacién sobre el caso antes citado nos condujo a estudiar tees dmbitos especificos de ki cotidianidad, por la relevancia que adquieren en la cons” truccién de los signficados del teritorio: el Ambito del trabajo, el familiar y el vecinal Por su naturaleza, igual podeian ser los den bitos fuertes de los modos de vida de mu- chas otras periferias de este tipo, Estos son Ambitos en los cuales los sujetos desarrollan ETROPOLITANA Bx nue inesigacin ‘ection do mas de ds, nrc msildad terme oidiana, Uno de loc ‘eroencin a pac reentry sire eo peroenciaat pcarsey re pore brs indi, 1999) ° Sere de avidads sume eliza 0 Tid ante end expend is eplecmiot pak sprints de omer ue noon ra. distintas formas de encuentro con el otro, diferentes formas de socialidad. Asimismo, las practicas que se realizan en ellos tienen espacialidades especificas, a veces concentra- clas en un lugar, otras dispersas en muchos ‘spacios. Esas socialidades, al igual que sus cspacialidades, contribuyen a la construccién de la subjetividad territorial, El fuerte peso que encontramos en estos tres mbitos de la cotidianidad esté asociado con el perfil del territorio periférico estudiado: Al tratarse de pobladores de escasos recur- 0s, resulta dificil halla cotidianidades des- plegadas en otros Ambitos de la vida. El tra- bajo y la familia siguen siendo lo que estructura la cotidianidad, y el vecindario cobra importancia por la proximidad fisica ineludlible. Uno de los modos de vida hallados y que nos interesa destacar en esta ocasién porque se aleja de lo esperadot, fie aquel en el cual Jos habitantes locales estin inmersos en una fuerte sedentarizacién, resultante de la foca- lizacién del trabajo dentro de la vivienda? La actividad comercial -para estos sujeros, st trabajo casi siempre es desarrollada por el grupo familia, y no por un solo miembro dl grupo, Este modo de vida resulta articu- ladon torno a una unidad indisociable cons- tituida por el trabajo y la vivienda, siendo ‘sta tiltima la expresin material del hogar. El carfcter de unidad indisociable deriva de las practicas cotidianas que asocian el traba- jo y la familia, Por ejemplo, se trabaja en fa- ila, se reside en el lugar de trabajo, y en «ste tkimo no sélo se trabaja sino también se realizan tareas domésticas y de atencidn de Jos hijos, incluso el lugar de trabajo Uega a ‘operaren instantes, como el tiempo libre com- partido por el grupo familiar, por una parte de Al Asimismo, result6 notorio el significa. do atribuido a esa unidad indisociable: re- presenta el logro familiar, es decir, la vivien- dajtrabajo simboliza lo que ha logeado el ‘grupo a To largo de una biografla familiar Asi se ha conformado tun modo de vida cu- ‘yas prdcticas se concentran espacialmente en la vivienda/trabajo, la movilidad territorial cotidiana es escasa, ya que no hay que des- plazarse para trabajar!”, es muy fuerte el anclaje en ese microterritorio, las interac- ciones sociales se desarrollan en gran parte dentro del contexto familiar, es decir, hay una constante copresencia entre los miembros del grupo familiar y tambin cierta solidarida- les internas al grupo, todas ellas destinadas a mantener el logro: el comercio en la vi- vienda, Este modo de vida se estructura en ‘tomo a una dimensién espacial no espera da, como es la sedentarizacién fuerte o la ‘muy escasa movilidad cotidiana en el terri- torio, Esto no resulta lo esperado si se con- sidera que durante mucho tiempo se ha pen- sado que los habitantes de las periferias ‘metropolitanas necesariamente realizan gran- des desplazamientos diavios por trabajo, de donde deriva la conocida expresién de “pe- riferias dormitorio”. Este modo de vida no pretende negar el concepto de periferia dor- ‘itorio, pero muestra que no puede ser ge- neralizado a cualquier suburbio 0 periferia habitada por sectores populares. En este modo de vida aun aparecié otra di- ‘mensién no esperada: la socialidad con el vecindario. En el Ambito vecinal el hallazgo fue el predominio de la distancia social, es ‘Auteia Lixo. decir, los intercambios con el vecindario son muy escasos y superficiales. El grupo fami- liar subsiste por la actividad comercial pres- tada al entorno vecinal, aunque esto sélo genera un minimo de interacciones, las mas necesarias por la naturaleza misma del acto comercial, El vecindario es identficado como “los otros diferentes”, lo que dificulta la interaccién mas allé de lo estrictamente ne~ cesario. A ello se suma la concepcién de que ef mantenimiento del logro familiar exige gue el grupo realice un esferzo de concen tracidn en el trabajo y en la cotidianidad de! grupo familiar, vitando todas las formas de soxialidad externas al hogar. Se trata de mo- ddos de vida replegados hacia el interior del hogar. Muy relacionado con lo anterior, «emerge el significado que cobra el territorio barriak: un territorio rechazado al que no se pertenece y en el cual se pemmanece sélo ante |a imposibilidad de sostener el logro fami- liar en otro haga. Frente a los discursos urbanos ampliamente difundidos que muestran a las periferias rmetropolitanas pobres como los tertitorios de la solidaridad vecinal, de las redes socia- les cerradas, de los intercambios vecinales muy estrechos, estos hallazgos muestran un modio de vida en el cual, ante la imposibili- dlad de aumentar la distancia fisica, al vecino se le impone la distancia social, se desarro- llan estrategias para evitar los intercambios vecinales. Esto no niega ef desarrollo simul rinco de otros modos de vida mis solida- trios entre vecinos en la misma periferia, am- bign los hallamos; més bien muestra la hheterogeneidad que aloja un terrtorio peri- férico que en apariencia parece homogéneo. En sintesis, en este modo de vida la subjeti- Vidad territorial se construye con estos dos componentes centrales: la pertenencia es fuerte pero sélo con reypecto a la vivienday comercio, mientras que respecto al barrio se observan la fata de pertenencia y el rechazo. EL habitante local no se reconoce en el terri- torio barrial, no se siente unido a él més que por necesidad. Esto viene acompafiado de ‘una minima movilidad territorial cotidiana yun muy fuerte anclaje en la vivienda/co- rmercio, es deci, el anclaje se daen el rerrito- io apropiado. ‘Asi, la reconstruccién de la subjetividad te- rritorial a partir de los modos de vida per- mite detectar que algunos habitantes locales ‘estén anclados o fjados a un microterritorio

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