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• Este trabajo viene a sustituir al Que realmente fuera presentado como ponencia
en el Seminario celebrado con ocasión del bicentenario de la segunda Crltica. Ello se
debe a que aquel estudio. titulado «La presencia de la C,Üico de lo rozón práctico en
las Lecciones de Etiea de Kant», resultó galardonado con el «Premio Agora» para tra·
bajos de investigación sobre la Crflica de lo rozón práctico. teniendo por lo tanto que
ser publicado en la revista patrocinadora de dicho concurso. Además. parte de los re·
sultados obtenidos en esa investigación fueron asimismo rentabilizados por el prólogo
a nuestra edición castellana de las Lecciones de ENea de Kant (Critica, Barcelona, 1988),
cuyo titulo es «La cara oculta del formalismo ético». Es evidente, pues, que en estas
circunstancias no procedía su inclusión en estas Actas, a pesar de haber sido redactado
en un principio para ellas. Por otra parte, la idea básica sustentada por el presenle artí·
culo se: fue gestando en los coloquios del Seminario que da lugar a este volumen colee·
tivo.
I Cfr. «La Filosofía kantiana de la Historia. ¿Otra versión de la teología moral?»,
Revisla de Filosofía. 8 (198l). pp. 21-40.
2 Nos referimos, además de al trabajo recién citado, a «El "utopismo ucr6nico"
de la reflexión kantiana sobre la historia», estudio introductorio a nuestra edición de
1. Kant, Ideas pora una hisloria universal en clave eosmopolilo y olros eserilos sobre
filosoJfa de la hisloria. Tecnos, Madrid, 1987, pp. IX·XLlV. así como a «La Filosofía
de la Historia en Kant: una encrucijada de su pensamiento moral y político», anículo
publicado en VV.AA., Eticidady Esladoen el Iclealismoalemdn, Natan, Valencia, 1981,
pp. l-l1.
LA FILOSOFfA KANTIANA DE LA HISTORIA 235
] Cfr. Idee.... Ak., VIII, 22. Piidagogik. Ak., IX, 448 Y Moralphilosopllie ColJins.
Ak., XXVII.I. 468.
4 err. Idee.... Ak., VIII, 21. En el contexto de su polémica con Herder, Kant es-
cribirá: «El autor cree Que si los afortunados habitantes de Tahiti. destinados al pare-
cer a vivir durante milenios en su pacífica indolencia, no hubieran sido visitados nunca
por naciones civilizadas. se podría dar una respuesta satisfactoria a la pregunta de por
qué existen; ¿acaso no hubiese sido igual de bueno que esta isla fuese ocupada con in-
felices ovejas y carneros, que poblada por hombres dichosos entregados únicamente
al deleite'?» (Recensionen \Ion J. G. Herders.... Ak., VlIl, 65).
s et. .. el hombre tomó conciencia de un privilegio que concedía a su nalUraleza da.
minio sobre 105 animales, a los que ya no consideró como companeros en la creación,
sino como medios e instrumentos para la consecución de sus propósitos arbitrarios»
(Mulhmo(3licher Anfang... , Ak., VIII, 113).
6 En efecto, únicamente gracias al antagonismo es como eevan desarrollándose poco
a poco todos los talentos, asf va formándose el gusto e incluso, mediante una continua
ilustración, comienza a constituirse una manera de pensar que, andando elliempo, puede
transformar la tosca disposición natural hacia el discernimiento ético en principios prác·
ticos dc1erminados y, finalmente, trasformar un consenso social urgido patológicamenfe
en un ámbito moro/)I (Idet, Ak., VIII, 21).
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I. EL GUIONISTA Y SU PSEUDONIMO
gración de su ESlado, ya que eran ellos mismos los causantes de tal destino. En su con-
dición de líderes del pueblo habían agobiado a su constilUción con tantas cargas ecle-
siásticas y sus corolarios civiles. que su Estado se volvió completamente incapaz de sub-
sistir por si mismo y, por descontado. de resistir a los pueblos vecinos; de ahí Que las
lamentaciones de sus sacerdotes habían de extinguirse estérilmente en el aire modo
más natural. dado que su pe:ninaz obstinación en la perseverancia de una constilución
elaborada por ellos mismos. y a todas luces insostenible, les permitía pronosticar ese
desenlace con absoluta infaJibilidad. Nuestros pollticos exactamente lo mismo
en su esfera de innuencia, siendo igualmente afonunado5 en sus presagios... También
el clero vaticina de en cuando la ruina total de su religión, hace justamen·
le cuanto está en su mano para que así ocurra, quejándose luego de la irreligiosidad
que ellos mismos han provocado y Que, por lo tanto, podían predecir sin contar con
ningún don profético en especial>. (cfr. ibid.).
11 efr. FrilZ Medicus, «Kants Philosophie der Geschichte)), Kom·Studien. 7 (1902),
p. 182.
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238 KANT DESPUÉS DE KANT
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ral que, «si bien es verdad que, como cualquier otro afecto, resulta
reprobable de alguna manera y no puede ser asumido sin paliati-
vos» lO, sirve de criterio al filósofo de la historia para comprobar que
el derecho de la humanidad, el ideal de justicia en su sentido más am-
plio, acaba imponiéndose de un modo inexorable.
Gracias a este «sentimiento moral» que configura el entusiasmo,
el filósofo kantiano de la historia puede asentarse en el sitial reserva-
do tradicionalmente a la Providencia.
Ahora bien, como ya hemos sostenido en algún otro lugar ", es-
ta Providencia se nos antoja mucho más emparentada con el omní-
modo e impersonal faclum estoico, que con el Dios del cristianismo.
La mise en scene llevada a cabo por el Kant filósofo de la historia
no sabe prescindir del anrezzo proporcionado por la cosmovisión es-
toica.
En sus escritos politicos más relevantes Kant no dudará en invo-
car el célebre adagio de Séneca falO volenlem ducunl, nolen/em Ira-
hunl 21 , con el ánimo de concederle plena vigencia en la esfera de la
politica, cuando menos en lo que atañe a los «dioses de la Tierra» 21,
quienes quedarían de esta forma sometidos al imperio de la justicia,
cuyo triunfo definitivo viene asegurado al reclutarse para su causa a
sus dos acérrimos enemigos: el antagonismo y la guerra". «La Jus-
ticia -escribió el autor de la Metafísica de las costumbres-, como
el fatum (Destino) de los antiguos poetas filosóficos, se halla por en-
cima de Júpiter y expresa el Derecho conforme a una férrea e inexo-
rable necesidad»". Es evidente que si este implacable Destino se ha-
lla por encima del mismísimo Zeus, no puede por menos que seño-
rear también sobre los «diosecillos del Olimpo político», vendría a
argüir Kant.
I lica,' efr. «La filosofía de la historia en Kant: una encrucijada de su pensamiento mo-
ral y político» (artículo resenado en la nota 2), pp. 7 ss.
u No olvidemos que éstas son las dos caras (ontogenélica y filogenética, por
I cirio así) de ese dios jánico que representa la insociable sociabilidad, forjadora del anc
y de la cultura, asC como, en ultimo término, de la moralidad.
25 Me/. d. Ak., VI, 489.
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LA FILOSOFíA KA TIA A DE LA HISTORIA 241
• • •
Ahora podemos revisar criticamente aquella tesis defendida por
Medicus, en virtud de la cual Kant habría salvado el sentido de la his-
toria pagando un alto precio, cual era renunciar a la libertad humana
en el devenir histórico, donde los hombres oficiadan como maríone-
tas ante la Providencia. Debe hacerse notar que el propio Kant se de-
fiende expresamente de esa acusación en una de sus reflexiones. «El
curso del mundo -alega en forma de aforismo- es una disposición
de la Naturaleza, mas no un teatro de marionetas, puesto que no se
rige por decretos, sino por leyes» ".
Quisiéramos cerrar estas líneas haciendo un par de apostillas a es-
te lapidario texto. En primer lugar, recordaremos que bajo eltérmi-
no «Naturaleza» se esconde la identidad del verdadero guionista, del
auténtico sujeto moral de la filosofia kantiana de la historia, que no
es otro sino el propio filósofo de la historia, más conocido como 1m-
manuel Kant. Este, por otra parte, se limitaría a hacer las veces de
mero amanuense de la razón pura práctica en su vertiente elpidológi-
ca 29, transcribiendo puntualmente sus dictados.
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242 KANT DE KANT
J) Dado que: la vo'untad divina no puede contravenir los dictados de la ley moral,
tal y como demues'rall pasajes como ésle: cc ... el hombre (y con él lodo ser racional)
es fin en sí mismo. es llecir, no puede ser utilizado s610 como medio por alguien (ni
aun por Oios)... )J (K.p. V., Ak., V, 131; el subrayado del paréntesis es nuestro).