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Tratamiento de la mujer en la edad media

Las ideas sobre ​la mujer en la Edad Media​ fueron fomentadas por
sacerdotes y por personas con poderes económicos que veían a la
mujer como decoración. Estas clases establecerían un marco legal para
la mujer, dando concepto al matrimonio, ya que eran favorables a la
idea de colocar a la mujer junto al hombre. El concepto de matrimonio y
la legalidad que se da a la mujer no consideraban a la mujer como un
individuo completo, la mujer era catalogada por su sexo y por lo tanto
inferior al varón.

A pesar de esta visión fue imposible ​silenciar a todas las mujeres,


algunas de ellas pertenecientes a clases medias urbanas, se hicieron
notar a partir del ​siglo XII​. En la ​Ley de los Burgos​ se tenía en cuenta
la actividad de las mujeres casadas en el comercio, las denominadas
femmes soles,​ ​mujeres con negocios propios que además de ayudar a
sus maridos, mejoraban su estatus.

En el​ mundo medieval​, las clases trabajadoras silenciadas, tenían una


visión diferente de la mujer, el hombre del campo acostumbraba a ver a
mujeres trabajando en talleres y en las tierras, una realidad
contrapuesta a lo que se predicaba en las misas a las que éstos asistían
donde La Iglesia consideraba a la mujer como un mal para el hombre ya
que en el paraíso había sólo presencia de dos hombres y una mujer, y
que esta mujer, Eva, no descansó hasta conseguir que ​Adán​ fuera
expulsado del ​Edén​.

Estas concepciones de la mujer pasan a formar parte de la mentalidad


cotidiana de la época. Con respecto a ​la educación femenina​,
podríamos dividirla en tres, las mujeres dedicadas a la vida religiosa, por
otro lado mujeres de la aristocracia y por el último la mujer perteneciente
al pueblo llano. Cada grupo recibía un tipo de educación diferenciada, la
aristócrata era educada en grandes señoríos; la mujer religiosa en
colegios conventuales y, por último, la mujer llana, cuya educación era
poca, se llevaba a cabo en escuelas elementales, las cuales se
encontraban en la ciudad o algunas en el campo. En la Edad Media la
alfabetización era escasa en el hombre, y aún más en la mujer. La
educación se refería sobre todo a asimilar bueno modales, religión y
labores de hogar; en el ámbito intelectual poco aprendían. La mujer
cortesana debería prepararse para un buen posicionamiento en la
sociedad; estaba mal visto que supieran leer o escribir, a no ser que
fueran ​monjas​.

En el mundo campesino, la incorporación de la mujer al mundo laboral


se debió, a la necesidad de aumentar su nivel; en caso de ser casada,
para ayudar al marido, si era soltera, para ganarse la vida.
Normalmente eran mujeres casadas, que se dedicaban a ayudar a sus
maridos en sus oficios, incluso para heredar el negocio del esposo. No
debemos, creer que no existieran mujeres, que hicieran actividades
diferentes a las del marido, siendo desde jornaleras hasta tenderas, hay
que dejar a un lado la tradicional concepción de que la mujer en la Edad
Media tan sólo se dedicaba a la tarea doméstica. Incluso muchas
mujeres tras casarse continuaban en el mismo oficio que de soltera,
siendo a veces diferente al del esposo.​ ​En el mundo campesino
podemos dejar claro que la mujer, menos el arado, podía realizar
cualquier trabajo, a la vez que las tareas doméstics. En casi todos los
señoríos podemos encontrar a mujeres trabajando, de tal forma que
también se encargaban del trabajo de la casa, desde cuidar el hogar,
criar a sus hijos, y hasta crear ​vestimentas para la familia​. También en
las residencias de los señores habían mujeres sirvientas, dedicadas
servicio del señor. ​No es extraño encontrar a mujeres propietarias de
tierras, no sólo por viudedad, si no por pertenencia propia anterior al
matrimonio. La mujer era desde jornalera, hasta, segadora, lechera,
plantadora y otros oficios que pudieren llevarse a cabo en el mundo
campesino.

Ejemplo: Arcipreste de Hita

La mujer viene a ser una presa, que el amante tiene que atrapar.
Cuando no lo consigue, como sucede casi siempre, descarga en ella su
frustración. Pero hay también mujeres que le conmueven y por las que
siente especial ternura, cómo doña Endrina con la que cruza requiebros
de casamiento. Dando a entender aquí que la mujer para él es como un
logro, un objeto y cuando no lo consigue se desata su ira pensando solo
en sí mismo sin tener en ningún momento a la mujer en cuenta.

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