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Alfredo Moffatt

TERAPIA DE CRISIS
La emergencia psicológica

PARA QUÉ ESTE LIBRO

Este libro continúa con el pensamiento y las experiencias de trabajo que se describen en mis libros anteriores. Con
Estrategias para sobrevivir en Buenos Aires (1967) buscaba un nuevo enfoque para una sociología nacional. En 1974
escribo Psicoterapia del Oprimido, que es el relato de una experiencia de lucha en psiquiatría comunitaria. Luego viene
Terapia de Crisis, Teoría temporal del Psiquismo (1982), que es un libro que inaugura un nuevo paradigma en psicoterapia
desde una filosofía existencial, y mi último libro, En Caso de Angustia Rompa la Tapa (2004) es un libro con reflexiones más
filosóficas.

Este libro es el resultado de una concepción de enfermedad y terapia que viene de la práctica clínica y socioterapéutica de
más de cuarenta años de trabajar con situaciones de crisis, en grupos de riesgo y con los sectores más lastimados de
nuestra sociedad, y de un modelo que, a través de la sucesión teoría-praxis-teoría, ha ido creando las técnicas terapéuticas
para los nuevos problemas que surgen de las grave crisis social actual.

Puede leerse ordenadamente del principio al fin, o por temas, eligiendo inicialmente los que más le interesen o necesite el
operador para su tarea reparatoria. Sin embargo, todos los temas están relacionados entre sí, y el conjunto permite el
análisis, la comprensión y el aprendizaje de las técnicas de reparación en este momento de crisis social que atravesamos.

Hace cuarenta años yo era un psicólogo absurdo, porque me había especializado en locura y pobreza, y ahora que el país
se volvió loco y pobre se me vino encima, pero no me sepultó, seguiré peleando, y me siento más útil que antes.
Mis 74 años me dan una perspectiva de vida que me permite comprender mejor esta aventura del existir (el psicólogo, como
el diablo, sabe más por viejo que por psicólogo...)

La red de experiencias que hemos fundado todavía sigue viva: El Bancadero cumple veinticinco años en estos días, la
Cooperanza en el Borda (donde Alfredo Olivera creó La Colifata) veintiún años, Las Oyitas en Matanza seis años, nuestra
Escuela de operadores, dieciocho años, y hemos organizado muchísimas jornadas y cursos, formando operadores de crisis
en todo el país y latinoamérica.

Este libro sintetiza la experiencia compartida con muchísima gente que peleó bravamente para disminuír el dolor psicológico
en grupos de riesgo en hospicios, villas, en catástrofes y también en las situaciones de crisis psicológica por las que
atravesamos en nuestra vida cotidiana.

Y también a los que continuaron mis enseñanzas e hicieron nuevas experiencias: Carlos Sica con el E.P.S., Lea Furman en
la Cooperanza, Teresa Rodas con la Casa de Teresa, Ada Alvarez en las Oyitas, Nomi Lerner en el programa de Radio
Nacional. Y los compañeros de ruta en toda esta pelea por la humanización de la psicoterapia y la psiquiatría, que me
ayudaron a pensar la Terapia de Crisis: Angel Fiasché, Fernando Ulloa, Wilbur Grimson, Tato Pavlovsky, Claudia Bologna,
Raúl Camino, Mirtha Viamonte, Carlos Campello, Laura Jitrik, Marisa Wagner… y muchos otros.

Las personas con las que pude crear la Peña Carlos Gardel, el equipo del Bancadero, la Cooperanza y Las Oyitas, Rodolfo
Livingston, Fabio Lacolla, Mercedes Volpellier, Diego Nacarada, etc. y los equipos de nuestras escuelas.

Finalmente recordar a los que ya no están: Víctor Palmieri, Carlos Campello, Ahúva Smolowik, Ida Galer, Liliana Beraldo,
Ernesto Warnes, Alberto Casal.

Solo resta agradecer a quien me ayudó a sintetizar y dar forma de libro a la enorme cantidad de material proveniente de las
experiencias clínicas y de campo, la psicóloga social Claudia Lidovsky.

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Este libro y las comunidades autogestivas de Oyitas, Cromañon y otras, no hubieran sido posibles sin el aliento y el apoyo de
mi amigo Felipe Solá.
INTRODUCCIÓN

La Terapia de Crisis está basada en la filosofía existencial, que percibe al hombre como un proyecto, un ser arrojado a su
futuro que lo espera y que toda su historia da sentido a esta organización prospectiva.

Las crisis psicológicas ocurren ante transformaciones inesperadas, el yo no se percibe a si mismo en ese presente y se
detiene el tiempo subjetivo.

El proyecto vital es una configuración desde un vínculo, que contiene una contradicción, que genera un conflicto, y los
avatares de ese conflicto generan una historia. El Da Sein (ser ahí) de la filosofía existencial es un Mit Da Sein (ser ahí con)
es decir, un proyecto con otro. En los momentos de discontinuidad de esa aventura del existir, el yo queda solo y paralizado,
si pierde a ese otro, se pierde a si mismo. La mirada del otro es lo que me define, yo existo en ese transcurrir, si desaparece
el conflicto, se detiene la vida y desaparece el sujeto.

Estas terapias contienen a la persona en las crisis y también pueden dar técnicas operativas para despersonalizaciones
graves, como el brote psicótico, donde la historia del sujeto queda dispersa en una realidad ilegible, el yo se fragmenta y el
sentido de su existencia se disgrega.

La hipótesis básica de esta manera de pensar el psiquismo partió de la observación de una larga conquista del
hombre, que adquirió la capacidad de construir secuencias, es decir, poder imaginarse dentro de una sucesión
imaginaria de presentes, que le sostienen ese presente implacable en donde siempre se encuentra, y que constituye
en cada instante un salto entre lo que fue y lo que será.

La capacidad de anticipar, de imaginar lo futuro, le permitió al hombre separarse definitivamente de los animales,
pues estos siguieron encerrados en su presente inmediato, una percepción sin historia.

En el mundo de hoy, que está esquizofrenizado por la represión del futuro (no por la represión de la sexualidad) el problema
está centrado en el sentido de la existencia, pero no en el sentido filosófico, sino en el sentido singular de cada vida: “Soy lo
que me sucedió y también lo que quiero hacer con lo que me sucedió”.

LAS TRES APERTURAS


Un nuevo paradigma

Con las tres aperturas proponemos pensar la terapia desde un paradigma distinto, opuesto al actual, es un planteo
ideológico que se opone a la propuesta del sistema, un esquema conceptual que da lugar a un nuevo enfoque en la
operatoria.
El planteo del sistema imperante tiene que ver con lo individual, sólo desde la palabra y únicamente dirigido hacia el pasado;
nosotros proponemos como aperturas, primero, lo grupal, luego la acción e incluir el cuerpo, y por último, el futuro y la
transformación.

El sistema propone que la unidad, el ente a analizar, es el individuo, y opera a través de la palabra. Esta palabra, además, se
concentra en el tema del pasado, en la historia sucedida.

El paradigma de este tipo de concepción, de esta epistemología en el campo terapéutico, es el psicoanálisis, que es útil para
operar con las neurosis estabilizadas socialmente, pero vamos a ver que no es operativo para las situaciones de crisis.
El paradigma ideológico del psicoanálisis era el que impregnaba la Europa del 1900, era una Europa en la que la sociedad
estaba estabilizada. Freud nació, vivió y casi murió en su casa de la Bergenstrasse, con Francisco José en el trono del
Imperio Austro-húngaro, durante cuarenta años. En esa sociedad, las personas sabían hasta de qué iban a trabajar sus
nietos, todo era estable, y entonces la conservación estaba asegurada.
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Pero en nuestro mundo de hoy, cien años después, con una realidad de transformaciones bruscas, la consagración del
pasado es inoperante. Ahora ha cuadros en los que no podemos trabajar individualmente, cuadros en los que, si no
trabajamos en grupos, incluyendo el cuerpo y la acción con el psicodrama, no podríamos manejar la situación.

En el aula, por ejemplo, la maestra trabaja con cada chico y trabaja con la palabra, no hay posibilidad de un lenguaje de
acción, y por lo tanto, no se puede hacer cargo de temas como la violencia, no puede enfrentar las conductas no
semantizadas, no verbalizadas, las conductas de una población que habla a través del movimiento, como son los chicos en
una sociedad en crisis. Esto, además, tiene que ver con la conservación, como por ejemplo, estar enseñando durante
cuarenta años casi los mismos temas.

Al asistente social también, le dan el caso individual en una carpeta y tiene que continuar interrogando al asistido, no hay
otro contacto, y sólo se construye la historia clínica, que siempre es hacia el pasado.

A este modelo, nosotros le proponemos tres aperturas:


1) desde el individuo abrimos hacia el grupo,
2) en contraposición a la palabra nosotros proponemos la acción, y por lo tanto, la incorporación de la tarea, del cuerpo.
Vamos a ver que esto es esencial para trabajar, por ejemplo, con grupos de alto riesgo, en los cuales, con la sola
palabra, sería imposible, porque se trata de existencias en la acción, y
3) además proponemos, en contraposición con el pasado, trabajar con el futuro, que significa cambio, lo que también
podemos definir como aprendizaje, pues focalizando sólo en el pasado no hay superación, no hay aprendizaje.

El grupo, si es heterogéneo, se configura como algo dinámico, contiene contradicción entre sus miembros. En cambio, si
fuera un grupo de iguales, ya no sería un grupo, sino un ente homogéneo de espejos.

En todo grupo hay hombres, mujeres, viejos, jóvenes, distintos temperamentos, distintos intereses, que empiezan a
interactuar y eso lo hace dinámico. Siempre que se forma un grupo, especialmente si es un grupo en conflicto, al cabo de un
cierto tiempo ya se encuentra alguna solución, en cambio un individuo solo no puede hacerlo, porque queda encerrado en su
subjetividad.

El anterior, es un paradigma de la clase media, donde sólo se trabaja con individuos, con palabras y con la conservación.
En la sociedad tradicional todo se conserva, se repiten las palabras, pero el acto y el cuerpo están negados, y además, todo
está centrado en el individuo. En cambio, lo que nosotros proponemos es un modelo de pensar al hombre social en su
transformación.

Pero si en este modelo dinámico, nosotros negáramos los tres primeros términos (individuo, palabra y pasado) sería también
incompleto. Si nosotros solamente trabajáramos con el grupo, el cuerpo y el futuro (que es el paradigma de cambio) y
negáramos lo otro, lo del individuo, la palabra y el pasado (que es el paradigma conservador) estaríamos cometiendo el
error contrario.

Vamos a ver que el grupo en acción, configurando un futuro (que es el proyecto), es el tema de la psicología social. Porque
un grupo es funcional desde el aporte de cada individuo, el grupo es la multiplicación de oposiciones dialécticas entre los
individuos, que dan lugar a movimientos, dan lugar a una pelea que se llama tarea, que si está bien coordinada conduce a
un proyecto grupal.

El grupo existe porque existen los individuos, el grupo es la matriz de la identidad de cada sujeto, uno no puede
singularizarse si no es en un grupo. En una simbiosis, el individuo no se singulariza, porque si uno solamente se liga con
alguien, sólo es lo contrario de ese alguien; por eso la esquizofrenia, las fobias graves y la drogadicción también tienen que
ver con los vínculos simbióticos. En el caso de los niños, el padre, el tercero, es el encargado de romper la simbiosis madre-
hijo. Si esto no sucede, ya sea por ausencia o por tratarse de alguien dominado por la mujer, el hijo no podrá ir de la
dependencia infantil a la autonomía adulta, que es incorporarse a grupos exogámicos (fuera de la familia).

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Nuestra propuesta, como concepción del hombre, se opone al psicoanálisis ideológica y operatoriamente, y en ella se
trabaja con estos tres principios: supone que el hombre es un ser grupal, que primero acciona y luego conceptualiza con la
palabra lo que hizo. Luego, la palabra sirve para nominar, para explicar lo que pasó y lo que queremos que suceda; si no
está ligada a la acción, la palabra es letra muerta. Y por último, el pasado, la experiencia, es lo que permite continuar la
historia como un futuro. Pero ir al pasado sin que eso sirva para configurar un proyecto, es un viaje inútil, porque la vida es un
estar arrojado hacia esa esperanza o a esa incertidumbre con que se reviste el futuro.

Vamos a intentar hacer una síntesis dialéctica entre los dos planteos. Si trazamos un eje en el medio, un eje de integración,
vamos a ver que podemos sintetizar estos dos extremos. ¿Cómo se sintetiza? Primero, si suponemos que el grupo es la
matriz de la identidad, quiere decir que el grupo está ligado con el individuo a través de la matriz; o sea que se es una
persona sólo cuando, a través de un grupo, se toma cuenta de su singularidad. ¿Cómo? Oponiéndose a la singularidad del
otro.

En el tiempo de los hippies, había un póster en Nueva York, que mostraba un cajón de naranjas, en el que habían sustituido
una naranja por una manzana, y abajo decía "Be yourself" (sea usted mismo). Entonces, si hay un mundo en el que sólo hay
naranjas y yo, manzana, me confronto sólo con naranjas, lo único que sé es que no soy una naranja. No sé si soy grande o
chica, porque el otro es igual en tamaño, no sé si soy redondo porque nunca vi algo que no fuera redondo. Supongamos que
a ese mundo cae una sola banana, entonces, además del cambio de color y de textura con respecto a una naranja, yo me
doy cuenta de que soy redonda porque me confronto con una banana, que es alargada. Pero además no sé lo que es ser
lisa, y cuando cae un ananá lleno de pinches, entonces me entero de otra cosa, de que soy lisa. Porque no me podía enterar
de que era lisa si sólo me confrontaba con cosas lisas, pero en cambio, viene algo áspero y me doy cuenta que soy lisa.
Supongamos que cae un racimo de uvas (una uva sola no existe, siempre viene en racimo) entonces digo: "Soy única,
porque hay frutas que son múltiples”. Pero, todavía, del tamaño no sé nada, hasta que cae una gran sandía y digo: "Soy
chica". Finalmente ya me enteré de mi diversidad, ahora sé que soy redonda, lisa, soy única y no múltiple, y soy chica.
Porque esta pobre manzanita, se confrontó con otras cosas además de la naranja, porque con la naranja lo único que sabía
es que era de otro color, y además un poquito más lisita. Esas son las matrices de identidad, la manzana ahora se dio cuenta
de todas las características que tuvo porque se confrontó en la frutera. La frutera es el grupo operativo. En él hay bananas,
uvas, naranjas, sandías, etc.

En la teoría de la información todo esto se dice de una manera bastante más complicada: un mensaje contiene tanta
información como diversidad tiene el conjunto de donde fue extraído. (Nosotros, con la teoría de la frutera lo explicamos
mucho más sencillo).

Cuando apareció la televisión nadie decía TV en blanco y negro, porque sólo había blanco y negro. Pero desde que salió la
TV en color, tengo que decir que tengo TV en blanco y negro. Supongamos que saliera el televisor tridimensional, entonces
tengo que decir “tengo un televisor en blanco y negro y bidimensional”. Y si en el futuro hubiera televisión con olor, yo tendría
que definir mi televisor como “blanco y negro, bidimensional e inodoro…”Antes, cuando era único, yo tenía un televisor y
estaba contento.

Esto me recuerda algo que se analizaba en sociología: que cuando un habitante rural de Santiago del Estero se trasladaba a
Buenos Aires, se enteraba de todo lo que no tenía, y se sentía más pobre que allá, en los montes santiagueños. Entonces,
todo depende del conjunto del que es extraída la información que tiene cada persona. Por eso, de una persona que viaja
mucho se dice: "Es un tipo muy viajado" porque se confrontó con los japoneses, los chinos, etc.; pero si se hubiera quedado
en su barrio, creería que su cultura es universal, que todos los humanos son como él.

Volviendo a la síntesis entre los dos paradigmas extremos, la palabra sirve para definir lo que pasó. Entonces, podemos
decir que la acción es interesante cuando es acción simbolizada. Si pasa algo que yo no lo comprendo, pero viene alguien y
dice: “pasó tal y tal cosa”, lo entiendo. Entonces, si algo que sucede está descrito con palabras, se entiende, porque se
inscribe en la cultura, y si algo no se inscribe en la cultura, es un hecho confuso, salvaje, inentendible. Cuando vemos una
pelea en la calle y no entendemos nada, si le preguntamos a alguien: "¿Che, qué pasó?" y nos responde: “parece que los
pescó el marido de la mina…" “¡Ah! Ya entendí”. La pelea sola no se entiende, porque sólo es un conjunto de acciones, no
tiene lectura si no está puesta en palabras (lo que yo llamo apalabrada), la acción debe estar simbolizada.
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Por último, la síntesis dialéctica entre pasado y futuro se da cuando concebimos el presente como pasaje. El presente es el
momento en que la expectativa se convierte en recuerdo, en que el futuro se hace pasado.

El tiempo puede vivirse como que va, yo voy hacia el futuro, cuando es algo deseado, como por ejemplo un viaje que estoy
esperando ansioso, siento que voy a buscar ese futuro, o el futuro me invade cuando yo no lo quiero, él se me viene encima
y le tengo miedo, como cuando se trata de una operación quirúrgica, por ejemplo.

El presente como pasaje es la síntesis para integrar los dos extremos, la conservación y el cambio.

Si nosotros podemos concebir el individuo dentro de un grupo, si podemos concebir la palabra que lleva a la acción (o la
acción que es relatada por la palabra), y si podemos concebir que el pasado sirve para construir el futuro, ahí hemos
integrado dialécticamente las tres contradicciones fundamentales de la organización de la realidad: individuo–grupo, palabra–
acción y pasado-futuro.

La ideología del Ministerio de Educación propone el primer paradigma, el de la conservación (individuo, palabra, pasado).
Entonces, cuando en los seminarios que doy en los sindicatos docentes, yo digo que este nuevo paradigma que son las tres
aperturas, implica incorporarse a la dinámica del cambio, lo toman fácilmente porque perciben que el grupo y la acción llevan
a la transformación, que es, nada menos, que el aprendizaje. Ahora, ¿por qué el sistema impone este modelo de
aislamiento? Es muy sencilla la respuesta. Porque si estamos aislados (individuo) y sólo hablamos (palabra) de la
conservación (pasado), somos fácilmente sometidos.

En cambio si estamos juntos actuamos, generamos el cambio, el futuro.

El Bancadero, nuestro centro de asistencia psicológica, se hizo en grupo y empezó con la acción, porque se empezó
reconstruyendo la casa para que luego pudiéramos asistir. Ese fue el momento más rico, donde teníamos más cantidad de
altas, de mejorías. Porque venían personas que estaban encerradas en sí mismas: "Yo no puedo hacer nada, soy un inútil".
Y resulta que empezaban a trabajar con los ladrillos, con el cemento, en grupo, aunque se cansaban un poco, poniendo el
cuerpo. Cuando terminaban de arreglar una habitación (había 15 habitaciones destruidas), ese grupo hacía una fiesta. La
sensación de utilidad les producía felicidad, porque decían: "¡Y yo que creía que no podía mover un ladrillo…!” Además,
había conflictos, porque eran dos horas de trabajo y dos horas de grupo, donde hablaban de las ansiedades que producía el
trabajo. Si uno se quedaba, había otro que lo empujaba "Echá más agua, que estamos haciendo el pastón", "Traé ladrillos",
"No vayas tan rápido", "Traé más arena". Eso permitía conectarse con el otro a través de la tarea; si a esos pacientes sólo
los hubiéramos puesto en rueda para que hablaran, se hubiesen mirado la cara media hora, y con la depresión que tenían,
no hubieran dicho nada. Pero la tarea los movilizó, porque la hicieron a través del cuerpo, y se conectaban a través del
cuerpo, y se querían y se peleaban a través del cuerpo. "Esta pieza estaba rota, toda destruida, y nosotros la arreglamos".
Después se hacía una fiesta de inauguración, la gente se decía "Podemos modificar la realidad", y eso es curarse. Curarse
es poder modificar la realidad y tener un proyecto, que se hace a través del grupo.

Entonces, estos son los seis parámetros, en tres pares dialécticos, que un psicólogo social tiene que manejar: individuo-
grupo, palabra-acción, y pasado-futuro.

Si un sistema cultural se queda sólo con el paradigma de grupo, acción y cambio es también inconveniente, porque se
convierte en otro totalitarismo. El Comunismo Soviético cayó en eso: todo era grupal, estaba prohibida la individualidad, la
subjetividad y el psicoanálisis eran un invento pequeño burgués (y tenían razón, pero se fueron al otro extremo). Además, el
pasado estaba negado y sólo existía el futuro socialista. Al no integrar ese pasado de autoritarismo del zar, Stalin se convirtió
luego en un zar (el que olvida el pasado está condenado a repetirlo).

Yo soy individuo porque estoy en un grupo, me singularizo, me entiendo con todas mis características, porque me confronto
con los demás. Tomemos, por ejemplo, un grupo de viejos. ¿Por qué un geriátrico anda mal? porque son todos viejos y no
aparece la vida; se van muriendo y no hay nietos, no hay jóvenes que les hagan ver que la vida continúa. Son comunidades
donde la muerte es verdadera, porque mueren solos. En cambio, la muerte de un nono italiano, rodeado de una enorme
familia, no es una muerte terrible, porque allí está la dialéctica de la vida-muerte.
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Si uno ve el presente como pasaje, uno dice: "estoy en movimiento". Si hay una historia que viene de atrás y yo soy esa
historia, quiero que continúe, porque en el pasado tengo cosas vacías, tengo un agujero, y en el futuro, quiero repararlo. El
futuro tiene sentido si yo tengo un vacío en mi historia, y por eso son útiles esas faltas, las frustraciones, porque las
frustraciones estimulan las ganas de vivir, porque yo quiero completar aquello que no tuve.

Es bueno que los jóvenes tengan problemas, porque entonces, luchan para solucionarlos. Si el joven tiene todo dado, sin
esfuerzo, se siente como esa generación que yo vi en Europa, que estaban hartos y no sabían qué hacer, porque todo
estaba reconstruido, todo asegurado, no había agujeros. Entonces se drogaban, porque el mundo estaba estático, y ya todo
estaba hecho. Donald Winnicott, un psicoanalista inglés muy fino, decía: “a los jóvenes, hay que dejarlos ganar, pero no
fácilmente, para que se endurezcan." Hay que ofrecerles resistencia, para que luchen.

En la actualidad, vivimos en una concepción individualista, sólo de palabras, y también de imágenes en la televisión, donde
no participa el cuerpo, y además estamos dando vueltas en una repetición de la que no salimos. Cuando la gente, los
millones de marginados, se junten y empiecen a buscar salidas se va a producir el cambio social. La historia nos enseña que
un pueblo desesperado genera el futuro. No por nada nuestro esquema operatorio de los cuatro pasos empieza en la
contención y termina en el cambio, que es generar el proyecto.

La propuesta ideológica del sistema imperante, que impregna el psicoanálisis, se centra en el individuo dentro de la familia
pequeño burguesa, con la culpa, el superyo paterno, la castración y el falo-centrismo (para el psicoanálisis, la mujer es un
ser castrado).

Por otro lado, el paradigma que proponemos tiene que ver con la filosofía existencial, con la transformación, que es sobre
todo el tema del proyecto. Sartre dice que el hombre es un proyecto-siendo, es una historia que vive en cada instante.
El existencialismo también trata el tema de la libertad y la elección. En un momento dado, uno elige, y en esa elección se
arroja hacia adelante. La identidad depende de elegirse a sí mismo.

Para finalizar, repetimos que estamos hablando de dos concepciones del mundo, de dos paradigmas: la conservación y el
cambio. El eje de síntesis es lo que integra los dos polos, en realidad, si vemos en el fondo, las dos cosas son las mismas,
porque el pasado y el futuro no tienen sentido el uno sin el otro. El pasado es lo contrario del futuro, son partes de un mismo
par dialéctico. La palabra es lo que hace entendible la acción: si no hay acción no hay palabras, porque no se puede narrar lo
que no sucedió. El individuo es lo que constituye el grupo, pero el individuo no existe si no está inserto en un grupo. Son
pares dialécticos, si tomamos uno solo, la realidad queda renga, en cambio, si se toman los dos, se puede generar un
sistema, en donde el proyecto tiene sentido, vamos hacia un futuro, pero desde una historia. Se planifican y se realizan
acciones, con lo cual se pertenece a un grupo, a una familia, a una comunidad.

En nuestras Escuelas se trabaja en grupos operativos, y como usamos almohadones en vez de sillas, el cuerpo está mucho
más distendido y preparado para la utilización de recursos psicodramáticos, esenciales para trabajar en situaciones de crisis.
Podemos decir, que más que enseñar, nosotros adiestramos a los alumnos para operar en esta realidad conflictiva. El
aprendizaje no es sólo teórico sino que el alumno debe comprometer su estilo emocional personal, para ponerlo al servicio
de la actividad reparadora. Parte de la formación exige trabajos de campo, en comunidades e instituciones en situaciones
conflictivas, como ser escuelas en zonas de riesgo, adolescencia y niñez en relación con la violencia y las drogas, hospicios,
nuestras Oyitas que son comedores en villas, el Bancapibes, la Cooperanza en el fondo del Borda y el EPS (Emergencias
Psico Sociales) para situaciones producidas por catástrofes como Amia, la caída del avión de LAPA, Cromañon, etc.

Podemos decir que la formación parte de un concepto de sociopatología, y por lo tanto, inaugura un planteo de socioterapia,
pues creemos que en este momento la ruptura de las redes sociales hace que la familia, las instituciones, la sociedad, estén
más enfermas que los individuos. De ahí, la necesidad de un abordaje socioterapéutico.

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EPISTEMOLOGÍA DE LA TEORÍA DE CRISIS

Para comenzar, vamos a tomar dos dimensiones en que existimos: espacio y tiempo. En realidad vivimos en el cruce
de lo real, el espacio, y lo imaginario, el tiempo. Cada vez es ahora, sólo espacio, pero ese presente sólo tiene sentido
desde la historia, el tiempo, que dice qué pieza es ese presente en el devenir del argumento vital. Está pasando esto,
pero ¿por qué sucede esto? ¿Cuáles causas lo originaron? y ¿para qué sucede? ¿Cuál es la finalidad?

Comenzaremos con la observación de la conciencia inmediata, percibimos un universo donde ocurro yo, donde yo me
percibo sucediendo, es un dato de la inmediatez de la conciencia, tengo la propiedad de percibirme percibiendo.

Alrededor de mí percibo el mundo, que está afuera de mí, me rodea. Esto discrimina una primera estructura de mi universo,
me doy cuenta de que estoy encerrado en este centro desde el cual existo, discrimino un adentro y un afuera. Lo podemos
llamar Subjetividad y Objetividad, lo imaginario y lo real, una es lábil, errátil, acrónica, y la otra tiene la condición de
estabilidad. La realidad define un espacio-tiempo concreto para cada presente y obedece a secuencias pautadas: es la
estructura social. El mundo simbólico organizado por el lenguaje me rescata del caos originario de mi conciencia.

Toda nuestra vida está condicionada por esta doble pertenencia, por momentos estamos adentro (con-migo), y en
otros instante afuera (con-vos). Atravieso momentos vigiles, atentos al mundo y momentos ensoñados, oníricos,
errátiles, en un espacio interno.

Por todo esto pensamos que la ciencia que estudie esta doble pertenencia del humano se debería llamar Psicología Social,
que utilizaría bases de la psicología y de la sociología, pero luego estudiando la frontera donde lo subjetivo se encuentra en
conflicto o en síntesis con lo objetivo.

A lo largo de este artículo veremos que no existe lo uno sin lo otro y de qué manera el marco de realidad, la cultura, estabiliza
y ordena el caos subjetivo permitiendo al yo atravesar las transformaciones del ciclo vital sin perder su identidad. Pensamos
que todas las culturas son tramas semantizadas, creadas para evitar el caos subjetivo.

Pero la realidad de la realidad puede ser puesta seriamente en duda, si pensamos que ésta existe sólo porque es percibida
por la vista, el oído, el tacto, de conciencias subjetivas. Por lo tanto sucede la paradoja que la definición de la realidad está
construida por el conjunto de las subjetividades. También lo real depende de lo imaginario. Supongamos que todos los
porteños al unísono cerraran sus ojos ¿seguiría existiendo Buenos Aires si nadie en el Universo la percibiera? Una
observación de la filosofía Zen dice: “¿cómo es el sonido de un árbol que cae en un bosque donde no hay nadie?…”

Entonces podemos decir que la organización de la conciencia depende del mundo de los símbolos creado por la cultura, o
sea la sociedad, pero esta a su vez fue generada por las subjetividades, de modo que el conjunto es indivisible y forman un
sistema único que es mundo-yo o yo-mundo. Por lo tanto, la Psicología Social merece existir para poder analizar este juego
complejo como una entidad autónoma, no pensando en una psicología por un lado y por el otro en una sociología, como dos
ciencias separadas.

El grupo es la matriz de identidad, es el lugar concreto donde se realiza el encuentro entre las subjetividades y la estructura
grupal, que es objetivadora de los contenidos de conciencia, de sus componentes. Por eso es el instrumento básico de
trabajo de la Psicología Social.

A nivel de la personalidad podemos hacer una primera clasificación entre personas vertidas hacia adentro, los introvertidos, y
personas dirigidas hacia fuera, los extrovertidos, opciones que, llevadas al extremo, explican al psicótico como alguien que
“quedó encerrado adentro”, y al psicópata como alguien que “quedó encerrado afuera”, sin interioridad, y es un sujeto vacío,
una existencia fáctica.

En la frontera entre nuestro interior y el mundo se encuentra nuestra base de existencia concreta, nuestro cuerpo. Ojos,
oídos y demás órganos de relación son los transmisores de mensajes para y desde el afuera. La piel recorta nuestra

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intimidad, yo me figuro ser adentro de este cuerpo y sus lentas transformaciones estabilizan, como corporeidad, mi viaje por
el tiempo.

Como una observación acerca del sometimiento de una cultura por otra, podemos recordar que la conquista española de
América se hizo “con la cruz y con la espada”, lo cual quiere decir que si sólo los sometían por fuera con la espada, los indios
se podían rebelar desde su mente, desde su cultura, y por lo tanto era necesaria la evangelización porque permitía suprimir
el espacio simbólico de la libertad interior, hacerlos esclavos desde afuera y desde adentro, doblegando sus cuerpos primero
y luego sus valores y sus mitos. Para esto el cristianismo de la culpa y el pecado era ideal, para inmovilizar sus deseos de
libertad, traicionando así el mensaje de amor y hermandad de Jesús.

Esta doble pertenencia adentro-afuera nos permite analizar qué sucede en épocas de crisis social, cuando desaparecen los
supuestos que constituyen el marco simbólico, entonces aparece el caos y la desintegración en la sociedad, lo cual lleva a
desestabilizar también el mundo subjetivo de las personas y aparecen las psicopatologías de crisis.

El espacio físico está configurado por divisiones, fronteras y límites que actúan definiendo adentro-afuera, como la piel, las
paredes y todos los bordes que cierran, encierran y configuran el mundo que habitamos.

El mundo externo, por el fenómeno de la memoria, se internaliza, se introyecta, y forma una ecología interna que espeja
(todo borde es un espejo) el mundo exterior a través de los años de aprendizaje. Aquí se integran espacio y tiempo porque
podemos decir que “adentro está el pasado” y que “afuera nos espera el futuro”, en eso consiste el viaje de la vida.

Otra observación que podemos hacer sobre el universo que nos rodea es que está en eterna y continua transformación. Por
suerte para los humanos, no todo es una pérdida irreversible sino que muchos “presentes” se vuelven a repetir, aunque no
exactamente, pero por lo menos son reconocibles, el sol vuelve a salir, en un amanecer reencontramos otro ya vivido, y el
ciclo del año vuelve a repetirse. El viejo sol es el sostén de todo cambio y reencuentro.

En cambio otras transformaciones son irreversibles, son aquellas de las cuales la cultura nos debe proteger con sus mitos de
eternos retornos. El tiempo transcurre implacable, las etapas vitales se suceden irremediablemente. El no poder aceptar los
nuevos personajes que debemos ser, nos lleva a trastornos psicológicos.

Estar sano no es fácil, debemos cambiar y ser los mismos. Los humanos somos equilibristas, a veces se mueve la soga y
nos caemos en el tiempo.
El estudio del tiempo, este “fluido entrópico” que nos desconcierta, es bastante difícil, pues el yo vive en el tiempo como el
pez en el agua, y lo último que se le puede preguntar a un pez es ¿qué es el agua?… pues nunca estuvo fuera de ella, salvo
cuando el pescador lo sacó del agua y, por ausencia de su medio, entiende qué es, pero ya es tarde para él.

Cuando pensaba en el pez y su destino de no conocer lo que está tan cerca, por estar tan cerca, pensé que no era posible
un lugar fuera del tiempo para estudiar el tiempo, y me parecía que era como estar en el mar dentro de un bote y que, al
desarmarlo para saber cómo está construido, me hundiría.

Sin embargo encontré tres lugares fuera del tiempo: uno es el brote psicótico, los testimonios clínicos inmediatos son “el
tiempo se detuvo”, el paciente relata la inaguantable sensación de paralización del devenir, donde el instante es infinito, algo
así como haberse “caído en la eternidad”, y por lo tanto tener la vivencia de desaparición del sí mismo porque deja de existir
en la sucesión. “La vida es como una bicicleta, si se para se cae” pero, en realidad es más angustiante la vivencia en el
brote, pues no sólo se cae, sino que desaparece la bicicleta y sucede la nada.

Otro lugar fuera del tiempo para estudiar su mecanismo (todo órgano o mecanismo señala su función sólo cuando falla o se
detiene, la ausencia señala su presencia), es la ingestión de ciertas drogas que afectan la corteza cerebral donde se
constituye la noción del tiempo. El hachís, el LSD y el peyote llevan la conciencia a un no-tiempo o tiempo-total donde no hay
pasado ni futuro.

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Y la tercera puerta para un fuera del tiempo es el entrenamiento del monje Zen, que persigue el desarmado de la conciencia
racional, regida por la estructuración del espacio-tiempo y logra finalmente un estado donde no existe más el principio de
contradicción lógico, no hay adentro y afuera, ni ayer y mañana, ellos lo llaman el satori. Luego de una larga disciplina llegan
a una conciencia perceptiva en un pleno ahora, un presente completo en sí mismo que no necesita adquirir sentido por el
contexto, ya sea en espacio o en el tiempo. El sentido de la percepción y del acto se cierra sobre sí mismo. En una vivencia
fuera del tiempo histórico, todo el tiempo está completo en ese instante. Lo que obtiene el monje Zen con este caminar, es
solucionar el tema de la muerte, pues esta es sólo una angustia anticipatoria, y si se logra eliminar el tiempo (la sucesión del
devenir) no hay más muerte. Todas las religiones se inventaron para resolver este problema de nosotros los mortales.
Heiddegger dice que la muerte es el acontecimiento absurdo por excelencia. Yo pienso que es el castigo divino porque
inventamos la palabra, y con ella, la anticipación. El hombre es el único animal que sabe que se va a morir. Pienso que el
pecado original no fue el sexo, sino haber inventado el tiempo, porque con eso inventamos la muerte. El castigo estaba
incluido en el pecado.

La hipótesis fundante de nuestra Teoría de Crisis, es suponer una conciencia originaria, arcaica, un sólo adentro que
sucede en un presente congelado como punto de partida. Es razonable proponer que el origen sea el vacío, la nada,
luego, la conciencia sucede cuando la palabra la redime de la soledad y de la paralización, que son los dos encierros
más profundos de la mente, no-vos y no-mañana, ambas se resuelven con la comunicación, la palabra.

Para el registro mnémico (constituir los recuerdos) debemos elegir qué presentes vamos a elegir para recordar, debemos
realizar cortes en el continuum del universo perceptual, es decir que para recordar, debemos primero olvidar, si no, sería la
situación del personaje de Borges, Funes el memorioso, que al recordar absolutamente todo, en realidad no podía sintetizar
una historia particular. Estos cortes en el continuum del devenir son elegidos no sólo por las emociones (los grandes
presentes “inolvidables”), sino por el marco cultural que establece rituales de pasaje que “marcan” y dividen las etapas
vitales: casamientos, funerales, graduaciones, y ayudan a saber cuándo mutan los roles vinculares, de soltera a casada, de
vivo a finado, de estudiante a profesional, etc. Estos momentos, junto con instantes de gran alegría o dolor, son almacenados
en forma de imágenes míticas, verdaderas “fotos” que en psicoterapia pueden revivenciarse por las técnicas de psicodrama
o ensueño dirigido.

Toda cultura es un conjunto de mensajes para “hacer una vida”, es decir, recorrer ese camino imaginario de nosotros, los
“Uterumbas” (vamos del útero a la tumba), cada uno realizando su historia, cumpliendo su destino, único nivel que puede dar
sentido a esa aventura de existir.

En este sentido toda la interacción que una persona realiza en su vida puede considerarse como un solo y largo mensaje. La
vida es la historia de un largo diálogo, que contiene un argumento, ese argumento es su identidad, su singularidad que lo
discrimina como único entre tantos millones de humanos.

La enfermedad mental tiene que ver con la mutilación de ese sentido singular, con una falla de la estructura, que se
desdibuja, y la terapia con encontrar los caminos para la reparación de ese núcleo de sentido.

Las transformaciones pueden ser evolutivas, con pequeños pasos, o mutantes cuando suceden saltos. En el desarrollo de la
vida existen crisis de crecimiento que implican cortes (nacimiento, pubertad, exogamia, jubilación…) y la cultura tiene
instituciones para facilitar el pasaje (ritos de pasaje).

El tiempo puede en esencia considerarse como “un ladrón que fabrica fantasmas”, porque roba, quita, hace desaparecer
objetos, lugares, personas y esa ausencia nos exige fabricar la restitución, la imagen de lo perdido, que permanece en la
memoria como sustitución del objeto ausente, y esto nos lo permite el invento más extraordinario de aquel mono ancestral,
antepasado lejanísimo, que asoció un sonido a cada imagen interna y sustituyó el objeto ausente por un sonido, truco
elemental que permitió inventar el signo, la palabra, que es en definitiva “el fantasma del objeto ausente”.

La utilidad del concepto de conciencia arcaica es resultado de invertir la pregunta acerca de la enfermedad mental, porque si
nos preguntáramos sólo qué es la locura sería como preguntarnos qué es el caos, pregunta muy difícil de responder. Pero si
invertimos la pregunta y nos preguntamos qué es la cordura, vamos a ver que es más posible de contestar, pues está
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configurada, es algo, tiene sus reglas, su estructura. De modo tal que la locura viene a ser sólo la falta de cordura. Dimos
vuelta figura y fondo, y por el fondo configuramos la figura. Esto queda claro en física donde a nadie se le ocurriría
preguntarse por el frío, pues no existe, sino por el calor que sí existe, y por lo tanto el frío es ausencia de calor.

Así como la necesidad de encontrar un origen del universo (porque nosotros nos originamos, nacemos) nos hace “descubrir”
el Big Bang, también nuestro temor a la muerte nos hace ver “agujeros negros” que hacen desaparecer todo. El fenómeno
astronómico de los agujeros negros, es descubierto por el físico Stephen Hawking, que “de casualidad” es absorbido por su
terrible enfermedad neurológica, que lo lleva inexorablemente a la parálisis total: él mismo es un verdadero agujero negro.
Muchas veces sucede que el creador se encuentra inmerso en su creación. Ese es el nuevo paradigma en filosofía de la
ciencia de Tomás Kuhn.

El concepto de conciencia arcaica supone un punto de partida cartesiano, que es partir de cero, de algo indudable, y es
indudable que la conciencia está encerrada en sí misma y que sólo percibimos el instante presente. Lo primero se llama, en
filosofía, la irremediable separatidad humana. Lo segundo es obvio...sólo existe el ahora, el futuro es una construcción
imaginaria (si lo construimos...).
De modo que comenzamos el estudio de la mente desde la nada, donde todo comienza (el ser existe porque existe la nada).
¿Por qué conviene empezar de cero? Así comenzamos por el origen, y vamos analizando cómo se construye esto que
llamamos realidad, porque sólo dentro de ella existimos los humanos.

Pero, aunque estemos encerrados en nuestra mente, podemos comunicarnos con otra subjetividad con el recurso de
canjear imágenes por palabras, emitidas por medio de sonidos, y confiar que sean decodificadas conservando su sentido
para nosotros. Cualquier dificultad con el diálogo nos deja nuevamente en el encierro de la subjetividad. La cultura se inventó
para que podamos superar esto; el lenguaje nos redime de este pecado original de aislamiento. Luego vamos a ver que la
dificultad del diálogo es el origen de lo entrópico, que es en definitiva el núcleo de la enfermedad mental.

El tiempo físico consta de presentes inconexos, sólo la mente a través del lenguaje, especialmente los tiempos de verbo,
genera la ilusión de continuidad. Para ilustrar esto, vamos a analizar lo que sucede en la pantalla del cine. El actor se mueve,
camina, se pelea, según lo vemos sin ninguna duda. Pues, esto no es verdad... el movimiento en el cine no existe, sólo son
diapositivas, tiras de fotos inmóviles con pequeñas diferencias que se pasan a una velocidad superior a la persistencia de la
imagen en la retina, y por lo tanto no vemos una serie de imágenes inmóviles sino que creemos que el actor se mueve.
Desde este análisis es que podemos comprender un fenómeno, que sería inentendible desde los supuestos racionales, que
es el brote psicótico, pues el testimonio clínico del paciente es “siento que el tiempo se congeló, que no existe el futuro y yo
no existo más…”. Nosotros suponemos que el loco es en realidad el lúcido máximo que descubrió el secreto final de la
conciencia, donde la realidad con su estructuración del espacio y del tiempo es una construcción artificial a través de miles
de años de lenguaje y de diálogo.

El sentimiento de la conciencia cautiva tiene que ver con la vivencia del núcleo más íntimo, el sí-mismo en la subjetividad
extrema, que sólo aparece en los momentos de experiencias culminantes, como el peligro de muerte o los shocks
psicológicos que desestructuran y desarman la trama de realidad. En estas situaciones el campo cotidiano pierde sentido, el
segundo tiene una duración infinita.
En la cultura popular el término alma todavía se conserva, y señala este último núcleo yoico, el carozo del yo, que contiene el
ADN de la planta entera, la información matriz de esa existencia, la clave de su sentido para sí misma.

De todos modos la racionalidad humana encierra en sus capas más profundas el vacío central de un destino-para-la-muerte,
como dicen los existencialistas. Podríamos decir que la mente tiene en el centro un agujero, las últimas preguntas no pueden
ser contestadas. Y este agujero vacío es guardado por sucesivas capas de racionalidad, de palabras, de mitos, normas...
que van organizándose en capas como una cebolla. Cuando vamos sacando las capas para saber qué guarda en su interior
llegamos a la última, que no guarda nada; cuando termina el último envoltorio, desapareció la cebolla.

Con la palabra, el símbolo, despegamos de nuestros hermanos en la creación, los animales, cuya conciencia no se percibe a
sí misma, no se da cuenta de que está encerrada, a los cuales no les aflige vivir en cada presente sin anticipar “los presentes
por venir”.
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Con la palabra, el hombre inventó el tiempo y logró dos cosas: una de ellas gratificante, que es la civilización, la cultura, pero
también otra angustiante, la angustia anticipatoria de su desaparición, pues el hombre es el único animal que sabe que se va
a morir. No hay gatos, cerdos, o caballos con angustia existencial. Pienso que una vaca le puede decir tranquilamente a la
otra: “Siempre quise viajar en camión”.

Hay también otra palabra que guarda el pueblo junto con “alma”, que es “destino” y esta señala la historicidad del humano,
idea esta negada por una civilización tecnológica donde todo debe ser nuevo, eterno, atemporal y además exterior y
controlado desde el sistema. Los héroes populares criollos, Martín Fierro por ejemplo, hablan del alma, dialogan con su sí-
mismo y también se viven recorriendo un destino que es su proyecto de vida.

En cambio, la cultura de masas, este mundo globalizado y tecnológico, oculta el concepto de interioridad del hombre y la vida
como proceso, y ha degradado los dos términos: el alma sólo como lo ligado a la religión, al pecado y a “perder el alma”, que
sirve para asustar, y el destino sólo queda ligado a la adivinación de los astrólogos y brujos.

Los psicólogos también perdieron el concepto del sí-mismo y del proyecto vital, porque la religiosidad freudiana no ha podido
escapar de la cultura dominante actual, en una versión melancoloide, con sólo el pasado como preocupación, con matriz en
la familia pequeño-burguesa, la sagrada familia edípica y la asepsia médica que considera la curación como adaptación a “lo
normal”. Por eso el psicoanálisis creció tan notablemente en nuestra melancólica ciudad de “Mi Malos Aires querido...”, la
ciudad del tango y su duelo interminable, que también tiene un folklore hermoso y melancólico. Todo esto introducido y
abonado por otra cultura del pasado y del Edipo familiar: la cultura judía. En Buenos Aires hay más psicoanalistas que en
ningún otro lugar del mundo. Aclaro que hablo de la judería de la diáspora, no de la cultura del Estado de Israel, que por las
continuas guerras tienen que estar muy atentos al presente y operan, no hacia el pasado, sino hacia el futuro.

Por todo esto es que el psicoanálisis no puede operar ni teórica ni técnicamente en el momento crítico de la perturbación
mental (la crisis) y sólo opera con las neurosis estabilizadas, que tienen el tiempo para establecer la neurosis de
transferencia.

En un primer momento es necesario explorar lo reprimido, pero el pasado sólo tiene sentido si se lo proyecta hacia
delante y se lo convierte en proyecto. El psicoanálisis no puede operar en las crisis porque su enfoque es regresivo y
no prospectivo.

Aclaramos que tampoco el modelo psiquiátrico puede operar en las crisis psicóticas agudas, sólo medica con psicofármacos
y luego segrega al paciente en depósitos donde el brote se transforma en delirio. Para trabajar en el momento agudo sería
necesario operar con las técnicas de Enrique Pichón Riviere, de incluirse en el núcleo delirante, para poder luego volver a la
realidad. Técnica de mucho compromiso humano que exige que el terapeuta tenga trabajado su propio núcleo psicótico.
El concepto de conciencia arcaica no es desesperanzado ni nihilista, sino que permite ver lo oscuro del fondo de nuestra
conciencia para configurar lo claro que es la vida, la creatividad, el amor, la esperanza, todo lo que construye la vida y que
nos permite atravesarla con un sentido.

El loco es el que no aprendió la vida, esto da un vuelco copernicano al trabajo terapéutico, no es trabajar con lo
reprimido sino con lo no-aprendido, la salud es un aprendizaje. El cambio de enfoque permite explorar, no tanto las
funciones reprimidas, sino las no aprendidas, con esto el terapeuta vuelve a la mayéutica socrática. Sospecho que
proponer este cambio de paradigma tiene algo que ver con mis diez años al lado de Enrique Pichon Riviere.

Sin el lenguaje, el tiempo deja de existir, porque es la consecuencia del truco de prestidigitación en donde el objeto
desaparecido aparece en las manos del mago en forma de su equivalencia en la palabra. La palabra “conejo” vuelve a hacer
percibir el conejo desaparecido. Con una ventaja, el concepto “conejo” es más conejo que el que fue perdido, pues
representa a “todos” los conejos, es un conejo perfecto.

Si bien la construcción de la realidad es imaginaria, no nos debemos asustar, pues es sumamente estable y en realidad es
muy difícil volverse loco porque la cultura tiene recursos homeostáticos, vuelve a organizar formas de coherencia, incluso en
situaciones límites.
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Lo imaginario es el sentido que se le da a las relaciones entre los objetos concretos, estos son duros, reales y existen, los
pensemos o no. La piedra que me puedan tirar por la cabeza es concreta, dura y me va a lastimar, pero lo que va a ser del
orden de lo simbólico (imaginario) es qué sentido elijo para leer este hecho.

El poder formular este supuesto, esta hipótesis del estado cero de la conciencia, me lo dieron varias experiencias vividas por
mí y observadas en otras personas. Una aguda crisis psicológica, por una separación muy traumática, me permitió vivir esta
destrucción del espacio-tiempo cotidiano. Yo sentía que los espacios habían perdido significación, que cualquier lugar de la
ciudad era cualquier lugar, no tenía más mi kilómetro cero desde donde referir adentro-afuera y el tiempo se había detenido,
congelado, miraba el reloj y “no entendía” la hora; el instante era insoportable porque era infinito, no sucedía, no dividía
“recién” y “enseguida”. Yo estaba afuera del mundo significante, entendí esa frase “todo me da igual” que había escuchado
antes. La eternidad no estaba cortada en pedacitos para poder aguantarla, no me protegían las horas, los días o los meses,
que dan secuencias, que planifican, todo el tiempo estaba ahí, congelado.

Una experiencia más aguda que la relatada, pero muy breve, me sucedió en el Hospital Psiquiátrico de Nueva York donde
trabajaba como residente hace casi treinta años. Con otros profesionales, hicimos una experiencia para poder conocer por
dentro un brote psicótico, para luego entender mejor al paciente en crisis de máxima desestructuración de su yo. Elegimos
una droga psicoactiva como el hachís, pues se metaboliza en dos horas, y no ofrece riesgos orgánicos. Fue una experiencia
única en mi vida, terrorífica, pero me permitió entender “por dentro” una crisis psicótica para poder operar con eficiencia
como terapeuta. Paso a relatarla: la experiencia comenzó con una modificación, veía todo con lo que se llama en fotografía
el “ojo de pescado” equivalente al reflejo en un espejo esférico. Inicialmente esto me produjo risa, pero el efecto siguiente me
comenzó a inquietar, pues mi voz no salía de mí sino que venía hacia mí (salía como del techo). Estaba perdiendo el límite
adentro-afuera, yo estaba “afuera de mí mismo”. Sentía que toda la realidad se mezclaba, veía objetos por separado, como
aislados, descontextuados, por lo tanto perdían significación. Me empecé a asustar realmente y comenzaron a suceder unas
experiencias que me son difíciles de recordar con claridad (fueron confusas aún en aquel momento) pues pertenecían a una
dimensión que quedaba fuera de la organización de la realidad; ni siquiera eran como sueños o pesadillas porque no había
un yo que percibiera qué sucedía. Esto me generó una sensación de despersonalización, de pánico, pues sólo recordaba
oscuramente que había “un tal Alfredo que alguna vez había existido”, como si fuera un recuerdo lejano y desdibujado. A
esta altura quise salir de la experiencia, seguramente apoyándome en un resto yoico, porque me sucedió lo más
angustiante. Quería ir de la sala a una pequeña cocina y cuando me levanté del sillón en que estaba, tenía la vivencia de ya
haber llegado, es decir, que cuando pensaba hacer algo ya lo había hecho.

La anticipación que hace la conciencia cuando la mente prevé (pre-ve) hacer algo, se convierte en real. Freud dice que el
pensamiento es “ensayo de acción”, es decir, anticipo una escena imaginaria para poder concretarla en la acción, en el
mundo real. Es decir, “si no imagino, no puedo hacer”

Lo real y lo imaginario se superponían, no existía el tiempo-sucesión sino la simultaneidad. Esto me llevó a una disociación,
un splitting (término psicológico para la disociación del yo), que en el ambiente de los drogadictos se llama un “mal viaje” (bad
trip); esto pasó porque me asusté y quise salirme de esa vivencia, y no me dejé llevar por ella.

Viví una fragmentación yoica, característica esencial de la esquizofrenia, que me llevó a disociarme. Yo era “una cosa”, un
cuerpo, sólo sabía que quería salir de esa dimensión y volver a otra que lejanamente recordaba (que era nuestra realidad
cotidiana). Lo que me asustaba mucho era que, cuando los otros residentes del Hospital, y especialmente el coordinador, me
miraban y me hablaban, yo les reconocía la voz a cada uno, pero no les entendía la cara, el rostro era un borrón sin
configuración, no podía integrar la significación de las caras.

Esto después lo analizamos y tiene su explicación: la vista tiene una integración evolutiva más reciente en el cerebro, en
cambio, el oído es más antiguo y por lo tanto no se había afectado en el nivel de regresión que produjo la dosis. Finalmente y
curiosamente en forma brusca, por eso lo llaman “flash”, reconocí el rostro de uno de ellos, sentí un tremendo alivio: ¡había
vuelto!, pues la sensación más aterradora era que durante “el viaje” no sabía si se podía volver o no, la sensación era de
infinito, de estar para siempre atrapado en ese no-mundo donde no había adentro-afuera ni ayer-mañana, donde no ocurrían
los presentes en sucesión, no había historicidad, sino que todo era un eterno presente sin sentido. Pienso que fue una
experiencia de muerte, muerte psíquica, estuve dos horas en la nada, en el vacío existencial.
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Gracias a esta experiencia, inesperada para mí, pude entender mejor este punto cero de la mente y por lo tanto los pasos
evolutivos de la construcción de la subjetividad a través de la comunicación con los demás, el yo dentro de la cultura.
Creo que estas drogas psicoactivas, como las crisis muy agudas, producen un retorno a las primeras experiencias
evolutivas; volvemos a nuestras vivencias caóticas de bebé cuando recibíamos percepciones y no las podíamos integrar
desde un yo que todavía no estaba construido pues faltaba el instrumento básico, que es el lenguaje.

Tratando de ayudar al paciente a salir de esta experiencia tan traumática, he observado procesos de regresión a la
conciencia originaria. El testimonio clínico habla de presente congelado y de vivirse como afuera de sí mismo, se desarma el
espacio y el tiempo. La vivencia de soledad es aguda; se perdió el contacto dialógico y aparece la confusión como principal
signo externo. El pánico sobreviene como consecuencia de perder el núcleo yoico que referencia, como sistema de
coordenadas, las percepciones de la realidad. El paciente en brote se mira al espejo pero no se reconoce, camina pero no
sabe “quién camina”, se perdió a sí mismo, por eso se le llama alienado, que, etimológicamente, quiere decir extraño,
extranjero de sí mismo, está “fuera de sí mismo”.

EL PROCESO DE VIDA
Las cuatro etapas de la vida

Este tema es el eje de nuestra concepción de salud y enfermedad. Nosotros no curamos un aparato psíquico sino un
proceso de vida. Insistimos con este principio, paradigma o suposición básica, de que el humano es una historia. Nosotros
estamos recorriendo una historia, la podemos desarrollar bien, o se nos puede cortar, o podemos perderla, y si perdemos
esa historia, o no tiene argumento ni coherencia, no sabemos adónde vamos, porque no sabemos de dónde venimos. Cada
uno de nosotros está dentro de una película, y no podemos salir del cine, a menos que destruyamos el cine (la mente) de un
balazo… Si esa película no tiene argumento o no se entiende, nos enfermamos psicológicamente.

La suposición básica es que el humano es un ser arrojado a su futuro, y que tiene el anhelo de seguir existiendo y de realizar
su proyecto. La filosofía existencial habla del ser allá, el Da Sein, que, como se construye con otro, es un Mit Da Sein ( Mit:
con).

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Este futuro se hace con lo que nos pasó, no tenemos otra cosa que un conjunto de recuerdos, de vínculos, de anhelos, de
vacíos, de fracasos, de esperanzas y con eso armamos nuestro proyecto de vida. Lo arrojamos hacia adelante y decimos yo
quiero hacer eso, que en realidad es ser eso.

La historia de vivir tiene un desarrollo, y etapas nítidas. Nosotros, al existir, atravesamos cuatro razas o humanos distintos. El
niño o la niña que fuimos pensaban de una manera, tenían cierta manera de estar en el mundo a través del juego y de lo
imaginario. El joven también tuvo otra manera de ver el mundo que incluye la sexualidad, la pareja, la transgresión, el
sentirse individuado. Luego nos transformamos en otro, que es el adulto. Son etapas de la vida que, en la medida que las
recorramos bien, estaremos sanos. Podemos atrasarnos o adelantarnos en los distintos momentos. Un chico de la calle tiene
ocho años y experiencias que nosotros tenemos de adultos, como una sexualidad prematura y traumática, y tiene ausencias
y vivencias de muerte que lo hacen adulto en forma temprana.

A veces la edad cronológica no coincide con la edad evolutiva, o se puede envejecer antes o quedar joven más tiempo, y
también es normal estar algo desplazado, pero en la medida que aceptemos esas etapas y las podamos pasar, vamos a
poder desarrollar una vida. El que se enferma es el que se detiene en ese viaje y no puede superar ciertas etapas.

NIÑEZ
La vida empieza con un episodio bastante traumático, el parto, que es el año cero. Allí empieza una historia humana,
que en realidad no comenzó en el parto, sino nueve meses antes, en la concepción. Cuando la pareja queda
embarazada, ambos piensan qué destino va a tener ese ser, al nacer ya hay sobre el bebé una expectativa, que
después se le hace saber: “vas a ser como tu padre”, o “como tu madre”, “un campeón”, “un fracasado como tu
abuela”. Ese guión puede ser negativo o positivo, si se le dice “no servís para nada”, con ese mandato se está
fabricando un depresivo o un minusválido.
El parto es un momento muy conmocionante, el bebé debe atravesar el canal de parto, después se le corta el cordón
y ya se separa de esa especie de cápsula espacial que es el vientre materno. Cuando estábamos ahí, no teníamos
que preocuparnos por comer o respirar.

Empezamos con un grito, al salir, que nos instala en el mundo, y seguimos con la dependencia simbiótica del pecho
materno.

Luego, alrededor del primer año, suceden tres hechos fundamentales: el destete, que genera la primera sensación de
pérdida, el primer duelo. Después sucede algo que es muy importante: el bebé deja de ser una tortuga dada vuelta y
camina (con mi segunda nieta, cuando se largó a caminar, pude percibir la alegría que sienten al recorrer y conquistar
el espacio). En ese momento comienza la exploración del mundo. La curiosidad infantil es muy importante, si en esa
etapa le prohíben investigar, se inhibe su capacidad de curiosidad exploratoria, muy necesaria luego.

Y el tercer momento fundamental, es cuando adquiere la posibilidad de la comunicación simbólica, los padres lo
incorporan al mundo de las palabras, o sea de los humanos. Con el aprendizaje de la palabra va a superar el encierro
de la conciencia, la separatidad original de la mente.

Son tres cosas muy importantes: con el destete aprendemos a despedirnos, al caminar empezamos a investigar el mundo, y
haciendo sonidos, los fonemas del lenguaje, aprendemos a comunicarnos.

Todo esto ocurre después del año, y alrededor de los tres años pasamos de bebé a niño. Paso a paso se van adquiriendo
más experiencias, más palabras, con lo cuál se enriquece la vinculación con el mundo.

El camino que esa persona va a recorrer está propuesto desde antes del nacimiento, es inevitable que los padres proyecten
en el hijo, creen que lo que a ellos les gustó, le va a gustar al hijo también, hay una proyección de frustraciones y de goces.
Todo esto le da al niño un argumento, un primer guión de vida, que no es genético, sino comunicacional. Le van induciendo
cosas, un padre violento le va a proyectar miedo, una madre demasiado cuidadosa le va a hacer sentir que el mundo es
peligroso.

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Hay una primera etapa donde se da el argumento de vida. Cada uno de nosotros lo tiene y es un sentimiento de hacia dónde
vamos y qué queremos ser.

Los abuelos son también figuras muy importantes. A veces, en la psicopatología o en la terapia, no se explica una fobia de
un paciente por la historia que tuvo, ni siquiera por la historia de la madre, pero resulta que en el abuelo está la clave. A él no
le pasó nada, a la madre tampoco, pero al abuelo le pasó algo terrible, a veces hay que buscar en dos generaciones para
poder ayudar a la persona.

La gente que venía de la guerra, tenía traumatismos que explotaban, no en la generación más próxima, sino recién en la
siguiente. La primera generación tenía que conquistar el país, y no tenía tiempo para elaborar el traumatismo, entonces
pasaban el paquete de escenas traumáticas, sin abrir, a la siguiente generación, y le llegaba al nene con el mensaje: "esto te
lo manda tu abuelo". Cuando abría el paquete salía un monstruo y se lo quería comer.

Cada etapa de la vida tiene una tarea. En la infancia se aprenden el juego y la creatividad, por eso los chicos que no jugaron
lo suficiente tienen problemas de adaptación. Si no conservan la habilidad de jugar, no van a poder resolver luego los
problemas de la vida. El mundo del niño es virtual, tiene amigos y lugares imaginarios, en él se ensayan los roles y las tareas
que luego tendrán que cumplir.

La escuela genera la primera gran separación de la familia, el primer paso de la exogamia, y además tiene que dejar
el rol de hijo para asumir el de alumno. Es el primer rol que no es familiar sino institucional, luego vendrá el de
ciudadano, colectivero, albañil, maestro, etc., que lo incluye en el mundo social.

El niño tiene una manera de ver el mundo que está encuadrada en el juego, la realidad no es tan contundente o tan firme,
porque de la realidad se ocupan los padres. Ellos no tienen esa realidad exigente que nos hace estar atentos a la
sobrevivencia económica o a los peligros. Los chicos están en el mundo del "como si", del juego, son psicodramatistas,
pueden retirarse de la realidad porque tienen a los padres que los contienen. Juegan distintas realidades, ensayan la vida.

JUVENTUD
La juventud comienza con período psicológicamente tormentoso, la pubertad, que es la revolución emocional y psicológica
más grande que tiene un humano a través de toda su vida. Actualmente se ha adelantado, se da alrededor de los once a
trece años. No hay otra similar, porque es biológica y muy abrupta, se entra bruscamente en la genitalidad. Además produce
una gran revolución en el sentido de que cambia la ubicación en el mundo y la tarea, porque ¿cuál es la tarea en la niñez?: el
juego, que es muy útil en el niño, porque está ensayando conductas futuras. Todos los juegos, incluyendo los eróticos (el
viejo “juguemos al doctor”), la consigna “dale que”, instala ensayos psicodramáticos, donde van probando cómo van a
hacer más adelante, van ensayando al adulto.

Luego del terremoto hormonal, que es la pubertad, el humano se transforma bruscamente en otro. De niño se transforma en
joven, si en ese momento la sociedad no permite ese pasaje, entonces quedan los adolescentes en una desprotección
psicológica muy grande. A un adolescente le puede ocurrir que no puede pasar de niño a joven por no poder incluirse en el
mundo del trabajo por el desempleo, entonces pierde la posibilidad de concretar pareja y de formar una familia, por eso tiene
la sensación que la vida se le paró. Ahí aparece lo que nosotros llamamos la población más riesgosa, que son los
pospúberes. Ser adolescente en este momento es insalubre, y si además es pobre, está en un encierro trágico.

En el niño la sexualidad es difusa, recién se genitaliza con las hormonas de la pubertad, en las nenas con la menstruación
que irrumpe bruscamente, y en los varones el cambio en el tamaño de los órganos, los pelos, la voz, el cuerpo (tenían un
Fiat 600 y en poco tiempo les entregaron un enorme Falcon). Son torpes, porque tienen el esquema corporal mental de
antes. Además, a la nena le crecen los senos, se transforma en señorita, es objeto de deseo de los hombres, no sabe cómo
responder porque en su mente es todavía es una nena, hay una gran confusión, la pubertad es uno de los momentos de la
vida de mayor despersonalización. Tengo la idea que esta etapa está mal diseñada (habría que quejarse, pero ¿a quién?…)
tendría que ser más paulatino, como el proceso de la vejez donde te vas volviendo viejo de a poco, tenés tiempo de instalarte
en “el viejo”.

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En este momento del país es la población de mayor riesgo en drogas, accidentes y autoagresiones. Además, se les agrega
la gran inquietud que genera la genitalización de la libido. Los vínculos pasaron de imaginarios a reales. Las hormonas
sexuales producen la genitalización de la libido, por lo que necesitan a un otro real.

En el caso de la nena, pasa del osito al vecinito en muy poco tiempo. El vecinito es un vínculo independiente de ella, al osito
le dice: "¿Me querés?" y él le contesta "si", en cambio el vecinito puede rechazarla, produce el primer diálogo contrastante,
además el osito no embaraza, ni contagia HIV. Por otro lado el varón tiene que tener trabajo para conseguir pareja y luego,
poder formar una familia, que es lo que sostiene el proyecto de vida en esta etapa. Y lo más grave es que justamente aquí
está la mayor desocupación en el país.

La Naturaleza ha dispuesto que con la genitalidad surja la agresividad, que es necesaria para conseguir una pareja, proteger
el territorio y defender la cría. Los animales también tienen ese desarrollo, un cachorro no muerde, un perro sí.

Otra cosa que aparece, especialmente en el adolescente varón, es la transgresión. Los adolescentes tienen que ser
transgresores por que si no, no pueden inaugurar una nueva historia, tiene que decir "yo voy a hacer el mundo de nuevo". A
veces tienen que romper todo para empezar otra cosa. Esto es necesario para mover la rueda de la historia y para poder
tener una identidad distinta a la de los padres.

Antes de los once o doce años, los padres son los modelos a imitar, pero si esto sigue, no va poder lograr la singularidad de
su identidad, por eso debe confrontar.

Antes la familia era una estructura contenedora porque había miembros con distintos roles, papás, tíos, abuelos, primos, y
entonces existía la posibilidad de que si un tema no lo percibía uno de ellos, el tío canchero o la tía confidente (los psicólogos
de antes) lo podían resolver. Todavía no se había inventado la psicología. Ahora que no hay más tíos o tías, pagamos para
que nos escuchen.

La transgresión es importante en los adolescentes, pero hay un momento en que esta etapa se termina y es
necesaria la exogamia. Gamia es familia, exo es afuera. Si se queda con los padres, no hace su vida, está dentro de
la película de los padres y es un grandulón sin proyecto. Cuando se casa inaugura su propia película y los padres
quedan como abuelos porque se modifican los roles. Es la ley de la vida, realizar su vida, pasar de la dependencia
infantil a la autonomía adulta.

En este momento de crisis y de transformación social, hay un problema grave que surge en la pubertad y es que los padres y
los hijos están en una crisis mutante. Por eso es muy difícil para los padres entender a los hijos, porque los adolescentes
están en un mundo que tiene otras definiciones sobre el amor, la muerte, la locura, la droga, hay otra concepción y lo ven de
distintas maneras.

El tema del machismo no existe más entre los jóvenes, una chica y un muchacho son iguales, el muchacho no domina, se ha
dado vuelta, la iniciativa sexual la toma tanto uno como otro. Mi hija, cuando tenía catorce años, me dijo algo que me
sorprendió: "Ayer en la fiesta, con las chicas, nos apretamos a tres flacos". Dije: "Está bien, se terminó con el machismo".
Antes la nena tenía que ir al baile y esperar el cabeceo, si no, planchaba toda la noche. Ahora hay una igualdad de sexos, no
hay sometimiento, ha cambiado, son pautas distintas. En la sexualidad también, hay cosas que la madre ni se imagina
porque tuvo un mundo sexual distinto al que la hija vive hoy. Esto produce una fractura generacional y por eso es difícil
hablar con adolescentes, inclusive hasta las palabras son diferentes. Una vez yo levanté el dedo y le quise decir algo a mi
hija adolescente, pero ella me dijo: "Viejo, ya fuiste…" (creo que le estaba por hablar de la virginidad y el ahorro, dos cosas
que no se usan más…)

A los jóvenes ahora les es más difícil armar un proyecto de vida, nuestro mundo era mucho más estable y seguro. El mundo
de ellos es inseguro, hay violencia, hay drogas y ellos están incluidos ahí.

Todo esto perturba esta etapa y aparecen patologías que no son histerias, fobias o neurosis obsesivas como antes, sino que
tienen más que ver con el vacío existencial. Dicen: "No sé para qué vivir, no me interesa nada". Es como la paralización de la
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vida, porque efectivamente están en una situación difícil. Esto a veces los lleva a la adicción al alcohol y las drogas para salir
de ese vacío insoportable.

En la niñez, el avión de la vida toma velocidad y en la adolescencia toma vuelo con los proyectos adolescentes, se proyecta
la vida: “quiero hacer tal cosa”… Cuando quiere tomar vuelo, en el momento de insertarse en el trabajo, aparece la
desocupación, le cortamos el combustible y el avión de la vida se cae.

Los adolescentes están en un período donde la actividad es muy grande, están acostumbrados a un mundo visual y activo.
Entonces, el instrumento para comprender y reparar ese mundo es el Psicodrama y también algunas técnicas de juegos
dramáticos. En estos casos el adulto o el profesor deben incluirse en ese caos para poder transformarlo.

Me contó una profesora de música, que no podía lograr que sus alumnos la escucharan porque gritaban todo el tiempo.
Cuando ella pedía silencio, no le obedecían. Lo que ella hizo fue gritar también, pero en forma acompasada. Los pibes la
siguieron y terminaron haciendo un coro. Ellos tenían una energía desorganizada, pero la maestra no se opuso, se insertó en
el problema, y logró encausar esa energía en forma de canto. Muchas veces, las técnicas que son efectivas son las de la
filosofía oriental, que es no oponerse al problema, sino incluirse en él y modificarlo desde adentro.

ADULTEZ
La etapa de la adultez comienza actualmente alrededor de los 30 o 35 años.
Con el embarazo, la pareja se triangula con el hijo y se invierten los roles, el que era hijo pasa a ser padre y el que el era
padre pasa a ser abuelo. La transgresión que sirvió para poder zafar de los padres y construir una nueva identidad ya no es
necesaria. Ser un adolescente trasgresor es necesario, pero seguir siendo lo mismo como padre de familia, ya es boludez,
no es funcional.

Si un muchacho no fue trasgresor en la adolescencia, no va a poder defenderse de adulto, va a ser un sobreadaptado. Si


jugó mucho en la niñez, puede ser creativo en la adultez. Son funciones que se aprenden en estas edades, en esas etapas.
Los niños que no pudieron jugar porque tuvieron que trabajar, van a tener problemas después con la creatividad.

La adultez es un largo trecho, son muchos años (¿de los treinta a los sesenta?) Eso también depende de la clase social. Una
nena de la villa hace la exogamia a los catorce años. En clase muy popular es prematuro el embarazo y en clase media, que
somos sobreprotectores, ocurre más cerca de los treinta años. A veces, se casan, fracasan y vuelven a la casita de los
viejos. El embarazo es lo que define la nueva responsabilidad porque la mujer se transforma completamente y la maternidad
es una profesión para toda la vida. Es una experiencia psicológica muy intensa porque es una vivencia de simbiosis amorosa
que el hombre nunca podrá tener. El hombre es un eterno solitario porque nunca tuvo la experiencia de esa gestación y de
ese vínculo tan intenso como una mujer con su hijo, que la deja acompañada psicológicamente para siempre.

En esta etapa sucedió el pasaje de noviazgo a familia y la organización es completamente distinta, aparecen los hijos
y se genera el grupo familiar.

La actividad de esta etapa es la familia y la producción, el trabajo. Si este falta, se desarma la familia porque las dos
piernas con las que andamos la vida son la familia y el trabajo, la familia sirve para lo interno, para los vínculos
cercanos, y el trabajo sirve para la realización social.

Si a un hombre lo echan del trabajo queda rengo y, si debido a esto se desarma la familia porque no la puede
mantener, queda fuera de la realidad, pues ésta se estructura con el trabajo y la familia. Por eso el desocupado no
sólo pierde el dinero, sino el rol profesional, los horarios, los vínculos, etc., se puede decir que se le desarmó la vida.
Hasta los animales organizan su realidad en base a conseguir la comida y aparearse.

En clase media se llega a la adultez alrededor de los veinticinco, treinta años, porque los padres lo pueden sostener.
En clase popular los padres los mantienen con suerte hasta los dieciocho años, pero en los sectores marginales, por
ejemplo en los chicos de la calle, las vivencias de desamparo, los hacen adultos precoces, tuvieron abusos, abusaron,
sufrieron e hicieron crueldades, son adultos a los ocho, diez años.
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Una vez una paciente, para recuperar recuerdos de su infancia, trajo a su tía, una señora de setenta y seis años. Yo
me imaginaba que sería una viejita arrugada, pero vino una mujer con un cutis de porcelana y unas manos como de
una chica de veinte. Después, la paciente me explicó que la tía había sido una fóbica grave, y que nunca había salido
de la casa ni había tenido pareja, que son dos cosas que producen expectativa y emoción (ahí me di cuenta que salir
a la calle y coger es lo que te envejece…). Ella había quedado congelada en el tiempo, no había vivido (yo no le avisé
que no había vivido… hubiera sido una crueldad) estaba nuevita, no había sido usada, estaba como la habían
entregado, cero kilómetro.

VEJEZ
La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a esta etapa que empieza después de los sesenta años. Ahora, que
más o menos estoy instalado en ella (tengo setenta y tres años), me doy cuenta que se me ha simplificado la vida, y la mayor
parte de las cosas que antes me preocupaban, ahora creo que son boludeces, pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la
justicia social, la solidaridad (y también el dulce de leche y la crema chantilly…)

Esta edad no está tan mal, el tema de la muerte siempre angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería hacerse
el pendejo, fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería todo un laburo y no podría gozar de esto de hacerme el filósofo. Cuando
cumplí sesenta años hice una fiesta en la Escuela. Y dije: tengo dos caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en un viejo
pelotudo. Lo último me pareció aburrido. Cuando no asumís la edad, no gozás ni la una ni la otra.

El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no
servimos más.

Acá en la Argentina tenemos la cultura de Mirta Legrand, pobre Mirta, para conservar la juventud debe usar una máscara de
cirugía y no está gozando de esa edad.

Cuando estuve en Estados Unidos había una actriz que había sido muy famosa, Bette Davis, que ya estaba muy viejita y
tenía el rostro con las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía un programa muy respetado, en el que podía decir cosas
sabias, porque estaba cómoda en esa edad, era creíble.

También en Italia, estando en una plaza de Roma, pude ver que estaban todos los viejitos (los respetados nonos) jugando a
las cartas y tomando Cinzano, con gran dignidad, y la gente iba a preguntarles cosas. El que vio la película casi hasta el final,
sabe perfectamente cómo es, y puede avisarle a los otros cómo viene la mano de la vida.

Pero en la Argentina, cuando llegás a esta etapa, te meten en un geriátrico y no aprovechan la historia, que es necesaria
para construir el futuro.

En el Amazonas no hay jubilación de viejos. Yo fui hace muchos años, de aventurero, con mochila y bolsa de dormir, y ahí
estaban los viejitos de la tribu mirando el río Xingú que desemboca en el Amazonas. Y pensé: "Ahí está la biblioteca
nacional"... Uno sabía de partos, otro de canoas, otro de plantas medicinales, a ellos los cuidaban mucho, porque eran los
transmisores de la sabiduría, no había transmisión escrita (se moría el de las canoas y tenían que cruzar nadando…) Tenían
una dignidad como los que vi en la India. Allí, en el proceso de vida, se respetan todas las etapas.

En estos países de la cultura occidental, tecnológica, donde lo que no es nuevo hay que tirarlo, lo mismo se hace con los
seres humanos, y eso es una tontería. En la cultura norteamericana todos tienen que ser jóvenes y lindos.

Hay una etapa de la vida en que uno es niño, otra en que es joven, otra donde es adulto y otra donde es viejo. Nosotros
atravesamos las cuatro etapas de la vida, si negamos una, vamos a tener problemas. Si se nos niega la infancia vamos a
perder la creatividad, si se nos reprimió la adolescencia, vamos a perder la rebeldía.

Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por distintas estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro tren
(son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se quedan, no siguen en el viaje de la vida.
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Cuando no se transita uno de los pasajes evolutivos, se produce una perturbación. Si la niña no puede genitalizarse, queda
en un vínculo infantil y no asume sus posibilidades de hacer pareja, es la hija que queda captada por un padre muy
sometedor, tiene cuarenta años y vive con el padre. Pero no puede hacer pareja con el padre por el incesto y por la
diferencia de edad, son dos mundos distintos. Lo mismo ocurre con el varón, cuando muere el padre, y la madre lo coloca en
el rol del hombre de la casa. Ese adolescente empieza a desfasarse de su objeto sexual, que es una novia, y es el típico
solterón, o se casa y tiene problemas, no se despegó de la madre.

La concentración urbana genera la familia nuclear: papá, mamá y uno o dos hijos, donde es tan pequeño el espacio,
que no cabe el abuelo, va al geriátrico, después tienen que mandar al nieto a la guardería, pero ¿quiénes son los
mejores cuidadores para el nieto? el abuelo y la abuela. ¿Qué mejor maestra jardinera que un abuelo o una abuela?
Ambos están fuera de la producción, fuera de la tensión necesaria para la lucha cotidiana, ambos están en el mundo
de lo imaginario...

En Santiago del Estero el tata viejo es un personaje muy importante. Es el que sabe la historia de la familia, transmite
la información, los agüelos cuidan al gurí, las dos puntas de la vida se complementan.

En nuestro país la vejez está desvalorizada, los viejos son marginados, el cambio social fue tan brusco que su
experiencia habla de una Argentina que perdimos, si terminan en el geriátrico, los tratan como chicos, los retan y los
humillan, se deprimen y aparecen todas las enfermedades que tienen que ver con las bajas defensas.
En cambio, en las sociedades más sanas, esta es una época muy rica, porque es la de la reflexión, que es parecida al
juego y la creatividad, pero ya después de haber visto la película entera y haberla entendido. Es como el que viajó
mucho y ahora puede ver el panorama del viaje.

La última etapa es lo que se llama la senectud, que a veces tiene un deterioro grave, neuronal, de las funciones mentales.
De todas maneras, el final del proceso de la vida, que es la muerte, es un tema negado en nuestra cultura. El final, la agonía,
a veces tiene características traumáticas, como algunos partos, al inicio. Los humanos somos todos de la tribu de los
"Uterumbas", porque vamos del útero a la tumba.

Se puede estar en cualquier edad, incluso setenta, ochenta años, y el que tiene un proyecto se aleja de la muerte.
Eso lo vi en Pichón anciano, él decía: “la muerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos”, el
tema es la construcción de la esperanza. ¿Cómo la podés construir?, si esa historia tiene sentido y se arroja adelante
como esperanza.

Padres que no le tienen miedo a la muerte hacen hijos que no le tienen miedo a la vida.

PSICOPATOLOGÍA
Modos de enfermar

En la Terapia de Crisis el interés se centra en la resolución del problema y no en el análisis del diagnóstico. Aquí
analizaremos los cuadros de despersonalización, depresiones, fobias y las psicopatologías de acción que aparecen en las
épocas de crisis social y en los grupos de riesgo.

De todos modos describiremos brevemente los cuadros estabilizados y crónicos, que no son patologías de crisis, como la
histeria y la neurosis obsesiva, en los que nos parece indicada la terapia psicoanalítica pues necesitan desarrollar una
neurosis de transferencia y un largo proceso de análisis.

Depresión
Cuando falla el mecanismo que transforma la pérdida en recuerdo se instala el fantasma de la depresión. El depresivo se
vincula con un fantasma que es alguien que está y no está. Como queda abrazado a lo perdido y pierde los brazos para
vincularse con personas reales, vive en el pasado.

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Las causas pueden ser de dos tipos: una por pérdida traumática (orfandad, pérdidas importantes que no tuvieron el proceso
de duelo, que no pudieron llorarse y compartirse) y la otra es por no haber tenido un hogar donde se le enseñara el deseo, la
exploración del mundo, sólo aprendió la desesperanza, son familias grises, escuelas de frustración.

El diálogo es interior y tiene como argumento el reproche o la culpa. El mundo le es ajeno y lejano, su percepción es endo-
perceptiva (está dirigida hacia adentro).

Paranoia
En cambio, el vínculo paranoide, es el miedo. Se presenta con alarma, es exo-perceptivo (dirigido hacia afuera). El paranoico
está muy atento a lo que va ocurrir. Es un vínculo adelantado en el tiempo. Está controlando qué vas a hacer, pregunta “¿Por
qué me estás mirando?”, "¿Por qué te pusiste la mano en el bolsillo? ¿Qué vas a sacar?" Está alarmado. El argumento
vincular es atacar o huir.

Hoy tenemos en todo Buenos Aires un clima paranoide por los asaltos y la ansiedad del futuro, tenemos un tono muscular de
contracción que desgasta porque consume mucha energía, es como trabajar el doble. Contraigo el brazo porque tengo
ganas de dar un golpe, y tengo contraídos los músculos para hacerlo. Al mismo tiempo, para no hacerlo, contraigo los
músculos contrarios, esto consume doble energía. A este estado se lo denomina estrés.

Cuando el futuro no puede organizarse en base al deseo se genera la estructura del miedo para que no quede el futuro
vacío, para tapar este vacío “lo llenamos de miedo”, si se nos desvanece el deseo, “la zanahoria” (que es un recuerdo
placentero) colgaremos del hilo que hace caminar al burro, una araña (que es un recuerdo doloroso), que configurará un
futuro temido que organiza una dirección, aunque luego no la podemos recorrer porque nos da miedo. Por lo tanto el
paranoide queda paralizado, el diálogo básico es externo, atacar o huir. El mundo es un campo de batalla.

Fobias
El fóbico es el hermano menor del paranoico, el paranoico siente que todos lo persiguen, percibe el mundo como peligroso,
en cambio el fóbico especializa y discrimina al perseguidor, pueden ser los perros, la oscuridad, algún insecto, las mujeres,
las alturas, los encierros claustrofóbicos; tienen la fobia ubicada en un lugar y pueden manejarla, evitan eso y van tranquilos,
no van donde hay perros, prenden todas las luces y más o menos la controlan. A veces lo logran con un acompañante
contrafóbico, salen con determinado objeto o persona y se sienten tranquilos.

Histeria
Es un trastorno usual en la mujer, aunque también se da en el hombre. En ambos casos la estimulación erótica que
prometen resulta frustrante a la hora de la resolución sexual (en criollo: “calienta la pava y no toma el mate”). En las crisis
histéricas puede presentarse la despersonalización, como también trastornos físicos como desmayos, sensación de frío
intenso, paralización. En los cuadros graves se acerca al trastorno esquizofrénico y en este caso se habla de psicosis
histérica. El tratamiento de prescripción es el psicoanálisis, recordemos que la histeria es el cuadro central de la
psicopatología freudiana.

Es, más bien, un cuadro de la burguesía. Podemos decir que requiere de un escenario elegante. En la villa el juego histérico,
que es escena y seducción, no se puede mantener porque las necesidades son muy concretas y no permiten darse ese lujo:
se mueren de hambre o la violan. La histeria era funcional en los grandes salones vieneses o actualmente en shopings
lujosos.

El sexo se representa y no se presenta, no llega a la consumación, porque la seducción histórica es hacia el padre; cuando
se acerca la consumación sexual aparece el tabú del incesto que la impide y el juego termina en frustración. Es un cuadro
que nace de la represión de la sexualidad como ocurría en la sociedad victoriana.

Aclaramos que la persona no está mintiendo sino que cree en su representación, entra en lo que se llama trance histérico.
Por eso Freud, en los primeros tiempos, trató las histerias con técnicas de hipnosis, induciendo el abandono del síntoma.
Tiende a generar conflictos triangulares por sus orígenes edípicos (la seducción al padre y la competencia con la madre).

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Neurosis obsesiva
Tiene características opuestas a la histeria, la expresividad es mínima. La patología está centrada en los rituales obsesivos
que controlan el entorno. Si en la histeria puede hablarse de una máscara, en la neurosis obsesiva sirve la imagen de la
calesita que da vueltas continuamente, parece que avanza pero no va a ningún lado.

El obsesivo ordena pero no organiza su tarea, desarrolla actividades inútiles porque repite estereotipadamente sus
maniobras. Están siempre abriendo y cerrando la llave del gas hasta que se quedan con la llave en la mano. Son pacientes
angustiados y tensos.

Si la histérica puede resultar estimulante porque necesita seducir a su público o entorno, el obsesivo produce aburrimiento,
es inexpresivo, un verdadero plomazo. Los dos cuadros desean retener el tiempo evanescente, la histérica representando su
escena una y otra vez y el obsesivo repitiendo su ritual sistemáticamente. Los dos impiden la sensación existencial de
pérdida pero al costo de no vivir vínculos reales.

En su base, son dos mecanismos psicológicos fundamentales para la vida social siempre que no se hipertrofien como
enfermedad. El núcleo histérico permite la capacidad de ser expresivos, de demostrar emociones y con el núcleo obsesivo
podemos organizar adecuadamente la realidad.

Tienen que ver con amor y trabajo que son las dos piernas para el viaje de la vida.

Personalidad confusa
Es el otro extremo de la neurosis obsesiva. Es la persona que vive en medio del caos, donde no puede hacer planes ni
ordenar su mundo. En este cuadro todo es imprevisto y desconcierta a los demás. Estas personas viven con un gran monto
de angustia por la continua vivencia de una catástrofe incontrolable e imprevisible.

Simbiosis
También es importante en la patología del vínculo, la simbiosis (no nos referimos a las simbiosis funcionales sino a aquellas
intensas donde cada uno mutila las funciones del otro). En los casos de simbiosis agudas, entre las dos personas hacen sólo
una, pues ninguna de las dos adquirió autonomía yoica, “se puede estar solo de tan cerca”.
Un ejemplo son las parejas sado-masoquistas donde el que hace el papel de víctima está utilizando al victimario para cumplir
con su propia escena.

Brote psicótico
En el brote psicótico el enfermo habla desde una significación distinta a la nuestra, dice una palabra que para él tiene
una significación delirante, por ejemplo: cree que la palabra perro puede morder, no discrimina entre el signo y lo que
señala. Esta omnipotencia de la palabra está presente también en la infancia y en los rituales mágicos, donde una
palabra secreta puede enfermar o matar.

El brote genera un sentimiento de vacío inaguantable donde el paciente siente que queda cósmicamente solo.
Entonces crea su delirio, que le permite vincularse con alguien, que muchas veces es un perseguidor que puede ser
un marciano o un monstruo. En el delirio paranoide, el perseguidor lo controla, con lo cual él se siente mirado y vuelve
a existir. Además tiene un otro con el que puede dialogar aunque sea delirantemente.

Hacen ensaladas de palabras, las pegan de cualquier manera y resultan creaciones a veces muy hermosas. En el
fondo del Borda trabajábamos la poesía psicótica, unen palabras mejor que Neruda, crean neologismos que son
nuevas palabras inventadas. Cierta vez estaban describiendo un asesinato, vi en la pared del Hospicio el dibujo de un
cuchillo con sangre y abajo decía “cuchangre”, me pareció espantosa esa palabra porque sintetizaba las dos cosas en
forma de pensamiento primario. ¿Se puede aludir a un asesinato con mayor economía que la palabra “cuchangre”?
(cuchillo y sangre).

Esquizofrenia Mensajes paradojales

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La madre del esquizofrénico es muy especial. Según la teoría sistémica, que se basa en la teoría comunicacional, para
fabricar un esquizofrénico es necesario que la madre le dé mensajes absolutamente paradojales, le interprete la realidad de
otra manera y además exija que el niño acepte esa definición. Suelo dar como ejemplo el caso de una madre que trae a la
consulta a su hija con un brote esquizofrénico. La hija dice: “Mamá, traeme el saco porque tengo frío”, y la madre le
contesta: “Vos no tenés frío, tenés hambre”. No acepta lo que ella dice. Si dice: “Tengo rabia”, la madre contesta: “No, yo sé
que vos estás triste, ¿no va a saber tu madre lo que te pasa?” Continuamente la define como otra cosa de lo que es y la
chica empieza a decodificar de manera distinta. Si de niña le pregunta: ¿Por qué papá me mira con rabia? (puede ser que el
padre realmente se sienta desplazado), la madre le dice: “¿Por qué decís eso? ¿Por qué sos tan mala? Vos no lo querés a
papá”. Luego, cuando alguien la mire con rabia, ella va a creer que no la quieren. Si la hija pide aclaración, la madre le
contesta: “¡No seas insolente con tu madre!” No acepta nunca la rectificación del doble mensaje. En teoría de la
comunicación se llama double bind, doble atadura, se dice algo en un nivel y en otro nivel lo contrario y se impide señalar la
contradicción. La madre se conduce como si la hija fuera una prótesis suya, no acepta que ese ser es un existente
independiente.

Otro ejemplo de mensaje paradojal sería el de una esposa que le dice al marido: “¡Tenés que ser más varonil! ¡Te ordeno
que vos seas el que manda acá!” El marido piensa: “Si ella me ordena que yo mande, en realidad está mandando ella”.
También el caso de un sargento que le dice al soldado: “¡Le ordeno que me desobedezca!”. Y si el soldado dice: “Sargento,
me está ordenando algo contradictorio”, la nueva orden es: “¡Obedezca, soldado!”.

En todos los casos el pedido es incongruente en sí mismo. Esto lleva a la paralización porque cualquier cosa que se haga
está sancionada, la comunicación es una trampa.

Para que esta modalidad comunicativa, que llamamos doble vínculo, sea patológica y que, acompañada por otros factores,
produzca una esquizofrenia, tiene que estar dentro de una relación intensa, de sobrevivencia. Como la relación que tiene el
niño con los padres.

Si la madre sonríe y le dice: “Yo te quiero mucho” pero lo empuja y cierra la puerta, el niño no sabe si lo quiere, o lo que
quiere es echarlo. La clave está en afirmar algo y en otro canal calificar negativamente lo anterior. En este caso, en canal
verbal “te quiero” y en canal gestual “rechazo”.

Shock psicológico
A una persona que está en situación de shock psicológico agudo, no le podemos hablar, quedó detrás de las palabras y
suelen ponerse en posición fetal, lo que indica que está regresado. Para estos casos hay maniobras corporales como el
abrazo de contención. Si está en pánico agudo, debe ser atendido con una técnica corporal llamada “maternaje”, que
consiste en abrazarlo casi como a un bebé por su regresión aguda. Incluso hasta se mea y se caga, lo que indica que
regresó a la etapa anterior al control de esfínteres. Luego irá volviendo a la realidad gracias al proceso terapéutico que, por
etapas sucesivas, lo llevará a su edad actual.

Abuso sexual en menores


Las malas experiencias, como un abuso sexual en la niñez, pueden después traer problemas en la sexualidad adulta. Lo
curioso de la mente es que se puede reparar lo sucedido, se puede modificar el pasado. Cuando soñamos podemos volver a
la profundidad del inconsciente y con técnicas de ensueño dirigido y psicodrama podemos revivenciar con plena sensación
de actualidad aquel hecho doloroso. A través de una catarsis, se externaliza el recuerdo, se pone en palabras y se entiende
el traumatismo.

Los abusos sexuales en los niños son muy confusos, ambiguos y paradojales porque el que tiene que proteger es
justamente el agresor. Muchas veces la madre es cómplice y dice: "Eso no pasó, mentís", con lo cual la nena cree que está
loca, porque la mamá es la que le define la realidad. El mundo, para la criatura, se convierte en algo que no comprende. A
veces la madre le dice: "Vos lo provocaste", esto es muy frecuente, y entonces la nena cree que es puta, aunque ella sabe
que no sedujo, y entonces se confunde. Por eso, este tipo de experiencias traumáticas a edades muy tempranas, dejan
huellas profundas. Es algo que sucede de noche y es ocultado en el día, está inscripto en la nocturnidad y por eso es muy
confuso. Durante el hecho, en el niño o niña, hay conciencia crepuscular, no entiende bien si ocurrió o no.
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He trabajado en algunos casos en los que, en la cama de la nena, apareció semen, y la madre le hizo creer a ésta que era té
con leche.

Cuando la nena víctima del abuso se hace adulta, desarrolla síntomas mutilatorios de su sexualidad como frigidez o
vaginismo, que es la contracción espasmódica de la musculatura vaginal que impide la penetración. Para curarlo se debe
revivir dolorosamente la escena con técnicas de regresión, ensueño dirigido o psicodrama, para luego poder verbalizarlo.
Podemos decir que es algo que no supuró en su momento. Es como un absceso con pus, hay que punzarlo para que salga
la infección y se cure.

El síntoma es defensivo
Observamos frecuentemente que en la historia de los chicos adictos no ha habido afecto en sus vínculos infantiles. Tienen la
vivencia de vacío existencial, llamado síndrome de vida vacía. Muchas veces la droga da una salida a esa situación, aunque
el remedio termina siendo peor que la enfermedad.

Siempre que alguien hace un síntoma, lo hace para protegerse de algo peor, y para modificarle ese mecanismo, antes
tenemos que darle otra cosa en sustitución. Cuando a un chico de la calle, que se llamaba “Huesito” (podemos imaginar la
razón) le pregunté por qué se daba con el Poxi, me dijo: “Yo duermo donde vos caminás, ¿querés que me vuelva loco?
Dame una casa y yo dejo el Poxi”. El pegamento era la defensa ante la vivencia de vacío.

Deprivación social masiva


Si el humano queda totalmente solo deja de existir. Lo de Robinson Crusoe, de estar veinte años solo en una isla desierta, es
una ficción. En la vida real, a los seis meses, cualquiera se vuelve loco. Como era inglés, podía haber durado un poco más,
si hubiera sido italiano, sobreviviría solo una semana, hubiera hecho un delirio, y como era religioso, un delirio místico.
El buzón es un lugar de castigo que tiene toda cárcel, al que los presos temen más que a la paliza. Está muy aislado, a
oscuras, no se oye ningún ruido, es un lugar pequeño en el que entra una sola persona. Cuando los presos son metidos allí,
sienten que desaparecen. Al poco tiempo de estar solos, sin ver ni oír nada, comienzan a delirar.

EL PSICOPATA
La subjetividad vacía

Como marco psicopatológico vamos a describir los tres modos de patologías básicas: neurótico, psicótico y psicópata.
El neurótico pertenece a dos mundos, el mundo subjetivo y el mundo objetivo. Tiene trastornos que no le impiden la inclusión
social, se comunica con los demás (el mundo objetivo) y también tiene un diálogo interior (el mundo subjetivo).
El psicótico, por el contrario, no tiene mundo externo, se tragó el mundo, se volcó totalmente hacia su interior, metió el
mundo adentro y él quedó encerrado en ese mundo que armó y que nosotros llamamos delirio. El delirio es equivalente a un
mundo, porque tiene reglas, personajes y define espacio y tiempo. Con esto obtiene una percepción omnipotente porque
puede transmitir pensamientos y manejar ilusoriamente la realidad, interpretándola desde su sistema delirante. No es
peligroso, porque su mundo es virtual (a lo sumo, te puede arrojar un tomate radioactivo…)

El brote psicótico es el momento en el que a la persona se le desarma la realidad, no sabe quién es ni dónde está, qué
época de su vida es, el momento histórico no tiene sentido, tampoco los vínculos, queda aislado y le desaparece la identidad.
A este proceso lo vive de forma tan aguda y desolada, que inventa un vínculo con un personaje, o confabulaciones
imaginarias que, en el caso de la paranoia, lo persiguen.

La identidad depende de una cantidad de vínculos y de ubicaciones en espacios temporales, de normas, roles, mitos que la
cultura asigna, se es en función de un entorno que se llama la realidad, si la realidad se desarma, se desarma el yo.

Muchas veces la esquizofrenia, que en el primer momento es sólo fragmentación, produce mucho desconcierto en los
demás, y por eso al loco, al psicótico se lo encierra. Entonces éste percibe que lo van a forzar y se asusta, es decir aparece
un componente paranoide, se imagina que hay un complot de los demás, todos son enemigos, inventa un marciano que lo
persigue, etc. En general tienen delirios persecutorios, por eso se encierran o se aíslan, no hablan con la gente para no ser
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vulnerables, y uno se pregunta: “qué tonto ¿por qué se busca un enemigo?” Lo hace para poder interactuar con alguien,
porque ese enemigo, al perseguirlo, le da una estructura de vida, que es huir y defenderse.
De alguna manera reconstruye un mundo, pesadillesco, y empieza a controlar, no lo que dicen los otros, sino los gestos que
hacen. Por ejemplo: “se está tocando la boca, está disimulando algo que tiene en la boca, que a lo mejor es un veneno para
mí, el otro está anotando lo que digo, aquél hace creer que es ciego pero me ve perfectamente…” Todo el mundo se le
convierte en una pesadilla y con eso tiene, de alguna manera, un argumento. No inventa un amor, porque quedó aislado, el
amor exige la respuesta del otro, en cambio el miedo no. No me importa si Frankenstein me quiere, lo que me importa es
solamente que me persiga. Todo delirio se da por el fracaso del amor, que es un vínculo dialógico con el otro.

El psicópata, en cambio, es muy peligroso porque es una computadora, no pierde el tiempo en emociones, porque no puede
sentirlas.

Podríamos decir que el psicópata es una persona que está vacía; así como el psicótico está lleno y el mundo queda vacío
porque lo metió adentro, el psicópata es exactamente lo inverso, quedó encerrado afuera, su vida es una exterioridad.
Desgraciadamente, psicótico y psicópata son parónimos, suenan parecido, por lo que muchas veces se lee en el diario: “Un
psicópata se escapó del Borda… “ y en el Borda, sólo hay psicóticos.
Entonces, el esquizofrénico es lo contrario del psicópata. El psicópata es el asesino serial, el estafador, el cana brutal y sin
compasión, el torturador, es la persona que tiene un interior completamente vacío y maneja el mundo, él está fuera de sí
mismo, está en el mundo, es como un robot y controla a los demás, vive afuera porque adentro no hay nadie.

Esto de que adentro no hay nadie, es una sensación que se tiene con los psicópatas graves, no hablo de los aspectos
psicopáticos, un poco manipuladores que tenemos todos. Cuando se es un psicópata grave, su mirada en la interacción,
nos da como un escalofrío, nos damos cuenta de que nos está mirando como a un objeto a manipular, no como un sujeto
con el que interactuar.

Vi mucho esa mirada, desgraciadamente, en algunos de los pibes del instituto Almafuerte, que estructuraron personalidades
psicopáticas, chicos con varios homicidios, a veces homicidios gratuitos. Había uno especialmente que inspiraba miedo,
hasta los guardias le temían porque podía hacer un ataque inesperado. Un día agarró un lápiz y se lo enterró en el ojo a otro
compañero sin ningún motivo, sólo para intimidar, porque con eso generaba el terror. En el taller de carpintería estaba “el
jefe” que era muy grande (también le dicen el “pesado” o el “poronga”), y como él quería disputarle ese lugar, sin decir nada,
sin que medie ninguna provocación, tomó un punzón y se lo clavó, sin que se le moviera un pelo, y así él quedó como jefe.
Lo que también vi ahí es que, el que estaba adentro y el que estaba afuera eran muy parecidos, porque los dos estaban con
miedo de que el otro lo agrediera. Los pibes estaban verdugueados, y los guardias estaban esperando que en un motín les
pongan al cuello un hueso de pollo afilado. Existe una paranoia mutua, el sistema es loco y produce psicópatas de los dos
lados. El sistema judicial condena al chico sin que el juez lo vea, y el edificio se parece más a una perrera que a un lugar de
rehabilitación.

El psicópata es el manipulador feroz. Esta característica, de tener vacío adentro, está percibida incluso por el lenguaje
popular, el self que nosotros llamamos el núcleo yoico se puede superponer al término popular de alma, el alma es el núcleo
más profundo que tenemos, independientemente de lo religioso, es el yo, es ese con el que hablamos cuando queremos ir
hacia adentro, el lenguaje popular dice desalmado, que no tiene alma, y es que realmente da esa sensación, porque en la
mirada no tiene ninguna arruga, son esas miradas frías, que producen inquietud.

Esto no tiene nada que ver con la violencia del alcohólico o la del golpeador. El psicópata es el manipulador, por ejemplo,
podría ser un psicópata si golpea a la mujer muy cruelmente y la mujer lo sigue, no por miedo, sino por haber quedado
fascinada por el sadismo de él, porque ya tenía un núcleo masoquista que el psicópata detectó. Es un juego donde la mujer
queda atrapada en la dialéctica sadomasoquista, no es el juego del gato y el ratón, sino el de la serpiente y el pajarito; la
serpiente desconcierta al pajarito porque está quieta y de pronto el pajarito se da cuenta que eso que está quieto es una
serpiente, lo paraliza y en un instante se lo come.

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El golpeador no, el golpeador puede ser una persona epileptoide, alcohólica, violenta, pero no manipula. El que manipula, a
lo mejor golpea y desespera a una mujer y la lleva a que se mate, pero antes logró que pusiera la casa a su nombre
porque manipula para delinquir.

El verdadero psicópata es el que hace que la victima se entregue sola, por eso es tan siniestro, porque manipula, percibe la
escena deseada y la fascina con eso.

Un psicópata puede tener un núcleo paranoico, depresivo o histérico. El paranoico, es el militar que conduce a la muerte,
como Hitler, o Videla. El histérico, es el gran seductor, que enamora y abandona, y el psicópata depresivo es el que detecta a
una mujer depresiva grave y le dice: “quiero hacer con vos un pacto de muerte”. Adivina esa escena de amor y muerte de la
mujer, pero antes le dice: “pongamos la casita a nombre de los dos”. Y cuando están en la cornisa del séptimo piso, le dice:
“yo me tiro primero” y ella responde: “no, no, primero me mato yo, porque no soportaría verte muerto...” (que es lo que el
psicópata había supuesto) y cuando ella se tira, él se asoma y piensa: “¡ Uy… cómo quedó! bueno… ahora, a vender la
casa”.

Por eso el psicópata es muy difícil de detectar, porque fundamentalmente es seductor. Cuando una persona es demasiado
encantadora los primeros diez minutos, me preocupo, porque casi seguro es un manipulador.
El psicópata es muy interesante de estudiar, porque es un personaje muy importante en épocas de crisis. Cuando fallan las
instituciones, el psicópata llega al poder por manipulación, en cambio, cuando los encuadres institucionales funcionan, el
psicópata no puede operar.

Por ejemplo, Menem era un psicópata histérico, manipulador, seductor, hay anécdotas de él que lo muestran como un gran
tramposo. Fue muy peligroso por el lugar al que llegó, Menem hubiera sido un buen almacenero en La Rioja, un turco
almacenero que vende y, a lo sumo, roba en el peso, pero que llegara a presidente y vendiera el país, fue culpa nuestra. En
este caso, los argentinos nos comportamos como una mujer golpeada.

En cambio Videla era un psicópata mesiánico y Camps un psicópata sádico, todo torturador es un psicópata sádico.
Nosotros no podríamos ser psicópatas, nos resultaría muy difícil. Si nos obligaran a ser torturadores y empezáramos a cortar
con un vidrio roto a una persona, cuando viéramos a la persona ensangrentada nos desmayaríamos, porque no podemos
evitar identificarnos. En cambio el psicópata piensa: “Este vidrio no corta nada” y rompería otra botella.

En el caso de algunos de los pastores evangelistas, el pastor Jiménez, por ejemplo, se trata de un manipulador histérico.
Trabaja para un público femenino que él seduce porque les hace caritas y les habla con voz de radioteatro. Los
observadores de nuestra escuela que estuvieron en su templo dijeron que sintieron culpa porque estaban observando en
forma tramposa y la gente estaba realmente entregada, vieron cómo generaba una histeria colectiva. Él hablaba de Dios y
de cómo devolverle a Dios por los milagros concedidos a través de su Iglesia. En ese momento pasaban un sobre para que
la gente depositara la plata.

El pastor norteamericano Jim Jones hizo que casi mil personas se suicidaran, ¿cómo lo consiguió? Como la hermandad
estaba aislada, no había testigos, el único que hablaba era él y la gente no podía confrontar con la opinión de otros, estaban
en un campamento en la mitad de la selva, en la Guyana, y él tenía todos los pasaportes, así que nadie podía irse. En
general eran personas marginadas, sin destino, ex drogadictos, población negra. Decía que para aumentar la santidad y
demostrar la lealtad, proponía un suicidio simulado. Simulaba poner cianuro en los refrescos y se los hacía tomar, la gente lo
hacía porque consideraba que era un ritual religioso y de fidelidad a él.

Repitieron esto varias veces sin que hubiera veneno. Pero como el psicópata no puede admitir perder el control, cuando fue
al lugar una inspección de la embajada de EE.UU. para cerrar la Comunidad, Jones prefirió destruir todo a través del
exterminio, antes que caer él solo, porque el psicópata se considera el dueño de los demás, para él son objetos, no sujetos.
Para esto, hizo poner cianuro realmente, y como maniobra psicopática, hizo que primero le dieran de beber a los niños.
Cuando los padres vieron que los niños morían, ellos, por la desesperación, se mataron. Esa es la habilidad del psicópata,
los controló con la culpa.

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Hitler era otro psicópata, proveniente de un pueblo que tiene características paranoides. Los alemanes, cada tanto, hacen un
delirio guerrero. Hitler creaba una hipnosis colectiva, porque hacía los actos en los bosques, en base al fuego, con miles de
banderas al viento, algo que es ancestral de los pueblos teutones. Lo hacía ante diez mil personas, a los alemanes no les
cuesta nada ponerse en formación, bien rígidos. El resto se lograba con reflectores y luces, generaba una hipnosis colectiva,
gritaba y gesticulaba, como salido de una ópera de Wagner, hablaba del sionismo internacional, los enemigos que iban a
destruir Alemania, y con eso generaba el trance.

¿Cómo se distingue un psicópata de un líder? San Martín, por ejemplo, convenció a tres mil o cuatro mil campesinos de
Mendoza que cruzaran Los Andes, con hambre y frío, para ir a pelear al otro lado de la cordillera. Hitler también preparó una
guerra, pero, ¿cuál es la diferencia? que el final del juego para Hitler fue Alemania totalmente destruida, perdieron todos, y el
final del juego para San Martín fue que consiguieron la independencia, ganaron todos.

El psicópata histérico es el menos peligroso, su secuencia es: seducción, engaño y abandono, después de prometer el amor
eterno.

En cambio el psicópata paranoico es el más peligroso, porque puede llegar a ser un asesino. La psicopatía es funcional al
sistema, en los cuerpos de seguridad, no podrían pertenecer a esas fuerzas personas que no tuvieran esa característica.
Imaginemos que un policía le rompiera la cabeza a alguien y después dijera: “¿qué le hice?... usted no hizo nada y yo le
reventé la cabeza, está lleno de sangre, y ahora yo me siento mal…” Si le pasara esto lo echarían, argumentando que no
está cumpliendo con su deber.

En el momento actual el psicópata tiene dos destinos: si es pobre va a la cárcel y si es rico va al poder. En las épocas de
crisis sociales, ningún político llega al poder sin componentes psicopáticos, pues la guerra por el poder se realiza en base a
traiciones y mentiras.

El psicópata no siente culpa debido a que no tiene núcleo yoico, no lo pudo desarrollar, es alguien que desde chico fue
tratado como objeto, no le permitieron percibirse como sujeto ni que percibiera la subjetividad ajena, con la cual poder
construir su propia subjetividad, no aprendió que no somos objetos, que somos distintos a una piedra o a un animal, porque
hay una percepción subjetiva empática que resuena con el otro. Seguramente le decían: “¿Estás triste? Bueno, andá y
pegale a ese chico”, o: “¿Tenés miedo? Ahora viene papá y te pega”. No fue estimulado en sus sentimientos de empatía, de
ponerse en el lugar del otro y suponer que adentro de ese otro hay un ser humano igual al que el tiene en la cabeza,
aprendió que los vínculos humanos son una serie de actos y no una serie de emociones.

El psicópata es un personaje difícil de percibir, porque es nadie subjetivamente, es parecido a un robot, en las películas
americanas aparece mucho el tema del extraterrestre, es el replicante, el que tiene rueditas en la cabeza, que no es una
persona, es un aparato, un doble, no hay nadie adentro.

Cuando estuve en el manicomio de Nueva York, ya a punto de volverme, tuve ganas de hacer algo que, de haberlo hecho,
seguramente hubiera ido preso, y era abrir un americano para ver “si había alguien adentro”.

El poder en EE.UU. tiene características psicopáticas, un imperialismo tiene que tener una personalidad psicopática, es
inimaginable un imperialismo con una personalidad melancólica, que tire NAPALM a los vietnamitas y después sienta culpa:
“¡Qué barbaridad, todos los pibes quemados…! No, ellos dicen: “dos mil quinientos mayores y quinientos menores muertos,
la operación fue un éxito”.

Mataron a tres millones de vietnamitas y dijeron que fue para que ellos aprendieran lo que es la democracia. Y siguen tan
simpáticos y sonrientes (ahora matan iraquíes).

Cuando se estaba por terminar el contrato del Canal de Panamá, decían que Noriega, el presidente, era traficante de drogas
y era un delincuente, con esto justificaron la invasión para capturar a Noriega ¿y Pinochet, qué era?, ¿y Videla qué era? ¿y
en Colombia, Escobar? No, el malo era Noriega, justamente donde estaba el Canal. Siempre tienen que tener la razón,
siempre fueron ellos los agredidos y los buenos, todos criados por Walt Disney…
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Rambo, por ejemplo (que es un psicópata oligofrénico) está todo el tiempo asesinando gente, y por supuesto que al final de
la película no dice: “¡qué cantidad de gente que maté! a veces siento culpa”.

En cambio, en el Martín Fierro, cuando él mata al negro (que incluso lo había provocado), se siente culpable, y, como le
contaron que no fue bien enterrado, piensa: “tendría que ir a rezarle un responso…” Fierro se dolió del otro, porque es un
héroe épico melancólico, en cambio Rambo, el héroe de los norteamericanos, es un héroe robot de esa cultura de plástico,
que no puede deprimirse ni sentir empatía.

Un psicópata nunca va a buscar terapia, porque le va bien, él manipula a los demás ¿para qué va a ir a terapia? ¿Para
enterarse que está vacío adentro?

Por supuesto que hasta aquí estamos hablando de los casos graves, aunque hay psicopatías de distintos grados. Un
psicópata puro por ejemplo, es un asesino serial, un torturador, es un Videla, un Massera, que no sólo no se arrepienten,
sino que además lo justifican “en defensa de la cultura occidental y cristiana”, “pero usted cortó al bebé en pedacitos…”, y
responden: “sí…, pero fue por la patria”.

Por supuesto hay formas intermedias, todos nosotros manipulamos un poco. Si yo no manipulara un poquito… en el año
1971 llevé treinta chicas de la Escuela de Pichón al fondo del Borda, todos los sábados, para hacer La Peña Carlos Gardel,
pero, ¿por qué no soy un psicópata y soy más bien un líder? Porque la gente quedó contenta, aprendió, se sintió buena, se
enriqueció emocionalmente con los muchachos de adentro; realmente fue una experiencia hermosa de solidaridad. Pero si
yo no hubiera tenido alguna capacidad de enganchar, no hubiera convencido a nadie de que fueran todos los sábados al
fondo de un manicomio… La diferencia con un psicópata, es que éste haría una Peña para enriquecerse él, usando para eso
a los pacientes.

El psicótico, en cambio, nos mira y pensamos: “¿a quién está mirando?, ¿al de atrás?” porque no nos mira, nos atraviesa
con la mirada, está mirando a otro imaginario, y por eso produce inquietud, porque nos hace desaparecer. El psicópata, en
cambio, nos mira y nos capta, nos hace sentir que está calculando cómo nos va a cortar en pedacitos sin que se le mueva
un pelo.

El psicópata grave no tiene cura porque no le conviene. Cuando yo atendía en el hospital de Nueva York, algunas veces,
vinieron personalidades bastante psicopáticas, y en realidad venían a que yo les hiciera un certificado de locos, para que
pudieran quedar impunes las cosas que hacían: “Yo soy enfermo mental, por eso le pego a mi mujer, soy así, eso es lo que
pasa, no es que sea culpable”. Entonces yo les contestaba: “Ah, ¿usted quiere un certificado de impunidad?… Yo no doy
ese certificado, para eso tiene que ir a la policía, ellos se lo dan a sus amigos”.

Muchas veces me preguntan: “Si no tiene cura ¿por qué lo explica?”… La respuesta es: para que nos defendamos de ellos.
No lo explico para curarlos sino para defendernos, para no ser manipulados.

Una hipótesis que explica la conducta sádica (pues el sádico muchas veces registra lo que hace, filma el sufrimiento del otro,
lo mira) es que, de alguna manera, busca salir de ese estado de ser cosa a través del dolor del otro, se comunica
emocionalmente de una forma muy primitiva y sin éxito, no es que se conmueva, pero es como si con eso lo intentara.
En las películas aparece muchas veces el prototipo del sádico que lo es, no tanto por lo que hace, sino por la cara de goce
que pone cuando lo hace, casi como si fuera un orgasmo.

En general el psicópata tiene que violar, porque no puede producir la emoción amorosa, el psicópata, por su sangre fría, es
como un reptil, por eso la violación va muchas veces acompañada de atrocidades. En las películas americanas aparece
demasiado, cada cinco películas una es de un sádico, las otras tres son de otro tipo de psicópatas. El delincuente es un
psicópata y el policía, cuando lo mata violentamente, lo hace del mismo modo que el psicópata.

Astiz, por ejemplo, es el psicópata perfecto, puede mentir, simular. Para el que no tiene ningún sentimiento, es mucho más
fácil simular cualquier cosa, puede ser un gran benefactor, una víctima, etc. Recordemos que cuando se infiltró en Madres lo
aceptaron por su aspecto de niño indefenso.
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Pero si uno está prevenido, puede detectar al psicópata, especialmente por la frialdad intimidante de su mirada, su rostro no
tiene ninguna expresión.

Si aprendemos a percibir como terapeutas la mirada de quien vamos a asistir, distinguiremos las patologías y los matices en
la histeria, la fobia, la depresión, la psicosis y la psicopatía.

A Astiz no lo he visto de cerca, pero he visto otros psicópatas. Yendo a los programas de televisión, uno a veces se
encuentra con ellos, tienen una frialdad amenazante, y cuando se quieren hacer los compasivos es peor todavía, porque es
una compasión falsa, dan más miedo que si sacaran un revólver. Como imagen, al psicópata grave, lo vemos como una
mezcla entre un reptil y un robot.

Que el psicótico existe, lo creen todos enseguida, pero el psicópata es más difícil de aceptar como enfermo, porque no
delira, maneja la realidad mejor que nosotros, porque justamente, no tiene interferencias provenientes de sus emociones
internas, de las proyecciones e introyecciones, no se enamora realmente, no adquiere culpa, no se deprime, tiene grandes
ventajas sobre nosotros, los pobres neuróticos (que nos pasamos sintiendo culpas y deprimiéndonos por los dolores de los
demás…)

El chico de la calle tiene características psicopáticas, pero como es chico, todavía está en una etapa plástica, todavía puede
aprender a empatizar. Al comienzo, el chico de la calle es frío, porque la vez que se entregó le fue mal, cada vez que
manifestó emociones le fue mal, lo abusaron o lo abandonaron, entonces se fabricó una coraza. Además ¿se imaginan
dormir donde otros caminan, en la calle? Él debe estar siempre hacia afuera, porque está permanentemente en riesgo, pibe
que se duerme pibe que pierde, duermen con un ojo cerrado y otro abierto.

Volviendo al psicópata, lo definimos como el que quedó encerrado afuera, no tiene subjetividad, en cambio el psicótico es
pura subjetividad, quedó encerrado adentro, por lo tanto es inofensivo.

El Borda es el lugar más seguro, no hay ninguna posibilidad de un ataque, y menos sexual, pero podríamos decir que no es
seguro emocionalmente porque te encariñás. Por ejemplo, te dicen: “Hola, el año pasado viniste vos, Marta, y te habías
separado de Eduardo…” y vos pensás: “Nunca se acordaron tanto de mí…” y te conmovés.

En cambio el psicópata está en el poder o en las fuerzas de seguridad. A los del servicio penitenciario, por ejemplo, el
sistema los hace de piedra y ellos verduguean a los presos, que entonces se transforman en lo mismo, esto es un círculo
vicioso. En este sentido es difícil cambiar el juego, porque si fueran todos los psicólogos a Devoto, de un día para otro y con
una actitud de contención, se los comerían, o los matarían, porque primero hay que hacer una rehabilitación. Antes, y
durante un buen tiempo, habría que ablandar esos corazones (de presos y guardia cárceles) y después sí podrían entrar los
psicólogos.

Esta “paronimia” entre psicópata y psicótico, a veces confunde, se tendrían que llamar de otra manera, porque no sólo no
tienen nada que ver, sino que son opuestos. En otros tiempos, el psicópata era llamado loco moral, ese era su diagnóstico
psiquiátrico.

El psicópata verdadero, como algunos políticos, no va en cana. Un amigo criminólogo (Elías Neuman) me decía: “A la cárcel
van los delincuentes fracasados”, los pobres, los que no pudieron aprender a psicopatear, porque el verdadero psicópata se
transforma en juez coimero, en jefe de las fuerzas de seguridad, en estafador de bancos… lo hace bien porque es muy
hábil.

El psicótico no, se retiró del mundo, se cree omnipotente y maneja el mundo desde su delirio, no tiene estrés, no somatiza.
El psicópata tampoco somatiza pero hace somatizar a todos los demás.

Entre los psicópatas de la dictadura ninguno se sintió culpable ni se suicidó, porque tienen una superestructura ideológica:
la defensa de la sociedad occidental y cristiana. Para los psicópatas paranoicos, todos los demás son agresores, y ellos
mataron para salvar el país.
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Hay una obra de Tato Pavlovsky que se llama “El señor Galíndez”, en donde el psicópata tortura al prisionero, y después se
va a su casa y está con los hijos y les lee el Pato Donald. Está disociado, como ese asesino serial que mató a toda su familia
y lo que dice el vecindario es: “Era tan amable, saludaba a todos sonriendo…”

En cambio nuestros bandidos rurales, Bairoletto, Mate Cocido, delincuentes grandes, no eran psicópatas, eran chorros,
robaban a Bunge y Born pero repartían con los pobres. Bairoletto y el Gauchito Gil llegaron a ser santos populares, eran
justicieros sociales.

EL PROCESO TERAPEUTICO
La Escena Cero: deseo y temor
La teoría de la Escena Cero es un artefacto simbólico, una suposición teórica que permite formular preguntas, resolver el
tema de la identidad, de la permanencia de algo que se transforma. La escena cero sería el núcleo invariante que permite
que el sujeto se transforme porque hay algo que no se transforma, que es la escena cero, la representación de una matriz
vincular. Es lo equivalente a lo que en música se llama el leit - motiv. Esta escena cero sería la escena arcaica, sería nuestro
modo fundamental de estar en el mundo, es nuestra verdad frente a la muerte. Nosotros la tomamos como escena porque
desde ahí es más fácil trabajarla con Psicodrama o Ensueño Dirigido. Además todos los recuerdos y anticipaciones tienen
forma de escena. Cualquier droga psicoactiva que estimule la regresión es un camino a ella. La escena cero es también una
situación inconclusa, y por eso es dinámica. Contiene el deseo y el miedo, contiene energía, contiene una contradicción, es
difícil de trabajar, es regresiva y ambivalente. Deseamos y tememos, es una moneda de dos caras, en una está el deseo y
en la otra el temor.

La Escena Cero: el argumento básico


El tema básico de una vida es equivalente a la escena cero. ¿Qué es lo que me mantiene vivo? El argumento básico: ¿con
qué armo la máquina de andar la vida? Puede ser con personas, un rol social, ser héroe, poderoso o santo. También puede
ser una escena, un juego, la perversión, la aventura, un drama, la venganza, la revolución, el viajar. Esos serían los temas
del vivir. Pero también hay vidas que se organizan desde un vegetar, en base a sensaciones orgánicas, como comer, coger,
beber. Esto también vale y llena una vida (más: es un modo muy usado). Otras veces, el tema básico es un síntoma, el
asma, las fobias, los rituales obsesivos o la fórmula más común que es la rutina, el burocratizar la vida cotidiana, y tener un
empleo municipal. (Yo fui municipal tres veces y me echaron tres veces.)

O sólo drogas o sólo palabras


Hay dos planteos psicoterapéuticos que evitan la emoción y toda la temática existencial. Uno es el organicista, que viene de
la medicina, con los psiquiatras, y en base a psicofármacos, o sea, el chaleco químico; esto es estimulado por las
multinacionales de la psicofarmacología. En él, se trabaja sólo sobre los cuerpos.
Otro es el de los psicoanalistas lacanianos, que vienen de la Literatura, no de la Medicina, y manejan sólo palabras, desde
un concepto de inconsciente universal y abstracto donde quedan encerrados en palabras que explican otras palabras. Estos,
trabajan sólo con símbolos.
¿Y quiénes curan a las personas concretas que deben recorrer el difícil y angustiante camino de la vida, en este mundo
bastante loco?

“Ventajas” del psicofármaco


Razones ocultas, no confesadas del uso exclusivo de los psicofármacos: ¿cuál es el verdadero mecanismo socio-psicológico
de los psicofármacos, especialmente a impregnación, a dosis masivas? Primero, que produce una conmoción psicológica del
paciente, lo descoloca, lo desorienta y queda tan boludo que abandona los síntomas; luego, la droga tiene capacidad
punitiva por las consecuencias físicas desagradables. Además, antes los ojos de la familia, se está haciendo algo científico
frente al misterio de la locura, y el paciente, al quedar enchalecado, no jode más, y todos contentos. El médico también,
porque la terapia fue tan corta como escribir la receta.

El tema de la hipnosis clínica.


El concepto de estabilización emocional, de homeostasis, es también el "holding" de Winnicott; esto se establece en la
relación materno infantil y es vital para el bebé para que pueda neutralizar las repercusiones viscerales desorganizadoras,
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debidas a traumas externos. Las alteraciones ligeras son estimulantes de las funciones pero las bruscas y masivas producen
estrés; luego, el niño en el juego tiene la oportunidad de estados auto-hipnóticos estabilizadores. El adulto recrea esto luego
y lo logra con lo que llama actividades de descanso, como, por ejemplo: pescar en aguas tranquilas, o tejer junto al fogón, o
escuchar música, o en la religión, con las ceremonias repetitivas. Esta estabilización emocional no significa falta de
estímulos, sino alternancias estimulantes. Todo esto es la temática, dentro de la hipnosis clínica, de la utilización de las
matrices logradas por una buena madre, como diría Winnicott, de acunamientos, de cantos, caricias que permiten una
estabilización de los estímulos caóticos que produce la realidad. Todo esto queda en el territorio de la hipnosis.

La poesía como mensaje paralelo


Una paciente con cáncer que no es informada de su enfermedad dice: "Tengo miedo de no entender lo que la gente me
dice”. Esto no le pasaba antes. Analicemos esto: la comunicación con la paciente está estructurada en base a una
información central evitada, lo que le produce mensajes crípticos, con partes vacías. En este sentido hay un recurso en
donde se puede comenzar a entregar la verdad y es la poesía con que, como código paralelo, se comunica algo que no se
podía comunicar. El tema era la paciente cancerosa y las poesías eran isomórficas con el tema del cáncer, es decir que
hablaban metafóricamente del "fin del camino", a “misterios por develar”, etc. Ella podía elegir, o no, darse cuenta de lo que
le estaba pasando para poder elaborarlo, porque toda metáfora dice y no dice.

Quitarle no, engancharlo en la vida


Oído en el hospicio: "Doctor... ¡no me quite la tristeza porque es lo único que tengo!" El melancólico no puede quedar sin
nada. La dificultad de la curación reside en que, para quitarle al paciente un síntoma, (que es lo que hace la psiquiatría
oficial), siendo que el síntoma es una defensa contra el vacío (la enfermedad), hay que hacerle encontrar otra más
conveniente, más creativa, que, en lo posible, le genere vínculos en el mundo real.
Al depresivo no se le puede quitar su depresión porque es lo único que tiene. Debe pasar primero al otro lado del presente,
es decir, al futuro, y poder desear algo, tener una nueva relación, para avanzar. A veces, al no poder hacer eso, y porque no
tiene recursos para desear, adquiere un temor, un perseguidor, y sale de la retención del objeto (la depresión) y pasa a la
agresión o evitación del objeto.

Incluir los baches


La posibilidad de realizar un plan (proyecto) largo - grande (extenso) depende de la capacidad de que este sea sostenido en
los períodos de desaliento (que se acepten baches o agujeros que queden contenidos en el proceso). Es importante que
esto sea aceptado (los baches) en el proceso terapéutico, de modo tal que los momentos (períodos) de des-esperanza
queden aceptados como parte del tratamiento, porque si no, estos vacíos pueden romper la continuidad del proceso de
curación.
En pocas palabras: algo es completo cuando puede contener lo contrario. Hay que aceptar el odio dentro del amor, el
cansancio dentro de la marcha, etc.
Los chinos dicen: "La noche empieza al mediodía" (porque el sol comienza a bajar), y también: " El jarro está hecho de
arcilla, pero la utilidad del jarro está allí donde la arcilla no está".

El proyecto en la cultura
Para la terapia prospectiva, el proceso terapéutico consiste en re-colocar en la cultura (el espacio de las explicaciones
compartidas) lo que se salió de ella y quedó atrapado en la subjetividad. Y eso que falta es el sentido prospectivo, la clave
que lee la realidad desde un yo. En el caso de la crisis, ese yo no puede vincularse más a través de su proyecto, pues éste
es subjetivo, y la clave de lectura no está en el espacio intermedio entre él y el otro (la cultura y el lenguaje) y, por lo tanto, el
otro no lo entiende. La tarea consiste en convertir un trozo de subjetividad aterradora (solitaria y confusa) en algo compartido,
transmisible por el lenguaje (verbal, gestual, etc.) y, por tanto, transformado en no-loco, pues permite compartir expectativas
y hacer algo en común. Este re-colocar se lleva a cabo mediante las técnicas de contacto y explicación. Esto no es una tarea
fácil, pues en la subjetividad están los terrores infantiles y la desesperación de las preguntas fundamentales que no tienen
respuesta, para las cuales la cultura inventa “respuestas-muletas” como recurso ortopédico con las cuales nos calmarnos
unos a otros. El loco queda solo porque habla de algo que está escondido en todos nosotros, se ”agarró la lepra” que todos
tenemos latente (las vivencias de desintegración) y se convierte en leproso y por lo tanto todos le disparan (y lo tratan de
aislar). El terapeuta es el que está inmunizado contra esa lepra porque la tuvo y se curó. Sintetizando de otra manera nuestro
pensamiento, pensamos que el paciente enfermó porque “su pasado está peleado con su futuro”. A esta mala síntesis la
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llamamos síntoma y los terapeutas debemos ayudarlo a sintetizar sanamente esa contradicción ayer-mañana por medio de
un proyecto, donde construye uno con elementos del otro (futura-recuerdos) y así puede saltar de uno al otro. A ese salto
que se repite eternamente lo llamamos el presente.

Lo imaginario
El pasaje en que consiste la terapia debe llevarse a cabo en un espacio muy definido: el lugar de lo imaginario, de lo que no
está, de lo que fue o lo que será. Como primera medida debemos crear las condiciones para encontrarnos con el paciente en
ese “otro espacio”. Al diálogo terapéutico le es necesario contar con un encuentro “enrarecido”; el aquí y ahora debe dar
lugar al allá y entonces, y esto se logra mediante ”máquinas del tiempo”, a saber, la dramatización, los diálogos guestálticos,
el ensueño dirigido, etcétera. Con estas técnicas iremos junto con el paciente al encuentro de sus objetos perdidos o
temidos, de lo que fue y de lo que será. Preferimos situar lo imaginario doloroso en términos lineales de temporalidad (en un
antes y un después) y no como en la concepción freudiana, en términos de lo inconsciente, de un estrato ”por debajo” de la
conciencia.

Concepto de triálogo
El terapeuta para hacer su trabajo debe incluirse como un tercero en el diálogo interno del paciente, entre las dos partes que
están en contradicción, porque sólo un tercero puede ser el testigo de un diálogo que está en la subjetividad, campo lábil y a
veces caótico. Sólo el tercero puede objetivar, es decir crear el espacio de la cultura. Pues en todo diálogo cada término es
una parte del vínculo y por lo tanto no puede ”ver” cuáles son realmente los términos y cuál es el tema de lo que constituyen
entre los dos. Por esto vemos a la tarea terapéutica como el esclarecimiento de ese diálogo confuso por medio de un triálogo
que define la contradicción interna desde la cultura, y hace posible que el diálogo interno se haga externo, es decir, se haga
comunicación con los otros.

Enfoque regresivo y progresivo


En las técnicas psicodramática y guestáltica que son usualmente grupales, se puede trabajar hacia adelante, hacia el futuro,
con lo cual es posible analizar en su espacio específico, el miedo, que siempre es anticipación. En el psicoanálisis se trabaja
siempre hacia atrás, tratando de armar el rompecabezas arqueológico. En los grupos es posible representar (conjurar,
evocar) el pasado, que se hace presente, pues esté ocurriendo en la escena conjurada y, de esta forma, continuar ese
pasado, al que la neurosis había vuelto rígido, y representar un nuevo desenlace (futuro), con lo cual se le permite al
paciente la construcción de la imagen anticipatoria de una solución sana. Y sabemos por la teoría temporal que sólo si se
conoce (se proyecta) el yo-por-ser, puede la persona instalarse en ese otro que va a ser él, pues de lo contrario se
discontinúa la sucesión histórica del yo. Esta actitud más dinámica que atraviesa el presente, desde el pasado al futuro, es
muy clara en la manera que Fritz Perls analiza los sueños. En el psicoanálisis el sueño es un enigma propuesto por el
paciente en la sesión como cosa pasada cerrada y terminada; en cambio Perls hace que el paciente lo relate en tiempo
presente, que lo reviva con los ojos cerrados, que en lugar de decir ”yo me estaba cayendo”, diga ”yo me estoy cayendo”. De
modo que cuando el paciente llega al final del sueño por haber despertado, Perls le pide que lo continúe: ”¿Y ahora qué?
¿Qué ves?... ”. Así el paciente puede enfrentar el final temido del sueño (por eso había despertado justo en ese momento)
debido a estar acompañado por otro, que es una figura protectora como aparece el terapeuta. De este modo se puede saber
qué hay más adelante, cuál es la escena temida que paralizó al paciente.

Respecto a la prospectiva, en el tratamiento, el apuro por clasificar al paciente mental, en diagnosticarlo, tiene que ver más
con la necesidad de controlar lo imprevisible, misterioso y azaroso que son las perturbaciones psicológicas, que con una
necesidad operativa (que sí es útil en la medicina del cuerpo). Pero sucede que en un proceso terapéutico la relativa verdad
entre paciente y terapeuta se logra recién al final del tratamiento, pues ésta reside en lo profundo de la historia de la persona.
Encontrar rápidamente un diagnóstico casi siempre lleva a adecuar el camino posterior a ese diagnóstico y que la terapia
consista sólo en confirmarlo. Pero debemos tener en cuenta que a todos nos da tentación ser definidos por un terapeuta,
padre, poderoso, así nos ahorramos el trabajo y las angustias de recorrer el camino interno para encontrarnos (por esto son
a veces exitosos los diagnosticadores, los que otorgan la verdad enseguida). Veremos ahora dos oposiciones que tienen
importancia para la clasificación de las técnicas terapéuticas: las terapias de mutación y las de evolución (la catarsis y la
rehabilitación) por una parte y, por la otra, la oposición que, más que a las técnicas, se refiere a las actitudes: la identificación
y la confrontación. A lo largo de todo el libro se habrá advertido que preferimos pensar recurriendo a esquemas dialécticos;
es decir, señalamos los extremos de una gama que se oponen, pero que encierran todas las posibilidades de síntesis.
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Indicamos los extremos estables del sistema de contradicción y consideramos que la situación sana, esto es, la más eficaz,
debe encontrarse en alguna de las síntesis contenida entre los opuestos. Por ejemplo, respecto a las maniobras de
identificación y las de confrontación con el paciente, debemos determinar hasta qué punto conviene acompañar a un
paciente dado en su delirio y hasta qué punto debe confrontárselo con la realidad. Siempre resulta más fácil (más primitivo)
manejarse con los extremos, por ejemplo, aceptar el delirio del paciente o negarle toda veracidad; en cambio, los puntos
medios en la maniobra terapéutica, que corresponderán a su necesidad de negar sólo parte de lo que sucede, son de más
difícil manejo, pues toda contradicción tiende a estabilizarse en los extremos.

Mutación - evolución
Las terapias de mutación son las que conducen a un desenlace catártico con alta carga emocional. El psicodrama y
especialmente el laboratorio guestáltico son instrumentos de profundidad, verdaderas ”máquinas de tiempo” que le permiten
al paciente revivir la escena temida con toda la carga emocional de la escena original”. Podríamos llamarlas técnicas
mutacionales, pues el insight que provocan constituye una verdadera fractura (mutación) en el sistema de la enfermedad;
dan brusco acceso a la concepción de otras estrategias para el enfrentamiento con las angustias arcaicas del paciente.
Muchas psicoterapias folklóricas, por ejemplo, la macumba brasileña, crean con el ritmo del baile, la cashasha (bebida) y el
charuto (cigarro), un estado de trance que permite reconectarse con vivencias muy arcaicas y descargar el llanto, la rabia o la
alegría, que estaban bloqueadas, con gran intensidad emocional. (A veces el conjunto tiene la belleza y la dramaticidad de
un verdadero ”ballet terapéutico”). En general puede decirse que todas las terapias grupales tienen algo de shamánicas, de
ritos primitivos para conjurar fantasmas comunes. Aún una terapia individual tan escrupulosamente científica como el
psicoanálisis tiene algo de operación shamánica cuando la neurosis de transferencia conjura a un padre ya muerto, pero
proyectado en la figura del analista; así se crea el clima psicológico como para que una interpretación clave produzca la
”visión interior” (insight) con toda la carga emocional que produce una mutación en la percepción de sí mismo. La otra gran
categoría son las terapias de evolución: así llamamos al lento trabajo de condicionamiento en las rehabilitaciones. Si las
terapias catárticas sirven sobre todo para los niveles neuróticos, éstas sirven más específicamente para resolver el lento
reaprendizaje de vínculos y estructuras en las psicosis. Las llamamos de evolución para subrayar de ese modo su gradual
recorrido de un lento camino de transformaciones que impide la despersonalización que puede provocar un cambio brusco.
Para aclarar la diferencia entre unas y otras, puede decirse que las mutacionales se relacionan más estrechamente con la
estructura histérica, que admite la movilización emocional, pues existe por debajo un yo más consolidado; y las evolutivas se
relacionan sobre todo con las estructuras obsesivas que tienen por debajo un yo más cercano a la fragmentación. Por tanto,
el pasaje terapéutico tiene que recorrerse como una suma de pequeños escalones para evitar las discontinuidades
temporales que llevan a la fragmentación del yo del tipo del extrañamiento de sí mismo. En esta vertiente la terapia se define
como un adiestramiento, como un enseñar a: poder ponerse triste, superar el miedo, sentir placer, etcétera, lo que debe
percibir el terapeuta en los pacientes es lo que les falta hacer (lo que no pudieron) y ayudarles a hacerlo para completarse.
En esta tarea a veces se parece a un adiestrador, un entrenador.

En general se trata de reaprender la función psicológica que fue mal enseñada en la infancia. En casos extremos, como el de
la terapia conductista, por ejemplo, la desensibilización sistemática de Wolpe constituye un condicionamiento mecánico y
progresivo para desacondicionar el síntoma. En realidad, pensamos que esta terapia más que de una transformación de la
persona, condiciona el armado de una neurosis obsesiva funcional que permite controlar la vivencia de fragmentación, de
esquizofrenización; pero no tiene nada que ver con las terapias de maduración, que elaboran los niveles profundos del
proceso de vida.
Por último, respecto a toda transformación psicológica, diremos que para que algo cambie en el proceso terapéutico, deben
existir otras partes que no cambien; por esto en toda terapia deben asegurarse puntos fijos. Por ejemplo, en el psicoanálisis
ortodoxo, se estabilizan varios elementos: el encuadre (lugar, diván, honorarios, etc.) y también la dependencia
transferencial. De acuerdo con nuestro planteo, lo que debe quedar finalmente igual a sí mismo es el núcleo del yo, el
proyecto básico de vida. Este es el núcleo de identidad que debe atravesar las metamorfosis de los sucesivos personajes a
través de la historia vital, reconociéndose siempre como algo original y único.

El tratamiento como modelo de proceso


El tratamiento es también un modelo de cómo armar estructuras de continuidad que nos permitan vivir el presente como
salto entre lo que dejamos y lo que obtenemos. Por eso, en él tiene que constituirse el giro del tiempo: algo debe ser
anticipado, luego vivido y, por último, recordado. Debe darse como consecuencia y tener etapas progresivas para evitar la
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vuelta a los síntomas, pues cuando el cambio ha sido demasiado rápido puede producirse la vivencia de despersonalización
y, al no reconocerse, el paciente suele volver atrás sufriendo una recaída. Debemos lograr primero que se anticipe como ”el
otro” que quiere ser y una vez que lo conozca bien, ayudarlo a que se instale en ese yo- por-ser para que pueda reconocerse
como el mismo que se anticipó de esa manera.

Esta necesidad es la que determina que el proceso terapéutico no pueda ser muy rápido. Las curas bruscas son inestables,
pues al no autopercibirse el paciente como el mismo que era, recurre a su ”querida y vieja” neurosis para volver a ponérsela
y reconocerse como él mismo en el espejo de la mirada ajena.

Recordemos que cuando el tratamiento tiene buen éxito suele provocar también el síndrome de la crisis. Lo que caracteriza a
esta crisis es que se presenta en el camino de vuelta de la enfermedad. En general puede decirse que la terapia consiste en
incluir al paciente en un proceso por el que se admite, se explica y también se inventa otro proceso: el de su historia vital, se
acepta recorriendo una vida, la suya.

El alta
Para terminar el tema del encuadre o del contrato terapéutico, definiremos cómo concebimos el alta. Es el momento en que
ambos, paciente y terapeuta, perciben que lo inexplicable logró una explicación, que ya no hay confusión y que sólo quedan
las circunstancias dolorosas y placenteras reales. También se concibe que el paciente pueda vivir el presente como parte de
una historia comprensible.

En adelante es capaz de ”recorrer su vida”, pues en general el paciente recurrió a la terapia porque había algo que no era
capaz de hacer: salir a la calle, devolver agresión, permitirse el placer sexual, llorar a un muerto querido, etcétera. El criterio
de alta más seguro es que el mismo paciente sienta sus posibilidades de vida. Continuar la terapia más allá de este punto
sería entrar en el juego del ”terapeuta-muleta”. Según nosotros lo concebimos, esto no es ya terapia, sino una rama de la
ortopedia. Claro que este no es trabajo fácil, pues se hace necesario enfrentar otra separación, pero lo que hace posible que
el paciente abandone al terapeuta es conocer y finalmente hacerse amigo de alguien muy importante en su vida: él mismo.

Terapia situacional
Cuando la operación terapéutica no puede llevarse a cabo en el marco de un consultorio, el encuadre de la tarea debe
adaptarse al campo real en que se pueda operar. La urgencia que implica el desencadenamiento de una crisis hace
necesaria la intervención in situ (en el campo) que, si se la maneja con eficacia, puede ser más operativa y certera que la
operación desarrollada en el contexto del consultorio. Como primera ventaja, la situación ambiental, el hábitat familiar,
contiene mucha información útil para entender la sintomatología del miembro enfermo. Puede decirse, con Pichon Riviere,
que el paciente expresa y sintetiza como un vaciado en yeso lo que está aconteciendo en el grupo familiar, pues sus
síntomas son lo negado por la estructura familiar, lo que falta.

La técnica del tratamiento domiciliario (o en la calle) depende de la posibilidad de instrumentar la estructura del campo. Se
diría que nos es posible manejar el proceso grupal en curso si podemos ”encabalgar la situación”, para lo cual debemos
utilizar, funcionalizar terapéuticamente, una parte nuestra que no goza de buena reputación entre los psicoterapeutas de
consultorio: el núcleo psicopático. En el psicoanálisis ortodoxo sólo se admite la funcionalización del núcleo fóbico-
melancólico (por la paralización corporal y la regresión), pero no la capacidad de conducir situaciones, de operar
terapéuticamente procesos reales. Todo proceso real tiene una escena imaginaria montada sobre él. En el caso en que el
miembro de un grupo (familiar, de trabajo, etc.) padece una crisis psicológica, la escena imaginaria es tan intensa que
gobierna las acciones reales: el tiempo invade el presente en la escena grupal.

En ese momento la escena cotidiana se transforma en un psicodrama espontáneo; los gritos, los gestos y las palabras
corresponden a la escena temida del grupo. El terapeuta se debe transformar entonces en un director de psicodrama que
induce maniobras que llevan al cierre de la situación en dirección de la salud, del esclarecimiento de esa escena tan temida
que ”enloqueció” al grupo (aunque el rol de ”enfermo” se le asigne a uno solo de sus componentes).

La tradición terapéutica de consultorio creó reglas de encuadre que sólo se adaptan a la situación de un paciente individual
autocontrolado; por eso deben revisarse las reglas de encuadre con criterio creativo para curar la locura ”en vivo”. Son
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necesarias las maniobras del psicodrama e, incluso más allá, del teatro de vanguardia (especialmente útiles son las técnicas
del teatro de calle y teatro invisible del brasilero Augusto Boal).

Otra disciplina que aportó maniobras es la antropología de campo con las técnicas de observador participante, donde el
antropólogo debe incluirse en el grupo cultural que investiga a través de un rol existente en esa cultura, para evitar que al ser
sólo observador desde afuera modifique el campo. Las que llamarnos técnicas de auxilio en crisis, que describiremos más
adelante, son específicas para intervenciones callejeras o domiciliarias en cuadros de suicidios, brotes psicóticos o
conmociones traumáticas (accidentes, emergencias sociales, etc.), que son ocasión de los cuadros de catástrofe del yo, ya
descriptos en el capítulo de la psicopatología.

Soluciones alternativas
Una terapia situacional es una tecnología psicológica imprescindible si se desea una cobertura asistencial de las crisis en las
que la resolución terapéutica debe ser inmediata y realizada en el contexto ambiental donde está sucediendo, porque llevarla
al consultorio (en el caso que ello fuera posible) podría resultar una disección paralizadora de la dinámica dramática que
impidiera su comprensión.

En los Estados Unidos tuve ocasión de trabajar en un Centro de Crisis (el Maimonides Community Mental Health
Center), en el que pude ser testigo de (y yo mismo ejercitar) la libertad técnica y la posibilidad creadora de que gozan
los terapeutas norteamericanos respecto a soluciones alternativas. Por otra parte, esto era imprescindible por las
modalidades de acción (de acting) de los cuadros psicopatológicos de los neoyorkinos. Resultaba interesante y emo-
cionante a la vez ver cómo la terapia se mezclaba con la vida en el planteo de la “street clinic” (clínica de la calle).

Para utilizar una metáfora ilustrativa, si el psicoanálisis convencional es el boxeo con sus reglas guantes, rounds,
cuadrilátero, etc., el auxilio en crisis es el karate callejero con toda la creatividad de lo imprevisto.

Proponemos, pues, dos formas de encuadre: el de consultorio (cerrado) y el situacional (abierto). De acuerdo con este
último se opera fuera del encuadre terapéutico convencional de consultorio, donde el terapeuta es quien controla la
situación espacio-temporal. En el encuadre abierto (situacional) el terapeuta debe incluirse en un campo de fuerza
psicológico y operar instrumentando lo que está sucediendo; debe acompañar el proceso en curso e intentar que
cierre en dirección de la salud.

LOS CUATRO PASOS


Esquema operatorio

En la perturbación mental hay una vivencia fundamental, que es el sentimiento de soledad y de paralización del tiempo, que
es cuando la persona en crisis dice “no sé qué hacer, cómo sigue mi historia”, porque yo estoy arrojado a ese que va a ser,
que es el concepto fundamental de la filosofía existencial, el hombre como proyecto, el Da Sein, ser ahí, hacia adelante. Si
no tengo proyecto, tampoco me puedo vincular, porque me vinculo en función de un futuro, de un proyecto, por eso el
proyecto es con otro, y por eso se habla de un Mit Da Sein, que en alemán significa que “yo me realizo a través del vínculo
con el otro”.

Continuamente, en el proceso de existir, hay cosas que se van y cosas que vienen, por ejemplo: los padres se van, los hijos
vienen; la juventud se va, la vejez viene.

Siempre estamos en ese no querer abandonar el objeto conocido, lo que se llama “ansiedad de pérdida”, y al mismo tiempo,
estamos temerosos del objeto que viene porque es desconocido, lo que llamamos “la ansiedad de ataque”, que son las dos
ansiedades básicas que configuran la tristeza y el miedo.

Los cuatro pasos ¿para qué sirven? Son un ordenador para saber qué maniobras tenemos que hacer y en qué orden.
Vamos a ver que, si no las hacemos en ese orden, podemos dañar en vez de ayudar. Es una guía que nos permite
meternos en lo confuso y caótico que es toda crisis para poder operar reparatoriamente.
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PRIMER PASO CONTENCION

Consiste en conectarse con la otra persona. No sólo por estar cerca, estamos conectados psicológicamente con la otra
persona: podemos estar cerca y no estar conectados, o podemos estar lejos y estar conectados. Esto tiene que ver con una
presencia que le ofrecemos al otro, y que está expresada en una mirada y una actitud de escucha que el operador debe
conseguir. Esta mirada debe ser aceptadora y atenta, ni persecutoria ni distante, debe crear un clima de confianza en el que
el paciente pueda sentirse sostenido, y por lo tanto pueda acercarse a las zona traumáticas de su pasado, pero esta vez
acompañado por el terapeuta, ya que no puede hacerlo solo por tratarse de lugares muy lastimados de su historia.

En el caso de la mirada, un operador puede tener una mirada, a lo mejor, melancólica, otro puede tener una mirada más
ordenadora, otro una mirada mas seductora, y todas valen.

Las únicas que no sirven son las miradas controladoras e inquisidoras, como las de algunos psiquiatras que, fijando la vista,
le dicen: “¿Desde cuándo usted escucha voces persecutorias…?” (mientras lo mira fijo y prepara la jeringa con el calmante)
La mirada es una forma de aceptarlo al otro, y también es muy importante la escucha, porque se puede oír pero no
escuchar, y se puede mirar pero no ver.

Son dos sentidos los que usamos, pero al operador puede faltarle uno de ellos, puede ser ciego, e incluso en algunos casos,
hasta es ventajoso que el terapeuta sea ciego, por ejemplo, cuando se trata de personalidades paranoides que temen la
mirada, o de fóbicos, porque éstos se relacionan mejor con una persona que no los pueda ver, pero que, con la calidez de su

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voz y su escucha, consiguen que el paciente confíe en ellos. En ese caso podemos decir que el operador ve con su
escucha.

También usamos las técnicas gestálticas, que nos permiten mirar al otro sin escudriñarlo, y en la distancia que el otro
necesita: una mirada atenta y aceptadora de que el otro es como es.

Incluso, si vienen pacientes delirando, este terapeuta que proponemos “les cree” el delirio, se mete en él. Lo único que no les
cree es que eso pasa aquí y ahora, pero si el paciente dice que lo persiguen con un cuchillo, para él eso es real, porque el
algún momento lo persiguieron, tal vez en su infancia, con algo parecido a un cuchillo (pudo ser, por ejemplo, un abuso
sexual infantil, que el paciente metaforiza, y el cuchillo en realidad es un pene).

Por eso el terapeuta pregunta cómo lo persiguen, en que posición estaba el cuchillo. Si dice que el ataque con el cuchillo
viene desde arriba, es muy probable que haya sido un cuchillo real, pero, si lo recuerda desde abajo hacia arriba, es muy
probable que lo que está simbolizando sea el recuerdo de un abuso sexual. En casos como éste, lo más adecuado para
descifrarlo, es usar técnicas psicodramáticas, donde se busca recrear la escena original, para así entenderla.

Este primer paso llamado contención tiene que ver con contenerlo al otro, con aceptarlo, con producir el encuentro profundo
entre dos personas, que no es nada fácil. Es todo lo contrario de la asepsia psicoanalítica, porque se trabaja con la persona
en crisis, que está muy necesitada de ser percibida, porque a eso la llevó el no serlo, ya que siente que desapareció para el
mundo, y el mundo le desapareció a ella, y aparece entonces una sensación de soledad que, en casos muy graves, puede
ser muy aguda, de carácter existencial, profundísima e insoportable. El paciente está ahí solo y paralizado, y nosotros
tenemos que rescatarlo de ese lugar.

Muchas veces, especialmente en las familias con padres que no son muy hábiles o tienen problemas, el chico dice una cosa
y la madre le contesta algo diferente, por ejemplo: “¡Mamá tengo miedo!”, y la madre le contesta: “¡Comé!” (resultado: un
obeso). O, en otro caso, la mamá contesta: “No seas malo con mamá” (resultado: un culposo). Ella no percibe que el chico
está inseguro y no pregunta lo que debería preguntar: “¿Por qué tenés miedo?”

En ese fenómeno humano de intercambio de símbolos que transmite imágenes internas, yo quedo comunicado con el otro
por ese recurso tan sencillo y potente que es sustituir un objeto por un sonido, que llamamos fonema, palabra; y eso es lo
que nos salva de la soledad, la palabra, que es lo que construye la realidad. La realidad es la mirada del otro, porque no
podemos definirnos a nosotros mismos. Yo puedo decir: “Soy Napoleón”, y si todos lo aceptan, entonces soy Napoleón, y si
no lo aceptan, me meten en un manicomio o me dicen: “Mirá, Alfredo, me parece que estás muy cansado o con la
autoestima muy baja…”

No es tan fácil aceptar al otro, porque a veces hay fobia al encuentro, el otro nos puede cuestionar, nos puede ignorar, nos
puede culpar (el otro puede ser percibido como peligroso…)

En el compromiso terapéutico hay que meterse en el profundo pozo donde está el paciente, pero con una soga (la soga es el
método o la técnica) y entonces ayudarlo a subir, en lugar de gritarle desde arriba: “salga del pozo, que afuera brilla el sol…”
La primera etapa de contención es, entonces, la resonancia emocional, y se llama empatía. Es el momento de la
identificación con el otro, para que el otro se sienta que uno está resonando con él. Uno se conmueve, se pone en el lugar
del otro. Si el otro tiene miedo, uno evoca sus propios miedos para comprender los miedos del otro, y si está triste, las
propias tristezas.

El buen terapeuta no es sano ni es un loco, sino que es un loco curado. Si hemos vivido deferentes experiencias, desde
ellas podemos hacer el ejercicio de ponernos en los zapatos del otro. Si el terapeuta es un terapeuta sólo alimentado de
libros, el otro siente que lo que está haciendo es mirar el mapa de los diagnósticos, pero no percibe la calidad de su
depresión; por que hay depresiones suaves, otras agudas, y hay depresiones peligrosas que pueden conducir a una acción
suicida, así como hay depresiones crónicas y otras histéricas que exageran el sentimiento, que solo las distinguiremos desde
los matices de nuestras propias tristezas.

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Las personas tienen un modo de deprimirse, un modo de tener miedo, un modo de sentir culpa; nosotros, los terapeutas,
somos nuestro propio instrumento. Nuestro instrumento para curar son las propias experiencias que tenemos que poner al
servicio de esa tarea tan delicada que es el proceso de ayudar a otro.

Hablamos de terapia, para hablar de un concepto más amplio, pero puede ser también la escucha de un tío experimentado o
una tía solterona, de los que había antes y que ahora no hay, y que eran los psicólogos familiares. ¿Saben por qué existen
los psicólogos? Porque la familia se achicó de tal modo que ya no contienen a esos personajes. Ya no hay más tíos o tías,
al menos, cercanos y convivientes. Las familias se han reducido y entonces, tuvo que aparecer el tío o la tía ortopédica, que
es el psicólogo.

Tanto es así que, en los momentos agudos de angustia, hay una técnica que se ha usado por ejemplo, en la explosión en la
AMIA, el avión de LAPA, la noche de Cromañon, etc., que se llama “maternaje”, que consiste en abrazar a la persona en
crisis para que reconstruya los límites corporales, ya que en cualquier experiencia traumática muy aguda, la persona regresa
tanto psicológicamente, que incluso, puede llegar a perder el control de los esfínteres, o se coloca en posición fetal. El
traumatismo se puede percibir gráficamente por la posición de la persona, y ahí se lo puede abrazar como a un bebé.

Yo he abrazado a adultos, mujeres, hombres… Con cierto adiestramiento, se puede hacer sin sentir lo que usualmente
sentiría un hombre, por ejemplo, abrazando a una mujer, donde habría cierto erotismo, o con otro hombre, con miedo por las
ansiedades homosexuales. El terapeuta debe ser como los ángeles, que no tienen sexo (mientras trabaja como terapeuta,
por supuesto). Uno percibe que esa persona no es un adulto, que está abrazando en ese momento a una nena o un nene,
ese maternaje lo conecta, lo va trayendo al aquí y ahora, lo va conteniendo para que pueda reorganizar su percepción de
realidad.

Para la contención debemos operar desde dos modalidades vinculares, el momento A, que es la identificación, en el cuál
resonamos emocionalmente con la persona, diríamos que “nos metemos en los zapatos del otro”. Pero esto implica el
peligro de quedar captados y encerrados en el otro: seríamos dos llorando en el pozo. Entonces hay que hacer algo que es
bastante difícil: después de ese movimiento de identificación, hay que saber salir y tomar una actitud totalmente distinta.
Este es el momento B, que es la disociación instrumental, donde el operador se dice: “¿Qué hago ahora?, ¿qué estrategias
utilizo?, ¿lo abrazo o no lo abrazo?, ¿está muy regresado?, ¿está es una depresión aguda con riesgo de suicidio?, ¿es una
histeria pasajera?…”. En ese momento se toma una distancia científica.

Esto se resume en una frase: “corazón caliente para entender, y cabeza fría para operar”. Es un trabajo agotador, porque
hay que hacer un movimiento para entrar y otro para salir, meterse para entender y salir para operar, dos operaciones
opuestas.

Tato Pavlovsky decía: "Yo te comprendo desde mi desesperación y te curo desde mi esperanza". Por lo tanto, tengo que
haber tenido desesperación y haber tenido esperanza. Y después hay que empezar a hacer el otro trabajo, ya que este es
un ejercicio doble: primero te conmovés y después te disociás. ¿Y con qué te conmovés o favorecés esa empatía? Con lo
que llamamos el núcleo depresivo, que es un núcleo en relación con la identificación y permite el encuentro emocional, y
también con el núcleo histérico que tiene que ver con la expresión de las emociones, para que la persona perciba que uno lo
entiende. Esto debe hacerse también a través del lenguaje corporal y gestual, lo que podemos llamar poner el cuerpo. Los
animales tienen acrobacias, danzas, gruñidos, sonidos, que definen la naturaleza del encuentro.

Entonces, con el núcleo histérico yo me comunico. Y ¿con qué me disocio? Con otro núcleo que tenemos todos, un núcleo
esquizoide, que tiene que ver con la distancia. En síntesis, debemos ser inicialmente “italianos”, y luego “ingleses”...
En los cursos que doy a las maestras, yo no tengo que enseñarles la empatía, ni la transferencia, porque es lo que mejor
saben hacer, eso de estar pegadas con el nene, o llorar con la nena. A las maestras tenemos que enseñarles la disociación
instrumental, a separarse porque si no, se contaminan y quedan pegadas. El caso de los psiquiatras es lo opuesto, ya que,
desde el comienzo de sus estudios en la facultad, tienen asegurada la disociación profesional con el paciente (el primer ser
humano que estudian en la disección anatómica es un muerto), por lo que manejan bien la distancia. El terapeuta ideal,
entonces, sería una cruza entre una maestra y un psiquiatra…

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Tenemos momentos en los que nos retiramos hacia adentro, y usamos eso como protección, a veces, es muy sano ser
tortuga; en algunas familias muy patológicas, se salvan los hijos que se hacen tortugas esquizoides, porque se retiran hacia
adentro (siempre que después puedan salir del caparazón).

Como egresado de la UBA en Arquitectura, pude cursar una de las últimas materias de la carrera de psicología (ahí me di
cuenta de que no necesitaba esa formación marcadamente psicoanalítica). En esa corta experiencia, recuerdo al adjunto de
la cátedra de Psicología Clínica II de Fernando Ulloa, que se llamaba López. El explicaba los cuadros psicopatológicos, pero
los explicaba desde la vivencia de cada cuadro, por ejemplo, cuando explicó la paranoia, recuerdo que mientras iba
explicando, miraba insistentemente la puerta del fondo, y generó un clima persecutorio, que era congruente con lo que él
decía, y con el modo en que lo transmitía, y miraba para un lado y para el otro, y generó un clima de ansiedad (era la época
en que la policía de Onganía, podía entrar a la Universidad, en 1964). Cuando explicó la neurosis obsesiva fue una clase
perfecta: dibujó en el pizarrón un gráfico impecable, y a cada rato nos preguntaba si habíamos entendido bien (en esa clase,
era un verdadero obsesivo). Luego, cuando explicó la histeria fue una clase brillante, todos salieron encantados: ¡qué
hermosa clase! Y cuando explicó la depresión, un compañero, Jorge Franco, me dijo al salir de la clase: "Che, sigámoslo,
que éste se nos mata…". Finalmente, cuando explicó la esquizofrenia puedo asegurar que no se entendió nada, fue una
clase fragmentada, quedamos todos confundidos, se disgregaba, se iba del tema, hacía neologismos. López fue sumamente
didáctico. (Yo a veces, dando clase, uso ese recurso…).

En el proceso terapéutico, no hay que ser omnipotente ni impotente; en el medio está la potencia que uno tiene. En la vida
profesional hay cosas que se pueden hacer y cosas que no, y es bueno darse cuenta de eso. Hay patologías con las que
uno puede operar y otras en que no puede, en ese caso conviene derivar. Y a algunas personas puede resultarles difícil
trabajar con grupos de riesgo, como chicos de la calle, esquizofrénicos, adictos o pacientes en crisis agudas o con
enfermedades terminales.

Cada uno de nosotros, tiene un punto débil, un talón de Aquiles, y es mejor conocerlo antes para poder manejar o evitar esa
situación, que enterarse en mitad de ella.

SEGUNDO PASO REGRESION

Luego de la contención, sigue el paso de la regresión, que se da cuando la persona, al sentirse contenida, puede abrir su
interioridad, y puede enfrentar los fantasmas internos.

No podemos entrar a esta etapa sin haber pasado antes por la contención. Cuando nos metemos adentro, estamos yendo
hacia atrás; cuanto más adentro nos metemos, cuanto más profundo vamos, más antiguos son los recuerdos. Es como en el
árbol, que va creciendo por anillos desde adentro hacia afuera. La historia del árbol está en el interior.

Generalmente la regresión produce una abreacción que se denomina catarsis. Hay dos tipos de catarsis: el llanto, que al ser
convulsivo descontractura y relaja, y la ira.

A veces los chicos hacen catarsis de ira, y esto es lo más difícil de controlar en las escuelas. Nosotros, con Paulo Freire en
Brasil, hicimos una experiencia con los niños de las escuelas de las favelas, les dimos almohadones donde pintaban caras
que ellos temían, para que sacaran la bronca a través de golpear estos almohadones, y una vez que lo hacían, podían
prestar atención y escuchar a la maestra, porque habían descargado en una catarsis de ira.
No se puede operar sin anestesia porque es muy cruel. Una nenita que fue abusada sexualmente es un caso
paradigmático de este tipo de situaciones, porque no se puede, de pronto, preguntarle: "¿Qué te hicieron…?" porque
es violarla por segunda vez, a menos que se genere antes una situación de confianza en la que ella pueda enfrentar
esa escena angustiante.

A veces, algunos pacientes sienten que con el terapeuta han contratado a un guardaespaldas para que los acompañe a su
“bosque fantasmal interno”, oscuro, desconocido, donde hay muchos fantasmas. Y el guardaespaldas tiene que ir allí e

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increpar a los victimarios: “¿qué le hicieron a la nena…?”, es decir, hacer lo que no se hizo en ese momento, lo que a lo
mejor no pudo hacer el padre porque no existió, o por que él mismo fue el abusador.

La contención es como la preparación del campo operatorio para después hacer la incisión. De la contención podemos
pasar a la regresión si aquella fue efectiva, pero si no se produce, no podemos entrar, y a veces, lleva mucho tiempo porque
depende del timming, del tiempo que necesita la persona lastimada.

Para que un chico de la calle se entregue, suelen pasar meses, porque tuvo muy malas experiencias cada vez que se
entregó. A veces, cuando uno va a acariciarlos “te muerden la mano”, porque saben que después de la caricia viene algo
malo; los primeros tiempos son tormentosos, hay que aguantar que nos pongan a prueba, antes de bajar las defensas. La
contención tiene que ver con un compromiso, en que el otro sienta que uno va a mantener ese sostén, y para eso no hay
que asustarse, y para no asustarse hay que conocer las propias escenas temidas del terapeuta.

De todas maneras, la teoría es muy sencilla, lo complicado es, a veces, su buena ejecución. ¿Qué hacer? Es fácil. ¿Cómo
hacerlo? Es un poco más difícil, pero este esquema ayuda.

Estando en Cuba, en el Neuropsiquiátrico de La Habana, comencé a explicarles a los psiquiatras mi teoría de la


temporalidad del psiquismo. Les era muy difícil de entender, porque están en un conductismo-pavloviano, pero cuando les
expliqué los cuatro pasos, los entendieron y les pareció muy útil.

Entonces, si hay contención, se produce en la persona a nivel corporal, la relajación, incluso, a veces, con un baño caliente,
se afloja muscularmente. Se puede relajar sin fármacos (aunque el fármaco se usa, a veces, solo como un miorrelajante).
Imaginen tener miedo, o asustarse mientras están en la bañadera tomando un baño de agua caliente, y verán como no se
puede tener miedo, porque hay una concomitancia músculo-emoción instalada ancestralmente en la evolución: siempre que
nosotros tenemos miedo estamos tensos, porque nuestra parte animal, frente al peligro, se tensa (esto se llama estrés agudo
y sirve para prepararse para atacar o huir), en cambio, cuando estamos deprimidos, estamos hipotónicos.

El brote psicótico tiene un momento donde el paciente tiene una vivencia terrorífica de soledad infinita y de paralización total.
Entonces hace el delirio, inventa al marciano para salir de la soledad; si lo llevan al hospicio lo aíslan, lo dejan solo y lo
medican, entonces la persona no tiene otro recurso que crear y perfeccionar su delirio para salir mágicamente de allí. En el
hospicio tienen una terapia opuesta a la que el paciente en brote necesita, es como si a una persona accidentada, con
hemorragia, la llevaran a un hospital y le extrajeran sangre.

Pichon decía que, en las primeras veinticuatro horas, se define el destino del paciente, pues si es contenido y acompañado
en el delirio por un terapeuta de crisis, el paciente sale del brote y vuelve a la realidad.

Cualquier crisis, aunque sea neurótica, tiene dos síntomas que son fundamentales: soledad y paralización de la
temporalidad. Veamos un caso: nos separamos traumáticamente de nuestra pareja, es domingo, son las seis de la tarde,
entra esa melancólica luz amarillenta… y tenemos esa sensación de que el tiempo se ha paralizado y estamos
absolutamente solos. Ese es el momento en que perdemos el contacto con el otro, ya que no podemos hacer un proyecto si
no es con otro, no podemos hacer proyectos con nosotros mismos, sino en una tarea con otro, el único proyecto con
nosotros mismos es el delirio psicótico.

Por eso, la pareja es el primer proyecto, y la separación es esa sensación de vacío, porque el otro se fue con la otra mitad
del proyecto.
Respecto a la depresión, nuestro tango transforma en poesía esa situación. El pobre malevo está abrazado al recuerdo de
la mina que se fue. Estuvo solo quince días con la mina y hace dos años que está sufriendo, abrazado a la guitarra, y en el
conventillo pasa cada minón al lado de él, y el tipo no las ve porque es un depresivo.

Con Pichón estudiamos esto del tango y vimos que la mina, en realidad, era la madre, porque en la época en que apareció
el tango, la generación anterior de los principales letristas había sido de inmigrantes, que habían soñado con “hacer la
América”, pero se quedaron pegados en los conventillos, donde había tuberculosis, prostitución, y eran muchos los casos de
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los chicos cuya madre tenía que trabajar y no podía estar con ellos. Había un abandono materno, y este era reeditado
cuando la mina se iba, y esto daba lugar a un duelo patológico (el tango no es otra cosa que esto), porque habían sido
abandonados por la madre, la única mina que no se puede sustituir.

También pesaba el destierro, para aquellos inmigrantes que habían dejado la patria, familia y amigos muy lejos. La enorme
epopeya del tango es la elaboración de la pérdida del terruño y de la separación con la madre.

Entonces ¿cómo se hace la regresión? Se hace con técnicas, como por ejemplo, el ensueño dirigido, que es una pequeña
hipnosis en que la persona puede visualizar cosas muy viejas, porque tiene la protección del terapeuta y además lo realiza
lentamente.

Este estado se obtiene por la relajación muscular, usando técnicas como el Entrenamiento Autógeno de Shultz. Esto se
realiza sobre una cama, un diván, un lugar cálido y silencioso, y se logra un estado crepuscular de la conciencia, que quiere
decir que se va relajando paulatinamente y llega a quedar en un estado de conciencia pre-onírico, cuando se está entre la
vigilia y el sueño. El paciente está entre-dormido, pero como el terapeuta va acompañándolo, diciéndole por ejemplo, “¿qué
recuerdos vienen de tus cinco años?”, él puede decir: “Me acuerdo cuando iba con mi hermanita por una calle oscura y muy
angosta, y había un nene que nos quería pegar y comenzamos a correr…” El terapeuta recurre a sus propias experiencias,
para vivenciar una escena propia equivalente e identificarse con eso, y le va diciendo: “Tratá de detenerte, date vuelta,
enfrentá al nene que te amenaza y preguntále qué le pasa…” Con eso, el terapeuta le está proponiendo que enfrente una
situación. Seguro que este paciente consulta porque, siempre frente a una dificultad, tiende a huir. En realidad, el terapeuta,
le da el coraje que no le dio su padre en la infancia.

Una vez tuve una pareja que me consultó, una situación casi absurda, en que él era impotente y ella tenía mucho temor a la
penetración, una histeria con vaginismo. Venían a resolver la situación, pero en la segunda reunión decidieron no volver, y yo
pensé que tenía algo de sensato no modificar las cosas, porque en realidad, lo mejor para un impotente, es una histeria con
temor a la penetración, él no puede y ella no quiere. Esa pareja dura años, a veces hay una funcionalidad, si él resolvía la
impotencia ella iba a estar en problemas, y si ella lo resolvía, peor.

Trabajando en un manicomio de Nueva York (el Brooklyn State Hospital), presencié las terapias de regresión, que por
supuesto, se hacían con una droga, el pentotal, que era un recurso no subjetivo, sino químico; la psicoterapia
norteamericana está basada en la conducta (conductismo) o en psicofármacos. A los soldados de Vietnam que se
enloquecían porque habían matado población civil en una guerra muy sucia, y que venían sintiéndose asesinos, con permiso
de matar, se les inyectaba pentotal para que hicieran la regresión al hecho traumático en el campo de batalla, y pudieran
hacer la catarsis, especialmente en los casos de neurosis de guerra. Las terapias debían ser rápidas porque el soldado
debía volver a Vietnam.

El síntoma es consecuencia de un traumatismo, que al no ser explicado, surge como una conducta conflictiva, como
somatización o fobias. Porque el traumatismo, aunque lo neguemos, igual existió.

Imaginemos que tenemos un pescado podrido y decimos: “Yo lo voy a negar”, levanto la alfombra y lo mando abajo;
después hay una baranda espantosa, que sigue hasta que levantamos la alfombra, y lo sacamos… El síntoma es el olor de
lo escondido, y nos indica que hay algo reprimido que hay que destapar (hay pescado podrido…)

TERCER PASO EXPLICACIÓN

La explicación es organizar el Proyecto de Vida. Con la regresión, se encuentra la situación traumática y al sacarla a la luz,
ponerla en palabras, se organiza el inconsciente, la imagen confusa. Si al tener una pesadilla y despertarnos angustiados la
contamos a otro, se baja el nivel de angustia, porque al ponerla en palabras se domesticó la pesadilla, se la colocó en el
circuito semántico de la cultura.

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Una nena abusada está confundida porque el abuso generalmente es nocturno, en una zona corporal muy íntima y además
muchas veces la madre es cómplice del abusador y le puede decir dos cosas: ¡Vos te lo imaginaste, no es así!, con lo que la
nena queda confundida, o: “¡Vos lo provocaste!”, con lo que la nena queda culpable. Entonces, si ella vivió una cosa y la
madre le dice que es otra, entra en un estado confusional, por eso es muy importante que pueda relatar el hecho y quién lo
escucha pueda ponerle en palabras lo que ella sufre, así organiza esta confusión. Si la chiquita no lo pone en palabras
puede llevarla a actos auto agresivos, o en la edad adulta, tener perturbaciones sexuales invalidantes (como la frigidez o el
vaginismo) o fobias.

La explicación es el tercer paso, se basa en que debido a que nos fuimos al fondo de nuestra historia, entendemos qué nos
pasó. Cualquier síntoma siempre tiene una explicación histórica, quiere decir que algo pasó. ¿Por qué le tengo miedo a la
oscuridad?, quiere decir que algo pasaba cuando era chico y mis padres apagaban la luz (tal vez discusiones ásperas, o una
sexualidad violenta…) Con otras situaciones traumáticas aparecen otros síntomas, como impotencia, fobia o alergia.

Respecto del sentido de la historia, las preguntas son: ¿De dónde venís? y ¿adonde vas? Nosotros proponemos la
estructura de la mente como un transcurrir entre ayer y mañana. Podemos pensar la vida como un viaje o, si no, como una
película. Estamos dentro de una película que se llama “Mi vida”; en la que tenemos que actuarla, verla y dirigirla, y, además,
hay algo bastante angustiante que es no poder salir del cine, a menos que destruyamos el cine (la mente) de un balazo.
Hice la prueba de empezar a ver una película de video desde la mitad; había una pareja que se estaba besando, pero yo no
sabía qué sentido tenía ese beso. ¿Era el beso de despedida, era el primer beso, o era un incesto? La imagen es la misma,
y, sin embargo su significación tiene que ver con la historia anterior, porque la historia anterior define el acto. A lo mejor es el
beso de Romeo y Julieta antes de morirse, que es distinto al primer beso de una pareja, o es un beso adúltero, o un beso de
traición. Para saber el significado debemos ver la película desde el principio y cuando llega a ese punto se puede decir:
“¡Ahora entendí!” “¡Qué desgraciado, ese tipo, es un incestuoso!”, o “¡Que boludo, no se da cuenta de que se va a ensartar
con esa mina!”, o “me enternece ese beso de despedida”. Entonces, el tema es de dónde vengo y adónde voy, que son las
dos grandes preguntas. El enunciado es sencillo, pero, a veces, para el paciente es difícil de encontrar de dónde viene y
elegir a dónde ir.

Ninguna operación terapéutica quita la desgracia, pero sí quita la confusión. Si a alguien se le muere un padre, puede creer
que se va a morir también, pero hay que explicar que no, que va a sufrir dolor por el que murió, pero él quedó vivo. Cuando
a un nene chiquito se le muere la mamá es muy útil que sepa que ella murió, pero que él quedó vivo, por que si no, él se
confunde y puede suceder que se caiga por una ventana porque quiere acompañarla.

En la confusión aparecen caras de los monstruos infantiles. Siempre tienen algo que ver con papá y mamá, pero no es
porque hayan sido malos, sino porque la responsabilidad es muy grande, y no todos podemos ser excelentes padres. Es
muy difícil ser buen padre, porque a lo mejor el padre no se da cuenta, se va, apaga la luz y deja solo al niño, y éste entra en
pánico.

Pero no es en términos de culpa que debe entenderse esto, sino en términos de que papá y mamá tenían que ir a trabajar y
por eso el chico quedaba solo, y a veces no había luz, pero no era por abandono, sino por pobreza.

A un paciente su padre le pegaba con un látigo. Entonces le dije: “Andá y preguntále a tu papá con qué le pegaba tu
abuelo”, y se entera de que le pegaban con una cadena, entonces puede entender qué le pasó al padre, con esos abuelos
inmigrantes que venían de la guerra, que venían mal, y no podían ser excelentes padres, porque tenían miedo, porque se
embrutecían trabajando demasiado o bebiendo…
Y al comprender se puede perdonar, diciéndole: “Mirá, papá, te perdono, pero yo voy a ser diferente de lo que vos querías.
Yo voy a tener mi sexualidad y voy a realizar mis deseos. Yo comprendo lo tuyo, pero dejame hacer mi vida”.

La explicación, permite organizar el proyecto de vida, y hacer un proceso en sentido opuesto al de la regresión, hacia la
progresión, y que consiste en generar un futuro, para continuar esa historia que me empuja desde el pasado.

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Pero, ¿con la explicación sola nos curamos? No. Hace falta un cuarto paso que es el cambio, llevar a la realidad ese
proyecto. Si entendiste y no cambiás, sos un paciente esclarecido. “Sé todo sobre mi Edipo” (después de diez años de
terapia) “y ¿te casaste?”. “No, vivo con mi mamá”. Entendió todo, se explicó todo, pero no creció, no pudo cambiar.

Entonces es muy importante que tenga un proyecto de vida. La depresión es falta de un sentido de la vida. Decía Pichon
que: “La muerte está tan lejos como grande es mi proyecto”. Si el proyecto es pequeño, la muerte está ahí cerca. Hay gente
anciana que percibe lejos a la muerte, porque está comprometida con el mundo, y hay adolescentes de veinte años que se
quieren matar porque se perciben sin futuro.

El tema es que la esperanza de vida te aleja de la muerte, pero el proyecto no se puede hacer si no se arreglan los
fantasmas. Se hace con lo que a uno le pasó; hay que deshollinar la chimenea, para que después tire y remover esto que
duele, como dolió cuando sucedió.

La comprensión del pasado sólo sirve si permite construir el futuro.

CUARTO PASO CAMBIO

El último paso, el cambio, es: ¿Cómo lo hacemos? El paciente ya eligió el sentido de su vida y construyó su proyecto de
vida. El paso siguiente es comenzar a realizarlo, es efectuar un cambio en su vida, que es salir de la paralización que genera
toda perturbación psicológica. El proyecto siempre es con otro, porque esa trama en la que tiene que realizar su vida es una
trama social, que fundamentalmente está sostenida por dos tareas, amar y trabajar, que se concretan en una estructura
familiar y en una inserción o rol laboral. Pero como en toda perturbación psicológica hay distintos grados de desvinculación
con la realidad, hay que ayudarlo en su reingreso a lo real, a lo social, y acá es importante estudiar lo que podemos llamar
las “estrategias posibles”. Cada uno tiene recursos para organizar su vida cotidiana, su estructura familiar, y su habilidad para
insertarse en la producción.

La enfermedad mutila el amor y el trabajo. La persona pide ayuda porque no puede hacer algo, y eso lo mutila en alguna
función: no puede amar, no puede dormir, no puede tener una buena sexualidad, no puede despedirse de algo que perdió,
algo pasa que nos paraliza y nos deja solos.

"Está bien, te pasó esto, ya entendimos todo y elegiste el sentido de tu vida. Pero ahora ¿cómo lo vas a concretar?, ¿cuáles
son tus recursos de acción?, ¿cuál es tu escena deseada y cuál tu escena temida?". Los humanos podemos recorrer este
universo buscando lo que deseamos y evitando lo que tememos. Esto es complejo, porque muchas veces, lo que
deseamos, está impedido por lo que tememos, y a menudo, para complicar las cosas, lo bueno está debajo de lo malo y se
generan conductas que se llaman ambivalentes, se ama y se odia a la misma cosa o a la misma persona.

Este último paso tiene que ver con la creatividad, el paciente debe encontrar nuevos modos de vincularse, de formar pareja y
familia, nuevas estrategias para insertarse en lo laboral, en su rol social, y superar sus antiguos modos ineficaces de recorrer
la vida.

RELACIONES ENTRE LOS CUATRO PASOS

El orden de los cuatro pasos obedece a un proceso, supongamos que eliminamos el primer paso, la contención: la
exposición a las zonas dolorosas va a ser sin anestesia, sin protección del terapeuta.
Si también salteamos la regresión, vamos a obtener una explicación que no surge de su historia, estamos inventando
nosotros la explicación de su vida, y no la historia vivida por él.

Si nos salteamos la contención, la regresión y la explicación y solo exigimos el cambio, es la imposición del conductismo, que
es “adiestrar” al paciente a la salud prescripta, o lo más brutal de las terapias represivas: “Vos cambiás o te rompo la
cabeza…”, que son las terapias manicomiales.
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El precio de la salud es la exposición al dolor. Pichón decía que a la enfermedad se entra y se sale con lágrimas. Cuando
vamos al dentista y nos duele una muela, le decimos: “Hágame sufrir para dejar de sufrir” porque el dentista va justo a la
muela que nos duele… Nos angustiamos para entender y dejar de angustiarnos.

La explicación se refiere a que la historia es comprendida, y se crea la expectativa de cómo seguirla.

El paso siguiente, la última etapa, el cambio, es seguir esa historia en el mundo real. Hay momentos en que, si la terapia no
lleva a la realidad, el paciente está esclarecido pero sigue siendo paciente.

Toda terapia debe terminar en sesiones familiares, donde se presenta al nuevo “Pepito”, que ya no es “el que se va a matar”.
Porque esta familia de depresivos había depositado toda la depresión en él y cuando le preguntan “Pepito, ¿cómo estás?”, y
él responde “La verdad es que estoy bien. ¿Y vos, mamá, cómo estás, que te pasás, semana tras semana, deprimida en la
cama? ¿Y vos, papá, que sos un alcohólico…?” Y lo que hace Pepito es repartir la depresión familiar que le fue asignada
sólo a él como chivo emisario. Además quiere ir a trabajar, para desconcierto de todos, ahí es donde el terapeuta tiene que
apoyarlo, y ayudarlo a encontrar su reinserción en el trabajo, que es el camino para el amor y la familia.

Cuando soñamos algo, no lo hacemos arbitrariamente, tiene que ver con lo que no resolvimos, lo que reprimimos. Si
aparece un muerto, es por algo, tenés que conversar con él, mandarlo a la mierda o pedirle disculpas, según el personaje
que representó en tu vida. Son los dos grandes temas que se tienen con los muertos: “Me cagaste la vida” o “Perdoname
por lo que te hice”. Con los muertos quedan cuentas pendientes. Los sueños son intentos de resolución, pero sin un
terapeuta al lado que nos ayude, por lo que se está tan solo como cuando se lo vivió.

Lo que enferma es lo que no se entiende. En una película de terror, todos se asustan cuando hay bultos ambiguos en la
oscuridad, pero cuando aparece la cara, por más horrible que sea, dicen: “¡Es Frankenstein!”. Feo, pero conocido. Lo malo
es no saber quién es, pero después, hasta nos podemos hacer amigos y tal vez conversar con él: “Vení, Frankenstein, a
tomar un cafecito…”, y seguramente, él pensaría: “¡No huye de mí!, no soy tan espantoso, a lo mejor quiere hablar
conmigo...” entonces le das el cafecito y Frankenstein se pone a llorar, porque nunca le ofrecieron un cafecito para
conversar.

Frankenstein, en realidad, es nuestro perseguidor, lo creamos nosotros, es el que cada uno tiene adentro de su historia. El
paciente no puede hacerse amigo de sus monstruos estando solo, necesita al terapeuta para que acompañe, entonces él
conversa con el monstruo interno y le dice: “Sos malo, me asustaste”, o: “Me abandonaste…”, y cuando lo ve de cerca, ve
que tiene algo de papá o mamá. Y no es porque ellos fueron malos, sino que los padres tienen una enorme responsabilidad.
Cuando somos chiquitos somos tan indefensos, tan dependientes, que cualquier maltrato nos crea un Frankenstein.

Cuando uno se cura, solamente se transforma en alguien más adaptado a la vida. Un obsesivo se transforma en un
muchacho ordenado, una depresiva se transforma en una chica profunda y reflexiva, un paranoico, en un muchacho
precavido; no cambiamos totalmente, la terapia no hace milagros, disminuye un poco lo que hace sufrir, lo que enferma, el
exceso. Cada uno de nosotros tiene una locura distinta. La enfermedad es la exageración de la salud, es especializarse en
algo: en miedo, en tristeza, en orden, etc. Y transformarnos en fóbicos, en depresivos, en obsesivos. La salud no es la
perfección, una cara perfecta es lo más aburrido que hay, siempre la cara tiene imperfecciones, asimetrías, pequeños gestos
extraños, y esa es la gracia, la singularidad, una cara perfecta sería una Barbie aburridísima. La salud no es planchar al otro,
es sacarle sólo las arrugas más importantes.

Pero también las frustraciones en nuestra historia son necesarias porque crean vacíos en nuestro pasado que nos permite
un proyecto, que es llenar esos vacíos.

A Adán y Eva les dijeron: “Pueden comer de todos los frutos, menos el del manzano” y empezaron: “¿Qué gusto tendrá, qué
gusto tendrá...?”, y entonces comieron la manzana y nos cagaron a todos nosotros (inventaron el pecado original…).

La prohibición genera el deseo, si el sexo fuera obligatorio, arruinaría todo el placer, sería como un trabajo.
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De hecho... ya la vida nos frustra, nos deja agujeros, y esos agujeros nos llevan a recorrer la vida tratando de taparlos. Si una
mujer de familia rica tuvo de todo, menos el cariño de su padre, va a buscar como marido a un hombre cariñoso aunque sea
pobre; en cambio, una mujer que se crió en la pobreza va a buscar un marido rico, aunque él no sea cariñoso, pero la saca
de las humillaciones de su pobreza infantil.

Más dramático aún es cuando a un niño se le muere la mamá: le queda como un agujero en el alma, que va a tener que
elaborar con una terapia profunda, la herida cierra pero a veces la cicatriz va a supurar. Esto vale también para los padres de
Cromañon.

A veces no es tan fácil que se produzca el cambio, en ese caso hay que ayudar un poco, buscar la estrategia posible para
que la persona pueda salir. Tuve como paciente a un hombre gordo que era completamente fóbico: tenía cerca de 40 años y
había salido pocas veces a la calle, la madre lo retenía diciéndole que afuera era peligroso. Trabajamos su historia y
descubrimos que al padre lo habían traído muerto de la calle, por una pelea política, y la madre había quedado pegada a
esa escena...

En el trabajo terapéutico él entendió el origen de su fobia, pero a pesar de eso, no se animaba a salir. Como tenía una casa
vieja en planta baja, le dije: “¿Por qué no ponés un kiosquito? Te quedás en tu casa, pero atendés el negocio”. Así fue cómo
empezó a relacionarse con los vecinos, aunque estaba siempre como una vizcacha, asomando sólo la cabeza, y ante
cualquier cosa rara cerraba el kiosco. Seguro que nunca iba a ser un vendedor callejero, pero, al final, se casó con una
clienta del kiosco, y llevaba una vida casi normal, charlando con uno y con otro... Era bueno el gordo... Pudo armarse una
vida mejor cuando vio que el mundo no era tan peligroso como le había dicho su mamá, que no mataban a toda la gente,
pero viviendo desde allí, la mitad adentro, la mitad afuera.

Después de casado, empezó a salir, pasó de ser un fóbico grave, a ser un hombre “muy casero”, y eso fue el progreso que
pudo hacer, hasta ahí lo pude ayudar.

Aún en patologías muy graves, siempre es posible encontrar modalidades de inserción en grupos con carácter familiar, que
nosotros llamamos familias ortopédicas (en chicos de la calle, psicóticos externados).

En la otra función, el trabajo, para una reinserción laboral alternativa usamos el concepto de funcionalización de la
perturbación remanente, que es, que en toda enfermedad grave, después del proceso terapéutico, hay un monto de
perturbación que no se soluciona totalmente, y esto tendrá que resolverse creativamente. Para ilustrar esto, citaremos como
ejemplos, un poco absurdos, el insomne como sereno, el claustrofóbico como vendedor ambulante o cartero (y el mitómano
como político…)

LA MUERTE Y LOS DUELOS

Este tema es muy delicado, porque en nuestra cultura occidental es temido y negado. La muerte es considerada sólo un
accidente inesperado que es necesario ocultar. Pero sin embargo es la que condiciona toda la vida, la creatividad, el arte,
todo lo que hace soportable la circunstancia ineludible de la finitud.

Otro tema ligado a la muerte es el duelo de quien se queda, porque cuando alguien muere estamos obligados a elaborarlo.
Recordar todas las circunstancias vividas con aquel que ya no está y reconstruir la historia del ausente. En adelante, a esa
persona la guardaremos en nuestra mente y a ésto se llama introyectar al muerto.

El pasado y el futuro son los dos espacios de lo imaginario. El pasado siempre es añoranza porque se nos va lo que
conocemos, como por ejemplo, nuestro cuerpo chiquito de la infancia o nuestros padres. Siempre estamos perdiendo algo y
tenemos que acostumbrarnos a ello y a despedirnos, o sea, a elaborar duelos, no sólo de las personas, sino de las cosas.
El trabajo de duelo es una función básica. Un depresivo se puede definir como la persona que no aprendió a despedirse, a
decir “Chau, mi cuerpo infantil” o “Chau, mamá”. También hay despedidas extremadamente dolorosas, como ese chau que
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viene a contramano: “Chau, hijo mío”.Tenemos que aprender esta ceremonia de la despedida, que es el duelo. He viajado
mucho y a lugares extraños, he estado con indios en el Amazonas, en Estados Unidos, en lugares muy marginales como el
Bronx y más tarde en la India. En estos lugares percibí las distintas formas de resolver los duelos.

El duelo principal es el de un vínculo y tal vez, el más doloroso, sea el de la pareja, que es muy difícil porque quedamos
reducidos a la mitad, ya que nosotros existimos dentro del vínculo como una mitad. El vínculo es lo que da sentido a las
cosas, por ejemplo, la casa donde vivíamos con la otra persona, el barrio, la confitería donde íbamos, todo pierde sentido
sin esa persona. En los primeros momentos, el duelo se convierte en motivo de consulta al pedir ayuda psicológica, la
muerte también es un momento agudo para el que queda vivo.

Conceptualmente, hay dos tipos de muerte: la inesperada y la anunciada. La muerte anunciada como es el caso de una
enfermedad terminal, ayuda a la elaboración del duelo, la muerte inesperada, como un ataque cardíaco, por ejemplo, deja
pendientes muchos diálogos y explicaciones que no se pudieron resolver y cuantos más sean éstos, más difícil será el
duelo. En este caso, una forma de ayudar en terapia, al que hace el duelo, es evocar imaginariamente a la otra persona,
generar las condiciones para que pueda dialogar con ese otro que tiene adentro, el que está introyectado en él. Así,
podemos hablar con un padre muerto, un esposo o una esposa, porque los llevamos adentro.

Hay instrumentos para ayudar a hacer eso, como el “ensueño dirigido”, donde el paciente está relajado, con los ojos
cerrados, en un lugar muy silencioso y se le induce a que aparezca la imagen del ser querido desaparecido, entonces
comienza un diálogo, a veces, con voz entrecortada, mientras el terapeuta acompaña, ayudando en ese difícil encuentro
con el que ya no está, esto existe en todas las culturas, en todas hay rituales para hablar con los muertos, de una manera u
otra.

Insisto: la elaboración de un duelo es la elaboración de una despedida, ya que siempre tenemos pendientes cuentas,
reproches o perdones que no nos dijimos. Y si eso no se resuelve, el que murió queda vivo, como “fantasma”, porque “está
y no está”.

Entonces, lo que hace el duelo es enterrarlo, ya que los muertos se entierran con palabras en el corazón, sólo el cuerpo se
deja en la tierra. Simbólicamente, la losa del sepulcro tiene un significado antropológico, es algo pesado que impide que el
muerto vuelva, porque en lo interno, el muerto vuelve si uno no lo elabora. Los cementerios sirven para que nosotros
vayamos a visitar a nuestros muertos, si no, los muertos nos vendrían a visitar a nosotros.

Después de la muerte, el que queda, pasa por varias etapas. Primero viene la sorpresa o el desconcierto y luego la
negación. Y esa negación termina recién cuando uno, dentro de sí, hace el trabajo de duelo, se despide y construye
imaginariamente a esa persona interna.

Por eso, todas las culturas tienen una ceremonia que es el funeral, en especial las culturas primitivas, más sabias y
ecológicas, que tienen una buena relación con la muerte, mientras que las tecnológicas, como la nuestra, tienen ceremonias
muy pobres, muy breves, como para terminar pronto y olvidarse. Antes, el velatorio se hacía en la misma casa donde había
vivido el muerto, eso era importante, porque era en esa casa donde no iba a estar más, esa escenografía permitía que la
despedida fuera honda, permitía el llanto y que cada uno contara algo del “finadito”, es decir, que se hiciera un constructo
imaginario de esa persona.
Pichón daba mucha importancia a este tema de la muerte, era un “enamorado de la muerte”, un melancólico grave, pero
murió en paz, porque tenía muy buena relación con la muerte, cosa que tengo yo también, gracias a él (espero seguir
teniéndola cuando ella esté más cerca…).

Actualmente, la familia va a una funeraria, y les dan, por ejemplo, el “3º B”, un departamento anónimo (casi como un
albergue transitorio para muertos). Los deudos no hacen nada, no participan como los de antes, que cavaban, construían el
cajón, o tenían alguna tarea en la preparación del cadáver, como vestirlo o amortajarlo.

Aquí y ahora, todo lo hacen empleados que ni conocieron al muerto, luego los deudos están diez minutos, toman un cafecito
y se van.
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A causa de haber querido “hacerse el vivo” con la muerte, el que se queda no la elabora, y pasa años en el diván de un
psicoanalista trabajando el tema en larguísimas cuotas.

En cambio, los llamados salvajes del Amazonas, cuando muere alguien, hacen unas ceremonias hermosas llenas de
sentimiento y respeto. Hacen un lío bárbaro, se pintan con cenizas, se tiran al suelo, lloran días enteros, algo muy profundo.
Antes de la semana, levantan al muerto, lo ponen en una canoa y lo empujan por el río, con comida y cubiertos, para que
vaya a la ciudad de los muertos y al finalizar la semana terminan, se bañan y quedan en paz, porque pagaron al contado.
Esa es una cultura que elabora correctamente el tema de la muerte, mientras que la nuestra no lo hace bien. En realidad,
los salvajes somos nosotros.

En la India, donde la vida y la muerte están muy mezcladas, he visto una elaboración muy importante. Dicen ellos que
cuando uno muere en realidad empieza a vivir de otra manera. Un hindú me dijo (en un inglés hinduizado):”Ustedes los
occidentales son ricos y nosotros somos pobres, pero ustedes tienen una vida, mientras nosotros tenemos muchas.” (y yo,
como occidental, me sentí pobrísimo). Y es cierto, porque nosotros, con toda nuestra riqueza, no elaboramos el tema más
importante, ya que si uno mantiene los brazos abrazando a ese muerto-fantasma, que está y no está, no puede abrazar al
vínculo que viene después. Y esto vale aunque no haya muerte, porque si la niña que se hace grande no puede despedirse
de papá, no puede recibir al marido, que será su nuevo vínculo profundo. Por eso, en algún momento, tiene que poder
decir:”Chau, papá… hola, marido…”.

Como se ve, los duelos están continuamente presentes en nuestra vida y si aprendemos a perder, aprendemos a adquirir.
Este es un país que no aprendió eso, lo cual se ve claramente en nuestro tango, que es un duelo eterno, un duelo
patológico con música. La mina se fue y el tipo está con la guitarra: “Percanta que me amuraste...” sin poder ver todas las
percantas nuevas que lo rodean en el conventillo, porque tiene los ojos ocupados con la que lo dejó, de la que él todavía no
aprendió a despedirse. El duelo normal, en algún momento se elabora, se deja de llorar, se retoma la vida y se supera la
tristeza.

Pichón fue médico personal de Discépolo, que le contaba los secretos de cada tango que había compuesto, y con Pichón
habían llegado a darse cuenta que el duelo de los tangos no es con “la mina que se piantó”, sino con la madre que no tuvo
en su infancia. En aquella época, en los conventillos, donde vivía la gente muy pobre, había mucha tuberculosis,
desnutrición y muchos elementos que contribuían a dejar a los niños solos, es decir, era muy común el traumatismo infantil
por abandono prematuro, que es muy difícil de elaborar, porque cuando se produce la pérdida muy temprana de una
madre, ese duelo deja una experiencia de tristeza que no se termina de elaborar nunca.

En una institución psiquiátrica donde trabajé conocí a un paciente cuya madre se había muerto cuando él tenía cuatro años,
su padre se había deprimido y él había quedado en un duelo congelado, lo cual le había acarreado trastornos de miedo
patológico a la muerte, porque el padre no había podido ayudarlo a llorar. Uno de los instrumentos valiosos que la
naturaleza nos dio es el llanto, que al ser convulsivo, relaja la musculatura, porque la muerte produce miedo-contracción, y
como el llanto afloja, lo que hay que hacer es llorar plenamente para aflojar la contracción muscular y disminuir la angustia.
Si no se elabora el duelo, es probable que se produzca una somatización, lo colocamos en un órgano del cuerpo, o sea
que lo depositamos psicológicamente. Por ejemplo, alguien que tiene una madre agresiva, cuando ella muere, puede
comenzar a sufrir de úlcera, porque puso a la madre en el estómago (madre-alimento), es decir que la introyecta sin
elaboración dialógica. En este caso la terapia es ayudarlo a ir hacia atrás, al momento de la separación, para poder resolver
las situaciones conflictivas con esa madre, y lo curioso es que esto se puede hacer aún después de mucho tiempo, con
instrumentos que nosotros llamamos “máquinas del tiempo”, que son el psicodrama y el ensueño dirigido, que permiten
revivenciar con toda la conmoción emotiva, aquel traumatismo de desencuentro, de preguntas, de reproches y poder
“pagar” aquella cuenta de dolor que teníamos pendiente.

Cuando yo era chico, la ceremonia que rodeaba a la muerte era imponente, siniestra, como siniestra es la muerte: se
realizaba en la casa, inundada de coronas que daban ese inconfundible olor a velorio, se usaban carrozas enormes con
caballos negros y participaba todo el barrio. “¡Se murió doña Pepa…!” y todos iban y los deudos lloraban abiertamente con

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los demás en una ceremonia de llanto y abrazos compartidos. Luego se llevaban el muerto, se hacía el entierro, se limpiaba
la casa y con esta ceremonia grupal se había exorcizado a la muerte.

En cambio, nosotros, como ya dije, en las grandes ciudades, vamos a esas casas velatorias asépticas y burocráticas y en
un ratito liquidamos todo, y volvemos a nuestro departamento donde el muerto va a estar presente en cada rincón que
compartimos con él, porque no hubo una ceremonia que permitiera la despedida en el escenario de la vida cotidiana.
Engañar a la muerte sale caro.

Otra situación siniestra que solía darse antiguamente: moría un niño y el médico recomendaba a la madre que tuviera otro
hijo y a éste, muchas veces, le ponían el mismo nombre, con lo cual el niño debía cargar con el fantasma del hermanito
muerto.

Trabajando en EE.UU. con mi profesor, el doctor Angel Fiasché, me contó el caso de un niño que decía que, de noche, veía
un esqueleto que se le acercaba, con lo cuál se pensaba en un proceso esquizofrénico. Investigando a la familia, había
descubierto que era el caso que mencioné antes, y que la familia había querido sustituir al muerto con ese niño, creyendo
así, engañar a la muerte. Entonces, Fiasché les dijo a los padres que tenían dos caminos: o elaboraban el duelo de ellos
con aquel nene muerto, sin hacer la trampa de usar al niño vivo como sustituto, como un clon, o tendrían un hijo
esquizofrénico. Y lo que el niño decía con esa alucinación del esqueleto que veía a la noche era “Ese cadáver no soy yo”, o
sea que, con la alucinación, se sacaba el esqueleto de encima. En última instancia, el niño “deschavaba” la trampa de los
padres.

Un pueblo que resuelve bien el tema de los duelos es un pueblo más sano, pero para eso tienen que estar todos juntos. En
Bolivia, las ceremonias son fuertes, con esa concepción indígena que es mucho más sabia que esta cultura nuestra tan
injusta, tan enferma y que produce tanta soledad. En ciudades como Buenos Aires, hay millones de personas solas en la
selva de cemento, encerradas en sus departamentos, absorbiendo la papilla virtual de la televisión.

Tenemos que recobrar la cultura criolla que es más sabia. En el campo, cuando alguien muere, de entrada, le dicen
cariñosamente “el finadito” y hablan durante un tiempo de que el finadito hizo esto, hizo lo otro. En los velorios, siempre “el
finadito era bueno”, porque el duelo consiste en introyectar al muerto, es decir comérselo según Freud, y nadie quiere
comerse un finado malo que luego “le retuerza las tripas”. Esto es exactamente lo que pasa cuando los conflictos
pendientes, no elaborados con el muerto (culpas, reproches, rencores, etc.) producen somatizaciones gástricas (úlceras),
genitales (impotencia), respiratorias (asma), etc.

Hay un tema que nos defiende de la muerte, y es el amor, es lo único que puede enfrentar a la muerte. La muerte y el amor
son antagónicos, lo cual tiene que ver con que yo existo porque otro me mira, y si ya no me mira yo no existo más. Además,
yo no muero del todo, si alguien me recuerda. En Madrid leí el lema de un escudo que decía: “Vivir se debe de tal suerte,
que vivo se permanezca en la muerte.”

Recuerdo que, una vez, unos alumnos me trajeron a su madre, viuda recientemente. Era una señora muy razonable, pero
que en ese momento, se había obstinado en que no quería enterrar a su marido fallecido repentinamente (de un ataque
cardíaco en la calle). Quería conservarlo con el cajón sobre su cama haciéndole una ventanita en la tapa para poder verlo.
Charlé con ella, muy calmadamente, y le dije:” ¿Para qué querés tenerlo en el cajón? No te va a servir para nada, porque
enseguida se va a empañar el vidrio por dentro y ni siquiera vas a poder verle la cara. Además, va a ser todo un engorro
administrativo”. La clave de esta necesidad extraña, me la develó ella misma: ”Durante treinta años, nosotros hablábamos
largamente antes de dormir. Y ahora, ¿cómo hago?”. Entonces le pregunté: “¿Tenés un buen retrato de él? Bueno, hacele
un lindo portarretrato y ponelo sobre la mesita de luz, y todas las noches podés hablar con él. Al cabo de un tiempo, ni vas a
necesitar el retrato, porque lo vas a tener adentro de tu corazón”. Es decir, que lo iba a introyectar (parece que la terapia fue
demasiado exitosa, porque al cabo de un año, se volvió a casar…).

Algunos dicen que al producirse un vacío, sobre todo en una separación no deseada, como la muerte, es necesario tapar de
algún modo ese agujero. Yo pienso que sí, pero primero resolver el duelo, despedirse del que se fue y estar preparado para
recibir al que viene.
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Es muy peligroso sustituir, porque se le va a pedir al nuevo que sea el otro, y como no es el otro, esto va a llevar a la
frustración del “no sos el que yo pensaba…”. Esto pasa muchas veces en las sucesivas parejas.

En la infancia, los duelos son muy difíciles para los niños pequeños. Cuando a los cuatro o cinco años queda sin padre o sin
madre, si el que quedó le permite hacer el duelo, abrazándolo, haciéndolo llorar, no es tan patológico. Pero sí lo es, cuando
el que quedó no puede contenerlo, el niño no puede llorar solo, necesita la contención de un adulto para apoyarse, para no
desarmarse en el desconcierto.

Hay que llorar con otro, el duelo es un fenómeno grupal. En Estados Unidos la muerte está muy negada, y así les va… La
despedida es mínima: van, espían de lejos y se van. Está mal vista cualquier expresión corporal y el llanto. Por eso las
series norteamericanas están llenas de muerte, pero eso no sirve para elaborarla, porque en las películas siempre se mata
al otro, nunca muere el protagonista, lo cual sí sería una elaboración, porque el espectador se identifica con el protagonista
y con eso se conectaría con su propia muerte. Pero en nuestra cultura occidental, negadora de la finitud, el tema de la
muerte no vende.

Recuerdo que en una profunda crisis mía, en la que me sentía solo y viejísimo, de pronto me di cuenta que la muerte, en
realidad, es una despedida de uno mismo, es “Chau, Alfredito…, tantos años acá adentro, hablando entre los dos… nos
vamos a separar para siempre”. Morirse es separarse de sí mismo.

Pero la vida es tan insolente, tan potente, que vuelve otra vez, porque el psiquismo tiene recursos de la cultura para
asegurar le sobrevivencia del yo. La vida y la muerte deben coexistir, porque si no pensamos en la muerte no sabemos que
estamos vivos y nadie está más contento y más vivo que el que alguna vez casi se murió.

Pichón Rivière cada tanto se moría, tenía un ataque y después resucitaba. Una vez me contó que los alumnos de su
escuela le reprochaban el hecho de que no se muriera, que parecía que se moría y no se moría, y después volvía a la
escuela y no les dejaba hacer el duelo. En uno de esos ataques en el que yo lo acompañé, estaba todo entubado, en el
Hospital de Clínicas y le dije, repitiendo una broma frecuente entre nosotros: “Dale, Enrique, decí tus últimas palabras”. El se
corrió los tubos de la boca y dijo: “La vida… vale la pena vivirla”. Ese día, que era de sol, yo salí a la calle y sentí que si él,
que estaba allí, en ese estado, decía eso, yo debía agradecer el estar vivo.
Otra frase fundamental de Pichón era: “La muerte está tan lejos como grande sea mi proyecto”. O sea, si yo no tengo una
esperanza, un proyecto de vida, estoy muerto. Trabajo mucho con pibes muy pesados, pibes chorros, quienes dicen: “Yo
sigo hasta que me bajen, porque estoy jugado”. Es decir, yo ya morí, no tengo posibilidades de laburo, no tengo nada,
estoy destrozado, la cana me busca, no me importa morir porque no tengo un por qué vivir. Y Pichón murió a los setenta
años, joven como un muchacho, claro que a él la vida le había dado oportunidades y a estos pibes no.

En el fondo del manicomio habíamos hecho una comunidad con los compañeros internados, fue una experiencia muy
combativa, en el tiempo de Cámpora y una vez, casi tomamos el hospicio. Era la República de los Locos, donde había
dignidad para ellos. Al empezar la reunión izábamos la bandera, cantábamos el himno, éramos ciudadanos y había que
redefinir quién estaba loco y quién no, porque ya el guardapolvo blanco (el que usaba el psiquiatra) no servía para distinguir
loco-sano. Por ello, los psiquiatras nunca llegaban al fondo, porque era territorio liberado. Y los locos, que antes parecían
zombies, allí estaban vivos, habían revivido porque habían comenzado a dialogar y tenían un proyecto, que era construir el
pueblito de la República de los Locos. Fue una experiencia hermosa, pero cuando vino la dictadura militar inmediatamente
nos disolvimos, éramos considerados subversivos psiquiátricos. Cuando terminaba el proceso volvimos con la Cooperanza.
Después hicimos el Bancapibes, con pibes de la calle, que llegaban con el alma congelada, y al construir entre todos, una
comunidad de tareas y afectos, comenzaron a descongelarse, a querer la vida y ya no esperaban la bala policial como algo
inevitable.

Haciendo el análisis del tango “Malevaje”, vemos que habla del guapo que no tiene miedo de morir, que se juega todo. Pero
que cuando conoció a una mina que “pasaba con un compás tan hondo y sensual…” el tipo se enamoró. Y luego se queja
porque después de eso, había cambiado tanto que un día en que lo habían desafiado a pelear, había huido, no había

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querido arriesgarse a caer preso o morir, ya que eso le hubiera impedido vivir su amor. O sea, el amor nos hace querer la
vida porque nos erotiza el futuro.

Víctor Frankl, un psicólogo que estuvo en campos de concentración, creador de la Logoterapia, una terapia de enfoque
existencial, lo primero que les preguntaba a los pacientes que iban a su consulta era: “Usted, ¿por qué no se mataría…?” Y
con eso lo obligaba a reflexionar y a enfrentarse con lo que le impedía querer morir, o sea con lo que lo ataba a la vida. Es
decir, al paciente le hacía oponer la vida a la muerte.

Allá en la India creí adivinar que la muerte está incluida en la vida, tal como aquí en el campo, porque tienen una concepción
circular de la existencia, mientras que nosotros tenemos un concepto lineal que niega el final, y por lo tanto nos aparece, a
veces, la profunda inquietud frente a ese final ineludible.

Con el amor y el trabajo enfrentamos la muerte. Una vez le preguntaron a Freud qué era la salud y respondió:”Amar y
trabajar”. Con esas dos piernas, yo puedo recorrer ese camino tan extraño que es el existir. Pero si me quitan el trabajo,
como sucede con la desocupación actual, yo quedo rengo, y si con eso pierdo la familia, quedo tirado, entro en depresión y
no quiero vivir.

Cuando hago un grupo con desocupados y me dicen “¿Qué hacemos, Alfredo?”, yo digo: “Vayan a pelear, a protestar, a
quemar… ¡Armen lío, muchachos!” Y eso les sirve porque les da un proyecto, aunque sea desde la bronca, porque si se
quedan quietos se deprimen.

En el tiempo en que los jubilados iban a protestar al Congreso, yo estaba en relación con PAMI, y veíamos que los viejitos
que se quedaban en casa tenían más problemas psicológicos que los que iban a pelear al Congreso, porque la pelea es
vida, y la pelea puede ser de amor o de odio, que es amor podrido. Mi hijo, que es biólogo, dice que en biología hay una ley
fundamental: “todo organismo que no está en conflicto con su medio, está muerto”. O sea que la vida es conflicto, si peleo
estoy vivo.

No se puede hablar de la muerte sin hablar de lo contrario. Sabemos que el día es el día porque existe la noche, y
sabemos que la vida es lo contrario de la muerte, a tal punto que podríamos decir que la muerte no existe, que es sólo la
ausencia de vida. Si no fabrico la vida, sucede lo que hay detrás, la muerte. La vida es figura, la muerte es fondo, como en
la termodinámica, que tampoco existe el frío, sino sólo la falta de calor. A veces, desgraciadamente, cuando el vínculo no es
amoroso, la gente se une a través de la pelea. Si no nos amamos, nos odiamos porque lo que más tememos es quedar
solos.

Las drogas y el alcohol son formas tecnológicas de tapar la muerte artificialmente. Yo he hecho la experiencia de consumir
una droga psicoactiva que se llama “wachuma”, en Perú, que los indios toman juntos y hacen un viaje hasta el principio de
la vida, y también a los extremos de la muerte, allí me di cuenta de que estaba en el medio de algo, del existir.

En cambio, la droga que se está dando a los jóvenes es terrible. La cocaína es muerte, ya que induce sólo a la acción pero
no abre la cabeza. Para los muy pobres, el Poxi-Ran o ahora el paco que les quema las neuronas y los mata en seis meses.
Una vez le pregunté a uno de los chicos por qué se drogaba y me dijo:” ¿Qué querés, que me vuelva loco?... yo duermo
donde vos caminás”. Era casi como decirme: “dame una casa y yo dejo el Poxi.”.
Fui Director del Asilo de Mendigos de la Municipalidad de Buenos Aires. Claro, la única vez que acepte un cargo público fue
en el lugar más marginal, como corresponde, ya que la marginalidad me atrae. Hay mucha vida dentro de esa muerte, hay
mucha riqueza existencial. Un croto viejo me dijo: “Señor Director, usted habla de la psicología, pero, ¿usted sabe cuál es el
diván de los pobres?: el cartón de vino, porque nos quita el hambre, el frío y la tristeza”. Entonces, yo, ¿cómo puedo decirle
a uno que está tirado bajo el puente “No tomés”, si no le estoy dando comida, calor y contención? Y los pibes ¿por qué se
drogan? Porque no tienen destino. Estamos haciendo un genocidio a futuro, porque los pibes son el futuro.

En la Argentina actual, estamos rodeados de muerte. El hambre y la miseria no se pueden aguantar, no se puede llevar la
desesperación de un pueblo hasta tal punto, sin que suceda una explosión social, que termine con la injusticia. En los
sectores pobres, donde el hambre hace estragos, sin embargo, hay solidaridad.
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Estamos rodeados de muerte, sí, y por eso yo imagino que si la situación llega a ser totalmente inaguantable, esta etapa
histórica tan dolorosa, de nuestra Argentina, puede terminar para dar lugar a un nacimiento. Pero el parto siempre tiene algo
de sangre, que ojalá sea poca. Entonces, algo tiene que pasar, porque el hambre lleva a extremar los mecanismos de
sobrevivencia y por eso no hay nada más peligroso, para un sistema corrupto, que un pueblo desesperado. Los pobres no
van a aceptar su destino de marginalidad extrema, sino que van a dar batalla como históricamente lo hicieron pueblos como
el de Francia, en la Revolución Francesa, que produjo tres hermosas palabras: libertad, igualdad y fraternidad, con las que
se quiso fundar nuestro país.

Volviendo al tema de la muerte, cuando se muere un abuelo “tano”, con toda la familia alrededor, es un mentiroso si dice
que está angustiado, porque está rodeado de todos sus seres queridos, acompañado con abrazos y llantos. En cambio, en
Estados Unidos, la muerte es espantosa, en terapia intensiva, solo, en medio de toda esa tecnología deshumanizada.
Quiero terminar con algunas recomendaciones para operar frente a una propuesta suicida.

Recuerdo un suicida, en una institución donde yo trabajaba, que quería tirarse desde el décimo piso y yo no sabía cómo
hacer para que tomara conciencia de lo que se proponía. Entonces le dije “Mirá, si vos te tirás desde el décimo ¿qué pasa
si en el quinto te arrepentís?” y allí vaciló porque se enfrentó a una duda, tomó conciencia de lo irreversible de lo que quería
hacer y al dudar, me dio tiempo para engancharlo y tironearlo nuevamente hacia la vida.

Siempre que una persona, especialmente un adolescente, dice: ”Me quiero matar” hay que escuchar otra cosa: “Ayúdenme
a vivir, que solo no puedo”. No es que quiere irse de la vida, lo que no puede es quedarse.

Cuando alguien se quiere suicidar le dicen “No te matés”, y lo que hay que hacer es preguntarle por qué, porque así se le da
la oportunidad de contar lo que le pasa, y al contarlo se vincula, y al vincularse se engancha en la vida otra vez. Decirle “No
te matés” es una orden negativa, de rechazo, pero en cambio, preguntarle “¿Por qué te querés matar?” es una propuesta
positiva, que lleva al diálogo, al encuentro.

El tema es qué hacemos con lo que perdemos y no podemos recuperar, pero que queda como fantasma. ¿Qué hacer
con los fantasmas? Cada uno tiene sus fantasmas. Las ceremonias del adiós, son las que permiten transformar el
conjunto de experiencias vitales que tuvo con otra persona en su historia. Esa historia compartida, es lo que hay que
incorporar. Cuando uno pierde a alguien, lo que queda es el conjunto de recuerdos que tiene con esa persona, se va
el cuerpo pero la historia queda.

Quedan los recuerdos y también los conflictos de los recuerdos. En las muertes que dan tiempo para que, por
ejemplo, el padre enfermo y el hijo dialoguen en el marco de una terapia, en la que se puedan resolver las culpas y
los reproches, se evitará que posteriormente los conflictos no resueltos produzcan patologías en el hijo. Es un
trabajo conjunto de “ajuste de cuentas”, pues todo vínculo es conflictivo. Esos diálogos de puestas al día de las
cuentas, el pasado de facturas mutuas, son muy convenientes para que el moribundo haga el tránsito hacia su
muerte con cierta paz, y la persona que queda viva lo recuerde mejor. Es el gran tema de las terapias terminales que
ayudan a elaborar ese pasaje tan difícil que es despedirse de uno mismo, que en los últimos tramos es de mucha
soledad, porque se muere como se nace: absolutamente solo.
Lo que sucede comúnmente es que la persona muere sola en terapia intensiva rodeada de aparatos. Muere solo, sin
una mano, una mirada que humanice ese espanto. Es de una crueldad increíble que a una persona se le postergue
artificialmente la muerte, muchas veces sólo por rédito económico.

Si alguien tiene un accidente, es correcto que se lo ponga en terapia intensiva. Pero a veces a algunos ancianos los
ponen ahí y mueren solos, no en su casa rodeada de su familia, como es el planteo de la filosofía de cuidados
paliativos, que es acompañar y humanizar la muerte.

VIOLENCIA JUVENIL

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El mundo cotidiano se está convirtiendo en violento, esta es una sensación que nos invade y nos causa inseguridad.
Además, vemos que los jóvenes son más violentos que en generaciones anteriores.

Este estudio que vamos a desarrollar analiza las causas que permitirán entender este momento histórico, este cambio de
valores, normas, mitos, que en conjunto, llamamos la crisis del fin del milenio. Sabemos que toda transformación profunda
genera un período de anomia, una confusión de normas. Vamos a tratar de buscar las causas, para que resulten menos
confusos estos tiempos que nos toca vivir.

Primero, comenzaremos describiendo las modalidades de violencia en los jóvenes. Vemos que es una cultura de acción, del
movimiento, de la transgresión, los festivales rockeros son extenuantes, en el fútbol las barras bravas enfrentan a la policía,
en el robo la nueva modalidad es el arrebato, cada vez es más común el uso de armas, la destrucción, en las escuelas
irrumpe la violencia. A veces la agresión se vuelve sobre sí mismo y tenemos casos de suicidios, velocidades suicidas con
motos y automóviles, y la droga es usada para la autodestrucción.

Nuestra hipótesis psicosocial es que todas estas conductas fueron aprendidas del mundo de los adultos y son consecuencia
de factores condicionantes. Si recorremos los diarios podemos ver casos concretos: “…un chico de 14 años se tiroteó con la
policía”, “...pateó a su profesora en la cabeza porque no quiso tomarle examen”, “...joven asesinó a su novia de 113
puñaladas”, “... destrozados después de un festival de rock”, “...la banda de SOPAPITA, un delincuente de 20 años con
cuatro muertes, se enfrenta a la policía”... y así podríamos seguir leyendo los diarios, que cada día traen crímenes más
primitivos e irracionales, muchos de ellos, protagonizados por adolescentes.

Con frecuencia descubrimos la violencia de los jóvenes, pero si ahora invertimos la mirada, vemos que los casos de agresión
sobre los jóvenes igualan o superan la violencia de ellos: el gatillo fácil, el maltrato, el abuso infantil, los crímenes filicidas,
como durante el proceso militar (la mayoría de los desaparecidos eran jóvenes), y los chicos de la guerra de Malvinas, casi
adolescentes, que pagaron con su sangre el error militar.

En nuestra investigación hemos encontrado básicamente 8 factores que implicarían lo que condicionó que la juventud actual
esté atravesada por la violencia y también por modelos de corrupción e impunidad que la llevan a la transgresión
delincuencial:

1º) La crisis social: Toda crisis, o sea el pasaje de un tipo de sociedad a otra, genera confusión. A esta la podemos llamar
crisis mutante porque se están modificando las normas y mitos básicos de la cultura en relación al sexo, la locura, la muerte,
el tiempo, la familia y todo lo que organiza el sentido de la vida de cada persona. Esta cultura actual propone un modelo
individualista competitivo, la identidad se define por el poder y el consumo. Es la ley de la selva y triunfa el más fuerte, los
mitos son Rambo y los policías violentos. La soledad es consecuencia de la incomunicación, cayeron las ideologías, cayeron
las ilusiones. Es difícil la configuración del futuro, es como una mudanza, todo está patas para arriba, pero esperamos que
cuando lleguemos a la nueva casa (ojalá sea un mundo más justo y solidario) todo se vuelva a acomodar nuevamente.

2º) La historia reciente: La dictadura militar con el terror de Estado introdujo en la sociedad Argentina niveles de violencia y
crueldad que impregnaron las fuerzas de seguridad. Las principales víctimas fueron los jóvenes (La noche de los lápices y
Los chicos de la guerra). El abuso de la autoridad generó el deterioro de toda autoridad, completado luego por el indulto, que
generó la impunidad para todo delito. En una de nuestras comunidades terapéuticas, un joven delincuente me decía: “Yo
maté a uno solo y ellos (los militares) mataron a treinta mil, si ellos están sueltos, ¿por qué yo voy a ir preso?”

3º) La Desocupación: Los adolescentes tienen el mayor índice de desocupación, y sabemos que conseguir un trabajo
significa poder luego formar una pareja, una familia. Si al adolescente se le impide entrar a la sociedad por la puerta, va a
entrar por la ventana, es decir que la juventud, especialmente la de los sectores más pobres que no pueden estudiar, van a
buscar oficios alternativos de supervivencia, como puede ser el robo o la prostitución.

4º) La Corrupción: La delincuencia encubierta: negociados, estafas, corrupción policial, política y jurídica. Todo esto genera la
frase “si todos roban, y además roban los que mandan, por qué no voy a robar yo...” Pensemos en el incentivo que tiene
para los jóvenes la impunidad generalizada donde nadie va preso.
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5º) Violencia en cine y televisión: En un estudio estadístico que realizamos, encontramos que haciendo zapping en televisión
por cable, en una hora se podían aprender 32 maneras distintas de golpear, humillar, destrozar y asesinar a un ser humano
(lo más grave es que el héroe triunfador no muestra ningún gesto de culpa). Algo que define claramente como es percibida
la televisión por los jóvenes es una frase de un chico de la calle que nos dijo en el Bancapibes: “la televisión me enseña todo,
en la tanda comercial me dice lo que tengo que tener para ser alguien y en la serie me enseña como conseguirlo...”

6º) Negocio de las drogas: La oferta de drogas comienza en la familia con los psicofármacos (la droga legal). El modelo
cultural muestra que cuando mamá o el abuelo están angustiados les recetan un tranquilizante que tapa el síntoma pero no
elabora las causas. Estos psicofármacos legales son los componentes de los cócteles (junto con el alcohol) en los primeros
pasos de la adicción. Cuando la angustia a resolver por el adolescente crece, porque no encuentra salida a su vida, pasa a
las drogas ilegales y queda atrapado por el proveedor, último eslabón de un multimillonario negocio que enriquece a
poderosos personajes, policías y traficantes menores, a costa de la destrucción psíquica y orgánica del adolescente,
principal consumidor. La droga compensa su sentimiento de indefensión y soledad en este mundo incomunicado e
insolidario.

7º) Estructura familiar en crisis: Las imágenes de madre y especialmente de padre son fundamentales en la configuración de
la identidad del adolescente. Ese terremoto en la evolución humana que es la adolescencia, produce despersonalización,
soledad y angustia.

Ya no es fácil la transmisión de experiencia de vida, no hay figuras de identificación. Cada vez es más común en las familias
disgregadas el alcoholismo y la violencia sobre los niños como descarga de frustraciones de los padres. El niño violentado se
convertirá en un violento, pues aprende que ese es el modo de relacionarse.

8º) La etapa evolutiva: El ser humano pasa cuatro etapas evolutivas en su proceso de vida. En la adolescencia debe
transgredir, debe ingresar a la realidad con energía, con acciones, debe comenzar a cambiar el mundo heredado, realizar la
transformación generacional. Ya no es una época activa de la vida, y si le agregamos frustraciones, drogas, modelos de
comportamiento agresivos, impunidad, etc., no nos podemos asombrar de que esta generación tienda a ser, especialmente
en los sectores más agredidos económicamente, transgresora y violenta.

A veces en la historia, en las grandes crisis sociales, las generaciones quedan en distintas dimensiones culturales. Vamos a
comparar el mundo actual de los adultos, nuestra cultura tradicional, con la cultura joven que irrumpe en esta época de fin de
milenio (los dueños del 2000). Primero vemos que en el lenguaje adolescente ya se expresa algo respecto del corte de la
historicidad, nos referimos al ya fue... que significa algo así como “borrón y cuenta nueva” con la herencia de la cultura por
ellos llamada careta, denominación bien ganada por nuestro mundo de hipocresías y simulaciones. La lealtad al amigo y al
grupo es imposible de quebrar, para ellos ser botón es el peor de los delitos.

La vieja lucha del feminismo es innecesaria, las costumbres, la ropa, los roles son equivalentes entre chicos y chicas; a
veces, inclusive, la iniciativa erótica que antes era reservada para el varón, ahora es femenina.
Las formas reprimidas de nuestra sexualidad tradicional son resueltas por los jóvenes mediante cierta espontaneidad en sus
vínculos amorosos. Me acuerdo de un gracioso diálogo entre la madre y su hija adolescente:
- Hija, tenemos que hablar de sexualidad, pues ya tenés la edad suficiente.
-Bueno, mamá… ¿qué querés aprender?

Por último, hay una expresión de su lenguaje que para mí tiene que ver con la tolerancia hacia el otro: si te cabe...hacé la
tuya...

No hay duda de que, a los tumbos y desprolijamente, están buscando crear ese nuevo mundo en el que van a vivir en el
siglo que viene. Seamos honestos, aunque nos causen espanto y reprobación algunas de sus conductas, aceptemos que
no son más que las que aprendieron de este mundo que termina su ciclo, hagámonos cargo de que lo que les entregamos a
los jóvenes contiene bastante estupidez, crueldad, individualismo, corrupción y muy poco amor.

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Las sociedades son como organismos vivos, que cuando se enferman, reorganizan sus defensas y se adaptan a las nuevas
condiciones. La historia es pendular, toda crisis es oportunidad de crecimiento. Los adultos debemos aceptar que los jóvenes
van a ser siempre los dueños de inventar la casa del futuro en la que vivirán.

LA DROGA COMO SÍNTOMA SOCIAL

La drogadicción como problema masivo aparece en un momento especial, luego de una secuencia histórica en la
que los argentinos pasamos por una etapa de euforia, cuando el retorno de una figu ra idealizada de un líder
popular iba a comenzar una era de grandes proyectos. Pero luego, comienza una época de violencia social que
permite el golpe militar, con el que se abre una etapa de represión y terror. Al no poder éste sostenerse más, se
llega a las elecciones, las que después de una corta euforia democrática, nos empantanan en un país
empobrecido y sin proyecto.

Pero este proceso histórico argentino se dio sobre otro proceso mundial que fue el proceso de masificación y
tecnificación de la cultura mundial, especialmente de los países altamente industrializados.

La tesis de este artículo es vincular la solución drogadicta del adolescente, como salida de eva sión a su angustia
y confusión, que está incluida en la concepción tecnológica-farmacológica de la vi da de la sociedad de masas. Y
señalar que, especialmente el adolescente, no hace sino llevar más lejos una opción negadora de la
problemática psicológica y existencial, donde una pastilla, un psicofármaco, sustituye un diálogo con otro. Es la
estrategia del atontamiento químico para no enfrentar la superación de etapas vitales, las naturales angust ias y
contradicciones que permiten la maduración de un proceso de vida, es decir de un proceso de individuación que
da sentido a la vida.

Existe todo un enorme aparato multinacional de los psicofármacos, de las bebidas alcohólicas y del cigarrillo,
que induce al consumo de evasión, que lleva al encierro.

Decimos esto, pues cualquier droga no es ni buena ni mala en sí misma. Los pueblos ecológicos (mal llamados
primitivos) incluyen drogas en sus ceremonias rituales de socialización, pero las usan como facilitadoras del
acercamiento amoroso y solidario de la tribu y para enfrentar las incógnitas existenciales del hombre. Todo lo
contrario es su uso en las sociedades tecnológicas, donde es un instrumento de evasión individual para quedar
más solo y confundido, pues las ceremonias dialogantes y solidarias están destruidas por el modelo social de
competitividad individual, el anonimato de las masas urbanas, la fragmentación de roles y la comunicación
intermediada por los canales masivos, que sustituyen el diálogo por la recepción pasiva de información.

El proceso de tecnificación de la cultura urbana va estructurando todos los niveles de la rea lidad, el hábitat, los
instrumentos, el uso del cuerpo, los modos de comunicación, las normas de re lación, de modo tal que va
haciendo cada vez más difícil las interacciones cara a cara, donde una per sona se compromete corporal,
emotiva y dialógicamente con otra. Las interacciones son en la familia reducida, lo cual determina relaciones
demasiado superpuestas, o en la calle con la masa anónima, donde siempre se testimonian como desconocidos,
se ven mutuamente como anónimos.

La cultura tecnológica de masas, donde el estado va controlando cada vez más aspectos del individuo, ha per-
dido el espacio social intermedio entre el hogar (la familia) y la calle (el estado), que es el espacio co munitario de
las instituciones de base, que son desarrolladas creativamente desde las personas. Solo existen las instituciones
formales que son dirigidas y organizadas desde el estado, o grandes empresas anónimas donde no hay
participación de sus miembros, por ejemplo: Escuelas, universidades, grandes clubes, etc. Ninguna de ellas
permite expresar la singularidad de los grupos y las particularidades de ese momento social, con las
preocupaciones y proyectos específicos de los que se compone el espacio comunitario de esa institución.

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La identidad de una persona depende de su integración activa y dialógica en un grupo comu nitario que supere su
grupo interno (su familia). Este pasaje de la familia donde tuvo el rol de hijo, al grupo de pares donde va a
encontrar su pareja y realizar su proceso de individuación, se llama el proceso de exogamia. Este proceso, en la
sociedad tecnológica, está perturbado, pues el tejido social está destruido o controlado vertical mente por el
Estado o por grandes empresas (donde quien decide, no forma parte de la comunidad). Esto va creando el
habitante-robot, que piensa y hace pasivamente lo que pensaron o decidieron otros, es el hombre programado.

La escuela, la universidad, la televisión, los medios, las grandes empresas de "diversiones", están sustituyendo
los antiguos espacios de socialización: la cuadra del barrio (la solidaridad vecinal), las sociedades de fomento, y
todos los grupos de creatividad, la "barra de la esquina", el café de barrio, las mur gas carnavaleras, la parroquia
y todas las ceremonias espontáneas (actualmente diríamos autogestivas) de los pibes, los adolescentes, los
adultos.

En los jóvenes que tuvieron su socialización en los últimos veinte años, este proceso de lavado de cerebro fue
más grave, durante el terror de estado. Los grupos de toda clase estaban controla dos o prohibidos, y luego de la
corta euforia de la apertura democrática se agudizó otra imposibili dad, la de encontrar inserción laboral, la
desocupación, resultado del empobrecimiento (deuda externa, recesión) dejó una gran masa de adolescen tes en
situación de ocio forzado.

Cuando a Sigmund Freud le preguntaron: "Maestro, ¿qué es la salud mental?", contestó: "poder amar y
trabajar"... esto es, poder tener vínculos de empatía e insertarse laboralmente. Pe ro ¿cuándo se puede cumplir
con estas dos funciones? Cuando podemos dialogar, es decir, hablar, escuchar y contestar; cuando se cierra el
circuito de la comunicación; no sólo cuando escuchamos sino fundamentalmente cuando nos escuchan y nos
contestan, pues como dice Jean P. Sartre: "mi identidad es la contestación del otro, el otro es el testigo de mi
singularidad". ¿Por qué decimos esto en un artículo sobre la drogadicción? Porque este tipo de sociedad
tecnológica no asegura espacios dialogantes, la persona es bombardeada por miles de mensajes que se
constituyen en una programación, pero la persona no tiene la posibilidad de contestar esos mensajes, los me dios
masivos no tienen vuelta, el televisor (como también la radio, el cine y la prensa) no tiene oí dos, es como un
manipulador que induce ideas y conductas pero que no recibe lo que cada mente procesa con cada mensaje, y
sabemos que la identidad, la singularidad de un individuo, tiene que ver con su oposición dialéctica con el modo
de contradecir, transgredir creativamente el mandato dado. Yo soy porque opto por algo nuevo que me
singulariza.

Y para finalizar este análisis, debemos dar la última etapa de este proceso de manipular, de programar
habitantes anónimos, porque el resultado es la dificultad de crear un núcleo de identidad, un proyecto vital propio
que dé un sentido a cada vida.

Los jóvenes, especialmente, pueden tener dificultades para organizar prospectivamente su percepción de la
realidad. En cualquier momento el sentimiento de existencia pierde sentido y cae en la vivencia de vacío, de
presente continuo, y esta sensación de conciencia detenida es productora de un gran monto de angustia, pues
se configura como angustia de muerte. Este sentimiento de soledad es insoportable y cualquier cosa para salir
de él es útil. Aquí, finalmente aparece la solución química-tecnológica, un procedimiento artificial para sentir que
todo vuelve a moverse, lo que asegura la corriente de conciencia por la estimulación farmacológica, y con esto
llegamos por fin a lo que queríamos señalar, que la misma sociedad produce la enfermedad: el anonimato
angustiante, y la seudo-solución: las drogas legales e ilegales.

Además cuando las condiciones sociales fueron de frustración e incomunicación menores, la adicción propuesta
fue el alcoholismo (especialmente de los sectores marginados y empobreci dos). La droga (la cocaína) era una
necesidad de los artistas, para estimular la creación, y en algu nos niños bien hastiados de tanto ocio opulento.
Pero cuando la situación social se torna desesperada (des-esperada, sin esperar un futuro, un proyecto), la
seudo solución química-tecnológica se transforma primero en el "inocente" psicofárma co recetado por el médico
(detrás están las multinacionales de la farmacología) y luego, como la crisis social aumenta, aparecen las
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ilegales (las multinacionales del narcotráfico) que tienen sus "tandas publicitarias" en las series policiales
americanas donde el drogadicto es muchas veces un protagonista. O las empresas discográficas que especulan
con violencia, sexo, droga y rock and roll y crean una cultura de idealización de la estimulación electrónica
basada en el trance y la intensidad del sonido.

Si ahora agregamos otro factor que potencia lo anterior, que es el empobrecimiento y la de socupación, aparecen
nuevos elementos. Uno, el no-proyecto individual, familiar y nacional que condiciona la inseguridad económica;
otro, la destrucción familiar que produce la desocupación, especialmente en las clases marginadas (niños en la
calle que recurren a los inhalantes de tolueno). Y finalmente, las formas marginales de combatir el hambre, que
son el robo, la prostitución, y la mendicidad.

Nuestra experiencia clínica nos lleva a proponer una psicopatología mutante, es decir, cuadros nuevos que no
son categorizables desde la psicopatología clásica (histerias, neurosis, melan colías, etc.) y que se emparientan
con los antiguos cuadros borderline (los trastornos narcisísticos), pero que tienen características distintas. Las
llamamos síndrome de la vida vacía, donde se vivencia una paralización del sentimiento de existencia. Y
pensamos que muchas adicciones graves son un intento de salir de este estado de psiquismo.

Por último, haremos una aclaración respecto a la asociación droga-violencia que hacen los me dios periodísticos
(y que constituye también una "verdad policial").

Nosotros pensamos que otra de las salidas del sentimiento de conciencia vacía (el síndrome de la vida vacía) es
la acción, el movimiento; pero como el diálogo, el ida y vuelta de la comunicación, está roto, la única posibilidad
de interacción es la acción en base a una proyección. Es decir, si no hay posibilidad de amor, pues para amar
hay que conocer al otro, tener el placer de ser también reconocido y querido, entonces se consagra el odio como
emoción (que es mejor que la soledad abrumadora) y aparece el espacio paranoide. Es decir, la violencia como
salida del encierro paralizante. Si ataco, se me configura nuevamente un argumento vincular con el otro, ya que
no estoy solo, existo frente a mi víctima.

¿Por qué decíamos que la violencia es otra salida bastarda de la conciencia vacía? Porque el tipo de
personalidad básica que escoge la salida de la droga, es distinta a la que escoge la violencia. El joven que se
droga generalmente tiene una personalidad esquizoide (se ve para adentro de sí mismo); en cambio, el que
puede recurrir a la acción violenta, tiene características epileptoides y psicopáticas, tiene el yo organizado hacia
afuera y dificultades en la simbolización: no piensa, actúa, es el candidato a la página policial, muchas veces con
agravantes sádicas y conductas irracionales. El otro, el esquizoide, es el adolescente que se "manda el gran
viaje" con percepciones auditivas y visuales.

En comparación con esto, está el mundo de los alcohólicos (yo, como director del Hogar Félix Lora de la
Municipalidad de Buenos Aires, tuve bastante experiencia con "grandes curdas"), donde se dice que alguien
tiene "mal vino" y "buen vino". El primero, es el curda peleador, vio lento y peligroso, y el segundo es el curda
charlatán, divertido, que termina dormido. Estas dos especies de alcohólicos no se superponen, se van a la
violencia (hacia afuera), o se van a los recuerdos (hacia adentro).

Tampoco pensamos que se puede asociar siempre droga con violencia. Pero también aclaramos que en los
violentos, en los delincuentes, la droga es un facilitador del asalto o del homicidio y aquí sí que corresponde la
asociación violencia-droga.

En el otro tema del drogadicto que queda dirigido hacia sus fantasías y sensaciones (el que llamamos
esquizoide), si sigue la escalada de la droga, llega una etapa en que transgrede (delinque), y es cuando se
transforma en pasador de droga, al recibir como pago, parte de la droga que distribuye.

EL DOCENTE EN RIESGO
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El mundo ha perdido posibilidades de simbolización, es decir de acuerdos, de proyectos, que es lo que hace que el
hombre sea distinto del animal. Es un mundo des-simbolizado, en el sentido de que vale más la acción que la palabra.
La palabra está devaluada, nadie cree en ella, entonces lo que sucede son acciones agresivas, desconcertantes.

El humano pertenece a dos sistemas. Uno es el sistema del cuerpo y sus acciones, como pelearse, hacer el amor, el
trabajo físico, son cosas que tienen que ver con los movimientos.

Las situaciones angustiantes muchas veces dan lugar, especialmente en la adolescencia, a un comportamiento donde
esa angustia sale, se expresa a través del mundo corporal, sobre todo como violencia. La otra na turaleza del hombre
es que tiene mente, capacidad de simbolización, son naturalezas, sistemas distintos.

Por ejemplo, el soldado está adiestrado para la acción: se le dice que no piense, es jodido pensar en un cuartel, no
discute, no piensa, sólo hace.

En cambio la escuela es lo contrario al cuartel, es el lugar de lo simbólico, de la palabra. La palabra pertenece a ese
otro aspecto humano que es la capacidad de intercambiar símbolos, de dialogar, de trabajar con abstracciones. A los
maestros los mandan a la escuela como mandaban a los chicos a Malvinas, a pelear con borceguíes de cartón. La
escuela está organizada para la transmisión y el aprendizaje de la palabra. Es un lugar donde la gente tiene que estar
con el cuerpo quieto y la mente atenta, incorporando el mundo simbólico, el del pensamiento. En ese mundo
organizado para lo simbólico aparece una población muy incluida en el mundo violento, cargada de acción, donde la
palabra está devaluada, tiene otro tipo de interacción, como es la acción y expresa su frustración con la violencia. Al
docente se le plantea una situación bastante difícil. Se me ocurre como broma escribir un artículo cuyo título sea
"Técnicas defensivas de karate para defenderse de los alumnos".

El maestro se ve hoy incluido en un mundo desconcertante, un mundo que no maneja, porque está entrenado para el
símbolo y no para la acción. Si en la escuela, que es el lugar de transmisión de lo simbólico aparece la acción, es algo
que rompe. La acción en una escuela es como un zorro en un gallinero, se puede resolver, pero ya es un destrozo,
porque hoy la escuela no usa los controles convencionales, por ejemplo tantas amonestaciones si el alumno contesta
mal o tira una tiza al pizarrón. Las transgresiones más graves de antes, hoy serían inimputables: patear a una
profesora en la cabeza, pelearse con cuchillos, matarse entre ellos, o no tomar ninguna de las instrucciones del
profesor, él explica y ellos están conversando o haciendo otra cosa.

El docente está formado para una realidad en la que la escuela existe como espacio pedagógico, es decir, donde al -
guien viene deseoso de aprender los símbolos. Esa formación no ha sido cambiada, no le han enseñado karate
psicológico como para poder manejar esto que pasa hoy. Llegan desarmados a la escuela, como los chicos que fue -
ron a las Malvinas. Iban al frío a pelear con borceguíes de cartón.

Los maestros actuales están en una situación así. Están formados con unas normativas operacionales de 30 ó 40
años de antigüedad, donde las blancas palomitas llamadas por una campanita, entraban a la escuela para recibir el
amor de la maestra. Bueno, hoy, las palomitas están todas revolcadas, sin plumas, la campana se la afanaron, y la
maestra está con los pelos parados, desesperada. Creo que hay que ser medio héroe pa ra ser maestro en estos
momentos.

Si la institución escolar no modifica algunos de sus "modus operandi", no va a poder contener a una población de
chicos que vienen violentos porque la sociedad se ha convertido en violenta. La sociedad entera ha perdido las
ideologías y los ideales. Que se pierdan las ideologías en última instancia no es tan grave, pe ro cuando se pierden los
ideales sí, porque son los que organizan el mundo simbólico, en donde hay metas. Si no hay metas no hay más que
presente, y en el presente solo hay acción. La presentidad menemista era justamente muy eficiente, porque podía
cambiar de un día para otro cualquier cosa que dijera, porque "era pragmático". En realidad era una presentidad
animal, sin recuerdos ni proyectos, que desorientaba a todos.

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Ahora todo está armado en base a la especulación, al individualismo competitivo, que impide lo grupal, que impide lo
esperanzado. Porque la ganancia no tiene historicidad, un billete de 100 dólares no es un proyecto, es una capacidad
de canjearlo por un objeto pero no tiene que ver con la esperanza.

En este contexto, el Estado no toma en cuenta lo que significan estas condiciones difíciles y hace una reforma. Es el
peor momento. Es como si en un buque en medio de una tempestad empiezan a cambiar los mástiles de lugar. Es
absurdo pero le sirve al gobierno como una fantasía de que están haciendo algo.

Los chicos viven a los 12 años una época muy difícil, que es la irrupción del terremoto hormonal de la pubertad. De
golpe el mundo imaginario infantil pasa a ser el mundo de lo real, de lo concreto; aparece la sexualidad como
exigencia energética concreta. Antes de ese momento la sexualidad estaba a nivel de la libido, de lo imaginario, es
decir, con el osito la nena se arreglaba, pero después de la pubertad aparece la presencia de lo real. En pocos meses
el humano cambia de ese mundo mágico infantil, de lo imaginativo, del juego, al mundo de lo concreto, donde la
sexualidad y las hormonas le exigen el contacto con otros. Es un momento de despersonalización, entra en el mundo
de acción de la vida, es una situación muy brusca, que a veces los adultos olvidamos, porque fue muy traumática.
Esa sensación de desconcierto, de haber aprendido todas las respuestas a las preguntas de la infancia y de pronto en
dos, tres meses, nos cambiaron todas las preguntas, y con estas respuestas de niño, ¿qué hago?

Cuando estos chicos, inmersos en un país donde la palabra es devaluada y la acción valorada, atravesando el
momento de despersonalización más traumatizante de toda su vida, entran a un lugar con un congelamiento de
técnicas de hace 40 años, se les hace muy difícil de sostener esto, y los maestros no tienen defensas, a menos que
se cambien algunas cosas. La escuela está indefensa, y el gobierno no lo quiere reconocer por una cosa muy
sencilla, porque es el gobierno el que produce esa "presentidad" agresiva. No puede existir un estudio honesto sobre
esto desde el Estado, como no lo puede haber sobre los chicos de la calle, porque si se van a buscar las causas,
éstas se encuentran en el sistema económico que destruye las familias, sistema económico que impone este
gobierno. Entonces, Atilio Alvarez, el Secretario de Minoridad y Familia, sale diciendo que los chicos de la calle son
consecuencia de las chicas de la calle que quedan embarazadas; es genial: nacieron de un repollo y se siguen
reproduciendo, nada tiene que ver el sistema económico.

Sin embargo siempre se puede hacer algo. Lo principal es tomar conciencia de esto. No es algo que le pasa al
docente sino que está metido en una trampa.

Lo primero que tiene que hacer es trabajar lo que se llama la contra-transferencia. Es decir, qué le pasa con la
violencia. Le pueden pasar muchas cosas: quedar paralizado, volverse violento él también, se controla porque no les
puede pegar al los alumnos, pero queda contraído; puede producirle tristeza, sensación de impotencia, de
desvalorización por quedar desautorizado y deprimirse; quizás ponerse paranoico en el sentido de que lo van a
agredir (por ejemplo tiene mucho miedo de que un chico lleve un cuchillo y eso condiciona toda la clase, llevándolo a
ponerle notas altas a ese niño que lo puede agredir con una navaja), pero eso está en su mente más que nada.
Le pueden pasar muchas cosas. Lo que seguro le va a pasar es una situa ción de contracción crónica que se llama
estrés, que le va a hacer reventar algún órgano, posiblemente la garganta. O le puede producir una situación de
frustración grande, de confusión y hace lo que se llamaba antes un "surmenage". Ser consciente no significa que se
modifique, pero permite ver cómo se trabaja eso. Además cuando se concientiza, eso que a uno le pasa, baja; no
tomar conciencia de ello, hace que el síntoma crudo aumente su malignidad psicológica.

En síntesis que se dé cuenta qué le pasa con lo que pasa, para que no haga la misma estrategia que hace otra
maestra, porque a ella le pasa otra cosa. Es tratar de saber qué me pasa al ver un chico drogado, por ejemplo, porque
también puedo sentir impotencia exagerada. El consejo es tomar distancia, y evitar lo que se llama quedar pegado.
Por ejemplo: hay una situación de violencia y de pronto siente que quiere retorcerle el cuello. Darse cuenta, tomar
distancia en el momento, se puede hacer y esto se llama disociación. Al mirarse a sí mismo pensar: "éste me está
sacando". Verlo impide que se convierta en síntoma. Uno hace consciente lo que le pasa y aunque después sigue
pasando, es de otra manera.

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Recomiendo también que el docente vea la clase como un grupo, porque los que están en una cla se actúan en
estructura. Hay un niño que se porta mal pero hay alrededor quienes le proponen eso, o ese chico haciendo tal cosa
consigue cierto prestigio en el grupo. El problema es que al docente le han enseñado a leer caso por caso. Caso por
caso, manejándose con palabras, y buscando la conservación de lo dicho. Pero el aprendizaje es lo dicho, más lo que
el chico propone, no repetición de lo dicho y sólo palabra. Los paradigmas tienen que ser grupales, incluyendo el
cuerpo y la acción, más lo ya existente en el alumno. Claro… una maestra me va a decir "yo no soy especialista en
grupos", pero hay que tratar de ver más el fenómeno grupal, ver cómo interactúan entre ellos, porque por allí hay lí-
deres, que si se los capta, todos los demás van detrás.

Y después, por supuesto hacer interesante el tema de estudio. La idea es que responda a alguna necesidad de los
chicos, sería pescar y trabajar con el deseo del alumno. Claro, es difícil, porque a lo mejor uno les pregunta ¿qué
quieren hacer? y ellos dicen "nada...". Es trabajar con lo que le pasa al otro, no con lo que uno va a imponer, sino con
lo que va a escuchar. Es verdad que los chicos están apáticos, es que están sorprendidos. Creo que ser adolescente
en este momento es insalubre. Ser adolescente es entrar a un mundo que uno respeta. Pero este mundo no se
respeta a sí mismo. Estamos en una crisis pero tampoco hay que desesperarse demasiado. Esto es importante
decirlo porque una crisis es también un momento de cambio y yo apuesto a que el cambio sea para mejor.

El lenguaje de los chicos es la acción, yo lo he visto con chicos de la calle, que tienen muy exagerado ese modo de
comunicación. Una patada según como sea dada quiere decir "andate", "quereme" o "esperá un cachito'. El maestro
ve sólo una patada, pero entre los chicos son acciones significantes. Entonces, es empezar a aprender también qué
quiere decir lo que hace, porque si sólo estamos atentos a la palabra, nos quedamos fuera del mundo simbolizante
del chico, que son las acciones simbolizantes. Los primitivos, los delincuentes y los locos, tienen mucha interacción es
base a actos. En cambio la maestra tiene una atención en la palabra, de pronto ve todo un pre-caos donde hay, en
realidad, formas muy primitivas de comunicación.

Es difícil pero por lo menos la maestra tiene que saber que eso tendría que saberlo y no lo sabe. Tendría que saber
trabajar grupalmente, tendría que saber trabajar con lo que se llama su contra-transferencia, con lo que le pasa,
tendría que saber trabajar con algo que tenga que ver con el mundo del chico, tendría que saber leer lo gestual. Y no
lo sabe. Por lo menos saber todo lo que no le han enseñado y es específico para eso. La mandaron a pelear a las
Malvinas con un rifle sin mira telescópica, de modo que tiene que acercarse a 5 metros para darle al inglés, con botas
de cartón en un lugar de trincheras y agua. Que sea conciente que está peleando en muy malas condiciones desde la
estructura y las consignas de las autoridades educativas, que son absolutamente inadecuadas, a-históricas,
estereotipadas. Que sepa esto ya es importante, porque puede en algún momento sentir que es ella la que no puede.
La situación que se está viviendo no es una alucinación del docente. Es una trampa real.

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En una situación confusional como la actual es muy peligroso retirarse de la obligación de la escuela, que es generar
un universo normativo. Exagerando, yo volvería a las amonestaciones correctas, la fila, el or den, porque eso genera
como un universo ordenado en un momento de mucha confusión y desorganización. Es como un paciente, que
cuando está en confusión se le dice "usted va a venir de tal hora a tal hora, va a hacer tal o cual cosa". Y no es
autoritarismo sino que es reinstalar el mundo de la organización, porque la no organización es locura. En ese sentido
estoy de acuerdo con que la escuela tenga una estructura normativa, flexible, interesante, que no sea antigua, con
acuerdos de normas a cumplir, porque es psicológicamente protector, lo contrario genera mucha angustia. Lo que
pasa es que la dictadura militar fue tan autoritaria y tan cruel que hizo confundir autoridad con autoritarismo. La
autoridad es una cosa que organiza la vida, todo organismo vivo, y una escuela es un organismo vivo, tiene que tener
normas que hagan posible su funcionamiento. Lo que sucede es que después del proceso militar fue tan loco el po-
der, que quedó desprestigiado y desvalorizado todo lo que sea norma. Eso permitió toda la impunidad que sucedió
después. Que se puedan matar a 30.000 personas y no ir presos hace que nadie más pueda ir preso por nada. Hasta
que no vayan presos esos que mataron a 30.000, un tipo puede decir: "yo maté a 4 personas nada más, ¿me van a
meter preso a mí?”. Y entonces apareció la corrupción que es la desintegración social. Si cada tanto un juez es
puesto preso, o la policía roba y mata, eso es algo paradojal; si me asalta la policía ¿a quién voy a llamar para que
me defienda? ¿a los ladrones?. La escuela tiene que reorganizar. Reorganizar jerarquías que son, no por autoritaris-
mo, sino por responsabilidad de experiencia. El que tiene más experiencia debe tener más responsabilidad en la
conducción. Cualquier tipo de "laissez-faire" en este momento es muy peligroso.

TERAPIA Y SOCIOTERAPIA EN CROMAÑÓN

Este tema tiene mucho que ver con todo lo que yo he trabajado durante toda mi vida: la intersección de la locura con la
pobreza. Porque más de la mitad de los pibes que murieron o quedaron afectados, los que quedaron desamparados, son de
extracción popular. Recordemos que lo que pasó, pasó en Once, no en Puerto Madero, y los chicos no eran rubios de ojos
azules. Sólo la enorme magnitud de lo sucedido los hizo visibles, a ellos y a la clase a la que pertenecen. Si hubieran sido
unos pocos, no hubieran sido noticia.

El tema de los chicos secuestrados y muertos es también muy doloroso, pero en eso ya está Juan Carlos Blumberg para los
chicos rubios, pero para los morochos no hay la misma sensibilidad ciudadana, a pesar de que hay muchos chicos que
quedaron con lesiones delicadas. En esto se parecen a los chicos de Malvinas.

En noviembre y diciembre yo había sido convocado para trabajar con los familiares y sobrevivientes del incendio de un
supermercado de Paraguay, el Ycua Bolaños. Realicé allá, para profesionales involucrados en salud mental, seminarios de
terapias de emergencias, de crisis, y utilización de psicodrama, entre otras técnicas, para ayudar a los afectados en la
elaboración de esas escenas tan traumáticas, esas vivencias desgarradoras. A pedido de ellos, volví a Paraguay para pasar
Navidad con los familiares. Y, al día siguiente de mi regreso, por la noche, sucedió lo de Cromañon, a cuatro cuadras de mi
casa. Me avisaron, fui enseguida, y allí ya estaba Carlos Sica, con el equipo EPS (Emergencias Psicosociales). Me dieron un
guardapolvo blanco con la sigla del EPS, como el que usan ellos, ya que con eso teníamos acceso a todo, como los policías
y los médicos. Trabajamos toda la noche, con todo el equipo del EPS.

Yo me quedé cerca de los treinta primeros cadáveres, porque era allí donde se producían las situaciones más dramáticas, ya
que, el pariente, al reconocer el cuerpo de un ser querido, sufre el primer impacto, el shock, con una regresión tan aguda que
presenta características casi psicóticas, y es allí donde se puede ser más útil, aplicando una técnica que nosotros
desarrollamos, y que llamamos maternaje. En ese lugar, vi a Carlos Sica y a su gente trabajar con muchísima eficacia en la
maniobra de contención corporal, que es muy difícil, porque debe ser realizado en el momento justo, ya que si se hace un
instante demasiado tarde, o demasiado pronto, puede ser rechazado. Casi podríamos hablar de la precisión de un “karate
psicológico”.

Esa noche aguanté hasta las 4 de la mañana, cansado como estaba por haber llegado hacía poco de Paraguay, donde
había dirigido talleres de psicodramas de 8 horas, hasta con 20 familiares, especialmente de desaparecidos, porque los
cuerpos no habían podido ser recuperados. Allá, yo no había estado en el momento mismo del horror, pero aquí sí.
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Al día siguiente, el 31 de diciembre, no paré en todo el tiempo, y mis amigos tuvieron que obligarme a descansar por temor a
que me enfermara por mi edad. (Ya me alcanzaron los 73 años...)
Organizamos un equipo de ayuda al que llamamos Bancavida, y quisimos llevar ayuda a los que vivían en Villa Celina y Villa
Lugano, pero la gente no se acercó. Esto constituye lo que los psicólogos sociales llamamos un emergente: suponemos que
la imagen de un psicólogo clínico está asociada con la de alguien que interroga, y lo que menos quieren los chicos es andar
respondiendo cuestionarios. Sus experiencias anteriores tienen que ver, generalmente, con interrogatorios policiales.
También funciona en ellos un mecanismo de negación razonable: desvían la angustia y el dolor hacia la bronca y la
exigencia de justicia. Pero si esto se prolonga en el tiempo, y no se elaboran adecuadamente el dolor y el duelo, las
consecuencias pueden ser fobias, pesadillas, somatizaciones, etc.

En Paraguay, como el incendio ocurrió en un supermercado, y casi todas las víctimas pertenecían al mismo barrio, el apoyo
mutuo funcionó mucho mejor, porque todos se conocían y ya existía una estructura comunitaria, lo que permitió organizar
rápidamente la ayuda, entre los psiquiatras y psicólogos del Instituto Nacional de Salud Mental de Paraguay, y los
coordinadores de las organizaciones de los familiares. Lamentablemente, aquí no se da esto porque las víctimas están
diseminadas por todo el Conurbano.

Los chicos que siguen a Callejeros pertenecen a distintas clases sociales, pero los que ese día estaban allí, casi en un 60%,
eran de clase popular. Además, los chicos de nivel social y económico más alto ya tienen contención y apoyo psicológico,
mientras que los otros no.

El Gobierno de la Ciudad ofreció ayuda psicológica en los consultorios de los hospitales, pero la imagen del psicólogo clínico
o del psiquiatra, como ya dijimos, en general, es la de alguien que interroga o medica. No existe el "psicólogo contenedor"
que les permita elaborar el duelo desde la cultura adolescente, y dentro de una estructura grupal. Tampoco está el cura,
como está en Brasil o Paraguay, que llena el espacio de la contención. La Iglesia Católica en Argentina está separada del
pueblo, lo que no sucede en otros países de Latinoamérica. Estos chicos quedaron solos, tan marginados como siempre. Y
tampoco, aparecieron los organismos de Derechos Humanos (esto me dolió…)

Los chicos que hacen “la vigilia”, para cuidar el Santuario, un altar donde las remeras y las zapatillas de los chicos, sacadas
del boliche, se alternan con sus fotos, poemas, imágenes religiosas, dedicatorias y recordatorios de sus amigos y sus
familias, están armando la Organización Autogestiva Popular, en Once. Son 20 ó 30 muchachos (algunos son voluntarios,
aunque no estuvieron esa noche) que cuidan el lugar, y ayudan a los que van, porque allí se sienten más cerca de los que
perdieron, se ayudan entre ellos. Pasan los días y las noches en carpas que ellos llevaron.

Ellos tienen bien en claro tres misiones, tres tareas fundamentales: una, cuidar la memoria de los chicos muertos, a través de
organizar el Santuario, enriquecerlo con nuevas fotos, flores, ofrendas, objetos que traen los padres, dos, exigir justicia y
castigo a los responsables de esta tragedia-masacre, y tres, contener emocionalmente a los familiares y sobrevivientes que
se quiebran al llegar al Santuario.

En nuestra Escuela, que queda a 4 cuadras de allí, vienen a bañarse, a descansar un poco, a comer, a veces. Son chicos
excelentes, que "curten un look hippie-cartonero", como dicen ellos.

La gran tarea del familiar y también del sobreviviente es realizar el duelo. Esto es imprescindible, porque "el que evita el
llanto, después deja de reír", porque para no llorar hay que endurecer la cara, que luego te queda dura y no podés reír.
Si se niega la muerte, se niega la vida, y si no se elabora la pérdida, el muerto se convierte en un fantasma, se fantasmaliza.
Y pueden aparecer síntomas como fobias, somatizaciones, depresiones patológicas, y el mayor riesgo es que pueden darse
conductas que a veces son riesgosas, como por ejemplo actitudes suicidas, como una forma de acompañar al que se fue, o
bien quedarse congelado, que es como empobrecerse emocionalmente. Pero si se supera el tema de la muerte, el ser
querido que se ha ido se convierte en un recuerdo profundo, que sigue vivo en el corazón.

Yo pienso que el duelo es simétrico y opuesto al parto: el parto, que es doloroso, es el pasaje de una persona, que está
adentro, hacia la realidad, hacia afuera, y la operación contraria también es dolorosa, porque es hacer que alguien que está
afuera, en la realidad, entre y se quede en nuestro corazón. Muchas veces, para esto se requiere ayuda terapéutica, porque
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tal vez entre el que quedó y el que murió existió algún conflicto que quedó sin resolver. Entonces, después del shock, es
preciso lograr que el que se queda sostenga, en su mente, el diálogo de despedida en el que queden resueltas las
diferencias que pudieron separarlos, situación ésta que es muy frecuente entre hijos y padres adolescentes.

En ese diálogo imaginario, el que quedó debe poder decir lo que no había podido decir antes, y también debe escuchar lo
que no escuchó, en una despedida que no existió por lo brutal e inesperado de la tragedia, y que hay que realizar
imaginariamente. En una separación, lo que cuenta no es el cuerpo, sino la historia que vivimos con esa persona. El cuerpo
es el sostén de esa historia de vida, y la memoria de esa historia es lo que hay que incorporar.

Es muy importante elaborar el duelo por la pérdida brutal de la continuidad del proyecto de vida y de los sueños depositados
en ese hijo y también hay que hacerse cargo de los sueños del hijo. Es necesario reestructurar el proyecto de vida de la
familia; la vida debe continuar, porque hay otros hijos, y hay esposos y esposas que continúan la aventura de vivir.

El dolor, en una familia, en principio, une, se tiene la vivencia de que se ha sufrido un ataque externo. En ese sentido, los
padres se están uniendo a partir de la bronca hacia los responsables de la tragedia. Pero, en realidad, deberían unirse
también desde el dolor compartido, para poder elaborarlo. Estamos organizándonos para trabajar con los padres, como lo
hicimos en Paraguay. Tenemos que coordinar un grupo en donde cada padre ayude a otro padre, porque es muy difícil
ayudar a alguien en una experiencia que no vivió.

La muerte de un adolescente implica un hecho trágico. Todo joven que muere adquiere algo de héroe, porque su muerte es
la interrupción en la mitad de la vida, y las frases que los padres dejan para sus hijos en el Santuario se dirigen a un ser
idealizado.

Pensamos unir a los padres y trabajar en grupos operativos haciendo que el dolor circule de padre a padre y, al ser la pena
puesta en palabras, pueda ser elaborado el duelo.

Esto puede hacerse también con el psicodrama, el ensueño dirigido, y otros elementos técnicos que permiten que ese
proceso tan doloroso sea un poco más llevadero. Esta es la Terapia de Crisis, que fui desarrollando a través de más de
cuarenta años de trabajar en la reparación de situaciones dolorosas.

Yo me especialicé en Terapia de Crisis porque, en nuestro país, no hay una concepción de emergencia en psicoterapia.
Supongamos que en la medicina no hubiera una concepción de emergencia, y el médico tuviera que decirle al herido, en un
accidente: "Vaya al hospital cuando le pare la hemorragia."

En USA aprendí lo que allá se llama crisis intervention, y en Brasil pronto socorro. En cambio, en la Argentina, todos se
llaman psicoanalistas. La facultad de Psicología es una fábrica de psicoanalistas, lo cual es útil, pero sólo para una parte de
la solicitación asistencial, la de los pacientes con capacidad de simbolización, con patologías no agudas, que además
necesitan del tiempo suficiente para establecer la transferencia (y el dinero suficiente para sostener todo este proceso).
Algo que impide operar en la crisis a la técnica psicoanalítica, es que en la terapia no incorpora el cuerpo y la escena, y
recordemos que en la crisis el cuerpo también está captado por la situación regresiva. En este sentido, el psicodrama, es la
técnica de elección porque trabaja con el cuerpo y la situación traumática histórica que se reactualiza en toda patología de
crisis. El traumatismo, en los sobrevivientes de Cromañon, atravesó sus cuerpos, y quedaron impregnados por una escena
terrorífica, que incluyó la vivencia de muerte. Por lo tanto, se debe trabajar esa escena haciéndola revivir para que pueda ser
puesta en palabras, y por lo tanto, elaborada.

La terapia de crisis se fundamenta en una concepción existencial, para la cual la salud depende de encontrar un sentido de
la vida.

Cada generación tiene que escribir una página nueva en la historia y tienen que romper con lo anterior, porque si no, esa
generación no hace girar la historia.

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Nosotros no podemos defender el mundo que les dejamos. Los jóvenes están enojados con nosotros y tienen razón: les
dejamos un mundo corrupto, sin proyecto, con una injusticia social genocida. Cuando decimos que los jóvenes no respetan
las normas, ¿qué podemos decirles?¿qué valores van a respetar?
La terapia de crisis opera con el psicodrama y el grupo operativo de Pichon Rivière, es el instrumento básico para elaborar
catástrofes de este tipo, que son sociales y no individuales. En las catástrofes grandes se debe trabajar a nivel grupal, nunca
individual, y especialmente con los jóvenes, que tienen una cultura grupal. Por eso, tratar a estos chicos individualmente es
algo no sólo inútil sino iatrogénico, perjudicial, porque se los saca del grupo en que tienen estructurada su identidad.
Nosotros, en Bancavida, trabajamos con un esquema de tres momentos del duelo, y esto nos organiza los abordajes para
ayudar a elaborarlo. Estos momentos son:

Etapa 1 Shock psicológico


La primera es de shock psicológico, el reconocimiento del cuerpo del ser querido produce una intensa regresión, se detiene
el tiempo y el espacio. El psiquismo entra en un vacío insoportable. En esta etapa es necesaria una asistencia corporal
basada en terapias psicodramáticas para que se restituya la percepción de la realidad. Luego, pasado el shock, se produce
la catarsis de llanto y se abre la posibilidad de diálogo que permite socializar el dolor, ponerlo en palabras, poderlo transmitir
y compartirlo (con-partirlo).

Etapa 2 Diálogo de despedida


Luego de varios días se entra a otra etapa que es poder realizar el diálogo de despedida que no pudo ser por lo imprevisto y
brutal de la separación. Se emplean entonces técnicas que estimulan y acompañan el diálogo interior, que va transformando
el vínculo real en vínculo subjetivo con el ser ausente. Es el momento de las frases que no se pudieron decir: “…te quiero
mucho y nunca te lo pude decir…” o “…perdoname por…”. Para esta tarea desde un caldeamiento grupal se utilizan objetos
intermediarios, almohadones o yo auxiliares.

Etapa 3 Recrear la vida cotidiana


La última etapa es reconstruir la trama cotidiana reparando los vacíos que deja la persona querida en la vida diaria… en el
almuerzo familiar de los domingos, en los espacios que se compartían, etc.

El dolor en esta etapa es ya más suave y lo normal es que al año se cumpla la tarea de duelo.

En el caso de duelos patológicos se va a requerir más tarea de ayuda desde una terapia de base existencial que restituya el
sentido de la vida frente al tema de la muerte.

Los muertos no mueren, siguen viviendo en el corazón de los seres queridos.

ANTROPOLOGÍA DE LOS CHICOS DE LA CALLE


SOCIOPATOLOGÍA: EL PSIQUISMO ACRÓNICO

Primero vamos a dar una idea de la problemática de los niños en estado de abandono total, llamados los chicos de la calle.
Estos no tienen ningún referente de hogar, viven en la calle permanentemente, durmiendo en estaciones o escondrijos. La
situación es distinta para lo que, por otra parte, llamamos chicos en la calle, en este otro caso no hay abandono total, pues
durante la noche vuelven a hogares que, aunque muchas veces conflictivos, actúan como referencia de identidad.

Los chicos de la calle son consecuencia de la destrucción de las familias más pauperizadas que terminan
disgregándose. Estos chicos se juntan en grupos, bandas, que llaman ranchadas (del argot carcelario).

Como problemática psicológica y sociológica constituyen un fenómeno inédito, y no hay bibliografía de estudios y
teorías sobre ellos, sólo observaciones parciales. Existieron los hogares de huérfanos, los reformatorios para
transgresores, etc., pero nunca niños viviendo directamente en la calle, es decir en el lugar donde se transita, de
modo que quedan físicamente, dentro de la sociedad, pero afuera socialmente. Es como si algo existiera pero no
existiera y por añadidura se trata de niños, y la infancia es una etapa de la vida que está idealizada.
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Aquí el mito de la niñez feliz se choca con la realidad negada. Esto genera culpa, piedad y rechazo en el habitante, y
esas miradas atraviesan al niño, lo humillan y lo resienten.
Por otro lado, en una época de desocupación, los chicos de la calle constituyen una escena temida: terminar en la
calle. Además, el chico de la calle es depredador, puede robarnos y nos da inseguridad.

Por todo esto, llega a ser una población percibida como un problema a resolver y pensamos que su resocialización,
las teorías y técnicas a desarrollar, constituyen un desafío para los psicólogos sociales.

Como una colaboración a esta difícil psicoterapia y socioterapia, vamos a desarrollar especialmente el concepto de
psiquismo acrónico – conciencia sin temporalidad – como concepto básico para entender la cosmovisión de un ser
que crece sin figuras paternas y sin un hábitat propio que sea integrador del proceso de vida.

La identidad precaria que puede construir está basada sólo en un estilo de acción, no en una historia; dentro de una
ranchada juega como una pieza dentro del grupo de la sobrevivencia y adquiere un alias que es su nombre: Chapita,
Pelado, Huesito... En general no tienen documentos, la figura de la madre es un recuerdo lejano y pocos conocieron
al padre.

Si analizamos las características de personalidad que tienen, están definidas por:


1) la no historicidad (no memoria y no proyecto de vida) lo que llamamos psiquismo acrónico (cronos: tiempo),
2) lenguaje de acción, no simboliza sino que hace, la acción actúa como comunicación,
3) la sobrevivencia está basada en la mendicidad o pequeños robos (no tiene otra salida) y
4) consiguen alivio por drogas (especialmente pegamentos).

Si analizamos estas cuatro estrategias de sobrevivencia, vemos que para las condiciones de abandono extremo son
cuatro soluciones correctas, terribles pero inevitables: acronicidad, para evitar la angustia de la muerte, porque no
hay historia, por lo tanto no hay conciencia de finitud; lenguaje de acción, no hubo aprendizaje de la simbolización;
violencia transgresora, el débil no sobrevive en la calle, y droga para no psicotizarse. Cualquiera de nosotros, en las
mismas condiciones, llegaría a las mismas estrategias de sobrevivencia (recordemos las experiencias límites, por
ejemplo, los uruguayos cuyo avión cayó en Los Andes sobrevivieron gracias al canibalismo).

Desarrollaremos ahora nuestro esquema técnico de acronicidad psíquica que nos va a permitir concebir luego
técnicas de reintegración social.

El psiquismo existe como autopercepción de identidad si el yo se ve reflejado en la mirada del otro (del tú) dentro de
un vínculo. Esto debe suceder en un campo de dos dimensiones: espacio y tiempo, es decir dentro de un hábitat e
intercalado en una secuencia temporal. Dicho de otra manera, en un adentro, un recinto que recorta la escena y en un
presente, que generando un corte en el devenir de sucesos defina un antes y un después –pasado y futuro-. La
memoria se extiende hacia delante, se organiza una expectativa, un futuro, un proyecto.

El proceso temporal está asegurado y estructurado por la cultura a que pertenece el sujeto. Podemos decir que toda
cultura asegura un sentido histórico a la percepción. Ver es ver en relación a un hacer. La conciencia es dinámica, no
hay psiquismo sin lo que se llama “la corriente de conciencia”. Salimos del caos primigenio de la percepción infantil
porque las categorías de espacio, tiempo y lenguaje nos ordenan el proceso de vida, le dan un sentido de lectura a la
masa de información que captan los órganos de percepción.

Es el sentido de historicidad del yo, constituido como memoria que se dirige hacia un proyecto. Es, de las
construcciones de la cultura, la más compleja y tardía en el proceso de evolución del psiquismo. Es el sentido
específicamente humano, el sentimiento de percibirse a sí mismo existiendo a lo largo de un proceso de vida.

En cambio, el otro parámetro tiene que ver con el espacio y con el vínculo de acción del hábitat (la territorialidad) y
también una interacción organizada por códigos de estímulo-respuesta. Pero lo específicamente humano es la
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reflexión (disociación) por la cual el yo se auto-percibe a sí mismo. Para desarrollar esta etapa el niño debe pasar por
las etapas de inclusión en la organización simbólica de la realidad, la frustración del deseo inmediato. Dicho en otros
términos: estar sujeto a la ley del padre (en la situación edípica), poder simbolizar a la madre, porque el padre
produce la separación de la díada simbiótica madre-hijo. En la depresión de la pérdida está el espacio de
construcción de la memoria (recuerdo de lo perdido).

Antes de explicar algo específico del psiquismo del chico de la calle, necesitamos un último elemento de la teoría de
la constitución de la identidad (el yo como resultado de una historia que se proyecta hacia adelante). Este elemento
es el siguiente: el aprendizaje de la reflexión (conciencia de lo sucedido) se debe realizar no sólo con la inclusión del
tercero, el padre, que frustra y crea la necesidad de representar la ausencia de lo no consumado, sino que todo debe
suceder en un recorte del espacio (que en sí mismo es continuo e infinito), que se constituye como un adentro, un
espacio de seguridad que permite la estabilización de las percepciones, un espacio mío, o más correctamente,
nuestro.

Este recorte del mundo, esta territorialidad, es el hábitat familiar, o sea la casa. Acá llegamos a lo esencial que
queremos demostrar y es que como lo dice el mismo nombre “chicos de la calle” ellos se definen por una
característica específica: “viven en la calle”, es decir no tienen casa o sea no tienen un adentro, quedaron “encerrados
afuera”. No tienen el espacio de la reflexión de lo sucedido.
Nosotros tenemos casa, hogares, salimos a la calle, nos encontramos con “los otros”, nos ocurren emociones,
situaciones que luego, al regreso a nuestro espacio privado, lo conversamos, lo elaboramos con nuestra familia y las
experiencias más íntimas las re-pensamos, las re-vivenciamos en el espacio más íntimo de la persona: su cama. Nos
podemos colocar en el espacio depresivo que implica toda elaboración psicológica, pues pensamos en lo sucedido
que también es lo perdido.

Bueno, todo este proceso no existe para el chico de la calle, el chico sin casa, él está condenado a no poder construir
su historia, a no poder tener el espacio de la intimidad, de la seguridad que le permite elaborar lo sucedido, es decir,
construir su memoria. Está condenado al presente continuo, y la consecuencia para su psiquismo es todavía más
grave: si no hay un pasado (una memoria) no se puede construir, anticipar un futuro, pues éste se hace con aquel,
“futurando recuerdos”, arrojando recuerdos hacia delante es que se construye el futuro.

Entonces, a los chicos de la calle se los condena al peor de los castigos: a no tener un futuro como un lugar donde se
proyecta el yo, donde el yo “se esperanza”, se percibe como continuando en una historia.

Esto es lo mismo que decir que la larga cadena de consecuencias que tiene el no tener “un adentro” con “su familia” (madre
y padre) es finalmente no tener identidad constituida como ser histórico, como existente.

Pueden “vivir” pero no “existir”, la filosofía existencial, que tomamos como base epistemológica, dice que “nosotros” somos lo
que nos sucedió (nuestra historia) más lo que elegimos hacer con eso que fuimos.

Por eso decimos que la conciencia de todo marginado extremo, y el chico de la calle es límite de la marginación, es una
conciencia a-crónica, viven en un eterno presente, y la percepción y los vínculos sólo los organizan en base a la acción
fáctica y no a la acción significante, siempre en “un hacer” sin acceder a “un pensar”.

Todo lo anterior configura la psicopatología del chico de la calle, pero más bien diremos su sociopatología, pues la verdadera
razón no está en el chico (él es sólo una víctima) sino en un sistema marginador que destruye el tejido solidario básico,
consecuencia de la brutal injusticia social de esta sociedad caníbal que hemos construido o que aceptamos pasivamente.
Sin embargo queremos dar el testimonio de que es posible la resocialización de estos chicos, que nuestra experiencia
comunitaria, Bancapibes, Casa de Teresa, El matrimonio Barzotti, etc., nos demuestra su capacidad de transformación y
aprendizaje.

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Para dar una idea de las técnicas empleadas diremos que tienden a lograr el paso de la conciencia acrónica a la historicidad
del yo, a que el grupo, la ranchada entera, pueda generar un proyecto grupal que configure una prospectiva de vida para
cada uno. Al recobrar la memoria se genera la planificación, es decir la identidad en términos dinámicos.
En términos técnicos, los instrumentos para el pasaje del lenguaje de acción al lenguaje simbólico son en primer
término el psicodrama (especialmente la figura plástica) con la técnica de grupos operativos para la elaboración, todo
inserto en el modelo de Comunidad Terapéutica alternativa y autogestiva.

SOCIOTERAPIA: CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORICIDAD

Nosotros no hablamos de re-habilitación social de estos chicos por algo muy simple: ellos nunca fueron “habilitados” en la
sociedad, nunca se les dejó entrar, viven afuera, en los intersticios de la sociedad. Por eso la tarea que realizan es, por
primera vez, la entrada en el mundo simbólico de la palabra como instrumento de la memoria y la planificación (el recuerdo y
el deseo).

Como todo planteo terapéutico incluye una filosofía o ideología del ser humano, vamos a aclarar que nuestra propuesta
tiene que ver con la elaboración de las experiencias vividas para que éstas adquieran sentido y armen un proyecto de vida,
desde la elección vital del paciente, ayudarlo a parirse a sí mismo, a elegir su vida. Esto es opuesto a las formas represivas
en salud mental: “vos serás como nosotros queremos, o serás castigado...” (hospicios, reformatorios, etc.). También existe
una forma suave de llevar el tratamiento al mismo final, son las formas adaptativas: “vos serás como nosotros queremos,
porque es más civilizado ser así... (escuelas y demás rehabilitaciones sociales).

Pero lo esencial en la socioterapia de los chicos de la calle (que también incluyen a púberes y adolescentes) es que recobren
la organización prospectiva de la vida, el tema del deseo y la esperanza. Esto está muy destruido en este sector social.
Para dar una idea del sentimiento de presentidad fáctica (vivir el presente y nada más, un mundo construido sólo desde la
acción concreta), una frase muy común entre los chicos de la calle es “yo ya estoy jugado...”, lo dicen en el sentido de “la
suerte ya está echada, los dados cayeron mal, ya estoy muerto”. Es como vivir un sobretiempo, una sobrevida sin otro
sentido que el que da cada instante.

Cuando ya tienen conflictos con la policía (imposible no tenerlos viviendo en la calle) ellos agregan: “yo sigo hasta que me
bajen...” es decir, hasta que lo maten, ese chico no siente angustia anticipatoria, porque para él no hay futuro.

Ahora, ¿por qué describimos este sentimiento? Porque justamente la terapia va a tender sacarlo de ese presente fáctico y
permitirle construir la historicidad.

A continuación daremos una idea de nuestra experiencia de incluir a estos chicos en la estructura social (que a pesar de no
ser muy recomendable, es mejor que vivir en la calle).

Empezamos contando las tres etapas del Bancapibes. En la primera, Alicia Salas, (una psicóloga social de la escuela de
Psicología Social Pichón Rivière) comenzó el trabajo de campo, de contacto persona a persona con los pibes de la ranchada
(grupo para-familiar, en el lenguaje carcelario) de Plaza Once.

Durante meses, especialmente durante la noche, comenzó a ser un referente vincular, además, al proponer los encuentros
en el mismo sitio de la plaza, un lugar con características de un adentro, con cierta intimidad, comenzó a configurar, muy
borrosamente en esta primer etapa, los dos elementos faltantes fundamentales en la construcción de la realidad del chico: la
mamá y la casa.

Como los encuentros se repetían, poco a poco se fue configurando una secuencia temporal, un embrión de historicidad que
es el tercer elemento: el tiempo, trama que luego en las otras etapas fuimos tejiendo pacientemente, pues apoyándose en
esa trama temporal es que el pibe puede memorar, reconstruir su historia y planificar su vida.

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La segunda etapa se dio cuando, ya generado el vínculo, los pibes son invitados a pasar los domingos en el edificio del
Bancadero (enorme casona de principios de siglo). Allí es la etapa intermedia, cuando los chicos se van acostumbrando a
usar una casa, a concebirse psicológicamente en un adentro. Si se saltea esta etapa intermedia y se hubieran llevado a los
chicos, desde la calle a vivir permanentemente en una casa, no pueden integrar su vida anterior y se escapan, ya que se
sentirían encerrados (como pasa en muchas experiencias estatales pues no se respetan los tiempos del chico).
Los domingos, los pibes empezaron a aprender a vivir en comunidad (eran entre 20 y 30) por turnos hacían la comida, la
limpieza, los deportes, se lavaban la ropa. Era obligatorio asistir a la Asamblea de Comunidad de dos horas de duración. Allí,
cada uno hablaba y opinaba sobre los problemas que se producían en la Comunidad.

En el diseño organizativo de esta etapa, Alicia Salas proponía tres prohibiciones: no estaba permitida la violencia física, no
inhalar pegamento y no robar. En un comienzo fue bastante difícil hacer que esto se cumpliera, pero cualquiera de las tres
transgresiones hacía imposible la convivencia dominguera.

En la hora de Asamblea de Comunidad, se pasó de discusiones violentas, miembros silenciosos o caos dialógico, a
intervenciones reflexivas, relatos de experiencias de sus historias y una planificación de los trabajos para el próximo
domingo. Comenzaba el germen de un proyecto grupal, armado entre todos: El Bancapibes.

Cuando los pibes configuraron (prefiguraron) un vivir en una casa con una coordinadora que cubría la figura materna, se
pasó a la tercera etapa: La Comunidad de Convivencia. Ya habían pasado más de dos años y en una reunión de la
supervisión que yo hacía de la experiencia, le propuse a Alicia el paso a la tercera etapa. Llevamos a vivir permanentemente
a los chicos al edificio del Bancadero.

Se creo entre todos, en la Asamblea de Comunidad un reglamento: las “Normas de Convivencia”. Esto termina de
estructurar la vida cotidiana. Los chicos tenían figuras vinculares, Alicia con su equipo (maestros, psicólogos, amas de casa),
como también su espacio propio, la querencia y los roles. Esto permitía tejer la una trama cotidiana, ya no eran chicos de la
calle.

Toda esta aventura humana estaba llena de anécdotas, emociones fuertes y conflictos. Los chicos venían a veces en
condiciones terribles, recuerdo, por ejemplo, que uno de ellos no se había sacado las zapatillas por meses (por miedo a que
durmiendo se las robaran en el desamparo callejero) y se le pegaron a la planta del pie. Otros venían violados o lastimados.
A pesar de las dificultades, lo que nos daba siempre fuerzas para seguir (sin ningún tipo de ayuda de la sociedad) era la
solidaridad intensa entre los pibes (en la ranchada se ayudaban unos a otros) y los esfuerzos que hacían para salir de la
calle. Demostraron que, cuando tienen oportunidad, eligen la vida y no la muerte (en el Bancapibes no hubo más droga, ni
violencia y no robaban cuidando el proyecto de todos).

Además de Bancapibes, la Casa de Teresa, el matrimonio Barzotti, Padre Eliseo, Andén 1, Pelota de Trapo y otras que,
trabajando con muy pocos medios han salvado muchos pibes de un destino injusto y doloroso, demostrando que es posible
su socialización.

Como tal vamos a enumerar los ocho puntos más importantes a tener en cuenta para un desarrollo comunitario según
nuestra experiencia:
1) SOCIOTERAPIA: Quiere decir que centramos la tarea en lo psicológico y sociológico y aunque es esencial la casa (y
también el taller) lo que buscamos es que el chico pueda transformarse en su concepción de la vida.
2) COMUNITARIO: Trabajamos sólo en grupos y a través de él con los individuos.
3) ALTERNATIVO: Propone soluciones nuevas, a veces insólitas, que replantean totalmente el problema.
4) AUTOGESTION: La tarea es realizada por el grupo conflictivo, desde sus intereses, el equipo sólo favorece y coordina
las opciones hacia la vida (no se trabaja para sino desde).
5) COSTO MINIMO: Usamos infraestructura de reciclajes re-usando medios y espacios no utilizados por el sistema (el
viejo y eficiente “estilo chacarero” de nuestra cultura rural).
6) NIVELES MULTIPLES: Terapéuticamente trabajamos con la acción (psicodrama) el cuerpo (Gestalt, relajación) y con la
palabra (teorías de crisis). También son muy útiles Arteterapia (teatro, títeres) y Laborterapia (que luego da salida
laboral).
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7) CULTURA NACIONAL: Pensamos que todo rescate de la identidad pasa por rescatar anteriormente la matriz de la
identidad cultural (esto vale especialmente para los grupos de alto riesgo). Hemos estudiado y utilizado ceremonias,
roles, mitos de tres subculturas históricas argentinas: criolla (rural), arrabalera (suburbana) y rockera (urbana) que,
además tienen que ver con tres grandes crisis sociales en nuestro país: 1860, 1930 y 1980. En los tres períodos hubo
chicos de la calle y fueron descriptos por el arte popular: en el Martín Fierro (los hijos cimarrones) y en los tangos del ’30
(el tema del abandono).
8) EXPERIENCIA PILOTO: Cada experiencia debe conceptualizar para desarrollar teorías que, llevadas a la práctica se
confronten y se ajusten para crear tecnología social, especialmente en este tema de los chicos de la calle, donde por
ser un problema nuevo (subproducto de la sociedad de masas y la injusticia social, que desintegra las familias más
marginadas) no existen teorías fabricas en Europa (simplemente porque no hay chicos en la calle, allá todos son ricos y
felices gracias a nuestra deuda externa).

Los intelectuales argentinos no tenemos otro camino que darnos el permiso de pensar desde aquí para solucionar lo que
pasa aquí. Es decir, ser productores de cultura y dejar de depender de los centros de poder, salir del papel de kelpers del
pensamiento.

LOS CHICOS Y LOS OFICIOS DE LA DESESPERACION

Hay una enorme cantidad de chicos que no tienen ningún futuro. No van a poder trabajar ni estudiar, sus familias están
desintegradas y el Estado los desampara o los maltrata. Entonces, muchas veces, estos chicos entran en los oficios de la
desesperación como la prostitución y el choreo. Yo no digo "pobrecitos, son angelitos”, digo que son inocentes de su origen y
responsables de sus actos. En sus actos son feroces, pero hay que entender ese origen.

Cuando no se tiene perspectiva de futuro, no se tiene una identidad. El choreo es un rol en la vida, un lugar en el mundo
frente al sentimiento de inexistencia que les da no tener ninguna posibilidad laboral.

Saben que la policía les tira a matar y por eso toman rehenes. Lo dice una canción del grupo Pibes Chorros: "Queremos a un
juez, queremos a la prensa. Si ellos no aparecen somos todos boleta." A mí, los chicos me dicen: "Yo sigo hasta que me
bajen porque estoy jugado", y tienen catorce o quince años.

Quizás algo que se nota menos es lo que pasa con las mujeres de esa misma edad. Por cada pibe chorro hay una piba que
entra en la prostitución, pero como no implican un peligro, no se habla de ellas.

La impunidad y la corrupción de arriba actúan como mal ejemplo. Los chicos me dicen: "Si ellos mataron a treinta mil, si
vaciaron el país y no pasa nada...". Y lo que ven es que el pobre y honesto se murió de hambre. Que el viejo cartonea toda
la noche por diez pesos y ellos hacen más dinero robando un par de pasacasettes.

Los chicos son emergentes de la crisis, es un precio que pagamos. Si tapamos las alcantarillas cuando llueve, no nos
podemos quejar por la inundación.

CIVILIZACIÓN Y BARBARIE… ¿CUÁL ES CUAL?

Clase dada en la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo Alfredo Moffatt Publicado en Diario Página 12 __13/07/01

La Argentina se fundó mal. El Virreinato del Río de la Plata se creó para llevarse el oro de América a España; nuestro
primer presidente, Bernardino Rivadavia siguió con la costumbre creando la primera deuda externa con el empréstito
de la Baring Brothers y quedamos pagando deudas externas hasta hoy. Sólo vamos cambiando de dueño, ahora es el
Fondo Monetario.

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Existe una situación fundante equivocada, creemos que somos europeos pero estamos en el continente
Latinoamericano. La escena inicial del fuerte Sancti Spiritu, Pedro de Mendoza y la empalizada que lo aislaba del
entorno sigue presente, y hoy se llama Avenida General Paz. En aquella época, adentro estaban los blancos
europeos y afuera los indios "en bolas y a los gritos". Hoy quedan afuera los habitantes pobres del Conurbano
Bonaerense que están vestidos pero juntando bronca, y con ganas de traspasar la empalizada ancestral que divide
Capital del Interior (y pienso que van a entrar.)

El nefasto, prejuicioso esquema sarmientino de Civilización y Barbarie supone como civilización la europea y como
barbarie la cultura criolla, esto lleva directamente a la dependencia psicológica y cultural de los valores europeos,
también prepara el sometimiento económico a los imperialismos de turno (Español, inglés y ahora norteamericano.)

Es increíble que el ideólogo de la educación de nuestra Patria haya dicho: "No ahorren sangre de gaucho que sólo
sirve para regar la tierra". Pienso que se lo eligió justamente para que la cultura europea civilice a estos bárbaros o
sea a los criollos, que nos hubieran podido dar el núcleo de identidad desde donde resistir la colonización.

Históricamente el conquistador español llegó junto con el sacerdote, esto no es casualidad ya que para dominar a un
pueblo debe someterse no sólo su cuerpo sino también su mente. Los soldados doblegaban al indio, con la espada su
cuerpo, y con la cruz su mente. Los sacerdotes le traían un Cristo crucificado que inducía a la cultura de la culpa y el
pecado, en lugar de la cultura indígena con deidades como la Pachamama, de la fecundidad de la tierra. La Virgen
María es opuesta a la Pachamama. La primera representa la virginidad, el cerrarse sobre sí misma, la no sexualidad.
La otra, la fecundidad, la multiplicación de los frutos de la tierra y lo grupal.

La cálida Latinoamérica en oposición a la fría Europa induce a la cultura tropical de la vida, en la geografía selvática el
erotismo es parte de la Naturaleza, su música y su arte tienen picardía, sensualidad, con ceremonias festivas, con
rituales de pasaje para el proceso de la vida. Todas las culturas indígenas son comunitarias, una tribu es una unidad
de producción, el kibutz judío es copiado de los llamados pueblos primitivos.

En el Altiplano la población tiene una gran pertenencia a la cultura incaica que les dio esa estructura vincular de
ceremonias, de fiestas como los carnavales, la de los compadres, la de la cosecha, etcétera.

Las culturas de los Andes tienen fuertes estructuras familiares y comunitarias, más de la mitad de la economía
boliviana pasa por la autogestión, por las empresas familiares, nunca puede ser globalizada porque está afuera del
sistema de los gobiernos entregadores, es autogestión alternativa, es decir que se paran sobre sus propios pies, no
dependen de lejanos imperialismos. En realidad, debemos aprender más de los bolivianos y de los brasileros, no
copiar modelos de los imperialismos que nos someten. Tal vez la explicación de esta adherencia a Europa es porque
no tuvimos un basamento etnográfico autóctono porque nuestros indígenas tenían una cultura nómada y no muy
compleja ya que la Llanura Pampeana no exige grandes esfuerzos para la sobrevivencia.

Nos han podido someter debido a que jamás pudimos integrarnos a Latinoamérica, nunca llegamos a ser inmigrantes,
nuestros abuelos terminaron como desterrados, exiliados nostálgicos. También debemos aceptar que ellos venían
atraídos por la frase de Alberdi: "El país necesita brazos para la tierra" y cuando llegaron las grandes oleadas de
inmigrantes encontraron toda la tierra alambrada, ya tenía dueño y terminaron hacinados en los conventillos. Venían a
hacerse la América y quedaron pegados en la pobreza. Eso explica la naturaleza de nuestro folklore, el tango, el tema
de la pérdida y la añoranza.

También nuestro folklore terapéutico, el psicoanálisis, logró un gran desarrollo en la Argentina: Hay más
psicoanalistas en Buenos Aires que en toda Europa. La psicoterapia tiene la característica de alargarse como un
duelo interminable. Esto ni el propio Freud lo proponía, el psicoanálisis argentino se contagió del tango.

Otra explicación de esta melancolía argentina se debe al aislamiento geográfico, vivimos en uno de los territorios más
australes del mundo. La Argentina es lo que se llama en geopolítica una cultura de finis terre, o sea donde termina el
mundo. Además estamos encerrados por una cordillera al oeste y por selvas al norte. Sólo Australia está en las
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mismas condiciones que nosotros. Diría que en realidad somos una isla que se desprendió de Europa, anduvo a la
deriva y terminó encallando cerca de la Antártida. La solución tampoco sería volver a Europa porque allí seríamos
discriminados como "sudacas".

Por otro lado, tampoco tenemos claras consignas de organización nacional. En la bandera de los brasileros dice:
"Ordem e progresso" y en el escudo chileno dice "Por la Razón o por la Fuerza", (una consigna un poco autoritaria
para nuestro gusto, parecería de Pinochet...). Los norteamericanos tienen su lema en el dólar: "In God we trust", que
quiere decir "en Dios confiamos"; eso está escrito en su billete, en realidad ese es su dios, creen en el sagrado dólar...
que a mí me parece una deidad existencialmente pobrísima.

Si viene un extranjero acá cree que la insignia azul y blanca es una bandera de fútbol. En el único momento que se la
usa es para alentar al equipo argentino en los campeonatos. Curiosamente no fue utilizada cuando traicionaron y
vendieron el país.

Los bolivianos tienen normas comunitarias incaicas que respetan, los paraguayos muestran una cultura ancestral de
raíces guaraníes. En cambio, la colonización española hizo tabla rasa con las culturas nativas de la llanura
pampeana, convirtió al indígena al cristianismo y comenzó a exterminarlo, trabajo que nosotros terminamos con el
genocida del General Roca en su Expedición al Desierto (que justamente no estaba tan desierto...).

Parecería que todo el país estuviera definido por los porteños (que quiere decir "los del puerto"), si existimos es
porque somos un embarcadero para Europa con muchas ramificaciones para tierra adentro. Incluso en las estaciones
de ferrocarriles existe todavía un cartel que dice: "Trenes para afuera" que son los que van para el interior, en tanto
los que enfilan para Buenos Aires dicen "para adentro". O sea para llevar las riquezas a Londres, después a Estados
Unidos, y ahora a España, que ha vuelto a extraer el oro de América... (luego de tantos años volvemos a la misma
situación.)

Este país es insólito porque ningún otro tiene la tercera parte de la población en una ciudad costera al lado del mar,
es como si estuviéramos esperando siempre los barcos. Ortega y Gasset dijo de Buenos Aires: "Es la capital de un
Imperio que nunca existió".

Este mundo globalizado tecnológico de hoy es bárbaro, inhumano, estúpido, aburrido, injusto... ¿cómo lo hemos
permitido? ¿cómo nos hemos dejado engañar? Si no hacemos una autocrítica, si no replanteamos la Argentina desde
nuestras raíces criollas no lo vamos a poder arreglar. ¿Cuál es la civilización y cuál la barbarie?

La escena fundante está mal, hay que crear otra desde la autonomía y no desde la dependencia, de lo contrario no
vamos a saber qué es lo que nos une ni hacia dónde vamos como nación.

Podemos decir que abandonamos nuestra cultura criolla generosa, comunitaria y elegimos la del imperialismo que
nos explota. Dejamos la cultura de la gauchada y compramos carísimo la de la soledad, individualista y competitiva
donde se gana pisándole la cabeza al otro. Cuando alguien se impone, queda solo, en cambio, en la comunitaria,
cuando se gana, ganan todos y siguen juntos.

Yo propongo rescatar esa hermosa cultura y enriquecerla con los que nos falta para ser latinoamericanos. Santos
Vega, Martín Fierro, Moreira, son héroes solitarios, son perdedores. Los brasileros tienen héroes grupales como los
"cangaceiros", Lampiao con su mujer María Bonita y el pícaro Macunaíma. De modo que si recobramos la cultura
criolla va a ser imprescindible agregarle un poco de erotismo y fantasía tropical.

Pobre Fierro...siempre sobre exigido, héroe épico, sin debilidades, muy macho pero sin novias...siempre peleando con
su cuchillo y atravesando la pampa... (se las tenía que arreglar solito debajo del ombú). Sólo el Sargento Cruz lo
acompañaba, nada de alegría, un plomazo...

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Me gusta más Macunaíma, el héroe brasilero, jodón, sexuado, transgresor, a veces confundido y desorientado, pero
muy humano; este personaje podría ser perfectamente un héroe de Los Redondos, la Bersuit o la Cumbia Villera.
Deberíamos mezclar a Fierro con Macunaíma.
Fierro no tiene debilidades, es un serio, un marginal que da consejos. El libro me parece la base más importante de
nuestra literatura, es la epopeya de nuestro gaucho, pero le falta erotismo, locura. Es un héroe muy argentino, sobre
exigido pero finalmente tentado por el fracaso.

Es interesante también analizar al gaucho y al cowboy, son opuestos e incluso inversos en sus roles respecto al
sistema. Fierro es un gaucho matrero, es el delincuente-héroe. En la cultura imperialista el héroe es el comisario.

Los Estados Unidos tienen otra escena fundante que son los disidentes religiosos del barco Mayflower. Ellos fueron
expulsados de Inglaterra y no podían volver. Tenían una consigna: "La conquista del Oeste", debían llegar hasta el
Pacífico. Su héroe nacional es el cowboy sheriff, que representa el poder y persigue a delincuentes latinos y
mexicanos. En cambio, nuestro héroe es un bandido, es el gaucho matrero que pierde perseguido por el traidor
Sargento Chirino.

Absurdamente en lo musical no hay nada más extranjero e ignorado que José Larralde y por otro lado los que se
promocionan masivamente son los Backstreet Boys, los Ricky Martin, etc. que aseguran el sistema de globalización.
Estando en una escuela rural en Santiago del Estero pude comprobar el sometimiento cultural del sistema educativo
de nuestro Ministerio de Educación. Un niño de rasgos indígenas estaba mirando una ilustración en su libro de
lectura, era la imagen de un chico rubio jugando con una ardilla...y el changuito tenía de mascota un peludo y vi que él
se dio cuenta que no existía... el verdadero alumno era el rubio con la ardillita.

Una buena noticia respecto a nuestra integración latinoamericana es que nuestro héroe máximo, San Martín, parece
que era hijo de una india, cuando dijo: "Si no tenemos uniformes para pelear, pelearemos en bolas como nuestros
hermanos los indios", lo de hermano lo decía en serio.

Por otro lado, la televisión sirve como herramienta de adiestramiento de la cultura globalizada para fabricar pasivos
espectadores, como así también para que los chicos crean que la violencia y el consumo es algo natural del ser
humano.
A la directora de un hogar nuestro para chicos de la calle, le dijo un pibe que recién había ingresado y que estaba en
el robo: "Mirá, Teresa, la televisión nos enseña todo, cuando viene la tanda sabemos qué tenemos que tener y
cuando viene la serie policial sabemos cómo conseguirlo".

No es mi idea proponer una autocrítica masoquista, no decir "el país es una mierda, yo me voy", ya que sería una
mirada melancólica y castrada que no nos llevaría a nada. Sugiero decir: "Cortémosla con esto e inventemos el país
nuevamente". Concibamos una patria con justicia social, construyamos una síntesis entre la criolla y la europea,
retomando nuestra historia, teniendo algo que nos singularice, pienso que éste es el momento, porque una crisis es
también la oportunidad del cambio y el rescate de nuestros orígenes puede ser una manera de saber de dónde
venimos y por lo tanto elegir adónde vamos.

La ferocidad del Proceso Militar eliminó físicamente a quienes podían oponerse a la venta del país. Luego vino un
turco pícaro a gobernar, era un jefe beduino salido del cuento Alí Babá y los Cuarenta Ladrones, aunque no daba más
que para ser almacenero en La Rioja y tal vez para robar en la balanza, llegó a presidente. El actual De La Rúa es
una persona pasiva, incapaz de una decisión, creo que la arteriosclerosis viene a ocultar una naturaleza inhábil desde
que era joven. No modificó demasiado su estilo anterior de discursos con frases sensatamente tontas. Tal vez hubiera
sido un buen jefe de archivo de una oficina municipal. La pregunta es ¿qué nos pasa a los argentinos que no
podemos conseguir un presidente que defienda al país? En medio de esta tormenta tenemos capitanes que venden
toda la carga y otros que dejan hundir el barco porque se duermen. El tema es ¿quiénes somos realmente? ¿qué nos
pasa? Hay que rescatar a Jauretche, Marechal, a Arlt...a los que hablan de nosotros. Sólo consagramos a un autor de
fina cultura europea, nacido en Buenos Aires: Borges, que eligió morir elegantemente en Ginebra...

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En la Facultad de Psicología no hay una sola materia que hable de marginalidad, grupos de riesgo, chicos de la calle
o sobre las instituciones de la crueldad. Sólo trabajan con la angustia privada desconociendo la pública. En la
Universidad del Estado no se generaron teorías o técnicas para resolver los problemas de nuestra realidad que es
muy dolorosa para la inmensa mayoría. Y curiosamente, la Universidad de Buenos Aires es sostenida
económicamente por el pueblo que ella ignora.

La iglesia tiene una vieja receta para someter (que evita la violencia física que utiliza la policía). Lo hace ejerciendo el
control interno, subjetivo, a través de la culpa y el temor a la muerte. Es un método más sutil y de mayor eficiencia
que los golpes policiales. Enseñan que "todos nosotros somos culpables. Jesús nos mira con sus ojos doloridos y
reprobantes desde su martirio en la Cruz". Pero en los Evangelios aparece Jesús como el inventor de la ética del
amor, no del miedo y de la culpa. El primitivo símbolo de los cristianos en las comunidades fue el pescado que
representaba el alimento divino. Cuando Roma hizo suyo el cristianismo, cambió este símbolo por la cruz, utilizada en
el Imperio Romano como instrumento de tortura. Con esa ética siempre estamos en falta, en eterna deuda,
preparándonos psicológicamente para la eterna deuda externa.

Cada movimiento popular terminó con una restauración del poder; es el caso de Urquiza, Uriburu, la Libertadora y los
asesinos del Proceso. Hoy adquiere formas más disimuladas, como la globalización de Cavallo, que operó gracias a
Menem, creador de las relaciones carnales con el imperialismo, que llegó al poder engañando al pueblo disfrazado de
Facundo Quiroga con las patillas del caudillo riojano. Creo que nosotros tuvimos muchos héroes que murieron en el
destierro y muchos traidores nativos que hicieron grandes fortunas, que hoy son terratenientes empresarios.
Volviendo al tema de la marginalidad podemos decir que un pueblo desesperado cuando siente que no hay salida, es
muy peligroso para el poder. Si no hay nada que perder, no se lo puede controlar. Cuando hay desocupación y
hambre, los excluidos pierden el miedo a morir y les da lo mismo si les apuntan con un arma o no. Cuando cortan una
ruta le mandan mil gendarmes, cortan diez rutas y le mandan veinte mil, pero esto no puede continuar ya que no
tienen tantos y entonces se puede dar vuelta la tortilla.

Como resultado de la desesperación que producen los niveles altos de desocupación, en la escena política actual
irrumpió un fenómeno nuevo con técnicas de la Intifada árabe, es algo inesperado: El Poder-Piquetero que surge de
la organización criolla marginal de base, Observamos que el Gobierno ya no negocia con la oposición. Hay una
escena muy iluminada que es la de los políticos de turno, repleta de flashes y cámaras...pero va quedando vacía de
poder porque este comienza a ocupar la otra escena menos iluminada que es la del pueblo marginado que empieza a
impacientarse. En esta escena se va a jugar el futuro del país. Tengamos en cuenta que el joven piquetero con toda
la energía y la bronca de la juventud es sólo la punta del iceberg.

Esos muchachos de Tartagal y Cutral-Có no tenían nada que perder, entonces, justamente por eso se juntaron y
lucharon. El pobre sufre hasta que decide no hacerlo más. En estrategia militar se aconseja que a un ejército que
huye, jamás se lo debe acorralar contra un río o una montaña, porque la desesperación puede dar vuelta la batalla.

En el liderazgo de los cortes de rutas, en algunos casos se reproduce el modelo de las patotas: El jefe es un tipo con
todo el poder, es emocional, se juega por los otros y los demás por él. Si de esa violencia se obtiene un para qué,
como por ejemplo hacer una tarea comunitaria o luchar para que los viejos y los hermanitos tengan comida, se asiste
a la transformación de ese patotero peligroso en el héroe de su barrio.

La Dictadura Militar con el terror de Estado introdujo en la sociedad argentina niveles de violencia y crueldad que
impregnaron las fuerzas de seguridad. Las principales víctimas fueron los jóvenes . El abuso de la autoridad generó el
deterioro de toda autoridad, completado luego por el indulto que dio la impunidad a todo delito. Un joven ex-
delincuente me decía en una de nuestras comunidades terapéuticas: "Yo maté a uno solo y los militares mataron a
30.000. Ellos están sueltos ¿porqué yo voy a ir preso?".

Se vive en medio de una crisis en la que no se sabe quién es quién, si se trata de un policía o ladrón, si el político nos
ayuda o nos perjudica. Es una crisis confusional. Hay un vivir en el presente, en el que no se sabe qué va a pasar,
perdimos nuestra historia y por lo tanto no hay un proyecto de país, ni de instituciones, de familia o de personas. Este
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no saber cómo continúa la película en la que estamos metidos, genera mucha angustia. Si la historia mía no la puedo
continuar, no tiene sentido este presente; si yo no tengo un proyecto de destino, si no sé adónde voy, desde el punto
de vista existencial, no sé quién soy.

En Argentina nos manejamos con cadáveres sin asesinos. Tenemos el caso de María Soledad en Catamarca, una
chica de pueblo que como no tenía un asesino, derrumbó a los Saadi. También pasó con el soldado Carrasco, cuya
muerte golpeó al Ejército y terminó con el servicio militar obligatorio. Y el asesinato de José Luis Cabezas derrumbó a
la cúpula de la Policía de la Provincia de Buenos Aires y a Alfredo Yabrán. A estos cadáveres sin asesino habría que
sumarIes los desaparecidos durante el Proceso y esa deuda no está aún saldada. La ley básica para organizar una
sociedad dice: "No matarás"; no puede haber 30 mil cadáveres sin asesino. Se sabe quiénes son los culpables...pero
están impunes.

Otro tema es que en la Argentina no hay más oprimidos, ahora son "carenciados" que parece que nacieron de un
repollo, esto es porque si hay oprimidos hay que aceptar que hay opresores. Hay una perversión semántica que
impide señalar la realidad. Ahora los pobres en Acción Social del Gobierno se llaman los NBI (Necesidades Básicas
Insatisfechas). Nuestro pueblo ya es una sigla...

Recuerdo que un economista americano la otra vez dijo "Con la globalización, la guerra contra la pobreza ha
terminado... perdieron los pobres".

No podemos definir muy bien lo que sucede en este momento porque el código de lectura de una mutación histórica
es fabricado después de ocurrido el hecho. Los que tomaron la Bastilla creían que era sólo una revuelta, no sabían
que estaban inaugurando la Revolución Francesa.

Aquí, cuando fueron el 25 de mayo con los paraguas (que en realidad no existían todavía) frente al Cabildo no sabían
que era el nacimiento de la Patria. Cuando Perón le manda una carta a Evita el 17 de octubre y le dice: "Mirá Negrita,
ya no tenemos ningún otro recurso, nos tenemos que ir a la Patagonia, tengo una casita allá...", no sabía que eso
iniciaba la inclusión de los sectores más marginados en el escena política argentina.

Esta crisis actual tiene carácter mutante y los paradigmas de lectura se modificarán. Sólo la historia interpretará este
presente. Yo soy un pesimista esperanzado, miro esta realidad y digo: "Yo quiero seguir peleando". Soy hijo de una
madre alemana de Comodoro Rivadavia, venida de la guerra, entonces tengo algo de ese espíritu colonizador de la
Patagonia.

En la historia, cuando las sociedades se enferman, hay un punto en que invierten el proceso, cuando lleguemos al
fondo de la pileta, vamos a dar una patada y volveremos a la superficie, pero es difícil saber dónde está el fondo de la
pileta porque las aguas están turbias... muy sucias de corrupción y otras injusticias.
Nuestra clase media tiene un modelo social individualista pero el pueblo sigue siendo solidario porque está en una
situación que si no lo hace, no sobrevive.

Las madres populares tienen una gran energía... son de la raza de las Madres de Plaza de Mayo, son Pachamamas
con una enorme cantidad de hijos, pelean bravamente por la vida de sus hijos y muchas veces sostienen la economía
familiar.

El equipo de nuestra Escuela de Psicología Social es de clase media; cuando íbamos a trabajar con el pueblo en las
Oyitas, inicialmente creíamos que éramos gente buena que iba a hacer trabajo de base, ahora nos damos cuenta que
vamos a cargar las pilas y a enriquecernos, porque toda esta gente oprimida, aunque no tiene un nivel de información
académica, muestra una capacidad enorme de comprensión existencial sobre la muerte, la locura y el amor, que son
los temas básicos del alma. Aprender de ellos hace que uno aumente su capacidad para enfrentar la incertidumbre y
darle sentido a la vida frente a la muerte. En realidad, este mundo marginal y desprolijo, de rostros aindiados, tiene la
sabiduría de la tierra y esa alegría fundamental de estar vivos a pesar de todo.

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Otra patología de esta nueva sociedad tecnológica globalizada, que se opone a la sociedad tradicional, es la
homogeneización. No hay más vecindario ni celebraciones colectivas. Esto lleva a la fragmentación entre los distintos
componentes de la sociedad. Hay guarderías para niños y asilos para ancianos, es decir que no se resuelven las dos
etapas pasivas de la vida como complementarias, en el sentido que los abuelos cuidan a los niños y permiten que los
adultos estén en la lucha activa. En nuestro interior, el Tata Viejo cuida al gurí, se complementan las dos etapas de la
vida, no son necesarias las guarderías ni los geriátricos porque existe la familia.

Este es un sistema para la muerte, para enfrentarlo propongo apostar a un proyecto para la vida. Ya podemos ver una
cantidad de islotes solidarios que van reconstruyendo la trama vincular de nuestro pueblo que tienen como
característica la autogestión y lo alternativo. Son organizaciones de base que no dependen de un sistema estatal.

Históricamente la pueblada del 25 de Mayo de 1810, también el 17 de Octubre de 1945 y el Cordobazo que tumbó a
Onganía, fueron movimientos espontáneos, autogestivos. Todas las revoluciones que modificaron la historia fueron
explosiones populares, como la Revolución Francesa y la Rusa, la primera fue la toma de la cárcel de la Bastilla, la
segunda el asalto al Palacio de Invierno (¿Nosotros qué tomaremos?...) Hasta el cristianismo primitivo fue autogestivo
y la institución de la minga solidaria indígena es también una forma de trabajo comunitario.

Lo alternativo es muy importante, porque permite el trabajo fuera del sistema, busca una solución nueva, insólita o
inesperada que aparece después de replantear todo el problema y tiene la utilización de estrategias marginales de
cambio.
Las técnicas tendrán que ser necesariamente alternativas porque los medios convencionales los tiene el poder; son
modos de resolver un problema cuando el sistema formalizado no lo hace. Un ejemplo de esto son el Club del
Trueque, las ollas populares, los piqueteros, los numerosos comedores barriales donde las madres se juntan.

Nosotros hemos creado instituciones de Salud Mental como el Bancadero que se hizo sin dinero y sin pedirle permiso
al sistema, ya atendió solidariamente a 30.000 pacientes. La radio La Colifata es otro ejemplo, coordinada por Alfredo
Olivera y organizada por los internos del Hospital Borda, que rompió las paredes del manicomio.

Seguir creyendo en la revolución, en que es necesario un cambio del sistema de producción. Esa revolución sería
lograr una mayor justicia social con creatividad, porque la mayor enfermedad social es la injusticia social. Mientras
haya injusticia va a haber jóvenes que van a inventar de nuevo la revolución, con nuevos caminos que ellos
imaginarán.

De todas maneras la solución de fondo, como siempre pasó en la historia, depende de un movimiento de masas
inesperado e imparable que rescate un proyecto de país, de patria. Esta búsqueda de una identidad argentina no es
fácil porque implica un cambio de paradigma, de modo de concebir la realidad.

A pesar de la tormenta y los negros nubarrones, va a salir el sol otra vez, como siempre ha ocurrido en la historia. Las
sociedades hacen crisis cada tanto, otras terminan su ciclo y creo que a esta sociedad capitalista de rapiña y tan
empobrecida humanamente, se le está terminando su hora.

Los argentinos estamos fragmentados, separados, nos peleamos entre hermanos.


O inventamos una patria desde nuestras raíces, que nos una... o esta crisis nos va a destrozar.

ANÁLISIS PSICOSOCIAL DEL TANGO

El tango es un folklore muy genuino, y como todo folklore, expresa un momento histórico de un pueblo, es un intento
de elaboración psicológica realizado colectivamente. El autor de la canción expresa una vivencia colectiva y es, en
realidad, el portavoz de su pueblo.

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Cuando se produce un florecimiento de música y canto colectivo, una forma singular de arte, aunque las metáforas poéticas
siempre usen símbolos universales como el amor, la muerte, la soledad, etc, hay que preguntarse ¿qué es lo que intenta
elaborar, qué trauma histórico del grupo refleja?

Respecto al tango nos preguntaríamos ¿qué grupo humano vivió la situación traumática de desamparo y frustración y qué
grupo la elaboró poéticamente?

Nosotros pensamos que la gran inmigración de principios de siglo sufrió la profunda nostalgia del destierro y que fue la
generación siguiente, los hijos, quienes pudieron elaborar esa pérdida. A esta vivencia de destierro se deben agregar el
hacinamiento y las duras condiciones de vida en los conventillos que desintegraban el grupo familiar.

Así se produjo un folklore dramático, nostalgioso. Los letristas de tango más importantes vivieron también la situación de
destierro de sus padres y estos últimos no pudieron cantar sus tristezas porque estaban ocupados en sobrevivir en las
nuevas tierras. Entonces, fueron sus hijos los que elaboraron la pérdida.

Los folklores de los pueblos se amasan con el dolor y la desesperación de los sectores marginados. El tango nació en los
prostíbulos, los piringundines de los suburbios, incluso los primeros tangos tuvieron letras pornográficas, podemos citar sólo
algunos títulos: “Dos veces sin sacarla”, “Colgate del aeroplano” (y El Choclo, tenía otra letra…), y en pocos años conquistó
el centro y terminó conviertiéndose en el principal símbolo de nuestra identidad nacional.

La matriz básica del tango es el abandono y la pérdida, desde el punto de vista psicológico tiene las características de un
duelo no resuelto, pues no hay elementos de discriminación del yo, debido a una base esquizoide, debajo de la depresión.
Podemos suponer una infancia abandonada que estructura un profundo sentimiento de pérdida sin posibilidad de superarlo,
pues no hubo madre y padre que contuvieran el proceso de seguridad ontológica.

Hay estudios sobre el deterioro de los grupos familiares en el arrabal y los conventillos porteños, alrededor de principios de
siglo. Este enorme sentimiento de marginación, producto de la explotación social, tiene su origen en la marginalidad extrema,
la desocupación, la prostitución y la desintegración del vínculo materno-infantil. Este desamparo crea una disociación en los
dos aspectos maternos: la madre real, que abandona y es odiada, y la madre evocada desde la ausencia, que es idealizada.
Esto da lugar a “la mina traidora” y “la santa viejita”.

Lo dicho anteriormente puede ser sostenido por el análisis psicológico, a través de las letras tangueras de ese “paciente
imaginario” que es el protagonista del tango. Si se toma el eje de la temática tanguera, vemos que en muchos de ellos se
encuentra inicialmente una cierta escena básica: el abandono “traicionero” por parte de la mujer, luego la imposibilidad de
reestructurar otra pareja y finalmente, la vuelta a la madre y al barrio. Se va “la mina” y “el paciente” hace una regresión a su
infancia: llanto, inmovilidad, “tirado en la catrera…”, pérdida masiva del interés vital, “sin rumbo, desesperao…” y refugio en el
vínculo materno, “hoy no tengo más que a mi madre…”.

Si tomamos las palabras más importantes de las letras tangueras se puede describir un proceso típico: mina, cariño, hechizo,
traición, abandono, soledad, dolor, tormento, borrachera, maldita, castigo, venganza, volver, perdonar, evocar, madre
querida.

Aquí vamos a señalar la paradoja de todo acto poético, el artista se nutre de su drama y lo transforma en un mensaje
estético, reparador, transmuta su enfermedad en terapia, porque el personaje del tango, cantando su soledad, se
comunica y convierte lo desgarrador en belleza.

Vamos ahora a analizar las líneas temáticas que creemos más importantes:

Primer tema LA ESCENA BÁSICA


Es la situación dramática, el abandono de la mina, sobre la cual se agregarán las demás líneas narrativas:
Percanta que me amuraste
en lo mejor de mi vida
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dejándome el alma herida
y espinas en el corazón…
Mi noche triste - Mocosita - Soledad - Sentimiento Gaucho.

Segundo tema EL VÍNCULO ENVENENADO


El amor se transforma en odio pero el personaje queda encerrado en su rencor y no puede desligarse:
Te odio maldita
te odio como antes te adoré,
quién sos que no puedo salvarme
muñeca maldita, castigo de Dios…
Te odio - Secreto - Chorra - Malevaje - Tengo miedo.

Tercer tema LA ENVIDIA POR EL ASCENSO SOCIAL DE LA MUJER


El único canal de ascenso social, para la mujer era la prostitución en el bulín de algún bacán, y para el hombre, hacerse
chorro. Son letras rencorosas y agresivas:

Te conquistaron con plata


y al trote viniste al centro...
¡no te rompo de un tortazo
por no pegarte en la calle!...
Tortazo - Chichipía - Carnaval - ¡Che papusa oí!

Cuarto tema LA MADRE IDEALIZADA


La madre es un personaje santo y protector al que se debe volver después del fracaso:

Madre…
no hay cariño más sublime
ni más santo para mí…
Madre - Madre hay una sola - Madre angelical.

Quinto tema ELABORACION REPARADORA


Son los tangos que tratan el reencuentro donde el odio se transforma en amor:

Volvió una noche, no la esperaba (...)


y aunque el olvido que todo destruye
haya matado mi vieja ilusión
guardo escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón…
Volvió una noche - Mano a mano -Tenemos que abrirnos.

Sexto tema LA PÉRDIDA DEL HABITAT


La vivencia de pérdida es, básicamente, la pérdida de la propia infancia, de modo que el barrio representa la pérdida
de una madre profundamente añorada:

Dónde está mi barrio, mi cuna querida


dónde la guarida, refugio de ayer
mi barrio es mi madre que ya no responde…
Puente Alsina – Almagro – Sur – Lejana tierra mía.

Séptimo tema LA PÉRDIDA FINAL


Estos tangos tematizan, ya no la pérdida de la mina, de la madre o del barrio. Es el tema de la vejez prematura del hombre
del tango, entre los 30 y los 40 años. Es la pérdida final:
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Volver,
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi cien…
Volver - Cuesta abajo - Uno - El ciruja.
Dentro de esta línea temática están los tangos que describen la crisis del año treinta. Es la desilusión masiva:
Cuando estés bien en la vía
sin rumbo, desesperao
Cuando no tengas ni fe
ni yerba de ayer…
Yira -yira – Cambalache - Al mundo le falta un tornillo .

El tango es un folklore que describe toda una época, con gran precisión: los ambientes, el café, el conventillo, los roles
sociales como el preso, el inmigrante, la prostituta y los personajes del arrabal, el malevo, el curda, el haragán, el chorro, el
cafiolo, el malandra.

Pero el vínculo más incondicional lo tiene, dolorosamente, con su propio canto:

Tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero…

PARADIGMAS EN PSICOTERAPIA

Los paradigmas son estructuras teóricas que se proponen como modos de ver y organizar la realidad, algo así como una
lente a través de la cuál percibimos el mundo.

Los paradigmas fundan su validez en hipótesis basales que son postulados o axiomas que, por ser las primeras
suposiciones, son indemostrables, pues una afirmación que se puede justificar con otra anterior, y ésta con otra, genera una
sucesión de justificaciones que en algún momento debe llegar a un postulado que no tiene demostración, pero que se acepta
como verdadero, para que la serie de justificaciones no se vuelva infinita.

Un ejemplo de estas hipótesis no demostrables es el cero absoluto o cero grado Kelvin (-273 grados centígrados) como la
ausencia absoluta de calor, o sea la temperatura a la que cesa el movimiento molecular de la materia.

En física por ejemplo, Einstein decía que el tiempo era una cuarta dimensión y ese era un supuesto básico que contradecía a
otras suposiciones anteriores, cuando eran obvias sólo tres dimensiones: alto, largo y ancho, pero Einstein le agregó:
cuando (el tiempo), que para él, era una dimensión oculta.

En las llamadas ciencias duras, la física, química, biología y otras, las teorías han cambiado a través de la historia, a veces
con hipótesis contrarias, pero también han coexistido simultáneamente explicaciones opuestas.

En cambio las ciencias del hombre como la sociología, psicología, o política, exigían para la formulación de sus hipótesis
basales una determinada concepción del hombre, lo que incorporó el tema de la subjetividad. En psicoterapia, por ejemplo,
esas hipótesis basales son ideológicas, porque dependen de la definición de salud de cada cultura.

Las ciencias duras son ciencias exactas, y en ellas hay una comprobación empírica de los fenómenos. En cambio, las
ciencias blandas, las del hombre, necesariamente están impregnadas por un nivel subjetivo, siempre desde una teoría
elaborada por cada cultura, que define el sentido de la vida.

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En psicología, por ejemplo, existen distintas escuelas. La hipótesis basal de la teoría psicoanalítica es que el psiquismo tiene
como fundante el complejo de Edipo. Es una teoría falocéntrica, que propone como origen la enfermedad la represión de las
pulsiones sexuales infantiles, y la terapia, entonces, consiste en hacer conciente lo inconciente.

Otras perspectivas, parten de otras verdades básicas, como el enfoque sistémico, que supone que la enfermedad proviene
de las alianzas manipuladoras en los grupos, y básicamente, el mensaje paradojal, que serían dos mensajes contradictorios
en dos canales distintos, el gestual y el verbal, sin que se permita señalar la contradicción. Por ejemplo, la mamá le dice al
hijo "Yo te quiero mucho, pero no te acerques" y lo empuja con la mano, lo que hace preguntarse al niño "¿Me quiere o no
me quiere?", pero si pone en evidencia la contradicción entre mensaje verbal y mensaje corporal, la respuesta que recibe es
"No seas malo con mamá, no me digas eso."

El conductismo, por otro lado, no se preocupa por el origen de la enfermedad, sino que propone el cambio de conducta en
base a un adiestramiento, con premios y castigos, que básicamente proviene del estudio del comportamiento en ratones en
experiencias de laboratorio.

La psiquiatría organicista, por otro lado, supone un mal funcionamiento del cerebro a nivel químico, y por lo tanto no necesita
ninguna hipótesis desde el sentido de la vida del humano. Cree que modificando con sustancias químicas el funcionamiento
orgánico del cerebro, modifica pensamientos y emociones. No creo que se haya descubierto una droga para “el sentido de la
vida” (da la casualidad que estas hipótesis son sostenidas por los laboratorios que venden esos psicofármacos…)
La psiquiatría represiva es más brutal, no necesita ninguna complicación teórica, porque el electroshock, el coma insulínico,
los baños de agua helada, y hasta la lobotomía, se basan en que el terror que produce la vivencia de muerte, reorganiza el
funcionamiento del cerebro como adaptación a la realidad. Lo que en realidad sucede es que el paciente, ante la inhibición
producida por estos brutales tratamientos, se olvida del delirio porque tiene algo peor en qué pensar, le tiene más miedo al
psiquiatra que a su marciano perseguidor.

Hay otros planteos, como el movimiento antipsiquiátrico de David Cooper, Ronald Laing y Joseph Berke, que sostienen que
la locura es más una denuncia o una protesta ideológica, que una enfermedad.

Si pensamos en evoluciones negativas, podemos suponer que las terapias sistémicas pueden degenerar en manipulación, y
la Gestalt en un juego de caricias; el psicoanálisis en ritual religioso, y yo me pregunto, la terapia de crisis, ¿en qué va a
degenerar…?

La psiquiatría represiva no degenera en nada porque ya es degenerada de entrada, por eso es constante, porque no puede
ir más allá. El electroshock es el mismo, desde el primero que hizo el psiquiatra italiano Ugo Cerletti, hasta el que se hace
ahora en una clínica psiquiátrica, es algo tan brutal, tan primitivo, como un palo por la cabeza. El palo es un arma que no
evolucionó, tampoco las formas represivas psiquiátricas (aunque cambió de duchas con agua helada a lobotomía).

Existen también otros supuestos, como los de las terapias folclóricas o mágicas, que explican la enfermedad como la
incorporación de demonios buenos y malos. En Brasil existen rituales mágicos, como el Terreiro de Umbanda (la Macumba)
en los que el paciente incorpora un orixá (entidad mágica), que puede ser la Pomba Yira para la sexualidad, el Preto Velho
para la sabiduría, etc., y esto permite, a través del trance que involucra todo el cuerpo, hacer las regresiones hacia el pasado
traumático.

La Escuela Científica Basilio permite, a través del médium, hablar con los muertos, lo cuál es esencial en toda terapia
profunda (el psicoanalista también habla de las transferencias con las madres muertas introyectadas…)

Las terapias dependen siempre de una ideología, de una concepción del hombre. Las teorías psicoterapéuticas están
basadas en un determinado modelo de hombre, que sostiene la cultura en la cual está incluida.

En este momento del país es necesaria una concepción terapéutica que opere en las situaciones de crisis, con un concepto
de sociopatología y socioterapia, pues la trama social está perturbada por el deterioro de las estructuras básicas de sostén

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de la subjetividad, que son la familia y el trabajo. La marginación de casi la mitad de la población por la injusticia social lleva a
situaciones de sociopatología grave (desocupación, violencia, droga…)

El psicoanálisis, en cambio, se originó a principios del siglo pasado en el mundo pequeño- burgués del centro de Europa,
cuando reinaba una moral victoriana represora de la sexualidad, y la histeria era un modelo cultural. El proceso de
transformarse en doctrina académica, lo convirtió en un conjunto de verdades consagradas, con dogmas indiscutibles como
la ritualización del proceso terapéutico, y la lectura continua de los “textos sagrados”, para desentrañar los misterios últimos
del pensamiento del “profeta”. En la iglesia católica, los feligreses deben creer que dios es tres y es uno, contradiciendo las
matemáticas. Dios es simultáneamente, el hijo, el padre y el espíritu santo. Si no se cree en eso no se es católico, y si no se
cree en el Edipo no se es psicoanalista, son como verdades de la fe.

La teoría freudiana supone que el varón es anterior a la mujer, porque el falo, el pene, es el órgano base, y que la mujer tiene
un complejo de castración porque no tiene pene, de lo cual podría decirse lo contrario, que la mujer tiene un útero que puede
producir la continuidad de la especie y que el hombre no lo tiene, que el hombre sería absolutamente castrado de esa
capacidad de reproducción. Freud tomó esto como paradigma, y organizó todo en base a esas suposiciones de
consagración del falo.

En la Biblia ya la condición de la mujer está establecida de entrada, porque Dios creó a Adán y después dijo “no es bueno
que el hombre esté solo” y le consiguió un objeto de compañía… que sacó de la costilla de Adán, lo cual, además de ser
ridículo desde el punto de vista morfológico y estético, que de una costilla salga una mujer, no se lo cree ni un chico de cinco
años. Pero es absurdo a propósito, para que solamente con la fe se pueda creer semejante tontería.

Voy a proponer una hipótesis casi surrealista (pero bastante razonable) y es la siguiente: el machismo es la única posibilidad
que tiene el hombre para que las mujeres no terminen de dominar totalmente a los varones, porque toda nuestra identidad
está construida por ese primer vínculo simbiótico estructurante, que es la madre con el bebé, esta dependencia con lo
femenino queda instaurada, y si los varones nos descuidamos, nos dominan para siempre... Es una hipótesis atrevida, pero
si no es así, ¿cómo se explica tanta preocupación del varón en poner a la mujer en una situación de inferioridad?

Viajando por el Amazonas, tuve noticias de religiones indígenas uterocéntricas, donde la deidad era femenina, y el primer ser
creado era una mujer, que luego parió al primer hombre (que es lo más razonable…)

La Pachamama, la deidad de toda la cultura andina, no sólo es una mujer, es una madre que también es la madre tierra que
nos da de comer y va a recibir nuestros huesos. En la villa también son las madres las que organizan la vida familiar. En las
Oyitas, las que deciden son las mujeres, las madres, por eso las nenas quedan rápidamente embarazadas, para conseguir
la categoría de madres. Una adolescente sin hijos es más vulnerable a los abusos. En la cultura villera, la maternidad
santifica.

Actualmente los cambios bruscos y las mutaciones sociales generan un sentimiento de inseguridad frente al futuro, aparece
el síndrome de la incertidumbre, el hombre arrojado al futuro, y en ese caso el problema no pasa por el sexo, sino por el
tiempo. Una terapia basada en investigar solamente el pasado no genera cambios, y lo que logra es reprimir el futuro. El
problema, en general, no es lo que me pasó, sino lo que deseo o temo que me pase; la ansiedad es prospectiva, y si bien
para resolver eso, hay que ir hacia atrás, es sólo para entender nuestra historia y luego poder ir hacia adelante, buscando lo
que deseamos y evitando lo que tememos.

Por eso, el supuesto que usamos nosotros en la epistemología de crisis es que el tema fundamental es la sobrevivencia del
yo en el tiempo, y por lo tanto, que el yo pueda atravesar el fenómeno de la transformación continua, que es la temporalidad,
permaneciendo igual a sí mismo y al mismo tiempo, transformándose.

Esto es una paradoja: la identidad atraviesa el tiempo, se transforma la persona, pero teniendo conciencia de que es el
mismo que era antes, cambia siendo el mismo.

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Un niño, un adolescente, un adulto, un viejo, que son la misma identidad, tienen muy poco que ver con el que eran antes.
Incluso desde la biología, las células no son las mismas, mueren y nacen otras (solo las neuronas, se supone que no se
reproducen).

Nuestro sustento filosófico es otro que el del psicoanálisis, y se sostiene desde otra filosofía del humano, que es el
existencialismo. La fenomenología existencial parte de otro tema, parte de que el humano es un ser arrojado a su futuro,
Heidegger llega más lejos y dice que es un - ser - para - la - muerte, un ser hacia el devenir, no un enigma hacia el pasado.
En este momento histórico el gran tema es seguir existiendo conservando la identidad, que está construida desde el pasado,
pero arrojada a la expectativa. Es la supervivencia del yo en el tiempo, no es la represión de la sexualidad.

Para la filosofía existencial, el yo, se define por su proyecto, está arrojado a su futuro. En alemán se define como el Da Sein
(Da es adelante y Sein es persona). También los existencialistas dicen que el Da Sein es un Mit Da Sein, es decir, Mit con
otro. Esto quiere decir que no hay proyecto sino en el vínculo.

El psicoanálisis, ideológicamente, es verticalista, el analista tiene todo el encuadre para asegurar su poder, incluso el que
decide la terminación del proceso psicoanalítico es el analista. Y justamente, si al paciente le deciden el alta, no es ningún
alta, porque el alta tiene que ver con ir de la dependencia infantil a la autonomía del adulto, donde la persona elige su
destino, el sentido de su vida.

El psicoanálisis, en su versión lacaniana, ha ido derivando hacia un juego hermético de palabras sobre palabras, donde el
paciente real y sufriente se traspapeló, es un instrumento ideológico de la pequeña burguesía para aislarse de la brutal crisis
social que sufre nuestro país, y obtura la percepción y atención terapéutica de las patologías más dolorosas como las crisis
traumáticas, las consecuencias psicológicas de la desocupación, la psicopatología de las poblaciones brutalmente
marginadas, los chicos de la calle, la temática de la droga, de la violencia, desintegración familiar, etc.

El lacanismo, ¿cuándo comienza a florecer? Me sorprendió cuando en los inicios del proceso militar el psicoanálisis
empezaba a hacerse lacaniano. Era muy abstracto y fundamentalmente hermético. ¿Por qué el lacanismo creció en la
dictadura? Porque ser lacaniano era una gran ventaja para el psicólogo, porque si uno de los pacientes se metía en el ERP o
en Montoneros corría el riesgo que viniera la policía y lo picaneara hasta que cantara todo lo que le había dicho el paciente.
Pero si vos eras lacaniano y estabas analizando el silencio del otro, dónde cortó su mensaje, en un nivel totalmente
abstracto, sin referencia a sus emociones y actos cotidianos, podrías desconocer totalmente las actividades reales del
paciente. Pero si eras un psicólogo de los que se meten en la vida del paciente, podías pasarla muy mal.

En cambio Pichón sacó el diván a la calle, lo hizo grupal, trabajando en el proyecto de destino, y la psicología se hizo social.
Hay muy pocas terapias que son individuales, las terapias populares son todas grupales, el psicodrama es grupal, la gestalt
es grupal.

De todas maneras, Freud fue una persona muy valiente, realmente un investigador muy trabajador, honesto científicamente,
pero impregnado de la cultura y los paradigmas de su época.

Algo muy importante es que todo paradigma es imperceptible, porque para que actúe, debe parecer que es una verdad de la
naturaleza. A lo mejor lo que estamos diciendo ahora, de aquí a cincuenta años o más, ya no es funcional a las nuevas
patologías que pueden surgir.

Si extrapolamos un cuerpo de teoría de su momento histórico se hace siniestro o patético. Por ejemplo, en la Edad Media,
quemar mujeres porque habían cohabitado con el demonio, (se los llamaba incubos), era algo totalmente razonable, porque
se creía que estaban poseídas por estos. Entonces, cuando las pobres histéricas tenían orgasmos a la noche, gimiendo
solas, las quemaban por brujas, una categoría diagnóstico-religiosa totalmente aceptada en la época.

En Alemania, los paradigmas nazis, llevaron a demostrar que los judíos tenían un gen patológico, que eran degenerados
genéticamente, lo habían demostrado los científicos alemanes, por lo tanto había que depurar la raza y había que matarlos

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(mataron seis millones). Además mataron también discapacitados y gitanos. Y eso en Alemania era verdad porque lo decía
Hitler (con la complicidad de gran parte del pueblo alemán).

En la dictadura militar estaba legitimado torturar a un detenido con el argumento de que esa persona podía tener información
de una bomba que todavía no estalló. Así, se puede detener a cualquier desgraciado y hacerle confesar que “lo mató a
Gardel”.

A veces no sé si los humanos son más tontos que malos o más malos que tontos. Cuando uno se pone muy despiadado con
el análisis de los humanos, se espanta. Pero después se reconcilia con el mundo y sigue yendo a las Oyitas, a la
Cooperanza, al Bancadero…

Toda psicoterapia debe restituir a la persona a su cultura de origen. Si me pidieran que atendiera a un mapuche que se
volvió loco, y yo lo tratara desde mis categorías culturales, lo volvería más loco. Lo lógico es enseñarle a otro mapuche los
rudimentos de la terapia, por ejemplo, nuestros cuatro pasos para las crisis, y dejar que él lo "traduzca" al mapuche.

Entonces, ¿cuál es el paradigma de la Teoría de Crisis? Que el sujeto, la identidad, es una historia, que hay que ir al pasado
y analizarlo, pero para construir el futuro. El ser humano, está arrojado a su futuro, el yo está arrojado a la sorpresa.

No podemos vivir sin paradigmas. Los paradigmas más estrictos están en las religiones, porque deben explicar lo
inexplicable, porque la muerte no se puede enfrentar sino con dos cosas: la religión o la revolución. La juventud actual no
tiene ni revolución ni religión, no hay algo que organice un proyecto de destino, por eso aparece la droga, la violencia,
porque no tienen en qué creer, están desamparados de paradigmas.
LA CIENCIA NO ES INOCENTE

Cuando un sistema social necesita una cierta teoría que sea funcional para el poder, esta teoría se genera y es
consagrada como una verdad científica. En cada momento histórico se elaboran infinidad de suposiciones
interpretativas de la realidad, pero sólo se consagra la que justifica lo que el poder necesita en ese momento histórico.

Cuando el Imperio Romano necesitó controlar las sublevaciones de los Bárbaros, el cristianismo fue consagrado como
religión de Estado por Constantino. Así pudo transformar en corderos a los lobos, sustituyendo el mensaje del amor
comunitario de Jesús con el símbolo del pescado en los primitivos cristianos, por la Cruz, símbolo del tormento, que induce el
miedo, la culpa y genera la actitud de sumisión. Traicionando así el revolucionario “amaos los unos a los otros”, por lo cual
murió Jesús.

Copérnico “descubre” la redondez de la tierra y el heliocentrismo cuando el grupo dominante se desplazaba de la Iglesia
(geocéntrica) a los reyes y aventureros que necesitaban extender sus dominios comerciales. Sin Copérnico, no hubiera
existido Colón, que extendió el dominio español.

En el siglo pasado, la Inglaterra colonialista, necesitaba darle una cobertura científica al mito de la superioridad blanca, y en
ese momento aparece Charles Darwin con la teoría de la selección natural, donde sólo sobrevivían los más fuertes, que por
supuesto, eran los ingleses, y así se legitimaba el colonialismo.

Ahora vamos a analizar algo que nos interesa más y nos toca de cerca en esta época de crisis y desesperación, que
son las teorías sobre un quehacer muy importante, la psicoterapia.

A principios de siglo, el avance de la explotación social, da lugar a formas comunitarias y violentas de oposición. El
socialismo tiene como ideología la lucha hermanada, el hombre unido a otros hombres. Frente a esta concepción
grupal y orientada hacia el devenir de los pueblos, surge un médico vienés, Sigmund Freud, que propone una
concepción individualista del hombre. Sostiene que su principal problema, son sus pulsiones sexuales reprimidas
hacia su madre o su padre. El hombre no es el resultado de la trama social, su identidad es explicada sólo por sus
pulsiones infantiles, dentro de la familia pequeño – burguesa, en una Europa de principios de siglo, con su moral
victoriana, represora de la sexualidad.
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Si ahora analizamos qué proceso histórico tuvo la psicoterapia en la Argentina, vemos que el psicoanálisis, es
sinónimo de psicoterapia. Ser psicólogo es ser psicoanalista. La tarea de la cura debe ser individual, negando el
cuerpo y analizando el pasado infantil. También se exige un paciente con capacidad simbolizante. Vemos que es un
instrumento sólo para las clases sociales media y alta. Ni aún durante las luchas populares de los sesenta y setenta,
la psicoterapia se abrió a una concepción comunitaria, con técnicas grupales donde se pudiera incorporar el cuerpo y
la emoción, para generar proyectos de acción. No sólo para entender el pasado, sino para crear el futuro.

Luego sucede algo sorprendente, cuando la crisis social genera la discontinuidad de las historias de vida y aparece el
síndrome de la despersonalización como esquizofrenización de la cultura, los profesionales de la salud mental, en vez
de abrir los consultorios a la problemática de la violencia, la droga, las crisis, hacen el camino inverso y se terminan
de encerrar en los consultorios, con terapias cada vez más ortodoxas. Acá es donde importamos a Jacques Lacan y
su teoría, donde la complejidad del lenguaje llega a ser totalmente hermética, donde se analiza sólo el discurso del
paciente y se les termina por traspapelar la persona en su humanidad sufriente.

Pensamos que esta evitación de la realidad, de la escuela lacaniana, que domina actualmente el campo de la psicoterapia,
fue funcional en nuestro país por su capacidad de negar lo que sucedía. Durante la Dictadura Militar, contaminarse con lo
real era muy peligroso, un paciente militante “quemaba”. Pero ahora, después de veinte años, con una gran población de
chicos y adolescentes en gran riesgo psicológico, dentro de toda una sociedad enferma, recluirse en los consultorios, es
abandonar el barco en plena tormenta. Esto es coherente con la propuesta de la ideología postmoderna, de la globalización
Walt-Dinezca, de esta sociedad individualista y light.

En el nivel de la economía, en las teorías monetaristas, no existe más el trabajo ni la riqueza real (una vaca es sólo el
fantasma de su precio), todo lo maneja la danza de los enormes mercados financieros, feroces, sin rostro y sin piedad, que
terminan definiendo las reglas de nuestra cultura individualista y competitiva, que nos lleva a la soledad y a la frustración. Lo
sorprendente es que lo permitamos pasivamente. ¿Tendrá algo que ver con esto, los treinta mil desaparecidos?

VIDA DE MOFFATT
Intento de autoanálisis (desde dónde digo lo que digo…)

Nací en el Hospital Rivadavia el 12 de enero de l934. Fui criado hasta los cuatro años por mi familia materna
alemana. Eran inmigrantes que llegaron a Comodoro Rivadavia a fines de la primera guerra mundial y comenzaron a
luchar desde abajo. De mi madre recibí el mandato de vencer las dificultades (ella venía de la guerra y llegó a la
Argentina a los doce años) y de mi familia paterna heredé la elegante distancia inglesa que me sirve para
preservarme en la terapia con situaciones límite.

A los cuatro años cambia mi vida familiar drásticamente porque mi padre se pelea con mi abuela (los dos eran muy
autoritarios) y se lleva a mi madre y a mí. Mi madre ya había comenzado a padecer una enfermedad grave, una
artritis reumatoide que progresivamente la iba dejando inválida en una silla de ruedas.

Los cuatro años siguientes me marcaron para siempre: internan a mi madre en un hospital por el avance de la artritis
y mi padre, que era maestro mayor de obras en Vialidad Nacional, debe irse lejos a trabajar. De modo que comienzo
una etapa de exiliado, de paria infantil, pues a la familia alemana no po día volver, por la pelea con mi padre, y la
familia inglesa de mi padre no me podía tener, eran ingleses elegantes y distantes.

Yo era hijo único, venía de ser el rey del hogar en la familia alemana y pasé a ser “el hijo de la señora enferma”, estuve
viviendo con familias muy distintas, de pronto iba a parar a la casa de una tía inglesa rica y, en otro momento, a la casa de la
familia de un peón de la vía.

En aquel tiempo se creía que los chicos eran de palo, que estando bien alimentados y bien vestidos, ya todo estaba
bien. Pero los chicos desarrollan un nivel de dependencia emotivo muy grande. La historia era que siempre caía en un
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lugar distinto, en una familia que no conocía, con hermanitos que se entendían entre ellos y yo caía ahí como un
paracaidista. Psicológicamente, ese nene tenía dos posibilidades: una era volverse una tortuga, meterse para adentro
con un gran caparazón y aislarse, o sea elegir el autismo, y la otra era transformarse en un antropólogo precoz,
tratando de detectar cómo eran las reglas vinculares en cada familia, cómo integrarse, cómo agradar. Yo elegí esta
última, que era estar atento a la gente, a las señales de afecto y de rechazo, y también armar juegos con los otros
nenes para que me integraran y así no quedar solo.

En una crisis muy aguda que tuve después, en mi primera separación de pareja, me di cuenta que la separación con
mi mamá había sido muy traumática porque la separación de mi primera mujer fue una catástrofe psicológica para mí,
desproporcionada en relación al tiempo que habíamos vivido juntos. Cuando ella se fue (bruscamente, en el término
de una semana) yo me volví a sentir como un nene abandonado y entonces me di cuenta que esa situación había
reactivado el grave traumatismo infantil.

Eso marcó prácticamente toda mi vida, ya que desde entonces siempre estuve organizando juegos (juegos terapéu -
ticos en hospicios, en comunidades terapéuticas) y organizando a la gente, especialmente a la gente que está
angustiada, todo esto también, como un modo de ser aceptado, porque en el fondo, creo que quedó algo de una
íntima soledad... podría decir que soy, en realidad, una tortuga rehabilitada.

Esos años fueron bastante difíciles para mí, ese cambio abrupto de estar sin papá y sin mamá a los cuatro años, me
hizo vivenciar el desamparo profundo. En este exilio infantil pasé por doce lugares distintos en sólo tres años. Esto me
permitió también conocer todas las clases sociales, de pronto estaba en casa de mi tía Cecilia, que había venido de
Europa, y luego estaba con María, la esposa de un peón de la vía, una mujer italiana muy buena y totalmente pobre,
de una pobreza absoluta, en su casa no había baño, había que ir al fondo donde el abuelo cosechaba la papa y el
repollo que comíamos. Esto me dio la sensibilidad para comprender estructuras familiares muy pobres. Ahora puedo
estar cómodo en una villa y en Barrio Norte, en Las Achiras y en la Sociedad Central de Arquitectos.

En mi cortísima profesión de arquitecto, que duró poco más de un año, llegué a estar en lugares muy elegantes. Como era
de familia inglesa y además profesor adjunto de Historia del Arte en la Facultad de Arquitectura, me relacionaba con gente
muy sofisticada y también estaba cómodo. Como así también en la clase media a la que pertenezco.

El exilio terminó a mis siete años en Pergamino, ahí me volví a reunir con mis padres. Mi madre era muy simbiótica
conmigo, muy afectuosa, muy acariciadora… me dio una intimidad con el mundo subjetivo femenino muy importante,
esos años, desde los ocho a los catorce fueron años muy felices. Ahí tuve la experiencia de organizar una barra, las
primeras experiencias comunitarias. En el garaje de mi casa hice un club de lectura para los chicos del barrio, ahí
estaban apiladitos, el Billiken, los Patoruzú, los Rico Tipo, la revista Caras y Caretas… Incluso recuerdo que
hacíamos elecciones (por supuesto con lista única, donde yo era presidente). Pero siempre seguía yo con esa falta
fundamental, de ser el semihuerfáno, el hijo de la señora enferma. No olvido que cuando presentaban a todos los
nenes de la casa, yo era el último: “¿Y ese rubiecito pecoso quién es?” “Es el hijo de la señora enferma”. Desde ahí
es que me puedo identificar con los marginados.

De Pergamino volvimos a Capital. A mamá se le estabilizó la artritis y como buena industriosa alemana que era
inventó, a partir de unos palos, rueditas y sogas la posibilidad de seguir atendiendo la casa, hacía la comida aún
estando con muy poca movilidad en una silla de ruedas. Ella me enseñó que todo se puede superar, que hay que
pelearle a la adversidad y no entregarse. La relación con mi madre hasta que murió fue muy intensa. He sido muy
querido por ella y eso me dio una seguridad existencial y ontológica que me permitió explorar la locura.

Después vivimos en Temperley, éramos los “Moffatt de Temperley”, cerca de mi primo Tommy, y después fuimos a
Florida con los parientes alemanes. Ahí se reparó la relación con mi abuela, la “Oma”.

Así me fui haciendo grande, andaba en bicicleta, tenía un perro y estaba mucho en la calle. Después de los diecisiete
entré en un período de mucha introspección adolescente. Empecé a leer libros en forma intensiva: Dostoievsky,
Rousseau, André Gide, los rusos, los alemanes y los franceses, todos los artistas románticos y surrealistas hasta
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Kafka, de quien terminé haciéndome amigo íntimo al leer y releer sus escritos e identificarme con sus bichos
metamórficos y sus escenas fantasmales. Además la relación con mi papá era similar a la de Kafka con su padre. El
mío era autoritario y sometedor, él decidió que yo debía estudiar arquitectura, en segundo año quise cambiarme a
Medicina porque era lo que más me interesaba, pero mi papá era demasiado “convincente” y terminé recibiéndome de
arquitecto por él, pues él había querido estudiar arquitectura pero tuvo que dejar en segundo año (pienso que él creía
que yo era él).

En ese tiempo dibujaba y pintaba mucho, creí que iba a ser pintor o escritor, que iba a ser artista.

¿Y cómo siguió mi vida allá por mis veinte años? Con mucho mundo subjetivo, largas charlas literarias con mi mamá, que
debido a su parálisis leía mucho. Pienso que mi madre se sentía muy frustrada con la parálisis, y entonces necesitaba que
su hijo fuera una especie de Mesías, alguien que reivindicara todo lo que ella no había podido hacer.

Creo que ella me fue induciendo a un camino en el que yo tenía que ser un inventor o algo así, alguien famoso que hiciera
“una gran obra para el bien de la Humanidad”. Yo me sorprendí tomando como ejemplo a Albert Schweitzer, el médico
alemán que se quedó para siempre en el África curando a los negros. Pero a mí me interesaba más curar la locura, y creo
que no estaba tan errado, porque en la familia de mi padre emergió la locura: mi primo Tommy a quien siempre protegí, hizo
un brote esquizofrénico grave a los veinte años, del cual nunca salió. Pobre Tommy, un chico tan suave, tan delicado, tan
fino... a quien los psiquiatras destruyeron con electroshock, insulina, y otras barbaries psiquiátricas. Por eso con la psiquiatría
manicomial tengo una cuestión personal.

La relación con mi padre fue de otro carácter. Él, como buen inglés, solo hablaba sobre el mundo de los objetos, sobre
hechos cotidianos, cómo lustrar los zapatos, con qué pomada y con qué cepillo… nunca me hizo una reflexión acerca de la
vida. No obstante me protegió mucho, pero a cambio del sometimiento, de obedecerle en todo. Él me indicaba por quién
votar, cómo tenía que vestir, cómo tenía que pensar, pero comprendí que el viejo lo hacía desde el cariño y lo sigo que-
riendo. Pero quien controla el afuera no puede controlar el adentro, y yo fui siempre muy rebelde en el pensamiento.

Luego, en una fecha muy precisa, se me reveló un proyecto que organizó toda mi tarea intelectual hasta ahora: fue el 1º de
enero de 1960, acampando en la laguna de Chascomús. Ahí es cuando decido hacer un libro filosófico-poético gigantesco,
que es el Tratado del Mundo, en el que sigo trabajando actualmente, ya van más de cuarenta años de juntar imágenes,
palabras, he llegado a juntar cien mil imágenes y millones de palabras, ya metí todo esto en la computadora, y fue la base de
la gigantesca página web (de tres mil doscientas páginas).

A los veintisiete años me casé, y luego de cuatro años se produjo el episodio traumático que ya relaté, donde comprendí por
dentro lo que es una crisis muy aguda, de desestructuración del yo, que me sirvió mucho después para construir mi Teoría
de Crisis.

A los dos años de haberme separado me vuelvo a casar y tengo los dos chicos, hago una vida familiar buena. Mis hijos se
criaron bien, Luciano, el mayor, es doctor en biología, y de él tengo dos nietas, Julieta, de catorce y Candela, de diez.
Malena, mi hija menor heredó el entusiasmo por el arte, es profesora de flamenco, buena pintora y actriz.

Luego de muchos años, me vuelvo a separar, y me caso por tercera vez. Al cabo de ocho años se vuelve a repetir la
situación de mi primera pareja: ella se enamora de otro señor y se va, pero mi reacción esta vez no es catastrófica, porque
en aquella ocasión ya había elaborado el traumatismo infantil. Después de tres separaciones voy entendiendo la vida,
aunque debería pensar qué es lo que hago yo para que esto suceda. La pareja es un problema difícil, hubiera preferido un
único gran amor pero el destino me dio otra cosa. De todas maneras, he quedado en excelentes relaciones con mis ex-
parejas.

En el año 1970 Ángel Fiasché me lleva con él a trabajar en el manicomio de Nueva York (Brooklyn State Hospital).

Cuando regreso de Estados Unidos hago la primera experiencia importante en un hospicio, que es la Peña Carlos Gardel en
el manicomio Borda y junto mucho material documental. La Peña dio lugar a muchas otras experiencias comunitarias, dio
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los grupos de mateadas, el Psicodrama en forma de teatro popular, las cooperativas de trabajo, y además el libro
Psicoterapia del Oprimido. Muchos emprendimientos en salud mental que hice luego, tienen su origen en esa comunidad
terapéutica.

Desde lo académico universitario fui profesor adjunto en la Universidad de Arquitectura y Sociología, siempre en relación con
ciencias humanas e Historia del Arte.

Durante la dictadura militar dejé de trabajar porque lo comunitario estaba muy perseguido, éramos “subversivos
psiquiátricos”. En esos años trabajé mucho en Brasil, se tradujeron dos libros míos al portugués: Psicoterapia del Oprimido,
que lleva ya ocho ediciones y Terapia de Crisis.

Cuando finalizó la dictadura militar, con su secuela de horror, violencia, torturas y desapariciones, vuelve a salir el sol de la
democracia. Luego de esa tormenta negra y angustiante, poco después de Malvinas, organizamos el Bancadero.
El Bancadero es una mutual de ayuda psicológica alternativa y autogestiva, fue una experiencia muy importante en la que ya
se atendieron más de 35.000 pacientes. En ella están comprometidos más de sesenta Psicólogos Sociales y Psicólogos
Clínicos, y hoy está por cumplir 25 años.

El Bancadero es una comunidad que fue amasada con mucho amor y responsabilidad terapéutica: los grupos terapéuticos,
los talleres de psicodrama, el teatro, el semillero de formación y las fiestas comunitarias. Junto con la Peña Carlos Gardel
fueron mis principales hijos científicos.

En el año 1968 publiqué mi primer libro “Estrategias para Sobrevivir en Buenos Aires” que en su primer mes vendió 10.000
ejemplares. En el ’74, durante el gobierno de Cámpora publiqué Psicoterapia del Oprimido que, naturalmente, tuvo una
buena acogida pero con Terapia de Crisis, publicado en 1982, fue un desastre. No lo leyó nadie, ni el editor. Esto me inhibió
para hacer otro libro por mucho tiempo pero luego de casi veinte años publiqué “En caso de angustia rompa la tapa”.

Durante el ’84 y ’85 fui Director del Asilo de Indigentes de la Ciudad de Buenos Aires. Ahí estuve en contacto con
unos mil mendigos de la calle, organicé una comunidad terapéutica adentro que entró en colisión con los reglamentos
municipales y me echaron. En general, cuando estuve en el estado fracasé, mi estilo es alternativo, autogestivo

He viajado mucho y sigo viajando a Brasil, que conozco desde Porto Alegre hasta Manaos, en el Amazonas. Trabajé
en sus manicomios supervisándolos. El viaje a Europa me sirvió para completar un video sobre marginalidad en la
calle. Tomé registro en Londres, Berlín y París de los marginales, los desplazados, los viejos mendigos tradicionales...
y terminé mi curso de pobreza en la India.

Mi vida intelectual es cada vez más compleja, actualmente soy un referente en los medios para los problemas en relación a
marginalidad y salud mental, violencia, chicos de la calle, catástrofes, etc. Sigo dando innumerables cursos de Primeros
Auxilios Psicológicos en distintos lugares del país.

Mi madre, desde su condición, me inculcó también el preocuparme por los más sufrientes. De chico me fascinaba hablar con
los linyeras. Pienso que no lo hacía sólo por bondad, sino que el marginal con esa riqueza existencial que le da su vida
dramática me enriquecía también mucho. Aprendí muchas cosas de la vida en el fondo del hospicio.

Otro viaje interesante es el que hice a la India, es un país oriental y por lo tanto, vi muchas cosas del mundo occidental a
través de lo contrario, un país no violento, donde la gente no roba ni se droga, me encantó. Aprendí algunas técnicas de los
Sadhus que son los hombres santos. Fui tan lejos para, curiosamente, encontrar esto mismo en Bolivia: un pueblo
trabajador, no violento, sin droga, con una estructura incaica, una cultura ecológica. Son sociedades que no fueron alcan-
zadas por el deterioro de esta crisis de la sociedad occidental de fin de milenio, el post-modernismo con su individualismo
competitivo.

Me ha interesado mucho la rehabilitación de "las causas perdidas” como los psicóticos, los mendigos, los chicos de la
calle… le dan a mi vida un sentido heroico, un sentido épico de la existencia (otra vez Albert Schweitzer o Lawrence
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de Arabia… nuevamente, el mandato de mi madre).

Me conmueve profundamente el arte, mi forma de estar en el mundo es estética. El misterio a develar, que persigue la
ciencia, me produce una intriga y un goce. Esto creo que es la “wissenshaften”, en alemán el amor a la ciencia, que me
inculcó mi madre, ella me dio el permiso a pensar por mí mismo, no estar dependiendo, como muchos intelectuales
argentinos, del último libro que viene de Europa.

Del costado inglés tengo un espíritu darwiniano... de juntar huesos y caparazones para armar la teoría de la evolución, la
diferencia es que yo junto miles de imágenes para armar la teoría de la vida... y creo que con la misma paciencia inglesa.
Hace casi veinte años fundé la Escuela de Psicología Nacional, buscando el significado de nacional por nacer, como el
lugar en que uno nació... de pensamiento independiente, criollo. ¿Por qué nosotros no vamos a tener una psicología criolla?
Actualmente, me dedico fundamentalmente a supervisar, manteniendo la vieja costumbre de recorrer la realidad, a
formar gente, a transmitir experiencias. . . estoy en una etapa de mi vida de sintetizar todas las experiencias para
poder transmitirlas (soy un viejo de setenta y tres años). Sigo investigando la realidad que me parece cada vez más
desalentadora por su injusticia, corrupción y estupidez.

Lo que tiene de positivo la vejez, es que pone en perspectiva muchos problemas que antes parecían muy
importantes. Se simplifica el mundo y va quedando lo que es más sustancial, que es el amor, la muerte, la tristeza y la
alegría, la justicia, el dulce de leche, algún whisky y básicamente, inventar ideas para curar vidas... Es una
oportunidad, también, para ayudar a otros que están recorriendo su camino, avisarles de algunos peligros y
mostrarles el camino hacia algunos lugares tentadores...

Y lo nuevo que viene a mi vida no lo puedo relatar, porque todavía no me sucedió.

ADIÓS, GRACIAS POR TODO


Cuento inédito de un viejo amigo, Marcelo Fox

Me corté los labios al afeitarme. La sangre salía. Era dulce. Me gustaba. Después traté que la pequeña herida se cerrara. No
lo conseguía. Dormí con un esparadrapo sobre la boca. A la madrugada desperté. La almohada estaba manchada de rojo.
Las sábanas. El piso. Miré un espejo. Por la mejilla izquierda se extendían gránulos escarlatas.

Un día u otro habría tenido que suceder. Me lo habían avisado. Una cuestión genética hereditaria, dijeron. Fui al médico.

-Por el momento la única forma de salvación es que le amputemos la cabeza.


-Pero doctor...
-No se preocupe. La ciencia avanza. El cerebro, los ojos y demás centros vitales le serán transplantados a la cavidad
abdominal.

Ahora salgo, aunque nada más que de noche, cuando las gentes tienen menos oportunidad de distinguir que sobre mis
hombros hay solamente un mazacote de yeso reproduciendo rasgos humanos. Desprendiéndome la camisa puedo ver. Me
alimento por el ombligo.

Logro articular sonidos mediante un aparato injertado un poco más arriba. Con algo por el estilo, oigo.

Adaptarse. Resignarse. Una psicóloga me ayuda a ello.

La cosa volvió a comenzar por un pie y una mano del mismo lado. Del mismo lado izquierdo.

Seguir amputando. No veo, no hay otra salida...


-Pero doctor…

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-Cálmese hombre, cálmese, considero que el problema técnico de amputar cuatro extremidades es mucho más simple que
el de separar una cabeza del tronco y trasladar los órganos de los sentidos a...
-Comprendo, quiero comprender. Está bien... Lo que no entiendo es por qué las cuatro extremidades deben de ser...
-Bueno... Es que total tarde o temprano... En fin…Usted sabe como son las cosas...
Perdóneme pero hay otros pacientes que... Venga, salga por la puerta trasera.

Casi inmóvil. En un rincón. La psicóloga me habla de los fines de la humanidad, de las consecuencias siempre funestas del
pesimismo. Me lee también a Parménides. Y me lo interpreta. Si el ser está inmóvil y el movimiento es mera apariencia, para
que preocuparme de mi inmovilidad. Los habla oído nombrar a Freud, Marx, Hegel, San Lactancia, Nietzche, antes de
decidirme por Parménides como más conveniente para mi caso

Lo único que lamento es no poder masturbarme. A veces trato de refregar el miembro contra las paredes. Solo consigo
laceraciones. Me pedí que me castraran. Lo hicieron

-Discúlpeme que les cause tantas molestias, es que...


-No. No se preocupe. Nosotros estamos aquí para ayudarlo.

He acabado siendo un cerebro que flota en un líquido de no se qué color. Solo quedan conectados con el exterior mis
centros auditivos. Oigo una voz que repite los evangelios. Hablan de la fatuidad del mundo y la carne y de reinos
infinitos.

Trato. Debo de estar contento. Se ocupan de mí hasta el fin. En el lóbulo occipital ya empiezo a sentir los síntomas
conocidos. Adiós. Gracias por todo.
Incorporamos al libro un curso de humor surrealista que dábamos en el fondo del Manicomio Borda con profesores
recibidos de esquizofrénicos, paranoicos, obsesivos…
Los alumnos aprendían a ser perfectos esquizofrénicos, paranoicos, obsesivos, etc.

Coordinador General del Curso Dr. Carlos Taffoma


CURSO DE INSANIA INIDE Instituto de Investigaciones Demenciales

PROGRAMA DE LAS MATERIAS

APRENDIZAJE TEORICO-PRACTICO DE LAS PSICOSIS MÁS IMPORTANTES


Seminario de introducción en cinco especialidades

1. INTRODUCCION A LA ESQUIZOFRENIA
 Postura corporal disociada, ejercicios para mover la cabeza sin el cuerpo
 Movimientos rituales con los dedos. Recorridos reiterados –
 Concentración en los propios pensamientos, ejercicios de aislamiento –
 Contestaciones indirectas –
 Descubrimiento de significados ocultos.
 Ejercicios de percepción de voces internas –
 Evitación del robo de pensamiento.
 Ensalada de palabras –
 Invención de neologismos –
 Construcción y usos de máquinas del tiempo –
 Teletransportación –
 Evitación del vaciamiento cerebral –
 Ensayo de brote, vivencia de “fin de mundo” –
 Detección de objetos y animales vivos dentro del cuerpo, cómo convivir con ellos –
 Detección de dobles, extraterrestres y robots humanizados –
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 Inversión del ciclo diurno, ejercicios de insomnio.

2. INTRODUCCION A LA PARANOIA
 Búsqueda de indicios del ataque inminente.
 Cómo detectar el complot –
 Escape de trampas disimuladas –
 Uso de superficies reflejantes para controlar las espaldas –
 Detección de comidas envenenadas –
 Control disimulado del vecino –
 Ejercicios para escuchar pequeños ruidos en la noche -
 Preguntas para detectar profesores falsos y cómo neutralizarlos.

3. INTRODUCCION A LA MELANCOLIA
 Ejercicios para sentirse cada vez más triste
 Lentificación del tiempo –
 Cómo pasarse largos períodos en cama mirando paredes y las manchas del cielorraso –
 Ideas de suicidio –
 Logro de la “facie estuporosa” –
 Cómo sentirse muy culpable de un momento feliz –
 Práctica de rumiación de pequeños recuerdos traumáticos.

4. INTRODUCCION A LAS TECNICAS OBSESIVAS


 Ejercicios de ordenaciones simétricas que se deshacen para volver a hacerlas –
 Limpieza cuidadosa de manos –
 Comprobaciones reiteradas de cerraduras y llaves de gas –
 Corte cuidadoso de papelitos –
 Control de los horarios de los movimientos intestinales.

5. INTRODUCCION AL DETERIORO MENTAL


 Demencia senil:
o Cómo olvidarse de las palabras –
o Ejercicios para no reconocer a los parientes cercanos –
o Cómo perderse en la calle –
o Ejercicios de incontinencia.
 Oligofrenia:
o Aprendizaje de mandados fáciles trayendo bien el vuelto –
o Fascinarse con pequeños objetos brillantes –
o Distintas formas de pedir caramelos –
o Colecciones de papelitos y basuritas valiosas.

SEMINARIOS OPTATIVOS

2 INTRODUCCION A LAS PERVERSIONES SEXUALES


 Opción homosexual tardía:
a) Ejercicios de relajación de músculos esfinterianos
b) Poses femeninas, movimientos de manos.
c) Maquillaje disimulado
d) Uso y elección de vestidos sexys
e) Citas ocultas en baños públicos.
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 Exhibicionismo impune (como descuido) - Voyeaurismo oculto (uso de rendijas).
 Técnicas de masturbación encubierta (mano en el bolsillo) para épocas de escasez.

3 INTRODUCCION A LA PSICOPATÍA
 Cómo “empaquetar” a la víctima.
 Mentiras tentadoras y amenazas indirectas –
 Curso de Play boy, imagen omnipotente, mirada cautivante, seducción, promesas y abandono final –
 Teoría y técnica de la estafa moral (también para uso en política)

8 FOLKLORE DEMENCIAL
 Dibujos herméticos con signos indescifrables –
 Monstruos indefinidos –
 Murales en la pared raspados con clavos.
 Discursos querulantes, cartas al presidente –
 Diálogos internos en voz alta –
 Confección de paquetes con diarios viejos (Tipos de piolín) –
 Construcción de aparatos para controlar el futuro –
 Sobretodo protector para el verano –
 Diseño y fabricación de linternas de rayos cósmicos – Planos de laberintos.

REGLAS PARA ELABORAR UN DELIRIO:


 Elementos y plan del delirio, etapas de cronificación.
 Delirios parafrénicos:
o Electrónicos,
o Místicos,
o Celotípicos etc.

TRABAJO DE TESIS:
 Elaboración del propio delirio –
 Determinación del núcleo delirante en base a traumatismos infantiles del alumno –
 Entrega oculta de la tesis –
 Promoción secreta.

☺Laboratorios Bayerfreud
Prospecto de “Artepidol”®

Droga: Artehaloperidol
Venta: sin receta y sin archivo
Industria: Escuela de Psicología Social sede Patagonia Norte Neuquén Capital.-

Formula:
Cada intervención contiene: Pinceles, Témperas, Crayones, Marcadores, Lápices de Colores, Goma de Pegar,
Revistas, Tijeras, Masa de Sal, Papel Grande, Papel Chico, Lapiceras, Lápiz Negro, Goma de Borrar, Globos, Mate,
Galletitas, Puchos, Guitarra, Grabador, CD’s, Percusión, etc.

Propiedades:
Artepidol es un dispositivo formulado desde la Psicología Social que se recomienda como espacio reparador creativo
de situaciones angustiantes, controlador de ansiedades, es un espacio destinado a una óptima vinculación y fluida
comunicación.
Puede utilizarse inicialmente con asistidos internos para sumar luego ambulatorios. Dicho espacio se utiliza como
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válvula de escape, donde se redescubren las personalidades.- Es una acción terapéutica para el espíritu y un
instrumento de reconocimiento para cada ser humano.
El proceso creativo moviliza la mente y los afectos y eso es lo que se trata de encausar y rescatar mediante este tipo
de terapias que permiten revalorizar la imaginación como instrumento de trabajo.
Este proceso permite reconciliar problemas emocionales, fomentar la autoconciencia, desarrollar habilidades sociales,
manejar conductas, reducir la ansiedad y colaborar con la orientación hacia la realidad, incrementando la autoestima y
encausando proyectos.
Está comprobado científicamente que el “arte” afecta el sistema nervioso autónomo, al equilibrio hormonal y a los
neurotransmisores cerebrales. Con él se produce un cambio en la actitud, en el estado emocional y en la percepción
del dolor, consiguiendo llevar a una persona desde un estado de estrés a otro de relajación y creatividad,
permitiéndole conectarse con la parte más profunda de su psiquis, lugar donde reside el poder curativo que todos
poseemos.

Indicaciones:
El asistido encuentra en el arte y es su capacidad creadora su condición humana.
La creación implica el ejercicio profundo de la libertad y a su vez una modificación de esa realidad que está incidiendo
sobre él. La creatividad es hermana de la subversión (cambio, modificación de estructuras).

Posología y Modo de Administración:


Las dosis sugeridas se ajustan de manera individual para cada asistido dentro de un contexto grupal, donde cada
asistido “es” con el otro e inicia su resignificación como sujeto a través de la creatividad.
Se recomienda utilizar Artepidol bajo estrictas recomendaciones de:
 Ganas de estar, y lo mejor, ¡Participar!
 Respeto por el compañero
 Democracia a la hora de elegir grupalmente
 Responsabilidad
 Igualdad
 Trabajo con humor y tolerancia
 Escucha atenta

Efectos colaterales:
No se registran efectos adversos.-

Precauciones y Advertencias:
La mayoría de las drogas psiquiátricas son neurotóxicas, producen en mayor o menor grado una incapacitación neurológica
generalizada.
Detienen las conductas que disgustan a algunos, incapacitando a la persona, que ya no puede sentirse enojada, infeliz, o
deprimida, pero ¿Podemos llamarle a esto curación?...
Artepidol no pretende curar a nadie, sólo alivia angustias e intenta armar el presente en busca de la visualización del
proyecto de vida.-

Contraindicaciones:
Artepidol esta contraindicado en toda persona que crea pertenecer a la clase de los “privilegiados normales” y opte por
mantenerse lejos del padecimiento social porque contagia y perjudica su excelente desempeño de estados modelo.

Sobredosis:
En caso de sobredosis se recomienda seguir suministrando Artepidol.- No pierda su tiempo llamando a ningún centro de
intoxicaciones, disfrute del placer de sentirse un sujeto social asistido y reconocido como tal.-

Presentaciones:
Artepidol se presenta en 3 envases:

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Humor y Creatividad con núcleo Psicótico (Maty). Creatividad y Desestructura con núcleo depresivo (Rulo). Organización y
Racionalidad con núcleo histérico (Caro).

Condiciones de Almacenamiento
Conservar en el corazón.-
A temperatura ambiente y con mucha luz.-

Precauciones:
Mantener al alcance de todos, incluidos los niños.-
Ante cualquier duda consulte a Operadores en Salud Mental

Especialidad Terapéutica Autorizada por:


Enrique Pichon Rivière, Alfredo Moffatt, Carlos Sica, Marisa Wagner, Patricia Caporalín, Teresa Rodas, Vicente Zito Lema,
Fabio Lacolla, Liliana Beraldo, Juan Diaz, Darío González, Javier Salinas, Laura Corihuala, fundamentalmente a nuestros
compañeros asistidos por permitirnos ARTEPIDOLEAR con ellos y a todos aquellos coordinadores y compañeros que han
participado de nuestro “Enseñaje”.

Información al Asistido:
Artepidol informa que el cambio producido en el producto y/o en el diseño de su embalaje no modifica las propiedades
terapéuticas del mismo.

Elaborado en el laboratorio social: de la Escuela de Psicología Social Sede Patagonia Norte, Olascoaga 245 código
postal 8300 Neuquén Capital.-

Información al Lector:
El enfermo mental es un estereotipo. Una clasificación anormal dentro de una normalidad hipócrita.
Invitamos a todos a desmitificar la Salud Mental y a responsabilizarnos por la Salud Social en todos sus aspectos.
®Marca Registrada

El Artepidol es una creación de Rulo, coordinador de nuestra escuela de Psicología Social de Neuquén.

INDICE
Para qué este libro ……………………………………..1
Introducción……………………………………………...3
Las tres aperturas……………………………………….4
Epistemología de la teoría de crisis …………………12
Proceso de vida……………………………………… 23
Psicopatología ………………………………………. 33
El psicópata, la subjetividad vacía ………………… 40
El proceso terapéutico …………………………….... 50
Los cuatro pasos …………………………………….. 61
La muerte y los duelos …………………………….. 77
Violencia juvenil …………………………………….. 88
La droga como síntoma social…………………….. 92
El docente en riesgo ……………………………….. 97
Terapia y socioterapia en Cromañón ……………. 103
Antropología de los chicos de la calle ………….. 109
Civilización y barbarie ……………………………. 118
Análisis psicosocial del tango ……………………. 129
Paradigmas en psicoterapia ……………………… 134
La ciencia no es inocente ………………………… 141
Vida de Moffatt ……………………………………. 143
Adiós, gracias por todo …………………………….150
Prospecto de Artepidol ……………………………. 152
Curso de Insanía ………………………………….. 155

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CAPITULO 4
PSICOPATOLOGIA .
Modos de enfermar

En la Terapia de Crisis el interés se centra en la resolución del problema y no en el análisis del diagnóstico. Este capítulo de
Psicopatología analiza los cuadros de despersonalización, depresiones, fobias y las psicopatologías de acción que aparecen
en las épocas de crisis social y en los grupos de riesgo.
De todos modos describiremos brevemente los cuadros estabilizados y crónicos que no son patologías de crisis como la
histeria y la neurosis obsesiva. En los que nos parece indicada la terapia psicoanalítica pues necesitan desarrollar una
neurosis de transferencia y un largo proceso de análisis.

1 Depresión
Cuando falla el mecanismo que transforma la pérdida en recuerdo se instala el fantasma de la depresión. El depresivo se
vincula con un fantasma que es alguien que está y no está. Como queda abrazado a lo perdido y pierde los brazos para
vincularse con personas reales, vive en el pasado.
Las causas pueden ser de dos tipos: una por pérdida traumática (orfandad, pérdidas importantes que no tuvieron el proceso
de duelo, que no pudieron llorarse y compartirse) y la otra es por no haber tenido un hogar donde se le enseñara el deseo, la
exploración del mundo, sólo aprendió la desesperanza, son familias grises, escuelas de frustración.
El diálogo es interior y tiene como argumento el reproche o la culpa. El mundo le es ajeno y lejano, su percepción es endo-
perceptiva (está dirigida hacia adentro).

2 Paranoia
En cambio, el vínculo paranoide, es el miedo. Se presenta con alarma, es exo-perceptivo (dirigido hacia afuera). El paranoico
está muy atento a lo que va ocurrir. Es un vínculo adelantado en el tiempo. Está controlando qué vas a hacer, pregunta
“¿Porqué me estás mirando?”, "¿Porqué te pusiste la mano en el bolsillo? ¿Qué vas a sacar?" Está alarmado. El argumento
vincular es atacar o huir.
Hoy tenemos en todo Buenos Aires un clima paranoide por los asaltos y la ansiedad del futuro, tenemos un tono muscular de
contracción que desgasta porque consume mucha energía. Es como trabajar el doble. Contraigo el brazo porque tengo
ganas de dar un golpe, y tengo contraídos los músculos para hacerlo, al mismo tiempo para no hacerlo contraigo los
músculos contrarios, esto consume doble energía. A este estado se lo denomina estrés.
Cuando el futuro no puede organizarse en base al deseo se genera la estructura del miedo para que no quede el futuro
vacío, para tapar este vacío “lo llenamos de miedo”, si se nos desvanece el deseo, “la zanahoria” (que es un recuerdo
placentero) colgaremos del hilo que hace caminar al burro, una araña (que es un recuerdo doloroso), que configurará un
futuro temido que organiza una dirección aunque luego no la podemos recorrer porque nos da miedo. Por lo tanto el
paranoide queda paralizado, el diálogo básico es externo, atacar o huir. El mundo es un campo de batalla.

3 Fobias
El fóbico es el hermano menor del paranoico, el paranoico siente que todos lo persiguen, percibe el mundo como peligroso,
en cambio el fóbico especializa y discrimina al perseguidor, pueden ser los perros, la oscuridad, algún insecto, las mujeres,
las alturas, los encierros claustrofóbicos; tienen la fobia ubicada en un lugar y pueden manejarla, evitan eso y van tranquilos,
no van donde hay perros, prenden todas las luces y más o menos la controlan. A veces lo logran con un acompañante
contrafóbico, salen con determinado objeto o persona y se sienten tranquilos.

4 Histeria
Es un trastorno usual en la mujer que también se da en el hombre. En ambos casos la estimulación erótica que prometen
resulta frustrante a la hora de la resolución sexual (en criollo: “calienta la pava y no toma el mate”). Puede presentarse la
despersonalización en las crisis histéricas como también trastornos físicos como desmayos, sensación de frío intenso,
paralización. En los cuadros graves se acerca al trastorno esquizofrénico y en este caso se habla de psicosis histérica. El
tratamiento de prescripción es el psicoanálisis, recordemos que la histeria es el cuadro central de la psicopatología freudiana.

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Es, más bien, un cuadro de la burguesía. Podemos decir que requiere de un escenario elegante. En la villa el juego histérico,
que es escena y seducción, no se puede mantener porque las necesidades son muy concretas y no permiten darse ese lujo:
se mueren de hambre o la violan. La histeria era funcional en los grandes salones vieneses o actualmente en shopings
lujosos.
El sexo se representa y no se presenta, no llega a la consumación, porque la seducción histórica es hacia el padre; cuando
se acerca la consumación sexual aparece el tabú del incesto que la impide y el juego termina en frustración. Es un cuadro
que nace de la represión de la sexualidad como ocurría en la sociedad victoriana.
Aclaramos que la persona no está mintiendo sino que cree en su representación, entra en lo que se llama trance histérico.
Por eso Freud, en los primeros tiempos trató las histerias con técnicas de hipnosis, induciendo el abandono del síntoma.
Tiende a generar conflictos triangulares por sus orígenes edípicos (la seducción al padre y la competencia con la madre).

5 Neurosis obsesiva
Tiene características opuestas a la histeria, la expresividad es mínima. La patología está centrada en los rituales obsesivos
que controlan el entorno. Si en la histeria puede hablarse de una máscara, en la neurosis obsesiva sirve la imagen de la
calesita que da vueltas continuamente, parece que avanza pero no va a ningún lado.
El obsesivo ordena pero no organiza su tarea, desarrolla actividades inútiles porque repite estereotipadamente sus
maniobras. Están siempre abriendo y cerrando la llave del gas hasta que se quedan con la llave en la mano. Son pacientes
angustiados y tensos.
Si la histérica puede resultar estimulante porque necesita seducir a su público o entorno, el obsesivo produce aburrimiento,
es inexpresivo, un verdadero plomazo. Los dos cuadros desean retener el tiempo evanescente, la histérica representando su
escena una y otra vez y el obsesivo repitiendo su ritual sistemáticamente. Los dos impiden la sensación existencial de
pérdida pero al costo de no vivir vínculos reales.
En su base son dos mecanismos psicológicos fundamentales para la vida social siempre que no se hipertrofien como
enfermedad. El núcleo histérico permite la capacidad de ser expresivos, de demostrar emociones y con el núcleo obsesivo
podemos organizar adecuadamente la realidad.
Tienen que ver con amor y trabajo que son las dos piernas para el viaje de la vida.

6 Personalidad confusa
Es el otro extremo de la neurosis obsesiva. Es la persona que vive en medio del caos, donde no puede hacer planes ni
ordenar su mundo. En este cuadro todo es imprevisto y desconcierta a los demás. Estas personas viven con un gran monto
de angustia por la continua vivencia de una catástrofe incontrolable e imprevisible.

7 Simbiosis
También es importante en la patología del vínculo, la simbiosis (no nos referimos a las simbiosis funcionales sino a aquellas
intensas donde cada uno mutila las funciones del otro). En los casos de simbiosis agudas, entre las dos personas hacen sólo
una, pues ninguna de las dos adquirió autonomía yoica. “Se puede estar solo de tan cerca”.
Un ejemplo son las parejas sado-masoquistas donde el que hace el papel de víctima está utilizando al victimario para cumplir
con su propia escena.

8 Brote psicótico
En el brote psicótico el enfermo habla desde una significación distinta a la nuestra, dice una palabra que para él tiene
una significación delirante, por ejemplo: cree que la palabra perro puede morder, no discrimina entre el signo y lo que
señala. Esta omnipotencia de la palabra está presente también en la infancia y en los rituales mágicos donde una
palabra secreta puede enfermar o matar.
El brote genera un sentimiento de vacío inaguantable donde el paciente siente que queda cósmicamente solo.
Entonces crea su delirio que le permite vincularse con alguien, que muchas veces es un perseguidor que puede ser
un marciano o un monstruo. En el delirio paranoide, el perseguidor lo controla, con lo cual él se siente mirado y vuelve
a existir. Además tiene un otro con el que puede dialogar aunque sea delirantemente.
Hacen ensaladas de palabras, las pegan de cualquier manera y resultan creaciones a veces muy hermosas. En el
fondo del Borda trabajábamos la poesía psicótica, unen palabras mejor que Neruda. Crean neologismos que son
nuevas palabras inventadas. Cierta vez estaban describiendo un asesinato, vi en la pared del Hospicio el dibujo de un
cuchillo con sangre y abajo decía “cuchangre”, me pareció espantosa esa palabra porque sintetizaba las dos cosas en
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forma de pensamiento primario. ¿Se puede aludir a un asesinato con mayor economía que la palabra “cuchangre”?
(cuchillo y sangre).

9 Esquizofrenia Mensajes paradojales


La madre del esquizofrénico es muy especial. Según la teoría sistémica que se basa en la teoría comunicacional, para
fabricar un esquizofrénico es necesario que la madre le dé mensajes absolutamente paradojales, le interprete la realidad de
otra manera y además exija que el niño acepte esa definición. Suelo dar como ejemplo el caso de una madre que trae a la
consulta a su hija con un brote esquizofrénico. La hija dice: “Mamá, traeme el saco porque tengo frío” la madre le contesta:
“Vos no tenés frío, tenés hambre”. No acepta lo que ella cree. Si dice: “Tengo rabia”, la madre contesta: “No, yo se que vos
estás triste”. “¿No va a saber tu madre lo que te pasa?” Continuamente la define como otra cosa de lo que es y la chica
empieza a decodificar de manera distinta. Si de niña le pregunta: ¿Por qué papá me mira con rabia? Puede ser que el padre
realmente se sienta desplazado. La madre le dice: “¿Por qué decís eso? ¿por qué sos tan mala? Vos no lo querés a papá”.
Luego cuando alguien la mire con rabia, ella va a creer que no la quieren. Si la hija pide aclaración, la madre le contesta: ¡No
seas insolente con tu madre! No acepta nunca la rectificación del doble mensaje. En teoría de la comunicación se llama
double bind, doble atadura, se dice algo en un nivel y en otro nivel lo contrario y se impide señalar la contradicción. La madre
se conduce como si la hija fuera una prótesis suya, no acepta que ese ser es un existente independiente.
Otro ejemplo de mensaje paradojal sería el de una esposa que le dice al marido: ¡Tenés que ser más varonil! ¡Te ordeno que
vos seas el que manda acá! El marido piensa “si ella me ordena que yo mande, en realidad está mandando ella”. También el
caso de un sargento que le dice al soldado: “Le ordeno que me desobedezca!”. Y si el soldado dice: “Sargento, me está
ordenando algo contradictorio”, la nueva orden es: “¡Obedezca, soldado!”. En todos los casos el pedido es incongruente en sí
mismo. Esto lleva a la paralización porque cualquier cosa que se haga está sancionada, la comunicación es una trampa.
Para que esta modalidad comunicativa que llamamos doble vínculo sea patológica y que acompañada por otros factores
produzca una esquizofrenia, tiene que estar dentro de una relación intensa, de sobrevivencia. Como la relación que tiene el
niño con los padres.
Si la madre sonríe y le dice: “Yo te quiero mucho” pero lo empuja y cierra la puerta, el pibe no sabe si lo quiere o lo que
quiere es echarlo. La clave esta en afirmar algo y en otro canal calificar negativamente lo anterior. En este caso, en canal
verbal “te quiero” y en canal gestual lo empuja.

10 Los Moffatts
De la familia inglesa de los Moffatts, densa como toda familia, dos fueron a parar al hospicio: Tommy mi primo y Freddy, que
soy yo. A él le tocó delirar y a mí curar. En el Borda descubrió que al Pato Donald lo habían secuestrado y que el dibujo
actual era un doble, un impostor. En realidad, el dibujo venía realmente distinto, antes lo dibujaban en Estados Unidos, en
Disney y después lo empezaron a dibujar en la editorial Abril, Tommy, además era amigo del padre de Batman. Para explicar
esta modalidad delirante analicé la historia familiar recordé que mi tío era muy loco, un obsesivo grave que lo castigaba en
forma sádica, en la infancia mi primo se sentía muy solo y desamparado y se refugiaba en las historietas porque ese mundo
era protector para él. Entonces cuando de joven hizo el brote, descubrir que habían secuestrado al Pato Donald era terrible
porque creía que después lo podían secuestrar a él, ya que estaba identificado con el pobre Donald. Uno puede decir que
Donald es un dibujo pero no, para el loco lo que simboliza y lo simbolizado son la misma cosa, para un psicótico la palabra
perro muerde. Tommy sólo pasó unos meses en el Borda, el Vieytes, que así se llamaba a principio de los sesenta. Después
tuvo una larga vida de investigaciones delirantes, fue amigo de Pichón Rivière y actualmente está jubilado de loco. Todos
estos años fui su primo protector y discípulo de sus teorías surrealistas. Tommy y Pichón fueron mis dos maestros en
esquizofrenia.
Mi primo Tommy decía que se volvió loco por comer maníes, lo descubrió en el manicomio porque maní-comió…

11 Presos por inocentes


Los locos son inofensivos, si se enojan te amenazan con un tomate radioactivo, hacen disparates pero son la gente más
inocente y menos peligrosa que hay. Hace 30 años que llevo a cientos de alumnos a observar y a trabajar en Comunidades
Terapéuticas en el Hospicio Borda y nunca pasó nada desagradable. Son cariñosos, gente muy olvidada. Los locos que
están adentro del Hospicio son los que se dejaron agarrar, no hacen daño, viven en su mundo. En cambio, los peligrosos
están afuera, son los psicópatas, represores, estafadores y asesinos de este sistema económico genocida, que no terminan
en hospicios sino en el poder.

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12 El no tiempo
Los locos fuman para matar el tiempo. Le pregunté a un compañero internado: "¿Porqué fumás?". Me dijo: "Para hacer
tiempo". Me pareció algo exacto. Ahí no existe el tiempo, están condenados a “tiempo forzado”. Afuera, usamos el tiempo
para amar y trabajar, allá adentro no existe ni familia ni trabajo y el tiempo se transforma en un infinito vacío.

13 Secreto e identidad
Tu identidad más profunda está armada alrededor de tu último secreto, es ese que nunca podés comunicar porque si lo
hacés te das vuelta como un guante, se te disuelve la identidad en el otro porque ese último secreto es lo que te diferencia
en este Universo. Esto es muy importante y muy angustiante para el esquizofrénico, que teme que si se comunica, el otro
puede absorberlo, ya que su último secreto es muy lábil y si lo entrega se disuelve en el otro. Por eso en la terapia hay que
proteger al paciente de sus temores razonables de que le ocurra esto, hay que asegurar que él puede guardar ese último e
íntimo secreto.

14 Arsenal psiquiátrico
La psiquiatría organicista represiva tiene un historial de crueldades muy parecidas a las utilizadas en los centros de tortura
durante la dictadura militar. En el siglo XIX, el ahogo provocado con chorros de agua helada producía la apnea, el paciente
sentía que se moría, era una forma de terapia, en la ESMA se llamaba “el submarino”. El shock insulínico produce un coma
físico con vivencia de muerte, después para sacarlo del coma les dan por sonda jugo de naranja con azúcar. También el
electroshock lleva a una pérdida angustiante de conciencia y a fuertes convulsiones. Se suponía que si alguien
experimentaba una vivencia de muerte se le ordenaba la realidad. Estos psiquiatras partían de una suposición fundamental:
“El miedo cura” y en realidad el miedo paraliza y sólo lleva a obedecer, a “portarse bien” socialmente frente al poder.
Existe además el arsenal represivo de los psicofármacos en grandes dosis, el chaleco, el electroshock y finalmente si el
paciente se sigue resistiendo a “portarse bien”, la lobotomía.
Pero aceptamos que en casos agudos los psicofármacos actuales son convenientes para bajar el nivel de angustia y permitir
la psicoterapia, esto es así siempre que se usen en dosis bajas. Nunca para dejar al paciente duro y babeando porque en
este caso volvemos a la psiquiatría represiva, es el caso de la impregnación por altas dosis de psicofármacos.

15 El psicópata
Está vacío subjetivamente, actúa, manipula a los demás. Aprendió a manejar el mundo, no configuró en su infancia un sí-
mismo, un yo íntimo, es pura exterioridad. Es lo opuesto al psicótico, es muy peligroso ya que no tiene posibilidad de
identificación, podemos decir que en vez de corazón tiene un agujero, no puede sentir empatía, deprimirse ni tener culpa. Por
eso puede hacer cualquier cosa, él se siente objeto, de niño lo trataron como cosa, viene de una familia muy enferma, por
eso trata así a los demás. Si alguno de nosotros quisiera hacer una maldad extrema y quisiera torturar a otro, cuando la
sangre brota y el otro grita, es probable que nos desmayemos, no podemos evitar la identificación, o sea pensar: “mirá si me
lo hacen a mi”. En cambio, el torturador, que es un psicópata grave, dice: “Dale más voltaje porque ya trajeron la pizza…”.
El psicópata tiene la mirada fría, sin arrugas, es como de acero. Hace que la víctima se entregue sola, la manipula
psicológicamente como la víbora al pajarito, la seduce con la escena deseada y la amenaza con la escena temida que
adivina en la víctima.
Su placer mayor es el sometimiento, quiere obtener y poseer al otro pero no puede gozar con el amor. Estas personas son
peligrosas y poco o nada recuperables. ¿Para qué las describo? sólo para que nos defendamos de ellos. Antiguamente se
los llamaba “locos morales” pero sólo se pensaba en los delincuentes carcelarios, algunos de los cuales tienen fuertes
rasgos psicopáticos.
Un ejemplo de psicópata puro es un torturador. Los genocidas como Videla, Massera, no se arrepienten y dicen: “Fue por la
Patria”. Si alguien le pregunta: “¿Pero usted cortó el bebé en pedacitos…?”. Seguramente va a contestar: “Si, pero fue para
defender a la Patria”.

16 Hábil manipulador
Decía arriba que de niño el psicópata fue tratado como un objeto y no como sujeto. La familia lo construyó como cosa.
Cuando tenía angustia, le decían: "andá a pegarle al vecino", donde se sustituye la emoción por un acto. No cualquiera se
hace psicópata, hay que tener una gran capacidad de observación, de manipulación. Un bruto cualquiera, que sólo pega, no
es psicópata, es sólo una personalidad agresiva, epileptoide o paranoide, desgraciadamente los psicópatas son
inteligentes… inteligentes hijos de puta.
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Un psicópata se presenta como una persona lúcida. Puede ser seductor y amable pero está manipulando y es muy
peligroso. En cambio, el psicótico es alguien confundido. El psicópata “te empaqueta fríamente”, en los casos graves es un
asesino serial.
Es admirable la precisión que tiene en el manejo de la realidad, construye un juego de ajedrez. No agarra un garrote y te da,
hace que el palo te lo des vos mismo, te manipula mentalmente y te destruye. Es como la serpiente con el pajarito, que lo
paraliza y después se lo come.

17 Shock psicológico
A una persona que está en situación de shock psicológico agudo no le podemos hablar, quedó detrás de las palabras y
suelen ponerse en posición fetal, lo que indica que está regresado. Para estos casos hay maniobras corporales como el
abrazo de contención. Si está en pánico agudo, debe ser atendido con una técnica corporal llamada “maternaje”, que
consiste en abrazarlo casi como a un bebé por su regresión aguda. Incluso hasta se mea y se caga, lo que indica que
regresó antes del control de esfínteres. Luego irá volviendo a la realidad gracias al proceso terapéutico, que por etapas
sucesivas lo lleva a su edad actual.

18 Abuso sexual en menores


Las malas experiencias como un abuso sexual en la niñez pueden después traer problemas en la sexualidad adulta. Lo
curioso de la mente es que se puede reparar lo sucedido, se puede modificar el pasado. Cuando soñamos podemos volver a
la profundidad del inconsciente y con técnicas de ensueño dirigido y psicodrama podemos revivenciar con plena sensación
de actualidad aquel hecho doloroso. A través de una catarsis, se externaliza el recuerdo, se pone en palabras y se entiende
el traumatismo.
Los abusos sexuales en los niños son muy confusos, ambiguos y paradojales porque el que tiene que proteger es
justamente el agresor. Muchas veces la madre es cómplice y dice: "Eso no pasó, mentís". Con lo cual la nena cree que está
loca, porque la mamá es la que le define la realidad. El mundo se convierte para la criatura en algo que no comprende. A
veces la madre le dice: "Vos lo provocaste", esto es muy frecuente, y entonces la nena cree que es puta, aunque sabe que
no sedujo y se confunde. Por eso, este tipo de experiencias traumáticas a edades muy tempranas dejan huellas profundas.
Es algo que sucede de noche y es ocultado en el día. Está inscripto en la nocturnidad y por eso es muy confuso. Durante el
hecho hay conciencia crepuscular en el niño o niña. No entiende bien si ocurrió o no. He tenido casos graves donde en la
cama de la nena apareció semen y cuando le cuenta a la madre, ella le hace creer que se volcó el te con leche. Cuando la
víctima del abuso es nena y se hace adulta, desarrolla síntomas mutilatorios de su sexualidad como frigidez o vaginismo,
que es la contracción espasmódica de la musculatura vaginal que impide la penetración. Para curarlo se debe revivir
dolorosamente la escena con técnicas de regresión, ensueño dirigido o psicodrama para luego poder verbalizarlo. Podemos
decir que es algo que no supuró en su momento. Es como un absceso con pus, hay que punzarlo para que salga la infección
y se cure.

19 El amigo Frankestein
¿Quién fabrica a su perseguidor? Uno mismo construye su monstruo. Si entra Frankestein y le digo: “Pasá flaco, sentate,
tomá un cafecito, mirá cómo estás, arreglate un poco, peinate mejor…”. Yo creo que con esto Frankestein desaparece, él
existe porque cuando viene yo huyo y es mi huida lo que lo transforma en Frankestein. Él perseguía a la gente porque todos
se escapaban y él sólo quería hablar con alguien. Creo que después de ese diálogo Frankestein terminaría llorando y
diciendo “nunca me convidaron un cafecito”. Es el tema de besar al sapo para que se transforme en príncipe. El amor
embellece.

20 Provocar lo que se teme


Me vino a ver un paciente preocupado porque cada vez que entraba a algún lugar concurrido como un bar observaba que
extrañamente todos lo miraban. Él no entendía cuál podía ser la razón del comportamiento de los demás.
Le pregunté cómo se daba cuenta que todo el mundo lo miraba. Me contó que se sentaba generalmente en el centro del
lugar para desde allí controlar minuciosamente a cada uno de los presentes y al rato advertía que comenzaban a mirarlo
todos.
Yo le dije que si me siento en un bar y miro hacia todos lados, inmediatamente me convierto en sospechoso, puedo ser
tomado por un policía o un ladrón. Lo miraban porque estaban alarmados, él inducía el comportamiento de los demás.

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Es como si alguien fuera caminando por la calle atajando golpes imaginarios. Seguramente antes de la tercera cuadra
alguien le mete una piña.

21 El síntoma es defensivo
Observamos frecuentemente que en la historia de los chicos adictos no ha habido afecto en sus vínculos infantiles. Tiene la
vivencia de vacío existencial, llamado síndrome de vida vacía. Muchas veces la droga da una salida a esa situación, aunque
el remedio termina siendo peor que la enfermedad.
Siempre que alguien hace un síntoma, lo hace para protegerse de algo peor y para modificarle ese mecanismo, antes
tenemos que darle otra cosa en sustitución. Cuando le pregunté a un chico de la calle, se llamaba “Huesito” (podemos
imaginar la razón) por qué se daba con el Poxi, me dijo: “Yo duermo donde vos caminás, ¿querés que me vuelva loco?
Dame una casa y yo dejo el Poxi”. El pegamento era la defensa ante la vivencia de vacío

22 Deprivación social masiva


Si el humano queda totalmente solo deja de existir. Lo de Robinson Crusoe es una ficción, estuvo 20 años en una isla
desierta, a los seis meses cualquiera se vuelve loco. Como era inglés podía durar un poco más, si hubiera sido italiano, vive
una semana. Hubiera hecho un delirio, y como era religioso, un delirio místico.
El buzón es un lugar de castigo que toda cárcel tiene, al que los presos temen más que a la paliza. Está muy aislado, no se
oye ningún ruido, a oscuras, es un lugar pequeño en el que entra una sola persona. Cuando los presos son metidos allí,
sienten que desaparecen. Al poco tiempo de estar solos, sin ver ni oír nada, comienzan a delirar.

IEL ESQUEMA EN CRUZI

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El esquema en cruz es un recurso gráfico por el que se representa en un diagrama la relación entre tiempo y cul tura: la
temporalidad en el eje horizontal, la cultura en el eje vertical y en el centro el presente, que es la síntesis del yo como
esquema de salud (la identidad) y el vacío de la fragmentación como esquema de psicopatología. El diagrama sirve para
visualizar las relaciones que tienen entre sí las cinco estructuras de personalidad básicas y los cinco cuadros
psicopatológicos más importantes. Las primeras se determinan de acuerdo con nuestro planteo recorriendo el tiempo de
ayer a mañana pasando por el presente gracias al sostén de las funciones de vínculo y de estructura. Y en el mismo cuando
enferman, se producen los cuadros psicopatológicos de depresión, paranoia, esquizofrenia, histeria y neurosis obsesiva.
Este esquema luego va cobrando mayor complejidad con las relaciones en detalle del proceso de la enfermedad, y permite
ganar en economía de pensamiento, pues se trata de un esquema conceptual y de diagnóstico, que opera organizando la
sintomatología del paciente. De acuerdo con la fórmula más sintética, la cruz expresa: "Puedo saltar del pasado al futuro
sostenido por vínculos y estructuras, que son familia y trabajo”. De este modo se sintetizan los cuatro extremos de la cruz; en
el centro se ubica el vértice del núcleo del yo: el yo sano, como síntesis de las dos oposiciones vínculo estructura y
pasado-futuro. Y el yo enfermo, como el fracaso de esa síntesis, que tiene como consecuencia la fragmentación. En este
caso en el lugar del ser hay un agujero, un vacío, desapareció toda la cruz (pues ella sostenía el yo).
LAS DOS DIMENSIONES DEL YO (ESPACIO Y TIEMPO)
En el esquema en cruz podemos considerar al eje vertical como el eje del espacio (o de la cultura) pues en él están ubicados
los dos diálogos reales del yo, con las personas y con el campo, ambos en la dimensión de lo concreto, de la realidad
material, en el área de la energía.
El otro es el eje del tiempo (o de la subjetividad), con los otros dos diálogos del yo, estos imaginarios, con el yo sido y el yo
por ser, es decir con su pasado y su futuro. Estos diálogos son internos del yo, en lo simbólico, es decir en el área de la
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información. De modo que los dos ejes podrían llamarse del Espacio (energía) y del Tiempo (información). Aquí vemos que
estas dos dimensiones perpendiculares entre sí (espacio y tiempo) nos ayudan a separar más claramente las dos funciones
del yo en relación a ser y existir, esto es considerando que primeramente el núcleo del yo debe discriminarse del no -yo (el
entorno que lo rodea) y luego, y no menos importante que esto, es asegurar su continuidad a través de las transformaciones
de lo real. Vemos así que se es en el espacio y se existe en el tiempo. Este segundo eje, el horizontal, es privativo del
hombre, sólo él se autopercibe existiendo, el animal sólo es en cada instante a través de una conciencia puntual, no puede
acceder a lo simbólico, al mundo de la información, diríamos que sólo vive en el espacio, en el presente (en el eje vertical).
La propuesta de la teoría temporal del psiquismo es repensar todas las funciones del psiquismo respecto a que aseguren
esto, a pesar de que los vínculos (amor-odio) ponen en peligro la discriminación del yo por los mecanismos de
identificación-proyección, y que las transformaciones de la realidad (y de la propia biología, el crecimiento) ponen en peligro
la continuidad de la autopercepción.
Respecto ahora al concepto de identidad proponemos que ésta sólo se asegura en la suma de ser y existir, sólo puede
hablarse de identidad cuando un yo discriminado se percibe dentro de una historia, dicho de otra forma la persona debe
constituirse simultáneamente en las dos dimensiones: espacio y tiempo, o sea como energía y como información lo cual no
es otra cosa que la vieja distinción entre cuerpo (energía) y mente (información).
Por lo anterior podríamos considerar dos grupos básicos de defensas respecto a asegurar la identidad: defensas de la
discriminación del yo y defensas de la continuidad:
DISCRIMINACION: está en relación con ser y se constituye por oposición al no yo, es decir al mundo, que según nuestro
esquema es la suma de los vínculos y el campo (simbólico y material). La mirada del otro me define y también lo hace el
entorno donde vivo.
Por ejemplo los tabúes de tocar de las sociedades ecológicas están en relación a separarse, discriminarse de personas y
lugares.

CONTINUIDAD:
Está en relación con existir y se configura cuando ese presente que se está viviendo es un eslabón en una cadena histórica
como un pasaje de ayer a mañana. El presente (lo real) se opone a lo imaginario. En este caso los tabúes de hacer (las
prohibiciones) protegen de realizar actos que discontinúen la realidad.
Pero finalmente debemos tener en cuenta que alguien es a través de su historia, de modo que las dos defensas de la
identidad son en lo más profundo una sola y sólo es conveniente separarlas para comprender cierta patología y por razones
de mejor distinción didáctica.
Ahora podemos decir que la trama cultural consiste en someter la energía a la información, el acto al símbolo, en síntesis
hacer que el espacio sea atravesado por el tiempo.
Pero no debemos perder de vista que a su vez el tiempo es simplemente la información de estados pasados del espacio, de
modo que cada dimensión define la otra, el análisis de sólo una de ellas es posible por una disección conceptual.
En todo el mundo animal la exploración del medio y la interacción con otros de la misma especie, son necesidades básicas, y
podemos decir que la búsqueda de COMIDA-HABITAT (energía y protección) y la actividad SEXO-AGRESION
(reproducción y competencia) son las dos interacciones con el mundo circundante que mantienen vivo al individuo. Estas
necesidades las compartimos con los animales. Pero en el hombre se agrega una necesidad más, que nos permitió el salto
cualitativo a los humanos y que es la capacidad de autopercibirse dentro de una historia singular, que es su destino, su
identidad. Gran parte de lo que hacemos en la vida es para asegurar esa singularidad, esa discriminación, que además para
constituirse, debe ser vista (aceptada por los otros). Por eso el terapeuta debe ayudar al paciente a rescatar su singularidad.
La historicidad del yo, o sea la identidad, es una suposición puesta en peligro por la mirada de los otros que me pueden
definir de distinto modo, y por las transformaciones del mundo real que me colocan en un campo desconocido. Por esto la
continuidad del yo no es algo "natural”, asegurado, sino que es el resultado de una continua lucha contra la entropía
(tendencia desorganizadora del devenir). Esta es una lucha colectiva pues entre todos hemos creado las tramas objetivadas
de continuidad (las reglas de lectura y operación de la realidad, es decir la cultura).

LA IDENTIDAD
El proceso de individuación es una tarea de integración. Es necesario armar una historia con lo que me pasó, yo voy a ser la
suma de lo que hice, pero debo elegir el sentido en que voy a "leer" mi vida. Se trata de algo así como el hallazgo de una
clave de mi historia.

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Un día nos damos cuenta de que estamos metidos dentro de una vida y que no podemos salir de ella. Debemos cumplirla,
también inventarla y encontrarle un sentido y para ello la única posibilidad es conocer y aceptar "todos los que yo fui", desde
"el que soy ahora" y elegir un "yo que quiero ser" para hacer que mi presente sea atravesado por una historia.
En su lucha por permanecer discriminado el núcleo del yo debe enfrentar a dos formidables enemigos: el tiempo y el amor; el
tiempo por su capacidad transformadora, y el amor por su juego de identificaciones, pues para amar hay que saber primero
quién se es; de lo contrario se corre el peligro de quedar mezclado con el otro (por eso el orgasmo, máxima entrega mutua,
es vivido a veces como muy peligroso). En cambio, es interesante observar que el odio (el amor "dado vuelta") no representa
el mismo peligro, pues el que yo odio es el que está separado de mí, es el que yo rechazo.

TERAPIA Y LUCIDEZ
Esta concepción terapéutica se distingue de otras en que nosotros optamos por ayudar al paciente a recorrer el difícil camino
a una razonable lucidez en el enfrentamiento con el problema que plantea la existencia, en lugar de ayudarlo a construir un
sistema de seguridad. No nos parece mal que existan las muletas y los "papás ortopédicos". Sabemos que a veces es la
única posibilidad de resolver la secuela irremediable de una infancia llena de vacío, pero también pensamos que es
indeseable convertirnos en papás, policías u oráculos; preferimos ser parteros, ayudar a que alguien se encuentre y tenga su
"lugar al sol" sin que dependa de la generosidad del personaje o la doctrina protectora. Pero tampoco ignoramos que a veces
"la mano viene mal" y se hace necesario convertirse en papás o mamás de huérfanos irremediables, policías restrictivos de
acting peligrosos u oráculos que vuelvan menos desesperante el déficit de información. Pero el desempeño de estos roles
sólo debe constituir un momento de la tarea terapéutica.
La tarea terapéutica debe realizarse en dos sentidos, hacia atrás y hacia adelante. Primero consideraremos la regresión
psicológica que permite el reencuentro con "los otros" que fuimos, en especial, aquel niño que quedó solo allá atrás. (Más
adelante analizaremos el concepto de niño fantasma). A esta regresión, que no es neurótica, pues no está al servicio de la
negación del momento presente sino al de la exploración de nuestro pasado, la llamaremos regresión integrativa y debe
favorecerse en el proceso terapéutico.
En el otro sentido, hacia adelante, la integración de la historia toma otro carácter, el de proponer sucesos posibles, el de
planificar, el de suponerse otro que es el que viene más adelante en la sucesión de personajes que debemos recorrer; a esta
tarea le daremos el nombre de progresión planificadora. Siempre estamos trabajando para "ese otro”, a él lo convertimos en
padre cuando embarazamos a una mujer, a él también, ya más viejo, le damos mañana un sueldo cuando aportamos hoy a
la caja de jubilaciones. Esta progresión llega a ser patológica cuando "aquél que vamos a ser" nos explota. Se trata del caso
de los que viven anticipándose, pensando en el día de mañana, pero como nunca se detienen, siempre están trabajando
para un fantasma al que jamás llegan y por último terminan por entregar todo lo que en su vida no dieron al yo real, a un
cadáver, el último de los fantasmas que pueden imaginar (son los que viven como mendigos dejando grandes fortunas).
La patología de la regresión, en cambio, consiste en quedar atrapado atrás, en el personaje de don Fulgencio (“el hombre
que no tuvo infancia").

EL DIALOGO INTERNO
Estar sano no es ser "normal" (adaptado), sino no tener secretos para consigo mismo. La psicoterapia ha estado relacionada
siempre con la individuación, que es también un tema fundamental de la filosofía. Por eso Sócrates y los maestros del
budismo zen tienen en común que ayudan a que pueda realizarse el diálogo interno y, finalmente, a que la persona se
discrimine como alguien con destino único. Por este motivo la neurosis y mucho más todavía la psicosis tienen relación con
la traición a sí mismo. A algunos niños (futuros neuróticos) les es necesario representar a "otro" para que los adultos los
quieran y los protejan. Eric Berne analiza esto con toda precisión en su teoría del guión propuesto por los padres y Ronald
Laing estudió el caso extremo de individuos que sólo se definen por la mirada que los demás les dirigen, al punto que si no
se los mira, sienten que no existen, en cuyo caso no hay ningún diálogo interno que les permita un mínimo de autonomía.
Este diálogo interno se extiende por el tiempo, y la aceptación de la vida como proceso despierta muchas resistencias, pues
vuelve imposible la negación del principio y el fin. En nuestra cultura tecnológica el tiempo está organizado hacia el futuro,
siempre hacia adelante, hacia el progreso y, por tanto, la pregunta que se plantea es dónde estaré yo cuando me muera.
Pero de acuerdo con la filosofía oriental (la hindú en particular), el tiempo tiene dos puntas hundidas en el misterio y la
pregunta que se formula es dónde estaba yo antes de nacer. En las representaciones iconográficas de Buda el ombligo
cobra suma importancia, pues se relaciona con el origen de la vida.
El melancólico y el paranoide pueden estar más fácilmente solos, pues nunca lo están totalmente. Su enfermedad los
protege de esto: al primero, ella lo abandonó y está unido por el reproche (o la culpa); y al otro, él lo persigue y ese control le
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sirve de vínculo. En cambio el esquizoide, que está montado en el centro del tiempo (el vértice de la cruz), sólo puede evitar
esto disociándose y dialogando consigo mismo.
La muerte rodeado de amigos y con una obra o familia hecha, no es la muerte; la muerte temida es la soledad total y la
confusión (en realidad, es la vivencia de muerte). De todos modos la muerte verdadera, que es la propia desaparición, nos
es muy ajena, pues nunca nos sucedió. La tememos, pues va a ser la "primera vez" que nos morimos y lo que se teme
realmente es lo desconocido.

ELABORACION CREADORA
Pero el centro de la cruz es también el lugar de la creación, pues para que surja síntesis se debe atravesar la fragmentación.
La creación consiste en ver lo que todavía no existe y poder hacerlo existir para los demás. Entre una poesía y un delirio la
diferencia consiste en que la primera permite que los demás entiendan la locura, la tristeza y el temor de un autor. En suma,
si supera la subjetividad, la locura compartida se llama arte.
Esta relación entre el vacío fértil y la síntesis creadora está contenida en lo esencial del pensamiento zen. Según éste,
cuando se llega al fondo de ese vacío de conciencia, tan laboriosamente buscado, se produce la revelación, el satori.
Aunque similares en algo esencial, el del loco y el del artista son dos destinos opuestos en cuanto a su capacidad de
construir cultura como explicación compartida. Los dos viajan a la subjetividad (la regresión filogenética), pero sólo el artista
vuelve a encontrarse con los demás, aumentando la complejidad de esa trama vincular que es el espacio transicional de la
cultura.
Lo mismo sucede en el caso de toda creación.

LA ENFERMEDAD BASICA
Nosotros proponemos que a consecuencia de la hipótesis de la conciencia puntual lo reprimido es fundamentalmente la
vivencia de disolución del yo, de muerte, que no necesita ser real para ser efectiva; basta que nos conectemos con la
vorágine de posibilidades del futuro inmediato o con la paralización del tiempo en las discontinuidades graves del proceso de
vivir (muertes, separaciones) para que resbalemos de este mundo racional, compartido y estabilizado gracias al lenguaje, y
caigamos en la seriación caótica de imágenes y sensaciones del mundo subjetivo: ese allí adentro de nuestros últimos
secretos y temores intraducibles e incomunicables donde siempre quedamos solos y confusos.
El psicoanálisis propone como lo reprimido la sexualidad, pero nosotros pensamos que como la sexualidad, aún la
patológica, depende del vínculo yo-tú, ya está asegurada la evitación de ese otro vértice de disolución, donde al no haber
más tú, no hay tampoco más yo. De modo que lo que el psicoanálisis considera el trauma básico, la situación edípica, es
para nosotros, en lo más profundo, una defensa contra la vivencia de soledad infinita o de no-existencia, que lleva a ese
sentimiento de desaparición del sí mismo (que Winnicott llama la vivencia abismal, lo impensable, y que estudió en los bebés
abandonados, de madres autistas).
En síntesis, lo que proponemos es que hay una patogenia última que está por debajo, y es más arcaica que el trauma básico
freudiano (la represión de la sexualidad, especialmente del incesto). Esta, es la posibilidad de desaparición del último
reducto del yo, de esa porción de nosotros con la que íntimamente nos auto percibimos, y que llamamos el núcleo del yo (el
sí mismo). Esto llevaría a la desaparición del último testigo de nosotros mismos, la disolución de nuestro último y más íntimo
diálogo. Por esto las crisis son más probables y catastróficas en subculturas con defensas obsesivas (como por ejemplo, la
clase media), que niegan el tiempo y la finitud, que en las subculturas con más aceptación del ciclo vital vida-muerte (como
en la clase rural, la cultura criolla).
De acuerdo con este modelo para pensar el sufrimiento psicológico se considera, y lo decimos una vez más, que la
desorganización de la temporalidad, la fragmentación caótica del yo, el sentimiento de vacío, es la enfermedad básica. Esto
en apariencia se opone a la teoría de Pichón Riviere, según la cual la depresión es la enfermedad básica. Cuando hace ya
varios años, le propuse a Pichón la esquizofrenización, la fragmentación del yo como punto básico, Pichón sintetizó ambas
propuestas diciéndome: “Tené en cuenta que lo que produce más tristeza es la pérdida de uno mismo".
Esta observación de Pichón Riviere me sirvió de estimulo para concentrarme en un eje de melancolía-esquizofrenia, que en
el punto más agudo de perturbación se unen en un solo cuadro de pérdida del sí mismo por fragmentación. Podemos darle
el nombre de eje de la enfermedad, que en el momento de mayor agudeza se traslada al centro, al lugar de la disolución del
yo.
Al definir sólo el centro (la fragmentación del yo) como enfermedad, a los cuatro extremos de la cruz los consideramos
defensas del vértice: quedarse atrás (depresión), adelantarse (paranoia-fobia), simular (histeria) o repetir (neurosis obsesiva).
Luego y en un área aparte nos referimos a la instrumentalidad sin historia (adicciones, hipocondría y psicopatía).
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ADIESTRAMIENTO A CARGO DE LOS PADRES
El diagrama en cruz que es la base de este esquema conceptual sirve como referencia para describir el modelo de
conciencia sana y también el de psicopatología. Como representación de los mecanismos psíquicos consideramos el cruce
de dos ejes (tiempo y cultura) cada uno con una oposición, la primera se refiere a un diálogo entre el yo y el mundo, diálogo
que al ir cambiando define dos espacios, el antes y el después que configuran lo imaginario que se opone a lo concreto (el
presente).
Como ya hemos dicho antes, la sucesión en que se percibe el proceso es una construcción cultural. El niño nace sin estos
mecanismos para configurar sucesiones temporales. Los padres son los encargados de adiestrarlo (empleamos la palabra
"adiestrar" por considerar que el bebé es todavía "un animal" y no sabe anticipar) para que organice el caos desde los
recursos configurantes de la cultura. Le enseñan cómo evitar el vacío, a libidinizar objetos (las figuras) discriminados del
fondo y a construir estructuras compartidas por medio del lenguaje, organizador del caos subjetivo. Estas son el desarrollo de
la capacidad de expresar sentimientos, la organización de la realidad, la acumulación de experiencias (elaboración del
pasado), y también la confección de planes (la anticipación del futuro). También el centro, el lugar de la esquizoidía, tiene una
función sana: la capacidad de fragmentar y luego sintetizar, la de crear atravesando, admitiendo y soportando inicialmente el
caos.
Consiste en lo siguiente: el niño de una familia dada aprende que cuando las cosas van mal, él debe representar, simular
emociones, valerse de mecanismos histéricos. En otra familia el niño aprende a defenderse de la desintegración repitiendo y
controlando, esto es, recurriendo a rituales obsesivos. En una tercera familia la defensa consiste en ponerse triste, es decir,
"atrasar el reloj", demorar el proceso de vivir adhiriéndose al recuerdo de lo que sucedió. El niño de una familia paranoide o
fóbica aprende que cuando se instala el vacío debe "adelantar el reloj", vivir anticipando lo que va a suceder, pues para
controlar el objeto es necesario pre-ver, ponerle trampas al futuro. En las dos primeras defensas, que llamaremos neuróticas
o culturales, todavía el diálogo con el objeto es real; el niño simula frente a alguien en la familia histérica (relaciones
"teatrales") y controla objetos reales, limpia u ordena el entorno real en la familia obsesiva. Pero en la familia melancólica y
paranoide hay un cambio cualitativo, por lo que llamaremos a las defensas que en ellas se producen defensas psicóticas o
arcaicas. La relación con los objetos-vínculos es interna, subjetiva. Para evitar el centro, donde ya no hay yo y no-yo, se crea
un diálogo interno imaginario con lo perdido (depresión) o con lo temido (paranoia). La relación se basa en un argumento de
reproche-culpa en el primer caso, y en evitación-ataque en el segundo. Vale la pena observar que en ambos pares el tema
del diálogo es el mismo, pero considerado desde los roles opuestos: "Si yo reprocho, vos sos culpable" y "Si yo siento culpa,
vos me estás reprochando". En el otro par se supera el miedo identificándose con el agresor y convirtiéndose uno mismo en
perseguidor (evitar atacando). De los diálogos patológicos, el más difícil de disolver terapéuticamente es el reproche-culpa,
pues se crea en él una simbiosis particular muy intensa que está al servicio de no perder nunca el objeto querido-odiado, el
depresivo no puede aceptar que el tiempo lo separó del objeto (sujeto) querido y luego odiado por el abandono.
El terreno disposicional para una perturbación grave (de tipo esquizofrénico) depende de que haya sido bien o mal realizado
el "adiestramiento" infantil del paciente. Esto no sólo es consecuencia de si los padres fueron abandonadores o sofocadores,
sino especialmente de si usaron manipulaciones paradójicas (en el sentido de Jay Haley). En este caso los padres no
transmitieron una trama de continuidad, sino que paralizaron y confundieron toda sucesión temporal posible por las
contradicciones del doble vínculo, que es afirmar algo en un nivel comunicacional (por ejemplo la palabra) y negarlo en otro
(el gesto o la acción). Es un mundo donde las anticipaciones no se cumplen y el yo en su salto hacia adelante cae fuera de
sí.

LA DEFENSA HIPERTROFIADA
Veamos ahora qué sucede cuando el niño adiestrado en las familias que acabamos de describir llega a un punto de fractura
en su proceso de vida, sea por una situación traumática o por la discontinuidad de una etapa evolutiva. Es probable que se
produzca una crisis, es decir, que vuelva al centro de la cruz (de donde le enseñó a salir la familia con sus mecanismos
defensivos particulares) y vuelva a experimentar la desintegración del yo, que será más o menos terrible según haya sido de
patológica la familia. Cuando esto ocurre, recurrirá a los mecanismos defensivos aprendidos, pero con una exageración que
ya no resulta funcional, de modo que la enfermedad se constituye con la defensa hipertrofiada. Una regla muy útil para
explorar el material que trae consigo el paciente es: "Lo que ahora es un síntoma, alguna vez fue funcional dicho de otra
manera "el delirio alguna vez fue realidad". Esto quiere decir que el motivo de la escena o el personaje temido que no resulta
explicable por las circunstancias en la situación actual, debe rastrearse en la infancia. Esto se complica siempre porque, la
angustia que produce lo temido, hace que lo histórico se desplace a una estructura homóloga actual.
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A partir de los trastornos de la identidad, que son los que analiza e intenta reparar la teoría de crisis, describiremos la
clasificación de la psicopatología, que se corresponde más o menos con los cuadros patológicos convencionales, aunque
analizados según se refuerce o se ataque en ellos la identidad. Es decir, desde el punto de vista de lo que perturba la
discriminación del yo en el presente y la continuidad de esta autopercepción en el tiempo.

LA PSICOPATOLOGIA DESDE EL ESQUEMA EN CRUZ

Habíamos dicho que la enfermedad se constituye después de haber experimentado la vuelta al centro de la cruz (como lugar
del vacío) y que, como consecuencia de esto, se retoman los mecanismos de defensa, pero ya no en un nivel funcional que
permita la relación con el entorno, sino hipertrofiados. Hay pues, una continuidad entre las funciones sanas y las mismas
funciones enfermas.
La enfermedad es una "salud exagerada” y, agregaríamos, parcializada, pues la persona "se especializa" en una de las
estructuras de sostén del presente. Para sintetizar nuestra concepción de la salud y la enfermedad en una frase, diremos
que la vida es la historia de un diálogo y la enfermedad sobreviene cuando este diálogo desaparece (la crisis) o si no, cuando
se crean diálogos internos, imaginarios, como restitución (neurosis o psicosis).
Si, como hemos propuesto, suponemos la ubicación de la situación enfrentante en otro lugar (el tiempo), va a cam biar el
sentido de los mecanismos defensivos, pues nos estaremos defendiendo de otra cosa, de otra situación temida.
El esquema de la psicopatología se sintetiza también en el diagrama en cruz. Para desarrollar las distintas perturbaciones
vamos a recorrer los extremos de la cruz analizando los trastornos en los vínculos, las estructuras y en la constitución del
pasado y el futuro, que corresponden a las áreas de la histeria, la neurosis obsesiva, las depresiones y los trastornos
paranoides respectivamente, aunque con algunas variantes que provienen de ver estas perturbaciones desde los supuestos
de la teoría temporal del psiquismo.

PERTURBACIONES EN LA FUNCION VINCULAR


Área de la histeria y del autismo-simbiosis
Consideramos que la perturbación básica en los vínculos es el desplazamiento de un diálogo imaginario (en el tiempo) sobre
un diálogo real (en el espacio). El tiempo invade el espacio. Es la persona que representa escenas y cuelga personajes a los
demás, con los que después dialoga. Este diálogo desplazado, constituye el cuadro histérico, pero para poder realizar esto
debe regular la distancia y lograr el control del otro.
En relación a la distancia en el vínculo, el par de opuestos es aislamiento-simbiosis y en el control el juego es entre
sometedor-sometido.
Estas perturbaciones están íntimamente ligadas pues para retener la matriz vincular en que se estuvo incluido en la infancia,
hace falta desplazar esta modalidad de diálogo en una figura cercana (simbiótica) y poder controlarla (someterla). Tanto es
así que según Ronald Laing la función del autismo en la esquizofrenia es la evitación de una madre simbiótica-sometedora
que absorbe, impide todo núcleo yoico.
Por esto se decía antiguamente que los locos estaban "poseídos" (poseídos por otros), pues en verdad ellos se relacionan
desde un personaje interno (en general sus figuras parentales) que le enseñaron (lo adiestraron) en un diálogo sometedor,
que anula la originalidad del otro.
Por eso se puede decir que el neurótico o psicótico (cada uno con distinta intensidad) nos desconoce, nos mira como otro,
nos cosifica, nos confunde. El loco nos enloquece, por eso es necesario tratarlo, controlarlo.
También es importante en la patología de la distancia del vínculo la simbiosis (no nos referimos a las simbiosis funcionales
sino a aquellas intensas donde cada uno mutila funciones del otro). En los casos de simbiosis agudas, entre las dos
personas hacen sólo una, pues ninguna de las dos adquirió autonomía yoica. (Se puede estar solo de tan cer ca). Este tipo
de vínculo patológico es común entre madre e hija cuando no existió un padre que les permitió discriminarse.

PERTURBACIONES EN LA FUNCION ESTRUCTURANTE


Área de la neurosis obsesiva y personalidad confusa
La cultura, estructura el campo de la realidad para ordenar los vínculos. El campo, el contexto del diálogo con el otro tiene
dos niveles: el del campo material, el hábitat, el entorno físico, y el campo simbólico que es el conjunto de reglas, leyes,
normas, y especialmente él lenguaje, que ordenan el encuentro entre las personas y permiten secuencias de expectativas,
las ceremonias sociales, sin las cuales seria imposible suponer la conducta probable promedio del otro y poder adecuarse a
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ella. Son los que se llaman juegos de coordinación tácita en donde se opera en base a "qué supongo yo que él supone que
yo supongo..."
La perturbación más común de la función estructurante es la exageración en los controles, límites, reglas, que llegan a
impedir en vez de facilitar los vínculos. Es el cuadro de la neurosis obsesiva donde la rigidez, la formalización del campo lleva
a los rituales rígidos y los estereotipos que terminan mutilando las posibilidades creativas y de crecimiento. Es lo que
llamamos la perturbación por restricción, por mutilación (en la función vinculo era el desplazamiento). Una característica muy
importante del obsesivo es mediatizar la relación con los demás a través de los objetos, pues controlando los objetos
controla las personas.
El otro extremo es la personalidad confusa, la persona que vive en medio del caos, donde no puede hacer planes ni ordenar
su hábitat (campo material) o su comunicación (campo simbólico). Es la persona que, aunque por razones opuestas,
tampoco puede vincularse bien, todo es imprevisto y desconcierta a los demás. Estas personas, a veces, viven con un gran
monto de angustia por la continua vivencia de una catástrofe incontrolable e imprevisible.

PERTURBACIONES EN LA CONFIGURACION DEL PASADO


Área de la depresión
La elaboración normal (sana) de las etapas y personas perdidas constituye lo que llamamos los recuerdos, donde se acepta
que el objeto perdido deja de pertenecer al mundo presente (al espacio) y pasa a formar parte de una zona en lo imaginario
que llamamos el pasado, que lo percibimos como un largo espacio virtual. Si por alguna razón no podemos aceptar que ese
objeto "no existe más en el presente" vamos a producir una situación nueva, pues esa escena o personaje no va a estar ni
en el presente (el espacio), ni en el pasado (en el tiempo). Se constituye así una zona del tiempo que queda superpuesta al
espacio. Algo está y no está presente, se configura una situación ambigua, que puede ser "leída" por la actividad perceptora
desde dos posibilidades opuestas: es el tema del fantasma.
La percepción inestable y ambigua es la característica esencial de lo fantasmal: inquieta, desconcierta, porque es y no es en
el mismo instante.
En cambio cuando la seriación de los espacios vividos está secuenciada desde lo imaginario, algo va a ser, luego es y
finalmente diremos que fue. Se puede ver a las dos dimensiones del tiempo como a los lados del presente (vamos de una a
la otra). Para esto deben establecerse cortes en la percepción de la realidad. En este sentido los rituales de pasaje (que
establecen un antes y un después) son las ceremonias más antiguas del hombre.
Si ahora volvemos al nivel de la psicopatología diremos que el depresivo es el que no aprendió a configurar rituales de
pasaje, no puede separarse imaginariamente de lo que ya no existe en lo real y para retener lo que fue, apela a maniobras
en el mundo real (los síntomas). El sano puede retener imaginariamente los objetos perdidos pues llega a convertirlos en
recuerdos, que sí se pueden "guardar" en la memoria y ordenarlos en una sucesión que es "el pasado" de esa persona ("la
parte de atrás" de la historia de su vida).
En general podemos decir que los personajes más difíciles de convertir en recuerdos (poder realizar el duelo) son aquellos
con los que no fue posible completar el encuentro, con quienes no estaba agotado el tema, la tarea. Caso típico son los
padres que dejaron vacíos en la tarea de querer y organizar al niño, o que lo hicieron mal. En este caso la separación (en
general, la muerte) deja una tarea inconclusa que desarrolla energía psicológica y hace difícil convertirlos en figuras internas
(el recuerdo). Son los padres candidatos a fantasmas que aparecen en el mundo presente del paciente como síntomas en
vez de recuerdos.
Otra forma de no perder el diálogo con el objeto desaparecido, aprovechando las cuentas pendientes con él, es estructurar
un vínculo a través del reproche o la culpa, según que la persona sienta que fue lastimada por el personaje perdido o que por
el contrario ella agredió al objeto desaparecido. Este tema del diálogo reproche-culpa hace que el objeto no se desvanezca,
que subsista un vínculo que, aunque no sea de amor, protege igual de la vivencia de soledad total, que siempre irrumpe al
desaparecer todo diálogo del yo. De todos modos, en el par reproche-culpa, se invierten fácilmente los dos términos pues el
objeto era querido inicialmente pero al desaparecer abandona y se negativiza. Por esta razón, es odiado, reprochado, pero
esta agresión a lo anteriormente querido también produce culpa.
Así podemos decir que el diálogo reproche-culpa se desarrolla en una zona muy íntima de la persona y es más difícil para el
terapeuta hacer elaborar estos sentimientos que encierran al yo en un diálogo dentro de sí mismo.
Es más fácil, a veces, esclarecer el otro diálogo, el de evitación-agresión a que lleva la personalidad paranoide, pues en este
caso el objeto está colocado afuera, en espacio y tiempo (el futuro es el afuera del tiempo), y no es tan simbiótica la relación
entre persona y objeto imaginario. En cambio, el diálogo reproche-culpa, al ser muy simbiótico e interno, hace difícil para el
terapeuta incluirse en él como el tercero que aclara, que objetiva los personajes.
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Otra manera de considerar la relación entre depresión y paranoia es, que cuando el encierro paralizante de la depresión se
hace demasiado angustiante, una maniobra defensiva es inventar un perseguidor que siempre reorganiza la percepción y la
prospectiva en función de evitarlo o atacarlo y arma nuevamente la secuencia temporal. Debajo de la depresión siempre hay
agresividad (“nunca hagas enojar a un depresivo”…)

PERTURBACIONES EN LA CONSTRUCCION DEL FUTURO


Área de la paranoia y las fobias
Cuando el futuro no puede organizarse en base al deseo, para que no se paralice el giro del tiempo y se produzca el vacío,
se constituye la estructura del miedo. (Se entiende que hablamos del caso donde no hay peligro real).
Si se nos desvanece "la zanahoria" debe alucinarse (construirse como imagen anticipatoria) otro objeto aunque sea con un
recuerdo doloroso. En ese caso colgaremos del hilo que hace caminar al burro una araña, que configurará un futuro
patológico, en el sentido de que organiza perceptualmente una dirección pero que no permite caminarla.
En las perturbaciones del futuro hay algo a señalar que es básico para entender por qué el objeto es evitado y es que, como
no se lo pudo anticipar (construirlo "allá adelante"), resulta desconocido y por lo tanto misterioso, peligroso.
En cambio, en la depresión hubo contacto, conocimiento del objeto y por eso la actitud en vez de ser evitada es retentiva,
pues el yo quedó ligado al objeto.
En las paranoias y fobias, el diálogo está basado en la evitación del objeto. Según que la actitud sea pasiva o activa,
encontraremos estrategias evitativas o de ataque cuando se produce la identificación con el agresor. El par vincular que se
constituye es el de evitación-ataque; la actitud evitativa está en relación con los cuadros fóbicos. En estos se controla el
peligro, que siempre acecha en el futuro, con una organización espacial (claustrofobia, etc.) o con objetos acompañantes o
contrafóbicos. Los otros, los que agreden para evitar el miedo, adoptan el rol de lo que temen (atacan para no ser atacados)
y configuran los trastornos paranoides, en el nivel de neurosis, o paranoicos (nivel psicótico) cuando se instala un delirio
persecutorio con defensas activas. En este último caso se trata del temido "loco peligroso", que realmente puede llegar a
serlo si pone en acción su delirio.

En este esquema de la psicopatología no hemos incluido las crisis y el brote esquizofrénico (máxima crisis) por considerarlos
la enfermedad básica, ya que, para salir de ella, se recurre a las maniobras que acabamos de mencionar y que
consideramos estrategias, aún enfermas, que defienden de la insoportable e insostenible vivencia de la disolución del yo.

NIVELES DE CONCIENCIA
ALFREDO MOFFATT

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INTRODUCCION

El tema de hoy es un acercamiento a lo misterioso, es sobre el análisis de los niveles de profundidad de nuestra
conciencia. Conocemos nuestra conciencia porque vivimos con ella hace muchos años, es más, no podemos salir de
ella, es el sí mismo, la mente, el centro de la persona, el sentimiento de existencia.
La primera cosa que nos damos cuenta es que vivimos en dos mundos, uno es la realidad compartida con los demás,
el exterior, donde están los otros que nos miran, no los podemos controlar porque son independientes de nosotros.
El mundo interior es el que puede aparecer ante nosotros si cerramos los ojos a la noche, cuando nos vamos para
adentro, es un mundo imaginario, el de nuestra conciencia, siempre estamos adentro mirando para afuera, la
sensación es que el ser humano está en última instancia, sentado ahí atrás mirando por el agujero del ojo, hacia
afuera, pero siempre adentro.
Hay algunos momentos en la vida en que uno está completamente afuera, está externalizado, es en el momento del
amor, de la sexualidad, en los de mucha intensidad, de felicidad, estamos completamente afuera y nos olvidamos que
estamos adentro.
Hay otros donde estamos adentro, angustiados porque tuvimos una pérdida. Hay un fenómeno muy particular y es
que el afuera lo percibimos desde adentro. Dentro del mundo lo que nos interesa más es el otro, lo miro y registro que
me mira, ahí se produce la comunicación, afuera están los otros.
“Ellos” son los que están más lejos. Me acerco a vos y siempre es yo, vos y ellos, el mundo está armado: yo, vos y
ellos, los otros, los que nos rodean, adentro estoy yo, en un primer nivel, hacia adentro vamos descendiendo en
profundidad. La mente tiene niveles de profundidad, vamos a ver que eso queda claro en el sueño, es absolutamente
interno.

El afuera
Lo primero que quiero es que reflexionemos que somos sujetos de dos mundos, hay uno que es para afuera que es nuestra
relación con los demás, con lo que se llama la realidad que tiene la característica de ser duro y que tiene un límite que yo
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percibo a través de la cenestesia. Es donde están los demás, es el mundo de afuera y en ese mundo estoy durante el día:
voy, vengo, me muevo, me peleo, quiero, amo, estoy con los demás, es la relación con el otro. Hay un momento donde uso
mis sentidos que son de dos clases: los proximales que son los sentidos del gusto, del tacto y del olfato y los de lejanía que
son la visión y el oído. Con ellos registro eso que llamo realidad. Percibo el mundo, lo veo, lo escucho después me acerco y
lo toco. Esa es mi relación con el mundo de afuera, a través de los sentidos incorporo información y después la proceso. Hay
un momento en que yo estoy atento al mundo, estoy afuera.

El adentro
Hay otro en que yo me voy para adentro y ya no estoy viendo ni oyendo sino que viene de adentro la información, estoy
imaginando, recordando o esperanzando. Puede ocurrir porque es de noche, porque cerré los ojos y estoy solo, porque
estoy muy angustiado o porque tomé alcohol. Incluso puedo tener los ojos abiertos pero no estar aquí y ahora sino irme.
Estoy viajando en el subte y no estoy atento al otro porque no hay algo que se mueve o me llama la atención y empiezo a
irme para adentro. Entonces el recuerdo significa una percepción interna aunque tenga los ojos abiertos y también puede ser
cuando me voy a dormir y aunque tenga pareja, quedo solo conmigo. Ahí es donde yo empiezo a irme para adentro y
desaparece el mundo porque me voy durmiendo. En un momento dado voy a pasar por un estado que se llama conciencia
crepuscular, que es muy importante en la terapia o en la ayuda psicológica. El que está angustiado está metido para adentro
por eso tenemos que tener una buena gimnasia en conocernos a nosotros mismos para que otra persona lo pueda lograr.
Nosotros no nos podemos meter adentro del otro porque lo vemos de afuera. No sabemos qué le pasa, si bien lo podemos
adivinar o deducir en base a lo que nos pasó cuando nos metimos adentro nuestro. Cuando alguien quiere ayudar a otro
tiene que tener cierta vida interior y estar atento a sus recuerdos, a sus angustias, a sus temores, a sus pérdidas. Entonces
hablamos de vida interior y exterior que es algo básico en la estructura del ser humano. El animal por ejemplo, no tiene vida
interna porque no tiene recuerdos organizados con el lenguaje ni una organización del tiempo. No dicen "Está anocheciendo
y está por venir mi dueño". El animal vive en el presente, está en la atención externa, a lo sumo cierra los ojos y se duerme.
Se maneja con actos reflejos, no está en el mundo de las palabras que es lo que constituye el mundo humano. Nosotros
podemos imaginar toda una historia hacia adentro porque tenemos palabras que sostienen el recuerdo en forma de
secuencia histórica. Los animales no descubrieron eso, por suerte... sino estaríamos nosotros en el zoológico.
Este mundo interior complejo y lleno de historias lo tenemos solamente los humanos. El hombre va acumulando la
experiencia de otros, complejiza su lenguaje y sus instrumentos de deducción por eso puede organizar la ciencia o una
historia o un proyecto para hacer -por ejemplo- un edificio grande. No podemos hacer un edificio grande si no hablamos.
Primero es necesario un arquitecto que hace un dibujo y unas líneas que determinan dónde va a estar la pared y las puertas,
entonces todos aceptan la ilusión de ese proyecto y ponen en ese lugar los ladrillos. Si no hay comunicación de uno con otro
sería imposible construir nada. En la anécdota de la Biblia, los hombres querían hacer la Torre de Babel tan alta que llegara
hasta el cielo. Dios dijo que no le gustaba nada que quisieran estar a su altura. No la destruyó tirándola abajo sino que les
mandó la confusión de lenguas, cada uno hablaba un idioma distinto entonces cuando alguien pedía un ladrillo, el otro le
daba un zapato por eso no sabían cómo organizarse. Con este ejemplo vemos hasta que punto el lenguaje permite realizar
el proyecto.

PRIMER NIVEL ALERTA

En este primer nivel, también llamado vigil, estoy con todos los sentidos en estado de atención. Por ejemplo, ahora, yo estoy
con ustedes y ustedes conmigo. Este nivel es la percepción nítida de la realidad, es donde yo estoy con los ojos abiertos, con
el oído destapado, conectado con el exterior. No me doy cuenta de mí. Estoy atento al otro, estoy bien despierto, es el nivel
de la acción, yo te hablo y vos me hablás. Estoy con vos. Estamos en un momento social de contacto con el otro. Puede ser
que yo me distraiga y sin estar dormido, me vaya. Pero ahora estamos atentos, yo hablo y ustedes me escuchan.
El primer nivel es también el de expectativa, donde yo hablo con mí mismo, siempre tenemos a alguien adentro con el
cual consultamos qué queremos hacer. Puedo estar reflexivo, pero siempre atento a la realidad. Decimos
internamente: “tomalo con tranquilidad”, “uy, yo me rajo de acá”. Ese diálogo es imprescindible porque regula nuestra
relación con los otros.
Yo hablo con ese yo interno que no cambia, se llamaría conmigo. Con-migo, adentro está “migo”, es el que no cambia
a través de toda la vida. Cuando era chico era como soy ahora y como voy a ser, adentro está el mismo, aunque por
afuera hay una modificación. Cambié externamente pero hay un invariante, es el yo mismo, mi mismidad. Hay un
montón de cosas que te aseguran la identidad, por ejemplo, el nombre, el pasado, incluso hasta me puedo
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transformar en mujer, pero sigo siendo yo, hay una íntima conexión con uno mismo. Eso es lo que queda afectado en
la psicosis, la persona no sabe quién es, pierde ese diálogo con el migo. En ese sentido, reivindico al compañero
Herminio Iglesias (considerándolo un Hamlet del subdesarrollo) cuando dijo: “Con migo o sin migo” porque es
exactamente la frase: “Ser o no ser”. Está relacionado con ser conmigo, sos en la medida que te asumís como ese
invariante existiendo. El tema es ese, siempre me estoy comunicando, con el otro y con Migo.
Sin ese diálogo interno puede haber problemas porque podemos ser captados por el otro como en el caso del
psicópata que te capta y no te deja que hablés con vos, te manipula. Cuando tenés ese diálogo con vos, no te pueden
manejar, porque pensás“ ¿ qué me quiere hacer éste?”. Estamos en el primer nivel, pero con la atención hacia uno
mismo, o sea percibir que percibimos, te miro y me doy cuenta que te miro. Tomo conciencia que yo existo,
mirándote. Estoy ahí y atento afuera. Yo con vos me comunico pero desde éste contacto. Cuando él me dice algo, lo
medito conmigo, por ejemplo me propone ir al cine y pienso...”¿qué querrá de mí?”.
Sin las palabras no podríamos definir ni comunicarnos con el otro. En este primer nivel son palabras más formales, porque
son para hablar con el otro. La piel del cuerpo recibe las sensaciones y las transmite hacia adentro. Afuera está el mundo y
adentro la mente. Nosotros nos podemos meter a distintas profundidades hacia adentro. Hay personas que se sienten más
cómodas hacia fuera, Jung los llamó los extrovertidos que son los que tienen una intensa vida de acción hacia afuera y no
tienen un mundo para adentro. Otros son más introvertidos porque están metidos para adentro, son los que siempre están
reflexionando y procesando. La personalidad más bien depresiva está más cómoda adentro, es reflexiva, está pensando,
sintiendo, oyendo las voces internas. Incluso alguien puede estar oyendo su cuerpo como los hipocondríacos, que están
atentos a la cenestesia interna. Los hombres de acción, los deportistas, los vendedores, están más en el afuera.

El Psicótico y el Psicópata
En el psicótico ese diálogo se externaliza. Si no hablamos con nosotros mismos, estamos locos. El loco no puede hacerlo
porque está afuera, hay una invaginación del yo, el yo queda del lado de afuera, y adentro queda vacío. El mundo se le metió
adentro y quedó encerrado ahí, no tiene adentro y afuera, ni subjetividad ni objetividad.
Las personas de mucha acción como los psicópatas están siempre con el otro. Se duermen enseguida porque no
tienen vida interna.

SEGUNDO NIVEL ENSIMISMADO

El segundo nivel, es muy interesante, es cuando estoy ensimismado, es el momento en que estoy despierto pero
distraído de la realidad, ensimismado, “no estoy con vos, me fui”, es cuando nos metemos para adentro, es el nivel
del trance, es un fenómeno, en que alguien está despierto, pero distraído de la realidad. El chico autista vive en el
segundo nivel, siempre en babia, metido adentro de sí. Esperás el colectivo y de pronto se te va, es porque te
distrajiste, te fuiste para adentro. Se va a contraponer al estado oniroide que vamos a detallar más adelante.
El alerta es cuando estoy atento, pensando que hago o no, estoy expectante, con la expectativa con el otro. El
ensimismado en cambio, es cuando me fui, no estoy dormido, sino ensimismado, el nivel del trance de ira, fuera de sí,
está despierto, pero hace cosas que no son razonables. En el momento erótico, dos personas se enamoran, se miran,
al mirarse operan, es curioso, la mirada del enamorado es la que se usa para la hipnosis. Se quedan en el ómnibus y
ya llegó a la terminal, se bajaron todos, el colectivero dice: “chicos, llegamos”. Se fueron, estaban adentro, en las
nubes, cuando alguien está muy distraído se dice: “Vive en una nube de pedo”, está en el segundo nivel. Durante el
encuentro amoroso, se vuelve loca la gente, cree que el otro es hermosísimo, cuando el orgasmo se corta, pregunta
“¿vos, quién sos?”. El alcohol y las drogas, te mandan al segundo nivel. Cuando se está manejando, es peligroso
entrar en el segundo nivel porque puede haber un accidente. En el fondo del esquema, hay un estado importante para
la terapia que se llama estado de conciencia crepuscular, quiere decir pasar del día a la noche, pasar al otro lado.
El psicoanálisis trabaja con el nivel dos y con material onírico. Aflora por el consciente lo que tenemos en el
inconsciente. Cuenta Freud de un caso, de una mujer que tenía un amante que había venido a cenar a su casa,
estaba con el marido, cuando se despiden, le dio la mano al marido, fue un acto fallido. Afloró el inconsciente. Muchas
veces aflora, los lapsus son emergencias del inconsciente.
En el Psicodrama, están todos en el segundo nivel, acercándose al estado crepuscular, siempre hay que producir el
hecho de que la realidad no exista más. Para eso, se baja la luz, hacen ejercicios de relajación empiezan una escena,
la gente se va metiendo en un teatro, que a veces es muy angustiante, salen escenas muy profundas, lloran, pasan
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cuatro horas, ni se dieron cuenta, porque desaparece el tiempo. En el primer nivel, el alerta, hay un tiempo reloj, yo
estoy atento al otro, en el ensimismado no hay tiempo en absoluto, en el regresivo, hay incoherencia: dos más dos es
igual a treinta y ocho. Entramos en el territorio que llamamos oniroide, de onírico, hay hipotonía, relajación. En el
primero estoy hipertónico, porque estoy atento con los ojos, los oídos. Cuando entro en el nivel ensimismado, estoy
conectado con los gestos, es el lenguaje doméstico en que te aflojás, te ensoñás, es el de las caricias. Ayer o
mañana, los nenes no saben. Una vez Malena se despertó a la mañana y le preguntó a Luciano, el hermano: “¿hoy
es mañana?”. No tenía la organización de separación de secuencias.
Las neurosis pueden estar en el nivel uno o en el dos. El obsesivo está en el orden de lo racional, está pegadito a la
realidad, siempre controlando, el histérico, en cambio, se va para el segundo. En los místicos el migo es Dios, hablan
con él y está adentro de la persona. El poeta está en un mundo muy relajado y está cerca de la conciencia
crepuscular. Los chicos muchas veces, se van, se distraen. El poeta puede crear porque se va al sótano a buscar
todas esas cosas que nos dan placer o miedo. También se da aquí la rumiación interna que es muy profunda en
estados depresivos donde la persona está todo el tiempo culpándose o reprochándose.

Ensueño dirigido
El Ensueño Dirigido sirve para explorar la casa interna. Es un proceso que se consigue con relajación y cierto
cansancio, para lo cual tiene que haber una posición horizontal, silencio y oscuridad, la persona pasa a la conciencia
regresiva.
El estado alerta es de mucha contracción muscular, estoy siempre preparado, contraído, para estar controlando todo,
atento, esa persona puede tener estrés. En cambio, en el segundo nivel, el lugar del trance, de la poesía, del arte, ahí
se está para adentro, no tenso, sino hipotónico, son las personas tranquilas. El alcohol relaja, es agradable, si uno
está tenso, toma alcohol y baja.
Un poeta siempre está en Babia, creando. Los chicos están en el “dale que”, en el juego, la ensoñación, aunque no
dormidos. Aquí aparece el recuerdo y la expectativa, aparece eso de dónde vengo y adónde voy en la aventura de
existir.
Los conquistadores traían a los curas y también hacían ensueño dirigido, ya que rezando las Novenas entran en
estado de trance. Las viejas del Norte están horas con incienso haciendo un movimiento acompasado, monotonizante
a la percepción, al final se vuelan, están como con un saque, se van acomodando, pidiendo las mejores butacas allá
arriba en el Cielo.
Si tenemos una experiencia de Ensueño Dirigido podemos hacer un viaje a la casa de la infancia que se hace con relajación,
se apagan las luces, no tiene que haber ningún ruido. Por un camino se va entrando despacito a ver la casa de la infancia,
en general aparece la casa de los abuelos. No se pide que vean personas porque no es un grupo de terapia sino de
aprendizaje. El viaje es más seguro. Si fuera de terapia habría que poner personas en la casa para luego trabajarlas. Puede
producir mucha catarsis de llanto, por eso acá no conviene hacerlo. Es una vivencia que les permite ver cómo se puede
viajar en el tiempo. Son técnicas que permiten entrar en el segundo nivel o sea seguir escuchando mi voz pero cada uno
metido para adentro.
Nunca se llega al tercer nivel aunque algunos se duermen, eso es resistencial porque a lo mejor la casa de los abuelos tiene
recuerdos traumáticos. Los niveles oniroides del diagrama son muy ricos (decimos oniroides porque no llegan a ser oníricos).
Es la zona más rica para ayudar psicológicamente. Cuando una persona está muy angustiada está en el segundo nivel y si
la angustia es muy grande, la persona está en estado de shock, bebida o drogada, tiene conductas regresivas. El estado de
enamoramiento es igual al del alcohol, produce estados de ensimismamiento y se ve al otro mucho más lindo de lo que es.
Un chico de la calle a lo sumo puede estar en una primera zona de ensimismamiento, por la atención que le exige la calle.
Nosotros lo podemos hacer porque tenemos la protección de nuestra casa. Hay personas que no pueden dormir cuando van
a otro lugar porque no sienten la protección psicológica.

El cine
Cuando vamos al cine nos conviene entrar en el estado crepuscular o sea que tenemos que olvidarnos que estamos
ahí y meternos en la película…de repente estás corriendo con un caballo, vas por una pradera, todo sucio…
En Pergamino, me acuerdo, los pibes cuando salían de mirar películas de cowboy, caminaban como ellos, salían
hipnotizados…
En el cine la gente llora y nadie le pegó. Te ensoñás, no estás dormido, si alguien te habla, vos le podés contestar,
pero estás adentro.
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Tenía un abuelo alemán, nunca había ido al cine, una vez lo llevaron, miraba para todos lados, no entendía que había
que hipnotizarse, lo tuvieron que sacar de allí.
Los chicos ahora entran tanto en ese estado, que no salen, están con los juegos electrónicos, computadoras, más
bien están por el segundo nivel. Este es también un lugar de negación, cuando la realidad es muy horrible.
Yo era director del Asilo de Mendigos y los linyeras, los crotos, me decían que el vino les permitía aguantar la realidad
de la calle.

TERCER NIVEL CONCIENCIA ONIRICA

En el nivel onírico yo estoy en un lugar profundo mío, es lo que se llama el núcleo yoico.
Cuando yo me duermo entro al tercer nivel, la conciencia onírica donde no vale la lógica, hay imágenes. En el
primero y en el segundo hay palabras.
En la realidad hay un lenguaje formal, en el ámbito privado un lenguaje coloquial, puede ser de ira con los insultos
como exabruptos, o como en la situación amorosa, decimos: “papito, cuchi-cuchi, bichi”, la gente a veces se olvida
que dijo esas coss, está despierto pero ensimismado, en trance y acercándose al regresivo.
Después se pasa a la conciencia onírica, se llama así porque tiene que ver con estados muy anteriores, cuando uno
todavía no había organizado la realidad, no hay más espacio / tiempo, es el estado del sueño o el producido por las
drogas, como el ácido lisérgico o la mescalina. El alcoholizado queda en el segundo nivel, ensimismado. Si está muy
intoxicado queda en el tercero, como inconsciente. En un delito pasional, si se demuestra que la persona actuó en
estado regresivo, es inimputable, está en estado de emoción violenta, en el borde del regresivo y no es consciente de
lo que hace. Todas las noches al dormir nos vamos al tercer nivel, luego, después del estado de conciencia
crepuscular, nos dormimos más profundamente, es inconciente, un automatismo cerebral, que se llama conmutación
cerebral. Uno tiene la radio puesta y no la puede apagar porque no se da cuenta en qué momento se duerme. Este
estado, si ocurre cuando alguien está manejando, es muy peligroso porque no se da cuenta cuando se durmió y
puede accidentarse.

Sueños
Se le da mucha importancia a los sueños porque son lo más profundo nuestro. Freud se interesó por lo más íntimo de
la mente y el primer libro que escribió fue “El Análisis de los Sueños” .
Si no nos hacemos amigos de los sueños y los rechazamos, se transforman en pesadillas, que son sueños enojados.
Conviene hacerse amigo de ésta zona ya que todas las noches vamos ahí. Es pensamiento casi psicótico, los sueños
son muy locos, de repente un chancho vuela y uno se extraña. A veces, yo sueño que mis viejos vienen a la Escuela,
pero digo:”¿Cómo puede ser, si están remuertos?... y sin embargo están acá”.
Cuando el sueño no se recuerda es porque puede haber represión. Hay una frase muy linda de Perls, el inventor de la
terapia Gestáltica, que le da más vuelo filosófico al sueño cuando dice: “Es un mensaje existencial de uno mismo a
uno mismo”. Algo te estás diciendo, soñamos con lo que queremos hacer, y es un intento de elaboración de una
situación negada, porque vuelve una y otra vez.
Hay sueños placenteros, yo soy amigo de mis sueños, cuando me voy a dormir digo: “¿qué darán esta noche?”, me
preparo, los sueños vienen y yo los acepto, a veces llegan recuerdos, esperanzas, alguna policial, de aventuras, y a
veces también aparece un canal porno, una erótica... hasta he soñado con series de televisión, (quiere decir que los
norteamericanos ya controlan mi tercer nivel, controlan lo más intimo mío, no son tontos…).
Casi todos soñamos, aunque algunos no lo recuerden. Aparecen allí los temas negados, por eso son un intento terapéutico.
Recordamos hechos que hemos ocultado y reprimido que quedan enquistados cuando no les damos bolilla. También los
sueños nos hablan de los deseos patológicos o incestuosos. Los traumas se transforman en somatizaciones y síntomas
como el asma o el insomnio.
El deseo te arma el futuro. El recuerdo te organiza y te elabora el pasado. Puede haber una cuenta de llorar que no pagaste,
por eso tenés la cara así, dura, rígida porque tenés miedo de ablandarla y llorar. Pero el que no llora después no puede reír.
Alumna: ¿Qué pasa cuando alguien deja de soñar?
Alfredo: Está reprimiendo material, no conviene. A veces, la vida va más o menos bien y se sueña poco. Sueña la gente que
tiene que elaborar. Yo una vez soñé que había matado a una persona. Seguramente algo pasó con ese tema. Alguien habré

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matado metafóricamente. Y casi me cuesta confesarlo, que no sentía culpa, y en el sueño estaba muy preocupado por
dónde esconder el cadáver
Alumna: A veces, querés capturar el sueño y no podés, pero después, en cualquier momento del día te aparece lo
que soñaste ... ¿Porqué?.
Alfredo – Porque aunque vos no quieras, estás en lo real, cuanta más voluntad ponés en recordar , más cerca estás
de lo conciente, de la exigencia, del orden y la racionalidad. Sólo cuando te descuidás, emerge lo onírico. Si controlás
todo el tiempo, podés evitar eso, pero te empobrecés mucho, son las personas vacías, los gerentes, empresarios,
todo el día con la calculadora... no dejan nunca irrumpir lo más profundo, lo más poético.
La cama es el instrumento que permite el pasaje a esta otra zona que se llama estado onírico regresivo, que quiere
decir muy interno, es cuando dejamos las palabras y en los sueños aparecen imágenes. Puede haber algunas frases,
pero son confusas.
Cuando se sueña con algo que pasó en el día (esto se llaman los restos diurnos) ese sueño está transformado por la
historia que tenés. Si soñás con un perro que te muerde, ese perro tiene que ver con algo tuyo muy temido.
Cuando la situación es monótona uno tiende a dormirse. Uno va en el tren y mira por la ventana... si el paisaje es siempre
igual, y además el monótono traqueteo hace que no necesitemos poner atención y nos vamos para adentro, nos dormimos.
Esto lo remarco porque es útil para hacer Ensueño Dirigido que es un método de relajación para que la persona baje el nivel
de angustia que tiene que ver con estar muy alerta al peligro. La persona angustiada está contraída muscularmente.
Cuando uno se va para adentro se relaja, por eso estos métodos son de relajación, producen calma. Los psicofármacos
como el Trapax y el Lexotanil son miorrelajantes. Incluso para conciliar el sueño primero pasamos por lo que se llama estado
crepuscular de la conciencia. La llamamos así porque es el crepúsculo donde pasamos de estar despierto a producir la
conmutación cerebral, donde queda trabajando el cerebro de otra manera. Se desconecta oído y vista para el descanso
nocturno. El cuerpo no puede estar 24 horas en movimiento porque tiene que tener momentos donde reorganiza las
tensiones corporales, esto se consigue con relajación. Nosotros todas las noches tenemos un instrumento para la relajación
de los músculos que es la cama, tiene que ser blanda y estar en un lugar silencioso. Hay gente que puede dormir con el
ruido de la calle porque es constante y monótono. Si pasa algo en la calle, la persona se despierta. Hay gente de la ciudad
que va al campo y no puede dormir por el silencio, porque está acostumbrado a una cantidad de estímulos. La madre para
dormir al bebé hace un movimiento acompasado y el sonido de la canción es monótono.
Para dormir, la cama tiene que estar caliente, para que haya relajación, y allí es donde aparece el fenómeno de conversar
con uno mismo que es el momento más íntimo. Por eso se dice "consultalo con la almohada", es parte de la máquina de
viajar en el tiempo. Los chicos de la calle, que no tienen cama ni casa, no pueden pasar al segundo nivel de la conciencia y
tienen un problema con la identidad. Un pibe de la calle está siempre atento al otro, porque en la calle el que no está atento,
pierde. Nosotros hemos trabajado mucho con ellos en el Bancapibes. No sabían usar la cama. Ellos dormían con un ojo
abierto y el otro cerrado, con el culo contra la pared para que no los violen y con la ropa puesta por los robos. Están siempre
tensos y paranoicos porque justamente están sobreviviendo en la selva de cemento llena de enemigos. Sobrevivir en la calle
es muy difícil porque se tienen que cuidar de la Policía, de los abusadores, de los chicos de las otras ranchadas. No tienen el
instrumento para soñar y para ir profundamente para adentro, que es la cama. Los chicos de la calle no pueden entrar
tampoco al estado regresivo. No tienen una historia de vida. No tienen proyecto porque no tienen memoria. La rehabilitación
del chico de la calle es lenta; después de un tiempo en el Bancapibes empezaban a poder dormirse y a poder aceptar ese
descuidarse e irse para adentro porque la Institución los protegía. Además empezaban a instrumentar una casa, porque si
vos les das una casa no la saben usar. Si me dan un caballo yo no me convierto en un gaucho (posiblemente busque dónde
tiene el “enter”), en cambio un paisano se sube y sale al galope, no es el objeto, sino la habilidad para usarlo.
Ellos siempre están perseguidos porque en invierno duermen en el subte, en lugares calentitos, buscan refugios, la cana los
saca porque "afean", no conviene que en Barrio Norte se vea ese espectáculo "degradante". Me contó un pibe que
entredormido podía distinguir un portazo del auto Falcon que usaba la Policía en tiempos del Proceso de cualquier otro
coche. Entonces rajaban, ellos siempre tienen cuentas con la cana porque siempre alguna cosita afanan. La rehabilitación
lleva mucho tiempo, se trata de ayudarles a armar su propia historia, que puedan ensimismarse y recordar para armar las
imágenes de una madre desconfigurada, un padre ausente, un hermanito que no sabe dónde está, un tío violador, etc. Sólo
puede juntar esos pedacitos y pegarlos cuando tiene un lugar que le permite relajarse y meterse para adentro. Cuando
pueden conectarse con su historia, la quieren continuar y ahí aparece el proyecto de vida. La persona quiere continuar su
historia, pero si no tiene historia ¿qué continúa?.
Desgraciadamente si pasan la pubertad empiezan a hacer una carrera negativa y la Policía los castiga, los mete en los
institutos donde, por el feroz maltrato, se vuelven feroces.
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En este nivel ya no tenemos más palabras con nosotros, no estamos en la conversación con nosotros mismos sino que
entramos al mundo de las imágenes. Éstas no cumplen los principios de la realidad, algo puede ser lo contrario. De golpe
aparece tu mamá ... pero tiene bigotes, es papá y mamá al mismo tiempo. Aparece un zapato que se convierte en un
escuerzo; una persona se convierte en otra; estoy adentro o afuera y no salí nunca; es ayer y estoy en mañana. Están
alterados el tiempo, el espacio y los vínculos. Se diluye el yo, el vos, el aquí y ahora y aparece una conciencia primitiva, por
eso es regresivo. Se han alterado los parámetros de organización de la realidad, no hay lenguaje organizador.
Del segundo nivel al tercero, hay un gran salto que es pasar al estado de sueño, donde se produce a nivel orgánico la
conmutación cerebral. En los casos de intoxicación etílica la persona pierde el conocimiento, también con LSD, el ácido
lisérgico, te coloca en este nivel de conciencia. No es el caso de la cocaína que te manda para afuera con mucha violencia,
te despierta exageradamente y te da omnipotencia.
La huachuma es una droga psicoactiva que viene de la selva amazónica, la usan los shamanes, tiene un poco de mezcalina,
se saca de un cactus que crece en el norte. Se le quita la corteza, se cocina la planta y en la ingesta, uno queda en un
estado crepuscular donde puede ver los problemas internos con mayor claridad. Se usa para terapia. Hay otra que se llama
Ayahuasca que también se saca de la selva amazónica. Hice cuatro ingestas para meterme para adentro y para después
comprender mejor a las personas. La utilizan psicólogos que trabajan con chicos con HIV y sirve para que se puedan ir para
adentro y reconstruir su historia para hacer un proyecto de vida. Armar el proyecto les quita la depresión, les suben las
defensas y por lo tanto no se activa el virus. Nosotros tenemos en el Hospital de la Vida que funciona en la Escuela chicos
con una sobrevida de quince años. Cuando alguien logra tener mucha intimidad con su historia la quiere continuar.

CUARTO NIVEL ARCAICO

A veces alguien puede rozar el último nivel, pero es difícil que alguien lo conozca. Yo lo conocí por el accidente toxicológico
con el haschis en Estados Unidos.
En general estamos en los tres primeros niveles, hay gente que es más de acción, de estar en el afuera. Los ejecutivos y los
pibes de la calle se parecen mucho porque no tienen vida interna, siempre están en el nivel de lo concreto, el primer nivel, el
vigil. Hay otros que les gusta meterse más adentro. Hay escritores malditos tipo Franz Kafka o Fedor Dostoievsky que se van
a estados profundos de la conciencia.
El cuarto nivel es la nada, la conciencia arcaica, es la desintegración de la conciencia, es muy difícil que alguien lo viva. Se
experimenta en brote psicótico o en una situación absolutamente traumática, como por ejemplo estar en la Esma
secuestrado, tiene que ser algo totalmente desintegrante de la persona. Es una vivencia de muerte muy aguda.
El cuarto nivel es la desintegración psicótica donde ni siquiera se sueña sino que se fragmentó, no hay sí mismo o núcleo
yoico. Un esquizofrénico en el delirio entra en algo parecido a un sueño pero está despierto. El que está en este nivel vive la
pesadilla en la realidad. Su sueño es la realidad, cree que lo persiguen, investiga sobre el tema y hace teorías enormes. En
el momento del brote se perdió a sí mismo y no sabe quién es. No existe el yo, el nivel cuatro es algo que los neuróticos no
conocen. En Estados Unidos hicimos una experiencia con haschís porque trabajábamos con casos de brote esquizofrénico.
Es una droga que te fragmenta y se metaboliza en dos horas. Lo hicimos en el Hospital Psiquiátrico de Brooklyn, con los
residentes. A mí me pegó mal por falta de costumbre (nunca había salido de los Marlboro) y quedé psicótico por dos horas.
Yo no sabía quién era. En una pesadilla común sentimos miedo de caminar por un precipicio pero sabemos que somos
nosotros los que caminamos. Yo sentía que alguien caminaba pero no sabía quién era, recordaba a alguien llamado Alfredo
en una nebulosa. Escuchaba hablar pero no entendía quién hablaba. No podía reconocer las caras, fue muy angustiante.
Fue una experiencia jodida pero que me fue muy útil para entender a una persona en brote psicótico. Cuando el paciente
dice: "Se paró el tiempo, no se quién soy, no se quién habla, si soy yo o sos vos", puedo entenderlo para ayudarlo. Yo
recuerdo el espanto de cuando salí. En un momento estaba desintegrado y se me alteró el tiempo. Había una cocina en el
Hospital, yo me asusté porque quería salir de eso, quise ir a hacerme un café negro, yo creía que estaba caminando hacia la
cocina, pero ya había llegado. Estaba alterada la percepción anticipada, yo caminaba y a la vez sentía que estaba
caminando adelante mío. Me sirvió también para trabajar en Cromañón, estuvimos los del EPS (Emergencias Psico
Sociales) que dirige Carlos Sica, con los sobrevivientes y especialmente con los padres. Estaban en estado de shock en
intensa regresión psicológica. Cuando el dolor es tan grande también puede ser que la conciencia, para no sufrir tanto , se
disocia y se desconecta de sí misma. Ante un gran dolor físico la persona se desmaya, es una defensa del organismo. La
conciencia se disocia y cree que no es a ella a quién le pasa eso. Paradojalmente las personas que siempre imaginaron un

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desastre, no hacen ese mecanismo. El shock te toma cuando es un hecho inesperado y ahí se roza con el cuarto nivel de la
conciencia, el arcaico.
Este nivel lo explico porque existe, pero alguien en toda la vida puede no conocerlo. Es el nivel de desestructuración
de la mente, del brote esquizofrénico, la destrucción de la mente En la explosión de la Amia los familiares de las
víctimas y los sobrevivientes, estaban en estado estuporoso, no sabían quienes eran, es tan brusca la destrucción de
todo, que a las personas se les desarma la realidad, quedan como locos por un tiempo. Después salen, se
reestructuran porque la mente tiene muchos recursos homeostáticos. Algunos aparecieron a kilómetros del lugar sin
saber que había pasado ni quienes eran.
A veces pasa cuando a una persona la operan y la anestesia les afecta de tal modo que al despertar no saben
quienes son, ni se acuerdan que los operaron, se sacan el suero, etc. y es porque hay una desintegración, queda así
por un proceso tóxico, que es por un tiempo nada más. Por eso los atan a la cama.

Drogas
La cocaína es estimulante hacia afuera, genera un sentimiento de omnipotencia, parece que descarga las
endomorfinas, el organismo usa ese recurso en los momentos de peligro, la adrenalina también. Con el consumo
estás despierto dos días, no te cansás, después no te levantás por tres días. El ácido lisérgico (LSD) te manda al nivel
regresivo. Se usaban en terapia alucinógenos como éste y la mescalina. El alcohol y la marihuana te mandan para el
segundo nivel, estás contento, te sentís bárbaro, pero en el caso del alcohol, si tomás demasiado, te intoxicás, podés
quedar en el tercer nivel, y si seguís, podés hacer un coma, pero no perdés totalmente la conciencia, es muy extraña
esta zona, es la base más antigua de la psiquis.
Los bebés chiquitos tienen “un corso a contramano” en la cabeza, están en el tres, cerquita del cuatro, no tienen
estructura, no saben si existen, no tienen angustia de desintegración del yo, porque no hay un yo. Son máquinas de
hacer caca, gritar, llorar, una planta casi, pobrecitos… no tienen organización del espacio.
Cuando tenemos un traumatismo grave, bajamos, es como irse para atrás en el tiempo, cada vez son funciones más
primitivas, cuando una persona está muy angustiada está detrás del control de esfínteres y se puede mear y cagar
encima. Cuando alguien se asusta mucho, se pone en posición fetal, hace una regresión. En la situación de alarma
máxima, los testículos se elevan, para preservar la continuación de la especie. Decimos: “Con los huevos en la
garganta”, las expresiones populares tienen que ver con observaciones de lo que pasa. En el pánico, también puede
ocurrir lo contrario, que se cierran los esfínteres, es automático, es muy arcaico. Ante el peligro, hay funciones
básicas del cuerpo que se ponen en acción, automáticamente, hay una determinada posición que adquiere el cuerpo,
es común con los animales. He tenido gente combatiente de Malvinas, contaban que el olor a adrenalina era terrible,
porque en cualquier momento venía un avión inglés a atacarlos, ellos decían: “Cortando clavos con el culo”.
Por el miedo se descompensan todas las funciones reguladoras, la contracción permite las dos posibilidades: atacar o
huir, eso es común con los animales.

Experiencia con el haschísh


Yo tuve una vivencia donde entré en el cuarto nivel. Lo cuento como una experiencia, hice un viajecito de dos horas.
Trabajaba en el Brooklyn Mental Health Center, hacíamos experiencias de desintegración de la mente, era un
programa de la Nasa para ver si los astronautas (en ese tiempo mandaban uno solo) podían volverse locos. Eran
experiencias para controlar eso, porque cuando una persona tiene deprivación sensorial hay un momento de
psicotización, y el peligro era que en la nave empezara a tocar todos los botones y ocurriera un accidente o algo peor.
Ahora ya no ocurre porque mandan tres, al ser tres van reforzándose en la realidad, cada uno estructura una realidad
triangular con el otro.
La experiencia la hicimos entre los residentes del hospital con una droga, el haschís, es muy fuerte, pero se
metaboliza en dos horas. Era la época de los hippies, final de la guerra de Vietnam, el power flower, los médicos
norteamericanos tenían entrenamiento, en cambio yo me disocié, hice un splitting, y por dos horas estuve psicótico,
yo caminaba y no sabía quién era, me sucedían cosas rarísimas, a un compañero, le reconocía la voz, pero no la
cara, yo me iba aterrando, fue una experiencia muy fuerte.

Terreiros de Umbanda
Es interesante lo de irse para dentro, todas las psicoterapias populares operan en el nivel dos y tres. Cuando estuve
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en Brasil trabajé en Bahía, en Fortaleza, en los psiquiátricos.
Mi libro “Psicoterapia del Oprimido” se había traducido al portugués, íbamos con mis alumnos psiquiatras a los
terreiros de umbanda, a la macumba, algunos pacientes se habían tratado allí. Cuando fui, vi que era un Psicodrama
excelente, había un buen clima de relajación y caldeamiento, quemaban unas plantas del Amazonas que tenían un
olor exquisito, y sonaban unos tambores (atabaques) muy potentes, que los tocaban como los dioses. El Pai y la Mai
de santo iban acompañando el proceso, y así van paulatinamente regresando a niveles más profundos de conciencia.
De pronto, alguien entra en trance, comienza a tener movimientos descoordinados y toma la escena central. La
persona se comporta de distintos modos rituales ya aceptados, según sea el oriya que lo posee, o sea, muy sexuado
si es la Pomba Yira, con frases de viejo sabio si es Preto Velho, o puede tener comportamientos infantiles si
incorporó las crianças Cosme y Damián.
En el templo se debe estar sin cruzar los brazos ni las piernas para evitar contracturas resistenciales y entregarse a la
posibilidad de incorporar uno de los dioses (los oriyas).
Me acuerdo de un caso, una chica muy bonita, con grandes pechos, pero que se encorvaba para ocultarlos, con toda
su actitud corporal estaba negando su femineidad. Entonces vino el Pai fumando unos charutos, y repentinamente la
chica entró en trance, se arrojó al centro y adoptó una postura desafiante, casi erótica... todos aceptaron que había
incorporado la Pomba Yira. La Pomba Yira es una diosa desnuda, a la que se debe un respeto religioso, diríamos una
cruza entre la Virgen de Luján e Isabel Sarli, con sus exuberancias femeninas. Los acólitos, junto con los familiares y
todos los que estaban ahí, le permitieron asumir su sexualidad. No decimos que se curó con este episodio, sino que
comenzó a abrirse un camino (recordemos que las hierbas que se queman en estos rituales se llaman
“Abrecaminos”).
Acá en la Argentina, el proceso terapéutico no utiliza técnicas corporales, sólo el diálogo, desde el diván que
inmoviliza el cuerpo, y pensamos que no tiene esos recursos psicodramáticos como en las terapias populares y es
probable que los resultados sean a largo plazo ( nuestras terapias son muy aburridas, muy verbales, simbolizantes,
estás seis meses en un diván para asumir tu sexualidad, allá en tres sesiones comenzás a movilizarte).
Tal vez la burguesía dispone del tiempo para resolver un síntoma invalidante, pero los sectores populares no se
pueden dar ese lujo (si no se curan, no comen).

LA JAULAL
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ALFREDO MOFFATT 26 / 9 / 96

Hoy vamos a hablar del cuerpo y lo que tiene que ver con lo que yo llamo “la jaula” que es la cultura. Es lo que hace que la
vida cotidiana sea compatible entre las personas. La gente puede entenderse porque tiene un código en común, son todas
las normas de la vida cotidiana. Todo esto nos sostiene de lo caótico del devenir. El transcurrir de lo que llamamos vida
cotidiana es indudablemente aburrido, algo así como la “burocracia de la vida” pero nos da seguridad. Ordena el caos interno
en espacios, tiempos y vínculos.
Entre el cuerpo en su corporeidad concreta, en su espontaneidad infantil y el trabajo de la simbolización, hay una distancia
muy grande e inaugura dos espacios, dos dimensiones. La dimensión de la acción, de lo real y la dimensión de lo imaginario.
Eso de alguna manera tiene que tejerse y esa manera de tejerse se llama cultura. Cultura es un acuerdo entre un grupo
humano para leer y clasificar los datos de la realidad, lo concreto y también las emociones para leerlo de una manera
uniforme y hacer que la gente se pueda comunicar. No sólo es necesario hablar el mismo idioma sino tener el mismo tipo de
configuración de roles, ceremonias, espacio - tiempo, de valores y mitos. Uno se puede comunicar con el otro sólo en esas
condiciones. Lo que estaba observando respecto de la domesticación del cuerpo es que la silla lo domestica porque no deja
que el cuerpo vaya hasta el piso, que uno no termine de tirarse en el suelo. La silla lo sostiene, hace que el cuerpo esté muy
pronto para caminar, para estar vertical. Es una forma humana, la otra es más animal. Me acuerdo cuando empezó el
Psicodrama en Argentina, en el año 62, Rojas Bermúdez y Tato Pavlosky hacían Psicodrama Moreniano desde sillas. Estas
dramatizaciones eran muy duras, no había componentes Gestálticos de tirarse en el suelo, estar con el cuerpo más
permisivo para lo irracional. Me acuerdo cuando se empezó a trabajar con almohadones observamos que esa simple
modificación física, trajo una modificación ideológica. La opción nuestra de trabajar con almohadones en el Bancadero tiene
que ver con lo ideológico, con crear un campo de informalidad especialmente para el cuerpo. La gente se puede tocar en las
reuniones, uno se pone más cerca del otro, hay más una cultura de la espontaneidad. Esto viene de la cultura árabe que
trabaja con almohadones. Justamente almohadón es una palabra que tenemos de los árabes. Las sillas separan, una
persona aquí, otra allá, no hay ningún peligro de tocarse, de tener el cuerpo en una posición que no sea igual. Por ejemplo si
vemos ahora...miren, estás todas despatarradas, éste está así, este asá...allá se tocan, en el Bancadero también, al principio
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era más lo espontáneo, fíjense que pueden adquirir distintas expresiones corporales y además estar más relajados. Si
estuvieran diez sentados en sillas, a lo sumo podrían cruzar el pie o no, sería el único movimiento posible. Es la privatización
de los espacios corporales y la rigidización del esquema corporal...
(Entra una alumna y saluda)
Alfredo: Al entrar no se saluda, yo estoy dando la clase, ella viene y dice “Buenas Noches”, eso se dice cuando uno entra a
una casa, si se entra al cine no se saluda, porque –en realidad- se entra a una ceremonia de lo imaginario. Esto tiene que ver
con la clase hoy, es analizar los contextos sociales. Cuando yo empiezo hablar ya no soy más Alfredo, sino que tengo que
tomar el rol de profesor, emitir información y una cantidad de cosas que pueden ser usadas o no. Uds. se transforman en
alumnos. Cuando entra alguien, el espacio de la comunicación está ocupado, es como si estuvieran dando una película,
solamente que la película soy yo y ustedes los espectadores. Si alguien entra y dice “buenas noches”, corta, es como si
estuviera en otro contexto que es de una relación familiar. En el Bancadero se establecía esa costumbre. El buenas noches
tiene que ver con reinstalar otra vez el grupo espontáneo familiar, la reunión social, pero esto es como el cine o un concierto,
nadie saluda. Tiene que ver con la realidad que está también constituida por clasificación de ceremonias. Cuando yo
empiezo es una ceremonia que es dar clase e inmediatamente asumimos roles. En ese sentido es de rol familiar o social. Si
fuera una reunión de militares que están preparándose para zarpar al Golfo, entonces, no se podría decir buenas noches
tampoco, está categorizado muy clarito lo que hay que decir: ¡firmes! ¡descansen!...nadie espera otra cosa. Hay
modificaciones de rigidez total corporal que corresponden a esas instituciones de rigidez máxima. Con eso vamos
acercándonos al tema de las relaciones secundarias y primarias. Las relaciones primarias son emotivas, de contacto, ¿Cómo
te va? ¿Llegaste tarde? Las otras son formales, en el sentido en que entra alguien y se le pone un presente, un ausente, es
formal el registro de la persona que entra.
El tema de hoy puede dividirse por una raya que voy a realizar en el pizarrón, horizontal, aproximadamente en la mitad del
pizarrón, esa raya va a producir la división en dos del espacio de clasificación. La realidad se clasifica continuamente. Las
palabras sirven para clasificar cosas. Por ejemplo: ¿Qué animal? Perro. ¿Qué perro? Blanco. ¿Qué tamaño? Grande.
Continuamente se está clasificando. ¿Me querés? Si. ¿Mucho? Más o menos. ¿Porqué me decís eso?. Continuamente
estamos clasificando. El loco no maneja esto, y hace cosas distintas, por ejemplo, entra a un concierto y dice “buenas
tardes…”. No usa la realidad como los otros la usan, pauta distinto, clasifica de otra forma. El mundo se clasifica en público y
privado, fundamentalmente en eso. Hay una jaula que es lo real, el campo cotidiano, lo que tenemos que compartir para
podernos comunicar. Primero se clasifica en público y privado o sea en afuera y adentro. Desde el afuera y adentro de
nuestro cuerpo, de nuestra habitación, de nuestra casa, barrio, país, la Tierra, del Universo, son un conjunto de cajas chinas
muy determinadas, muy marcadas, especialmente el umbral de la casa.
El loco es el que no cambia de conducta cuando pasa el límite más importante que es el umbral de la casa. Vida privada y
vida pública, si yo traspaso eso, cambio todas mis formas de lenguaje, tengo que cambiar de un lenguaje coloquial, de
gestos, dentro de mi familia, a un lenguaje formal, explicar bien qué quiero y qué no. También tengo que vestirme
adecuadamente, estar en calzoncillos dentro de mi casa es una cosa pero no puedo hacerlo afuera. Principal transgresión
que hacen los locos, salen en bolas a la calle, es uno de los escándalos que producen porque lo clasifican de otra manera,
no registran adentro y afuera, hasta legalmente, si alguien entra sin permiso es un intruso, si un nenito sale de la casa puede
ser traído por la Policía porque adentro y afuera es distinto. La Policía puede entrar hasta tu umbral pero si estás adentro no,
porque ya tiene más problema, necesita una orden. El umbral de la casa clasifica. Hay casas en el afuera que son grandes y
que tienen categorías de públicas como los bares donde uno puede entrar sin pedir permiso. Usualmente uno se sienta,
viene un señor y nos pregunta qué vamos a tomar o a comer. Se espera que uno ahí vaya a comer, a pedir algo. No puede
ponerse a tejer, invitar amigos: tiene que consumir, está clasificado también. Además se tiene que sentar en la silla, no en la
mesa. Todo en la realidad está usado esperando que cada uno la use de cierta manera. Sino no podríamos encontrarnos
porque las expectativas deben cumplirse. El comunicarse es poder cumplir una serie de expectativas mutuas. Hay un
acuerdo de expectativas. Me acerco a vos en la calle, vos esperás que si soy un desconocido, te pregunte la hora, alguna
calle, pero no esperás que te pregunte: ¿Anoche qué sueños tuviste?. Eso sería de loco. Los locos hacen así. Vos le podés
pedir a un familiar, a un amigo íntimo este dato, “¿qué sueños tuviste?”, a una esposa hasta se lo podés exigir, en caso que
haya pronunciado un nombre que no es el tuyo, entonces ahí sí... “¿qué sueños tuviste?”, eso es razonable, pero una vez y
no todos los días porque si le insistís mucho ya empezás a tener un trastorno. Esta es una gran clasificación de la realidad.
La otra es una enorme clasificación...vamos a hacer ésta otra raya para distinguirla, para indicar que estamos en
dimensiones distintas, es la otra que es entre ayer y mañana. Es más abstracta y depende del lenguaje. El lenguaje
construye el encuentro, construye fundamentalmente una secuencia de actos, por los tiempos de verbos. Siempre está
estructurando la serie de percepciones entre lo sucedido, si está sucediendo o va a suceder. Tenemos la sensación de que
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los presentes son en realidad discontinuos e inconexos, tienen una especie de historia. Al loco se le descompone la
temporalidad y entonces no sabe si es ayer, hoy o mañana, tiene confundido todo, como nosotros lo tenemos confundido en
los sueños. El inconsciente es acrónico, no tiene cronicidad y estamos vivenciando una situación pasada como si fuera en
este momento. En cambio, cuando estamos vigiles y despiertos, es que estamos en un presente que deja atrás un pasado y
se dirige a un futuro. Además el tiempo tiene dirección y desgraciadamente una dirección no retornable. Característica que
hace distinta la dirección temporal de la espacial. Es irreversible el tiempo. Avanzamos y no podemos volver atrás. En
cambio, en el espacio sí, porque podemos salir y entrar todas las veces que queramos. Circulamos en un adentro/afuera
pero no podemos hacer adentro/afuera del tiempo. Tiempo adentro es tiempo atrás, tiempo afuera es lo que va a venir. De
todas maneras esas dos categorías también están porque en general se dice que lo pasado está adentro, es verdad porque
se memoriza, el futuro está afuera por eso nos da miedo. Todavía no lo conocemos. El momento en que se encuentran es el
presente, es un momento muy especial, que puede dar mucho miedo en algunas circunstancias cuando el futuro se
transforma en presente y se evade, se esfuma. Ahí hay una cantidad de percepciones del presente desde instantes muy
lineales, hasta presentes chicles, en situaciones de lentitud, cuando no pasa nada, hay un presente estirado: la depresión.
En el momento de expectativa, de plenitud de la realización de algo esperado, el presente ese, es muy intenso.
El presente amoroso -a veces- es muy intenso, la mayor intensidad se tiene en el encuentro sexual en el orgasmo
simultáneo, es la situación máxima de presente vivenciado en el humano, los franceses lo llaman “petit môrte” que significa
pequeña muerte. En ese momento vivimos una conciencia equivalentes a la del psicótico, en el orgasmo no hay más tiempo.
Es un momento fuera del tiempo, muy conmovedor pero muy angustiante para que el que no maneja bien el tiempo. Los
locos ni por joda se arriesgan a esa situación. La sexualidad para los locos es algo temido porque contiene la posibilidad de
quedar fundidos con el otro y ellos tienen la identidad tomada con alfileres. La realidad está organizada en forma de una
contradicción dialéctica, entre dos cosas que se sintetizan en una tercera: Yo vengo de un pasado y voy a un futuro pero en
cada instante esa mezcla se sintetiza en lo que yo llamo el presente. Yo voy a entrar a una Iglesia, hay un instante en que el
espacio exterior de una Iglesia se sintetiza en un traspaso, que en general si es un lugar sagrado está muy definido, incluso
hay un espacio que se llama atrio, en donde vos estás entrando. Las casas de antes tenían algo equivalente que se llamaba
el zaguán, es un muy saludable espacio psicológicamente hablando, permite la preparación psicológica de estar en el afuera
tensionante donde hay vínculos distintos al ingreso donde voy a encontrarme con mi familia, mi intimidad, tengo que
relajarme y prepararme para el espacio privado. Era tradicional en los noviazgos que había una temporada en que el zaguán
era lo que iba definiendo que había un período en que la pareja hacía maniobras atrevidas porque era la preparación y el
enganche del candidato en el zaguán. Cuando el novio entraba a la casa, el vínculo adquiría una formalidad que impedía
romper el noviazgo. Angel Fiasché, el Director Nacional de Salud Mental actualmente, una vez me dijo, “Moffatt, la
impotencia, la eyaculación precoz no es siempre disfuncional, hay momentos en que la eyaculación precoz en ciertas
circunstancias es instrumental, por ejemplo el polvo de zaguán, no puede ser muy duradero porque hay pocos minutos...”,
fijate vos, los eyaculadores precoces estaban salvados por el zaguán (que disimula su disfunción sexual)...que además es
“de parado”… obviamente con tecnología complicada.
Había transacciones - por ejemplo - con el lechero, que no entraba a la casa, ellos llegaban temprano y no tenían que entrar
a la casa y al mismo tiempo no estaban afuera. El zaguán era muy importante, ha sido sustituido por los porches, en los
departamentos desapareció totalmente, cuando hay violencia externa vos salís de tu apartamento y ya estás en el afuera, el
de al lado no te conoce, ni se saludan, es una cosa patológica porque estás conviviendo con un desconocido, eso aumenta
las posibilidades de fantasías paranoides. Miramos para controlar que no nos vigile y el otro está diciendo lo mismo... crea
situaciones de campo paranoide.
Ayer y mañana, siempre va así el tiempo. Los budistas no le dan importancia a eso, se preocupan en general
metafísicamente por dónde yo estaba antes de haber nacido. Nosotros nos preocupamos dónde vamos a estar después de
muertos. Tenemos un tiempo progresivo, ellos un tiempo regresivo. Culturalmente se pueden hacer cosas muy distintas con
el tiempo.
Afuera está fundamentalmente la palabra, en lo público, en la forma pública y organizada de la cultura. Cuanto más público,
más abstracto. Más lenguaje y menos acción, cuando vamos para abajo es más cuerpo y más cenestesia. Los gráficos del
marco de realidad permiten entender la construcción de la cultura y la construcción de la cordura, las últimas teorías trabajan
sobre la construcción de la cordura y no analizan la locura. Sino que la ausencia de cordura, es locura. No se puede estudiar
el frío, en termodinámica sólo existe el calor. El frío es ausencia de calor. Esto también estaría interesante, no existe la
muerte sólo la vida, cuando la vida no se estructura aparece el sentimiento de estar muerto. Da posibilidades distintas para
las depresiones, consideradas no como que hay que encontrar escenas reprimidas y complejos antiguos infantiles, sino que
simplemente hay que tomar al depresivo como una persona que no aprendió a vivir. No aprendió a salir afuera y a establecer
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las contradicciones que crean variedad, que crean estímulos. En general, en un depresivo hay un padre que no los sacó
afuera. Hubo un no aprendizaje del mundo exterior que es el que nos estimula.
Por eso cuando nos estimula mucho, se da el stress, después necesitamos la casa para descansar. Si nos quedamos en la
casa quedamos hipotónicos porque la estimulación está afuera. El mundo es lo que estimula y la casa es para descansar del
mundo, que te estimula a veces mucho. La noche y el día. Están en el extremo las palabras como el sistema más complejo,
es el mundo más abstracto, la abstracción, el tema de la cultura más compleja. Para abajo, en el adentro estaría el cuerpo y
las palabras, que son los dos elementos de toda cultura. En el cuerpo están las emociones, las vivencias, lo que tiene que
ver con nuestro sustrato animal, arriba estaría la construcción del hombre que es la cultura o el mundo de los símbolos, de la
abstracción, que es lo que controla ésta porción, sino sería caótico. A través de las palabras crea la sensación de
continuidad, sin la temporalidad. ¿Qué hace la cultura? Arma una jaula que tiene fundamentalmente dos temas que la
constituyen, el mundo de la gente razonable, el mundo de la clase media, la vida cotidiana, etc. Está en dos enormes
espacios en que la gente va usualmente de uno a otro. Es el tema de la familia y el trabajo, como un adentro y un afuera que
organiza la cultura, todas las culturas. En este está la situación triangular, en donde hay un hijo con una madre al cual se le
agrega el padre, y arriba está el grupo como estructura grupal, como forma de vinculación, el tipo de vínculo es ese. La
persona nace en esta situación, siempre nace de una madre, aparece después un padre y se forma esa situación. Aunque
haya varios hijos, todos pasan por la misma estructura. Está el padre como estructurante de la realidad. En cambio acá, no.
Acá si soy este, soy un equivalente a todos los demás. A lo sumo, lo que tengo es un cacique que actúa como un
coordinador pero no es mi papá. Si paso de aquí a aquí, soy un adulto y tengo ya el ingreso a una fratría.
Si nosotros vemos las categorías constituyentes de lo real, que es espacio, tiempo y comunicación, tres cosas importantes,
vamos a ver que si es espacio/tiempo/comunicación, vemos que en la familia el tipo de espacio es la casa, acá es la ciudad,
el tiempo acá se mide en días, son espacios cortos, en cambio, en la ciudad lo que tiene que ver con las macro-estructuras,
se mide en años, las ceremonias son anuales, las ceremonias colectivas son el 9 de julio, fin de año, las vacaciones, es para
todos. En cambio, acá no, los ciclos dentro de la familia son los nacimientos, los funerales, ceremonias que tienen que ver
con lo familiar, con lo grupal pequeño. Y la comunicación es formal y aquí es un lenguaje coloquial. El castellano tiene dos
formas: el usted y el vos. Cuando ya empieza a hablar crea una distancia. El usted, crea distancia, el vos, acerca. Además,
se le puede ir agregando el coloquial, un cómo coloquial, que es dándole emoción. Por ejemplo: Uno está dentro de la familia
y viene alguien y pregunta “cómo te fue hoy?, te noto triste, por la voz...” si uno va al cigarrero, le dice más frío: “¿qué tal
cómo está, cómo le va?” el tono clasifica el tipo de vínculo. Los locos no lo hacen. Viene la mujer “¿qué tal como estuviste
hoy?” “Bien”. Es un lenguaje frío, descolocado, la ve como lejana. Entonces eso lo trasluce en la forma del lenguaje. Lo
principal que quiero transmitir hoy es que la realidad se estructura de cierta manera y la enfermedad mental tiene que ver con
no estructurarla de esa manera, con cometer errores en el manejo de la realidad, que llega al colmo en el psicótico en que la
realidad se desarma toda y no sabe en qué espacio está, no sabe en qué momento, su percepción está obnubilada, utiliza
un lenguaje no coloquial, más regresivo todavía. Ahora vamos a ver que de ésta jaula que tiene que ver con que todo esto
está pautado, es complejísimo, por ejemplo, los espacios en la ciudad son los que clasifican conductas, si fuera la cancha de
fútbol, la Iglesia, un subte, una confitería, incluso el tipo de confitería permite distintos usos. En Estados Unidos, en Argentina
y en Brasil, es completamente distinto el uso de la ingesta pública. En Estados Unidos vos terminás de comer y te tenés que
ir. No se concibe que estés haciendo tiempo ni charlando. En Brasil podés charlar pero muy rápido porque no hay sillas ni
mesas, todo es de parado, un argentino que quiere tomar un café y leer el diario es un infierno, porque no encontrás un lugar
para sentarte y hablar. Todos están parados. Son muy rápidos, están siempre caminando, es un modo distinto de uso del
espacio. Los brasileros están siempre en movimiento, nosotros no, somos más depresivos, en donde el café es espantoso,
pero es una excusa solamente para indicar que uno alquila una mesa por tiempo indeterminado. En cambio en Estados
Unidos si te sentás es para comer. Incluso te dicen que tenés que dejar la mesa en cuanto ven que terminás el café. Yo
después tardaba más, para regular el estar ahí y descansar.
Alumna – Ahí se da la eficiencia...
Alfredo – Es un mundo de eficiencia, tanto que nos someten, nosotros tenemos todas las ventajas del esclavo: puede dormir
la siesta y ser ineficiente. Porque...ojo, hay que ver las ventajas y los inconvenientes de dejar de ser esclavos, pienso que el
turco ha percibido los peligros de independizarse. No es poder estar siempre perdiendo el tiempo, allá no se puede perderlo,
te rajan. Tenés que estar muy atento. En Brasil es otra historia, te perdonan y no te echan. Hay una cantidad de espacios
con una modalidad de uso, incluso acá se generó el saludo cuando alguien entra ya empezada la clase, antes se
consideraba una clase. Esto indica cierta cosa coloquial entre Uds. primero se quieren y después estudian. Yo no lo veo ni
mal ni bien lo que hacen, lo tomo para hacer un análisis en el aquí y ahora. Para que lo que uno explica se pueda analizar,
incluso ver lo que estamos haciendo. Cada conducta está clasificada, incluso en el tránsito, uno maneja, estaciona en tal
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lugar, allá no puede detenerse, en un puente no te detenés. Todo el movimiento humano está clasificado en la calle, en tu
casa no. En tu casa podés hacer lo que quieras, pero si comés en el baño y cagás en la cocina... así hacen los locos que no
respetan los lugares. La casa está también clasificada en Alimentar/ Dormir/ Cagar, en general van en ese orden. Uno come,
duerme, hace la digestión y deposita, como los animales.
Los animales también tienen una primitiva conducta, son los instintos, es un protocolo de conducta: donde comen, no cagan
etc. Los locos te hacen eso, como los nenes, los bebitos y los viejos también, ahora vamos a ver que son dos personajes
que tienen que ver con esto. Acá hay la clasificación de años, es el mundo del almanaque, es el tiempo grande, que
compartimos con los demás. En la familia en general, se usa el reloj, “a las 8 levantate”. El ciclo de la semana, está del lado
de la familia, el domingo se modifica el espacio afuera. Por ejemplo el domingo la ciudad de Buenos Aires es otra ciudad, se
puede ir a tomar sol en la plaza, en cambio otros días no. Si vas a tomar, dicen éste no está trabajando, porque no
trabaja...todo está pautado. Mucho más de lo que uno cree. Fácilmente el que sale de esto y se conecta con su cuerpo y se
conecta con las palabras, con los conceptos comienza a hacer cosas raras. Un sabio que se distrae, no sale sin pantalones,
pero hace uso distinto de la vida cotidiana. A lo mejor, come en la calle. Está pensando pero está muy abstracto. Hay
personas que están en lo corporal total, de pronto hacen un uso del cuerpo que es transgresor, por ejemplo, en la vía pública
o incluso en la casa. Aunque en la casa es un espacio, donde está pautado el uso del cuerpo según el lugar donde está.
Siendo el baño, es el lugar donde tenemos la privacidad de nosotros con nosotros mismos, es el único lugar donde uno
puede estar a solas. Hay gente que habla en el baño. Es una especie de Iglesia con uno mismo, se baña, se pinta, hace las
maniobras, es un momento de estar descansando del otro. Hay chicos que hacen estreñimientos porque tienen madres
controladoras que los respetan sólo si están en el baño. El chico está horas, porque ahí puede evadirse de una madre que
está continuamente encima y que lo ahoga. En el baño no tienen asma, por ejemplo, es un lugar que se respeta. Las madres
más psicóticas no, empiezan a golpear, “¿qué estás haciendo! Salí!” algunas entran o sacan la puerta para controlarlo al
chico. Para no permitirle la privacidad. Ahí si hace una esquizofrenia va al Hospicio y encuentra el mismo espacio, porque allí
los baños no tienen puertas... para que el loco no vaya a estructurar la privacidad de nuevo y sanarse, para que quede loco.
Todo está organizado en el Hospicio, que está en su mundo de afuera, es una Institución donde está todo organizando todo
para que no haya ni familia ni trabajo. Acá es el tema del amor, y este es el tema del trabajo. Amor y trabajo como dijo Freud,
“lieben und arbeiten” son las condiciones para estar sano, ¿Cuál es la salud? Poder amar y trabajar. Claro porque Freud
estaba adentro de esto, todo el psicoanálisis es respetuoso de la pequeña burguesía europea de principios de siglo, por eso
no puede trabajar con drogadictos, chicos de la calle, etc. que están en el sótano, ahora vamos a ver que ésta jaula tiene un
sótano y una azotea. Yo le llamo jaula porque está lleno de reglamentos, de maneras normales de interactuar. En el lenguaje
también hay expresiones y hay palabras que se pueden usar adentro y afuera no, hay lenguajes coloquiales, que son de la
pareja, que está vedado para los chicos, la televisión a las 10 de la noche, o cuando la pareja habla de sexo. Ahora vamos a
ver que esto nos completa o clasifica en realidad algo que es lo más primitivo: la persona existiendo espontáneamente, con
su cuerpo, sus instintos, sus deseos, sus miedos. Esto estaría acá, estaría en una cosa que podríamos llamar una especie
de sótano, que está abajo, que tiene otras connotaciones, la palabra sótano se me ocurrió después de llamarlo de otra
manera, porque es lo que está debajo donde está fundada, que es el tema del cuerpo, del sexo, de los sueños.
Vamos a ver el espacio, el tiempo y la modalidad comunicacional, el espacio es el cuerpo, a lo sumo es la cama, que está en
relación directa con el cuerpo, la ropa, todo lo que puede ser asignable al esquema corporal mío, directo. En el tiempo, si
aquí transcurre por años y por días, en el nivel del cuerpo, no hay temporalidad, sólo hay sensaciones en el momento, sólo
hay percepción, y la percepción tiene que ver con el segundo, acá lo medimos en segundos, porque son vivencias, acá en
días, por el ciclo solar diurno, acá lo medimos en años, por el ciclo solar anual.
Alumna - ¿El cuerpo no tiene tiempo?.
Alfredo – No. Porque vive siempre en el presente. La mente está en el tiempo, pero el cuerpo no, yo me encuentro con vos,
te toco...
Alumna – Sin embargo hay ciclos...embarazo, menstruación.
Alfredo – Son biológicos, en cada instante estás en cada instante, comiste algo podrido, en ese momento no te duele,
después te duele la barriga, después tenés una diarrea. La secuencia la organizás intelectualmente pero en cada instante
vivís ese instante. Por eso la embarazada se tiene que imaginar el parto para angustiarse, sino en ese momento del
embarazo, no le duele. En ese instante está en ese instante, cuando lo concibió al chico le duele menos todavía. Está en el
placer. Es un mismo proceso. Hay anticipación, pero esa anticipación es por el lenguaje, por el conocimiento, la información,
la ansiedad anticipatoria. El cuerpo está en el instante, por eso la Gestalt...
Alumna – Pero el cuerpo tiene tiempo...a tal edad...

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Alfredo – El cuerpo vive en el presente...en cada momento. Un dolor de estómago, a los 10 minutos, no te acordás cómo era.
Tiene que ver con la percepción, es lo que tenemos en común con los animales, ellos también quedan embarazados. Sin
embargo, no se da cuenta una perra que está embarazada. Tiene conductas instintivas de embarazo. Pero no se puede
prefigurar el parto si es una primípara, no puede decir: “Qué macana, me embaracé ahora, qué dolor el parto...”. No. No
sabe. En ese sentido te digo que el cuerpo está encanado en el presente. Cada momento es ese. El presente lo tenemos a
través de las sensaciones. Cada instante estamos vivos en ese instante. Toda la construcción del tiempo es una
construcción imaginaria nosotros anticipamos cosas y recordamos, en ese sentido el cuerpo está encanado. También tiene
que ver con el espacio regresivo en el sentido que es de abajo, que es cuando fuimos nenes.
Alumno – Se da solamente cuando el alma abandona el cuerpo.
Alfredo – Si, pero vamos a ver que el alma es una construcción de la cultura, imaginaria, que tiene que ver con la identidad
construida en el tiempo. El animal no tiene alma porque no tiene palabras. Si los animales empezarían a hablar, empezarían
con los problemas de angustia existencial. Porque el lenguaje tiene el símbolo, tiene una ventaja y un inconveniente. La
ventaja es construir la civilización, porque podemos hacer predicciones, planificaciones y ponernos de acuerdo para todos
juntos hacer algo. Los animales no pueden. Cada uno hace una cosa distinta. Pero tiene una desgracia, que es el único
animal que sabe que se va a morir. Si hay un peligro inmediato, el chancho grita cuando ve el cuchillo pero si no lo ve, no
grita. En cambio, el hombre no ve el cuchillo y grita igual, porque lo alucina. Es el único que alucina. Esa es la diferencia.
Vamos a señalar lo que llamamos “la azotea” (es el espacio 4 en el esquema) es un lugar alto desde donde vemos todo, es
el lugar de la filosofía, de la reflexión, pero de donde nos podemos caer, está muy alto y es muy peligroso. Hay mucho viento
y te podés volar, porque tiene que ver con la angustia existencial, porque en la azotea aparece el tema de la reflexión que es
el puro símbolo, cuando se pierde lo corporal, cuerpo es lo regresivo. Fíjense en el esquema de los espacios de la cultura:
Cuerpo / casa / ciudad / país, que es una abstracción, porque al país nadie lo vio. A lo sumo, cuando sale el avión ves un
sector de Buenos Aires o de La Pampa o del lugar que vayas, pero nunca ves el país. Y los satélites tampoco lo ven, ven
todo chiquitito, es una abstracción el país, el Mundo y el Universo, que es lo que más miedo da. Del Universo aparece el
tema de la infinitud espacial, comienza a inquietar porque se piensa en la otra infinitud, que es la temporal. Medimos en
segundos, días, años y siglos. El siglo testimonia la finitud, porque es la unidad mayor de la vida humana.
Hay un lenguaje que no existe en las culturas ecológicas, usan un lenguaje coloquial y el formal lo dejan para ciertas
ceremonias y fundamentalmente trabajan con un rico lenguaje corporal, esencial en la sexualidad, riquísimo, es el lenguaje
de las emociones que rescata el Psicodrama y la Gestalt. Éste nivel está negado por la jaula (que son los espacios 2 y 3 en
el esquema) de la cultura, que llamamos marco de realidad, donde esto está negado. La jaula donde estamos encerrados la
mayoría, los empleados públicos, los burócratas, es de gente muy empobrecida, rigidizada, todo está pautado, “el sexo tiene
que ser así o asá”, si nos vamos al otro lado, aparecen las abstracciones, es el mundo de la cultura abstracta, ahí están los
filósofos, los poetas, que hablan de la vida, etc. Se arma desde un nivel de reflexión, también están los revolucionarios...
En el sótano nos vamos para la animalidad, para los instintos, que decía Freud. Vamos a usar la palabra “instintos”, que es
muy antigua. Una cosa muy configurada, casi un prejuicio de la época. “La vida instintiva”, que era salirse de la clasificación
de la cultura represiva. Estaban connotados con lo que había que dominar. Había que dominar la calentura, las ganas de
vivir, los miedos, los primitivos no la dominan y viven muy bien. Yo he estado en tribus del Amazonas, a un primitivo le hablás
de instintos y te dice “¿qué instintos? es simplemente lo natural de la vida”. Somos nosotros los que estamos artificialmente
arropados y tenemos que estar reprimiendo lo natural e instintivo, como si eso fuera lo malo.
En el Conurbano Bonaerense, podríamos decir que existe el “instinto” del hambre, que el Gobierno tendría que reprimir
porque lleva a la violencia de los piqueteros pero las balas no calman el hambre porque no es un instinto sino una necesidad.
Esta ironía tiene que ver con que en la Facultad de Psicología sólo se tematizan los avatares de la represión de la sexualidad
(Edipo y Cía) y se niegan las nuevas psicopatologías y sociopatologías que provienen de la desintegración de la familia y la
comunidad, consecuencia de un sistema económico cruelmente injusto que genera incertidumbre, violencia, drogadicción,
niños en estado de alto riesgo, que nunca son materias de estudio en la Universidad mantenida por ese pueblo a quien da la
espalda.

FIN

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ABORDAJES TERAPEUTICOS .
ALFREDO MOFFATT

Freud dice que el pensamiento es ensayo de acción. Uno cuando piensa está adelantando lo que va a hacer. Si no lo
adelanta no puede hacerlo. Hay una imago interna.
¿Dónde te ves trabajando?.
Fútbol como ayuda psicológica. El fútbol es empleado para la rehabilitación psicológica. Se puede enseñar como utilizar el
fútbol para hacer grupos operativos, trabajar el manejo de la competencia, lo que aparece en los momentos de descanso, es
toda la temática de la frustración. Te situás en un lugar desde el cual podés hablar con los chicos.
Es curioso, mi abuelo era inglés, trabajaba en los ferrocarriles, ellos trajeron el fútbol. Los criollos se reían de ellos porque
jugaban con pantaloncitos cortos. Usaba el fútbol para sacar a los jóvenes ingleses del alcohol. Venían de Inglaterra, sufrían
de la depresión que produce el desarraigo, muchos tomaban whisky. Usaba el fútbol como un instrumento para que
descarguen lo físico. Todo deporte relaja la tensión muscular, esa tensión es una de las condiciones de la angustia.
Cualquier persona angustiada está contraída. La que está con depresión está hipotónica. El trabajo de correr, calienta la
musculatura y baja el nivel de angustia. Descarga bioenergéticamente la ansiedad y permite que después hablen. Cuando
se reunían a tomar té charlaban de la tristeza que tenían. Los curas consiguen que los chicos entren en la Iglesia porque
tienen una pelota con un piolín. Los chicos intentando seguir la pelota entran en la Iglesia, allí el cura cierra la puerta y les
habla de Jesús. Se puede usar el deporte para hacer psicoterapia.
Atiende a una persona que quedó sola, contraída y no puede hablar. El fútbol tiene sus ventajas por el trabajo físico que
impone, es obligatoriamente un grupo operativo, después tienen que reunirse para hablar. Es muy rico.
¿Cuál es el objeto a quién querés beneficiar?. Esto no es para ganar mucho dinero, sirve para tener un lugar de valor
personal, de utilidad pública.

Adicciones afectivas. Hay un libro que se llama "Las Mujeres que Aman Demasiado", es el tema de la simbiosis, es un
vínculo intenso, patológico que no permite que haya otro, queda encerrado en esa relación. Están tan cerquita que no
pueden incluir a un tercero, que daría una distancia y enriquecería la posibilidad de una vinculación. En general, hay muchos
celos. En el caso de una madre que no deja a su hija ir a ningún lado porque la pueden manosear, por los peligros, etc, en
realidad, ella es un monstruo. De ella habría que cuidar a esa hija.

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Instituciones. Lo que puedo comentar es tratar de romper los compartimentos estancos. Una Institución es una suma de
personas donde cada cual quiere tener un territorio de poder. El poder es como el sexo, es una adicción fuerte que tiene que
ver con someter a otros. Parece que a algunos humanos les da mucho placer. Cuanto más somete, más placer tiene. Hay un
montón de humanos que necesitan la tranquilidad de ser dominados. Hay corderos y lobos. El cordero busca al lobo para
estar más tranquilo, es una cosa rara. Habría que favorecer la comunicación, romper con el aislamiento.
Hay algo que se llama abordajes o la orientación del problema, el abordaje del problema o la estrategia y después hay otro
nivel que es la técnica. ¿Cómo hacés? ¿Te metés como una estructura de poder también?. A lo mejor puede ser desde la
Cooperadora hacer una fiesta, hacés que haya un poco de vino, empanadas, que se pongan contentos, que bailen y al
aflojarse que se empiecen a conocer.
"Hoy, gran choriceada con vino, empanadas y cumbia". Los padres pobres, vienen. La gente se mueve por el placer. La
culpa mueve poco y sólo sirve para seguir jodiendo, para que nos volvamos a enredar en el reproche. El placer es muy
importante. Los humanos tienen diferentes placeres, en un lugar sirve algo y en otro no. Tenés que hacer un marketing, un
estudio de mercado. Nosotros lo hicimos en el fondo del Hospicio. Averiguamos qué era lo que les gustaba, salió el famoso
sandwich de chorizo, con Cepita muy azucarada. Era la fórmula de Mac Donalds, el frito y el dulce, inmediatamente,
energéticamente da una estimulación muy potente. Después te arruina el organismo, pero en el momento levanta, es igual
que la cocaína, aunque después se paga muy caro.
Es la receta Cormillot. Es la combinación de salado y dulce. En las comunidades más pobres de India, Bolivia, Cuba,
Estados Unidos, lo he visto, hacen unos fritos espantosos. Es una comida muy negativa desde el punto de vista dietético,
pero estimulante, sal y algo dulce. Si ponemos un cartel que diga: "Hoy, vamos a favorecer la comunicación", no viene nadie.
Sería ridículo, tenés que tener un tema que estimule a la gente. A los adolescentes les ponés: "Hoy, películas sobre técnicas
sexuales". Vienen. Después podés hablar del amor, la culpa. La forma de atraerlos debe ser con un tema que a ellos les
interese. En las Instituciones se trata de romper el aislamiento.
Adicciones emotivas, no a sustancias: Es la simbiosis. Vamos a ver que la estructura simbiótica se enseña de madres o
padres, absorben al hijo y que no le permiten ser otra cosa, es como una especie de prótesis emotiva del yo del padre o de la
madre. Es como si el hijo fuera un objeto, por eso no favorecen la independencia del yo, la autonomía, queda captado ahí. Si
uno se llega a querer separar, el otro no lo permite, está adherido, no tiene las instrucciones para la autonomía. Una buena
madre es la que desde el cariño le va enseñando la independencia. Ser madre es algo muy cruel porque tiene que querer a
alguien mucho para después separarse. Es paradojal. Si uno no lo hace, no le da la identidad, ni felicidad en la vida. Esa
persona cuando muere deja al otro con una soledad espantosa. La simbiosis muy intensa o aguda es imprescindible en la
lactancia. El bebé tiene que sentir el sostén inmediato frente al hambre, frente a las molestias corporales y tener las caricias
de alguien. Pero después tiene que ir al cuarto de al lado, no puede dormir con la pareja. Si eso pasa después de cierta
edad, el chico va a tener problemas. Va a querer siempre dormir con parejas. Después hay que favorecer la independencia.
El médico le ordenó a una alumna que si no tenía otra habitación, tenía que poner una cortina, porque siendo divorciada hay
más tentación, el marido ausente produce que el chico caiga dentro del agujero del rol vacío. Ese rol que falta, tiende a
chupar lo que está cerca. Al hermano mayor se le dice que tiene que ser el jefe del hogar y queda en una situación muy
difícil. La madre así está muy cercana y coloca al hijo en un vínculo simbiótico, como el de la pareja, que tienen nocturnidad,
sexualidad.

Catástrofes: El EPS, se ocupa de eso, las siglas quieren decir emergencias psicosociales, lo creó un ex-director de acá que
se llama Carlos Sica, trabajó en la Amia ocho días con un equipo de 20 a 30 personas trabajando en el derrumbe. No
trabajaban con los muertos, sino con los familiares que estaban en un shock emotivo.
Estas personas en estado estuporoso, tenían que ir a la morgue a ver si ese cadáver destrozado era su familiar, cinco horas
atrás estaba vivo. Hacían regresiones masivas, llegando a la edad de bebitos. Hay técnicas como dar abrazos de
contención, de hacerse cargo de la identidad operativa. Los acompañaban para ir a sacarse esa duda, toda la familia estaba
ahí esperando con la espantosa pregunta de si estaban vivos o no. Tuvieron que trabajar también con los Bomberos y la
Policía porque se volvían locos. Se trabaja en grupo, nunca en forma individual por el gran nivel de angustia. El psicoanalista
puede trabajar porque el otro no está en una situación crítica. Trata cuadros estabilizados, con neuróticos, con fóbicos,
histéricos. Cuando hay crisis se tiene que trabajar en equipo porque la crisis te chupa. Hacen turnos de diez, son Psicólogos
Sociales entrenados para emergencias, para catástrofes, para terapias de crisis, con los cuatro pasos, con todo el cuerpo
teórico que damos en la Escuela. Tres trabajan con tres familiares, hacen el abrazo de contención, los juntan si es una
misma familia. Después de una hora se reúne el equipo porque se cargan mucho, el equipo conversa tratando de socializar
la angustia con la finalidad de no quedar pegados. La angustia masiva hacía que se contaminaran por el mecanismo
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empático. Se reunían para lograr la disociación instrumental, el turnarse posibita el trabajo. Ellos ya pertenecen a Defensa
Civil. En el avión de Lapa que se cayó también estuvieron. Tienen todo organizado, estuvieron en seguida y trabajaron con
los familiares, van al lugar del hecho. Trabajaron con el avión de Uruguay, en Río Tercero, en la explosión, con los inundados
y en los motines de Devoto con los familiares. Les ayudan a hacer los trámites pertinentes, se hace a nivel de una utilización
psicológica, terapéutica, el trámite es un pequeño proyecto para sacarlos del presente paralizado, de esa sensación de
mundo detenido que es muy angustiante. Les servía para hacer algo, para reconstruir la realidad porque habían quedado
como en una especie de regresión, se llama la paralización de la conciencia. Quedan con la sensación de mundo detenido,
eso es inaguantable, porque se detiene la realidad de la conciencia. El trámite tiene un beneficio psicológico.
El Eps no es comercial, es el primer sitio solidario para salir de la angustia. Es interesante ver cómo los Psicólogos Sociales,
especialmente los ligados a nuestra Escuela, pudimos salir de la coordinación de grupos solamente y vamos a trabajar en
emergencias, en crisis, pudimos hacer el salto para trabajar en las catástrofes. Hay soluciones, se trabaja con Psicodrama de
emergencia.
Yo critico lo que se enseña en la Facultad porque no sirve para nada. Hay una sensación de frustración que está
apareciendo porque todo lo que aprenden está reducido a lo lacaniano, hermético, rígido, donde solamente se usa lo
simbólico. No aparece en ningún momento la emoción mínima, lo que permite lo que Freud decía: "Si la interpretación no
modifica la emoción, no opera". Es gente que viene con toda la literatura, como Massotta, García, que analizan discursos,
textos. Se podría estudiar una teoría que luego se convierta en operante.
Se les ha traspapelado el paciente, la persona, no hay sujeto concreto, emotivo, existencial, está lo que llaman "el sujeto
emisor del discurso". No existe más la vaca, sólo su precio. Entonces la vaca se perdió, la vaca no es el precio en el mercado
financiero. Es la misma perturbación que hay en la economía, cuando se hace monetarista, desaparece la riqueza y sólo
aparece la sombra, en cuanto al precio. En este caso desaparece la persona como existente y aparece sólo su reflejo, lo que
vale es lo que dice, esa persona desapareció. Esta es la vieja clínica que había cuando empezó la Carrera, cuando
comenzó, era muy operativa. Un psicólogo que salía de la Facultad, era un buen clínico, trabajaba con todas las patologías.
Es un copamiento de tipo monopólico, totalmente lacaniano, ni siquiera el conductismo se ve. Es bastante pobre, habla
solamente de la conducta, no toma la emoción ni el discurso. A mi hija le comento porque se siente muy desconcertada,
piensa "¿voy a poder trabajar?". Esa formación la aleja de la realidad, es lo que el Sistema quiere.
Hay un artículo que saqué en la revista El Porteño, escribí una columna que se llama "La Ciencia no es Inocente". Allí analizo
cómo distintas teorías aparecieron cuando el poder las necesitaba. Cuando precisaba que la tierra sea redonda para adquirir
más colonias, apareció Copérnico. Cuando el imperialismo inglés necesitó una teoría que demuestre la superioridad británica
apareció Darwin con la teoría de la sobrevivencia del más apto. Cuando en Europa por los movimientos sociales, el
comunismo empieza a tener formas cada vez más importantes de socialización, aparece Freud con una teoría de la
explicación humana, individualista, subjetiva y hacia atrás. Funcionaba para el Sistema porque sacaba del tema del cambio.
Cuando la sociedad se hace postmoderna y se vacía de contenido en todos los niveles, aparece el lacanismo. Acá en la
Argentina surge durante el Proceso Militar. Tener un paciente militante durante la Dictadura, era peligroso, detrás de él venía
la Policía y te agarraban del cuello para ver qué dijo. Si hacías una terapia lacaniana, no sabías nada, porque "desaparecido"
es "aparecido-des". Se hacía una construcción lingüística: "perverso", es el "verso de", el tuyo, el mío. Hacen así. Todo es un
juego de palabras. Los esquizofrénicos hace más o menos doscientos años que están practicando el oficio de hacer
neologismos, mi primo Tommy, era lacaniano hace cuarenta años. Con eso generan un hermetismo, sobre "la forclusión del
narcisismo del terapeuta, en relación a la ausencia de la mujer y la imposibilidad de ella ...". Esto es lo contrario, es cirugía de
urgencia, de guerra, coser. Los médicos hacen lo que se llama una amputación a la turca en el lugar del accidente, dejando
todo el tejido muscular en forma de cono, para después cerrar la herida con eso. Después se vuelve a operar en quirófano
pero en el momento se opera de manera tal que impide que se desangre el paciente, impide la infección. Nosotros también
tenemos ese concepto. En el momento de la emergencia se hace una restitución de la realidad mínima para impedir que se
la persona se psicotice. Luego después hay un post-tratamiento en donde se vuelve a desarmar todo, vuelve a revivir lo
ocurrido, en un contexto de contención para poderlo elaborar.

Suicidio. Lo que hay que hacer con alguien que tiene un enunciado suicida, es creerle. Aceptarle que realmente está
desesperado.
En realidad, lo que quiere decir es "Ayúdenme a vivir que solo no puedo". Especialmente los adolescentes son los más
vulnerables a un acto desesperado porque todavía no saben lo que es la muerte. Nunca hay que decirle: "No te mates, la
vida es linda". No, hay que preguntarle porqué se quiere matar. A veces, eso no se le pregunta. Lo que quiere transmitir es
un mensaje que probó de todas maneras y si no lo dice en forma de bomba cuando está en la cornisa, nadie le escucha.
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Una vez tuve un caso increíble, el chico escribió en la pared de su habitación, con aerosol: "Me quiero matar". Cuando entró
la madre le dijo: "Cómo pusiste la pared, ¡borrá eso!". No es escuchado porque antes dijo otras cosas, "Me siento mal, me
siento muy solo, me siento humillado, no tiene sentido la vida". Es un grito que hay que escuchar. El primer trabajo lo tenés
que hacer con él. Por algo llegó a ese nivel de mensaje. La familia, empieza a negar, "No, él siempre dice eso", "a nosotros
nunca nos dijo nada". Siempre hay que ver lo hay detrás. Si hay una estructura histérica, va a ser de buen pronóstico ya que
puede ser una teatralización como para conmover. Hay que cuidarlo igual porque puede calcular mal la altura de la cornisa y
caer, o se toma unas pastillas. El jodido es el esquizoide, va calladito, subió a la terraza, saludó al portero y se tiró. Si hay
una esquizoidía es el suicidio de otro porque no tienen percepción de sí mismos. Lo viven como un acto ajeno. Un paranoico
se da un tiro que le revienta la cabeza, hay mucha agresión contra sí mismo. Un obsesivo lo hace con mucho cuidado para
no manchar la alfombra. Un paciente de Brooklin puso una toalla y se pegó dos tiros, uno en el estómago y otro en la
cabeza, fue muy cuidadoso...
Yabrán se sintió acorralado. Una personalidad de esas no puede perder nunca, antes de aceptar que perdió, se mata, era el
último acto de soberanía, de poder, que tenía disponible. Las personas muy violentas, muy sometedoras, no pueden admitir
la humillación de perder porque para ellos es peor que matarse. En el caso de un intento de suicidio siempre hay que darle
bolilla. Lo hace porque se siente solo, porque no ha sido escuchado, si lo escuchás y lo acompañás le rompés el motivo del
suicidio.
Un yugoslavo se suicidó ahorcándose, y yo sospecho que como era yugoslavo, debe haber un paquete generacional de
mucha violencia, en Yugoslavia tienen una pesada carga, de transmisión de angustias terribles. Habría otro componente
más porque si no habría un montón de gente que se tendría que matar. Ya hay en esa familia la posibilidad de suicidio como
solución posible. Este hombre le pidió el desayuno a la mamá y después ella se encontró con el hijo muerto. Eso es típico de
la personalidad disociada, negadora, la doble personalidad es una patología bastante común. Hay casos que son terribles
donde la persona es muy simpática por fuera y adentro es una persona horrible o al revés. Eso se llama disociación. Este
muchacho debe haber tenido todo un proceso tanático, de autoagresión y otro que representaba el rol de muchacho
triunfador. En Marilyn Monroe hubo una nena de 14 años violada que mató a la exitosa, para el caso que no sea cierto que la
mataron los Kennedy que es la hipótesis que se maneja ahora. Parece que convivimos con varias personas adentro, yo
tengo dos o tres pero los tengo ubicados, uno es el que está hablando ahora.
Me he jugado siempre a aceptar lo que dice el suicida. Los terapeutas, en general, cuando alguien viene diciendo que se
quiere suicidar, le dicen que no tienen hora para que no se les suicide a ellos. Yo pienso que si lo atiendo por ahí lo salvo.
Les decía: "Vamos a comer algo", con la comida generaba una situación regresiva de conmoverse un poco, así lo engancho
nuevamente en la vida. Se quieren matar porque están solos, si les das una buena presencia, con interés, se salvan. A mí
me da como ternura que se quieran matar. Cuando ellos lo perciben se dan cuenta que hay alguien que se interesa por ellos,
los escucha. Y por lo menos lo postergan. En casos graves he dicho: "para matarte hay tiempo, el domingo, hacemos un
asadito".
El suicidio es algo muy personal y no se lo trabaja en grupo. Después que pasa el momento si, Campello tenía un grupo de
suicidas, una paciente le había confesado que ya no quería hacerlo pero que no quería dejar el grupo, estaba encariñada.
Campello le dijo: "Vos simulá que te querés matar". (Risas) Con eso le confundió la realidad con la fantasía, por si le llegan a
venir otra vez las ganas, es un juego de simulación, una maniobra sistémica. Cuando le inducís algo, el otro no sabe si es
verdad que se quiere matar o si lo dice para representar lo que le dijiste. Postergar es lo primero. Decirle que después lo
vamos a acompañar a la Costanera, "te tengo la piedra pero tomamos un café antes". Hay que hacer tiempo. En años con
ese sistema se mató uno solo.
A veces sirve hacerlos enojar. Si no hay una buena transferencia. Tengo un caso, fui con un psiquiatra. Nos acercamos al
lugar, el chico estaba en un cuatro piso cerca de la ventana. Nos acercamos, empezó a amenazar que si nos acercábamos
se iba a tirar. Decía "Yo me quiero matar porque soy muy bueno". El padre tenía un problema cardíaco que el chico conocía.
Yo le digo al compañero que estaba al lado, "la transferencia va para la mierda", cuando nos acercamos un poquito empezó
a insultarnos, decía: "Ustedes son unos hijos de puta, nos vienen a sacar plata". Dije. "Vamos a jugar a hacerlo enojar". Le
digo: "Vos sos un hijo de puta y un cobarde porque sabés que si te tirás, tu viejo se muere ahí nomás". Yo sabía que había
un problema con el padre, el viejo era muy castrador. El pibe se enoja, se viene para pelear y se aleja de la ventana. Era lo
que queríamos. No nos dio tiempo para abrazarlo, para darle contención, el padre entró llorando, cuando el chico lo vio se
abrazaron. Se pusieron a llorar y a confesar. Después trabajamos con el muchacho, se resolvió el punto de empezar a
intercambiar reproches. Nosotros teníamos los datos que nos había dado la familia y con eso trabajamos. No le dijimos en
ningún momento: "Tirate". Lo enganchamos con el tema de la culpa, cuando le dijimos cobarde, como él se creía tan bueno

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se enojó y se alejó de la ventana. Jamás hay que incentivarlo a que se mate aunque sea una histeria galopante. Hay que
tratar que hable, que diga qué le pasa.

Toma de rehenes: La técnica podría ser tranquilizar al que tiene el arma para que no haga un acto loco. Evaluar si está
drogado, si me está escuchando, tratar que baje el nivel de obnubilación, de confusión mental. Lo importante es
comunicarse, preguntarle: "¿cómo vas a hacer si te querés ir?". Tratar que el otro salga del pánico que tiene. Poder
conversar -lo más profundamente posible- con el que tiene el revólver para que no haga un acto loco. Posiblemente también
se puede intentar negociar algo aunque tenga el arma, considerar que es una figura fálica que además dispara tiros. Los
psicoanalistas dicen que la banana es un símbolo fálico pero yo digo que además se come, ellos se olvidan que es una fruta.

Portadores de HIV: Ya no hay más personas con SIDA, sólo con HIV, con los nuevos cócteles que se le dan a los enfermos,
no mueren. Trabajamos con grupos así en la Escuela, en el Hospital de la Vida, con contención grupal, hay sobrevidas de
muchos años. El virus se activa cuando bajan las defensas, cuando a alguno le sube la carga viral, inmediatamente todos los
demás se preocupan por ese compañero. Antes eran más perseguidos y marginados, estaban con la idea de morirse,
además hacían conductas de mucho riesgo tanto que melancólicos muy depresivos se terminaban suicidando.

Adolescencia conflictiva: Lo podemos ver. Hay que tratar de detectar qué les gusta para poder meterte en el mundo de ellos.
Aprenderte las canciones que les gustan. Por ejemplo las de Almafuerte, de Los Redondos.
Es como tener un paraguas en medio de una tormenta, no disminuye la tormenta pero podemos evitar una gripe. Si
exageramos, la vida también es un problema, es una enfermedad terminal, hagas lo que hagas, envejecés y morís. Hay una
angustia que no se la podés quitar, es la angustia existencial. Alrededor de los ocho años se empieza a descubrir la angustia
de muerte porque la persona adquiere identidad. El que es más chiquito no la tiene porque se siente unido a los padres, a
esa edad empieza a percibir que él existe independientemente de los padres, entonces puede dejar de existir,. Mi hijo me
dijo un día: "Papi, ¿porqué existe la muerte?". Me agarró desprevenido, lo abracé, no dije nada. Había descubierto lo
absurdo de vivir para morirse. Tenemos dos desgracias: existe la muerte y además estamos en Argentina. Se pueden hacer
remiendos, más o menos andan.
Como consejo les puedo decir que hay que aceptar los límites que tenemos, evitar la omnipotencia del operador. En el
Hospicio aliviamos a la gente pero nunca van a salir de ahí. Pero ¿quién les quita esos sábados donde comen y están
juntos?, se les corta el infinito. Sería lindo ofrecerles una casa a mitad de camino y la reinserción a la sociedad. Es el tema
de hasta dónde vos podés.
A la Madre Teresa cuando le dijeron que había muchos leprosos, ella tenía sólo cien. Ella le dijo a la periodista: ¿Dónde
están tus cien leprosos?. No hay que desanimarse por eso, quién te quita lo bailado, a lo mejor, no se suicidó por diez años y
luego lo hizo pero fueron diez años ganados. Los pibes de la calle que tiene Teresa, por ahí alguno entra en el choreo de
nuevo pero la proporción es muy pequeña. Sacás a las chicas de la prostitución, lográs que trabajen en una fábrica, ganan
diez veces menos e igual le tocan el culo. Una chica me lo dijo, yo le contesté que es menos riesgoso trabajar en una fábrica
que en la prostitución por la cana, por los cafishos, por las enfermedades.
Los Cuatro Pasos sirven para todo, luego vemos distintas técnicas, hay distintos proyectos de vida. Hay como un esquema
básico que te salva de cometer errores como empezar haciendo que vomite antes de estar contenido. O que se salte un
paso y haga un proyecto que le dure dos días ya que no puede hacerlo sin pasar por todo el proceso anterior u obtener una
actitud de cambio sin saber desde dónde profundamente cambia. En Estados Unidos cambian sólo las conductas, la
persona se transforma en un robot, se enferman o son un "como si", se vaciaron por dentro. Dicen: "Yo cambié
completamente, ya no me pongo más colorado, ya no tengo las emociones que tenía antes", y en realidad ya no es...
Amas de casa. ¿Son las que hacen el amor en la casa?. (Risas). Son las mujeres angustiadas que no pueden poner en
palabras lo que les pasa, tienen miedo, es la suspensión de crecimiento. Son condenadas a fregar, con una mala sexualidad,
engordan, se hace el círculo vicioso, quemaron su vida, hay un drama. Tienen un gran empobrecimiento psicológico,
existencial, baja autoestima. Primero les empobrecen la existencia, después alguien se lo dice, la amante del marido le hace
un comentario... Es un problema existencial más que psicológico. Es una mujer que no se realizó, llegó a los cincuenta y pico
o sesenta años y no conoció muchas cosas, es para ponerse a llorar.

Los duelos. Es el tema de las ceremonias del adiós, las despedidas, no hacemos duelos ni por los dientes que se nos caen.
Los chicos lloran cuando se les sale un diente. Cuando uno se da cuenta lo niega y cuando se le cayó toda la dentadura, se
suicida. No hay que acumular, hay que elaborar cada cosita porque sino después el dolor es tan grande que lo tenemos que
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negar. Simone de Beauveoir cuando murió Sartre escribió el libro: "Las Ceremonias del Adiós". Todas las culturas tienen sus
procedimientos, en el Amazonas cuando muere uno, están una semana, se desnudan, se tiran adentro de un pozo, con
cenizas. Después que terminan de hacer todo eso, se bañan y quedan como nuevos. Acá nosotros somos cancheros,
tomamos un cafecito, "no pasó nada", decimos. Después estamos dos años en terapia, con somatizaciones, lo pagás igual.
En cambio, éste indio del Amazonas, pagó en una semana, al contado y lo elaboró. Al cadáver lo mandan en un bote, con
comida, con cucharas, tenedores. Siempre hay que llorar, el llanto es esencial. Todo lo que sea entristecerse y llorar, evita la
negación que vuelve como síntoma. El chiste, es una forma de negar la realidad. Es una forma de evitar aceptar esa
situación de duelo. En el Hospicio, cuando tienen una angustia muy insoportable, hacen bromas macabras, que quiebran la
situación absolutamente horrible, eso es para bajar el nivel de angustia.
Se niega mucho acá, esta civilización tecnológica, de origen norteamericano, es deshumanizante, te quedás vacío, sos los
muertos que tenés adentro.

Terapia intensiva. Eso es terrible, es de una deshumanización increíble... por ganarse unos mangos en las clínicas impiden
las ceremonias del adiós y el poder perdonarse, lo que se dice en un lecho de muerte es muy importante. Si tengo un
paciente con un padre conflictivo, que está por morir yo lo atiendo en el mismo hospital. Se perdonan, se aclaran, hacerlo
después cuesta mucho.
Cuando muera quiero que me velen acá en la Escuela con todos los alumnos y que después hagan una fiesta con retratos
míos. Van conversando. Me despido de cada uno de Uds. Lo que me da bronca es no poder controlar mi entierro. No saber
quién va a venir si sale en el diario...Mi madre tenía ese humor alemán, muy optimista. Ella estaba en el Hospital paralítica,
sufriendo mucho. Había venido de la guerra, eso le daba una gran capacidad de enfrentar y dar vuelta una situación.

Madres de adolescentes Se establece una simbiosis especialmente si el padre no está. Desaparece el lugar de la
estructuración de la realidad como encuadre. La madre tiene que darle un beso y después retarlo. Antes la mamá besaba y
papá venía a poner orden. Ahora tiene que hacer las dos cosas, es absurdo, al final, no hace nada y se arma el desastre.
Los dos roles son necesarios. Tiene que permitir y prohibir.

Emergencias. Es lo que se necesita hacer para cambiar el curso de esa situación. Por ejemplo, iban psicoanalistas donde
estaba la gente de la Amia, ellos le daban sus tarjetas para atenderlos después en el consultorio. Pero la emergencia era ahí.
Imaginate, alguien se está desangrando, le da una tarjeta el médico para que lo vaya a ver en otro momento. Hay un
momento traumático y otro post traumático, si se atiende bien el primero, va a ver menos probabilidad de que la pierna
suelde mal en una fractura. Hoy hicimos cosas bien prácticas. Seguimos la clase que viene a poner a prueba lo que
aprendimos.

FIN

CAPITULO 6
TECNICAS TERAPEUTICAS .
Abordajes y estrategias

El futuro es un recuerdo
Psiquiatra: No hay esquizofrenia, se esquizofreniza al diagnosticar.

1 Pichón Rivière
Enrique era una persona muy cariñosa, me miraba a los ojos y me decía: “Vos sos mi hijo putativo” (sospecho que lo de
putativo lo decía desde ese fondo arrabalero y jodón). Estaba cómodo en un bodegón mistongo con un mozo correntino con
el que hablaba en guaraní y también en París discutiendo sutilezas psicoanalíticas, en francés con Lacan. Una vez me dijo:
“Vos sabés que entendí el concepto de la angustia de muerte en Heidegger cuando trabajaba con un grupo de boxeadores
en el Luna Park, porque ellos están muchas veces, al borde de la muerte por un mal golpe”. Él podía ir de lo más abstracto,
lo culturalmente más delicado, a lo más inmediato, popular y concreto, sintetizaba a Heidegger con Monzón. Contenía toda la
gama de los caracteres humanos, nos contenía a todos nosotros.

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Sus clases eran fascinantes, dependían de sus miradas y sus movimientos, generaba un clima, una escena casi
psicodramática, cuando hablaba desconcertaba, necesitaba la complicidad del otro, él llamaba a esto el co-pensar, porque
más que dar respuestas preguntaba, tenía algo en común con el loco: generar un campo de inquietud. Nos sacaba el
inestable piso de lo razonable para que tengamos que armar nuevamente la realidad del mundo cuerdo. Pichón sostenía que
el arte y la locura estaban indisolublemente unidos, pues el arte nos defiende del caos, convierte la confusión psicótica, el
delirio, en un mensaje que nos vincula, el arte se opone a la angustia, la vence porque le da un sentido a la vida, nos
defiende de la ancestral ansiedad del desamparo humano, principal causa del escape a la locura.

Pichón estaba cómodo en la frontera entre el caos y la razón, entre la vida y la muerte, pero lo pagaba caro, fue un
melancólico grave que creaba para no diluirse en esa nada que lo angustiaba, su insomnio también era una manera de no
entregarse a esa vivencia de pérdida que lo persiguió toda la vida, en cuya lucha salió triunfante. Cuando murió lo hizo
creyendo en la vida. Cuando estaba ya muy enfermo, todo entubado, le dije (con ese humor pichoneano que ya me había
contagiado). ”Enrique: tenés que decir tus últimas palabras” y me respondió: “La vida vale la pena vivirla”. Eso hizo que al
salir yo del hospital tuviera una intensísima sensación de vida, alguien que estaba ya cerca de la muerte me daba
esperanzas. Y Pichón murió a los setenta años completamente vivo (eso me inquieta porque yo estoy por cumplir setenta
años pero por suerte siempre tuve atraso mental, nunca pude madurar).
Enrique tuvo una muerte plácida, fue durante la noche. A la mañana siguiente me llamó Ana y tuve el privilegio de preparar al
gran guerrero para su último viaje. Recuerdo que elegí una deslumbrante corbata roja que Ana combinó con una camisa
rosa y así fue a la ceremonia hecho un dandy, el noctámbulo elegante que siempre fue, haciendo la última transgresión, sin
respetar la discreta vestimenta gris que corresponde a los muertos. Y así se fue en ese bote de madera que navega en las
aguas del tiempo infinito. Ese infinito tan temido que en realidad tenemos tan cerca, porque está en el mismo fondo de
nuestra conciencia.

2 Rajemos que nos agarra…


Vino una vez a Pichón un paciente que estaba completamente psicótico, con un delirio agudo, estaba tirado en el
diván, tenía miedo que lo destrozaran, empezó a alucinar que estaba sobre las vías y no se podía mover, que una
locomotora venía a matarlo. Cualquier psicoanalista se pone en pose, imposta la voz, se pone de costado, agarra la
pipa y baja la sagrada interpretación: “lo que Ud. teme es que el pene de su padre lo atropelle”. Es clásico, me juego
la cabeza que el 90 % le diría eso, con lo que el otro se aterra más, no era joda, para él venía de verdad el tren...
estaba en delirio, el psicoanalista se lo dice desde el mundo real, están en dos espacios distintos, como si uno
estuviera despierto y el otro soñando. ¿Qué hizo Pichón en esa oportunidad? se tiró encima del loco, lo abrazó, lo tiró
al suelo, mientras gritaba “¡rajemos que nos agarra el tren!”. Se metió en el delirio, lo aceptó y le dio al loco la
posibilidad de rajar. Muchas veces en la vida, estamos sobre los rieles y sentimos que viene la locomotora. Pichón le
dio la esperanza, la energía de huir y salirse de las vías. Hay gente que se queda ahí, viene el marido violento y la
mata. ¿Qué le dio Pichón?, realizó una operación terapéutica, se metió dentro del delirio, como si le hubiera dicho:
“¿ves boludo que era fácil? ¡Había que rajar de las vías! pero el paciente solo no podía, necesitaba a otro. Cuando
alguien está en el pozo no puede salir aunque le digas desde arriba: “salí del pozo”, tenés que meterte con él. Te
metés con una soga, que es la técnica con la cual podrán salir los dos.

3 El juego de la selva
En las escuelas tenemos técnicas corporales para resolver situaciones de violencia. Hay una que se llama figura plástica,
otra el soliloquio. Los chicos aceptan fácilmente las propuestas de psicodrama porque son usuales en la infancia los juegos
de “dale que” donde imaginan distintos personajes, esa es la consigna del psicodrama, que consiste en imaginar ser otro
para salir de ese personaje que somos, en el que estamos encerrados, y ponernos en el lugar del otro.
Estas técnicas fueron pensadas para ser usadas también fuera del consultorio. Se usan objetos intermediarios como
grandes telas, disfraces, pelotas (nosotros tenemos una enorme que llamamos Polola), almohadones de distintos tamaños y
formas para que los abracen o descarguen la bronca. Después de la catarsis de ira muchas veces lloran porque el llanto está
impedido por la contracción de la bronca.
En Brasil trabajé con Paulo Freire, en esa época se pudo hacer un taller de descarga psicológica en una escuela de zona
marginal. Trabajamos en un aula que se llamaba La Selva, en las paredes habíamos pintado dibujos de plantas y animales.
Los chicos de las favelas llegaban a la escuela muy violentos, ya en el taller cada chico tenía que imitar un animal, era un
aula con colchonetas. Utilizábamos Ensueño Dirigido, después del proceso de relajación debían pensar en el animalito que
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más les gustaba, después prestarle el cuerpo a ese animal, comenzar a interactuar. Los más agresivos hacían de panteras,
otros de leones, los más tímidos eran corderitos, los que se querían escapar eran pájaros, el autista era una tortuga. Cada
uno jugaba desde su modo vincular, la consigna era “con energía pero sin golpearse”. El lugar tenía colchonetas y los chicos
estaban sin calzado. Uno corría al otro, de pronto el cordero corría al león porque se había enojado. La tortuga salía del
caparazón, el pájaro bajaba, jugaban cada vez más fuerte y luego de una hora, llegaba un momento que los chicos pedían
“¿podemos ir al aula que estamos muy cansados?”. Entonces ¿qué habían hecho? Descargar la fuerte contracción, el estrés
que tenían y por lo tanto poder estar tranquilos y preparados para escuchar, cuando estaban nerviosos no podían hacerlo.
Un chico tenso no puede escuchar al maestro.
También para los soldados que estuvieron en Malvinas era indicado el tratamiento psicodramático, ellos habían sufrido
situaciones de máximo shock que es el peligro inminente de muerte violenta donde se generan cuadros de neurosis de
guerra. Trabajé con jóvenes que habían vuelto, porque el traumatismo que habían sufrido era un traumatismo en la acción
de algo brutal y sin palabras que quedó impreso en el cuerpo y en la escena de peligro. Sólo a través de revivirlo con
técnicas psicodramáticas se podían elaborar, ponerle palabras al horror de la guerra. En este caso consideramos
inadecuado el Psicoanálisis, debido a que es una técnica que usa sólo la palabra, el cuerpo queda excluido, es como excluir
el protagonista donde queda impreso el traumatismo.

4 Ejercicio de psicodrama Patio del hospicio


A esta dramatización la llamamos “el patio del Hospicio”. La usamos como parte del entrenamiento para terapeuta de
crisis.
Se divide el grupo en dos, una mitad hacen de terapeutas y la otra de pacientes. Los que hacen de pacientes tienen
que recordar un momento de la infancia donde se sintieron muy solos y abandonados. Se les induce la regresión y
cada uno queda con el cuerpo captado por aquella escena.
El otro grupo (los terapeutas) tiene que sacarlos de esa situación sin palabras. Debe hacerle sentir al otro que recibe
lo que necesita para salir de aquella escena. La consigna es “no te entregues hasta que el otro te haga lo que vos
necesitás”. Se hacen distintas pruebas, acariciar, esperar, empujar. Y el que hace de paciente, sólo cuando le hacen
lo que necesitaba, se entrega. Cada uno de nosotros se entrega con una maniobra distinta, para algunos son
necesarios vínculos exigentes, muy corporales, enérgicos y otros distantes, suaves, lentificados. Cada uno de
nosotros tiene una clave, un “botón” por donde se abre a la comunicación, a la vida.

5 Es irreversible
A un candidato a suicida que se quería tirar del décimo piso, le puse una duda que lo desconcertó. Le dije: “Fenómeno... vos
te tirás del décimo pero ¿mirá si vas por el quinto y te arrepentís?” El suicida se quedó ahí... desconcertado. Logré hacer que
se diera cuenta de que lo que iba a hacer era irreversible. Se puso a pensar si estaba realmente seguro y en la duda, decidió
no tirarse.

6 El verdadero perro
Recuerdo a un paciente que tenía fobia a los perros. Hice venir al papá. El padre tenía una terrible cara de perro y una gran
agresividad oral que se llama técnicamente pulsión canibalística. Cuando el chico era pequeño el padre apretaba los dientes
y le decía: “Te voy a matar”. Puso el miedo en los perros porque vivía con el padre. Con el tratamiento disminuyó su miedo a
los perros y como el padre ya era viejo y con pocos dientes, ya ni siquiera le pudo reprochar. Esto pasa muy a menudo con
los padres muy conflictivos, que cuando les vamos a gritar la verdad ya están sordos de puro viejos.

7 El mapa y el viaje
Una paciente vino y me dijo “usted es mi única esperanza”. Al ver que me depositaba algo mágico, le dije, me parece que
ese pedido tiene más que ver con la Virgen de Luján y le aclaro que no soy virgen ni vivo en Luján, si quiere que yo la ayude
a hacer su proceso puedo hacerlo pero le aclaro que es usted quien debe recorrer el camino a la cura. El paciente debe ser
lo menos paciente posible. Yo le hago el mapa pero él hace el viaje.

8 Sopa terapéutica

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La persona en pánico queda a veces sin palabras, está tensa, es algo que tenemos en común con los animales que es
contraer la musculatura para atacar o huir frente al peligro. Lo primero que hay que hacer es bajar el nivel de ansiedad del
paciente.
En la época de la Dictadura Militar tenía preparado un termo con agua caliente, si venía alguien muy angustiado yo le ofrecía
una sopa de sobre instantánea. Esto sólo cuando percibía que estaba en regresión aguda y había perdido las palabras.
Tomar la sopa que le ofrecía lo conectaba con vínculos muy primarios y la sopa de arvejas era un cálido objeto intermediario
que bajaba el nivel de ansiedad. Puede ser también cualquier bebida caliente aunque la sopa es más eficaz como técnica de
maternaje. Luego el paciente se abría al llanto o al relato de la experiencia traumática. La sopa me abría un puente al
corazón del paciente (por el nivel de regresión la panza era el camino al corazón)

9 El enemigo imaginario
Estaba dando una conferencia a psiquiatras en un pequeño anfiteatro. Me sentía molesto porque suponía que me podían
mirar mal por las cosas que decía. Había alguien que estaba acodado y mirándome con cara rara. Me perturbaba la mirada
de ese hombre y pensaba “seguro que es un facho hijo de puta” Entonces, al final de la charla me acerco y le digo “noto por
tu mirada que hay algo que te desagrada” y me contesta “no, es que hoy me sacaron una muela y estoy dolorido”. Esto
ejemplifica cómo la contestación del otro rompe con la proyección, con el fantasma.

10 El psiquiatra que pateaba al paciente


Un psiquiatra amigo trataba a un paciente adolescente que no podía reaccionar ante las agresiones, estaba muy
sometido por el padre. En una de las sesiones él comenzó a patearlo reiteradamente en las canillas por debajo del
escritorio. Después de un rato el muchacho dijo: “Doctor, me está pateando!”... el psiquiatra dijo: “Por fin te
defendiste!, así me gusta, así tenés que reaccionar con tu viejo”. Empezó a aprender a defenderse (fue un método
poco ortodoxo de influencia sistémica).
Trabajando en psicodrama grupal muchas veces se “verduguea” a un paciente que no puede reaccionar, los demás
compañeros hacen de todo, lo escupen, lo empujan, etc. En una sesión un paciente dijo “si, háganme de todo, yo
quiero reaccionar pero no puedo”. Un compañero del grupo buscó un vaso con agua y se lo tiró en la cara. Eso lo
volvió loco, reaccionó con toda la violencia reprimida… tiró un pizarrón y lo abolló de un puñetazo y sacó la bronca
que tenía guardada hacía veinte años. Con ese acto empezó a concebir el poder decir “basta…”. Este método es del
conductismo americano y se llama Inundación Emocional, que consiste en llevarlo a la situación extrema para
producir la superación de la escena temida.

11 Prescribir el síntoma
Los sistémicos usan con los pacientes paranoicos una técnica que aumenta su desconfianza. Después que habló en
el consultorio le dice: “¿porqué me contó esos detalles de su vida privada?... usted recién me conoce, tiene que ser
más cauto la próxima vez…”. Como el paranoico evita fundamentalmente que lo controlen el terapeuta lo pone en
una situación difícil porque si sigue siendo cauto está controlado por el terapeuta y si deja de ser cauto deja de ser
paranoico, lo pone en un encierro. Se llama técnicamente prescribirle el síntoma, alentárselo para que en el extremo
resulte absurdo.
Me acuerdo la historia del grabador que está relatada por Watzlawick. Un paciente le dijo a un terapeuta sistémico:
“yo a Ud. doctor, le tengo confianza, pero acá puede haber un micrófono oculto, pueden estar registrando para hacer
alguna experiencia científica, pienso que me está grabando”. ¿Qué le diría el psicoanalista? “Lo que pasa es que Ud.
teme que sus contenidos de conciencia sean absorbidos por su madre introyectada”, el otro con eso se refuerza,
piensa: “este por algo me está diciendo que no”. El terapeuta sistémico hace lo contrario y dice: “mire, la verdad es
que yo no puse ningún micrófono, pero a este consultorio lo usan otros terapeutas, además viene gente a limpiar, así
que no le puedo asegurar si hay o no, lo invito a que lo verifiquemos”, el paciente contento, los dos van buscando por
todos lados, después de un buen rato, el paciente dice: “Parece que no hay nada”, el terapeuta contesta: “No, no,
sigamos buscando, quiero que quede convencido”. Siguen buscando y al final el paciente dice: “doctor, por favor...acá
no hay ningún micrófono. ¿Podemos seguir la sesión?”.
Lo que hizo fue llevar al límite el delirio del otro, al llevarlo al límite, se invierte, se da vuelta. Me acuerdo del chiste del
gordo de la barra del café, uno de los muchachos le dice: “Vos... ¿Por qué sos tan gordo?”. “Soy gordo porque no
discuto nunca”, “¡pero...cómo puede ser que seas gordo por no discutir…!” “Bueno, está bien”.
Es como en las artes marciales, el atacado no se opone y el agresor cae al no encontrar resistencia.
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12 El boludo astuto
Si me preguntan qué aprendí de Pichón, no sabría exactamente qué pudo ser desde lo teórico, pero lo esencial fue imitar de
él una manera de percibir y operar en el mundo…
Cierta vez estábamos en un bar, él con cara de distraído, como decía él “de boludo”. Vino el mozo, apenado porque se le
había muerto la vieja, le sirvió su cerveza con ginebra, Pichón notó que el tipo era correntino, de golpe le dijo una frase en
guaraní y el tipo se acercó, le contestó bajito y le empezaron a salir las lágrimas. Nunca supe que le dijo pero le permitió
entender su dolor. El correntino terminó con un “muchas gracias doctor”. Enrique no se lo dijo desde la solemnidad del
médico, se lo dijo desde un viejo sabio en pedo. Lo que aprendí es a hacerme el boludo, a veces operar desde la actitud del
detective inglés que en vez de mirar fijo, husmea, relojea…un chorro nuestro diría “junar” haciéndose el boludo “para no
levantar la perdiz”. Esto es lo mismo que recomienda Freud para la escucha del terapeuta: Atención flotante, que es un
escuchar distraído para poder “pescar” lo latente en el relato del paciente, es como hacerse el boludo. Carl Rogers habla de
no estar atento, inquisitivo sino dejarse impregnar por el mensaje del otro.

13 Inconveniente en ventaja
Raúl Camino, Director del Hospital de Colonia Federal, en Entre Ríos demostró cómo un inconveniente puede ser
transformado en ventaja. No le proveyeron de personal psiquiátrico ni de psicólogos y tenía trescientos psicóticos internados.
Entonces Camino organizó a los pacientes y al personal de mantenimiento como Comunidad Terapéutica a través del
trabajo grupal. Toda la Comunidad decidía la organización en la Asamblea de Comunidad semanal. Fue una república de
locos que se transformaron en cuerdos. Al año fueron dados de alta un tercio de los rotulados como psicóticos. La Colonia
logró autoabastecerse de alimentos y vendía los excedentes. Para mi esta extraordinaria experiencia es el modelo de una
psiquiatría dinámica desde la cultura criolla. Raúl se merece un reconocimiento y que se le brinde la posibilidad de humanizar
con eficiencia los hospicios.

14 Peña Carlos Gardel


Nosotros trabajamos en el Borda con el modelo de comunidades autogestivas alternativas. Lo hemos documentado en
cientos de fotografías que describen todo el proceso.
En la Peña Carlos Gardel hemos logrado movilizar a los acusados de esquizofrénicos a través de técnicas comunitarias. La
primera que usamos fue conectarnos por la oralidad, esta es la etapa de fijación del esquizofrénico en la evolución de la
libido. Usamos como objeto intermediario algo irresistible: El criollo choripan. Con eso los atraíamos. Había psicóticos
autistas que durante años no aceptaban ningún diálogo. El intento de establecer la comunicación no era verbal ni gestual
sino a través de un nivel más regresivo que es la comida. Al oler el irresistible choripan sucedió como si el ondulante “aroma
choricero” los atrapara de la nariz y los trajera al encuentro, esta medicación criolla resultó ser de mayor eficacia para restituir
el contacto que el grandes dosis de Halopidol.
Luego desde un heroico Wincofón sonaba un chamamé y los correntinos comenzaban a recordar ritmos corporales que
terminaban en baile con las psicólogas del equipo. Al tiempo empezaron a recordar su infancia, su pueblo y su historia,
pasaban a una comunicación más compleja. La esquizofrenia no es amnesia. Ese alma congelada por la institución
empezaba a revivir, luego de un intenso trabajo terapéutico el paciente se comunicaba, descongelaba su historia porque
había a quien contársela. Se sentía dentro de una comunidad donde se rescataba la cultura popular donde había sido
socializado. Todo eso lo logramos sin la utilización de psicofármacos.
Toda esta aventura de la Peña Carlos Gardel está contada y analizada en mi libro “Psicoterapia del Oprimido”, que en su
última edición se llamó “Socioterapia para sectores marginados”

15 Ataque de pánico
Un paciente en pánico no puede llorar porque está hipertónico, contraído. Lo inicial es dar un abrazo de contención. Si
el pánico es muy intenso podemos utilizar la técnica del maternaje. Es contraindicado hablarle, preguntarle porque en
la situación de pánico se le desestructura el lenguaje. Esta técnica se aplica también en estados confusionales,
porque implica un estado de despersonalización. Este estado genera un sentimiento de catástrofe inminente e
inconfigurada, como si fuera inevitable que pueda ser muerto o destruido, y en ese estado confusional no se reconoce
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a sí mismo.

16 Suicidio
Cuando un adolescente se quiere matar siempre hay que interpretar que lo que está diciendo es “ayúdenme a vivir que solo
no puedo”. En realidad, que estaba mal, lo dijo por todos lados y no lo escucharon. Solamente cuando va hacia el balcón la
familia se moviliza. En realidad el mensaje es: “Ayúdenme a vivir”, “Denme bola”, “yo existo”, “no me humillen”. Es necesario
aceptar eso y ayudarlo, ¿Cómo? Haciendo una contención emocional donde el afecto es esencial. El que se quiere matar es
porque no se siente querido. Aquí se deben aplicar los Cuatro Pasos.
Hay que considerar que nadie se quiere ir realmente de la vida sino que no aguanta quedarse, esto es muy distinto
como punto de vista partida para la estrategia terapéutica.

17 Shock Psicológico
Durante el shock psicológico la persona se presenta desorientada en tiempo y espacio, sufre un estado regresivo,
está infantilizada. Cuando el shock se produce por una situación inesperada y dramática como un accidente o un
asalto, la persona puede negar lo sucedido como protección de la conciencia o tener una amnesia momentánea. En
esta primera etapa no es conveniente exigir ni interrogar, sino más bien se recomienda un abrazo de contención, en
silencio, porque esto lo reorganiza, ya que perdió la vivencia de su esquema corporal y por la conmoción perdió las
palabras.
En una segunda etapa se le pregunta sobre el antes y el después, se lo reubica en tiempo y espacio con palabras
muy concretas como:”estamos acá, sucedió esto o aquello”.
En la tercera etapa se le dan una serie de indicaciones o directivas como “ahora vas a tu casa, una persona te va a
acompañar“. Es decir que nos hacemos cargo del yo de la persona, le facilitamos un yo - ortopédico. Se lo acompaña
hasta que recobre el contacto con la realidad cotidiana.
Estas técnicas pueden usarse para coordinar grupos en situaciones de grave conflicto. En escuelas, en instituciones
carcelarias, en geriátricos, cuando suceden situaciones de catástrofe.

18 Auxilio en crisis
En el traumatismo psicológico es necesario un planteo de emergencia. La técnica de auxilio en crisis está definida más que
por las maniobras que se emplean, por una actitud global, que es la necesidad de realizar la operación terapéutica en el
lugar donde ocurre la emergencia, donde el encuadre debe ser estructurado sobre una situación en curso, a veces dramática
y confusa (intentos de suicidio, violencia familiar, accidentes, etc.). Por esto el primer paso es detectar cómo está
estructurado el campo alrededor del paciente. En general puede decirse que todos están incluidos en una escena
psicodramática espontánea. El hábitat nos dará la escenografía, deberemos percibir los personajes encubiertos, los roles, y
los diálogos, de dónde viene el conflicto y cual es el argumento dramático. Es como si entráramos al teatro en la mitad de la
obra y debiéramos intervenir en ella para darle un final esclarecedor hacia la salud, pero respetando el argumento grupal.
Esta técnica tiene necesidad de un alto nivel de creatividad, de flexibilidad para buscar los caminos alternativos, dado que
cada vez el campo operacional y el encuadre son distintos.
En Argentina Carlos Sica, que se formó conmigo, creó el EPS (Emergencias Psicosociales). Es un eficiente equipo de
emergencias en catástrofes, operan con terapias de crisis con los familiares y sobrevivientes que entran en shock psicológico
por la intensidad del traumatismo, intervino en la explosión de la Amia, en el avión de Lapa en Aeroparque, en la explosión
de Río Tercero entre muchas otras y forman parte de los equipos de Defensa Civil.

19 Karate callejero
En los Estados Unidos tuve ocasión de trabajar en un centro de crisis (el Maimónides Community Mental Health Center de
Brooklyn), en el que pude ser testigo y también pude ejercitar la libertad técnica y la posibilidad de soluciones alternativas.
Por otra parte esto era imprescindible por las modalidades de acción (resolución por acting) de los cuadros psicopatológicos
de los neoyorquinos. Resultaba interesante y estimulante a la vez ver cómo la terapia se mezclaba con la vida en el planteo
de la Street Clinic (clínica de la calle) se trabajaba con psicodrama, títeres gigantes y una forma de teatro callejero que
llaman perfomance.
Para utilizar una metáfora ilustrativa, si el psicoanálisis convencional es el boxeo con sus reglas, guantes, rounds,
cuadrilátero, etc. el auxilio en crisis es el karate callejero con toda la creatividad del imprevisto.

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20 Urgencias extremas con riesgo físico
Frente a un demente con un cuchillo, paranoico, no podés decirle: 'Vamos a ver el Primer Paso, la contención”. Acá es
necesario evaluar rápidamente cómo enfrentar la situación. En el Hospicio lo que hacen en caso de peligro extremo es tirarle
una sábana o toalla mojada desde atrás que se pega a la boca y lo sofoca, entonces cae al suelo porque queda sin poder
respirar (este procedimiento de urgencia me lo contó un Director del Borda). El método es muy violento, pero si tiene un
cuchillo es de todos modos mejor que lo que hace la policía que es bajarlo de un balazo (de todos modos, no
recomendamos ninguno de los dos estilos). Si la situación tiene una violencia extrema pensamos que lo más sensato es
cuidar la propia integridad física y huir con toda valentía porque recuerden: “Psicólogo que huye, interpreta dos veces”.

21 Puertas de entrada
Métodos para entrar a la “casa” (la mente) del paciente: En el psicoanálisis se ingresa por la puerta del frente, por la palabra.
En un laboratorio de Psicodrama, se entra por la puerta de atrás, la de servicio, porque se entra por el gesto, por la
sensación. En la hipnosis clínica se entra por el sótano, por el trance, por abajo. En la Sistémica se entra por la ventana
porque se entra por el juego paradojal que causa sorpresa y con el electroshock se entra dinamitando la casa.

22 Terapeuta detective
Al arreglar una vida lastimada, inicialmente vemos que falta una pieza que complete la Gestalt, que organice el sentido de
esa vida. En las obras de teatro esta pieza se llama la clave del nudo dramático, que le da sentido y completa todo lo
sucedido. Es la clave, es el develado del misterio, el tema de la obra, la pieza que faltaba no permitía entender y su
búsqueda genera la expectativa. En una película policial clásica todo gira alrededor de un hecho: El crimen. Hay una pieza
faltante que es el asesino, la búsqueda de esa pieza oculta provoca el interés, la expectativa de espectador. Cuando se
encuentra esa pieza faltante la historia cierra y termina la película porque no puede seguir más allá. Apareció el cierre. La
vida es una película policial, especialmente la vida del paciente que está enfermo. Hay que descubrir al culpable allá en el
fondo de la historia lastimada que a veces es el mismo paciente cuando se autoagrede.

23 Cambio paradojal
Al paciente lo tenés que ayudar a que él mismo se haga nacer, Fritz Perls tenía una frase muy linda que decía: “el cambio
terapéutico es paradojal, el paciente tiene que dejar de ser el que no es para ser el que es”, no es que cambia, estaba
cambiado cuando vino. Tiene que llegar a ser él. Enfermó porque no es el que él siente profundamente que es. Cuando se
encuentra con el que realmente siempre quiso ser tiene toda la fuerza de su deseo profundo.

24 Personajes terapéuticos
Tres interesantes modelos de operación para poder armar un terapeuta de crisis. Tres personajes: Jesucristo, Sherlock
Holmes y Kung Fu, a veces hay que ser Jesucristo, a veces Sherlock Holmes, otras Kung Fu, la clave es amar, deducir y
actuar.

25 Tripas y fantasmas
Llegar a ser psicoterapeuta después de ser poeta, prostituta o filósofo sería muy fácil porque todos ellos están inmersos en la
dramática existencial y sus fantasmas. En cambio llegar a serlo desde un médico puede ser más difícil porque sólo sabe los
últimos secretos del cuerpo humano. No tienen nada que ver las tripas con los fantasmas.

26 Desapareció el paciente
Los lacanianos no usan la palabra como herramienta para la comunicación, para el diálogo con el otro, sino como un
artefacto en sí mismo. Confundieron el dedo que señala la luna con el dedo, dirían los chinos. Actualmente analizan las
palabras del paciente y no su dramática, perdieron al paciente como persona que se les traspapeló entre tantas palabras, lo
cual es lo más grave que le puede pasar a un psicoterapeuta. Es equivalente a un domador de leones, con un complejo y
lujoso látigo, pero sin león (el león no es el paciente sino la enfermedad del paciente).

27 Usos de la electricidad
La Policía la aplica en los testículos para que el detenido hable. Los psiquiatras la aplican en la cabeza, (electroshock) para
que el loco no hable porque este siempre denuncia verdades inaceptables o secretos familiares. El paciente dice: “La muerte
existe, no me quisieron nunca.....mi vieja es una puta”.
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Una vez me trajeron a un muchacho que decía que la madre usaba ropa sexy de color negro, que salía de noche y era
prostituta. Por supuesto que era candidato para ser diagnosticado como esquizofrénico delirante por cualquier psiquiatra y
encerrarlo en un hospicio. La madre era de una familia muy católica y decía “soy mujer de un solo hombre”. Sin embargo en
la terapia familiar apareció que ella se había casado con el padre porque era muy rico. Si una mujer cambia sexo por dinero,
aunque hubiera cobrado todo por adelantado ¿cómo se llama? Puta… El pibe en su delirio estaba denunciando en forma
metafórica la verdad. Todo loco dice la verdad, nada más que lo dice como en los sueños, utilizando metáforas.

28 Borderos
El tipo de terapeuta que proponemos es un psicólogo de trinchera para operar en el margen, con los bordes, debe ser un
bordero, debe saber trabajar en el límite, poder manejarse entre la palabra y la acción, entre lo convencional y la
transgresión, tiene que saber negociar en la frontera y a veces contrabandear la vida, especialmente en reformatorios,
geriátricos, hospicios y otras instituciones de la estupidez y maldad humanas.

29 Carnaval
El antiguo carnaval era como un psicodrama público que servía para compartir y socializar los fantasmas internos.
Toda la familia se disfrazaba y las comparsas reunían a todo el vecindario, nadie quedaba solo, era como cambiar
figuritas fantasmales internas. Hemos perdido estas ceremonias artesanales de intercambio de nuestros monstruos y
héroes internos, perder las ceremonias artesanales populares de la cultura criolla nos deja en manos de la televisión
que ha reducido lo creativo a una papilla insípida o violenta y nos condena a ser sólo espectadores pasivos.

30 El amor como terapia


La sexualidad genera un estado de conciencia fuera del espacio-tiempo y en el orgasmo se tiene la vivencia que los
orientales llaman estado de nirvana y los franceses petit morte. Los amantes se vinculan con el lenguaje de la piel, usan
lenguaje infantil, muy arcaico, así pueden trenzar los secretos de las dos historias y además forman un solo cuerpo. Por eso
si se separan cada uno queda con sus raíces al descubierto porque el otro se lleva la parte más íntima de su proyecto. Las
separaciones de pareja son muy dolorosas porque queda una mitad nuestra en la otra persona. Habían intercambiado
figuritas muy queridas, muy íntimas y muy secretas. El amor remueve lo más profundo, eso hace que se ventilen los niveles
más profundos de la conciencia y se puedan entender. El amor es terapéutico. Cuando los enamorados se miran generan
transes como en las técnicas de hipnosis, cada uno es el terapeuta del otro.
También a nivel corporal el orgasmo es altamente terapéutico porque al ser convulsivo relaja y reorganiza las contracciones
musculares asimétricas (se calcula que equivale a tres Valium...).

31 Volverán las oscuras golondrinas…


El arte es importante porque estetiza las pesadillas y nos hace amigo de ellas, si el arte es superficial no sirve, tiene que ser
profundo, aludir a las zonas donde tenemos miedo, el arte verdadero siempre habla de los tres grandes temas, el amor, la
muerte y la locura. Sirve para entender la vida que es bastante complicada y a veces tiene vuelcos que nos dejan “patas
para arriba”.
El arte describe qué nos pasa cuando un vínculo no está más, “Volverán las oscuras golondrinas…pero aquellas que
aprendieron nuestros nombres, esas no volverán”. Me parece muy descriptivo el hecho de que cuando se sufre un
abandono, se vuelve a ese café y ya no es más ese café porque ella no está. Entonces le agradecemos a Bécquer que te de
letra para entender. Lo que enloquece no es lo que ocurrió sino no poder entenderlo.

32 El cuerpo no miente
El consejo que puedo dar para trabajar con psicóticos es tener claro que se dan cuenta de todo y que no le podés mentir, te
pescan enseguida por lo gestual. Es fácil engañar a un sano porque todos jugamos a mentirnos, estamos atentos a lo que
decimos y no al lenguaje del cuerpo. El loco te mira las piernas y si las tenés todas enroscadas aunque hables muy
serenamente, piensa: 'Esta mina me tiene miedo'. No cree en tus palabras, cree lo que dice tu cuerpo.

33 Constipación defensiva
Una madre trajo a consulta a su hijo con un problema de constipación grave. Analizando la relación con la madre se vio que
era una mujer muy invasora que no lo dejaba nunca solo, ni cuando dormía. La madre tenía rasgos obsesivos y tenía un

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gran respeto con el asunto de la caca, si el nene entraba al baño no lo seguía, por eso el hijo se quedaba horas encerrado.
Hacía un estreñimiento para tener más tiempo de tranquilidad.
El síntoma tenía un origen, la madre invasora. Hay madres que no dejan respirar. Este chico en vez de hacer un asma, hizo
un estreñimiento, con eso se defendía.

34 La araña
Negar algo es verlo y no querer verlo. Es como estar en una habitación y ver una araña pollito peligrosísima que entra
por la puerta, si te decís: “No vi nada”, a la media hora la tenés en todos lados. En cambio si la aceptaste y la seguís
por donde va, sabés que está debajo del tercer almohadón a la izquierda y la podés controlar. Negar es mal negocio.

35 Habilidad hebrea
El mundo goy (los cristianos) tiene raíces hebreas en el tema de la psicoterapia. Las cuatro grandes teorías y técnicas en
psicoterapia son obra de cuatro judíos. Sigmund Freud, el psicoanálisis, Levi Jacobo Moreno con el Psicodrama, Frederick
Salomón Perls, la Teoría Gestáltica y Berne la transaccional. (Uno diría ¿Berne judío? Si, porque se llamaba Bernestein…).
El único que quedaría afuera sería Jay Haley, que inventó la terapia sistémica pero es necesario observar que es la única
técnica no subjetiva. Gran parte de la subjetividad del mundo occidental es de origen judío (tanto que un judío inventó el
cristianismo).

36 Dar vuelta la muerte


En los comienzos de la Dictadura Militar de nuestro país, estaba coordinando un grupo de psicodrama, había como cuarenta
personas entre las cuales estaban Ana Quiroga y Pichón. Él venía como paciente (a él le gustaba invertir los roles).
En un momento estábamos dramatizando situaciones más o menos banales (problemas de pareja o alguna cosa de
ese tipo) y resulta que vinieron dos personas con mucha angustia y dijeron que no podían dramatizar porque los
militares se habían llevado a un compañero, todavía no se decía “desaparecido” sino “se lo llevaron”. En el momento
de la tarea apareció la muerte…eso atravesó al grupo, el tema estaba muy presente, era muy persecutorio, y de
mucha angustia. No se podía ignorar lo que ocurría y seguir trabajando porque obturaba la tarea, era una situación
específica para la intervención en crisis por las ansiedades paranoides que provocaban los secuestros y las
desapariciones.
Le pregunto a Pichón que estaba al lado mío: “Enrique, ¿qué hacemos? Me dijo “Dramatizalo. Dramatizá la muerte
para poder revertirla, para darnos cuenta de que nosotros estamos vivos”. Yo decidí dividir a la gente en dos grupos y
se les propuso: “La mitad se muere, y la otra mitad son agentes de vida, como resucitadores”. Al grupo les pareció
bien trabajarlo porque no enfrentarlo era peor; en aquella época todos vivíamos esta situación insoportable de
inseguridad y se decidió enfrentar el tema para elaborarlo y revertirlo. Vamos a describir en síntesis el taller, sin
señalar detalladamente las técnicas psicodramáticas que se utilizaron.
Entonces la consigna era que la mitad del grupo se muriera ¿cómo? Se tiran al piso y se los considera muertos. Pero
¿dónde estaba el proceso de reversión de la muerte? Todos los demás, la otra mitad, tenían que intentar volverlos a la vida
de alguna manera hablándoles, acariciándolos, apretándolos, sacudiéndolos, tomándolos de las manos, etc. para que
sintieran ganas de volver. Por otro lado la consigna para los que estaban muertos era “sólo si el otro hace algo que
demuestre que vale la pena vivir de nuevo, resucitan. Si no se quedan muertos”.
El antídoto contra la muerte es el vínculo amoroso, no hay otro. Pichón entró en el grupo de los muertos, porque él, un
melancólico profesional aprovechó la oportunidad... se tiró al suelo... y se quedó quietito bien muerto. Quedaron todos los
muertos en el suelo. Se comenzó de a poco el ejercicio. Sólo el que sentía que el otro le hacía algo por lo cual sentía ganas
de volver, aceptaba, si no se quedaba. Era un desafío grande para los de la vida ¿cómo hacés para que alguien vuelva a la
vida? Había mucha emoción porque la muerte estaba circulando en forma real en Argentina, hubo un contacto muy intenso
entre los “muertos y los resucitadores” y poco a poco empezaron a resucitar.
Era muy emocionante ver cuando decidían volver a vivir y se iban retirando a los costados del salón. Iban quedando
los más muertos o los que tenían re-vividores menos hábiles. Enrique quedaba en el suelo (porque a él le gustaba
mucho hacer bromas pesadas), y quedó como duro (ya había tenido un ataque). Dramatizó seguramente para él su
propia muerte. “Aprovechá a jugar con la muerte antes que la muerte juegue con vos” (se habrá dicho a sí mismo).
Entonces de pronto Laura Jitric que lo estaba resucitando a Enrique me dice con susto ”che, ¿a ver si se nos murió de
veras?. Después de un largo rato Enrique abrió un ojo, sonrió y se empezó a levantar.
¿Y después que se hizo? Alguien puso un tango y algunos bailaron nuestra melancólica música. Nos sentíamos
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juntos y vivos. Los que tenían al compañero desaparecido pudieron concebir que si bien existía la muerte también
existía la vida. Tan verdadera es la muerte como la vida. Si negás la muerte, negás la vida. No se puede aceptar un
término sin el otro.

37 Tortuga rehabilitada
Yo se que en el fondo soy como una tortuga, un esquizoide, en lo más íntimo metido para adentro. Esta configuración
“tortugénica” es consecuencia de una situación traumática infantil, mi mamá hizo una artritis reumatoidea, la internaron en
sucesivos hospitales y yo, hijo único, quedé como náufrago precoz, como huérfano provisorio que aterrizaba en distintos
hogares en general de personas desconocidas. Tuve dos opciones, me quedaba dentro del caparazón y hacía una
esquizoidía grave o me transformaba en un antropólogo infantil tratando de adaptarme a los distintos universos donde
aterrizaba (lo cual me permite ahora percibir y entender los secretos de otros mundos).
Llegué con mucho esfuerzo a ser una tortuga rehabilitada, puedo salir de mi caparazón y me comunico bien con el mundo,
soy un ejemplo de mi teoría terapéutica. Hasta he armado comunidades donde se curaron miles de pacientes (pero…en el
fondo sospecho que todos tenemos algo de tortugas rehabilitadas, es el viejo tema de la soledad existencial…).

ABORDAJES TERAPEUTICOS .
ALFREDO MOFFATT

Freud dice que el pensamiento es ensayo de acción. Uno cuando piensa está adelantando lo que va a hacer. Si no lo
adelanta no puede hacerlo. Hay una imago interna.
¿Dónde te ves trabajando?.

Fútbol como ayuda psicológica. El fútbol es empleado para la rehabilitación psicológica. Se puede enseñar como utilizar el
fútbol para hacer grupos operativos, trabajar el manejo de la competencia, lo que aparece en los momentos de descanso, es
toda la temática de la frustración. Te situás en un lugar desde el cual podés hablar con los chicos.
Es curioso, mi abuelo era inglés, trabajaba en los ferrocarriles, ellos trajeron el fútbol. Los criollos se reían de ellos porque
jugaban con pantaloncitos cortos. Usaba el fútbol para sacar a los jóvenes ingleses del alcohol. Venían de Inglaterra, sufrían
de la depresión que produce el desarraigo, muchos tomaban whisky. Usaba el fútbol como un instrumento para que
descarguen lo físico. Todo deporte relaja la tensión muscular, esa tensión es una de las condiciones de la angustia.
Cualquier persona angustiada está contraída. La que está con depresión está hipotónica. El trabajo de correr, calienta la
musculatura y baja el nivel de angustia. Descarga bioenergéticamente la ansiedad y permite que después hablen. Cuando
se reunían a tomar té charlaban de la tristeza que tenían. Los curas consiguen que los chicos entren en la Iglesia porque
tienen una pelota con un piolín. Los chicos intentando seguir la pelota entran en la Iglesia, allí el cura cierra la puerta y les
habla de Jesús. Se puede usar el deporte para hacer psicoterapia.
Atiende a una persona que quedó sola, contraída y no puede hablar. El fútbol tiene sus ventajas por el trabajo físico que
impone, es obligatoriamente un grupo operativo, después tienen que reunirse para hablar. Es muy rico.
¿Cuál es el objeto a quién querés beneficiar?. Esto no es para ganar mucho dinero, sirve para tener un lugar de valor
personal, de utilidad pública.

Adicciones afectivas. Hay un libro que se llama "Las Mujeres que Aman Demasiado", es el tema de la simbiosis, es un
vínculo intenso, patológico que no permite que haya otro, queda encerrado en esa relación. Están tan cerquita que no
pueden incluir a un tercero, que daría una distancia y enriquecería la posibilidad de una vinculación. En general, hay muchos
celos. En el caso de una madre que no deja a su hija ir a ningún lado porque la pueden manosear, por los peligros, etc, en
realidad, ella es un monstruo. De ella habría que cuidar a esa hija.

Instituciones. Lo que puedo comentar es tratar de romper los compartimentos estancos. Una Institución es una suma de
personas donde cada cual quiere tener un territorio de poder. El poder es como el sexo, es una adicción fuerte que tiene que
ver con someter a otros. Parece que a algunos humanos les da mucho placer. Cuanto más somete, más placer tiene. Hay un
montón de humanos que necesitan la tranquilidad de ser dominados. Hay corderos y lobos. El cordero busca al lobo para
estar más tranquilo, es una cosa rara. Habría que favorecer la comunicación, romper con el aislamiento.
Hay algo que se llama abordajes o la orientación del problema, el abordaje del problema o la estrategia y después hay otro
nivel que es la técnica. ¿Cómo hacés? ¿Te metés como una estructura de poder también?. A lo mejor puede ser desde la
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Cooperadora hacer una fiesta, hacés que haya un poco de vino, empanadas, que se pongan contentos, que bailen y al
aflojarse que se empiecen a conocer.
"Hoy, gran choriceada con vino, empanadas y cumbia". Los padres pobres, vienen. La gente se mueve por el placer. La
culpa mueve poco y sólo sirve para seguir jodiendo, para que nos volvamos a enredar en el reproche. El placer es muy
importante. Los humanos tienen diferentes placeres, en un lugar sirve algo y en otro no. Tenés que hacer un marketing, un
estudio de mercado. Nosotros lo hicimos en el fondo del Hospicio. Averiguamos qué era lo que les gustaba, salió el famoso
sandwich de chorizo, con Cepita muy azucarada. Era la fórmula de Mac Donalds, el frito y el dulce, inmediatamente,
energéticamente da una estimulación muy potente. Después te arruina el organismo, pero en el momento levanta, es igual
que la cocaína, aunque después se paga muy caro.
Es la receta Cormillot. Es la combinación de salado y dulce. En las comunidades más pobres de India, Bolivia, Cuba,
Estados Unidos, lo he visto, hacen unos fritos espantosos. Es una comida muy negativa desde el punto de vista dietético,
pero estimulante, sal y algo dulce. Si ponemos un cartel que diga: "Hoy, vamos a favorecer la comunicación", no viene nadie.
Sería ridículo, tenés que tener un tema que estimule a la gente. A los adolescentes les ponés: "Hoy, películas sobre técnicas
sexuales". Vienen. Después podés hablar del amor, la culpa. La forma de atraerlos debe ser con un tema que a ellos les
interese. En las Instituciones se trata de romper el aislamiento.

Adicciones emotivas, no a sustancias: Es la simbiosis. Vamos a ver que la estructura simbiótica se enseña de madres o
padres, absorben al hijo y que no le permiten ser otra cosa, es como una especie de prótesis emotiva del yo del padre o de la
madre. Es como si el hijo fuera un objeto, por eso no favorecen la independencia del yo, la autonomía, queda captado ahí. Si
uno se llega a querer separar, el otro no lo permite, está adherido, no tiene las instrucciones para la autonomía. Una buena
madre es la que desde el cariño le va enseñando la independencia. Ser madre es algo muy cruel porque tiene que querer a
alguien mucho para después separarse. Es paradojal. Si uno no lo hace, no le da la identidad, ni felicidad en la vida. Esa
persona cuando muere deja al otro con una soledad espantosa. La simbiosis muy intensa o aguda es imprescindible en la
lactancia. El bebé tiene que sentir el sostén inmediato frente al hambre, frente a las molestias corporales y tener las caricias
de alguien. Pero después tiene que ir al cuarto de al lado, no puede dormir con la pareja. Si eso pasa después de cierta
edad, el chico va a tener problemas. Va a querer siempre dormir con parejas. Después hay que favorecer la independencia.
El médico le ordenó a una alumna que si no tenía otra habitación, tenía que poner una cortina, porque siendo divorciada hay
más tentación, el marido ausente produce que el chico caiga dentro del agujero del rol vacío. Ese rol que falta, tiende a
chupar lo que está cerca. Al hermano mayor se le dice que tiene que ser el jefe del hogar y queda en una situación muy
difícil. La madre así está muy cercana y coloca al hijo en un vínculo simbiótico, como el de la pareja, que tienen nocturnidad,
sexualidad.

Catástrofes: El EPS, se ocupa de eso, las siglas quieren decir emergencias psicosociales, lo creó un ex-director de acá que
se llama Carlos Sica, trabajó en la Amia ocho días con un equipo de 20 a 30 personas trabajando en el derrumbe. No
trabajaban con los muertos, sino con los familiares que estaban en un shock emotivo.
Estas personas en estado estuporoso, tenían que ir a la morgue a ver si ese cadáver destrozado era su familiar, cinco horas
atrás estaba vivo. Hacían regresiones masivas, llegando a la edad de bebitos. Hay técnicas como dar abrazos de
contención, de hacerse cargo de la identidad operativa. Los acompañaban para ir a sacarse esa duda, toda la familia estaba
ahí esperando con la espantosa pregunta de si estaban vivos o no. Tuvieron que trabajar también con los Bomberos y la
Policía porque se volvían locos. Se trabaja en grupo, nunca en forma individual por el gran nivel de angustia. El psicoanalista
puede trabajar porque el otro no está en una situación crítica. Trata cuadros estabilizados, con neuróticos, con fóbicos,
histéricos. Cuando hay crisis se tiene que trabajar en equipo porque la crisis te chupa. Hacen turnos de diez, son Psicólogos
Sociales entrenados para emergencias, para catástrofes, para terapias de crisis, con los cuatro pasos, con todo el cuerpo
teórico que damos en la Escuela. Tres trabajan con tres familiares, hacen el abrazo de contención, los juntan si es una
misma familia. Después de una hora se reúne el equipo porque se cargan mucho, el equipo conversa tratando de socializar
la angustia con la finalidad de no quedar pegados. La angustia masiva hacía que se contaminaran por el mecanismo
empático. Se reunían para lograr la disociación instrumental, el turnarse posibita el trabajo. Ellos ya pertenecen a Defensa
Civil. En el avión de Lapa que se cayó también estuvieron. Tienen todo organizado, estuvieron en seguida y trabajaron con
los familiares, van al lugar del hecho. Trabajaron con el avión de Uruguay, en Río Tercero, en la explosión, con los inundados
y en los motines de Devoto con los familiares. Les ayudan a hacer los trámites pertinentes, se hace a nivel de una utilización
psicológica, terapéutica, el trámite es un pequeño proyecto para sacarlos del presente paralizado, de esa sensación de
mundo detenido que es muy angustiante. Les servía para hacer algo, para reconstruir la realidad porque habían quedado
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como en una especie de regresión, se llama la paralización de la conciencia. Quedan con la sensación de mundo detenido,
eso es inaguantable, porque se detiene la realidad de la conciencia. El trámite tiene un beneficio psicológico.
El Eps no es comercial, es el primer sitio solidario para salir de la angustia. Es interesante ver cómo los Psicólogos Sociales,
especialmente los ligados a nuestra Escuela, pudimos salir de la coordinación de grupos solamente y vamos a trabajar en
emergencias, en crisis, pudimos hacer el salto para trabajar en las catástrofes. Hay soluciones, se trabaja con Psicodrama de
emergencia.
Yo critico lo que se enseña en la Facultad porque no sirve para nada. Hay una sensación de frustración que está
apareciendo porque todo lo que aprenden está reducido a lo lacaniano, hermético, rígido, donde solamente se usa lo
simbólico. No aparece en ningún momento la emoción mínima, lo que permite lo que Freud decía: "Si la interpretación no
modifica la emoción, no opera". Es gente que viene con toda la literatura, como Massotta, García, que analizan discursos,
textos. Se podría estudiar una teoría que luego se convierta en operante.
Se les ha traspapelado el paciente, la persona, no hay sujeto concreto, emotivo, existencial, está lo que llaman "el sujeto
emisor del discurso". No existe más la vaca, sólo su precio. Entonces la vaca se perdió, la vaca no es el precio en el mercado
financiero. Es la misma perturbación que hay en la economía, cuando se hace monetarista, desaparece la riqueza y sólo
aparece la sombra, en cuanto al precio. En este caso desaparece la persona como existente y aparece sólo su reflejo, lo que
vale es lo que dice, esa persona desapareció. Esta es la vieja clínica que había cuando empezó la Carrera, cuando
comenzó, era muy operativa. Un psicólogo que salía de la Facultad, era un buen clínico, trabajaba con todas las patologías.
Es un copamiento de tipo monopólico, totalmente lacaniano, ni siquiera el conductismo se ve. Es bastante pobre, habla
solamente de la conducta, no toma la emoción ni el discurso. A mi hija le comento porque se siente muy desconcertada,
piensa "¿voy a poder trabajar?". Esa formación la aleja de la realidad, es lo que el Sistema quiere.
Hay un artículo que saqué en la revista El Porteño, escribí una columna que se llama "La Ciencia no es Inocente". Allí analizo
cómo distintas teorías aparecieron cuando el poder las necesitaba. Cuando precisaba que la tierra sea redonda para adquirir
más colonias, apareció Copérnico. Cuando el imperialismo inglés necesitó una teoría que demuestre la superioridad británica
apareció Darwin con la teoría de la sobrevivencia del más apto. Cuando en Europa por los movimientos sociales, el
comunismo empieza a tener formas cada vez más importantes de socialización, aparece Freud con una teoría de la
explicación humana, individualista, subjetiva y hacia atrás. Funcionaba para el Sistema porque sacaba del tema del cambio.
Cuando la sociedad se hace postmoderna y se vacía de contenido en todos los niveles, aparece el lacanismo. Acá en la
Argentina surge durante el Proceso Militar. Tener un paciente militante durante la Dictadura, era peligroso, detrás de él venía
la Policía y te agarraban del cuello para ver qué dijo. Si hacías una terapia lacaniana, no sabías nada, porque "desaparecido"
es "aparecido-des". Se hacía una construcción lingüística: "perverso", es el "verso de", el tuyo, el mío. Hacen así. Todo es un
juego de palabras. Los esquizofrénicos hace más o menos doscientos años que están practicando el oficio de hacer
neologismos, mi primo Tommy, era lacaniano hace cuarenta años. Con eso generan un hermetismo, sobre "la forclusión del
narcisismo del terapeuta, en relación a la ausencia de la mujer y la imposibilidad de ella ...". Esto es lo contrario, es cirugía de
urgencia, de guerra, coser. Los médicos hacen lo que se llama una amputación a la turca en el lugar del accidente, dejando
todo el tejido muscular en forma de cono, para después cerrar la herida con eso. Después se vuelve a operar en quirófano
pero en el momento se opera de manera tal que impide que se desangre el paciente, impide la infección. Nosotros también
tenemos ese concepto. En el momento de la emergencia se hace una restitución de la realidad mínima para impedir que se
la persona se psicotice. Luego después hay un post-tratamiento en donde se vuelve a desarmar todo, vuelve a revivir lo
ocurrido, en un contexto de contención para poderlo elaborar.

Suicidio. Lo que hay que hacer con alguien que tiene un enunciado suicida, es creerle. Aceptarle que realmente está
desesperado.
En realidad, lo que quiere decir es "Ayúdenme a vivir que solo no puedo". Especialmente los adolescentes son los más
vulnerables a un acto desesperado porque todavía no saben lo que es la muerte. Nunca hay que decirle: "No te mates, la
vida es linda". No, hay que preguntarle porqué se quiere matar. A veces, eso no se le pregunta. Lo que quiere transmitir es
un mensaje que probó de todas maneras y si no lo dice en forma de bomba cuando está en la cornisa, nadie le escucha.
Una vez tuve un caso increíble, el chico escribió en la pared de su habitación, con aerosol: "Me quiero matar". Cuando entró
la madre le dijo: "Cómo pusiste la pared, ¡borrá eso!". No es escuchado porque antes dijo otras cosas, "Me siento mal, me
siento muy solo, me siento humillado, no tiene sentido la vida". Es un grito que hay que escuchar. El primer trabajo lo tenés
que hacer con él. Por algo llegó a ese nivel de mensaje. La familia, empieza a negar, "No, él siempre dice eso", "a nosotros
nunca nos dijo nada". Siempre hay que ver lo hay detrás. Si hay una estructura histérica, va a ser de buen pronóstico ya que
puede ser una teatralización como para conmover. Hay que cuidarlo igual porque puede calcular mal la altura de la cornisa y
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caer, o se toma unas pastillas. El jodido es el esquizoide, va calladito, subió a la terraza, saludó al portero y se tiró. Si hay
una esquizoidía es el suicidio de otro porque no tienen percepción de sí mismos. Lo viven como un acto ajeno. Un paranoico
se da un tiro que le revienta la cabeza, hay mucha agresión contra sí mismo. Un obsesivo lo hace con mucho cuidado para
no manchar la alfombra. Un paciente de Brooklin puso una toalla y se pegó dos tiros, uno en el estómago y otro en la
cabeza, fue muy cuidadoso...
Yabrán se sintió acorralado. Una personalidad de esas no puede perder nunca, antes de aceptar que perdió, se mata, era el
último acto de soberanía, de poder, que tenía disponible. Las personas muy violentas, muy sometedoras, no pueden admitir
la humillación de perder porque para ellos es peor que matarse. En el caso de un intento de suicidio siempre hay que darle
bolilla. Lo hace porque se siente solo, porque no ha sido escuchado, si lo escuchás y lo acompañás le rompés el motivo del
suicidio.
Un yugoslavo se suicidó ahorcándose, y yo sospecho que como era yugoslavo, debe haber un paquete generacional de
mucha violencia, en Yugoslavia tienen una pesada carga, de transmisión de angustias terribles. Habría otro componente
más porque si no habría un montón de gente que se tendría que matar. Ya hay en esa familia la posibilidad de suicidio como
solución posible. Este hombre le pidió el desayuno a la mamá y después ella se encontró con el hijo muerto. Eso es típico de
la personalidad disociada, negadora, la doble personalidad es una patología bastante común. Hay casos que son terribles
donde la persona es muy simpática por fuera y adentro es una persona horrible o al revés. Eso se llama disociación. Este
muchacho debe haber tenido todo un proceso tanático, de autoagresión y otro que representaba el rol de muchacho
triunfador. En Marilyn Monroe hubo una nena de 14 años violada que mató a la exitosa, para el caso que no sea cierto que la
mataron los Kennedy que es la hipótesis que se maneja ahora. Parece que convivimos con varias personas adentro, yo
tengo dos o tres pero los tengo ubicados, uno es el que está hablando ahora.
Me he jugado siempre a aceptar lo que dice el suicida. Los terapeutas, en general, cuando alguien viene diciendo que se
quiere suicidar, le dicen que no tienen hora para que no se les suicide a ellos. Yo pienso que si lo atiendo por ahí lo salvo.
Les decía: "Vamos a comer algo", con la comida generaba una situación regresiva de conmoverse un poco, así lo engancho
nuevamente en la vida. Se quieren matar porque están solos, si les das una buena presencia, con interés, se salvan. A mí
me da como ternura que se quieran matar. Cuando ellos lo perciben se dan cuenta que hay alguien que se interesa por ellos,
los escucha. Y por lo menos lo postergan. En casos graves he dicho: "para matarte hay tiempo, el domingo, hacemos un
asadito".
El suicidio es algo muy personal y no se lo trabaja en grupo. Después que pasa el momento si, Campello tenía un grupo de
suicidas, una paciente le había confesado que ya no quería hacerlo pero que no quería dejar el grupo, estaba encariñada.
Campello le dijo: "Vos simulá que te querés matar". (Risas) Con eso le confundió la realidad con la fantasía, por si le llegan a
venir otra vez las ganas, es un juego de simulación, una maniobra sistémica. Cuando le inducís algo, el otro no sabe si es
verdad que se quiere matar o si lo dice para representar lo que le dijiste. Postergar es lo primero. Decirle que después lo
vamos a acompañar a la Costanera, "te tengo la piedra pero tomamos un café antes". Hay que hacer tiempo. En años con
ese sistema se mató uno solo.
A veces sirve hacerlos enojar. Si no hay una buena transferencia. Tengo un caso, fui con un psiquiatra. Nos acercamos al
lugar, el chico estaba en un cuatro piso cerca de la ventana. Nos acercamos, empezó a amenazar que si nos acercábamos
se iba a tirar. Decía "Yo me quiero matar porque soy muy bueno". El padre tenía un problema cardíaco que el chico conocía.
Yo le digo al compañero que estaba al lado, "la transferencia va para la mierda", cuando nos acercamos un poquito empezó
a insultarnos, decía: "Ustedes son unos hijos de puta, nos vienen a sacar plata". Dije. "Vamos a jugar a hacerlo enojar". Le
digo: "Vos sos un hijo de puta y un cobarde porque sabés que si te tirás, tu viejo se muere ahí nomás". Yo sabía que había
un problema con el padre, el viejo era muy castrador. El pibe se enoja, se viene para pelear y se aleja de la ventana. Era lo
que queríamos. No nos dio tiempo para abrazarlo, para darle contención, el padre entró llorando, cuando el chico lo vio se
abrazaron. Se pusieron a llorar y a confesar. Después trabajamos con el muchacho, se resolvió el punto de empezar a
intercambiar reproches. Nosotros teníamos los datos que nos había dado la familia y con eso trabajamos. No le dijimos en
ningún momento: "Tirate". Lo enganchamos con el tema de la culpa, cuando le dijimos cobarde, como él se creía tan bueno
se enojó y se alejó de la ventana. Jamás hay que incentivarlo a que se mate aunque sea una histeria galopante. Hay que
tratar que hable, que diga qué le pasa.

Toma de rehenes: La técnica podría ser tranquilizar al que tiene el arma para que no haga un acto loco. Evaluar si está
drogado, si me está escuchando, tratar que baje el nivel de obnubilación, de confusión mental. Lo importante es
comunicarse, preguntarle: "¿cómo vas a hacer si te querés ir?". Tratar que el otro salga del pánico que tiene. Poder
conversar -lo más profundamente posible- con el que tiene el revólver para que no haga un acto loco. Posiblemente también
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se puede intentar negociar algo aunque tenga el arma, considerar que es una figura fálica que además dispara tiros. Los
psicoanalistas dicen que la banana es un símbolo fálico pero yo digo que además se come, ellos se olvidan que es una fruta.

Portadores de HIV: Ya no hay más personas con SIDA, sólo con HIV, con los nuevos cócteles que se le dan a los enfermos,
no mueren. Trabajamos con grupos así en la Escuela, en el Hospital de la Vida, con contención grupal, hay sobrevidas de
muchos años. El virus se activa cuando bajan las defensas, cuando a alguno le sube la carga viral, inmediatamente todos los
demás se preocupan por ese compañero. Antes eran más perseguidos y marginados, estaban con la idea de morirse,
además hacían conductas de mucho riesgo tanto que melancólicos muy depresivos se terminaban suicidando.

Adolescencia conflictiva: Lo podemos ver. Hay que tratar de detectar qué les gusta para poder meterte en el mundo de ellos.
Aprenderte las canciones que les gustan. Por ejemplo las de Almafuerte, de Los Redondos.
Es como tener un paraguas en medio de una tormenta, no disminuye la tormenta pero podemos evitar una gripe. Si
exageramos, la vida también es un problema, es una enfermedad terminal, hagas lo que hagas, envejecés y morís. Hay una
angustia que no se la podés quitar, es la angustia existencial. Alrededor de los ocho años se empieza a descubrir la angustia
de muerte porque la persona adquiere identidad. El que es más chiquito no la tiene porque se siente unido a los padres, a
esa edad empieza a percibir que él existe independientemente de los padres, entonces puede dejar de existir,. Mi hijo me
dijo un día: "Papi, ¿porqué existe la muerte?". Me agarró desprevenido, lo abracé, no dije nada. Había descubierto lo
absurdo de vivir para morirse. Tenemos dos desgracias: existe la muerte y además estamos en Argentina. Se pueden hacer
remiendos, más o menos andan.
Como consejo les puedo decir que hay que aceptar los límites que tenemos, evitar la omnipotencia del operador. En el
Hospicio aliviamos a la gente pero nunca van a salir de ahí. Pero ¿quién les quita esos sábados donde comen y están
juntos?, se les corta el infinito. Sería lindo ofrecerles una casa a mitad de camino y la reinserción a la sociedad. Es el tema
de hasta dónde vos podés.
A la Madre Teresa cuando le dijeron que había muchos leprosos, ella tenía sólo cien. Ella le dijo a la periodista: ¿Dónde
están tus cien leprosos?. No hay que desanimarse por eso, quién te quita lo bailado, a lo mejor, no se suicidó por diez años y
luego lo hizo pero fueron diez años ganados. Los pibes de la calle que tiene Teresa, por ahí alguno entra en el choreo de
nuevo pero la proporción es muy pequeña. Sacás a las chicas de la prostitución, lográs que trabajen en una fábrica, ganan
diez veces menos e igual le tocan el culo. Una chica me lo dijo, yo le contesté que es menos riesgoso trabajar en una fábrica
que en la prostitución por la cana, por los cafishos, por las enfermedades.
Los Cuatro Pasos sirven para todo, luego vemos distintas técnicas, hay distintos proyectos de vida. Hay como un esquema
básico que te salva de cometer errores como empezar haciendo que vomite antes de estar contenido. O que se salte un
paso y haga un proyecto que le dure dos días ya que no puede hacerlo sin pasar por todo el proceso anterior u obtener una
actitud de cambio sin saber desde dónde profundamente cambia. En Estados Unidos cambian sólo las conductas, la
persona se transforma en un robot, se enferman o son un "como si", se vaciaron por dentro. Dicen: "Yo cambié
completamente, ya no me pongo más colorado, ya no tengo las emociones que tenía antes", y en realidad ya no es...

Amas de casa. ¿Son las que hacen el amor en la casa?. (Risas). Son las mujeres angustiadas que no pueden poner en
palabras lo que les pasa, tienen miedo, es la suspensión de crecimiento. Son condenadas a fregar, con una mala sexualidad,
engordan, se hace el círculo vicioso, quemaron su vida, hay un drama. Tienen un gran empobrecimiento psicológico,
existencial, baja autoestima. Primero les empobrecen la existencia, después alguien se lo dice, la amante del marido le hace
un comentario... Es un problema existencial más que psicológico. Es una mujer que no se realizó, llegó a los cincuenta y pico
o sesenta años y no conoció muchas cosas, es para ponerse a llorar.

Los duelos. Es el tema de las ceremonias del adiós, las despedidas, no hacemos duelos ni por los dientes que se nos caen.
Los chicos lloran cuando se les sale un diente. Cuando uno se da cuenta lo niega y cuando se le cayó toda la dentadura, se
suicida. No hay que acumular, hay que elaborar cada cosita porque sino después el dolor es tan grande que lo tenemos que
negar. Simone de Beauveoir cuando murió Sartre escribió el libro: "Las Ceremonias del Adiós". Todas las culturas tienen sus
procedimientos, en el Amazonas cuando muere uno, están una semana, se desnudan, se tiran adentro de un pozo, con
cenizas. Después que terminan de hacer todo eso, se bañan y quedan como nuevos. Acá nosotros somos cancheros,
tomamos un cafecito, "no pasó nada", decimos. Después estamos dos años en terapia, con somatizaciones, lo pagás igual.
En cambio, éste indio del Amazonas, pagó en una semana, al contado y lo elaboró. Al cadáver lo mandan en un bote, con
comida, con cucharas, tenedores. Siempre hay que llorar, el llanto es esencial. Todo lo que sea entristecerse y llorar, evita la
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negación que vuelve como síntoma. El chiste, es una forma de negar la realidad. Es una forma de evitar aceptar esa
situación de duelo. En el Hospicio, cuando tienen una angustia muy insoportable, hacen bromas macabras, que quiebran la
situación absolutamente horrible, eso es para bajar el nivel de angustia.
Se niega mucho acá, esta civilización tecnológica, de origen norteamericano, es deshumanizante, te quedás vacío, sos los
muertos que tenés adentro.

Terapia intensiva. Eso es terrible, es de una deshumanización increíble... por ganarse unos mangos en las clínicas impiden
las ceremonias del adiós y el poder perdonarse, lo que se dice en un lecho de muerte es muy importante. Si tengo un
paciente con un padre conflictivo, que está por morir yo lo atiendo en el mismo hospital. Se perdonan, se aclaran, hacerlo
después cuesta mucho.
Cuando muera quiero que me velen acá en la Escuela con todos los alumnos y que después hagan una fiesta con retratos
míos. Van conversando. Me despido de cada uno de Uds. Lo que me da bronca es no poder controlar mi entierro. No saber
quién va a venir si sale en el diario...Mi madre tenía ese humor alemán, muy optimista. Ella estaba en el Hospital paralítica,
sufriendo mucho. Había venido de la guerra, eso le daba una gran capacidad de enfrentar y dar vuelta una situación.

Madres de adolescentes Se establece una simbiosis especialmente si el padre no está. Desaparece el lugar de la
estructuración de la realidad como encuadre. La madre tiene que darle un beso y después retarlo. Antes la mamá besaba y
papá venía a poner orden. Ahora tiene que hacer las dos cosas, es absurdo, al final, no hace nada y se arma el desastre.
Los dos roles son necesarios. Tiene que permitir y prohibir.

Emergencias. Es lo que se necesita hacer para cambiar el curso de esa situación. Por ejemplo, iban psicoanalistas donde
estaba la gente de la Amia, ellos le daban sus tarjetas para atenderlos después en el consultorio. Pero la emergencia era ahí.
Imaginate, alguien se está desangrando, le da una tarjeta el médico para que lo vaya a ver en otro momento. Hay un
momento traumático y otro post traumático, si se atiende bien el primero, va a ver menos probabilidad de que la pierna
suelde mal en una fractura. Hoy hicimos cosas bien prácticas. Seguimos la clase que viene a poner a prueba lo que
aprendimos.

FIN

LO ESENCIAL DEL ACTO TERAPÉUTICOO


ALFREDO MOFFATT
16 / 3 / 00
Corregido por Graciela MARINA

La clase de hoy va a ser sobre el acto terapéutico. No podemos hablar de sujeto histórico porque no es sujeto si no es
histórico, sólo existe en ese movimiento. Es como en el cine, se mueve porque caminan las máquinas, cuando se
para aparece la foto fija, no se mueve a ningún lado, es una ilusión ese movimiento. La existencia es muy parecida al
cine, cuando al psicótico se le para la película queda quieto, entonces Humphrey Bogart no se mueve más, en
realidad nunca se movió, sino que son fotos fijas que dadas a una velocidad algo superior a la retención de la imagen
en la retina, en el cine se funde una foto con otra. La vida son instantes, estamos presos en un presente. Tenemos la
conciencia de historicidad porque se nos pega un presente con otro, eso es artificial, lo une el lenguaje, la expectativa
con el otro. Cuando uno está absolutamente solo, en un lugar totalmente quieto, tiene la sensación que no se produce
el tiempo. Se detiene la temporalidad. En la psicosis se detiene en forma terrorífica el sentimiento de continuidad del
yo, esto hace que la persona no sepa quién es. Como humanos esperamos o de tememos. Cuando no hay deseo en
su lugar ponemos un miedo, siempre tenemos que tener algo que esperar. ¿Se acuerdan de des-esperado?, esa es
la clave para entender la Teoría de Crisis, que es lo que sustenta todo nuestro trabajo terapéutico, que consiste en
rescatar a la persona y recuperar su posibilidad de comunicación. Enfermedad es igual a incomunicación, a soledad,
es desconexión con el otro humano, ahí desaparece la persona. Sartre dijo: “soy configurado por la mirada del otro”,
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yo existo porque el otro me mira. No me puedo mirar a mí mismo porque me veo en una conciencia sin tiempo. Al
dormir no tenemos al otro, cuando soñamos aparece la conciencia primigenia, sin tiempo, por eso es caótico, confuso,
por ejemplo: no pasó por la puerta, sin embargo está afuera. Esa discontinuidad hace que uno tenga esa sensación
de extrañamiento en el sueño. La clave de ayudar a alguien es hacer que esa persona que se desconectó vuelva a
conectarse, no es que olvidó las palabras sino que escucha los sonidos que corresponden a cada una, pero todo eso
no lo puede integrar. Vamos a estudiar cómo hacer para escucharlo, entenderlo y por lo tanto poderle hablar a él, que
perciba que le hablamos a él. Cuando se trabaja desde la ingenuidad de los cuadros clínicos, se habla de un
esquema, se dice: “esta es un depresión”, sin embargo, esto es una entelequia, algo abstracto.
El paciente es una persona, puede tener una conducta que podría ser clasificada como depresión pero es un sujeto
particular, existe justamente porque es singular.
Lo que rescato de Pichón es cómo registraba lo singular de un hecho. Conté en Página 12, en el artículo de la
Universidad de las Madres, que cuando entró un militar a verlo, el tipo llegó y vomitó toda la alfombra. ¿qué haría un
terapeuta convencional?, lo toma como algo ajeno, llama a una empleada para que limpie. En cambio para Pichón
ese acto respecto a comunicarse tenía un significado por ser algo que sucedió en ese momento, no en otro. Él pensó
que el vómito era algo que no lo podía decir con palabras, al ver que vomita, Pichón le dice: “¡cuánto hace que venía
a traer eso!” El tipo ahí se enganchó, con eso hizo la transferencia, mirá que agilidad casi teatral, eso es lo que quise
transmitir en el artículo, eso de mirar a alguien de una manera que el otro se daba cuenta que lo miraba a él. Mi primo
Tommy como buen esquizofrénico no confiaba en nadie y menos en un psiquiatra, pero con él, si. Pichón lo miraba
de una manera especial, no se qué encontraron en común... algo que les llamó la atención a los dos de la pared, en
un momento se metió en el espacio que el otro estaba, cuando salimos dijo Tommy: “me gustaría volver”. Se ve que
se reconocieron como dos psicóticos. Hay un proverbio chino que dice: “dos ladrones (o dos locos o dos perversos)
no necesitan presentación, se miran y ya saben que están en esa”. Esa mirada es imperceptible, es un gesto, una
manera de ponerse frente al otro que logra el contacto.
Tengo la idea de invitarlos al Taller de Psicodrama que voy a hacer los viernes, durante todo el año, durante dos
cuatrimestres. La idea es generar espacios de encuentro más emotivos, donde se incorpora el gesto, el movimiento,
la riqueza del contacto de las manos ... Cada Psicodrama es completo en sí mismo, se trabaja todo un tema.
Podemos hacer uno entre todos nosotros, ¿tienen miedo? Yo soy muy cuidadoso, voy despacito, hablo de cómo cada
uno está sentado, por ejemplo ... ella tiene las manos agarrándose así, con eso me dice cosas... ella está así, “vamos
a ver qué pasa” este alumno está como canchero, “yo soy el primero”, cada uno con el cuerpo está diciendo algo, la
holandesa está como de princesa, este está despatarrado, son los dueños, los capataces... al final, hacen ejercicios
bastante fuertes, en general, quieren hacerlo, yo lo que hago es proponerles algo y dejar que Uds. elijan. A los de
Primero les digo: “no es conveniente que decidan hoy si se quedan en la Escuela, traten de ver si es lo que
necesitan”, no se fue nadie hasta ahora, todo lo contrario, en el caso que alguien pague y luego perciba que no es lo
que le gusta realmente, le devolvemos el dinero, eso es mucho mejor, los que se quedan se quedan convencidos, no
bajo presión. La terapia es enseñar la libertad, el síntoma es meterse en cana uno mismo. Lo que enseñás es que la
persona la adquiera, para lo cual tenés que enseñársela proponiéndoselo, casi ... pervertirlo para la salud, para el
bien, es ir acompañando. Pienso que a un loco hay que correrlo de adelante y te termina siguiendo a vos, eso es lo
paradojal. Lo que quiero transmitir este año es lo que me enseñó Pichón, nada que ver con lo del cono invertido, lo
inventaron después, debe haber sido que una noche estaba en pedo y dibujó algo sobre una servilleta, tomaron eso y
lo sacralizaron.
Lo que enseñaba era un modo de ponerse frente al otro, un modo de mirar, de escuchar, pescar el timing del otro,
qué tiempo necesita. No se trata de esperar mucho, ya que puede ser fatal, si el tipo está en la cornisa y vos estás
con la estructura de demora... se tiró, ahí hay que actuar con rapidez, la palabra timing me gusta más, quiere decir:
tiempeando, es un gerundio de “time”, en inglés, es respetar el ritmo, captar cómo es la onda del otro, ver si hay que
trabajar rápido. Si te ponés muy lento...cuando el otro es rápido, también perdés el contacto. Es muy difícil para los
humanos aceptar que el otro es distinto, si yo lo quiero ayudar, lo tengo que hacer en términos del otro, no de los
míos. Hay gente que quiere que no lo jodan, preguntarle: “¿estás seguro?” A lo mejor lo podés ayudar ... si dice: “no
se si estoy seguro...” ahí ya entró. Hay gente que no es el momento para que le revuelvan el avispero, no está en
condiciones, esperás y dice “me respetó”, la otra vez que vine me dijo que no estaba preparado para empezar,
después te viene a ver porque lo respetaste. Si lo obligás: “no, hay que ver qué pasa”, abrís, metés la mano y no era
el momento. Una vez, fuimos a buscar a Pichón, estaba bastante enfermo ya, para llevarlo a un Congreso, con Dicky
Grimson, tenía que presidir uno que habíamos inventado nosotros, cuando llegamos estaba vestido, nos dijo, “no
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estoy preparado para ir”, no fue. Pero cuando nos íbamos dijo: “vayan conmigo”, mirá que fineza ... nos fuimos con
Pichón. Dijo “vayan conmigo”, en lugar de: “voy con ustedes”. Generaba un clima, era algo muy lindo. Hay cosas que
digo yo (ahora se los puedo confesar), que son cosas mías pero se las asigno a Pichón para que siga vivo. Les quiero
contar cómo hizo Pichón una vez para entrar en el delirio del otro, fue como el colmo de meterse en el otro, es muy
ilustrativo, es como esos los cuentos de los maestros zen, que con una anécdota entendés toda una temática, así se
manejaba Jesús, con parábolas. La parábola de la adúltera te enseña a no discriminar, cancheramente, con un
cuentito que es mucho más pregnante, no te lo olvidás más. Vino una vez a Pichón un hombre que estaba
completamente psicótico, con un delirio caliente, estaba tirado en el diván, tenía miedo que lo destrozaran, empezó a
alucinar que estaba atado a las vías y que una locomotora venía a matarlo. Cualquier psicoanalista se pone en pose,
imposta la voz, se pone de costado, agarra la pipa y baja la sagrada interpretación: “lo que usted teme es que el pene
de su padre lo atropelle”. Es clásico, me juego la cabeza que el 90 % te diría eso, tipo APA, con eso el otro se hace
bolsa, no era joda, para el otro venía de verdad el tren ... estaba en delirio, el psicoanalista se lo dice desde el mundo
real, están en dos espacios distintos, como si uno estuviera despierto y el otro dormido. Si está dormido...se acepta
que está en otro nivel de la conciencia. ¿Qué hizo Pichón en esa oportunidad? se tiró encima del loco, lo abrazó, lo
tiró al suelo, mientras gritaba “¡rajemos que nos agarra el tren!”, (Risas) Se metió en el delirio, lo aceptó, se tiró arriba
y le dio al loco la posibilidad de rajar. Muchas veces en la vida estamos atados a los rieles y sentimos que viene la
locomotora. Pichón le dio la esperanza, la energía de huir y salirse de las vías. Hay gente que se queda ahí, viene el
marido y la mata, o hace la enfermedad, no se puede salir de ahí, ¿qué le dio Pichón?, es una operación terapéutica,
se metió dentro del delirio, como si le hubiera dicho: “¿ves que era fácil? había que rajar de las vías! pero él solo no
podía, necesitaba a otro. Cuando alguien está en el pozo, solo no puede, si vos le decís de arriba, “Salí del pozo”, no
puede, tenés que meterte en el pozo. Te metés ahí, pero no como el otro porque entonces son dos locos que quedan
atrapados, te metés con una soga, una soguita con una roldana, la técnica es la soga, vos te metés para empatizar y
disociarte, eso es lo que tienen que aprender que no es fácil. Yo enuncio los 4 pasos, el asunto es empezarlo a poner
en práctica. A las docentes les pasa que empatizan demasiado, les cuesta mucho, especialmente cuando hay abuso
sexual, sienten mucha empatía, porque tienen experiencias de abusos o porque es muy ancestral el temor a ser
violada, no pueden hacer la disociación, entonces entran como caballos, quedan pegadas en su escena temida,
resuenan y muchas veces se enojan, “¡Cómo que te hizo eso!” La nena se asusta, hay alguien enojado frente a ella,
no puede lidiar con esa escena si alguien trata de ayudarla enojada. Si la maestra se conmueve y se pone a llorar con
la nena ... o queda petrificada, “no oí ... ¿qué? “ “¿cómo dijo, doctor? ¿Capricornio?”, “No, cáncer”. Es bravo, pero les
quiero mostrar como a veces uno no escucha. La palabra le llegó, pero no la registra. Muchas veces es un cuento feo,
muy directo, a veces vos decís algo y el otro no te lo puede escuchar. Me contó una paciente que fue a un servicio de
salud en el Alvear: Le contó toda una situación, cuando terminó la otra persona le preguntó, si no había pasado una
situación deducida por ella y era exactamente lo que antes había contado la paciente. Quiere decir que no le escuchó
nada, era un caso medio angustiante, algo escuchó y dedujo, ¿no le habrá pasado esto? “Escuchame, ¡es lo que le
relaté recién!”. Tato Pavlosky tenía una frase muy linda, “yo te comprendo desde mi desesperación y te curo desde mi
esperanza”, de modo que si Uds. no son desesperados esperanzados, van a trabajar con un esquema, vas a hacer
los cuatro pasos mecánicamente. Los cuatro pasos hay que hacerlos pasar por la intimidad del momento. Para cada
uno la contención es distinta. A veces vos estás distinto, de pronto estás depresivo y el contacto lo hacés desde la
depresión, en otro momento, estás más contento, trabajás desde la esperanza. En el Bancadero cuando alguien
entraba a trabajar el turno, tenía media hora para contar cómo estaba. Ahí podía discriminar y decir: “hoy no estoy
bien”, entonces le decíamos, “bueno, hacé recepción, cuidás la puerta, hacés entrar a la gente, cebás mate”, es saber
cómo uno está en ese momento. Cuando ya no entraban más pacientes, durante una hora cada uno contaba cómo
había trabajado la identificación, la disociación, para poder irse bien, es parecido a lo que se hace en Psicodrama
cuando saltamos y nos sacamos el rol de encima. Esto facilita tomar otro rol.
Nosotros partimos del supuesto de que la enfermedad es volver a la conciencia arcaica, que tenemos cuando somos
bebitos y a la que regresamos cuando estamos muy enfermos, tenemos la vivencia de estar muy solos y que el
tiempo se paralizó. Toda crisis, incluyendo la psicótica, está definida por dos síntomas o sensaciones que son las
ansiedades básicas, el sentimiento de soledad, que puede ser a veces una soledad existencial insoportable, donde
vos sentís que no hay nadie más en el mundo y en realidad es así, porque cada conciencia está separada, tanto que
en filosofía se habla de la separatidad humana, donde cada uno está desde siempre y para siempre encerrado en su
conciencia. Gracias al lenguaje podemos transmitir nuestra angustia o alegría, así podemos salir de nosotros mismos,
así el otro me salva de mi conciencia caótica. A la noche cuando nos dormimos caemos otra vez en la conciencia
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arcaica.
El humano si no es sociable, no existe, lo de Robinson Crusoe es una ficción, estuvo 20 años en una isla desierta, a
los seis meses cualquiera se vuelve loco. Como era inglés podía durar un poco más, si hubiera sido italiano dura una
semana. Hubiera echo un delirio, como era religioso, un delirio místico. Los presos cuando los meten en el “buzón”
sienten que desaparecen, no es la paliza lo que temen, el “buzón” es un lugar de castigo que toda cárcel tiene, está
muy abajo, no hay ningún ruido, está oscuro, es un lugar chiquito, está él solo, no ve, no oye, nada, al tiempo empieza
a delirar. En el Centro de Salud Mental de Brooklyn se hacían experiencias de deprivación sensorial masiva, usaban a
estudiantes voluntarios que le pagaban muchísimo, por eso se arriesgaban, además se fijaban que no estuvieran
piantados por el peligro de brote. Lo ponían en una cámara absolutamente oscura, insonorizada, con unas gomas
donde no sentía el peso, le ataban las manos, para que no tocara, le habían quitado todos los sentidos, vista, oído,
tacto, y cenestesia, lo dejaban 4,5,6 días. La persona contaba -sin saber que en otras experiencias había pasado lo
mismo- que empezaba a sentir que todos los demás se habían ido y se habían olvidado de él, se sentía solo en el
Universo. Después tenía la sensación que en ese lugar había otra persona. Cosa que era imposible porque era un
espacio sumamente reducido, alucinaba a otro, veía que se le venían encima figuras como geométricas, eso puede
ser por la estructura de la retina. Lo tenían un tiempo ahí metido, estaba vigilado, creo que tenían un sistema para que
si le resultaba insoportable la experiencia se abortaba, pero como le pagaban bien, resistía. ¿Sabés para qué hacían
la experiencia? Era en el tiempo en que la NASA mandaba una sola persona al espacio, gastaban como cuatrocientos
millones, tenían mucho miedo -si mandaban a uno solo- de que enloqueciera y empezara a tocar todos los botones,
hacía un desastre. Después empezaron a viajar de dos o tres. no por nada se hace así, es insoportable el sentimiento
de soledad existencial, es la psicosis, sin llegar a eso, con una crisis ya se experimenta ese sentimiento de soledad.
Uds. seguro que a esta edad, han pasado alguna experiencia donde se sintieron angustiadamente solos y que no
pasaba el tiempo. El síntoma de la crisis, (yo pasé una muy fulera, por ahí tomé el insight de esto) es mirar el reloj y
no entender la hora. No la comprendés porque vos decís: “son las 8 tengo que hacer esto o lo otro”. Si no tenés nada
que hacer y estás solo, no hay más 8 de la mañana. Al desocupado le pasa eso también, no tiene domingo porque
todos los días son domingo. Domingo es en referencia a que trabajás y descansás, pero si descansás siempre, no
descansás nunca. Entonces el tema del síntoma es la paralización de la temporalidad. La temporalidad es un echo
artificial, construido a través del lenguaje por la cultura, ocurre porque la gente se comunica y se contradice, ¿se
acuerdan lo que comentaba? Mi hijo es biólogo, está haciendo el doctorado, me dijo que en Biología hay un principio
que dice: “organismo que no está en conflicto con su medio, está muerto”, la vida es conflicto, hay parejas que se
separan y para no separarse del todo, se odian. El odio hace que no queden solos, con eso quedan enganchados
porque no pueden hacer el duelo de la separación.
Cuando el otro viene mal le decís dos o tres cositas justas y baja el nivel de angustia. Es la sensación de ¿para qué
me voy a levantar? ¿Para qué el tiempo? La homogeneidad del tiempo es insoportable, la conciencia es un pez que
vive en el tiempo. A un pez lo sacás del agua y dejó de existir. Un afuera del tiempo no es concebible. Afuera del
tiempo sólo existe la muerte y la psicosis, hay una tercera opción que es el satori zen. Estudiando esas cosas me di
cuenta que los maestros zen, llegan al satori o sensación de plenitud que Freud llama: sensación oceánica, el
Nirvana, donde destruyen la temporalidad y por lo tanto desaparece la muerte. Es un momento tan pleno que no hay
más tiempo pero que lo lograron de a poco, como conquistándolo, en cambio, al loco o al que está en crisis, le cayó el
zapallazo y se le desarmó. Es completamente distinto al que lo va desarmando despacito.
Esta es una cultura muy pendiente de la temporalidad como obligación o diversión, los norteamericanos no pueden
tomar vacaciones porque para vacacionar hacen lo mismo que para trabajar, tienen unos equipos de pesca tan
complejos que laburan como bestias, tienen un hobby pero resulta que el hobby es serruchar no se qué, hacer un
aparato. Tienen que trabajar porque no pueden estar a solas con ellos mismos porque no hay nadie adentro, es una
cultura del vacío existencial. Cuando yo me vine, quise hacer algo que si lo hacía seguro me llevaban preso, quería
abrir un norteamericano con una gillette a ver si había alguien adentro. Son extrovertidos, existen en el afuera. Yo
trabajé un año con psicóticos en el Hospital de allá, ahí ves la verdad de una cultura, porque los locos son la
caricatura de la cultura, el norteamericano es un robot. Me hacían acordar a la película “Atrapado sin Salida”, el tipo
de terapia represiva es la lobotomía que lo convierte en cosa.
Soledad y atemporalidad es la enfermedad, por lo tanto la salud es devolverle un vínculo y un proyecto, ¿cómo hace
el terapeuta? ¿Qué vínculo le devuelve? Primero le devuelve el vínculo con él mismo. El que ayuda tiene que ser
como el príncipe de “La Bella Durmiente”, pasar por las cercas llenas de espinas y llegar, el que está mal está lleno de
espinas porque tiene mucho miedo a que le lleguen adentro, a un loco por entregarse lo chuparon, no le permitieron
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ser otra cosa, tuvo una madre que lo engulló que no le permitió ser otra cosa, por eso no quiere comunicarse,
entonces despacito, vos vas tentándolo con la vinculación, con el contacto simbólico, puedo tomarle la mano. ¿Sabés
qué importante para un tipo operado, que alguien le de una mano cálida?, para que sienta que no está solo en este
mundo. La vivencia de muerte es soledad, nacer y morir son dos operaciones absolutamente solitarias, aunque
tengas a toda tu familia de 30 personas, en el momento de la muerte estás solo.
Volvés a la conciencia arcaica en el principio y en el final. Durante todo el viaje tenés que estar en este juego, algunos
lo pierden porque no se lo enseñaron, quedan solos, si no son rescatados hacen síntomas. El loco hace el delirio que
siempre es que alguien lo persigue, le roba el pensamiento, siempre es otro. Mi primo Tommy, que es esquizofrénico,
me hablaba de “ellos”. “Mirá lo que están haciendo” “¿Viste que la puerta estaba cerrada y esta chica la abrió? Ahora
está anotando.”, encima todo coincide. Yo me dejaba inducir y a las tres de la mañana yo ponía la radio y decía:
“Escuchá esos ruidos raros”, es como que te captan, yo entraba en el juego y después salía pero es como una
película de terror. Siempre cuento que mi hija, cuando tenía ocho años, estaba viendo una de terror y me dice:
“Papito, tengo miedo”, “¿te apago el televisor?”, “No, no, papito ... no!” Necesitamos el contacto con el terror porque
está dentro nuestro y debemos conocerlo.
La soledad existencial está ahí, pero por suerte están los demás, está la invención del lenguaje. La relación amorosa,
sexual, es el lenguaje más concreto del mundo, que es un subproducto de la relación materno infantil, en esa primera
comunicación, el cambio de los pañales, la acunada, está la matriz de todo lo que aprendés de contacto cenestésico.
Alguien puede pensar que la mamá no lo acarició mucho siendo bebé, pero siempre está la posibilidad de trabajarlo
con Psicodrama. Acá se trabajó recuperar todas las posibilidades desde lo corporal. Con los brasileños no necesitaba
enfatizar lo cenestésico porque ellos se tocan mucho, para los afrobrasileños el cuerpo es algo apropiado, algo
propio, no están tan disociados.
En Estados Unidos había una sala que tenía el criterio de no tocar a los bebés recién nacidos y desinfectarlos todo el
tiempo, -similar al criterio de los manicomios que mueren catatónicos, pero desinfectados- esa sala tenía un alto
grado de mortalidad. En otra, había dos o tres enfermeras más abrazadoras, acariciadoras y allí el nivel de muertes
era bajísimo. Con esto se comprobó que el bebé si no tiene esa escucha cenestésica desaparece para sí mismo y
entra en pánico.
Ahora hay una forma nueva de tratamiento de bebés prematuros “mamá canguro” se llama, los bolivianos tienen el
bebé siempre ahí. Es muy interesante ese primer contacto de caricias de la mamá, la palabra es el último eslabón de
una cadena que empieza con un toque, una caricia, algo olfativo o gustativo. ¿Se acuerdan del sandwich de chorizo,
asado y sobre un elástico de Hospital? ¿viste esas bombas neutrónicas que producen un vacío? Los sandwich de
chorizo producían “un lleno”. Todos los “locos” que había ahí eran captados por el olor. Era gracioso, veías a un
paciente que llevaba tres años ahí como plantado y cuando venía el aroma, hacía así, olía en el aire ... y el tipo lo
seguía... ¿porqué? Porque es ancestral, atravesaba todas las psicosis, todas las organizaciones delirantes porque el
olor del chorizo es único. Cuando fui a Brasil se hicieron experiencias de “Bancadeiros”, pero como no hay chorizo
criollo, no se conseguía este efecto, tipo la salchicha criolla pero no es el chorizo nuestro... Yo creo que el choripán
habría que venderlo dentro de una caja que diga: “Producto Médico”, es más curativo que el Halopidol, un
psicofármaco que te congela, te enyesa el alma, lo dan en dosis masivas de impregnación. Con esa medicación el
loco no jode más, queda con movimientos parkinsonianos, el psiquiatra le dice a la madre: “¿vio que su hijo no la
putea más? está mejor”, (es el chaleco químico.)
Fijate qué diferente concepción comparada con la nuestra, con la de Pichón, que es rescatar la relación con ese ser
singular, que la tenés que develar, que él la rescate. Tenés que salir de la tentación de inventarla vos, una vez uno de
la APA me dijo: “qué lindo es trabajar con un paciente muchos años y poderlo cincelar”, yo en un momento, era más
ingenuo, pensaba “qué bien, qué trabajo de orfebre que hace”. Después pensé que no lo tenés que cincelar, lo tenés
que descongelar, tenés que hacer que salga para donde él quiera y para lo que él quiere hacer, ¿qué es la salud?, es
la realización. Lo tenés que ayudar a que se haga nacer a sí mismo, Fritz Perls tenía una frase muy linda que decía:
“el cambio terapéutico es paradojal, tiene el paciente que dejar de ser el que no es, para ser el que es”, no es que
cambia, estaba cambiado cuando vino. Tiene que llegar a ser él, ¿porqué enfermó? Porque no es el que él siente
profundamente que es. Cuando se encuentra con el que es, la persona tiene una gran alegría porque puede hacer lo
que quiere, que en general es reparar algo doloroso del pasado. Puede ser una humillación, puede ser que quiere ser
rico, para una persona que fue muy pobre ser rico es muy importante, es como salir de la humillación. Mi ex-mujer me
decía que yo tenía que hacer un taller de autoestima, “porque la tenés muy alta”.(Risas) Mi vieja me dio mucha
manija, era paralítica yo era el Mesías, yo tenía que ser algo así, sino ¿cómo justificaba su vida en su silla de
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ruedas?, me dio manija. Gracias a ese entusiasmo, hago que durante 23 años en el Hospicio me siga gente a trabajar
con locos un día sábado, porque hay algo también de eso. Ahí dice en el artículo de Página 12, cuando los psiquiatras
acusaban a la Peña de ser “un grupo de prostitutas y delincuentes que entraban vino al Hospicio, liderados por un
psicópata mesiánico”. Yo le conté eso a Pichón, él me dijo: “tienen razón, porque el enemigo es el que mejor te
define, porque para ellos dar amor es prostitución, aprenden que con el paciente hay que tener distancia, hay algo en
eso de promiscuidad, además dar alegría es lo mismo que dar vino (le servían naranjada), le dan chamamé, ¿qué es
lo que pone alegre? El vino. Y si vos no fueras un poco psicópata mesiánico, vos creés que te seguirían?”. Pichón
tenía eso de dar explicaciones paradojales, veía lo absurdo, era sistémico, psicodramatista, son recursos. Una vez,
vino un paciente del Hospicio que estaba paranoico, según los sistémicos, la técnica es alentarle la desconfianza,
“¿porqué me contó su vida privada?... recién me conoce, tiene que ser más cauto”, el otro que era cauto para que no
lo controlaran, se encuentra en una situación muy jodida, si sigue siendo cauto está controlado por el que le dijo que
lo sea. Si deja de ser cauto, deja de ser paranoico, lo pone en un encierro. Me acuerdo la historia del grabador, vino
un paciente a un terapeuta sistémico, le dijo: “yo a usted doctor, le tengo confianza pero acá puede haber un
micrófono oculto, pueden estar registrando para hacer alguna experiencia científica. usted me está grabando”. ¿Qué
le diría el psicoanalista? “Lo que pasa es que usted teme que sus contenidos de conciencia sean absorbidos por su
madre”, el otro con eso se refuerza, piensa: “éste me está diciendo que no”. Un sistémico, está en el libro de
Waslawick, le dijo: “mire, la verdad es que yo no puse ningún micrófono pero este consultorio lo usan otros
terapeutas, además viene gente a limpiar, así que no le puedo asegurar si hay o no, lo invito a que lo verifiquemos”, el
loco contento, van buscando por todos lados, después de un buen rato, el paciente dice: “Parece que no hay nada”, el
terapeuta dice: “No, no, sigamos buscando, quiero que usted quede convencido”. Siguen buscando y al final el
paciente dice: “doctor, por favor...acá no hay ningún micrófono...¿podemos seguir?”. Lo que hizo fue llevar al límite el
delirio del otro, al llevarlo al límite, se invierte, se da vuelta. Parecido a lo del chiste del gordo de la barra, que era muy
gordo uno de los muchachos le dice: “Vos...porque sos tan gordo?”. “Soy gordo porque no discuto nunca”, “¡pero ...
cómo puede ser que seas gordo por no discutir!” “Bueno”, dice el gordo, “está bien”. (Risas). El sistémico se metió en
el delirio del paciente, lo llevó al extremo y le hizo ver que no había ningún grabador. Con eso le bajó la ansiedad,
posiblemente en su infancia, le negaban, había un grabador y le decían que no había nada. De alguna manera le
reparó esa escena, le permitió buscar, eso también es una parte muy importante de la terapia, además de la
reconexión, es permitirle los caminos de reparación de lo que tiene lastimado porque alguien se enferma porque no
puede reparar una situación vivida, traumática, todos tenemos algún lugar lastimado, es muy fácil eso, tus padres te
pueden querer mucho, pero un día se fueron a no se adónde, tuviste vivencias de soledad, te agobiaron mucho
porque te querían demasiado o padeciste alguna enfermedad donde te asustaste mucho, siempre hay un lugar de
inseguridad existencial, especialmente en la infancia donde hay muchas vivencias que no se explican. Muchas veces
la escena 0, tiene que ver con que muchas de esas escenas temidas quedan como agujeros en el alma a reparar, uno
a veces pasa la vida tratando de reparar eso, uno puede haber tenido una gran humillación y llegó a ser muy
valorado, reparó eso. O alguien formó una gran familia porque nació en soledad, o al contrario, alguien quiere la
independencia porque tuvo una familia agobiante. Cada uno de nosotros ante la pregunta que es lo que más querés
en la vida contestaría algo referido a lo que le faltó. La falta inaugura el deseo.
Luego de establecer la comunicación hay que ayudarle al otro a ver cómo repara, porque el que se enferma tiene un
agujero un poquito más grande que nosotros, de agresión, abuso, de desconocimiento, de no haber sido percibido,
hay pibes de familias muy numerosas que quedan siempre en el medio, después quieren ser famosos porque se
sintieron que no existían, otro quiere pasar inadvertido porque le exigieron que se exponga. Lo que deseamos es lo
contrario, lo que repara y el que se enferma tiene una agujero más grande, el psicótico es puro agujero, algunos
tienen unos jirones. Detrás del psicótico hay una madre muy particular, muy impresionante, que no lo dejó existir
como otra identidad, le redefinió siempre las cosas, la madre esa que le regala dos corbatas para el día del
cumpleaños, se pone una, ¿así que la otra no te gustó? Es la que siempre reprocha, eso tiene que ver con alguien
que está siempre tratando de agradar al otro o siempre se siente culpable. A veces, en nosotros, los pobres
neuróticos es suave, pero el que se enferma más, el daño se quiere resolver con una adicción, con el alcohol, los
pibes ese vacío existencial que tienen -porque no entran en el sistema, no entran en el circuito laboral, lo llenan con
cocaína, es una cañita voladora, los manda para arriba....pero después tienen que volver a consumir, porque los
encierra más abajo de donde estaban. Después la violencia, la propia, la que se ejerció sobre ellos, que no han
podido elaborar, hacen el cambio de rol, “el lastimado va a ser el otro, me cansé de ser yo. Ahora el lastimado va a
ser el otro... vamos a cambiar el juego” es lo que aprendió.
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En general, hay que buscar en la historia donde está el traumatismo que ahora quiere resolver de esa forma tan
absurda, con un síntoma, no saliendo afuera, no pudiendo dormir, porque el síntoma es una manera ineficiente de
resolver el traumatismo, la terapia es una manera más eficiente que el síntoma para reparar el traumatismo. El delirio
es funcional, si se lo sacás y no le das otra cosa es una crueldad muy grande. Porque el delirio lo defiende, lo que
pasa es que lo defiende mal porque lo deja aislado. Nunca hay que atacar el delirio, lo podés sustituir, es el
caparazón. Hay pacientes que son como tortugas, los neuróticos obsesivos graves tienen un caparazón, cuando se lo
sacás con técnicas de regresión, queda colgando, un cuerpo informe con patitas, les he dicho con humor a enfermos
así, “mire, la verdad que usted tiene un caparazón tremendo, los rituales obsesivos, las estructuras de control,” vamos
a tener que sacárselo, vamos a ir lijando despacito, pero usted nunca va a llegar a ser un gatito, pero llegará a ser un
lindo lagarto”, con eso yo le reaseguraba que no iba a cambiar del todo porque un obsesivo tiene mucho miedo que lo
cambien en otra cosa, acepta de tortuga a lagarto, pero dice: “Bueno, hasta ahí llego”, ojo, no hablo de un psicótico.
Vamos a ver en la clase que viene, que el trabajo con psicóticos es tan distinto que casi son opuestos. Uno hace el
contacto para ir a buscar la historia de la persona porque la historia es la persona, no somos otra cosa que nuestra
historia y qué queremos hacer con ella, esa es la parte de la libertad. Según Sartre somos un sujeto, un ser es una
historia, no sólo eso, es una historia que desea seguir, en ese deseo de seguir, se elige a sí mismo como algo distinto
a esa historia, por eso existe la terapia. Si alguien no pudiera elegirse como algo distinto de su historia, sería la
concepción islámica donde está todo determinado. Esa historia te condiciona, pero la podés cambiar con la ayuda de
otro, el terapeuta. Ese cambio se llama la terapia. Pero siempre es “cambiar pero ser el mismo”.
FIN

ANILLOS DE LA MARGINALIDADD

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ALFREDO MOFFATT

La marginalidad es un fenómeno social que siempre existió en la historia; este es una característica negativa de las
sociedades, porque esto trae sufrimiento. En la Edad Media los marginados institucionalizados eran los siervos, que estaban
definidos y controlados por la nobleza, que era el poder central. Siempre hay un grupo que impone las categorías de
exclusión. En Grecia, en la luminosa Atenas, los filósofos podían pensar en vez de trabajar, o trabajar abstractamente,
porque los esclavos eran los que elaboraban el alimento.
En todo sistema se forman anillos: hay un poder central que tiene la posibilidad de apoderarse de él por la fuerza de las
armas, y estaría en un círculo central, pero por analogía con los otros, lo llamaremos primer anillo; y como siempre que un
grupo humano toma el poder, en cualquier época, decide que los que no son iguales a ellos, deben ser discriminados. Estos
forman un segundo anillo, el de los discriminados, pero, con su complicidad, institucionalizan y legitiman, desde una ideología
este sistema, y especialmente la existencia de un tercer anillo, que es el de los marginados o esclavizados, o en casos
graves, exterminados. Pero, en general, el poder se consigue, no por el amor, a menos que digamos que Jesús triunfó por el
amor, pero si Jesús llega a aparecer otra vez por el Vaticano, no lo dejan entrar por mendigo; en realidad, pienso que lo
mandarían al hospicio por loco. Así que no sé si triunfó o no
El poder, que está en el primer anillo, genera lo que se llama la norma. Es decir, sólo los que son iguales a nosotros, los que
cumplen con lo que nosotros decimos, que además está adecuado a nuestra conveniencia, son normales. Por ejemplo, en la
Alemania nazi, el que pensaba que los judíos debían ser eliminados, que ellos eran la raza superior, era la gente normal.
Entonces, el primer anillo es el de la norma, el de la gente normal. En general, se constituye como una burocracia
estabilizada, y tiene el centro muerto, porque allí es todo tan normal que no ocurre nada. Una persona absolutamente normal
es una persona que podemos decir que no existe, porque coincide totalmente con la norma, y para que alguien exista tiene
que tener una singularidad que lo discrimine.
El poder margina y dice: “Nosotros somos normales”. Todo lo que hacemos nosotros es normal. Somos blancos, lo negro ya
no es normal. Somos heterosexuales, blancos, occidentales y cristianos. Entonces todo lo que no sea así, no es normal.
Rechazamos el concubinato, creemos en el capitalismo, en todas las entidades santas del sistema de explotación…,
entonces somos normales.
Un empleado público de una estructura muy burocrática, es exactamente igual que otro empleado público, y entonces hay
una identidad momificada. El centro de todos los poderes está muerto porque la variedad es excluida. Este primer anillo tiene
una primera frontera permeable, que limita con un grupo al que no expulsa totalmente, sino con el cual necesita interactuar.
En este segundo están los trasgresores, que son discriminados, pero aceptados, como los artistas vanguardistas, los
neuróticos, o alguno que tenga una primera modificación de lo normal aceptable para el sistema.
Después, vamos a ver que hay un tercer anillo, que es el de los excluidos, los marginados totalmente, y el límite entre este y
el segundo, es casi impermeable. Cuando se pasa al anillo de la exclusión es muy difícil volver, pues la persona es
estigmatizada. Los que han pasado ese límite, del segundo al tercero, se consideran los excluidos del sistema, a los que en
USA se llaman “los outsiders” , es decir, los que quedan del lado de afuera, que no existen. Vamos a ver que acá estos son
los mendigos, los presos, los travestis, los locos, las prostitutas, los chicos de la calle, los cartoneros, los villeros, los que son
marginados a tal punto que quedan fuera del sistema, no pueden dar un domicilio, no tienen obra social, no tienen trabajo y
este es un sector que este modelo económico va creciendo con la brutal desocupación.
Del segundo anillo se puede salir y entrar. Por ejemplo, un homosexual, en la actualidad (2005), ni siquiera es discriminado,
pero si llega a ser travesti, que ya incluye una transformación corporal, (se pone siliconas, se viste de mujer, etc.), queda
excluido y pasa por una categorización en donde queda fuera del sistema, en el anillo de exclusión. Si bien es cierto que
esto, actualmente, se está revirtiendo, y algunos travestis han llegado a la TV, esto sucede porque el sistema utiliza su
condición de ambigüedad para estimular el costado morboso del público y con ello se gana audiencia en los medios de
comunicación.
Cuando la persona queda fuera del sistema deja de tener características humanas y empieza a ser percibido como objeto.
Por ejemplo, un chico normal de su casa está en el primer anillo; un chico que anda mucho por la calle que puede estar casi
abandonado pero con referencia nocturna, que tiene familia con quien dormir, está en el segundo anillo. Pero, de pronto, si
queda sin ninguna protección de adultos ni de hábitat, queda en el tercer anillo y se llama chico de la calle. Al ser chico de la
calle queda fuera del sistema, no tiene escolaridad, y es como si no existiera.
En el primer anillo puede haber una persona llamada honesta, un empresario que roba desde el sistema, por medio de las
reglas del capitalismo salvaje, o por negocios especulativos, pero es honesto para el sistema, porque el sistema y las normas
los hacen los poderosos. Una persona considerada deshonesta, trasgresora, como un estafador de guante blanco, una
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prostituta lujosa, un “gato”, permanecen en el sistema, y estaría en el segundo anillo. Pero, a veces, por el mismo delito, si es
pobre, termina preso, queda estigmatizado, y, por lo tanto, queda fuera del sistema y pierde sus derechos civiles, con lo
cual estaría en el tercero. Vemos que este tercer anillo es de una sola dirección, y de él se vuelve muy difícilmente, y su
población está constituida por los marginados extremos.
A veces, los marginados, cuando se asumen como tales, se convierten en marginales; como, por ejemplo, cuando alguien
dice con orgullo “yo soy ladrón” y convierte el estigma en prestigio; esto hace que pase de marginado a marginal. Esto se ve
muy claro en los negros americanos, cuando inventaron una frase que dio vuelta la estigmatización: “Black is beautiful”
( Negro es hermoso) . En ese momento, asumieron su negritud como valor, y empezaron a llamar “pálidos” a los blancos.
Los del tercer anillo, van a presentar ciertas características comunes, es decir, que un mendigo, un chico de la calle, un
travesti, un preso, un indio, un psicótico de hospicio, un judío en la Alemania nazi, un palestino en Israel, un villero, se van a
parecer en el sentido de que viven en una continua cercanía con la muerte, y, a veces, presentan adicciones, como
alcoholismo, inhalación de pegamento, o conductas violentas que, generalmente, necesita para poder sobrevivir.
Aunque también circula la droga en el poder, pero cuando la droga se liga al poder inmediatamente se hace inimputable, ya
que en este primer anillo hay ciertos delitos que quedan impunes; recordemos que los jueces que los juzgan pertenecen al
mismo anillo del poder.
Los comandantes del proceso militar, por ejemplo, pudieron matar 30 mil personas y no están en el tercero, y, en cambio, un
pobre villero mata a otro y va a parar al presidio por 20 años. En las instituciones para marginados, (el presidio, los hospicios,
los reformatorios, por ejemplo), se entra en un proceso casi irreversible, porque están en una estructura que en sí misma es
maligna, porque hasta los que lo cuidan participan de la degradación, de manera que tiene que adaptarse a un sistema
patológico.
Si alguien del primer o segundo anillo tiene problemas psicológicos se lo define como neurótico, o víctima de surmenage,
aunque sufra una crisis grave, a lo sumo va a una clínica privada. .Pero, si es pobre, el sistema en la persona del psiquiatra,
lo define con un diagnóstico de psicótico, y va a parar al hospicio. Para entrar al anillo de la exclusión, siempre hay una
sanción del sistema ( un diagnóstico, una condena, etc.) que lo pone de ese otro lado y lo transforma en objeto cosificable,
eliminable.
La edad misma no define el nivel de exclusión porque un anciano con poder no va a parar al geriátrico. (En realidad, el tener
poder lo hace inimputable, como loco, ladrón, asesino…) En cambio, si es un anciano de PAMI, que vive en una pensión, es
un discriminado del sistema ( segundo anillo ), Si llega a suceder que, por un deterioro físico, o porque es muy pobre no
puede pagar el cuartito y lo echan, va a parar a un geriátrico público, y al entrar allí pasa a ser un viejo geriatrizado y queda
en una pendiente donde se le quita el trabajo, la sexualidad, la dignidad y es tratado como un chico protestón, se lo tutea, si
se orina se lo reta, se lo degrada como persona. Y de pronto, si se muere, sólo alguien comenta con indiferencia "se murió
uno de los viejitos".
Si muere atropellado un travesti en la Panamericana, suena como algo cotidiano. En cambio, si es uno del primer anillo quien
muere, adquiere una gran resonancia, porque afecta al sistema, mientras que los condenados al tercer anillo, en cambio,
pueden ser muertos impunemente.
Un anciano geriatrizado y abandonado es casi imposible que salga de esa situación, pero, en otros casos, esto se puede
revertir. No pueden salir por sí mismos, pero hay modos de ayudarlos para que se reintegren. Nosotros, en la Peña C.
Gardel, en el caso de un “acusado de psicótico”, como nosotros decíamos, podíamos revertir esto a través de la comunidad
terapéutica que organizamos en el fondo del hospicio, porque ellos solos estaban en condiciones de indefensión, y no podían
protestar, pero, con una rehabilitación adecuada, recuperaban su dignidad de ser humano. Un psicótico aunque se sienta
mejor, no puede reclamar un cambio de diagnóstico, porque está categorizado, por la psiquiatría oficial, como psicótico, a
través del “santo diagnóstico”, y no hay posibilidad de revisar las palabras del infalible doctor, que tiene todo el poder.
Siempre hay alguien, desde el sistema, que tiene todo el poder sobre esta persona transformada en objeto. Por ejemplo, si
es un preso, son el Juez y el guardia-cárcel, y disponen de su vida y lo colocan en una zona de indefensión. A Jesús
pudieron matarlo, porque primero lo definieron como hereje, delincuente, y así pasó al tercer anillo. En la Edad Media los que
eran considerados herejes podían ser quemados, porque una vez que alguien es colocado en el tercer anillo, puede ser
eliminado sin gran molestia legal.
Una observación clínica, que podemos hacer desde nuestra larga experiencia en marginalidad, es que el recurso que tiene
un chico de la calle para sobrevivir es su violencia desde un presente sin sentido ( pegamento por medio ), en cambio, un
mendigo se defiende de esa situación de calle instalándose en una depresión, desde un pasado perdido( vino por medio ).
Ninguno de los dos tiene un futuro adonde ir.

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Si una persona es pobre, y se vuelve cada vez más pobre, puede suceder, en todo este transcurrir, que llegue a perder la
casa, la pensión, la familia y quedar en la calle, y así se transforma en mendigo, en linyera, croto, etc. Así aparece el alcohol,
un camino hacia la autodestrucción, y tiene cada vez menos probabilidades de volver, porque se le rompe la ropa, le sale la
barba, porque es muy difícil pedir trabajo en esas condiciones, y además, no tiene domicilio.
Alumna: Yo, por ejemplo, conocí un mendigo, en la puerta de un hotel de 4 estrellas, que dice que él no vuelve a su casa
porque allí perdió la libertad. Debe tener 36 años más o menos, y tenía 20 años cuando se dedicó a mendigar. El habla de
que en la casa perdió la libertad, pero vos hablás de autodestrucción.
Alfredo: Yo te hablo de mi experiencia por trabajar con 200 mendigos, durante dos años como director del asilo de mendigos
de la Municipalidad. Cada tanto, aparece alguien muy raro, un linyera de campo, como un anarquista traspapelado, que te
habla de cierta libertad, pero, si, al mismo tiempo, está en condiciones de mendicidad, me parecería más bien que es un
desesperado, para el que, posiblemente, estar en su casa fuera peor que estar en la calle, porque es peor que lo terminen de
enloquecer a morir de frío. La calle es muy dura, especialmente por el frío. ¿Saben que, para un croto, no es el hambre el
peor problema? El frío es el mayor problema, en una ciudad despiadada, perseguidos por la policía. Si llega a llover en la
calle es muy difícil la sobrevivencia, porque, al dormirse, baja el metabolismo del cuerpo y se enfría. Los mendigos
generalmente se mueren porque se duermen alcoholizados y, al bajar la temperatura, hacen una hipotermia y mueren por el
frío. Y si no, mueren por cirrosis por el alcohol, que ingieren en forma de bebidas de muy mala calidad, y en casos extremos,
como el alcohol metílico (el alcohol de quemar) que es sumamente tóxico. En un momento, di clases de algunas de estas
cosas a los mendigos que querían ayudar psicológicamente a sus compañeros, como “psico-mendigos”, y al hablar del
psicoanálisis, en un momento, nombramos el diván, y uno me dijo: "-Sr. Director, ¿sabe cuál es el diván de los pobres…? Es
el cartón de vino, porque quita el hambre, el frío y la desesperación." Siempre hay condiciones que no permiten el regreso
desde el tercer anillo, sobre todo porque ahora el anillo de la exclusión es enorme: no solamente hay mendigos, presos,
insanos, prostitutas, chicos de la calle, ancianos geriatrizados, sino que la zona de exclusión ha sido brutalmente ampliado
por los desocupados, y hasta por componentes de baja clase media que han caido en la indigencia .
Por ejemplo, si un adolescente fuma un porrito, está haciendo una pequeña trasgresión y está en la zona del segundo anillo;
pero si llega a progresar en esa carrera, porque está muy angustiado y con esa adicción él cree que “zafa” de la angustia , y
si no es resuelto el problema por la familia, va a necesitar cada vez más. En este momento se dice “que consume” . Pero, si
comienza con cocaína, ya está más cerca de una situación de mutación social, y cuando pasa de inhalar a inyectarse, ahí
cae en el tercer anillo, porque se transforma en “un drogadicto” , porque adquiere dependencia metabólica, con lo cual, el
cambio ya es orgánico, y, además, ahora, lo amenaza el SIDA, por compartir agujas. Y queda fijado en una adicción muy
difícil de abandonar, porque la abstinencia ( el withdraw ) produce efectos corporales severos. Como la abstinencia de
heroína es inaguantable, en USA les dan a los adictos metadona, y otras drogas, porque se siente un dolor insoportable, de
tipo artrítico, con dificultades respiratorias. Por eso, una vez que ingresó, es difícil el retorno, y se dice que es "un viaje de
ida”. Ya es un adicto que, si sigue, existe el riesgo de una sobredosis o de que pase algún desastre; entra en una zona de
muerte, una zona de exclusión.
En el caso de la Alemania nazi, en el centro estaban los arios, que eran estos muchachos rubios, altos, de ojos azules en
general, o sea, los alemanes, que se definían como la raza superior, y habían establecido anillos bastante claros. Los judíos
tenían cierto poder básicamente económico, en Alemania, pero, antes del ascenso de Hitler, comenzaron a ser
discriminados, pasando al segundo anillo, donde ya estaban los eslavos, los polacos y los discapacitados. Después del
ascenso de Hiltler, los judíos fueron rebajados al primer nivel de discriminación, pero todavía circulaban, tenían sus casas.
Después de las Leyes de Nüremberg, que definieron la pureza de la raza aria, fueron considerados como impuros,
biológicamente inferiores; así, esta calificación define una situación en que se pasa a ser cosa, a perder su calidad de
humanos, y, por lo tanto, gracias a esas leyes quedó legalmente sancionada la exclusión y eso legitimó el genocidio.
Hoy, en Israel, el judío está en el primer anillo y el palestino está discriminado; se han dado vuelta las cosas.
Acá, en Argentina, durante la dictadura militar, los jóvenes estaban ubicados de esta manera: en el primer anillo, los grupos
conservadores; en el segundo anillo, los aceptables radicales, socialistas democráticos, los peronistas de derecha, la
izquierda prolija. Pero si alguien se iba esclareciendo, como se decía en aquella época, se hacía Montonero, quedaba al
borde de la exclusión; y si entraba a una organización guerrillera, pasaba al tercer anillo. En este caso, también hubo una
sanción legal que permitió el exterminio fue la legalización por el decreto de Isabel Perón, que hablaba de la aniquilación de
la subversión, que fue interpretado por los militares como la aniquilación de los subversivos. Esto legitimó los centros de
tortura de la dictadura, y la obediencia debida justificó a los torturadores.
Todo sistema de poder necesita asesinar, degradar, siempre con la conciencia limpia,y para eso sirven, el decreto de Isabel,
las leyes de Nüremberg, los diagnósticos de esquizofrenia, las condenas penales, a través de los cuales los políticos,
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psiquiatras, jueces del sistema, limpian las conciencias legitimando la degradación y el exterminio de los condenados a este
tercer anillo de la exclusión social.
Vamos a analizar ahora otro aspecto del anillo de exclusión, que es la marginación de artistas y científicos innovadores. El
sistema académico, en las artes, y en las ciencias, no admite cambios, es expulsivo de lo nuevo. Los artistas académicos,
que están en el primer anillo, como un pintor de la época de la Academia de Bellas Artes de París ( el primer anillo del arte de
aquel entonces), dibujaban todo perfecto, esos aguafuertes, esos grabados, siguiendo el canon de la figura humana, y los
paisajes con perspectiva. Y, de pronto, viene alguien que comienza a trasgredir, como Van Gogh o Picasso. En general, los
pintores tienen una época de dibujo convencional, pero algunos llegan a un momento en que se hacen rupturistas, es decir,
rompen todas las reglas. Por ejemplo, de pronto, Van Gogh empieza a dibujar cada vez más trágicamente, manejando una
pincelada cada vez más gruesa, con esas espirales desesperadas, y los temas son más concretos y denunciantes, como,
por ejemplo, la pintura de un par de zapatos de obrero, y en el que se ve su tragedia, porque él comienza a denunciar
públicamente la atrocidad de la pobreza a través de esos zapatos rotosos y deformados. Eso era una cosa loca, ¿quién iba a
comprar un cuadro de esos? …Empieza a meterse cada vez más en un mundo del que no tiene retorno y, en un momento
dado, el pobre Van Gogh termina cortándose una oreja, y, finalmente, va a parar con sus huesos al hospicio, y realmente allí
rozá la esquizofrenia. El cortarse la oreja es típico de las mutilaciones esquizofrénicas, porque, como no perciben la
integración de esa parte del cuerpo, les duele, pero la sienten como si fuera ajena; a veces se mutilan el pene. En el Borda,
conocí a un paciente que se amputó el pene .
Por ejemplo, Kafka murió tuberculoso, desconocido totalmente, porque trasgredió todas las reglas vigentes en aquel mundo
literario, inaugurando la literatura moderna. Inauguró el espanto de la modernidad con esos relatos pesadillezcos como en El
Proceso, o La Metamorfosis.
En la cultura punk, los tatuajes, están dentro de un lenguaje que permite integrarse dentro de la marginalidad, porque allí el
más tatuado y el más cortado es el que más prestigio tiene. Muchas veces, los chicos, los presos, se cortan las muñecas
para evitar una agresión de los guardias, ya que estos tienen que llevarlos necesariamente a la enfermería. Y con eso se
salvan de algún castigo atroz; por eso son los cortes. Pero estos cortes, después, se transforman en galones, en la cultura
marginal.
En general, el trasgresor, el artista, el innovador, que toca lo social, toca algo esencial, o denuncia lo que esa sociedad
oculta, es excluido. Jesús, era pobre, pero por lo menos tenía algo: el padre era carpintero, la pasaba bien, sabía el oficio. Y,
de pronto, comenzó a hablar de los pobres y del amor en un lugar donde no correspondía, porque regía la ley del
Talión :"ojo por ojo", y él decía que había que poner la otra mejilla. Estaba trasgrediendo algo que eran las normas de
conducta de la época, y por eso lo mandaron al tercer anillo, es decir, tuvo una sanción, porque se metió con la Iglesia ( los
Sumos Sacerdotes de la época ) . Pobre Jesús, lo crucificaron; la pasó malísimamente, tanto sufrimiento ¿valió la pena…?
¿O hemos vuelto al “ojo por ojo”?
En el 17 de octubre, la gente del tercer círculo, los cabecitas negras, llamado el aluvión zoológico por los de la oligarquía,
entraron hasta el lugar del poder, la Plaza de Mayo, la ocuparon, hicieron su aparición pública y dieron vuelta la historia por
cuarenta años. Era una población que estaba negada por el sistema del poder conservador. Incluso para los partidos
socialistas europeos, que hablaban del “obrero conciente” (por supuesto, blanco de origen europeo), en los órganos de
prensa de esta izquierda europeizada, ese día imprimieron grandes titulares que hablaban de: "Hordas analfabetas asaltaron
la ciudad". Estos hijos de puta, primero, no les enseñaba a leer a ese pueblo oprimido, y después los llamaban analfabetos.
Esas llamadas "hordas analfabetas” eran personas que por primera vez veían Buenos Aires, a la que ese día iban a
conquistar.
Y ahora podemos ver el otro aspecto del tercer anillo. Debido a que en esta zona hay mucha exposición a situaciones
límites, y a veces se roza la muerte, también hay mucha riqueza existencial, porque cuando el humano está
alimentado y no corre peligros, se achancha, se aburguesa. En cambio, en este anillo hay situaciones muy límites y
eso permite una intensa conexión con la vida, el peligro, el amor, el odio, la violencia, la pérdida. Entonces, el arte de
los pueblos nace ahí, como el tango que nació en los piringundines, y las letras eran pornográficas, y era rechazado
por la gente “bien”. Al tango “El choclo”, Villoldo le cambió la letra pero no se animó a cambiarle el título. Si ustedes
analizan la letra de “El choclo”, verán no tiene nada que ver con ese vegetal; esto era porque conservó el título del
tiempo del prostíbulo. Otro que me llegó tenía como título “Colgate del aeroplano” ( dejamos al lector imaginar la
letra.)
Lo bailaban entre hombres antes de entrar al prostíbulo, porque había pocas mujeres ya que la inmigración era
eminentemente masculina. El tango es extracto del dolor popular: de tristeza, de desocupación, de robo, de
abandono. Porque no es sólo la mina, es todo lo que perdió. El conventillo es un lugar de mucha pérdida, de madres
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que mueren por tuberculosis, de miseria, de abandono. Todo eso amasó un folklore hermosísimo, lleno de poesía,
que elaboró estéticamente toda esa tristeza.
Al hombre del tango le afanaron el laburo, cuando le afanaron el laburo, perdió la mina, porque se la afanaron y
entonces el tipo agarró una guitarra y escribió una canción, y, finalmente, esa oligarquía que lo explota, le roba la
canción. Es una cadena de robos. Y al final, él toma la tristeza, hace miel de esa tristeza y se la comen los “chicos
bien”.
En USA, la enorme tristeza de los negros esclavizados dio lugar a un folklore muy rico, que culminó con el jazz, y que
después produjo el rock y también las otras formas, como el rap. Los folklores nacen siempre en el tercer anillo, pero,
cuando se consagran, llegan al primero, que es un espacio estéril para la creación, pues los poderosos están
ocupados en conservar el poder. También en el tercer anillo están los revolucionarios, los innovadores, los poetas.
El boxeador Gatica salió del tercer anillo, pero después volvió, porque hizo todo el periplo. Sale de villa, llega al
poder y después vuelve a la villa. Y muere trágicamente, al pisarlo un colectivo, estando borracho.
El tema es: ¿qué diferencia hay entre marginales y marginados? Inicialmente, los marginales fueron marginados.
Marginados significa que fueron puestos no por voluntad propia, sino empujados afuera. A veces lo que se produce, por
ejemplo en la delincuencia, es que generan un sistema opuesto de valores, donde alguien que está marginado dice: “¡Ah!
¿Me marginaron? Ahora yo hago otra escala de valores desde mi mundo y me asumo como marginal ”. Genera otra escala
de valores. Entre los delincuentes, el más delincuente es el más respetado, el jefe o el poronga ( su liderazgo está
directamente asociado al tamaño de su virilidad) , el que va de caño ( el que asalta con revólver), el asaltante de banco, son
los más respetados...y son los más chorros. Cuando el marginado se transforma en marginal, asume esa situación diciendo:
“yo defino otro centro”.
Los Negros Americanos hicieron ese pasaje; yo estaba allá en USA, en el tiempo de los Black Panters, con Luther King. Por
años, los americanos los llamaron sucios a los negros. Hasta que ellos empezaron a decir la frase clave para toda la
liberación negra : “Black is beautiful” (Negro es hermoso),invirtiendo la dialéctica del amo y el esclavo de Hegel. Resulta que
ser negro era hermoso, porque recobraron otro centro de valor que era Africa. Rescataron el orgullo de ser africano, un
hermoso cuerpo, facilidad para la música, lo cual lo hacía muy superior al blanco en algunos aspectos. Una cosa curiosa
recuerdo: las mujeres negras, antes de esto, se planchaban y estiraban las motas, pero cuando adoptaron “Black is beatiful”
empezaron a dejarse las en un gran peinado que adornaba la cabeza, el “african haircut”. Y las rubias, como eso quedaba
muy lindo, se lo hacían también motas artificialmente en el pelo. A los blancos empezaron a llamarlos "pálidos". Respecto de
esto, tengo una anécdota de Rodolfo Livingston, el arquitecto. Cuando él estuvo en Cuba, inmediatamente después de la
Revolución, estaba empujando un camión, porque siempre en Cuba se hunden los caminos; eran todos negros, muy
morochos, y vino el grandote que dirigía y dijo: “Ahora, que tiren todos para sacar el camión, y el blanquito también” . Con
esto él se dio cuenta de que le faltaba algo: no tenía color. Había una escala de valores distinta. El blanquito era el “pálido”.
Las maestras ¿cuándo se esclarecieron políticamente?...Fue cuando se empobrecieron. Antes, cuando yo era chico, las
maestras defendían el sistema, consagrando los valores de ese sistema. Pero cuando su sueldo cayó bajo los límites de
pobreza, después de la Marcha Blanca, no sé si se acuerdan, hace muchos años, aparecieron como un factor de protesta y
cuestionamiento del sistema que antes veneraban, y eso fue cuando adquirieron condiciones de marginación. La
marginación esclarece.
Esta es una clase que contiene un análisis ideológico, que nos permite cuestionar el sistema de normas del poder . Si no lo
hacemos, corremos el riesgo de operar con los valores del poder en una población marginada por ese poder y el peligro
está en que nosotros, los operadores, somos de clase media (la pequeña burguesía, en la antigua nomenclatura marxista).
El sujeto de nuestra operación es un chico de clase popular, y, por eso, pertenecemos a dos concepciones distintas del
mundo. Tendríamos que conocer primero la cosmovisión popular para poder respetar su cultura, porque, si no, lo
estaríamos sometiendo. Estaríamos inculcando valores que no le son propios. Y es muy probable que desde estos valores y
normas del sistema del poder, ellos sean desvalorizados y descalificados.
La Pachamama como imagen religiosa es mucho más rica que las otras imágenes (por ejemplo, la Virgen Maria) porque es
la Madre Tierra. Es más fácil la muerte con la Pachamama que te recibe. Es mucho más sabia la cultura criolla, y, sin
embargo, les imponemos, al pueblo, valores que son de sometimiento. Por eso, a veces, no nos aceptan. Yo, trabajando en
el Hospicio tuve que acriollarme, porque si no, no podía operar, iba a hacerlo colonizadoramente, sometedoramente. Paulo
Freire, por ejemplo, inventó eso de: “aprendé a escribir tu palabra”. Si alguien aprende a decir su palabra, quiere aprender a
escribir, porque lo que el llamaba la palabra generadora era una necesidad profunda de su pueblo. En Brasil era tierra, paz,
justicia, pero esa misma persona no va a querer escribir poder, sometimiento, obediencia.

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En realidad, lo más podrido, los delincuentes más peligrosos están en el primer anillo, más en este momento de crisis. Raúl
Zaffaroni me decía el otro día: “Yo calculé lo que robaron todos los que están presos en el país: la cantidad de plata es muy
inferior a lo que roban en un día los empresarios con las trampas especulativas. Son los que roban legalmente.
La cultura de la marginalidad tiene sorpresas. Cuando fui Director del Asilo de Mendigos de la Municipalidad, podía apreciar
ciertas sorpresas semánticas: algunos mendigos harapientos resultaban educadísimos, hablando un castellano medio
castizo, que no sé de dónde lo sacaban, tal vez porque en el interior rural se mantiene un castellano antiguo, medio campero.
Hablaban en tercera persona. “No sé si el señor me va a permitir que me aloje en el Hogar. ” , me decían medio en pedo. Y
yo contestaba “El señor seguro se lo va a permitir”, donde yo me ponía castizo también.
Tienen una dignidad terrible. ¿Por qué tiene dignidad el pobre? Porque es lo único que tiene. Lo único que no te pueden
quitar es la dignidad. En cambio, un empresario ¿por qué no tiene dignidad? Porque pone su valor en la mierda que junta,
que no lo va a defender en la crisis existencial. En una angustia de vacío, el empresario agarra un billete de 100 dólares, de
los miles que tiene, lo mira y le dice: “Benjamin, mirame… haceme existir…, yo di mi vida por vos, y Benjamín Franklin, el
gordito medio ambiguo, lo mira de costado como cargándolo. En ese momento, el empresario, se da cuenta de que por
juntar los verdes, no juntó miradas amorosas (cualquiera puede comprobar, con un billete de cien dólares, la mirada del
gordito imperialista)
En la marginalidad, hay amistades de la puta madre... Yo tenía un croto que daba clase en mi Escuela porque había sido
profesor de filosofía y literatura en Uruguay, y daba unas clases increíbles, era especialista en Shakespeare; tenía un
lenguaje exquisito, pero él decía que , cuando afanaba “de caño”, como tenía el aspecto de un profesor, rotoso pero profesor,
venía la cana, y a él lo saludan, no lo podían rostrear, porque buscaban al morocho. El tema es buscar al morocho, no al
culpable. El morocho cae por portación de rostro.
El tercer anillo, a pesar de que es un lugar empobrecido, es la parte más viva, la que tiene más variedad. Las sociedades,
como las personas crecen como los árboles, por anillos de crecimiento desde afuera hacia adentro, y hay riqueza de
contradicción. En cambio, el primer anillo, se anquilosa; hay burocracia y frialdad emocional.
Los pibes están desarrollando una cultura nueva, tengo mucha esperanza en los chicos. Son desprolijos, rompen vidrios,
hacen lío, pero hay una nueva moral de no botoneo, por ejemplo, que quiere decir lealtad. También son tolerantes: “Si te
cabe, hacé la tuya”. No hay hipocresía: “Te la chanto de frente”. Los que tienen hijos adolescentes esto lo saben: “Ya fuiste,
viejo…” Cuando mi hija Malena cumplió quince años, yo levanté el dedo y le quise decir algo de mi época, pero antes de que
lo pudiera hacer, Malena me dijo: “Lo de Uds. ya fue”. Yo me sentí afectado. Pero después, me di cuenta de que ella tenía
razón. Estaba por aconsejarle sobre algo parecido al ahorro y la virginidad, dos cosas que no se usan más…
Los adultos les dejamos un mundo bastante destruido, pero, pienso, que, absurdamente, esto es bueno para ellos, porque
así su generación tiene un trabajo heroico por hacer e inventan un mundo nuevo, que, estoy seguro que será más justo y
más creativo. Si el joven no es transgresor, no inaugura una nueva etapa en la cultura. Y nuestros jóvenes están creando
una cultura nueva.
Respecto de las mutaciones, Uds. saben que el gusano es asqueroso, o por lo menos tiene mala imagen, y antes de
transformarse en mariposa, pasa por la etapa de crisálida, en que es transparente, y hasta puede fotografiarse su interior. El
tejido se disuelve, y, en esta etapa de la metamorfosis, es un moco. De pronto, le empiezan a aparecer alas, y sale la
mariposa, pero entre el gusano y la mariposa, hay un momento de disolución de los tejidos. Es decir, cuando una cultura se
desintegra, deja lugar a otra. Esta sociedad neoliberal, postmoderna, no da más, se pudrió, cualquiera lo sabe; las
instituciones se pudrieron. Estamos en la etapa de crisálida, en el pasaje donde se disolvieron los tejidos: la familia está en
transformación, la corrupción estructural es total, los jueces son un peligro público, la policía te afana, y si la policía te afana...
¿qué hacés? ¿llamás a los ladrones? ¿Te das cuenta…? Es como el papá violador: es enloquecedor, porque papá es el que
tiene que defenderte de los otros varones, y si él hace eso es una situación paradojal aterradora. Estamos en el pasaje, y
ahora yo lucho con muchos otros, para que, de la crisálida, salga una mariposa y no una cucaracha.

HABLEMOS DEL MORIR R

HUGO DOPASO en diálogo con Norma Osnajanski Revista UNO MISMOR

"No es una pálida sino un alivio e


"""Vamos, che, de eso prefiero no hablar."
"Bueno, basta de pálidas y cambiemos de tema."
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"¿Sabés qué? Yo no quiero ni enterarme. Que sea algo fulminante: un ataque al corazón, un accidente..."
"Fui a un solo velorio en mi vida porque no tenía otro remedio y querés que hablemos de la muerte. ¿Qué te pasa? ¿Andás
deprimida?",

Somos necios, en verdad. O, vistos con humana comprensión, bastante ignorantes. Crecidos en esta cultura negadora de la
muerte, poco sabemos acerca del proceso del morir. Un soberbio Napoleón que no imagina su Waterloo. Niños ávidos de
cualquier trapito detrás del cual podamos escondernos para no ver al lobo. Lobo, ¿está?, preguntamos. Me estoy poniendo
los pantalones, responde. Y, en cualquier momento- vestido o a medio vestir-, el lobo irrumpe. Entonces no sabemos qué
hacer, dónde ponernos, qué decir. No hay trapito que valga frente a un ser querido que se está muriendo. Lo internamos en
clínicas de alta tecnología, le hacemos tomografías, ecografías y análisis, lo enchufamos a diversos aparatos, le metemos
tubitos y lo abrimos en cuatro. "Cualquier cosa con tal de que no se muera." Pero, se muere, claro. Solo, en la sala de terapia
intensiva...
Será por eso que en los escritos de esta época, las generaciones futuras no podrán leer algo así como "Sus últimas palabras
fueron..." No hay nadie allí para escucharlas.
Hugo Dopaso sí escucha. Y acompaña. Y enseña a quien quiera aprender. Su tarea consiste en ayudar al muriente y a su
familia a que el proceso del morir sea simplemente lo que es: parte de un camino iniciado en el mismo instante en que
fuimos engendrados. ”Nada hay en esta vida rnás certero ni seguro que la muerte”, sostiene Hugo, irrebatiblemente. Sin
embargo, en el transcurso de su tarea, le ha tocado comprobar hasta qué punto esta verdad elemental resulta
sistemáticamente negada, rechazada u ”olvidada”. ”La medicina ve en el enfermo terminal un fracaso de la ciencia y no la
lógica de la vida. Por eso no se sabe cómo atenderlo”, dice con su hablar pausado y meditativo este médico que también
supo desempeñarse como psicoterapeuta gestáltico. Su tarea no es sólo asistencial – ha conformado un equipo de
médicos, enfermeras, psicólogos y acompañantes terapéuticos – sino también educativa y de concientización. Basta asistir
a alguno de sus talleres de reflexión para advertir que la necesidad de hablar de la muerte es tan real e invisible como el aire
que nos da la vida. ¿Cómo explicarse, si no, que más de doscientas personas hayan respondido a su convocatoria
recientemente, durante los ”Caminos de Crecimiento” que organizó nuestra revista en el Centro Cultural San Martfn? Allí
estábamos, un viernes a la noche, reunidos para compartir temores, dudas, vivencias, recuerdos... y otra vez temores. Para
muchos de nosotros, tal vez era ésa la primera vez que teniamos permiso para enfrentar en compañía tanto rechazo
aprendido, tanta ocultación y tabú. El último tabú de nuestra cultura y quizás la última gran estupidez. Porque los que allí
estuvimos, pronto nos dimos cuenta de que reflexionar sobre el morir no es una pálida sino un alivio. Una oportunidad para
aprender a celebrar la vida, facilitada por su inseparable compañera, la muerte.
No es frecuente encontrarse con alguien que se ocupa de cómo mueren las personas, y que las acompaña en los últimos
momentos de su vida. ¡Cómo llegaste a este punto de tu camino?
Incidieron varios factores de esos que, mientras ocurren, no tenés conciencia de cuánto te están determinando. Por una
parte, me tocó acompañar a la muerte a mi madre, a mi padre, a una tía muy querida, al único hermano que tuve... La vida
me facilitó la experiencia de estar en contacto con estos seres queridos. Pero, por supuesto, mientras esto sucedía yo
ignoraba que ésta sería una tarea de la cual terminaría ocupándome. También coincidió el cierre de un ciclo de trabajo en mi
vida. Como profesional, como terapeuta, me di cuenta de que ya no deseaba seguir más con los grupos, con la psicoterapia.
Y también influyó en mí el hecho de que en determinado momento comencé a interesarme en la meditación. ¿Qué era eso?
¿Para qué sirve, qué pasa cuando uno medita? Me di cuenta de que meditar va abriendo un espacio en tu interior. Un
espacio de reflexión a otro nivel, en el que, por ejemplo, la vida y la muerte aparecen formando parte de un todo que tiene
sentido y lógica. Todo esto me impactó sobremanera. Es conmovedora la vivencia que te aporta la meditación, en cuanto a
que no sos un ente aislado. No hay que ”sostener” la propia existencia, sino que ya estás siendo sostenido.
¿Por Dios?
Es una noción más amplia que la que te pueda proveer un dogma religioso, por lo tanto, es capaz de contener incluso a los
agnósticos. Tiene que ver con vivir más relajado, más cómodo con lo que sos. Aceptando. A medida que vas meditando, le
vas perdiendo miedo al proceso del morir. Es lo mismo. Pero sobre todo, vas aprendiendo a vivir de un modo mucho más
pleno, más profundo, lleno de matices, más intenso.
¿Qué necesitamos cuando se acerca el momento de morir? ¿Acaso la aceptación basta?
No es posible generalizar. Tal vez desde un punto de vista abstracto o teórico, uno podría decir cuáles conductas son las
apropiadas, o las más útiles en una persona que está dejando esta vida. Pero no es lo mismo un hombre de 40 años, judío,
padre de hijos pequeños, que una señora de 80 años, católica. Son distintas situaciones vitales, distintas cosmovisiones
que se ponen en juego. Y si vos querés ayudar a que esa persona se relaje y viva con cierta paz eso que le está sucediendo,
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no se trata de que hagas tabla rasa con todo y le pidas ”aceptación” . Es probable que ese hombre joven no quiera morirse;
tiene hijos chicos, es el jefe de familia... Hay que tener mucha comprensión de esa situación y acompañarlo en lo que
necesita. Comprender su necesidad de encontrar distintos recursos, su necesidad de sentir que está peleando la cosa. Es
probable que esa persona muera sin clara conciencia manifiesta de que está muriendo. No puede admitirlo, pese a que
venga su rabino, y le rece al pie de la cama. Tanto él como probablemente su familia, necesitan sostener la esperanza hasta
el último momento, la esperanza de que el milagro es posible. ¿Y sabes qué? Los milagros son posibles. ¿Cuán- tas veces
no pasa que esa persona tiene una sobrevida inesperada, durante la cual puede disfrutar, acomodar ciertas cosas...? Hay
que ser muy cuidadoso en estos casos.
En algún sentido, ”el caso opuesto sería el de una persona anciana que sí está más dispuesta a aceptar la propia muerte"?
Sf, eso pasa con algunas personas ancianas. Como un médico al que conocí y que murió hace poco. Era una persona de 86
años, muy brillante, una mentalidad muy lúcida. Era culto, había hecho una carrera exitosa y tanto la edad como ciertas
dolencias lo habían deteriorado sensiblemente. El se daba cuenta. El quería morirse. Pero cada vez que aparecía alguna
complicación de salud, ahí estaban la familia y la ciencia médica peleando contra su muerte. En un momento dado, mientras
la hija le daba un antibiótico, él le preguntó: ”¿Para qué, hija...? ” Y ella le respondió: ”No te vamos a dejar morir”. Yo digo: A
ver, ¿por qué no? ¿Por qué interferir hasta último momento, por qué no dejar morir en paz? Este hombre había culminado
su vida y ya no tenía ningún interés en permanecer en este mundo en las condiciones en que se encontraba. Porque ya no
disfrutaba ni de su capacidad, ni de su inteligencia, ni de sus vfnculos afectivos. El se sentía pamanentemente humillado en
esa situación donde ni siquiera se autoabastecía para sus mínimas necesidades. Este hombre necesitaba irse; estaba
preparado y deseoso de dejar este mundo. Y no tenía caso prolongar una existencia que, para él, era penosa e indigna.
¿Y qué pasa cuando el paciente está negando, está diciendo que está bárbaro y hace planes que muy probablemente no
llegará a concretar?
Lo escuchás. Siempre lo escuchás. Y si al día siguiente él está bajoneado porque comienza a darse cuenta de que ciertos
proyectos no serán realizables, también lo escuchás. No le mentís, no le desviás la conversación. Vas acompañando las
vicisitudes de su darse cuenta, de su capacidad de elaborar una situación que, de por sí, es muy difícil. No parece sencillo
esto de acompañar al otro exactamente en lo que necesita. Y sin embargo, lo es. Es sencillo, a condición de que
efectivamente le preguntes al otro lo que necesita. Es increíble la insensibilidad humana que se manifiesta cuando alguien
está ahí, imposibilitado, en extrema dependencia, y se ve sometido a vivir en un clima de mentiras, de engaños, de miradas
huidizas, de gente que le rehuye. La propia familia que lo ama no sabe qué hacer y cómo sostenerle esa mirada al muriente.
Por eso hay que sentarse a su lado y preguntarle simplemente qué necesita. A veces la gente cree saberlo y lo hace, sin
preguntar. Pero nada que ver. Cada muerte es única. Si preguntáramos, nos daríamos cuenta de que lo que es válido para
esa persona concreta, sirve para ella y para nadie más.
Recuerdo que cuando mi hermano ya estaba muy enfermo, yo quise que él tuviera un contexto tranquilo y apacible: le llevé
un casete de Vangelis. Y resulta que al día siguiente él me dice: ”Che, ¿ por qué me trajiste esa música tan depresiva? A mí,
traeme algo de Goye-neche”. El era un tanguero de ley, se sentía feliz con el tango, era un gran bailarín. Y ahí comprendí
que esa persona concreta necesitaba morir escuchando tango, no Vangelis o lo que yo imaginaba que era la música
adecuada... Recuerdo un ejemplo claro que diste durante el taller al cual asistí. Sucede cuando llegan visitas a la casa de
un enfermo grave. Tienen las mejores intenciones de acompañar a la persona y a sus familiares, pero nadie sabe muy bien
qué hacer. No es una reunión social, hay incomodidad y angustia, y al final, los familiares tienen que terminar ocupándose de
atender a las visitas además de estar cargando con lo suyo... Así es. Por eso insisto en que la clave es preguntar
humildemente qué es lo que se necesita. Generalmente son cosas muy sencillas. Por ejemplo, es posible que esa persona
esté muy consciente de lo que le pasa y anhele compartir con alguien la vivencia que experimenta. Poder decir ”creo que
muy pronto me voy a morir”, sin que le respondan ”Dejate de decir pavadas, qué te vas a morir, si estás fuertísimo. La
semana que viene vas a estar comiendo un asado...” El muriente no habla de estas cosas porque teme que la familia o los
amigos se entristezcan. En cuanto a la familia, generalmente requiere de los amigos cosas tan obvias que no las vemos. Por
ejemplo, ir a esa casa no para tomar el té, sino para pasar la aspiradora, u ofrecerse para hacer las compras, o llevar a los
chicos de paseo. Hace poco fui a ver a un paciente que está enfermo de Sida. Cuando llegué a la casa, no había ningún
familiar presente y el enfermero lo estaba higienizando; en el balcón estaba encerrado su perrito, que no había tenido quién
lo sacara a hacer sus necesidades. ¿Qué me correspondía hacer a mí? Ningún gesto grandioso. Simplemente, sacar al
perro a dar una vuelta a la manzana. También eso tiene que ver con la tarea de ayudar a morir. Mucha gente sostiene que
preferiría morir en su casa y no en una institución hospitalaria. En tu experiencia, ¿es así realmente? Acá intervienen varios
factores. Por una parte, a los familiares les provoca mucha ansiedad y temor tener a un enfermo grave en la casa. Como si
dijeran: ¿y si se muere? Pero es que si tiene que morir, morirá. Y nuestra tarea, la de nuestro equipo, consiste en ayudar a
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que esa familia pierda el miedo, una vez determinado el hecho de que ”ya no hay más nada que hacer” y que también ellos
preferirían poder brindarle a su ser querido un ámbito tranquilo y amoroso desde el cual dejar esta vida. En cuanto al
enfermo, prefiere estar en su casa siempre y cuando se den ciertas condiciones. Porque la persona también suele tener
miedo a morir. En la intimidad, alguien puede preguntar si duele, por ejemplo. Y si vos le garantizás que no sentirá sintomas
molestos, que estará cuidada y contenida..., generalmente preferirá morir en su casa. El dolor es uno de los síntomas más
penosos y desagradables. Pero hoy en dia nadie debería atravesar este proceso con dolor: hay recursos suficientes y muy
aptos para controlarlo totalmente, aun en los casos más dificiles, como la metástasis ósea. Igual con el insomnio, aunque
aquí no se trata de medicamenos. Generalmente se da medicación a pasto en este tema, pero no se comprende que la
persona no duerme porque tie ne miedo. Está peleando para no dormirse, para no entregarse a ese ”enemigo” que tiene
adentro, que es la muerte. Si vos trabajás desde otro lugar, si lo ayudás a relajarse y aliviar su temor, esa persona sólo
necesitará un inductor de sueño muy suave para superar el insomnio.
¿Qué tipo de especialización se requiere para formar parte de un equipo como el que vos conformaste?
No es una cuestión de especializaciones médicas, sino de ser sensible y más o menos ducho en este tema. Los roles
pueden ser absolutamente intercambiables. Se necesita, por supuesto, un médico experto en el tratamiento del dolor, y
también una enfermera para la atención directa del paciente para que le enseñe a los familiares cómo se atiende a un
enfermo terminal. Luego están los acompañantes terapéuticos. Esta es la persona que está mucho con el paciente, que lo
escucha, que canaliza sus inquietudes, que procura despejar sus temores. Y otro acompañante distinto es el que se encarga
de la familia. Los padres del enfermo, el esposo o la esposa, los hijos o los hermanos no sólo sufren sino que ven trastocada
su vida y a veces aparecen rollos familiares que durante mucho tiempo estuvieron ocultos. Nosotros tratamos de crear una
trama de sostén emocional para esa persona que se está muriendo; por eso, si en la familia hay alguien muy cercano que se
encuentra enredado en alguna historia conflictiva con el paciente, tratamos de contenerlo aparte, de modo tal que no
interfiera. Una asistencia de tal disponibilidad debe resultar onerosa. Es un tema complejo. Yo, como terapeuta que
acompaña al paciente, ¿digo que cobro tanto la consulta y voy a verlo una vez por semana? No puedo, así no funciona.
¿Digo que voy todos los días? Económicamente, para la familia es insostenible. ¿Entonces decido ir dos veces por
semana’? Puede suceder que justo esos días el paciente esté cansado y no tenga ánimos para hablar conmigo ni con nadie.
¿Cobro la consulta igual? Como verás, es complejo. Lo que estamos tratando es de cobrar una cifra razonable y mensual,
para todo el equipo, y que eso cubra todo: las veces que vamos a ver al paciente de día o de noche, la atención a la familia, y
sobre todo, la disposición para responder a la urgencia. Tal vez en algún momento se disponga de alguna fundación que
facilite la canalización de fondos para esta tarea.
¿ Y cómo se llevan ustedes con el médico que ha atendido al paciente?
Con el médico del paciente procuramos no competir, ni que sienta que su actuación es inadecuada, o que le estamos
disputando a esa persona, económicamente hablando. Tiene que tener la seguridad de que en este terreno no interferiremos
en absoluto. Solamente le pedimos algunas cosas que tal vez él también necesita. Porque el médico también está muy
angustiado; ya no soporta que el paciente le haga tantas preguntas o lo quiera V’ét en todo momento. El ya está en retirada y
nadie le enseñó cómo hablar con el muriente, cómo contenerlo. Es un profesional que fue formado para ”vencer” a la muerte
y resulta que está frente a una batalla perdida. A veces llegan a querer mucho a sus pacientes y eso influye para que se
sientan mal. Pensemos en los médicos que trabajan con Sida, en los oncólogos. Son especialidades muy duras. Por eso,
en general no tenemos dificultades para que nos acepten. Pero les pedimos, eso sí, que nos pongamos de acuerdo en qué
intervenciones médicas se van a hacer, y para qué. Si el médico es muy intervencionista, proponemos que la familia también
opine, y que opine el paciente. ¿Por qué no ver al paciente en todo su derecho a hablar, a opinar, a decidir? En varias
oportunidades te he escuchado utilizar la palabra ”hermoso” refiriéndote a ciertos aspectos de tu tarea. ¿,A qué te referís?
Cuando una persona entra en un proceso terminal, todo su psiquismo, su condicionamiento cultural, su visión de la vida, se
abre a un proceso interesante. Me refiero a que, en general, nuestra existencia responde a un argumento, cumplimos roles
sociales que no reflejan nuestra esencia. Pero es posible que, si estamos acompañados, contenidos, relajados y sin temor,
en el momento de morir vayamos abandonando nuestros roles y tengamos una vivencia más plena de nosotros mismos. La
persona ”desargumentaliza” su vida y deja de lado a cada uno de los personajes que tuvo que actuar. Se dan estados
alterados de conciencia, ciertos flashes de comprensión de cosas únicas que solamente ocurren en este tipo de procesos.
Facilitar esos flashes es hermoso. Por supuesto, con esto no quiero decir que todo el mundo muere iluminado, pero esa
posibilidad existe. Y presenciarlo es ciertamente hermoso.

REFLEXIONES SOBRE LA TERAPIA EXISTENCIALL


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ALFREDO MOFFATT

Quitar no, engancharlo en la vida


Oído en el hospicio : "Doctor ... ¡no me quite la tristeza porque es lo único que tengo!". El melancólico no puede quedar sin
nada. La dificultad de la curación reside en que, para quitarle al paciente un síntoma, (que es lo que hace la psiquiatría
oficial) que es una defensa contra ese vacío (la enfermedad), hay que hacerle encontrar otra más conveniente, más creativa,
que, en lo posible, le genere vínculos en el mundo real.
Al depresivo no se le puede quitar su depresión porque es lo único que tiene. Debe pasar primero al otro lado del presente,
es decir, al futuro y poder desear algo, tener una nueva relación, para avanzar. A veces, al no poder hacer eso, y porque no
tiene recursos para desear, adquiere un temor, un perseguidor, y sale de la retención del objeto (la depresión) y pasa a la
agresión o evitación del objeto.

Incluir los baches


La posibilidad de realizar un plan (proyecto) largo - grande (extenso) depende de la capacidad de que este sea sostenido en
los períodos de desaliento (que se acepten baches o agujeros que queden contenidos en el proceso). Es importante que
esto sea aceptado (los baches) en el proceso terapéutico, de modo tal que los momentos (períodos) de des-esperanza
queden aceptados como parte del tratamiento, porque si no, estos vacíos pueden romper la continuidad del proceso de
curación.
En pocas palabras: algo es completo cuando puede contener lo contrario. Hay que aceptar el odio dentro del amor, el
cansancio dentro de la marcha, etc.
Los chinos dicen: "La noche empieza al mediodía" (porque el sol comienza a bajar) , y también: " El jarro está hecho de
arcilla, pero la utilidad del jarro está allí donde la arcilla no está"

Propiedades defensivas de los síntomas.


Son vínculos sustitutivos.
La culpa: me liga (no me deja solo).
El exhibicionismo, la fobia, la vergüenza: me miran (no me dejan solo).
La paranoia: me persiguen, (no me dejan solo)
Ojo con la remoción de síntomas en aquellas personas que tienen la identidad armada alrededor del síntoma. Por ejemplo,
los borderliners.
Antes de abandonar una defensa o un síntoma, el paciente tiene que encontrar otra más conveniente.
El síntoma es lo que el paciente aprendió demasiado bien, y para andar mejor, lo que necesita es que le enseñemos lo que
le falta, que es lo complementario. Por ejemplo: si aprendió a ser sometido y aceptador, debe aprender a rechazar, a ser
firme. Si aprendió a ser rígido y autoritario, debe aprender la aceptación y la flexibilidad. Es la melancolización del esquizo y
la depresión del esquizoide.

Que se hagan amigos el yo-que-fui y el yo-que-seré


El terapeuta es el tercero que objetiva la contradicción que contiene el paciente. El paciente con su síntoma está en el
espacio, en lo real, y viene a traer la contradicción entre otros dos que están en el tiempo, en lo imaginario, que son el fui ( el
paciente de ayer) y el seré (el paciente de mañana), y el único que viene es el que está en el presente, en la realidad, en ese
cuerpo que me habla, pero yo, como terapeuta, tengo que hacer que se hagan amigos, el de ayer y el de mañana, que, al
vivir peleando, producen el síntoma.

Contención
El curandero no diagnostica, no explora, crea un aparato de contención profunda y trabaja con el concepto de enfermedad
única, da una sola explicación desde el esquema normatizado de esa cultura. "Te han hecho un daño, y yo te curaré..."

Documento para descargo del terapeuta


Cuando por fin comienza la cura, el paciente se siente asustado, enrarecido, despersonalizado, porque la cura siempre
significa crecer, separase del yo-sido, madurar, ser más adulto, y esta mayor lucidez trae también mayor angustia, pues se
sale de la infancia protegida por los padres (aún de padres malos). El dilema es duro: para abandonar los síntomas que
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conservan ilusoriamente la infancia con mecanismos congeladores del tiempo, se debe salir, saltar hacia adelante, a la
adultez, y afrontar las reglas del juego de la vida.
Pienso que a los pacientes habría que hacerles firmar un documento por el cual aceptan la posibilidad de ser realmente
curados y aclaran que ellos mismos pidieron que se los curara (para que después no se quejen de las nuevas angustias que
acompañan al “estado de curado”, entre ellas la conciencia de finitud).

El consultorio
La terapia existencial ambulante (crisis-auxilio) y como un intento de rescatar la psicoterapia para la vida pues fue
burocratizada y extrañada de ella especialmente por un instrumento cómplice: el consultorio, sector del mundo que
solamente se percibe, depositario del encuadre que simplifica la tarea pero amputa la mayor parte de la complejidad de ese
fenómeno que es la vida que ocurre en un campo social.
Ojo, que el encuentro para trabajar es conveniente que sea cerrado pero que no sea una operación cerrada en el mundo del
consultorio, sino que el escenario sea el Sistema de Realidad del paciente, es decir, su mundo real. Por ejemplo, su casa.

Las cuatro modalidades terapéuticas (correspondientes a los cuatro pasos terapéuticos)


De contención: Refuerzo yoico
Catárticas: Expresión
Explicativas :Organización
Rehabilitación: Condicionantes

O sólo drogas o sólo palabras


Hay dos planteos psicoterapéuticos que evitan la emoción y toda la temática existencial. Uno es el organicista, que viene de
la medicina, con los psiquiatras, y en base a psicofármacos, o sea, el chaleco químico; esto es estimulado por las
multinacionales de la psicofarmacología. En él, se trabaja sólo sobre los cuerpos.
Otro es el de los psicoanalistas lacanianos, que vienen de la Literatura, no de la Medicina, y manejan sólo palabras, desde
un concepto de inconsciente universal y abstracto donde quedan encerrados en palabras que explican otras palabras. Estos,
trabajan sólo con símbolos.
)Y quiénes curan a las personas concretas que deben recorrer el difícil y angustiante camino de la vida, en este mundo
bastante loco?

“Ventajas” del psicofármaco


Razones ocultas, no confesadas de la utilización de los psicofármacos: )cuál es el verdadero mecanismo socio-psicológico
de los psicofármacos, especialmente a impregnación, a dosis masivas?. Primero, que produce una conmoción psicológica
del paciente, lo descoloca, lo desorienta y queda tan boludo que abandona los síntomas; luego, la droga tiene capacidad
punitiva por las consecuencias físicas desagradables. Además, antes los ojos de la familia, se está haciendo algo científico
frente al misterio de la locura, y el paciente, al quedar enchalecado, no jode más, y todos contentos. El médico también,
porque la terapia fue tan corta como escribir la receta.

El tema de la hipnosis clínica.


El concepto de estabilización emocional, de homeostasis, es también el "holding" de Winnicott; esto se establece en la
relación materno infantil y es vital para el bebé para que pueda neutralizar las repercusiones viscerales desorganizadoras,
debidas a traumas externos. Las alteraciones ligeras son estimulantes de las funciones pero las bruscas y masivas producen
estrés; luego, el niño en el juego tiene la oportunidad de estados auto-hipnóticos estabilizadores. El adulto recrea esto luego
y lo logra con lo que llama actividades de descanso, como, por ejemplo: pescar en aguas tranquilas, o tejer junto al fogón, o
escuchar música, o en la religión, con las ceremonias repetitivas. Esta estabilización emocional no significa falta de
estímulos, sino alternancias estimulantes. Todo esto es la temática, dentro de la hipnosis clínica, de la utilización de las
matrices logradas por una buena madre, como diría Winnicott, de acunamientos, de cantos, caricias que permiten una
estabilización de los estímulos caóticos que produce la realidad. Todo esto queda en el territorio de la hipnosis.
La teoría de la Escena Cero es un artefacto simbólico, una suposición teórica que permite formular preguntas, resolver el
tema de la identidad, de la permanencia de algo que se transforma. La escena cero sería el núcleo invariante que permite
que el sujeto se transforme porque hay algo que no se transforma, que es la escena cero, la representación de una matriz
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vincular. Es lo equivalente a lo que en música se llama el leit - motiv. Esta escena cero sería la escena arcaica, sería nuestro
modo fundamental de estar en el mundo, es nuestra verdad frente a la muerte. Nosotros la tomamos como escena porque
desde ahí es más fácil trabajarla con Psicodrama o Ensueño Dirigido. Además todos los recuerdos y anticipaciones tienen
forma de escena. Cualquier droga psicoactiva que estimule la regresión es un camino a ella. La escena cero es también una
situación inconclusa, y por eso es dinámica. Contiene el deseo y el miedo, contiene energía, contiene una contradicción, es
difícil de trabajar, es regresiva y ambivalente. Deseamos y tememos, es una moneda de dos caras, en una está el deseo y
en la otra el temor.

El argumento básico
El tema básico de una vida es equivalente a la escena cero. )Qué es lo que me mantiene vivo?. El argumento básico:)con
qué armo la máquina de andar la vida? Puede ser con personas, un rol social, ser héroe, poderoso o santo. También puede
ser una escena, un juego, la perversión, la aventura, un drama, la venganza, la revolución, el viajar. Esos serían los temas
del vivir. Pero también hay vidas que se organizan desde un vegetar, en base a sensaciones orgánicas, como comer, coger,
beber. Esto también vale y llena una vida ( más: es un modo muy usado.) . Otras veces, el tema básico es un síntoma, el
asma, las fobias, los rituales obsesivos o la fórmula más común que es la rutina, el burocratizar la vida cotidiana, y tener un
empleo municipal. (Yo fui municipal tres veces y me echaron tres veces.)

Técnica del Delirio Terapéutico


Dentro de las técnicas del ámbito psicodramático, incluyo la que llamo técnica del Delirio Terapéutico, que genera un espacio
oniroide. Esta técnica no proviene del teatro, como el psicodrama, que representa y revivencia, sino que el paciente lo vive
en ese momento; proviene del sueño, del delirio psicótico, y se obtiene destruyendo o desarmando la trama de realidad, por
medio de oscuridad, luces raras, sonidos, máscaras, disfraces, espejos... Con entornos desestructurados, se arma una des-
realidad, todo se des-trama, y no hay público como lo hay en el psicodrama. Es esencialmente una regresión a formas
oníricas arcaicas. Es conveniente la inclusión de operadores que quedan en la realidad convencional; estos sirven para
impedir que el terapeuta quede totalmente captado por esa situación que bordea el delirio psicótico.

La poesía como mensaje paralelo


Una paciente con cáncer que no es informada de su enfermedad dice: "Tengo miedo de no entender lo que la gente me
dice”. Esto no le pasaba antes. Analicemos esto: la comunicación con la paciente está estructurada en base a una
información central evitada, lo que le produce mensajes crípticos, con partes vacías. En este sentido hay un recurso en
donde se puede comenzar a entregar la verdad y es la poesía con que, como código paralelo, se comunica algo que no se
podía comunicar. El tema era la paciente cancerosa y las poesías eran isomórficas con el tema del cáncer, es decir que
hablaban metafóricamente del "fin del camino", a “misterios por develar”, etc.. Ella podía elegir, o no, darse cuenta de lo que
le estaba pasando para poder elaborarlo, porque toda metáfora dice y no dice.

Caso Helena S. (Caso histórico. Mi Ana 0.)


Una paciente en el Servicio de Crisis en el Maimónides Hospital de Nueva York, llegó con una aguda crisis de pánico, en la
que sentía insoportables vivencias de despersonalización. Le aclaré que la vivencia abismal es el corazón de la crisis aguda
y es algo que subyace en la condición humana, tapado por todos los recursos negadores de nuestra cultura occidental.
En la crisis, se abre una rajadura y se ve el fondo, la finitud y el desamparo, en esta extraña aventura que es vivir, y en la que
todos estamos metidos.
Le expliqué delante de su pareja que ella estaba en ese momento más lúcida que nosotros y que hablaba de algo inherente
a la existencia humana, aunque deformado por la mirada infantil que provocaba la regresión a etapas muy antiguas del
desarrollo psicológico.

Perturbación de los cuatro diálogos: desplazamiento, restricción, evitación, retención.


Máscara-calesita (dos diálogos externos)
Escudo-cadena (diálogos cerrado internos)
Perturbaciones del VINCULO (autismo-simbiosis) (máscara-cáscara)
Perturbaciones del ESTRUCTURA ( confusión-rigidez)
Organización: paredes (espacio), relojes (tiempo), leyes (interacción).
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Perturbaciones en el PASADO Y FUTURO.

Aventuras en Cooperanza…
El día de Navidad cantando “Noche de Paz” y un chancletazo al grabador. La contrapatota de Rafael ya está tomando el
Borda, Cooperanza en el poder. El duelo a cuchara. El Exocet criollo. Los temibles punks pesados cuando Mario pegó el
grito de “loco”. Dijo un paciente: ”Dibujé una radio y le voy a comprar pilas para escuchar música”. Un grupo de crotos de
Once, que estaban en el Borda, leyeron el Martín Fierro, “Fierrito” para los íntimos.
Algo equivalente al 17 de Octubre ocurrió en el Hospicio Borda, dentro del Congreso de la Red de Salud Mental. También
se pareció a la toma del Palacio de Invierno de la Revolución Rusa…: los locos tomaron el Congreso…pero esta vez no se
remojaron las patas en la fuente como en el 17 de Octubre, sólo se tomaron toda el agua de los congresales y se fumaron
todos los cigarrillos. Fue criticado por ser desprolijo ( ¿los cambios son siempre prolijos? ). Fernando Ulloa dijo: “En el último
momento, el Congreso se des-Bordó”.

La máscara nos deja solos


Dentro de las técnicas gestálticas es interesante el encuentro en el aquí y ahora, como dice Perls, sin la máscara, sin
simulación, y sin proyectar fantasías en el otro, sólo basado en la íntima percepción del encuentro, la vivencia de coincidir, de
encontrarse sin una máscara protectora. Esto nos permite salir de la soledad en que nos deja la máscara, porque esta nos
oculta frente al otro y, por lo tanto, quedamos solos, detrás de la máscara.

Inversión del síntoma


En Alcohólicos Anónimos “allí donde estaba la zanahoria, pusieron la araña”. (Usan la misma caña y el mismo piolín). La
botella de vino sigue en el centro del grupo, pero en vez de amada, es odiada (no zafan del vino, porque su vida vuelve a
construirse alrededor de la botella. Se transforman de curdas divertidos en monjitas anti-alcohólicas. (Son más aburridos,
pero no mueren de cirrosis…)

El baile de máscaras psicológicas


Con la casa iluminada por lámparas de colores, cada uno se disfraza de lo que quiere, en general, de su delirio: de loco, de
tonto, de amargado, de perseguido, de esquizofrénico, de asustado, de mitómano, exhibicionista, de rabioso, etc.
La conducta es la máscara, el disfraz es actuado, no tiene ningún indicio externo (para que no se sepa si sos o te hacés)
El que se disfraza de tonto no entiende nada.
El rabioso pega a la gente.
El amargado llora.
El exhibicionista se baja los pantalones o se saca el corpiño.
El mitómano cuenta historias.
Es una especie de tregua del verdadero disfraz que es la simulación de normalidad. (En esas 2 horas vale todo).

La violencia es un pobre proyecto


Para salir del presente paralizado, de la homogeneización, del sentimiento de inexistencia, que es insoportable, una
posibilidad es la violencia, la agresión, porque, de alguna manera, da un vínculo y una tarea que es destruir al enemigo.
También hay otro como salida de esa situación que es la comida, que es un vínculo de gratificación o las adicciones, la
somatización también es una salida. Sólo llenan ese presente vacío pero no organizan una prospectiva ni tampoco un
diálogo.

En las crisis por shock psicológico (accidentes, fallecimientos, etc.) el trabajo es explicar poco a poco lo que pasó, porque si
se produce una despersonalización, es difícil aceptar que eso le ocurrió justamente a uno. La disociación queda así: uno, el
de antes, y otro, el de ahora.

Para el paciente: Debe aceptar que está en un proceso de cambio y, por lo tanto, debe aceptarse como en metamorfosis
(transición), como quien está viajando; sólo se debe tener claro de dónde a dónde. “Para cambiar de ropa hay que pasar por
estar desnudo" .

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La interacción del psicótico, del brujo, del psicópata seductor, del gitano, del borracho, como ejemplo de vínculos enrarecidos
que escapan de la vida cotidiana.

Respecto del tema del cobro de honorarios: El afecto es básico para la relación terapéutica, y el pago
final puede producir fantasías de prostitución. Pero lo que se cobra es el tiempo, el trabajo dedicado, y no el afecto, que si no
existe, no hay posibilidad de terapia.

Un terapeuta le dice al paciente: "Usted me paga para que yo lo contradiga", y esto es porque el terapeuta está a favor "del
otro", el curado, el que el paciente viene a ser. Paga para que uno lo lleve a ese otro lugar donde está el otro que desea ser.

EEL EXISTENCIALISMO ES UN HUMANISMOO


Jean Paul Sartre
(Párrafos extraídos del libro)

El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después
de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él
se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que se llama la subjetividad, que se nos echa
en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la
piedra o la mesa? Pues queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que empieza por ser algo que se
lanza hacia un porvenir, y que es consciente de proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto
que se vive subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada existe previamente a
este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será, ante todo, lo que habrá proyectado ser. No lo que
querrá ser. Pues lo que entendemos ordinariamente por querer es una decisión consciente, que para la mayoría de
nosotros es posterior a lo que el hombre ha hecho de sí mismo. Yo puedo querer adherirme a un partido, escribir un
libro, casarme; todo esto no es más que la manifestación de una elección más original, más espontánea que lo que
se llama voluntad. Pero si verdaderamente la existencia precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es.
Así, el primer paso del existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él la
responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es responsable de sí mismo, no queremos
decir que el hombre es responsable de su estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres. Hay
dos sentidos de la palabra subjetivismo, y nuestros adversarios juegan con los dos sentidos. Subjetivismo, por una
parte, quiere decir elección del sujeto individual por sí mismo, y por otra, imposibilidad para el hombre de sobrepasar
la subjetividad humana. El segundo sentido es el sentido profundo del existencialismo. Cuando decimos que el
hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que, al
elegirse, elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que, al crear al hombre que
queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser. Elegir ser esto
o aquello es afirmar al mismo tiempo el valor de lo que elegimos, porque nunca podemos elegir mal; lo que elegimos
es siempre el bien, y nada puede ser bueno para nosotros sin serlo para todos. Si, por otra parte, la existencia
precede a la esencia y nosotros quisiéramos existir al mismo tiempo que modelamos nuestra imagen, esta imagen es
valedera para todos y para nuestra época entera. Así, nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos
suponer, porque compromete a la humanidad entera. Si soy obrero, y elijo adherirme a un sindicato cristiano en lugar
de ser comunista; si por esta adhesión quiero indicar que la resignación es en el fondo la solución que conviene al
hombre, que el reino del hombre no está en la tierra, no comprometo solamente mi caso: quiero ser un resignado
para todos; en consecuencia, mi proceder ha comprometido a la humanidad entera. Y si quiero -hecho más individual-
casarme, tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión, o de mi deseo, con
esto no me encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia. Así soy
responsable para mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre.
Esto permite comprender lo que se oculta bajo palabras un tanto grandilocuentes como angustia, desamparo,
desesperación. Como verán ustedes, es sumamente sencillo. Ante todo, ¿qué se entiende por angustia? El
existencialista suele declarar que el hombre es angustia. Esto significa que el hombre que se compromete y que se
da cuenta de que es no sólo el que elige ser, sino también un legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a
la humanidad entera, no puede escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad. Ciertamente hay
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muchos que no están angustiados; pero nosotros pretendemos que se enmascaran su propia angustia, que la huyen;
en verdad, muchos creen al obrar que sólo se comprometen a sí mismos, y cuando se les dice: pero ¿si todo el
mundo procediera así? se encogen de hombros y contestan: no todo el mundo procede así. Pero en verdad hay que
preguntarse siempre: ¿que sucedería si todo el mundo hiciera lo mismo? Y no se escapa uno de este pensamiento
inquietante sino por una especie de mala fe. El que miente y se excusa declarando: todo el mundo no procede así, es
alguien que no está bien con su conciencia, porque el hecho de mentir implica un valor universal atribuido a la
mentira. Incluso cuando la angustia se enmascara, aparece. Es esta angustia la que Kierkegaard llamaba la angustia
de Abraham. Conocen ustedes la historia: un ángel ha ordenado a Abraham sacrificar a su hijo; todo anda bien si es
verdaderamente un ángel el que ha venido y le ha dicho: tú eres Abraham, sacrificarás a tu hijo. Pero cada cual
puede preguntarse; ante todo, ¿es en verdad un ángel, y yo soy en verdad Abraham? ¿Quién me lo prueba? Había
una loca que tenía alucinaciones: le hablaban por teléfono y le daban órdenes. El médico le preguntó: Pero ¿quién es
el que habla? Ella contestó: Dice que es Dios. ¿Y qué es lo que le probaba, en efecto, que fuera Dios? Si un ángel
viene a mí, ¿qué me prueba que es un ángel? Y si oigo voces, ¿qué me prueba que vienen del cielo y no del infierno,
o del subconsciente, o de un estado patológico? ¿Quién prueba que se dirigen a mí? ¿Quién me prueba que soy yo
el realmente señalado para imponer mi concepción del hombre y mi elección a la humanidad? No encontraré jamás
ninguna prueba, ningún signo para convencerme de ello. Si una voz se dirige a mí, siempre seré yo quien decida que
esta voz es la voz del ángel; si considero que tal o cual acto son bueno, soy yo el que elegiré decir que este acto es
bueno y no malo. Nadie me designa para ser Abraham, y sin embargo estoy obligado a cada instante a hacer actos
ejemplares. Todo ocurre como si, para todo hombre, toda la humanidad tuviera los ojos fijos en lo que hace y se
ajustara a lo que hace. Y cada hombre debe decirse: ¿soy yo quien tiene derecho de obrar de tal manera que la
humanidad se ajuste a mis actos? Y si no se dice esto es porque se enmascara su angustia. No se trata aquí de una
angustia que conduzca al quietismo, a la inacción. Se trata de una simple angustia, que conocen todos los que han
tenido responsabilidades. Cuando, por ejemplo, un jefe militar toma la responsabilidad de un ataque y envía cierto
número de hombres a la muerte, elige hacerlo y elige él solo. Sin duda hay órdenes superiores, pero son demasiado
amplias y se impone una interpretación que proviene de él, y de esta interpretación depende la vida de catorce o
veinte hombres. No se puede dejar de tener, en la decisión que toma, cierta angustia. Todos los jefes conocen esta
angustia. Esto no les impide obrar: al contrario, es la condición misma de su acción; porque esto supone que
enfrentan una pluralidad de posibilidades, y cuando eligen una, se dan cuenta que sólo tiene valor porque ha sido la
elegida. Y esta especie de angustia que es la que describe el existencialismo, veremos que se explica además por
una responsabilidad directa frente a los otros hombres que compromete.
No es una cortina que nos separa de la acción, sino que forma parte de la acción misma. Y cuando se habla de
desamparo, expresión cara a Heiddegger, queremos decir solamente que Dios no existe, y que de esto hay que sacar
las últimas consecuencias. El existencialismo se opone decididamente a cierto tipo de moral laica que quisiera
suprimir a Dios con el menor gasto posible. Cuando hacia 1880 algunos profesores franceses trataron de constituir
una moral laica, dijeron más o menos esto: Dios es una hipótesis inútil y costosa, nosotros la suprimimos; pero es
necesario, sin embargo, para que haya una moral, una sociedad, un mundo vigilado, que ciertos valores se tomen en
serio y se consideren como existentes a priori; es necesario que sea obligatorio a priori que sea uno honrado, que no
mienta, que no pegue a su mujer, que tenga hijos, etc., etc.… Haremos, por lo tanto, un pequeño trabajo que
permitirá demostrar que estos valores existen, a pesar de todo, inscritos en un cielo inteligible, aunque, por otra parte,
Dios no exista. Dicho en otra forma -y es, según creo yo, la tendencia de todo lo que se llama en Francia radicalismo-,
nada se cambiará aunque Dios no exista; encontraremos las mismas normas de honradez, de progreso, de
humanismo, y habremos hecho de Dios una hipótesis superada que morirá tranquilamente y por sí misma. El
existencialista, por el contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con él desaparece toda
posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya no se puede tener el bien a priori, porque no hay más
conciencia infinita y perfecta para pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista, que haya que ser
honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente estamos en un plano donde solamente hay hombres.
Dostoievsky escribe: “Si Dios no existiera, todo estaría permitido”. Este es el punto de partida del existencialismo. En
efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni
en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede
a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no
hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos frente
a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el
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dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo
que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro
lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.
El existencialista no cree en el poder de la pasión. No pensará nunca que una bella pasión es un torrente devastador
que conduce fatalmente al hombre a ciertos actos y que por consecuencia es una excusa; piensa que el hombre es
responsable de su pasión. El existencialista tampoco pensará que el hombre puede encontrar socorro en un signo
dado sobre la tierra que lo oriente; porque piensa que el hombre descifra por sí mismo el signo como prefiere. Piensa,
pues, que el hombre, sin ningún apoyo ni socorro, está condenado a cada instante a inventar al hombre. Ponge ha
dicho, en un artículo muy hermoso: “el hombre es el porvenir del hombre”. Es perfectamente exacto. Sólo que si se
entiende por esto que ese porvenir está inscrito en el cielo, que Dios lo ve, entonces es falso, pues ya no sería ni
siquiera un porvenir. Si se entiende que, sea cual fuere el hombre que aparece, hay un porvenir por hacer, un
porvenir virgen que lo espera, entonces es exacto. En tal caso está uno desamparado. Para dar un ejemplo que
permita comprender mejor lo que es el desamparo, citaré el caso de uno de mis alumnos que me vino a ver en las
siguientes circunstancias: su padre se había peleado con la madre y tendía al colaboracionismo; su hermano mayor
había sido muerto en la ofensiva alemana de 1940, y este joven, con sentimientos un poco primitivos, pero
generosos, quería vengarlo. Su madre vivía sola con él muy afligida por la semitraición del padre y por la muerte del
hijo mayor, y su único consuelo era él. Este joven tenía, en ese momento, la elección de partir para Inglaterra y entrar
en las Fuerzas francesas libres -es decir, abandonar a su madre- o bien de permanecer al lado de su madre, y
ayudarla a vivir. Se daba cuenta perfectamente de que esta mujer sólo vivía para él y que su desaparición -y tal vez
su muerte- la hundiría en la desesperación. También se daba cuenta de que en el fondo, concretamente, cada acto
que llevaba a cabo con respecto a su madre tenía otro correspondiente en el sentido de que la ayudaba a vivir,
mientras que cada acto que llevaba a cabo para partir y combatir era un acto ambiguo que podía perderse en la
arena, sin servir para nada: por ejemplo, al partir para Inglaterra, podía permanecer indefinidamente, al pasar por
España, en un campo español; podía llegar a Inglaterra o a Argel y ser puesto en un escritorio para redactar
documentos. En consecuencia, se encontraba frente a dos tipos de acción muy diferentes: una concreta, inmediata,
pero que se dirigía a un solo individuo; y otra que se dirigía a un conjunto infinitamente más vasto, a una colectividad
nacional, pero que era por eso mismo ambigua, y que podía ser interrumpida en el camino. Al mismo tiempo dudaba
entre dos tipos de moral. Por una parte, una moral de simpatía, de devoción personal; y por otra, una moral más
amplia, pero de eficacia más discutible. Había que elegir entre las dos. ¿Quién podía ayudarlo a elegir? ¿La doctrina
cristiana? No. La doctrina cristiana dice: sed caritativos, amad a vuestro prójimo, sacrificaos por los demás, elegid el
camino más estrecho, etc., etc. Pero ¿cuál es el camino más estrecho? ¿A quién hay que amar como a un hermano?
¿Al soldado o a la madre? ¿Cuál es la utilidad mayor: la utilidad vaga de combatir en un conjunto, o la utilidad precisa
de ayudar a un ser a vivir? ¿Quién puede decidir a priori? Nadie. Ninguna moral inscrita puede decirlo. La moral
kantiana dice: no tratéis jamás a los demás como medios, sino como fines. Muy bien; si vivo al lado de mi madre la
trataré como fin, y no como medio, pero este hecho me pone en peligro de tratar como medios a los que combaten en
torno mío; y recíprocamente, si me uno a los que combaten, los trataré como fin, y este hecho me pone en peligro de
tratar a mi madre como medio.
Si los valores son vagos, y si son siempre demasiado vastos para el caso preciso y concreto que consideramos, sólo
nos queda fiarnos de nuestros instintos. Es lo que ha tratado de hacer este joven; y cuando lo vi, decía: en el fondo, lo
que importa es el sentimiento; debería elegir lo que me empuja verdaderamente en cierta dirección. Si siento que
amo a mi madre lo bastante para sacrificarle el resto -mi deseo de venganza, mi deseo de acción, mi deseo de
aventura- me quedo al lado de ella. Si, al contrario, siento que mi amor por mi madre no es suficiente, parto. Pero
¿cómo determinar el valor de un sentimiento? ¿Qué es lo que constituía el valor de su sentimiento hacia la madre?
Precisamente el hecho de que se quedaba por ella. Puedo decir: quiero lo bastante a tal amigo para sacrificarle tal
suma de dinero; no puedo decirlo si no lo he hecho. Puedo decir: quiero lo bastante a mi madre para quedarme junto
a ella, si me he quedado junto a ella. No puedo determinar el valor de este afecto si no he hecho precisamente un
acto que lo ratifica y lo define. Ahora bien, como exijo a este afecto justificar mi acto, me encuentro encerrado de un
círculo vicioso.
Por otra parte, Gide ha dicho muy bien que un sentimiento que se representa y un sentimiento que se vive son dos
cosas casi indiscernibles: decidir que amo a mi madre quedándome junto a ella o representar una comedia que hará
que yo permanezca con mi madre, es casi la misma cosa. Dicho en otra forma, el sentimiento se construye con actos
que se realizan; no puedo pues consultarlos para guiarme por él. Lo cual quiere decir que no puedo ni buscar en mí el
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estado auténtico que me empujará a actuar, ni pedir a una moral los conceptos que me permitirán actuar. Por lo
menos, dirán ustedes, ha ido a ver a un profesor para pedirle consejo. Pero si ustedes, por ejemplo, buscan el
consejo de un sacerdote, han elegido ese sacerdote y saben más o menos ya, en el fondo, lo que él les va a
aconsejar. Dicho en otra forma, elegir el consejero es ya comprometerse. La prueba está en que si ustedes son
cristianos, dirán: consulte a un sacerdote. Pero hay sacerdotes colaboracionistas, sacerdotes conformistas,
sacerdotes de la resistencia. ¿Cuál elegir? Y si el joven elige un sacerdote de la resistencia o un sacerdote
colaboracionista ya ha decidido el género de consejo que va a recibir. Así, al venirme a ver, sabía la respuesta que yo
le daría y no tenía más que una respuesta que dar: usted es libre, elija, es decir, invente. Ninguna moral general
puede indicar lo que hay que hacer; no hay signos en el mundo. Los católicos dirán: sí, hay signos. Admitámoslo: soy
yo mismo el que elige el sentido que tienen. He conocido, cuando estaba prisionero, a un hombre muy notable que
era jesuita. Había entrado en la orden de los jesuitas en la siguiente forma: había tenido que soportar cierto número
de fracasos muy duros; de niño, su padre había muerto dejándolo en la pobreza, y él había sido becario en una
institución religiosa donde se le hacía sentir continuamente que era aceptado por caridad; luego fracasó en cierto
número de distinciones honoríficas que halagan a los niños; después hacia los dieciocho años, fracasó en una
aventura sentimental; por fin, a los veintidós, cosa muy pueril, pero que fue la gota de agua que hizo desbordar el
vaso, fracasó en su preparación militar. Este joven podía, pues, considerar que había fracasado en todo; era un
signo, pero, ¿signo de qué? Podía refugiarse en la amargura o en la desesperación. Pero juzgó, muy hábilmente
según él, que era el signo de que no estaba hecho para los triunfos seculares, y que sólo los triunfos de la religión, de
la santidad, de la fe, le eran accesibles. Vio entonces en esto la palabra de Dios, y entró en la orden. ¿Quién no ve
que la decisión del sentido del signo ha sido tomada por él solo? Se habría podido deducir otra cosa de esta serie de
fracasos: por ejemplo, que hubiera sido mejor que fuese carpintero o revolucionario. Lleva, pues, la entera
responsabilidad del desciframiento. El desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser.
El desamparo va junto con la angustia. En cuanto a la desesperación, esta expresión tiene un sentido
extremadamente simple. Quiere decir que nos limitaremos a contar con lo que depende de nuestra voluntad, o con el
conjunto de probabilidades que hacen posible nuestra acción. Cuando se quiere alguna cosa, hay siempre elementos
probables. Puedo contar con la llegada de un amigo. El amigo viene en ferrocarril o en tranvía: eso supone que el tren
llegará a la hora fijada, o que el tranvía no descarrilará. Estoy en el dominio de las posibilidades; pero no se trata de
contar con los posibles, sino en la medida estricta en que nuestra acción implica el conjunto de esos posibles. A partir
del momento en que las posibilidades que considero no están rigurosamente comprometidas por mi acción, debo
desinteresarme, porque ningún Dios, ningún designio puede adaptar el mundo y sus posibles a mi voluntad. En el
fondo, cuando Descartes decía: “vencerse más bien a sí mismo que al mundo”, quería decir la misma cosa: obrar sin
esperanza. Los marxistas con quienes he hablado me contestan: Usted puede, en su acción, que estará
evidentemente limitada por su muerte, contar con el apoyo de otros. Esto significa contar a la vez con lo que los otros
harán en otra parte, en China, en Rusia para ayudarlo, y a la vez sobre lo que harán más tarde, después de su
muerte, para reanudar la acción y llevarla hacia su cumplimiento, que será la revolución. Usted debe tener en cuenta
todo eso; si no, no es moral. Respondo en primer lugar que contaré siempre con los camaradas de lucha en la
medida en que esos camaradas están comprometidos conmigo en una lucha concreta y común, en la unidad de un
partido o de un grupo que yo puedo controlar más o menos, es decir, en el cual estoy a título de militante y cuyos
movimientos conozco a cada instante. En ese momento, contar con la unidad del partido es exactamente como contar
con que el tranvía llegará a la hora o con que el tren no descarrilará. Pero no puedo contar con hombres que no
conozco fundándome en la bondad humana, o en el interés del hombre por el bien de la sociedad, dado que el
hombre es libre y que no hay ninguna naturaleza humana en que pueda yo fundarme. No sé qué llegará a ser de la
revolución rusa; puedo admirarla y ponerla de ejemplo en la medida en que hoy me prueba que el proletariado
desempeña un papel en Rusia como no lo desempeña en ninguna otra nación. Pero no puedo afirmar que esto
conducirá forzosamente a un triunfo del proletariado; tengo que limitarme a lo que veo; no puedo estar seguro de que
los camaradas de lucha reanudarán mi trabajo después de mi muerte para llevarlo a un máximo de perfección, puesto
que estos hombres son libres y decidirán libremente mañana sobre los que será el hombre; mañana, después de mi
muerte, algunos hombres pueden decidir establecer el fascismo, y los otros pueden ser lo bastante cobardes y
desconcertados para dejarles hacer; en ese momento, el fascismo será la verdad humana, y tanto peor para
nosotros; en realidad, las cosas serán tales como el hombre haya decidido que sean.
¿Quiere decir esto que deba abandonarme al quietismo? No. En primer lugar, debo comprometerme; luego, actuar
según la vieja fórmula: “no es necesario tener esperanzas para obrar”. Esto no quiere decir que yo no deba
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pertenecer a un partido, pero sí que no tendré ilusión y que haré lo que pueda. Por ejemplo, si me pregunto: ¿llegará
la colectivización, como tal, a realizarse? No sé nada; sólo sé que haré todo lo que esté en mi poder para que llegue;
fuera de esto no puedo contar con nada.
El quietismo es la actitud de la gente que dice: “Los demás pueden hacer lo que yo no puedo.” La doctrina que yo les
presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: “Sólo hay realidad en la acción.” Y va más lejos
todavía, porque agrega: “El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se
realiza, no es, por lo tanto, más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida.” De acuerdo con esto, podemos
comprender por qué nuestra doctrina horroriza a algunas personas. Porque a menudo no tienen más que una forma
de soportar su miseria, y es pensar así: “Las circunstancias han estado contra mí; yo valía mucho más de lo que he
sido; evidentemente no he tenido un gran amor, o una gran amistad, pero es porque no he encontrado ni un hombre
ni una mujer que fueran dignos; no he escrito buenos libros porque no he tenido tiempo para hacerlos; no he tenido
hijos a quienes dedicarme, porque no he encontrado al hombre con el que podría haber realizado mi vida. Han
quedado, pues, en mí, sin empleo, y enteramente viables, un conjunto de disposiciones, de inclinaciones, de
posibilidades que me dan un valor que la simple serie de mis actos no permite inferir.” Ahora bien, en realidad, para el
existencialismo, no hay otro amor que el que se construye, no hay otra posibilidad de amor que la que se manifiesta
en el amor; no hay otro genio que el se manifiesta en las obras de arte; el genio de Proust es la totalidad de las obras
de Proust; el genio de Racine es la serie de sus tragedias; fuera de esto no hay nada. ¿Por qué atribuir a Racine la
posibilidad de escribir una nueva tragedia, puesto que precisamente no la ha escrito? Un hombre que se compromete
en la vida dibuja su figura, y fuera de esta figura no hay nada. Evidentemente, este pensamiento puede parecer duro
para aquel que ha triunfado en la vida. Pero, por otra parte, dispone a las gentes para comprender que sólo cuenta la
realidad, que los sueños, las esperas, las esperanzas, permiten solamente definir a un hombre como sueño
desilusionado, como esperanzas abortadas, como esperas inútiles; es decir que esto lo define negativamente y no
positivamente; sin embargo, cuando se dice: tú no eres otra cosa que tu vida, esto no implica que el artista será
juzgado solamente por sus obras de arte; miles de otras cosas contribuyen igualmente a definirlo. Lo que queremos
decir es que el hombre no es más que una serie de empresas, que es la suma, la organización, el conjunto de las
relaciones que constituyen estas empresas.
En estas condiciones, lo que se nos reprocha aquí no es en el fondo nuestro pesimismo, sino una dureza optimista.
Si la gente nos reprocha las obras novelescas en que describimos seres flojos, débiles, cobardes y alguna vez
francamente malos, no es únicamente porque estos seres son flojos, débiles, cobardes o malos; porque si, como
Zola, declaráramos que son así por herencia, por la acción del medio, de la sociedad, por un determinismo orgánico o
psicológico, la gente se sentiría segura y diría: bueno, somos así, y nadie puede hacer nada; pero el existencialista,
cuando describe a un cobarde, dice que el cobarde es responsable de su cobardía. No lo es porque tenga un
corazón, un pulmón o cerebro cobarde; no lo es debido a una organización fisiológica, sino que lo es porque se ha
construido como hombre cobarde por sus actos. No hay temperamento cobarde; hay temperamentos nerviosos, hay
sangre floja, como dicen, o temperamentos ricos; pero el hombre que tiene una sangre floja no por eso es cobarde,
porque lo que hace la cobardía es el acto de renunciar o de ceder; un temperamento no es un acto; el cobarde está
definido a partir del acto que realiza. Lo que la gente siente oscuramente y le causa horror es que el cobarde que
nosotros presentamos es culpable de ser cobarde. Lo que la gente quiere es que se nazca cobarde o héroe. Uno de
los reproches que se hace a menudo a Chemins de la Liberté se formula así: pero, en fin, de esa gente que es tan
floja, ¿cómo hará usted héroes? Esta objeción hace más bien reír, porque supone que uno nace héroe. Y en el fondo
es esto lo que la gente quiere pensar: si se nace cobarde, se está perfectamente tranquilo, no hay nada que hacer, se
será cobarde toda la vida, hágase lo que se haga; si se nace héroe, también se estará perfectamente tranquilo, se
será héroe toda la vida, se beberá como héroe, se comerá como héroe. Lo que dice el existencialista es que el
cobarde se hace cobarde, el héroe se hace héroe; hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser más
cobarde y para el héroe de dejar de ser héroe. Lo que tiene importancia es el compromiso total, y no es un caso
particular, una acción particular lo que compromete totalmente.
Así, creo yo, hemos respondido a cierto número de reproches concernientes al existencialismo. Ustedes ven que no
puede ser considerada como una filosofía del quietismo, puesto que define al hombre por la acción; ni como una
descripción pesimista del hombre: no hay doctrina más optimista, puesto que el destino del hombre está en él mismo;
ni como una tentativa para descorazonar al hombre alejándole de la acción, puesto que le dice que sólo hay
esperanza en su acción, y que la única cosa que permite vivir al hombre es el acto. En consecuencia, en este plano,
tenemos que vérnoslas con una moral de acción y de compromiso. Sin embargo, se nos reprocha además, partiendo
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de estos postulados, que aislamos al hombre en su subjetividad individual. Aquí también se nos entiende muy mal.
Nuestro punto de partida, en efecto, es la subjetividad del individuo, y esto por razones estrictamente filosóficas. No
porque somos burgueses, sino porque queremos una doctrina basada sobre la verdad, y no un conjunto de bellas
teorías, llenas de esperanza y sin fundamentos reales. En el punto de partida no puede haber otra verdad que ésta:
pienso, luego soy; ésta es la verdad absoluta de la conciencia captándose a sí misma. Toda teoría que toma al
hombre fuera de ese momento en que se capta a sí mismo es ante todo una teoría que suprime la verdad, pues,
fuera de este cogito cartesiano, todos los objetos son solamente probables, y una doctrina de probabilidades que no
está suspendida de una verdad se hunde en la nada; para definir lo probable hay que poseer lo verdadero. Luego
para que haya una verdad cualquiera se necesita una verdad absoluta; y ésta es simple, fácil de alcanzar, está a la
mano de todo el mundo; consiste en captarse sin intermediario.
En segundo lugar, esta teoría es la única que da una dignidad al hombre, la única que no lo convierte en un objeto.
Todo materialismo tiene por efecto tratar a todos los hombres, incluido uno mismo, como objetos, es decir, como un
conjunto de reacciones determinadas, que en nada se distingue del conjunto de cualidades y fenómenos que
constituyen una mesa o una silla o una piedra. Nosotros queremos constituir precisamente el reino humano como un
conjunto de valores distintos del reino material. Pero la subjetividad que alcanzamos a título de verdad no es una
subjetividad rigurosamente individual porque hemos demostrado que en el cogito uno no se descubría solamente a sí
mismo, sino también a los otros. Por el yo pienso, contrariamente a la filosofía de Descartes, contrariamente a la
filosofía de Kant, nos captamos a nosotros mismos frente al otro, y el otro es tan cierto para nosotros como nosotros
mismos. Así, el hombre que se capta directamente por el cogito, descubre también a todos los otros y los descubre
como la condición de su existencia. Se da cuenta de que no puede ser nada (en el sentido que se dice que es
espiritual, o que se es malo, o que se es celoso), salvo que los otros lo reconozcan por tal.
Para obtener una verdad cualquiera sobre mí, es necesario que pase por otro. El otro es indispensable a mi
existencia tanto como el conocimiento que tengo de mí mismo. En estas condiciones, el descubrimiento de mi
intimidad me descubre al mismo tiempo el otro, como una libertad colocada frente a mí, que no piensa y que no
quiere sino por o contra mí. Así descubrimos en seguida un mundo que llamaremos la intersubjetividad, y en este
mundo el hombre decide lo que es y lo que son los otros.
Además, si es imposible encontrar en cada hombre una esencia universal que constituya la naturaleza humana,
existe, sin embargo, una universalidad humana de condición. No es un azar que los pensadores de hoy día hablen
más fácilmente de la condición del hombre que de su naturaleza. Por condición entienden, con más o menos claridad,
el conjunto de los límites a priori que bosquejan su situación fundamental en el universo. Las situaciones históricas
varían: el hombre puede nacer esclavo en una sociedad pagana, o señor feudal, o proletario. Lo que no varía es la
necesidad para él de estar en el mundo, de estar allí en el trabajo, de estar allí en medio de los otros y de ser allí
mortal. Los límites no son ni subjetivos ni objetivos, o más bien tienen una faz objetiva y una faz subjetiva. Objetivos,
porque se encuentran en todo y son en todo reconocibles; subjetivos, porque son vividos y no son nada si el hombre
no los vive, es decir, si no se determina libremente en su existencia por relación a ellos. Y si bien los proyectos
pueden ser diversos, por lo menos ninguno puede permanecerme extraño, porque todos presentan en común una
tentativa para franquear esos límites o para ampliarlos o para negarlos o para acomodarse a ellos. En consecuencia,
todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal. Todo proyecto, aun el del chino, el del hindú, o del
negro, puede ser comprendido por un europeo.
Puede ser comprendido; esto quiere decir que el europeo de 1945 puede lanzarse a partir de una situación que
concibe hasta sus límites de la misma manera, y que puede rehacer en sí el camino del chino, del hindú o del
africano. Hay universalidad en todo proyecto en el sentido de que todo proyecto es comprensible para todo hombre.
Lo que no significa de ninguna manera que este proyecto defina al hombre para siempre, sino que puede ser
reencontrado. Hay siempre una forma de comprender al idiota, al niño, al primitivo o al extranjero, siempre que se
tengan los datos suficientes. En este sentido podemos decir que hay una universalidad del hombre; pero no está
dada, está perpetuamente construida. Construyo lo universal eligiendo; lo construyo al comprender el proyecto de
cualquier otro hombre, sea de la época que sea. Este absoluto de la elección no suprime la relatividad de cada época.
Lo que el existencialismo tiene interés en demostrar es el enlace del carácter absoluto del compromiso libre, por el
cual cada hombre se realiza al realizar un tipo de humanidad, compromiso siempre comprensible para cualquier
época y por cualquier persona, y la relatividad del conjunto cultural que puede resultar de tal elección; hay que
señalar a la vez la relatividad del cartesianismo y el carácter absoluto del compromiso cartesiano. En este sentido se
puede decir, si ustedes quieren, que cada uno de nosotros realiza lo absoluto al respirar, al comer, al dormir, u
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obrando de una manera cualquiera. No hay ninguna diferencia entre ser libremente, ser como proyecto, como
existencia que elige su esencia, y ser absoluto; y no hay ninguna diferencia entre ser un absoluto temporalmente
localizado, es decir que se ha localizado en la historia, y ser comprensible universalmente.
Esto no resuelve enteramente la objeción de subjetivismo. En efecto, esta objeción toma todavía muchas formas. La
primera es la que sigue. Se nos dice: Entonces ustedes pueden hacer cualquier cosa; lo cual se expresa de diversas
maneras. En primer lugar se nos tacha de anarquía; en seguida se declara: no pueden ustedes juzgar a los demás,
porque no hay razón para preferir un proyecto a otro; en fin, se nos puede decir: todo es gratuito en lo que ustedes
eligen, dan con una mano lo que fingen recibir con la otra. Estas tres objeciones no son muy serias. En primer lugar,
la primera objeción: pueden elegir cualquier cosa, no es exacta. La elección es posible en un sentido, pero lo que no
es posible es no elegir. Puedo siempre elegir, pero tengo que saber que, si no elijo, también elijo. Esto, aunque
parezca estrictamente formal, tiene una gran importancia para limitar la fantasía y el capricho. Si es cierto que frente a
una situación, por ejemplo, la situación que hace que yo sea un ser sexuado que puede tener relaciones con un ser
de otro sexo, que yo sea un ser que puede tener hijos- estoy obligado a elegir una actitud y que de todos modos lleva
la responsabilidad de una elección que, al comprometerme, compromete a la humanidad entera, aunque ningún valor
a priori determine mi elección, esto no tiene nada que ver con el capricho; y si se cree encontrar aquí la teoría
gideana del acto gratuito, es porque no se ve la enorme diferencia entre esta doctrina y la de Gide. Gide no sabe lo
que es una situación; obra por simple capricho. Para nosotros, al contrario, el hombre se encuentra en una situación
organizada, donde está él mismo comprometido, compromete con su elección a la humanidad entera, y no puede
evitar elegir: o bien permanecerá casto, o bien se casará sin tener hijos, o bien se casará y tendrá hijos; de todos
modos, haga lo que haga, es imposible que no tome una responsabilidad total frente a este problema. Sin duda, elige
sin referirse a valores preestablecidos, pero es injusto tacharlo de capricho. Digamos más bien que hay que comparar
la elección moral con la construcción de una obra de arte. Y aquí hay que hacer en seguida un alto para decir que no
se trata de una moral estética, porque nuestros adversarios son de tan mala fe que nos reprochan hasta esto. El
ejemplo que elijo no es más que una comparación. Dicho esto, ¿se ha reprochado jamás a un artista que hace un
cuadro el no inspirarse en reglas establecidas a priori? ¿Se ha dicho jamás cuál es el cuadro que debe hacer? Está
bien claro que no hay cuadro definitivo que hacer, que el artista se compromete a la construcción de su cuadro, y que
el cuadro por hacer es precisamente el cuadro que habrá hecho; está bien claro que no hay valores estéticos a priori,
pero que hay valores que se ven después en la coherencia del cuadro, en las relaciones que hay entre la voluntad de
creación y el resultado. Nadie puede decir lo que será la pintura de mañana; sólo se puede juzgar la pintura una vez
realizada. ¿Qué relación tiene esto con la moral? Estamos en la misma situación creadora. No hablamos nunca de la
gratuidad de una obra de arte. Cuando hablamos de un cuadro de Picasso, nunca decimos que es gratuito;
comprendemos perfectamente que Picasso se ha construido tal como es, al mismo tiempo que pintaba; que el
conjunto de su obra se incorpora a su vida.
Lo mismo ocurre en el plano de la moral. Lo que hay de común entre el arte y la moral es que, con los dos casos,
tenemos creación e invención. No podemos decir a priori lo que hay que hacer. Creo haberlo mostrado
suficientemente al hablarles del caso de ese alumno que me vino a ver y que podía dirigirse a todas las morales,
kantiana u otras, sin encontrar ninguna especie de indicación; se vio obligado a inventar él mismo su ley. Nunca
diremos que este hombre que ha elegido quedarse con su madre tomando como base moral los sentimientos, la
acción individual y la caridad concreta, o que ha elegido irse a Inglaterra prefiriendo el sacrificio, ha hecho una
elección gratuita. El hombre se hace, no está todo hecho desde el principio, se hace al elegir su moral, y la presión de
las circunstancias es tal, que no puede dejar de elegir una. No definimos al hombre sino en relación con un
compromiso. Es, por tanto, absurdo reprocharnos la gratuidad de la elección.
En segundo lugar se nos dice: no pueden ustedes juzgar a los otros. Esto es verdad en cierta medida, y falso en otra.
Es verdadero en el sentido de que, cada vez que el hombre elige su compromiso y su proyecto con toda sinceridad y
con toda lucidez, sea cual fuere por lo demás este proyecto, es imposible hacerle preferir otro; es verdadero en el
sentido de que no creemos en el progreso; el progreso es un mejoramiento; el hombre es siempre el mismo frente a
una situación que varía y la elección se mantiene siempre una elección en una situación. El problema moral no ha
cambiado desde el momento en que se podía elegir entre los esclavistas y los no esclavistas, en el momento de la
guerra de Secesión, por ejemplo, hasta el momento presente, en que se puede optar por el M.R.P. o los comunistas.
Pero, sin embargo, se puede juzgar, porque, como he dicho, se elige frente a los otros, y uno se elige a sí frente a los
otros. Ante todo se puede juzgar (y éste no es un juicio de valor, sino un juicio lógico) que ciertas elecciones están
fundadas en el error y otras en la verdad. Se puede juzgar a un hombre diciendo que es de mala fe. Si hemos
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definido la situación del hombre como una elección libre, sin excusas y sin ayuda, todo hombre que se refugia detrás
de la excusa de sus pasiones, todo hombre que inventa un determinismo, es un hombre de mala fe.
Se podría objetar: pero ¿por qué no podría elegirse a sí mismo de mala fe? Respondo que no tengo que juzgarlo
moralmente, pero defino su mala fe como un error. Así, no se puede escapar a un juicio de verdad. La mala fe es
evidentemente una mentira, porque disimula la total libertad del compromiso. En el mismo plano, diré que hay
también una mala fe si elijo declarar que ciertos valores existen antes que yo; estoy en contradicción conmigo mismo
si, a la vez, los quiero y declaro que se me imponen. Si se me dice: ¿y si quiero ser de mala fe?, responderé: no hay
ninguna razón para que no lo sea, pero yo declaro que usted lo es, y que la actitud de estricta coherencia es la actitud
de buena fe. Y además puedo formular un juicio moral. Cuando declaro que la libertad a través de cada circunstancia
concreta no puede tener otro fin que quererse a sí misma, si el hombre ha reconocido que establece valores, en el
desamparo no puede querer sino una cosa, la libertad, como fundamento de todos los valores. Esto no significa que
la quiera en abstracto. Quiere decir simplemente que los actos de los hombres de buena fe tienen como última
significación la búsqueda de la libertad como tal. Un hombre que se adhiere a tal o cual sindicato comunista o
revolucionario, persigue fines concretos; estos fines implican una voluntad abstracta de libertad; pero esta libertad se
quiere en lo concreto. Queremos la libertad por la libertad y a través de cada circunstancia particular. Y al querer la
libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la
nuestra. Ciertamente la libertad, como definición del hombre, no depende de los demás, pero en cuanto hay
compromiso, estoy obligado a querer, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros; no puedo tomar mi
libertad como fin si no tomo igualmente la de los otros como fin.
No hay otro universo que este universo humano, el universo de la subjetividad humana. Esta unión de la
trascendencia, como constitutiva del hombre -no en el sentido en que Dios es trascendente, sino en el sentido de
rebasamiento- y de la subjetividad en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente
siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista. Humanismo porque recordamos al
hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque
mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación,
tal o cual realización particular, como el hombre se realizará precisamente como humano.
De acuerdo con estas reflexiones se ve que nada es más injusto que las objeciones que nos hacen. El
existencialismo no es nada más que un esfuerzo por sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente.
No busca de ninguna manera hundir al hombre en la desesperación. Pero sí se llama, como los cristianos,
desesperación a toda actitud de incredulidad, parte de la desesperación original. El existencialismo no es de este
modo un ateísmo en el sentido de que se extenuaría en demostrar que Dios no existe. Más bien declara: aunque Dios
existiera, esto no cambiaría; he aquí nuestro punto de vista. No es que creamos que Dios existe, sino que pensamos
que el problema no es el de su existencia; es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de
que nada pueda salvarlo de sí mismo, así sea una prueba válida de la existencia de Dios. En este sentido, el
existencialismo es un optimismo, una doctrina de acción, y sólo por mala fe, confundiendo su propia desesperación
con la nuestra, es como los cristianos pueden llamarnos desesperados.

Sartre: El existencialismo es un humanismo. Ediciones del 80, Barcelona.

Aclaración:
Incluimos estas páginas del libro de Alan Watts porque nos da elementos para entender el concepto de vacío existencial.

EL CAMINO DEL ZEN

En la palabra, el Zen comienza donde ya no hay nada más qué buscar, nada que ganar.
Hay que subrayar con toda energía que el Zen no debe considerarse como un sistema para mejorar el propio yo o un
método para convertirnos en Buddha. Como decía Lin-Chi: "Si un hombre busca al Buddha, ese hombre pierde al Buddha."
En efecto, todas las ideas de automejoramiento y de convertirse en algo o de obtener algo en el futuro se refieren sólo a
nuestra imagen abstracta de nosotros mismos. Seguirlas es dar aun aún más realidad a esa imagen. Por otra parte, nuestro
verdadero yo no conceptual ya es el Buddha, y no necesita mejoras. Con el correr del tiempo puede crecer, pero nadie culpa
a un huevo ppor no ser pollo; menos aun criticamos al lechón por no tener el cuello de la jirafa. Un poema Zenrin dice:
En el paisaje de la primavera no hay ni alto ni bajo;
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las ramas floridas crecen naturalmente, algunas largas, otras cortas.
Cuando a Ts´ui-wei le preguntaron qué significaba el budismo, contestó: "Espera que no haya nadie por aquí y te lo diré".
Algún tiempo después el monje volvió a aproximársele diciendo: "Ahora no hay nadie. Hazme el favor de responderme". Ts
´ui-wei lo llevó hasta el jardín, y luego al bosquecillo de bambúes, sin decir nada. El monje aún no comprendía, de modo que,
por último, Ts´ui-wei dijo: "Aquí hay un bambú alto; allí hay uno bajo." O como lo dice otro verso Zenrin
Una cosa larga es el largo cuerpo del Buddha;
una cosa corta es el corto cuerpo del Buddah.
Por lo tanto, lo que hay que ganar con el Zen se llama wushih (en japonés: buji) que significa "nada en especial", porque
como dice el Buda en el Vajracchedika:
Del completo e insuperable despertar no saqué absolutamente nada, y por esta misma razón se lo llama "completo e
insuperable despertar".
La expresión anterior significa también "lo perfectamente natural e inafectado", donde o hay agitación ni ajetreo. Un viejo
poema chino a menudo sugiere el logro del satori:
El Monte LU en lluvia y niebla; el Río Che muy crecido.
¡Antes de que fuera allí, no cesaba el dolor del deseo!
Fui allí y retorné...No fue nada especial:
El Monte Lu en lluvia y niebla; el Río Che muy crecido.
Según el famoso dicho de Ch´ing-yüan:
Antes de estudiar el Zen durante treinta años, veía las montañas como montañas y las aguas como aguas. Cuando llegué a
un conocimiento más íntimo, alcancé el punto en el que vi que las montañas no son montañas y las aguas no son aguas.
Pero ahora que he llegado a la sustancia misma estoy tranquilo. Porque justamente veo las montañas una vez más como
montañas y las aguas una vez más como agua.

Desde luego, la dificultad del Zen reside en volver nuestra atención de lo abstracto a lo concreto, del yo simbólico a nuestra
verdadera naturaleza. Mientras nos limitemos a hablar de ello, a dar vueltas en nuestras mentes ideas acerca del "Símbolo" y
de la "realidad", o sigamos repitiendo: "Yo no soy la idea de mí mismo", todo esto seguirá siendo mera abstracción. El Zen
creó el método (upaya) de "apuntar directamente" a fin de escapar de este círculo vicioso, a fin de llamar nuestra atención e
imponer el hecho de lo inmediatamente real. Cuando leemos un libro difícil de nada sirve pensar " Debería concentrarme",
porque uno se pone a pensar en la concentración en lugar de atender a lo que el libro tiene que decir. Análogamente, al
estudiar o practicar el Zen de nada sirve pensar en el Zen.
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En su acentuación de la naturalidad, el Zen es evidentemente el heredero del Taoísmo, y su concepción de la acción


espontánea como "maravillosa actividad (miao-yung) es precisamente lo que los taoístas querían expresar con la palabra te :
"virtud", que connota poder mágico. Pero esa acción espontánea ni en el Taoísmo ni en el Zen tiene algo que ver con la
magia en el sentido meramente sensacionall de realizar "milagros" sobrenaturales. La cualidad "mágica" o "maravillosa" de la
acción espontánea consiste, por el contario, en ser perfectamente humana, y, sin embargo, no muestra signos de haber sido
planeada.
Tal cualidad es peculiarmente sutil ( otro de los sentimientos del miao ) y muy difícil de expresar en palabras. Se cuenta la
historia de un monje zen que lloró al enterarse de la muerte de un pariente próximo. Cuando uno de sus compañeros de
estudio objetó que era muy impropio de un monje mostrar tanto apego personal, replicó: "No seas estúpido. Lloro porque
tengo ganas". El gran Hakuin quedó muy perturbado en su estudio matutino del Zen cuando se encontró con la historia del
maestro Yent-t´ou, de quien se dice que gritó con todas sus fuerzas al ser asesinado por un ladrón. Pero sus dudas se
disiparon cuando tuvo su satori; y en los círculos zen se considera que su propia muerte fue especialmente admirable por el
despliegue de emociones humanas. Por el contrario, el abad Kwaise, y sus monjes se dejaron quemar vivos por los soldados
de Oda Nobunaga, tranquilamente sentados en la postura de la meditación. Tan contradictoria "naturalidad" parece muy
misteriosa, pero acaso su clave reside en la frase de Yün-men: "Al caminar, camina nomás. Al estar sentado, siéntate
nomás. Y, sobre todo, no vaciles". Pues la cualidad esencial de la naturalidad es la sinceridad de la mente indivisa que no
tiembla entre alternativas. Por eso, cuandoo Yen-tóu gritó fue un grito que se oyó en varios kilómetros a la redonda.
Pero sería falso suponer que esta natural sinceridad proviene de observar una perogrullada como la que dice: "Cualquier
cosa que tu mano quiera hacer, hazla con toda tu alma". Cuando Yen-t´ou gritó, no lo hizo con a fin de ser natural, ni primero
tomó la decisión de gritar y luego la llevó a cabo con toda la energía de su voluntad. Hay una completa contradicción entre la
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naturalidad planeada y la sinceridad intencional . Así cubrimos, no descubrimos, la "mente original". Por tanto, tratar de ser
natural es afectación. Tratar de no tratar de ser natural es también afectación. Como lo dice un poema Zenrin:
No puedes obtenerlo poniéndote a pensar;
no puedes buscarlo sin ponerte a pensar.
Pero esta situación absurdamente compleja y anonadante surge de un error sencillo y elemental en el uso de nuestra
mente. Cuando llegamos a entender este punto desaparecen la paradoja y la dificultad. Evidentemente, el error surge al
intentar dividir la mente contra sí misma, pero a fin de comprender con claridad esta cuestión tenemos que penetrar más
profundamente en la "cibernética" de la mente, en el esquema básico de su acción autocorrectiva.
Desde luego, es propio de la mente humana ponerse a la vera de la vida, por así decirlo, y reflexionar sobre ella, ser
consciente de su propia existencia, y criticar sus propios procesos. Porque la mente tiene algo parecido a un sistema de
"retroacción" (feed-back), término que se emplea en la ingeniería de las comunicaciones para designar uno de los principios
fundamentales de la "automatización" que permite a las máquinas controlarse a sí mismas.

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