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Evidencias de la evolución

Entre las principales evidencias de la evolución están el registro fósil, la


adaptación de los seres vivos a sus ambientes y las semejanzas entre las
especies.
Registro fósil
Un fósil es cualquier vestigio de un organismo muy antiguo que fue
preservado con el pasar de los años por medios naturales.
El estudio de los fósiles permite reconstruir la imagen de una especie ya
desaparecida y contribuye al estudio de la evolución de los seres vivos. A partir del
análisis de las semejanzas y las diferencias entre especies, podemos deducir el
momento de su aparición y extinción.
La evolución biológica corresponde a losprocesos de modificación y adaptación de las especies a lo
largo del tiempo.
La actual diversidad de los seres vivos es el resultado de procesos de transformación y adaptación
de las especies a varios ambientes, constituyendo la evolución biológica.
La idea principal de la evolución biológica es que todos los seres vivos comparten un mismo
ancestro. A partir de allí, surgió la enorme variedad de especies que encontramos hoy. Puede
decirse que la evolución es el proceso por el cual los organismos modernos se desarrollaron a
partir de ancestros antiguos.
Hasta mediados del siglo XIX, predominaba la idea del creacionismo. De acuerdo con el
creacionismo, las especies fueron creadas por un acto divino manteniéndose inmutables hasta
hoy.
A partir de mediados del siglo XIX, comienza a ganar fuerza la teoría evolucionista. En este
contexto, las ideas de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace son las más consistentes en explicar
la evolución de los seres vivos. Darwin afirmó que los seres vivos, incluyendo el hombre,
descienden de ancestros comunes, que se modificaron a lo largo del tiempo.

Hombres de maíz/ Miguel Ángel Asturias


Hombres de maíz es una novela del  Nobel de Literatura Miguel Ángel
Asturias,   publicada en 1949. Su título hace referencia a un mito del
Popol Vuh, uno de los libros sagrados de los mayas. Esta novela es 
considerada la obra maestra de Asturias, aunque sigue siendo una de sus
novelas menos comprendidas. Narra  el contraste entre las costumbres
tradicionales de los indígenas y las de una sociedad que está en pleno
proceso de modernización y cambio. “Fue mi abuelo, Juan Mérida
Rodríguez, quien me leyó fragmentos de Hombres de maíz, de Miguel
Ángel Asturias, que, según Gerald Martin de la Universidad de Pittsburg,
era ‘una de las grandes novelas del siglo’. Mi abuelo se fue para jamás
volver, hace un par de años, cuando tenía 109 años de edad.  Gracias a él
me hice amigo de los libros”, cuenta Elder Exvedi Morales Mérida, un
lector que vivió en Santa Ana Huista, Huehuetenango, y en aquel
entonces tenía 7 años de edad.

Historia de un Pepe/ José Milla y Vidaurre


“Una de mis primeras lecturas escolares fue La historia de un Pepe, de
José Milla. En ese entonces tenía 13 años   y cada tarde leía el libro y me
emocionaba tanto imaginar  el lugar donde se relata. Me llenaba tanto la
forma de escribir como  la historia de amor y misterio que se vivía”,
cuenta Maylín Barrera. Este libro narra una  historia de amor y misterio
que se desarrolla en Guatemala a finales del siglo XVIII y a principios del
XIX.

Carazamba/ Virgilio Rodríguez Macal


“Cuando tenía 10 años vi por primera vez Carazamba, libro que leí con
rapidez y mucha sorpresa, sobre todo por el estilo del relato y la fuerza
descriptiva de su autor sobre las selvas peteneras  y personajes
guatemaltecos. Al terminarlo, le pregunté a mi papá sobre  Petén, que  me
parecía un pueblo de fantasía, y él me contó anécdotas de su época de
paramédico en el cuerpo militar”, recuerda Jeanny Chapeta.

Week-end Guatemala, Miguel Ángel Asturias


“Me acuerdo que cuando estudié quinto bachillerato lo leí”, dice Pedro
Humberto Carrillo.  Este libro cuenta la invasión estadounidense al país
en la década de 1950.

Tío Conejo y Tío Coyote (Cuentos populares)


“Me lo leía siempre mi papá, y me recuerda mi infancia”, cuenta Judith
Pérez. Este narra las aventuras de un coyote y un astuto conejo en un
bosque.

Barbuchín, Daniel Armas


“Yo solo me acuerdo haber leído Barbuchín, que ni era mío, era de mis
hermanos”, recuerda Diego Chutá.

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