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CAPÍTULO 1: LA PAZ DE LOS 100 AÑOS

La lectura aborda el estudio de la estabilidad económica y política del siglo XIX a partir de cuatro
instituciones clave: el sistema de equilibrio de las grandes potencias; el patrón-oro; el mercado
autoregulador; y, el Estado liberal. Siendo el mercado autoregulador la fuente y la matriz del
sistema que permite el correcto funcionamiento de las demás.

La tesis es reveladora, “…la idea de un mercado que se regula a sí mismo era una idea puramente
utópica. Una institución como ésta no podía existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia
humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en
un desierto. Inevitablemente la sociedad adoptó medidas para protegerse, pero todas ellas
comprometían la autorregulación del mercado, desorganizaban la vida industrial y exponían así a
la sociedad a otros peligros. Justamente este dilema obligó al sistema de mercado a seguir en su
desarrollo un determinado rumbo y acabó por romper la organización social que estaba basada en
él.”

En primer lugar, el sistema de equilibrio entre potencias no garantizaba la paz cuando ocurrieran
efectos negativos extremos en la estabilidad de la economía mundial. El siglo XIX fue una época sin
precedentes, ya que entre 1815 y 1914 fueron años de paz entre las potencias mundiales. Sin
embargo, para los países menos favorecidos de una u otra manera se les sometió, siendo el único
y mismo resultado, la paz. Todo sistema de equilibrio entre las potencias implicaba una tendencia
a impedir aquellas guerras que nacen de la incapacidad de una determinada nación para prever el
realineamiento entre potencias que se produciría como consecuencia de su tentativa para
modificar el status quo. Las grandes potencias utilizaron pues la libertad de acción que les ofrecía
el sistema para servir a un interés común, que resultaba ser la paz.

Es preciso suponer que, oculto en el interior del nuevo dispositivo, las altas finanzas funcionaron
como el elemento de unión principal entre la organización política y la organización económica
mundial, además, constituyeron el núcleo de una de las instituciones más complejas que la historia
humana haya producido. Esta institución proporcionó los instrumentos de un sistema de paz
internacional que fue construido con la ayuda de las grandes potencias mundiales pese a que
estas, por si solas, no hubiera podido crearlo ni mantenerlo. El secreto de la paz general residía en
la posición, la organización y las técnicas de las finanzas internacionales. Sin embargo, la función
de ser un instrumento de paz la asumieron accidentalmente, el móvil de las altas finanzas era la
ganancia. En virtud de su posición, de su personal, de su función privada y de sus relaciones, eran
de hecho independientes de tal o cual gobierno particular, se encontraban en situación de
ponerse al servicio de un nuevo interés, carente de organización propia y para el que no existía
ninguna otra institución disponible, y que, además, era de una importancia vital para la
comunidad: la paz. No se trata de la paz incondicional, ni tampoco de una paz que implicaría la
renuncia de las potencias concernidas a la más mínima parcela de independencia, de soberanía, de
gloria adquirida o de aspiraciones para el futuro, sino de la paz susceptible de ser obtenida sin
tener que realizar sacrificios de ese tipo.

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