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Fracaso escolar

Las dificultades que plantea el alumno en la escuela acostumbran a generar diversas


patologías que se manifiestan primaria- mente en el ámbito docente, pero que ter-
minan en las consultas paidopsiquiátricas, como son, entre otras: las fobias escolares,
los "novillos" o rabona", la violencia en las aulas, los cuadros de ansiedad, la inhibición
en las relaciones con los compañeros o la depresión ante las exigencias escolares.

Esta compleja problemática obliga ante todo a un enfoque etiológico lo más preciso
posible, ya que "la mayor injusticia que puede hacerle un maestro a un niño es el
decirle que podría adelantar más si quisiera" -según acertado comentario de Kanner,
en cuanto tiene que haber algo que impida que el niño quiera estudiar más-. La cau-
sa existe en algún nivel, bien sea personal, familiar o escolar. También en la actuali-
dad hay que añadir la violencia entre iguales y el acoso en el aula de "matones" que
victimizan a ciertos compañeros (bullying).

Diferentes perspectivas sobre el fracaso escolar. Desde el inicio de los plantea-


mientos etiológicos del fracaso escolar hasta la actualidad, se ha ido pasando por
diferentes perspectivas:

1. perspectiva puramente moral: el fracaso era el resultado de la pereza del niño


y él era, pues, el único responsable.
2. Perspectiva médico-psicológica: el fracaso es consecuencia de la pobre madu-
ración neuropsicológica del niño.
3. Perspectiva socio- pedagógica: el problema es debido a la inadaptación de la
escuela ante una considerable proporción de la población estudiantil.
4. Perspectiva sistémica: el fracaso como expresión del desequilibrio de las es-
tructuras (sistemas) familiares, escolares y sociales en general. Este último en-
foque es la imperante en la actualidad.

Cuadro clínico. Estará en relación con el tiempo que viene ocurriendo el retraso en
el aprendizaje; el retraso escolar siempre precede al fracaso. El término fracaso esco-
lar se reserva para los retrasos en el aprendizaje que superen los dos años, en rela-
ción al nivel de estudios que correspondería al alumno por su edad. Otra situación
escolar a tener en cuenta es la desgana o desinterés escolar, que se caracteriza por
apatía, pasividad, indiferencia y desmotivación por las enseñanzas que imparte la
escuela. Es la causa más frecuente de fracaso escolar y la más descorazonadora, ya
que se trata de alumnos con un aceptable nivel intelectual, pero desinteresados. La
evolución suele ser favorable en la mayoría de los casos, aunque en algunos se pue-
de complicar con un cuadro depresivo y la inflexión corre el riesgo de convertirse en
duradera.

Fobia escolar. Puede presentarse a cualquier edad de la vida escolar, más frecuente
en el niño que en la niña, pero es más habitual a la entrada de la enseñanza prima-
ria, hacia los 6 ó 7 años, y en la adolescencia temprana, entre los 10 y los 13 años.
Lo más característico del niño "fóbico" es que no quiere romper con la enseñanza
que imparte la escuela, pero es incapaz de superar la angustia que siente cuando
tiene que ir a la escuela, pudiendo llegar con facilidad a una crisis de ansiedad o ata-
que de pánico. Acostumbran a ser niños inteligentes, pero emocionalmente insegu-
ros, con una familia sobreprotectora, con padres blandos y muy permisibles. El niño
se siente feliz cuando se queda en casa, estudiando y haciendo los deberes que le
manda la es cuela, pudiendo llegar esta situación de "impedimento" de ir a la escuela
a cronificarse.

Rechazo escolar. Se produce cuando el niño percibe la escuela como un enemigo.


Puede tratarse de rechazos parciales: sólo al estudio, a profesores o a compañeros.
También hay formas de rechazo "enmascaradas", como, por ejemplo, reacciones de
tipo pasivo: autobloqueando las propias facultades cognitivas, mostrando total desin-
terés por el aprendizaje.

Ruptura escolar. Ocurre si el niño, habitualmente joven adolescente, decide brus-


camente interrumpir sus estudios, dando una, serie de razones personales que a ve-
ces son difíciles de rebatir : (puede acompañarse de un cuadro depresivo); o bien, la
ruptura es el resultado de una prolongada inflexión escolar acompañada de largo
absentismo Los procesos de deterioro mental (psicosis, enfermedad cerebral degene-
rativa), aunque son raros, hay que tenerlos en cuenta como causa de ruptura escolar

Repercusiones del fracaso escolar

Se trata de una auténtica reacción circular, en términos sistémicos, que afecta a to-
dos los estamentos socio familiares del ámbito del alumno fracasado.

Repercusiones en los padres. Se muestran en las reacciones cognitivas o vivencia-


les que manifiestan los padres. Ellos han visto romperse las expectativas que tenían
puestas en el hijo, aflorando una visión pesimista de su futuro, acompañado de un
sentimiento de impotencia y de fracaso educacional, junto con un resentimiento por
el dinero y el tiempo "malgastado", conduciendo todo lo cual a una autoculpabiliza-
ción sobre la actuación de cada progenitor, y así proyectan en el hijo fracasado su
impotencia y su hostilidad emocional. En conjunto, se altera la dinámica familiar de
los padres y los hermanos, produciéndose una anulación del hijo "fracasado" y una
sobrevaloración de los hermanos.

Repercusión en el hijo. Como reacción cognitiva se produce una degradación de su


autoimagen, junto con un cuadro de ansiedad o depresión, acompañado de un sen-
timiento de culpabilidad y distorsión de su identificación con el progenitor de su
sexo. Todas estas dinámicas vivenciales hacen que el niño se encuentre cada vez más
solo, se margine, perdiendo su arraigo familiar (evita estar en casa), y pueda presen-
tar trastornos de personalidad que, en algunos casos, le conduzcan al suicidio. El
absentismo escolar en que incurre el alumno fracasado, vagando por las calles, es
idóneo para juntarse con otros jóvenes que tampoco van a la escuela: la rotura de los
esquemas sociofamiliares tradicionales con todas sus consecuencias (delincuencia,
tribus urbanas, drogadicción) está servida.

Repercusión en la escuela y en los maestros. Se manifiesta en términos de reac-


ciones cognitivas como una tremenda vivencia de denuncia de la estructura escolar
global, personalizándose en una disminución de la autovaloración que tiene el maes-
tro de su capacitación profesional, lo cual le conlleva una sensación de impotencia y
fracaso que, a su vez, avoca, en la mayoría de los casos, en un cuadro depresivo o,
como mínimo, un síndrome amotivacional. Esta situación de desasosiego personal
puede llevar al maestro a reacciones conductuales de hostilidad y agresividad, con
descalificación del alumno fracasado y, asimismo, de sus padres, con los cuales se
enfrentará el docente.
Tabla. Prevención del fracaso escolar

- Estímulo de la curiosidad del niño desde la infancia


- Valorar y desvelar las dotes de cada niño: su singularidad . Impulso de las ta-
reas creativas y el interés por la lectura . Evitar agravios intelectuales y escola-
res comparativos
- Respeto en el ámbito familiar por la cultura
- Potenciar en el niño el espíritu de crítica constructiva
- Animar al niño a valorar sus propias ideas
- Estrecha colaboración de los padres con la escuela.
- No criticar a los profesores delante de los hijos .
- Supervisión de su marcha escolar sin agobiarles .
- Los padres no han de involucrarse demasiado en solucionar las tareas escola-
res de los hijos.
- Los niños han de disponer de un tiempo libre enriquecedor .
- Mantenimiento de un ritmo de vida ordenado del escolar: alimentación, sue-
ño, actividades extraescolares
- Procurar que el niño disponga en casa de su espacio propio y de adecuado
material para el estudio
- Justas expectativas de padres y maestros respecto al ritmo de aprendizaje de
los niños
- Siempre ha de haber "parentalidad" en activo y disponibilidad de los pa- dres
para los hijos

Repercusión en el alumno. Se manifiesta por unas determinadas reacciones cogni-


tivas, como son: la distorsión de la imagen que tenía del maestro, sentimiento de
infravaloración personal (y sobrevaloración de los otros) y degradación de su auto-
imagen, con aumento de su sentimiento de culpabilidad y una sensación de impo-
tencia y fracaso. Entre las reacciones conductuales se observa una alteración de la
conducta en el aula, un deterioro de la comunicación con los compañeros, presencia
de conductas de evitación de la ansiedad (mentiras, falsificaciones, fobias diversas),
aumentando el absentismo escolar (novillos, fugas, vagabundeo), junto con conduc-
tas de marginación social (drogadicción, delincuencia, promiscuidad sexual, prostitu-
ción, movimientos transgresores o contraculturales) y una mayor actitud hostil hacia
la institución escolar (que está en la génesis de actos vandálicos de asalto a escuelas,
destrucción de mobiliario), al mismo tiempo que hay una necesidad de búsqueda de
grupos de supervivencia afectiva, ya que la sensación de soledad puede empujarle a
conductas suicidas. Aunque también, en algunos casos, acontece la deseable reinser-
ción escolar del alumno fracasado, pero hay que tener presente que esta reinserción
se puede producir sin resentimiento o con resentimiento.

Prevención y tratamiento del fracaso escolar

El tratamiento de los diversos niveles de inadaptación a la escuela y del fracaso esco-


lar pasa por una vertiente fundamentalmente preventiva (Tabla). Cuando surjan los
bajones de rendimiento, habrán de buscarse las causas y ponerles el remedio opor-
tuno con la mayor precocidad posible, para evitar el temible descalabro que conduce
al fracaso escolar.
Una específica medicación para controlar la ansiedad (clorazepato dipotásico, diaze-
pam) o el cuadro depresivo (sertralina, fluoxetina) , una oportuna medicación psi-
coestimulante (piracetam, metilfenidato), una relajación de las excesivas expectativas
personales y una adecuada disminución de la "presión" del entorno escolar o familiar,
pueden hacer que el alumno vuelva a desarrollar una actividad escolar normal (Ta-
bla).

Tabla. Tratamiento del retraso y del fracaso escolar

- Estrecho contacto médico-psicológico con la escuela


- Ayuda docente supletoria intraescolar (clases de refuerzo) o extraescolar (pro-
fesor particular, sesiones psicopedagógicas)
- Programas de adaptación curricular para los alumnos con deficiencia intelec-
tual
- Reeducación de dificultades específicas o instrumentales: dislexias, trastornos
psicomotrices, alteraciones sensoriales con la colaboración de los especialistas
necesarios. Psicoterapia familiar o personalizada del alumno con retraso o fra-
caso escolar
- Enseñanza para que el alumno sepa resistir o zafarse de influencias negativas
de los compañeros: consumo de drogas, acoso en el aula o bullying .
- Programas de motivación: autocontrol de la ansiedad, estrategias de resolu-
ción de problemas, técnicas de relajación
- Enseñanza asistida por ordenador y otras tecnologías informáticas cuando sea
preciso
- Eventual medicación psicoestimulante, ansiolítica o antidepresiva pediátrica

REFERENCIAS BlBLIOGRÁFICAS

- CastelIs P. Fracaso escolar. En: Cruz M. Tratado de Pediatría.2006. Madrid:


Ergon; 2006. p. 1764.
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- Castells P. Nunca quieto, siempre distraído. ¿Tendrá TDAH? Madrid: Espasa
Calpe; 2006.
- Castells P. Víctimas y matones. Barcelona: Ceac; 2007.
- Castells P, Bofaruil l. Enganchados a las pantallas. Barcelona: Planeta; 2002.
- Castells P, Salgado G. Salir de noche y dormir de día. Barcelona

Déficit de atención con hiperactividad


EI trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un trastorno
crónico con un patrón persistente de inatención, exceso de actividad, y escaso
control de la impulsividad. Aparece antes de los 7 años, y debe llevar como
mínimo 6 meses de evolución. Está presente en dos o más ambientes: casa,
escuela o trabajo, u otras situaciones sociales. Ocasionará una afectación so-
cial, académica o laboral del niño o adolescente. La sintomatología no aparece
en el contexto de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otros
procesos psicóticos, ni se explica por otro proceso mental (trastornos del
humor, de ansiedad, trastorno disociativo o de la personalidad). El DSM-IV- TR
distingue 3 ti pos: a) TDAH tipo combinado, con al menos 6 de los 9 criterios de
inatención y 6 de los 9 de hiperactividad-impulsividad; b) TDAH con predominio
del déficit de atención, con al menos 6 síntomas de inatención, pero no de hi-
peractividad-impulsividad; c) TDAH con predominio hiperactivo-impulsivo, con 6
síntomas de hiperactividad-impulsividad, pero no de inatención.

Epidemiología. Es la entidad psiquiátrica más frecuente de la infancia con una


prevalencia del 3-10% (en edad adulta, 2-4%). Es más frecuente en el sexo
masculino (entre 3:1 y 9:1), según se trate de población general o de una po-
blación clínica.

Etiología y patogenia. Existe predisposición genética y con influencia de facto-


res psicosociales. El 70% tendrán un progenitor afecto o algún familiar de se-
gunda generación. Habrá una disfunción en los neurotransmisores dopaminér-
gicos. Los trabajos orientan hacia una alteración en el gen transportador de
dopamina DAT1, Y en el gen receptor de dopamina D4 (DRD4). Los factores
biológicos no genéticos son: consumo de alcohol, tabaco y otros tóxicos (co-
caína, heroína) durante el embarazo; estrés emocional durante embarazo; peso
por debajo de 1.500 g al nacer; lesiones cerebrales por infección o traumatis-
mo. Los factores ambientales que podrían contribuir a la gravedad y duración
del trastorno son: inadecuado ejercicio paternidad, psicopatología en los pa-
dres, y es trés psicosocial de la familia.

Manifestaciones clínicas. En casa el niño cambia de una actividad incomple-


ta a otra, desempeña actividades excesivamente ruidosas, se sube a todas par-
tes, siempre está en movimiento y no es capaz de permanecer sentado cuando
la situación lo requiere. Le cuesta seguir las peticiones o instrucciones, no es-
cucha cuando se le habla, habla excesivamente y de forma precipitada, se dis-
trae fácilmente por estímulos insignificantes, interrumpe constantemente, es
propenso a los accidentes y a ocasionarlos.

En la escuela no presta atención, no acaba las tareas escolares, es desorgani-


zado y descuidado, pierde u olvida los deberes y lápices. Interrumpe a menudo,
responde precipitadamente antes de que acaben de formularle las preguntas y
no espera su turno. Le cuesta permanecer sentado en el pupitre, se retuerce y
manipula constantemente objetos. Intenta evitar las actividades que requieran
un esfuerzo mental de concentración. A menudo se implica en actividades po-
tencialmente peligrosas. Suele ser desobediente, con conducta imprevisible,
inmadurez afectiva, dificultad para motivarse, insaciabilidad, escasa competen-
cia social, y mala coordinación motora.

Comorbilidad. Existe en un 40-60% de los casos: problemas emocionales (ba-


ja autoestima, ansiedad y depresión); problemas de conducta (tras torno nega-
tivista desafiante, trastorno disocial, abuso en el consumo de drogas); proble-
mas de aprendizaje (dislexia, discalculia).
Diagnóstico. En las revisiones de salud el pediatra debe considerar un cri-
bado para el TDAH, preguntando por el rendimiento escolar, si le gusta acudir a
la escuela, si tiene dificultad para realizar con independencia las tareas escola-
res, y si tiene problemas de comportamiento en casa o en la escuela. El dia-
gnóstico es clínico por lo que en principio pruebas complementarias (análisis de
sangre, pruebas de radio imagen, EEG) no están indicadas. Se basa en la en-
trevista con los padres y el niño o adolescente, la observación clínica y valora-
ción médica, más la obtención de información de los profesores. Interesa des-
cartar rasgos dismórficos (síndrome alcohólico fetal, X frágil), déficit auditivo o
visual, signos de maltrato o abuso sexual. Para la obtención de información de
los educadores existen cuestionarios estandarizados (Conners, EDAH).

Diagnóstico diferencial. Son muchos los trastornos que pueden hacer pensar
en un TDAH, por lo que conviene descartarlos o valorar si están presentes de
forma concomitante: complicaciones perinatales, síndrome X frágil, síndrome
alcohólico fetal, retraso mental, resistencia generalizada a la hormona tiroidea,
intoxicación por plomo, ferropenia, déficit sensoriales, medicación crónica que
ocasione irritabilidad (fenobarbital, salbutamol), trastornos del sueño. Epilepsia,
Gilles de la Tourette, espectro autista, ansiedad, depresión, trastorno obsesivo
compulsivo, trastorno negativista desafiante, trastorno de conducta, abuso en el
consumo de sustancias, psicosis. Familia desestructurada, estilo educativo in-
correcto, abuso sexual, expectativas parentales inadecuadas por la edad o CI
del niño, psicopatología en los padres. Déficit o por el contrario superdotación
cognitiva, trastorno específico del aprendizaje.

Evolución. El adolescente con TDAH tiene mayor probabilidad de abandonar


sus estudios, está más frecuentemente involucrado en accidentes de tráfico,
tendrá mayor riesgo de abuso de tóxicos y de padecer los trastornos comórbi-
dos anteriormente mencionados. Los indicadores positivos de una evolución fa-
vorable son: inteligencia del niño y su salud en general, estabilidad familiar,
salud psíquica de sus miembros, buen nivel socioeconómico, ausencia de co-
morbilidad y terapia temprana.

Las profesiones más indicadas son: escritor, artista (actor, escultor, pintor),
científico (investigador, inventor), trabajos al aire libre o en el mundo del depor-
te, actividad por cuenta propia o empresario.

Tratamiento

Psicoeducación. Informar sobre las características del trastorno, siendo útil la


entrega de información escrita, remitir a una página web de prestigio, y a aso-
ciación de familiares. Es preciso enseñar a la familia y al niño a organizarse, y
a planificar las actividades diarias.

Medicación. El fármaco de primera elección es el psicoestimulante metilfenida-


to, con una eficacia alrededor del 80%. Hay dos tipos de presentaciones: uno
de liberación inmediata que requiere la administración de 2-3 tomas al día, y
otro de liberación sostenida de una sola toma al día. Se calcula a razón de 0,5-
1,5 mg/kg/día, sin rebasar los 60 mg/día. Efectos secundarios: insomnio, pérdi-
da de apetito, adelgazamiento, irritabilidad, cefalea, abdominalgia, tristeza, ten-
dencia al llanto, tics, leve taquicardia, aumento de TA y posible deceleración
del crecimiento. Existe riesgo de un efecto rebote a última hora de la tarde, con
reaparición brusca de la sintomatología. Contraindicado en caso de tics impor-
tantes, marcada ansiedad o depresión, epilepsia, riesgo de trastornos cardio-
vasculares o glaucoma. Se recomienda atomoxetina, fármaco no estimulante,
cuando existen tics, ansiedad, depresión y trastorno del sueño.

Tratamiento conductual. Variará según los problemas de cada caso: trabajar


autoestima, estrategias para modificar conductas inadecuadas, entrenamiento
en habilidades sociales y académicas, terapias psicopedagógicas, y terapia
ocupacional.

Intervención y adaptación escolar. Debe haber cooperación entre los profe-


sionales sanitarios y la escuela, facilitando a los maestros psicoeducación en
TDAH y estrategias educativas para el manejo de la conducta en el aula.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Tratado de Pediatría. 9" ed. Madrid: Ergon; 2006. p. 1767.
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- Ruiz-García M, Gutiérrez-Moctezuma J, Garza-Morales D et al. Trastor-
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terapéuticas. Bol Med Hosp In! Mex 2005; 62: 145-52.
- Spencer TJ, ADHD and comorbidity in childhood. J Clin Psychiatry 2006;
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